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LA CONSTRUCCIÓN Y RECEPCIÓN DEL SÉPTIMO ARTE EN COLOMBIA:

UN ANÁLISIS DESDE LA FAMILIARIZACIÓN, LA INTENCIÓN, EL SUJETO Y


EL OBJETO.

Resumen:

La construcción de una idea audiovisual en la actualidad supera, de alguna u otra manera, las
fronteras de las intenciones artísticas para surcar las tierras comerciales que son regidas por
la oferta y la demanda. La intención artística de un productor puede verse sesgada por la
recepción que su obra va a recibir por parte de la sociedad universal. Y este punto de partida,
que es sólo una parte de las tantas intenciones que un creador puede tener sobre su obra antes
de crearla, es lo que empieza a generar los nuevos patrones de producción en un espacio y
tiempo determinados y que, a su vez, determina las condiciones de legitimación de un
producto o un objeto por parte del usuario o sujeto espectador. Son, finalmente, todos estos
caracteres los que determinan el rumbo y destino de una obra de manera tal que o construye
una sociedad desde diferentes perspectivas o se construye desde las diferentes perspectivas
de una sociedad.

Palabras clave: Intención, producción, obra, sujeto, objeto, usuario, sociedad, perspectiva.
La construcción de una obra cinematográfica va siempre delimitada por la intención del
sujeto productor, y la mercantilización del producto o la subjetividad artística son diferentes
hojas de ruta para la creación de un nuevo trabajo. Sin embargo, toda producción debe
conservar una relación necesaria y directa con el usuario, en este caso, una relación necesaria
y directa con el sujeto espectador.

En el momento en que un productor afronta la creación de una nueva obra, uno de sus
principales retos es el público espectador, la divergencia de pensamientos y conocimientos
que se albergan en cada uno de los sujetos que funcionan como críticos de lo producido son
el puerto al que debe llegar el trabajo creado y que, además, debe hacerlos converger no
necesariamente a una misma interpretación pero sí a una legitimación de lo presentado.

Ahora bien, muchos son los factores que influyen en la legitimación e interpretación de un
trabajo cinematográfico, empero, muchos podrían agruparse entre lo que Pierre Bourdieu nos
expone como nivel de emisión y nivel de recepción. Y es que la cantidad de códigos que
conformen una obra, y que sean necesarios tener totalmente claros y definidos, en conjunto
con la cantidad de códigos que posea el espectador para percibir el trabajo son factores
determinantes no sólo en la legitimación de lo presentado sino en la aceptación que este
reciba, pues “cada individuo posee una capacidad definida y limitada de aprehensión de la
“información” propuesta por la obra” (Bourdieu, 2010; p. 76)

Sin embargo, ¿en qué consiste que un sujeto represente, legitime y acepte una obra
presentada?

Cuando en medio del circuito de la realidad externa, por ejemplo la naturaleza en su máxima
expresión, que un sujeto que la percibe pase como simple observador es normal, empero,
sólo en el momento en que algún componente u objeto parte del flujo espacio-temporal que
lo rodea le atrae es cuando el sujeto otorga un significado adicional a un objeto o momento
específico, y lo percibe detenidamente sólo para representárselo a sí mismo mediante un
diálogo entre lo que el objeto es y lo que el objeto parece ser para él. Esta atracción y posterior
interacción generalmente se ve permitida por la demanda de necesidades que el sujeto
espectador presenta, es decir, en el momento en que el sujeto se desenvuelve en su realidad
empieza a generar una serie de necesidades que busca satisfacer de alguna manera, es en este
momento en que se presenta la primera demostración de representación, pues el carácter
desiderativo del hombre encuentra su comunión y satisfacción con las necesidades
satisfechas que se ven representadas en un producto, un objeto, una obra o un momento en
específico.

Empero, cuando el objeto que representa la satisfacción de sus necesidades no hace parte del
flujo directamente externo de la realidad sino que es una construcción específica de otro
sujeto específico (obras de arte, esculturas, cine) es entonces que la legitimación y aceptación
de este cobra mayor dificultad, pues la legibilidad del objeto no sólo depende de lo que el
sujeto necesite, sino también de lo que el objeto provee.

Y es que cada objeto creado posee una codificación específica que es dada por su creador, y
aunque el sujeto que lo percibe tiene completa libertad de representar o interpretar de él
diversas cosas, siempre existe una significación inicial que ha sido otorgada por su creador y
que se ha vuelto estándar debido a la legitimación que ha brindado la sociedad espectadora.
Es en aquel instante en que se debaten las diferentes perspectivas frente a un objeto, pues los
conocimientos por los cuales el sujeto espectador se representa y se significa o re significa lo
percibido entran en diálogo con los conocimientos que el sujeto creador ha plasmado en su
obra, y este diálogo sólo puede desarrollarse de manera efectiva si tanto el objeto percibido,
el sujeto creador y el sujeto espectador están abiertos a diferentes perspectivas y a reconocer
que un objeto o un producto no tiene, necesariamente, una significación universal sino que
las interpretaciones pueden ser, si se quiere, ilimitadas pues, incluso, “la habitual
(interpretación) también era <una manera> de representación entre las muchas posibles”
(Bozal, 1987; p. 43-44).

En el cine, por ejemplo, la creación de un producto audiovisual se ve marcada por diferentes


características, entre ellas los rasgos sociales, culturales, las necesidades, las intenciones y
las expectativas. Todas estas conforman un conglomerado de rasgos que definen la
significación del producto final, y sólo en el momento en que son expuestas al flujo de la
realidad y se confrontan con un sujeto que las percibe pues se ve atraído por ellas es que
empiezan a legitimarse en la cantidad que el espectador lo decida, es decir, algunas se
legitiman más que otras pues sus códigos de significación son más altamente compartidos y
aceptados por la sociedad, mientras que algunas que poseen códigos sociales, históricos o
culturales más prominentes o de más difícil aceptación no se legitiman muy fácilmente o, en
su defecto, su legitimación, que en el caso de las producciones cinematográficas cobra la
importancia que cobra la identidad, es demasiado poca de manera tal que el reconocimiento
por parte de los sujetos espectadores la lleva a la desaparición.

Ahora bien, para profundizar el punto anterior diremos que una obra cinematográfica es
expuesta a la crítica fílmica. En el momento en que la obra es presentada se convierte en un
producto susceptible de rechazo o aceptación, y al ser un material audiovisual que posee
códigos, significaciones y representaciones otorgadas por su grupo de creadores a los
diferentes caracteres expuestos entonces su legitimación, como la de toda obra de arte o
producto perteneciente a alguna de las artes, se ve delimitada por las opiniones singulares de
cada sujeto que en comunión con todas conforman la legitimación o deslegitimación del
producto.

Pero, ¿por qué las opiniones singulares de cada sujeto en comunión con las demás?

Muchas veces en las ciencias exactas o en las comunidades religiosas pareciera que la
legitimación no es un objeto de elección, pues en el momento que un hecho se comprueba de
alguna manera o un dogma se instaura, la legitimación es más impuesta que elegida e,
independientemente de si el hecho puede suceder para usted por otra razón o el ‘dogma’ para
usted no lo es, su significación e interpretación dentro de estas comunidades no va a
deslegitimar lo legitimado a no ser que alrededor de los años su representación sea aceptada
después de diferentes estudios.

De la misma manera, parcialmente, sucede en las producciones cinematográficas, es decir,


cuando un productor realiza una obra no impone su representación o significación sobre su
público, no existe un dogma de creencia ni una verdad de hecho, sin embargo, si esta obra se
legitima en un momento determinado por un público determinado, no quiere decir que tal
legitimación no pueda cambiar, así como el botellero de Duchamp, nada impidió que la
legitimación de un orinal en tanto que orinal pudiera tener otra legitimación diferente ya no
como orinal sino como pieza de arte. Entonces, ¿a qué se debe esto?, volvemos pues a la
pregunta inicial, y podemos decir lo que nos explica Bourdieu: “la imagen privada que los
individuos de una época determinada se hacen de una obra es función de la imagen pública
de dicha obra y que ella es producto de los instrumentos de percepción, constituidos a lo
largo de la historia y, por lo tanto, variables a lo largo de la historia, que la sociedad les
proporciona.” (Bourdieu, 2010; p.75)

Ahora bien, lo anterior desde la legitimación generacional que una obra cinematográfica u
obra en general puede tener, pero sucede esto mismo incluso en la generación en la que es
expuesta, es decir, las diferentes posibilidades de legitimación o legitimación múltiple de esta
obra cinematográfica u obras de alguna de las artes son incluso posibles en el mismo
momento en que se presenta y para el público para el que se presentan, a diferencia de las
ciencias o las creencias como ya lo explicamos. Es decir, y volvemos a lo expuesto
inicialmente, diremos que una obra cinematográfica es expuesta a la crítica fílmica, en el
momento en que esto sucede el productor va con una serie de códigos específicos plasmados
en su producto y que son, según sus intenciones, los que espera sean captados y aceptados
por el público, en otras palabras, él va con su representación personal y, si se quiere, original
de su producto.

Sin embargo, si su producto al ser presentado encuentra aristas en el público y todo el grupo
de espectadores encuentran una codificación diferente o representan un significado diferente,
no quiere decir que la obra ha sido deslegitimada, ni siquiera tampoco que el significado del
productor ha sido deslegitimado, pues es el instaurado, empero, se ha creado una nueva
legitimación, una que parte de una nueva percepción de códigos y que es totalmente válida
pues “toda obra es construida, de alguna manera, dos veces, por el productor y por el
consumidor, o mejor aún, por la sociedad a la cual pertenece el consumidor.” (Bourdieu,
2010; p.75).

Terminaremos de ejemplificar lo anterior con una obra específica. Tomemos por ejemplo la
película El abrazo de la serpiente del productor Ciro Guerra, en ella podemos ver lo que nos
representa Bourdieu cuando expresa que una obra es construida dos veces, pues para Ciro
Guerra y Cristina Gallego (esposa) existía una idea, una codificación específica de la
producción, “la idea era narrar la historia de Karamakate, chamán amazónico y último
sobreviviente de su pueblo, quien vive en aislamiento voluntario en lo más profundo de la
selva. Años de total soledad lo convirtieron en chullachaqui, una cáscara vacía de hombre,
privado de emociones y recuerdos.”, que evidentemente es una codificación personal, de un
sujeto en específico y sus vivencias personales específicas.
Sin embargo, la producción pudo tomar otra intención diferente a la que Ciro Guerra, según
declaraciones, era para narrar una historia personal de un indígena pero, principalmente, una
historia diferente sobre lo que son los indígenas y las vivencias en tiempos de colonización.
Pero la producción pudo tener varias interpretaciones y decodificaciones por parte del
público, por parte de la crítica que en el momento en que fue presentada la construyó por
segunda vez. Desde algún punto de vista, para algunos, pudo haber sido una película que
busca hacer no olvidar el pasado, los ancestros, las historias, para otros, en cambio, pudo
haber sido una transgresión a las creencias que vinieron desde el exterior o, para otros,
simplemente la pudieron haber decodificado como una película sin trascendencia, que no va
más allá de las narraciones de un indígena.

Todas estas interpretaciones son posibles y hacen parte de la diversidad de un público que se
encarga de legitimar una obra, todas entran en diálogo con el objeto producido o con el sujeto
productor de manera tal que, como en el círculo hermenéutico de Gadamer, confluyen en un
mismo sitio diferentes perspectivas y prejuicios (conocimientos), en las que si las dos partes
dialogantes están disponibles a las diferentes perspectivas pueden generar un cúmulo de
legitimaciones y conocimientos que se suman cada vez más a la interpretación de un producto
y alimentan la interpretación y conocimiento tanto del sujeto espectador como del sujeto
productor.

Así las cosas, toda obra supone un diálogo mediante el lenguaje entre las perspectivas del
sujeto espectador y el sujeto productor en relación con el objeto producido, sin embargo, este
diálogo no es posible si el producto no es visible, no es llamativo o, en otras palabras, no
genera comunión con el público. Es decir, si el sujeto espectador que camina por el flujo de
su realidad ve el producto expuesto como un algo más de la realidad, como un objeto sin
relevancia para sí mismo entonces el diálogo con ese producto se pierde, la legitimación
desaparece y el producto sigue siendo un algo más del flujo de la realidad. O, en un caso
diferente, si el producto, en este caso, una producción cinematográfica es expuesta al público
crítico y obtiene la indiferencia por parte de este es porque probablemente la obra reflejada
no logra conectar sus códigos representados con las expectativas de los espectadores, lo cual
compromete la legitimación y aceptación de la obra.
Entonces, ¿cómo se puede lograr que el producto no se convierta en un algo más del flujo de
la realidad?

Bourdieu nos dice que “la legibilidad de una obra contemporánea varía según la relación que
los creadores mantienen, en una época dada, con el código exigido por las obras de la época
precedente, relación que es en sí misma función de la relación que el artista o, mejor, la
fracción de los artistas e incluso de los intelectuales mantienen con el resto de la sociedad y
en particular con las otras fracciones de las clases dominantes, es decir, con los consumidores,
con sus gustos y sus demandas.” (Bourdieu, 2010; p.82)

Así, podemos decir que el rasgo principal para que una obra no pase desapercibida es que
genera una familiaridad con el público espectador, que la persona que se encuentre en el flujo
de su realidad sienta que el producto expuesto o el objeto propuesto no sea para él un algo
más de su realidad sino que responda a ciertas necesidades o satisfaga ciertos gustos
específicos. De esta manera, el sujeto productor debe saber jugar, es decir, debe saber cómo
recibir la legitimación de su producto sin caer en la mercantilización banal de la creación, sin
caer en el momento en que un producto se hace no por una trascendencia estética, artística o
de lenguaje sino por una necesidad de legitimación.

En el cine colombiano, como ya lo analizamos con la obra de Ciro Guerra, las producciones
cinematográficas pueden ser algo inestables en cuanto a recepción y legitimación. Según el
productor de El abrazo de la serpiente, se dice constantemente desde los diarios que el cine
en Colombia solamente se limita a las producciones sobre violencia y narcotráfico pues son
estas las que el público “demanda”, “necesita”, pero afirma que no es verdad, pues considera
que “si uno se pone a ver juicioso nuestro cine descubre que el narcotráfico es un tema del
que no se ha hablado. Menos del cinco por ciento habla de ese tema. Igual la violencia.
Estamos haciendo todo tipo de cine: desde comedia hasta de ciencia ficción”, además explica
que este es un tema que se vuelve tabú.

Entonces, ¿cuáles son las obras cinematográficas que ve el público colombiano?, ¿cuáles son
las que satisfacen sus necesidades y gustos?

Según un estudio publicado en el portal Terra son las siguientes:


N° Título Año N° de espectadores Carácter
1 La estrategia del Caracol 1993 1’600.000 Social
2 El paseo 2010 1’502.741 Comedia
5 Paraíso Travel 2008 932.166 Drama
6 Golpe de Estadio 1999 700.000 Drama/Comedia
8 La vendedora de rosas 1998 630.000 Drama/Social
17 Karmma 2006 412.884 Drama/Violencia
20 Los colores de la 2011 379.525 Drama/Familiar
montaña
*El listado presentado hace parte de un ranking de “las 20 películas colombianas más taquilleras
de la historia” publicado en el portal Terra.

En el cuadro anterior vemos que la recepción, legitimación y aceptación del público


colombiano hacia el cine producido en su país busca satisfacer gustos que van más en relación
a temas que le generen familiaridad, temas que hablen del flujo de su realidad pero
sobresalgan por ofrecer algo diferente, por narrar una historia que viven en todo momento.
Al parecer las necesidades que buscan ser satisfechas no son necesidades de recordar la
violencia, de rememorar la acción que se vive con el tráfico de estupefacientes sino, más
bien, las necesidades son de obtener una alternativa distinta, de observar realidades que son
muy propias pero que muestren superación, que muestren sentimientos agradables.

Así pues, en conclusión, como Ciro Guerra lo expresó, el cine Colombiano tiene una
construcción y una recepción diferente, la mayor aceptación se da en temas que no lleven a
la memoria de tiempos de guerra. El productor y diseñador colombiano en tanto que artista
presenta generalmente productos u obras decodificadas con representaciones de la realidad
social del país, satisface las necesidades de un público que espera una nueva alternativa,
satisface los gustos de un público que espera en el diseño de un filme se reflejen sus propias
experiencias, pero con la esperanza de un diferente final, uno mejor donde el diseñador del
producto fílmico altere la realidad, construya una nueva realidad aparente siendo dueño de
los sucesos que presentan las personas sin caer en la total mercantilización. El cine
colombiano busca una relación entre el sujeto y el objeto que como intención tiene el partir
desde la familiaridad de cada individuo para manipularla y satisfacer así sus necesidades.
BIBLIOGRAFÍA

 Pierre Bourdieu. (2010). El sentido social del gusto. Buenos Aires: Siglo Veintiuno
Editores.
 Valeriano Bozal. (1987). Mímesis: las imágenes y las cosas. Madrid: La balsa de la
Medusa, 3.
 Jacques Rancière. (2011). El malestar en la estética. Buenos Aires: Capital Intelectual

WEBGRAFÍA

 http://www.elpais.com.co/elpais/cultura/noticias/abrazo-serpiente-ciro-voz-ciro-
guerra
 http://www.elpais.com.co/elpais/entretenimiento/noticias/hay-saber-sobre-abrazo-
serpiente
 https://entretenimiento.terra.com.co/cine/las-20-peliculas-colombianas-mas-
taquilleras-de-la-historia,781965ffb18ef310VgnVCM5000009ccceb0aRCRD.html
 http://www.sigloxxieditores.com.ar/pdfs/bourdieu_sentido_social_del_gusto.pdf
 Película “El abrazo de la Serpiente” – Ciro Guerra (2015)

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