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cristiano:
~ Proverbios 3: 5-6 Estos versículos nos enseñan a confiar en Dios totalmente y no
apoyarnos en nuestra propia prudencia. Reconociéndolo a él primero en todas nuestras
decisiones, él nos ayudará en consecuencia a enderezar nuestro camino.
~ Jeremías 29:11 Aquí Dios nos muestra que es lo que realmente quiere para nuestra vida.
Saber que Él es bueno y que nos quiere bendecir nos ayuda a tomar decisiones acertadas.
~ Santiago 1: 5 Por supuesto, el no creer que lo sepamos todo y el reconocer delante de
Dios que necesitamos de su sabiduría traerá como consecuencia que nos sea dada
libremente.
~ Proverbios 11:14 Aquí en este versículo Dios nos insta a buscar el consejo de muchos
para reconocer en cuál de todos se encuentra la sabiduría de Dios que nos da seguridad.
~ 1 Juan 5:14 Este es un texto básico que fácilmente olvidamos. El pedir conforme a la
voluntad de Dios hace que seamos escuchados por él.
~ Salmo 19: 8 Para tomar la decisión más certera no hay cosa mejor que escuchar el
consejo de Dios en Su Palabra que ilumina nuestro entendimiento.
~ Salmo 37: 7 Esperar pacientemente delante de la presencia del Señor nos ayudará a no
imitar el camino malo que todos siguen.
~ Proverbios 13:20 El caminar con sabios – tal vez personas mayores con experiencia –
hará que nosotros también seamos sabios. Si nos juntamos con gente alocada también
sufriremos con ellos la consecuencia de sus actos.
~ Hebreos 4:15 El saber que el Señor mismo intercede por nosotros nos tendría que ayudar
a confiar que él nos guiará a tomar decisiones justas.
~ Santiago 4:7 A veces nuestras decisiones están condicionadas por la tentación del
enemigo y por nuestros deseos carnales. Reprenderlo y someterse a Dios nos ayudará a
decidir bien.
Estos pocos textos bíblicos para tomar la mejor decisión te ayudará a pensar en momentos
claves. Dios te bendiga.
La Biblia está llena de ejemplos de buenas y malas decisiones, por ejemplo la decisión
de Adán y Eva al tomar del árbol del bien y del mal trajo tristes y dolorosas
consecuencias.
Jesús tomó la decisión de someterse a la voluntad del Padre y vemos los buenos
resultados. Nuestras decisiones hoy, son el origen del bien o malestar mañana. Por eso
dice la Escritura: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia
prudencia. Reconócelo en todos tu caminos y él enderezará tus veredas” Prov. 3:5-
6…
Jeremías el profeta
Dios llamó a Jeremías para ser profeta del reino sur de Judá. Su ministerio
abarcó sus últimos cuarenta años. Fue un tiempo en que la nación se
rebelaba contra Dios, en vez de buscar a Dios para enfrentar a sus
enemigos hacen alianzas políticas y Jeremías les sale a su paso para
advertirles que deben arrepentirse de sus pecados y volverse a Dios y a
su ley. Para hablar del llamamiento de Dios a alguien a quien Dios quiera
usar para su servicio, necesariamente debe hablarse de la principal
característica que distingue a un hijo de Dios y esa es la humildad.
Jeremías vive en una época de crisis, en una época convulsa, llena de cambios
e inseguridades.
Como el propio Jeremías declara fue llamado por el Señor durante el reinado
de Josías. Josías es el último gran rey de Judá, durante su reinado las
fronteras del reino se extienden y el culto del Señor es restablecido. Su época
es conocida como una época de restauración. Pero esa época de esplendor se
ve truncada de forma trágica por la muerte del rey, cuando este sale al
encuentro de las tropas egipcias. De alguna manera la muerte del rey marcará
el comienzo del fin para el reino de Judá. A partir de ese momento este entra
en una época de inestabilidad que finalizará con la destrucción del Templo y
de la ciudad de Jerusalén que irá acompañada de la deportación de parte de la
población a Babilonia en tiempos del rey Sedecías.
Aunque hay que ser prudentes y reconocer las diferencias, al igual que en la
época de Jeremías nosotros también vivimos en una época de crisis. Además,
la mayoría de nosotros nos hemos de enfrentar a una nueva realidad, ya que a
lo largo de nuestra existencia nunca nos hemos encontrado con un momento
de tanta inestabilidad como el actual. Esta crisis, que en nuestro caso –
Occidente- y por el momento es económica, no deja de ser global. Y en otros
lugares va acompañada de guerras, hambres, destrucción, etc. Vivimos en
mundo convulso, donde los conflictos son abundantes y que en lugar de
disminuir parece que van en aumento un día detrás de otro. Por si todo ello
no fuese suficiente, todos esos problemas van acompañados de un problema
de dimensiones planetarias difícilmente cuantificable como son todos los
aspectos que se relacionan con el medioambiente (calentamiento global,
lluvia ácida, desforestación, perdida de biodiversidad, etc.). Nuestro planeta
sufre una presión como nunca antes en la historia de la humanidad. Vivimos
en un mundo que necesita desesperadamente un mensaje de esperanza. Un
mensaje que por otro lado se encuentra en la Palabra de Dios. Un mensaje
que por otra parte está a nuestro alcance y que tenemos el inmenso privilegio
de poder compartir.
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No sabemos cuántos años tenía Jeremías cuando Dios le dijo: “Profeta a las naciones te hice”. Quizás
rondaba los 25, la edad en que los sacerdotes podían iniciar sus servicios (Núm. 8:24). Como sea,
repuso: “¡Ay, oh Señor Soberano Jehová! Mira que realmente no sé hablar, pues solo soy un
muchacho” (Jer. 1:6). Jeremías se resistió, tal vez porque se consideraba muy joven o porque no se
sentía apto para asumir tanta responsabilidad
El testimonio de Jeremías es algo parecido a aquél de Juan el Bautista. Si piensas que
José, Josías y David eran jóvenes cuando fueron usados por el Señor, ¿qué dirías
entonces de Jeremías? ¡No había nacido todavía y la mano del Señor estaba sobre él!
Dice el Señor textualmente, “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que
nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5). Antes de levantar
a Jeremías como el predicador más destacado de su generación, Dios le tenía
preparado en el vientre de su mamá. ¡Increíble!
La voz de Dios vino a Jeremías con un llamado profético que iba a alterar sus metas y sueños
para siempre.
Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que
nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. (Jer. 1:4-5)
Ya de antemano Dios había planeado lo que iba a hacer con la vida de Jeremías. De hecho,
Jehová le revelo a este varón que ya lo conocía aun desde antes de su concepción. Debemos
notar que el Señor no le estaba diciendo tenía conocimiento acerca de él antes de su existencia,
sino que lo conocía como persona aun antes de existir.
Estas son palabras muy profundas y significativas para nosotros también; pues nos hacen
recordar el Salmo 139:16, Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.
Hay muchos que viven sus vidas pensando que son un accidente cósmico; que la vida humana
no tiene sentido ni razón de ser porque (segun ellos) vienen de la nada, y van a la nada. Pero
estas escrituras revelan que Dios nos ha visto y conocido aun desde antes de ser concebidos. El
meditar en esta verdad debe llevarnos a valorar el corto tiempo que vivimos en este planeta, y
preguntarnos cual es el propósito de Dios para mi vida.
Dios le dijo a Jeremías que lo había santificado desde el vientre para ser profeta a las naciones.
La palabra santificar significa, “separar” o “apartar.” Es decir que Dios no solo conocía a
Jeremías, sino que también había determinado cual sería su vocación y lo aparto para su
servicio.
Creo que todo creyente en Cristo ha sido llamado al camino del evangelio con un propósito
especial de parte de Dios. Este propósito no se limita solo a la salvación de nuestras almas, sino
también para ser sal y luz en la tierra. En otras palabras, somos llamados a proclamar a
Jesucristo en el mundo; a dejar brillar su luz en nuestras vidas.
Jeremías, al igual que muchos de nosotros hoy, presentó sus excusas para evadir el llamado al
ministerio profético. Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. (Jer. 1:6)
El profeta miraba su falta de elocuencia para hablar delante de los reyes y las multitudes como
un obstáculo para cumplir con la tarea que le había sido encomendada. Es verdad que
naturalmente podemos carecer de ciertas habilidades necesarias para ejercer una tarea
espiritual, pero cuando Dios nos envía a hacer su obra, él siempre nos dará la capacidad para
hacer lo que nos ordena.
Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te
mande. (Jer. 1:7)
El Señor sabe que cuando nos envía a hacer un trabajo para su reino, el temor invadirá nuestros
corazones. Por esto le dio a su siervo palabras de aliento que servirían de ánimo no solo para él,
sino para nosotros también.
No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. (Jer. 1:8)
El temor ha inmovilizado el ministerio de muchos creyentes que ignoran esta poderosa promesa
de Dios. Si Dios esta con nosotros, no hay porque temer a ningún peligro, ni ninguna oposición
que se levante contra nosotros.
Ojalá podamos creer a la palabra de Dios, para así poder andar conforme a la vocación con que
fuimos llamados.
Falta de justicia
Otro aspecto del mensaje de Jeremías se refiere a su falta de justicia. Jeremías
acusa al pueblo de su falta de sensibilidad con aquellos que se encuentran
más necesitados. Además, nos habla de cómo la justicia brilla por su ausencia.
En este sentido me gustaría mencionar dos textos:
“Repasad las calles de Jerusalén, mirad, inspeccionad, buscad en sus plazas a ver si hay
alguien que respete el derecho y practique la sinceridad; y la perdonaré.” Jeremías 5:1
Fijaos bien, el texto nos habla de que no existe nadie que actúe correctamente.
Y no deja de ser sorprendente que en medio de Jerusalén la justicia brille por
su ausencia. No olvidemos que estamos hablando del pueblo de Dios, de ese
pueblo en el que Dios se había manifestado de una forma espectacular. Pero a
pesar de esa realidad, Dios está dispuesto a perdonarlos si existiese alguien
que obrase correctamente. Ante tal realidad, no puedo dejar de exclamar
“¡Qué fuerte!”, porque se me hace difícil entender que no haya nadie en medio
del supuesto pueblo de Dios que actúe rectamente. ¿Cómo es eso posible?
¿Cómo poder llegar a entender que se hayan alejado de tal forma de Dios?
Pero eso no es todo, unos versículos más adelante podemos leer:
“[…] y cavan fosas para cazar hombres: sus casas están llenas de fraudes […], así es
como medran y se enriquecen, engordan y prosperan; rebosan de malas palabras, no
juzgan según derecho, no defienden la causa del huérfano ni sentencian a favor de los
pobres.” Jeremías 5:26-28
El alejamiento de la voluntad de Dios es tan grande que los más desvalidos de
la sociedad son los que más sufren las consecuencias de una sociedad sin
justicia. De hecho, la justicia es tan injusta que los únicos que prosperan son
los poderosos.
“No os hagáis ilusiones con razones falsas, repitiendo: «el templo del Señor, el templo del
Señor, el templo del Señor».” Jeremías 5:4
“¿Qué me importa el incienso de Sabá y la exótica caña aromada? Vuestros holocaustos
no me agradan, vuestros sacrificios no me son gratos.” Jeremías 6:20
Es curioso que la existencia del templo y los rituales que allí tenían lugar los
habían alejado de Dios. Habían llegado al convencimiento de que hacían la
voluntad de Dios únicamente porque participaban de los rituales que allí se
realizaban. No deja de ser llamativo como los rituales que se llevaban a cabo
en el templo habían perdido su razón de ser y se habían convertido en una
simple rutina. Estos habían dado una falsa seguridad al pueblo y, en lugar de
llevarlo a Dios, lo habían alejado.
Algunos habían llegado hasta tal orgullo que se gloriaban con aquello que
poseían como si les pudiese proporcionar seguridad, Jeremías dirá:
“Vuelve, Israel, apóstata […], que nos os pondré mala cara, porque soy leal y no guardo
rencor eterno […].” Jeremías 3:12
“Volved, hijos apóstatas, y os curaré de vuestra apostasía.” Jeremías 3:22
Todos estos pasajes nos hablan de un Dios que no abandona a su pueblo, de
un Dios que está dispuesto a perdonar por encima de todo. Estos textos nos
hablan de un Dios que actúa de forma diferente a como actuamos los
hombres.
El amor de Dios por su pueblo no tiene límites y por eso el Señor exclamará:
“Con amor eterno te amé,[…].” Jeremías 31:3
“Los miraré con benevolencia, […]; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.” Jeremías
24:6,7
Estos textos nos hablan del amor de Dios, de como este mira a su pueblo con
una mirada que refleja ternura. En definitiva, nos hablan de un Dios que sufre
por su pueblo. El amor que Dios siente por su pueblo es tan grande que está
dispuesto a olvidar sus transgresiones. Y no solo eso, sino que está
dispuesto a restaurarlo a su condición pasada, y por eso el Señor dirá:
“Obedecedme, y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo; caminad por el camino
que yo os señalo, y os irá bien.” Jeremías 7:23
Epilogo
Para finalizar y a modo de conclusión me gustaría hacerlo con dos textos más
del profeta Jeremías.
“Ya lo sé, Señor, que el hombre no es dueño de sus caminos, que nadie puede establecer su
propio curso. Corrígenos, Señor, con medida, no nos hagas menguar con tu cólera.”
Jeremías 10:23,24
“¡Bendito quien confía en el Señor y busca en él su apoyo! Será un árbol plantado junto al
agua, arraigado junto a la corriente; cuando llegue el bochorno, no temerá, su follaje
seguirá verde, en año de sequía no se asusta, no deja de dar fruto.” Jeremías 17:7,8
Nota 2: Observamos que Agar no era la esposa de Abraham, además era egipcia (es
figura de alguien o algo externo al matrimonio que se infiltra en el hogar con nuestro
consentimiento). Finalmente vemos que los resultados fueron dolorosos: conflicto
intrafamiliar, Abraham no disfrutó ese hijo (Ismael luego fue expulsado del hogar) y ésta
descendencia vino a ser enemiga de Israel. Las decisiones de hoy determinan el
bienestar o malestar mañana.
Tomar una decisión es como estar en un cruce de caminos. Hay que elegir una opción entre dos o más alternativas. Estas
opciones generalmente están limitadas por condicionantes, por ejemplo:
• La situación en la que nos encontramos ahora.
• La situación en la que quisiéramos estar en el futuro.
• Los recursos disponibles.
• Lo que los demás están dispuestos a aceptar.
• La factibilidad de las distintas opciones.
• El factor tiempo.
Para tomar buenas decisiones es importante dedicar un tiempo a meditar el problema o la cuestión. Lastimosamente,
muchas personas no dan una respuesta meditada porque se sienten bajo la presión de tomar decisiones instantáneas.
Hay una cantidad de barreras que impiden pensar con claridad, incluyendo:
• Las emociones. No tiene nada de malo que a uno le importe un problema, pero es vital desligarse de las emociones
porque pueden nublar el entendimiento
• Estar demasiado pegado a la decisión. Uno puede tener una mejor perspectiva en relación con determinad decisión, si
toma distancia.
• Falta de tiempo. Si encuentra que toma malas decisiones por el apuro, debe reevaluar sus prioridades.
• Presiones de otra gente. Puede sentir que otros esperan que sea "resolutivo" y actúe rápidamente. Pero ser resolutivo
significa tomar una buena decisión, apreciar las evidencias cuidadosamente antes de actuar, y no necesariamente tomar
una decisión rápida.
Las decisiones que tomamos determinan la clase de persona que seremos. En gran medida, quienes somos en el presente
es el resultado de las decisiones que tomamos en el pasado. Nuestro carácter, valores, prioridades e intereses son
consecuencia de nuestras decisiones.