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ROJO

John Loga

Personajes

MARK ROTHKO
Pintor estadounidense, 50s años o mayor

KEN
Su nuevo asistente, 20s

Escenario

Estudio de Rothko, 222 Bowery, Ciudad de Nueva York. Entre 1958-1959.

El estudio de Rothko es un viejo gimnasio. El suelo es de madera, está salpicado y


manchado con pintura roja oscura. Hay un estante o mesa repleto de tobos pintura,
latas de trementina, tubos de pegamento, cajas de huevos, botellas de whiskey,
paquetes de pigmentos, frascos de café llenos de pinceles, una cocina portátil y un
teléfono. También hay un fonógrafo con pilas de álbumes desordenados.
Hay una puerta que lleva a un vestíbulo fuera de escena, donde los personajes se
cambian a sus ropas de trabajo y entran y salen del estudio.
Lo más importante, representaciones de algunas de las magníficas pinturas del mural
Seagram de Rothko están puestas y exhibidas a lo largo de la habitación. Rothko tiene
un sistema de poleas para levantar, bajar y exhibir varias de sus pinturas
simultáneamente. Las pinturas pueden ser reposicionadas a lo largo de la obra, con una
organización distinta en cada escena.
Hay, también, una pintura imaginaria que “cuelga” frente al público, que Rothko estudia
a lo largo de la obra.
Alternativamente, todo el escenario puede ser abstracto.

ESCENA UNO

Rothko de pie, mirando al frente.


Él mira directamente al público. (Está estudiando una de sus pinturas para el mural
Seagram, que cuelga frente a él)

Pausa
ROTHKO enciende un cigarro. Usa lentes gruesos y ropas viejas y holgadas salpicadas de
pintura y pegamento.
Música clásica contemplativa suena en el fonógrafo.
ROTHKO toma una bocanada del cigarro.
Pausa
Hay un sonido de una puerta que se abre y se cierra desde la entrada del vestíbulo fuera
de escena.
KEN, un joven de veintitantos años entra, nerviosamente. Usa un traje y corbata. Es la
primera vez que ha estado dentro del estudio. Él mira a su alrededor.
Está por hablar.
ROTHKO hace un gesto para que no hable. Luego le hace un gesto para que KEN se le
acerque.
KEN se dirige hacia ROTHKO, se para a su lado.
ROTHKO indica la pintura central; el público.

ROTHKO: ¿Qué ves?

KEN está a punto de hablar –


ROTHKO: Espera. Párate más cerca. Tienes que acercarte más. Deja que palpite. Deja
que trabaje en ti. Cerca. Más cerca. Ahí. Deja que se abra. Deja que te arrope con sus
brazos; deja que te abrace, llenando incluso tu visión periférica para que nada más
exista o haya existido o exista jamás. Deja que la pintura haga su trabajo – pero trabaja
con ella. Encuéntrala a mitad de camino, ¡por el amor de Dios! Inclínate, inclínate hacia
delante, compenétrate con ella… Ahora, ¿qué ves? – ¡Espera, espera, espera!

ROTHKO se apresura a bajar un poco la intensidad de las luces, luego regresa a donde está
KEN

ROTHKO: Y, ahora, ¿qué ves? – Sé específico. No, sé exacto. Sé exacto – pero sensible.
¿Entiendes? Sé amable. Sé un ser humano, es todo lo que puedo decir. Sé un ser humano
por una vez en tu vida. Estas pinturas merecen compasión, ellas viven o mueren en los
ojos de un espectador sensible, se aceleran solo si un espectador empático las deja. Eso
es lo que piden a gritos. Para eso fueron creadas. Eso es lo que merecen… Ahora… ¿qué
ves?

Pausa corta

KEN: Rojo.
ROTHKO: Pero, ¿te gusta?
KEN: Hmmm…
ROTHKO: Habla alto.
KEN: Sí.
ROTHKO: Claro que te gusta - ¡¿cómo podría no gustarte?! A todo el mundo le gusta todo
hoy en día. Les gusta la televisión y el fonógrafo y el refresco y las cotufas acarameladas.
Todo se convierte en algo distinto y todo el bonito, y lindo, disfrutable. ¡Todo es
diversión bajo el sol! ¿Dónde está el discernimiento? Dónde está el arbitraje que separa
lo que a mi me gusta de lo que respeto, lo que me parece digno, lo que tiene… escúchame
bien… significado.
ROTHKO se mueve y enciende las luces de nuevo, aunque las mantiene relativamente
bajas, y apaga el tocadiscos, mientras continúa

ROTHKO: Tal vez este sea un dinosaurio hablando. Tal vez yo soy un dinosaurio
succionando el oxígeno de ustedes pequeños mamíferos astutos que se esconden entre
los arbustos preparados para tomar el control. Tal vez hablo un idioma perdido,
desconocido para tu generación. Pero una generación que no aspira a la seriedad, al
significado, no es digna de caminar en la sombra de aquellos que los han precedido,
digo, aquellos que han luchado y superado, aquellos que han tenido aspiraciones, digo
Rembrandt, digo Turner, digo Miguel Ángel y Matisse… digo, obviamente Rothko.

ÉL mira a KEN, retándolo

ROTHKO: ¿Tienes aspiraciones?


KEN: Sí.
ROTHKO: ¿De qué?¿a qué aspiras?
KEN: Quiero ser pintor, así que, supongo, que aspiro… pintar.
ROTHKO: Entonces esas ropas no servirán. Aquí se trabaja. Cuelga tu chaqueta afuera.
Agradezco que te pongas ropa elegante para impresionarme, es en serio conmovedor,
me llega, pero es ridículo. Aquí se trabaja; esto no es un salón de descanso con galletas
y limonada. Cuelga tu chaqueta afuera.

KEN sale al vestíbulo fuera de escena. Regresa sin su chaqueta. Se quita la corbata y se
arremanga la camisa.

ROTHKO: ¿Sidney te dijo lo que necesito aquí?


KEN: Sí.

ROTHKO se apresura, clasifica los pinceles, arregla lienzos, etc. Mientras:


ROTHKO: Empezamos cada mañana a las nueve y trabajamos hasta las cinco. Como los
banqueros. Me ayudarás a estiras los lienzos y mezclar las pinturas y limpiar los
pinceles y construir los parales y mover las pinturas, y también a aplicar el color base
– que no es pintar, así que cualquier idea lunática que tengas en esa dirección debes
desterrarla inmediatamente. Comprarás la comida y los cigarros, y cualquier otra cosa
que quiera, cualquier capricho, no importa cuán demandante o degradante. Si no te
gusta, vete ahora mismo. Respóndeme. Sí o no.
KEN: Sí.
ROTHKO: Considera: No soy tu rabino, no soy tu padre, no soy tu psiquiatra, no soy tu
amigo, no soy tu maestro – soy tu jefe. ¿Entiendes?
KEN: Sí.
ROTHKO: Como mi asistente vas a ver muchas cosas aquí, muchas cosas ingeniosas.
Pero todo es secreto. No puedes hablar de nada de esto. No creas que no tengo enemigos
porque los tengo, y no hablo únicamente de los otros pintores y los dueños de galerías
y curadores de los museos y los hijos de puta de los críticos de arte, y las vastas
panoplias de espectadores descontentos que me odian a mí y a mi trabajo porque
carecen del corazón, de la paciencia, de la capacidad, de pensar, de entender, porque no
son seres humanos, como lo hablamos hace rato, ¿recuerdas?
KEN: Sí.
ROTHKO: Estoy pintando una series de murales en este momento. (hace un gesto a su
alrededor) – Probablemente haga treinta o cuarenta y después decida cuáles funcionan
mejor, en concierto, como una fuga. Tú me ayudarás pintando la base y después yo
pintaré encima, luego lo miraré y pintaré un poco más. Hago muchas capas, una después
de la otra, como un esmalte, lentamente construyendo la imagen, dejando que la
luminosidad emerja hasta que esté terminado
KEN: ¿Cómo sabe cuando está terminado?
ROTHKO: Hay tragedia en cada pincelada.
KEN: Ah.
ROTHKO: Bien. Tomemos un trago.
ROTHKO sirve dos tragos de whiskey. Le da uno a KEN. Beben. KEN no está acostumbrado
a tomar tan temprano en la mañana.

Pausa corta
ROTHKO lo mira, evaluándolo.

ROTHKO: Respóndeme algo… No lo pienses, sólo di la primera cosa que te venga a la


mente. Sin cognición.
KEN: Está bien.
ROTHKO: ¿Estás listo?
KEN: Sí.
ROTHKO: ¿Quién es tu pintor favorito?
KEN: Jackson Pollock.
ROTHKO: (herido) Ah.
KEN: Disculpe.
ROTHKO: No, no –
KEN: Déjeme hacerlo de nuevo.
ROTHKO: No –
KEN: Por favor –
ROTHKO: No, es tonto –
KEN: Ande, pregúnteme de nuevo.
ROTHKO: ¿Quién es tu pintor favorito?
KEN: Picasso.

KEN se ríe. ROTHKO no. ROTHKO lo mira con molestia. La risa de KEN muere. ROTHKO
refunfuña.

ROTHKO: Hmmm, Pollock… Siempre Pollock. No me malinterpretes, él es un gran


pintor, crecimos juntos, lo conocí bastante bien.
KEN: ¿Cómo era él?
ROTHKO: ¿Tú lees a Nietzsche?
KEN:¿ Qué?
ROTHKO: ¿Que si alguna vez lees a Nietzsche? ¿El Nacimiento de la Tragedia?
KEN: No.
ROTHKO: ¿Te haces llamar artista? Uno no puede discutir sobre Pollock sin eso. Uno no
puede discutir nada sin eso. ¿Qué les enseñan hoy en día en las escuelas de arte?
KEN: Yo –
ROTHKO: ¿Has leído a Freud?
KEN: No –
ROTHKO: ¿Jung?
KEN: Bueno –
ROTHKO:
¿Byron?¿Wordsworth?¿Esquilo?¿Turgenev?¿Sófocles?¿Schopenhauer?¿Shakespeare?
¿Hamlet? Al menos, Hamlet, ¡por favor, Dios! Cita a Hamlet. Ahora mismo.
KEN: “Ser o no ser, he ahí el dilema”
ROTHKO: ¿He ahí el dilema?
KEN: No lo sé.
ROTHKO: Tienes mucho que aprender, jovencito. Filosofía. Teología. Literatura. Poesía.
Drama. Historia. Arqueología. Antropología. Mitología. Música. Estas son tus
herramientas tanto como el pigmento y los pinceles. No puedes ser un artista hasta que
estés civilizado. Y no puedes ser civilizado hasta que aprendas. Ser civilizado es saber a
dónde perteneces en el continuo de tu arte y tu mundo. Para superar el pasado, debes
conocer el pasado.
KEN: Pensé que usted no era mi maestro.
ROTHKO: Siéntete afortunado que te hable de arte.

ROTHKO se mueve.
Pausa corta.

ROTHKO: ¿Cómo te sientes?


KEN: ¿ Cómo me siento?
ROTHKO indica las grandes pinturas a su alrededor

ROTHKO: ¿Cómo te hacen sentir?


KEN: Deme un segundo.

KEN se mueve al medio de la habitación y observa todas las pinturas.

ROTHKO: ¿Y?
KEN: Un segundo.

Pausa corta.

KEN: Inquieto.
ROTHKO: ¿Y?
KEN: Pensativo.
ROTHKO: ¿Y?
KEN: Um… Triste.
ROTHKO: Trágico
KEN: Sí.
ROTHKO: Son para un restaurante.
KEN: ¿Qué?
ROTHKO: Son para un restaurante.

ROTHKO sonríe. Lo disfruta.

ROTHKO: Estoy ocupándome de mis cosas cuando el señor Philip Johnson me llama.
¿Conoces a Philip Johnson, el arquitecto de fama mundial?
KEN: No personalmente.
ROTHKO: Claro que no lo conoces personalmente. No conoces a nadie personalmente.
No me interrumpas. El señor Philip Johnson me llama. Está diseñando el nuevo edificio
Seagram en Park Avenue, él y Mies van der Rohe. Estos son nombres para conjurar, ¿o
no? Philip Johnson y Mies van der Rohe, titanes en sus campos, revolucionarios. Juntos
están haciendo un edificio como ningún otro que el mundo haya visto antes, reflejando
las ambiciones doradas no solo de esta ciudad y sus habitantes, sino de toda la
humanidad. En este edificio va a haber un restaurante llamado el Four Seasons, como
el Vivaldi, y en las paredes de este restaurante.

Hace un gesto señalando sus pinturas

Pausa corta.

ROTHKO: (Orgulloso) Treinta y cinco mil dólares me están pagando. Ningún otro pintor
se acerca.

KEN está impresionado. Treinta y cinco mil dólares es una fortuna. Llamémoslo dos
millones de dólares hoy en día.

ROTHKO camina hacia el centro de la habitación, Llenándose de su trabajo.

ROTHKO: Mis primeros murales… Imagínate un friso por toda la habitación, una
narrativa continua que llena las paredes, una a la otra, cada una un capítulo nuevo, una
historia que se despliega, las miras y están allí, ineludibles e inexorables, como la
perdición.
KEN: ¿Estas están terminadas?
ROTHKO: Lo principal en la pintura es pensar. ¿No te enseñaron eso? El diez porciento
es poner la pintura en el lienzo. El resto es esperar.

ROTHKO observa sus pinturas

ROTHKO: Toda mi vida he querido esto, amigo mío: crear un lugar… Un lugar donde el
espectador pudiera vivir en contemplación con el trabajo y darle un poco de la misma
atención y cuidado que yo le doy. Como una capilla… Un lugar de comunión.
KEN: Pero… es un restaurante.
ROTHKO: No… Yo lo haré un templo.

Pausa corta.

ROTHKO se ha perdido en sus pinturas. KEN lo mira por un momento. Luego se dirige al
fonógrafo, lo enciende. Baja la aguja. Empieza a sonar música clásica.

Él estudia a ROTHKO.

ESCENA DOS

ROTHKO está parado observando la pintura central: el público.

Música clásica suena en el fonógrafo. (ROTHKO escuchaba Mozart y Schubert.)

KEN entra. Lleva una bolsa de comida china. Usa ropa de trabajo salpicada de pintura y
pegamento. Han pasado meses y ahora está más cómodo aquí.

ROTHKO reflexiona.

ROTHKO: Rembrandt y Rothko… Rembrandt y Rothko… Rothko y Rembrandt… Rothko


y Rembrandt… Y Turner. Rothko y Rembrandt y Turner… Rothko y Rembrandt y Turner

KEN: Oh, Dios…

Pausa corta

ROTHKO enciende un cigarro.

KEN: Van a cerrar el local de comida china


ROTHKO: Todo lo que vale la pena en la vida llega a su fin. Estamos en el proceso
perpetuo ahora: creación, mutación, cese.
KEN: Hay otro local de comida china en la esquina.
ROTHKO: Los círculos eternos se pulverizan, generaciones mueren, la esperanza se
vuelva árida, pero hay otro local de comida china en la esquina.
KEN: No es muy buena plática.
ROTHKO: Pero es corta.

ROTHKO se le une a KEN. ROTHKO se levanta y come comida china con un tenedor de
forma desastrosa, mientras:

KEN: Fui al museo Moderno anoche, vi la nueva exhibición de Picasso.


ROTHKO: ¿Y?
KEN: No creo que él esté muy preocupado con la muerte de las generaciones.
ROTHKO: No te engañes, niño. Ese hombre -aunque ahora es un charlatán, por supuesto.
Firmando menús por dinero como Dalí, cuando no está haciendo pequeñas vasijas,
también por dinero- ese hombre en su mejor momento entendió el funcionamiento del
tiempo… ¿Dónde está el recibo?

KEN le entrega el recibo

ROTHKO lo coloca en una caja de zapatos llena de recibos mientras continúa sin
detenerse.

ROTHKO: Es trágico, en realidad, volverte superfluo en vida propia. Nosotros


destruimos el cubismo, de Kooning y yo, y Pollock y Barnett Newman y todos los demás.
Lo pisoteamos hasta la muerte. Nadie puede pintar un cuadro cubista hoy en día.
KEN: Eso lo enorgullece. “Pisotear” el cubismo hasta la muerte.
ROTHKO: El hijo debe destruir al padre. Respetarlo, pero matarlo.
KEN: ¿Y disfrutarlo?
ROTHKO: Eso no importa. Solo hay que cargarse de audacia y hacerlo… El coraje en la
pintura no es mirar de frente al lienzo en blanco, es hacerle frente a Manet, hacerle
frente a Velásquez. Lo único que podemos hacer es movernos de lo que estaba allá, a lo
que está aquí, y esperar tener alguna imitación de lo que va a estar aquí. “del pasado, y
de lo que pasa y de lo que vendrá”. Eso es Yeats, a quien seguramente no has leído.
KEN: Bueno, pero Picasso –

ROTHKO prueba otro cartón de comida, sigue comiendo.

ROTHKO: A Picasso le agradezco la enseñanza de que el movimiento lo es todo. El


movimiento es vida. El segundo en que nacemos gritamos, nos enroscamos, nos
retorcemos; vivir es moverse. Sin el movimiento, ¿qué sería de las pinturas?
KEN: ¿Estarían muertas?
ROTHKO: Precisamente… (Hace un gesto señalando sus pinturas) Mira la tensión entre
los bloques de color: la oscuridad y la luz, el rojo y el negro y el marrón. Existen en un
estado de flujo – de movimiento. Se apoyan el uno al otro en el lienzo, de igual manera
se apoyan el uno al otro en tus ojos. Ellos se fluyen, se mueven, cambia, gentilmente
vibrando. Mientras más los mires más se mueven… Flotan en el espacio, respiran…
Movimiento, comunicación, gesto, flujo, interacción; dejarlos trabajar… No están
muertos porque no están estáticos. Se mueven a través del espacio si los dejas, ese
movimiento toma tiempo, por eso son temporales, requieren tiempo.
KEN: Lo demandan, no pueden funcionar sin él.
ROTHKO: Por eso es tan importante para mí crear un espacio. Un espacio donde el
espectador pueda contemplar las pinturas con tiempo, que las deje moverse.
KEN: (emocionado) Ellas necesitan al espectador. No son imágenes figurativas, como un
paisaje tradicional o un retrato.
ROTHKO: Dime por qué.
KEN: Porque ellas cambian, se mueven, vibran. Las imágenes figurativas no cambian;
no requieren la participación activa del espectador. Vas al Louvre a mitad de la noche y
la Monalisa seguirá sonriendo, pero, ¿estas pinturas todavía vibran cuando están solas?
KEN se pierde en sus pensamientos. ROTHKO lo mira, complacido.

KEN: Por eso las mantiene con las luces bajas.


ROTHKO: ¿Por eso?
KEN: Para ayudar a la ilusión. Como un mago. Como una obra de teatro. Mantener el
misterio, dejar que la pintura vibre. Si se encienden las luces brillantes el efecto en el
escenario queda arruinado – repentinamente se vuelve solo un escenario desnudo con
un montón de paredes falsas.

KEN va al interruptor de luz. Enciende todas las luces. Luces fluorescentes feas
chisporrotean enseguida. La habitación pierde su magia.

ROTHKO: ¿ Qué ves?


KEN: Mis ojos se están ajustando… Solo… Blanco.
ROTHKO: ¿En qué te hacen pensar?
KEN: Huesos, esqueletos… Osario… Anemia… Crueldad.

ROTHKO está sorprendido por la respuesta.

ROTHKO: ¿De verdad?


KEN: Es como un quirófano ahora.
ROTHKO: ¿Cómo te hace sentir el blanco?
KEN: ¿Asustado?
ROTHKO: ¿Por qué?
KEN: No importa.
ROTHKO: ¿Por qué?
KEN: Es como la nieve… Afuera de la habitación donde murieron mis padres. Era
invierno. Recuerdo la nieve afuera de la ventana: blanca… (Dirige su atención a las
pinturas) Y las pinturas en esta luz… Son planas. Vulgares… Esta luz las lastima.

ROTHKO apaga las luces fluorescentes. Regresa a la luz normal.


ROTHKO: ¿Ves como las trata?, ¿Lo vulnerables que son?... La gente piensa que yo soy
un controlador: Controlo la luz; controlo la altura de las pinturas; controlo la forma de
la galería… No es ser controlador, es ser protector. Una pintura vive por su compañía. Y
muere por la misma razón. Es un acto de riesgo liberarla al mundo.

KEN bota los cartones de comida y limpia el lugar donde estaban comiendo.
ROTHKO pone un nuevo disco de música clásica. Se mueve a seguir estudiando su pintura
central.
Un golpe mientras cambia el ambiente.

KEN: ¿Alguna vez pinta en exteriores?


ROTHKO: ¿Te refieres en la naturaleza?
KEN: Sí.
ROTHKO: La naturaleza no me funciona. La luz no es buena.

KEN se divierte.

ROTHKO: Todos esos insectos – ¡Arrg! Yo sé que esos pintores al aire libre cantan sin
cesar acerca de la majestuosidad de la luz natural. Ve y revuélcate en la grama, te dicen,
como una vaca. Cuando era joven no conocía algo mejor por eso yo arrastraba todos mis
suplementos afuera y el viento soplaba el papel y el caballete se caía y la pintura se
llenaba de hormigas. Ay… Pero después voy a Roma por primera vez. Voy a la Basílica
de Santa María de Popolo a ver “La Conversión de San Pablo” de Caravaggio, que resulta
que está escondida en una esquina oscura de una pequeña capilla sin luz natural. Como
una cueva. Pero la pintura brillaba. Con un cierto arrebato brillaba. Considera:
Caravaggio fue comisionado para pintar esta obra en este lugar específico, no tenía
opción. Él se detiene en el lugar, mira a su alrededor. Está tan oscuro que parece el
maldito fondo del océano. ¿Cómo va a poder pintar allí? Se dirige a su creador: “Dios,
ayúdame, como pecador indigno que soy, dime, Oh Señor en las Alturas, ¡¿qué carajo
hago ahora?!”
KEN se ríe

ROTHKO: De repente le llega: la chispa divina. Él ilumina la pintura desde adentro. La


pintura vive… Como uno de esos peces bioluminiscente en el fondo del océano, radiando
su propia refulgencia. ¿Entiendes? Caravaggio era…

Se detiene bruscamente.
KEN lo mira.
Pausa corta.
ROTHKO mira a la pintura. Inclina la cabeza. Como si estuviera escuchando, como si
estuviera viendo algo nuevo en la pintura.

ROTHKO: Tráeme el segundo pote de pintura.

KEN, emocionado, le lleva una brocha y un pote de pintura marrón oscura.

KEN: ¿De verdad va a pintar?


ROTHKO: ¡¿Qué demonios crees que he estado haciendo todo este tiempo?!

KEN retrocede. Mira a ROTHKO detenidamente. ROTHKO moja la brocha en la pintura. Él


está listo. Se queda parado. Congelado.
Sus ojos se mueven rápidamente por todo el lienzo. La pintura gotea. KEN está sin aliento.
ROTHKO enfrascado. Inclina su cabeza, estudiando, adjudicando.
Reconsidera el color de la pintura. Necesita algo.

ROTHKO: Dame el negro número cuatro y el primer marrón.

KEN le lleva polvo de pigmento en un frasco viejo.


ROTHKO le da instrucciones, sin apenas moverse. Sus ojos van del frasco al lienzo.
ROTHKO: Una pisca de negro.

KEN agrega un poco de pigmento negro, revuelve cuidadosamente.

ROTHKO: Otra vez la misma cantidad.

KEN agrega un poco más, sigue revolviendo.

ROTHKO: El doble de marrón.

KEN añade pigmento marrón, sigue revolviendo.

ROTHKO no está seguro. Mira la pintura. El momento está pasando. Se desespera.

ROTHKO: (a sí mismo, frustrado) Vamos… Vamos… Vamos… ¿Qué necesita?


KEN: Rojo.
ROTHKO. ¡No estaba hablando contigo!

Pausa corta.
Trágicamente el momento ha pasado para ROTHKO.
Arroja la brocha al suelo. Salpica.
Se a vuelta hacia KEN.

ROTHKO: ¡NO VUELVAS A HACER ESO MÁS NUNCA!

ROTHKO se enfurece. Camina molesto por la habitación.

ROTHKO: ¡¿Con qué derecho te atreves a hablar?! ¡¿Con qué derecho expresas una
opinión de mi trabajo?! ¡¿Quién coño te crees que eres?! ¿Qué has hecho? ¿Qué has
visto?¿Dónde te has ganado el derecho de existir aquí conmigo y estas cosas que no
entiendes? ¡¿”ROJO”?! ¡¿Quieres pintar tú?! Anda, hazlo. Aquí está el rojo.
Torpemente le arroja paquetes de pintura roja a KEN.

ROTHKO: ¡Y Rojo, y rojo, y rojo! – Ni siquiera sé qué significa eso. ¿Qué significa “rojo”?
¿Quieres decir escarlata? ¿Quieres decir carmesí? ¿Quieres decir ciruela, mora,
magenta, borgoña, salmón, carmín. cornalina, coral? ¡Todo menos “rojo”! ¡¿Qué es
“ROJO”?!

ROTHKO se detiene, recupera su aliento, se acomoda.


Pausa corta.
KEN recoge los paquetes de pintura del suelo.
ROTHKO ronda, descontento.
Pausa.

KEN: Quise decir amanecer.


ROTHKO: ¿Amanecer?
KEN: Quise decir el rojo del amanecer… El sentimiento.
ROTHKO: (Burlón) Oh, “El sentimiento”

Pausa corta.
KEN continúa limpiando. Acomodando los potes de pintura y los pinceles.
Pausa corta.

ROTHKO: ¿A qué te refieres con el sentimiento?


KEN: No me refería solamente a la pintura roja. Quise decir la emoción del rojo al
amanecer.
ROTHKO: El amanecer no es rojo.
KEN: Sí lo es.
ROTHKO: Te digo que no lo es.

KEN sigue limpiando.


KEN: El rojo es el latido del corazón. Rojo es la pasión. Rojo es el vino. Rojas son las
rosas. Roja la pintura de labios. Las remolachas. Los Tulipanes. Los pimientos.
ROTHKO: Sangre en las arterias.
KEN: Eso también.

ROTHKO piensa por un momento.

ROTHKO: El óxido en la bicicletas sobre la grama.


KEN: Y manzanas… Y tomates.
ROTHKO: El Bombardeo de Dresde por la noche. El sol de Rousseau, la bandera en
Delacroix, las sábanas de El Greco.
KEN: La nariz de un conejo. Los ojos de un albino. Un periquito.
ROTHKO: Mármol florentino. Flash atómico. Te cortas afeitándote, sangre en el crema
de afeitar.
KEN: Las zapatillas de rubí. El tecnicolor. El teléfono al Kremlin en el escritorio del
Presidente.
ROTHKO: La bandera Rusa, la bandera Nazi, la bandera China.
KEN: Los caquis. Las granadas. El Distrito Rojo. Cinta roja. Rubor.
ROTHKO: Lava. Escorpiones. Escorpiones.
KEN: Luces de parada. Carros deportivos. Rubor.
ROTHKO: Vísceras. Fuego. Fauvistas muertos.
KEN: Luces de tráfico. Pelirrojos.
ROTHKO: Corta tus muñecas. Sangre en el lavamanos.
KEN: Santa Claus.
ROTHKO: Satán.

Pausa corta.

ROTHKO: Entonces… Rojo.


KEN: Exacto.
ROTHKO mira sus pinturas, pensativo.

ROTHKO: ¿Tenemos más cigarros?

KEN busca una caja de cigarros de una gaveta y se la arroja a ROTHKO.


ROTHKO la abra y prende uno, mientras:

ROTHKO: Más que nada, ¿sabes qué?


KEN: ¿Qué?
ROTHKO: La pintura de Matisse, “El Estudio Rojo”, es una pintura de su propio estudio;
las paredes eran rojo brillante, el piso, los muebles, todos rojos, como si el color hubiese
irradiado de él y se hubiese tragado todo lo demás. Cuando el museo Moderno expuso
esa pintura por primera vez yo pasaba horas mirándola. Día tras día yo iba… Puedes
discutir sobre todo lo que hago hoy en día, y puedes trazar las líneas de sangre hasta
esa pintura y esas horas parado ahí, dejando la pintura trabajar, dejándola moverse….
Mientras más la miraba más vibrada a mi alrededor. Estaba completamente saturado.
Me tragó… Esos planos de rojo que él hizo, la energía en tantos bloques de color, tanta
emoción.

Pausa corta.
ROTHKO se siente en el apoyabrazos de una silla vieja, mirando la pintura central.
Cansado y deprimido.
KEN siente el cambio en el humor de ROTHKO.
ROTHKO se quita sus lentes gruesos, los limpia con su camisa, mientras:

ROTHKO: Eso fue hace mucho tiempo.


KEN: Sigue allí.
ROTHKO: Ya no puedo verla.
KEN: ¿Por qué?
ROTHKO: Es muy deprimente.
KEN: ¿Cómo puede ser deprimente tanto rojo?
ROTHKO: Ya no veo el rojo… Incluso en esa pintura, la inmersión total y profunda de
rojo… Está allí. La repisa de una cómoda, justo por encima de la línea central, pintada
de amarillo de todas las malditas cosas. Él la quería inescapable.
KEN: ¿Qué?
ROTHKO: Negro.
KEN: ¿El color negro?
ROTHKO: La cosa negra.

Pausa corta.

ROTHKO: Solo hay una cosa en esta vida que me da miedo, mi amigo… Que un día lo
negro se trague lo rojo.

Se coloca de nuevo los lentes y mira su pintura.

ESCENA DOS

Ken está solo. Está en junto a la cocina, gentilmente calentando y revolviendo un líquido
en una olla. Esa mezcla será la base para el nuevo lienzo.
Una pequeña pintura, envuelta en papel marrón, está guardada sin obstruir, en una
esquina.
Él habla por teléfono mientras revuelve.

KEN: (Al teléfono) …es fácil para ti decirlo, tú no lo conoces… (Mira la pintura envuelta)
…Se la mostraré si creo que es el momento adecuado. Él sabe que yo soy pintor, debe
estarlo esperando… No, no, depende de su humor… ¡No me digas qué hacer! Eres igual
a él…

KEN escucha el sonido de ROTHKO entrando.


KEN: Ya llegó. Después te digo cómo fue todo. Reza por mí.

Cuelga el teléfono.
ROTHKO entra con suplementos para la base. No nota la pintura envuelta.

KEN: Buenos días.


ROTHKO: Buenos días. Traje el otro marrón… Yo me encargo desde aquí, tú termina el
lienzo.

ROTHKO va a la cocina y se encarga de seguir revolviendo. Añade pigmento marrón a la


mezcla. Como preparando un brebaje de bruja, también agrega pegamento, tiza, huevos
crudos y otros pigmentos.
KEN trabaja en estirar y engrapar el lienzo en blanco. Es cuadrado, de aproximadamente
tres metros por tres metros.

ROTHKO: Fui al edificio Seagram anoche, está quedan bastante bien.


KEN: ¿Cómo es el restaurante?
ROTHKO: Sigue en construcción, pero me hicieron recorrer el lugar, para tener una
idea.
KEN: ¿Y?
ROTHKO: Mucha luz natural, como siempre, pero funcionará. Se podrán ver los murales
desde el comedor principal… Hice varios bocetos, después te los mostraré.
KEN: ¿A veces no le preocupa que tal vez ese no sea el lugar adecuado para ellas?
ROTHKO: ¿Cómo no va a ser el lugar adecuado si han sido creadas específicamente para
ese lugar? A veces tu lógica me sorprende.

ROTHKO va al fonógrafo y gira el disco.


KEN mira nuevamente la pintura envuelta. ¿Es este el momento de mostrarle? No. No se
atreve.
ROTHKO coloca un disco de música clásica. Después se regresa a seguir revolviendo.
Pausa corta.
KEN: Leí a Nietzsche. El Nacimiento de La Tragedia como dijo.
ROTHKO: ¿Como yo dije?
KEN: Usted dijo que si quería hablar de Jackson Pollock tenía que leer EL Nacimiento de
la Tragedia.
ROTHKO: ¿Yo dije eso?
KEN: Sí.
ROTHKO: No lo recuerdo. Aunque sí suena como algo que yo diría.
KEN: Entonces, hablando de Pollock
ROTHKO: Primero dime qué te pareció el libro.
KEN: Interesante.
ROTHKO: Es como decir “rojo”. No seas tan enigmático; eres demasiado joven para ser
enigmático.
KEN: Creo saber por qué quería que lo leyera.
ROTHKO: ¿Por qué?
KEN: Porque usted se ve a sí mismo como Apolo y lo ve a él como Dionisio.
ROTHKO: No seas tan banal. Piensa más.

ROTHKO le agrega trementina a la mezcla. Chequea la consistencia al dejarla gotear por


el removedor. Él la quiere delgada. Como un esmalte.
KEN sigue trabajando.

KEN: Dionisio es el dios del vino y del exceso; del movimiento, de la transformación. Ese
es Pollock: salvaje, rebelde, ebrio y desenfrenado. La experiencia pura… Apolo es el dios
del orden, del método, del límite. Ese es Rothko: intelectual, rabínico, sobrio y
moderado. La experiencia pura transformada por la contemplación. Él salpica pintura,
usted la estudia… Él es Dionisio y usted Apolo.
ROTHKO: Tienes razón, pero pierdes el punto completamente.
KEN: ¿Por qué?
ROTHKO: Pierdes la tragedia. El punto es siempre la tragedia.
KEN: Para usted.
ROTHKO: ¿Crees que los seres humanos pueden ser divididos tan perfectamente en
estereotipos de personajes? Tú crees que las múltiples complejidades y matices de la
psique – evolucionando a través de incontables generaciones, pervertidas y dementes
a través neurosis sociales y la angustias personales, moldeadas por la fe y la falta de fe
– pueden ser tan simples? ¿Pollock es emoción y Rothko es intelecto? Te avergüenzas a
ti mismo… Piensa más.

KEN piensa mientras continua trabajando en el lienzo.


ROTHKO continua revolviendo la pintura, ocasionalmente viendo a KEN.
KEN se detiene.

KEN: Tal vez es como sus pinturas.


ROTHKO: Como la mayoría de las cosas. ¿En qué sentido?
KEN: Oscuridad y luz, orden y caos, existiendo en el mismo tiempo y espacio, en el
mismo plano, empujando hacia adelante y hacia atrás… Nosotros también vibramos;
somos sujetos tanto de Apolo como de Dionisio, no el uno o el otro. Nosotros cambiamos
y fluimos, como los colores en sus pinturas, el éxtasis de Dionisio en guerra con la
moderación de Apolo.
ROTHKO: No en guerra.
KEN: ¿No en guerra?
ROTHKO: No es un conflicto, es más bien, una simbiosis.
KEN: Se necesitan el uno al otro. La pasión de Dionisio es enfocada – se hace soportable
– por la voluntad de formar de Apolo. Es más, la única manera de poder soportar la
ferocidad pura de la emoción de Dionisio es porque tenemos el control y la inteligencia
de Apolo, de otra manera la emoción nos abrumaría… Un ir y venir, de mito a mito,
vibrando.
ROTHKO: Y la vida perfecta estaría en perfecto balance entre las dos, eterna en el punto
de apoyo. Pero nuestra tragedia es que nunca podemos lograr ese balance. Existimos –
todos nosotros, por siempre – es un estado perpetuo de disonancia. Buscamos la
emoción pura, pero solo podemos soportarla con la mentira fresca de la razón…
Buscamos capturar lo efímero, el milagro, y ponerlo en un lienzo, deteniendo el tiempo,
pero como un etimólogo que clava una mariposa, muere cuando lo intentamos… Somos
tontos en ese sentido, nosotros los seres humanos tratamos de hacer el rojo negro.
KEN: Pero lo negro siempre está allí, como la repisa en Matisse.
ROTHKO: Como la nieve afuera de la ventana. Nunca desaparece. Una vez que la vemos
no podemos evitar estar constantemente preocupados por ella, por la imitación de
nuestra moral que está (hace un gesto señalando: en todos lados) …Pero continuamos,
agarrándonos de esa pequeña pisca de esperanza – ese rojo – que hace que lo demás
sea soportable.
KEN: O tal vez solo menos insoportable.
ROTHKO: Ese es mi amigo Jackson Pollock. Finalmente era solo insoportable.
KEN: ¿A qué se refiere?
ROTHKO: Su suicidio
KEN: Él no se suicidó.
ROTHKO: ¿No?

KEN piensa mientras continua apretando en lienzo.


ROTHKO no está satisfecho con la música. Cambia el disco por otro de música clásica.
Escucha un momento y regresa a revolver la pintura.

KEN: Jackson Pollock murió en un accidente automovilístico.


ROTHKO: El hombre pasa años embriagándose día tras días. Borracho. Entonces decide
meterse en su carro, un Oldsmobile convertible, y correr por estas pequeñas vías de
tierra como un lunático. Dime qué es eso sino un suicidio perezoso… Créeme cuando yo
me suicide no va a haber duda alguna. Ningún carro misteriosamente destrozado en
una zanja, lo hizo o no lo hizo, me da jaqueca de lo aburrido que es.
KEN: ¿”Cuando” usted se suicide?
ROTHKO: ¿Qué?
KEN: Dijo “cuando me suicide”
ROTHKO: No lo dije.
KEN: Sí lo dijo.
ROTHKO: Escuchaste mal… Déjame decirte una cosa sobre tu héroe, ese hombre
realmente confrontó su tragedia. Fue valiente en la adversidad, se sostuvo como todo
lo que pudo, luego trató de distanciarse de la vida, pero ¿cómo podía? Él es Jackson
Pollock.
KEN: ¿Cuál fue su tragedia?
ROTHKO: Se volvió famoso.
KEN: No sea simplista.
ROTHKO: Su musa desapareció. Él se aburrió de su forma. Se aburrió de él mismo.
Perdió la fe en sus espectadores… Escoge la que quieras. Dejó de creer que existiesen
seres humanos reales que vieran sus pinturas.
KEN: ¿Cómo le pasa eso a un hombre?
ROTHKO: Mejor deberías preguntar que tan ocasionalmente no sucede.
KEN: Quiero decir, él es un artista, está en la revista Life, es joven, famoso, tiene dinero...
ROTHKO: Ese es precisamente el asunto. Aquí tienes a un idiota de Wyoming que sabe
pintar. De repente es un producto. Él es “Jackson Pollock”. Déjame decirte algo, niño,
ese Oldsmobile convertible realmente lo mató. No porque chocó, sino porque existió.
¿Por qué carajo Jackson Pollock tenía un Oldsmobile convertible?
KEN: ¿Entonces los artistas deben morirse de hambre?
ROTHKO: Sí, los artistas deben morirse de hambre. Excepto yo.

KEN sonríe
Ha terminado de trabajar en el lienzo.

KEN: Mire.

ROTHKO se acerca al lienzo. Se detiene frente a él. Lo estudia cuidadosamente, lo rodea.


Busca alguna falla, mientras:

ROTHKO: Te hubiese encantado Jackson. Era todo un bohemio. No había horario de


banquero para él, créeme. Todas las noches la bebedera y la habladera y las peleas y los
bailes y el quedarse despierto hasta tarde; como la idea romántica que todos tienen
sobre cómo debe ser un artista: el anti-Rothko… En su punto más bajo aún lo amabas,
lo amabas porque él amaba tanto su arte… Creía que importaba. Él pensó que la pintura
importaba… ¿el patetismo no detiene tu corazón? ¿cómo no va a acabar en tragedia esa
historia?

Pausa corta.

ROTHKO: Goya decía “tenemos arte para que no desaparezca la verdad”…Pollock vio un
poco de verdad. Pero ya no tenía su arte para que lo protegiera… ¿Quién puede
sobrevivir a eso?

Pausa corta.
ROTHKO emerge de sus pensamientos.
Asiente con la cabeza.
Levantan el lienzo y lo cuelgan en la pared.
ROTHKO lo estudia.
Delicadamente remueve pelusas del lienzo. Lo sopla para quitar residuos de polvo.
Continua estudiando el lienzo.

ROTHKO: Estaba caminando hacia mi casa la semana pasada y pasó una pareja. La
mujer vio por la ventana y dijo “me pregunto quién será dueño de todos esos Rothkos”
…Así de simple, soy un sustantivo. Un Rothko.
KEN: Un producto.
ROTHKO: Un adorno de sala.
KEN: ¿Cómo?

ROTHKO continua estudiando el lienzo. Busca fallas. Se mueve más cerca, se aleja, se
acerca de nuevo. Mueve su cabeza hacia delante y hacia atrás. Adjudicando, mientras:

ROTHKO: Un adorno. Esas pinturas condenadas a convertirse en decoración. ¿Sabes?,


sobre la chimenea en el pent-house. Ellos te dicen: “Necesito algo que vaya con el sofá,
¿entiendes? O algo alegre y brillante para el rincón del comedor, que es anaranjado,
¿tienes algún cuadro anaranjado?, ¿O tostado?, ¿O verde agua? Aquí hay una muestra
de pintura de Sherwin-Williams. ¿Y crees que podrías cortarla para que quepa en el
aparador?”…O aún peor, “Cariño, yo simplemente necesito tener una pintura porque mi
vecina tiene una, esa perra que lo que busca es escalar posiciones en la escalera social,
de hecho, si ella tiene una ¡yo quiero tres!” …O aún peor, “Debo tener una porque el New
York Times me dice que debo tener una – o alguien me dijo que el New York Times dice
que debo tener una, porque quién tiene tiempo para leer hoy en día” …”Oh, no me hagas
mirarla, yo nunca la miro, es muy deprimente” …”Todos esos rectángulos raros, mi hijo
podría hacer eso en el kindergarten, no es más que una estafa, ese hombre es un fraude”
…Y aún así la compran… Es una inversión… Es joder a los vecinos… Es comprar clase…
Es comprar gusto… Va con la lámpara… Es más barata que un Pollock… Es decoración
de interiores… Es cualquier cosa menos lo que es.

Pausa corta.
ROTHKO aparentemente ha aceptado el lienzo.

ROTHKO: Okey-dokey. Vamos a preparar el lienzo.

Trabajan juntos ahora.


Han hecho esto muchas veces, es un ritual bien practicado.
Echan la mezcla de pintura de la olla – la base para el lienzo – en dos potes grandes. La
mezcla es un líquido como esmalte, color ciruela oscuro.
Llevan los potes a cada lado del lienzo de tres metros. Se aseguran que el lienzo está
asegurado.
Preparan las brochas de pintar paredes. ROTHKO mueve la suya rítmicamente por su
mano. Calentando y aflojando las cerdas.
KEN espera. Listo.
ROTHKO mira intensamente al lienzo en blanco.
Una pausa larga mientras roza su brocha por su mano. Pensando.
KEN lo mira. Preparado.
ROTHKO se dirige al fonógrafo, busca entre la pila de discos el que más le gusta, lo coloca.
Baja la aguja, escucha. Levanta la aguja nuevamente. Finalmente encuentra el lugar
exacto en el disco. Baja la aguja nuevamente.
Música clásica emocional suena. Regresa al lienzo. Asiente con la cabeza hacia KEN,
¿Listo?, Listo.
Mojan sus brochas. Se encuentran en lados opuestos del lienzo. KEN se agacha; él hará la
parte inferior del lienzo. ROTHKO se mantiene erguido; él hará la parte superior del lienzo.
KEN espera que ROTHKO comience.
ROTHKO espera por la música. Con garbo teatral, ROTHKO espera el momento exacto en
que la música se vuelva más dramática y entonces –
Empieza a pintar rápidamente. Se mueve rápido.
Con brochazos fuertes y amplios se mueve por la parte superior del lienzo lo más rápido
posible – gestos grandes y horizontales – moviéndose rápidamente para asegurarse que
la capa de pintura esté igual.
KEN hace lo mismo en la parte inferior –
Gotas de la pintura en la brocha de ROTHKO caen y salpican a KEN.
Es como una coreografía, se mueven en sincronía, se acercan y se cruzan, ROTHKO se aleja
torpemente mientras continua pintando para que KEN logre pasar por debajo de él con
gracia mientras continua con la parte inferior.
Una capa leve de pintura salpica y salpica mientras ellos mojan sus brochas y asaltan al
lienzo. Es un trabajo duro, rápido, emocionante. La música continua.
Y ellos terminan. El lienzo blanco es ahora un cuadro parejo de pintura color ciruela
oscuro. ROTHKO da un paso atrás, exhausto. Buscando recuperar el aire. KEN se sienta en
el suelo, también exhausto.
Pausa corta.
ROTHKO enciende un cigarro. Luego apaga el fonógrafo. KEN se levante y se limpia con
una toalla. Después se cambia su camisa manchada de pintura.
Comienza a ordenar todo: guardando los potes de pintura, limpiando el piso, limpiando
las brochas.
ROTHKO estudia el lienzo pintado. Luego retrocede y estudia el lienzo desde el otro lado
del estudio.
ROTHKO: (Meditando) Bien… Bien… Bien… Bien… Creo que funcionará… Adecuado
posiblemente… ¿Qué piensas?
KEN: ¿Se refiere a mí? ¿Quiere que responda?
ROTHKO: ¿Quién más?
KEN: Es… Es un buen color base. Bastante parejo.
ROTHKO: Lo veremos cuando esté seco. Entonces podré empezar a pintar.
KEN: ¿Realmente le importa lo que yo piense?
ROTHKO: En lo absoluto.

KEN sonríe, continua limpiando.


Se detiene abruptamente.
Algo sobre el lienzo recién pintado llama su atención. Lo mita intensamente.
Lágrimas súbitas brotan de sus ojos. La emoción es inesperada.

ROTHKO: ¿Qué?
KEN: Nada…
ROTHKO: ¿Qué pasa?
KEN: Es extraño… Estoy recordando algo… El, um, color… es…
ROTHKO: ¿Qué?
KEN: No importa.
ROTHKO: ¿Qué?
KEN: Sangre seca.. Cuando la sangre se secó se oscureció. En la alfombra.
ROTHKO: ¿Qué alfombra?

KEN trata de olvidar sus pensamientos. Se aleja. Pero se detiene.


No puede controlar la emoción. El lienzo lo atrae nuevamente.

KEN: Es exactamente el mismo color. Cuando la sangre se secó se oscureció, eso me


sorprendió. Recuerdo estar muy sorprendido por eso…
ROTHKO está intrigado.

ROTHKO: ¿Qué le pasó a tus padres?


KEN: No quiero hablar de eso.
ROTHKO: Sí quieres.
KEN: Fueron asesinados.
ROTHKO: ¿Dijiste asesinados?
KEN: Hmm.
ROTHKO: ¿Cuántos años tenías?
KEN: Siete. Fue cuando vivía en Iowa.
ROTHKO: ¿Qué fue lo que pasó?
KEN: Honestamente, no lo recuerdo muy bien.
ROTHKO: Claro que sí.

KEN mira al frente. Perdido en sus pensamientos


Pausa corta.

ROTHKO: ¿Qué ves?

KEN mueve su cabeza.

ROTHKO: ¿Qué ves?

Pausa corta.

KEN: (Reviviendo el momento) Desperté… Y lo primero que vi fue la nieve afuera de mi


ventana. Estaba feliz de que hubiese nevado y era sábado y podría ir a montar mi trineo.
Mi papá me llevaba a montar trineo, a mi y a mi hermana. Pero… pero… No olí nada. Era
extraño. Normalmente mamá estaba levantada preparando el desayuno. Estaba todo
muy callado. Me puse mis pantuflas – eran aquellas Neolite que parecen mocasines. Voy
al pasillo… Ahora todo está muy callado… Y está frío. Hay una ventana abierta en algún
lugar… De repente, veo a mi hermana, está parada en el pasillo, viendo hacia la
habitación de mis padres. La puerta está abierta. Mi hermana… está parada en un charco
de orine. Solo mirando. Sus ojos… Voy hacia la puerta y miro hacia adentro y veo
primero la nieve. Afuera de la ventana, mucha nieve, tal vez todavía pueda ir a montar
trineo. Y después la sangre. La cama está manchada de sangre. Y las paredes. Ellos están
sobre la cama… Fue un cuchillo… Aparentemente fue un cuchillo, me enteré tiempo
después.

Pausa corta.

KEN: Ladrones, me dijeron luego. Al menos dos… Pero en este momento no sé qué
hacer. Solo veo… Yo… No quiero que mi hermana vea más esto. Mi hermana menos… Me
volteo y la empujo fuera del cuarto y cierro la puerta. La manilla de la puerta… Con
sangre… Es roja.

Pausa corta.

KEN: Eso es todo.


ROTHKO: ¿Qué pasó entonces?
KEN: ¿Quiere decir después de eso? Um… Nada, realmente. Fuimos con los vecinos.
Ellos llamaron a la policía.
ROTHKO: ¿ Qué les pasó a ustedes dos?
KEN: El Estado se hizo cargo. Adopción. La gente fue muy buena, de hecho. Nos
mantuvieron juntos. Pero nos movían bastante de un lado a otro. Éramos nómadas…
Ella está casada ahora.
ROTHKO: ¿Nómadas?
KEN: No pertenecíamos… Nunca tuvimos un lugar.
ROTHKO: ¿Encontraron a los culpables?
KEN: No. A veces hago pinturas de ellos.

Pausa corta.
ROTHKO: ¿Haces cuadros de los hombres que asesinaron a tus padres?
KEN: Bueno, de cómo me imagino que lucen.
ROTHKO: ¿Cómo lucen?

Pausa corta.

KEN: Normal.

ROTHKO considera confrontar a KEN de alguna manera, pero no lo hace.


Se aleja, enciende un cigarro.

ROTHKO: Cuando yo era niño en Rusia, vi a los Cosacos asesinar mucha gente y
arrojarlos a pilas de cuerpo… Al menos eso recuerdo, tal vez alguien me lo dijo, o tal vez
estoy siendo dramático, es difícil saber a veces.

KEN está aliviado. ROTHKO ha cambiado el tema. Continua limpiando.

KEN: ¿Cuántos años tenía cuando vino acá?


ROTHKO: Diez. Fuimos a Portland, vivimos en un barrio juntos con muchos otros judíos
habladores. Yo era Marcos Rothkowitz en ese entonces.
KEN: (Sorprendido) ¿Cambió su nombre?
ROTHKO: Mi primer comprador me dijo que tenía muchos pintores judíos en su libro.
Así que Marcos Rothkowitz se convirtió en Mark Rothko. Nadie sabe que soy judío.

KEN sonríe. Continua limpiando.


Pausa.

KEN: ¿Puedo preguntarle algo?


ROTHKO: ¿Puedo detenerte?
KEN: ¿Realmente le asusta lo negro?
ROTHKO: No, lo que me asusta es la ausencia de luz.
KEN: ¿Cómo quedarse ciego?
ROTHKO: Como morir.
KEN: ¿Asocia el color negro con la muerte?
ROTHKO: ¿No lo hace todo el mundo?
KEN: Le pregunto a usted.

A ROTHKO le gusta que KEN está respondiendo.

ROTHKO: Sí, asocio el color negro con la disminución de la fuerza vital.


KEN: ¿lo negro significa decadencia u oscuridad?
ROTHKO: ¿No es así?
KEN: Porque el negro es la falta de rojo, dice.
ROTHKO: Porque negro es lo opuesto a rojo. No en el espectro, sino en la realidad.
KEN: Hablo de la pintura.
ROTHKO: Entonces hablemos de la pintura.
KEN: En sus pinturas el color audaz son los elementos Dionisíacos, mantenidos a raya
por las formas geométricas, el elemento Apolonio. Los colores brillantes son la pasión,
la fuerza de voluntad para sobrevivir – su fuerza vital. Pero si lo negro se traga los
colores brillantes se pierde el exceso y la extravagancia, ¿qué le queda?
ROTHKO: Continua. Estoy fascinado conmigo mismo.
KEN: (Inmutable) Se pierde el color y hay orden sin contenido. Tiene matemáticas sin
números… cajas vacías, nada más.
ROTHKO: Y créeme, mientras más envejeces los colores son más difíciles que mantener.
La paleta se desvanece y corremos para atraparla antes de que desaparezca por
completo.
KEN: Pero…

Se detiene.

ROTHKO: ¿Qué?
KEN: No importa.
ROTHKO: ¿Qué?
KEN: Se va a molestar.
ROTHKO: ¿Yo?
KEN: Sí, lo hará.
ROTHKO: ¿Y?
KEN: Solo pienso… Es un poco sentimental relacionar lo negro con la muerte. Me parece
una noción anticuada. Un poco romántica.
ROTHKO: ¿Romántica?
KEN: Quiero decir… poco honesta.
ROTHKO: ¿En serio?
KEN: En la realidad ambos sabemos que el negro es una herramienta, como el ocre o el
magenta. No tiene efecto. Verlo como algo malévolo es una extraña forma
antropomórfica cromática.
ROTHKO: ¿Eso crees? ¿Y qué me dices de asociar el blanco con la muerte; como la nieve?
KEN: Eso es diferente. Es una reacción personal. No estoy construyendo toda una
sensibilidad artística de eso.
ROTHKO: Tal vez deberías.

Se empiezan a molestar.

KEN: No pienso que…


ROTHKO: Usa tu propia vida, ¿no?
KEN: No es lo que quise…
ROTHKO: A menos que te de miedo.
KEN: No me da miedo.
ROTHKO: Sumérgete en el blanco.
KEN: No me da miedo, es autoindulgente.
ROTHKO: Si tú lo dices.
KEN: No todo el arte debe ser un psicodrama.
ROTHKO: ¿No debe?
KEN: No.
ROTHKO: Tú haces cuadros de los hombres que asesinaron a tus padres.
KEN: No es todo lo que pinto.
ROTHKO: Tal vez debería serlo. Así entenderías lo que significa el negro.
KEN: Volvemos a lo mismo.
ROTHKO: Siempre.
KEN: Al menos relacionar el blanco con la muerte no es tan predecible.
ROTHKO: ¿Ahora soy predecible?
KEN: Un poco.
ROTHKO: Deshonesto y predecible.
KEN: Vamos, al envejecer el pintor comienza a dejar que el color negro influya en su
trabajo, entonces la dimensión de cliché va, está deprimido, le teme a la muerte, está
perdiendo su toque, está perdiendo relevancia, se está despidiendo.
ROTHKO: Eso es un cliché excepto cuando no lo es.
KEN: Pero no es cierto.
ROTHKO: ¿Ahora conoces la verdad?
KEN: Mire a Van Gogh; sus últimas pinturas eran color puro. Él sale al mundo y pinta
los amarillos y azules más extasiados conocidos por el hombre – después se dispara…
O Matisse, sus últimos trabajos eran grandes golpes de colores primarios.
ROTHKO: Admiras esos colores.
KEN: Absolutamente.
ROTHKO: ¿Por qué?
KEN: Bueno, Matisse… Estaba muriendo, él lo sabía, pero aún así seguía siendo Matisse.
Cuando estaba muy enfermo para sostener un pincel usaba tijeras, cortando papel y
haciendo collages. Nunca se rindió. En su lecho de muerte seguía organizando patrones
de colores en el techo. Tenía que seguir siendo quien era.
ROTHKO: ¡Y me dices a mí romántico! ¿No puedes hacer algo mejor que eso?

Se molesta, continua en tono burlón:


ROTHKO: Matisse, el Héroe Moribundo, luchando, con su último insignificante aliento,
de crear esa obra maestra final… Y Jackson Pollock la Hermosa Juventud Condenada,
muriendo como Chatterton en su clásica Pieta-pose… Y Van Gogh, por supuesto Van
Gogh, sacado a relucir en toda ocasión, el símbolo ubicuo para todo, Van Gogh el Mártir
Malentendido… Insultas a todos esos hombres reduciéndolos a tu propio estereotipo
adolescente. Lidia con ellos, sí. Discute con ellos, siempre. Pero nunca pienses que los
entiendes. No creas que lo has capturado. Ellos van más allá de ti.

Se aleja. Se detiene.

ROTHKO: Pasa toda una vida con ellos y tal vez logres obtener un momento de
revelación en su pintura… Hasta ese entonces, permíteles su grandeza en silencio.

ROTHKO regresa a estudiar su pintura central.

ROTHKO: El silencio es lo adecuado.

ROTHKO no nota a KEN.


KEN continua limpiando por un momento. Se detiene, mira su pintura envuelta en papel
marrón. Mira a ROTHKO.
Recoge su pintura del piso y sale rápidamente del estudio. Regresa sin la pintura.

KEN: Necesitamos más café. ¿Le importa si voy?


ROTHKO: Adelante.

KEN busca dinero en un lata de café donde ellos guardan el sencillo.


Comienza a irse.
ROTHKO lo detiene:

ROTHKO: Espera.
ROTHKO lo mira.

ROTHKO: En la Galería Nacional de Londres hay un cuadro de Rembrandt llamado “El


Festín de Baltazar”…Es una historia del viejo Testamento del libro de Daniel: Baltazar
el Rey de Babilonia está dando un festín blasfemo, así que una mano divina aparece y
escribe una frase en Hebreo en la pared como una advertencia… En la pintura las
palabras vibran del oscuro cuadro como algo milagroso. EL Hebreo de Rembrandt era
atroz, como puedes imaginarte, pero escribió “Mene, Mene, Tekel, Upharsin”…”Has sido
pesado en la balanza y hallado falto de peso”

Pausa corta.

ROTHKO: Para mi, eso es lo negro… ¿Y para ti?

Pausa corta.

ESCENA CUATRO

KEN está solo, construye el marco de madera de un lienzo. Él es buen carpintero.


Un disco de Chet Baker suena en el fonógrafo.
Él trabaja en silencio.
Pausa corta.
El sonido de la puerta cerrándose de golpe se escucha desde el vestíbulo. Lo sorprende.
ROTHKO entra molesto, quitándose el abrigo y el sombrero.

ROTHKO: ¡ESTÁN TRATANDO DE MATARME! Te juro que están tratando de matarme.


¡Esos insectos prosaicos! ¡Esos presuntuosos, arribistas, HIJOS DE PUTA! – En la mismas
malditas paredes donde guindan mis obras. ¡¿Aprecias eso?! ¡Mi galería! ¡Mis paredes!
Contaminadas más allá de la sanidad, de la higiene, como el East River, atragantado de
basura, todas esas aguas residuales superficiales y sin significados, ahí en los muros. El
mismo espacio sagrado de de Kooning y Motherwell y Smith y Newman y Pollock y…
Se detiene.

ROTHKO: ¿Qué es esa música?


KEN: Chet Baker.
ROTHKO: Y yo que pensaba que mi día no podía empeorar.
KEN: Es jazz.
ROTHKO: Como si me importara. Cuando tú pagues el alquiler, puedes escoger los
discos.

KEN quita el disco. ROTHKO molesto.


Pausa corta.

KEN: Y… ¿Le gustó la exposición?

ROTHKO no le parece divertida la pregunta.


Enciende un cigarro.

ROTHKO: (Serio) Estos artistas jóvenes quieren matarme.


KEN: Eso es un poco extremo.
ROTHKO: Pero no es incorrecto.
KEN: ¿Cree que Jasper Johns está tratando de asesinarlo?
ROTHKO: Sí.
KEN: ¿Y Frank Stella?
ROTHKO: Sí.
KEN: ¿Y Robert Rauschenberg?
ROTHKO: Sí.
KEN: ¿Y Roy Lichtenstein?
ROTHKO: ¿Quién es ese?
KEN: El de las historietas.
ROTHKO: Sí.
Pausa corta. Después el golpe de gracia.

KEN: ¿Y Andy Warhol?


ROTHKO no responde.

KEN: Suena como un hombre viejo.


ROTHKO: Soy un hombre viejo.
KEN: No tan viejo.
ROTHKO: Hoy, soy viejo.
KEN: SI usted lo dices.

KEN regresa a trabajar en el marco. ROTHKO se sirve whiskey.

ROTHKO: Mi punto es… La gente como yo… Mis contemporáneos, mis colegas… Esos
pintores que se criaron conmigo. Todos teníamos una cosa en común… Entendíamos la
importancia de la seriedad.

Pausa corta.

KEN: Usted es muy serio.


ROTHKO: ¿Cómo?
KEN: Ya me oyó.

ROTHKO se da vuelta y se le acerca a KEN. Ese tono de reto es nuevo en KEN.

ROTHKO: ¿Cómo me dijiste?


KEN: ¿Quién es usted para asumir que ellos no son serios?
ROTHKO: Mira su trabajo.
KEN: Lo he hecho.
ROTHKO: No como generalmente miras las cosas, como un estudiante ansioso…
KEN: Lo he hecho.
ROTHKO: ¿Y qué ves?
KEN: No importa.
ROTHKO: No, tú las has mirado. Entonces, ¿qué ves?
KEN: Este momento, el ahora.
ROTHKO: ¿En todas esas banderas y comics y latas de sopa?
KEN: Este momento, el ahora, y tal vez un poco del mañana.
ROTHKO: ¿Y eso te parece buena?
KEN: No es bueno ni malo, es lo que la gente quiere.
ROTHKO: Exactamente mi punto.
KEN: ¿El arte no debería ser popular entonces?
ROTHKO: No debería ser solamente popular.
KEN: Tal vez no le guste, pero hoy en día el mismo número de gente es conmovida por
Frank Stella y por Mark Rothko.
ROTHKO: Eso es una tontería.
KEN: No me parece.
ROTHKO: ¿Sabes cuál es el problema con esos pintores? Es exactamente lo que dijiste:
ellos pintan este momento, el ahora. Y eso es todo. No es más sino el espíritu de la época,
arte completamente temporal, completamente desechable, como un Kleenex, como…
KEN: Como una lata de sopa, como un libros de historietas…
ROTHKO: ¿Realmente crees que Andy Warhol va a estar exhibido en museos dentro de
cien años? ¿Junto a Bruegel y Vermeer?
KEN: Está siendo exhibido junto a Rothko en este momento.
ROTHKO: Porque esos malditos dueños de las galerías harán cualquier cosa por dinero
– complacen cualquier gusto extraño. Eso es negocio, jovencito, no arte.
KEN: ¿Nunca se cansa de decirle a la gente qué es el arte?
ROTHKO: No, nunca. Hasta que escuchen. ¿Me vas a decir tú? Jódete.
KEN: Solo estás molesto porque los Bárbaros están en la entrada. Y, figúrate tú, a la
gente le gustan esos Bárbaros.
ROTHKO: Por supuesto que le gustan. Ese es el maldito punto. ¿Tú sabes lo que a la
gente le gusta? Colores brillantes y felices. Quieren que todo sea lindo. Quieren que las
cosas seas hermosas - Jesucristo, cuando alguien me diga que una de mis pinturas es
“hermosa” vomitaré.
KEN: ¿Qué tiene de malo…?
ROTHKO: (Explota) “Lindo”, “Hermoso”, “Bonito”, “Bien”. Esa es nuestra vida ahora.
Todo está “bien”. Nos ponemos las narices graciosas y lentes y nos resbalamos con una
concha de cambur y la televisión hace todo feliz y todo el mundo se está riendo todo el
tiempo, maldita sea, todo es tan gracioso siempre, es nuestro derecho constitucional
para estar entretenidos todos el tiempo, ¿no es así? Somos la nación de la mueca,
viviendo bajo la tiranía de “bien”. ¿Cómo está? Bien. ¿Cómo estuvo tu día? Bien. ¿Cómo
te sientes? Bien. ¿Te gustó la pintura? Bien. ¿Quieres algo de comer? Bien… Bueno,
déjame decirte, no todo está bien.

ROTHKO se da vuelta y mira a sus pinturas.

ROTHKO: ¿CÓMO ESTÁS? …¿CÓMO ESTUVO TU DÍA? …¿CÓMO TE SIENTES? Conflictivo,


enfermo, perturbado, condenado. Yo no estoy bien. Nosotros no estamos bien. Lo
menos que estamos es bien… Mira estas pinturas. ¡Míralas! ¿Ves los rectángulos, como
un pasadizo, un apertura? Sí, pero también es una boca abierta dejando salir un aullido
silencioso de algo salvaje y primitivo y REAL. No bonito, no bien. Real. Un gemido de
éxtasis.. algo divino o maldito. Algo inmoral, nada de libros de historietas ni latas de
sopa, algo que va más allá de mi y del ahora. Y, sea lo que sea, no es bonito y no está
bien… (Agarra a KEN por la camisa al nivel del corazón) …YO ESTOY AQUÍ PARA
DETENER TU CORAZÓN, ¿ENTIENDES? …(Golpea la frente de KEN) – ¡ESTOY AQUÍ
PARA HACERTE PENSAR… NO ESTOY AQUÍ PARA HACER IMÁGENES BONITAS!

Pausa larga.
ROTHKO desequilibrado trata de recuperar su equilibrio.
KEN no se ha movido.

KEN: Lo mismo dijeron los cubistas, el segundo antes de que los pisotearas hasta la
muerte.
ROTHKO se detiene. Lo mira.

KEN: “Es trágico, en realidad, volverse superfluo en tu propia vida”… ¿No?... “El hijo
debe destruir al padre. Respetarlo, pero matarlo” …¿No fue eso lo que dijiste? …Ustedes
fueron tras los cubistas y surrealistas y, vaya que lo disfrutaron. Y ahora tu tiempo ha
llegado y no quieres irte. Bueno, la puerta de salida a mano izquierda, Rothko. Porque
el Arte Pop ha desterrado el Expresionismo Abstracto. Solo le pido a Dios que ellos
tengan espíritus más generosos que tú, y te permitan conservar tu dignidad mientras
te vas.

KEN mira alrededor a las pinturas

KEN: Considera este: El último suspiro de una raza en extinción ... Futilidad.

Pausa corta.

KEN: No te preocupes; siempre puedes firmar menús por dinero.


ROTHKO: ¿Cómo te atreves?
KEN: ¿Sabes dónde vivo?
ROTHKO: (Confundido) ¿Qué?
KEN: ¿Sabes dónde vivo? ¿En qué parte?
ROTHKO: No…
KEN: ¿Al norte?, ¿En el Centro?, ¿En Brooklyn?
ROTHKO: No…
KEN: ¿Sabes si estoy casado?
ROTHKO: ¿Qué?
KEN: ¿Sabes si estoy casado? ¿Si estoy saliendo con alguien? ¿Si soy maricón? ¿Algo?
ROTHKO: No. ¿por qué debería…?
KEN: Dos años he estado trabajando aquí. Ocho horas al día, cinco días a la semana y no
sabes nada de mi. ¿Alguna vez me invitaste a cenar?¿Tal vez ir a tu casa?
ROTHKO: ¿Y qué si…?
KEN: Sabes que soy pintor, ¿no?
ROTHKO: Supongo.
KEN: No, respóndeme, ¿sabes que soy pintor?
ROTHKO: Sí.
KEN: ¿Alguna vez me pediste ver mi trabajo?
ROTHKO: ¿Por qué debería?
KEN: ¿Por qué deberías?
ROTHKO: Eres un empleado. Esto se trata de mi. Todo se trata de mi. Si no te gusta;
vete… ¿Eso es lo que pasa? ¿El bebé se siente herido porque papi no le dio una palmada
en la espalda? ¿mami no te abrazó hoy?
KEN: Basta…
ROTHKO: No me culpes a mi. Yo no los maté.
KEN: ¡Basta!
ROTHKO: Ve a buscar un psiquiatra y deja que quejarte de tus problemas conmigo, eres
tan necesitado que me aburre…
KEN: (Explota) ¡¿Te aburre?! ¡¿ TE ABURRE?! – Jesucristo, ¡trata trabajar para ti para
ganarte la vida! La habladera, la habladera, ¿Dios-santo-este-hombre-no-se-va-a-callar-
nunca? Una auto-absorción de proporciones titánicas. Tú te paras ahí tratando de
parecer tan profundo cuando, en realidad, no eres más que un abusador solipsista con
tu grandiosa importancia por ti mismo y tus lecciones y tus arias y tu vamos-a-ver-el-
maldito-lienzo-una-semana-más-no-vamos-a-pintar-solo-vamos-a-ver. Y la pretensión,
Dios Santo, la pretensión. No puedo imaginar ningún otro artista en la historia del arte
que haya tratado tan fuertemente de ser ¡SIGNIFICANTE!

KEN camina alrededor molesto.

KEN: ¿Sabes?, ¡no todo tiene que ser tan IMPORTANTE todo el tiempo, maldita sea! No
todas las pinturas deben rasgar tus entrañas y exponer tu alma. No todo el mundo
quiere arte que realmente DUELA. A veces uno quiere una maldita foto de un paisaje o
una lata de sopa o un libro de historietas. Algo que, tal vez, aprenderías si alguna vez te
atrevieras a dejar tu maldito submarino herméticamente sellado, con todas las ventanas
cerradas sin luz natural. ¡PORQUE LA LUZ NATURAL NO ES LO SUFICIENTEMENTE
BUENA PARA TI!

ROTHKO enciende un cigarro. Continua viendo a KEN.

KEN: Pero entonces nada es lo suficientemente bueno para ti. Ni siquiera las personas
que compran tus pinturas. Los museos son solo mausoleos, las galerías de arte son
administradas por chulos y estafadores, los colectores de arte son solo seres vacíos
preocupados por subir en la escalera social. Entonces, ¿quién es lo suficientemente
bueno para tu arte? ¿Alguien?

KEN se detiene, se da cuenta.

KEN: O tal vez la pregunta es: ¿quién es lo suficientemente bueno como para ver tu arte?
…¿Es posible que nadie sea merecedor de ver tus pinturas? …Eso es, ¿no es así? …”Todos
hemos sido pesados en la balanza y hallados faltos de peso”.

Se acerca a ROTHKO.

KEN: Dices que pasas la vida buscando “seres humanos” reales, gente que pueda ver tus
pinturas con compasión. Pero en tu corazón ya no crees que esa gente exista… Pierdes
la fe… Pierdes la esperanza… Lo negro se traga lo rojo.

Pausa corta.
KEN está parado en frente de ROTHKO.

KEN: Amigo mío, no creo que reconocerías a un verdadero ser humano aunque
estuviese parado justo frente a ti.

Pausa.
La mirada intransigente de ROTHKO inquieta a KEN que empieza a decaer. Se aleja.
KEN: No importa.
ROTHKO: ¡No te rindas tan fácilmente!
KEN: No es un juego.
ROTHKO: Aunque tienes un buen punto, pero no es el que tú crees.
KEN: Naturalmente.
ROTHKO: Sí me deprimo cuando pienso en cómo van a ser vistas mis pinturas. Si los
espectadores serán crueles. Vender una pintura es como enviar a un hijo ciego a una
habitación llena de hojillas. Saldrá herido y nunca ha sido herido antes, no conoce lo
que es el dolor.

Mira a su alrededor.

ROTHKO: Por eso quiero hacer algo diferente con estas. De esa manera serán menos
vulnerables, más robustas, algunos tonos de tierra, incluso para darles fuerza. Y no
están solas. Son una serie, siempre se tendrán las unas a las otras para hacerse
compañía y protegerse… Y más importante aún, serán enviadas a un lugar creado solo
para ellas. Un lugar de reflexión de seguridad…

KEN: Un lugar de contemplación…


ROTHKO: Sí…
KEN: Un lugar sin distracciones…
ROTHKO: Sí…
KEN: Un lugar sagrado…
ROTHKO: Sí…
KEN: Una capilla…
ROTHKO: Sí…
KEN: Como el restaurante del Four Seasons…

ROTHKO se detiene.
KEN sacuda su cabeza.
KEN: Al menos Andy Warhol entiende el chiste.
ROTHKO: No, tú no entiendes…
KEN: Es un restaurante de lujo en un gran edificio que pertenece a una gran
corporación. ¿Qué es lo que no entiendo?
ROTHKO: No entiendes mi intención…
KEN: Tu intención es inmaterial. A menos que te vayas a parar ahí por el resto de tu vida
junto a tus pinturas dando charlas – cosa que probablemente disfrutarías. El arte debe
hablar por sí misma, ¿no es así?
ROTHKO: Sí, pero…
KEN: Admite tu hipocresía: El Gran Sacerdote del Arte Moderno está pintando un mural
para el Templo del Consumismo. Tu te enfrentas a la comercialización del arte, pero,
amigo, estás tomando el dinero.
ROTHKO: Yo...
KEN: Claro, puedes engañarte a ti mismo y decir que estás creando un lugar sagrado de
asombro contemplativo, pero en realidad estás decorando otro comedor para los super-
ricos y estas cosas… (Hace un gesto señalando los murales) no son más que los adornos
de sala más caros del mundo.

Las palabras hieren a ROTHKO.


Pausa corta.

ROTHKO: ¿Por qué crees que tomé esa comisión?


KEN: Apelaba a tu vanidad.
ROTHKO: ¿Cómo así?
KEN: Pudieron haberle dicho a de Kooning, y te quisieron a ti… Es la más extravagante
comisión para un mural desde la Capilla Sixtina.
ROTHKO: ¿Lo habrías rechazado?
KEN: En un segundo.
ROTHKO: Es fácil para ti decirlo.
KEN: ¿Sabes lo que es? Es tu Oldsmobile convertible… Vamos, no necesitas el dinero. No
necesitas la publicidad. ¿Por qué convertirse en un hipócrita para la Corporación
Seagram?
ROTHKO: No entré en esto caprichosamente, sabes. Lo pensé bastante.
KEN: Sí, bastante.
ROTHKO: Y claro que apelaba a mi vanidad, soy un ser humano también. Pero igual
titubeé… Los mismos pensamientos: ¿es corrupto? ¿es inmoral? ¿ satisfaciendo los
gustos de la burguesía? ¿Debería hacerlo? …Todavía pienso en cómo se verán los
murales cuando me vaya de viaje a Europa. Estuve en Florencia, en la Biblioteca
Medicea de Miguel Ángel. ¿Alguna vez has ido?
KEN: No.
ROTHKO: Cuando vayas asegúrate de buscar una escalera escondida. A un pequeño
vestíbulo, parece una bóveda de lo estrecho que es, pero tiene tres pisos. Miguel Ángel
aceptaba su claustrofobia y creó puertas falsas y ventanas a lo largo de las paredes,
rectángulos en ricos colores rojo y marrón… Bien, eso es… Consiguió el sentimiento que
yo busca generar en el Four Seasons. Él hace que el espectador se vea atrapado en una
habitación donde todas las puertas y las ventadas están selladas por ladrillos, y lo único
que queda hacer es golpear la cabeza contra los muros por siempre.

Mira a KEN.

ROTHKO: Yo sé que ese lugar es donde los bastardos más ricos de Nueva York irá a
llenar sus bocas y a presumir… Y espero arruinarle el apetito a cada hijo de puta que
coma allí.
KEN: ¿Le mencionaste eso a la gente de Seagram?
ROTHKO: Sería un cumplido si decidieran rechazar mis pinturas. Pero no lo harán.

KEN piensa al respecto.


Pausa corta.

ROTHKO: ¿Quieres un trago?


KEN: (Sorprendido) Claro.

ROTHKO sirve dos vasos de whiskey. Le da uno a KEN.


Pausa corta.

KEN: No lo sé…
ROTHKO: ¿Qué?
KEN: No sé si te creo.
ROTHKO: ¿Acerca de qué?
KEN: (Refiriéndose a los murales) Ellas – Este intento malicioso tuyo. El viejo león aún
ruge, aún trata de provocar, de ser relevante, de darle con todo a la burguesía. No encaja.
ROTHKO: ¿Muy romántico para ti?
KEN: Muy cruel para ellas. Tus pinturas no son armas. Nunca le harías eso a ellas, nunca
las reducirías de esa manera. Tal vez empezaste la comisión pensando en eso pero…
Después ocurrió el arte… No pudiste evitarlo, es lo que haces. Estás atrapado. Te has
pintado hasta llegar a una esquina sin salida, perdona la expresión.

KEN se aleja.
ROTHKO continua inseguro.

ROTHKO: No estás equivocado.

KEN no responde.

ROTHKO: Su poder trascenderá su situación. Trabajando juntas, moviéndose al ritmo,


susurrándose las unas a las otras, igual crearán el espacio.

Sus palabras suenan vacías.

ROTHKO: ¿Crees que me engaño a mi mismo?


KEN no responde.

ROTHKO: ¿Crees que es un acto de un monumental autoengaño? Respóndeme.

ROTHKO mira a KEN.

ROTHKO: Respóndeme.
KEN: Sí.

ROTHKO continua mirando a KEN.


Pausa corta.

KEN: Estoy despedido, ¿verdad?


ROTHKO: ¿Despedido? …Esta ha sido la primera vez que has existido.

ROTHKO termina su trago. Agarra su abrigo y sombrero.

ROTHKO: Nos vemos mañana.

Sale. Un golpe mientras KEN se queda de pie, mistificado. Después se mueve a la pintura
central. Se detiene enfrente, con el vaso de whiskey en la mano, inclina la cabeza. Muy
estilo ROTHKO.

ESCENA CINCO

La habitación en penumbra. Música clásica suena estrepitosamente del fonógrafo.


ROTHKO está tirado en el suelo, mirando la pintura central.
Hay una botella de whiskey y un pote de pintura roja junto a él. Ha estado bebiendo por
un largo tiempo, pero no está ebrio. Casi no se puede ver en la oscuridad.
Un golpe largo. Entra KEN.
KEN: (Por encima de la música) ¿PUEDO BAJAR LA MÚSICA?

ROTHKO no responde. KEN baja el volumen. Enciende algunas luces. Se detiene. Una visión
sorpresiva. La mano de ROTHKO y su brazo gotean de rojo. Es pintura, pero parece sangre.
KEN piensa que se ha cortado las venas.

KEN: ¡Dios Santo!

Corre hasta ROTHKO.

KEN: ¿Qué has hecho?... (Se da cuenta que es pintura)… Oh, Cristo, ¡es pintura!
ROTHKO: Iba a trabajar.
KEN: Obviamente… Jesucristo… ¿Quieres una toalla o algo? ¿Tal vez un pincel?

KEN busca un tobo con agua. Limpia las manos de ROTHKO.


Pausa corta.

ROTHKO: Fui ayer.


KEN: ¿Qué?
ROTHKO: Al Four Seasons.
KEN: AH.
ROTHKO: Después de nuestra “charla”… Fui anoche. Para cenar.
KEN: Ah.
ROTHKO: Ha estado abierto por un par de semanas, así que pensé que debería ir a echar
un vistazo.
KEN: ¿…Y?

ROTHKO se levanta. Mira al frente, inquieto. Perdido en sus pensamientos.


Pausa corta.

KEN: ¿Qué ves?


ROTHKO mueve su cabeza.

KEN: ¿Qué ves?

Pausa corta.

ROTHKO: (Revelando) Llegas por la calle 53… Subes unas escaleras hasta el
restaurante… Escuchas la habitación antes de verla. Tintineo de vasos, cubiertos, voces,
callado aquí, pero aumenta a medida que te acercas, es un sonido desesperado, como
una alegría forzada a punta de pistola… Entras, te siente mal vestido, te sientes gordo,
te sientes muy judío para el lugar, maldita sea. Das tu nombre. La anfitriona bonita te
mira de una manera, como diciendo: “Sé quién eres y no me impresiona, recibimos
muchos millonarios aquí, amigo, por lo que me importa tú podrías ser cualquier idiota
que pinta marionetas en Tijuana”. Ella chasquea los dedos, llega el Maitre D, que a su
vez chasquea los dedos por el capitán, que chasquea sus dedos por el mesonero
principal, quien te lleva, a través de la gente hasta tu mesa. Las cabezas giran de un lado
a otro, todo el mundo mira a su alrededor, como depredadores - ¿quién eres?, ¿cuánto
vales?, ¿debo temerte?, ¿debo adquirirte?... El chico del vino se acerca, habla francés, te
sientes inadecuado, obviamente no entiendes nada, a él no le importa. Haces el ridículo
al ordenar algo caro para impresionar al chico del vino. Él se aleja, sin impresionarse.
Miras a tu alrededor. Todos los demás parecen pertenecer al lugar: hombres de elegante
cabello gris, mujeres con capas y guantes. Alguien más en uniforme te trae el menú. Son
cosas que nunca has escuchado en tu vida: cochinillo bajo vidrio, huevo de codorniz en
gelatina. Estás perdido. Y de repente… No puedes evitarlo, empiezas a oír lo que las
demás personas dicen… Que es lo peor de todo…

ROTHKO se acomoda.
Parado allí, inestable. Es inquietante: la pintura roja que gotea realmente parece sangre.
ROTHKO: Las voces… Es el parloteo de los monos y los ladridos de los chacales. Es
inhumano… Y todo el mundo es inteligente, y todos se ríen y todos invierten en esto o
en aquello, y todos están en la junta de alguna organización caritativa, y todos se van de
viajes a tal lugar y nadie mira nada y nadie piensa en nada, lo único que hacen es
parlotear y ladrar y comer, y los cuchillos y tenedores hacen clic y clac, y las palabras
cortan y los dientes chasquean y gruñen.

Pausa corta.
Abre los brazos observando sus pinturas.

ROTHKO: Y en ese lugar – allí – vivirán mis pinturas por toda la eternidad.

Pausa corta.
Finalmente mira a KEN.

ROTHKO: Me pregunto… ¿Crees que algún día me perdonen?


KEN: Solo son pinturas.

KEN lo mira. Es como un reto. ROTHKO mantiene la mirada.


Pausa.
ROTHKO llega a una decisión. Se molesta. Asiente. Se dirige a la repisa repleta de objetos
y encuentra un teléfono.

ROTHKO: (Refiriéndose al fonógrafo) Apaga eso, ¿quieres?

KEN apaga el fonógrafo mientras ROTHKO marca el teléfono.

ROTHKO: (Al teléfono) El Señor Philip Johnson, por favor. Es Mark Rothko en la línea…
(espera, entonces) …Philip, es Rothko. Escucha, fui al restaurante anoche y déjame
decirte, cualquiera que coma ese tipo de comida por esa cantidad de dinero en ese tipo
de lugar nunca mirará una pintura mía. Te enviaré el dinero de regreso y me quedaré
con mis pinturas. Sin ofender. Así es como funcionan las cosas. Buena suerte con todo,
amigo.

Cuelga el teléfono contento.

KEN: (Orgulloso) Ahora… Ahora eres Mark Rothko.


ROTHKO: Pero más pobre.
KEN: Tener dinero no te hace rico.
ROTHKO: Pero a veces ayuda.
KEN: Bueno, este un día para los libros, tendremos que…
ROTHKO: Estás despedido.

KEN se detiene.

KEN: ¿Qué?
ROTHKO: Estás despedido.

Pausa corta.
KEN lo mira fijamente, no lo puede creer.

KEN: ¿Por qué?

ROTHKO se ocupa organizando algo.

ROTHKO: No importa.
KEN: Sí importa.
ROTHKO: Escribe tu dirección, te enviaré tu último cheque.
KEN: Me debes una explicación.
ROTHKO: No te debo nada…

KEN insiste. ROTHKO trata de evitarlo. El conflicto crece.


KEN: ¿Dos años y esperas que me vaya como si nada?
ROTHKO: ¿Quieres una fiesta de retiro?
KEN: Quiero una razón.
ROTHKO: No es de tu incumbencia.
KEN: Quiero una razón.
ROTHKO: Mira, estás muy necesitado, maldita sea. ¿Entiendes? Yo no necesito eso. No
necesito tu necesidad. Desde que tienes siete años estás buscando un hogar – bueno,
este no lo es, y yo no soy tu padre. Tu padre está muerto, ¿recuerdas? Lo lamento, pero
es lo que es.

KEN no está disuadido.

KEN: Vamos, Doctor Freud. Puedes hacerlo mejor que eso. ¿Por qué?
ROTHKO: Ya te dije.
KEN: ¿Por qué?
ROTHKO: Porque no necesito un asistente.
KEN: Mentira.
ROTHKO: Porque hablas demasiado.
KEN: Tú también.
ROTHKO: Porque tienes mal gusto.
KEN: Mentira.
ROTHKO: Porque estoy harto de ti.
KEN: Mentira.

ROTHKO le da vuelta y señala hacia fuera.

ROTHKO: ¡Porque tu vida está allí afuera!

Pausa corta.
ROTHKO: Escucha, niño, tú no necesitas pasar más tiempo conmigo. Necesitas
encontrar tus contemporáneos y hacer tu propio mundo, tu propia vida… Necesitas salir
ahora, enfrentarte al mundo, agitar el puño hacia ellos, hablarles hasta que se cansen…

ROTHKO se acerca, agarra a KEN.

ROTHKO: Hazlos escuchar.

KEN está conmovido. ROTHKO continua con una emoción tranquila.

ROTHKO: Cuando yo tenía tu edad el arte era un oficio solitario: sin galerías, sin
coleccionistas, ni críticos, ni dinero. No teníamos mentores. No teníamos padres.
Estábamos solos. Pero era la mejor de las épocas, porque no teníamos nada que perder
y toda una visión que ganar.

Pausa corta.

ROTHKO: ¿está bien?


KEN: Está bien.

Pausa corta.

KEN: Gracias.
ROTHKO: Haz algo nuevo.

KEN recoge sus cosas, comienza a irse. Se detiene en la puerta. Se da media vuelta, mira
las pinturas y a ROTHKO por última vez.

ROTHKO: (Refiriéndose a la pintura central) ¿Qué ves?

KEN mira la pintura. Después mira a ROTHKO.


Pausa corta.

KEN: Rojo.

Pausa corta.
KEN va hacia el fonógrafo y pone un disco. Música clásica suena.
KEN se va.
ROTHKO parece un poco perdido. Se mueve hacia la pintura central y la observa.
Pausa.
ROTHKO está solo.

TELÓN

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