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Art. 1444.

Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia, las que son de su
naturaleza, y las puramente accidentales. Son de la esencia de un contrato aquellas cosas sin
las cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro contrato diferente; son de la
naturaleza de un contrato las que no siendo esenciales en él, se entienden pertenecerle, sin
necesidad de una cláusula especial; y son accidentales a un contrato aquellas que ni esencial ni
naturalmente le pertenecen, y que se le agregan por medio de cláusulas especiales.

LIBRO SEGUNDO DE LOS BIENES, Y DE SU DOMINIO, POSESION, USO Y GOCE

Art. 565. Los bienes consisten en cosas corporales o incorporales. Corporales son las que
tienen un ser real y pueden ser percibidas por los sentidos, como una casa, un libro.
Incorporales las que consisten en meros derechos, como los créditos, y las servidumbres
activas.

1. De las cosas corporales


Art. 567. Muebles son las que pueden transportarse de un lugar a otro, sea moviéndose ellas a
sí mismas, como los animales (que por eso se llaman semovientes), sea que sólo se muevan
por una fuerza externa, como las cosas inanimadas. Exceptúanse las que siendo muebles por
naturaleza se reputan inmuebles por su destino, según el artículo 570.

Art. 568. Inmuebles o fincas o bienes raíces son las cosas que no pueden transportarse de un
lugar a otro; como las tierras y minas y las que adhieren permanentemente a ellas, como los
edificios, los árboles.
Las casas y heredades se llaman predios o fundos.

Art. 569. Las plantas son inmuebles, mientras adhieren al suelo por sus raíces, a menos que
estén en macetas o cajones, que puedan transportarse de un lugar a otro.

Art. 571. Los productos de los inmuebles, y las cosas accesorias a ellos, como las yerbas de un
campo, la madera y fruto de los árboles, los animales de un vivar, se reputan muebles, aun
antes de su separación, para el efecto de constituir un derecho sobre dichos productos o cosas
a otra persona que el dueño.
Lo mismo se aplica a la tierra o arena de un suelo, a los metales de una mina, y a las piedras de
una cantera.

2. De las cosas incorporales


Art. 576. Las cosas incorporales son derechos reales o personales.

Art. 577. Derecho real es el que tenemos sobre una cosa sin respecto a determinada persona.
Son derechos reales el de dominio, el de herencia, los de usufructo, uso o habitación, los de
servidumbres activas, el de prenda y el de hipoteca. De estos derechos nacen las acciones
reales.

Art. 578. Derechos personales o créditos son los que sólo pueden reclamarse de ciertas
personas, que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han contraído las obligaciones
correlativas; como el que tiene el prestamista contra su deudor por el dinero prestado, o el hijo
contra el padre por alimentos. De estos derechos nacen las acciones personales.
Título II
DEL DOMINIO

Art. 582. El dominio (que se llama también propiedad) es el derecho real en una cosa corporal,
para gozar y disponer de ella arbitrariamente; no siendo contra la ley o contra derecho ajeno.
La propiedad separada del goce de la cosa, se llama mera o nuda propiedad.

Título III
DE LOS BIENES NACIONALES

Art. 589. Se llaman bienes nacionales aquellos cuyo dominio pertenece a la nación toda. Si
además su uso pertenece a todos los habitantes de la nación, como el de calles, plazas,
puentes y caminos, el mar adyacente y sus playas, se llaman bienes nacionales de uso público o
bienes públicos. Los bienes nacionales cuyo uso no pertenece generalmente a los habitantes,
se llaman bienes del Estado o bienes fiscales.

Art. 590. Son bienes del Estado todas las tierras que, estando situadas dentro de los límites
territoriales, carecen de otro dueño

Título VII
DE LA POSESION

1. De la posesión y sus diferentes calidades

Art. 700. La posesión es la tenencia de una cosa determinada con ánimo de señor o dueño,
sea que el dueño o el que se da por tal tenga la cosa por sí mismo, o por otra persona que
la tenga en lugar y a nombre de él. El poseedor es reputado dueño, mientras otra persona
no justifica serlo.

Art. 702. La posesión puede ser regular o irregular. Se llama posesión regular la que
procede de justo título y ha sido adquirida de buena fe; aunque la buena fe no subsista
después de adquirida la posesión. Se puede ser por consiguiente poseedor regular y
poseedor de mala fe, como viceversa el poseedor de buena fe puede ser poseedor
irregular.

Si el título es translaticio de dominio, es también necesaria la tradición. La posesión de una


cosa a ciencia y paciencia del que se obligó a entregarla, hará presumir la tradición; a
menos que ésta haya debido efectuarse por la inscripción del título.(NO DE MEMORIA)

Art. 703. El justo título es constitutivo o translaticio de dominio. Son constitutivos de


dominio la ocupación, la accesión y la prescripción. Son translaticios de dominio los que
por su naturaleza sirven para transferirlo, como la venta, la permuta, la donación entre
vivos. Pertenecen a esta clase las sentencias de adjudicación en juicios divisorios, y los
actos legales de partición. Las sentencias judiciales sobre derechos litigiosos no forman
nuevo título para legitimar la posesión. Las transacciones en cuanto se limitan a reconocer
o declarar derechos preexistentes, no forman nuevo título; pero en cuanto transfieren la
propiedad de un objeto no disputado, constituyen un título nuevo. (NO DE MEMORIA)

Art. 704. No es justo título:

1. El falsificado, esto es, no otorgado realmente por la persona que se pretende;


2. El conferido por una persona en calidad de mandatario o representante legal de otra sin
serlo;

3. El que adolece de un vicio de nulidad, como la enajenación que debiendo ser autorizada
por un representante legal o por decreto judicial, no lo ha sido; y

4. El meramente putativo, como el del heredero aparente que no es en realidad heredero;


el del legatario cuyo legado ha sido revocado por un acto testamentario posterior, etc. Sin
embargo, al heredero putativo a quien por decreto judicial se haya dado la posesión
efectiva, servirá de justo título el decreto; como al legatario putativo el correspondiente
acto testamentario que haya sido judicialmente reconocido. (Un par de ellos)

Art. 706. La buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por


medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio.

Así en los títulos translaticios de dominio la buena fe supone la persuasión de haberse


recibido la cosa de quien tenía la facultad de enajenarla, y de no haber habido fraude ni
otro vicio en el acto o contrato.

Un justo error en materia de hecho no se opone a la buena fe. Pero el error en materia de
derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario.

Art. 707. La buena fe se presume, excepto en los casos en que la ley establece la
presunción contraria. En todos los otros la mala fe deberá probarse.

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