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La leyenda negra
MIGUEL MOLINA MARTINEZ
La leyenda negra
__ 1
un
NEREA
Cubierta: Códice de gobernadores, alcaldes y corregidores (detalle). Biblioteca nacional
Madrid. (Foto Oronoz)
■ANCO D E L A R E P U B L IC A
•I6UOTECA LUIS ANOEL ARANGO
PROCESOS TECNICOS
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reproducir
se o transmitirse utilizando medios electrónicos o mecánicos, por fotocopia, grabación,
información, anulado u otro sistema sin permiso por escrito del editor.
ISBN: 84-86763-42-8
Depósito legal: M. 8998-1991
Fotocomposición: EFCA, S. A.
Avda. Doctor Federico Rubio y Galí, 16; 28039 Madrid
Impreso en Lavel. Los Llanos, nave 6. Humanes (Madrid)
Impreso en España
INDICE
Introducción.................................................................................. 9
Capítulo 1: A vueltas con la leyenda negra............................... 13
Capítulo 2: Conquista, evangelización ycaída demográfica.... 29
Capítulo 3: El concepto de indio................................................ 83
Capítulo 4: Descubrimiento, encuentro,invasión... de América 113
Capítulo 5: Epílogo....................................................................... 137
Apéndices...................................................................................... 143
I. Una revisión de la leyenda negra............................... 149
II. Los orígenes-de la leyenda negra................................ 197
III. La visión desde el siglo X X ........................................ 209
IV. El sentimiento indígena................................................ 255
Notas.............................................................................................. 283
Orientación bibliográfica............................................................. 305
Indice analítico............................................................................. 311
/
INTRODUCCION
La conquista
La naturaleza de la conquista y su desarrollo proporcionan la ma
yor parte del material al que se aferran unos y otros, panegíricos y
detractores, de la obra española en América. Como era presumible,
la conmemoración del V Centenario está provocando un revisionis-
•mo histórico del tema, lo que se traduce en un considerable incre-
j mentó de la actividad publicística, una de cuyas características más
' señaladas es la diversidad de enfoques. Por un lado, el de quienes
todavía permanecen anclados en disputas legendarias; por otro, el
de profanos en la materia, imbuidos de la noche a la mañana de
conocimientos superiores; no faltan advenedizos, políticos e
ideólogos que se autoproclaman defensores de causas ya fenecidas;
por fin, los que, desde la posición del rigor histórico, y al margen
de querellas ideológicas, se afanan en el esclarecimiento de tan con
flictivo período.
Con diferencia, el avance producido en la ciencia histórica a la
hora de abordar la comprensión de la conquista de América/ es lo
más significativo de esta maraña de obras, que confunde más que
clarifica. Este esfuerzo superador no queda reducida sólo a la cali
ficación de los actos de los conquistadores y sus móviles, sino que
también orienta su análisis hacia el estudio de los cambios y con
secuencias producidos en las culturas indígenas a raíz de la con
quista. Lo primero hace referencia directa a la fase épica, al choque
violento, a la guerra propiamente dicha. Lo segundo arranca de este
momento pero se prolonga a lo largo de los siglos siguientes hasta
nuestros días.
La historia de la conquista fue desde su inicio hasta hoy un
campo de batalla ideológico. Los juicios sobre este período son tre
mendamente susceptibles de despertar pasiones. La memoria colec
tiva de un trauma que va a cumplir medio milenio tiene una de sus
manifestaciones más singulares en el folclore indígena contemporá
neo. En Perú y Bolivia, los campesinos se reúnen para representar
la Tragedia de la muerte de Atahualpa; en Guatemala, la Danza de la
Conquista; en México, la Danza de las Plumas o la Gran Conquista.
Todas ellas son ejemplos presentes de cómo el indio recrea la ima
gen del pasado y, al mismo tiempo, la conserva. Este tipo de repre-
32 LA LEYENDA NEGRA
Lo que para unos no era más que el afán de forjar una ficción de
los vencidos que reparase ideológicamente el (sonrojo de haber ce
dido el campo a un puñado de conquistadores, para otros constituye
un enfoque necesario para una cabal comprensión del fenómeno y
una forma válida para explicar cómo se vieron a sí mismos los
pueblos indios y cómo interpretaron la presencia española. Esta
corriente pretende ofrecer una imagen no ya complementaria, sino
en muchos casos opuesta, dominada por un notorio interés reivin-
dicativo del pasado prehispánico. Básicamente, se orienta a respon
der a estas tres interrogantes: ¿Cómo han vivido los indígenas la
derrota? ¿Cómo la han interpretado? ¿Cómo se ha perpetuado su
recuerdo en la memoria colectiva? Las respuestas tomaron cuerpo
en obras señeras como La visión de los vencidos. Relaciones indígenas de
la conquista, de Miguel León-Portilla o Los vencidos. Los indios del Perú
frente a la conquista española (1530-1570), de Nathan Wachtél. Esta
línea interpretativa ha exhumado innumerables testimonios y fuen
tes indígenas, presentando un panorama novedoso, aunque toda
vía incompleto, del traumatismo de la conquista. La imagen de un
mundo que se derrumba aflora en gran parte de estas informacio
nes, pero también la imagen de unas culturas que se resisten a
desaparecer.
Cada generación se expresa conforme a los valores que le son
propios y tiende a ver a las restantes bajo ese prisma. Cuando los
españoles llegaron a América interpretaron el mundo indígena con
las premisas de la cultura occidental de su tiempo. La visión que
los cronistas españoles ofrecieron de las tierras descubiertas estaba
condicionada por el deseo, implícito en todos ellos, de transformar
la realidad existente. Dicha transformación sólo era posible a la luz
de la civilización europea. La imagen resultante difícilmente podía
captar la peculiaridad de lo autóctono.
La población indígena fue interpretada por los conquistadores
siguiendo los viejos conceptos clásicos. Se le atribuyó el estado de
inocencia de la primitiva humanidad, de ingenua dicha, de paz y
de justicia. Pero también ese primitivismo fue captado como un
mundo salvaje, sin moral, perverso. Esta ambivalencia explicaría los
juicios de los contemporáneos sobre la sencillez del indio o lo dia
bólico de sus manifestaciones religiosas, entre otros fenómenos.
CONQUISTA, EVANGELIZAC/ON Y CAIDA DEMOGRAFICA 37
aquellas sillas donde los tenían porque todas estaban llenas de san
gre que sacrificaban y puse en ellas imágenes de Nuestra Señora y
de otros Santos» 6. O estas otras en las que manifiesta «cuán enga
ñados estaban en tener su esperanza en aquellos ídolos... y que
habían de saber que había un sólo Dios universal, señor de todos...
y que a El habían de adorar y creer y no a otras criaturas, ni cosa
alguna» 1.
Para las culturas indígenas la conquista española fue un suceso
que vino a romper el curso normal de su existencia. Moctezuma
recurrió a los mitos de la tradición azteca para comprender unos
hechos, cuando menos, desconcertantes. Como es sabido, acabaría
dramáticamente interpretando la llegada de Hernán Cortés como el
regreso del dios Quetzalcoatl. Del mismo modo, entre los mayas la
conquista se inscribió dentro de una especie de fatalismo apocalíp
tico ligado a la representación cíclica de su calendario. En cuanto
al imperio inca, los prodigios y las profecías coincidieron también
en la identificación de Francisco Pizarro y sus hombres con la vuelta
de los dioses.
En todos los casos parece evidente que el indígena comenzó a
percibir los acontecimientos de la conquista a través de sus mitos y
cosmogonías. Este hecho no debe extrañar teniendo en cuenta que
el mundo prehispánico estaba dominado por el sentimiento religioso
y la voluntad de sus deidades. Cierto es que estas reacciones no
revistieron el mismo carácter en todas las zonas y que la confusión
inicial se desvaneció pronto. Aun así, el impacto fue grande. Los
textos indígenas son muy explícitos a la hora de calibrar la derrota
que, conforme a sus estructuras mentales, fue identificada con la
muerte de los dioses. Esta evidencia fue corroborada por la actua
ción de los españoles que proclamaban al verdadero Dios y des
truían los templos e ídolos. Así se expresaba el autor de los libros
de Chilam Balam refiriéndose al mundo maya:
Solamente por causa del tiempo loco y por causa de los sacerdotes
locos que la tristeza ha entrado en nosotros, que ha entrado en noso
tros el cristianismo. Porque los muy cristianos han venido aquí con el
dios verdadero; pero fue el comienzo de nuestra miseria, el comienzo
del tributo, el comienzo del ayuno, la causa de la miseria de la cual
40 LA LEYENDA NEGRA
La evangelización
El proceso de conquista es incomprensible sin el espíritu religioso
que lo anima. La conquista fue, además de una ocupación militar,
una gigantesca empresa evangelizadora que supuso para el indio el.
fin de sus creencias y la muerte de sus dioses. La llamada «con
quista espiritual» acabó con las antiguas deidades autóctonas e im
plantó el credo monoteísta cristiano.
El espíritu misional, tan arraigado en los conquistadores y en
los frailes, constituye otra faceta esencial de la presencia hispana en
América. Por lo mismo, tampoco ha escapado de la polémica y
enfrenta a quienes, por un lado, ven la conversión del indio a la fe
cristiana como un indudable logro y un triunfo y a los que, por
otro, lo consideran como una agresión y una «desestructuración» en
el plano espiritual del mundo indígena. En definitiva, asistimos a
otro nuevo frente de discordia, donde los voceros de la leyenda
negra han encontrado material más que suficiente para sus propó
sitos, al igual que sus oponentes de la leyenda rosa. El problema
ha adquirido en los últimos años una dimensión mayor, ya que
ciertos sectores de la propia Iglesia, especialmente desde la teología
de la liberación, han adoptado posturas realmente críticas.
Dentro de la corriente que desacredita la acción española en
América, la labor evangelizadora es interpretada como una sistemá
tica campaña de represión religiosa, cultural y mental, y el misione
ro, como su fiel ejecutor. Quienes defienden esta tesis insisten en
reprochar a España el desmantelamiento de las religiones vernácu
las, al tiempo que subrayan la pervivenda de las creencias nativas.
En el extremo opuesto, la implantación del mensaje cristiano en el
Nuevo Mundo alcanzó sus frutos no sólo arraigando en la mentali
dad indígena, sino también plasmándose en una inmensa obra de
beneficencia, pedagógica y cultural. Tales son los términos de esta
54 LA LEYENDA NEGRA
La caída demográfica
El descenso demográfico de la población aborigen a partir de 1492
ha sido —y sigue siendo— uno de los fenómenos más difundidos
por los propagadores de la leyenda negra. La espectacular caída del
número de habitantes, ocurrida tras la llegada de las primeras em
barcaciones españolas hasta mediados del siglo X V II, ocupa un lu
gar preferente dentro del cúmulo de cargos formulados contra la
presencia hispana en América. En este aspecto, como en tantos
otros, la influencia de Bartolomé de Las Casas demuestra una vi
gencia sorprendente. Las «matanzas sistemáticas» y «crueldades in
finitas», cometidas por los conquistadores, que jalonan su Brevísima
72 LA LEYENDA NEGRA
entre los ocho millones propuestos por Gook y Borah y los 100.000
habitantes ofrecidos por Rosenblat para el momento de la llegada
de Cristóbal Colón. Bartolomé de Las Casas había calculado tres
millones y las investigaciones recientes de Moya Pons proporcionan
una cifra cercana a los 400.000 habitantes. Al margen de las dis
crepancias, lo realmente significativo es la intensidad del derrumbe
demográfico, ya que en la segunda mitad del XVI apenas sobrevi
vían unos cientos de indígenas. Tal despoblación provocó, de inme
diato, la necesidad de incorporar mano de obra esclava.
Las investigaciones en la zona andina revelan, al mismo tiempo,
la existencia de un descenso de población aunque de perfiles menos
acusados que los del ámbito mexicano. En 1530, en el momento de
la llegada de Francisco Pizarro, Cook calculó una población de nue
ve millones de habitantes que, cuarenta años después, se habían
reducido a 1.300.000 y a 600.000 en 1620 46.
Cuadro 3. Población del Perú, según S. F. Cook
Año Indígenas
1530 ................................................................................. 9.000.000
1570 ................................................................................. 1.264.530
1590 ................................................................................. 947.301
1600 ................................................................................. 833.788
1610 ................................................................................. 737.913
1620 ................................................................................. 589.033
viruelas comenzasen a pegar a los indios, fue entre ellos tan grande
enfermedad y pestilencia en toda la tierra que en las más provincias
murió más de la mitad de la gente y en otras poco menos; porque
como los indios no sabían el remedio para las viruelas, antes, como
tienen muy de costumbre, sanos y enfermos, el bañarse a menudo, y
como no lo dejasen de hacer, morían como chinches a montones. Mu
rieron también muchos de hambre, porque como todos enfermaron de
golpe, no se podían curar los unos a los otros 49.
prensible inercia del pasado. Sabido es que Las Casas otorgó una
responsabilidad máxima a la acción militar de la conquista. Sus
textos no admiten ninguna dudaL De igual modo, hoy es sabido que
esas obras fueron escritas con intencionalidad polémica, militante.
El papel de los españoles no se agota en la conquista. Siguieron
a ella más de dos centurias en las que se produjeron relaciones de
muy diversa naturaleza, con resultados asimismo desiguales.'Afor
tunadamente, todo ello puede ser estudiado merced a la ingente
documentación disponible. Como afirma Charles Gibson, el hecho
de que los defensores de la leyenda negra tengan que continuar
confiando en Las Casas proporciona así otra prueba, si es que otra
prueba hiciera falta, de lo inadecuada que la leyenda negra es
CAPITULO 3
El concepto de indio
nado esa política integradora. Aquel indigenismo del siglo XVI como
éste del XX pretendían defender al indio de la agresión política,
idiomàtica y cultural, probada por la presencia de otra civilización.
No obstante, ello implica necesariamente la incorporación al mundo
del grupo dominante. Sólo una figura —cómo no, el padre Las
Casas— parece haberse distanciado de estos supuestos indigenistas
al adoptar una actitud respecto de aquellos pueblos más próxima
al indianismo actual.
El cambio observado en la forma de entender el concepto de
indio comenzó a ser visible a partir de 1970, cuando un grupo de
investigadores ligados al movimiento estudiantil del 68 lanzó duras
críticas contra el indigenismo oficial. Uno de ellos, Guillermo Bon-
fil, abrió el fuego afirmando que la meta de ese indigenismo «con
siste en lograr la desaparición del indio». Y añadió: «Se habla, es
cierto, de preservar los valores indígenas... Sin embargo, cualesquie
ra que sean los valores a ser preservados, el indio tiene que ser
“integrado”, e “integración”, otro término gastado por tanto ma
noseo, debe traducirse no como el establecimiento de formas de
relación entre los indios y el resto de la sociedad global... sino como
una asimilación total, una pérdida de su identidad étnica» '.
Actualmente las organizaciones indias reclaman su derecho a
decidir quién es y quién no es indio. Esto, que podría parecer obvio
y hasta superfluo, ha provocado todo tipo de controversias legales
en algunos países. En estos casos, delimitar quiénes son indios va
más allá de una simple cuestión académica. La respuesta tiene que
ver, entre otras cosas, con la tierra y con los recursos, aspectos sobre
los que los gobiernos ejercen un fuerte control. De ahí que, con
frecuencia, el concepto de indio vaya aparejado también a cuestio
nes políticas.
Hoy por hoy no existe unanimidad sobre la definición de indio.
Añádase a ello lo habitual que es el recurso del tópico, de lo exótico
o de lo anecdótico a la hora de aproximarse a estas culturas y se
comprenderá que el problema tiene mayor trascendencia de la que
a simple vista se le otorga. Además, por lo que se refiere al análisis
de la sociedad colonial, la investigación ha puesto de manifiesto la
multiplicidad de criterios que existen para conocer su composición
y jerarquización y, dentro de ella, la posición del indio. El profesor
EL CONCEPTO DE INDIO 85
Indigenismo colonial
El indigenismo colonial tiene su mejor expresión^jen el libro VI de
la Recopilación de Leyes de Indias de 1680. Básicamente..consideró al /
indio como un «menor de edad» que necesitaba protección. De ahí
el consabido carácter tutelar y paternalista que marcó las relaciones
entre el español y el indio. Asimismo, fue frecuente el uso del cali
ficativo de «miserable», entendido en su sentido antiguo de falta de
capacidad y respons~aT)ilidad. y etimológico del que ";™gp*rQ rnrnp^-
sión». Las autoridades españolas definieron al indio como el des-
cCTKfiühte de padres indios, señalado como tal en los registros pa
rroquiales en el momento del bautismo. Pero además de esta gene
ralidad, el indio era también una persona identificada por ciertas
peculiaridades en su vestido y costumbres, que hablaba un idioma
diferente, que vivía en una comunidad nativa y, sobre todo, que
pagaba tributo. Se le consideraba súbdito y vasallo del rey en igual
dad con otros súbditos y vasallos del Reino, pero estaba sometido
a prestaciones laborales coercitivas. Fue declarado persona racional
y libre, pero ciertamente una persona distinta. En suma, la actitud
86 LA LEYENDA NEGRA
viduales y sociales del hombre libre. Tal fue el credo por el que
luchó toda su vida: la libertad como valor supremo y el respeto de
la conciencia individual. De esta forma, como se dijo, pudo distan
ciarse de los planteamientos clásicos indigenistas y aculturizadores
para, por el contrario, alinearse con las actuales posturas indianistas.
Para el profesor Al ciña Franch «La idea fundamental de Las
Casas en relación con el problema de las culturas indígenas era la
de conservarlas en estado de preservación y aislamiento respecto de
la española, de manera que estando incluidas en el organismo po
lítico que era el Imperio y siendo sus habitantes indios, súbditos del
emperador, se desenvolvieran como entidades políticas independien
tes, con sus órganos de gobierno según la tradición indígena» 16. El
reconocimiento de la necesaria autonomía política y cultural a las
comunidades indias frente a la nueva civilización situaría al domi
nico sevillano en una actitud más avanzada que la del clásico indi
genismo de nuestros días. Su única concesión al planteamiento de
la cultura conquistadora fue la relativa a la necesaria evangelización
de aquellas gentes, y ello entendido, no como un proceso de domi
nación, sino como un medio de liberación. Ciertamente estas ideas
no aparecen perfiladas con claridad en sus escritos y, a veces, cho
can con la práctica llevada a cabo. Sin embargo, constituyen un
claro precedente de las recientes tendencias en el campo de la antro
pología.
Los debates de Valladolid no pusieron fin a las discusiones sobre
la naturaleza del indio. Sirvieron, eso sí, para modificar algunos
términos y aliviar la intensidad del conflicto. Curiosamente, cada
uno de los litigantes, dado el rigor y claridad de sus argumentos,
creyó haber resultado ganador. Sin embargo, ninguno obtuvo un
reconocimiento público de sus tesis. Con posterioridad a la querella
de Valladolid ambos prosiguieron su actividad en defensa de sus
respectivas interpretaciones. La práctica parece dar la razón a los
argumentos de Las Casas. Baste señalar que mientras las obras de
éste —incluida la Brevísima relación— obtuvieron licencia para ser
publicadas, Sepúlveda no gozó de ese privilegio. Finalmente las Or
denanzas del Bosque de Segovia de 1573 establecieron que, de acuer
do con la línea lascasista, la palabra «conquista» no debería seguir
empleándose y que en adelante se usara el término «pacificación».
94 LA LEYENDA NEGRA
Indigenismo republicano
Las guerras de independencia del siglo XIX marcaron el inicio de
una nueva consideración del indio. Esta fue desarrollada por el lla
mado «indigenismo republicano». El liberalismo y el principio de
la igualdad de todos ante la ley transformaron el tradicional con
cepto de indio de tal forma que legislativamente el término dejó de
existir. En su lugar apareció el de mexicano, peruano, boliviano, etc.
Es decir, el concepto de indio dio paso, al menos en la ley, al de
ciudadano. Los teóricos del liberalismo y del positivismo conside
raron que lo indígena no tenía lugar en las nuevas nacionalidades
que se estaban construyendo. Su cultura representaba un obstáculo
para la integración nacional. En consecuencia, los gobiernos repu
blicanos desmontaron el sistema colonial (la denominación de indio,
el tributo, el servicio personal, la propiedad comunal, etc.) con el
fin de que la proclamada libertad e igualdad de todos fuera una
realidad. Durante los años que antecedieron a la independencia es
98 LA LEYENDA NEGRA
Indigenismo moderno
La crisis de la ideología liberal trajo consigo la modificación de los
proyectos indigenistas y, con ella, la elaboración de un nuevo con
cepto de indio. Surge así el indigenismo moderno. Las novedades
fueron más profundas en México, merced al impacto de la Revolu
ción de 1910, donde, a partir de la década de los 40, surgió un
movimiento indigenista que alcanzaría dimensiones continentales.
El nuevo proyecto se centró en superar la desigualdad creada
por los gobiernos liberales anteriores. Era, en suma, el reconoci
miento de que, a pesar de tanta igualdad legal, el indio seguía
siendo algo diferente. Ahora no se pretendía asimilarlo, sino inte
grarlo dentro de la sociedad nacional. El matiz era importante. Lo
que se asimila se hace semejante al todo; lo que se integra se hace
parte del todo, pero conserva la propia identidad. El indio, prácti
camente olvidado en los textos constitucionales del siglo X IX , co
menzó a aparecer en los del XX.
En Perú, la constitución de 1920 rompía ese silencio con un
artículo donde se decía: «El Estado protegerá a la raza indígena y
dictará leyes especiales para su desarrollo y cultura en armonía con
sus necesidades. La nación reconoce la existencia legal de las co
munidades indígenas y la ley declara los derechos que le correspon
den». De esta forma, el indio dejaba de ser un ciudadano más, a
cambio de tener un estatuto legal peculiar y convertirse en un sujeto
de leyes especiales. Pero además, la constitución volvía a sancionar
la propiedad comunal, como una garantía para la conservación de
las tierras indígenas. Los mismos principios quedarían recogidos en
el nuevo texto de 1933. A nadie se le escapa el hecho de que estas
constituciones reproducían el mismo espíritu tutelar y proteccionista
de las Leyes de Indias.
102 LA LEYENDA NEGRA
£1 indianismo
De la misma forma que el concepto de indio acuñado por la colonia
fue negado por el proyecto republicano, y éste, a su vez, por el
integracionismo de los años 50, en la actualidad se abre paso el
«indianismo» como corriente crítica a esta última. Se trata de una
alternativa al indigenismo «colonialista y aculturizador». La india-
nidad comenzó a esbozarse con la publicación del libro De eso que
llaman antropología mexicana (México, 1970) en el que Arturo War-
man, Guillermo Bonfil, Margarita Nolasco y otros, lanzaron severos
ataques al indigenismo oficial. Más tarde tomó cuerpo en la primera
reunión de Barbados (1971), cuya declaración final habla ya del
autogobierno y defensa de los indios por parte de las mismas po
blaciones indígenas. «La liberación —se dice— de las poblaciones
aborígenes debe ser realizada por ellas mismas, o no es liberación».
Al tratar del papel del Estado quedan, asimismo, planteadas con
claridad las metas del nuevo proyecto. Al Estado corresponde «ga
rantizar a todas las poblaciones indígenas el derecho de ser y per
manecer ellas mismas, viviendo según sus costumbres y desarrollan
do su propia cultura por el hecho de constituir entidades étnicas
específicas». También debe «garantizar a cada una de las poblacio
nes indígenas la propiedad de su territorio, registrándolas debida
mente y en forma de propiedad colectiva, continua, inalienable y
suficientemente extensa» 36.
Seis años después, una nueva reunión en Barbados (Barbados II,
1977) puso de manifiesto el camino avanzado en esta línea. En esta
ocasión, la declaración final va dirigida a «los hermanos indios» e
insiste en las estrategias y en los instrumentos necesarios para rea
lizarlas, en la necesidad de una ideología clara y en la propia cul
tura como elemento aglutinador. En un análisis de la situación con
temporánea, afirma que los indios están dominados física y cultural
mente:
La dominación física se expresa, en primer término, en el despojo de
la tierra. Este despojo comenzó desde el momento mismo de la inva
sión europea y continúa hasta hoy. Con la tierra se nos han arrebatado
también los recursos naturales: los bosques, las aguas, los minerales,
106 LA LEYENDA NEGRA
sabemos cómo funciona y sobre qué ejes... Esta operación oblicua sería
una manifestación más de la mala conciencia de las élites mestizas que
tratarían con ello de eludir su responsabilidad histórica en la frustra
ción, o por lo menos, en el aplazamiento indefinido de la liberación
latinoamericana en su totalidad, en sü pleñitud solicfaría"T7!
En consecuencia, no creo que haya razones para que España
entone el mea culpa o exhiba complejos absurdos. Menos todavía
para que adopte actitudes de remordimiento. Tal es la opinión del
profesor Morales Padrón quien afirma:
Nosotros somos conscientes de las sombras que ha tenido la historia
de América, pero también de las luces... Ahora bien, lo que nos duele
es la distorsión, la malevolencia el enjuiciar. Ahora se nos está inten
tando presentar el pasado de manera que nos avergoncemos de él. A
mí lo que me avergüénzales que se nos quiera convencer de que te
nemos que avergonzamos de unas páginas que otras personas, y no
españolas, han dichó’qué son las más Brilíántes en la historia del Mun
do 18.
Hay tendencias que gustan seguir utilizando la idea de «V Cen
tenario del Descubrimiento» pero con un sentido diferente. No se
trata de la evocación de los viajes y expediciones del siglo XVI, sino
de la conmemoración de un nuevo descubrimiento, el de la Comu
nidad Iberoamericana. Un proyecto que ante todo mira al futuro y
comparte con el «viejo» descubrimiento su carácter utópico: La uto
pía visionaria de Colón, la utopía integradora de Simón Bolívar y
la utopía liberadora de José Martí. El resultado es la configuración
de un V Centenario cómo fundamento de una Comunidad Iberoa
mericana basada en lazos históricos, culturales y lingüísticos comu
nes. Mucho se ha escrito sobre esta pretendida comunidad, sus raí
ces, sus objetivos y su oportunidad desde que fuera esbozada por
el rey D. Juan Carlos.
José Prat, que vivió exiliado en Colombia entre 1939 y 1976 y
conoce con hondura la realidad del continente, es un ardoroso de
fensor de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, cuya crea
ción, piensa, es la mejor forma de celebrar el Medio Milenio 19. Su
realización, no obstante, está plagada de dificultades lo que hace
128 LA LEYENDA NEGRA
I
INTRODUCCION
i
i
I
po «que la aritmética de Las Casas no es... peor que la del resto de los
historiadores españoles de la época. Las cantidades de nueve dígitos les
bailaban en la cabeza a todos ellos» 15. Como ha señalado Marcel Batai-
llon, en nuestros tiempos, tan interesados por la precisión estadística, no
son nada raras las variaciones de hasta un 200 por ciento en periódicos
de distinta orientación política cuando sacan cuentas de la asistencia a una
manifestación. Indudablemente, las cifras globales de 15 a 20 millones de
indios muertos en la conquista dadas por Las Casas pudieron no haber
sido estrictamente precisas. No obstante, algunos cálculos actuales de la
población precolombina en América (por ejemplo, los más de 100 millo
nes de habitantes propuestos por Woodrow Borah) 16 dan una nueva cre
dibilidad a la estadística de Las Casas. Por otra parte, contamos con las
declaraciones de testigos independientes, entre ellos algunos a quienes
no se puede acusar de simpatía hacia Las Casas, que confirman la altísima
mortalidad entre los indios por causas ajenas a las enfermedades epidé
micas. Bataillon 17, por ejemplo, cita el cálculo del conquistador y enco
mendero Rodrigo Lozano, para quien las guerras civiles del Perú en
1544-1548 causan la muerte de «más de la mitad», probablemente «tres
quintas partes», de los indios forzados a servir a los españoles de portea
dores.
Si estudiamos algunos sucesos particulares referidos en la Brevtssima
relación, advertiremos que pisamos suelo firme. Menéndez Pidal se burla
de los relatos de Las Casas en que habla de porteadores indios agotados
por el trabajo, encadenados por el cuello, a quienes los españoles cortaban
la cabeza para no tener que entretenerse en desatarlos. Para Menéndez
Pidal estas historias son producto de la imaginación de Las Casas o de
sus informadores. Pero Bataillon recoge una serie de testimonios que con
firman esa «práctica siniestra»; entre ellos se cuentan el cronista Cieza de
León, el funcionario real Pedro de la Gasea y Gonzalo de Pizarro. Otros
más fueron el juez Alonso de Zorita, extraordinariamente bien informado,
que daba cuenta de la misma práctica en su Breve y Sumaria Relación de los
Señores de la Nueva España, y, en el siglo XVII, Gabriel Fernández de Villa
lobos, marqués de Varinas, testigo ocular de tales crímenes en Venezue
la 18. Un testimonio de la fiabilidad general de las.fuentes utilizadas para
la Brevtssima relación nos llega de la pluma del difunto Manuel Giménez
Fernández en su informe preliminar a un estudio en vías de realización
por él y sus estudiantes sobre las fuentes y textos paralelos del tratado.
Giménez Fernández concluía que los hechos citados por Las Casas fueron
tomados en gran parte de informes presentados a los monarcas españoles
y al Consejo de Indias ,9. No hay duda de que futuras investigaciones
158 LA LEYEN D A NEG RA
Ii<
'
2
ción de los indios fueron por lo general ignoradas. Pero sean cuales sean
sus conclusiones, se habrán de fundamentar en la investigación archivística
más que en generalizaciones no documentadas.
Sin embargo, mi crítica principal a la postura de Keen se refiere a la
suposición de que la seriedad del esfuerzo acometido por España en favor
de sus súbditos indios se habrá de medir «no por el volumen de los do
cumentos legales o del debate sobre el tema, sino por criterios tan prag
máticos como las tendencias demográficas y el nivel de vida de los in
dios» 28. Estas pautas «pragmáticas» pueden ser adecuadas para nosotros
en la actualidad, cuando la atención médica y otras medidas de seguridad
social se han extendido a sectores cada vez mayores de la sociedad, pero,
¿han de colocarse siempre los historiadores gafas del siglo XX para obser
var el siglo XVI? Y, si hemos de considerar las tendencias demográficas,
¿no habremos de reconocer que tras esos datos, aparentemente «rigurosos»
expresados en términos matemáticos se ha emboscado a menudo más de
un prejuicio? En un repaso a la considerable literatura dedicada al tema
desde el siglo XVI, Rolando Mellafe escribía recientemente: «Sobre pocos
temas de la historia colonial hispanoamericana se ha opinado con más
libertad e irresponsabilidad que sobre los de la población, y no es habitual
que un problema histórico se cargue tanto de sentido polémico e intencio
nalidad ideológica» 29. Aún hoy, cuando los métodos se han perfeccionado,
el reciente intercambio entre Woodrow Borah y Angel Rosenblat sobre este
asunto controvertido, ¿no nos aconseja más bien precaución que confianza
cuando se trate de calcular el número de indios que habitaban América
en 1492 o en 1519? 30
Las razones apuntadas para el descenso de las poblaciones indias son
además contradictorias y polémicas. En este punto las generalizaciones
florecen con una exuberancia tropical. Juan Friede ha aportado reciente
mente documentación histórica para demostrar que en 1629 las epidemias
causaron una pérdida de vidas entre los indios de dos comunidades mine
ras de Nueva Granada, pero seguidamente parece contradecirse a sí mismo
aduciendo esta generalización: «Hay numerosos documentos que atribuyen
de forma definitiva la disminución de la población india al trabajo exce
sivo, a la desnutrición, a la huida, a la separación de sexos, al mal trato,
a la crueldad, a las levas para expediciones, a la esclavización, a la mi
ta, etc. Cientos de documentos de archivo se refieren a estos factores más
que a las plagas como causa del descenso demográfico». Friede no hace
ningún esfuerzo por documentar esta opinión, que sólo pueden mantener
quienes pretenden ignorar la información sobre epidemias y enfermeda
des 31. Mellafe advierte que también este problema es complicado y tiene,
AP EN D IC ES 173
estas fuentes de vigor hemos de añadir un talento para la síntesis que hacía a
Bourne capaz de comprimir en pocas páginas los elementos de un problema
tan complicado como el del debate sobre Vespuccio; y, además, en un estilo
claro y sencillo, ideal para una obra destinada al gran público.
Pero mi admiración por la habilidad desplegada por Bourne en la so
lución de problemas técnicos históricos no se extiende a sus opiniones
sobre la política indiana española. Al contrario; frente a ese sesgo inter
pretativo hice la siguiente clara advertencia:
Los tiempos de Bourne fueron testigos del nacimiento, en medio de un gran
debate público, de un imperio americano en el Caribe y en el Pacífico conse
guido, en el caso de las Filipinas, mediante la eliminación violenta por parte
de los Estados Unidos de los rebeldes nativos no dispuestos a aceptar su do
minación. No se puede dudar de que el nuevo clima de opinión imperialista,
la nueva condición de América como potencia colonial, influyó en los juicios
históricos de Bourne y le predispuso para contemplar con mayor simpatía el
proceso colonial español.
Al señalar que Bourne había iniciado una reacción académica en con
tra de la Leyenda Negra, me preguntaba si no se habría dado un giro en
redondo, «si no estaba comenzando a surgir una “leyenda blanca” de
altruismo y tolerancia española partiendo de escritos de eruditos como
Lewis Hanke» 3.
Lo que otorga cierto carácter irónico a la confianza de Hanke en Bour
ne es el hecho de que la obra de éste, convertida casi inmediatamente en
un clásico, dio un gran impulso al movimiento de descrédito de Las Casas
como fuente de información histórica. Bourne se lamentaba de que la Bre-
vtssima relación de la destrucción de las Indias del padre Las Casas, con «sus
retratos de terrible inhumanidad, su apasionada denuncia de los conquis
tadores y su dura crítica a los agentes coloniales, llegara a ser la materia
prima de generaciones de historiadores» 4. Un discípulo de Bourne, Lesley
Byrd Simpson, desarrolló este tema en The Encomienda in New Spain (1929),
libro que contribuyó a formar el pensamiento de una generación de espe
cialistas estadounidenses en historia latinoamericana. Bourne utilizó la in
troducción a esta obra para lanzar un corrosivo ataque contra Las Casas,
declarando que había que volver a escribir toda la historia social de las
colonias españolas, «pues el partidismo violento del tratado de Las Casas
(la Brevtssima relación) ha viciado la manera de pensar de los historiadores
de la conquista española». Simpson llegó incluso a revitalizar la antigua
maledicencia por la que se relacionaba a Las Casas con el inicio del co-
AP EN D IC ES 181
Hanke afirma que «el propio intento de Keen para clarificar y resolver las
cuestiones relativas a la Leyenda Negra presenta una serie de dudosas
generalizaciones acerca de la interpretación del principio “las leyes se obe
decen, pero no se aplican”, que, según pienso, hace tiempo que están bien
enterradas». Esta afirmación merece una respuesta detallada.
Para empezar, debo reiterar que no todas las leyes españolas relativas
a los indios se aplicaron con laxitud. Muy al contrario; las leyes explota
188 LA LEYEN D A NEG RA
tente y esperada violación de las mismas» 27. John Phelan considera ine
vitable esta escisión, dado el desacuerdo entre metas y pautas inherente
al sistema.
La distancia entre observancia y no observancia era un componente necesario
del sistema. Habida cuenta de la ambigüedad de las metas y el conflicto entre
las normas establecidas, era imposible la aplicación simultánea de todas las
leyes. El mismo conflicto entre las normas, que impedía a los súbditos estar a
un tiempo a la altura de todas ellas, les daba voz y voto en la toma de deci
siones sin que se pusiera en peligro el control por parte de sus superiores sobre
el conjunto del sistema 2B.
La colisión entre metas y normas encontró su expresión más aguda en
el choque entre la legislación de la Corona que protegía a los indios y la
tendencia de las élites coloniales a conseguir el máximo de beneficios. No
es de extrañar, pues, que el incumplimiento de las leyes fuera muy común
en esta zona.
Por poner un ejemplo, analizaré brevemente la suerte de la legislación
protectora en la cuestión del «obraje», uno de los peores azotes para la
población india colonial, repetidamente prohibido o regulado por la Coro
na. El mismo Bourne admite que la prohibición del trabajo forzado en los
obrajes «debió de haber sido letra muerta en el Perú» 29, Phelan dedica
un capítulo a este tema en su reciente libro sobre Quito en el siglo XVII.
Se trata de una triste historia de explotación despiadada y de aplicación
de la fórmula del «obedecer, pero no cumplir» a la que recurrían los fun
cionarios atrapados entre los esfuerzos reformistas de la Corona y las pre
siones de los propietarios de los obrajes, entre los que se contaban la
Iglesia, las órdenes religiosas, comerciantes, nobles españoles y funciona
rios 30. El último investigador que ha estudiado el obraje, Richard Green-
leaf, llega a la siguiente conclusión:
A lo largo de los tres siglos de dominación española en Méjico prevalecieron
las condiciones de trabajo explotador. La esclavitud de los indios, el peonaje
por deudas, el trato duro, el trabajo infantil y la mala alimentación, vestido y
alojamiento fueron características del obraje mejicano colonial... No importa
el número de reformadores humanitarios y monopolistas mercantiles que se
quejaran; al gobierno real no le quedaba más remedio que tolerar los abusos,
pues los obrajes eran útiles y necesarios para la economía 31.
Finalmente, un comentario a la historia de la legislación protectora a
190 LA LE YEN D A NEG RA
favor de los indios y su cumplirúiento: Hanke cita las Leyes Nuevas .de
1542 para mostrar que los colonos se tomaban las leyes en serio. «Quienes
se rebelaron contra las Leyes Nuevas de 1542, destinadas a proteger a los
indios, lo hicieron porque temían su aplicación y no descansaron hasta
conseguir aguar algunas de las más rigurosas». No dudo de que los colonos
se tomaran en serio la legislación india que amenazaba sus intereses. Pero
Hanke parece pasar por alto el significado primero de las Leyes Nuevas
y su frustración. El primer editor moderno de la Brevíssima relación de Las
Casas, el dirigente rebelde mejicano Servando Teresa de Mier, personaje
de notable calidad intelectual y erudición, entendió bien ese sentido. En
su prólogo a una edición de 1821 de la Brevíssima relación Mier observaba
que lo que distinguió a las Leyes Nuevas de la anterior legislación refor
madora fue la determinación de la Corona en asegurarse de su cumpli
miento mediante el envío de jueces que deberían hacer cumplir las leyes
sin admitir apelación ni otras dilaciones que en el pasado habían frustrado
tales esfuerzos. Seguidamente, sin embargo, la resistencia de los colonos
supuso la revocación parcial de las leyes; y los encomenderos lanzaron un
contraataque dirigido a «feudalizar» América para siempre. Las Casas,
escribía Mier, «se opuso valientemente a este feudalismo» 32.
En realidad la revocación parcial de las Leyes Nuevas significó un
punto crítico, una victoria decisiva del «feudalismo» criollo que surgía en
las Indias. Nunca más volvería la Corona a arriesgarse a un enfrentamien
to sangriento con los conquistadores encomenderos como el producido en
el Perú. El movimiento lascasiano, que bajo Felipe II proporcionó el prin
cipal impulso a una política de aplicación de las leyes protectoras a favor
de los indios, cayó en desgracia y descrédito. El conquistador encomendero
triunfó sin ningún esfuerzo. De ahora en adelante, cualquier tentativa im
portante de la Corona para aplicar la legislación en favor de los indios iba
seguida de una retirada total o parcial, según ilustra el caso del obraje.
La aristocracia criolla no tuvo que volver ya a blandir las armas o ame
nazar con hacerlo. Para conseguir sus fines les bastó con echar mano de
sus considerables recursos económicos y políticos, enviar procuradores a
la corte y presionar a dóciles funcionarios locales enfrentados al conflicto
de objetivos de que hablaba Phelan.
Hanke critica mi conclusión «simplista» de que las Ordenanzas de 1573,
que según él recogieron en la legislación las ideas de Las Casas, no aca
baron con la «guerra a sangre y fuego» y con la caza de esclavos dirigidas
contra los indios. En apoyo de su tesis de la eficacia de la «política de
conquista específica posterior a 1573» cita los estudios de Powell y Korth
APEN D IC ES 191
de Felipe IV, puso pronto fin a este interludio pacífico. Una vez más «la
brutalidad y la codicia amenazaron la frontera».
Korth insiste en que, después de 1700, cuando las relaciones entre
blancos e indios comenzaron a cambiar de forma perceptible, la razón
básica de tal cambio fue «la aparición de una clase jornalera mestiza,
producto del cruce racial del siglo anterior. Con la aparición de esta nueva
fuerza económica y social comenzó a disminuir la dependencia de la mano
de obra india y, con ella, una de las causas básicas de fricción entre las
dos razas» 36. Es evidente que las Ordenanzas de 1573 y otras leyes simi
lares tuvieron poco o nada que ver con la estabilización final de la frontera
araucana.
Hanke critica mi teoría de que la seriedad del esfuerzo realizado por Es
paña en favor de sus súbditos indios se ha de medir «no por el volumen
de los documentos legales o del debate sobre el tema, sino por criterios
tan pragmáticos como las tendencias demográficas y el nivel de vida de la
población india». Tras adoptar una postura relativista, mantiene que los
criterios que definen un nivel de vida deseable varían de siglo en siglo y
de individuo a individuo según los valores personales de la vida, y que las
pautas de Felipe II y sus consejeros diferían de las mías. Para ilustrar la
variedad de pautas entre los indios trae a colación una divertida anécdota
recogida por el cronista español Herrera: un indio discreto señalaba, de entre
los bienes aportados por los españoles, el huevo, el caballo y la vela como
los más importantes debido a los múltiples beneficios que supusieron para
los indios. Nada más sabemos de este indio discreto y, por tanto, no po
demos determinar hasta qué punto era representativa su opinión. Consi
dero mucho más informativa la siguiente declaración del famoso historia
dor mestizo mejicano del siglo XVII, Ixtlilxochitl, que estudió en el colegio
franciscano de Santa Cruz de Tlatelolco y ocupó varios cargos en la ad
ministración colonial española:
Su miseria es tan grande que, por lo que he leído en muchos libros que tratan
de las tiranías y crueldades de otras naciones, ni por separado ni todas juntas
pueden dichas tiranías compararse con las penalidades y la esclavitud impues
tas a los indios. Los indios mismos dicen que preferirían ser considerados
esclavos y no vivir como viven hoy en día, pues si fueran esclavos, los españoles
mostrarían alguna piedad hacia ellos a fin de no perder su dinero. Estos indios
son tan desgraciados que si uno tropieza y cae y se queja del golpe recibido,
los españoles sienten la máxima felicidad y encima le dedican los insultos más
inimaginables. Si muere un indio, los españoles dicen que el diablo se lo ha
194 LA LEYEN D A NEG RA
llevado. Digo esto por ser cosas que ocurren todos los días y que oigo contar,
pero, puesto que Dios lo permite, su Majestad debe saber por qué. Por tanto,
démosle gracias por ello 31.
ì
4
De la isla Española
BARTOLOME DE LAS CASAS
(...) Queda declarado y demostrado (...) que todas gentes de estas nuestras
Indias, en cuanto es posible, por medios naturales y humanos sin la luz
de la fé, tenían sus repúblicas, villas y ciudades suficientemente provistas
y abundantes, sin que para vivir política y socialmente y alcanzar la feli
cidad civil que cualquier república buena y razonable desea gozar, les
faltase nada. Unas más y otras menos y muchas en gran perfección y
todas, en la mayor parte, porque son de sutiles y vivos y claros y capací
simos entendimientos. Esto les provino (después que por voluntad de Dios
que quiso así hacerlas), por la favorable influencia de los cielos, por la
disposición suave de las regiones que Dios les concedió para que habitasen,
por la clemencia y suavidad de los tiempos, por la compostura de los
miembros y órganos de los sentidos exteriores e interiores, la bondad y
sobriedad de los alimentos, la disposición buena y saludable de las tierras
y lugares y aires locales, la templanza y moderación del comer y del beber,
la tranquilidad y sosiego y sedación y de las afecciones sensuales, la ca
rencia de la solicitud y cuidado del alma como son el gozo, amor, ira,
dolor y los demás, y, también a posterior por las obras y efectos que (estas
gentes) hacen.
Y así en todo lo que toca a los actos del entendimiento y de la voluntad
(...) se igualaron a muchas naciones del mundo señaladas y nombradas
por políticos razonables. A muchas igualaron, a otras sobrepasaron y a
ninguna fueron inferiores. Con quienes se igualaron fueron con los griegos
y romanos y en muchas buenas y mejores costumbres los sobrepujaron.
Sobrepujaron también a los ingleses y franceses y algunas gentes de nues
tra España y a otras innumerables sobrepasaron en buenas costumbres y
en carencia de males.
202 LA LEYEN D A NEG RA
(...) Todo esto, como queda dicho tantas veces, demuestra ser estas
gentes generalmente de buenos y naturales ingenios y dispuestas volunta
des para ser atraídas e imbuidas en toda buena doctrina moral y no menos
de nuestra religión cristiana. Pues aun cuando en algunas partes no hayan
llegado aún a la perfección de la política y república ordenada como hemos
contado de otras muchas, y aunque tengan costumbres corrompidas, todas
ellas son saludables valiéndose de la buena industria humana y mejor con
la predicación evangélica.
(...) Ninguna generación de hombres hay, por incultos y malos políticos
que sean y por muy anegados que estén en gravísimos y detestables peca
dos, que no sean capaces de recibir la doctrina de Cristo y que por ella
puedan sanar porque a todos los hombres Dios los hizo dóciles y sanables.
Y así parece haber mandado a los apóstoles y discípulos y sus sucesores
que sin diferencia ni excepción alguna predicasen y anunciasen su evan
gelio a todas las gentes, no excluyendo a ninguna.
Y como San Pedro dudara de si a los idólatras y muy pecadores se
había igualmente de impartir y comunicar la doctrina cristiana mostróle
Dios que a todos debía ser igual y del mismo modo comunicada, por la
siguiente revelación: Arrebatado y puesto en éxtasis y en soberana con
templación, vio abierto el cielo y descender de él hasta la tierra un lienzo
grande que tenía cuatro asas o ramales, todo lleno de serpientes, lagartos,
tigres, leones, y otras bestias y fieras de cuatro pies, y de aves de rapiña
y aves inmundas, sucias y horribles; luego vino una voz que le dijo:
«Pedro, mata esas bestias y come». Responde Pedro: «Guárdeme Dios,
Señor, que nunca tal cosa y tan sucia comí, porque estaba prohibida por
la ley antigua». Respondió la voz: «Lo que Dios limpia no digas tú que
es sucio». Y esto fue hecho tres veces y volvíase el lienzo al cielo. Entendió
San Pedro que aquel lienzo de cuatro asas era la Iglesia universal que por
las cuatro partes del mundo había de ser dilatada y fundada por la pre
dicación de los cuatro Evangelios y la gentilidad había de venir a ella por
la fé de la Santísima Trinidad y henchirse de gentes que antes habían sido
sucias por la idolatría y por los vicios y pecados, como toda la gentilidad
lo estaba, y que ninguna persona ni nación habían de ser excluidas por
grandísimos pecados y abominaciones que abundasen, porque al fin los
cielos habían de poblarse de aquellos. (...) Todo ésto se dice en el capítulo
décimo de los Hechos de los Apósteles.
(...) Finalmente, ninguna nación, por embriagada y absorta o zambu
llida que esté en vicios y sea de corruptísimas costumbres, ni es segregada
de la participación del Evangelio ni de su conversión a la verdadera reli
gión y culto divino, y después no es imposibilitada de gozar de la visión
APEN D IC ES 203
El Dios sublime amó tanto la raza humana, que creó al hombre de tal
manera, que pudiera participar no solamente del bien de que gozan otras
criaturas, sino que lo dotó de la capacidad de alcanzar al Dios Supremo,
invisible e inaccesible y mirarlo cara a cara; y por cuanto el hombre, de
acuerdo con el testimonio de las Sagradas Escrituras, fue creado para
gozar de la felicidad de la vida eterna, que nadie puede conseguir sino por
medio de la fé en nuestro Señor Jesucristo; es necesario que posea la na
turaleza y las capacidades para recibir esa fé; por lo cual, quienquiera que
esté así dotado, debe ser capaz de recibir la misma fé: No es creíble que
exista alguien que poseyendo el suficiente entendimiento para desear la fé,
esté despojado de la más necesaria facultad para obtenerla. De aquí que,
Jesucristo, que es la Verdad misma, que nunca ha fallado y que nunca
podrá fallar, diga a los que El ha escogido para predicar su fé: «Id y
enseñad a todas las naciones». Es decir, a todos, sin excepción, porque
todos son capaces de recibir las doctrinas de la fé.
El enemigo de la humanidad, quien se opone a todo lo bueno para
conseguir la destrucción de los hombres, mirando con envidia tal cosa, ha
inventado medios jamás antes oídos, para estorbar la palabra de Dios que
ha de salvar el mundo; él ha inspirado a sus satélites, quienes para com
placerlo, no han dudado en propalar ampliamente, que los indios del Oeste
y del Sur y otras gentes de las que apenas tenemos conocimiento, deben
ser tratadas como brutos, creados para nuestro servicio, pretendiendo que
ellos son incapaces de recibir la fé católica. Nos, que aunque indignos,
ejercemos en la Tierra el poder de Nuestro Señor, y luchamos por todos
los medios para traer el rebaño perdido al redil que se nos ha encomen
dado, consideramos sin embargo que los Indios son verdaderos hombres
y que no sólo son capaces de entender la fé Católica, sino que, de acuerdo
206 LA LEYEN D A NEG RA
La justa guerra
JUAN GINES DE SEPULVEDA
Reduciendo, pues a breve suma toda la doctrina que has expuesto, cuatro
son las causas en que fundas la justicia de la guerra hecha por los espa
ñoles a los bárbaros.
La primera es que siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros,
incultos e inhumanos, se niegan a admitir la dominación de los que son
más prudentes, poderosos y perfectos que ellos; dominación que les traería
grandísimas utilidades, siendo además cosa justa, por derecho natural, que
la materia obedezca a la forma, el cuerpo al alma, el apetito a la razón,
los brutos a los hombres, la mujer al marido, los hijos a los padres, lo
imperfecto a lo perfecto, lo peor a lo mejor, para bien universal de todas
las cosas. Este es el orden natural que la ley divina y externa manda
observar siempre. Y tal doctrina la has confirmado no solamente con la
autoridad de Aristóteles, a quien todos los filósofos y teólogos más exce
lentes veneran como maestro de la justicia y de las demás virtudes morales
y como sagacísimo intérprete de la naturaleza y de las leyes naturales, sino
también con las palabras de Santo Tomás, a quien puede considerarse
como el príncipe de los teólogos escolásticos, comentador y émulo de Aris
tóteles en explicar las leyes de la naturaleza, que como tú has declarado,
son todas leyes divinas y emanadas de la ley eterna.
La segunda causa que has alegado es desterrar las torpezas nefastas y
el poderoso crimen de devorar carne humana, crímenes que ofenden a la
naturaleza, para que sigan dando culto a los demonios en vez de dárselo
a Dios, provocando con ello en altísimo grado la ira divina con estos
monstruosos ritos y con la inmolación de víctimas humanas. Y después
añadiste una cosa que para mí tiene gran fuerza, y es de mucho peso para
afirmar la justicia de esta guerra, es decir, el salvar de graves injurias a
muchos inocentes mortales a quienes estos bárbaros inmolaban todos los
208 LA LEYEN D A NEG RA
i
8
Pero si tantas cosas se han dicho por personas graves, por sesudos inves
tigadores de la verdad histórica, en punto a nuestro siglo XVI, es decir, a
la época en que fuimos la potencia preponderante en Europa, aún es peor,
si cabe, lo que se ha afirmado al tratar de nuestra obra en América.
«Acontecimientos por los cuales deberían haberse decretado para España
todo género de alabanzas, hechos heroicos apenas concebibles, hazañas
que hoy pondríamos en tela de juicio si perteneciesen a tiempos más re
motos y no existiese para su exacta compulsación toda clase de documen
tos fehacientes, sacrificios que se salen del límite de lo acostumbrado y
designios humanitarios y civilizadores, han sido considerados por los ana
listas extranjeros como actos de crueldad y de perfidia, acciones realizadas
bajo el impulso de los más reprobados móviles y somos acreedores a las
más violentas censuras; y lo peor del caso es que semejantes asertos han
recibido en gran parte carta de naturaleza en España, por haberse desde
ñado el estudio concienzudo y detenido de nuestros cronistas del siglo XVI
y olvidado en los estantes de los archivos documentos de gran valor, únicos
que pueden restablecer la verdad en su punto y destruir victoriosamente
tantos juicios injustos, apasionados, falsos de todo punto, exagerados y
erróneos».
Si injusta es la campaña de difamación emprendida contra España por
los protestantes en primer término, y más tarde por todos aquellos contra
cuyas acometidas tuvimos que defendernos so pena de perecer, más injusta
aún es la campaña relativa a nuestra obra americana. La política española
en Europa y los procedimientos por ella empleados para realizarla podían
ser susceptibles de tales o cuales interpretaciones, y es natural que nuestros
adversarios procurasen por todos los medios de que disponían contrarres
tarla y hasta desacreditarla. En cambio, nuestra obra en América no podía
212 LA LE YEN D A NEGRA
La conquista española
PHILIP W. POWELL
ñoles vinieron para el saqueo y ulterior regreso a la patria con sus ganan
cias mal adquiridas. Los hogares más antiguos en América fueron cons
truidos por los españoles en su doble papel de conquistadores y colonos.
Cristóbal Colón, en su segundo viaje en 1493, llevaba cerca de 1.500 co
lonos, junto con los avíos e impedimenta (semillas, plantas, ganado, etc.)
necesarios por lo regular en tales empresas. Y el gobernador Nicolás de
Ovando, a su llegada al Nuevo Mundo en 1502, lo hizo con una flota de
cerca de 2.000 colonos, funcionarios, clérigos, etc. De ahí en adelante, los
barcos y flotas que viajaban desde España al Nuevo Mundo llevaban re
gularmente mujeres, niños, criados, menestrales, operarios, comercian
tes, etc.; en suma, todo tipo de carga humana.
Hasta las más lejanas fronteras, incluso a la llegada de los primeros
españoles, las mujeres y las familias acompañaban con frecuencia a sus
maridos y padres, haciendo frente a todos los peligros y dificultades con
los que nuestros propios antepasados hubieron de enfrentarse en la expan
sión en tales territorios. En nuestros malentendidos sobre la colonización
española en el Nuevo Mundo, normalmente ignoramos la fortaleza y el
espíritu de la mujer española, y la lealtad hacia sus hombres; un buen
número de fascinantes obras podrían ser escritas sobre la mujer española
en la conquista y colonización de las Américas.
En nuestra inveterada costumbre de condenar a los españoles como
«exterminadores de indios» y «buscadores de oro», además de otros estig
mas, pasamos por alto algunas de las cosas inevitables que tales procesos
de conquista-colonización traen consigo.
La conquista española en América fue marcadamente un logro más de
diplomacia que de guerra. Tuvo que ser así, puesto que las fuerzas de
exploración e invasión fueron tan pequeñas que, de otro modo, no hubie
ran podido sobrevivir y conquistar. Comparados con la perspicaz diplo
macia española, las más famosas armas de fuego, caballos y espadas de
acero fueron, a menudo, de menos eficacia. Como un erudito dijo, «Los
conquistadores españoles podrían haber dado una lección a muchas de las
cancillerías europeas». La famosa historia de Cortés en Méjico, es ejemplo
clásico de un proceso diplomático que se repitió con frecuencia. Los con
quistadores tuvieron una constante necesidad de aliados indios y los bus
caron por medios diplomáticos, algunas veces con demostraciones ejem
plares de fuerza y astucia, a veces por medio de regalos, «palabras endul
zadas» y tratados de alianza con ciertas tribus y naciones indias, para
combatir a sus enemigos tradicionales. Los líderes españoles de la Con
quista, según el espíritu europeo de aquellos tiempos, eran maquiavélicos
en todo esto, si bien los jefes indios no les iban a la zaga. (En todo caso,
A P EN D IC ES 227
cuotas a los eclesiásticos caían en esta categoría, así como las ventas for
zosas en el corregimiento y la expropiación de sus productos. El manual
para funcionarios políticos de 1777 declaraba abiertamente que el corregi
miento de Chalco valía treinta veces el salario de corregidor, declaración
que revela el alcance de la explotación extralegal anterior de los funciona
rios encargados de vigilar el cumplimiento de la ley.
El ritmo y la intensidad de estos procesos variaron de una región a
otra. Tacuba fue una de las primeras víctimas. Xaltocan prosperó durante
algún tiempo pero se desplomó en el siglo XVII. Tepetlaoztoc se recuperó
posteriormente gracias al comercio de tranvías de muías, y no precisamen
te al cultivo de la tierra. La provincia de Chalco fue el punto de atracción
de los hacendados poderosos y se convirtió en una región de presiones
extremas. En contraste, Xochimilco carecía del tipo de tierras codiciadas
y gracias a la coincidencia de ciertas circunstancias conservó su economía
gremial y su agricultura de chinampas a través del todo el período colonial.
Tenochtitlan y Tlatelolco, que carecieron de tierras desde un principio,
permanecieron prácticamente al margen de la lucha contra la hacienda.
Pero Tenochtitlan hizo un ajuste económico más viable que Tlatelolco, que
sufrió progresivamente de sequía, abandono y descuido.
Lo que hemos estudiado es la decadencia de un imperio y una civili
zación indígena. El imperio se desplomó primero y la civilización se vio
fragmentada en comunidades individuales. Hubo cierta creatividad en las
primeras etapas de la transición, pero no puede decirse que el proceso en
conjunto haya sido productivo para los indígenas. La comunidad fue la
unidad social indígena más vasta que sobrevivió y a pesar de frecuentes
y severas tensiones. La cofradía y la fiesta la apoyaron. Casi todos los
indios se sometieron a las exigencias de los españoles y protestaron sólo
rara vez. La civilización se vio invadida de rasgos españoles en muchos
puntos, pero conservó su particular carácter indígena en parte por convic
ción, en parte porque fue reducida a una categoría social tan baja que no
tuvo ocasión de cambiar. Una de las primeras reacciones individuales y
más persistentes fue el darse a la bebida. Si hemos de creer en nuestras
fuentes, pocos pueblos se inclinaron tanto a la bebida como los indígenas
de la colonia española en el curso de la historia.
Charles Gibson: Los aztecas bajo el dominio español. México, 1967
13
Conquista y colonia
OCTAVIO PAZ
jefes habían dejado al indígena en una soledad tan completa como difícil
de imaginar para un hombre moderno. El catolicismo le hace reanudar
sus lazos con el mundo y el trasmundo. Devuelve sentido a su presencia
en la tierra, alimenta sus esperanzas y justifica su vida y su muerte.
Resulta innecesario añadir que la religión de los indios, como la de casi
todo el pueblo mexicano, era una mezcla de las nuevas y las antiguas
creencias. No podía ser de otro modo, pues el catolicismo fue una religión
impuesta. Esta circunstancia, de la más alta trascendencia desde otro pun
to de vista, carecía de interés inmediato para los nuevos creyentes. Lo
esencial era que sus relaciones sociales, humanas y religiosas con el mundo
circundante y con lo Sagrado se habían restablecido. Su existencia parti
cular se insertaba en un orden más vasto. No por simple devoción o ser
vilismo los indios llamaban «tatas» a los misioneros y «madre» a la Virgen
de Guadalupe.
La diferencia con las colonias sajonas es radical. Nueva España conoció
muchos horrores, pero por lo menos ignoró el más grave de todos: negarle
un sitio, así fuere el último en la escala social, a los hombres que la
componían. Había clases, castas, esclavos, pero no había parias, gente sin
condición social determinada o sin estado jurídico, moral o religioso. La
diferencia con el mundo de las modernas sociedades totalitarias es también
decisiva.
Es cierto que Nueva España, al fin y al cabo sociedad satélite, no creó
un arte, un pensamiento, un mito o formas de vida originales. (Las únicas
creaciones realmente originales de América —y no excluyo naturalmente
a los Estados Unidos— son las precolombinas.) También es cierto que la
superioridad técnica del mundo colonial y la introducción de formas cul
turales más ricas y complejas que las mesoamericanas, no bastan para
justificar una época. Pero la creación de un orden universal, logro extraor
dinario de la Colonia, sí justifica a esa sociedad y la redime de sus limi
taciones. La gran poesía colonial, el arte barroco, las Leyes de Indias, los
cronistas, historiadores y sabios y, en fin, la arquitectura novohispana, en
la que todo, aun los frutos fantásticos y los delirios profanos, se armoniza
bajo un orden tan riguroso como amplio, no son sino reflejos del equilibrio
de una sociedad en la que también todos los hombres y todas las razas
encontraban sitio, justificación y sentido. La sociedad estaba regida por
un orden cristiano que no es distinto al que se admira en templos y poemas.
No pretendo justificar a la sociedad colonial. En rigor, mientras sub
sista esta o aquella forma de opresión, ninguna sociedad se justifica. Aspiro
a comprenderla como una totalidad viva y, por eso, contradictoria. Del
mismo modo me niego a ver en los sacrificios humanos de los aztecas una
248 LA LE YEN D A NEG RA
El mestizaje
ARTURO USLAR PIETRI
EL SENTIMIENTO INDIGENA
[
15
B) COMISION POLITICA
Conclusiones:
RESUELVE:
IV. ECONOMIA
Considerando:
Que, en el mundo hay superpoblación y luego se impone una desigual
distribución de las riquezas en la proporción de que el 15 % de la pobla
ción acapara egoístamente el 85 % de los recursos y el 85 % de la pobla
ción subsiste con el 15 % de las riquezas.
Que, dentro de la explotación capitalista, para satisfacer a una mons-
AP EN D IC ES 261
RESUELVE:
C) COMISION DE CULTURA
Conclusiones:
I. CULTURA INDIA
Considerando:
Que, los pueblos indios de todos los tiempos y espacios desarrollaron,
mantienen y practican sus propias formas socio-culturales.
Que, dentro de esta pluralidad cultural india no existieron ni existen
culturas inferiores ni superiores, sino al contrario fueron armónicas y com
plementarias, en razón de que nuestros pueblos han estado organizados
en sociedades sobre la base de la armonía universal.
Que, nuestras culturas no fueron antagónicas ni tuvieron un sentido
depredador, genocida y excluyente como es la característica de la cultura
occidental.
Que, la invasión europea y todas sus formas de colonización han tenido
262 LA LEYEN D A NEG RA
RESUELVE:
Los Pueblos Indios como herederos de una cultura milenaria, tenemos que
rescatar, revitalizar y practicar conscientemente nuestros propios valores
culturales en sus diferentes manifestaciones.
RESUELVE:
RESUELVE:
RESUELVE:
RESUELVE:
RESUELVE:
RESUELVE:
f
17
CAPITULO 1
1 Julián Juderías: La leyenda negra. Madrid, 1986, p. 28.
2 Los orígenes italianos de la leyenda negra han sido puestos de manifiesto por
Sverker Arnoldsson (La leyenda negra. Estudios sobre su origen. Goteborg, 1960); Philip
W. Powell también ha hecho hincapié en ello (Arbol de odio. Madrid, 1972,
pp. 56-57).
3 Sverker Arnoldsson: op. cit., p. 59.
4 Ibídem, pp. 110 y ss.
5 Philip W. Powell: op. cit., pp. 81-82.
6 Este tema ha sido estudiado con detalle por William S. Maltby: La leyenda
negra en Inglaterra. México, 1982.
7 Véase, Julián Juderías: op. cit., pp. 227 y ss.; Sverker Arnoldsson: op. cit.,
pp. 130 y ss.; Philip W. Powell: op. cit., pp. 86 y ss.; Ricardo García Cárcel y
Lourdes Mateo Bretos: La leyenda negra. Madrid, 1990, pp. 10 y ss.
8 Philip W. Powell: op. cit., pp. 92-95.
9 Antonio Pérez: Relaciones y Cartas. Madrid, 1986, 2 vols.
10 Para más detalle de la suerte editorial de la Brevísima, consúltese Lewis
Hanke y Manuel Giménez Fernández: Bartolomé de Las Casas, 1474-1566. Bibliografía
crítica y cuerpo de materiales para el estudio de su vida, escritos, actuaciones y polémicas que
suscitaron durante cuatro siglos. Santiago de Chile, 1954.
11 Benjamín Keen: «The black legend revisited: assumptions and realities».
Hispanic American Historical Review, XLIX, 4, 1969, pp. 716-717 (Apéndice 1).
12 Antonio de Solís: Historia de la conquista de México. México, 1978, cap. I.
13 Marcelino Menéndez y Pelayo: «De los historiadores de Colón», en Estudios
y discursos de crítica histórica y literaria. Santander, 1942, t. VIL De Las Casas afirma:
«sus ideas eran pocas y aferradas a su espíritu con tenacidad de clavos; violenta
y asperísima su condición; irascible y colérico su pensamiento; intratable y rudo
su fanatismo de escuela; hiperbólico e intemperante su lenguaje, mezcla de pedan
tería escolástica y de brutales injurias...», pp. 91 y ss.
14 Julián Juderías: op. cit., p. 250.
15 Ibídem, p. 253.
284 LA LE YEN D A NEGRA
CAPITULO 2
1 José Clemente Orozco: Autobiografía. México, 1945, p. 100.
2 Antonio Tovar: Lo medieval en la conquista y otros ensayos americanos. Madrid,
1970, pp. 13 y ss.
3 Francisco Morales Padrón: Los conquistadores de América. Madrid, 1974, p. 81.
4 Pedro Vives Azancot: «Los conquistadores y la ruptura de los ecosistemas
aborígenes», en Francisco de Solano (ed.): Proaso histórico al conquistador. Madrid,
1987, pp. 95-118.
5 Inca Garcilaso de la Vega: Comentarios reales de los Incas, 2.“ parte, libro 2.“,
cap. XXIV, en Obras Completas. Madrid, 1960.
6 Hernán Cortés: Cartas de Relación. México, 1979, p. 64.
7 Ibídem, p. 65.
8 Chilam Bayam de Ckumayel. Madrid, 1986, p. 68.
9 Cit., en Miguel León-Portilla: «La imagen de sí mismos: Testimonios indí
genas del período colonial», América Indígena. México, XLV, 2, abril-junio, 1985,
p. 283.
10 Cit., en Alejandro Lipschutz: El problema racial en la conquista de América. Mé
xico, 1975, p. 112.
11 Ibídem, p. 113.
12 Diego de Castro Titu Cusí Yupanki: Relación de la conquista del Perú y hechos
del inca Manco, en Urteaga y Romero: Colección de libros y documentos para la Historia
del Perú, t. II. Lima, 1916.
13 Véase, Nathan Wachtel: Los venados. Los indios del Perú frente a la conquista
española (1530-1570). Madrid, 1976, pp. 283-289. Sobre este tema puede consultarse
también L. Millones (comp.): E l retomo de las huacas. Estudios y documentos sobre el
Taki Ongoy. Siglo XVI. Lima, 1990.
286 LA LEYEN D A NEGRA
CAPITULO 3
1 Guillermo Boniil Batalla: «Del indigenismo de la Revolución a la Antropo
logía crítica», en Warman y otros: De eso que llaman Antropología mexicana. México,
1970, p. 43.
2 Ramón M.‘ Serrera Contreras: «La organización de las Indias», en Historia
de España (dirigida por Antonio Domínguez Ortiz). Madrid, 1990, vol. 8, p. 217.
3 El sermón de Montesinos lo recoge Bartolomé de las Casas en su Historia de
las Indias. Véase la edición de Juan Pérez de Tudela. Madrid, 1957, libro III,
cap. IV, p. 176.
4 El texto pertenece al discurso hecho por Ortiz ante el Consejo de Indias en
1525. Pedro Mártir de Anglería lo publica en sus Décadas del Nuevo Mundo. Madrid,
1989, pp. 440-441.
5 Constantino Bayle: España en Indias. Nuevos ataques y nuevas defensas. Vitoria,
1934. No obstante, fray Tomás Ortiz parece referirse sólo a los indios primitivos
288 LA LEYEN D A NEGRA
23 Estas ideas las desarrolla en sus Recherches philosophiques sur les Americains.
Berlín, 1770. Para un estudio más exhaustivo, véase Antonello Gerbi: La disputa del
Nuevo Mundo. Historia de una polémica, 1750-1990. México, 1982, pp. 66-101.
24 Jorge Juan y Antonio de Ulloa: Viaje a la América Meridional. Madrid, 1990,
t. A, libro VI, cap. VI, parágrafos 947-948.
29 Cit., en Antonio Sacoto: E l indio en el ensopo de la América española. Madrid,
1971, p. 41.
26 Ibídem, p. 42.
27 Carlos Octavio Bunge: Nuestra América. 1926, pp. 133 y ss.
28 Una aproximación al pensamiento de M artí a través de sus escritos, en José
Martí: Política de nuestra América. México, 1977.
29 Manuel González de Prada: «Nuestros Indios», en Horas de Lucha. Lima,
1974, p. 34.
30 Ibídem, p. 41.
31 Alfonso Caso: «Los ideales de la acción indigenista», en Realidadesy proyectos:
16 años de trabajo. México, 1964, p. 11.
32 Juan Comas: Ensayos sobre indigenismo. México, 1953, p. 245.
33 José Carlos Mariátegui: Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Bar
celona, 1976, p. 43.
34 Este pensamiento toma cuerpo en una serie de artículos, luego recogidos en
la obra Tempestad en los Andes. Lima, 1972.
39 Véase, Raúl Haya de la Torre: «El problema indio», en Obras completas.
Lima, 1976, t. I, pp. 183 y ss.; José M.“ Arguedas: Las comunidades de España y del
Perú. Lima, 1968.
36 Adolfo Colombres (ed.): Por la liberación indígena: Documentosy testimonios. Bue
nos Aires, 1975, pp. 22-23.
37 Indianidady descolonización en América Latina. Documentos de la segunda reunión de
Barbados. México, 1979.
38 Sobre todos estos aspectos se ofrece una apretada síntesis en Guillermo Bon-
fil Batalla: «Aculturación e indigenismo. La respuesta india», en José Alcina Franch
(comp.): op. cit., pp. 189-209.
39 Rodolfo Stavenhagen: «Los derechos humanos de los pueblos indios», en
Adolfo Colombres (coord.): 1492-1992. A los 500 años del choque de los mundos. Balance
y perspectiva. Buenos Aires, 1989, pp. 85-92.
40 Juan Botasso y otros: Del indigenismo a las organizaciones indígenas. Quito, 1985,
pp. 163 y ss.
CAPITULO 4
1 América-92. Madrid, núm. 2, 1984, p. 7.
2 Francisco Morales Padrón: El descubrimiento de América. Conmemoración del V Cen
tenario, I Simposio del Colegio Mayor Zurbarán. Madrid, 1986, p. 32.
290 LA LEYEN D A NEG RA
APENDICES
(Las notas de estos apéndices mantienen la estructura de la revista en la que fueron publicados
originalmente).
1
1 Sverker Ardnolsson, La leyenda negra, estudios sobre sus orígenes (Göteborg, 1960).
2 El lector de la obra de Lewis Hanke Aristotle and the American Indians (Chicago,
1959) puede llegar a la conclusión opuesta. Hanke estudia con gran detalle el
debate entre Sepúlveda y Las Casas en Valladolid en 1550-1551 y las ramificacio
nes del mismo. «A pesar de las diferencias de opinión y en la práctica», escribe
Hanke, «la Corona mantuvo durante los años posteriores al debate de Valladolid
un rumbo constante en la dirección de las doctrinas establecidas por Las Casas
—persuasión benevolente y renuncia al estado general de guerra— a fin de inducir
a los indios a prestar oídos a la fe» (p. 86). Pero quizá debamos preguntarnos: si
la teoría y la práctica fueron tan diferentes, ¿cómo se puede hablar de que la
Corona mantuvo un «rumbo constante», excepto sobre el papel? De hecho, el
período anterior a 1573, año de la promulgación por el Consejo de Indias de la
ordenanza general que, según Hanke introdujo en la legislación las ideas de Las
Casas, no conoció el cese de la guerra a fuego y sangre y la caza de esclavos dirigidas
contra los indios. Para la historia de este tipo de guerra, ver Philip W. Powell,
Soldiers, Indians, and Silver. The Northward Advance o f New Spain, 1550-1660 (Berkeley,
1952).
A pesar de la aceptación de boquilla de los ideales de Las Casas en las Orde
nanzas generales de 1573, la esencia de la política de Indias de Felipe II fue
profundamente antilascasiana. Durante su reinado el tributo indio y las cargas
laborales se incrementaron y los niveles de vida de los indios descendieron. Ver,
2 92 LA LE YEN D A NEG RA
e n t r e u n a m a s a d e p r u e b a s q u e a p u n t a n a e s t a c o n c l u s i ó n , e l t e s t i m o n i o d e lo s
p o r ta v o c e s d e la s ó r d e n e s f r a n c is c a n a y d o m in ic a e n F r a n c e V . S c h o le s y E le a n o r
Documentos para la historia del México colonial (7 v o ls . h a s t a l a f e c h a ,
A d a m s (e d s .),
Cartas del Licenciado Jerónimo Valderrama y otros documentos
M é x ic o , 1 9 5 4 -1 9 6 1 ), V I I :
sobre su visita al gobierno de Nueva España, 1563-1565, 2 6 7 - 2 7 1 . E s a p o l í t i c a t u v o s u
e x p r e s i ó n i d e o l ó g i c a e n lo s i n t e n t o s b i e n c o n o c i d o s d e l v i r r e y d e l P e r ú , F r a n c i s c o
d e T o l e d o , p o r d e s a c r e d i t a r t a n t o a lo s a n t i g u o s g o b e r n a n t e s i n c a s d e l P e r ú c o m o
la s d o c t r i n a s d e L a s C a s a s . O t r a i n d i c a c i ó n d e p o r d o n d e s o p l a b a n lo s v i e n t o s e s
e l p o n z o ñ o s o c o m e n t a r i o d e l v i s i t a d o r V a l d e r r a m a , s e g ú n e l c u a l lo s d o m i n i c o s d e
N u e v a E s p a ñ a q u e s e o p o n í a n a l a s p r o p u e s t a s f is c a le s h a b í a n t o m a d o s u s d o c t r i
n a s d e l b o d rio d e L a s C a s a s ( ibídem, 4 6 ) . M a r c e l B a ta illo n h a b la j u s ta m e n te d e la
« re a c c ió n a n tila s c a s ia n a » y « d e l in e v ita b le d e c liv e d e la p o lític a in d ia d e L a s C a
sa s» , p ro c e s o a c o m p a ñ a d o y a c e le ra d o p o r u n a c e rc a m ie n to c a d a v ez m a y o r e n tr e
c l e r o y c o lo n o s . V e r lo s c l a r i f i c a d o r e s « C o m e n t a r i o s a u n f a m o s o p a r e c e r c o n t r a
L a s C a s a s » , d e B a ta illo n , y « L a h e r e jía d e F r a y F r a n c is c o d e la C r u z y la re a c c ió n
a n tila s c a s ia n a » , e n Eludes sur Bartolomé de Las Casas ( P a r í s , 1 9 6 5 ).
3 L e w is H a n k e , Bartolomé de. Las Casas, Bookman, Scholar, and Propagandist (F ila -
d e lf ia , 1 9 5 2 ), 5 0.
4 A n to n io d e L e ó n P in e lo , Tratado de confirmaciones reales Γ163 0 1 ( B u e n o s A i r e s ,
1 9 2 2 ), 2 2 2 .
5 A n t o n i o d e S o lí s , Historia de la conquista de México (B u e n o s A ire s , 1 9 4 7 ), 2 2 9 .
6 C h a r le s G ib s o n y B e n ja m ín K e e n , « T r e n d s o f U n ite d S ta te s S tu d ie s in L a tín
A m e ric a n H is to ry » , American Historical Review, L X I I ( j u l i o , 1 9 5 7 ) , 8 5 7 .
7 C h a r le s G ib s o n , The Colonial Period in Latín American History ( W a s h i n g t o n , DC,
1 9 5 8 ) , 14 .
8 R a m ó n M e n é n d e z P id a l, E l Padre Las Casas, su doble personalidad (M a d rid ,
1 9 6 3 ) , 3 9 0 . P r o b a b l e m e n t e s e r e f i e r e a l a r t í c u l o d e H a n k e « F r e e S p e e c h i n S ix -
te n th - C e n tu r y S p a n is h A m e ric a » , H AH R, X X V I ( m a y o , 1 9 4 6 ), 1 3 5 -1 4 9 . U n a le c
t u r a d e l a r tíc u lo r e v e la q u e e s t a « lib e r ta d d e e x p r e s ió n » s e a p lic a b a s ó lo a l d e b a te
d e la s c u e s tio n e s in d ia s y « a p e n a s s o b r e v iv ió a l s ig lo XVI». C fr. el a n á lis is d e
J o h n H . E llio t e n Imperial Spain, 1469-1716 ( N u e v a Y o rk , 1 9 6 3 ), 2 1 4 -2 2 1 , s o b r e la
« im p o s ic ió n d e l a o r to d o x ia » a m e d ia d o s d e l s ig lo XVI e n E s p a ñ a y s u s e fe c to s , a l
« o b lig a r a u n a s o c ie d a d r ic a y v ita l a c o lo c a r s e u n c o r s é d e c o n fo r m is m o » ; y el
te s tim o n io d e u n c o n te m p o r á n e o , J u a n d e M a r ia n a , a c e r c a d e l c lim a d e m ie d o y
s o s p e c h a c re a d o p o r la In q u is ic ió n ( ibídem, 2 1 6 ).
9 E n m i e d i c i ó n d e u n i n f o r m e d e A lf o n s o d e Z o r i t a , Life and Labor in Ancient
México (N ew B ru n s w ic k , 1 9 6 3 ), 2 9 3 , c a lifiq u é d e « h ip é r b o le » e s ta a firm a c ió n y
la m e n té q u e H a n k e n o t o m a r a e n c o n s id e r a c ió n e l c o n flic to d e in te r e s e s p o lític o s
y e c o n ó m i c o s q u e s u b y a c í a a l a d i s p u t a s o b r e l a s I n d i a s — lo c u a l , e s c r i b í a y o , « d a
a s u s o b r a s u n c u rio s o a ir e d e a b s tra c c ió n » . S e g u id a m e n te , el p ro fe so r H a n k e
p u b lic ó u n a r tíc u lo , « M o r e H e a t a n d S o m e L ig h t o n th e S p a n is h S tr u g g le fo r
J u s tic e in th e C o n q u e s t o f A m e ric a » , H AH R, X L I V (a g o s to , 1 9 6 4 ), 2 9 3 -3 4 0 , e n el
q u e s o m e tía a u n a d u r a c r ític a e l lib r o r e c ie n te m e n te p u b lic a d o p o r M e n é n d e z
P id a l y la s o p in io n e s d e l in v e s tig a d o r c o lo m b ia n o J u a n F r ie d e s o b r e L a s C a s a s .
N O TA S 293
C o n m a y o r b r e v e d a d H a n k e se o p o n ía a m i id e a d e q u e e s c rito s c o m o el su y o
e s t a b a n d a n d o p ie a l n a c im ie n to d e u n a leyenda blanca d e « a ltr u is m o y to le ra n c ia
e s p a ñ o l a » , y s o b r e t o d o a m i u t i l i z a c i ó n d e la p a l a b r a « h i p é r b o l e » p a r a d e f i n i r s u
a firm a c ió n re f e re n te a la p o lític a e s p a ñ o la d e In d ia s . « ¿ E s tá K e e n r e a lm e n te c o n
v e n c i d o » , p r e g u n t a b a H a n k e , « d e q u e o t r a s p o t e n c i a s c o l o n i a l e s c o m o B é lg i c a ,
F r a n c ia , G r a n B re ta ñ a , A le m a n ia , I ta lia o P o rtu g a l re a liz a r o n “ e sfu e rz o s ta n c o n s
t a n t e s y a p a s i o n a d o s c o m o lo s e s p a ñ o l e s p a r a d e s c u b r i r c u á l e r a e l t r a t o j u s t o q u e
s e h a b í a d e d a r a lo s p u e b l o s n a t i v o s s o m e t i d o s a s u j u r i s d i c c i ó n ” ?»
P a r a a l g u n a s p r u e b a s d e l a s a c t i t u d e s p r o p i a s d e l a « L e y e n d a B l a n c a » e n lo s
e s c r ito s d e H a n k e , v e r, supra, m i s c r í t i c a s a l t r a t a m i e n t o d e l a p o l í t i c a d e I n d i a s
d e F e lip e I I e n Aristotle and The American Indians y a l a r t í c u l o d e H a n k e s o b r e l a
« l i b e r t a d d e e x p r e s i ó n » e n e l s ig lo XVI e n H is p a n o a m é r ic a . L a p r e g u n ta d e H a n k e
e lu d e el p r o b le m a d e h a s ta q u é p u n to E s p a ñ a h iz o u n e s fu e rz o re a lm e n te s e r io e n
f a v o r d e s u s s ú b d ito s in d io s . S i la s e r ie d a d d e e s te e s f u e r z o s e m id e n o p o r el
v o lu m e n d e la le g is la c ió n o d e la s c o n tr o v e r s ia s s o b r e e l te m a , s in o p o r c r ite r io s
ta n p r a g m á tic o s c o m o el d e la s te n d e n c ia s d e m o g r á f ic a s y e l n iv e l d e v id a d e la
p o b la c ió n in d ia , el im p e ria lis m o e s p a ñ o l n o s a le m e jo r lib r a d o d e la p r u e b a q u e
c u a lq u ie r o tr o im p e r ia lis m o — in g lé s , fr a n c é s , h o la n d é s , b e lg a o n o r te a m e r ic a n o — .
L a s h a z a ñ a s c o l o n i a l e s d e t o d o s lo s p u e b l o s o c c i d e n t a l e s h a n s i d o , c r e o y o , d i v e r
s a m e n t e c a t a s t r ó f i c a s , p u e s l a c a n t i d a d y e l t i p o d e c r u e l d a d i n f l i g i d a s a lo s p u e b l o s
n a tiv o s h a v a r ia d o m u c h o e n fu n c ió n d e la s p o s ib ilid a d e s q u e s e p r e s e n ta b a n y
s e g ú n lo s d i f e r e n t e s t r a s f o n d o s d e c o n q u i s t a d o r e s y c o n q u i s t a d o s .
10 H u b e r t H e r r i n g , A History o f Latina America (3.* e d . , N u e v a Y o r k , 1 9 6 7 ),
1 5 2 -1 5 3 .
11 G i b s o n , The Colonial Period in Latín American History, 1 3 -1 4 .
12 C h a r l e s G i b s o n , The Agtecs under Spanish Rule ( S t a n f o r d , 1 9 6 4 ) , 4 0 3 - 4 0 9 .
13 C h a r l e s G i b s o n , Spain in America ( N u e v a Y o r k , 1 9 6 6 ) , 1 3 6 -1 3 7 .
14 M e n é n d e z P i d a l , El Padre Las Casas, X I V - X V . E l l i b r o d e M e n é n d e z P id a !
p ro v o c ó u n a to r m e n ta d e d e b a te s q u e a ú n n o se h a c a lm a d o . V e r, e n p a r tic u la r ,
la im p r e s io n a n te r e f u ta c ió n d e L e w is H a n k e « M o r e H e a t a n d S o m e L ig h t o n th e
S p a n i s h S t r u g g l e f o r J u s t i c e in t h e C o n q u e s t o f A m e r i c a » ; M a n u e l G i m é n e z F e r
n á n d e z , « S o b r e B a r t o l o m é d e L a s C a s a s » , e n Actas y Memorias, X X X V I Congreso
Internacional de Americanistas, España, 1964 ( S e v i l l a , 1 9 6 6 ) , I V , 7 1 - 1 2 9 , c o n a l g o m á s
q u e s u g e r e n c i a s d e q u e lo s e s c r i t o s a n t i l a s c a s i a n o s d e D o n R a m ó n s e e x p l i c a n p o r
p re s io n e s p o lític a s ; y M a r c e l B a ta illo n , e n s u in tr o d u c c ió n a Eludes sur Bartolomé de
Las Casas ( P a r ís , 1 9 6 5 ).
The Discovery o f America (2 v o l s ., B o s t o n , 1 8 9 2 ) , I I , 4 4 1 , n .
15 J o h n F is k e ,
16 W o o d r o w The Historical Demography o f Aboriginal and Colonial Latín
B o ra h ,
America: An Attempt at Perspective ( B e r k e l y , s . d . , c o p i a c i c l o s t i l a d a ) , 6 . P e r o e l d e b a t e
p ro s ig u e ; p a r a u n a r e a f ir m a c ió n d e c ifra s a n te r io r e s y m á s r e d u c id a s , v e r A n g e l
R o s e n b la t, La población de América en 1492 ( M é x i c o , 1 9 6 7 ) .
17 I n t r o d u c c i ó n a Eludes sur Bartolomé de Las Casas, X X X I I I - X X X I V .
18 A l o n s o d e Z o r i t a , Life and Labor in Ancient México, 2 1 0 ; G a b r i e l F e r n á n d e z d e
V i l l a l o b o s , Vaticinio de la pérdida de las Indias y Mano de Relox ( C a r a c a s , 1 9 4 9 ) , 3 0 .
294 LA LE YEN D A NEGRA
19 « S o b r e B a r t o l o m é d e L a s C a s a s » , 1 1 0 n . F r a y A g u s t í n D á v i l a P a d i l l a h iz o
Historia de la fundación y discurso de la provincia de Santiago
la m is m a o b s e r v a c ió n e n s u
de México, de la Orden de Predicadores [ 1 5 9 6 ] ( M é x i c o , 1 9 5 5 ) , 3 1 2 .
20 A l b e r t o M . S a l a s , Tres cronistas de Indias ( M é x i c o , 1 9 5 9 ) , 2 7 5 - 2 7 6 .
21 A n t o i n e T o u r o n , Historie Général de I’A mérique depuis sa découverte ( 1 4 v o ls .,
P a ris , 1 7 6 9 -1 7 7 0 ), I I , 3 7 3 .
La leyenda negra, 1 3 8 .
22 A r n o l d s s o n ,
Etudes sur Las Casas, X X X V I I I .
23 B a t a i l l o n ,
24 G i l b e r t C h i n a r d , L ’exotisme américain dans la littérature française au XVIe siècle
d’après Rabelais, Ronsard, Montaigne, etc. ( P a r i s , 1 9 1 9 ) , 2 0 9 - 2 1 0 .
25 E . G . R . T a y l o r ( e d . ) , The Original Writings and Correspondence o f the Two Ri
chard Hakluyts ( L o n d r e s , 1 9 3 5 ) , I I , 3 0 9 - 3 1 0 .
26 H e r r i n g , History o f Latin America, 6 4 .
27 P i e r r e C h a u n u , « L a s C a s a s e t l a p r e m i è r e c r i s e s t r u c t u r e l l e d e l a c o l o n i s a t i o n
E s p a g n o le (1 5 1 5 -1 5 2 3 )» , Revue Historique, C C X X I X ( e n e r o - m a r z o , 1 9 6 3 ), 6 1 -7 3 .
28 G i r o l a m o B e n z o n i , History o f the New World ( L o n d r e s , 1 8 5 7 ) , 5 7 , 168, 4 7 -5 0 .
29 P a r a e s t a y o t r a s e d i c i o n e s e x t r a n j e r a s d e lo s e s c r i t o s d e L a s C a s a s c i t a d a s
e n e s te a r tíc u lo , v e r la in a p r e c ia b le o b r a d e L e w is H a n k e y M a n u e l G im é n e z
F e r n á n d e z , Bartolomé de Las Casas, 1474-1566. Bibliografía crítica y cuerpo de materiales
para el estudio de su vida, escritos, actuación y polémicas que suscitaron durante cuatro siglos
( S a n tia g o d e C h ile , 1 9 5 4 ).
30 W i l l i a m C a re w H a z litt, The Venetian Republic: Its Rise, its Growth, its Fall
(2 v o l s ., L o n d r e s , 1 9 1 5 ) , I I , 1 6 1 .
31 Historie nouvele du Nouveau Monde... ( P a r í s [ ¿ o G i n e b r a ? ] , 1 5 7 9 ) , 2 1 5 .
Les vrais pourtraits et vies des hommes illustres grecs, latins, et payens
32 A n d r é T h e v e t ,
( P a r is , 1 5 8 4 ), 3 7 7 -3 7 9 .
33 D o n a l d M u r d o c k F r a m e ( e d . ) , The Complete Works o f Montaigne (S ta n fo rd ,
1 9 5 7 ), 6 9 4 -6 9 5 .
34 P i e t e r G e y l , The Revoit o f the Netherlands (1555-1609), (2 ." e d . , L o n d r e s , 1 9 5 8 ) ,
99.
35 P a r a u n e x a m e n d e t a l l a d o d e e s t a e d i c i ó n , v e r V . L . A f a n a s i e v , « L i t e r a t u r -
n o e N a s le d s to B a r to lo m é d e la s - K a s a s a i n e k o to r y e V o p ro s y I s to r ii e g o O p u b lik o -
v a n iia » , e n I. R . G rig u le v ic h (e d .) , Bartolomé de Las-Kasas. K Istorii Zavœvaniia Ame-
riki (M o s c ú , 1 9 6 6 ), 2 0 8 -2 1 0 .
36 Ibidem, 2 1 2 -2 1 9 .
37 C h a u n u , « L a s C a s a s e t l a p r e m i è r e c r i s e s t r u c t u r e l l e d e l a c o l o n i s a t i o n e s
p a g n o le » , 72.
38 S e g ú n C a r b i a , c o n l a e d i c i ó n d e D e B r y d e l a s o b r a s d e L a s C a s a s « a l c a n z ó
Historia de la le
s u c l í m a x la c a m p a ñ a d e d i f a m a c i ó n h o l a n d e s a c o n t r a E s p a ñ a » .
yenda negra hispano-americana, 7 2 .
39 Praefatio ad Lectorem, e n Narratio Regionum Indicarum per Hispanos quosdam devas
tatarum verissima... ( F r a n k f u r t , 1 5 9 8 ) .
40 E n s u p r ó l o g o a l a e d i c i ó n l a t i n a d e 1 5 9 4 d e l a o b r a d e B e n z o n i , T h e o d o r e
d e B ry r e c h a z ó a ú n m á s e n é r g ic a m e n te la id e a d e la e x c lu s iv id a d d e la c r u e ld a d
N O TAS 295
e s p a ñ o l a o d e u n a c u l p a e s p e c i a l v i n c u l a d a a lo s e s p a ñ o l e s . C i t a n d o l a s m u c h a s
f a l s e d a d e s , u s u r a s y a b u s o s c o m e t i d o s c o n t r a lo s p o b r e s e n t o d a s p a r t e s d e E u r o p a
y la s c r u e ld a d e s p e r p e t r a d a s p o r s o ld a d o s f r a n c e s e s , a le m a n e s e ita lia n o s y d e o tr a s
n a c i o n e s e n s u s g u e r r a s , e s c r i b í a : « N o n o s a p r e s u r e m o s t a n t o e n c o n d e n a r a lo s
e s p a ñ o le s sin o e x a m in é m o n o s , m á s b ie n , a n o s o tro s m is m o s p a r a v e r si so m o s
m e jo re s » . S o ló rz a n o c o n s id e ró e s te p a s a je s u f ic ie n te m e n te f a v o r a b le a E s p a ñ a c o m o
p a r a c ita r lo e n s u d e fe n s a d e la c o n q u is ta e s p a ñ o la c o n tr a la s c r ític a s e x tr a n je r a s .
J u a n S o ló r z a n o y P e r e y r a , Política indiana (5 v o ls ., M a d r i d , 1 9 3 0 ), I , 127.
41 E l a u t o r e s p r o f e s o r d e H i s t o r i a e n l a N o r t h e r n I l l i n o i s U n i v e r s i t y .
1 A l p r e p a r a r e s t a n o t a m e h e a p r o v e c h a d o d e lo s c o n s e j o s d e J u l i á n B i s h k o y
L u c r e t i a B i s h k o , q u i e n e s h a n d e d i c a d o a m e j o r a r e l c o n t e n i d o y e s t i l o d e m is
e s c r ito s m á s tie m p o d e l q u e q u is ie r a a d m itir . M e h a n p r o p o r c io n a d o ta m b ié n s u
g e r e n c i a s J a m e s C u m m i n s , J o h n H . E l l i o t t , J o h n L y n c h y S ta fT o rd P o o le , C . M . , y
M ilto n V a n g e r . D a d a la n a tu r a le z a p o lé m ic a d e e s te m a te r ia l, q u ie r o q u e q u e d e
c la r o q u e la s c o n c lu s io n e s p r e s e n ta d a s s o n ú n ic a m e n te r e s p o n s a b ilid a d m ía .
E l a r tíc u lo d e K e e n a l q u e s e re f ie re n m is c o m e n ta r io s e s « T h e b la c k le g e n d
re v is ite d : a s s u m p s tio n s a n d r e a litie s » , HAHR, X L I X . 4 (n o v ie m b re , 1 9 6 9 ), 7 0 3 -7 2 1 .
S e ría c o n v e n ie n te d e c ir a q u í q u e q u ie n d e s e e c o n o c e r p le n a m e n te m is o p in io n e s
s o b r e la a c t i v i d a d e s p a ñ o l a e n A m é r i c a , d e b e r í a c o n s u l t a r m i s p u b l i c a c i o n e s s o b r e
l a V i l l a I m p e r i a l d e P o t o s í , a s í c o m o l a s d e d i c a d a s a L a s C a s a s y s u l u c h a p o r la
j u s t i c i a . H a b r á s i d o d i f íc i l p a r a K e e n y o t r o s l e c t o r e s d e H AH R o b te n e r u n g ra n
c o n o c i m i e n t o s o b r e la n a t u r a l e z a d e m i s o b r a s d e d i c a d a s a l P o t o s í a p a r t i r d e l a
reseñ a d e HAHR, X L V I I : 4 (n o v ie m b re , 1 9 6 7 ), q u e a p a r e n te m e n te h a c e u n a re
c e n s ió n d e m is « C o lv e r le c tu re s » , Bartolomé Arzans de Orsúay Vela’s histoiy o f Potosí,
y d e la e d ic ió n e n tr e s v o lú m e n e s d e la Historia d e A r z a n s e d i t a d a p o r G u n n a r
M e n d o z a y p o r m í m i s m o . E n l á r e s e ñ a n o s e h a c í a m e n c i ó n d e l a s « C o l v e r le c
t u r e s » y s ó lo s e d e d i c a b a n u n a s p o c a s f r a s e s d e c a r á c t e r g e n e r a l a l t r a b a j o e d i t o r i a l
d e lo s o t r o s v o l ú m e n e s . C o m o e j e m p l o d e l m é t o d o s e g u i d o p o r e l r e c e n s i o n i s t a d i r é
q u e d e d ic ó u n a n o ta a p ie d e p á g in a a l c o ro n e l G e o r g e E a r l C h u r c h s in m e n c io n a r
q u e u n o d e lo s s i e t e a p é n d i c e s d e l v o l. I I I ( n i n g u n o d e e ll o s a n o t a d o e n l a r e s e ñ a )
t e n í a p o r o b j e t o l a v i d a d e C h u r c h y s e b a s a b a e n m a t e r i a l r e c o g i d o e n B o li v ia ,
B r a s i l , I n g l a t e r r a y lo s E s t a d o s U n i d o s .
2 K e e n , 709.
3 C h a r le s G ib s o n , The Aztecs under Spanish Rule ( S ta n lo r d , 1 9 6 4 ), 4 0 9 . G ib s o n
t i e n e a c t u a l m e n t e e n p r e n s a e n l a c o l e c c i ó n s o b r e A m é r i c a L a t i n a d e lo s B o r z o i
B o o k s u n v o lu m e n d e le c tu r a s s o b re la L e y e n d a N e g ra .
4 C it a d o p o r G a b r ie l M é n d e z P la n e a r te , e d ., Humanistas del siglo X V III (M é x ic o ,
1 9 6 2 ), 5.
5 N a t h a n W a c h t e l . « L a v i s i ó n d e s v a i n c u s . R e c h e r c h e s s u r le s s o c i é t é s in d i g é -
296 LA LEYEN D A NEGRA
n é s d ’A m e r i q u e ( p a r t i c u l i è r e m e n t d u P é r o u ) a u t e m p s d e l a c o n q u ê t e e s p a g n o l e
e t a u d é b o u t d e l a p é r i o d e c o l o n i a l e ( 1 5 2 0 - 1 5 7 0 / 1 5 8 0 ) » . P a r i s , 1 9 6 8 . T e s i s d e L ’E
c o le P r a t i q u e d e s H a u t e s E t u d e s , 2 v o ls ., p a g i n a c i ó n c o r r i d a . E s t á p r o g r a m a d a l a
p u b lic a c ió n d e e s ta v a lio s a m o n o g r a fía e n fe c h a s p ró x im a s .
6 Ibidem, 1 8 4 -1 8 5 , 2 5 4 -2 6 5 .
7 C ita d o p o r F e rn a n d o d e A rm a s M e d in a , Cristianización del Perú ( S e v i ll a , 1 9 5 3 ),
577.
8 L u is C a p o c h e , Relación general de la Villa Imperial de Potosí, L e w is H a n k e , e d .
( M a d r i d , 1 9 5 9 ) , 1 4 0 -1 4 1 .
9 P a ra u n b u e n re s u m e n d e l p ro b le m a , v e r A rm a s M e d in a , Cristianización del
Perú, 5 7 7 -5 8 1 . P u e d e e n c o n tr a r s e m á s m a te r ia l v a lio s o e n F id e l d e L e ja r z a , O F M ,
« L a s b o r r a c h e r a s y e l p r o b le m a d e la s c o n v e rs io n e s e n I n d ia s » , Archivo Iberoameri
cano ( M a d r id , 1 9 4 1 ), 1 1 1 -2 6 9 ; A n to n io P ig a P a s c u a l, « L a lu c h a a n tia lc o h ó lic a d e
lo s e s p a ñ o l e s e n la é p o c a c o l o n i a l » , Revista de Indias, III (1 9 4 2 ), 7 1 1 -7 2 4 ; U lis e s
R o ja s , « L a lu c h a c o n tr a b e b id a s a lc o h ó lic a s e n la é p o c a c o lo n ia l» , Repertorio Boya-
cense ( B o g o t á , 1 9 6 0 ), n ú m s . 2 0 8 -2 1 0 , 8 7 7 -8 8 3 ; A n íb a l R u iz M o r e n o , « L a lu c h a a n
t i a l c o h ó l i c a d e lo s j e s u í t a s e n l a é p o c a c o l o n i a l » , Estudios, L X II ( B u e n o s A ire s ,
1 9 3 9 ), 3 3 9 -3 5 2 ; 4 2 3 -4 4 6 . P a r a u n r e s u m e n a d e c u a d o d e la le g is la c ió n s o b r e e s te
te m a , v e r la s e c c ió n « B e b id a s a lc o h ó lic a s » e n Disposiciones complementarias de las leyes
de Indias ( M a d r id , 1 9 3 0 ), I I , 3 0 5 -3 1 5 .
10 K e e n , 7 1 9 . L a s i t á l i c a s s o n m í a s .
11 Ibidem, 7 0 4 , n o ta 2.
12 Ibidem.
13 Ibidem.
14 Ibidem.
15 P h i l i p W . P o w e l l , Soldiers, Indians, and Siloer. The Northward Advance o f New
Spain, 1550-1660 ( B e r k e l e y , 1 9 5 2 ) .
16 Ibidem, 1 0 5 - 1 0 6 .
17 F e l i p e I I a l v i r r e y M a r t í n E n r í q u e z , 2 0 d e m a y o r d e 1 5 7 8 , e n l a c o le c c ió n
d e H a n s P . K r a u s , B ib lio te c a d e l C o n g re s o .
18 P o w e l l , Soldiers, Indians and Siloer, 106.
19 S t a f f o r d P o o l e , C . , « “ W a r b y F i r e a n d S w o r d ” . T h e C h u r c h a n d t h e C h i -
c h im e c a s , 1585», The Americas, X X I I : 2 (o c tu b re , 1 9 6 5 ), 1 3 7 . V e r t a m b i é n lo s
d e m á s e s t u d i o s r e l a c i o n a d o s c o n e l t e m a d e l D r . P o o le : « T h e C h u r c h and th e
R e p a r tim ie n to s in th e L ig h t o f th e T h ir d M e x ic a n C o u n c il, 158 5 » , ibidem, X X : 2
( o c tu b r e , 1 9 6 3 ), 1 1 5 -1 3 7 ; « O p p o s it io n to th e T h i r d M e x i c a n C o u n c i l » , ibidem, X X V :
2 ( o c t u b r e , 1 9 6 8 ), 1 1 1 -1 5 9 ; « T h e F r a n c i s c a n A tta c k o n th e R e p a r ti m i e n to S y s te m
(1 5 8 5 )» , e n J o h n F r a n c is B a n n o n , S . J . , e d ., Iridian Labor in the Spanish Indies (B o s
to n , 1 9 6 6 ), 6 6 -7 4 .
N o s e h a d e p e n s a r q u e la p re d ic a c ió n p a c ífic a fu e el ú n ic o e le m e n to e n el
c o n ju n to d e f u e r z a s q u e im p u ls a r o n la f r o n te r a a ú n m á s h a c ia e l n o r te . H a b ía
ta m b ié n in c e n tiv o s e c o n ó m ic o s , c o m o la e s p e r a n z a d e d e s c u b r ir m in e ra le s , el d e s e o
d e m e jo r a s o c ia l, la s p r e s io n e s p o lític a s q u e e m p u j a b a n a la e x p a n s ió n , le y e n d a s
f a b u lo s a s y a tr a y e n te s , e tc .
N O TAS 297
27 Ibídem, 55.
28 K e e n , 7 0 4 , n o t a 2 .
29 R o l a n d o M e l l a f e , Temas de historia económica hispanoamericana (P a rís -L a H a y a ,
1 9 6 5 ), 4 5 . O t r o in v e s tig a d o r la t in o a m e r i c a n o q u e a d v ir ti ó c o n tr a la s g e n e r a liz a c io
n e s s o b r e te m a s in d io s fu e L u is A z n a r . V e r s u e s tu d io v a lio s o , a u n q u e in s u fic ie n
te m e n te c o n o c id o « L e g is la c ió n s o b r e in d io s e n la A m é r ic a H is p a n o - C o lo n ia l. C u e s
tio n e s d e c r ite r io , P e río d o s le g is la tiv o s » , Humanidades, X X V , P rim e ra P a rte (B u e
n o s A i r e s , 1 9 3 6 ) , 2 3 3 - 2 7 4 . S o b r e l a c u e s t i ó n d e l t i p o d e g o b i e r n o i d e a d o p a r a lo s
i n d i o s a f i r m a b a lo s i g u i e n t e : « N u d o d e la i n t e r m i n a b l e p o l é m i c a s o b r e l a s v i r t u d e s
y lo s v ic i o s d e l a p o l í t i c a c o l o n i z a d o r a d e E s p a ñ a , h a s u f r i d o l a s m i s m a s a b e r r a
c i o n e s q u e l a p o l é m i c a m i s m a . E n la g e n e r a l i d a d d e lo s c a s o s s e h a e m p r e n d i d o
s u e s tu d io c o n in te n c ió n a le g a tiv a , e s c o g ie n d o a q u e lla s d is p o s ic io n e s f a v o r a b le s a
la t e s i s p r e f e r i d a . M á s g r a v e a ú n e s e l e r r o r d e g e n e r a l i z a c i ó n , t a n c o m ú n e n la
h is to r io g r a f ía a m e r ic a n is ta , y d e l q u e fu e in ic ia d o r y p o n tífic e a q u e l c o m p lic a d o
p e rs o n a je q u e se lla m ó B a rto lo m é d e L a s C a s a s » 234.
30 J u a n F r i e d e , « D e m o g r a p h i c C h a n g e s i n t h e M i n i n g C o m m u n i t i e s a f t e r t h e
P la g u e o f 1 6 2 9 )), HAHR, X L V I I : 3 (a g o s to , 1 9 6 7 ), 3 3 9 .
31 D o c u m e n t a c i ó n r e p r e s e n t a t i v a e n A l f r e d W . C r o s b y , « C o n q u i s t a d o r a n d P e s
tile n c ia : T h e F ir s t N e w W o r ld P a n d e m ic a n d th e F a ll o f th e G r e a t I n d i a n E m p i
re s» , HAHR, X L V I I : 3 (a g o s to , 1 9 6 7 ), 3 2 1 -3 3 7 ; H e n r y F . D o b y n s , « A n O u tli n e
o f A n d e a n E p id e m ic H is to r y to 17 2 0 » , Bulletin o f the Historoy o f Medicine, X X V II
(1 9 6 3 ), 4 9 3 -5 1 5 .
32 M e l l a f e , Temas de historia económica hispanoamericana, 49.
33 Ibídem, 5 1 , 5 4 . M e lla fe p r e s e n ta s u p r o p io a n á lis is d e la s c a u s a s d e e s e d e s
c e n s o e n la s 4 9 -5 0 . L o s a r c h iv o s p a r r o q u ia le s y m u n ic ip a le s , j u n t o c o n a lg u n o s
o t r o s , o f r e c e n e s p l é n d i d a s p o s i b i l i d a d e s p a r a e l a n á l i s i s d e lo s r e s u l t a d o s d e l m e s
tiz a je c u y o e s tu d io s e e n c u e n t r a e n la fa s e in ic ia l. S o n in d is p e n s a b le s la s c o n tr ib u
c io n e s d e M a g n u s M ó r n e r , q u e s e h a a d e la n ta d o a o tr o s e s p e c ia lm e n te c o n s u Race
Mixture in the History o f Latín America (B o s to n , 1 9 6 7 ), a u n q u e to d a v ía q u e d a m u c h o
p o r h a c e r . E l D r. W illia m s T a y lo r m e h a s e ñ a la d o , p o r e je m p lo , el m a te r ia l q u e
p u e d e d e s c u b r irs e e n lo s t e s t a m e n t o s d e m u c h o s e s p a ñ o l e s d e l s i g lo XVI e n la
s e c c i ó n « b i e n e s d e d i f u n t o s » d e l a C a s a d e C o n t r a t a c i ó n d e S e v il la . V e r , p o r e j e m
p lo , e l d e A lo n s o S e r r a n o (2 2 - X -1 5 4 3 ) , v e c in o d e A n te q u e r a ( O a x a c a ) , q u e m u e s
tr a c ó m o é s te te n ía tr e s h ijo s d e s u m u je r le g a l e s p a ñ o la y o tr o s tr e s « h ijo s n a t u
r a l e s » d e s u e s c l a v a i n d i a C a t a l i n a . S e r r a n o le g ó 1 0 0 p e s o s d e o r o p a r a s u m a n u
te n c ió n , n o m b r ó a d o s e s p a ñ o le s « tu to r e s y c u r a d o r e s » s u y o s y lib e ró a C a ta l in a
d e l a e s c l a v i t u d . A s í r e z a n s u s r a z o n e s : « ... p o r d e s c a r g o d e m i c o n c i e n c i a y p r i
m e r a m e n t e p o r s e r v i c i o d e D i o s c o n q u e e s t o s m u c h a c h o s s e a n a d o c t r i n a d o s ... y
p o r s e rv ic io s q u e s u m a d r e m e h a h e c h o e n m is e n f e r m e d a d e s .» A r c h iv o G e n e r a l
d e I n d i a s , C o n t r a t a c i ó n 1 9 7 , r a m o 2 1 , e x p e d i e n t e 1 5 , fo l. 3 v - 4 v . E l p r o c e s o d e m e s
t i z a j e e s t a b a m u y a v a n z a d o y a e n lo s p r i m e r o s t i e m p o s d e l a h i s t o r i a d e l P o t o s í ,
s e g ú n lo a t e s t i g u a n v a r i o s t e s t a m e n t o s e n q u e lo s m i n e r o s l e g a b a n b i e n e s a s u s
h i j o s t e n i d o s d e m u j e r e s i n d i a s . V e r m i e s t u d i o « T h e S o c ia l H i s t o r y o f P e r ú » , e n
La minería hispana e iberoamericana. Estudios, I (L e ó n , 1 9 7 0 ), 4 5 1 -4 6 5 . A lg ú n d ía d e
N O TA S 2<>!l
b e r ía p u b lic a r s e u n b u e n lib ro a p a r t i r d e la s m a n d a s te s ta m e n ta r ia s , p a r e c id o a
la o b r a d e J o s é d e A lc á n ta r a M a c h a d o Vida e morte do bandeirante ( S á o P a u l o , 1 9 3 0 ).
34 L u i s J . B a s t o G i r ó n s e ñ a l a q u e lo s i n d i o s y lo s e s p a ñ o l e s d e l s i g l o X V II t e n í a n
o p i n i o n e s d i f e r e n t e s s o b r e lo q u e c o n s t i t u í a l a s a l u d y l a e n f e r m e d a d , Salud y en
fermedad en el campesino peruano del siglo X V II ( L i m a , 1 9 5 7 ). E n e l e s tu d io d e D e m e tr io
R a m o s , a l q u e a c o m p a ñ a u n a v a lio s a b ib lio g r a fía , « N o ta s s o b r e la h is to r ia e c o n o
m ía a g ríc o la d e H is p a n o a m é ric a » , Revista de Indias, n ú m s . 1 0 3 -1 0 4 (1 9 6 6 ), 7 9 -1 0 6 ,
p o d e m o s v e r lo p o c o q u e s a b e m o s s o b r e l a a g r i c u l t u r a , d e l a q u e d e p e n d í a n e n
g r a n p a r t e lo s n iv e l e s d e v i d a t a n t o d e e s p a ñ o l e s c o m o d e i n d i o s .
35 A n t o n i o d e H e r r e r a , Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y
tierra firme del mar océano. A n t o n i o d e B a l l e s t e r o s y A n g e l A l t o l a g u i r r e , e d s . ( M a d r i d ,
1 9 3 4 -1 9 3 5 ), I I , 3 4 -3 5 .
36 W i l l i a m B e r l e y T a y l o r , « T h e V a l l e y o f O a x a c a : A S t u d y o f C o l o n i a l L a n d
D is tr ib u tio n » (T e s is d o c to r a l. U n iv e r s id a d d e M ic h ig a n , 1 9 6 9 ), 3 7 3 -3 7 4 , 3 7 7 . L a
m o n o g r a f í a d e l D r . T a y l o r p r e t e n d e d e m o s t r a r q u e l a s g e n e r a l i z a c i o n e s s o b r e la
hacienda e n lo s e s c r i t o s d e F r a n ç o i s C h e v a l i e r y o t r o s d e b e n r e v i s a r s e p a r a i n d i c a r
q u e s u s c o n c lu s io n e s se b a s a n e n g r a n p a r t e e n p r o p ie d a d e s d e l n o r te d e M é x ic o .
E l in v e s tig a d o r c h e c o B o h u m il B a d u r a , s irv ié n d o s e d e u n a c o p io s a d o c u m e n ta c ió n
p r o c e d e n t e d e l a c i u d a d d e M é x i c o y d e lo s d o c u m e n t o s f a m i l i a r e s d e l p r í n c i p e
M a x E u g e n io d e H o n h e lo h e - L a n g e n b u r g , a c tu a lm e n te e n el A rc h iv o M u n ic ip a l d e
Z ite n ic e ( C h e c o s lo v a q u ia ) , h a e x p u e s to o tr a v a r i a n te d e l r e t r a t o tr a d ic io n a l d e la
h a c ie n d a . S u s in v e s tig a c io n e s s o b r e la h is to r ia d e la h a c ie n d a d e S a n N ic o lá s d e
U l a p a m u e s t r a n q u e lo s h a c e n d a d o s d e b í a n a v e c e s m á s a s u s p e o n e s q u e lo s q u e
é s t o s le s d e b í a n a e llo s . V e r e l a r t í c u l o d e B a d u r a , a c t u a l m e n t e e n p r e n s a , « B io
g r a f ía d e la h a c ie n d a d e S a n N ic o lá s d e U la p a » , q u e s e p u b lic a r á e n Historias
( P r a g a ) . E l D r . B a d u r a m u e s t r a t a m b i é n q u e lo s i n d i o s c u y a s t i e r r a s l i n d a b a n c o n
la h a c i e n d a o b t u v i e r o n m u c h o a p o y o d e l a A u d i e n c i a e n lo s m o m e n t o s e n q u e
d iv e r s o s d u e ñ o s d e a q u é lla in te n ta r o n c o n s e g u ir la s ti e r r a s in d ia s .
37 C i t a d o p o r m í e n History o f Latin America Cioilization: Sources and interprétations
(B o s to n , 1 9 6 7 ), I , 150.
38 C i t a d o p o r m í e n Contemporary Latin America ( P r in c e n to n , 1 9 6 8 ), 3 5 8 -3 5 9 .
39 F r a n c e V . S c h o le s , « T h e B e g i n n i n g s o f H i s p a n o - I n d i a n S o c i e t y in Y u c a t á n » ,
Scientific Monthly, v. 4 4 (1 9 3 7 ), 530.
40 R e f e r e n c i a s a l a l u c h a d e la m i t a e n m i o b r a « T h e S o c ia l H i s t o r y o f P o t o s í » ,
4 6 3 . U n p e n e tr a n te a n á lis is d e o tr o s c o n flic to s e n f a v o r d e la j u s ti c ia e s el d e J u a n
P é r e z d e T u d e l a , « E l p r o b l e m a m o r a l e n e l t r a b a j o m i n e r o d e l i n d i o ( s ig lo s x v i y
X V II)» , e n La minería hispana e iberoamericana. Estudios, I ( L e ó n , 1 9 7 0 ) , 3 5 5 - 3 7 1 .
41 C . H . H a r i n g ,The Spanish Empire in America ( N u e v a Y o r k , 1 9 6 3 ) , 1 2 6 . J e a n -
P i e r r e B e r t h e h a r e a l i z a d o u n e s t u d i o c u i d a d o s o s i r v i é n d o s e d e lo s i n f o r m e s d e l a
A u d ie n c ia y o tr o s d e s tin a d o s a d e te r m in a r el n ú m e r o d e e s c la v o s in d io s e x is te n te s
e n N u e v a E s p a ñ a e n lo s p r i m e r o s a ñ o s . V e r s u « A s p e c t s d e l’e s c l a v a g e d e s in d ife s
e n N o u v e lle - E s p a g n e p e n d a n t la p r e m iè r e m o itié d u X V le s i è c le » , Journal de la
Société des Américanisles, t. L I V - 2 ( 1 9 6 5 ) , 1 8 9 -2 0 9 .
42 E r n s t S c h â f e r , El Consejo y supremo de las Indias (S e v illa , 1 9 4 7 ), I I , 1 5 6 -1 5 7 .
300 LA LEYEN D A NEG RA
V e r ta m b ié n J a v i e r M a la g ó n B a rc e ló , « T h e R o le o f th e L e tr a d o in th e C o lo n iz a tio n
o f A m e ric a » , The Americas, X V I I I : 1 ( j u l i o , 1 9 6 1 ) , 1 -1 7 .
43 R a ú l P o r r a s B a r r e n e c h e a , Fuentes históricas peruanas (L im a , 1 9 5 4 ), 2 1 7 . S e h a n
e x p r e s a d o o p in io n e s d iv e r g e n te s s o b r e el v a lo r d e la s re s id e n c ia s e n c u a n to fu e n te s
h i s t ó r i c a s , e n e s p e c i a l l a s d e lo s v i r r e y e s , c o m o s e ñ a l a J o s é M a ría M a rilu z d e
U rq u ijo e n Ensayo sobre los juicios de residencia indianos (S e v illa , 1 9 5 2 ), 2 8 3 -2 9 6 . L a s
d e lo s f u n c i o n a r i o s d e m e n o r r a n g o « r e s u l t a r o n m á s e f e c t i v a s y d u r a n t e lo s t r e s
s ig lo s d e la é p o c a c o l o n i a l f u e r o n u n f o r m i d a b l e i n s t r u m e n t o d e d o m i n a c i ó n r e a l »
( 2 8 7 ) . V e r t a m b i é n lo s a r t í c u l o s d e L u i s D u r a n d F l o r e s , « C o n s i d e r a c i o n e s s o b r e
la e fe c tiv id a d d e l ju i c io d e r e s id e n c ia » ,Historia, I I ( L i m a , 1 9 4 4 ) , 5 0 - 5 7 ; « E l j u i c i o
d e re s id e n c ia y el g o b ie r n o d e m o c r á tic o » , ibidem, 3 4 2 - 3 4 9 .
44 P á l K e l e m e n , Art o f the Americas. Ancient and Hispanic ( N u e v a Y o r k , 1 9 6 9 ) ;
S t a n l e y J . y B a r b a r a S t e i n , T h e C o l o n i a l H e r i t a g e o f L a t i n A m e r i c a . Essays on
Economic Dependence in Perspective ( N u e v a Y o r k , 1 9 7 0 ) .
45 C i t a d o e n C h a r l e s W a g l e y , e d . , Social Science Research in Latin America ( N u e v a
Y o rk , 1 9 6 4 ), 2 4 4 .
46 M a n u e l M o r e y r a P a z S o l d á n y G u i l l e r m o C é s p e d e s , e d s . , Virreinato peruano,
Documentos para su historia, Colección de cartas de virreyes. Conde de la Monclova, I ( L i m a ,
1 9 5 4 ) , v i. E n C o l o m b i a l a a c t i t u d h o s t i l a d e s t r u i r v a r i o s e d if ic i o s c o n v e n t u a l e s .
V e r C a r l o s A r b e l á e z C a m a c h o , « E l v a n d a l i s m o m o n u m e n t a l d e l s i g lo XIX e n C o
lo m b ia . I n te n to d e in te r p r e ta c ió n h is tó r ic a » , Boletín de Historia y Antigüedades, LV
( B o g o tá , 1 9 6 8 ), 4 1 1 -4 3 7 .
47 D e s c r i p c i ó n y a n á l i s i s d e l a s o p i n i o n e s d e F r i e d e e n m i a r t í c u l o « M o r e H e a t
a n d S o m e L i g h t o n t h e S p a n i s h S t r u g g l e f o r J u s t i c e in t h e C o n q u e s t o f A m e r i c a » ,
HAHR, X L I V : 3 (a g o s to , 1 9 6 4 ), 2 9 7 -3 0 8 .
48 C i t a d o e n H o w a r d F . C l i n e , e d . , Latin Amerinan History (A u s tin y L o n d re s ,
1 9 6 8 ), I , 5 0 -5 1 . L a s o b s e r v a c io n e s d e B o u rn e a p a re c ie ro n o r ig in a lm e n te e n su
a r t í c u l o « T h e R e l a t i o n o f A m e r i c a n H i s t o r y to O t h e r F i e l d s o f H i s t o r y » , c o n f e r e n
c i a l e í d a e n l a S t. L o u i s E x p o s i t i o n d e 1 9 0 4 .
49 E l a u t o r e s p r o f e s o r d e H i s t o r i a e n l a U n i v e r s i t y o f M a s s a c h u s e t t s , A m h e r s t .
3
1 « T h e B la c k L e g e n d R e v i s i t e d : A s s u m p t i o n s a n d R e a l i t i e s » , HAHR, X L IX :
4 (n o v ie m b r e , 1 9 6 9 ), 7 0 3 -7 1 9 .
2 «A m o d e s t P ro p o s a l fo r a M o ra to riu m on G ra n d G e n e ra liz a tio n s : Som e
T h o u g h ts o n th e B la c k L e g e n d » , HAH R, L I : 1 ( f e b r e r o , 1 9 7 1 ).
3 In tro d u c c ió n a E d w a rd G . B o u rn e , Spain in America, 1450-1580 (N u e v a Y o rk ,
1 9 6 2 ) , p p . v iii- x .
4 Ibidem, 2 5 6 -2 5 7 .
5 L e s le y B . S im p s o n , The Encomienda in New Spain ( B e r k e l e y , 1 9 2 9 ) , 1 0 , 15 n .
6 HAH R, X I : 1 (fe b re ro , 1 9 3 1 ), 8 9 -9 1 .
N O TA S 30!
h a b ía n a b s o r b id o a la m a y o r ía d e la p o b la c ió n n a tiv a d e la m is m a . K a r e n S p a l-
d in g , « T r a to s m e r c a n tile s d e l C o r r e g id o r d e I n d io s y la fo r m a c ió n d e la h a c ie n d a
s e r ra n a e n el P e rú » , América Indígena, X X X : n ú m . 3 (ju lio , 1 9 7 0 ), 5 9 5 -6 0 8 .
13 « M u c h o s h i s t o r i a d o r e s o b s e r v a n u n a a c t i t u d d e m a s i a d o r e s p e t u o s a h a c i a lo s
d o c u m e n to s y c o m p ila c io n e s g u b e r n a tiv a s ... A p r im e r a v is ta p o d r ía p a r e c e r q u e
l a s le y e s y r e g u l a c i o n e s s o n d o c u m e n t o s t o t a l m e n t e i m p e r s o n a l e s , p e r o u n a b r e v e
r e f l e x i ó n r e v e l a q u e e x p r e s a n l a s e s p e r a n z a s , lo s m i e d o s , l a s ó r d e n e s , l a s a m e n a z a s
o la s e s p e r a n z a s d e a lg ú n in d iv id u o o g r u p o d e in d iv id u o s » . L o u is G o tts c h a lk ,
Understanding Histoiy ( N u e v a Y o rk , 1 9 5 0 ), 1 05, 108.
14 C i t a d o e n B e n j a m í n K e e n ( e d . ) , Readings in Latin-American Civilization (B o s
t o n , 2.* e d . , 1 9 6 7 ) , 3 7 9 .
15 J o h n H . R o w e , « T h e I n c a s u n d e r S p a n i s h C o l o n i a l I n s t i t u t i o n s » , H AH R,
X X X I I : 2 (m a y o , 1 9 5 7 ), 190.
16 C h a r l e s G i b s o n , The Aztecs under Spanish Rule ( S ta n d f o r d , 1 9 6 4 ), 4 0 9 .
17 Ibídem, 150.
Historia general de las cosas de Nueva España,
I, III,
18 B e r n a r d i n o d e S a h a g ú n , A ngel
M a r í a d e G a r ib a y K . ( e d .) , ( M é x ic o , 4 v o ls ., 1 9 5 6 ), 13; 159.
19 A g u s t í n d e V e t a n c u r t , Teatro mexicano ( M é x i c o , 1 6 9 6 ) , 3 3 1 - 3 3 2 .
20 G i o v a n n i B o t e r o , Relationi Universali ( V e n e c i a , 1 5 9 6 ) , I p a r t e , l i b r o 4 , 2 0 0 - 2 0 1 ;
I V p a r te , lib ro 3 , 66.
21 L a « B r e v e y s u m a r i a r e l a c i ó n d e lo s s e ñ o r e s d e N u e v a E s p a ñ a » d e Z o r i t a
o fre c e u n in te re s a n te m a te r ia l s o b re e s te a s u n to . « M u c h a d e la re s p o n s a b ilid a d p o r
lo s a c t u a l e s e x c e s o s e n e l b e b e r p o r p a r t e d e lo s i n d i o s r e c a e e n a q u e l l o s e s p a ñ o l e s
y m e s t i z o s , t a n t o h o m b r e s c o m o m u j e r e s , q u e p o r a m o r a u n a v i d a f á c il s e h a n
d e d i c a d o a e l a b o r a r e l v i n o n a t i v o . E s t a s g e n t e s a t r a e n a lo s i n d i o s a s u s c a s a s y
lo s t i e n e n a l l í h a s t a e m b o r r a c h a r l o s , p u e s lo s i n d i o s p a g a r á n l o q u e s e le s p i d a p o r
b e b e r v i n o . . . L o s b e n e f i c i o s d e e s t e n e g o c i o s o n g r a n d e s , p u e s lo s c o s t o s d e l a
e l a b o r a c i ó n d e l v i n o s o n e s c a s o s y lo v e n d e n a l p r e c i o q u e le s a p e t e c e . » Z o r i t a ,
Life and Labor in Ancient México, 133.
22 C h a u n c e y D . L e a k e , « G o o d - W i l l e d J u d g e m e n t o n A lc o h o l » , e n S a l v a t o r e
P a b lo L u c ía (e d .) , Alcohol and Civilization ( N u e v a Y o rk , 1 9 6 3 ), 9.
23 R u t h B u n z e l , « T h e R o l e o f A l c o h o l i s m i n T w o C e n t r a l A m e r i c a n C u l t u r e s » ,
Psychiatry, I I I : 3 ( 1 9 4 0 ) , 3 6 1 - 3 8 7 . S o b r e d o s f o r m u l a c i o n e s t e ó r i c a s a c e r c a d e la s
c a u s a s d e l a l c o h o l i s m o e n t r e lo s p r i m i t i v o s , v e r D o n a l d H o r t o n , « T h e F u n c t i o n o f
A l c o h o l i n P r i m i t i v e S o c ie t ie s : A C r o s s - C u l t u r a l S t u d y » , Quarterly Journal o f Studies
on Alcohol, I V : 2 (1 9 4 3 ), 1 9 9 -3 2 0 ; y P e te r B . F ie ld , « A N e w C r o s s - C u ltu r a l S tu d y
o f D ru n k e n n e s » , e n D a v id P it m a n y C h a r le s R . S n y d e r (e d s .), Society, Culture, and
Drinking Pattems (N u e v a Y o rk , 1 9 6 2 ), 4 8 -7 4 . H o r to n d e s ta c a la fu n c ió n c a u s a l d e
l a a n g u s t i a p r o d u c i d a d u r a n t e lo s p r o c e s o s d e a c u l t u r a c i ó n y c o n s i d e r a la g r a v e d a d
d e la a c u ltu r a c ió n p o r e l c o n ta c to c o n c iv iliz a c io n e s o c c id e n ta le s c o m o el m e jo r
p r e s a g i o d e e m b r i a g u e z . F i e l d i n s i s t e e n l a d e s o r g a n i z a c i ó n y l a d e s t r u c c i ó n d e f i
n itiv a s d e u n a e s tr u c tu r a s o c ia l tr ib a l m e d ia n te el c o n ta c to in te n s iv o y p ro lo n g a d o
c o n l a c i v i l i z a c i ó n o c c i d e n t a l . N i n g u n o d e lo s d o s e s t u d i o s m e n c i o n a u n a s u p u e s t a
« p r o p e n s ió n » n a tiv a a la b e b id a n i a tr ib u y e im p o r t a n c ia a lg u n a a « la m a y o r f a c i
N O TA S 303
lid a d p a r a a c c e d e r a p r o d u c to s v e ta d o s h a s t a e n to n c e s » c o m o fa c to r c a u s a l d e
e b r i e d a d e n t r e lo s p r i m i t i v o s .
24 Z o r i t a , Life and Labor in Ancient Mexico, 2 1 6 - 2 1 7 .
25 S i m p s o n , The Encomienda in New Spain ( e d . 1 9 5 0 ) , 1 5 2 .
26 J u a n d e S o l ó r z a n o y P e r e i r a , Política indiana ( B u e n o s A i r e s , 5 v o l s ., 1 9 3 0 ) , I ,
166.
27 C h a r l e s G i b s o n , Spain in America (N u e v a Y o rk , 1 9 6 6 ), 110.
28 J o h n L . P h e l a n , « A u t h o r i t y a n d F l e x i b i l i t y i n t h e S p a n i s h I m p e r i a l B u r e a u
c ra c y » , Administrative Science Quarterly, V (1 9 6 0 ), 6 3 -6 4 .
29 B o u r n e , Spain in America, 2 6 4 .
30 J o h n L . P h e la n , The Kingdom o f Quito in the Seventeenth Century ( M a d is o n ,
1 9 6 7 ), 6 6 -8 5 .
31 R i c h a r d E . G r e e n l e a f , « V i c e r e g a l P o w e r a n d t h e O b r a j e s o f t h e C o r t é s E s
ta te , 1 5 9 5 -1 7 0 8 » , H AH R, X L V I I : 3 (a g o s to , 1 9 6 8 ), 3 6 5 -3 7 9 .
32 « D i s c u r s o P r e l i m i n a r d e l D o c t o r D o n S e r v a n d o T e r e s a d e M i e r » , e n L a s
C asas, Breve relación de la destrucción de las Indias Occidentales ( F i l a d e l í i a , 1 8 2 1 ) , x ii - x i ii .
33 P h i l i p W . P o w e ll, Soldiers, Indians, and Silver. The Northward Advance o f New
Spain, 1550-1660 ( B e r k e l e y , 1 9 5 2 ) ; E u g e n e H . K o r t h , S . J . , Spanish Polity in Colonial
Chile ( S t a n f o r d , 1 9 6 8 ) .
34 P o w e ll, Soldiers, Indians, and Silver, 1 0 9 - 1 1 1 , 1 8 1 - 1 8 4 .
35 K o r t h , Spanish Polity in Colonial Chile, v i i i , 2 3 , 6 3 -6 4 .
36 Ibidem, x .
37 Obras históricas de Don Fernando de Alva Ixtililxochitl, e d . A lfr e d o C h a v e r o ( M é
x ic o , 2 v o ls ., 1 8 9 1 ) , I I , 3 0 1 .
38 « R e l a c i ó n d e T e x c o c o » , e n J o a q u í n G a r c í a I c a z b a l c e t a ( e d . ) , Nueva colección
de documentos para la historia de México ( M é x i c o , 5 v o l s ., 1 8 8 6 - 1 8 9 2 ) , I I I , 5 3 - 5 5 . E l
t e s t i m o n i o d e P o m a r c o i n c i d e c a s i c o m p l e t a m e n t e c o n lo s h a l l a z g o s d e S h e r b u r
n e F . C o o k , « T h e I n c id e n c e a n d S ig n ific a n c e o f D is e a s e a m o n g th e A z te c s a n d
R e la te d T rib e s » , HAH R, X X V I : 3 (a g o s to , 1 9 4 6 ), 3 2 0 -3 3 5 . E s ta e r a la c o n c lu s ió n
d e C o o k : « L a in f o rm a c ió n a rq u e o ló g ic a e h is tó r ic a p r e s e n ta u n a r a z a n o ta b le m e n te
lib re d e e p id e m ia s d e v a s ta d o r a s y de e n d e m ia s c ró n ic a s g e n e ra liz a d a s . E n tie m p o s
h is tó ric o s y d u ra n te , a l m e n o s , d o s c ie n to s a ñ o s d e la c o n q u is ta h a y p o c o s c a s o s d e
m o r b i l i d a d s e r i a o e x t e n d i d a ; t o d o s e llo s p u e d e n c l a s i f i c a r s e c o m o s e c u n d a r i o s ,
d e b i d o s a l a p r i v a c i ó n f í s ic a y al h a m b r e .»
E s ta m b ié n in te r e s a n te la o b s e r v a c ió n d e P o m a r s e g ú n la c u a l la p o b la c ió n
in d ia se h a b ía re d u c id o e n 1582 a u n a d é c im a p a r t e d e la d e 1519; e s te c á lc u lo
e s t á m u y d e a c u e r d o c o n lo s d e L . B . S i m p s o n , S . F . C o o k y W o o d r o w B o r a h , q u e
lo e l e v a n h a s t a u n 9 0 p o r c ie n e n e l s i g lo X V II p a r a l a z o n a d e l a s t i e r r a s a l t a s d e
N ueva E sp añ a.
39 O b s é r v e s e c ó m o P o m a r s o p e s a y e q u i l i b r a lo s f a c t o r e s r e s p o n s a b l e s d e l a
e n o r m e m o r t a l i d a d v i n c u l a d a a l a s e p i d e m i a s e n t r e lo s in d i o s . R e c i e n t e m e n t e s e
ha dado u n a te n d e n c ia a a c e p ta r d e m a n e r a a c r ític a u n a e x p lic a c ió n fa ta lis ta ,
b a s a d a e n la « d i s m i n u c i ó n e p i d é m i c a d e l a i n m u n i d a d a d q u i r i d a » , p a r a e l d e s c e n s o
m a s iv o d e p o b la c ió n in d ia y n o s e p r e s t a a t e n c i ó n s u f i c i e n t e a lo s f a c t o r e s s o c i o e
304 LA LEYEN D A NEG RA
c o n ó m ic o s ( tr a b a jo e x c e s iv o , m a ln u tr ic ió n , c a r e n c ia d e g a n a s d e v iv ir y o tr a s c o s a s
s i m i l a r e s ) q u e p r e d i s p o n í a n a lo s n a t i v o s a s u c u m b i r i n c l u s o a l a s m í n i m a s in f e c c i o
n es.
E n el c a s o d e la d e s a p a r ic ió n d e la p o b la c ió n d e la s I n d ia s o c c id e n ta le s , e s ta
e x p lic a c ió n s e n c illa m e n te n o es d e re c ib o . U n r e c u e n to r e a liz a d o e n v id a d e C o ló n
p o r su h e rm a n o el A d e la n ta d o d io una p o b la c ió n in d ia d e a p ro x im a d a m e n te
1 .1 0 0 .0 0 0 h a b i t a n t e s . E n t i e m p o s d e l r e y F e r n a n d o e l C a t ó l i c o , u n f r a i l e in f o r m ó
e n la C o r te d e q u e e s ta c if ra h a b ía c a íd o e n u n a s 1 1 .0 0 0 p e r s o n a s . L a s C a s a s
e s tim a b a q u e e n 1516 q u e d a b a n 1 2 .0 0 0 ; t r e s a ñ o s d e s p u é s lo s d o m i n i c o s d e L a
E s p a ñ o l a d a b a n u n a c i f r a d e 8 a 1 0 .0 0 0 ( M a r c e l B a t a i l l ó n , Etudes..., 1 2 ). D e b e m o s
m e n c io n a r q u e n o e x is te in f o r m a c ió n d e n in g ú n tip o d e e p id e m ia e n L a E s p a ñ o la
a n te r io r a d ic ie m b r e d e 1 5 1 8 o e n e r o d e 1519. A lfre d W . C r o s b y u n a u t o r q u e h a
t r a ta d o re c ie n te m e n te e s te te m a , a d m ite q u e « n o se tie n e in f o rm a c ió n d e q u e e n
lo s v e i n t i c i n c o a ñ o s s i g u i e n t e s a l p r i m e r v i a j e d e C o l ó n s e p r o d u j e r a n e p i d e m i a s
m a s i v a s d e v i r u e l a s e n t r e lo s i n d i o s d e l a s A n t i l l a s . A l p a r e c e r e l n ú m e r o d e i n d i o s
s u frió u n d e s c e n s o c o n s t a n te d e b id o a u n a s o b r e c a r g a d e tr a b a jo , a o tr a s e n fe r m e
d a d e s y a u n a fa lta g e n e ra l d e v o lu n ta d d e v iv ir d e s p u é s d e q u e s u c u ltu r a fu e r a
d e s t r u id a p o r u n a in v a s ió n e x tr a n je r a ...» ( « C o n q u is ta d o r a n d P e s tile n c ia : T h e F ir s t
N e w W o rld P a n d e m ic a n d th e F a ll o f th e G r e a t I n d ia n E m p ire s » , HAH R, X L V II:
3 (a g o s to , 1 9 6 7 ), 3 2 6 ). T a m p o c o p o d e m o s d a r a to d a s la s r e f e re n c ia s a e p id e m ia s
el v a lo r q u e p re te n d e n te n e r ; J u a n F r ie d e h a d e s c u b ie r to d is c r e p a n c ia s s ig n ific a ti
v a s e n tr e c ro n is ta s q u e d a n n o tic ia d e e p id e m ia s e n c ie r ta s p ro v in c ia s d e N u e v a
G r a n a d a y lo s i n f o r m e s d e lo s a r c h i v o s lo c a l e s , q u e n a d a d i c e n d e u n a s u n t o t a n
im p o r ta n te . « D e m o g r a p h ic C h a n g e s in th e M in in g C o m m u n ity o f M u z o a f te r th e
P la g u e o f 162 9 » , HAHR, X L V I I : 3 (a g o s to , 1 9 6 7 ), 3 3 8 -3 4 3 . U n e s tu d io r e c ie n te
d e la s e p id e m ia s c o lo n ia le s q u e d a c u e n ta a d e c u a d a d e la s re la c io n e s e n tr e e n fe r
m e d a d y m e d io s o c ia l, e n D o n a ld B . C o o p e r , Epidemic Disease in México City, 1761-181
( A u s t i n , 1 9 6 5 ).
40 F e l i p e G u a r n a n P o m a d e A y a l a , Primer Nueva Coránica y Buen Gobierno, A r t h u r
P o s n a n s k y ( e d .) , ( L a P a z , 1 9 4 4 ), 8 9 9 -9 0 0 , y passim.
41 Life and Labor in Ancient México, 72.
42 D e b o a ñ a d i r a lo s e s t u d i o s a n t e r i o r m e n t e m e n c i o n a d o s lo s i m p o r t a n t e s a r
t í c u l o s s o b r e e l T e r c e r C o n c i l i o d e l a I g l e s i a M e j i c a n a d e S t a f f o r d P o o le , C . M . ,
e n p a r tic u la r « T h e C h u r c h a n d th e R e p a r tim ie n to in th e L ig h t o f th e T h ir d M e -
x ic a n C o u n c il, 1 5 8 5 » , The Americas, X X ( j u l i o , 1 9 6 3 ) 3 - 3 6 .
The Colonial Heritage o f Latín America
43 S t a n l e y y B a r b a r a S t e i n , (N u e v a Y o rk ,
1 9 7 0 ), 7 8 -7 9 .
44 E l a u t o r e s p r o f e s o r d e H i s t o r i a e n l a N o r t h e r n I l l i n o i s U n i v e r s i t y .
ORIENTACION BIBLIOGRAFICA
C h a r le s G ib s o n , The Black Legend: Anli-Spanish altitudes in the Oíd World and the New
( N u e v a Y o rk , 1 9 7 1 ). D e s g r a c i a d a m e n t e n o h a y tr a d u c c ió n e s p a ñ o la . U n a a p r o x i
m a c i ó n c o n c i s a s o b r e l a s c a u s a s d e l a a c t i t u d n e g a t i v a e u r o p e a h a c i a E s p a ñ a la
h a n o fre c id o r e c ie n te m e n te c o n c a r á c te r d iv u lg a tiv o R ic a r d o G a r c ía C á r c e l y L o u r
d e s M a te o B e rto s e n La leyenda negra ( M a d r i d , 1 9 9 0 ).
3. El concepto de indio
E l s e g u im ie n to d e e s ta te m á tic a p u e d e in ic ia r s e e n e l c ita d o lib r o d e L e w is H a n k e ,
La Humanidad es una. M u y e n r iq u e c e d o r a s p o r la s te s is q u e d e s a r r o lla n y la in f o r
m a c ió n q u e b r in d a n s o n la s o b r a s d e A n to n e llo G e r b i (La disputa del Nuevo Mundo.
Historia de una polémica, ¡750-1900, M é x i c o , 1 9 8 2 ) y d e U r s B i t t e r l i (Los «salvajes» y
los «civilizados». E l encuentro de Europay Ultramar, M é x i c o , 1 9 8 2 ) . E n l a m i s m a l í n e a ,
A l e j a n d r o G a r c í a e x p o n e s u s i d e a s e n Civilización y salvajismo en la colonización del
Nuevo Mundo. Un ensayo sobre la penetración de la cultura europea, ( M u r c i a , 1 9 8 6 ) . U n
e n f o q u e n o v e d o s o y n o e x e n t o d e p o l é m i c a e s e l d e T z v e t a n T o d o r o v (La conquista
de América. La cuestión del otro, M é x i c o , 1 9 8 7 ) . S u m a m e n t e a t r a c t i v a y r e c o m e n d a b l e
e s l a l e c t u r a d e l a o b r a d e A n t o n y P a d g e n (La caída del hombre natural. E l indio
americano y los orígenes de la etnología comparativa, M a d r i d , 1 9 8 8 ) . D e s d e e l c a m p o d e
la a n tr o p o lo g ía , la s a p o r ta c io n e s s o n m u y c o n s id e r a b le s . A p r o v e c h a b le p o r la b u e
n a in f o rm a c ió n q u e b r in d a a c e r c a d e la a c tiv id a d in d ig e n is ta es el tr a b a jo d e
A le ja n d r o M a r r o q u ín (Balance del Indigenismo, M é x ic o , 1 9 7 2 ). P a r a u n a m a y o r p ro -
f u n d iz a c ió n , d e b e r e c u r r ir s e a la s o b r a s d e J u a n C o m a s (Ensayos sobre indigenismo,
M é x ic o , 1 9 5 3 ), A lfo n s o C a s o (Indigenismo, M é x ic o , 1 9 5 8 ), G o n z a lo A g u irr e B e ltr á n
(Regiones del refugio, M é x i c o , 1 967) y L u is E . V a lc á r c e l (Tempestad en los Andes, L i m a ,
1 9 7 2 ).
L a s n u e v a s te n d e n c ia s p u e d e n s e g u irs e e n W a r m a n y o tr o s , De eso que llaman
Antropología mexicana ( M é x ic o , 1 9 7 0 ). L o s d o c u m e n to s d e la s e g u n d a R e u n ió n d e
B a r b a d o s e s tá n re c o g id o s e n el v o lu m e n titu la d o Indianidady descolonización en Amé
rica, ( M é x i c o , 1 9 7 9 ) . M e r e c e n t a m b i é n c i t a r s e e l t r a b a j o d e M a r i e C h a n t a l B a r r e
(Ideología indigenistay movimientos indios, M é x i c o , 1 9 8 3 ) y l a s d i s t i n t a s c o l a b o r a c i o n e s
q u e c o n f o r m a n e l v o l u m e n Indianidad, etnocidio e indigenismo en América Latina, ( M é
x ic o , 1 9 8 8 ) . E l l e c t o r , p o r f i n , d i s p o n e d e u n e x c e l e n t e a c e r c a m i e n t o a l p r o b l e m a
e n el c o n ju n to d e a r tíc u lo s q u e J o s é A lc in a F r a n c h h a r e u n id o e n el lib ro Indianismo
e indigenismo en América, ( M a d r i d , 1 9 9 0 ).
A c o s ta , J o s é d e , 9 4 A u s t r i a , J u a n d e , 16
a g r e s ió n m ic r o b ia n a , 78 A ta h u a lp a , 2 4 , 4 1 , 4 3 , 56, 57
A g u ila r , F ra n c is c o d e , 3 7, 56
A g u ir r e B e ltr á n , G o n z a lo , 102, 103 B a h a m a s , is l a s , 1 1 4
A l b a , D u q u e d e , 16 B a lle s te r o s G a ib r o is , M a n u e l, 110
A lc in a F r a n c h , J o s é , 93 B a rc e lo n a , 18, 7 2 , 152
A l e m a n i a , 1 5 , 2 2 , 2 7 , 151 B a ta illo n , M a r c e l, 157, 159, 182
A l f o n s í n , R a ú l , 1 28 B a y le , C o n s ta n tin o , 8 8 , 153
A l i a n z a I n t e r n a c i o n a l I n c a , 4 5 , 1 33 B e n a v e n te , fra y T o r ib io d e , 5 9 , 78
A lm a g r o , D ie g o d e , 2 7 0 B e n z o n i, G iro la m o , 14, 2 2 , 159, 160,
A lta m ir a , R a fa e l, 174 161, 162, 2 1 4
A lv a r N ú ñ e z C a b e z a d e V a c a , 37 B e ta n c o u r t, B e lis a rio , 1 14
A lv a ra d o , P e d ro d e , 2 4 , 3 0 , 6 4 B in g h a m , H ir a m , 42
A m b e r e s , 16 3 B itte rli, U r s , 4 9
Amerindia 92, 131 B la s c o N ú ñ e z d e V e la , 79
a n t i l a s c a s i s t a s , 21 B o l í v a r , S i m ó n , 2 3 , 9 8 , 1 27
A n tilla s , 2 2 , 74, 9 2 B o liv ia , 3 1 , 107, 114, 120, 2 6 6
a n to p o n im io s y to p o n im io s in d io s , 2 6 5 B o n f il B a t a l l a , G u i l l e r m o , 8 4 , 1 05
Apologética Historia Sumaria, 90, 146, 203 B o r a h , W o o d ro w , 7 3 , 74, 7 5 , 15 7 , 171,
Araucana, La, 2 5 2 172
A rc h iv o G e n e r a l d e I n d ia s , 170, 176 B o r g e s , P e d r o , 61
A re q u ip a , 253 B o u rn e , E d u a r d , G ., 15 3 , 15 4 , 1 78, 179,
A rg e n tin a , 3 8 , 6 6 , 9 9 , 114 180, 181, 189
A r g u e d a s , J o s é M . a, 1 0 4 B ra s il, 114, 163, 2 6 6
A ris tó te le s , 9 0 Brevísima relación de la destrucción de las In
A r m a d a I n v e n c i b l e , 15 dias, 1 6 , 1 9 , 7 1 , 7 6 , 9 1 , 9 3 , 1 4 6 , 1 5 1 ,
A rn o ld s s o n , S v e k e r, 14, 6 1 , 145, 151, 153, 156, 157, 158, 160, 162, 163, 164,
158 180, 190, 200, 213, 217
312 LA LE YEN D A NEGRA
Danza de la conquista, 31 F e r n á n d e z d e V i l l a l o b o s , m a r q u é s d e la s
Danza de las plumas, 31 V a r in a s , 157
D á v ila P a d illa , 79 fie b re a m a r illa , 79
D e c la r a c ió n I n d ig e n is ta d e S e v illa , 110, F la n d e s , 162, 163
129, 147, 279 F ra n c ia , 2 2, 2 7, 159, 160, 162, 2 3 3 , 2 4 4
De eso que llaman antropología mexicana, 1 05 F r ie d e , J u a n , 2 1 , 2 6 , 172, 177
D e P a w (a b a te ), 96
D ía z d e l C a s tillo , B e rn a l, 55 G a g e , T h o m a s , 15
Discurso sobre el origen de la desigualdad en G a m io , M a n u e l, 102
tre los hombres, 9 5 g e n e r a c ió n d e l 9 8 , 152
D ra k e , F ra n c is , 2 2 4 G o m e ra , L a , 78
D u r á n , f r a y D ie g o , 5 9 G a r c ila s o d e la V e g a , in c a , 3 8 , 139, 2 5 2
D u s s e l , E n r i q u e , 4 4 , 7 0 , 1 17 G ib s o n , C h a r le s , 8 1 , 145, 146, 153, 154,
D u v io ls , P ie r r e , 63 155, 156, 167, 173, 185, 186, 188, 195,
2 3 5 , 241
E c u a d o r , 2 2, 114, 120 G im é n e z F e r n á n d e z , M a n u e l, 2 0 , 157
e d u c a c ió n in d ia , 263 G in é s d e S e p ú lv e d a , J u a n , 17, 4 5 , 4 7 ,
En busca del Nuevo Mundo, 251 4 8 , 8 7 , 8 9 , 9 0 -9 5 , 146, 161, 2 0 7 , 2 0 8 ,
e n c u e n tr o d e d o s m u n d o s , 114, 117, 118 213
e n f r e n ta m ie n to d e d o s m u n d o s , 118 G ó m e z R o b le d o , A n to n io , 119, 120
e p id e m ia s , 170, 172, 271 G o n z á le z d e P r a d a , M a n u e l, 100, 184
e s c l a v i t u d d e lo s i n d i o s , 1 8 9 , 1 9 1 , 2 7 0 G re e n le a f, R ic h a r d , 189
E s p a ñ a , 12, 14, 15, 11 4 , 1 15, 12 0 , 123, g r ip e , 7 9 , 271
125, 126, 127, 130, 133, 134, 138, 139, G u a r n a n P o m a d e A y a la , F e lip e , 5 7 , 7 0,
140, 159, 160, 162, 167, 172, 176, 177, 194, 195
178, 181, 193, 196, 2 1 1 , 2 2 3 , 2 3 2 , 2 4 3 , G u a te m a la , 31, 130, 131, 132, 161, 187,
248, 270, 276 188, 266, 2 7 1 , 282
E s p a ñ o la , L a , 5 7 , 7 4 , 78, 8 6 , 146, 188, g u e r r a d e E s m a l c a l d a , 15
1 9 9 , 2 7 0 , 2 71 g u e r r a d e l M ix to n , 4 3
E s ta d o s U n id o s , 4 8 , 153, 160, 180, 181, G u tié r r e z , G u s ta v o , 70
247
E s c u e la d e S a la m a n c a , 27 H a n k e , L e w is , 2 0 , 5 2 , 8 7 , 126, 145, 146,
e tn o - g e n o c id io c o n tr a el in d io , 2 6 5 1 5 4 , 1 6 7 , 1 6 9 , 1 7 8 -1 8 3 , 1 8 5 -1 8 8 , 190,
e u ro c e n tris m o , 33 191, 195, 225
E x p o -9 2 , 115, 116 H a y a d e la T o r r e , R a ú l, 104
Exposición de algunas mañas de la Santa In H e r r e r a , A n to n io d e , 173, 193
quisición española, 16 H e r r in g , H u b e r t, 154, 158, 159
Historia de la conquista de México, 18
Facundo, civilización y barbarie, 9 9 Historia General de las cosas de Nueva Es
F e lip e I I , 15, 16, 6 0 , 151, 152, 153, 162, paña, 5 9 , 9 4
168, 169, 170, 174, 175, 176, 178, 179, Historia General de las Indias, 9 4
182, 188, 190, 191, 192, 193, 212 Historia General y Natural de las Indias, 8 8
F e rn á n d e z d e O v ie d o , G o n z a lo , 2 2 , 8 7 , Historia de las Indias de Nueva España, 5 9
88, 159, 213 Historia Natural y Moral de las Indias, 9 4
314 LA LE YEN D A NEG RA
J a m a ic a , 114
M a c h u P ic h u , 42
J i m é n e z N ú ñ e z , A lfr e d o , 5 0
M a d a r ia g a , S a lv a d o r d e , 18, 15 3 , 159,
J im é n e z d e Q u e s a d a , G o n z a lo , 3 3 , 2 4 4
162, 2 2 8 , 2 3 1 , 233
J u a n , J o rg e , 96
M a d rid , 128, 279
J u a n P a b lo I I , 6 6 , 67
m a la r ia , 79
J u d e r ía s , J u liá n , 13, 18, 2 0 , 145, 146,
M an co C á p a c , 38, 42
153, 2 1 1 , 215
M a rm o n te l, 9 6
M a ría s , J u l iá n , 25
K e e n , B e n ja m ín , 18, 2 7 , 5 2 , 145, 146,
M a riá te g u i, J o s é C a rlo s , 103, 104
165, 167, 168, 172, 173, 178, 179, 182,
M a r t í , J o s é , 1 0 0 , 1 27
185, 187, 196
M a tie n z o , J u a n d e , 9 5
M e d io M ile n io d e l D e s c u b rim ie n to M u
Laberinto de la soledad, 249 tu o , 10
L a G a s e a , P e d r o , 157 M e lla fe , R o la n d o , 1 7 2 , 173
L a ín E n tra lg o , P e d ro , 134 M e n d ie ta , J e r ó n im o d e , 9 4 , 188
L a n d a , fra y D ie g o d e , 5 8 M e n d o z a , A n t o n i o d e , 161
L a n n i n g , J o h n T a t e , 1 5 4 , 181 M e n é n d e z y P e l a y o , M a r c e l i n o , 18
IN D IC E AN A LITIC O »15
W a c h te l, N a th a n , 36, 4 2 , 4 8 , 6 3 , 168, Z a v a l a , S il v io , 1 1 8 , 1 7 4 , 2 3 8
186 Z e a , L e o p o ld o , 118
W a r m a n , A r t u r o , 1 05 Z o r i t a , A l o n s o d e , 9 5 , 1 5 7 , 1 8 8 , 1 9 1 , 1 95
Z u m á r r a g a , f r a y J u a n d e , 5 8 , 77
Y á ñ e z , L u is , 114, 130 Z ú ñ ig a , A n to n io d e , 6 0
Y u c a tá n , 58
El Quinto Centenario del Descubrimiento de América y las diferentes
posturas adoptadas a ambos lados del Atlántico en torno a la
próxima conmemoración han vuelto a poner de actualidad juicios
contrapuestos sobre la actuación y dominio español en América, pese
a que dicho acontecimiento fue resultado de la expansión europea, y
no solo española, y fue considerado como el hecho más importante de
la época moderna. En esta obra el autor revisa históricamente la
evolución de esta Leyenda Negra, así como la de la Leyenda Blanca
— como algunos autores han llamado a las tesis de un buen número
de historiadores españoles— , a la luz de las últimas investigaciones y
controversias de americanistas españoles y extranjeros. Se incorpo
ran como anexo artículos de otros autores representativos de las
diferentes interpretaciones.
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