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Hoy me voy a referir a ética de Spinoza, aunque sea difícil. “Lo difícil es siempre divertido”,
decía la institutriz de alguna novela infantil que leí hace muchos años, pero me dejo una huella:
en palabras de Spinoza, mi modo de afectar y de ser afectado.
Lo primero que quiero destacar es que la Ética de Spinoza está escrita al modo geométrico
y no al modo de la linealidad jerárquica propio de la política y también de la moral. Para Spinoza,
la razón no es la creadora de la lógica binaria, por el contrario esta lógica se sostiene sobre
pilares inventados por la imaginación. Para Spinoza, la razón es la que le permite a los sere
humanos reconocerse como parte del todo natural y aceptar que, así como no se pueden aplicar
las categorías de lo justo/injusto, verdadero/falso, bueno/malo a la naturaleza, tampoco se le
pueden atribuir a la especie humana.
Potencia: vigor, fuerza, energía, pujanza, fibra, nervio, vitalidad, aliento, resistencia, ánimo,
fortaleza: ¿afirmación vital de una singularidad múltiple a partir de una infinidad de interrelaciones
y vibraciones?
Creo que estos dos sinónimos de poder expresan con claridad la diferencia entre ambos
conceptos. Jerarquía y verticalidad son inseparables del segundo: un tipo de relación que uno
impone a otro u otros. El primero, en cambio, expresa sin lugar a dudas una intensidad en el vivir:
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que puede ocurrir o no a partir del encuentro entre seres humanos, entre humanos y otros seres
vivos e inanimados. También encuentros con las artes: música, poesía, pintura, etc.
En tanto defiende al racionalismo, Spinoza considera que aquel que se guía por la razón
puede favorecer encuentros felices y también facilitar una organización democrática de la
sociedad que propicie encuentros gratos y gratificantes entre los miembros de la comunidad.
Este es el asidero de la libertad humana. Para Spinoza, el gran secreto del régimen monárquico,
su interés profundo, consiste en engañar disfrazando con el nombre de religión el temor con el
que se les quiere meter en cintura a los seres humanos; de modo que luchen por su servidumbre
como si se tratase de su libertad. De este modo los convierte en sujetos sujetados.
“Perfección e imperfección son, sólo, en realidad, modos de pensar, es decir, nociones que
solemos imaginar a partir de la comparación entre sí en los individuos de un mismo género”.
Esto es lo que condujo a tantas ideas falsas en relación al niño y al adulto. Tales como
creer que una cosa singular pueda ser más perfecta por haber durado más tiempo. Esto estaba
en Aristóteles quien consideraba que el adulto era más perfecto porque tenía en acto lo que el
niño tenía en potencia, entendiendo por potencia, como posibilidad, como materia a desarrollar.
“Para concluir. Entenderé por ‘perfección’ en general, como ya he dicho, la realidad, esto es, la
esencia de una cosa cualquiera en cuanto que existe y opera de cierto modo, sin tener en cuenta
para nada su duración. Nada singular puede considerarse más perfecto por el hecho de haberse
mantenido más tiempo en la existencia, ya que la duración de las cosas no puede determinarse
por su esencia, puesto que a esencia de las cosas no implica un cierto y determinado tiempo de
existencia... por lo que a esto toca, todas son iguales”.
Si se nos sugiere que, entre usted y yo, entre dos personas, entre una persona y un animal,
entre un animal y una cosa, solo hay una distinción cuantitativa, la pregunta que surge es ¿cuál
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cantidad? La cantidad de lo que cada uno puede. Se trata de definir a la gente, a las cosas, a los
animales, a cualquier cosa, por lo que cada uno puede.
La gente, las cosas, los animales, se distinguen por lo que pueden. Esta afirmación da por
sentado que no se pueden las mismas cosas. ¿Qué es lo que yo puedo? Nunca un moralista
definiría a un hombre por lo que puede, un moralista define a un hombre por lo que es –y esto en
el mejor de los casos- generalmente lo clasifica por lo que debe ser. De este modo ocultaba la
gran ignorancia, aún hoy vigente, el no saber en torno a lo que el cuerpo puede que, en la
filosofía de Spinoza, incluía al alma, pues, para Spinoza, el alma en tanto idea del cuerpo, era
inseparable de este..
Desde el punto de vista de la ética, todos los existentes están relacionados con una escala
cuantitativa que es la de la potencia: tienen más o menos potencia. La potencia es la cantidad
diferencial. El discurso ético nos habla permanentemente de las esencias, no cree en las
esencias en el sentido dado por la tradición filosófica, Sólo nos habla de la potencia, a saber las
acciones y las pasiones de las que se es capaz. No lo que la cosa es, sino lo que es capaz de
sentir y es capaz de hacer. No hay esencia general, al nivel de la potencia, todo es singular. Un
pez no puede lo que un pez vecino puede. Habría entonces una diferenciación infinita de la
cantidad de potencia según los existentes. Las cosas reciben una distinción cuantitativa porque
están relacionadas a escala de la potencia. El máximo de potencia apunta a un tope cuantitativo
de los modos de afectar y de ser afectado: de sensibilidad y de acción.
“El cuerpo humano puede ser afectado de muchas maneras por las que su potencia de obrar
aumenta o disminuye y también de otras maneras que no hacen mayor ni menor esa potencia de
obrar”.
“Todo lo que favorece que el cuerpo humano sea afectado de distintos modos o lo que hace al
cuerpo más apto para afectar de muchísimos modos a los cuerpos exteriores es saludable para el
hombre... y por el contrario, es nocivo lo que hace al cuerpo menos apto.”
“Quien tiene un cuerpo apto para muchas cosas, tiene un alma más apta para percibir la posición
que ocupa en el ámbito impersonal y eterno de las esencias.
Si bien, en algunas partes de la Ética, mantiene el uso de la palabra esencia (le gusta
conservar las palabras y cambiar los conceptos, tal vez para ir quebrando el imaginario del
lenguaje), propone un concepto de esencia actual, muy distinto al significado habitual en filosofía:
cada esencia deviene pues la intensidad de la potencia de perseverar en el ser aumenta y
disminuye a partir de la propia acción y las afecciones debidas a causas externas. En Spinoza,
cada ser tiene una potencia, pero también hay una multiplicidad de causas que lo afectan. En
Spinoza, su concepto de potencia anula los privilegios, pues la mayor o menor potencia no es
resultado de una cualidad particular ni de una elección de un deber ser o de un ideal
determinado. Proviene de los encuentros. Ser un niño o estar loco también son parte de la
potencia del ser humano. No constituyen imperfecciones, sino modos distintos de encuentro, de
afectar y de ser afectado. Cuando hago un encuentro tal que la relación del cuerpo que me
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modifica, que actúa sobre mí, se combina con mi propia relación, con la relación característica de
mi propio cuerpo, ¿Qué pasa? Yo diría que mi potencia de actuar está aumentada al menos
aumenta bajo esa relación. Cuando, al contrario, hago un encuentro tal que la relación
característica del cuerpo que me modifica compromete o destruye una de mis relaciones, o la
relación característica, diría que mi potencia de actuar está disminuida o destruida. Encontramos
aquí nuestros dos afectos fundamentales: la tristeza y la alegría. Los causantes de estas
transformaciones.
Dice Spinoza: “Por afectos entiendo las afecciones del cuerpo por las cuales la potencia de
obrar del cuerpo mismo es aumentada o disminuida, favorecida o reprimida, y al mismo tiempo,
las ideas de estas afecciones”.
La Alegría, a su vez, se define como la potencia de obrar del cuerpo mismo, en cuanto es
aumentada o favorecida, o más precisamente como el "paso de una menor perfección a otra
mayor", en cuanto grado como es aumentada o favorecida la propia potencia de obrar. La
perfección no significa una cualidad distinta, sino un aumento cuantitativo.
La Tristeza se define como la potencia de obrar del cuerpo mismo, en cuanto es disminuida
o reprimida, o más precisamente como el "paso de una mayor perfección a otra menor".
ALEGRIA2 A mayor Alegría, mayor potencia humana requerida para producirla y conservarla.
ENVIDIA3 Afección por la cual es reprimido el esfuerzo o la potencia de obrar del hombre.
TRISTEZA2 Lo que disminuye o reprime el esfuerzo del Hombre por perseverar en su ser.
TRISTEZA7 Acto por el cual es reprimida o disminuida la potencia de obrar del hombre.
Así lo dice Spinoza: “Y los que saben desanimar en lugar de fortificar los espíritus se
hacen tan insoportables para sí mismos como para los demás. Por esta razón muchos prefirieron
vivir entre las bestias a hacerlo entre los hombres. De igual modo, los niños y adolescentes, que
no pueden sobrellevar con firmeza de ánimo las represiones paternas, se refugian en el oficio
militar, prefiriendo las dificultades de la guerra y la autoridad de un tirano a las comodidades
domésticas y las amonestaciones paternas, y aceptan cualquier carga con tal de vengarse de sus
padres ... “.
Dice Deleuze en su libro sobre Spinoza: “Lo que envenena es el odio, comprendiendo
también en él el odio vuelto contra sí mismo, la culpabilidad. Spinoza sigue paso a paso el
encadenamiento terrible de las pasiones tristes: primero la tristeza misma, después el odio, la
aversión, la burla, el temor, la desesperación, el morsus conscientiae, la piedad, la indignación, la
envidia, la humildad, el arrepentimiento, la abyección, la vergüenza, el pesar, la cólera, la
venganza, la crueldad... Lleva tan lejos su análisis que hasta en la esperanza y en la seguridad
encuentra ese poco de tristeza que basta para hacer de ellas sentimientos de esclavos." La
verdadera ciudad propone a los ciudadanos más el amor a la libertad que esperanzas de
recompensa o incluso la seguridad de los bienes; pues «a los esclavos y no a los hombres libres
es a quienes se recompensa por su buen comportamiento». “Spinoza no es de los que piensan
que una pasión triste pueda ser buena bajo algún aspecto. Antes que Nietzsche, denuncia ya
todas las falsificaciones de la vida, todos los valores en cuyo nombre despreciamos la vida; no
vivimos, sólo llevamos una apariencia de vida, no pensamos sino en evitar la muerte, y toda
nuestra vida es un culto a la muerte.”
Pero, para concluir este texto, no quiero insistir en los aspectos negativos que denuncia,
sino en los aspectos positivos en relación a la afirmación y contento de sí. Para eso, sólo cabe
aclarar una vez más el papel de la alegría. La alegría, la fuerza mayor, expande nuestra potencia
pues establece encuentros que conjugan nuestra potencia con las de otros. Y favorece el
desarrollo de la imaginación para encontrar un sin número de causas de alegría. Todas ellas, por
supuesto, dan energía, vitalidad, construyen la singularidad creadora que nunca puede ser
identificada con el propio yo, apunta más bien a la comunidad y la intersubjetividad, aspectos
vinculados a los encuentros.