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Diversidad Biológica, el término por el que se hace referencia a la amplia variedad de seres
vivos sobre la Tierra y los patrones naturales que la conforman, resultado de miles de millones
de años de evolución según procesos naturales y también de la influencia creciente de las
actividades del ser humano. La biodiversidad comprende igualmente la variedad
de ecosistemas y las diferencias genéticas dentro de cada especie (diversidad genética) que
permiten la combinación de múltiples formas de vida, y cuyas mutuas interacciones con el
resto del entorno fundamentan el sustento de la vida sobre el mundo.
Los pinos canarios soportan el fuego en los grandes incendios debido a la adaptación milenaria a las
emisiones volcánicas. En esta ocasión puede verse la corteza chamuscada de estos pinos, que pueden
estar ardiendo durante meses y seguir creciendo mientras tanto. Un ejemplo de adaptación al medio que
afecta negativamente a la biodiversidad del medio pero sólo a corto plazo, ya que sirve de planta
pionera para el restablecimiento del bosque, como es la laurisilva en las áreas más favorecidas
Diversas especies epífitas en una selva de América Central (Costa Rica). Los ecosistemas de la zona
intertropical son el hogar de la mayor parte de la biodiversidad mundial actual.
Biodiversidad y evolución[editar]
Importancia de la biodiversidad[editar]
El valor esencial y fundamental de la biodiversidad reside en que es resultado de un proceso
histórico natural de gran antigüedad. Por esta sola razón, la diversidad biológica tiene el
inalienable derecho de continuar su existencia. El hombre y su cultura, como producto y parte
de esta diversidad, debe velar por protegerla y respetarla.
Además la biodiversidad es garante de bienestar y equilibrio en la biosfera. Los elementos
diversos que componen la biodiversidad conforman verdaderas unidades funcionales, que
aportan y aseguran muchos de los “servicios” básicos para nuestra supervivencia.
Finalmente desde nuestra condición humana, la diversidad también representa un capital
natural.16 El uso y beneficio de la biodiversidad ha contribuido de muchas maneras al
desarrollo de la cultura humana, y representa una fuente potencial para subvenir a
necesidades futuras.
Considerando la diversidad biológica desde el punto de vista de sus usos presentes y
potenciales y de sus beneficios, es posible agrupar los argumentos en tres categorías
principales.
El aspecto ecológico[editar]
Hace referencia al papel de la diversidad biológica desde el punto de vista sistémico y
funcional (ecosistemas). Al ser indispensables a nuestra propia supervivencia, muchas de
estas funciones suelen ser llamadas “servicios”.
Los elementos que constituyen la diversidad biológica de un área son los reguladores
naturales de los flujos de energía y de materia. Cumplen una función importante en la
regulación y estabilización de las tierras y zonas litorales. Por ejemplo, en las laderas
montañosas, la diversidad de especies en la capa vegetal conforma verdaderos tejidos que
protegen las capas inertes subyacentes de la acción mecánica de los elementos como
el viento y las aguas de escorrentía. La biodiversidad juega un papel determinante en
procesos atmosféricos y climáticos. Muchos intercambios y efectos de las masas continentales
y los océanos con la atmósfera son producto de los elementos vivos (efecto albedo,
evapotranspiración, ciclo del carbono, etc.).
La diversidad biótica de un sistema natural es uno de los factores determinantes en los
procesos de recuperación y reconversión de desechos y nutrientes. Además algunos
ecosistemas presentan organismos o comunidades capaces de degradar toxinas, o de fijar y
estabilizar compuestos peligrosos de manera natural.
Aún con el desarrollo de la agricultura y la domesticación de animales, la diversidad biológica
es indispensable para mantener un buen funcionamiento de los agroecosistemas.17 La
regulación trofodinámica de las poblaciones biológicas solo es posible respetando las
delicadas redes que se establecen en la naturaleza. El desequilibrio en estas relaciones ya ha
demostrado tener consecuencias negativas importantes. Esto es aún más evidente con los
recursos marinos, donde la mayoría de las fuentes alimenticias consumidas en el mundo son
capturadas directamente en el medio. La respuesta a las perturbaciones (naturales o
antrópicas) tiene lugar a nivel sistémico, mediante vías de respuesta que tienden a volver a la
situación de equilibrio inicial. Sin embargo, las actividades humanas han aumentado
dramáticamente en cuanto a la intensidad, afectando irremediablemente la diversidad
biológica de algunos ecosistemas y vulnerando en muchos casos esta capacidad de respuesta
con resultados catastróficos.
La investigación sugiere que un ecosistema más diverso puede resistir mejor a la tensión
medioambiental y por consiguiente es más productivo. Es probable que la pérdida de una
especie disminuya la habilidad del sistema para mantenerse o recuperarse de daños o
perturbaciones. Simplemente como una especie con la diversidad genética alta, un
ecosistema con la biodiversidad alta puede tener una oportunidad mayor de adaptarse al
cambio medioambiental. En otros términos: cuantas más especies comprende un ecosistema,
más probable es que el ecosistema sea estable. Los mecanismos que están debajo de estos
efectos son complejos y calurosamente disputados. Sin embargo, en los recientes años, se ha
dejado claro que realmente hay efectos ecológicos de biodiversidad.
Una elevada disponibilidad de recursos en el ambiente favorece una mayor biomasa, pero
también la dominancia ecológica y frecuentemente ecosistemas relativamente pobres en
nutrientes presentan una mayor diversidad, algo que es cierto sistemáticamente en los
ecosistemas acuáticos. Una mayor biodiversidad permite a un ecosistema resistir mejor a los
cambios ambientales mayores, haciéndolo menos vulnerable, más resiliente por cuanto el
estado del sistema depende de las interrelaciones entre especies y la desaparición de
cualquiera de ellas es menos crucial para la estabilidad del conjunto que en ecosistemas
menos diversos y más marcados por la dominancia
Amenazas[editar]
Durante el siglo XX se ha venido observando la erosión cada vez más acelerada de la
biodiversidad. Las estimaciones sobre las proporciones de la extinción son variadas, entre
muy pocas y hasta 200 especies extinguidas por día, pero todos los científicos reconocen que
la proporción de pérdida de especies es mayor que en cualquier época de la historia humana.
En el reino vegetal se estima que se encuentran amenazadas aproximadamente un 12,5 % de
las especies conocidas. Todos están de acuerdo en que las pérdidas se deben a la actividad
humana, incluyendo la destrucción directa de plantas y su hábitat.
Existe también una creciente preocupación por la introducción humana de especies exóticas
en hábitats determinados, alterando la cadena trófica.23
El concepto fue acuñado en 1985, en el Foro Nacional sobre la Diversidad Biológica de Estados
Unidos. Edward O. Wilson (1929 - ), entomólogo de la Universidad de Harvard y prolífico escritor
sobre el tema de conservación, quien tituló la publicación de los resultados del foro en 1988 como
“Biodiversidad”.
Los seres humanos hemos aprovechado la variabilidad genética y “domesticado” por medio de la
selección artificial a varias especies; al hacerlo hemos creado una multitud de razas de maíces,
frijoles, calabazas, chiles, caballos, vacas, borregos y de muchas otras especies. Las variedades de
especies domésticas, los procesos empleados para crearlas y las tradiciones orales que las
mantienen son parte de la biodiversidad cultural.
En cada uno de los niveles, desde genes hasta paisaje o región, podemos reconocer tres atributos:
composición, estructura y función.
La composición es la identidad y variedad de los elementos (incluye qué especies están presentes
y cuántas hay), la estructura es la organización física o el patrón del sistema (incluye abundancia
relativa de las especies, abundancia relativa de los ecosistemas, grado de conectividad, etc.) y la
función son los procesos ecológicos y evolutivos (incluye a la depredación, competencia,
parasitismo, dispersión, polinización, simbiosis, ciclo de nutrientes, perturbaciones naturales, etc.)
Los factores directos que impactan y amenazan a las especies son cinco:
Menú
Menú
La sobreexplotación es la extracción de individuos de una población a una tasa mayor
a la de su reproducción. Cuando esto sucede la población disminuye. Esta ha sido la
historia de muchas de las especies que se han explotado por distintas razones: las
ballenas, los peces, venados, cactos, orquídeas. Muchas de ellas ahora se encuentran
en peligro de extinción. Algunas especies son más vulnerables que otras por sus
características biológicas como: distribución restringida, abundancia baja, tasa alta de
mortalidad, tasa reproductiva baja, alta congregación de la población, entre otras.
Las actividades de cacería, tala, pesca, comercio ilegal de especies con distintos fines,
afectan a las especies al sobreexplotar sus poblaciones. Los compradores de
organismos y productos ilegales son cómplices de la sobreexplotación. Las
regulaciones sobre el aprovechamiento de las especies mexicanas se encuentran en
diversos tipos de normatividad . Existen restricciones de comercialización de las
especies en riesgo a nivel nacional (Norma Oficial Mexicana 059) y a nivel internacional
(CITES).
Menú
El aumento en la presencia sustancias químicas en el ambiente como resultado de las
actividades humanas tiene graves consecuencias para muchas especies. Las
actividades industriales, agrícolas, ganaderas y urbanas contribuyen substancialmente
a la contaminación de aire, agua y suelos. Por mucho tiempo la contaminación fue un
problema de una escala espacial pequeña, sin embargo actualmente la producción de
contaminantes afecta a todo el planeta. Algunos contaminantes han debilitado la capa
de ozono que protege a los seres vivos de las radiaciones ultravioletas del Sol,
mientras que otros han provocado el calentamiento global. La contaminación del agua,
del suelo y del aire afecta directamente a muchos organismos aun en lugares remotos.
Menú
Durante los pasados 100 años se ha documentado el aumento de la temperatura
promedio de la atmósfera y de los océanos del planeta debido al incremento en la
concentración de gases de efecto invernadero (Bióxido de carbono, metano, óxidos de
nitrógeno, ozono, clorofluorocarbonados y vapor de agua) producidos por la quema de
combustibles fósiles y por la deforestación, una combinación de producción en exceso
y reducida capacidad para capturar la contaminación. | Cambio climático
Menú
Todos estos factores se deben a las actividades humanas y sus causas subyacentes
son sociales, económicas y políticas.
Los efectos de nuestras actividades, que durante gran parte de la historia han sido de
una escala pequeña, se han convertido de gran escala, llegando a afectar el clima de
todo el planeta. El cambio global, ha pasado a ser una de las principales amenazas a la
biodiversidad.
Estética. Una gran cantidad de especies enriquecen nuestra vida con sus formas,
texturas, colores, olores, comportamientos. Los bosques, selvas, estuarios y ríos,
en buen estado de conservación, proporcionan satisfacción a nuestra necesidad de
belleza.
Científica. La naturaleza es una biblioteca que hemos ido descifrando a través de los
siglos. El entendimiento científico nos ha proporcionado innumerables beneficios que
van desde productos medicinales hasta una visión holística del lugar del hombre en la
naturaleza.
Denuncia. Exige a las autoridades que protejan a las especies (mascotas, plantas
ornamentales) que se comercian ilegalmente, que detengan el deterioro de nuestras
áreas protegidas, y que no permitan actividades con alto impacto en nuestro
ambiente (PROFEPA)
http://www.biodiversidad.gob.mx/biodiversidad/que_hacer.html
a pérdida de biodiversidad se refiere a la disminución o desaparición de la diversidad
biológica, entendida esta última como la variedad de seres vivos que habitan en el planeta, los
distintos niveles de organización biológica -plantas, animales, hongos, microorganismos y su
respectiva variabilidad genética- así como los patrones naturales presentados en los
ecosistemas .3 La pérdida de biodiversidad es tan grave que se considera como la “Sexta
extinción masiva” con tasas de extinción de 100 a 1000 veces mayores que las consideradas
naturales ,4 uno de los aspectos que caracterizan al Antropoceno.
Se estima que para el año 2100, el cambio de uso de suelo, el cambio climático, modificación
al ciclo de nitrógeno y las especies invasoras serán los principales motores de la pérdida de
biodiversidad mundial ;5 los tres primeros factores son también límites planetarios.2 Los
elementos anteriormente mencionados, así como la explotación legal e ilegal de las especies
silvestres, pueden considerarse las causas directas de la pérdida de biodiversidad (las
acciones o procesos físicos inmediatos que la originan), pero es importante señalar que
también existen causas indirectas o subyacentes, es decir las fuerzas fundamentales que
operan difusamente sobre las causas directas 6 y que están conformadas por un complejo de
variables sociales, políticas, económicas, demográficas, tecnológicas y culturales .7
Causas directas[editar]
Cambio de uso de suelo (CUS)[editar]
El “uso de suelo” se refiere al conjunto de acciones humanas llevadas a cabo en un
determinado tipo de cobertura terrestre, es decir, los efectos sociales y económicos para los
cuales la tierra se gestiona.8 En ese sentido, cambios dramáticos en el uso de suelo se han
venido generando, repercutiendo así en diversos ecosistemas. Dos estudios encontraron que
en el periodo de 1700 a 1990 las áreas de cultivo aumentaron aproximadamente cinco veces,
mientras que el área de pasturas creció un 600%. Todo ello a costa de las áreas boscosas, las
cuales en un estudio pasaron de 5,000 millones a 4,300 millones de hectáreas y en otro
pasaron de 6,200 millones a 5,300 millones de hectáreas ;910 mientras que las estepas,
sabanas y pastizales pasaron de 3,200 millones a 1,800 ó 2,700 millones de hectáreas en el
mismo periodo.910 Es importante mencionar que tanto la pérdida como la fragmentación de
hábitat pueden obstaculizar gravemente la circulación de especies y su capacidad para hacer
frente al cambio climático.11
Causas indirectas[editar]
Las afectaciones a la biodiversidad pueden enmarcarse en el Antropoceno, actual era
geológica en la cual la especie humana es quien determina los procesos fundamentales de la
biósfera,36 conduciendo así al cambio ambiental global.37 Prácticamente todos los aspectos
del cambio global son causados primordialmente por el rápido crecimiento de la población
humana y el incremento en el consumo de recursos per cápita.1 Este último es impulsado en
gran medida por la lógica del sistema capitalista que constantemente busca crear mercancías
para acumular riqueza, ya sea resolviendo necesidades básicas e histórico-sociales existentes
o creando nuevas,38 sin importar los costos ambientales y la injusticia que represente hacia
otros animales y especies.39 Es posible realizar un análisis de las causas indirectas a una
mayor escala e identificar sectores clave en la causas directas de la pérdida de biodiversidad,
como son:
Cifras actuales[editar]
El límite planetario que más se ha rebasado es la pérdida de biodiversidad. De acuerdo con la
Convención de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica se estima que hay 13 millones
de especies en el planeta Tierra, pero sólo han sido descritas 1.75 millones.49 De acuerdo con
la UNEP,50 las especies que más se han descrito son los animales invertebrados, mientras
que las bacterias son las menos estudiadas. Por otro lado, la abundancia de la biodiversidad
está altamente relacionada con el hemisferio sur. Dentro de este último se encuentra el 70%
de las especies a nivel mundial51 (Figura 2).
Figura 2. Especies extintas y especies extintas en vida silvestre
A pesar de la gran diversidad de especies con la que contamos, hoy en día muchas de éstas
se encuentran en peligro de extinción, entendiéndose como especie extinta aquella que ya no
tiene un solo individuo.51 Existe un estimado sobre el número de especies que se han extinto o
que están extintas en estado silvestre, donde la cifra es de 869 especies. Este número
aumenta si se le suman las 290 especies que se encuentran en peligro crítico de extinción .52
En la Figura 3, es posible analizar las especies que están extintas y las que ya no pueden ser
encontradas en vida silvestres. Se observa que las especies de aves han sido las más
afectadas, seguidas por los peces.
Retos y estrategias[editar]
Dado lo anterior, existe una urgente necesidad por tomar medidas para frenar la crisis
medioambiental que se vive en la actualidad. Para ello, el conocimiento sólido y fundamentado
sobre la sexta extinción masiva de especies, así como sus causas y consecuencias debe ser
utilizado para concientizar a la población de tan grave problema, tornando a éste como la base
para la toma de decisiones referente a la mitigación y adaptación a nivel global.53 Además, se
necesita información acerca de las variaciones que el cambio climático pudiera tener sobre las
interacciones entre individuos, así como de la respuesta del ecosistema hacia dichas
transformaciones. Tanto los cambios en la diversidad y en el funcionamiento del ecosistema,
como los factores abióticos, constituyen interacciones dentro de un sistema que difícilmente
son estudiados en conjunto. En ese sentido, el desarrollo de conocimiento sustentado es un
aspecto fundamental para la toma de decisiones e implementación de políticas públicas que
busquen contrarrestar las consecuencias de la pérdida de biodiversidad y mitigar las causas
de la misma.54 Así, un reto a afrontar es el fomento de la conformación de comunidades de
científicos y autoridades gubernamentales que trabajen de forma coordinada e
interdisciplinaria en temas de biodiversidad. Ello con el objetivo de generar un impacto positivo
tanto a pequeña como a gran escala, identificando zonas vulnerables a la pérdida de
biodiversidad, y así, realizar proyecciones fiables y útiles para los gobiernos. Las prácticas de
conservación resultan ser una estrategia aplicable para hacer frente a la pérdida de
biodiversidad. Por consiguiente, es necesaria la implementación de planes de manejo
integrales adecuados que favorezcan la conservación de especies, así como la adaptación y
mitigación de la pérdida de biodiversidad a nivel internacional, y que a su vez, estén
acompañados de cambios estructurales en las políticas públicas, así como de los patrones de
producción y consumo
Especie introducida
(Redirigido desde «Especies exóticas»)
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Referencias
INEQUIDAD PLANETARIA (Encíclica Papal).
«¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están
creciendo?» (n. 160). Esta pregunta está en el centro de Laudato si’, la esperada
Encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común. Y continúa: «Esta
pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear
la cuestión de modo fragmentario», y nos conduce a interrogarnos sobre el sentido de
la existencia y el valor de la vida social: «¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para
qué vinimos a esta vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? ¿para qué nos necesita
esta tierra?»: si no nos planteamos estas preguntas de fondo -dice el Pontífice – «no
creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan obtener resultados importantes».
Pero ahora esta tierra maltratada y saqueada clama (2) y sus gemidos se unen a los de
todos los abandonados del mundo. El Papa Francisco nos invita a escucharlos,
llamando a todos y cada uno –individuos, familias, colectivos locales, nacionales y
comunidad internacional– a una “conversión ecológica”, según expresión de San Juan
Pablo II, es decir, a «cambiar de ruta», asumiendo la urgencia y la hermosura del
desafío que se nos presenta ante el «cuidado de la casa común». Al mismo tiempo, el
papa Francisco reconoce que «se advierte una creciente sensibilidad con respecto al
ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación
por lo que está ocurriendo con nuestro planeta» (19), permitiendo una mirada de
esperanza que atraviesa toda la Encíclica y envía a todos un mensaje claro y
esperanzado: «La humanidad tiene aún la capacidad de colaborar para construir
nuestra casa común» (13); «el ser humano es todavía capaz de intervenir
positivamente» (58); «no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de
degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y
regenerarse » (205).
El Papa Francisco se dirige, claro está, a los fieles católicos, retomando las palabras de
San Juan Pablo II: «los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de
la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de su
fe» (64), pero se propone «especialmente entrar en diálogo con todos sobre nuestra
casa común» (3): el diálogo aparece en todo el texto, y en el capítulo 5 se vuelve
instrumento para afrontar y resolver los problemas. Desde el principio el papa Francisco
recuerda que también «otras Iglesias y Comunidades cristianas –como también otras
religiones– han desarrollado una profunda preocupación y una valiosa reflexión» sobre
el tema de la ecología (7). Más aún, asume explícitamente su contribución a partir de
la del «querido Patriarca Ecuménico Bartolomé» (7), ampliamente citado en los nn. 8-
9. En varios momentos, además, el Pontífice agradece a los protagonistas de este
esfuerzo –tanto individuos como asociaciones o instituciones–, reconociendo que «la
reflexión de innumerables científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales [ha]
enriquecido el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones» (7) e invita a todos a
reconocer «la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología integral y
para el desarrollo pleno del género humano» (62).
El texto está atravesado por algunos ejes temáticos, vistos desde variadas
perspectivas, que le dan una fuerte coherencia interna: «la íntima relación entre los
pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado,
la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la
invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio
de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y
honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del
descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.» (16).
La cuestión del agua: El Papa afirma sin ambages que «el acceso al agua potable y
segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la
sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás
derechos humanos». Privar a los pobres del acceso al agua significa «negarles el
derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable» (30).
En la Biblia, «el Dios que libera y salva es el mismo que creó el universo», y «en Él se
conjugan el cariño y el vigor» (73). El relato de la creación es central para reflexionar
sobre la relación entre el ser humano y las demás criaturas, y sobre cómo el pecado
rompe el equilibrio de toda la creación en su conjunto. «Estas narraciones sugieren que
la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente
conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra. Según la Biblia, las tres
relaciones vitales se han roto, no sólo externamente, sino también dentro de nosotros.
Esta ruptura es el pecado» (66).
Por ello, aunque «si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado
incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de
ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un
dominio absoluto sobre las demás criaturas» (67). Al ser humano le corresponde
«“labrar y cuidar” el jardín del mundo (cf. Gn 2,15)» (67), sabiendo que «el fin último de
las demás criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a
través de nosotros, hacia el término común, que es Dios» (83).
Que el ser humano no sea patrón del universo «no significa igualar a todos los seres
vivos y quitarle al ser humano ese valor peculiar» que lo caracteriza ni «tampoco supone
una divinización de la tierra que nos privaría del llamado a colaborar con ella y a
proteger su fragilidad» (90). En esta perspectiva «todo ensañamiento con cualquier
criatura “es contrario a la dignidad humana”» (92), pero «no puede ser real un
sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo
en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos» (91).
Es necesaria la conciencia de una comunión universal: «creados por el mismo Padre,
todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una
especie de familia universal, […] que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y
humilde» (89).
Este capítulo presenta un análisis de la situación actual «de manera que no miremos
sólo los síntomas sino también las causas más profundas» (15), en un diálogo con la
filosofía y las ciencias humanas.
Desde esta perspectiva, la Encíclica afronta dos problemas cruciales para el mundo de
hoy. En primer lugar, el trabajo: «En cualquier planteo sobre una ecología integral, que
no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo» (124), pues
«Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es muy
mal negocio para la sociedad» (128).
En segundo lugar, los límites del progreso científico, con clara referencia a los Objetivos
Generales del Milenio (132-136), que son «una cuestión ambiental de carácter
complejo» (135). Si bien «en algunas regiones su utilización ha provocado un
crecimiento económico que ayudó a resolver problemas, hay dificultades importantes
que no deben ser relativizadas» (134), por ejemplo «una concentración de tierras
productivas en manos de pocos» (134). El Papa Francisco piensa en particular en los
pequeños productores y en los trabajadores del campo, en la biodiversidad, en la red
de ecosistemas. Es por ello necesario asegurar «una discusión científica y social
que sea responsable y amplia, capaz de considerar toda la información disponible
y de llamar a las cosas por su nombre», a partir de «líneas de investigación libre e
interdisciplinaria» (135).
La perspectiva integral incorpora también una ecología de las instituciones. «Si todo
está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene
consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: “Cualquier menoscabo
de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales”» (142).
Esta ecología ambiental «es inseparable de la noción de bien común» (156), que debe
comprenderse de manera concreta: en el contexto de hoy en el que «donde hay tantas
inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos
humanos básicos», esforzarse por el bien común significa hacer opciones solidarias
sobre la base de una «opción preferencial por los más pobres» (158). Este es el
mejor modo de dejar un mundo sostenible a las próximas generaciones, no con las
palabras, sino por medio de un compromiso de atención hacia los pobres de hoy como
había subrayado Benedicto XVI: «además de la leal solidaridad intergeneracional,
se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad
intrageneracional» (162).
La ecología integral implica también la vida cotidiana, a la cual la Encíclica dedica una
especial atención, en particular en el ambiente urbano. El ser humano tiene una enorme
capacidad de adaptación y «es admirable la creatividad y la generosidad de personas
y grupos que son capaces de revertir los límites del ambiente, […] aprendiendo a
orientar su vida en medio del desorden y la precariedad» (148). Sin embargo, un
desarrollo auténtico presupone un mejoramiento integral en la calidad de la vida
humana: espacios públicos, vivienda, transportes, etc. (150-154).
También «nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y
con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios
es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa
común; mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una
lógica a veces sutil de dominio» (155).
Este capítulo afronta la pregunta sobre qué podemos y debemos hacer. Los análisis no
bastan: se requieren propuestas «de diálogo y de acción que involucren tanto a cada
uno de nosotros como a la política internacional» (15) y «que nos ayuden a salir de la
espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo» (163). Para el Papa
Francisco es imprescindible que la construcción de caminos concretos no se afronte de
manera ideológica, superficial o reduccionista. Para ello es indispensable el diálogo,
término presente en el título de cada sección de este capítulo: «Hay discusiones sobre
cuestiones relacionadas con el ambiente, donde es difícil alcanzar consensos. […] la
Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política, pero
[yo] invito a un debate honesto y transparente, para que las necesidades
particulares o las ideologías no afecten al bien común” (188).
Sobre esta base el Papa Francisco no teme formular un juicio severo sobre las
dinámicas internacionales recientes: «las Cumbres mundiales sobre el ambiente de
los últimos años no respondieron a las expectativas porque, por falta de decisión
política, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y
eficaces» (166). Y se pregunta «¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será
recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?
(57). Son necesarios, como los Pontífices han repetido muchas veces a partir de la
Pacem in terris, formas e instrumentos eficaces de gobernanza global (175):
«necesitamos un acuerdo sobre los regímenes de gobernanza global para toda la
gama de los llamados “bienes comunes globales”» (174), dado que «“la protección
ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y
beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado
no son capaces de defender o de promover adecuadamente”» (190, que cita las
palabras del Compendio de la doctrina social de la Iglesia).
La llamada a los que detentan encargos políticos es particularmente incisiva, para que
eviten «la lógica eficientista e inmediatista» (181) que hoy predomina. Pero «si se
atreve a hacerlo, volverá a reconocer la dignidad que Dios le ha dado como
humano y dejará tras su paso por esta historia un testimonio de generosa
responsabilidad» (181).
Capítulo sexto – Educación y espiritualidad ecológica
El punto de partida es “apostar por otro estilo de vida” (203-208), que abra la
posibilidad de «ejercer una sana presión sobre quienes detentan el poder político,
económico y social» (206). Es lo que sucede cuando las opciones de los consumidores
logran «modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el
impacto ambiental y los patrones de producción» (206).
Vuelve la línea propuesta en la Evangelii Gaudium: «La sobriedad, que se vive con
libertad y conciencia, es liberadora» (223), así como «la felicidad requiere saber
limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las
múltiples posibilidades que ofrece la vida» (223). De este modo se hace posible «sentir
que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y
por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos» (229).
Los santos nos acompañan en este camino. San Francisco, mencionado muchas
veces, es el «ejemplo por excelencia del cuidado por lo que es débil y de una ecología
integral, vivida con alegría» (10). Pero la Encíclica recuerda también a san Benito,
santa Teresa de Lisieux y al beato Charles de Foucauld. Después de la Laudato
si’, el examen de conciencia –instrumento que la Iglesia ha aconsejado para orientar
la propia vida a la luz de la relación con el Señor– deberá incluir una nueva dimensión,
considerando no sólo cómo se vive la comunión con Dios, con los otros y con uno
mismo, sino también con todas las creaturas y la naturaleza.
ÍNDICE
Mi llamado (13-16)
http://www.conferenciaepiscopal.es/resumen-de-la-enciclica-laudato-si/
Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos
siglos. Pero estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que
nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz,
belleza y plenitud (53). Llama la atencion ladebilidad de la reacción política
internacional (54) Algunos países pueden mostrar avances importantes, el
desarrollo de controles más eficientes y una lucha más sincera contra la corrupción
(55). Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial que
tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio
ambiente (56). el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario
favorable para nuevas guerra (57). En algunos países hay ejemplos positivos de
logros en la mejora del ambiente que confirman que el ser humano todavía es capaz
de intervenir positivamente (58). Al mismo tiempo crece una ecología superficial
o aparente que consolida un cierto adormecimiento y una alegre irresponsabilidad
(59).
Capítulo segundo
PREMISAS
ü Enriquecer ese análisis con las diversas riquezas culturales de los pueblos, al
arte y a la poesía, a la vida interior y a la espiritualidad, para construir una ecología
que permita sanar todo lo que se ha destruido.