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La historia del rol de la mujer ha estado presente desde las primeras civilizaciones, o

mejor dicho, desde que el ser humano asignó responsabilidades en la producción de


tareas. Estas prácticas han sido impulsadas por diversas acciones (fundamentalmente
masculinas) que han transformado la figura de la mujer en roles que, probablemente, no
haya escogido. En este informe se presentará una noticia actual, llevada a cabo en
Marruecos, respecto a unas jornaleras en provincia de Huelva que, en su trabajo digno y
remunerado, denuncian diversos abusos sexuales por parte de sus jefaturas.
Posteriormente, se acogerá una noticia del diario Unión Feminista del año 35´ para
finalmente, conectar ambas noticias con un fragmento de la constitución del año 80´.

https://politica.elpais.com/politica/2018/06/09/actualidad/1528569474_339395.html

Esta noticia de abusos, sucede en un contexto contemporáneo, en pleno siglo XXI ¿De
qué manera, las naciones resguardan la libertad de la mujer? Sea quizá, la primera
interrogante que asalte al momento de leer esta noticia. SAT o Sindicato Andaluz de
Trabajadores, denuncio el sufrimiento al que se someten la jornalera de Marruecos, tras
cuatro testimonios que exaltaron a las autoridades internacionales. No obstante, esta ha
sido considerada una estrategia política, donde existiría una extorsión del SAT para que
las mujeres denuncien estos casos, nuevamente nos preguntamos ¿dónde está considerada
la mujer en esta disputa política?¿cuándo dejamos de hablar de abusos y hablamos de
mujer? El rol de jornalera, no tiene mucha diferencia con la de inquilina chilena a
principio del siglo XIX, donde el abuso del latifundista, embarazaba a las empleadas a
espaldas de la dueña de casa, generando la figura de hijos “ilegítimos”. En el ámbito
laboral, la mujer ha visto su rol, no solamente emplazado por aquello que corresponde,
sino además humillado y denostado desde lo social. Las consecuencias de esta mirada,
han repercutido hasta nuestros días.

Este tipo de noticias, no invita a valorar la historia de abusos que ha existido en nuestro
país, haciendo un análisis retrospectivo, respecto a casos similares que hayan ocurrido en
nuestro país. Probablemente, el común denominador, se encuentre en el periodo
dictatorial, no obstante, la invisibilización discursiva de la mujer, ha sido tal, que sería
difícil construir un catastro de historia de abusos en nuestro país.

En este contexto, relacionamos inmediatamente el diario “Unión Femenina” surgido en


nuestro país entre los años 1934-1935 con la siguiente noticia:
El diario Unión Feminista, nacido en Valparaíso en el año 1928, asume una posición
política respecto a la figura pública de la mujer. Este debate, comenzado en Argentina a
principio de siglo, supuso una nueva forma de mirar el campo donde se desempañaba la
mujer, ya no solo laboralmente, sino ahora como una voz válida para tomar decisiones en
el país. Esta validación no estuvo exenta de polémica, por este motivo, acogemos una
declaración de este diario para llevarla a una comparación con noticia de contingencia.
Si bien, no corresponde a una noticia propiamente tal, sí podemos vislumbrar algunas
denuncias importantes respecto al rol político que ejercía la mujer en nuestra sociedad, lo
que al mismo tiempo (si bien, no gracias a su estructura) valida el contenido de denuncia
respecto a situaciones que vivía la mujer de la época. Cabe recalcar que, la participación
política de la mujer, fue motivo de debate desde los años 20, propiciado por aquellas
mujeres que lograron adquirir cierta educación superior y les permitió vislumbrar
circunstancia de otros países como Argentina y/o Europa. En la noticia mostrada,
tomamos el relato de Aurora Argomedo, planteando la sometida figura pública de la
mujer al regazo de las instituciones políticas imperantes de esa época. De esa forma se
señala, “el rol de la mujer en el ámbito público ha sido obligado al debate constitucional,
impidiendo el ejercicio propio de la libertad”. Un derecho humano fundamental, está
situado en nuestra libertad como personas naturales. Todo ciudadano nacido en Chile,
nace libre y autónomo de su integridad, impidiendo que cualquier persona u organismo
abuse de este estado.
Por otro lado, sería importante aludir a los derechos que garantiza nuestra constitución
del año 80, la que a su vez asegura lo “derechos fundamentales” del ciudadano chileno.
Esta comparativa, si bien con casi cuarenta años de diferencia, servirá para reflexionar
sobre cuánto tiempo demoramos en concebir a la mujer como una figura pública y
cultural. Así, nuestra constitución señala:

El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra privación,


perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y garantías
establecidos en el artículo 19, números 1º, 2º, 3º inciso cuarto, 4º, 5º, 6º, 9º
inciso final, 11º , 12º , 13º, 15º, 16º en lo relativo a la libertad de trabajo y al
derecho a su libre elección y libre contratación, y a lo establecido en el inciso
cuarto, 19º, 21º, 22º, 23º, 24 °, y 25º podrá recurrir por sí o por cualquiera a su
nombre, a la Corte de Apelaciones respectiva, la que adoptará de inmediato las
providencias que juzgue necesarias para restablecer el imperio del Derecho y
asegurar la debida protección del afectado, sin perjuicio de los demás derechos
que pueda hacer valer ante la autoridad o los tribunales correspondientes.

Aquí encontramos garantías de nuestra libertad para ejercerla, catalogándonos como


personas autónomas de decisión y actuación. Este inciso, radica principalmente al hecho
laboral, cuya contratación y elección sobre qué trabajar, queda resguardada bajo la ley en
un derecho de libertad. Esta, debe estar representada tanto en las jornaleras marroquíes,
como cualquier tipo de rol que ejerza la mujer de Chile, ya que esta relación no
constituye implicancia para las decisiones que ella tome.

Finalmente, podremos hacer un arco que conecte la noticia de las jornaleras marroquíes,
las aseveraciones de Aurora Argomedo en el diario “Unión Feminista” y nuestra
constitución, para mostrar cómo ha sido vulnerada nuestra libertad como mujeres en
nuestro rol público y político; eso, al mismo tiempo, tiene directa injerencia en el trabajo, fuente
primordial de ingreso para todo ser humano, cuyo lugar ha servido por años, como nicho de
ilegalidades, violaciones y abusos.

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