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Qué es significa ser Abogado y por qué saberlo nos ayudará con

los problemas de reputación de nuestra carrera

En un orbe que da espacio a las ostentaciones de agudeza, por ser una

de las condiciones biológicas humanas más deseadas y perseguidas

como quiera que esta misma es un equivalente de perfeccionamiento de

la genética, quien no se sume a esta cadena, se encuentra relegado en

su profesión a una vida corriente y estacionaria. Este libro, bastante

sugestivo por s título, ensancha la comprensión de quienes aprendemos

Derecho y, nos enseña que lo legal tiene sus serios desperfectos como

carrera, pero que no por esto sucumbimos a perder de vista el horizonte

que nos bosqueja el ser abogados, que no es otra cosa que custodiar por

aquello que posean los demás ante la figura del Estado. Ossorio

mediante su libro insta a crear sabiduría, a usar la ética profesional, para

cauterizar todos los resbalones que mancillan la nombradía del

Abogado.

Además, el autor nos habla de una pujanza interior, que envuelve la

capacidad del ser humano para hermanar las cualidades y impotencias

al afrontar las efemérides de forma más fructifica, sólo entonces, se

conseguirán resultados favorables puesto que en esto radica la clave del

triunfo. Este libro nos habla de lo que está atajando a todos los

abogados en su carrera para convertirse ciertamente en ello, afirmando


que muchos licenciados no han interpuestos su moral por encima de la

ley y que por eso los abogados no tienen conciencia de su profesión y

que solo se dejan llevar por el mal camino, no nos dedicamos entonces a

ser realmente abogados solo nos dejamos llevar por la

corrupción. Soportar la amargura de una censura caprichosa e injusta, es

carga añeja a los honores profesionales. Debajo de la toga hay que llevar

coraza.

El abogado no debe deshonrar su laurea con pavura por aprensión a las

sátiras de los hombres y sin embargo el abogado no debe de ser ni frio

ni impresionable y que sobre todo debe de actuar con toda su pasión

cualquiera que sea su negocio y poner sus conocimientos en práctica

para el bien de la humanidad y aconsejar y proteger a la sociedad. Para

tener esta profesión el abogado debe de tener libertad de expresión y

conciencia sobre lo que hace desde que se crea para su trabajo el

Abogado no depende más que de sí mismo. «De ahí en el Abogado un

orgullo natural, a veces quisquilloso, y un desdén hacia todo lo que es

oficial y jerarquizado». En cuanto a la manera de trabajar sería osado

querer dar consejos, pues sobre tal materia es tan aventurado escribir

como la del gusto.

Hay que trabajar con gusto. El juez piensa del abogado ¿En qué

proporción me estará engañando? y el abogado piensa del juez. A qué


influencia estará sometido para frustrarme la justicia. Nos hallamos tan

habituados a pensar mal y a mal decir, que hemos dado por secas las

fuentes puras de los actos humanos.

Hay que poner el corazón en todas las empresas de la vida. Así que el

juez debe resolver los casos como lo juzgue mejor y no tal y como lo

dicen Códigos y autos. Esto es para que el abogado mantenga viva la

flexibilidad del lenguaje Un abogado debe ubicar los libros como artículo

de primera necesidad y dedicar a su adquisición un cinco, un cuatro o un

tres por ciento de lo que se gane, aunque para ello sea preciso privarse

de otras cosas. Y si el abogado no puede alcanzar ni aún ese límite

mínimo, que no ejerza.

Para el abogado no debe haber más que dos clases de asuntos unos en

que hay razón y otros en que no la hay partir de esto el abogado debe

ser libre para defenderse por sí mismo. Y así los abogados tendrían

prestigio sobre los principios que tiene el abogado tratándose de una de

una cuestión de principios para así poder mantener a la sociedad entera

permitiendo que busquemos la justicia. Si bien se mira, existe una

fiscalización del pasante hacia su maestro, pues, en puridad, este se

limita a decir al otro. Por eso el procedimiento de la singular enseñanza

consiste en establecer una comunicación tan frecuente y cordial cuanto

sea la defensa de los pobres una función de asistencia pública, como el


cuidado de los enfermos menesterosos.

Más para llenar esa atención no hace falta, como algunos escritores

sostienen, crear cuerpos especiales, ni siquiera encomendarla al

ministerio fiscal. Los colegiados de Abogados se bastan para el

menester, lo han cubierto con acierto desde tiempo inmemorial, y

debieran tomar como grave ofensa el intento de arrebatárselo. La toga

es freno, porque cohíbe la libertad en lo que pudiera tener de

licenciosa. Es decir, tenerle sí que le tiene y naturalmente, no le está

vedado usar de él.

En pocas palabras, la mujer, con el sexto sentido que tiene, se

convertirá, aparte de nuestra pareja, en nuestra mejor consejera en

nuestros casos. En el derecho siempre habrá cosas que parecen

malas, pero se hacen para bien y algunas que parecen buenas se hacen

para mal, todo depende de nuestro criterio, pero algo debe quedar claro

todo lo que se hace debe ser en pro de la justicia. El desdoblamiento

psíquico no significa que como abogados dejamos de ser nosotros para

transformarnos en nuestros clientes, al contrario, entender y conocer los

sentimientos de ellos renunciando de forma humilde a ciertos

aspectos, pero también desde otro punto ser uno mismo utilizando un

conjunto de facultades las cuales son irrenunciables. En cuanto a la

independencia, nosotros como abogados gozamos de ella en casi todo el


sentido de la palabra, pero nunca falta una persona que con sus

concejos desmedidos trate de esclavizarnos y comprometernos, puede

ser un familiar, un cliente o cualquier otra persona cercana siempre

presentan propuestas que a su parecer solucionan el problema.

En cuanto al estilo forense se puede ser o no ser abogado pues nadie

nace por ley natural obligado a hacerlo, pero si has de hacerlo hazlo

bien. Digo que es escritor porque redacta el hecho acaecido en su

escrito con una pulcritud para lograr el entendimiento de los jueces. Es

interesante ver como en una profesión como la abogacía existe esa

indiferencia hacia lo ajeno, y que al finalizar un juicio ambos abogados

puedan ir a tomarse un café sin molestia alguna. Y es que la gente tiene

esta idea equívoca de que los abogados deben vivir en constantes

luchas y pleitos con todo el mundo y no es así, a pesar de que hay cierto

desdén, aunque, elegante.

Bastante lamentable es que el abogado trabaje junto a tantas personas

y no tenga la mínima idea de lo que ocurre en sus vidas. Esto se da en

su mayoría porque el abogado tiende a ser muy individualista, puesto

que el abogado nunca estudia fuera de sí mismo. Aparte a esto, es de

mucha relevancia mencionar que el autor nos dice que al hablar de

clases no quiere decir que existan niveles de superioridad o algo por el


estilo, sino que hay diferenciación a como cada persona realiza sus

deberes sociales.

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