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INTRODUCCIÓN

Frente a los numerosos desafíos del porvenir, la educación


constituye un instrumento indispensable para que la
humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad
y justicia social.
La educación tiene la vocación de permitir a todos sin excepción
hacer fructificar todos sus talentos y capacidades de creación, lo
que implica que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y
realizar su proyecto personal.

Se presenta un ensayo donde se realizó una investigación donde


como profesor y/o como alumno se habla acerca del docente como
profesional de la enseñanza, la importancia de la profesionalización
en el ámbito docente, ¿realmente se aplica? ¿Es un arte o una
ciencia? ¿Cómo puedes contribuir a la calidad de la educación?.

Una renovada institución educativa, es una nueva forma de educar, requiere una
reconceptualización importante de la profesión docente y una asunción de nuevas
competencias profesionales en el marco de un conocimiento pedagógico, científico y
cultural revisado.
Es decir, la nueva era requiere un profesional de la educación distinto. Pero no podemos
analizar los cambios de la profesión docente sin obviar que ello ha planeado durante muchos
años alrededor del debate sobre la profesionalización docente, y como dice Labaree
(1999:20): “existe una serie de razones para creer que el camino hacia la profesionalización de
los docentes se encuentra lleno de cráteres y arenas movedizas: los problemas propios que
surgen al intentar promocionar los criterios profesionales dentro de una profesión tan
masificada, la posibilidad de la devaluación de las credenciales como consecuencia del
aumento de los requisitos educativos, el legado nivelador de los sindicatos de la enseñanza, la
posición histórica de la enseñanza como forma de trabajo propio de las mujeres, la resistencia
que ofrecen los padres, los ciudadanos y los políticos a la reivindicación del control profesional
de los centros escolares, el hecho de que la enseñanza se haya incorporado tarde a un campo
plagado de trabajos profesionalizados, la previa profesionalización de los administradores de
los centros y el poder atrincherado de la burocracia administrativa, la prolongada tradición de
llevar a cabo reformas educativas por medios burocráticos y la diversidad de entornos en que
tiene lugar la formación del profesorado.”
Aquí cabe preguntarse, ante tantas dificultades para asumir una profesionalización
docente, ¿cuáles son las competencias necesarias para que el profesional de la
docencia asuma esa profesionalización en la institución educativa y tenga una
repercusión educativa y social?.
Cuando el profesor o profesora se incorpora por primera vez al trabajo en un centro escolar,
lo hace con la ilusión y preocupación lógicas en un principiante, generalmente joven, y
durante un período no desdeñable su situación y actividad profesional están trufadas del
deseo o la necesidad de ser aceptados, de asimilar lo que hacen los compañeros, de aplicar lo
aprendido durante la formación inicial, también por la inevitable reproducción de pautas
aprendidas durante su propia escolaridad, todo ello

mezclado con el temor a no controlar la clase (la disciplina, la atención a demandas y


necesidades diversas) y cumplir la programación; en definitiva, se incorpora con una
gran inseguridad que generalmente se afronta y supera en soledad- sobre cómo
responder al día a día en el aula y en la escuela, sin haber tenido en la mayoría de los
casos la oportunidad de aprender realmente los saberes más prácticos del oficio, ni
cómo movilizar los saberes teóricos y las metodologías aprendidas, y como generar
conocimiento a partir de la reflexión sobre la práctica.
Se podría decir que esta idea de la profesionalización para el campo de la educación
no es nueva, sin embargo aparece con mayor fuerza en la actualidad.
El discurso de la profesionalización docente aparece prácticamente como omnipresente en
nuestra vida docente: las autoridades educativas recurren a este discurso, los organismos
internacionales lo hacen centro de sus recomendaciones, los medios de comunicación lo
repiten, los padres lo exigen, las instituciones educativas se hacen eco, los sindicatos lo usan y
repudian a la vez, etc. Por otra parte, este discurso también tiene que ver con los docentes
que se forman y cómo impacta en esta formación considerar a los docentes como
profesionales.

Entendemos el desarrollo profesional docente como "la capacidad de un profesor para


mantener la curiosidad acerca de la clase; identificar intereses significativos en el
proceso de enseñanza y aprendizaje; valorar y buscar el diálogo con colegas expertos
como apoyo en el análisis de datos" (Rudduck, 1991, en Marcelo, 2002).
Se exige al docente, incluso demasiado, cuando se espera que colme las carencias
de otras instituciones también responsables de la enseñanza y la formación de los
jóvenes.
Las nuevas tecnologías han hecho entrar a la humanidad en la era de la comunicación
universal; eliminando la distancia que contribuyen poderosamente a forjar las sociedades del
mañana. Como docentes y/o como alumno debemos utilizar todas las herramientas que la
tecnología u otros campos nos ofrecen para llevar a campo la tan anhelada profesionalización
ya que el trabajo del docente no consiste solo en transmitir información ni siquiera
conocimientos, si no en presentarlos en forma de

problemática, situándolos en un contexto y poniéndolos los problemas en perspectiva


de manera que el alumno pueda establecer el nexo entre la solución y otras
interrogantes de mayor alcance.
CONCLUSIÓN
Nunca se es en vano insistir en la importancia de la profesionalización docente y por ende en
la calidad de la enseñanza, ya que entre más dificultades presente el alumno el docente debe
desarrollar sus capacidades e ir más allá, de ahí nos da respuesta a la pregunta si es ¿un arte o
una ciencia? . A mi consideración es un arte, ante los retos que nos enfrentamos en un mundo
globalizado. La gran fuerza de los docentes es la

del ejemplo al manifestar su curiosidad y apertura de espíritu y transmitir la afición del


estudio y se debe cultivar en los futuros maestros las cualidades humanas e
intelectuales adecuadas.
El mundo en su conjunto está evolucionando hoy tan rápidamente que el personal docente,
como los trabajadores de la mayoría de las demás profesiones, ya que se debe admitir que la
formación inicial no es suficiente y a lo largo de su existencia los profesores tendremos que
actualizarnos y perfeccionar los conocimientos y técnicas.

ALIATUNIVERSIDAD. (2008). Profesionalización Docente. 2018, de ETAC Sitio


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