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SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE

SANTÍSIMOS DE CRISTO

Junio 3 de 2018

Entrada: Bienvenidos hermanos a este encuentro personal y


comunitario con el Señor. Celebramos la solemnidad del Cuerpo y la
Sangre de Cristo. Participemos con mucha fe y alegría en la renovación
del misterio de nuestra redención, que se actualiza en la fracción del
pan que se entrega y la sangre que se derrama para la salvación de
todos.

Primera Lectura:

“(Ex 24,3-8): Ésta es la Sangre de la Alianza que hace el señor con


vosotros”.

Escuchemos con atención la primera lectura, Dios al igual que a Moisés


se dirige también a nosotros hoy y espera de nosotros una respuesta de
compromiso y entrega a estar siempre dispuestos a hacer su voluntad,
como el pueblo de Israel dispongámonos a decir: “Haremos todo lo que
ha dicho el Señor y le obedeceremos”.

Segunda Lectura:

“(Hb 9,11-15): la Sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia”.

En la segunda lectura, San Pablo se dirige a los hebreos hablándoles de


Cristo como el “Sumo Sacerdote de los bienes definitivos”, a
diferencia de los sacrificios y la sangre esparcida en la Antigua Alianza,
Jesús mismo ofrece su cuerpo como verdadera comida y su sangre como
verdadera bebida y sella así la nueva y eterna Alianza. Jesús nos invita
a alimentarnos de su Cuerpo y de su Sangre, para así un día formar
parte en el Banquete de las Bodas del Cordero en la vida Eterna.
Evangelio:

“(Mc 14,12-16.22-26): Esto es mi cuerpo. Ésta es mi Sangre”

En el Evangelio, Marcos expresa el momento en que Jesús acepta el


destino dado por el Padre, y lo hace consiente y voluntariamente. Este
banquete pascual es la anticipación de la entrega total de Jesús, es el
culmen de su vida dada en favor de muchos, restableciendo la
comunión con todo el género humano que ha sido creado por Dios, de
Él ha salido y a Él ha de volver. Nos ponemos en pie aclamando el
aleluya.

Ofrendas: Con el pan y el vino llevamos hasta el altar nuestro deseo e


intenciones de mejorar nuestra relación con Dios. Que lo sepamos
reconocer, valorar y cuidar en la eucaristía de cada domingo y en todas
las celebraciones eucarísticas que cada año celebramos.

Comunión: Este pan que compartimos en la comunión es el cuerpo de


Cristo, si estamos debidamente reconciliados, acerquémonos a recibirlo
y hagámonos uno con Él.

Monición a la procesión con el Santísimo Sacramento: Como


comunidad de fe adoremos a Jesús, Pan de vida. Que así como ahora
pasará solemnemente por nuestra Iglesia y nuestras calles, también
pase por nuestras vidas, nos transformen, sane y libere. Sintamos
cercano al Dios que se hizo compañero de viaje y alimento para el
camino. Participemos con piedad en esta procesión.

ORACIÓN UNIVERSAL
Queridos hermanos: El sacramento del Cuerpo y de la Sangre del
Señor es cumbre y fuente de toda la vida de la Iglesia, prenda de
bendición y salvación para el mundo entero. Elevemos al Padre
nuestra oración unánime, para que nazca de este gran misterio el
don de nuestra unidad y de la paz. Oremos diciendo:

R/. Jesús, Pan de vida, escúchanos.

1. Por la santa Iglesia: para que, fortalecida con el pan de la vida, camine
por el mundo anunciando con las palabras y las obras el Evangelio de
la salvación. R/

2. Por el Papa y los sacerdotes, ministros del altar: para que se


conformen siempre al misterio que celebran para la alabanza de Dios y
la edificación de su pueblo. R/

3. Por todos los que sufren, especialmente las víctimas de la violencia,


de la injusticia y de las catástrofes naturales, para que puedan encontrar
en la Eucaristía el alimento de vida que las fortalece en su existencia
diaria. R/

4. Por cuantos se glorían del nombre cristiano: para que en la Eucaristía,


signo y vinculo de unidad, recompongan la plena comunión de fe y de
amor. R/

5. Por nosotros: para que, mientras partimos el pan de la vida eterna,


aprendamos también a compartir el pan terreno y a socorrer a los
hermanos que viven en la necesidad o en dolor. R/

Señor, que en el sacramento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo has


puesto la fuente del Espíritu que da la vida, haz que tu Iglesia,
partiendo el pan eucarístico, sea germen de la humanidad
renovada y prenda de vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

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