Vous êtes sur la page 1sur 4

UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

UAPA

ESCUELA DE PSICOLOGÍA
LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA CLINICA

PRESENTACION
Nombre:
Norman Paulino

Matricula:
14-7961

Carrera:
Psicología Clínica

Materia:
Terapia Familiar

Trabajo:
Foro Académico VII

Profesor/a:

Renata Jiménez Guzmán


Sección:
GV
EN ESTE ESPACIO SOCIALIZARA CON SUS PARES SOBRE ESTOS TEMAS,
CORRESPONDIENTE UNIDAD VII.
FASE DE CIERRE DE LA TERAPIA FAMILIAR.

1. Cierre por deserción.

La mayoría de los casos terminan en una deserción. Las personas simplemente dejan de venir a terapia sin
prevenir de su ausencia. Esta situación puede ser muy angustiante, sobre todo al inicio de la práctica
terapéutica, porque quedan muchas interrogantes sobre lo que pudo haber sucedido. Sin embargo, es
importante considerar que existen algunas razones por las cuales las personas dejan de ir: La demanda fue
cumplida en la primera consulta, lo cual implica que la persona se siente satisfecha con lo que se ha
trabajado y no desea profundizar más sobre el tema. Esta situación es más común cuando se trata de una
intervención en crisis, ya que la persona, luego de haberse “descargado” de lo que hacía crisis, se siente
tranquila y encuentra la fortaleza para seguir su camino sin necesidad de ayuda y no desea hacer ningún
cambio en su vida. Otra razón puede ser que la persona no encontró lo que estaba buscando. Esta situación
puede aparecer en relación con varios factores. Algunas veces, las personas esperan una solución mágica
a sus problemas, esperan que el terapeuta les diga qué hacer frente a lo que están viviendo y cuando éste
redefine la relación y les plantea una elaboración conjunta, esto no llena sus aspiraciones, por lo cual,
sintiéndose decepcionados, pueden demostrar un acuerdo inicial y luego no venir. En otras ocasiones puede
ser que la persona aspiraba a un cierto tipo de reacción del terapeuta y al no encontrarla, se retira. Otra
razón puede estar en relación con la forma de trabajar del terapeuta, puede ser que, consciente o
inconscientemente, hizo algo o no lo hizo, lo cual no le gustó al consultante, razón por la cual no regresa.
Finalmente, una última razón puede estar en relación a cuestiones operativas. Hay que recordar que
Ecuador es un país, donde existe un alto porcentaje de personas que apenas sobreviven desde el punto de
vista económico e incluso, para algunas de ellas, pagar una consulta, aunque sea dos Veces al mes, puede
significar un egreso económico importante y no se atreven a mencionar este tema con el terapeuta, por lo
que dejan de asistir. Cualquiera que sea la situación planteada, es necesario que el terapeuta se interrogue
sobre lo que hizo y lo que pudo haber influido para que la persona no regrese, pero sin caer en el extremo
de hacerse totalmente responsable de la ausencia del consultante, ya que no es posible “culparse” de esta
ausencia, porque existe la posibilidad de que la primera entrevista haya
Side sufficiente.

2. Evaluación y cierre.
Cuando ha transcurrido un tiempo prudencial, ya sea que esté especificado en el contrato (la modalidad de
contrato cerrado, por ejemplo) o ya sea que han transcurrido algunas sesiones, es posible plantear una
evaluación y el cierre del proceso, cuando se ven algunos de los signos o síntomas siguientes: La familia
menciona que está bien, que las relaciones han cambiado en el sentido que anhelaban y que pueden seguir
adelante sin acompañamiento. La familia muestra signos de nuevas formas de comunicarse más
Directamente, son más reflexivos en el manejo de sus conflictos, pueden hablar sobre sus sentimientos unos
con otros. El buen humor, los signos de complicidad, los gestos de ternura, las bromas y un clima más
relajado y cálido durante la entrevista también son signos positivos de que la familia se ha encaminado hacia
un nuevo equilibrio, que puede indicar que es hora de cerrar el proceso. Es, en estos momentos que, se
puede plantear la evaluación del proceso para ver los aspectos positivos y los negativos que la familia vivió
en su transcurso. También puede ser un buen momento para reforzar, mediante
Connotaciones positivas, lo que se percibe durante la sesión, señalar los cambios que han logrado y plantear
una entrevista de seguimiento, generalmente un mes después, para verificar si los cambios se mantienen.
Sin embargo, también suele ocurrir que durante la evaluación, aparezcan nuevas cosas que la familia siente
que merecen ser tratadas durante otro proceso, con lo cual, se puede invitar a nuevos encuentros familiares,
en base a esta demanda. De esta manera, el proceso se reinicia, y durante su Transcurso se trabajarán las
hipótesis y las técnicas que se consideren adecuadas para avanzar. Si todos los signos así lo indican y la
familia está dispuesta a cerrar el proceso, se plantea la evaluación del mismo, en cuanto a sus aspectos
positivos y negativos. Luego de lo cual, se señalan las implicaciones de la despedida para la familia y se
plantea una reunión de seguimiento, que se analiza a continuación. Si la reunión de seguimiento no es
aceptada, entonces se acostumbra a mencionar que el terapeuta queda a disposición de la familia, para
cualquier consulta posterior y con esto se da por terminado
El proceso.

2. Seguimiento y cierre.

Finalmente, si se ha cerrado el proceso con la familia y ella está de acuerdo en volver a encontrarse con el
terapeuta para una reunión de seguimiento, éste puede plantearla, alrededor de un mes después, para
verificar que los cambios perduran a través del tiempo. En este caso, se pueden dar algunas opciones: Una
primera opción, que es poco frecuente, pero que sin embargo ha ocurrido, es que la familia se presente
mencionando que, durante el tiempo transcurrido han sucedido muchas cosas, sobre las cuales quisieran
un acompañamiento para enfrentarlas. Tal es el caso, por ejemplo de que la familia esté enfrentando un
duelo ocurrido días antes y requieran ayuda en estas circunstancias. Frente a esta nueva demanda, si bien
es cierto, se vuelve a un nuevo proceso terapéutico, la familia sale más rápido, debido a que sus miembros
han encontrado nuevas formas de enfrentar las circunstancias que están viviendo, por lo cual, el
acompañamiento es mucho más corto. Otra opción, que también se presenta, es que durante la sesión de
seguimiento, la familia manifieste que está bien y que los cambios perduran, pero sin embargo, uno de los
miembros manifiesta que está pasando por una situación especial y requiere un acompañamiento individual,
ya que lo que está viviendo, en su visión, no está relacionado con la familia. Tal puede ser el caso, por
ejemplo de una joven que manifiesta su deseo de hablar de sus preocupaciones respecto a sus relaciones
afectivas. Es decir, existe una demanda individual, que será trabajada en este sentido e introduce a la
consultante y al terapeuta en otro proceso terapéutico. En conclusión, la última opción, que es la que se
presenta con mayor frecuencia, es que la familia manifieste su tranquilidad porque los cambios se han
mantenido y perduran en el tiempo; e incluso, algunas veces, mencionan que existen otros cambios que se
han gestado en las relaciones durante el tiempo que ha transcurrido. Generalmente, en esta reunión, la
familia está más distendida, es como volver a encontrarse con una “vieja amiga”, luego de algún tiempo, a
la cual se le dan las novedades de lo que ha sucedido en el tiempo que no se han visto. Este tipo de reunión
conduce inevitablemente al cierre total del proceso y a la despedida (generalmente definitiva) de la familia.
Sin embargo, la puerta no se cierra totalmente, ya que se acostumbra a mencionar que el terapeuta queda
a disposición de la familia de cada uno de sus miembros, Si en el futuro requieren acompañamiento en otras
circunstancias. Algunas veces puede ocurrir que si la familia consulta actualmente por sus hijos pequeños,
regresen años después para hablar de problemas de adolescentes. Como se mencionó anteriormente, esta
fase, confronta a la familia y al terapeuta a la cuestión de las despedidas, tanto más dolorosas cuanto menos
procesadas estén, razón por la cual, es esencial que el terapeuta se pregunte sobre su forma de cerrar (o
no hacerlo) un proceso. Algunos buscarán “deshacerse” de la familia, otros quizá pretendan sostenerla solo
un poquito más… otros, en una postura más fría y distante sostendrán que nohabrá aquellos que se atreven
a vivir el duelo, con todo lo que la éste implica: la tristeza de una despedida de alguien por quien se siente
afecto, alegría de ver que la familia está mejor y la satisfacción de haber podido aportar algo para que así
sea; aunque también puede ser la rabia y la frustración de ver que no se pudo hacer mucho. El cierre
confronta a la muerte del sistema terapéutico, que abre la posibilidad de una nueva vida al sistema familiar.
Y hablando sobre el cierre de los procesos y sobre las relaciones que terminan.

4. A modo de cierre ofici


Así transcurre un proceso terapéutico, aunque aquí se lo ha presentado de manera lineal, pasando de un
tema a otro, tratando de que los temas estén concatenados y de que exista cierta coherencia en este
planteamiento. Sin embargo, al final de este trabajo, es necesario recordar que estos temas no se los trabaja
uno tras otro durante el proceso, debido a que éste es circular. Si bien es cierto que el texto da una idea del
planteamiento sistémico, sin embargo resulta imposible poner en el papel, las innumerables vertientes del
proceso, ya que no se ha tratado el tema de las dificultades, ni de los problemas que pueden surgir y que
confrontan al terapeuta al hecho de tener que revisar aspectos que puede creer que están ya definitivamente
integrados. Tal es el caso del análisis de la demanda, ya que pese a la práctica, algunas veces se plantea
en ciertas circunstancias, que luego obligan a exclamar: “pero si esto ya lo sabía”, y sin embargo, se pasa
por alto o no se hace y luego se pagan las consecuencias. El proceso terapéutico es una construcción que,
si bien es cierto se puede realizar mediante la aplicación de algunas técnicas, también es un arte.

Vous aimerez peut-être aussi