Vous êtes sur la page 1sur 7

El PRINCIPIO SOLAR, LUNAR, Y EL TRABAJO A REALIZAR.

Retomemos una vez más nuestra investigación sobre el espacio.


A partir del hecho que emerge un centro se determinan cuatro direcciones básicas, es por
ello, que este principio irradiador incluye simultáneamente la triplicidad (principios de
volición, atracción y dinámico equilibrio) y a la materialización (como tiempo- espacio)
que se surge a partir de los cuatro puntos básicos o la cruz.
Tomando como base lo mencionado, podemos advertir que todas las propiedades
geométricas del punto, el círculo, el ángulo recto, el cuadrado y del triángulo se revelan
para la Tierra convertidos en modelos celestiales.
“Del siempre oculto trasfondo nace el Uno (el punto). Alrededor del Uno nace el Cero (el
Globo). De estos dos nace el ser triple; del tres sale el cuatro. El tres y el cuatro se unen
(para convertirse en siete) y se multiplican (para convertirse en doce), dice el Libro de
Dzyan.

El Dios Solar en el interior del Sol es el observador, supervisor y el que objetiviza el karma
de nuestro sistema.
El Sol es el Salvador de todas vidas del Sistema Solar. Es dentro de este contexto que para
nuestro Planeta, en cada amanecer y atardecer - fundamentalmente durante el mes de
Capricornio- los rayos rojizos que nos vienen del Sol, “cuan la sangre de Cristo que redime
los pecados”, ostentan la potestad de purificarnos y elevarnos por sobre las limitaciones del
yo personal. Por lo expuesto, es que se nos recomienda enfáticamente exponernos y meditar
en sintonía con la radiación solar -fuente de Vida, Luz y Calor; de alimento espiritual,
mental y físico- en las horas del alba (en especial) y en el crepúsculo.
En el plano planetario el Sol actúa como la consciencia de todos los seres. Dado que su
rayo es séptuple en manifestación, la luz y el sonido existen en registros de siete. La
materia del espacio hasta la Tierra tiene siete densidades. Todo cuerpo planetario existe
también y simultáneamente en siete dimensiones, si bien según sea el ciclo particular, habrá
-por sobre todo- un globo más activo que los demás. Todo planeta aparece físicamente
cuando su consciencia llega al plano más denso, y se retira luego a lo sutil. Este proceso
ocurre siete veces antes que el planeta salga de la existencia y se vaya al plano solar.
Asimismo, el cuerpo humano se compone de siete tejidos. Esta consistencia de naturaleza
séptuple por todo este universo se debe a la actividad del Sol.
Los Principios Cósmicos encuentran analogía en el microcosmos, el Ser humano.
“Cada ser individual tiene una mezcla de muchos principios planetarios y zodiacales en él.
Los números zodiacales ayudan al estudiante de ocultismo en su proceso de meditación, y
lo mismo ocurre con los colores y los rayos de cada signo. El número es una potencia, el
color es una vibración y la forma es una expresión. Estos son los poderes de la naturaleza
interna del hombre.”- Maestro E.K.
El número y los colores por signo son: Aries, 9, rojo; Tauro, 6 ,azul; Géminis, 5, azul
verdoso; Cáncer, 2, verde; Leo, 1,amarillo; Virgo,7 dorado; Libra, 4, espectro; Escorpio, 8,
rojo escarlata; Sagitario, 3, negro; Capricornio 10; Acuario Purnam ( numero sagrado),
índigo; Piscis, 7, azul celeste.

Un Yogui debe pasar a través del centro solar para desarrollarse en los niveles superiores.
Nuestra Tierra posee un centro solar que es Shamballa. El Yogui - estudiante esotérico-
debe entrar en contacto con Shamballa con ayuda de la Jerarquía.
“Las palabras de Cristo: "Vida más abundante" se refieren al vínculo con Shamballa, cuyo
resultado será la expresión del aspecto voluntad. Todo el proceso de invocación y
evocación está ligado a esa idea. El factor invocador constituye siempre el aspecto menor y
es la ley inalterable que se halla detrás de todo el proceso evolutivo. Necesariamente es un
proceso recíproco y podría decirse a grandes rasgos que, en tiempo y espacio, lo menor
siempre invoca lo mayor, siendo evocados los factores superiores que responden de
acuerdo al grado de comprensión y tensión dinámica, desplegados por el elemento
invocador... La tarea del grupo o aspecto menor, es invocadora, y al éxito del rito invocador
se lo denomina evocación. Por lo tanto, cuando la vida sea fundamentalmente invocadora,
entonces se producirá la evocación de la voluntad. Será realmente invocadora sólo cuando
la personalidad y el alma se fusionen y actúen como una unidad conscientemente fusionada
y enfocada.”- Maestro Tibetano
De la interacción invocación y evocación, afluencia y receptividad, de la unión entre el polo
negativo o receptor y el Positivo o Transmisor emerge Luz. Dicho proceso se da en los
diferentes niveles y según corresponda la graduación evolutiva del despliegue de la Vida
Una. El mismo Sol de nuestro sistema solar es sólo un centro emisor de la luz que viene a
través de él. Los planetas también son transmisores de la luz del sol en relación a sus siete
principios. Ellos están en su propio lugar y reciben para dar… para brindarnos des-
interesadamente su Luz, sonido y cualidades.
Es importante que aprendamos la función del servicio tomando el ejemplo que nos muestra
la Naturaleza, y empecemos a darnos cuenta que lo recibido no es para acumularlo, sino
para con generosidad distribuir a la vida circundante. La Energía emanada del centro o
corazón Cósmico (a modo de sucesión apostólica o cadena discipular, es decir, de lo
superior hacia lo inferior), va siendo regulada en su intensidad con el fin de hallar
expresión, según corresponda, en todos los niveles Cósmicos. Dicho proceso tiene su
sustentado en el Principio Universal de Amor y Compasión…
De cada centro de consciencia, y los Planetas y el Sol son expresiones físicas que contienen
grande vidas inteligentes y reinos en evolución, dimana todo tipo de bendiciones.
Bendiciones que en forma de Rayos de colores, melodías y exquisitas formas geométricas
se expanden por el Sistema hasta colmarlo. Todas las buenas cualidades de la Deidad
(mundos, estrellas, constelaciones) están al alcanza para quien aprenda a sintonizarse con
su exquisitas vibraciones…
"Cada hora del día está bajo la influencia de un planeta y de las entidades que lo habitan.
Así pues, cada hora que pasa, trae consigo a entidades que vienen a hacer un trabajo sobre
las plantas, los minerales, los animales, los humanos. Y como a cada planeta corresponden,
no sólo un color, sino también un sonido determinado, la sinfonía de los sonidos varía con
cada hora del día, según la sucesión de los espíritus. Son los planetas los que cantan a
través del espacio, y nosotros estamos sumergidos en esta música que se llama "la música
de las esferas". Gracias a la meditación, a la contemplación, el hombre puede llegar a
percibir esta sinfonía de los planetas con los que están conectadas las jerarquías angélicas...
Animado por el canto de los ángeles, el universo se alimenta y respira."- Omraam Mikhaël
Aïvanhov

Todo ser viviente posee un centro solar en él, que es su propia consciencia “YO SOY”. Este
centro tiene su contrapartida en el centro solar de nuestro sistema solar. La asociación de
múltiples focos Solares o en lenguaje astrológico el vínculo de distintas “entidades
Leoninas”, da como resultado la Red, el aspecto de constelación del signo de Acuario…
Tengamos presente que el progreso en la actual Era tiene como fuente y característica
distintiva el trabajo y la evolución de los grupos. Recordemos que es particular del alma los
correctos vínculos, el intercambio amoroso, y por ende, el servicio…
Somos esencialmente Soles, que al ligarnos con otros construimos grupos y sociedades,
como sistemas más complejos y fractales de lo que ocurre en la dimensión macro-cósmica.
El ser humano incluye en sí mismo muchos atributos que a su vez están presentes en los
distintos niveles de la naturaleza.
Dentro de este contexto, son los tres aspectos -el solar, lunar y terrestres- los elementos
fundamentales del hombre - y del Logos - en actual evolución.
El principio Solar o Conciencia, afín a la polaridad Masculina, transmite, impresiona sobre
el principio Lunar -asociado a lo femenino, la forma, sustancia y el cuerpo- y como
resultado de dicha unión deviene un individuo en encarnación (principio Terrestre).
Debido a que el hombre está hecho a imagen y semejanza del Creador, en él, al igual que en
Dios, se sintetizan ambas polaridades, Masculino y Femenino, Espíritu y Materia... En
realidad en ser humano, el microcosmos, están todos las Inteligencias Divinas, los Planetas,
el Zodíaco y el Universo entero…
En lo que respecta al tema de la gestación de los individuos en el vientre materno, de la
toma de forma por parte del alma a través de la sustancia organizada, se nos dice que en el
caso de una persona de evolución común o promedio, la impresión del principio Solar sobre
el Lunar ocurre alrededor del séptimo mes; es así como el Ego (alma) queda dentro del
útero materno a partir del período mencionado.
Según se nos explica, esta experiencia es similar a la de estar en prisión, y por ello, al resto
del embarazo (hasta el nacimiento), se lo viviría, desde el nivel del alma encarnante, como
un lapso de mucha limitación. El parto para estas individualidades es, asimismo, una
experiencia muy fuerte y traumática.
En aquellos seres muy evolucionados, que han alcanzado por lo menos la Tercera
Iniciación Mayor o Jerárquica, la impresión sobre los vehículos inferiores no ocurre
mientras el cuerpo se forma en la matriz materna, sino que se efectúa en el momento del
alumbramiento. Este suceso es reconocido esotéricamente como la Inmaculada Concepción
y es lo que aconteció hace más de dos mil años con el Maestro Jesús, y ocurre con toda
Alma elevada que viene al mundo.

Ahora, investiguemos más hondamente sobre el aspecto masculino y femenino de la Vida


en Manifestación.
En tanto el principio Solar se caracteriza por la estabilidad y por la cualidad de constante
dación; el principio Lunar se define por la variabilidad, mutabilidad; por recibir y reflejar.
Mientras que el Sol, el Alma, se entrega, incluye y brinda sin discriminar; la Luna, la
mente, es egocéntrica, está llena de deseos y anhela, ostenta humores y pasa por distintos
estados de ánimo.
En término simbólicos el movimiento solar es vertical, se basa en dar y - desde la
perspectiva de la Tierra- recorre todo el cinturón zodiacal; en cuanto al movimiento lunar
su característica es la horizontalidad, tiene faces y permanece circunscrito derredor de la
Tierra. Estos movimientos, el vertical y el horizontal (la Cruz), se hallan en nosotros, uno
es evolutivo y busca la sutilización de lo inferior; el otro es involutivo, se dirige hacia la
materia y se caracteriza por fomentar la diversificación. Ambas actividades están en
nosotros…
El hombre Sabio es como el Sol, fuente de toda vida; es aquel que entregándose a sí mismo
sin esperar nada a cambio, se sintoniza con lo superior- el Sol Central- (proceso de
invocación), para recibir de lo divino, transmitir y distribuir vitalidad, bendiciones y gracia
en lo mundano (evocación).
Buscar para sí, tomar, acopiar, es una patología que trae muchas clases de malestares;
enfermedad -que no suele ser reconocida- pero muy común hoy en día, por eso,
permanezcamos atentos y conscientes de ello…

La Luna es la mente inferior, tiene períodos de expansión y contracción, y cuando no está


orientada hacia lo superior busca poseer, reacciona, se vuelve inconstante, miedosa,
variable, se apega, ata y pretende seguridades en los tres mundos.
En tanto se anhelen certezas, y por inconscientes temores se desee tener, conservar,
atesorar, apropiarse; habrá limitaciones, aprensiones, desconfianza, manipulación, lucha y
padecimiento.
“Vivir con la muerte cada segundo, sin nunca acumular, sin nunca almacenar, sin nunca dar
continuidad a nada... Eso es verdadera libertad, y de esta libertad nace el amor.”-J.
Krishnamurti
La mente concreta debe escuchar a lo más elevado, y evitar obstruir el libre recorriendo de
las corrientes que afluyen. Alinear lo inferior – la Luna- con la Luz del Alma – Mercurio-
es meditación, descubrir lo que es el amor y el trabajo correspondiente al discipulado.
Al respecto nos alecciona el Maestro K.P.Kumar: - “el sendero del discipulado es el
sendero que lleva a comprender la naturaleza dual. Lo que el discipulado nos enseña es a
observar cómo es y a encontrar un modo neutral de relacionarnos con ello. El discipulado
es la disciplina que tiene que ver con la comprensión de la dinámica de la dualidad.”
El secreto de los ciclos de manifestación, de los períodos de actividad y descanso del
Universo se revela a través de las fases Lunares. La correspondencia de las distintas
instancias que va sucediendo en mes Lunar, por Ley de Analogía, representa o refleja el
desenvolvimiento de las edades a nivel Planetario, Solar y Cósmico.
Según lo que nos cuenta el Maestro E.K. en su libro “Astrología Espiritual”, hay treinta
Tidhis de tiempo (duración que corresponde a lo que tarda la Luna en formar un ángulo de
doce grados con respecto al Sol) entre dos Lunas nuevas. Excluyendo la luna llena y la
Luna nueva, hay veintiocho divisiones; catorce de ellas tienen el efecto de la Luna creciente
y las otras catorce de Luna menguante. Las catorce divisiones del sendero blanco (Luna
creciente) corresponden a los Manvántaras (ciclo de manifestación), y catorce del sendero
negro (Luna menguante) siguen el estado pasivo de Pralaya. Dentro de este parámetro, el
período correspondiente a lo nuestro mes lunar sería un Kalpa. Cada Manvantara tiene una
secuencia de eventos cósmicos. Todas las secuencias de los catorce Manvantara se dan
como alegorías en los Puranas y se las conoce como las historias de los catorce Manus.
Cuando estas historias se aplican a las fases lunares de nuestro mes solar, éstas presentan la
secuencia de acontecimientos que ocurren comúnmente en la vida de los individuos nacidos
bajo la influencia de cada una de las fases lunares.
Los catorce Manvántaras de la Luna creciente son de dos tipos: sagrados y no sagrados. A
su vez, éstos catorce Manvántaras de la Luz creciente también tiene su analogía en su orden
inverso de secuencia. El primer Manvántaras de la orden creciente corresponde al
decimocuarto del grupo decreciente, y así sucesivamente.
Según se nos dice, en el primer grupo los Manvátaras el segundo, tercero, quinto, séptimo,
decimo, decimo primer y décimo tercero, son sagrados, de naturaleza espiritual y denotan
armonía y progreso. El resto de los ciclos de manifestación (y su correspondencia mensual)
de las fases lunares, son de naturaleza material (a excepción del octavo) e indican
desarmonía y falta de equilibrio. El octavo Manvántara marca el comienzo de grandes
cambios y desorden, aunque de naturaleza espiritual. El primer Manvántara, que
corresponde a la luna nueva, se llama el amanecer y marca el comienzo de una Creación. El
Manvántara correspondiente a la Luna llena se denomina gran Luz y marca el comienzo de
otro gran despertar en la Creación. Este análisis puede aplicarse a las fases lunares del mes
lunar.
Las personas nacidas en fases lunares sagradas pueden desarrollarse con facilidad en el
sendero de la espiritualidad, mientras que las nacidas en fases lunares no sagradas tienen un
sendero abrupto.
A cada mes lunar se le denomina un día de los Pitris. La Luna nueva corresponde con su
medianoche. El final del primer cuarto corresponde al amanecer de los Pitris, y la Luna
llena corresponde a su mediodía. El final del siguiente cuarto corresponde a su atardecer.
Esta división encierra una clave ritualística. A la Luna se la llama el portal de entrada entre
los seres humanos y los Pitris. Esto significa que las almas que se han marchado vuelven a
nacer mediante la luz de la Luna. La fecundación de los óvulos de la mujer se lleva a cabo
mediante la influencia del rayo de Soma a través de la Luna. Cada óvulo tiene su Luna
nueva y Luna llena. Al período menstrual se lo llama “la Luna nueva”. El día número
quince a partir de ese día indica el comienzo de la Luna llena. Cuatro días antes y cuatro
días después de este día, el óvulo está receptivo para el alma que se va a reencarnar. Esto se
debe a que el día de Luna llena la Tierra se encuentra entre el Sol y la Luna, que
representan el principio del Padre y de la Madre en la Naturaleza. El rayo del Sol, que se
refleja por completo sobre la Luna, es recibido por la Tierra en el día de Luna llena. El rayo
solar representa el Ego, o aspecto conciencia, y el rayo lunar reflejado, el alma o Ego, que
siguiendo el camino de la evolución en los tres mundos retorna a la Tierra. Esto significa
que el alma desciende a la materia y obtiene un cuerpo.
A nivel del ser humano poco desarrollado la Luna actúa estimulando su mente, incitándole
a un comportamiento condicionado por su Karma pasado y expresado por sus emociones,
sentimientos y reflejos. Esto está indicado por las doce casas de la carta natal individual,
junto con los tránsitos planetarios sobre esas casas.
Para aquellos que viven en el plano de la personalidad la Luna estimula su mente a la
actividad de movimiento en el plano mental. Esta actividad está condicionada por su Karma
presente y se expresa por las vías de actividad social, política, económica y religiosa.
Para aquellos que se han orientado sobre una actividad desinteresada, la Luna forma una
mente de grupo o consciencia de alma que se une a todos los demás seres de ese nivel. Se
nos dice que hasta este momento el grado de la Luna natal estimulaba todas las actividades,
que a partir de ahora, el grado de la Luna en el momento de la fecundación en el vientre de
la madre antes de nacer, se convierte en el centro de focalización y de estímulo. Este centro
es lo que llamamos el ascendente (el Este místico o Sol místico) en el momento de nacer.
Cuando la consciencia del hombre se centra a nivel del Alma, la guía de la Luna y la
variabilidad de sus fases dejan de ser un condicionante. Se obedece a los efectos de las
fases aunque se está libre de ellas, no por miedo ni por obligación, sino por la veneración,
gozo y virtud que predominan en aquellos que observan la Ley.
El hombre puede cambiar el curso de su sendero evolutivo desde el camino de retorno o de
reencarnación, al sendero llamado del discipulado o ascendente. Esto se consigue siguiendo
el sendero ritualista. Para ello, uno tiene que aprovechar, a través de la práctica de la
meditación, las Lunas, tanto nuevas como llenas.
Nos dice el Maestro E.K. que a nosotros nos toca responder favorablemente a las
vibraciones superiores que se acercan periódicamente.
Hay vibraciones que nos visita todos los días mediante la influencia de la revolución de
nuestro ascendente natal en tanto este toca los cuatro puntos cardinales del día.
Diariamente, tenemos también las vibraciones de la Luna, producida por su paso por cada
signo. Del mismo modo, también están las vibraciones semanales, mensuales y anuales de
los demás planetas.
Conviene que conozcamos nuestros momentos favorables y desfavorables, y aprovecharlos
para aumentar nuestras vibraciones superiores y neutralizar las inarmónicas que emanan de
nuestra naturaleza inferior.
Los cuatro cuartos de la Luna de cada mes lunar proporcionan la primera guía. Según sea el
propio Karma serán las vibraciones que en cada cuarto (28 dividido 4) se experimente a
nivel psíquico, del entorno familiar, social y profesional. Se deberá observar qué
característica está actuando a partir de la Luna nueva en los cuatro ámbitos mencionados.
Al término de siete días la nueva tendencia continuará y hay que aprender a ponerse a la
altura de la necesidad. Gradualmente, se llegará a obtener provecho de la influencia de los
cuatro cuartos del mes lunar. Una vez adquirida cierta maestría sobre el patrón anterior, hay
que empezar a trabajar sobre las subdivisiones - cuya duración es menor a dos días- que hay
en cada cuarto. El planeta de la carta natal que forma aspecto con el movimiento de la Luna
incide en la naturaleza de los eventos que ocurren. En estas subdivisiones se manifiestan
buenos y malos efectos. Durante los sub-períodos favorables se debe intentar aumentar el
magnetismo personal mediante la meditación y el Pranayama. En los tiempos menos
propicios se recomienda evitar el excesivo trabajo mental, y la práctica del equilibrio y la
paciencia, no como supresión, sino como aceptación consciente.
Una vez encaminado el trabajo propuesto, puede darse el próximo paso, pues también hay
cuatro subdivisiones cuyas particulares vibraciones influyen durante el transcurso de la
jornada. El día consta de cuatro cuartas partes de seis horas de duración cada una. La
primera se extiende desde el amanecer al mediodía; la segunda, desde el mediodía hasta el
atardecer; la tercera, desde el atardecer hasta la medianoche; y el último cuarto, va desde la
medianoche hasta el amanecer. Cada una de las partes tiende a ser alternativamente
favorable y desfavorable. (Esto está demostrado por la correspondencia de la verdad
geométrica de que cuando dos líneas rectas se cruzan entre sí, los ángulos opuestos son
iguales)
En lo expuesto también podemos ver el simbolismo de la Cruz (karma) como base de la
distribución e impronta energética del Tiempo.
Uno puede empezar a saber la tendencia de la primera cuarta parte por la reacción de las
primeras personas o sucesos en el comienzo del día, y decidir si es favorable o no. Ésta
prosigue durante seis horas. En consecuencia se deberá esperar o emprender los asuntos
según sea la naturaleza correspondiente - favorable o no- de esa cuarta parte del día.

Hay ciclos dentro ciclos, dentro de más y más ciclos…


Escudriñar la naturaleza de la hora y ajustarse de la mejor forma, aprovechando las energías
particulares de cada momento según las claves que nos enseña la astrología, es sin dudas,
una herramienta vital e irreemplazable para el aspirante espiritual de la Nueva Era.
Reflexionemos sobre ello…

Vous aimerez peut-être aussi