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Facultad de Humanidades
Departamento de Filosofía
Seminario de Deontología
2018
Tal como aparece en el programa se pretende en este bloque la reflexión se centre en el núcleo
mismo del seminario: el profesor y la práctica docente. Se debatirá acerca del rol del profesor
como actor dentro del sistema educativo y social. En este sentido se indagará sobre los
condicionamientos que operan sobre la tarea docente en el marco de los procesos de
proletarización y burocratización y sobre las posibilidades, reales y potenciales, que se abren en
este escenario para la autonomía, la emancipación y la transformación.
1) Contextualizar la entrevista. A quién se realizó (no poner nombre, pero sí datos del
profesor/a: de qué nivel/es, qué materia/s, cuántos años de antigüedad tiene en el
sistema, etc.); cómo se seleccionó al entrevistado, a partir de qué criterios, dónde se
realizó y cuánto duró la entrevista. Dificultades, contratiempos, etc. Apreciaciones del
grupo del proceso en general.
2) Presentar el cuestionario y una síntesis de las respuestas rescatando lo más relevante para
cada interrogante.
me ofrecen datos suficientes para incentivar una clase pensando la historia en clave
presente- pasado…) en fin no desecho nada.
Contexto cultural
Contexto socioeconómico
Institucional
Político
Todos los factores que mencionas inciden a la hora de dar clases: el institucional no solo
por lo que vengo señalando, sino también por la autonomía (hay instituciones en las que
se encuentra más libertad que en otras, cuando hay libertad se promueve la creatividad y
el pensamiento libre y cuando no cuesta un poco más pero el aula es un lugar en el que el
docente tiene un cierto poder para crear un clima de libertad que a mi juicio es
sumamente importante para el desarrollo del juicio crítico). El contexto socio-cultural y
económico también (el capital cultural de los estudiantes y la situación económica yo sumo
otra variable la cuestión de género, ya que aún hoy es proporcionalmente mayor el
número de mujeres que varones en los profesorados –por lo menos en los que yo trabajo-
la mayoría son madres y deben enfrentar muchas dificultades para transitar sus estudios, y
si bien esos aspectos condicionan bajo ningún punto determinan el destino de las
personas. Lo político es fundamental ya que educar también es un acto político, no
político partidario, sino político en el sentido que los docentes tomamos posiciones,
seleccionamos temas, bibliografías, estrategias pedagógicas y didácticas es decir nuestras
practicas están atravesadas por un conjunto de ideas, una concepción de mundo–y a veces
también de prejuicios- que influyen a la hora de enseñar, neutros no somos, a veces somos
más conscientes y otras menos pero esas cuestiones siempre están por eso es necesario
revisar continuamente nuestras prácticas.
F) ¿Sus metodologías y estrategias de clases son iguales para todos los cursos e
instituciones donde trabaja?
Hoy trabajo en una sola institución, pero he trabajado en varias antes y como te dije al
principio cada una tiene su particularidad. Con respecto a la metodología y estrategias,
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depende: a veces uso las mismas, pero nunca es igual el desarrollo de la clase, los alumnos
le van poniendo un ritmo diferente y van modificando de esa manera lo que uno pensó.
Otras veces invierto la metodología y estrategias ya que no siempre lo que a mí me parece
que les puede interesar no siempre les interesa, por eso a esta altura ya tengo varios
palanes por si algo no funciona (plan a, plan b, plan c…jajaja)
H) ¿Cómo enfrenta a las diferentes ideas ideológicas sobre todo políticas en el aula? ¿ en
sus clases genera espacios de debate?
Soy bastante abierta y promuevo el debate, me interesa escuchar al estudiante porque al
escucharlo descubro sus posicionamientos políticos, intento ejercer la democracia en el
marco del respeto, tengo tolerancia CERO a algunas cuestiones (falta de respeto, violencia,
burlas, opiniones infundadas o traídas de los pelos). La palabra tolerancia no me gusta por
eso, porque aparte que implica una relación jerárquica “alguien tolera a alguien” encubre
otras cuestiones de la que muchas veces no somos conscientes “con el argumento de la
tolerancia de tolera cualquier cosa”. Ejercitar el debate es un ejercicio sano, me ayuda a
crecer como docente, porque eso implica comprender opiniones y posicionamientos con
los que a veces no coincido, comprender no equivale a aceptar, pero las opiniones
argumentadas en base a fuentes sólidas tienen siempre mi respeto, porque son el
producto de un pensamiento crítico. En los grupos en los que trabajo está muy incrustada
la cuestión política partidaria y las posturas fanáticas (muchos estudiantes trabajan en el
municipio local o bien apoyan al radicalismo, también están a los que no les interesa y se
divierten o se enojan cuando se producen rencillas en el aula) mi función no es adoctrinar,
sino enseñarles a pensar, a dialogar y a respetarse, a mostrarles que las cosas no son solo
blanco y negro… esas instancias son muy ricas, trato siempre de abrir más la jugada y dejar
el tema abierto con la propuesta de seguir en la próxima clase, obvio que para eso tienen
que traer más datos empíricos y/o teóricos para afianzar, modificar, ampliar etc, con
argumentos más sólidos sus posicionamientos.
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3) Sistematizar la información en un cuadro o matriz que relacione las enunciaciones (lo que
dice el docente) con las categorías de análisis trabajadas, esto es, burocratización,
proletarización, intensificación, autonomía y ejercicio de la ciudadanía.
Con respecto a la autora Fernandez Enguita describe el malestar del profesorado gravita en
torno al descrédito de la profesión, a la falta de respeto por parte del público, a
las intromisiones de padres de alumnos y otros grupos, a los innumerables agravios frente
a otros grupos profesionales o cuerpos de la administración, etc., y las reclamaciones
planteadas se presentan, sistemáticamente, como una demanda
de dignificación profesional y de reconocimiento de la labor realizada. . Los profesores
piden dignidad — ¿y quién no?—, reconocimiento de lo que se supone que ya son, hacen
o tienen, no salarios más altos, ni vacaciones más largas. Reclaman autonomía en su
trabajo, que se les permita hacer las cosas bien, pero de ninguna manera hablan de
impunidad o irresponsabilidad. Los dos grandes peligros para la profesión son las
administraciones públicas, que tratan de fiscalizarla desde arriba por medio de
mecanismos burocráticos, y las familias, que tratan de controlarla desde abajo sirviéndose
de mecanismos de participación o de mecanismos de mercado. Resumiendo, los enemigos
son las burocracias y el mercado. Recientemente ha hecho la idea de que ciertas cosas no
pueden ser mercancías porque son derechos (entre ellas, sin ir más lejos, la educación).
Que la educación no debe ser sólo una mercancía parece innegable: un bien o un servicio
que nos vemos obligados a consumir o impedidos de hacerlo.
Existen diferentes profesiones que pueden ser liberal se caracterizan por el
ejercicio autónomo de su actividad en el mercado. Incluso cuando se integran en grandes
organizaciones, como hospitales, empresas en general o constructoras en particular,
logrando asegurarse condiciones de trabajo con amplia autonomía. al lado de éstas existen
otras: las que podemos llamar profesiones burocráticas, u organizacionales, que jamás se
han basado en el ejercicio autónomo ni en el mercado. Entre ellas se encuentran algunas
de las más antiguas, tales como militares, sacerdotes o escribas de distinto tipo, pero
también otras más modernas como diplomáticos, jueces, fiscales y otros altos cuerpos de
funcionarios. Su base no está en el mercado sino en el Estado y sus diversas agencias. La
paradoja reside en que, en la enseñanza privada, sólo una minoría de centros son
cooperativas, siendo la mayoría empresas capitalistas, con un fuerte componente familiar,
o dependientes de órdenes religiosas y otras organizaciones no meramente educativas y
con su propia estructura de autoridad, y cuyos miembros forman el grueso de los
enseñantes (de manera que los docentes son asalariados claramente subordinados a la
propiedad-dirección del centro). El modelo liberal, centrado en la autonomía del
profesional entendida como delimitación de un ámbito de competencias, se derrumba
porque el público, cautivo e indefenso (el alumnado; poco informado y sin conocimiento),
no tiene capacidad de respuesta alguna, ni siquiera la de retirarse, con lo cual los actos del
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profesional son siempre gratuitos, con consecuencias sólo para los demás. El modelo
burocrático, centrado en la disciplina organizativa, se muestra inadecuado porque, por sí
mismo, es incapaz de responder a la diversidad, a la complejidad y a la imprevisibilidad de
las situaciones que deben afrontar profesionales, ante las cuales cualquier proceso de
información y decisión centralizado es casi inevitablemente inferior a la información local y
a la decisión sobre el terreno.
La cuestión es si, frente a los modelos liberal y burocrático, es posible una tercera vía, que
llamaré el modelo profesional democrático que son son aquellos centros innovadores en
los cuales la organización se concibe como un instrumento al servicio de un fin (al servicio
del entorno, del sistema más amplio: la sociedad), lo cual implica que puede ser
transformada cuando se considere necesario; pueden abandonar un estado de equilibrio
para buscar otro (dinámico) en la medida en que lo exijan su supervivencia o el
desempeño de sus funciones (centro-sistema). Para el profesorado del centro-sistema el
entorno es la comunidad a la cual se pretende servir a través de la educación. Se trata de la
comunidad en su conjunto, incluidos todo tipo de colectivos, asociaciones, movimientos,
etc. —además de la comunidad en sí y de su representación institucional— y no solamente
de los padres de alumnos, la profesionalidad es entendida como compromiso con los fines,
y no como jurisdicción ni como disciplina, es compatible con la flexibilidad de la
organización y con su apertura al entorno (participación del público y otros sectores
implicados).
En si lo que el articulo trata es que se debe lograr que el sistema educativo sea o se
acerque a ser un verdadero servicio público, en vez de dejarlo sometido a la dinámica del
Estado o del mercado.
5) Elaborar una conclusión que reflexione sobre el rol del profesor en el sistema educativo,
social y político.
Bibliografía:
GIROUX, H. (1990). Los profesores como intelectuales. Hacia una pedagogía crítica del aprendizaje.
Barcelona, Paidós/MEC
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Cuestiones formales: