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EL OSITO GOLOSO

Había una vez un osito que se moría de ganas de comer miel, pero las abejas lo picaban cuando se acercaba al
panal.
Entonces pensó en hacer mejor las cosas y fue al valle, cortó un gran ramillete de flores y se lo llevó a las
abejitas.
Las abejas se conmovieron y le regalaron un frasco lleno de dorada, dulce y pegajosa miel.
El osito quedó muy feliz con su miel, pero mucho más por tener tantas nuevas y buenas amigas.

LA
SEMILLA
Una vez en el campo, se encontraron, un par de semillas de sandía, que son muy grandes y una semillita pequeña
y tímida.
De inmediato, las grandotas, empezaron a molestar a la pequeña.
- “Eres enana”, le decían.
- “Casi no te ves.”
- “Cuidado que te aplastamos”, se reían.
La semillita estaba a punto de llorar.
En eso estaban, cuando llegó la hora de entrar en la tierra, para iniciar el largo y natural proceso de
transformarse en plantas.
Pasó el tiempo y empezaron a crecer. Las sandías no crecieron mucho, porque sus frutos eran muy grandes
y pesados.
Mientras tanto, la pequeña semilla resultó ser un árbol, y crecía y crecía. Y en ese momento miró para todos
lados y dijo:
- “¿A dónde se habrán ido las semillas que me molestaban tanto?”
Y las sandías se pusieron verdes de envidia por fuera y rojas de vergüenza por dentro.
¡Cuidado abusadores! Dentro de un pequeño,
puede estar escondido un gigante...

LAS ABEJITAS JUGUETONAS


En un panal había tres abejitas, que por primera vez iban a buscar néctar de las flores del campo. La reina de las abejas le dio un cántaro
vacío a cada una y les ordenó traerlos bien llenos al caer la tarde. Las abejitas partieron volando a cumplir su tarea. La abeja mayor
empezó inmediatamente. La del medio, se dedicó a escuchar las historias que le contaban las flores y los insectos. La más peq ueña
juntó muestras de todos los colores que encontraba en las florecillas. Sin que se dieran cuenta, de lo entretenidas que estaban, llegó la
hora de volver al panal. En la entrada las esperaba la reina y su corte.
La abejita mayor entregó su cántaro lleno y fue felicitada por todas las abejas. Luego le tocó a la del medio. Cuando mostró su cántaro
con solo la mitad con néctar, la reina le dijo enojada: “¿Eso es todo lo que traes?” “No”, dijo la abejita. “Además tengo muchas
noticias y chismes que me contaron las flores y los insectos.” Y así entretuvo a la reina y al panal por mucho tiempo. Las abejas
también la felicitaron.
Al final le tocó a la más pequeña. La reina le preguntó: “¿Y tú, cuánto néctar traes?”, la chiquita dijo: “Yo, traigo un tercio del cántaro
con néctar y muchos colores, para que todas nos pintemos y nos veamos muy lindas...”las abejas se pintaron e hicieron una
fiesta.
Ese día aprendieron que todos los talentos

son bienvenidos en el panal.

EL PINGÜINO
DIFERENTE
Los pingüinos son mundialmente conocidos por lo elegantes que son. Siempre visten de etiqueta y su andar es estirado y pomposo.
Un día estando Oscar, el pingüino, mojando sus patitas en el helado mar, notó que flotando llegaba hasta él una
hermosa caja. Rápidamente Oscar la abrió y maravillado observó su contenido. No podía creer lo que sus ojos de
pingüino veían... ¡la caja contenía muchos frascos llenos de alucinantes colores!. Y Oscar aprovechó la ocasión.
Pintó su elegante frac de fuertes azules y amarillos, su pechera blanca terminó siendo anaranjada con puntos
verdes. Se dibujó una corbata celeste y lila y sus pies los pintó rojos con rayas moradas. Oscar resplandecía,
porque el sol había salido a iluminar tanto colorido, en la siempre blanca, nevada y helada antártica.
Entonces Oscar empezó su triunfal paseo. Los demás pingüinos quedaron asombrados. Reían. Saltaban.
Silbaban. Aplaudían. Ese día fue el gran día de Oscar. Por fin, aunque fuera por poco tiempo, era
diferente. Y la diferencia, lo hizo feliz.
Entonces, Oscar cambió su nombre, ahora se llama Arcoiris, porque, aunque volvió a vestir de etiqueta, lleva
todos los colores en su corazón.

LOS
CONEJITOS
DE COLORES
Había una mamá coneja que tenía muchos conejitos. Todos eran muy blancos, y también, como todos los niños, eran muy juguetones
y un poquito locos. Así que siempre estaban jugando por el campo.
Pero, un día, todo el paisaje apareció también blanco. ¡Había nevado!
Cuando la mamá coneja fue a buscar a sus pequeños, no los podía encontrar, porque como eran blancos, se confundían con la nieve.
Entonces fue a buscar pinturas y pintó a sus conejitos de todos los colores. ¡Ahora sí podía verlos, fácilmente, jugando en la nieve
blanca!.
Todo anduvo bien, hasta que un día, al mirar al campo, no pudo encontrar nuevamente, a sus conejitos queridos. ¡Había llegado la
primavera con todo su esplendoroso colorido!.
Llamó a sus niños y uno a uno los lavó y los volvió a su color natural, el blanco. Ahora los podía observar tranquilamente como corrían
por el florido campo. Estaba muy feliz. Pero, un día, pasado el tiempo... ¡volvió a nevar!
...y este cuento vuelve a comenzar.

LA RANITA
DE LA VOZ
LINDA
En un charco, a orillas de un río, vivía un grupo de ranas. Se lo pasaban todo el día croando y croando. ¡Croooc! ¡Croooc!...
Aquel día era muy especial porque las ranitas pequeñas cantarían por primera vez. Una a una fueron cantando: ¡Crooc! ¡Crooc!. Hasta
que saltó al escenario, que era una piedra en medio del agua, una ranita, que en vez del famoso ¡Crooc! ¡Crooc!, ¡cantó una hermosa
melodía, con una bellísima voz de soprano!.
Todos quedaron paralizados. Simplemente no lo podían creer. ¡Una rana que sí cantaba bien!. La novedad corrió por todo el valle y llegó
a oídos, de un representante de artistas, que se apresuró a ir a buscar a la ranita cantora. La llevó a los más grandes escenarios del
mundo y grabó muchos discos. Todos la admiraban y querían tomarse fotos con ella.
Sin embargo, la ranita no era feliz. Ella quería volver a su charco, con su familia y sus amigos. Pero era esclava de su voz y de su fama.
No podía volver.
Hasta que, en medio de un recital, en un reino muy lejano, la ranita cantora cambió su dulce canto, por el canto natural de las ranas, el
ronco ¡Crooc! ¡Crooc!... El público la empezó a pifiar y las pifias eran música para la pequeña, porque se dió cuenta que ahora podría
volver a su charco añorado.
Ahora la ranita sí es feliz. Y cantando ¡Crooc! ¡Crooc! ¡Crooc!, pero con su familia, sus amigos y su charco.

PUNTITO,
EL ELEFANTE AMARILLITO
Como todos saben, los elefantes son grandes y de color gris. Hasta que nació Puntito, el elefante enanito y amarillito... Como era
diferente, los demás hacían bromas y se reían de Puntito. Los elefantes grandes y grises se jactaban de su fuerza y de los grandes
pesos que eran capaces de mover. Puntito solo podía llevar ramitas, hojas secas, pasto y granitos de maíz, en su pequeña trompa
amarilla.
Un día, un gran árbol cayó sobre el jefe de los elefantes, dejándolo atrapado. Todos los fuertes elefantes corrieron a salvar a su jefe.
Pero por más fuerza que hacían, no podían levantar el árbol. Todos transpiraban y jadeaban tratando de levantar aquel tremendo peso.
Pero no podían.
Hasta que de pronto, un relámpago amarillo llamado Puntito, saltó sobre el tronco y con gran sorpresa para ellos, vieron que el árbol se
levantó y el jefe quedó libre. La fuerza de todos no pudo levantar el árbol porque faltaba un poquito más... justamente la poquita fuerza
del pequeño elefantito.
Y así fue que los grandes elefantes comprendieron que todos eran útiles, incluso Puntito... el amarillito.
MOTITA,
LA NUBE PORFIADA
Un día, de entre las grandes nubes que habían en el cielo, salió corriendo y jugando una pequeña nube. Su mamá, una gran nube blanca
y esponjosa la llamó dulcemente... ¡Motita!, ¡Motita! ¡no te alejes mucho!. Pero Motita era una nubecita un poquito porfiada y no hizo
caso a los llamados de su mamá y siguió jugando en el amplio cielo y poco a poco se fue alejando.
El aire, lejos de su mamá, empezó a ponerse muy helado. Motita empezó a tiritar. Tiritaba y tiritaba.
De pronto notó que su cuerpo se empezaba a transformar en cientos de gotitas y empezó a caer hacia la tierra. ¡Se había transformado
en lluvia!.
Al caer sobre el pasto de la pradera se unieron las gotitas en un pequeño charco y motita se sentía muy rara transformada en agua.
Afortunadamente para Motita salió el sol y empezó a sentir un rico calorcito. El calor aumentó y aumentó. Motita empezó a transpirar y
se empezó a transformar en vapor. Entonces empezó a subir y subir, y a medida que subía se convertía de nuevo en una nube.
Motita estaba feliz, y más feliz estuvo cuando abrazó a su mamá y le prometió no alejarse de ella ni siquiera para jugar a ser lluvia...

COPITO
Los perros, como todos saben, mueven la cola cuando se sienten contentos o cuando ven a su amo o
se encuentran con otros perros.
Pero Copito, un lindo perrito blanco, no lo hacía y todos se preguntaban por
qué Copito no movía su cola blanca.
Tuvo que pasar mucho tiempo
para que alguien se diera
cuenta de lo que pasaba.
¡Copito no movía su cola
porque Copito sabía sonreir!
¡Sí! ¡Copito sabía reir como tú!
Era cosa de mirar su hociquito para ver como sus blancos dientes brillaban de contento.
Ya sabes, si un perro no mueve su cola, sonríele.

EL RÍO
Allá en lo alto de las montaña cubierta por la nieve que se derrite, nace un pequeño hilito de agua.
Serpenteando entre las rocas y la tierra dura, el agua helada se desliza tratando por todos los medios de sobrevivir y llegar al hermoso
valle que se distingue lejano. A medida que baja, se le van uniendo más hilos de agua, que como él, quieren llegar al valle. Y así va
creciendo. Y creciendo.
Más abajo ya es un arroyo que con alegría y fuerza juvenil serpentea y canta mientras baja entre las quebradas. Y así va creciendo. En
cuanto llega al valle se junta con otros arroyuelos. Y con la ayuda de estos nuevos amigos va creciendo y bañando los campos de trigo.
Ya es un río. Y creciendo.
Más adelante en unos cañones profundos se va uniendo a otros ríos, serio y responsable. Trabajador. Nutre de vida los campos aledaños
y calma la sed de los animales que se acercan a su orilla.
El viaje continúa y ya es un gran caudal que tranquilo y reposado se desliza suavemente para que los botes de los pescadores que lo
navegan no se hundan. Ya puede ver, a lo lejos, su final. El agua prometida, el mar.
Y en ese lugar el río muere para ser parte del océano que lo acoge después de tan largo y feliz viaje.
Uga la tortuga
Los valores son las reglas de conducta y actitudes
según las cuales nos comportarnos y que están de
acuerdo con aquello que consideramos correcto.Este
cuento, Uga la tortuga, especialmente, fomenta el
esfuerzo y la perseverancia.
Además de educar en valores, a través de los
cuentos, fábulas o poemas los niños aprenden sobre su
entorno, potencian su imaginación, desarrollan la
creatividad y generan interés por la lectura.
Uga la tortuga. Cuento infantil sobre la
perseverancia
- ¡Caramba, todo me sale mal!, se lamenta constantemente Uga, la tortuga.
Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para
colmo es una dormilona.
- ¡Esto tiene que cambiar!, se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al
realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los árboles
en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
- ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a
descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es
acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo
que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas
para conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que me ayudara a comprender
el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había hecho todo lo
posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que
contribuyen a lograr grandes fines.
FIN

Cuento infantil. El niño y los clavos


El niño y los clavos es un cuento que habla de las consecuencias del mal genio y temperamento de los niños. Una experiencia
para que los niños reflexionen sobre sus malas reacciones.
Los cuentos, fábulas y poemas nos ayudan a enseñar valores a los niños. Desde Guiainfantil.com te animamos a utilizar este cuento
para hablar con tu hijo de los berrinches, la ira y el mal genio. Ayúdale a
entender qué siente cuando está enfadado y qué consecuencias tiene, así
como a darle las herramientas necesarias para que aprenda a canalizar mejor
sus emociones.
El niños y los clavos, un cuento sobre los berrinches de
los niños
Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su
padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la
calma, que él clavase un clavo en la cerca de detrás de la casa.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y
así con los días posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más
fácil controlar su genio y su mal carácter, que clavar los clavos en la cerca.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo dijo a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en
la cerca. Él había conseguido, por fin, controlar su mal temperamento.
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que controlase su carácter, sacase un clavo de la
cerca.
Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. Entonces el padre
llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás de la casa y le dijo:
- Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la
cerca. Jamás será la misma.
Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal carácter, dejas una cicatriz, como estos
agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que pidas perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual que una herida
verbal.
Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a
mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron que el niño reflexionase sobre las consecuencias
de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN
TRES RATONES ENVIDIOSOS
Cuento Corto Infantil para niños y niñas, escrito por: Jose Juan Cantu
Había una vez tres ratones muy envidiosos, querían todo para ellos solos. Pero cuando llegaba a visitarlo
un vecino, ellos escondían todo el queso que tenían guardado.
De pronto se acercó un gato muy peludo, asomó su nariz en el agujero y los ratones envidiosos se
arrinconaron muy asustados. Cuando gritaron, el vecino los escuchó y se acercó al gato lleno de valor y
como pudo lo alejó de la puerta. Quedó tan cansado el pobre ratón que los envidiosos salieron a
agradecerle el favor y por fin lo invitaron a comer.

Todos felices disfrutaron de un estupendo platillo de queso y entre risas recordaban al gato que corrió muy
enojado.
FIN
– Moraleja del cuento: La envidia nunca es buena.
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EL GATO DORMILON
Cuento Corto Infantil para niños y niñas, creado por: Alonzo G
Había una vez un gato muy dormilón que se pasaba los días y las tardes enteras echado en el sofá.
Siempre se preguntaban que es lo que hacía para quedar tan exhausto, pero nadie lo veía haciendo
otra cosa que no fuera descansar.
Una noche su dueño tuvo la idea de ir a buscarlo y ver si también dormía toda la noche, pero
mientras bajaba la escalera pudo verlo… ahí estaba él, sentado frente al acuario, viendo cómo
dormía la tortuga. Sólo se quedó allí mirando en silencio a su gato, despierto y sereno estaba
cuidando el sueño de su amiga tortuga.

Al día siguiente pudo verlo como de costumbre, durmiendo en el sofá y entonces pudo comprender
el porqué de su sueño durante el día, pero no notó que la tortuga también lo cuidaba desde su sitio.
FIN
– Moraleja del cuento: Los amigos siempre se cuidan,
– Valores del cuento: Amistad
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muy cortos en diciembre 28, 2015 por Cuentos Infantiles.
EL SEÑOR ZAFIRO
Cuento Corto para niñas y niños, escrito por: Yeison Andres Rincon Diaz
Había una vez un señor con un nombre muy bonito, se llamaba Zafiro. A Zafiro le gustaba vender papaya, zapotes, etc.
Él era un hombre honrado y trabajador, le gustaba ayudar mucho a las personas que lo necesitaran.
Era investigador del núcleo de las células y los números de matemáticas.

Realizaba estas labores porque quería ser alguien en la vida. Realmente, lo que más le gustaba y
tenía el gran sueño de ser escritor y lo consiguió gracias a su tesón, a su continuo trabajo duro, su
esfuerzo y su afán de superación.
FIN
– Moraleja del cuento: Si quieres ser alguien en la vida o poner tu hulla en el mundo se como
Zafiro: bondadoso, honrado y trabajador.
– Valores del cuento: Para ser alguien como Zafiro tienes que ser:Responsable, honesto, puntual y
siempre trabajador.
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