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LOS QUIPUCAMAYOS DE TUPICOCHA

El video relata de manera esquemática la relevancia de los quipucamayos acorde a su función


social y la implicancia en ser y pertenecer a la Comunidad. Los quipus, en este caso, fungen
como símbolos de poder y equivalen no solo a meras “insignias de rango”, sino que contiene,
además, una simbología implícita.

Existen 10 parcialidades en la actual Tupicocha (1° Allauca, 1° Satafasca, 2° Allauca, 2°


Satafasca, 1° Huangre, Centro Huangre, Unión Chaucacolca, Mujica, Cacarima y Huangre Boys),
aunque no siempre ha sido así y esto se refleja en la tenencia de los quipus. La parcialidad de
Huangre Boys, por ejemplo, no tiene quipus, mientras que un gran quipu fue partido en dos
para la creación de la 2° Allauca; este acto está registrado en los libros comunales, para
posteriormente ser recogido por Salomon (2006) en su investigación sobre la significancia de
los actuales quipucamayos en relación a la función social de estos y sus roles correspondientes.

Distintos aspectos pueden desprenderse de este suceso, tanto de la imposición de quipus a las
nuevas autoridades en el “día de la Huayrona” el 3 de enero, así como en las ceremonias
preliminares y posteriores. Para poner en relevancia, solo 2 puntos:

1. El uso social de los quipus, como objeto de comprensión social: puesto que no es una
insignia de mando, sino que en sí se está depositando la autoridad, funge como
elemento visible de la decisión comunal y la sucesión de la misma, de manera cíclica.
Estos elementos de sucesión y cíclico son constantes en los quipus, por cuanto su
“escritura” implica un sistema homogéneo, consensuado y legible para la comunidad
que lo utiliza; pero además necesita ser un registro “hilado” (léase “concatenado”) y
además coherente, que se pueda transmitir. Parece ser que en el mismo ideario
“andino”, la administración y sucesión de hechos va de la mano con las evidencias
consensuadas factibles de los mismos, por cuanto el quipu no solo funge como un
“registro de lo existente”, sino como un “símil de lo existente”, es decir, una manera
de resignificar lo real hacia otro objeto tangible. Tal cual una computadora con
software para videollamadas. Sabes que puedes hablar con otra persona en “tiempo
real”, aunque sea en otra parte del mundo y que tu mensaje va a llegar, pero el medio
es distinto y los conceptos de “estar” y “ser” son reconfigurados para entender que, si
bien el rostro de la persona aparece en una pantalla, no es “esa persona”, sino una
serie de datos codificados y decodificados que puedes interpretar y hasta
reinterpretar. Eso significa que de la misma forma, la realidad es reinterpretada en
otro objeto y ese objeto además contiene el consenso comunal, por lo que bien puede
servir para el registro y para la sucesión del mismo, que implica la sucesión de cargos
comunales.
2. Los quipus en su materialidad: de lana de alpaca y llama, además son mantenidos no
como “insignias incólumes” sino más bien como objetos que van describiendo los
sucesos, aunque no con el código que se manejaba anteriormente. Al “partir” un quipu
en 2 para una nueva parcialidad, no es ese hecho acaso una escritura nueva en los
quipus? No está evidenciando que la escritura o en sentido más amplio, el registro de
los sucesos (lo que en general buscamos extraer de los quipus es eso, entender el
código para saber el registro de los sucesos y cuáles fueron estos) es plausible no solo
con el uso de grafías estandarizadas, sino con móviles distintamente sofisticados? Las
autoridades de turno cuelgan sus quipus, los envuelven, los cuidan, los limpian, les dan
mantenimiento y los utilizan en ceremonias públicas. El concepto de mero símbolo de
autoridad se desvanece para dar importancia a la recarga simbólica del quipu como
“consenso comunal” y “autoridad para la voz de quien lo porte”. Significa que una
frase como “vamos a amunar en Sansari este 2018” tiene el peso y trascendencia
comunal cuando quien lo pronuncia es un quipucamayo, no un comunero más de
cualquier parcialidad. El uso casi “ceremonial” y harto privado de los cuadernos
comunales permite entender que, aunque el código cambie, en el fondo no son las
grafías escritas o el nudo hecho lo que trasciende la organización comunal, sino el
contexto de uso.

De a pocos se van dando lecturas a quipus coloniales, del Tawantinsuyu incluso. Solo cuando
pensemos en un contexto de una organización comunal (social) muy poderosa que poseyeron
nuestros antepasados, podremos comprender que el mensaje no es “cuantos kilogramos de
maíz se guardaron en tal sitio”, sino la trascendencia del hecho para bienestar y regulación de
las comunidades.

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