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Que es un ciudadano
Si hay una tarea que es esencial y estratégica para que el país se libere de sus
ataduras al subdesarrollo esa es la construcción de ciudadanos.
La manera lógica y ordenada de formar ciudadanía, es cuando el poder del Estado
y sus instituciones son ejercidos responsablemente asegurando que los preceptos
establecidos en la Constitución se cumplan hasta que una mayoría o mejor aún,
todos sus habitantes alcancen a gozar de los derechos económicos, sociales,
culturales y políticos.
Estos a su vez, responden apropiándose de obligaciones como pagar impuestos,
denunciar los abusos de poder, ir a votar, participar en partidos políticos, etcétera.
En Guatemala hay mucha más ciudadanía hoy que antes de ese 25 de abril recién
pasado, cuando por primera vez en muchas décadas, hubo una reacción ciudadana
que se mantuvo por varios meses, hasta conseguir que los representantes políticos
de un gobierno mafioso, fueran forzados a renunciar y a comparecer ante la ley por
sus actos ilícitos.
Podemos afirmar que antes de esa fecha, la mayoría eran más bien súbditos del
régimen político criminal que ha gobernado el país desde hace dos décadas.
Las elecciones del 6 de septiembre de 2015 dejaron sentado que esa expresión de
nueva ciudadanía colisionó de frente con las organizaciones políticas más
representativas de ese sistema político criminal.
De esa cuenta, lo que antes era indiferencia mutua, ha pasado a ser una relación
tensa y de reclamo de parte de los gobernados hacia quienes pretenden gobernar
bajo las mismas reglas imperantes antes de abril.
El tiempo que tome construir nuevas organizaciones políticas denominadas así por
sus prácticas diferenciadoras más apegadas a los valores y principios democráticos
y alejadas de intereses pecuniarios espurios, y no solo por la fecha en su acta de
nacimiento, provocando la jubilación forzada de la clase política aun dominante,
estará marcado por un zig zageo permanente que para unos será leído como signo
de inestabilidad y desorden, pero en realidad es el anuncio de una etapa de
transición inacabada a nuevos y mejores derroteros para el país.
Según Gómez J (2017), vamos mal pero no lo aceptamos. Peor aún, no hacemos
nada para ser diferentes en las próximas décadas.
Pero en cada espacio hablamos de forma angustiada de la maldad, la
deshumanización, de la transgresión a las normas cívicas, el vandalismo, el
raterismo y la forma tan salvaje con que se le quita la vida a alguien por un celular,
unos tenis, un par de pesos, un rose automovilístico, por una pequeña diferencia
familiar o de pareja, alguien se encarga de silenciar la vida.
Ante todo esto, seguimos sobreviviendo autoengañados de percibirnos como los
nuevos ciudadanos, los hombres y mujeres de la posmodernidad; pero sabemos y
practicamos los comportamientos incívicos en todos los lugares, que dañamos la
educación de los hijos, que practicamos los malos ejemplos, que dañamos el
urbanismo, las buenas costumbres, y socializamos conductas no éticas; casi el 20
al 30% de la población practica conductas antisociales de forma tan habitual que
parecemos una sociedad de cerebros dañados.
La otra parte causal es, visibilizar y contextualizar la parte epi genética de nuestra
identidad y de nuestro ADN, que ha cambiado y modificado nuestra forma de pensar
y de comportarnos, demostrando dificultad para poder organizarnos, ser diferentes,
buscar lo correcto, practicar la bondad, la justicia, la equidad, la honestidad, el
derecho por los demás, y la garantía de la construcción de un nuevo ser social
llamada: la nueva ciudadanía, comprometida y responsable, democrática,
humanista, con derechos, de palabras, de acciones y de compromiso para las
nuevas generaciones.
La democracia en Guatemala
Democracia en Guatemala:
Según logrosycontinuidad (2017) en nuestra Constitución política, se asienta en el
Artículo 140.- Estado de Guatemala, que Guatemala es un Estado libre,
independiente y soberano, organizado para garantizar a sus habitantes el goce de
sus derechos y de sus libertades, y que su sistema de Gobierno es republicano,
democrático y representativo.
Actualmente se entiende como democracia, un sistema de organización política, en
el que el poder no radica en una sola persona, sino está distribuido entre todos los
ciudadanos, y las decisiones se toman según la opinión de la mayoría, lo que recoge
nuestro texto fundamental en el Artículo 141 Soberanía: La soberanía radica en el
pueblo quien la delega, para su ejercicio, en los Organismos Legislativo, Ejecutivo
y Judicial.
La subordinación entre los mismos, es prohibida; de tal forma que debemos siempre
aspirar a construirla colectivamente y defenderla.
manifestación para exigir la renuncia del presidente Jimmy Morales frente en la plaza central Guatemala, el 26 de agosto
Créditos: Johan Ordoñez
Manifestación en contra de Cicig por los abusos en contra del sistema de justicia en Guatemala (2018)
Guatemala: transición democrática inconclusa
Según Zeissig (2018) la participación ciudadana en la consulta popular celebrada el
pasado domingo, en torno al 25% del padrón electoral, revela el poco interés que
despierta en los guatemaltecos la discusión de un tema importante para la
gobernabilidad, el orden y la paz del país, de Belice y de Centroamérica.
No es de extrañar la apatía ciudadana, pues los problemas que aquejan a la
mayoría, esos de los que se platica en cada reunión familiar inseguridad y violencia,
desempleo, impunidad y corrupción, entre otros, no están siendo tratados por
quienes toman decisiones al administrar lo público.
Si efectivamente la consulta popular costó Q300 millones, esto representa tres
veces el presupuesto que el Estado destinará a la educación diversificada en 2018,
un nivel educativo que solo llega a cubrir a uno de cada cuatro adolescentes con
edad para cursarlo. ¿Quién decidió por qué es más importante invertir en una
consulta popular que utilizar los recursos para ampliar la cobertura educativa,
reestructurar el enfermo subsistema de salud pública o atender los problemas de
violencia e inseguridad?
No se trata de estar en contra de este proceso político. Más bien, ahora que ya
pasó, el mismo permite comprender la poca madurez política, no de los ciudadanos,
sino de quienes toman decisiones, y abre la puerta para reconocer que la transición
democrática en Guatemala es algo inconcluso.
Antes de proponerle a la ciudadanía responder sobre temas que le son tan
abstractos y lejanos (quizá no lo sean tanto para quienes viven en la frontera con
Belice), el Estado debe procurar que la participación ciudadana, como el voto, se
haga con el estómago y la cabeza llenos, el primero de alimento, el segundo de
conocimientos sobre historia, cultura, derechos y democracia.
Democracia no significa únicamente que los ciudadanos sean convocados a las
urnas periódicamente.
La democracia, la que pone al centro al ciudadano para decidir el rumbo de la
organización social, política y económica se sustenta, además de en el voto, en la
persecución de la igualdad y el bienestar de todos, mediante el trabajo, el ingreso
mínimo de cada persona para subsistir, la protección social y la universalización de
bienes públicos tales como la educación, la salud y la justicia.
Para concluir la transición hacia la democracia en Guatemala se deben cortar
instituciones que hoy marcan la vida del país para dar paso a nuevas: el racismo y
la discriminación deben cambiarse por la solidaridad y la igualdad; la persuasión,
mediante la fuerza y el poder económico y mediático un ejemplo actual es la
campaña a favor de la minería, por el consenso y la persuasión democrática; del
estado de bienestar residual actual que permite miseria, ignorancia y migración
forzada, hacia un sistema de protección social que se fundamente en la igualdad y
aumente la eficiencia económica; de un modelo de negocios corporativista, que
beneficia principalmente a corruptos, a un modelo que asegure, mediante el
mercado y el Estado la satisfacción de las necesidades de la población, cuide su
ambiente natural y, mediante el control social, ceda al mercado la asignación de
recursos, pero garantizando los derechos de las personas y comunidades.
Finalmente, una democracia más integral requiere de un sector público efectivo,
bien financiado, transparente y blindado ante cualquier intento de captura. Solo así
podrá cumplir las funciones que promueven identidad nacional, legitimidad política
y certidumbre, mediante políticas de crecimiento económico, política fiscal,
protección social y gobernabilidad democrática.
Parque Central más de 100 mil personas se concentraron para exigir la Renuncia de Otto Pérez Molina
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