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1 / 2004
Resumen
En este artículo, contrasto las prácticas habituales a través de las cuales los universitarios son evaluados
por escrito, con las formas que la investigación psicológica, lingüística y educativa recomienda como
deseables. En las primeras, el profesor da la consigna y lee el producto terminado, mientras que en las
segundas provee orientaciones antes y durante el proceso de producción escrita. La función predominante
de la evaluación frecuente es certificar la adquisición del conocimiento impartido. Aunque los profesores, al
corregir, comenten el texto del alumno, el hecho de que no esté prevista su reescritura dificulta que los
estudiantes consideren estas observaciones y las tengan en cuenta para su aprendizaje. La evaluación
deseable, en cambio, enseña a revisar lo escrito, como una forma de ayudarles a pensar según las
convenciones de cada disciplina. Sostengo que cambiar las prácticas evaluativas usuales para acercarse a
las deseables no depende sólo de la voluntad individual del docente, sino también de la cultura académica
institucional en la que se desempeña.
Palabras clave: evaluación, escritura, enseñanza, revisión, retroalimentación, cultura académica.
***
Abstract
THE DISTANCE BETWEEN FREQUENT AND DESIRABLE WRITTEN ASSESSMENT PRACTICES
In this paper, I compare usual events in which undergraduates’ knowledge is assessed through writing with
the approaches promoted by psychological, linguistic and educational research. Within common Argentinean
written assessment practices, the instructor delivers the assignment and grades the final product, while
research suggests that guidance and feedback should be provided before and during the writing task.
Frequent assessment practices serve to certify knowledge acquisition: lecturers may write their remarks in
the margins of their students’ texts, but they do not ask to revise and rewrite them. Because of this, students
rarely consider these observations and do not take them into account for their learning. In contrast, research
based practices have an educational aim: they show how writing can be used as a tool for thinking and they
teach conventions for each discipline through feedback and students’ redrafting. I claim that changing
customary assessment practices to move toward desirable ones does not depend on willing individual
teachers only but on the institutional academic culture in which they work.
Key words: assessment, writing, instruction, revision, feedback, academic culture.
***
Résumé
LA DISTANCE QUI SÉPARE L’ ÉVALUATION ÉCRITE FRÉQUENTE DE CELLE DÉSIRABLE
Dans cet article nous mettons en contraste les pratiques habituelles à travers lesquelles les universitaires
sont evalúes par écrit, avec les formes que la recherche psichologique, linguistique et éducative conseillent
comme désirables. Dans les premières, le professeur donne la consigne et lit le produit terminé tandis que
dans les deuxièmes celui-ci fournit des orientations préalables et pendant le processus de production écrite.La
fonction prédominante de l’ évaluation fréquente est de certifier l’acquisition du savoir donné. Bien que les
professeurs, au moment de corriger, commentent le texte de l’étudiant, le fait de ne pas étre prévue sa
réécriture, rend difficile que les étudiants considèrent ces observations pour leur apprentissage. En revanche
l’évaluation désirable apprend à reviser l’écrit de manière à aider les étudiants à penser selon les conventions
de chaque domaine. Nous pensons que, changer les pratiques évaluatives usuelles pour s’approcher aux
desirables, cela ne depend pas seulement de la volonté individuelle du professeur mais de la culture
académique institutionnelle concernante.
Mots-clés: évaluation, écriture, apprentissage, révision, rétroalimentation, culture académique.
* Investigadora Adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en el Instituto de Lingüística de la Universidad
de Buenos Aires, Argentina.
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[LA DISTANCIA QUE SEPARA LA EVALUACIÓN ESCRITA FRECUENTE...]
Este trabajo1 intenta llamar la atención sobre las Para qué se evalúan los escritos acadé-
prácticas de evaluación insertas en las distintas micos
materias que utilizan la escritura como un medio y
no como un fin en sí mismo. No me referiré, por Existen distintas funciones de la evaluación. En
tanto, a los talleres de escritura que algunas univer- el entorno universitario, se evalúa principalmente
sidades contemplan, sino a las cátedras que procu- para certificar saberes. Al cabo de un determinado
ran enseñar distintos contenidos y que suelen eva- ciclo de enseñanza, se solicita a los alumnos demos-
luar a sus alumnos a través de tareas de escritura trar lo que han aprendido, y se establece un saber
acerca de los conceptos estudiados. Este tipo de mínimo como condición para aprobar.
evaluación resulta a nuestros ojos natural, por el Sin embargo, otra utilidad igualmente importan-
hecho de ser una experiencia generalizada en la te de la evaluación es la de retroalimentar el apren-
Argentina. Sin embargo, el contexto en el que se dizaje y la enseñanza. Frente a lo que un alumno
lleva a cabo es la resultante de un conjunto de op- produce en la situación evaluativa, el profesor pue-
ciones pedagógicas que no suelen haber sido teori- de obtener información que le sirva para devolverla
zadas por los profesores que las asumen. al estudiante, a fin de orientar su desempeño futuro,
Voy a plantear que la forma en que se realizan y para emplearla en su propia reflexión profesional
estas prácticas evaluativas incide decisivamente en con vistas a introducir cambios en su práctica peda-
lo que aprenden los alumnos (Rust, 2000). La eva- gógica.
luación no es sólo el eslabón final del proceso edu- Además, una función implícita de toda evalua-
cativo, administrado luego de la fase de instrucción. ción consiste en señalar a los alumnos lo que es im-
La evaluación integra la enseñanza, en el sentido de portante en una materia. Qué, cómo y para qué se
que es parte del mensaje que damos a los estudian- evalúa les enseña a prestar atención selectiva a
tes acerca de qué esperamos de su paso por nuestras determinados componentes del curriculum4, aparez-
materias. can o no manifiestos5. Se trata del papel simbólico
Mostraré cómo, a través de las habituales situa- que juega la evaluación dentro de cada asignatura.
ciones de evaluación escrita, se transmite a los alum- Es ésta una función de hecho, que ocurre inevita-
nos una serie de ideas cuestionadas por las investi- blemente aunque no lo pretendamos. En palabras
gaciones (provenientes del mundo anglosajón por de Ramsden (1997, p. 7): «Desde el punto de vista
ejemplo, Hilgers et al., 1995; Jeffery y Selting, 1999; de los alumnos, la evaluación define siempre el
White, 1994 ), y cuestionables de acuerdo con los curriculum real».
objetivos que solemos enunciar los docentes para Ahora bien, estos propósitos de la evaluación,
nuestras asignaturas (Jackson, 1995). Por el contra- explícitos o latentes, pueden llevarse a cabo a través
rio, incluiré el análisis de algunas otras propuestas de distintos caminos. Uno de ellos, tal vez el más
pedagógicas que, habiendo conceptualizado la extendido, es la evaluación por medio de la escritu-
evaluación como una instancia de aprendizaje, han ra. Se dice que es el contenido del texto del
implementado intervenciones consistentes con los estudiante lo que resulta juzgado. ¿Pero es posible
propósitos educativos de las materias así como con evaluar sólo el contenido? Por ejemplo, ¿se puede
los estudios sobre alfabetización académica2 y so- producir un buen examen eludiendo elaborar un buen
bre el potencial cognitivo de la composición escri- escrito?, ¿cómo se relacionan dos o más conceptos
ta3. Centraré mi análisis en la educación superior sino a través de una estructura discursiva?, ¿cómo
pero entiendo que el planteo puede servir también se fundamentan las ideas sin señalar qué es tesis, y
para pensar otros niveles educativos. qué, argumento?
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el diálogo para generar y dar coherencia a las no- Evaluación como sentencia y evaluación
ciones, no se comentan sus borradores para ayudar como enseñanza
a reelaborarlos.
Los docentes no solemos percatarnos de que las Analizaré en lo que sigue dos prácticas de eva-
materias que enseñamos presentan –-junto a sus luación contrastantes, que surgen de un relevamiento
contenidos— una específica cultura escrita. La cul- que he hecho a partir de encuestas a estudiantes
tura académica, con prácticas de lenguaje transver- universitarios, grupos focales con docentes univer-
sales a toda la universidad (y distintas a las de la sitarios, estudio de programas de cátedras, análisis
escuela media), también incluye particularidades de trabajos presentados en jornadas y congresos
dentro de cada tradición investigativa8. Ambas prác- nacionales, y en publicaciones internacionales. El
ticas, las comunes y las propias, se adquieren en un material recogido no corresponde a una muestra
dilatado proceso, similar, en parte, a cómo los apren- probabilística sino de conveniencia y, aunque los
dices de artesano, para dominar un oficio, ingresa- resultados no pretenden ser representativos ni
ban en un taller e iban ganando conocimiento a tra- generalizables, pienso que resultan reveladores para
vés de la guía de sus tutores, quienes poco a poco quienes se reconozcan en los casos examinados.
los incluían en su saber hacer y les retroalimentaban Esquematizaré las características de sendos con-
los intentos no acabados (Barker, 2000; Bode, 2001;
textos en los que se evalúan escritos dentro de asig-
Chanock, 2000; Woodward-Kron, 1999)9. naturas no específicamente destinadas a enseñar a
Por el contrario, en nuestra educación se piensa escribir. En el primero, el profesor da la consigna
que la escritura es sólo una cinta transportadora, un de trabajo y corrige el producto terminado, mientras
tubo para comunicar lo pensado. Se pierde de vista que en el segundo, más inhabitual, provee
el rol que escribir juega en la estructuración de los orientaciones previas y durante el proceso de elabo-
conceptos, que se trata de una tecnología elaborativa ración. El contexto más frecuente se corresponde
que organiza lo pensable. Este supuesto lleva a creer con prácticas habituales que se realizan en universi-
que es posible evaluar por escrito las nociones en- dades argentinas, aunque probablemente también se
señadas sin evaluar a la vez lo que no ha sido ense- lleven a cabo en otros países. Las prácticas menos
ñado, es decir, la escritura. comunes corresponden a experiencias innovadoras
En realidad, para lograr escribir un buen examen documentadas especialmente en universidades
o monografía, los estudiantes han de dominar no anglosajonas,11 lo cual no impide que también
sólo el contenido de los temas trabajados sino el ocurran, minoritariamente, en otros ámbitos. En el
modo en que cada campo profesional analiza los cuadro adjunto, se listan los rasgos prototípicos de
hechos que observa, argumenta sus aserciones, pre- estos dos contextos, como una forma de modelizar
senta datos nuevos en el contexto de lo ya sabido, polarmente lo que en la realidad puede presentar
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[Cuadro 1]
Contraste entre prácticas evaluativas frecuentes y prácticas deseables
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que les permitan simultáneamente incluirlos a ellos currículum, para que puedan hacer lugar, en la
como productores de textos académicos y como impartición de sus materias, a la función educativa
enseñantes de esta producción frente a sus alum- del proceso de evaluar; y para que comiencen a
nos. En ambos casos, el desafío nunca puede considerar las particularidades discursivas de su
afrontarse aisladamente, sino que se requiere un campo de estudios, el poder epistémico del escribir
grupo que incluya, al menos, expertos de uno o más y reescribir, y los rasgos de los textos que también
campos disciplinares y expertos en escritura y en han de enseñar a elaborar. Finalmente, con estos
aprendizaje. cambios, la cultura académica se volvería más jus-
Ahora bien, no quisiera que de este artículo se ta, ya que empezaría a enseñar lo que con frecuen-
desprendiese la idea de que los profesores, si lo ha- cia evalúa y exige aprender por cuenta propia.
cemos «mal», somos los responsables exclusivos de Varias universidades de otros países han creado
ello. Nuestras formas habituales de hacer se corres- foros de discusión con presentación de trabajos de
ponden con formas colectivas de pensar. Y estas sus distintos departamentos acerca del aprendizaje
representaciones colectivas dependen de contextos y la enseñanza (de la escritura) en la educación su-
institucionales. Las prácticas de evaluación perior, y también han implementado programas de
identificadas en este trabajo como más frecuentes desarrollo profesional que incentivan al cuerpo do-
resultan naturales a los ojos de la comunidad edu- cente para emprender acciones de alfabetización
cativa en la que nos desempeñamos. No suelen haber académica (Cartwright y Noone, 2000 a; de la Harpe
sido teorizadas por los profesores que las llevamos et al., 2000; Percy y Skillen, 2000; Skillen et al.,
a cabo, en la medida en que se reciben preformadas 1998; Tapper, 1999). Asimismo, sostienen Centros
de generaciones docentes anteriores. Debido a su de Aprendizaje y Escritura, cuya función, entre otras,
omnipresencia, dan la impresión de que fueran op- es trabajar en colaboración con el profesorado de
ciones únicas, modos de obrar necesarios. Estas las diversas cátedras para conceptualizar las deman-
prácticas evaluativas se han vuelto consustanciales das cognitivas, estratégicas y discursivas que sus
a nuestra cultura académica: se han convertido en materias plantean, y para diseñar puentes que ayu-
esperables, sin alternativas, ya dadas, difíciles de den a los alumnos a incorporarse en sus culturas
pensar de otra manera. Son «hábitos» que se han escritas (Carlino, 2002 a y 2002 c, 2004 b y acepta-
naturalizado ocultando su carácter histórico, político do; Gilliland, 1997; Gottschalk, 1997). Estas accio-
y contingente. nes se realizan en el contexto de políticas
Para lograr transformar de modo sustentable las institucionales documentadas en sus estatutos.
formas de evaluación que aparecen como naturales, No sé bien qué tiempos prevén estas institucio-
se precisa revisar la cultura institucional en la que nes para cambios de esta naturaleza, ni qué cargas
se insertan. Sabemos que los usos consuetudinarios horarias reconocen a sus docentes a fin de que pue-
son resistentes, máxime cuando su transformación dan ocuparse también de la escritura. Sí sé que sue-
duradera implica no sólo un cambio de mentalida- len tener una proporción de alumnos por docente
des, sino también de prácticas, de asignación menor que nuestras propias casas de estudio. De
presupuestaria, de política educativa (en las cuales todos modos, aunque por el momento estas condi-
es necesario redistribuir recursos y prever acciones ciones de trabajo resulten utópicas para Argentina,
de desarrollo profesional docente). Sin duda, el con- no creo que haya que sustraerlas del debate ni pos-
vencimiento comprometido de algunos profesores tergar éste hasta que los recursos estén garantiza-
puede producir modificaciones en su práctica peda- dos. Los cambios profundos no suelen darse de arri-
gógica, pero éstas no llegan a ser visibles para el ba ni sólo desde abajo: no se mantienen sin estruc-
resto de la comunidad, a menos que se documenten, turas materiales, pero tampoco sin acuerdos ideoló-
difundan, discutan, y reconozcan colectivamente. gicos.
En este marco, son las instituciones las que han Quizá este artículo pueda funcionar como un lla-
de abrir canales de reflexión interdisciplinaria para mado de atención que contribuya a volver observa-
que los profesores de cualquier disciplina logren to- ble el problema en nuestro entorno. Las soluciones
mar conciencia de que la evaluación es parte del dependerán de la labor colectiva de los lectores y de
su empeño por institucionalizarla.
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