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Hechos 14

14:1 -- Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos. Entonces, a
pesar de lo que leemos en 13:46, 51, seguían predicando a los judíos (lo que se dice en estos
versículos tenía que ver con los judíos de Antioquía de Pisidia). En pueblo tras pueblo se
observa casi siempre el mismo proceder: primero, Pablo y sus compañeros buscaban a los
judíos y, generalmente, éstos se encontraban en la sinagoga; algunos judíos y algunos griegos
("temerosos de Dios") aceptaban el evangelio y abrían campo entre otros griegos; los judíos
incrédulos levantaban oposición contra ellos; y eran forzados a salir para buscar un campo
nuevo.
-- y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de
griegos. -- La predicación de la verdad produce fe (Rom. 10:17). Pablo estaba bien preparado
para predicar porque en primer lugar él conocía las Escrituras, había recibido revelaciones de
Cristo Gál. 1:15-17) y predicaba con convicción y sinceridad. Era un verdadero apóstol de
Cristo, inspirado por el Espíritu Santo (1 Cor. 2:11-13) que sinceramente amaba las almas de
la gente, aun la gente que quería matarlo, Rom. 9:1-3; 10:1. Sus argumentos eran lógicos y
razonables y muchos estaban convencidos.
Por lo tanto, Pablo tenía mucho poder para persuadir a los oyentes (compárese Hech.
19:26). Lucas dice que "hablaron" y que "creyó una gran multitud"; de esta manera se
confirma lo que Pablo dice en Rom. 10:17, que la fe viene por el oír la Palabra de Dios. El
hermano Frank L. Cox explica lo que la Palabra hace según los vers. 1-7:
1. Produce creyentes, ver. 1.
2. Levanta oposición, ver. 2.
3. Agrada a Dios, ver. 3.
4. Causa división entre oyentes, ver. 4.
5. Mueve a los hombres perversos a formular planes malvados, ver. 5-7.

14:2 -- Mas los judíos que no creían (apeitheo, desobedecieron, LBLA, margen) (véase Jn.
3:36; Heb. 3:18; Rom. 11:30-32). -- A los traductores de la Versión Valera 1960 no les gustó
la palabra desobedecieron pero, sin lugar a dudas, es la traducción correcta deapeitheo. Aun
el bautista A. T. Robertson reconoce que, "estrictamente hablando apeitheo significa
desobedecer".
Lucas presenta otra vez el contraste entre los que creyeron (obedecieron al evangelio) y
los que no creyeron (eran desobedientes). El resto del versículo 2 demuestra la desobediencia
de los judíos:
-- excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. --
¿Cómo lo hicieron? ¿De qué les acusaron? Posiblemente de la sedición o de practicar una
religión no legítima. Obsérvese que casi todas las persecuciones registradas en los Hechos
fueron instigadas por los judíos incrédulos.

14:3 -- Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo (4:13, 29, 31;
9:27, 28; 13:46; 18:26; 19:8; 28:31), confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la
palabra de su gracia (20:32), concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y
prodigios. -- El Señor no concedió que los apóstoles y otros evangelistas hiciesen milagros
para exaltarse a sí mismos, ni para divertir a la gente, sino para confirmar la Palabra (Mar.
16:20; Heb. 2:3; 2 Cor. 12:12). En la actualidad algunos dicen que Dios da testimonio a su
ministerio dándoles muchos conversos, pero cualquier grupo religioso puede tener
muchos conversos; esto no es prueba de que Dios esté con ellos.

14:4 -- Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con
los apóstoles. -- El mismo evangelio que convence a algunos produce hostilidad en otros. Por
lo tanto, el evangelio divide (Mat. 10:34-37). Jesús dice (Luc. 6:26), "¡Ay de vosotros, cuando
todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos
profetas". Sin embargo, es importante que el predicador mismo no sea la causa de la división
debido a su indiferencia, su mal testimonio, su falta de amor, etc.
Algunos hermanos como Bernabé y Jacobo, el hermano de Jesús (Gál. 1:19) eran
llamados "apóstoles" en sentido secundario.

14:5, 6 -- Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se
lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe,
ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina. -- Compárese el ver. 3, "se
detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo" a pesar de la oposición fuerte de los
judíos (ver. 2); sin embargo, aquí en el ver. 6, "huyeron". Esto concuerda con lo que Jesús dijo
(Mat. 10:23). ¿Cómo sabrá el predicador cuándo debe quedarse y pelear por la verdad y
cuándo deberá huir? Es necesario seguir predicando con denuedo si algo se logra, pero cuando
se reconoce que es un "caso perdido" -- cuando ya no se logra nada bueno -- es mejor huir y
predicar en otra parte. En cualquier momento Pablo podía hacer una lista de sus sufrimientos
por el evangelio (Gál. 6:17; 2 Cor. 4:10; 11:23-27; Fil. 3:10; Col. 1:24), pero él
no buscabasufrimiento simplemente para poder jactarse de haber sufrido por Cristo.

14:7, 8 -- y allí predicaban el evangelio. Y cierto hombre de Listra estaba sentado,


imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. -- Hubiera sido
completamente imposible que este hombre anduviera sin la intervención de Dios (es decir, sin
un milagro). Este caso es semejante al caso de 3:1-11. Véase también 9:33. Obsérvense
detalles semejantes entre los dos: cojo de nacimiento ( 3:2; 14:8); fijando en él los ojos (3:4;
14:9); el mandamiento de levantarse y andar (3:6; 14:10); y saltando y andando (3:8; 14:10).

14:9 -- Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos (3:4; 13:9), y viendo que
tenía fe para ser sanado. -- La Biblia no enseña que el milagro de sanidad requería que el
enfermo tuviera fe en Cristo. Es obvio en Hech. 3:2-5, 16 que la fe no estaba en el cojo sino en
Pedro y Juan. Compárese Mat. 17:14-21, los que no tenían fe eran los apóstoles. Es cierto que
la fe en el corazón del enfermo tuvo que ver con su sanidad (Mat. 9:21-29), pero no hay
ejemplo alguno de que por falta de fe alguna persona no pudiera ser sanada.

14:10 -- dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. -- El
hombre anduvo para demostrar claramente que un milagro se había hecho. Nunca había
andado, pues estaba "imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento".

14:11 -- Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua
licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. -- La gente
reconoció que la sanidad del cojo era acto sobrenatural, e inmediatamente concluyó que Pablo
y Bernabé eran dioses. Compárese Hech. 28:1-6.
-- en lengua licaónica. -- Por eso, Pablo y Bernabé no entendieron lo que dijeron, pero
sí entendieron sus hechos (ver. 13). Pablo podía hablar en muchas lenguas, pero recuérdese el
propósito de las lenguas (1 Cor. 14:22). No se debe afirmar que este don se usaba para
evangelizar.

14:12, 13 -- Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que
llevaba la palabra. Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo
toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería
ofrecer sacrificios. -- Según la mitología griega, Júpiter (griego: Zeus) era el padre de los
dioses que tomaban la forma de hombres para visitar la tierra. Mercurio (griego: Hermes) era
el mensajero de Júpiter.

14:14 -- Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se
lanzaron entre la multitud, dando voces. -- Protestaron con vigor. No aceptaron la
adoración de la gente como lo hizo Herodes (12:22). De esta manera los judíos protestaron la
supuesta blasfemia de Jesús (Mat. 26:65). Estaba bien establecida esta costumbre entre los
judíos para expresar protesta y tristeza (Núm. 14:6; 1 Sam. 4:12; 2 Sam. 1 :2; 13:31; 15:32;
Esdras 9:3-5; Isa. 36:22; Jer. 36:24; 41:5; Joel 2:13).
Bernabé no era un "apóstol" ("enviado") de Cristo como lo eran los doce y Pablo, sino
que fue enviado por el Espíritu Santo y la iglesia de Antioquía (13:2-4).
-- rasgaron sus ropas, -- otra costumbre de los judíos para indicar santa indignación.
Cuando sufrían persecución lo soportaban tranquilamente, pero cuando el Dios vivo fue
deshonrado de esta manera, resistieron con toda su fuerza. ¿Qué fue el significado de este
acto? Fue idolatría. Cuando los judíos fueron llevados cautivos a Babilonia, nunca volvieron a
practicar la idolatría, y la aborrecían. Cuando la gente de Listra comenzó a adorar a Bernabé y
a Pablo, esto deshonraba a Dios y, por lo tanto, ofendía a estos hijos de Dios. No debemos ser
indiferentes cuando Dios es deshonrado.
¿Qué dirían Pablo y Bernabé si pudieran ver el honor que algunos dan a sus huesos y a
las imágenes que supuestamente los representan?

14:15 -- y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres
semejantes a vosotros. - No buscaban honra para sí mismos, sino solamente para Dios.
Compárese Hech. 12:22; ¡qué lástima que Herodes no tuviera la misma actitud que los
apóstoles! El mensaje de Bernabé y Pablo es semejante al sermón de Pablo en Atenas (17:21-
32) y también a lo que Pablo escribe a los romanos (1:20-25).
-- que os anunciamos que de estas vanidades. -- La palabra vanidad significa hueco,
vacío, inútil, sin fuerza, falta de realidad, porque en los ídolos no hay realidad (1 Cor. 8:4,
"sabemos que un ídolo nada es en el mundo"). El ídolo es una mentira, Rom. 1:25. Las
imágenes inventadas por la Iglesia Católica Romana son vanidades. ¿Cómo pueden los que
profesan seguir a Cristo leer estas palabras de Pablo y seguir practicando tales vanidades?
-- os convirtáis al Dios vivo. -- Véase 1 Tes. 1:8-10 (compárese Sal. 115:5-8). Pablo
dice a los de Listra que deben dejar los ídolos para servir al Dios vivo, y esto es precisamente
lo que hicieron los de Tesalónica. A través del Antiguo Testamento Jehová se llama el Dios
vivo. Esto no se puede decir de los ídolos, porque "tienen boca, mas no hablan; tienen ojos,
mas no ven; Orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; manos tienen, mas no
palpan; tienen pies, mas no andan; no hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los que
los hacen, y cualquiera que confía en ellos" (Sal. 115:5-8).
-- que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. -- De esta manera
demostró que El es el Dios vivo. ¡Qué contraste entre el Dios vivo y los dioses paganos!
Hay otros dioses vanos que también son muy populares: Col. 3:5; Fil. 3:19, etc.
14:16 -- En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios
caminos. -- Dios sostenía una relación especial con el pueblo de Israel, y les dio una ley
especial para restringirles y castigarles por sus rebeliones, pero no sostenía tal relación
cercana con los gentiles para corregirles y castigarles. Algunos profetas fueron enviados a los
gentiles: por ejemplo, Jonás y Nahum fueron enviados a Nínive, y Daniel profetizó a los
babilonios. Pero Dios continuamente enviaba a los profetas a Israel. Pablo dijo a los
atenienses (Hech. 17:30) que "Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia,
ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan". Estas afirmaciones de
Pablo simplemente significan que Dios no entregó una ley escritaa los gentiles como la ley de
Moisés que fue dada exclusivamente para los israelitas, sino una ley que se transmitía de
padres a hijos.
Por eso, es importante aprender que estas afirmaciones de Pablo no significan que los
gentiles estaban sin ley. El habla claramente de los pecados de los gentiles en Rom. 1, pero
dice, "donde no hay ley, no se inculpa de pecado" (Rom. 5:13). Los gentiles eran pecadores;
por eso, estaban bajo ley. Rom. 2:14, 15 explica la naturaleza de la ley que gobernaba a los
gentiles. Aprendían esta ley y la tenían escrita en su conciencia. Ellos tenían "razonamientos"
acerca de esta ley, y estos razonamientos les acusaban cuando no estaban sujetos a esta ley, y
les defendían cuando estaban sujetos y obedientes a esta ley.
Aunque los gentiles no recibieron una religión revelada, todos podían y pueden saber de
Dios por medio de lo que ha creado (Rom. 1:20) y por medio de la ley escrita en sus
corazones. Sin embargo, los gentiles eran relativamente ignorantes (Hech. 17:30) de los
caminos de Dios, porque no recibieron leyes tan detalladas como las que fueron entregadas a
Israel.

14:17 -- si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del
cielo y tiempos fructíferos (Mat. 5:45; Jer. 5:24; Sal. 147:8), llenando de sustento y de
alegría nuestros corazones. -- (Salmo 8; 19; 104; 148). ¡Aquí está la prueba de la existencia
y poder del Dios vivo! Seguramente todos se gozan del alimento que Dios provee, aunque la
mayoría no le da gracias. Dios no ha dejado a nadie sin testimonio y, por lo tanto, no ha
dejado a nadie con excusa. Compárese Hech. 17:22-31.
Cuando Pablo predicaba a los judíos, se refería a lo que Dios había hecho con su
pueblo, se refería a la ley y los profetas, y luego a Jesús como Mesías (su vida, muerte y
resurrección) por medio del cual recibimos el perdón de pecados, concluyendo con la
explicación de que la salvación es para los gentiles también.
Cuando predicaba a los gentiles, hablaba del poder creador de Dios, de la relación del
hombre con su Creador, afirmaba que Dios ahora requiere el arrepentimiento de todos porque
Dios juzgará a todos y que, por eso, necesitan del Salvador Cristo Jesús quien demostró por
medio de su resurrección que puede salvarnos.

14:18 -- Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les
ofreciese sacrificio. -- Estaban resueltos a ofrecerles sacrificios. Les gustaba mucho la idea de
la visita de los dioses; tal cosa hubiera sido un honor y bendición para ellos. Por eso, no
querían abandonar la idea. Sin duda la reacción de Pablo y Bernabé les dejó bien perplejos y
listos para ser mal guiados por los judíos.

14:19 -- Entonces vinieron unos judíos de Antioquía (unos 215 kms.), y de Iconio (unos 65
kms.), que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron
fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. -- 2 Tim. 3:11.Saulo el perseguidor (8:3;
9:1, 2; Gál. 1:23) ha llegado a ser Pablo el perseguido (2 Tim. 4:17, 18;: 2 Cor. 1:8-10; 4:7-
123; 7:5, 6; Fil. 2:27). Aquí vemos el fanatismo de los judíos y la inconstancia de los gentiles.
¡Qué cambio! De guirnaldas a piedras. Los judíos fueron movidos por su odio y celo para
hacer un viaje muy largo para perseguir a estos hermanos sin causa. Los hombres perversos
están dispuestos a hacer viajes largos y dedicar mucho tiempo y trabajar muy duro para llevar
a cabo sus propósitos diabólicos. Estos demuestran más celo en oponerse al evangelio que
muchos de los que profesan ser cristianos demuestran para promoverlo.
¿Cómo persuadirían a los gentiles a rechazar a Pablo y Bernabé? ¿Qué les contarían?
Sin duda dijeron que la religión de los apóstoles era ilegal y que eran sediciosos y
alborotadores, etc., que habían llegado a sus ciudades, y por haberse comportado mal los
oficiales tuvieron que expulsarlos, que, por lo tanto, tuvieron que huir como ladrones y daba
lástima que hubieran llegado aquí también a perturbar. En cuanto al milagro que hicieron, es
probable que les acusaran de poseer espíritus inmundos y que tales actos eran puro engaño. Al
oír tales acusaciones de los mismos paisanos de Pablo y Bernabé, los gentiles ingenuos,
fáciles de impresionar y fluctuantes fueron convencidos de que deberían matarlos.
Hech. 7:58 dice que los judíos echaron a Esteban "fuera de la ciudad" para apedrearle,
pero Listra no era una "ciudad santa" y no había peligro de contaminar el templo de Júpiter;
por eso, apedrearon a Pablo dentro de la ciudad y luego "le arrastraron fuera de la ciudad"
como si fuera un animal, "pensando que estaba muerto". Pablo aprobó la decisión de los
judíos de apedrear a Esteban, y ahora él mismo es apedreado.
Pablo se refiere a este evento en su carta a los corintios (2 Cor. 11:25). Algunos opinan
que posiblemente 2 Cor. 12:2-4 se refiera al mismo evento. Véase también 2 Tim. 3:10, 11.
¡He aquí el precio pagado por los apóstoles y otros para poder llevar el evangelio a todas las
naciones!

14:20 -- Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente
salió con Bernabé para Derbe. --Posiblemente sepamos los nombres de algunos de estos
discípulos (Hech. 16:1; 2 Tim. 1:3-5). No sabemos qué tanto tiempo Pablo se quedó "fuera de
la ciudad" y Lucas no describe su condición física, pero ¡qué maravilla que Pablo tuviera la
fuerza y que se atreviera a entrar otra vez en la ciudad! Si él entró inmediatamente en la
ciudad, ¿por qué no volvieron a apedrearle? Desde luego, es muy posible que inmediatamente
después de ver que Pablo estaba muerto (así pensaban), los judíos emprendieran su viaje de
regreso, pensando que habían resuelto su problema con Pablo.
Aunque Pablo y Bernabé salieron el día siguiente, en poco tiempo regresaron a Listra
(ver. 21). El ver. 6 dice que huyeron, pero ahora no huyen, sino que vuelven a los lugares más
peligrosos, porque era indispensable confirmar a los hermanos nuevos.

14:21 -- Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos


discípulos. -- ¡Qué buena recompensa después de tanto sufrimiento!
-- volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, -- porque la confirmación de las nuevas
iglesias era más importante que la seguridad física de Pablo y Bernabé. Véase Hech. 20:24.

14:22 -- confirmando los ánimos de los discípulos. -- 15:32, 41. La


palabra episterizo, confirmando, significa establecer, fortalecer, hacer firme (15:32, 41). Este
verbo viene de sterizo, que también se traduce confirmar, 18:23, Rom. 1:11; 16:25; 1 Tes.
3:2, 13; 2 Tes. 2:17; 3:3). Es muy importante convertir a mucha gente, pero Pablo y sus
compañeros nunca descuidaron la obra indispensable de fortalecer y confirmar a los nuevos
hermanos. ¿Para qué ganar almas si no pensamos confirmarlas? La obediencia al evangelio es
simplemente el principio de andar en el camino de Dios. Los nuevos miembros son los
"tiernos", los recién nacidos. Son las ovejas tan buscadas por lobos rapaces.
-- exhortándoles (11:23; 15:32; 16:40; 20:1, 2) a que permaneciesen en la fe. -- Aquí
se hace referencia a la fe objetiva, el evangelio (Hech. 6:7; Gál. 3:25; Judas 3).
-- y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el
reino de Dios. -- (1 Cor. 6:9, 10; 15:50; Gál. 5:21; 2 Tes. 1:4, 5). Pablo y Bernabé habían
demostrado claramente cómo actuar en medio de tribulaciones. De esta manera habían dejado
buenos ejemplos que seguir. Jesús explica en Mat. 7:13, 14 que el camino es angosto (difícil).
Pedro dice, "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si
alguna cosa extraña os aconteciese" (1 Ped. 4:12). Sin duda los nuevos cristianos de Listra,
Iconio y Antioquía habían hecho sacrificios grandes; es probable que ellos también fueron
perseguidos. Pero "todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán
persecución" (2 Tim. 3:12). Muchas veces lazos familiares y sociales se rompen, se pierde el
empleo, hay toda clase de calumnia que soportar, etc., y los que sufren tales cosas necesitan de
mucho aliento. El cristiano no debe quejarse cuando sufre por Cristo, sino que debe entender
que tales experiencias son normales para los cristianos. Dijo Jesús, "El siervo no es mayor que
su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán" (Jn. 15:20). Pero
recuérdese que con tales sufrimientos entramos en el reino celestial.
¿Cómo podían entrar nuevamente en estas ciudades y confirmar a los hermanos sin
sufrir persecución? Lucas no explica. Posiblemente porque en esta visita su obra no era tan
pública, sino que se concentraban en la obra de confirmar a los hermanos.
Recuérdese lo que la Biblia dice acerca de los beneficios de tales tribulaciones: Rom.
5:3-5; 2 Cor. 12:8-10; Sant. 1:2-4, etc. Tales sufrimientos nos hacen más dependientes de
Dios, más compasivos hacia otros que sufren (Heb. 2:18), y nos recuerdan que somos
peregrinos y que "no puede el mundo ser mi hogar".

14:23 -- Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los
encomendaron al Señor en quien habían creído. -- Esto tuvo y tiene mucho que ver con la
confirmación de nuevos cristianos, porque los ancianos cuidan de la congregación (como
pastores cuidan de su rebaño), velando por sus almas (Hechos 20:28, 29; Heb. 13:17).
¿Cómo fue posible que tan pronto se escogieran ancianos en estas nuevas iglesias? ¿No
prohíbe Pablo la selección de neófitos? Los judíos que asistían fielmente a las sinagogas --
mayormente los ancianos o principales y otros que participaban en la lectura de la ley y los
profetas -- eran hombres maduros en las cosas de Dios. Al obedecer éstos al evangelio de
Cristo, en poco tiempo podían ser escogidos para servir como ancianos y diáconos en las
iglesias, porque reunían los requisitos nombrados por el Espíritu Santo en 1 Tim. 3 y Tito 1.
La obra de los ancianos de la sinagoga era muy semejante a la obra de los ancianos de la
iglesia. Desde luego tuvieron que aprender la diferencia, pero no se requería mucho tiempo
para hacerlo.
La expresión en cada iglesia indica la autonomía de cada congregación. Si cada iglesia
tiene sus propios ancianos (obispos), entonces todas las iglesias son iguales, independientes y
autónomas.

14:24 -26 -- Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia. Y habiendo predicado la
palabra en Perge, descendieron a Atalia. De allí navegaron a Antioquía, desde donde
habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. --
Llevaron a cabo la obra que el Espíritu Santo les dio. Sin duda esta buena iglesia había
perseverado en oración por Pablo y Bernabé desde el momento en que iniciaron este viaje
(13:1-4).

14:27, 28 -- Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas


había hecho Dios con ellos, -- Les contaban estos eventos y experiencias que hemos
estudiado en los capítulos 13 y 14. Todas las experiencias de Pablo y Bernabé en este primer
viaje de unos tres años se explicaban como las grandes cosas que Dios había hecho con
ellos. Parece que el énfasis principal en su reporte era la presencia y dirección de Dios en toda
la obra.
-- y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. -- 11:18. Pablo emplea la
figura de la puerta abierta en sus cartas (1 Cor. 16:9; 2 Cor. 2:12; Col. 4:3).
-- Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.

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Léase Hechos 14.


Preguntas de Preparación

1. ¿Cómo fue recibido el evangelio en Asia Menor?

2. ¿Qué persecuciones afrontaron los apóstoles?

3. ¿Cómo cuidaron Pablo y Bernabé a los nuevos convertidos?

Introducción

La primera predicación del evangelio en Asia Menor tuvo mucho éxito. En Antioquia fueron muchos los que
creyeron. Sin embargo, la ofensa de la cruz también estaba presente. En su mayoría, los judíos rechazaron el
evangelio, y persiguieron a Pablo y a Bernabé hasta que éstos tuvieron que huir de la ciudad.

1. Iconio

Los apóstoles viajaron rumbo al oriente hasta llegar a la ciudad de Iconio. Entraron a la sinagoga y predicaron
el evangelio ahí. Y nuevamente el Señor bendijo su ministerio, y muchos creyeron, tanto de los judíos como de los
gentiles. También aquí los judíos no creyentes pusieron trabas; pero a pesar de ello los apóstoles continuaron
predicando en Iconio. El Señor manifestó su bendición al permitirles que obrasen milagros en este lugar y parece que
su trabajo tuvo mucho éxito.

Sin embargo, los judíos que no quisieron aceptar el evangelio siguieron causando problemas, hasta el punto
que la ciudad quedó dividida entre aquellos que creyeron a los apóstoles y los que se opusieron. Las autoridades
estuvieron al lado de los judíos incrédulos, y dieron permiso para un plan de apedrear a los apóstoles. Pero Pablo y
Bernabé supieron del plan, y lograron salir de la ciudad, antes de que se atentara contra sus vidas.

2. Listra

De Iconio, los misioneros cruzaron la frontera a Licaonia. Allí predicaron tanto en las ciudades, como en el campo rural.

La mayor parte de su trabajo lo realizó en las ciudades, especialmente en Listra. Después de haber estado
predicando un buen tiempo ahí, obraron un milagro semejante al de Pedro y Juan en Jerusalén (cap. 3). Pablo recibió
un don muy especial del Espíritu Santo para poder entender el corazón del cojo de nacimiento. Supo que este hombre
tenía fe como para ser sanado, tanto en su cuerpo como en su espíritu. Es cierto que los milagros siempre son obras
sobrenaturales de Dios, pero pocas veces se realiza a menos que haya fe. Esto muestra la relación muy íntima que
existe entre la salvación y los milagros de sanidad —para ambos casos es necesario el don de la fe.

La reacción del pueblo fue típicamente pagana. Ellos estaban seguros de que Pablo y Bernabé "eran dioses
bajo la semejanza de hombres (que) han descendido a nosotros" (v. 11). La gente de Listra adoraba al dios Zeus, un
dios griego que entre los romanos se conocía como Júpiter. Hermes, en su religión era un dios que siempre
acompañaba a Zeus (entre los romanos se le conocía como Mercurio —(véase una enciclopedia si es posible).
Pensaron, pues, que Pablo y Bernabé eran nada menos que estos mismos dioses. Inmediatamente comenzaron los
preparativos para un culto pagano de adoración. Al principio, los misioneros no entendieron lo que estaba pasando,
porque la gente hablaba en su idioma local. Pero cuando al fin entendieron la razón de tanta actividad, enérgicamente
intentaron detenerlos; lo cual lograron al fin, pero sólo después de una lucha difícil.

Los judíos incrédulos tanto de Antioquia como de Iconio, no contentos con haber sacado a Pablo y Bernabé de
sus respectivas ciudades, los persiguieron hasta Listra. Aquí ellos tenían posibilidad de llevar a cabo lo que habían
planeado en Iconio. Esta gente, que unas horas antes estaba lista para adorarles como dioses, de un momento a otro
quedaron convencidos por los judíos para apedrearles. Se nota aquí el mismo cambio sorprendente que hubo en el
pueblo de Jerusalén respecto a la persona de Cristo. Los enemigos de Pablo lo apedrearon hasta dejarle por muerto, y
luego arrastrándolo le sacaron de la ciudad. Estando rodeado por sus discípulos entristecidos, volvió en sí, se incor-
poró y regresó a la ciudad. El uso de la palabra "discípulos" aquí en este capítulo nos da a entender que aun en este
lugar Dios había bendecido la predicación de su Palabra. Entre estos discípulos seguramente estaban Timoteo, su
madre y su abuela.

3. El Viaje de Regreso

Al día siguiente, Pablo y Bernabé salieron de Listra y fueron hacia Derbe. Aquí predicaron por un tiempo, y
también hicieron muchos discípulos entre el Pueblo. Luego, decidieron regresar a Antioquia de Siria, a la iglesia que les
había enviado en este viaje misionero. Habían viajado hacia el poniente a través de Chipre, viraron para el norte hasta
llegar a Antioquia de Pisidia, y luego viajaron en dirección del oriente. Al llegar a Derbe, se encontraban muy cerca de
"Las Puertas de Cilicia", un paso entre las montañas muy conocido, y que les hubiera conducido directamente hacia
Tarso, ciudad natal y hogar de Pablo de Tarso; hubiera sido un viaje corto para regresar a Antioquia de Siria. Si se
toma en cuenta el trato que habían recibido en las ciudades donde habían pasado, nadie les culparía si hubieran
decidido regresar por esta vía más corta.

Pero Pablo y Bernabé estaban muy preocupados por los nuevos discípulos que habían conquistado, y fue por
eso que regresaron por la misma ruta en que habían venido, o sea, por Listra, Iconio y Antioquia de Pisidia. Para hacer
esto, necesitaban muchísimo valor. Pero lo hicieron porque sabían que los recién convertidos tenían necesidad, tanto
del estímulo espiritual, como de ser organizados. Enseñaron a los discípulos nuevos a permanecer firmes en la fe pese
a las persecuciones, pues los cristianos deben entrar en el Reino de Dios a través de muchas tribulaciones. Además,
los misioneros instalaron ancianos en las iglesias que se habían formado, quienes podían guiar y ayudar a estos
nuevos creyentes en las tribulaciones que los esperaban.

Al llegar Pablo y Bernabé nuevamente a Perge, predicaron ahí, aunque parece que no lo habían hecho en el
viaje de venida. Algunos eruditos de la Biblia sugieren que no lo habían hecho porque cuando cruzaron la primera vez
era la época de calor, y la gente salía de la ciudad buscando la frescura de las montañas. Ahora encontraron a la
ciudad ya en plena actividad como de costumbre, por lo que se detuvieron a predicar.

De Perge regresaron por barco a Antioquia de Siria. Reunieron a la iglesia y presentaron un informe de sus
experiencias en viaje. Había sido ésta la iglesia que los había comisionado y enviado como sus misioneros, y ahora
Pablo y Bernabé rinden su informe de trabajo como sus representantes. Permanecieron en Antioquia por algún tiempo,
probablemente continuando los trabajos que habían estado haciendo y que habían dejado al ser llamados para ir de
misioneros.

26.
Comentario a Hechos de los Apóstoles
Capítulo 14
La predicación en Antioquía de Pisidia, la reacción mayor por parte de los gentiles y la persecución posterior,
establecieron todo un estilo. En gran parte o en su totalidad, todo esto se fue repitiendo prácticamente en todas las
ciudades que Pablo visitaba en sus viajes misioneros.
Iconio, Listra y Derbe (14:1-7)
"Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una
gran multitud de judíos, y asimismo de griegos. Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos
de los gentiles contra los hermanos. Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados
en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos
señales y prodigios. Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles.
Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos,
habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, y allí
predicaban el evangelio".
Iconio estaba a unos cien kilómetros al este y un poco al sur de Antioquía de Pisidia, en una meseta de algo más
de mil metros de elevación. Al llegar allí. Pablo y Bernabé se dirigieron primero a la sinagoga. Como de ordinario,
se les dio oportunidad para hablar. Lucas no recoge su sermón. Sólo señala que hablaron, como acostumbraban;
esto es, tal como habían hecho en Antioquía de Pisidia.
El resultado fue similar. Una gran multitud, tanto de judíos como de griegos (gentiles de habla griega) creyó (y por
supuesto, todos fueron bautizados en agua y en el Espíritu Santo). Entonces, como antes, los judíos que no creían
(los desobedientes, rebeldes), en su celo excitaron a los gentiles y corrompieron sus ánimos (almas, deseos)
contra los hermanos (los nuevos creyentes que ahora eran discípulos de Jesús y miembros de su Cuerpo.)
No obstante, en este caso los judíos no pudieron conseguir mucho apoyo de los gentiles al principio. Por esto.
Pablo y Bernabé se detuvieron en Iconio mucho tiempo. Hablaban con denuedo, confiados en el Señor Jesús.
Mientras ellos hacían esto, el Señor daba testimonio a la Palabra (mensaje) de su gracia concediendo que se
hiciesen señales y prodigios por sus manos. Así fue como los reconocieron como agentes de Cristo, que hacían su
obra con su autoridad.
Sin embargo, al cabo de algún tiempo, la gente de la ciudad se hallaba fuertemente dividida. Algunos estaban
con los judíos (que no habían creído). Otros se mantenían junto a los apóstoles. Fue entonces cuando se juntaron
gentiles y judíos con los gobernantes de sus sinagogas con intenciones hostiles. Su propósito era tratar a los
apóstoles de forma ultrajante y apedrearlos a morir. Sin embargo, el texto griego no quiere decir que hubiera
ningún intento real, sino solamente la intención y la instigación para llevarlo a cabo.
Pero los apóstoles tuvieron noticias de la conspiración y huyeron. No porque tuvieran miedo, sino porque había
otros lugares donde se necesitaba su ministerio. Así fue como siguieron a Listra y Derbe, ciudades licaonias
situadas en la parte sur de la provincia romana de la Galacia. Listra, al igual que Iconio, tenía la categoría de
colonia militar romana y la responsabilidad de velar por los intereses de Roma y vigilar los caminos romanos. En
Listra, los apóstoles predicaban (seguían predicando) el Evangelio (diciendo las buenas nuevas). Lo que sigue nos
da un ejemplo de cómo Pablo les predicaba a los gentiles que no tenían conocimiento de las Escrituras.
La sanidad de un hombre imposibilitado de los pies (14:8-18)
"Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había
andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran
voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho,
alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. Ya
Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. Y el sacerdote de Júpiter,
cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la
muchedumbre quería ofrecer sacrificios.

Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces
y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os
anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en
ellos hay. En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; si bien no se dejó
a sí mismo sin testimonio haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de
alegría nuestros corazones. Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese
sacrificio".
En Listra, Pablo no fue a una sinagoga, como tenía por costumbre. Quizá no hubiera ninguna. En cambio, parece
haber ido a la plaza del mercado, o a una plaza abierta dentro de la ciudad, junto a sus puertas (como lo indica el
versículo 13); allí comenzó a predicar. Entre los que estaban oyendo, se hallaba un hombre lisiado. Para llamar la
atención a lo desesperado que era su caso, la Biblia utiliza la repetición. Era cojo de nacimiento, y jamás había
andado. Pablo fijó los ojos en el hombre mientras éste escuchaba, y vio que tenía fe para ser sanado. Entonces
animó a la fe del hombre a actuar, ordenándole con voz muy alta que se levantara derecho sobre sus pies.
La orden de Pablo captó la atención de la multitud. Cuando los que estaban allí vieron que el hombre saltaba y
comenzaba a caminar, comenzaron a gritar. Sin embargo, aunque conocían el griego que Pablo estaba usando, en
su emoción se volvieron a su lenguaje licaonio nativo, que Pablo y Bernabé no comprendían.
El milagro les hizo creer (eran gentiles paganos) que los dioses griegos habían descendido, tomando forma de
seres humanos. Así fue como comenzaron a llamarle Día (o Dios) a Bernabé, una forma del nombre del dios
griego del cielo, Zeus, quien había sido identificado por los romanos con su dios Júpiter, y por este pueblo con el
dios principal de los licaonios. Entonces, puesto que Pablo era el que hablaba ("el que llevaba la voz cantante"), lo
llamaron Hermen (Hermes), que era el mensajero y heraldo de los dioses, especialmente de Dios (Zeus, Júpiter).
Hermes era identificado por los romanos con su dios Mercurius (Mercurio).
Actuando consecuentemente, el pueblo hizo lo que creía que era adecuado a las circunstancias. Se puso en
contacto con el sacerdote de Dios, cuyo templo se hallaba frente a la ciudad. El trajo toros (las víctimas más
costosas que podían ofrecer en sacrificio). Estos estaban adornados con guirnaldas y fueron llevados hasta las
puertas, donde se reunió la multitud, deseosa de hacer el sacrificio.
En los versículos 12 y 14, se nombra en primer lugar a Bernabé nuevamente, porque como Dios (Zeus, Júpiter),
él era el más importante, a quien iba dirigido el sacrificio. Finalmente, es probable que alguien les explicara en
griego lo que estaba sucediendo. Cuando los apóstoles oyeron y comprendieron esto, rasgaron sus ropas (en
señal de lamentación y de congoja). Mientras lo hacían, se lanzaron entre la multitud dando voces, tratando de
detenerlos declarando que eran seres humanos con sentimientos semejantes a los de ellos y una naturaleza como
la de ellos. Habían llegado a predicar el Evangelio para que se convirtieran de aquellas vanidades (cosas irreales,
inútiles, estériles) al Dios vivo.
Como estos gentiles no tenían conocimiento de las Escrituras, Pablo no identificó a Dios como el Dios de Israel,
ni apeló al Antiguo Testamento y a sus profecías sobre el Mesías. Sin embargo, sí usó lenguaje bíblico, y los hizo
remontarse a la época de la creación. Dios es el Dios que hizo todas las cosas, que en las edades pasadas había
dejado a todas las gentes andar por sus propios caminos (en contraste con los caminos de Dios). Sin embargo, no
se había dejado a sí mismo sin testimonio. Había hecho el bien, dándoles lluvias del cielo y tiempos fructíferos,
llenando de sustento y de alegría los corazones humanos.
Aun así, a duras penas pudieron los apóstoles detener a la multitud para que no llevara a cabo su propósito de
ofrecerles sacrificios.
Pablo apedreado (14:19, 20)
"Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a
Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Pero rodeándole los discípulos, se levantó y
entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe".
El versículo 20 señala que Pablo y Bernabé se quedaron en Listra el tiempo suficiente para que un cierto número
de personas creyeran y se convirtieran en discípulos (y, siempre, fueran bautizados en agua y en el Espíritu Santo,
según Hechos 2:4). Pero los judíos de Antioquía de Pisidia (a unos 160 kilómetros de distancia), que lo habían
sacado de su ciudad, y algunos de Iconio (a unos 50 kilómetros) que habían querido apedrearlo a morir, tuvieron
noticia del éxito de Pablo en Listra. Llegaron a la ciudad, y persuadieron a las multitudes paganas a que los
ayudaran, o al menos les permitieran llevar a cabo su plan. (Es posible que algunos paganos se hubieran sentido
deshonrados cuando Pablo y Bernabé no les permitieron ofrecerles sacrificios: por eso les prestaron oídos a los
enemigos de Pablo.)
Esta vez sí apedrearon a Pablo y arrastraron su cuerpo fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Está
claro en el texto que no estaba muerto realmente, aunque estaba inconsciente y debe haber estado fuertemente
magullado por todo el cuerpo. Sin duda alguna, también tenía huesos rotos.
Tan pronto como se fue la multitud, los creyentes rodearon a Pablo. Sin duda, esperaban ayuda de Dios, y Dios
no los defraudó. De pronto, en lo que ha de haber parecido como una resurrección. Pablo se levantó,
evidentemente, sanado por completo, y regresó a la ciudad con ellos. Pero, conociendo el estado de ánimo de la
multitud, él y Bernabé salieron al día siguiente rumbo a Derbe (identificada actualmente con unas ruinas situadas a
unos cien kilómetros de Listra en dirección sudeste, cerca de la frontera de la provincia romana de Galacia).
Confirmando los ánimos de los creyentes (14:21-25)
"Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y
a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles:
Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ándanos en cada
iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. Pasando luego por
Pisidia, vinieron a Panfilia. "Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia".
Según parece, en Derbe tampoco había sinagoga. O sea, que Pablo y Bernabé deben haber predicado el
Evangelio en forma muy similar a la utilizada en Listra, pero sin la oposición de los judíos, puesto que los enemigos
de Pablo creían que estaba muerto.
Después de haber hecho un número considerable de discípulos, fundando así una iglesia creciente, regresaron
valientemente a Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia. Sin embargo, esta vez no agitaron a los judíos. Es evidente
que no hicieron trabajo evangelístico, dejándolo a los creyentes del lugar. Esta vez su ministerio iba dirigido a la
Iglesia. En cada lugar, confirmaban (fortalecían y solidificaban) los ánimos (las almas) de los discípulos. También
los exhortaban y los animaban a permanecer en la fe. En este punto, el griego es muy fuerte. Les decían que
debían mantener la fe, permaneciendo en ella, esto es, viviendo según los principios del Evangelio.
También los exhortaban a compartir el sufrimiento de los apóstoles y a aceptar el hecho de que a través de
muchas tribulaciones (persecuciones, aflicciones, sufrimientos) era necesario entrar en el reino (ponerse bajo el
gobierno y la autoridad de Dios).
Puesto que los creyentes necesitaban organización para poder trabajar juntos y realizar la obra del Señor, los
apóstoles constituyeron ("ordenaron") entonces ándanos (supervisores, superintendentes, presidentes de la
congregación o asamblea) en cada lugar. Sin embargo, no fue aquello una ordenación, en el sentido actual de la
palabra. La palabra griega es jeirotonésantes, donde jeir es la palabra griega traducida mano; la palabra entera
significa que llevaron a cabo una elección a mano alzada.
Cuando fueron escogidos los siete del capítulo 6, los apóstoles señalaron las cualidades necesarias y el pueblo
hizo la selección de los diáconos. Podemos estar seguros de que lo mismo sucedió ahora. Pablo debe haber
señalado las cualidades necesarias, que recogería por escrito más tarde en 1 Timoteo 3:1-7 y en Tito 1:6-9.
Entonces, la asamblea local escogió las personas por medio de una elección (sin duda, después de un tiempo de
oración durante el cual buscaron todos la orientación del Espíritu Santo para que los ayudara a decidir quién
cumplía mejor con las condiciones propuestas).
Al principio, los ancianos eran hombres llenos del Espíritu escogidos de entre los miembros de la congregación
local. No fue sino muchos años después cuando las iglesias comenzaron a sentir la necesidad de llamar pastores-
maestros que pudieran ser también la cabeza ejecutiva de la asamblea, y que combinaran el oficio de anciano
(llamado también obispo y presbítero) con el ministerio de pastor-maestro, recibido de Dios. En el siglo primero, se
esperaba de los ancianos que fueran "aptos para enseñar", y eran los responsables de que hubiera enseñanza.
Pero podían llamar a otros que tuvieran el ministerio de pastor-maestro dado por el Señor, y los dones del Espíritu
necesarios como complemento. No tenían que enseñar ellos mismos. El hecho de que Pablo diga: "Los ancianos
que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor (honorarios), mayormente los que trabajan en predicar
y enseñar" (1 Timoteo 5:17), nos demuestra que no todos trabajaban en la Palabra y en la enseñanza. Pero, a
medida que fue pasando el tiempo, se fueron dando cuenta cada vez más de que tenían necesidad de un
ministerio de enseñanza persistente en la iglesia local, y fue natural que pensaran en hacer dirigentes suyos a
estos ancianos. Así se fue desarrollando gradualmente la idea moderna de un pastor que es también el que
preside el grupo.
Antes de que Pablo y Bernabé siguieran a otra ciudad, siempre pasaban un tiempo en oración y ayuno con los
creyentes. Después los encomendaban (como algo precioso y de valor) al cuidado y la salvaguardia del Señor
(Jesús) en quien habían creído (y seguían creyendo). Por supuesto, habían creído inicialmente en la visita anterior
de Pablo.
Desde Antioquía de Pisidia, siguieron a través de Pisidia, de regreso a Panfilia y Perge, evangelizando en todos
los lugares en que les era posible, a medida que avanzaban. En Perge, predicaron la Palabra sin oposición ni
maltrato alguno, según se ve. Evidentemente, no habían predicado allí cuando habían desembarcado y Marcos se
había apartado de ellos. Después de establecer la Iglesia allí, siguieron a Atalia, el puerto marítimo de Perge.
El informe en Antioquía de Siria (14:26-28)
"De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la grada de Dios para la obra que
habían cumplido. Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuan grandes cosas había hecho Dios con
ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos".
Desde Atalia navegaron a Antioquía de Siria. Allí habían sido entregados a la gracia de Dios para hacer la obra
que ahora habían terminado. En esta visita. Pablo y Bernabé sintieron que habían realizado el ministerio para el
cual el Espíritu los había enviado en Hechos 13:2-4.
Por tanto, reunieron a la iglesia y le informaron todo cuanto Dios había hecho con ellos. Es decir, contaron cuan
grandes cosas Dios hacía mientras ellos colaboraban con El. También, cómo les había abierto una puerta a la fe a
los gentiles. (El griego dice "una puerta" y no "la puerta".) Entonces, los dos apóstoles se quedaron "mucho tiempo"
con los discípulos. O sea, que volvieron a asumir su ministerio de enseñanza y ayudar en la asamblea de los
creyentes durante varios meses, posiblemente tanto como un año.

http://www.escuelabiblica.com/estudio-biblico.php?id=351
Hechos 14:8-15:2
Continuamos hoy estudiando el capítulo 14 de los Hechos de los Apóstoles. Y consideraremos
hoy los eventos en Listra. Leamos los versículos 8 al 10 de este capítulo 14:
"Cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que
jamás había andado. Éste oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos y viendo que tenía
fe para ser sanado, dijo a gran voz: ¡Levántate derecho sobre tus pies! Él saltó y anduvo."
Pablo y Bernabé tenían los dones del apóstol, es decir dones con señales milagrosas. Entraron
en estos lugares sin tener en la mano el Nuevo Testamento con el mensaje del evangelio.
Entonces ¿cuáles serían sus credenciales? ¿Cómo podrían probar que su mensaje provenía de
Dios? Los dones de señales milagrosas acreditarían su mensaje. Hoy tenemos a nuestra
disposición la totalidad de la Palabra de Dios, con todo lo que ella tiene que decir a los seres
humanos ¡Ah, si sólo pudiéramos lograr que todos prestaran atención a su mensaje!
Los hombres en Listra fijaron su mirada en Pablo y a Bernabé. Leamos el versículo 11, de
Hechos 12:
"Entonces la gente, al ver lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica:
¡Dioses con la semejanza de hombres han descendido a nosotros!."
El hombre tuvo una verdadera fe para ser sanado. Y cuando Pablo le dijo que se levantara
derecho, poniéndose derecho sobre sus pies, saltó y anduvo. Los otros hombres de esta región
eran paganos. Cuando vieron lo que había hecho Pablo, empezaron a dar voces exclamando
que los dioses habían bajado hasta ellos en la forma de hombres. Sus ojos estaban puestos
sobre Pablo y Bernabé. En realidad, estaban muy emocionados. Continuemos con los versículos
12 y 13 de este capítulo 14 de los Hechos:
"A Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. El
sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de
las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios."
Ahora, vemos que Pablo era el líder del conjunto, el portavoz principal. Y los habitantes de esta
región quisieron hacerles dioses. Trajeron guirnaldas y sacrificios y estaban listos a adorarles.
Todo esto nos demuestra que eran muy volubles. Pero, ¿no nos recuerda esto algo? En todo el
mundo pasa lo mismo hoy en día: veneran hoy a un deportista famoso o a una estrella de cine,
y mañana a un político o un cantante famoso. Pero con el transcurso del tiempo, surgen otros
personajes y los antes venerados van cayendo en el olvido. Bien, continuemos con los
versículos 14 al 16 de este capítulo 14 de los Hechos:
"Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas y se lanzaron entre la
multitud, gritando y diciendo: ¿Por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres
semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo,
que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay. En las edades pasadas él ha
dejado a todas las gentes andar por sus propios caminos"
Pablo y Bernabé no solo están asombrados y admirados de que estos hombres les quisieran
adorar, sino que se quedan completamente escandalizados. Se lanzaron entonces en medio de
ellos para decirles que eran seres humanos y no dioses. Recordemos que el apóstol Pedro
también tuvo que decirle lo mismo a Cornelio, cuando éste se postró para adorarle. Es que
tenemos que comprender que estos hombres eran paganos.
Continuemos ahora con los versículos 17 y 18, pero leamos una vez más el 16:
"En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar por sus propios caminos; si bien
no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos
fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. Pero aun diciendo estas
cosas, difícilmente lograban impedir que la multitud les ofreciera sacrificio."
Aquí vemos que Pablo y Bernabé estaban intentando dirigir la atención de estas personas hacia
el Dios vivo, hacia el Creador. Quisieron apartarles de sus ídolos paganos y de la mitología de
los griegos. Pero observemos lo que ocurrió aquí en el versículo 19:
"Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio que persuadieron a la multitud;
apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto."
¡Cuán asombroso fue esto! ¡Qué hombres tan volubles! Un día estaban dispuestos a adorar a
Pablo y a Bernabé como dioses, y al día siguiente apedrearon a Pablo.
Pues bien, estos hombres apedrearon a Pablo y le arrastraron fuera de la ciudad creyendo que
había muerto. ¿Estaba realmente muerto? Creemos que Pablo en realidad murió. Pablo mismo
escribió sobre su experiencia en esta ocasión en su segunda carta a los Corintios, capítulo 12,
versículos 2 al 4 donde dijo: "Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el
cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer
cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que
fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre
expresar". Ahora, ¿Quién fue ese hombre? Creemos que fue Pablo mismo. Y continuó diciendo
en ese mismo pasaje, en el versículo 7: "Y para que la grandeza de las revelaciones no me
exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que
me abofetee, para que no me enaltezca". No creemos que la multitud le dejara allí solo medio
muerto. Creemos que lo dejó por muerto. Y creemos que Dios entonces, lo levantó de los
muertos.
¿Por qué habrá Dios permitido que le apedrearan? Ahora, en su carta a los Gálatas, capítulo 6,
versículo 7, el apóstol Pablo dijo: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo
que el hombre siembre, eso también segará". Y Pablo segó lo que había sembrado. Él había
ordenado o permitido el apedreamiento de Esteban. Ahora, quizá alguien ponga objeción
diciendo que ahora Pablo era un hombre convertido. Pero, todavía es cierto, estimado oyente,
que segaremos lo que hayamos sembrado. Ésta es tanto una ley de la naturaleza como una ley
que opera en nuestras vidas. Saulo participó en el apedreamiento de Esteban y, años después,
lo mismo le sucedió a él. Leamos ahora el versículo 20 de este capítulo 14 de los Hechos:
"Pero estando rodeado por los discípulos, se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente salió
con Bernabé para Derbe."
Ahora, esto fue verdaderamente milagroso. Un hombre que había sido apedreado, brutalmente
herido y normalmente sufriría graves fracturas de huesos y su cuerpo estaría desfigurado. Éste
fue un auténtico milagro, hubiera sido resucitado de los muertos o no. Leamos ahora los
versículos 21 y 22 de los Hechos 14:
"Después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a
Listra, Iconio y Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que
permanecieran en la fe y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones
entremos en el reino de Dios."
Si usted está siguiendo este viaje en su mapa, verá que Derbe era un punto importante del
viaje. Era el final del recorrido. En este lugar iniciaron el regreso y volvieron sobre sus pasos
pasando nuevamente por Listra, Iconio y Antioquia. Ahora, el versículo 23 dice:
"Constituyeron ancianos en cada iglesia y, después de orar y de ayunar, los encomendaron al
Señor en quien habían creído."
Si volvemos nuevamente nuestra mirada al mapa, veremos que pasaron por Pisidia y Panfilia,
y predicaron nuevamente en Perge. Luego fueron a Atalia y desde ese puerto navegaron hasta
Antioquía. Y los versículos finales de este capítulo 14 de los Hechos, los versículos 26 al 28
dicen:
"De allí navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la
obra que habían cumplido. Al llegar, reunieron a la iglesia y les refirieron cuán grandes cosas
había hecho Dios con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. Se quedaron
allí mucho tiempo con los discípulos."
En otras palabras, cuando Pablo y Bernabé regresaron a Antioquía, presentan allí un informe
sobre su viaje y sobre el avance de la obra, porque ésta era la misma Iglesia que les había
enviado. Y en su informe revelaron que Dios había abierto la puerta del evangelio a los no
judíos. Cuando el Evangelio comenzó a extenderse, las Iglesias habían estado integradas
exclusivamente por los judíos. Luego, llegaron a estar parcialmente integradas parcialmente
por no judíos. Y a partir de esos días, el Evangelio, de modo definitivo, se dirigió a los no
judíos. Ahora, las Iglesias que estaban en Asia Menor estaban integradas totalmente por no
judíos. Y aunque debe haber habido algunos judíos en esas iglesias, parece que en la mayoría
de los lugares los judíos rechazaron el Evangelio, mientras que los no judíos lo recibían.
Y ahora, se presentó un gran problema en la Iglesia. Aparecieron los judaizantes, quienes
insistieron en que los no judíos debieran estar bajo la ley. Más tarde, veremos que Pablo tuvo
que escribir una epístola a los creyentes en Galacia, precisamente porque estos judaizantes
habían ido a su país. Pero, como veremos en el capítulo siguiente, primero fue necesario tener
un gran concilio en Jerusalén para tratar este asunto. Aquel concilio sería sumamente
importante; pues, su decisión influiría en la vida cristiana aun en nuestros días. Leeremos
acerca de esta decisión en el próximo capítulo.

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