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Cultura - 01.08.

2015

Oppenheimer: 'El problema de España


es la innovación: el año pasado registró
860 patentes; Corea del Sur, un 'paisito',
18.000'
De Mark Zuckerberg a Pep Guardiola. De Henry Ford a Instagram. En Crear o morir, el
periodista Andrés Oppenheimer ofrece al lector un notable catálogo de experiencias
innovadoras de éxito en ámbitos como la educación, el deporte, la salud y la tecnología.

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Andrés Oppenheimer es uno de los rostros del periodismo más conocidos en América
Latina, lleva décadas en la cadena CNN y también en las páginas del diario The Miami
Herald. Premio Pullitzer en 1987, Ortega y Gasset en 1993 y Rey de España en
2001, fue seleccionado por la revista Foreign Policy como uno de los 50 intelectuales
de mayor peso en América Latina y la Forbes Media Guide lo incluyó entre los 500
periodistas más importantes de Estados Unidos. Que Oppenheimer sabe de lo que
habla nadie lo pone en duda. Y de que lleva mucho tiempo haciéndolo, mucho menos.

Hace unas semanas, el periodista visitó Madrid para promocionar Crear o morir, un
libro que ahonda en su línea sobre educación y competitividad

Hace unas semanas, el periodista visitó Madrid para promocionar Crear o morir, un
ensayo publicado por Debate y en el que el argentino afincado en Norteamérica se
despega de ese positivismo determinista que ha dominado la reflexión latinoamericana
acerca de su propio pensamiento. Muchas de sus reflexiones, asegura, son aplicables a
España, donde, como en América Latina, no existe una verdadera cultura del
emprendimiento. Empezando por el hecho de que no se tolera el fracaso. ¿Hay otra
forma de crear que no pase por el largo desierto del error?

Oppenheimer, quien cuenta en su amplia bibliografía con libros que analizan el


populismo y sus distintas vertientes, responde también a la pregunta sobre el rebrote de
determinadas demagogias en Europa, aunque sin dejar de lado sus expresiones
concretas en Sudamérica. En lo que a España respecta, su lectura tiene una clave más
estructural: “El problema no es Podemos, o si tal partido dijo tal cosa a otro, sino cómo
vamos a reinventarnos y progresar en la era de la innovación. España el año pasado
registró 860 patentes en el registro internacional de EEUU, eso no es nada. Corea
del Sur, un 'paisito' asiático que hace 50 años era mucho más pobre que España, registró
18.000”. Sobre éste y otros temas, conversa Andrés Oppenheimer en esta entrevista
concedida a Vozpópuli.
"España el año pasado registró 860 patentes en el registro internacional de EEUU, eso
no es nada. Corea del Sur, un paisito asiático que hace 50 años era mucho más pobre,
registró 18.0000”

-No es el primer libro que dedica a la necesidad que tiene América Latina de ser
competitiva. Este tema viene de lejos.

-Este es el libro que completa una trilogía que comenzó con Cuentos chinos, un libro
donde hablaba de la necesidad de ser competitivos y en el que aseguraba que, para
conseguirlo, había que mejorar la educación. La calidad educativa en los países
hispanoamericanos era y sigue siendo un desastre. Luego escribí Basta de historias, que
era también sobre educación y la necesidad de mejorarla. Al final, Basta de historias,
decía que la educación por la educación en sí misma no sirve de mucho si no va de la
mano con la innovación, con la ciencia, con la tecnología. Si sólo estudiamos poesía, no
vamos a crear grandes productos que nos proporcionen un ingreso nacional que nos
permita ser más prósperos. Crear o morir es el tercer libro, que sigue el hilo de Basta de
historias.

- No podemos vivir en un continente del que sólo salgan 'Octavios Paz' y 'Nerudas'
o 'Leos Messi'. Lo ideal sería que hubiese ambos, o más tipos de ciudadanos ¿Por
qué no hay un término medio entre una cosa y otra si somos tan diversos?

-Tenemos una enorme reserva de talento creativo en América Latina pero,


lamentablemente, no estamos traduciendo eso en innovación. Tenemos muchísimos
taxistas toderos, que saben de todo pero que no aprovechan ese talento y esa sabiduría
para producir nuevos productos y nuevos procesos que puedan ser utilizados, vendidos
o exportados y acelerar el crecimiento económico. Lo que hago en el libro es examinar
por qué América Latina y España no tienen un Steve Jobs, ¿por qué no somos capaces,
con todo el talento que tenemos de producir innovadores de talla mundial? Lo que
encontré, después de ir Silicon Valley y de entrevistar a muchos de los principales
innovadores de talla mundial, es que se debe a problemas culturales relativamente
fáciles de cambiar.

-¿Por ejemplo?

-El primero de ellos es que tenemos que empezar a venerar a los innovadores de la
misma manera que veneramos a los futbolistas, porque en todos nuestros países, los
jóvenes quieren ser el próximo Messi o Iker Casillas pero muy pocos quieren ser el
próximo Premio Nobel de física. En los periódicos, las páginas de tecnología, son
páginas de gadgets y eso no es una innovación, es una parte de ella. Una de las claves
para crear una sociedad innovadora es propiciar una cultura que genere esa innovación.
En Silicon Valley todos los chicos que están sentados en los bares con sus laptops
quieren ser el próximo Mark Zuckerberg, no quieren ser el próximo Messi.

"En Silicon Valley todos los chicos quieren ser el próximo Mark Zuckerberg, no
quieren ser el próximo Messi"

-Existe una confusión entre emprendimiento y precarización, al menos en España.


Sin embargo, en EEUU esa es la lógica está presente, ¿cómo lo ve?
-Más o menos. En China, que supuestamente es un país comunista, hoy día hay una
religión capitalista del triunfo individual, así que te diría que existe todavía más allí que
en Estados Unidos, pero yo creo, insisto, que tenemos que empezar a admirar y venerar
a los innovadores. Esa es una de las condiciones. Y no hablo de admirar al que gana
dinero, sino a los que inventan cosas nuevas, porque incluso al comparar la cultura de
Silicon Valley con la del Este de Estados Unidos, por ejemplo, Nueva York o Wall
Street, es posible ver que se trata de dos mundos diferentes. En Crear o morir comparo
lo que encontré en Silicon Valley con la entrevista que le hice a Donald Trump, que es
el prototipo de Wall Street. Hasta en la forma de vestir son distintos. Steve Jobs, Bill
Gates o Mark Zuckerberg llevan vaqueros y una camiseta, Trump es un pedazo de
almidón andante: corbatas, camisas y trajes durísimos.

-Piense en la lógica de los 80 y la erótica del capitalismo financiero, aquello de


acumular, poseer, la época de Bret Easton Ellis o del propio Wolfe y su Hoguera de
las vanidades…

-Ya, pero llegó el 2008 y se vino todo abajo.

"En España y en América Latina crucificamos a los que fracasan y no pueden existir
una innovación que no sea el resultado de una larga cadena de fracasos"

-Pero hace apenas 30 años de eso, ¿qué pasó? Del dinero como ficción a la ficción
del dinero

-El golpe de 2008 fue tremendo, por falta de regulación. A muchos les hizo terminar
con esa adoración del dinero o esa creencia de que nunca se esfumaría. Todo el mundo
perdió el 40% de sus ahorros de la noche a la mañana. Y volviendo al tema anterior. En
nuestras culturas, el mayor obstáculo para la innovación es, primero no entender que
estamos en un nuevo mundo en el que el trabajo mental es cada vez mayor frente
al trabajo manual. Estamos viviendo en una economía del conocimiento, donde una
empresa como Apple vale más que el producto interno bruto de muchos países, un
mundo donde una empresa como Kodak se fue a la quiebra con 140.000 empleados por
no innovar y meterse en la fotografía digital, en el mismo momento que una empresa
chiquita llamada Instagram tenía 13 empleados y sí se metió en la fotografía digital y
se vendió en mil millones de dólares.

-¿Cómo hacer para que nuestros países puedan prosperar en este nuevo mundo?

-La condición esencial después de investigar y de entrevistar a los grandes gurús de la


tecnología y otras ramas, es crear una cultura de veneración por los emprendedores y los
innovadores; en segundo lugar: crear una cultura de tolerancia social con el fracaso
individual, porque en España y en América Latina crucificamos a los que fracasan
y no pueden existir una innovación que no sea el resultado de una larga cadena de
fracasos. Thomas Edison tuvo mil intentos fallidos, los hermanos Wright se estrellaron
163 veces antes de su primer vuelo, Henry Ford, llamó su auto el Ford T porque empezó
por el A… Todo éxito es el último eslabón de una larga cadena de fracasos, pero
nosotros, en nuestra cultura hispanoamericana fusilamos, metafóricamente, a los que
fracasan y ahí hay un problema no sólo social, también legal: nuestras leyes de quiebra
te convierten en un apestado. En Silicon Valley quiebras y al día siguiente abres una
nueva empresa.
-Usted coloca ejemplos desde todos los ámbitos. Por ejemplo, Guardiola y lo de
innovar cuando estás ganando. Si pudiésemos traducir esa idea a la política, ¿cómo
podemos innovar políticamente, tal cosa es posible?

"En América Latina, el populismo es directamente proporcional al alza de las materias


primas"

-Por supuesto. La innovación va mucho más allá de la tecnología. Se puede innovar en


todo, pero hay que hacer una diferencia entre las innovaciones individuales y las
innovaciones colectivas porque cuando los hermanos Wright intentaron crear un aparato
que volara, al estrellarse 163 veces no me afectaron ni a ti ni a mí. Era u proyecto
personal, si se estrellaba el avión se jodían ellos. Pero cuando Alexis Tsipras lleva a
Grecia a no pagar la deuda externa, está arrastrando a todos sus conciudadanos. Allí hay
una cuestión de responsabilidad personal colectiva. Tenemos que crear una tolerancia
social con el fracaso individual pero tenemos que ser más cuidadosos con el fracaso de
quien ha sido electo por la sociedad para representarla.

-¿Qué piensa de esta ola que comenzó recorriendo Sudamérica y que ahora tiene
un rebrote, discreto pero rebrote al fin y al cabo, en Europa?

-En América Latina, el populismo es directamente proporcional al alza de las materias


primas. Cuando Chávez nace políticamente en 1989, el precio del petróleo estaba en 9
dólares por barril. Cuando llega a su apogeo y va repartiendo cheques por el mundo para
comprar una banca en el consejo de seguridad de la ONU, el petróleo estaba en 156. No
necesitas ser un genio para ser popular si el 90% de tu economía depende de un
producto que aumenta de 9 dólares a 156.
-Ya pero España no tiene petróleo y mire, ahí está
Podemos.

-Todo el fenómeno en América Latina: Venezuela con el petróleo, Argentina con la


soja, Bolivia con el gas natural… El populismo funciona cuando hay dinero. Maduro
está por el suelo en las encuestas porque no tiene para repartir. Una vez que se desinflan
las materias primas, se desinflan los demagogos populistas. En España lo que pasa con
Podemos, visto de lejos, es un poco producto de la pérdida de memoria histórica de lo
que han sido sus propios progresos. Para quienes conocimos España hace 40 años,
podemos decir que resulta impresionante los progresos que ha conseguido este país.
Pero, qué pasa, pues que la mayoría de los jóvenes y los no tan jóvenes han perdido la
memoria, asumen que siempre ha sido así y quieren un cambio. Ahora, para mí, los
cambios no son malos pero creo que el problema de España es el mismo que el de
América Latina: no ponen en el centro de la agenda política las cosas que realmente
importan. El problema no es Podemos, o si tal partido dijo tal cosa sobre otro, sino
cómo vamos a reinventarnos y progresar en la era de la innovación. España el año
pasado registró 860 patentes en el registro internacional de EEUU, eso no es nada.
Corea del Sur, un 'paisito' asiático que hace 50 años era mucho más pobre que España,
registró 18.0000.

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