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La filósofa alemana, de origen judío, Hannah Arendt es una de las más destacadas
y notables del pasado siglo XX. Fue alumna de Martin Heidegger y Karl Jaspers. Vivió
en tiempos de mucha convulsión social y política. Por causa del totalitarismo que hubo
en Alemania y que afectó a gran parte del mundo a principios de la segunda mitad del
siglo, vivió situaciones sumamente graves como el quedarse apátrida cerca de catorce
años tras emigrar de su país hacia Estados Unidos. Todo esto influyó en su pensamiento
de manera inevitable. Es posible que a raíz de tales vivencias haya nacido en ella el
deseo de comprender y explicar un fenómeno tan terrible como el totalitarismo.
De todos modos, el objetivo de este ensayo será penetrar en una pequeña porción
del pensamiento de esta gran filósofa para lograr una comprensión más ajustada del
tema. La cuestión de interés aquí tiene que ver con el análisis que hace Arendt del
concepto de historia, sobre todo en su sentido moderno. Este concepto moderno de
historia ha ejercido gran influencia en la manera de pensar desde que surgió. Sin
embargo, en torno a él hay, a ojos de la filósofa alemana, diversos problemas: desde su
origen hasta sus implicancias. Por lo tanto, la cuestión a analizar será la siguiente:
¿cuál es la crítica que hace Hannah Arendt al concepto moderno de historia?
Entonces, por formar parte de la naturaleza ¿no debería el hombre ser inmortal?
En el sentido antes mencionado, en tanto que especie humana, es inmortal sin dudas. La
humanidad no desaparece aunque pase el tiempo porque hay procreación, a la par que
unos perecen, otros nacen. Sin embargo, la naturaleza no puede garantizar la
inmortalidad al individuo humano como tal. El hombre como individuo, se distingue
dentro del cosmos natural, eterno por ser mortal. Esta característica tan particular se
debe a que el hombre no posee solo una zoé o vida biológica, como el resto de los seres
vivos, sino que además tiene una bios o historia de vida individual desde que nace hasta
que muere. La bios “atraviesa” la naturaleza porque se mueve en línea recta, cuando
todo lo natural tiene un movimiento circular. En palabras de Arendt “Esto es la
mortalidad: moverse en una línea recta en un universo donde todo, si es que se mueve,
lo hace dentro de un orden cíclico.” (Arendt, 1996, p 50).
Solo en la vida humana (bios) hay propósitos y sentidos. Los hombres son los que
interrumpen el orden cíclico de la naturaleza y le otorgan sentido con sus obras, trabajos
y hazañas. Por ende, son estas interrupciones u obras humanas grandiosas y
extraordinarias, las que constituyen el tema de la historia. El énfasis se haya puesto
sobre los acontecimientos o hechos particulares que poseen significado en sí mismos.
“Todo lo hecho u ocurrido contiene y revela su cuota de significado “general” dentro de
los límites de su forma individual”. (Arendt, 1995, p 48). De hecho, la historia no posee
un tema unitario que conecte todos los hechos sino que consiste en un conjunto de
relatos sobre hazañas gloriosas, singulares. Se nutre muchas veces de testimonios.
Todas las cosas de cuya existencia es responsable el hombre son perecederas, por
ser aquel mortal. Las palabras y las acciones son lo más perecedero dentro de todas las
capacidades humanas, mucho más que la fabricación. Esta última como toma de la
naturaleza el material del que está hecho el objeto, es más perdurable. No sucede así con
lo que se produce solo entre hombres. El único modo de otorgarles perdurabilidad a las
palabras y a las acciones es mediante el recuerdo. La capacidad humana que permite
detener el deterioro, el carácter mortal de acciones y palabras y hacerlas permanecer es
la memoria. Al volverse eternas las obras, pasan a ocupar un lugar propio en la
naturaleza, al igual que sus autores. Los poetas y los historiadores son los encargados de
convertir palabras y acciones grandiosas en dignas de recuerdo, es decir, inmortalidad.
El sentido moderno de historia, según Arendt, se caracteriza por ciertos rasgos que
resultan del todo contrarios a las ideas cristianas del tiempo y de la historia. El primero
de ellos es que no se trata de un plan de salvación que apunta a un más allá, sino de una
historia puramente secular. Las primeras bases para la conciencia moderna de historia,
comenzaron a sentarse en el siglo XVII cuando se produjo la secularización, es decir,
que se separó la Iglesia del Estado o la teología de la política. Las bases del cuerpo
político se las tomaba de las leyes de la naturaleza independientemente de la existencia
o no de Dios. Lo secular adquiere un valor y un significado en sí mismo, ya no se
hallaba degradado por comparación a lo religioso y trascendente, como sucedía para los
cristianos. La historia que se relata versa sobre los seres humanos y lo que hacen.
Por lo tanto, recién en el tercio final del siglo XVIII se puede decir que surge el
concepto moderno de historia, con todas sus características, incluso con la idea de
proceso. Esta implica que la historia es un proceso que abarca todos los hechos
particulares y en cuyo seno ellos adquieren significado, que no poseen por sí mismos. El
proceso es lo único que tiene sentido, por eso es que es tan importante la secuencia
histórica para esta concepción moderna. De esta manera se logra escapar a la futilidad y
mortalidad de las acciones individuales. La historia es un proceso infinito hacia el
pasado y hacia el futuro, no tiene principio ni fin. Gracias a esta doble infinitud es que
logra garantizar a la humanidad la tan anhelada inmortalidad terrena. Sin embargo,
Hannah Arendt admite que esta noción moderna de historia tiene la desventaja de que
confía la inmortalidad a un proceso independiente, que se mueve por sí mismo y que lo
abarca todo.
Llegado este punto, cuando ya se mostró una suerte de evolución a lo largo del
tiempo del concepto de historia, así como su versión moderna, tal como lo considera
Arendt, se verá ahora cuál es y en qué se fundamenta la crítica que le hace.
Lo que Hannah Arendt objeta al moderno concepto de historia tiene que ver con la
idea implicada por aquel de que solo el proceso como un todo es quien posee
significado y que los sucesos particulares carecen en sí mismos de sentido, que lo
extraen en tanto se insertan en el proceso. La razón de Arendt, para criticar esta idea es
que lleva a la arbitrariedad de imponerle a la realidad un significado que ha sido
preconcebido por el hombre. Esto porque se puede partir de cualquier hipótesis, por más
absurda que sea, y en base a ella deducir coherentemente una serie de resultados que
tienen sentido y funcionan en la realidad, es decir, que terminan por convertirse en
hechos reales. “Esto significa casi literalmente que todo es posible no solo en la esfera
de las ideas sino en la de la misma realidad” objeta la filósofa alemana. (Arendt, 1995, p
71).
En fin, la Edad Moderna con su idea de proceso ha provocado que los sucesos
individuales, lo particular pierda significado propio y que para encontrarlo deba
introducirse en un proceso global. Con su crítica Hannah Arendt pretende advertir que
no se puede imponer ningún orden, necesidad ni significado preconcebido a la realidad.
Siempre se estará cayendo en arbitrariedad, lo cual para la filósofa alemana, es prueba
de que no existe sentido, necesidad, orden ni significado. La idea de proceso que había
logrado salvar las apariencias y que había permitido escapar del carácter contingente de
las acciones, actualmente se sabe que puede obstruir la visión de la realidad. Por eso, el
tema de la contingencia llega más hondo incluso para aquel que mantenga una idea de
proceso. En la actualidad tanto la ciencia como la política han refutado esta idea tan
característica del moderno concepto de historia.
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA