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Hechos 1:8.
Hay una fuente de agua que es Cristo, nosotros somos la rueda, pero el pone el
dínamo. Hay algunas ruedas envejecidas, pues estas ruedas hay que estarlas
renovando.
El águila cuando se está haciendo vieja, ella renueva su plumaje con el pico.
Cuando le preguntaron a Jesús sobre restaurar el reino; ese reino era político, pues ha
habido varios imperios, por ejemplo, el Egipcio, el Babilónico, el yugo romano; pero el
Señor Jesús, les estaba hablando acerca de un poder que sobrepasaba todos estos.
Hay mucha necesidad; hay quienes están esperando, quién va arreglar a Colombia;
pues lo que la Iglesia necesita es ese poder de Dios, para poder transformar a
Colombia.
Para poder obtener ese poder necesitamos crucificar la carne y estar bien convertidos
a Cristo.
Seremos un bomba de tiempo, pues Dios se mueve cuando nosotros nos movemos.
Dios no hará lo que tú y yo no queremos que Él haga.
Observemos en Levíticos 8, nos habla de los requisitos para tener ese poder o unción.
Está hablando de los sacerdotes ungidos. “mas vosotros sois linaje escogido, real
sacerdocio....”. Somos sacerdotes, para interceder.
Primero que todo Moisés, hizo que se acercaran a él y los lavó con agua, (Pedro no
quería que Jesús le lavara los pies).
Segundo los vistió, les puso los vestidos sacerdotales. “en todo tiempo sean blancos
tus vestidos y nunca falte ungüento sobre ti”. Ese vestido es de santidad de amor,
perdón, de compasión.
En la cabeza llevaba una diadema de oro, sujetando todo pensamiento a Cristo, ya que
lo que la mente piensa el cuerpo lo ejecuta.
Luego venía el aceite y tenía que ser en un cuerno, pues es tipo de poder; no podía ser
en otra vasija. Este aceite tenía que comenzar a caer desde la cabeza, era como un
baño de aceite, tenía que bajar hasta bien abajo.
Hay quienes se conforman con solamente un toque de ese aceite; el Salmo 23 nos
habla:
Aderezas mesa delante de mí, o sea ese gozarnos en su presencia, mientras que otros
nos critican, nosotros nos estamos gozando; esa mesa aderezada nos lleva a la parte
siguiente, mi copa está rebozando, es como el buen óleo que baja hasta la barba de
Arón y llega hasta sus vestiduras.
Cuando ponemos un vaso debajo de un chorro de agua, después de llenarse se riega.
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Todo esto lo logramos a través de la oración, pues ella es como la senicienta de las
iglesias, la que más trabaja y la que menos se ve. Esta criada del Señor es
despreciada, desechada; no se adorna con joyas de intelectualidad, ni con brillantes
filosofías, lleva los delantales de la honestidad y humildad, no teme arrodillarse. El
cristiano que no ora está extraviado de Dios.
A veces estamos mas preocupados por la belleza y apariencia del templo; pero cuando
en los Hechos oraban el lugar temblaba.
Cuando nos hemos arrastrado en un cristianismo convencional y mediocre, lo que era
normal en el Nuevo Testamento, es anormal para este tiempo precisamente por nuestra
mediocridad.
Lo que necesitamos hoy en día es pasión y visión. Cuando alguien tiene esto le
llamamos extremista y fanático, pero hay un llamado de Dios en esta hora:
Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor.
Cuántas veces estamos diciendo, ¿dónde está el Dios de Elías?. El asunto es que
Dios no tiene muchos Elías. Cuántas veces nuestras Iglesias están llenas de
actividades de programas, la gente cansada, sin fuerzas espirituales.
“La palabra de Dios dice, la que va a dar a luz no tiene fuerzas” . No hay
quebrantamiento en las Iglesias, no hay lamento, se ha perdido el clamor.
Elías, se burló de los profetas de Baal. Gedeón, destruyó los dioses de su padre.
Lamentablemente, hoy en día parecemos más generales y coroneles, esperando ser
condecorados en las Iglesias; pues Dios quiere soldados rasos. Pablo enfrentó
tumultos en las sinagogas y penetró en los palacios de los herodes.
Pentecostés significa, pena, dolor; pero nosotros tenemos placer; significa carga y
pasión por los perdidos; y nosotros estamos muy cómodos. El diablo nos tiene
entretenidos. Tenemos que permitir que esta generación permanezca en la
esclavitud moral, estando nosotros sentados indolentemente sin hacer nada. Seremos
espectadores de la tremenda cabalgata en la cual Lucifer lleva encadenados en su
carro infernal.
El Señor tiene una queja muy grande es este tiempo con su Iglesia, la tibieza, que es
abominación antes sus ojos. Él nos habla que debemos ser ardientes o helados. Él
está tocando a la puerta y llamándonos; pero la amada está descansando, según
Cantares. Ojalá no llegue el momento y se canse como podemos observar en los
versos de Cantares.
Que Dios, me diera un corazón cargado, infundido con la pasión de la oración por los
que están sumergidos en el pecado, quiero tener un alma como la de Cristo mi fiel
salvador, que en todo tiempo estuvo orando en agonía por otros.
¡oh padre dame un corazón cargado de amor por otros, y revélame el secreto de esta
oración.
Una mujer exclamó: ¡ Dame hijos o me muero!. Las mujeres que habían sido
estériles fueron las que trajeron hijos más nobles.