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Índice

Del librn'
César Rendueles

Zona cero. Sociofobia


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Cc1p1tc~r: S11vint_: l.ibro'i, <:... Capitalismo postnuclear ............................................................. . .. ........... 9
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El panóptico global .......... .. .................................................................... 20
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:11,1 !J¡1jc i,1s r.onci1unrws c,1qu1c ntr:s. P0connrnr11ento- Debe
'[JN'llrJ los c1ed1\o', r~P l.1 o{,i,1 dP. lcJ rn~111eia P';pecificada Primera parte. La utopia digital
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Ciberfetichismo ........................................................................................ 41
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,, -ri,1 ,-1 p.11 t11 de p·.,ta ohra. La utopía del copyleft ...................................... . .......................... 71
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J11,i11 1,1,11·r¡11r". l':1~f'!Hl1t1ndo que. P.emHlCid - Aigun.1 de estd':i condiciones Cooperación 2.0 ...................................................................................... 93
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1u r:C ',lb c1ienH:íltC'i e,,: !ociilt.: er1 el dO!lllnltl publico según la
Prirnerc1 ediuon en C1pitc111 Sw111q:
'cy viqe11te aplicable, esta situación no quedará ,1fectada por
Septiembre 2013 1.1 l1Ce11r.1a. Ot1os derechos - los derechos siguientes no que-
,):rn ,1frr.tados por la l<cencla rlP ninguri.1 manera: Los dere- Segunda parte. Después del capitalismo
ilerivadns de uc,nc., le~1ti111os u otras l1rn1taciones recono-
!SB~I: 'l7í\«:1 c1.11Ggr, O·I l0v r;n se ,~frc t.1:111c; por :e' ,rnter1nr; lr,s rlerechos
l'ií r 1 1 ~'', dPi :iutnr V dert'r_ÍlOS que iJilf~drn ostentar otras Emancipación y dependencia mutua ....................................................... 121
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Cód19u lllC Jf rJ1"r>'.c1ns de 1mage11 o de pr1vdcidad Imaginación institucional ........................................................................ 153


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Coda. 1989 ........................................................................................ 191


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Capitalismo postnuclear

U n padre y un hijo caminan día tras día por desoladas au-


topistas norteamericanas. Hace años que ningún vehículo
circula por ellas. Todo a su alrededor está cubierto por una espesa
capa de ceniza negra y las nubes que descargan un gélido agua-
nieve apenas dejan intuir el sol. Sus principales preocupaciones
son encontrar agua potable y alimentos, sobrevivir al frío y no
sucumbir a la enfermedad. Están solos. En esta tierra yerma sólo
perviven formas depravadas de fraternidad. Ocasionalmente se
topan con otros, apenas humanos, unidos en jaurías dedicadas a
esclavizar, robar, violar, torturar y devorar a sus congéneres. El
canibalismo es una amenaza permanente.
Así transcurre T11e Road, la novela distópica de Cormac McCarthy
acerca de un futuro postnuclear. Puede resultar difícil de creer, pero
buena parte de estos hechos se produjeron literal y repetidamente
en un inmenso ámbito geográfico en el último tercio del siglo XIX.
La segunda mitad de la época victoriana se caracterizó por lo que
el historiador Mike Davis, en un ensayo alucinante, denominó una
«crisis de subsistencia global»: un holocausto que causó entre trein-
ta y cincuenta millones de muertos y, sin embargo, apenas semen-
ciona en los libros de historia convencionales.
Una inmensa cantidad de personas -fundamentalmente en
India, China y Brasil, aunque el proceso afectó a muchas otras
zonas- pereció víctima de la inanición y las pandemias en el
transcurso de una serie de megasequías, hambrunas y otros
desastres naturales relacionados con el fenómeno de El Niño. 1

' Mike Davis, Los holorn11stos de la era victoriana tardía, U. Valencia, 2006.

9
De Cachemira a Shanxi, del Mato Grosso a Etiopía el mundo se En cambio, las hecatombes Je urigl'n L'L·ulógicu de las ljlll' ha-
convirtió en una pesadilla. Los misioneros, una de las fuentes ha- bla Mike Davis no fueron tanto la consecuencia directa de la
bituales pára conoct·r lo que ocurría en lugares remotos en esa colonización como, primero, el escenario para su desarrollo y,
época, hablaban de escenas aterradoras. La gente utilizaba cual- después, su subproducto. Las grandes polt'ncias del siglo XIX
quier cosa como alimento -hojas de árboles, perros, ratas, los aprovecharon la situación de dcsamp~irn material que crearon las
techos de sus casas, bolas de tierra ... -antes de comenzar a devo- megacatástrofes para aumentar drást icamcnte la velocidad y la
rar cadáveres humanos y, finalmente, matar a sus propios vecinos intensidad de su expansión impcriaL En la 111ayor park del rnun
para comérselos. do, el capitalismo se impuso literalmente como una invasión mi-
En realidad, la antropofagia fue un paso más, y no necesaria- litar. La humanidad nunca había conocido un proceso de coloni-
mente el último, de un proceso generalizado de demolición de la zación tan rápido y de tales dinH.'nsionec,. Entre 1875 y la Primera
arquitectura social. A lo largo de un territorio inmenso, la autoridad Guerra Mundial una cuarta parte de la superficie de Ja Tierra fue
legal se desvaneció corno si se tratara de una fantasía ya insosteni- repartida entre un pui1ado de países europeos, Estados Unidos y
ble, los templos se utilizaron como leña, la gente vendía como es- Japón. El Reino Unido incrementó sus posesiones en unos diez
clavos a sus propios familiares, el bandidaje se generalizaba ... En el millones de kilómetros cuadrados (la superficie de toda Europa),
transcurso de unos pocos aüos, estructuras comunitarias milena- Francia en nueve millones, Alemania en dos millones.'
rias se desvanecieron casi sin dejar rastro. Incluso el paisaje físico Las metrópolis desarrollaron planes detallados para desarbolar
parecía sacado de un escenario apocalíptico: sequías nunca vistas las instituciones locales de los territorios donde se asentaron. En-
causaron la desertización de extensísimas áreas, plagas de langosta tramados sociales con siglos de ant igül'dad saltaron por los aires en
<le proporciones bíblicas azotaron los pocos cultivos que sobrevi- unos af10s. Fue un proyecto poco sistemútico y a menudo torpe,
vieron. En ocasiones, la desertización extrema produjo una especie aunque a la postre eficaz, dirigido a implantar un tipo de depen-
de lluvia de ceniza que cubría los terrenos áridos. dencia administrable mediante un aparato económico, político y
Buena parte del siglo x1x fue relativamente pacífico en Euro- militar moderno. Las grandes catc1strofrs ecológic1s dieron apoyo
pa, al menos si se compara con el pasado inmediatamente ante- moral a esta iniciativa. Estos países, se decían los europeo~ cultos,
rior. Las qosas no les fueron tan bien a los países que los occi- eran víctimas de su propio atraso. La modernización tutelada, por
dentales colonizaron. Entre i885 y i908 el llamado Estado Libre dolorosa que pudiera resultar, redundaba en su propio beneficio.
del Congo -la futura República Democrútica del Congo- fue, En 1852 Karl Marx expuso con vehemencia este punto de vista en
literalmente, propiedad privada de Leopoldo II, rey de Bélgica, un artículo titulado «La dominación brit.'inica en la India»:
que instauró una despiadada hibridación de turboempresariado,
esclavismo y ultraviolencia. Se calcula que el número de vícti- Por muy lamentable qul' sea de.,dc u11 punto de vista humano
mas mortales de esas dos décadas asciende al menos a cinco ver cón10 se desorganizan y descu111pune11 en sus unidades inte-
millones de personas, tal vez diez. El modelo belga de explota- grantes esas decenas de miles de org<mizaciolll'S sociales laborio-
ción comercial se basaba en un extractivismo furioso que depre- sas, patriarcales e inofensivas, (_ .. )no dd>l't1ws dlv1dar al 111is111u
dó los recursos naturales del país. Leopoldo II esclavizó por de- tiempo que esas idílicas comunidades rurales constituyeron siem-
creto a la población local y la sometió a un régimen de terror pre una sólida base para el despciti--,i1H1 c111L·1ual; que IL'St1i11gicrun
basado en el asesinato de masas y la tortura sistemática. Un cas- el intelecto humano a los límites más estrechos, convirtiéndolo
tigo muy habitual para los trabajadores poco diligentes era am-
2
putar sus manos y exhibirlas para dar ejemplo. Eric 1-:lobsb,,wm, ],¡¡ cr¡¡ del impcri,» J\.ir,,·1"11.1. Ct 1ti,·d, 2J>ot, p. ¡,h_

10 11
en un instrumento sumiso de la superstición, sometiéndolo a la economía mundial (más en EE.UU., menos en Noruega, para
esclavitud de rl'glas tradicionales y privándolo de toda grandeza entendernos) y algo remotamente parecido a la vida para un ter-
y de toda iniciativa histórica. ( ... ) Bien es verdad que al realizar cio de la población mundial.
una revoluckm social en el Indostún, Inglaterra actuaba bajo el En Occidente, un conjunto de arreglos institucionales, que sig-
impulso de los intereses m:1s mezquinos, dando pruebas de ver- nificativamente denominamos «seguridad social», erigieron una
dadera estupidez en la f<irma de imponer esos intereses. Pero no cubierta protectora frente a las tempestades del mercado. La con-
se trata de eso. De lo que se trata es de saber si la humanidad secuencia paradójica fue que el centro del «sistema mundial mo-
puede cumplir su misión sin una revolución a fondo en el estado derno» ha declinado incorporarse a él con la entrega que reco-
social de Asi<l. Si no puede, entonces, y a pesar de todos sus crí- mienda al resto del mundo. Es una dinámica que se remonta a
menes, lnglaterrn fue el instrumento inconsciente de la historia Otto von Bismarck, pero que llegó a su apogeo durante la Guerra
al realizar dicha revolución. En tal caso, por penoso que sea para Fría. El mito fundacional de los llamados estados del bienestar
nuestros sentimientos ¡wrson<iks el espectáculo de un viejo mun- afirma que fueron el resultado de la prudencia, el consenso, el
d(J quv c-c dcrrurnh<l, lk~dc e·\ punto de vista de la historia tene- aprendizaje de los errores pasados y el altruismo. En realidad,
mos pleno derecho a exclamar con Goethe: «¿Quién lamenta los formaron parte de una estrategia inteligente y ambiciosa, capita-
estragos/ Si los frutos son placeres? / ¿No aplastó miles de seres neada por Estados Unidos, para minimizar el atractivo de la vía
I 'l"<irnerlún en su rcin;1do?n. soviética en Europa. El resto de la humanidad -es decir, la mayor
parte de la humanidad- no tuvo tanta suerte. Los procesos his-
La realidad era bastante más compleja. En términos históricos, tóricos inaugurados por los holocaustos victorianos fundaron el
1() -;uclc SL'r ~111('i11i1110 de frúgil sino rnús bien de robusto.
\'Íl'jo 11n tercer mundo y definieron su naturaleza.
Las instituciones tradicionales habían conseguido en el pasado La consolidación del capitalismo a escala mundial mantiene
limitar, en algrn10.s L,asns con eficacia, los efectos de las megaca- una estrecha solidaridad con procesos destructivos de gran enver-
tástrofes asociad<\s a El Ni11o. Crearon sistemas de asistencia ru- gadura. La devastación de las instituciones tradicionales configu-
dimentarios que rcdujcrnn de forma importante la mortalidad. ró las raíces del ecosistema en el que viven varios miles de millo-
En el peor de los casos, permitieron la reconstrucción de lasco~ nes de personas. La relación entre el espacio construido y Jos
munidades tras la hecatombe. En cambio, la destrucción de su recursos naturales en la mayor parte de nuestro planeta es básica-
exoesqueleto institucional <.kit'i a continentes enteros a la intem- mente la que cabría esperar tras una megacatástrofe. Tras el paso
perie social y matcri<i l. En palabras de Da vis: "Millones de perso- del huracán Katrina por Louisiana, en 2005, se popularizó entre
nas 1nurieron no porque estu\'ieran "fuera del sistema mundial los damnificados de Nueva Orleans el lema «Bienvenidos al tercer
moderno", sino porque fueron violentamente incorporadas en sus mundo». Más que un eslogan irónico, era un diagnóstifo técnica-
estructuras ec;m<'imicas y políticas. Murieron en la época dorada mente preciso.
del capitalismo liberal».• Desde finales del siglo pasado, por primera vez en la historia,
Los holocaustos de la era victoriana establecieron la estructura más gente vive en áreas urbanas que en el campo. Para 2050 se
soci<1l del mundo tal v L()Jll() lo conocemos. Son el modelo de la espera que la proporción sea de 70% a 30%. Es engañoso hablar
desigualdad a escala global. U11 abanico relativamente estrecho de éxodo rural hacia las «ciudades». De hecho, no existe consenso
de posibilidades de estratificación en los países del centro de la entre los especialistas acerca del nivel de urbanización contempo-
ráneo porque la idea de ciudad se ha desdibujado por completo.
·' Mike Uavis, op. cit., p. 21.
El nuevo entorno habitado que se está imponiendo se compone

12
13
de asentam~entos difusos hiperdegradados sin ninguna de las diez millones de habitantes sin ningún tipo de gestión de residuos.
características que tradicionalmente asociamos a las urbes. Se tra- Se calcula que las personas que viven en lugares sin instalaciones
ta de aglomeraciones sin un trazado definido, sin agua, electrici- sanitarias ingieren diez gramos de 111,1tcria lL'(a[ al día. No e~ una
dad, calles, asfaltado o, sencillamente, casas en ningún sentido cuestión estética o de comodidad. Ln la idtima dt?(ada h.rn muer-
tradicional. Es difícil sobrestimar la magnitud del problema: to más niflos por diarrea que personas en guerras desde la Segun-
da Guerra Mundial.'
Los residentes de áreas urbanas hiperdegra<ladas constituyen Las áreas urbanas hiperdegradadas -los nzegaslwns- son el
un asombroso 78,2.')'., de la población urbana de los países menos problema colonial del siglo xx1. :\I igual l]ll'-' los' hulo(austos vic
desarrollados y al menos un tercio de la población urbana global. torianos, son el subproducto de las políticas lib~rales. En los aüos
Los porcentajes más altos del mundo en cuanto a número de re- ochenta del siglo xx las instituciones económicas internacionales
sidentes de áreas urbanas hiperdegradadas se encuentran en Etio- impusieron en el tercer mundo u11 programa de empobrecimiento
pía (donde representan un 99Aºlo de la población urbana), Chad y desigualdad cuyas auténticas (Onsecuencias globales sólo ahora
(también 99A%), Afganistán (98,5%) y Nepal (92%). ( ... )Es po- empezarnos a comprender. Las pulíti(a" ,k devaluación, privati-
sible que haya más de doscientos cincuenta mil áreas urbanas zación de la educación y la sanidad, destrucción de la industria
hiperdegradadas en la Tierra. Sólo las cinco grandes metrópolis local, supresión de las subvenciones alimentarias y reducción del
del sur de Asia (Karachi, Mumbai, Delhi, Calcuta y Dhaka) con- sector público deterioraron radicalmente tejidos urbanos que ya
tienen cerca de quince mil áreas urbanas hiperdegradadas dife- tenían gravísimas carencias. Se ince11tivú el áodu rural arruinan-
renciadas, con una población total de más de veinte millones. 4 do a los pequeüos campesinos y favoreciendo a las multinaciona-
les agroganaderas.
Es una realidad global y creciente que trastoca completamente Las conurbaciones de miseria son el envés del capitalismo de
nuestra percepción de los problemas sociales. Por ejemplo, en casino, el dique de contención de la población excedente en una
contra de la creencia popular de que el aumento de la esperanza economía cada vez más especulativa y tecnulogizada. Son una tüen-
de vida en Occidente fue la consecuencia de sofisticados avances te potencial de conflictos de una mabnitud que ni siquiera alcan-
médicos y farmacológicos, los expertos coinciden en que el factor zamos a imaginar. Constituyen un problema y~1 no ético, económico
más importante fue la generalización de los sistemas de sanea- o político, sino relacionado con límites ecolúgicos irrebasables. Es
miento. El arma más eficaz contra la enfermedad que ha inventa- como si los amos del mundo estuvieran <.:'mpeüados en hacer rea-
do el ser humano son las cisternas y las alcantarillas. En contra- lidad las disparatadas pesadillas maltusianas.
partida, la acumulación de excrementos en los lugares que carecen La aparición del tercer mundo ha iníluido profundamente en
de estas instalaciones es uno de los principales problemas urbanos las expectativas políticas de los ciudadanos occidentales. La rea-
a escala mundial. Dos mil quinientos millones de personas viven lidad de una perifetia inempeorable ha incrementado muchísimo la
literaln1ente hundidas en su propia mierda, sin acceso a ninguna sensibilidad a los costes del cambio social. La contraimagen del
clase de sistema de saneamiento, ni cloacas, ni pozos negros, ni liberalismo occidental es la de un magma antropológico totali-
letrinas: sencillamente cagan y mean donde pueden. Esta situa- tario, estúpido e irracional. En lo m:1s profundo de nuestros co-
ción se vuelve dantesca en lugares como Kinshasa, una ciudad de ra+.ones sentimos que la alternativa existente al capitalismo
avanzado no es ya la solidaridad conservadora de las comunidades
4 Robert Neuwirth y i\!like lJavis, 1-'iuncta d.: Clwiadcs 111iscria, Madrid, Foca,
5
2008, p. 41. Rose George, Lo muyor necesidad, :\L1drid, ·1 urncr, 2010.

14 15
tradicionales sino un continuo infernal de pobreza, corrupción, Un militante antifranquista me contó que durante una carga po-
licial tras una manifestación estudiantil de los aí'ios sesenta vio
crimen, integrismo y violc11ci<l.
En realidad, es una especie de trnducciún ideológica de un cómo un compañero trataba de aplacar al policía que le estaba
sesgo cognitivo l]LIC los ps1c<.1lugos lLunan «aversión a la pérdi- golpeando gritando «¡que yo no quiero libertad, que no quiero
da». Un experimento muy conocido consiste en regalar a algu- libertad!». El policía, seguramente con buen criterio, desconfió
nas personas objetos de distinta clase y preguntarles cuánto es- de su sinceridad y le siguió apaleando brutalmente., Cuando la
libertad irrumpe en la vida política, nadie puede decirse a sí
tarían dispuestas a pagar para no desprenderse de ellas. A otro
grupo de personas se les ofrecen los mismos objetos y se les mismo que prefiere ser siervo. A lo sumo, podemos autoenga-
ñarnos identificando el sometimiento como una libertad más
pregunta cuánto L'Starían dis¡rnesl<lS a pagar para hacerse con
ellos. En términos generales, la gente está dispuesta a pagar más genuina.
para conservar aquello que considera suyo -aunque se le acabe Del mismo modo, una vez que se empieza a sospechar de las
de regalar hace un mi11L1to y numa lo hubiera deseado-- que para relaciones personales de dependencia, nada puede rehabilitarlas.
adquirir algo que no considera de su propiedad, aunque se trate Corno le ocurría a Marx, somos incapaces de dejar de apreciar un
exactamente del mismo objeto. Desde el punto de vista de la remanente positivo en la destrucción de los lazos comunitarios,
teoría de la elección racional esto es absurdo: nos comportarnos incluso si nos resulta dolorosa. La vertiente más tosca y racista de
de forma diferente <lnll' lo que en términos objetivos es la misma esta sociofobia es el miedo a las invasiones bárbaras, a que un
magma de holismo social irrumpa como una avalancha en nues-
situaci('lll. tras vidas exquisita y pulcramente individualistas.
l'v1uchos ciudadanos dt' las dernocraci<1s occidentales est~-
La cultura popular que se desarrolló en el apogeo del colo-
rían dispuestos <1 pag<ir rnuy poco para obtener un sistema polí-
tico aquejado de una profunda crisis de represerúatividad o un nialismo moderno reflejó estas fobias con una sinceridad que
régimen ccon('irnico irracional, inestable e ineficaz. Sin embar- hoy nos resulta ingenua, casi divertida. El ensayista sueco Sven
go, creen que el precio a pagar por perder todo eso sería altí- Lindqvist ha recogido algunos ejemplos fascinantes procedentes
simo. En realidad, podría haber buenas razo!1es para confor- de las primeras obras de ciencia ficción. En 1910 Jack London,
marse con lo que hay, como los costes de una transición a un un escritor socialista, publicó La invasión sin precedentes. Se tra-
sistema alternativo o su i rrealizabilidad. Pero son cuestiones ta de un relato futurista sobre el peligro amarillo y las crisis de-
que ni siquiera nos lkgarnos a t11'1ntear. Identificamos el cam- mográficas. En i970 China está sobrepoblada. Es un «horrible
bio con una pérdida que nos <llerroriza antes de cualq~1ier cál- océano de vida» que se ha convertido en una monstruosa ame-
culo racional. Despreciamos L'l consumismo, el populismo de- naza de proporciones geológicas: «Ahora sobrepasaba los límites
mocdtico y la economÍ<l financiera pero los precomprendernos de su imperio y se desbordaba sobre los territorios adyacentes
como el unico baluarte frente a la barbarie contemporánea. con la lentitud y la certeza aterradora de un glaciar». La elegante
Vivimos en un estado permanente de pánico a la densidad an- solución que encuentra Occidente para este problema maltusia-
tropolúg1ca, porque la única alternativa que conocemos al in- no es exterminar con armas bacteriológicas a unos quinientos
dividualismo liberal es la degradación de los 111cgaslums o el millones de personas -todos los habitantes de China- y colo-
integrismo. Como si no hubiera nada entre la sede de Goldman nizar la tierra despoblada para iniciar una reconstrucción social
impecablemente racional y moderada. El genocidio al servicio
')¡¡chs 1.· L1 Villa "~J.
Una vez que el idee\\ 1k lilwrtad aparece en el mundo es com- de la utopía. En La sexta columna, la primera novela de Robert
pletamente imparnhk, ningún proyecto político puede excluirlo. A. Heinlein, no ha dado tiempo a adoptar esas medidas profilácticas

17
1()
y, según el resumen de Lindqvist, «las hordas panasiáticas han exceso social, no de aislamiento individualista. \Nalter Benjarnin
invadido Estados Unidos. El problema reside en matar a cuatro- lo expresó a la perfección en un texto de 1939, titulado Solire
1 cientos millones de "simios amarillos" sin herir a seres humanos. algunos motivos en Baudelaire: «Angustia, repulsión y horror
Los mejores cerebros de Norteamérica se esconden en las Mon- enorme despertó la multitud de la gran ciudad en los primeros
tañas Rocosas y crean un rayo que destruye la sangre mongol sin que la miraron a los ojos. Para Poe, posee algo de bárbaro. La
dañar a las demás sangres». 6 disciplina apenas la domeña. Más tarde, James Ensor no se ha
La versión actual no es mucho más sutil pero sí más difusa. cansado de confrontar en ella justamente la disciplina con el
Por poner un ejemplo inocuo aunque significativo, el crítico desenfreno».
musical Víctor Lenore explica cómo la música popular que es- El nombre del avión que Ronald Reagan usó durante su cam-
cucha y baila la gente pobre es sistemáticamente vapuleada por paña electoral de i980 era «Libre Empresa 11». Fue una !Joutade
los especialistas como tosca, repetitiva e incluso inmoral. Las de un político que convirtió la allloparodia en una forma de
p(1ginas de tendencias de los grandes medios publicitan hasta la márketing. Porque una realidad fosL:in,111tc dt·l capitalisnrn es
náusea las últimas novedades anglosajonas, aunque su recepción que se ha impuesto a escala mundial a pl'sar de carecer de gran-
en nuestro país sea muy minoritaria. Sin embargo, es práctica- des discursos de legitimación. La sociedad de mercado no tiene
mente imposible encontrar noticias sobre un grupo de tecno- ningún Pericles, Catón o san Agustín. No hay declaraciones de
rumba como Camela, que ha vendido más de siete millones de derechos, actas fundacionales ni monumentos. Es llamativo por-
discos, mayoritariamente entre las clases populares. Estilos mu- que pocas sociedades han exigido una lealtad tan heroica y una
sicales apreciados por los inmigrantes, como el reggaetón, el ku- ritualización tan extrema de los comportamientos cotidianos. El
duro o la cumbia, son considerados por los críticos como un mercado inunda la totalidad de nuestras vidas con una intensi-
pozo sin fondo de degradación estética y sexismo. Es compren- dad que otros proyectos expansivos y universalistas -como el
sible que a los aficionados a la música abstracta, digamos Stockhau- catolicismo o el Imperio Romano- jamás se atrevieron a soñar.
sen, les parezca que la música popular contemporánea es chusca Sin embargo, ningún arco del triunfo conmemora las batallas en
y poco elaborada. J'!Jo es el caso de la mayor parte de los críticos las que ha vencido la United Fruit Company. Ningún sacerdote
musicales, siempre receptivos a obras de aspiraciones irónicas hace abracadabra en una lengua 111ucrt<1 para que aceptemos la
poco innovadoras y mal tocadas si vienen avaladas por el New transustanciación <le la riqueza L SpeLuL1tiva e11 bienes y servi-
0

Musical Express. La mayor parte de la música que el occidente cios tangibles.


, rico odia se baila en pareja y extremadamenk pegado. Una pis- La mayor parte de los discursos dominantes acerca de nues-
ta de baile de reaggaetón es una especie de consumación de la tra realidad social están dirigidos a negarla. Los políticos sólo
pesadilla simbólica occidental: una masa sudorosa, apretada y hablan de la desigualdad, la explota~·iún l> la alienación --que
sin ilustrar, coreando letras de alto voltaje sexual y proclive a son, objetivamente, los fenómenos soci~des 111{1s característicos
la violencia. del mundo moderno- para difuminarlos como efectos colate-
La sociofobia es un sesgo universal y no podemos escapar de rales de un proceso de mejora en march~1 y, en todo caso, inevi·
ella. Muchos movimientos ruralistas y comunitaristas, nostálgi- table. En ese sentido, hay que reconocer el mérito del liberalis-
cos de las relaciones tradicionales sosegadas y del slow lije, se mo económico radical, que se atrevió a describir con realismo
basan en una percepción de la gran ciudad como un lugar de nuestra despiadada actualidad ... para defenderla. Los liberales
aceptaron el vértigo del nihilismo social. Asumieron la sociofo-
6
Sven Lindqvist, Historia de los bombardeos, Madrid, Turner, 2002, n. i86. bia como una opción deseable.

18 1':)
El panóptico global de esta diferencia esencial, de su centralidad cultural y de nuestra
incapacidad para resolverla en un sistema estable.
Desde hace dos siglos estamos inmersos en un experimento de
En La Pianola, la primera novela de Kurt Vonnegut, Nueva York ingeniería social a una escala jamás soñada. El historiaddr húngaro
se ha convertido en una especie de club privado para las élites Karl Polanyi decía que el ideal liberal de una sociedad cuya subsis-
tccnncráticas de Estados Unidos, que dirigen una economía casi tencia material dependiera de las relaciones en el mercado era, sen-
completamente automatizada. La mayor parte de la gente vive cillamente, una utopía. A lo largo de la historia, la mayor parte de
sin pobreza material extrema pero profundamente alienada, de- las comunidades ha utilizado alguna forma de comercio para inter-
diLada a tarcaé> absurd<L'- y s111 capacidad de decisión política. Al cambiar bienes y servicios. Pero esos mercados tradicionales siem-
principio de la novela aparece el chah de Bratpuhr, un noble pre fueron instituciones marginales o, al menos, muy limitadas. El
oriental de visita en Estados Unidos invitado por el gobierno mercado era literalmente un lugar -la plaza del mercado- que se
norteamericano. El chah demuestra una gran curiosidad por co- establecía en ciertos momentos especiales -los días de mercado-.
nocer la forma de vida de la poblacic'm estadounidense. Su guía, Cuenta Heródoto que cuando una delegación espartana acudió a
Halyard, le explica la rutina habitual de un ciudadano medio: la corte de Ciro a advertirle de las represalias que sufriría si atacaba
trabajar a cambio de un salario, vivir en pequeñas casas, pagar a los griegos, el rey persa les respondió que no se sentía intimidado
deudas ... El \·isitantc, ayudado por el intérprete Khachdrahr, por un pueblo que había habilitado en sus ciudades un espacio -el
pronto entiende: mercado- donde engañarse los unos a los otros.
Con la modernidad el mercado se convirtió por primera vez en
-Ahh -dijo el chah asintiendo---: takaru. una institución general que impregna la totalidad de la realidad so-
-¿Qué dijo?- preguntlí !-lalyard al intérprete. cial. La compraventa ha colonizado nuestros cuerpos y nuestras al-
-'lltkuru -respondió el intérprete-, o sea, un esclavo. mas. Vendemos amplios pedazos de nuestra vida en el mercado la-
--No t11k11rn -dijo Halyard, hablando directamente al chah-. boral, obtenemos un techo bajo el que cobijarnos mediante
' <:i11-rl11-dt1-110. sofisticados instrumentos financieros llamados hipotecas, el aire que
--Ahhhhhhh --dijo el ch<1h-. C:iu-da-da-110 -sonrió alegre- respiramos cotiza en mercados de dióxido de carbono, los alimentos
mente---. fok11ru-ciudadano. ( :iudada110 takaru. que comemos forman parte de complejas cadenas especulativas ...
--- ¡"lo /0~11111! - rcpl1cll H<ilyard. En cambio, casi todas las sociedades tradicionales pusieron
mucho cuidado en excluir del mercado algunos bienes y servicios
1>csdc CÍl'rto punto de \'isL1, Ill!L'Stra sodedad es extremada- esenciales, como la tierra, los productos de primera necesidad o
mente similar a todas las dern<ís y una parte de la crítica política el dinero. El comercio es un tipo de interacción com8etitiva en la
·moderna está dedicada a sacar esto a la luz: la escasa diferencia que intentamos sacar ventaja de un oponente. «Vende caro, com-
entre los siervos;- los asalariados, la continuidad entre los esclavos pra barato» es la única norma de conducta incuestionable en el
que erigieron las pidmidcs y los ni11oé> empleados en las hilanderías mercado. Las sociedades precapitalistas consideraron que era una
del l'vlanchcstcr \'ictoriano (o, para L'I caso, los prisioneros de Sta- locura condicionar su supervivencia material a la incertidumbre
lin que construyeron las grandes obras hidráulicas soviéticas). de la competencia. Por la misma razón que pensamos que una
Pero, desde otro punto de vista, nada es lo mismo y las diferencias persona que apuesta su única casa al póker o juega a la ruleta rusa
son cruciales. Nos hemos apartado radicalmente de la norma an- hace algo no sólo arriesgado sino equivocado: la desproporción
tropológica. Tenemos apenas una leve y nebulosa autoconciencia entre los riesgos y los beneficios es demasiado alta. La gente siempre

20
21
necesita cornida, abrigo, cuidados y un lugar donde caerse muer- al mundo corporativu. líaciéndosL' pasar por miembros de la 01\!!C
ta. ¿Es razonable someter esas necesidades estables al azar del han presentado en público iniciativas como ikgalizar la siesta,
mercado? ¿Es sensato sencillamente cerrar los ojos y desear con recuperar la trata de esclavos, establecer un mercado de votos o
fuerza que el libre juego de la oferta y la demanda genere un re- de derechos humanos -de forma que .un Estado que necesite
sultado que satisfaga adecuadamente el sustento de la mayoría? violar los derechos fundamentales pueda con;prark a otro su
Durante milenios, la respuesta fue unúnime y categórica: ¡110! cuota de infracciones-, acab,1r ,011 d ltamli1 l'. nl<:di,111tc un sis-
Pero, claro, nosotros somos mucho más listos. tema para que los pobres reciclen hamburguesas ya digeridas ...
El «sistema mercantil», que es la expresión que usa Polanyi Todo ello fue acogido con intcré·s \' rnurmullqs de aprohaL·it'in
para designar la forma en que el mercado ha irrumpido en nues- por grandes audiencias compuestas por empresarios y respon-
tras vidas, se parece más a los falansterios y a las comunas que a sables públicos.
las relaciones sociales convencionales. Es un programa utópico y El capitalismo es imparodialik. :\,ida J.Hll'lk sorprernkr a un
no, como a veces se dice, la serena consumación de un impulso mundo que organiza el trabajo, el usu del dinero o la producción
comercial universal en la especie humana. El mercado libre ni de alimentos a través de una especie de competición deportiva
ha existido nunca ni puede llegar a existir. Es una quimera que ha generalizada y obligatoria a la que llamamos mercado. Fl utopis-
causado una cantidad insólita de sufrimientos. Y, como todas las mo es la esencia de la visión del mundo de esa gente de orden,
utopías, es un proyecto fracasado y profundamente contradicto- sensata y razonable, que se dedica a sus negocios y no quiere líos.
rio. Por eso, en el capitalismo realmente existente, el estado inter- Su mensaje apocalíptico tiene sólidas basl's filosóficas y se puede
viene constantemente para evitar que el país de nunca jamás del rastrear en el utilitarismo del siglo x v 11 J. Muchos intérpretes leen
libre mercado se desmorone como un edificio de naipes arrastran- con condescendencia a los utilitaristas como pragmatistas inge-
do consigo a las élites que se aprovechan de sus falsas promesas. nuos, pequeüoburgueses intelectuales sin grandes aspiraciones.
En los últimos aüos se han empleado los mismos argumentos para Es un error. Son davidianos camutlados. Sus ideas resultan grises
justificar el uso masivo de fondos públicos en el rescate del entra- y poco emocionantes sencillamente porque su explosivo progra-
mado bancario y para defender el desmantelamiento de empresas ma nihilista ha muerto de éxito.
públicas o la virtual exención de impuestos de los muy ricos. El De hecho, el fundador del utilitarismo, jeremy lkntham, fue un
capitalismo histórico no ha sucumbido nunca a la tentación de la personaje excéntrico y audaz, un Yes Men de la Ilustración. En su
coherencia. testamento estableció que su cadúvcr debía ser diseccionado en una
Los liberales recuerdan un poco a aquellos saint-simonianos clase de anatomía, momificado, vestido co11 sus propias ropas y
que vestían chaquetas con botones por la espalda a fin de obligarse sentado en una cabina de madcr,1 denominada «auto-icono». El
a solicitar ayuda para abrocharlas y, así, fomentar la fraternidad. cuerpo de Bentham se conserva en el U11iwrsity College de Lon-
La diferencia, claro, es que la ideología del mercado ha triunfado dres, donde sigue expuesto al público. Bentham dedicó toda su vida
y parece de sentido común. Pero basta escarbar un poco entre las a la transformación social. Se co11sidl·r,1b~1 a ;.Í mismo un reformista
raíces ideológicas de nuestro tiempo para detectar un poderoso y no quiso privarse de una última intervención radical post mortcn
aroma milenarista incompatible con ninguna sociedad real. que cuestionaba uno de los grandes universales antropológicos: la
The Yes Menes un colectivo de artistas que se dedica a suplan- aparición de ceremonias de enterramiento se ha consider:1do tra-
tar y parodiar a representantes de las instituciones financieras y dicionalmente un hito clave del proceso de hominización.
de las grandes empresas en foros empresariales internacionales. Bentham no renunció sin mús a las cunVl'nciones establecidas.
Su principal descubrimiento ha sido que es imposible escandalizar No pidió que su cuerpo fuera arrojado a un vertedero. Primero el

22 23
cHLlvcr dchÍ<l ser tratado objcti\'aJnL'lltc como carne muerta para, la intervención centralizada no hace más que distorsionar el flujo
a continuación, proceder a una reformulación perfeccionada de de información impidiendo la coordinación óptima.
los usos funerarios. Se trata de una especie de parodia macabra Para Bentham, la maximización de la felicidad común es la :.:!.'.
'~,

del elemento crntral del sislt'rn,1 lwnthamiano: la búsqueda de un clave de un vínculo sociál racional. Nos unimos sólo por una ·~
,,
gradu cero de 1'1 sociabilidad lksde el que reconstruir las relacio- cuestión de economía de escala: juntos podemos conseguir más
\C."'
nes entre las personas sobre bases racionales. Bentharn reconoce felicidad total que por separado. Cualquier intervención colectiva
la naturaleza gregaria del ser humano, pero desconfía profunda- dirigida a organizar la sociabilidad, incluido el altruismo cristia-
11w11k de Li frall'rnid<id 1uturnl \'su \i·;cosidad etnológica. Aspira no, distorsiona y dificulta la búsqueda individual de satisfacción,
!~)
" distinguir la sociabilidad de las relaciones de dependencia per- que es el único motivo racional para unirnos. La fraternidad na- ~~
tural -la lealtad, el consenso, la reflexión en común, la depen-
sonal, las supersticiones, las pasiones desenfrenadas y la falsa con-
a)
(2'

cit.·ncia. Alentó u11a ortopedia púhlil:a del vínculo social natural dencia personal ... - destruye las bases racionales de la sociedad.
qt1L' corrigic1«1 •;us tara:, crn11u11ilarias. Desde entonces, esta sociofobia es una idea central en las corrien-
El núcleo duro del utilitarismo es la idea, relativamente fre- tes liberales que sólo sus representantes más honestos, lúcidos y
cut·11te en el •.«llltexto filo.súflco de lkntham, de que todo acto moralmente repugnantes, como el economista Milton Friedman,
humano debe ser juzgado según el placer o el sufrimiento que se atreven a manifestar:
reporta, con el objeto l1e log1«1r la mavor felicidad para el mayor
1H111wro. Bentham co11virti<1 . :~te lugar común en una fuente <le Pura un liberal( ... ) el ideal es que entre los individuos respon-
transformaciones políticas radicales. Búsicamente, la colectivi- sables haya unanimidad, conseguida a hase de discusión libre y ex-
dad rnúxirnarncnte feliz es la que faciliL1 a Jos individuos que la haustiva. Desde este punto de vista, el mercado ( ... ) permite la una-
componen la realización coherente de aquellas actividades que nimidad sin conformidad; es, entonces, un sistema de representación
cada uno l'Ollsiclcra 111<Ís pLllCJltcras. No sólo por un individua- proporcional efectivo. Por otra parte, lo característico de la acción
1 ismo l'.·tico u 011tol<lgico, si110 por llll<\ cuestión de eficacia: na- mediante canales expresamente políticos es que tiende a exigir o a
die, y en particular ningun gobernante, puede saber qué es lo imponer una conformidad sustancial. Ni siquiera el uso de la repre-
que más satisfacciún le reporta a cada individuo tan bien como sentación proporcional en su forma expresamente políti~a altera
los propios implicaUos. L<1 bL1squed<1 individual de la felicidad esta conclusión. El número de grupos separados que pueden estar
t r;rnsmite al sistema s.ocial una información vital para que la realmente representados es muy limitado, enormemente limitado
felicidad total sea la múxima posible. Las fuentes de la felicidad si lo comparamos con la representación proporcional del mercado.
esLín atomizadas, no hay dcliheraciú11 en común acerca de los ( ... ) El uso de los canales políticos, pese a ser inevitable, tiende a
ob;etivos mús deseables. dificultar la cohesión social, que es esencial para una sociedad esta-
Esta estrategia es un correlato estricto de la concepción del ble. ( ... ) Un uso amplio del mercado reduce la sobrecarga que sufre
sistema de precios como el medio idóneo para alcanzar una asig- el entramado social, ya que en todas las actividades que abarca hace
nación óptima de los recursos. Por eso la escuela neoclásica de innecesaria la conformidad. Cuanto más amplio sea el número
ecrnwmía se i11spin'1 directarncntc en Bentham. Idealmente, los de actividades cubiertas por el mercado, menor será el número de
~·rcci os tra n:-,m iten a un coste rn í 11i1110 i11 formación fragmentaria cuestiones en las que se requieren decisiones expresamente políticas
que se agrega autorn<hicamcntc. De esta manera, se supone que se y, por tanto, en las que es necesario alcanzar un acuerdo.7
ge11era un nivel de coordi11aci<lll social mayor que el que ninguna
7
institución organizadora podría alcanzar. Desde esta perspectiva, Milton Friedman, Capitalismo y libertad, Madrid, Rialp, i966, cap. 2.

.?.-¡ 25
La utopía mercantil nos ofrece la posibilidad de satisfacer nues- la agenda política europea. Al tin y al cabo, t'l afio cero de la so-
tros deseos sin necesidad de atravesar una tupida red de conexiones ciedad moderna está marcado por el asalto a una famosa cárcel
familiares, religiosas, afectivas o estamentales. Es la diferencia que francesa: La Bastilla. Los ilustrados querían mejorar la situación
existe entre, sencillamente, entrar en una tienda y comprar unos y la función de las prisiones. Las cárceles dt' la época eran, bási-
zapatos y tratar de obtenerlos a través de ese agotador intercambio camente, una rep'roducción a pequeüa escala de la sociedad. Se
ritual de regalos que llamamos Navidad. Los liberales nos dicen que trataba de lugares muy desordenados, donde literalmente era di-
no somos como los griegos de Homero. En el mercado podemos fícil distinguir a los criminales de los guardias o los visitantes y
obtener un trípode, unas baratijas de bronce y unos odres de vino donde los reclu'sos tenían condiciones de vida radicalmente dife-
sin necesidad de vernos envueltos en competiciones sangrientas, rentes en función de su nivel econúmico o su estatus. La jornada
disputas con deidades caprichosas y agotadoras liturgias. de los prisioneros C<ls'i nunca e<.;tah;1 regulada y a menudo St' les
Pero Bentham fue mucho m;ís ambicioso, pues intentó llevar permitía que elaboraran sus propias regla~ de autogohicrno.
este proyecto también a los aspectos coercitivos de la vida social. Bentham usó este microcosmos corno una espede de labora-
A veces se describe irónicamente el proyecto político de la derecha torio donde reconstruir las relaciones sociales sobre cimientos
neoconservadora estadounidense como un keynesianismo de racionales y no comunitarios. La clave tecnol<'lgica del panóptico
derechas, sólo retóricamente liberal y, en realidad, profundamente es la permanente visibilidad tk los prbioncros que, t'Jl cambio,
intervencionista. Desde la presidencia de Reagan se habla obsesi- nunca saben en qué momento están siendo observados desde el
vamente de la necesidad de limitar la influencia del Estado en edificio central de vigilancia. La incertidumbre que provoca esta
beneficio del libre mercado. Y así ha sido en áreas como la sanidad exposición total genera los misnHh l'll.·l tos que u na supcrvisiún
o la educación. Sin embargo, el gasto público militar, policial y perfecta con unos costes y una inkracciún personal mínimos. Es
penitenciario ha crecido exponencialmente, alcanzando cifras es- decir, lo que hace el panóptico es llevar la suciofobia liberal al
tratosféricas. Bentpam no incurrió en esa incongruencia. Fue más ámbito de la dominación. También en Utopía habrá personas que
sinceramente utópico y no se resignó a que la represión se apar- obliguen a otras a hacer lo que no desean. Pero las personas so-
tara de los ideales liberales. metidas tratarán con sus vigilantes l'll un e11lorno libre de fricción
El proyecto al que más tiempo, dinero y energía dedicó fue el comunitaria.
panóptico. Se trata de un diseño arquitectónico y organizativo El panóptico es el modelo de bs relaciones de poder interna-
aplicable a cualquier institución donde sea necesaria la vigilancia: cionales en la modernidad. Nadie puede ser tan ingenuo como
una escuela, un hospital, un cuartel militar, una fábrica y, sobre para pensar que las relaciones entre Occidente y los países peri-
todo, una cárcel. El panóptico es una construcción circular. Las féricos están basadas en la cordialidad, que la estratificación mun-
personas supervisadas habitan celdas individuales dispuestas a lo dial es el resultado justo de una competición comercial dominada
largo de la circunferencia del edificio, mientras los vigilantes ocu- por el juego limpio. Pero es una dominaciún sutil y barata para los
pan un torreón de vigilancia ubicado en su centro. Una serie de ganadores. Como en el panóptico, no se basa en una presencia
dispositivos constructivos -juegos de distintas alturas, pasillos intrusiva y permanente de los vigilantes, ~inu l1l<Ís bien en la ex-
de vigilancia, celosías, sistemas de contraluz, tubos de comunica- posición total al castigo de los mercados, las instituciones finan-
ción ... - permiten que los guardianes observen a los prisioneros cieras internacionales y los acuerdos políticos. Por supuesto, nin-
sin ser vistos. guna potencia ha renunciado a la apertura de mercados ]itl'ralmente
En la segunda mitad del siglo xvm, cuando escribe Bentham, a cañonazos, desde la Guerra del Opio a Irak, pero es una alterna-
el debate en torno a las prisiones ocupaba un Jugar relevante en tiva económica y políticamente cara e incluso considerada poco

261 27
1
honorable. Seguramente \Vashington ha causado más muertos una fortuna personal equivalente al PIB de un país1 de tamaño
fomentando los intereses comerciales estadounidenses que Roma mediano.
en su expansión imperial, pero los prisioneros de guerra esta- La utopía panóptica también ha fracasado. Este desastre ha
dou nidenscs <ll,lban en l·<írcelc~ v cent ros de tortura secretos y dado lugar al tercer mundo tal y corno lo conocemos. En Jos paí-
110 crucificados a lo largo de la Ruta 66. La represión extrema se ses pobres las sociedades tradicionales no han desaparecido sin
reserva para aquellos casos en los que un país se atreve a romper más dando paso a meros flujos de intercambio desigual y colonia-
las reglas del panóptico internacional, corno fue el caso de Gua- lismo económico. Más bien se ha producido un retorno del co-
temala, España, Chile, Argentina, Brasil, Indonesia, Haití, Arge- munitarismo reprimido de una violencia aterradora. La destruc-
lia, Nicaragua y un largo etcétera que llega hasta el Paraguay ción de las sociedades neolíticas no ha eliminado la fricción
con temporáneo. social, más bien la ha corrompido transformándola en miseria,
' La utopía del libre mercado ha fracasado. Este desastre ha dado violencia, desesperación, fanatismo y enfermedad. «En Uganda,
lugar a suct.'si\·as crisis cs¡wculali\as cada vez mús destructivas. Es el Ejército de Resistencia del Sef1or, cuyo objetivo declarado es
, u 11 resultado tediosarnentc previsible cuando la ·búsqueda del be- gobernar el país según los Diez Mandamientos, recluta sus efec-
neficio privado se antepone a cualquier límite político. Un sistema tivos a base de rodear escuelas apartadas y prenderles fuego. A los
económico basado en un arrogante desprecio por las condiciones niños que consiguen escapar de las llamas se les da la opción de
materiales y sociales de la subsistencia humana está condenado a alistarse o morir de un tiro. El siguiente requisito para quienes se
caer en un proceso autodestructivo cuya única finalidad es tratar alistan es cometer una atrocidad en su barrio o aldea natal, como
i11 fructuosamente de reproducirse. por ejemplo violar a una anciana, para que les resulte mucho más
La fortuna de Carlos Slirn, Amancio Ortega, Rill Gates o Wa- difícil volver a su hogar.» 9
rrcn Buffett es puramc'nk \'irtual, L'S una entelequia, nadie puede Un amigo de Medellín me contaba que la disminución del
convertir en efectivo esa cantidad de dinero. Su riqueza es en sí enfrentamiento político en Colombia no ha reducido gran cosa
misma un bien suntuario. El palcocapitalismo se caracterizó por la violencia urbana entre las clases populares, pero la ha trans-
una ingenua c11ltura de la ostentación que hoy nos resulta 'casi formado. Ahora los asesinatos corren a cargo de combos, pan-
c11tra1iablc. Fn una cena celebrada en Nueva York a finales del dillas de jóvenes que pelean por territorios devastados en las
siglo xrx, «los comensales se encontraron con una mesa llena de comunas más pobres de la ciudad. La afición de los miembros
arena y, delante de cada asiento, una pequeña pala de las que se de los combos a los vídeos musicales de rap y a la cultura tele-
utilizaban para buscar oro; al recibir una determinada sei"ial, em- visiva estadounidense está teniendo consecuencias fatales. Pa-
pezaron a cavar para encrn1lrar diamantes y otras piedras precio- rece ser que se producen muchas víctimas colaterales por la cos-
sas previamente enterradas. En otra tiesta, varias docenas de ca- tumbre de los pandilleros de imitar a los gángsteres de la televisión
ballos con los cascos debidamente protegidos entraron en el salón y disparar sus armas de lado. El resultado es que las pistolas se
de h<lilc <.k Sht'IT)'\, un inmenso y lujoso restaurante, y se pasea- descontrolan haciendo un barrido horizontal e impactando en
ron entre la~ mesas para que los invitados, vestidos de vaqueros, un área muy amplia. Pier Paolo Pasolini pensaba que el consu-
pudieran disfrutar del novedoso y sublime mente inútil placer de mismo tiene efectos sociales destructores, Hoy es algo más que
cenar en un salún neoyorquino a lomos de un caballo».~ Estas una metáfora.
extravagancias l1alidcce11 frcntl' ,11 asombroso afán por amasar

9 Paul Collier, El club de la miseria, Madrid, Turner, p. 59.


'¡;¡IJ J\1'·"11i. { 111/ ¡,,, ''" ¡,¡,¡""" ,¡, /,¡ 1•i,/,1 ¡11i1·,1d11, B.m:clon,1, !Ul1\, 2012, p. 296. 2007,

¿g 29
La contrahistoria Existe una amplia contrahistoria de la sociedad moderna que
circula entre las distopías liberal y panúptica. No son restos anti-
cuados que estemos obligados a dejar en la cuneta. Es más, tal vez
A pesar de todo, el capitalismo histórico es una realidad mucho haya en esas experiencias depósitos de posibilidades que nos se-
más compleja y contradictoria de lo que casi siempre nos ima- ñalen potencialidades inadvertidas de nuestro presente. De este
ginarnos. Se calcula que ochocientos millones de personas en envés de nuestro tiempo forman parte los proyectos políticos que
todo el mundo participan en cooperativas que dan empleo a más han buscado la emancipación social.
de cien millones de trabajadores. Según la ONU, algún miembro El socialismo, el anarquismo, el comunismo o los movimientos
de la mitad de los hogares finlandeses y de un tercio de los japo- autónomos se propusieron romper la heteronomía capitalista e
neses participa en cooperativas. El 45% del PIB de Kenia y el 22% instituir un espacio público donde fuera posible, al menos en
de Nueva Zelanda se puede atribuir a cooperativas. De las coo- principio, gobernar nuestras vidas. Pese a lo que a menudo se dice,
perativas depende el 80% de la leche noruega, el 71 % de la pes- su programa era implacablemente modesto. Hay un poema titu-
ca coreana, el 55% del mercado minorista en Singapur, el 40% lado «El comunismo es el término medio» donde Bertolt Brecht
de la agricultura brasilef1a o el 24'Yo del sector de la salud en rechaza las acusaciones de radicalismo. Lo radical es el capitalis-
<¡=olornbia, por citar sólo algunos ejemplos. Por otro lado, va- mo, que ha subvertido cualquier límite material, moral o ecológi-
*ºs millones de personas permanecen al margen de la econo- co. Walter Benjarnin completaba esta idea con una reconsidera-
tjnía de mercado, incluso hay mucha gente que aún vive de la ción del papel de la revolución social: «Marx dice que las
caza y la recolección. revoluciones son la locomotora de la historia mundial. Pero tal
Pensamos que las empresas transnacionales son todopodero- vez se trata de algo por compldo diferente. Tal \'ez las revolucio-
sas, pero la verdad es que, en comparación con los grandes esta- nes son el manotazo hacia el freno de emergencia que da el género
dos, son pequeñas. La especulación financiera mueve cantidades humano que viaja en ese tren».
de dinero siderales porque se trata de cifras imaginarias. Pero por Los anticapitalistas entendit'ron que, en realidad, los grandes
lo que toca a la economía real, ninguna empresa se acerca ni re- dramas de nl,lestra era -la desigualdad material y s·ocial, la inesta-
motamente a lbs ingresos fiscales de los países más ricos del mun- bilidad económica, el racismo o el patriarcado- son cuestiones
do. Más del diez por ciento del empleo mundial se concentra en sencillas de resolver con unos pt·que11os ajustes: apenas un cambio
los servicios públicos. Por ejemplo, el número de contratados en la propiedad de los medios de producción y algo de ilustración.
en todo el mundo del mayor empleador privado, Wal-Mart, ape- El magnificar estos problemillas hasta conwrtirlos en una distopía
nas supera a la mitad de los funcionarios públicos alemanes. A planetaria ha condenado a la modernidad a no poder hacerse cargo
nivel global, la economía familiar de subsistencia sigue teniendo de dilemas de mucho mayor alcance, como las fuentes de la reali-
una enorme importancia. Sólo la mitad de la población activa zación personal, el odio y la humillaciún o la posibilidad de una
mundial se encuentra en una relaciún empleador-empleado: «Sin fraternidad no opresora. Los rc\'olucionarios ~\l)L'nas aspiraron a
contar con el capitalismo de Estado, un fenómeno importante en alimentar, educar y llevar la democracia radical a la totalidad de la
China, no más del 40% de la fuerza de trabajo global está impli- población mundial. Algo aparentemente factible y deseable dado
cado directamente en una relación capital-trabajo»."' nuestro nivel de desarrollo tecnológico y político. Justamente eso
es lo que hace que ese proyecto resulte tan estremecedor. Porque se
10
Goran Therborn, El mundu. Una guía para principiu11tes, Madrid, Alianza, puede plantear al revés: alimentar a Ja poblaL-iún mundial nos obliga
2012, p. 242. a destruir el mundo tal y como lo conocernos.

30 31
Aunque, para ser honestos, es cierto que las propuestas de Observó que, de vez en cuando, los trabajadores se levantaban
emancipación nunca renunciaron a una tesis más ambiciosa y para ir de un lugar de trabajo a otro: una costurera se unía a la
11eta111ente utópica. Todas cl!as, sin excepción, celebraron la desapa- sección de disell.o, un maquinista se convertía en un artesano, un
rición de las viejas cadenas comunitarias de las sociedades tradi- contable cogía un par de tijeras, y así sucesivamente. Chi~as jó-
cionales que limitaban la libertad individual y ensalzaban la venes, altas, ágiles, elegantes y asombrosamente atractivas, y
autoridad y la superstición. Pero, al mismo tiempo, denostaron el hombres bronceados, musculosos y atléticos, caminaban de ma-
individualismo moderno, el declive de la solidaridad y la apari- nera sensual de una punta a otra de la plataforma más alta, ves-
ción de sociedades de masas unidas por vínculos extremadamente tidos con la ropa que se había creado aquel día. Miles de ojos se
débiles. En ese sentido, propusieron una rehabilitación de la co- alzaban continuamente para observarles. De este modo se resol-
rnu 11 idad sohrc h<1scs 110 tradicion<1lcs. Intentaron conjugar la li- vía la enajenación hacia el producto del trabajo. Con solo mirar
bertad individual característica de las sociedades ilustradas con hacia el cielo, los trabajadores podían contemplar, en cualquier
un vínculo social sólido y que contribuyera a la realización per- momento, el producto final de su trabajo colectivo. 11
so11<1l conjunte\. Por cxpres<trlt\ en tt'.'rminos contemporúneos, tra-
taron de proponer una alternativa tanto a la atomización indivi- Aunque las parodias hayan sido injustas, es cierto que la con-
dualista del consumismo postmoderno como al retorno cepción típica del vínculo social revolucionario es una de las prin-
rcac~:ionario a las sociedades tradicionales en forma de pobreza y cipales y más razonables fuentes de rechazo de las políticas anta-
fanatismo. gonistas por parte de los ciudadanos de las democracias
El resultado no fue muy apetecible, la verdad. El hombre nuevo occidentales contemporáneas. Las propuestas políticas que con-
socialista pretendía ser una amalp1111a de virtudes burguesas y recias fían en la aparición de nuevas formas de sociabilidad despiertan
t rad 1cio11cs populares. Las rel<lL·iolll'S personales de dependencia ha- desasosiego incluso entre sus partidarios. Es como si estas inicia-
bían quedado sustituidas por una solidaridad objetiva. A juzgar por tivas no se plantearan completamente en serio, como si sólo exis-
id propaganda sm·it'lica, cl 1rnc\·o sukto postcapitalista era un vigo- tieran porque quienes las defienden saben que no van a tener la
roso cóctel de entusiasmo enfcrrniw por las grandes obras de inge- oportunidad real de poner en práctica sus ideas. No vemos claro
, nicría, sumisión a la autoridad burocrática y un carácter gregario a por qué demonios vamos a dejar de ser individualistas, egoístas,
caballo entre un lemming y el cc1pitán de un equipo de fútbol. desconfiados e insolidarios.
Este único aspecto utópico ha sido permanentemente ridiculi- Ésta ha dejado de ser una cuestión arqueológica relacionada
1ado por ¡wrsonas que, en L·ambio, hablan de la capacidad de los con las aspiraciones de los movimientos políticos antagonistas del
parlamentos para encarnar la voluntad popular como si fuera una siglo xx. En realidad, ocupa una posición central en el horizonte
variable física que podemos medir con representómetros. El viaje ideológico contemporáneo. La postmodernidad ha acelerado el
del ¡m~fÍ'sor ( .'ilritnt es una div('rtida nm'l'la utúpica de Steven Lukes movimiento de destrucción de los vínculos sociales tradicionales
que, un poco a la manera de S\\'íh o Voltaire, explora las teorías haciendo saltar por los aires la continuidad de las carreras labo-
políticas cnnlt'mpodncas. El protagonista, Nicholas Caritat, realiza rales, las relaciones afectivas y familiares o las lealtades políticas.
, 1111 accidentado periplo por distintos países donde se han estable- A cambio, nos ofrece una alternativa basada en lo que se supone
cido hasta sus últimas consecuencias las doctrinas comunitaristas, que son nuevas formas de sociabilidad: una creciente red de
liberales, utilitaristas o autoritaria:,. Significativamente, Caritat sólo
' Yisita Proletariat, la utopía socialista, en el transcurso de un sueflo.
1\sí es una fabrica de ropa en Prolctariat: 11
Steven Lukes, El viaje del profesor Cr?ritat, Barcelona, Tusquets, 2001, p. 208.

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contactos entre sujetos frágiles, nodos tenues pero tupidos, co- los geeks lo dan falsamente por resuelto en términos ideológicos.
nectados con la ayuda de una aparatosa ortopedia tecnológica. Ya no hace falta la utopía del hombre nuevo, basta con descargar
Cada vez es más habitual describir las relaciones personales y un gestor de torrents. Es como si los problemas de un proyecto
las dinámicas cblectivas mediante analogías con el tipo de contac- se reflejaran invertidos en el otro. Recuerd<l un poco a la defini-
to que se establece en las redes de comunicaciones. Acontecimien- ción de relación heterosexual que alguien daba en Sm11my y Rossie
tos políticos, económicos o demográficos, creaciones culturales o se lo montan, la película de Stephen hears: «cuando la mujer
vínculos familiares, experiencias afectivas o estéticas ... Incluso intenta correrse, y no puede, y el hombre intenta no correrse, y
allí donde Internet y las herramientas digitales no desempeñan no puede».
un papel relevante, hablamos de redes y conexiones. La fraternidad de las tradiciones cmancipatorias sería el resul-
No nos sentimos interpelados por el doble fracaso del hiper- tado de la superación lenta y tormt'ntosa de algunos de los pro-
capitalismo y el tercer mundo porque nuestras sociedades se pien- blemas materiales, sociales y pol1tiLlh de la modernidad. El futu-
san a sí mismas corno un entorno reticular al mismo tiempo sutil rismo contemporáneo invierte Ja fórmula. La revolución digital
y denso, con vínculos sociales cuya fragilidad queda compensada aspira a disolver los problemas L'L-u11ó111i~th dd libre merLado pri-
por su abundancia. Internet habría hecho realidad así la utopía vilegiando nuevas relaciones comerciales basadas en el conoci-
sociológica del comunismo: un delicado equilibrio de libertad in- miento, la creatividad y la conectividad. También borrarú de un
dividual y calidez comunitaria, o al menos el sucedáneo que nos plumazo el desastre del panóptico global. Los paises atrasados
puedan proporcionar Facebook y Google+. Los filósofos del siglo romperán con sus ciclos de miseria y dependencia comercial. Mu-
XVII empleaban la analogía del reloj para describir el entorno na- chos africanos utilizan hoy dispositivos avanzados de telefonía
tural y la subjetividad humana. Hoy los científicos sociales utili- móvil sin haber pasado antes por el ordenador pcrso11al. Del mis-
zan la metáfora de la red para explicar toda clase de relaciones, mo modo, los países más desfavorecidos se saltarán etapas del
estén mediadas por la tecnología digital o no: las migraciones, el desarrollo y accederán a la economía libre de fricción sin tener
trabajo, el sexo, la cultura, la familia ... que atravesar el purgatorio industrial. India pasad directamente
Creo que son analogías bastante pobres, que limitan nuestra del campesinado expropiado, aún marcado por el sistema de las
capacidad para entender procesos histórícos de largo recorrido. castas, a una sociedad igualitaria de programadores, ingenieros,
Pero lo realmente interesante es pensar cómo afecta esa transfor- hackers y comunity managers. Egipto, de las dictaduras tercer-
mación de la comprensión de las relaciones sociales a nuestra as- mundistas protegidas por Occidenll' a la cilwrdenwcracia más
piración a vivir en un mundo más justo y menos alienado y a lo avanzada ... Y todo ello sin guillotinas ni palacios de invierno, sin
que creemos que debemos hacer para conseguirlo. En definitiva, economía de guerra ni sustitución de las importaciones, sin mi-
pienso que el fetichismo de las redes de comunicación ha impac- siones de alfabetización ni campaüas de vacunación ... Sencilla-
tado profundamente en nuestras expectativas políticas: básica- mente dejando hacer ya no al mercado sin mús, sino a su versión
mente, las ha reducido. mejorada y evolucionada: las interacciones digitales.
El socialismo aplazaba la construcción del nuevo vínculo so- Creo que este ,ciberutopismo es, en esencia, una forma de au-
cial al futuro. Sería el resultado de nuestra imaginación política e toengaño. Nos impide entender qut' las principales limitaciones a
inmensas conmociones sociales. La postmodernidad nos asegura la solidaridad y la fraternidad son la desigualdad y la mercantili-
que ese futuro ya está aquí, la única decisión que hay que tornar zación. No obs,tante, tampoco tengo grandes problemas en acep-
para disfrutarlo es elegir entre Android o iPhone. Lo que la tradi- tar que el programa emancipatoriu clásico --el del socialismo, el
ción revolucionaria había resuelto falsamente en términos utópicos, comunismo y el anarquismo- ha muerto, al menos en su literalidad.

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No porque sus reivindicaciones carezcan hoy de sentido o hayan A continuación, daré un salto retrospectivo para examinar algunas
sido realizadas. Más hien al contrario. Lo que ocurre es que la cuestiones que las propuestas anticapitalistas tradicionales se deja-
igualdad y la libertad son asuntn~ demasiado urgentes e impor- ron en el tintero. El objetivo es producir una especie de choque
tantes como para dejarlos en manos de proyectos en los que muy donde se desfetichice la ideología futurista contemporánea y apa-
poca gente se reconoce. Una sociedad que se piensa a sí misma rezcan posibilidades pasadas enterradas. Tal vez así surja alguna
como una red no es la misma que una que no lo hace. Por eso la clase de utilidad pragmática.
crítica del cibcrutopismo delwria conducir a una reformulación En el peor de los casos, creo que contraponer la utopía comu-
de Jos programas de transformación política procedentes del pa- nista y la ideología de la comunidad reticular ayuda a comprender
"'1do y a un rcpla11tcamicnto de sus propuestas de refundación de algo de la naturaleza del vínculo social en la postmodernidad.
la solidaridad social. Básicamente, pienso que Internet no es un sofisticado laboratorio
Toda esta efervesce1,Kia social digital es, en el fondo, suntuaria, donde se está experimentando con delicadas cepas de comunidad
deL-orativa. Es inútil p1.1ra lo que ck·hcría servir la vida en común: futura. Más bien es un zoológico en ruinas donde se conservan
cuidar los unos de los otros. Y otro tanto ocurre con el igualita- deslustrados los viejos problemas que aún nos acosan, aunque
rismo 2.0, esa sensación de que en las redes las diferencias sociales prefiramos no verlos.
se difuminan. La democracia radical no es un servicio universal
de atención al cliente. Tiene algo de locura, si uno se para a pen-
sarlo. Significa que el majadero ese del Porsche Cayenne, la tía que
suelta a un par de pitbulls en un parque lleno de nií'íos o los poli-
goneros del centro comercial tienen el mismo derecho a.interve-
nir en la vida pública que tú. La izquierda histórica supo procesar
esa idea escandalosa para que resultara factible y deseable para la
mayoría. No creo que ese proyecto se pueda recuperar sin más
pero, desde luego, tenemos que reemplazarlo por programas an-
ticlitistas ambiciosos que, ,1demús, afronten sin tapujos el callejón
sin salida sociológico de la izquierda: la búsqueda de una estruc-
tura consistente y viable de compromiso con los demás compati-
ble con la autonomía individual y la realización personal.
Fn resumen, creo que las sociedades complejas e ilustradas
disponen de las materias primas necesarias para afrontar la de-
mocratización, la igualdad, la libertad y la solidaridad sin caer
en el colectivismo reaccionario o en la quimei-a del hombre nue-
vo socialista. Pero la ideología de la red es un obstáculo insalva-
ble para ello.

En los siguientes capítulos exploraré, en primer lugar, el ciberu-


topismo contempodnco, con una especial atención a aquellos de
sus aspectos que se consideran mús avanzados políticamente.

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Ciberfetichismo

E l determinismo tecnológico, en especial el marxista, tiene


mala prensa. Al menos si la tecnología en cuestión es gra-
sienta, humeante, pesada y, en general, analógica. Durante mucho
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tiempo, las explicaciones del cambio social que tenían en cuenta


como un factor crucial la ciencia aplicada fueron consideradas
poco sofisticadas y unicausales (algo malo, al parecer). Hoy el
determinismo tecnológico ha renacido con una fuerza brutal pero
restringido a las tecnologías de la información y la comunicación.
Nadie está dispuesto a admitir que los avances en los motores de
turbo inyección producen transformaciones sociales relevantes
-aunque, de hecho, seguramente lo hagan-. En cambio, a juzgar
por su impacto en los medios de comunicación, una renovación
del timeline de Twitter parece la nueva revolución neolítica. La
única solución que nuestros gobernantes nos ofrecen ante el abis-
mo económico al que nos enfrentamos es animarnos a repetir el
mantra de la «economía del conocimiento», un bálsamo de Fie-
rabrás capaz de remediar desde el paro estructural hasta el ham-
bre en el mundo pasando por la contaminación.
En realidad, un cierto grado de determinismo tecnológico es
no sólo plausible sino inevitable, al menos para quienes conside-
ran que las ciencias humanas deben preocuparse también por el
descubrimiento de las causas que explican los fenómenos sociales
observables y no exclusivamente por su interpretación literaria.
Lo que ocurre es que en sociología o en historia se utiliza el
concepto de «causa» con mucha más laxitud que en ciencias na-
turales, donde es prücticamentc ~inónimo de regularidades uni-
versales y matematizables.

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Las ciencias fí~icas han fijado en nuestro imaginario una con- sociales duraderas. Por ejemplo, en las sociedades de cazadores-
cepción de las causas como dispositivos disparadores de efectos recolectores el esclavismo no desernpet1a un papel relevante. La
que se pueden rastrear con precisión: típicamente, un cuerpo que razón no es la bondad de cora1<>11 de las sociedades preneolíticas,
golpea a otro y altera su trayectoria. Pero la historia y las ciencias sino que en un contexto de bajo desarrollo tecnológico no se pro-
sociales manejan modelos causales no tanto complejos como con- ducen excedentes significativos. Es necesario el trabajo de todos
fusos, exactamente igual que en nuestro día a día, donde sencilla- los miembros de la comunidad para garantizar su subsistencia. De
mente no somos capaces de establecer líneas explicativas exhaus- modo que los esclavos no estarían en condiciones de liberar a sus
tivas. En nuestras prácticas cognitivas cotidianas a menudo amos del trabajo y, en cambio, contribuirían a la disminucil'lll de
llamamos causas más bien a los sistemas de relaciones persistentes los recursos naturales disponibles.
que ofrecen una mayor resistencia relativa al cambio. En general, hay razones para pensar que el desarrollo tecnoló-
Las causas, en este sentido amplio, son aquello que limita el aba- gico mantiene una correlación positiva con el aumento de la
nico de posibilidades y no tanto lo que provoca un efecto bien de- desigualdad material a lo largo de la historia. Pero esta clase de
finido. Solemos identificar las causas con la capacidad de un sistema tesis es de una enorme vaguedad, casi de sentido común. En los
de acontecimientos -o lo que tomamos por tal- para resistir a las años cincuenta, el economista Simon Kuznets intentó convertirlas
transformaciones. Por ejemplo, cuando decimos que la educación en una teoría sofisticada y empíricamente fundada. Décadas de
recibida influye mucho en la forma de ser de una persona, no iden- intentos de verificación cada vez más complejos han producido
tificamos una cadena causal precisa, más bien seflalamos un con- un resultado asombrosamente pobre: el desarrollo tecnológico es
j4nto de hábitos que los padres transmiten a sus hijos y que perse- compatible con una mayor igualdad en aquellas sociedades com-
v~ra a lo largo de los distintos avatares de la vida. Del mismo modo, prometidas con la redistribución económica y el igualitarismo.
i4entificar las causas de la crisis económica es seflalar por qué se Un asunto mucho más concreto y completamente diferente es
produjo a pesar de los enormes esfuerzos en sentido contrario de qué cabe esperar políticamente de la tecnología. El progreso tec-
una gran cantidad de personas e instituciones. nológico ha sido un compai1ero de viaje de las esperanzas utópicas
La ciencia útil es, en principio, un lugar razonable para buscar modernas. Cuando Lenin dijo que el socialismo era los soviets más
esta clase de causas. La tecnología de la que disponemos condiciona la electricidad estaba expresando una idea profundamente asenta-
nuestras relaciones persistentes con nuestro medio y nuestra orga- da, y no sólo entre la izquierda política. En los a1\os treinta del siglo
nización social. Además, la tecnología es menos dúctil al cambio pasado Le Corbusier propuso demoler la totalidad del centro his-
social que otrosi fenómenos. Aunque se pueden hacer mil matices tórico de París, apenas unas décadas después de que el Barón
-y los constructivistas se han especializado en ello-, en principio Haussman lo hiciera por primera vez. Sus argumentos eran tanto
parece razonable pensar que cambiar la legislación que regula las técnicos como poéticos: «Para crear las entidades arquitectónicas
fábricas de motores de explosión es más sencillo que transformar orgánicas de los tiempos moderno~ es prcl-iso volver a dividir el
los propios motores de explosión. suelo, liberarlo y que quede disponible. Disponible para la realiza-
No obstante, esta clase de atribuciones causales basadas en la ción de las grandes obras de la civilización de la máquina».'
persistencia no proporcionan en sí mismas ninguna información A través de numerosas escuelas y reformulaciones, este ideario
sobre la manera en que la tecnología influye, si es que lo hace, sobre ha penetrado en la práctica totalidad de la muy·intlu~'ente ideolo-
otras relaciones sociales más que de un modo extremadamente gía arquitectónica contemporánea. Muchos arl1uitectos se sienten
general. Estamos bastante seguros de que el nivel de desarrollo
tecnológico guarda una relación estrecha con algunas estructuras 'Le Corbusier, Aircru/t. Madrid, 1\liaLL1, l')'J;', ''· l\!'.J.

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capacitados para practicar una ingeniería social tan ingenua como necesiten cambios políticos importantes para maximizar la utilidad
ineficaz, en ocasiones de forma amigable y bienintencionada social de la tecnología. Al revés, la tecnología contemporánea sería
-adaptándose a las comunidades locales tal y corno ellos se las postpolítica, en el sentido de que rebasaría los mecanismos tradi-
imaginan desde sus sillas Cantilcver-, en otras agresiva, tratando cionales de organización de la esfera pública. En segundo lugar,
de forzar procesos sociales a gran escala. Lewis Mumford resumió considera que la tecnología es una fuente automática de transfor-
muy bien los límites de esta perspectiva: «Las adquisiciones de la maciones sociales liberadoras. Por eso, más que de determinismo
técnica jamás se registran automáticamente en la sociedad: requie- tecnológico, habría que hablar de fetichismo tecnológico o, dado
ren igualmente valiosas invenciones y adaptaciones en la política, que la mayor parte de esta ideología se desarrolla en el terreno de
y el irreflexivo húbito de atribuir a los perfeccionamientos mecá- las tecnologías de la comunicación, de ciberfetichismo.
nicos un papel directo como instrumentos de la cultura y de la La expresión «fetichismo de la mercancía» aparece en un breve
civilización pide a la máquina mús de lo que ésta puede dar». 2 pasaje al principio de El capital. Marx lo usa para explicar cómo en
La posición de Marx, en este ~entido, fue bastante compleja y el capitalismo la naturaleza de algunos procesos sociales muy im-
no exenta de contradicciones. Como es sabido, Marx otorgó un portantes sólo se muestra a través de sus efectos en el mercado, de
peso importante a la tecnología en el cambio histórico. Sin em- modo que tendemos a pensar como relaciones mercantiles entre
bargo, por lo que toca a la ernancipación socialista, la tecnología bienes y servicios lo que en realidad son relaciones entre personas.
descmpeí'1aha un papel puramente preparatorio. En el mercado nos interpretamos mutuamente a través de los bie-
La tesis marxista es, l'll rc,1lidad, bastante pesimista: sin avan- nes que vendernos y compramos. Eso es precisamente lo que hace
ce~ 111atcrialc~ susL11h:ialc~, no c'S posible ni siquiera plantearse la la ideología californiana,, ese amplio frente internetcentrista cuyos
liberación política. i\licntra~ la escasez siga dominando, la coope- cuarteles generales están en Sillicon Valley. Desde su punto de vis-
.raciún y el altruismo no tienen ninguna posibilidad. El socialismo ta, las relaciones entre los artefactos no sólo estarían sentando las
necesita un contexto de abundancia material. Ésa es la oportuni- bases materiales para una reorganización social más justa y prós-
dad que precisamente abre la revolución industrial. El capitalismo pera sino produciendo de hecho esas transformaciones sociales.
es una especiL' de periodo de \'entana para la emancipación que Los ciberfetichistas otorgan una gran importancia a la tecno-
hay que aprovechar antes de que se autodestruya. La idea es logía pero, a tenor de sus argumentos, su influencia emana mági-
que, a partir de cierto nivel de desarrollo de las fuerzas producti- camente de ella. Los ciberfetichistas no proporcionan ninguna
vas, tomar la dccisic'm política de hacer un uso eficaz e igualitario pista del modo concreto en que los cambios tecnológicos influyen
de la tecnología podría clausurar el enfrentamiento hobbesiano y en las estructuras sociales. Por eso la mayor parte de sus propues-
·abrir un nuevo espacio de relaciones políticas cordiales. La revo- tas tienen un carácter o muy ideológico -a veces explícitamente
lución social es ese proceso de decisión. En cambio, Marx no pre- en forma de manifiesto- o muy formal, centrado en cuestiones
vi<'1 que una vez inaugurado este nuevo escenario de autonomía, éticas o legales antes que en el poder efectivo y en las condiciones
la tecnología~
ju"ara
~
ningun papel especialmente' positivo en el materiales que permiten ejercerlo. De hecho, hace treinta años
fnmento de las relaciones sociales emancipadoras o en la supera- nadie hubiera podido imaginar que unos cuantos abogados de
ción de la alienación. Harvard se iban a convertir en un referente para los movimientos
El determinismo tecnológico contemporáneo plantea exacta- antagonistas y los ciudadanos críticos de todo el mundo.
mente lo contrario que Marx. En primer lugar, no considera que se Para ser justos, es cierto que en las últimas décadas el copyright
se ha convertido en un foco de conflictos que afectan crucialmeh-
' lcwis i\!umford, 'frrnirn y 1friliz<11 i1í11, \fadrid, Alianza, 2002, p, 236, te a la economía, las relaciones internacionales, el acceso a los

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recursos públicos o las libertades ciudadanas. Es una realidad más
lo que incrementó el poder de las empresas con una posición predo-
compleja de lo que los teóricos del capitalismo cognitivo dan a
minante. Entre las cornpaí1ías (jlll' mú:-, ' l ' be11dici;1ron de las p<llentes
entender. Seguramente existe alguna clase de relación conceptual
expropiadas están Du Pont, Kodak, Union Carbide, Genera] Chemi-
entre la biopiratería de Monsanto y los lobbys que presionan para
cal o Bakelite.
impedir el paso a dominio público de las películas de Hollywood.
Pero, a pesar de su importancia, t'stos procesos nunca alcanza-
Pero una comunidad campesina de Kerala y un aficionado nor-
ron el impacto económico y, sobre todo, Ja visibilidad pública y la
teamericano ~¡ cine clásico viven situaciones extremadamente
centralidad política que actualmente tienen. l-Iace sólo unos po-
distintas que nociones como inteligencia colectiva o general inte-
cos aí1os hubiera sonado absurda la idea de que una operación a
llect -un concepto que Marx emplea en los CJrundrisse- no re-
cogen en absoluto. gran escala del l;Bl contra la empresa lh:()/,dandesa de un excén-
trico millonario alemán acusado de delitos contra la propiedad
Es cierto, en cualquier caso, que hasta hace muy poco el co- intelectual llegaría a las portadas de los ¡1eriúdicos de medio mun-
pyright y las patentes formaban parte de un área oscura y poco
do y preocuparía sinceramente a miles de personas.
emocionante del derecho mercantil. En el pasado, ocasionalmente Algunos de Jos tecnólogos m<Í.s influventes de nuestro tiempo
llegaban a los medios de comunicación sonoros escándalos relacio- se ocupan de asuntos relacionado., Llln la prop'iedad intelectual.
nados con la propiedad intelectual, como la incautación masiva de Las cuestiones legales son el eje del debate tecnocientítico con-
partituras musicales piratas por parte de la policía inglesa. Y, por temporáneo, desplazando el interc;s por los dedos de la tecnolo-
supuesto, esta clase de cuestiones preocupó a las empresas y a los gía en la estructura social, en ]as relaciones de poder o sobre nues-
gobiernos. De hecho, la legislación y las estrategias comerciales re- tra identidad personal. En este contexto, las voces mús populares
lacionadas con la propiedad intelectual desempeñaron un papel y vehementes se han alineado con el cotwLimiento libre y frente
destacado en algunas de las batallas en las que se consolidó el capital a la industria del copyright.
monopolista y las relaciones internacionales del pasado siglo. El mundo corporativo ha perdido la batalla de la opinión pú-
Por ejemplo, a principios del siglo xx, cuando EE.UU. ya se había blica. Julian Assange ha sido portada de la revista Rolli11g Stone;
convertido en la principal potencia industrial, Alemania seguía · Lawrence Lessig ha aparecido en la :-,eric ¡:¡ alil ot'stc de In Casa-
ocupando una posición hegemónica en el campo estratégico Blanca; Justin Timberlake encarna a Sean Parker en La red social;
de la química aplicada. En 1912 el 98% de las patentes en el campo de Linus Tordvals ha inspirado personajes de superproducciones de
la química concedidas en EE.UU. correspondían a empresas alema- Hollywood y ha dado nombre a un melt'orito, y Richard Stallrnan
nas. Las cosas cambiaron durante la Primera Guerra Mundial. Según se ha convertido en un icono contracult ural. El resultado que ha
el relato de David Noble: «La guerra, con su necesidad sin preceden- cosechado la industria en términos de imagen es notablemente
tes de explosivos orgánicos y, por tanto, de una industria nacional más pobre. En la película Sout/1 J>t1rk un general ejecuta a Bill Ga-
independiente de Alemania, cambió esta situación espectacularmen- tes cuando se cuelga un ordenador equipado con \Nindows 98,
te. El gobierno de EE.UU.( ... ) se hizo con todas las patentes de pro- mientra's que en un capítulo reciente de la serie homónima, Steve
piedad alemana.( ... ) Se creó una fundación privada que custodiara Jobs aparecía retratado como un ivlengek de la era digital.
en fideicomiso las patentes y que concediera licencias a compañías Las batallas del copyright estún infiltrando los debates de Jos
americanas sin derechos exclusivos». 3 Entre 1917 y i926 se concedie- movimientos sociales en e] mundo analógico. Por ejemplo, uno
ron a empresas americanas más de setecientas patentes confiscadas, de los factores desencadenantes del i5M en España fue la campañ.a
en contra de la ll~mada Ley Sinde, que pretendía limitar las des-
3
David Noble, El diseño de América, Madrid, Ministerio de Trabajo, i987, p. 47 cargas de material con copyrig/1t en Internet. La reflexión sobre

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Jos bienes comunes y su relación con el mercado se remonta al forma inevitable, o incluso deseable, de división del trabajo en
menos a los escritos del joven I\1arx en la Rheinische Zeitung sobre una sociedad compleja.
la legislación contra el robo de ktia. Pero sólo recientemente ha Desde el punto de vista de la economía estándar, en una socie-
comenzado a dcsempefJ.ar un papel crucial en las explicaciones de dad mercantilizada hay una conexión causal -y no sólo moral-
las dinúrnicas centrales (kl cipitali.srno y en sus alkrnativas. Las entre la búsqueda del beneficio individual y la organización del
iniciativas copylcft han llamado la atención sobre los procesos de suministro de una parte importante de los bienes y servicios. Si
cxpropi<1ci<'m de los bienes comunes como una característica sis- no ganara dinero con ello, el panadero no tendría ninguna moti-
témica de las economías contemporúneas y no sólo de la etapa vación para atendernos cada mañana -ni tampoco el fabricante
heroica del industrialismo. de harina que se la suministra o el agricultor que cosecha el tri-
<:reo que llll es exagerado ,dírmar que los movimientos favo- go ... -, pero además tendría grandes dificultades para saber
rables al conocimiento libre estún modulando en parte las estra- cuánto pan y de qué tipo tiene que fabricar y, por tanto, cuánta
tegias de la izquit'l'da dirigidas a frenar la contrarrevolución harina necesita, etc.
neoliberal. No deja de ser paradójico porque muchas de esas En el caso de la propiedad intelectual contemporánea, las bon-
iniciativas relacionadas con la propil'dad intelectual tienen es- dades organizativas del mercado en un contexto de abundancia
~ asas afinidades con los prngra111,1s de emancipación política. digital resultan mucho más oscuras. Hay alguna gente convencida
1\lgunos de sus protagonistas, de hecho, se sienten cómodos en de que si los músicos de rock no contaran con la remotísima po-
un entorno mercantilizado y clasista. sibilidad de convertirse en multimillonarios, quemarí<fl sus gui-
La ra7.ón de que muchos activistas se interesen por las copywars tarras en una pira. Es más o menos lo mismo que pensar que si
es que es un terreno en el que parecen condensarse algunos de los desapareciera la lotería primitiva nos precipitaríamos en los abis-
problemas que los anÜcapitalistas llevan diagnosticando dos siglos. mos de la desesperación ante la perspectiva de una vida condena-
Vivimos en un sistema económico profundamente paradójico, que da a la mediocridad material. Pero, con independencia de si el
desarrolla increíbles posibilidadl's tecnológicas y sociales de las mercado es o no un acicate de la creación, es innegabl~ que la
que a menudo es incapaz de sacar partido. La sociedad moderna única barrera para que un archivo digital ya concluido e impere-
se ha especializado en convertir en problemas de proporciones cedero sea distribuido infinitamente a un coste cercano a cero es
sísmicas lo que, al menos intuitivamente, deberían ser soluciones. social, no material. Es algo que no ocurre con la mayor parte de
El desarrollo tecnológico genera paro o sobreocupación, en vez de los bienes y servicios producidos en el mercado.
tiempo libre; el aumento de la productividad produce crisis de so- Con los bienes digitales la relación entre la oferta y la demanda
breacumulación, en vez de abundancia; los medios de comunica- es mucho más compleja que en un contexto mercantil estándar.
cil'1n de masas alienación, L'l1 vez de ilustración ... Por un lado, es cierto que sólo la producción pasada es abundante:
En el úmbito del copyrigl1t resulta evidente tanto la tendencia la presente y futura sigue siendo escasa y costosa. Hay creadores
de las sociedades contempodncas a privatizar los beneficios y que esperan ser retribuidos o financiados y no quieren o no pue-
socializar las pl;rdidas como su.~ dilicultades para lidiar con un den ofrecer sus productos en otras condiciones. Pero, por otro
urntexto de abundancia rnateri<il cuya distribución no esté rncr- lado, en un contexto de abundancia potencial, es decir, cuando el
cantili1.ada. A nrncha gente le produce un razonable vértigo la precio no es una barrera para distribuir un bien ya creado, florecen
idea de acabar, por ejemplo, con el mercado laboral. Consideran los entramados simbólicos que transforman la conexión entre lo
,que hay algo en la natur~dc1a de las cosas y de las personas que que la gente espera y lo que los creadores pueden y desean ofrecer.
h<1cc que las relaciones cornpetiti\'a:-, en el mercado sean una Los factores estéticos, afectivos o políticos atraviesan la relación

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entre la oferta y la demanda con una intensidad impensable en el Jimbo Wales, el fundador de Wikipedia, e~ un anarcolibcral que cita
mercado. Afectan a la motivación de los creadores y les lleva a a Friedrich Hayek con frecuencia y soltura, al igual que el conocido
acometer proyectos que no emprenderían, gratuitamente o incluso hacker Erik S. Raymond. La razón de fondo es que se ha generali-
cobrando, en un contexto mercantil habitual. Desde la perspectiva zado una comprensión de Internet como la realización más acabada
económica convencional dedicar ingentes cantidades de esfuerzo del ideal de acción comunicativa habermasiano: individuos libres
y tiempo a, digamos, subtitular anónima y gratuitamente una os- interactuando sin lastres analógicos, de modo que su racionalidad
cura serie de animación japonesa es poco menos que irracional. común pueda emerger sin cortapisas.
Por eso, las cuestiones relacionadas con el copyright también tie- Creo que ambas ideas son básicamente erróneas. El copyright
nen una dimensión propositiva. En primer lugar, muchas personas es un terreno de lucha política, sin duda, pero de ningún modo
perciben que en las guerras del copyright está en juego el germen de proporciona una solución automática a los dilemas prácticos he-
una alternativa al callejón sin salida keynesiano de los años setenta. redados. Más bien los reproduce en un terreno, las redes de co-
Es decir, una tercera vía al dilema entre la burocracia estatal y la pri- municaciones, donde una mezcla de utopismo y fetichismo tiende
vatización. tos proyectos críticos con la industria del copyright a me- a invisibilizarlos.
nudo desarrollan estrategias cooperativas novedosas. Abundan las Las experiencias de desarrollo social basadas en alguna inno-
iniciativas con una fuerte dimensión altruista que requieren un bajo vación tecnológica se han estrellado repetidamente con la necesi-
nivel de centralización y fomentan procesos de coordinación emer- dad de superar constricciones procedentes tanto del mercado
gente. Muchas, además, no tienen objetivos comerciales ni cuentan como de la acción del Estado. Un caso destacado es el proyecto de
con la participación de instituciones formales. fabricación de un ordenador de cien dólares, impubado por Ni-
En segundo lugar, da la impresión de que el debate en torno al cholas Negroponte, cuyos resultados se vieron muy limitados por
copyright se desarrolla en un terreno ecuménico particularmente una paradigmática combinación de obstáculos comerciales e ins-
adecuado para que la izquierda supere sus propias limitaciones titucionales. La iniciativa, conocida como Onc Laptop Pcr Child
organizativas. Los conflictos de la propiedad intelectual parecen (OLPC), aspiraba a producir masivamente ordenadores portátiles
poner de acuerdo a personas procedentes de muy distintas tradi- a bajo coste específicamente disei1adus para ser utilizados por ni-
ciones ideológicas. Pero, al mismo tiempo, los puntos de consenso ños de países pobres.
-desmercantilización, altruismo, reciprocidad- tienen un fuer- Los prolegómen1J~ fueron exito~l>S. Ln táminos generales, el
te parecido de familia con el programa izquierdista clásico. prototipado tuvo buena acogida entre los especialistas. Los pro-
Al menos desde el Manifiesto comunista, el anticapitalismo ha blemas comenzaron a la hora de fabricar el ordenador. Negropon-
aspirado a la un1versalidad. El programa socialista era el de la clase te encontró en Shangai un fabricante dispuesto a producir el or-
trabajadora, pero sólo en cuanto portavoz de aspiraciones humanas denador con un precio final de cien dólares. Esta empresa realizó
básicas. Con los movimientos cooperativos de Internet, la izquierda inversiones para anticipar los pedidos iniciales esperados: unos
parece reencontrarse con una versión coa! y tecnológicamente siete millones en el primer aúo. Sin embargo, los encargos finales
avanzada de su propia tradición universalista. La autoconciencia de apenas llegaron al millón de aparatos. El fabricante cargó los gas-
la liberación podrían ser hoy los sans-iPhone que participan en pro- tos de amortización a los ordenadores producidos, lo que elevó
yectos cooperativos digitales como vanguardia ilustrada y compro- mucho su precio. Por otro lado, OLPC: 110 encontrú canales insti-
metida de intereses generales. Por primera vez en mucho tiempo, tucionales fiables -gobiernos y org<mizaciones educativas- que
los activistas comparten argumentos y proyectos con personas aje- adquirieran y distribuyeran los ordenadores a través de los pro-
nas a su tradición organizativa e incluso con opiniones antagónicas. gramas públicos apropiados.

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En resumen, era materialmente posible fabricar el ordenador el servidor de Psiphon y el cliente se establece una conexión se-
de cien dólares pero no con las estructuras comerciales habituales. gura y encriptada, que no puede ser interceptada. Es decir, no es
De hecho, se acepta habitualmente que el bum de los netbooks y una solución centralizada a la censura, sino una red distribuida,
'las tabletas es una consecuencia directa del proyecto OLPC, que colaborativa y copyleft. Parece la realización misma de la utopía
destapó un nicho de mercado inadvertido. Los fabricantes de net- cibernética. Sin embargo, los colaboradores occidentales de
,books sencillamente eliminaron del proyecto cualquier conside- Psiphon se encontraron con que una gran cantidad de personas
ración social y educativa e interpretaron en términos estrictamen- que solicitaban desde China y otros países con censura acceso a
te comerciales el proyecto de crear un ordenador poto potente Psiphon se dedicaba a buscar pornografía y cotilleos sobre cele-
pero pequeílo, barato y con mucha autonomía. Por otro lado,
pronto resultó evidente que el proyecto OLPC sólo se podría im-
brities, en vez de descargar informes de Amnistía Internacional.
Tal vez Internet sea la realización misma de la esfera pública, pero r
plementar con facilidad en países ricos con sistemas educativos entonces tendremos que aceptar que el objetivo de la sociedad
asentados, donde realmente no era necesario, o bien en los esca- civil es el porno casero y los vídeos de gatos. No es anecdótico. Las
sus países pobres que cuentan con una firme estructura institu- pruebas empíricas sugieren sistemáticamente que Internet limita
cional. No es casual que uno de los pocos lugares donde OLPC ha la cooperación y la crítica política, no las impulsa.
tenido un impacto notable haya sido Uruguay, un país con un
gobierno de izquierdas y una de las tradiciones educativas ~ás
s('ilidas de la región, con tasas de alfabetización cercanas al 100%.
Del mismo modo, la concepción dominante de Internet como
una plataforma privilegiada para la extensión de la democracia,
***
la participación y la cooperaciún se ha enfrentado reiteradamente
con la realidad, Los medios de comunicación y los expertos en Hace algún tiempo la revista satírica The Onion publicó el si-
telecomunicaciones están dispuestos a tergiversar los hechos tan- guiente titular: «Las drogas ganan la guerra contra la droga».
to como sea necesario a fin de reducir cualquier movimiento po- Algo así pasa con los intentos de la industria del copyright por
lítico antagonista al subproducto de las tecnologías de la comuni- mantener su poder de monopolio. La World Wide War en curso,
cación. La verdad es que el libre acceso a Internet no sólo no desde el cierre de Napster al de Megaupload, ha planteado con
conduce inmediatamente a la crítica política y a la intervención radicalidad un problema económico clásico, tanto para el mate-
ciudadana sino que, en todo caso, las mitiga. rialismo histórico como para las teorías de la destrucción crea-
En un estudio exhaustivo, Evgcny ;'v!orozov analiza, entre otros tiva que se remontan a Joseph Schurnpeter. La economía capita-
muchos, el caso de Psiphon, una herramienta informática copyleft lista mantiene una relación paradójica con el desarrollo :..
dcsMrolhda por el C:iti1c11 !.ah de la Universidad de Toronto para tecnológico. La innovación es una fuente crucial de ganancia f' ...
facilitar el acceso anónimo a Internet por parte de ciudadanos de pero, al mismo tiempo, tiene efectos destructivos sobre las fuen- ~J
2) __:
países en los que existe censura.' P~iphon convierte el ordenador tes de plusvalor consolidadas.
dt.' l<ls usuarins colaboradnrcs de los países libres de censura en La revolución digital es un ejemplo paradigmático. Básica-
un servidor proxy al que se conectan otros usuarios que viven mente ha tenido dos consecuencias irreconciliables. Por una
en países en los que el gobierno controh las comunicaciones. Entre parte, la liberación de los másteres ha convertido los productos
artísticos y culturales en bienes públicos, en el sentido que le dan
1
lxgem :'\ioro1m', !'!te :Y,·¡ {),·/11ssio11. '\uc'\ d York, Public Affairs, 2011, p. 7i, los economistas a la expresión. Por otra parte, la digitalización

52
53
ha incrementado la posibilidad de extraer beneficios de la pro- sobre propiedad intelectual abundan las convenciones con un po-
piedad intelectual a un coste muy bajo. A partir de cierto um- deroso aire de artificialidad. Lo que dotaba de sentido y hacía más
bral, el copyright es una fuente de ganancias especulativas, con o menos aceptables esas normativas era su objetivo, éste sí, mucho
una relación remota con la producción real. más intuitivo. Intentaban buscar un sistema de contrapesos lega-
Los bienes públicos no son necesariamente aquellos que sumi- les que equilibrara los intereses de los autores, los mediadores y el
<'
nistra el Estadq. Se caracterizan porque su uso por parte de las público. Esto implicaba, en esencia, la concesión de una cierta
personas que ya los disfrutan no se ve limitado por la aparición capacidad de monopolio a autores y productores. Pero era un mo-
de nuevos usuarios (en economistés: son «no rivales»). Otra ca- nopolio limitado y condicionado al íntert'.·s general.
racterística muy importante es que no es posible limitar su uso La configuración de los regímenes que regulan la propiedad
mediante mecanismos de mercado (son «no excluyentes»). Cual- intelectual en Occidente estuvo marcada por la decisión de con-
quiera puede disfrutarlos, con independencia de que haya contri- fiar al mercado una parte susta1H.:ial de la tarea de producir y di-
buido o no a su producción y, en consecuencia, sus costes no se fundir los bienes inmateriales, así como dc remunerar a los auto-
pueden sufragar poniéndoles un precio. res. El resultado es ambiguo. En electo, al menos cuantitativamente,
Los bienes públicos y la propiedad intelectual siempre se han la producción cultural del último siglo es inmensa. El precio a
mantenido en un equilibrio inestable. Las emisiones de la radio y pagar ha sido no sólo su mercantilizacíún, sino también sesgos
la televisión analógicas eran bienes públicos suministrados por bien conocidos de clase, de género y Lk etnia. Por ejemplo, el
entidades estatales o privadas. No había forma de limitar su acce- mundo vive desde hace décadas una hegemonía cultural anglo-
so técnicamente, cualquiera con un receptor podía sintonizarlos sajona abrumadora. Y eso por no hablar de los filtros ideológicos
sin agotarlos. Por otro lado, era imposible o muy difícil hacer en la difusión de la información.
pagar a los usuarios por su consumo. Un concierto de un músico La opción por el mercado tuvo mucho más que ver con la protec-
callejero tiene las mismas características, cualquier transeúnte ción de la mediación y la difusión privadas -es decir, con un com-
puede disfrutarlo y el artista no puede limitar el acceso a sus crea- promiso con la industria del copyright- que con la búsqueda de un
ciones cobrando una entrada. incentivo a la creación. Fue una elección deliberada, existían otras
J En cambio, hay otros productos basados en el copyright con ca- opciones razonables. A fin de cuentas, históricamente el mecenazgo
racterísticas muy distintas. Los discos y libros analógicos son típica- no mercantil no ha dado tan malos resultados. El ciclo de tragedias
mente rivales y excluyentes. Si yo estoy leyendo un ejemplar de Los clásicas griegas o las obras de arte renacentistas, sin ir más lejos.
hermanos Karamazov, es difícil que tú puedas usar el mismo volu- Además, en nuestro tiempo L'l l\lcrcado cultural no es hcgemó~
men simultáne<unente. Y para conseguir ese ejemplar debemos pasar nico. La música culta, por ejemplo, casi siempre ha sido promovida
por una tienda que limita su accesibilidad mediante un precio (o una por organizaciones con objetivos no comerciale~. En el campo edi-
biblioteca, pero ése es otro asunto). Sin embargo, incluso en estos torial, muchas instituciones sin ánimo de lucro han fomentado la
últimos casos, la propiedad intelectual planteaba importantes dile- publicación Q.e géneros que se consideran valiosos pero que no tie-
mas. Una grablición en un soporte analógico o una novela no son nen buena acogida comercial, corno el ensayo o la poesía. En algu-
bienes públicos pero, ¿y un poema o una melodía que algunas per- nos países las televisiones públicas se tlnancian mediante impuestos
sonas con las habilidades adecuadas pueden memorizar y repetir? directos a sus usuarios. Alguno~ muscos obtienL'll fondos mediante
No hay una respuesta sencilla a estas preguntas. La producción donativos voluntarios y, de modo mu y similar, los músicos cal leje-
inmaterial siempre ha sido un terreno movedizo en el que es com- ros pasan la gorra entre los viandantes ... Fs verosímil pensar que
plicado establecer fronteras precisas. Por eso en la legislación se podía haber desarrollado un sisll'ma de producción, difusión y

54 55
remuneraci<Ín cultural en el que el mercado desempeñara un papel En la versión canónica y respetable del capitalismo los produc-
marginal o, al menos, no central. Un ejemplo de esta línea de desa- tos financieros están pensados para anticipar futuras iniciativas
rrollo es el de la ciencia húsica, amparada por una amplia gama de productivas e inyectar liquidez en la economía. El derecho almo-
instituciones públicas y privadas: universidades, centros de inves- nopolio de la propiedad intelectual por parte de autores y difuso-
tigación, ejércitos, fundaciones, empresas ... res tiene una legitimidad análoga. Garantiza que una inversión
En cualquier caso, el .~istcma de remuneración tradicional de creativa -en términos de esfuerzo, tiempo, talento y dinero- no
la creaci<'m de 111úsi1.:a o cine basado en la explotación del copiado se verá menoscabada por actividades parasitarias. En ambos ca-
se ha desmoronado con los procesos de digitalización y la popu- sos, hace tiempo que la realidad de las economías occidentales ha
larizaci<ín de Internet. El incremento de dispositivos electrónicos invertido los términos iniciales del contrato social económico.
, de lectura <Wgur<l un ponTnir ~imilar para la industria editorial Según el Banco de Pagos Internacionales el importe total del con-
y la prensa escrita. Perseveran las formas de remuneración aso- junto de transacciones financieras representaba en 2007 setenta
ciadas a aquellos creadores i.:apaces de evitar, al menos durante veces el valor del PIB mundial. La actividad especulativa es la
algún tiempo, que sus producciones se conviertan en bienes pú- principal fuente de beneficios en el capitalismo occidental con-
blicos mediante el control del lumlw11re. Es el caso de los videojue- temporáneo y, del mismo modo, el derecho de monopolio del
gos o de las actuaciones e11 directo. Otros modelos de financiación copyright se ha desvinculado de sus objetivos originales para con-
teóricamente posibles, basados por ejemplo en la microdonación vertirse en un fin en sí mismo.
voluntaria, son por el momento muy minoritarios. Obviamente no se han roto todos los vínculos entre las finanzas
Paradójicamente, la crisis del sistema de difusión y remunera- y la economía real. Goldman Sachs, por ejemplo, obtiene beneficios
ción tradicional de la propiedad intelectual ha discurrido en pa- estratosféricos especulando en los mercados de derivados agrícolas.
ralL'!o a un incremento exponencial de los beneficios derivados Esas inversiones son posibles porque existe una industria agrícola
de la industria del copyr(¡;/1t y su impacto en los países del centro a gran escala con su correspondiente demanda. De modo análogo,
de la economía mundial. En las últimas décadas la propiedad in- la creación intelectual exitosa es un elemento necesario de la indus-
telci..~tual se '1<1 rnnwrtido en una piaa clave de la economía capi- tria del copyright en la era digital. Por el momento, no existen mer-
talista.· Lo.s tres sectores que mús divisas generan para EE.UU. cados culturales secundarios (aunque en 1997 David Bowie sacó a
----las industrias química, del entretenimiento y del software- se bolsa los derechos de sus canciones). Pero la fuente real de benefi-
'basan en algún tipo de protección o propiedad intelectual. Gene- cios basados en el copyright es la capacidad -tecnológica, comer-
ralmente se subraya la reln1..·i(lll de la propiedad intelectual con la cial y cultural- para vender mercancías cuyo coste marginal, a
i111Jovaciún tecnolúgica y sus co11sccuencias ttn el crecimiento partir de cierto umbral, tiende a cero. Los grandes monopolistas de
económico. Casi nunca, en cambio, se incide en la relación orgá- la propiedad intelectual pueden obtener beneficios casi sin gastos
nica entre el copyríg/it y la capacidad para obtener ganancias no productivos asociados. Al igual que los especuladores, la industria
productivas. Las mismas tecnologías que convierten algunas for- del copyright tiene en sus cuarteles generales una fábrica de papel
mas de propiedad intelectual en un bien público la transforman moneda. El precio de ese privilegio lo pagamos entre todos.
en una fuente de beneficios especulativos. Algunas de las razones de que toleremos esta extraña situación
son ideológicas. Tendemos a considerar el capitalismo financie-
ro extremo y las prácticas más especulativas de la industria del
' lgor Sádaba, Prapicd11d i11tclcct11n/. ¿Hirncs príblicos a mercancías privadas?, copyright como aberraciones que se recortan sobre la norma-
,\J,1drid, C~1taraL1, 2008, pp. S7 y SS.
lidad legítima de la sociedad del conocimiento. Muchísima

56
57
gente -incluidos no pocos científicos sociales heterodoxos- chinas donde se ensamblan. Sin embargo, desde otro punto Je
está convencida de que en las economías actuales la creación de vista, esa importancia del conocimiento en algunos de los nego-
valor se basa en las prácticas cognitivas inmateriales y eso supone cios más jugosos ha tenido como condición un proceso antagó-
una fractura significativa respecto a cualquier situación pasada. nico. En las últimas décadas el trabajo manufacturero clásico no
Las propias nociones de trabajo inmaterial o economía cogni- cualificado no ha disminuido sino <Jlll' ha aumentado mucho a
tiva son confusas. Agrupan bajo una misma etiqueta procesos escala global. Lo que explica, por ejemplo, que se puedan producir
muy heterogéneos. Es posible que el desarrollo de software requie- iPads a bajo precio y, en consecuencia, veJl(ler prnsivamente. En
ra importantes habilidades creativas, aunque no necesariamente palabras de Erik S. Reinert: «Los países especializados en la pro-
más que, por ejemplo, la ingeniería de principios del siglo xx. En ducción de nuevas tecnologías experimentan en general efectos
cambio, el trabajo de teleoperador, igualmente inmaterial, se pa- muy diferentes a los de los países consumidores o los que sumi-
rece bastante más al tipo de actividades típico de una cadena de nistran las materias primas necesarias para esa misma tecnología
montaje fordista. En realidad, la tecnología de la comunicación, ( ... ) La tecnología de la información da lugar a resultados muy
igual que la vieja maquinaria industrial, puede elevar o reducir la diferentes en el cuartel general de 1\I icrosoft, en Seattle, y en la
cualificación de los trabajadores. Algunas multinacionales de co- industria hotelera. En el negocio hotelero, como en el negocio
mida rápida utilizan terminales con símbolos e iconos que hacen editorial, el uso de la tecnología de la ínformación ha provocado
innecesario que sus empleados sepan leer o escribir. en toda Europa la caída de los m<írgenes de beneficio y ha incre-
Históricamente, la dificultad p;\ra lidiar económicamente con mentado las presiones a la baja sobrl' lm salari(~S».''
la esquiva naturaleza del trabajo intelectual creativo ha llevado a Por otro lado, no es posible establecer una distinción clara en-
buscar soluciones de compromiso que permitieran remunerarlo tre el trabajo inmaterial creati\'(l y el par<lsitario, cercano a las
y protegerlo sin enfangarse en disquisiciones infructuosas acerca prácticas especulativas. Seguramente en un extremo estará la in-
de la naturaleza precisa de la producción cognitiva. Por ejemplo, vención de una vacuna para una enfermedad intratable y en el
corno es difícil evaluar a priori qué investigaciones científicas van otro la biopiratería, pero entre 111cdia.~ se.' l'\ticndc.· un amplio re-
a resultar fructíferas, una de las formas que se han adoptado para pertorio de prácticas ambiguas, como el desarrollo de tecnologías
proteger la investigación ha sido vincularla a la docencia univer- con restricciones de acceso muy agresivas.
sitaria. Pagamos a los profesores universitarios por un trabajo vi- Dicho de otra forma, es imposible aislar la centralidad del co-
sible y controlable -como es la enseirnnza- y permitimos que nocimiento en las cadenas de valor contemporúneas de la división
dediquen una parte de su tiempo a la investigación de un modo del trabajo en un entorno de competencia internacional. La desigual-
mucho más libre. Algo parecido pasa en la economía general. Sin dad global no es una consecuencia end<'igena de la relación entre
duda, el trabajo cognitivo en sentido muy amplio tiene una gran tecnociencia y economía de mercado. Lo que determina quién
importancia, y su centralidad puede explicar en parte la distribu- gana qué en la economía cognitiva global es la lucha de clases, no
ción de los beneficios en las economías contemporáneas. Pero es una evaluación ciega en la revista Nuturc. Los teóricos de la socie-
mucho menos evidente en qué sentido es la fuente de esas ganan- dad del conocimiento nos transmiten la impresión de que anali-
cias más allá del hecho trivial de que, a veces, hace falta inventar zan una especie de tendencia natural de Lis sociedades capitalistas
e investigar para lanzar nuevos productos competitivos. más exitosas hacia la inmaterialidad angelical. En realidad, se tra-
La ubicación geográfica del trabajo inmaterial muy cualificado ta de una descripción sesgada de la estrategia política, económica
explica que el dinero procedente de las ventas de iPads se concen-
tre en algunas empresas californianas y no se quede en las fábricas 6 Erik S. Reinert, La globalización de l11 /"'l1rc:w, Harcc·lona, Crítica, 2007, p. 188.

59
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e incluso milit<ir que los ¡1aísl"\ del CL'ntro de la economía mundial con el objetivo de paliar sus crecientes dificultades para mantener
han desarrollado para someter a su periferia. los niveles de beneficio que habían tenido hasta entonces. La
Desde los aflos setenta del siglo xx, los países ricos han intenta- desaparición de las oportunidades de hacer dinero en la arena
do simultúneamente acaparar los procesos productivos de mayor productiva de la forma ortodoxa hace que otras prácticas empre~
valor añadido y aumentar sus ganancias especulativas. La protec- sariales peligrosas y potencialmente destructivas -como los mer-
ciún de la propiedad ,ii1tclectual conecta legalmente ambas dinámi- cados secundarios o la especulación monetaria- resulten mucho
cas. Las industrias que mayores beneficios generan dependen de más atractivas para gobiernos e inversores.
alguna clase de protección de la propiedad intelectual y los gobier- De modo análogo, la revolución digital ha convertido la especu-
nos se sienten muy predispuestos a proporcionar esa cobertura le- lación con la propiedad intelectual en un negocio muy rentable
gal. Al mismo tiempo, esas empresas utilizan sistemáticamente esa precisamente cuando los beneficios empresariales han dejado de
posicic'm ck predominanL·ia tec1rnl<'lgica con fines especulativos. ser el resultado inmediato de la producción de contenidos cultura-
Monsanto dispone de la tecnología y los recursos para hacer inves- les. Hoy todo el mundo coincide en que los soportes digitales eran
tigación biológica y, por eso, usa la protección de esa investigación una bomba de relojería para la industria del copyright. U.p vez que
como paraguas para la biopiratería. Hollywood tiene la capacidad se proporciona a los usuarios acceso al máster de un contenido, es
para inundar con sus productos al resto del mundo y, por eso, in- sólo cuestión de tiempo que empiece a difundirse por canales no
tenta evitar el paso a dominio público de sus películas. Microsoft o oficiales, mercantiles (como en la venta callejera de DVD piratas)
Apple (o, a menor escala, Oracle o Adobe) se han hecho con una o no (como en el p2p). Sin embargo, los primeros soportes digitales
¡10-;ici<',11 11w1wpoli<;ta qill' Je:, pcrrnill' cobrar precios usurarios por que se vendieron masivamente, los CD, parecían la gallinfl de los
sus productos. En 2013 salió a la luz que a un australiano le salía más huevos de oro. Permitieron a la industria del copyright vender mer-
barato volar a Estados Unidos y comprar allí la versión CS6 del cancías mucho más baratas de producir a un precio hasta un 300%
programa Photoshop, que adquirirlo directamente en Australia. mayor que los antiguos vinilos y casetes. Muchos de los productos
En los tratados internacionales que asociamos a la globaliza- más rentables estaban basados en repertorios ya amortizados. De
ción neoliberal ha ido ganando peso la propiedad intelectual. No repente, podías conseguir que personas que ya habían comprado
es un mero reconocimiento del auge de la economía cognitiva, en su momento los vinilos de Elvis o Dylan volvieran a adquirir el
sino una palanca legal para impulsar los beneficios especulativos, mismo producto en CD a un precio disparatadamente mayor.
es decir, aquellos que han permitido a los países occidentales Desde entonces, estas prácticas especulativas se han difuminado
mantener una posición de centralidad económica en un escenario por todo el sistema económico empotrándose en otras actividades:
geopolítico cada Vl'Z mús desfavorable para ellos. desde la televisión de pago a la venta de software pasando por los
Hay un paralelismo inquietante entre la evolución de la eco- operadores de telefonía. No es anecdótico que entidades de gestión
nomía del copyright y la del capitalismo financiero en las últimas de derechos de autor como la SGAE española hayan protagonizado
décadas. 1-listoricamenle, el auge de las prácticas especulativas a sonoros escándalos relacionados con su incursión en la especula-
menudo ha estado asociado a ciclos terminales de descenso de la ción inmobiliaria.7 Otro tanto ocurrió con la SIAE italiana, que se
tasa de hcncllcio. Dicho de otra m<lnera, la economía financiera vio muy afectada por la quiebra de Lehman Brothers.
entra en juego masivamente cuando pierde peso la producción
real como fuente de ganancI<l. La desregulación económica con- 7 David Aristegui, «Un ministerio de cultura en la sombra», en VV.AA., CT o la
temporúnea tiene su origen en las políticas que desde mediados Cutura de la Transición, Madrid, Debolsillo, 2012, pp. 57 y ss.; «Capitalismo de casino
de los <t11os ~l'tl'nta dcsarrnlhron las ('lites económica~ occidentales y derechos de autor», http://info.nodo50.org/Capitalismo-de-casino-y-derechos.html

(ÍQ
61
Un segundo modelo de explotación comercial exitosa de la pro- de deportivos o todoterrenos. Sin embargo, hay algunos límites
piedad intelectual digitalizada mediante su financiarización es el de imposibles de salvar porque tienen que ver con las condiciones
plataformas de distribución como Google, App Store, Amazon o que dan sentido a cierto tipo de creaciones. Un ejemplo analógico
eBay. El secreto de estas empresas es el tamaño. Mediante la caneen - meridiano aunque poco espectacular es la transformación recien-
tración extrema, estas compañías son capaces de extraer grandes can- te del negocio editorial. Aunque es difícil generalizar, el trabajo
tidades de dinero a partir de la acumulación de beneficios infinitesi- de las editoriales tradicionales -incluso de aquellas que produ-
males. No hay, en principio, nada ilegítimo en ello. Pero las cían enormes beneficios- tenía una índole bastante artesanal.
dimensiones de estas compañías les confieren una capacidad de in- Siempre han existido los bestsc/lcrs fugaces, pero las editoriales
fluencia desproporcionada que altera la oferta y la demanda cultura- también dedicaban un gran esfuerzo a la creación de públicos
les. No son meros mediadores neutros sino que transforman nuestras vinculados a autores y géneros súlidos. T1111poco se despreciaba
expectativas y la de los productores. Por eso hay un intenso parale- la producción de obras con ventas moderadas pero muy sosteni-
lismo entre estas prácticas y la especulación monetaria, en la que es das en ei tiempo, como libros de ensayo o textos académicos.
crucial el enorme volumen de las masas de dinero invertidas. Hoy la industria del libro está plenamente integrada en la
Esta evolución ha afectado dramáticamente a los contenidos economía de casino. Los jefes comerciales han ocupado el espa-
preferentes que lanza la industria del copyright contemporánea. cio que antes desempeñaban los directores editoriales. El obje-
El modelo especulativo de explotación del entorno digital premia tivo de la mayor parte de las grandes editoriales, que han expe-
la concentración y la comercialización extrema basada en la pu- rimentado un notable proceso de concentración, es dar con un
blicidad y penaliza las actividades productivas de ritmo más lento. superventas que genere plusvalías significativas a muy corto pla-
Apple ha convertido el márketing en un arte. La historia de la zo. Para ello apuestan por lanzar grandes cantidades de autores
alienación tiene un hito destacado en las imágenes de gente ha- y títulos de los que se deshacen si no obtienen resultados inme-
ciendo cola delante de los Apple Stores para ser los primeros en di'atos. El márketing .desempefla un papel fundamental en este
adquirir un producto que podrán comprar sin ningún problema proceso. Y aquellos libros ljllL' es pr<Ícticamt•nte imposible que
apenas unos días después y millones de personas tendrán en unos tengan un alto impacto en un plazo breve, como las obras de
meses (en 2011 se produjeron en EE.UU. graves disturbios a las poesía, son desechados por la industria.
puertas de varias tiendas que pusieron a la venta una reedición de Esta dinámica no sólo afecta a la oferta de libros disponibles. Tam-
las zapatillas Air Jordan 11 Retro Concord de la marca Nike, pero bién ha transformado profundamente el sentido mismo de lo que
al menos eran ediciones limitadas). Microsoft o Google han de- significa leer. Hasta los aiios cincuenta o sesenta del siglo xx el canon
sarrollado estrategias de concentración y hegemonía que dejan en literario nacional de cualquier país estaba formado esencialmente por
nada a Coca Cola o McDonald's y que diversos organismos ofi- poetas y ensayistas. Hoy son los novelistas, y no precisamente los más
ciales poco sospechosos de filocomunismo, como la Comisión arriesgados, los que ocupan esa posicil'm de centralidad. No se trata
Europea, han cuestionado reiteradamente. de elitismo. De hecho, soy un lector ávido de ciencia ficción y novela
¿Qué tiene de malo el márketing? La publicidad afecta de negra y no creo que un mundo sin Artaud o Gadamer sea indigno
forma diferentle a los distintos productos. Hay bienes y servicios de ser vivido. Pero las diferentes estrategias comerciales tienen un
que no pueden sobrevivir al turboconsumo típico de nuestras so- efecto de retroalimentación crucial sobrL· d conjunto de prácticas
ciedades. Los publicistas han demostrado que se puede promo- relacionadas con la lectura y la escritura en nuestra cultura.
cionar exitosamente algunas mercancías que en principio no pa- Es cierto, no obstante, que en el caso de la música popular con-
recían muy atractivas: coches híbridos o incluso bicicletas en vez temporánea ha habido un notal'k crn1t rape so causado por el

62 63
ab<Jrata111it'11lo de las grabaciones y la democratizaci<'in de los cau- Es muy ingenuo pensar que estos modelos desprofesionalizados
, ces de distribución, comunicaciún y promociói1. Pero más que un se pueden extender ilimitadamente, incluso sin salir del ámbito cul-
nuevo modelo productivo, se trata de una generalización y una tural. Hay contextos artísticos aparentemente incompatibles con
actualización de las redes de producción no comerciales y no pro- ellos como, por ejemplo, la música culta o la etnomusicología. En
fesionalizadas. Aunque casi nunca se habla de ello, hasta cierto ambos casos existen altísimos costes de producción. Los ,ensayos
punto eran dinámicas que ya existían. Por ejemplo, los aficiona- para que una orquesta pueda interpretar una obra compleja pueden
dos a la música hardcore desarrolbron una red minoritaria pero llevar mucho tiempo y requieren una plantilla de músicos estable.
muy sólida de distribuidoras, grupos, público y fanzines absolu- La etnomusicología implica una labor de investigación prolongada
tamente al margen de la industria. Incluso bandas de gran impac- que a menudo financian las instituciones públicas. Eso no signi-
to internacional, como Fugazi, imponían límites contractuales a fica que la música culta esté condenada a esa extraña mezcla de
los precios que los promotores de conciertos podían cobra,r por funcionariado y star-system que caracteriza su modelo de difusión
las entradas. actual en Europa. El Sistema de Orquestas Juveniles de Venezuela
Otro buen ejemplo de prúcticas cooperativas analógicas fue la así lo demuestra. Del mismo modo, la etnomusicología se ha nutri-
escena northern soul. A finales de los años sesenta, en el norte de do de intervenciones no académicas o no profesionales valiosísi-
Inglaterra, surgieron grupos de aficionados a la música soul que mas, como las de Violeta Parra. Pero parece razonable pensar que
dedicaban los lines de semana a visitar los clubes en los que sona- existen ámbitos donde la euforia colaborativa y sin ánimo de lucro
b,1 esa música. Eran júvenes de clase obrera que llegaban a reco- se enfrenta a límites sistemáticos.
rrer grandes distancias para asistir a fiestas temáticas. Al cabo de Volviendo al mundo del libro, la mediación especializada
un tiempo, los grandes clásicos del soul empezaron a sonarles desempeña un papel crucial y difícilmente sustituible. Escuchar
repetitivos pero, por otro lado, no estaban interesados en las no- una canción pop y decidir si merece la pena es un proceso relati-
vedades que les ofrecía la industria del disco. La solución que se vamente rápido. A menudo bastan unos segundos para decidir si
les ocurricí fue rebuscar en los catálogos de pequefias discográfi- es un contenido interesante para nosotros o no. Por eso es factible
c1s estadounidenses cspl'cializadas en música soul en busca de que mediadores no profesionales puedan sustituir a las discográ-
discos qut· no habían tenido éxito comercial. En la época heroica ficas, al menos en algunas de sus funciones. La evaluación de no-
del northern snul se importaron masivamente singles que habían velas o de ensayos es un proceso mucho más lento y complejo. Si
pasado sin pena ni gloria por t'I mercado norteamericano pero cada uno de nosotros como lectores tuviera que elegir qué libros
que los aficionados ingleses apreciaban mucho. El northern soul son valiosos de entre toda la oferta potencial de escritores que
L'S una cscc11;1 t'lllica. porque prúct icarncntc no produjo música creen que sus textos deben ser difundidos (algo técnicamente po-
propia, sino que se nlllriú de los miles de vinilos abandonados por sible), desaparecería la cultura escrita tal y como la conocemos.
la industria c11 su huida hacia delante consumista. Las editoriales reducen el ruido, algo para lo que Internet no es
·r~mto en cl caso del hank(lrl' como en el del northern soul, la precisamente una herramienta muy eficaz.
distribución no comercial o sin <Ínimo de lucro se basaba en co- Los comentarios de los usuarios en Internet han empezado a
munidades muy compactas. Hoy es teóricamente posible esa di- sustituir a la crítica especializada y a la publicidad como elementos
fusión sin depender de una escena local. Uno puede llegar a usua- básicos en la construcción del gusto literario. Inicialmente pareció
rios atomizados distribuidos por todo el mundo. La realidad es un giro democrático que iba a permitir acabar con la dictadura del
que la red no ha creado ninguna comunidad virtual semejante,
0
mercado y los expertos. Pero la realidad pronto ha arrdinado esas
rnús bien es paras itaria de escenas convencionales ya existentes. expectativas: «Desde hace tiempo, la presencia de escritores (o

64 65
¡l\

aspirantes a escritor) que emplean seudónimo para elogiar sus pro- dedican a vigilar el mercado para dar con empresas a las que de-
pias obras ha sido una costumbre cada vez más extendida en los mandar acusándolas de desarrollar productos cuyas patentes po-
foros, facilitada por el anonimato de Internet ( ... ) En el lado seen. Así, obtienen ganancias astronómicas de un proceso legal
opuesto, también surgieron los usuarios que, de forma anónima, sin haber invertido ni un solo euro en investigación. Es, por tanto,
realizaban críticas despiadadas a libros escritos por gente hacia la una actividad parasitaria formalmente similar a la especulación.
que demostraban una obvia animadversión ( ... ) Tanto las reseñas Las empresas financieras obtienen beneficios directos tergiversan-
como los puestos en los ránkings de Amazon.es o Casadellibro. do la función de los mercados secundarios, que supuestamente se
com se han convertido en parámetros que condicionan el éxito de crearon para dinamizar la actividad productiva. Lus />11te11t trolls
ventas de los e-books y, por ello, tanto las editoriales como, sobre obtienen beneficios tergiversando leyes que se crearon para pro-
todo, los escritores autoeditados, han elaborado toda clase de es- teger el desarrollo científico. No es un asunto menor: se ha calcu-
trategias para 1hacer que sus libros escalen puestos en dichos lado que entre i990 y 2010 los p11tn1t tro/ls costaron a las empresas
ránkings». 8 Internet no ha hecho desaparecer ni el negocio del li- innovadoras quinientos mil millonL'~ de tk>lares.
bro ni la crítica especializada, más bien ha convertido la crítica El patent trolling tiene una larga historia, pero se es tú extendien-
amateur en un oscuro negocio. Hay empresas que ofrecen reseñas do a gran velocidad. Cada vez hay más especuladores institucio-
en Amazon a cambio de dinero. Por ejemplo, GettingBookRe- nales que se introducen en el negocio del pc1tent trolli11g como una
views.com ofrecía veinte reseñas favorables por quinientos dólares. extensión de su ecosistema natural. Importantes hedgc funds están
John Locke, el primer escritor autoeditado que vendió un millón comprando masivamente licencias de empresas para demandar
de e-books, contrató los servicios de esta empresa para conseguir sistemáticamente a otras compai1ías. Para protegerse, las grandes
hasta trescientas reseñas en distintas plataformas. empresas compran a su vez grandes carkras de patentes, lo que
La financiarización ha afectado también al desarrollo científi- recalienta el mercado. Estamos asistiendo a la aparición de una
co. Aquí las cosas son menos evidentes porque la tecnociencia burbuja especulativa de patentes. Por ejemplo, en verano de 2011
sigue siendo una importante fuente de beneficios productivos. Es Google compró la división de móviles de Motorola a un precio
cierto que las inversiones de alto riesgo están introduciendo ses- desorbitadamente alto, más propio de la burbuja de las puntocom
gos crecientes en la investigación, privilegiando las líneas más de los años noventa. La razón es que necesitaba urgentemente ad-
rentables a corto plazo. No obstante, aunque los resultados pue- quirir más de diecisiete mil patenks tras perder en una puja por
dan no ser los óptimos, seguramente es abusivo hablar del mismo Norte!, una empresa en quiebra que tenía mús de seis mil patentes,
fenómeno que en el caso de una hipoteca subprime o la sobreuti- ante un grupo de inversores que incluía a Microsoft y Apple.
lizacion de un privilegio monopolista. La relación entre la financiarización de la economía, la conver-
Eso no significa que el sector esté al margen del signo de los sión de la propiedad intelectual en bienes públicos y la transfor-
tiempos. No es sólo la biopiratería. Por ejemplo, la burbuja de mación de los contenidos que comercializa la industria del co-
las puntocpm supuso el pistoletazo de salida del patcnt trolling. pyright no ha sido comprendida adecuadamente por parte de los
Los patent trolls son empresas que crean una cartera de licencias partidarios de la cultura libre. A menudo se mantiene que Ja re-
comprando patentes de compañías en quiebra o patentes que sistencia de la industria a las nuevas tecnologías y a una regula-
nunca han sido utilizadas. Su objetivo no es la innovación. Se ción del copyright más amigable con sus potendalidades se debe
a la pereza empresarial. Desde este punto de vista, ,las tecnologías
K Yeyo Balbásj «Negocio de reseüas 2.0», en Cultura Ubre, http://www.cultura- de la comunicación ofrecen grandes oportunidades de negocio al
libre.org/ n ego e i o-de- res e nas- 2 ·o/ alcance de aquellas empresas de producción de contenidos que

66 67
sepan evolucionar y adaptarse a las nuevas condiciones tecnoló- -comprar billetes de avión sin la mediación de una agencia de
gicas. La industria del copyright es un viejo dinosaurio analógico viajes-: la primera tiende a aumentar los beneficios, la segunda
que se resiste a adaptarse a un nuevo contexto libre de fricción a disminuirlos. Por supuesto que siguen existiendo empresas
donde el talll<liio ya no impor1<1. que obtienen ganancias a partir de actividades relacionadas con
Frecuentemente se establect.' una analogía con la crisis del ne- el hecho de que la gente escuche música. Por ejemplo, el sumi-
gocio de las partituras. A principios del siglo xx, la industria mu- nistro de ADSL o la venta de auriculares. O bien prácticas espe-
sical se basaba en la venta de partituras por parte de los autores. culativas como las que he descrito más arriba. Pero lo crucial es
Las leyes que regulaban ese matérial eran las mismas que las de que ninguna de esas formas de ganar dinero, a diferencia de la
los libros <i las revistas. Cuando aparecieron los fonogramas, los industria de la copia tradicional -ya sea la venta de partituras
L'ditores de partitm<l.~ exigiL·ron que no se variase la situación le- o de fonogramas-, mantiene una relación orgánica con la pro-
gal. De ese modo, cualquier artista hubiera tenido que solicitar ducción de bienes culturales.
autorización explícita al propietario del copyright para grabar una Muchos productores culturales de la historia reciente han in-
canción. En cambio, se optó por una ley que optimizaba los be- tentado obtener beneficios. Pero la forma en que a los fabricantes
neficios sociales de la nueva tecnología. Los editores estaban obli- de auriculares les es indiferente el material que escuchen sus clien-
g<1dos a permitir que ucualquit'ra hiciera un fonograma de cual- tes no tiene nada que ver con el pragmatismo o incluso mercan-
quier música que hubieran publicado a cambio de una cantidad tilismo de la industria del copyright clásica. Existe una diferencia
que, en Estados Unidos, se cifró en dos centavos. ( ... ) Había una evidente entre manufacturar películas de John Ford, discos de The
nueva tecnología -el fonograma- que ofrecía al público una fle- Beatles o libros de Tolkien -por citar algunos superventas- y
xibilidad inaudita para escuchar música donde y como quisiera. suministrar banda ancha o alquilar espacios publicitarios.
Había una antigua normativa de derechos de autor que decía que Incluso aunque la reconversión digital fuera viable para algunos
los editores de partituras podían controlar todos los usos de una autores y empresas, no es evidente que lo sea para todas las activi-
canción publicada por ellos, lo que hacía imposible usar esa nueva dades que consideramos valiosas. Los contextos institucionales
tecnología. ¿La respuesta? Una nucv<l normativa de derechos de afectan de manera diversa a las distintas producciones cognitivas.
, autor que trataba la nueva tecnología como u'na solución, como Por ejemplo, en España hay una oferta editorial desmesurada para
un motivo de celebración, y no como un problema que resolven>. 9 la demanda existente, con más de cien novedades al día. Por otro
Cory Doctorow tiene razón y se equivoca. El declive del ne- lado, las librerías tienen la oportunidad de devolver los libros a los
gocio de las partituras y la crisis actual de la venta de contenidos distribuidores con un coste bajo si lo hacen en un plazo breve. El
culturales son situaciones muy diferentes. El problema no es hoy resultado de la combinación de ambas dinámicas es la penaliza-
que unos artistas se estén lucrando en vez de otros, sino más ción de las obras con un ritmo de difusión lento y el recalenta-
bien que, al menos en algunos campos, cada vez menos creado- miento del mercado del libro. Hay adictivas novelas de misterio
res tienen la oportunidad de ganarse la vida con su actividad. La que, aunque son muy voluminosas, se despachan en pocas horas
razón es que en el capitalismo la innovación tecnológica relativa de lectura; en cambio, los ensayos suelen tener un proceso de di-
a los productos -inventar un nuevo router- tiene efectos. eco- gestión mucho más pausado y desaparecen de las librerías antes de
nómicos muy distintos a la innovación que afecta a los procesos saber qué suerte hubieran corrido en el medio plazo.
Algo similar podría pasar en el entorno digital. Tal vez algunos
9
Cory Doctorm\', «De cúmo los derechos de autor deberían cambiar para ajus- creadores se puedan adaptar sacrificando ciertos contenidos que
tarse a la tecnología", L'll ,Hi11cn'11. 11" 'f, 200~, p. 55. podrían ser valiosos para mucha gente que, sin embargo, no está

68
69
en condiciones de manifestar sus preferencias porque no existe La utopía del copyleft
un cauce institucional adecuado. Eso es, y la similitud no es ca-
sual, precisamente lo que ocurre con algunos tipos de fallos del
mercado. Los apologetas del comercio afirman que los precios Los críticos con la industria del copyright mantienen, razonable-
permiten la coordinación con mayor eficacia que cualquier siste- mente, que la revolución digital debería ser una buena noticia. Las
ma centralizado. Ésa es sólo una parte de la historia. Los precios tecnologías de la comunicación tienen inmensas potencialidades
transmiten información relacionada con la escasez y la competen - positivas relacionadas con la difusión del conocimiento y las artes.
cia pero oscurecen la información que tiene que ver con la coo- Aunque a menudo se profieren estas tesis en tono milenarista, en
peración, la abundancia o los procesos deliberativos. realidad, son poco controvertidas y seguramente Bill Cates las
Puede que el contexto digital tal y como lo conocemos no sea comparta con la mayor sinceridad.
el entorno institucional apropiado para producir y difundir una Los críticos parecen creer que los únicos dilemas que plantea
gran cantidad de contenidos valiosos. A lo mejor Internet puede la digitalización surgen de las barreras artificiales que ha erigido la
difundir y remunerar las novelas de ciencia ficción pero no la industria del. copyright y de una concepción restrictiva de las li-
prosa poétid, los juegos para smartphones pero no la teoría de bertades individuales. Tan pronto como se eliminen esas fuentes
la computación ... No hace falta ser un apocalíptico para reconocer de escasez espuria, la abundancia manad y la armonía social rei-
que algunas de las mentes más brillantes de nuestro tiempo están nará. En realidad, el problema es otro y muy l'l'al. Las posibilida-
dedicando sus capacidades a actividades asombrosamente pueri- des tecnológicas de distribución digital mantienen una relación
les. Según el tecnólogo Jaron Lanier, en la mayor parte de las em- compleja con los distintos contextos sociales de producción y
presas startups relacionadas con las tecnologías de la comunica- consumo defendidos por opciones políticas antagónicas.
ción «Uno se encuentra con salas llenas de ingenieros doctorados Es un problema que remite al origen mismo de las tradicio-
en el MIT que no se dedican a buscar curas contra el cáncer o nes emancipadoras que, desde.el siglo x1x, h<.111 pretendido su-
fuentes de agua potable segura para el mundo subdesarrollado, perar el utopismo. Los partidarios de las alternativas socialistas
sino a desarrollar proyectos para enviar imágenes digitales de osi- al capitalismo defendieron que sus propuestas estaban material-
tos de peluche y dragones entre miembros adultos de redes socia- mente al alcance de las sociedades industriales y eran coherentes
les. Al final del camino de la búsqueda de la sofisticación tecno- con su realidad cultural. De hecho, las plantearon como una
lógica parece haber una casa de juegos donde la humanidad profundización en la doble revolución ----política~, ll'cnológica-
retrocede hasta el jardín de infancia». 10 moderna. El socialismo dotaría de contenido real a la libertad,
Los darwinistas tecnológicos eluden pronunciarse sobre los la igualdad y la fraternidad burguesas al tiempo que haría un
contenidos confiando al mercado la decisión de qué merece con- uso más eficaz y racional de los avances tecnológicos desarrolla-
servarse y qué no. Esta estrategia procedimental es una de las dos por el capitalismo. Es decir, el socialismo se planteaba como
claves para comprender las peculiaridades del antagonismo digi- una alternativa coherente con la realidad prerrevolucionaria.
tal contemporáneo. Pero la misma idea de congruencia implicaha que era preciso un
proceso de transformación: una experiencia con:-.tructiva a tra-
vés de la acción política que entraí1aba importantes costes prác-
ticos y dilemas morales. El fin del capitalismo no surgiría del
abracadabra del industrialismo, como creyeron los socialistas
1
º )aron Lanier, Contra el rc/;mlo digital, Barcelona, Debate, 2012, p. 23i. utópicos.

70 71
En ese sentido, no e~ cxtrarl<l que las posiciones de los adver- relacionados: el primero es ético, el segundo tiene que ver con la
sarios contemporú11eos de la industria del copyright diverjan de organización de la producción social. Lo común a ambos es que
las tesis de L1 izquierda tradicion<il en este terreno. Durante todo se trata de propuestas individualístas y procedimentales. Eso no
el siglo xx, L1 izquierda cxig;it'> una modulación de la relación entre es necesariamente algo negativo y, de hecho, muchos izquierdistas
creadores, mediadores privados e interés público para que ganara saludaron con entusiasmo la novedad.
peso este último vector. A menudo, esta estrategia se desarrolló A primera vista, parecía que el copyleft satisfacía todos los ob-
mediante la propuesta de una alianza con los autores. l\/Iejor di- jetivos del antagonismo cultural y despejaba algunos lodazales
cho, no con todos ellos sino mús bien con aquellos creadores que ideológicos irresolubles. Por ejemplo, al no pronunciarse sobre los
no se beneticiaba1,1 del sistema comercial de remuneración y cuyas contenidos y ofrecer una alternativa no mercantil sin¡ coordina-
prúcticas culturales divergían de las hegemónicas. ción centralizada, parecía que se libraba de algunas de las discu-
Desde el punto de vista de la retribución de los creadores, el siones más desesperantes de la tradición izquierdista: ¿en qué
mercado del copyright es extremadamente piramidal. Además, consiste una práctica cultural emancipadora?, ¿es realmente me-
tiene una tendencia natural a la homogeneización de los conteni- jor la coordinación burocrática que el mercado? A menudo, la
dos centrándose en la diferenciación de productos mediante la búsqueda de una alternativa al mercado ha llevado a modelos
gestión de las marcas. Por hacer una caricatura, la industria nos reaccionarios en sus contenidos e ineficaces en su gestión. El co- ·1

da a elegir entre Cristina Aguilera y Britney Spears, entre Lady pyleft parece conservar lo mejor del mercado y de las alternativas
Gaga y Kesha o entre Coldplay y The Killers, pero no entre Al- no comerciales: alienta la creatividad individual, permite la coo-
ban Berg y el highlife. Por eso, la crítica tradicional a la industria peración, restringe tanto las posibilidades de control burocrático
dd copyrig/11 se posicionaba simullúneamente sobre la forma de como la mercantilización ... ¿Qué podía fallar?
remunerar a los creadores, la dl'mocratización del acceso a los El origen del copyleft es el desarrollo de software, y no es un
medios de producción y difusiún cultural y los contenidos que hecho trivial. Las características de los movimientos de cultura
merecía la pena contribuir a difundir. libre quedaron encapsuladas en una batalla muy concreta: la crea-
Serí;1 absurdo mantener que estas posiciones han sido siempre, ción de un sistema operativo enteramente libre, el proyecto GNU.
ll incluso a menudo, coherentes y mucho menos saludables. La iz- La historia es bien conocida. En i983, el programador Richard
quierda tiene un largo y contradictorio historial de conservaduris- Stallman anunció su proyecto de desarrollar un entorno compa-
mo artístico y vanguardismo, populisrno y elitismo cultural. Pero tible con Unix -un sistema operativo robusto y muy utilizad.o-
me parece significativo que tradicionalmente se haya incidido en al que no sólo se desarrollara mediante un espíritu cooperativo sino que ;:
menos tre~ cuestiones completamente ajenas a los críticos del co- garantizara que no podría ser privatizado en el futuro. Por eso el !¡¡
pyright contemporáneos: los con ten idos de la información liberada, proyecto debía contar con una licencia especial que asegurara que
las condiciones sociales de acceso real a la información (no sólo su cualquier usuario pudiera «ejecutarlo, copiarlo, modificarlo y dis-
posibilidad hipotética) y los medios de subsistencia de los autores. tribuirlo» y además bloqueara la posibilidad de futuras restriccio-
La posición de la izquil'rda imidía en dotar de mayor peso a las nes de esos derechos. La idea se conoce como copyleft.
redes públicas o comunitarias de comunicación, en sistemas de re- El copyleft es un sistema de cuatro libertades de uso interrela-
muneración no comerciales para los autores y en estructuras peda- cionadas: la libertad de ejecutar el programa, la libertad de estu-
gógicas alternativas al márketing. diar cómo trabaja el programa y cambiarlo, la libertad de redistri- . 1 .· .
buir copias con o sin ánimo de lucro, la libertad de distribuir
1

La estrategia de los críticos contemporáneos es diametralmen- '. 1 \, J

tl' díkrl'ntc y en algunos aspectos oµuesta. Se centra en dos puntos copias de sus versiones modificadas a terceros. Las cuatro libertades

/2 73
tienen carácter «vírico». Cualquiera puede ejercer esas libertades las normas que regulan el procedimiento. Un buen ejemplo de
sobre los productos así licenciados pero está obligado a mantener criterios no procedimentales son las declaraciones del dictador
la misma licencia en los productos derivados. El copyleft no está chileno Augusto Pinochet, cuando anunci<'i que aceptaría el resul-
limitado al software, se puede aplicar a cualquier tipo de propie- tado de unas elecciones democráticas siempre que no saliera ele-
dad intelectual. Si, por ejemplo, alguien decide editar y vender gido ningún partido de izquierda. Para los partidarios del copyleft,
una versión mejorada en papel de Wikipedia, puede hacerlo sin restringir el acceso a la información es nocivo, no importa la fi-
pedir permiso a nadie, pero esa edición deberá permitir la misma nalidad con la que se realice. Por eso el copyleft en sentido estricto
libertad de uso que la obra original. incluye la libertad de difundir los materiales licenciados con cual-
El origen informático del copyleft ha marcado crucialmente su quier objetivo, incluso comercial.
naturaleza y hace que su generalización resulte poco intuitiva. El copyleft se enfrenta a la industria del copyright sólo en la
Parece deseable disponer de la posibilidad de modificar un ma- medida en que ésta se basa en el monopolio del conocimiento. De
nual de matemáticas para, por ejemplo, adaptarlo a las necesida- hecho, el copyleft se opone explícitamente a algunas prácticas an-
des de cierto tipo de alumnos o para ampliarlo en ciertos puntos. ticomerciales típicas de la izquierda. Aquellas licencias que per-
En cambio, a mucha gente no le resulta evidente en qué contribu- miten el copiado siempre que no incluya la explotación comercial,
ye a la libertad la capacidad de realizar cambios en obras no fun- no son ,copyleft. Esto ha generado importantes conflictos en el
cionales, como un poema o un ensayo de filosofía. No hay que mundo de la cultura libre. La mayor parte de los músicos, escri-
sobrestimar estos problemas. Hay obras artísticas donde es habi- tores y cineastas críticos con la industria del copyright emplea li-
tual cierta posibilidad de modificación, por ejemplo los textos cencias que autorizan la libre reproducción, pero sólo con fines
teatrales. Las obras dramáticas a menudo se adaptan por motivos no comerciales -por ejemplo, mediante la utilizadísima licencia
creativos o logísticos. Una compañía de teatro de una prisión Creative Commons Atribución -N oCom ere ial-Compartir Igual-.
masculina, por ejemplo, puede desear eliminar los papeles feme- Los desarrolladores de software, en cambio, a menudo permiten
ninos de u~a obra para poder representarla. el uso.de sus programas con cualquier finalidad.
Sin embargo, en el caso del software libre la capacidad de modifi- Para ser justos, lo cierto es que desde el primer momento, los
cación es una característica crucial e irrenunciable. Tiene repercusio- informáticos que crearon la noción de copyleft han insistido en no
nes técnicas y no sólo legales, ya que implica permitir el acceso al confundir las libertades que permite esk sistema con la gratuidad.
código fuente de los programas. El propio Richard Stallman resumía «"Free" as in "free speech", not as in "free beer'\, (""Libre" como
así el propósito del proyecto GNU: «El principal objetivo de GNU en "libertad de expresión': no como en "cerveza gratis"») es un
era ser software libre. Aun cuando GNU no entrañara ninguna ven- lema habitual en el mundo del software para desambiguar el ter-
taja técnica frente a Unix, sí tendría una ventaja social, al permitir que mino free que, en inglés, significa tanto «libre» como «gratis». En
los usuarios cooperaran, y otra ética, al respetar su libertad». este contexto, la evaluación del modo en que la información es
La primera característica del copyleft es, en etecto, un compro- producida o va a ser explotada no se considera una cuestión rele-
miso con la eliminación de las barreras que limitan el flujo, en vante a la hora de licenciarla. Éste es el origen de la tensióú con el
sentido amplio, de información. Se trata de un enunciado norma- mundo de la música y el libro, pues las condiciones sociales de
tivo fuerte y estrictamente procedimental. Las prácticas procedi- remuneración de los programadores ----rnuchos de ellos asalaria-
mentales son aquellas que no presuponen la existencia de un cri- dos de empresas o con posibilidades de serlo- no tienen nada
terio a priori para la identificación del resultado correcto. Desde que ver con la de los músicos, a menudo trabajadores autónomos
1
este punto de v ista, el resultado es adecuado si se han respetado que cobran un porcentaje por obra vendida.

74 75
Los criterios procedimentales hacen que restdte muy difícil cooperativas de creadores pueden desafiar a las grandes compañías;
abordar este tema abiertamente. Creo que eso ha limitado la ex- en el que la creatividad y el trabajo firme se ven recompensados.
tensión de las licencias libres. Hay casos, como el de los músicos Desde esa perspectiva, el único obstáculo son las alambradas legales
autónomos, en los que a los creadores les resulta poco razonable que los monopolistas han erigido.
la libertad de copiado con fines comerciales. Pero también ocurre En ese sentido, el copyleft tiene una inquietante cercanía con las
lo contrario. Hay contextos donde son las condiciones de vemu- estrategias desregulacionistas contemporáneas del neoliberalismo.
neración las que deberían hacer poco conflictivas las licencias li- Desde la perspectiva del copyleft, la fuente de problemas no es el
bres. Por ejemplo, en la mayor parte de orquestas públicas los mercado de la información ni mucho menos el mercado de trabajo
músicos son muy restrictivos con el uso de sus interpretaciones, sino las barreras a la circulación y el uso de la información. Las
incluso una grabación de unos pocos minutos debe contar con la relaciones comerciales son una de las vías posibles de transmisión
autorizaci<'m del comité de empresa. Sin embargo, se trata de em- de información y, en sí mismas, no introducen ningún sesgo nega-
pleados públicos -furn.:ion<1rios, en algunos casos- que cobran tivo, son las licencias las que lo hacen. Una vez asumido esto, sólo
sueldos dignos, trabajan en condiciones más que aceptables y tie- hay un paso desde la crítica de los monopolios o los aranceles al
nen su futuro laboral asegurado. Cabría pensar que lo razonable repudio de cualquier barrera a la comercialización. No todos los
es que sus interpretaciones sean, en el sentido más estricto de la partidarios del copyleft son entusiastas del mercado, pero muchos
expresión, de dominio público. Otro tanto ocurre con otras obras lo ven como una opción personal que no guarda una relación in-
subvencionadas, corno películas, piezas artísticas o tesis doctora- trínseca con la premisa normativa de la libertad informativa. Al
1c~ becadas. ¿Fs sensato que teng<1 licencias ultrnrrcstrictivas una final, más bien era «libre como en "mercado libre"».
película cuya producción ha sido subvencionada al 100% y que Existe una enorme cantidad de críticas a la concepción del
posteriormente ha sido comprada para su emisión en una televi- mercado como distribuidor eficaz. Una muy razonable es que
sión pública? el sistema de precios tiende a homogeneizar productos y servicios
En general, hay una clara tensión entre el modo eficaz en el que que no tienen nada que ver entre sí y cuya optimización requiere
el copyfcfi bloquea l;ts posibilidades de privatizaciún de un bien distintas estrategias distributivas. El copylcft, como estrategia pro-
común y la negativa' de sus partidarios a considerar las condicio- cedimental, reproduce esta nivelación de realidades muy diferen-
nes sociales de la producción y el uso de esa libertad. En el capi- tes: la patente de una vacuna, la información política, un videojue-
talismo hisllírico los procesos de privatización de los recursos go, un procesador de textos, una canción ...
comunes han desempciiado un papel importante y multidimen-
sional, como rnccanismo de apropiación por desposesión y corno
un factor esencial en la aparición de la fuerza de trabajo moderna.
El t'opy!t:Jt apu1~ta directamente contra esos procesos.
Pero la expropiación de lo común no es la única vía monopolis-
***
ta, ni siquiera la principal. El rn;írketing, las economías de escala, la
información privilegiada. la miopia de los consumidores, la conni- En general, la izquierda tradicional ha sido menos categórica en
vencia entre los políticos y la clase capitalista ... Los partidarios del su relación con la libre circulación de la información. No creo que
C•l/')'lc/t h;rn decidido 110 o(l1¡1<ll''L' lk estos temas, o bien tratarlos eso signifique que ha estado poco comprometida con la libertad
como un subproducto poco interesante de una situación legal restric- de expresión. Al contrario. Sencillamente no se ha conte~tado con
tiva. Nos hablan de un mundo en el que pequeüos emprendedores o propuestas procedimentales. En realidad, ni siquiera es una

76 77
característica de la izquierda política. Por ejemplo, a finales de los probabilidad se desencadenará y que, una vez iniciado, será prác-
años sesenta, en el transcurso de un debate electoral en Alemania, ticamente imposible de revertir.
el socialdemócrata Willy Brandt acusó a Kurt Georg Kiesinger, , En general, es sencillamente falso que la libre oferta mercantil
candidato democristiano, de planear la autorización de las televi- de información gene're una mayor conciencia crítica. JVlorozov
siones privadas en la Rl~A. Kiesinger negó muy soliviantado la explica que un descubrimiento fascinante de los dirigentes de Ja
acusación, argumentando que las televisiones privadas supon- antigua RDA fue que aquellas ciudades que tenían acceso a la te-
drían el fin de la democracia alemana." levisión occidental estaban más satisfechas con el régimen comu-
En efecto, hasta no hace tanto tiempo, en Europa era una idea nista que aquellas a las que no llegaba la sefial televisiva de la
de consenso que las televisiones privadas, incluso en coexistencia RFA. 12 Dallas no contribuía a soc1\'ar la dictadura, sino que la apun-
con las públicas, constituían una amenaza para una concepción talaba. En muchos regímenes autoritarios contemporáneos hay
no meramente formal de la libertad de expresión. Se entendía que una considerable tolerancia al acceso a bienes de entreteni!niento
la televisión tenía un enorme impacto en la opinión pública y fo- occidentales. El Partido Comunista Chino ha descubierto que
mentaba dinámicas menos reflexivas que otros medios de comu- Lady Gaga es una aliada, no el enemigo.
nicación, como los periódicos. Por eso se consideraba necesario Del mismo modo, se podría cuestionar el uso comercial de
proteger la esfera1
pública del impacto de la televisión privada, conocimientos generados en el ámbito público. Por ejemplo, li-
previsiblemente poco comprometida con la información veraz o cenciar una vacuna creada en una institución pública con copylefi
sometida a intereses comerciales. puede tener efectos muy diferentes dependirndo del contexto eco-
Desde el punto de vista de la ideología comunicativa contem- nómico. Un cártel de laboratorios podría fabricar la vacuna ex-
poránea, es un razonamiento paternalista. Puede ser. Es más, no clusivamente para venderla a alto precio en p<1Íses donde no exista
es que las televisiones públicas se hayan comportado sistemática- un sistema sanitario público con capacidad para producirla y dis-
mente de forma mejor o incluso diferente. Pero también es cierto tribuirla. Una editorial podría utili1ar sistemáticamente traduc-
que las reservas frente a un pluralismo comunicativo basado en ciones publicadas con copylejt en Internet y editarlas en papel en
la comercialización demuestran una cierta prudencia. Cuando países con una gran brecha tecnológica donde tuviera una posi-
nos enfrentamos a sistemas de reglas potencialmente degenerati- ción de predominio en el mercado Je] libro.
vos, negarse a tomar en cuenta el resultado de un proceso y con- Para la izquierda una excesiva conccntracic'm mo11opolística de
centrarse exclusivamente en las reglas del procedimiento es inge- la información es incompatible con la democracia. La mayor parte
nuo e irresponsable. Ése es el error de la especulación financiera: de los partidarios del conocimiento libre está en contra de que la
la cuestión no es si los mercados secundarios son hipotéticamente información esté de facto en pocas manos, pero se escuchan pocas
útiles, sino cuáles son sus riesgos y sus consecuencias materiales propuestas consecuencialistas, por ejemplo, una legislación anti-
en un mundo habitado por seres humanos. De modo análogo, tal trust dirigida a revertir esa situación. La razón es que eso entraría
vez no sea muy inteligente valorar la privatización monopolista en contradicción con el enunciado normativo fuerte basado en una
del espacio televisivo exclusivamente en términos de su legitimi- visión estrictamente procedimental de la libertad comunicativa.
f"d, sin tomar en consideración el proceso social que con toda El segundo elemento característico del copylefi es la coopera-
ción. Al eliminar restricciones relacionadas con la propiedad inte-
¡,
lectual, el copyleft incentiva la creación de espacios de producción
11
La anécdo'ta la cuenta Toni Domenech en «Después de la utopía. Coloquio
entre Antoni Domenech y Daniel Raventós,,, en Alincrva, 11° 15, p. 59. 12
Evgeny Morozov, Thc Nct 1Je/ussio11, op. ul., pp. e,_, y o,s.

78 7')
en los que la coordinación emerge espontáneamente a través de la a producir ningún error de compilación. Pasolini rodó algunas de
concu1-renci<1 e11 redes colaborativas. Esta tesis tiene una dimensión sus obras maestras sin tener la menor idea de las convenciones
cognitiva y otra social. En ambos casos, existe una fuerte neutrali- cinematográficas. Otras prácticas culturales tienen sólo algunas
dad valorativa respecto al contenido de los materiales producidos, de estas características pero no otras. Sin salir del ámbito cinema-
el uso de esos materiales y sus condiciones de distribución. tográfico, la redacción de los guiones de las series de televisión
La dimensión cognitiva tiene que ver con la idea de que, según suele ser colaborativa, aunque también jerarquizada1y muy con-
la ideología californiana, Internet es un espacio donde concurren dicionada por exigencias temporales. En cambio, una película de
fragmentos de inteligencia que se agrupan hasta componer una animación es potencialmente mucho más fácil de fragmentar en
especie de mente colmena. J.os dos ejemplos citados unúnime- paquetes de problemas.
111entc son \Nikipcdia y el desarrollo colaborativo no comercial de El segundo ejemplo recurrente es Wikipedia, un proyecto edi-
sc~/twllrc libre. Lo que casi siempre se olvida es que ambos proyec- torial cooperativo en el que participa en igualdad de condiciones
tos son idiosincrásicos y no se pueden universalizar. Tienen algu- una gran masa de redactores anónimos ayudados por una serie de
nas peculiaridades que no comparte la mayor parte de prúcticas herramientas técnicas y unas reglas de edición. La mecánica
tecnológicas, culturales, productivas, políticas o científicas. de Wikipedia es muy simple: cualquier usuario puede enmendar
El desarrollo de grandes proyectos de software es siempre co- un artículo o crear uno nuevo si lo considera necesario. El resto de
laborativo, no es una característica del sc~ftware libre. El desarrollo usuarios puede, a su vez, rechazar, rectificar o continuar ese trabajo
de software se puede y Sl' debe fragmentar. Hay toda una mítulo- y así sucesivamente. Uno sencillamente busca una entrada y, si no
, gía sobre programadores independientes trabaj<tndo en su garaje la encuentra o la información le parece deficiente -incompleta,
de madrugada. Lo cierto es que la descomposición de un gran poco rigurosa, mal redactada ... -, puede crearla o modificarla.
proyecto en paquetes de problemas que se resuelven colectiva- Lo que ocurre es que también la redacción de una enciclopedia
mente en una especie de cadena de montaje no es una opción sino tiene características muy peculiares. De nuevo, cualquier enciclo-
1

una necesidad técnica. Es impensable que, por ejemplo, Windows pedia de gran tamaño es un proyecto colaborativo, no sólo Wikipe-
95 se hubiera desarrollado de otra forma. Lo peculiar de la pro- dia. En términos generales, las enciclopedias se caracterizan, a
gramación es que, a diferencia de muchos procesos productivos diferencia de los ensayos o los artículos de opinión, por buscar la
tradicionales, no exige una estricta continuidad temporal o espa- neutralidad y, a diferencia de las monografías, por no presentar
cial. Por otro lado, frente a otras formas de cooperación informal, investigaciones originales sino elaboraciones secundarias a partir
en la programación hay criterios lt'cnícos de decisión que, al me- de aquéllas. Las enciclopedias reúnen el saber acumulado y co-
nos hasta cierto punto, permiten dirimir las disputas O, al menos, múnmente aceptado por la comunidad de científicos y expertos.
respaldan la autoridad de ciertas per.~onas. En ese sentido, da la impresión de que utilizar Wikipedia como
La producción de una película convencional, por ejemplo, no ejemplo de éxito del trabajo colaborativo en red es una petición
tiene prúcticamentc ninguna de estas características. Exige, por de principio. Excepto por la cantidad de colaboradores, lo mismo
ejemplo, que un gran número de pL~rsonas esté en cierto lugar, en hubiese servido L'Encyclopédie de Diderot y D'Alembert.
cierto momento y en detl'rminadas condiciones (técnicas, clima- En realidad, lo distintivo de Wikipedia no es tanto la colabora-
tológicas ... ). Muchas de esas personas -al menos los actores- ción como que es una enciclopedia no elaborada por expertos: las
110 son sustituibles, salvo en casos anecdóticos. Ni siquiera el cri- discusiones sobre contenidos son horizontales y un catedrático
terio técnico tiene por qué ser rcle\'<ll1te. Hay metodologías muy tiene el mismo derecho a editar un artículo que un estudiante.
-;edimentadas, es cierto, pero si nlguien decide saltárselas no se va Además, al menos en principio, Wikipedia tiene muchas menos

Hu 81
barreras de entrada cognoscitivas que el software libre. Para los juego, los participantes compiten por encontrar la configuración
internetcentristas Wikipedia prueba que en la red cada uno de más eficiente de una proteína: cuanta menos energía requiera tu
nosotros contribuye al conocimiento agregado con los fragmentos estructura, más puntos obtienes. Con este método, en 2011 se lo-
de conocimiento experto que posee. Tal vez un adolescente no gró resolver la estructura tridimensional de la enzima de un re-
sepa nada sobre el régimen hidrológico del Guadiana, pero puede trovirus similar al VIH, después de que unos doscientos mil ju-
corregir una errata en el nombre de uno de los pueblos menciona- gadores generaran dieciocho mil diseños distintos.
dos en la correspondiente entrada porque pasa allí los veranos con Sin embargo, Foldit no es un sistema de agregación de cono-
su familia. La supuesta moraleja es que la inteligencia es colectiva cimientos, como Wikipedia, sino un experimento de manipula-
y granular. Con las herramientas adecuadas, los microconoci- ción social consentida. La cooperación alcanza exclusivamente
mientos se acumulan dando lugar a niveles emergentes de saber. hasta la decisión de jugar con ese programa. Es un poco como si
La magia de las redes telemáticas consiste en que permiten que Endesa conectara una dinamo a las hicicletas estáticas de los gim-
esos fragmentos cognitivos se agrupen ordenadamente sin una nasios y utilizara esa energía. Serb un poco tendencioso hablar
coordinación centralizada. De hecho, se suele decir que lo hacen de creación energética cooperativa. Foldit es interesante, porque
más eficazmente que si un nodo central los controlara. Es una saca a la luz cómo muchas tareas son más multiformes de lo que
tesis muy discutible, al menos en el caso de Wikipedia. Algunas parecen y requieren habilidades inesperadas (en la carrera de quí-
evaluaciones muy optimistas de la calidad de los artículos de Wi- mica no hay una asignatura de plegado o de vicleojuegos). No
kipedia se ba~an en las voces técnicas. Es prácticamente seguro tiene por qué plantear ningún dilema ético, pero no debería con-
que la mayor parte de los redactores de entradas como «ondícula» fundirse con otra cosa. Es parecido a awriguar una clave proban-
o «Sinusoide» son expertos. En ese sentido, Wikipedia sería para- do una gran cantidad de combinaciones mediante un ordenador
sitaria de instituciones académicas tradicionales con una organi- potente o un sistema distribuido. En oe<1siom·s puede ser un mé-
zación convencional. Tal vez el conocimiento sea un asunto co- todo eficaz, pero no es lo mismo que un trabajo critpográfico de
lectivo. Pero es muy discutible que Wikipedia aporte ningún dato ingeniería inversa. De hecho, Foldit se creú con la idea -acerta-
concluyente en ese sentido. da- de que en el terreno del razonamiento espacial tridimensio-
Algo similar ocurre con otro ejemplo recurrente de actividad nal, las personas son instrumentos de cúkulo 'más potentes que
cognoscitiva colaborativa. El crowdsourcing es una convocatoria los ordenadores. '
abierta que reúne a una gran masa de personas para que se ocu- Con independencia de que la noción de la mente colmena sea
pen de tareas que tradicionalmente realizaban una persona o un razonable o no, es una metúfora cada vez mcís inJluyentc. Existe un
colectivo organizado formalmente. Las experiencias de crowdsour- paralelismo bastante evidente entre la perspectiva cognitiva cola-
cing son muy ambivalentes. Abundan los fracasos, pero también borativa y, de nuevo, el tipo de L·oopnación sui gc11ai5 que genera
hay algunos casos muy exitosos. Por ejemplo, Foldit es un juego el mercado. Las formas tradicionales de colaboración se desarrollan
de ordenador creado por la Universidad de Washington. Es una o bien a través de interacciones cara a cara o bien mediante institu-
simulación bioinformática pensada para predecir la estructura de ciones y organizaciones reglamentadas. La idea de que la coopera-
las proteínas y su plegamiento a partir de su secuencia de aminoá- ción puede ser un subproducto -deliberado o no- de otros inte-
cidos. El programa se creó para que personas sin conocimientos reses es mucho más exótica. Guarda relación con la universalización
de bioquímica pudieran ayudar a encontrar las formas naturales de del mercado en la modernidad, que difundió el dogma de que la
las proteínas. La gente que quiere colaborar participa en un vi- coordinación social surge espontfoearnente de la interacción indi-
deojuego en el que hay que mover formas geométricas. En el vidual egoísta sin necesidad de ninguna mediación institucional.

83
82
Hay una fuerte simetría entre la comprensión granular del conoci- reticular, son empresas colaborativas convencionales. Y ello ha
miento y la concepci<'in del sistema de precios como el medio idó- ocurrido a pesar de las herramientas digitales, no gracias a ellas.
neo para alca111,ar una a:-.ign<Kil'in óptima de los recursos. Wikipedia, por ejemplo, no es sólo una enciclopedia. Es tam-
Para la ideología californiana, una vez que se crean los cauces bién una comunidad de usuarios mucho menor de lo que la me-
telemáticos adecuados se produce un fenómeno de agregación táfora granular da a entender. Aunque millones de pers'onas usan
cognoscitiva no c'entrali1,ada. FI conocimiento es el resultado de Wikipedia y miles de personas hacen contribuciones esporádicas,
una coordinación e~pontánea de fragmentos de información. La la gente que dedica mucho tiempo a mejorar Wikipedia es un
inteligencia colectiva se parece bastante a un sistema de mercado grupo reducido. No pocos miembros de este colectivo son biblio-
lihre cognitirn, La gente puede LTCer o no que está contribuyendo tecarios, es decir, usuarios con privilegios de edición que toman
al conocimiento colectivo y desear o no hacerlo. Pero eso es irre- las decisiones más importantes y polémicas de Wikipedia. En ese
levante. La mente colmena es un subproducto de la interacción. sentido, no es exagerado decir que los bibliotecarios son el núcleo
Hay al menos slos problemas graves con esta perspectiva. El de la comunidad sociológica de Wikipedia. Como consecuencia,
primero es común a la idealización del mercado como organiza- los procedimientos de trabajo de Wikipedia se acaban asemejan-
dor. Lo cierto es que nunca ha habido -y, verosímilmente, nunca do mucho más a una enciclopedia convencional no colaborativa,
habrá- nada remotamente parecido a un mercado libre genera- ya que los bibliotecarios se comportan a menudo como editores,
liza do y prolongado en el tiempo. Los economistas neoclásicos en el sentido que tiene el término en el mundo del libro tradicio-
insisten en que eso es así porque no nos hemos esforzado lo sufi- nal. En realidad, esto ha ayudado a mejorar la calidad de la enci-
ciente. Para ellos los fracasos del mercado libre se deben a que no clopedia. Pero también es una fuente de conflictos, en la medida
se ha emprendido con el suficiente entusiasmo la depuración de en que existe una contradicción entre esta realidad pragmática y
cualquit:r intervención pública o monopolista. los principios ideológicos de Wikipedia, que los propios bibliote-
La verdad es que es difícil pensar en ningún otro sistema eco- carios asumen y defienden, basados en la colaboración masiva,
tll'im ico que se haya mantenido con tanta tozudez a pesar de su infinitesimal y anónima.
asombrosa inestabilidad)' sus demoledoras externalidades nega- El s~g'l!11<:!0_ pro_l:>_l~111a Ji~I1~ qµe vercon la motivación. Los
't ivas. De hcd10, la desregulaci<'in siempre ha sido epidérmica, en defensores del sistema de precios mantienen que la búsqueda de
el sentido de que ha necesitado de una permanente intervención ganancias individuales tiene como consecuencia no deliberada un
nn mercantil, ya sea del Estado o de otras instituciones. T~rnto para bienestar colectivo mayor que el que hubiera conseguido la coor-
eliminar la tendencia natural de los seres humanos a coordinarse dinación o el altruismo. El bienestar colectivo, por tanto, no pro-
de forma 1w cumpctiliv<l corno parn li111itar los dai'10s sociales que viene siempre ni necesariamente de la búsqueda individual de la
produce la mercantilizaciún. La principal contribución de la ideo- virtud. La ética mundana es compatible con la sociabilidad. Aban- ·
logía de los precios es hacer parecer irrelevantes esas intervencio- donarse a las pasiones egoístas puede resultar moralmente nocivo
nes, redetlniéndolas como momentos excepcionales y no como la pero no es necesariamente perjudicial para el conjunto de la so-
normalidad histórica del capitalismo. ciedad. ¿Hay una categorización similar de las motivaciones en el
Algo similar pa,~<1 con la mente colmena. Cuando uno rasca en mundo de las redes cooperativas? ¿Por qué colabora la gente en
los supuestos ejemplos de inteligencia colectiva enseguida en- Internet?
cuentra que los procesos cognitivos digitales son bastante simila- El copyleft promueve la cooperación no sólo porque facilita la
res a los tradicionales. De hecho, se podría argumentar que si han agregación de conocimientos sino también en un sentido más
resultado empresas exitosas es porque, a pesar de toda su retórica convencionalmente social. Allana el camino para que la gente

,84 85
emprenda proyectos en común y la motiva a hacerlo. Seguramen- compromiso, pero también inconvenientes, como la dificultad de
te éste es el aspecto que más ha influido en su popularidad entre negociación.
la izquierda política. La ausencia de barreras legales y materiales Precisamente, una de las razones del éxito del copyleji entre la
facilita que la gente pueda colaborar. Si tengo acceso al código izquierda es que parece reducir enormemente los costes de la co-
fuente de un programa o al texto de una enciclopedia puedo ma- laboración horizontal. Los misn10~ argumentos que ~e usan para
nipularlos y, eventualmente, mejorarlos. No necesito empezar mantener que las tecnologías de la información automatizan la
desde cero cada proyecto ni pensarlo como una alternativa a cooperación cognoscitiva al convertir la agregación de conoci-
otros, sino que mi contribución forma parte de una cadena de mientos en un resultado no deliberado de otros propósitos, tam-
intervenciones. En ocasiones, esa aportación puede estar formal- bién se emplean para mantener que reducen los costes de la coo-
mente coordinada en una organización (por ejemplo, un colectivo peración social. La ausencia de vínculos personales permite la
de profesores de matemáticas que redactan un manual), pero lo entrada y salida de distintas personas con distinto nivel de com-
interesante es que esto no es estrictamente neGesario. Aunque mi promiso en los proyectos colaborativos. La cooperación puede
contribución sea estrictamente esporádica y no mantenga el me- tener carácter masivo porque no está limitada por barreras geo-
nor contacto personal con otros colaboradores, puedo formar gráficas y porque el efecto multiplicador de las redes sociales per-
parte de una comunidad cooperativa. Las tecnologías de la infor- mite que cada participante tenga muchos vínculos. Así que una
mación y la conectividad son básicas para esta cooperación. Se parte significativa de la izquierda política se ha unido a la celebra-
puede redactar analógicamente un manual de matemáticas cola- ción de uno de los dogmas de la ideología cibernética: la capaci-
borativo, pero es mucho más difícil hacerlo con un contacto per- dad intrínseca de las tecnologías de la comunicación para facilitar
sonal tan escaso. la sociabilidad.
Es un asunto más importante de lo que pueda parecer. Una de En realidad, la idea de que la tecnología puede contribuir a
las críticas claves que la tradición socialista realizó al sistema mer- fortalecer y ampliar los vínculos entre las personas es bastante
cantil fue que en él la libertad económica se limitaba al exterior de exótica. La historia de los últimos tres o cuatro siglos -que en
las empresas. Es decir, a diferencia de lo que sucede en el feudalis- parte es la historia de algunos cambios tecnológicos de dimensio-
mo, un asalariado es libre de aceptar un trabajo o no, pero si lo nes sísmicas- está marcada por. una progresiva fragilización de
acepta debe someterse a las normas que rigen en el interior de las las relaciones sociales tal y como la humanidad las había conocido
compañías~ que, por lo general, han sido extremadamente verticales hasta entonces. Las ciencias humanas se han mostrado casi uná-
y jerárquicas. Las empresas son archipiélagos de autoritarismo ro- nimes al relacionar la modernización con la destrucción de los
deados de un contexto legal público formalmente igualitarista y en lazos comunitarios tradicionales. Hasta el siglo x v IIl la mayor
ellos pasamos la mitad de nuestra vida adulta consciente. parte de hombres y rnujeres sabía con bastante precisión en qué
Llevar la democracia al interior de las empresas es, no obstante, iba a consistir su vida, dónde residinan, a qué edad se casarían, a
muy costoso. Crear una comunidad laboral eficaz, como una coo- qué se dedicarían ... La industrializaci<'>n, la mercanlilización, el
perativa, requiere una frágil combinación de compromiso perso- crecimiento de las ciudades -como también la democratización
nal y arquitectura institucional. No todas las decisiones son sus- y la ilustración-, tienden a disolver el magma simbólico que an-
ceptibles de decisión democrática, por ejemplo las que tienen que tes orientaba las vidas individuales y las decisiones colectivas. Eso
ver con cuestiones técnicas o están sometidas a plazos acuciantes. ha permitido que mucha gente se libere de esa determinación
Por otro lado, los vínculos sociales intensos no son necesariamen- biográfica y ha abierto mucho las posibilidades vitales. Pero tam-
te un entorno laboral ideal. Tienen ventajas, como la lealtad y el bién ha generado inseguridad y desorientación.

86 87
Generalmente se ha ente11dido que el avance tecnológico acelera de esta aspiración: individuos embarcados en una amplia gama de
el proceso de tragmentación de la experiencia y de las relaciones actividades cooperativas sin que eso entrañe dependencias perso-
sociales, si no es que directamente lo provoca. Adam Smith admi- nales de ningún tipo. El copyleft nos aproximaría por fin a un
raba fascinado el modo en que en una fábrica de alfileres se dividía círculo virtuoso de libertad y creatividad individual, solidez co-
el trabajo en tareas ínfimas, pero en ningún momento se le ocurrió munitaria y desarrollo económico.
pensar que de ese modo se beneficiase la sociabilidad o la realiza- Sin embargo, es posible que las aspiraciones del conocimiento
ción personal. La di\·isión extrema del trabajo característica de las libre, de nuevo, se parezcan más a la versión liberal de la sociabi-
economías tecnológicamente avanzadas hace que nos resulte muy lidad. O, al menos, a una de sus versiones. La fuente de legitima-
difícil alcanzar una percepción cabal de las tareas que realizarnos ción histórica del capitalismo no fue sólo el pesimismo antropo-
en nuestros empleos y de su relación con otros aspectos de la vida. lógico de Hobbes. No todos los defensores del comercio concebían
Según el sociólogo Richard Sennett, esa dinámica se ha agudi- la sociedad como un juego de suma cero. Al contrario, el mercado
zado en las t'iltimas décadas. La mcrcantilización generalizada ha también fue entendido como una solución a la opresión y el con-
! legado a producir un proceso de corrosión de la personalidad, de flicto descarnados característicos de algunas sociedades domina-
1<1 subjcth·idad. Ya 110 sc'llo los procesos de trabajo sino incluso las das por el juego político. Ésa es precisamente la idea del «dulce
propias carreras laborales se han fragmentado, la ocupación ha comercio», una expresión que acuñó Montesquieu en el siglo
dejad.o de ser un elemento que da coherencia a nuestras vidas. En xvm para designar el modo en que los negocios podían fomentar
general, nada lo hace. Según muchos sociólogos, se ha producido un tipo de relación social superficial, pero amable y serena. Creía
una transformacit'm radical de la identidad personal, es decir, del que el mercado era una alternativa a las grandes pasiones políticas
modo en que 11os l'll_te11dcmos a nosotros mismos. Se supone que y religiosas que habían convertido Europa en un inmenso campo
ya no nos pensarnos como un continuo coherente Yinculado a un de batalla en los inicios de la modernidad.
entorno físico y social mi~ o menos permanente. Nos vemos Muchos ilustrados eran escéptícos respecto a los efectos de la
curno una concatenacit'ln incoherente de vivencias heterogéneas, sociabilidad. Pensaban que el comercio atemperaba la tendencia
relaciones scntímentalcs t'spoddic1s, trabajos incongruentes, lu- a que las diferencias políticas y culturales degeneraran en un con-
gares de residencia cambiantes, valores en conflicto ... flicto abierto. No creían ni mucho menos que el comercio fuera el
En este sentido, las tecnologías de la comunicación resultan para- escenario óptimo de realización de las virtudes humanas. Pero lo
dójicas. Según la ideología contemporánea, tienen exactamente el consideraban una especie de mal menor, una segunda fllej or op-
efecto contrario al de la tecnología tradicional. Por supuesto, no es ción a Ja guerra por causas políticas o religiosas. Literalrhente dice
que provoquen un retorno a las relaciones y a la subjetividad tradi- Montesquieu en Del espíritu de las leyes: «El comercio cura los
cionales. Más bien serían el germen de un repertorio de vínculos prejuicios destructores. Es casi una regla general que allí donde
sociales de nueva generación que son capaces de suturar la fragiliza- hay costumbres apacibles existe el comercio, y que allí donde hay
<. i< )n de la~ 1·claci01ws soci~ilc:-, l·aractcrística de la modernidad. comercio hay costumbres apacibles ( ... ) Es una suerte para los
Es lógico que muchos activistas políticos se sientan tentados hombres encontrarse en una situación en la que, mientras sus
por esta tesis. Parece responder al anhelo socialista de una forma pasiones los impulsan a ser malvados, sus intereses los impulsan
de comunidad compatible con los altos estándares de libertad per- en sentido contrario».'3
sonal y autonomía característicos de la modernidad. Los socialis-
tas querían un tipo de fraternidad que, sin embargo, preservara la
iibertad individual. El copyleft parece ser la consumación misma '3 Montesquieu, Del espíritu de las leyes, Madrid, Alianza, 2003, pp. 396 y 397.

88 89
Los ilustrados tenían fresco el recuerdo de esa gran carnicería El anonimato y la inmediatez permiten colaborar, compartir y
en la que se convirtió Europa como resultado del enfrentamiento formar parte de una comunidad cuando uno quiere, si es·que
político y religioso. Algunos de ellos creían que el comercio podía quiere, y con la personalidad preferida. En Internet concurren
fomentar un vínculo afable. Menos virtuoso que las relaciones una serie de subjetividades discontinuas sin más pasado o futuro
políticas de Atenas o Roma, pero también menos agresivo. La que el de sus preferencias actuales. Las tecnologías de la comuni-
apuesta por el comercio era, en el fondo, el resultado de la dege- cación descomponen la personalidad empírica en una serie de
neración histórica. La construcción política sólo estaba al alcance id.entidades bien compartimentadas y, sobre todo, plantean un
de los conciudadanos de Pericles o Solón, no de los europeos del mecanismo técnico para recomponer la actividad social por me-
siglo XVIII. En la era de Luis XV la búsqueda de la excelencia po- dio de artefactos participativos. Las relaciones sociales clásicas se
lítica conducía al desastre. Era mejor optar por los vínculos socia- verían sustituidas por vínculos difusos y discontinuos pero au-
les característicos de los comerciantes, de baja estofa y poco pro- mentados, tecnológicamente potenciados. Aunque ya no tenemos
fundos, pero al menos tranquilos y cordiales. En el fondo, lo que familias extensas, amigos íntimos o carreras laborales, los círculos
proponía Montesquieu era fomentar la estabilidad política reba- a los que se transmite la información son más amplios. La parti-
jando el listón de las expectativas sociales. cipación en el entorno tecnológico es el vector que unifica la plas-
La Unión Europea tiene un origen parecido. Los fundadores de la ticidad extrema de nuestra propia identidad personal. Miembros
Comunidad Europea del Carbón y el Acero, la CECA, que fue el ger- de Facebook, uníos ... para ser miembros dt' Facebook.
men de la VE, pretendían explícitamente crear intereses comerciales El secreto de esta cibersociabilidad es, como en el caso de la
comunes en Centroeuropa como una forma de prevenir nuevos con- cordialidad comercial de Montesquieu, la deflación de nuestras
flictos bélicos e11 la región. Un inmenso despliegue de esfuerzos po- expectativas. En realidad, las herramientas 2.0 no han resuelto el
líticos y culturales no había logrado evitar que la histórica enemistad problema de la fragilización del vínculo social en la modernidad
entre Francia y Alemania arrastrara al mundo a dos guerras mundia- o de la fragmentación de la personalidad postmodcrna, más bien
les. El comercio obraría ese milagro. lo han hecho más opaco mediante la diJusiún de prótesis sociales
En la era del capitalismo de casino, es difícil seguir mantenien- informáticas. Del mismo modo, la administraciún masiva de psi-
do esta confianza en el poder social del mercado. Pero Internet se cofármacos no acabó con la experie1ll.:ia de la alienaciún indus-
ofrece como un sustituto muy oportuno. Nadie pretenderá que un trial, sólo la hizo menos conflictiva. Las tecnologías de la comu-
amigo de Facebook o un seguidor de Twitter sea lo mismo que la nicación han generado una realidad social disminuida, no
verdadera amistad. Pero en un entorno de fragilidad social gene- aumentada. Por primera vez la cultura de masas es algo más que
ralizada, tal vez sea lo más parecido que podamos conseguir. Es una metáfora. Internet no ha mejorado nuestra sociabilidad en un
más, para los apologistas del presente, podría ser un paso adelan- entorno postcomunitario, sencillamente ha rebajado nuestras ex-
te, una posibilidad para reinventarse y explotar nuestras capaci- pectativas respecto al vínculo social. Tampoco ha aumentado
dades creativas sin lastres antropológicos. Según una opinión muy nuestra inteligencia colectiva, sencillamente nos induce a rebajar
extendida, hoy el cemento de nuestras sociedades se fragua en un el listón de lo que consideramos un comentario inteligente (ciento
espacio telemático en el que se encuentran individuos autónomos cuarenta caracteres es, realmente, un umbral modesto).
sin otra relación que sus intereses comunes. La clave está en que Por eso, como explica Jaron Lanier, el auge de la conectividad,
los vínculos sociales de las tecnologías de la comunicación pue- la red social, el cloud computing y la dtltura compartida han dado
den convivir con la fragmentación de la subjetividad postmoder- lugar a una exaltación de las dinúmicas de masas profundamente
na. Es más, dependen de ella. negativa, mucho más cercana a las pesadillas reaccionarias de

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( htcga y Casset qul' al cornu11it,1ris1110. En un contexto digital Cooperación 2.0


completamente desinstitucionalizado, los simulacros de sociabi-
lidad -los «amigos» de Facebook- y de cooperación -los
«likes» que regulan las portadas de los medios digitales- emer- Hay u11<1E<lf.~~()J<:t_~:is!rañ<l..en.!Q.~_g:~():V.:!i:!li~.!1to~fav9_.r:aJ?.!~~ al_ COf!O-
gen como por arte de magia a partir de la concurrencia individual cimiento libre. Por un lado, sobreestiman las posibilidades de la
y voluntaria en despacio telemútico. Lanier ser1ala la forma én la tecnología. El avance tecnológico no es independiente del contex-
que el modelo tecnológico hegemónico está transfórrnando de un to social y una radio puede ser un medio de comunicación mucho
modo reductivo nuestra perspectiva de la personalidad humana: más eficaz que un ordenador en algunas situaciones. ~or otro
"La atribuciún de inteligencia a las máquinas, a las multitudes de lado, resultan extrañamente atávicos en muchos de sus plantea-
fragmentos o a otras deidades tecnológicas más que iluminar el mientos. Es fascinante lo poco que se habla en los ambientes ci-
tema lo oscurecen. Cuando a las personas se les dice que un or- berutópicos de procesos que afectan a millones de personas, como
, denndor es inteligenk, tienden a cambiarse a sí mismas para que el paro, la crisis de representatividad política, la desigualdad de
parezca que el ordenador funciona mejor, en lugar de exigir género o la crisis del capital financiero. Sobre todo, si se compara
qut~ el ordenador cambie para resultar más útil»." con la popularidad de otros acontecimientos alejados en el tiem-
¿Es en algún sentido una conversación en un chat un vínculo· po, minoritarios y exóticos.
social como una relaciún familiar o con un grupo de afinidad? Los expertos observan analogías entre los DRM -las tec-
1

¿No es como comparar la libertad de comprar con la libertad po- nologías de control de acceso que limitan el uso de dispositivos
1ítica? Y, sobre todo, ¿por qué iba a funcionar mejor la idea de digitales- y los enclosures, los procesos históricos de ,expro-
rebajar el listón de la sociabilidad en el caso de la tecnología que piación de las tierras comunales en Inglaterra entre los siglos
en el caso del comercio? ' xvu y x1x. Ven similitudes entre la generosidad en Internet y
el potlach, un sistema de festines tradicionales de los nativos
de la costa noroeste norteamericana que desapareció a princi-
pios del siglo xx. Nos sugieren que entendamos Internet como
un bazar, una institución secular de intercambio mercantil de
origen persa.
li()__creo que s~a anecdótico. Da cuenta de cómo la mayoría de
11.2s tecnólogos dan la espalda radicalmente a los problemas de la
~°-ciedad contemporánea. Como si Internet nos permitiera reen-
ganchamos con el entorno cordial y comprensible de las socieda-
des tradicionales tras el incómodo paréntesis de las contradiccio-
nes cruentas e irresolubles de las sociedades industriales. Es una
dinámica que ha contagiado al ciberactivismo. ':[al ve;¡: P9.r es_ti.Ja
única alternativa a la mercantilización que se plantea desde sus
filas es la recuperación del concepto de «bienes comunes» (en
inglés, commons), 'llna reliquia hjs!oriográfica cuy<:! pr.i_l}dp_~l .YiJ-
t_ud es que no obliga a pronunciarse sobre el modelo institucional
'· 1 )aron Lanier, Co11tm el rd•i111o digitul, np. cit., p. 55. ~riel que se debe concretar. \

92
l '\ \) \ \ ) \ ..¡ ' ' 93
Los commons son un entorno intelectual muy amigable porque en organizaciones formales o en el interés egoísta. ¿Cómo consi-
pertenecen a sociedades desaparecidas o en trance de desapari- guen las tecnologías de la comunicación generar cooperación con
ción con un nivel tecnológico muy bajo. Es de lo más conveniente instituciones muy livianas o inexistentes y sin relaciones persona-
para eludir preguntas complejas e incómodas como: ¿Es preferible les? La respuesta más habitual es que facilitan el altruismo. El
un sistema cooperativo que se mueva en un entorno mercantil mercado agiliza mucho la cooperación que se puede basar en el
con una estructura empresarial profesionalizada como, por ejem- egoísmo, en cambio es un mal medio de transmisión de la gene-
plo, la cooperativa Mondragón? ¿O más bien una alternativa anar- rosidad y la preocupación por el bienestar ajeno. Los grupos pri-
quista de ruptura radical con la sociedad hegemónica, como las marios -como la familia o las redes de afinidad- a menudo
ecoaldeas? ¿La alternativa al mercado es la planificación? ¿Existen incluyen alguna dosis de altruismo, aunque no siempre ,ni nece-
mecanismos competitivos no basados en el ánimo de lucro? sariamente, pero no son generalizables, no podemos tratar a todo
¿Por qué alguien decide de forma altruista dedicar su tiempo el mundo como si fuera nuestro hermano. La cooperación en In-
a programar, traducir, subtitular, escribir, compartir música y ternet parece quedarse con lo mejor de ambos mundos: univer-
cine ... ? Hay casos fáciles de explicar, como los uploaders -pro- salidad y altruismo.
veedores de contenidos remunerados- de las páginas de aloja- Las tecnologías de la comunicación generan una especie de mer-
¡, miento de archivos o los autores que no encuentran otra forma de cado altruista, un comercio del don. Por un lado, la interacción en
difundir su obra. Pero en otras muchas ocasiones, ese trabajo se Internet no depende del egoísmo, como en el mercado. Según una
realiza anónimamente y sin ánimo de lucro. No es una relación anécdota apócrifa, un contratista que quería deshacerse de un gran
social tradicional, pero sería simplista reducirlo al tipo de víncu- montón de arena que le había sobrado de una obra colocó un cartel
los epidérmicos característicos del consumismo. que decía «Se regala arena». Nadie acudiú a recogerla. Así que, al
La mayor parte de nosotros coopera con los demás a menudo día siguiente, puso un nuevo cartel: «Gran oferta: 50 kg de arena a
en nuestro cfrculo cotidiano más cercano: nuestros hijos, nuestros 1 céntimo». La arena no tardó en desaparecer. En el mercado -y,
padres, nuestros amigos ... Esta clase de interacción se basa en las por extensión, en contextos habitualmente mncantilizados- no se
relaciones personales cara a cara. Tiene algunas características muy puede ser altruista. No en el sentido de qt1•· L'Sl0 111al hacerlo, se111.:i-
idiosincrásicas, como la no sustituibilidad de quienes participan en llamente esa clase de motivaciones no L'llL«1ja en el marco normativo
la relación. Si muere un hermano o un amigo no podemos buscar del mercado. Es un poco como cuando a Felipe, el amigo de Mafal-
otro en una base de datos para reemplazarlo. da, le regalan un juego de ajedrez. Felipe le dice a Mafalda que aún
En las sociedades modernas también existen estructuras de no juega «tan bien como Najdorf». Y aii.ade: «Él debe de tener mu-
cooperación impersonales a gran escala. Las dos más importantes cha mejor puntería».
son el mercado de trabajo y la estructura burocrática estatal. Am- Prácticamente no hay ningún espacio mercantil donde yo pue-
bas requieren un contexto institucional muy frondoso, con toda da regalar, por ejemplo, un libro. En ninguna librería del mundo
clase de normas, medios de coerción, conocimientos e infraes- aceptarán, con toda la razón, suministrar mis obras gratuitamen-
tructuras físicas. El sistema salarial, por ejemplo, es un complejí- te. A veces, basta romper con el léxico comercial para que el al-
simo entramado para organizar una forma de coordinación basa- truismo emerja. En cierta ocasión, una asociacit'in de jubilados de
da, primera aunque no exclusivamente, en el interés propio y no Estados Unidos preguntó al colegio de abogados si alguno de sus
en las redes de dependencia personal. miembros haría una rebaja a aquellos ancianos con dificultades
En la mayor parte de los casos, la cooperación digital no está económicas. Nadie se ofreció. Como respuesta, la asociación de
basada en ninguna clase de relación personal tradicional ni tampoco jubilados preguntó a los abogados si estarían dispuestos a ofrecer

94 95
sus servicios gr<~tis a los necesitados. Muchos aceptaron la de niños que cada año muere de malaria. Eso parece iddicar que,
propuesta. 1
' en la medida en que la sociabilidad no está restringida a las rela-
Las relaciones personales no mercantiles están basadas en ciones empáticas cara a cara, el altruismo (la preocupación indi-
la permanencia y en muchas de ellas se espera que, al menos vidual por los demás) no es su base.
L'll algu11;1s oc1siones, dernost rernos cierto grado de preocupación Merece la pena pararse en este punto. En nuestra vida cotidiana
por los demús. En Internet tenemos interacciones esporádicas con s~guimos dos tipos de comportamientos muy-d~tinto~~í~ co~ducta
·1
un grado muy hajo de implicación personal. Sin embargo, a dife- ins!rurnentaly la conducta normativa. Desde el punto de vista de
rencia del mercado, en Internet sí hay espacio para el altruismo. la racionalidad instrumental te comportas racionalmente si escoges
Esto es posible porque, Lksde cierto punto de vista académico, (los que consideras) los mejores medios a tu alcance para obtener
no hay una gran diferencia entre el altruismo y el egoísmo. Los lo que (consideras que) deseas. Es el tipo de comportamiento que
teúricos de la clcccic'rn racional suelen analizar conductas egoístas se espera de nosotros en el mercado. Desde este punto de vista, el
porque el egoísmo es 111ús SL'ncillo que el altruismo. El altruismo contenido de los deseos es indiferente a la hora de catalogar como
se puede reducir al egoísmo pero 110 al revés. Tal vez de ese modo se racional una conducta: puede ser el bienestar ajeno o cazar y disecar
tergiverse el significado profundo de las conductas altruistas, pero el último ejemplar vivo de una especie al borde de la extinción. Por
la nperaci<'in es formalmente correcta. Desde la perspectiva de la el contrario, la conducta normativa es aquella que se basa en reglas
estructura de la decisión, el altruismo es una preferencia indivi- compartidas irreductibles a racionalidad instrumental y que no sa-
dual como otra n1alquiera. El altruismo consiste en anteponer el bemos muy bien cómo se generan. Es el tipo de conducta que rige
interés ajeno al interés propio, el egoísmo en lo contrario. Los nuestra vida familiar o nuestros círculos de afinidad.
economistas creen que no hay ningún motivo técnico para anali- Un ejemplo de Jon Elster puede resultar esclarecedor. Imagi-
, zar esas distintas preferencias como dos tipos de conducta sustan- nemos que Juan está dispuesto a pagar un máximo de diez euros
cialmente distintos. Como tampoco consideramos la preferencia a un chico para que le limpie el coche. No está dispuesto a pagar
por los coches deportivos o por los todoterrenos como dos com- ni un céntimo más. Si el limpiador le exigiera once euros preferi-
portamientos antagónicos. Tanto el altruismo como el egoísmo se ría dedicar media hora a limpiar su coche él mismo. Imaginemos
pueden explicar como el rl'~ultado de un dkulo hedónico, es ahora que un vecino le ofrece a Juan veinte euros a cambio de que
decir, como el resultado de b satisfacción que obtenemos de obrar limpie su coche. No es difícil imaginar que Juan se negará indig-
de cierta manera. nado a hacer tal cosa. Ese impulso misterioso que hace que Juan
Esto es coherente con un deprimente descubrimiento de la psi· reniegue de su valoración de media hora de su tiempo en once
cología cognitiva: somos mucho mús compasivos con aquellas euros es una norma social.
dcsg1«lL'ias que 110.~ afecta11 subjl'li\'amente que con aquellas situa- Como la distinción entre normas y racionalidad instrumental
ciones que rnn.,ideramos objetivamente mús graves. Es falso que es básica tendemos a entenderla como una dicotomía exhaustiva.
disponer de mús informaci<'n1 aumente la solidaridad y el altruis- En realidad, es mucho más sensato pensarla como extremos de
mo, en realidad casi siempre hace que disminuyan. Lo que au- un continuo. Las normas que tienen dimensiones utilitarias muy
menta la probabilidad de que nos preocupemos por otras perso- evidentes con frecuencia tienen un componente instrumental. Por
nas son las situaciones en las que desarrollamos empatía: la ejemplo, corno las relaciones familiares son un elemento central
, imagen de un nili.o enfermo y no una estadística sobre el millón en las economías tradicionales, la dote suele tener mucha impor-
tancia a la hora de establecer un vínculo matrimonial. Eso no
1)dJl :\rícly, 111.' lr11111¡111s 1/t'i 1/c.'"'" ll.ircclo11,1, Debate, 2008, p. 89. ocurre porque los antiguos fueran fríos, interesados e incapaces

<)6 97
de desarrollar relaciones afectivas con sus cónyuges, sino porque gorroneo -los inspectores fls1.·aks--. El problema es que se ha
no hacían una distinción tajante entre lo familiar y lo económico. demostrado que esa clase de normas e instituciones no puede
La paradójica consecuencia es que la economía, en el sentido en surgir a partir del cálculo instrumental individual, implica un
que la entendemos hoy, tenía mucho menos peso en la vida de la cambio de perspectiva radical. La moraleja es que, sin ningún
gente y que las relaciones familiares estaban más protegidas. En género de dudas, en algunas ocasiones la interacción social más
el otro extremo, solemos pensar que las normas morales se deva- eficaz es irracional desde el punto de vista instrumental. Las lla-
lúan si incluyen algún elemento instrumental. Nos fiamos menos madas «soluciones» al dilema del prisionl·ro i;1tentan limitar al
de la veracidad de un testigo que habla a cambio de alguna recom- máximo el número de normas no instrumentales necesarias para
pensa que de quien testifica aunque le suponga un perjuicio. que, al menos en teoría, surja la cooperación.
Los economistas ortodoxos intentan explicar todo lo posible En general, el dilema del prisionero muestra con nitidez el con-
en términos de conducta instrumental. La razón es que es más traste entre normas y racionalidad instrumental y demuestra que
sencilla. En última instancia responde a una lógica muy elemen- cierto tipo de individualismo estrecho e\ excesivamente restricti·
tal. Para comportarse según los términos estrictos de la raciona- vo. Si las cosas füeran como presupone el dilema del prisionero,
lidad instrumental -escoger los medios considerados idóneos no habría sociedad tal y como la conocemos. La sociabilidad esb
para un fin- basta con un programa de ordenador muy sencillo. relacionada con normas e instituciones que no podemos reducir
A partir de esta lógica básica se puede llegar a realizar cálculos a deseos y creencias individuales.
matemáticamente muy elaborados y de dudosa utilidad (lo que Como decía antes, la conducta instrumental es individualista
llamamos economía académica). Las normas, en cambio, son muy pero no necesariamente egoísttt. No es muy importante si en mis
sensibles al contexto y a la interpretación y, peor aún, no tenemos razonamientos prácticos antepongo mis propias preterencias u las
la menor idea de cómo surgen. de los demás. Formalmente la estructura de la elección es la misma.
J'9r_ eso el giJem(l del prisionero es tan interesante. Se trata de Por eso la conducta altruista individualista está tan sujeta al dilema
una especie de fábula que muestra el límite al que se enfrentará un del prisionero como la egoísta. Por ejemplo, una pareja de enamo-
grupo de personas si sus miembros guían su conducta exclusiva- rados atraca un banco, son detenidos e incomunicados. La policía
mente por criterios instrumentales individualistas. El dilema con- ~c)to tiene pruebas circunstanciales contra ellos y si no confiesa nin-
siste en que si todos los miembros de un grupo se comportan como guno de los dos sólo podría condenarlos a un afio de drcel. Si uno
egoístas racionales estarán peor que si no lo hicieran pero, por otro fQ11fiesa y el otro no, el que confiesa serú condenado a diez aúos y
lado, desde la perspectiva instrumental, ninguno tiene motivos el otro saldrá libre. Si los dos confiesan, el fiscal está dispuesto a ser
racionales para dejar de comportarse como un egoísta racional. Si benévolo y pedir sólo cinco aúos de cárcel para cada uno. La pareja
los demás no cooperan, entonces no tiene sentido que uno mismo se ama apasionadamente y la prioridad de cada uno es que el otro
Le>
coopere; y si los demás lo hacen, lo más inteligente es aprovecharse salga libre sin parar mientes en sí mismo. En esta situación, ambos
de ellos. Si nadie paga a Hacienda, es absurdo pagar, porque mi serán condenados a cinco aúos. Haga lo que haga cada uno, la me-
sacrificio no servirá para nada; y si todos lo hacen, entonces tam- jor opción del ~tro es confesar. Pero de este modo obtienen un re-
bién es absurdo pagar, porque puedo gorronear a los demás. sultado peor para el otro de lo que hubieran conseguido cooperan-
En el mundo real este círculo vicioso no es frecuente. La razón 1
¡ do para salvarse. ·
es que los grupos suelen establecer normas sociales relacionadas La conducta normativa, en cambio, puede ser perfectamente
con la cooperación colectiva -«Hacienda somos todos» y cosas I· egoísta, insincera o malintencionada. Uno sigue las reglas por la
así- e instituciones que fuerzan la colaboración y sancionan el razón que le dé la gana, eso es trivial, lo importante es seguirlas.

98 99
1
-11 i\iDflr1

1
Lo que realmente se opcme al egoísmo no es tanto el altruismo limitan el deseo, las posibilidades, las oportunidades y los benefi-
com.o el compromiso. La idea de compromiso alude al modo pe-
culiar en que seguimos normas que no se pueden reducir a racio-
I' cios de la deserción, ya sea el gorroneo egoísta de~ esfuerzo de los
demás o la resistencia moral a una situación injusta.
nalidad instrumental. No tienen que ver siempre, ni siquiera a me- Porque la verdad es que cuando seguimos una regla no somos
nudo, con graves decisiones morales. En un caso extremo, autómatas irracionales y nos podemos plantear distintas alter-
seguimos una regla sencillamentl' para seguir una regla. Por ejem- nativas, incluida la de no seguirlas o seguirlas parcialmente.
plo, aceptamos las normas de etiqueta en la mesa sin preguntarnos Además, las normas no suelen ser unívocas o claras sino profun-
demasiado para qué sirven. Hacemos eso porque eso es lo que se damente contextuales. Podemos autoengañarnos para pensar
hace: las normas nos atan a determinadas conductas. Se siguen las que no estamos incumpliendo la norma o que se trata de una
Jl<ffl11<1S con gusto o sin él, lo crucial es la obligación a la que nos infracción menor o justificada. Por eso muchos sistemas de nor-
comprometen y no el placer que nos reportan o incluso nuestras mas incluyen procedimientos de aplicación y mecanismos de
creencias asociadas a ellas. Como le dijo Tony Soprano a su hijo supervisión. En plan: «mate usted a su primogénito en el solsti-
adolescente cuando éste atravesaba una fase de nihilismo nietzs- cio de verano con un hacha de sílex, en caso contrario la asam-
cheano y se negaba a acudir con su familia a un servicio religioso: blea de hombres justos los lapidará a los dos». El conjunto de
«Tal vez Dios haya nrncrto, pero tú le besarás el culo de todas for- normas, procedimientos y supervisión es aproximadamente lo ~

mas». Jon Elstcr ponía un ejemplo histórico más elaborado: que llamamos una institución, es decir, una manera codificada or,...:.::
:L
de hacer algo, que no se debe confundir con una organización o
En b dap~1 «maduLP del conH1nis1110 ( ... )todo el tnundo sa- una comunidad (o sea, un actor colectivo). ,
bía que nadie creía en los principios de la ideología oficial, y sin c.
La relación entre normas e instituciones es bastante clara, en
embargo todo el mundo se ,·eí.1 obligado a hablar y comportarse cambio la relación entre normas y comunidades es mucho más
corno si In hicina ( ... ) l·.I rnoti\'O de los líderes para ubligar a la opaca. En general, hay normas relacionadas con comunidades
gente a hacer <lbsurdas dcchraciuncs en público no era hacerles empíricas, en las que las relaciones personales suelen fer impor-
creer en lo que e~taban diciendo, sino inducir un estado de com- tantes, y normas relacionadas con comunidades abstractas. En "'---,
plicidad \'de culpa que SOC1\'élí~1 S\1 moralidad}' SU capacidad de este último caso, la comunidad puede llegar a no ser nada más que
resistencia. En efecto, se encontraban tan vaciados de individua- el conjunto de normas. La sociología clásica hablaba de organiza-
lidad que, como dijo una mujer de la antigua Alemania Oriental, ciones primarias y secundarias. En realidad, es una distinción
«no podía de repente "h.iblar abiertamente" o "deLir lo que pen- problemática y seguramente, de nuevo, lo más razonablt: sea en-
saba". Ni siquiera sabía dem<1siado bien In que pensaba». 16 tender la cosa como un continuo. En un extremo estarían las prác-
ticas sin relación con una comunidad percibida, como las buenas
maneras en la mesa o las normas que regulan el comportamiento
Muchas relaciones de compromiso incentivan fuertemente el en las colas. En otro las prácticas incondicionales con un fuerte
altruismo. Por eso a menudo se confunden ambas nociones. Pero componente afectivo, como las relaciones familiares. Nuestro
si el compromiso normativo no depende del alt,,uismo, ¿de qué de- compromiso con las primeras es más débil que con las segundas,
pende entonct's? íl<ísicamentc de las relaciones personales y de las en el sentido de que a menudo las seguimos sencillamente porque
instituciones. Tanto las relaciones personales como las instituciones no hay oportunidades o incentivos para no hacerlo.
i'
La mayor parte de la gente participamos en muchos conjuntos
"' Jon Elstn, l!cudicuiu d,· <11cul11;, Iluc'l1'" 1\ircs, Kat7,, 2006, p. 1:13.
de reglas. Pero lo característico de las sociedades simples es que

lüü
101
esos círculos se pueden ordenar en una jerarquía comprensible, La economía ortodoxa presupont' que la racionalidad instru-
tal vez imaginaria o basada en el autoengaño, pero al menos co- mental ,es la estructura básica del comportamiento humano. Sin
herente. Existe una conexión entre los distintos niveles de reglas embargo, un descubrimiento curioso de la psicología experimen-
y compromisos. tal es que uno de los pocos grupos que responden de forma siste-
Lo típico de la modernidad ha sido, por el contrario, la con- mática a ese patrón son ... los economistas, profesores de econo-
fusión. Cuando los sociólogos describen nuestras sociedades mía y estudiantes de economía. La enorme influencia que tiene
como individualizadas, en realidad no es del todo cierto. La esta comprensión de la conducta humana históricamente exótica
mayor pa~te estamos desesperadamente comprometidos con y moralmente tóxica tiene que ver con el desorbitado poder que
organizaciones, sobre todo empresas. Pocas iglesias a lo largo hemos otorgado a las pocas personas para las que es relevante.
de la historia han contado con la entrega de fieles como noso- Algo en lo que• en Occidente tenemos cierta experiencia. A fin de
tros, trabajadores asalariados. Pero esos círculos de lealtades cuentas, la moral sexual dominante durante mucho tiempo la es-
son extremadamente embrollados. Nos dejamos la piel por or- t~blecieron religiosos que habían optado por d celibato.
ganizaciones a las que sólo debería unirnos el frío interés y La cooperación en Internet denHIL'Stra, pur ~i alguien tenia al-
descuidamos los círculos íntimos que, sin embargo, ensalza- guna duda, que no es cierto que seamos sistemáticamente egoís-
mos con unos niveles de cursilería que a cualquiera nacido tas. Mucha gente elige compartir y dedicar su tiempo a los demás
antes del siglo xrx le hubieran parecido profundamente almi- cuando los incentivos o la presión social para hacerlo son muy
barados. En ese sentido, tampoco es muy acertada la definición escasos. En la red esta preocupación por el prójimo puede ser
de nuestras sociedades como complejas, más bien deberíamos infinitamente ocasional, no está vinculada a ninguna estructura
denominarlas «confusas». normativa estable. A primera vista esto no tendría por qué ser
La solución que hemos encontrado para lidiar con esta reali- necesariamente un problema. Es m<ís, parece resolver un dilema
dad tan oscura es la burocracia, en el sentido que le dio Max característico de las sociedades l°ornpkps.
Weber. Delegamos en expertos la elaboración de códigos explí- Para mucha gente, el capit<llismo no sólo tiene graves fallos
citos e impersonales que regulen ciertos aspectos de la coopera- materiales o sociales. También plantea un problema general rela-
1
ción social. Para que esta regulación sea posible algunas organi- cionado con el tipo de motivación que exige: el miedo, el egoísmo,
zaciones cuentan con capacidad coercitiva. La diferencia entre la competencia ... El mercado permite la CPordinación de algunos
estas formas de cooperación burocrática y las reglas tradiciona- esfuerzos humanos sin necesidad de que concurran relaciones de
les no es tanto el tipo de reglamentación como el nivel de impli- dependencia. Los resultados son, siendo generosos, ambivalentes.
cación personal, baja en las primeras y alta en las segundas. En Pero seguramente es cierto que ha contribuido a romper con el
eso se di -;tingue un ejército moderno basado en la remuneración lastre de algunas tradiciones opresoras y, en general, a promover
o el reclutamiento masivo de, digamos, el sistema de reglas que cierto tipo peculiar de independencia y libertad individual. El
convertía a los atenienses libres en hoplitas, ciudadanos-solda- precio a pagar es la mutilación de algunas c:aracterísticas que so-
dos que participaban en la provisión común de seguridad mili- lemos considerar importantes en las personas, como Ja preocupa-
tar. La difuminación del compromiso no es necesariamente ción por los demús. El entorno digit,11, .:n cambio, se caracteriza
mala. ¿Queremos realmente tener el mismo grado de implica- por un individualismo y un anonimato muy similares a los del
ción en el Canal de Isabel II que un agricultor valenciano en su mercado, pero eso no nos obliga a desentendernos del prójimo.
sistema de irrigación tradicional? En Internet podemos ser mónadas individuales, pero no por eso
estamos condenados a ser egoístas racionales.

102 103
Hay, sin embargo, una restricción crucial. gn el contexto digital comunales de limpieza de caminos de mi pueblo. De hecho, un
la coopnaci<'m depende del altruismo, entendido como una elec- gesto así sería visto como una provocación. Había un indigente que '
Li<'ll) individual, no del compromiso, entendido como una norma pedía dinero a la puerta de un supermercado cerca de mi casa
-;ocial. El compromiso cooperativo no surge por el mero hecho de que cuando alguien le intentaba dar algunas monedas de céntimo
participar en el entorno digital. Fs algo que puedo preferir o no y retiraba la mano y exclamab.a ofendido: «¡Yo no recojo cobre!».
para lo cual tengo que encontrar razones. Una historia puede acla- La idea de que existan umbrales mínimos bastante exigentes
rar esta diferencia. para la cooperación supone un conocido desafio para la teoría de A;:

la racionalidad estándar. El ejemplo experimental mejor conocido ,.


Un grupo de profesores solíamos tomar el café a media maña- \ ~;;:i

na. Sin acordarlo explícitamente habíamos adoptado la costumbre es ~l juego del ultimátum. Es una situación que se da entre dos
de que cada día pagara la cuenta un<1 persona del grupo. No había personas que no se conocen y que no volverán a encontrarse más.
· un turno estricto, cada día se ofrecía a pagar ur\a persona y el re- El primer jugador propone cómo dividir una determinada suma
de dinero con el segundo. Si este último rechaza la oferta, nadie '?'~~
sultado era aproximadamente rotatorio. Era una cantidad de di-
nero pequeiia y a nadie le importaba demasiado si nó había una obtiene nada. En cambio, si la acepta, el dinero se reparte corno
completa proporcionalidad en las cuentas. Sin embargo, era im- propuso el primer jugador. Por ejemplo, se entregan cien euros a
e·.~
posible no darse cuenta de que había una profesora que nunca se los dos jugadores para que se los repartan. El jugador A tiene que
ofrecía a pagar. Avanzaba t'l curso y la situación resultaba cada vez decidir cómo se divide el dinero. Si el jugador B acepta la propues- ~
más incómoda. Nadie se decidía a recriminarle su actitud. A fin ta, cada uno se lleva lo acordado; pero si la rechaza los dos se
de cuentas, no había ningún acuerdo formal para pagar rotatoria- quedan sin nada. La racionalidad económica nos dice que A ofre-
mente. De repente un día, cuando una compai1era se dirigía a cerá la menor cantidad posible, o sea un céntimo, y que B aceptará
pagar, oímos decir a la profesora tacaf1a: «Espera, espera, que la oferta, ya que un céntimo es preferible a nada (una especie de

«coge el dinero y corre»). Sin embargo, se ha comprobado que, en
siempre pagáis vosotros». «Ah, por fin», me dije, «Se ha dado
cuenta de que tiene que pagar la cuenta de vez en cuando». Pero, la mayoría de los casos, A ofrece una cantidad importante, cerca-
para mi sorpresa y, hasta cierto punto, admiración, aüadió con na a la mitad, y que B rechaza las ofertas que están muy por debajo
tono resuelto: «Hoy, que cada uno pague lo suyo». de la mitad. Se ha repetido el experimento en diferentes contextos
l ,a profesora laca1ia se negaba a aceptar que estaba participan- culturales con resultados muy sirnilares.' 7 Sin ern~arg2? e_I1.J11ter-
do en un sistema de normas cooperativo basado en la reciproci- net,~aJ_ig~~Jqyeen el merc_ado, la ausencia de umbrª~~s _e_st~p_~r­
dad (un arreglo frecuente e11 muchas sociedades tradicionales). fectamente aceptada. El crowdfunding se basa jµstamentg en Ja
Para ella se trataba de una cuesti<'in de altruismo, de preocupación lógica de «coge el dinero y corre».
por los demás y, por tanto, una elección personal que podía ad- Del mismo modo, la necesidad de buscar razones para el
ministrar según su moti\·ación. No quería invitar a nadie, su comportamiento cooperativo es socialmente excepcional. Mu-
preocupación por el prójimo se limitaba a impedir que los demás· chos sistemas de reglas incluyen conductas altruistas. Pero lo
gastaran su dinero en ella. crucial de las reglas es que no exigen que nos demos razones
Del mismo modo, normalmente, nadie evalúa la cantidad que para seguirlas. De hecho, la búsqueda de razones más allá de
decido donar para una causa noble: desde el primer euro que dono cierto punto suele dinamitar los sistemas de reglas, como bien
,•mpit'zo a sl'r <lltruista. Fn c1111bio, la conducta cooperativa regla-
...
da suele tener umbrales mínimos. Si quito unas briznas de hierba 17Kwame Anthony Appiah, Experimentos de ética, Buenos Aires, Katz, 2011, p.
a las puertas de mi casa, no estoy cooperando con los trabajos 167yss.

io.+ 105
1
saben los teólogos. Si me pregunto seria y sistemáticamente por Lo que sugiere el caso de Mondragún es que la cooperación
qué no puedo tomar el nombre de Dios en vano, tengo bastantes estable es más un ecosistema que un dlctdo de incentivos y cos-
papeletas para llegar a una respuesta escéptica. Si me pregunto tes. Para bien y para mal (y en muchas ocasiones e~ para mal),
en serio si debo pagar impuestos, es probable que acabe en la tiene que ver con la identidad personal y social, con aquello que
cárcel por evasión fiscal. define el tipo de personas que somos y que aspiramos a ser. En
Llegados a cierto punto, seguimos las reglas, sin más. Como Internet esto apenas existe. La razc'l11 es que no me resulta muy
explicaba el filósofo John Searle, no puedo entrar a un bar, tomar- costoso romper la interacción social. Si saboteo sistemáticamente
me una cerveza y decirle al camarero: «Verá, he estado analizán- las conversaciones en un foro, lo peor que me puede pasar es que
dome cuidadosamente mientras bebía y, he de serle sincero, no he me expulsen. Hay plataformas como eBay, Digg o Menéame
encontrado en mí el menor deseo de pagarle». Entrar en un bar que disponen de herramientas sociales para que los usuarios
nos compromete con un sistema de normas que incluye pagar las se evalúen mutuamente y establezcan su reputación. Una conduc-
consumiciones, con independencia de nuestro mucho o poco de- ta destructiva podría arruinar mi identidad digital en esos foros
seo de hacerlo. Del mismo modo, por suerte para los recién naci- y tal vez tenga que renunciar a mi nick. Pero es difícil comparar
dos, no necesitamos que nos apetezca cambiar los pafiales de eso con la reprobación de nuestros pares en el mundo analógico y el
nuestros hijos. Comprometerse a cuidar de un nifio implica olvi- modo en que afecta a la consideración que tenemos de nosotros mis-
darse de los deseos o las preferencias y seguir la conducta aproxi- mos. Las únicas ocasiones en que el coste se incrementa es cuando
madamente adecuada de forma recurrente. una represalia masiva afecta a mi yo analógico. El llamado «efocto
En Internet no hay ningún sistema de reglas que me interpele Streisand» es algo más que una anécdota. Significa que los efectos
de esa manera. Las iniciativas de colaboración digital han sido sociales similares a los de una comunidad analógica que Internet
muy imaginativas a la hora de desarrollar normas de funciona- puede generar son básicamente los de una masa linchadora.
miento inteligentes y eficaces. El software libre, Wikipedia, el P2P Lo interesante no es tanto que de hecho 110 haya compromisos
tienen mucho que ensefiar a las comunidades analógicas acerca normativos fuertes en Internet, como que parece que hay buenas
de la innovación institucional. Pero no hay comunidades empíri- razones para pensar que no puede haberlos de forma sistemática.
cas digitales que nos comprometan en sentido estricto. Por eso Del mismo modo, no hay ni puede haber en Internet nada parecido
cada poco hay mensajes de Jimbo Wales exhortándonos razona- a la estructura burocrática. No se trata de una imposibilidad fáctica.
damente a dqnar dinero a Wikipedia. Suena muy civilizado pero Es algo que algún gobierno podría intentar, seguramente a un coste
la realidad es que si el cuidado de los demás tuviera que depender altísimo. Pero el resultado sería otra cosa distinta a la red tal y como
de la motivación, la sociabilidad sería imposible. la conocemos, en la que la descentralizaci('m es esencial.
La mayor parte de las cooperativas laborales exitosas en el El coste a pagar por la combinación de independencia y coo-
mundo analógico tiene un alto nivel de arraigo comunitario. La peración características de Internet es que no puede ser un polo
corporación Mondragón es uno de los mayores proyectos coope- de autogobierno en sentido fuerte. Practicamos el altruismo anóni-
rativos del mundo y uno de los diez grupos empresariales más mo mientras implique compromisos rúarginales. A menudo la
importantes de España, agrupa a doscientas ochenta empresas y producción de contenidos libres en Internet es' parasitaria, en el
tiene una fuerte proyección internacional. Aun así está muy im- sentido de que depende de que existan otras f{ientes de sustento
plantada geográficamente en el entorno de la villa vasca de Mon- y de tiempo libre. Como dice el chiste, la mejor manera de ganar
dragón, con una red integrada de centros de investigación, forma- dinero con el software libre es traba)ar dl' camarero. Nadie está
ción profesional e incluso una universidad cooperativa. dispuesto a arriesgar su vida, en sentido amplio, con una masa

106 107
anónima y potencialmente caprichosa que ni siquiera reconoce
los elementos húsicns de I¡¡ reciprocidad antropológica. f, motivados por su interés personal utilizan de forma independien-
te un recurso común limitado, terminarán por agotarlo o des-
Con toda la razón, mucha gente que coopera en Internet no
Ji truirlo pese a que a ninguno de ellos les conviene que se p~oduzca .,
se sentirú reconocida en ese retrato. Se consideran honestamen-
~· esa situación. Se trata de una versión del dilema del prisionero.
te comprometidos con la difusión del conocimiento y el bienes-
Las dos soluciones ortodoxas que generalmente se proponen a
tar. Seguramente su actividad cooperativa es una parte impor-
esta tragedia de los comunes son, alternativamente, la privatiza-
tante de sus vidas. Alguien me contó que en uno de los primeros
ción o la burocratización. La idea es que la privatización del re-
viajes de Richard Stallman a Espai1a le intentaron regalar varios
curso común hará que cada propietario vele por la preservación
CD de grupos locales. tl explicó amablemente que no podía
de la parte que le corresponde, ya que no tendrá que temer que
aceptar el regalo porque no quería poseer ningún material con
licencias restrictivas. otros copropietarios gorroneen sus esfuerzos. Con la gestión bu-
rocrática, una agencia externa se encarga de la gestión del recurso
El problema no es la integridad 6tica, el sentimiento de impli-
y supervisa'Ias asignaciones castigando a los infractores.
cación personal o la coherencia sino la existencia de sistemas de
Una respuesta habitual, y no muy buena, es que Hardin hace
normas que de hecho regulen colectivamente la actividad coope-
una petición de principio. El dilema de los comunes sólo surge si
rativa de una manera estable y cticaz sin condenarla a los azares
los actores implicados se comportan como egoístas racionales
de la eleccic'111 personal. Creo que mtKha gente intuye en el fondo
modernos y no como lo hacen habitualmente los miembros de las
'esta limitaci<in, por eso la expresión «bienes comunes» o commons
comunidades tradicionales en las que existe ese tipo de propiedad
aparece tan a menudo en la jerga del ciberactivismo.
colectiva. En realidad, Hardin tenía una visión mucho más diná-
Los co111111011s son los recursos y servicios que en innumerables
mica del problema de lo que generalmente se reconoce. Es cierto
sociedades tradicionales se prc)ducen, gestionan y utilizan en co-
que no abunda en sutilezas históricas (era un zoólogo maltusia-
mún. Puede11 ser pastos n u1lti\·os, recursos hídricos, bancc)s de
no), pero no es difícil reinterpretar su planteamiento en términos
pesca, la caza, tareas relacionadas con el mantenimiento de los /l '. ~Y'¡
1
I
sociológicamente más precisos: ¿pueden los comunes sobrevivir •\

caminos, la siega, la alfarería o el cuidado de las personas depen-


en una sociedad compleja, es decir, en un entorno desregulado?
dientes ... Ha recibido un sinfín de nombres a Jo largo de la histo-
Así que, a pesar de lo que se suele decir, la economista Elinor
ria: común, conmwns, tequio, procomún, minga, andecha, auzo- ÜJ\ 12.,i.J\I\
Ostrom no refutó a Hardin. Más bien se hizo otra pregunta
/1111 ... En 1,1 ll'oría social contcrnporúnea se suelen denominar
igualmente interesante. ¿Cómo pudieron sobrevivir los bienes
recursos dt' uso común (RUC). Los ciberactivistas insisten en que
comunes en las sociedades tradicionales? Los miembros de las
hay un parecido al menos formal entre estas formas seculares de
sociedades neolíticas no eran héroes morales ni idiotas cegados
cooperación y la redacción de u11 artículo para vVikipedia, la pro-
por un colectivismo aborregado. Sabían distinguir al menos tan
gratn<.1ci<'in de so/tw11rc libre o el subtitulado altruista de películas
bien como nosotros su propio interés individual, el de sus fami-
o series de televisión. ¿Es esto razonable? ¿Por qué son concep-
lias y el de la colectividad, y a menudo se verían tentados de no
tualinente importantes los bienes comunes en un entorno tan dis-
tinto a su contexto original? cumplir las normas. En realidad, lo enigmático es que no se haya
dado la tragedia de los comunes más a menudo. Dicho de otra
La discusil.lll se remonta a un conocido artículo de Garrett
forma, lo sorprendente es que hayan existido sistemas comuna-
Jfardin -«La tragedia de los comunes»- que 'explica cómo la
les increíblemente estables de gestión de recursos colectivos que
gestión de los recursos de uso común se enfrenta a un dilema.
I5úsicamentc, si varios indi\'iduos actuando racion~lmente
y
durante siglos no han precisado de agencias coercitivas externas
para sobrevivir.
108
109
A través de una ambiciosa investigación empírica, Ostrom es- llegado mediante la competencia individual o a través de la
tableció las condiciones institucionales en las que es más probable gestión por parte de una agencia pública. Son el producto de una
que surjan acuerdos comunitarios sobre los recursos de uso co- evolución lenta, pero no son accidentales o el resultado del
mún eficaces .y estables. Se trata de un entramado organizativo mero ensayo-error. Es decir, no se trata de un sometimiento
muy sofisticado que las comunidades tradicionales desarrollan a irreflexivo a la colectividad o dl' un altruismo incondicional.
través de un proceso evolutivo: De hecho, los ejemplos que Ostrom analiza suelen incluir pro··
cesos deliberativos a largo plazo LJUt' abarcan un amplio abani-
Las instituciones [que regulan los recursos de uso común] co de motivaciones.
pueden definirse conrn los conjuntos de reglas en uso que se El límite del planteamiento de Oqro111 l'S que estudia princi-
aplican para determinar quién tiene derecho a tomar decisio- palmente comunidades tradicionales. M~tchas dt' ellas han encon-
nes en cierto ámbito, qué acciones están permitidas o prohi- trado normas elegantes v eficaces para afrontar sus problemas de
bidas, qué reglas de afiliación se usarán, qué procedimientos organización. ¿Es aceptable estabkccr una analogía con el contex-
deben seguirse, qué información debe o no facilitarse y qué to cooperativo digital actual? En pocas palabras: no. En la Internet
retribuciones se asignarán o no a los individuos según sus ac- que conocemos no se da ni puede darse prácticamente ninguna
ciones. ( ... ) No debería hablarse de una «regla» a menos que de las condiciones que plantea 0:-itrom.
la mayoría de la gente cuyas estrategias se vean afectadas co-
nozca de su existencia y suponga que los otros supervisan el L Los sistemas de gestión de rccur~·,()' L'l>muncs con límites
comportamiento y sancionan el incumplimiento. En otras pa- bien definidos escasean en el mediuambicnte digital. Rara
labras, las reglas en uso son del conocimiento común, se su- vez se sabe con precisión qué pnsuna:-, u colectivos tient'n
pervisan y se aplican.' 8 derecho a extraer unidades de un recurso y quiénes se en-
cargan de su provisión. Wikipedi<t, por ejemplo, L'S un entor-
Adicionalmente, Ostrom propone algunos «principios de dise- no abierto, donde el perfil de los colaboradores es muy he-
ño» característicos de instituciones de larga duración de los recur- terogéneo: enciclopedistas estables, contribuidores
sos de uso común, ' 9 Básicamente, los individuos o familias a los que ocasionales, trolls, personas 111 u r bel igc ran lcs q uc exL·i usi-
afecta el sistema de reglas deben estar claramente definidos; las re- vamente participan en úreas de su interés personal (en
glas de apropiación y provisión tienen que ser coherentes con el cuestiones relacionadas con su ideología política, por
contexto local; los participante, deben estar en condiciones de mo- ejemplo) ... Ésa es una lucnll' de probkrnas reales que se
dificar los arreglos de elección colectiva; tienen que existir formas ha intentado limitar, por ejernplu impidiendo que los usua-
de vigilancia, sanciones graduadas y mecanismos para la resolución rios anónimos puedan crear voces nun·as. Hay unas pocas
de conflictos; por último, es necesario un reconocimiento mínimo comunidades extremadamente cerradas --digarnus, un
de derechos de organización y deben ser posibles las entidades co- foro de pedófilos o de crackers-, donde la confianza es un ele-
lectivas anidadas. mento importante. Pero es significativo que a menudo es-
Muchos sistemas RUC que tenían estas características ob- tén asociad<~S a comportamientos delictivos. Desarrollan un
tuvieron resultados tan buenos o mejores que a los que se hubiera compromiso negativo -por analogía L·on el concepto de
libertad negativa, de Isaiah Bcrlin-- que no surge de la co-
8
' Elinor Ostrom, El gobierno de los bienes comunes, México, FCE, 2011, p. 109. rrespons~bilidad sino de la participación en un juego de
9
' Elinor Ostrum, ap. cit., pp. i65 y ss. suma negativa: si yo pierdo, lLt pierdL·s.

110 111
2. En los HUC existe 11na gran coherencia entre las reglas de apro-
bibliotecarios de Wikipedia o el moderador de un foro). Son
piaci¡'in y provisión y las condiciones locales. En una comuni-
tan fallidos como cabría esperar y las acusaciones recíprocas
dad de recursos hídricos, los ar1os de sequía se reparte el agua
de trolleo y censura -con el aliño de los linchamientos en
de manera distinta que l'll un ar1o lluvioso. Los medios digitales
masa- son un elemento consustancial a la red social.
son, por su propia naturale1.a reproductiva, expansivos y poco
sensible, :d contcxl(): liendL'll .11 encapsulamiento. Como he se-
r1alado, un rnoti\'o de debate habitual entre programadores y
4. Los RUC más complejos se caracterizan por estar organizados
cscritorL'S es que el copylc/i estricto, típico del sc:ftware libre, es
en múltiples niveles de entidades anidadas. La idea misma de
una licencia tc;c11ic1mente poco problemática para los trabajos
red distribuida contradice esta idea. Hay algunos reconoci-
funcionales, crn.110 un diccion<ll"io o un manual, pero no tan
mientos mínimos de derechos de organización pero son muy
hut'lld par;1 las obras cn'<1ti\',1s. La libre difusión de obras en la
frágiles y poco eficaces. Existe, por ejemplo, la Fundación Wi-
red puede ser rentable p<1rn :1rt is tas que tienen otros medios de
kimedia o la Free Software Foundation, pero su relación con
obtener ingresos, como las actu;iciones en directo, pero catas-
los proyectos que subsumen es en buena medida prescriptiva.
trófica para los que no disponen de esa opción, como los acto-
res de cinc. FI encapsulamiento impide adem:ís que la mayoría
Este conjunto de limitaciones excede el entorno digital. Mucha
de !lis i11di\·idt1os ;1fi.YL1do.-, por las reglas del sistema pueda
gente reivindica en la actualidad una economía de los bienes co-
participar en su modificación, otra característica de los RUC
munes como alternativa al capitalismo neoliberal. Parecen creer
que se puede estar comprometido con lo común en g~neral, sin
estables. La ausencia de lazos comunitarios hace que lps arre-
glos de clccci'c'm colediv<i rc.st1llt'11 muy costosos en llll contexto
plantearse los sistemas de normas concretos que regularán los
distribuido. Por ~so 1mrchos pro)'ectos cooperativos comienzan
bienes y servicios sometidos a ese régimen. Es un error. Lo que
como una iniciativa creacla por llll pequeflo grupo, a veces una
Ostrom ha demostrado es que participar en un recurso común es
sola persona, que establece J;i., r,·gla.-, y a las que después se ad-
exactamente lo mismo que seguir las normas que regulan su ges-
hkre ll1Ú.'> gcnlL'. Ls,1 L·~ J,1 r<1zu11 t.unbién de que en ]os entornos
tión, como jugar al ajedrez es seguir el sistema de reglas' del aje-
coopcrati\'os digitalc., h:iya tantas figuras prestigiosas -corno
drez. Esos sistemas pueden incluir especializaciones y distintas
l.a\\'rcrKc Lcssig o Li 1rns Torqlds-- cuya influencia trasciende
formas y niveles de participación, pero no una mera apelación a
los meritos intdcctualcs y entra de lleno en el ámbito de la au-
toridad rnrismútic,L
una solidaridad genérica o un compromiso con lo público en ge-
neral. Los recursos de uso común son distintos tanto de la gestión
privada como de la administración estatal.
Quien considere que la economía de los recursos comunes es
3. En los Rl'C los apropiadort'S que \'iolan las normas son san-
compatible con las sociedades complejas tiene que sostener al
cionados por otros usuario.'> o por funcionarios especializa-
mismo tiempo que existen normas relativas a la provisión, distri-
dos. También hay mccrnismos r:ípidos para resolver conflic-
bución y supervisión de bienes comunes compatibles con un gra-
tos. b1 Internet el monitoreo y las sanciones graduadas son
do alto de anonimato y de fragilidad de las relaciones sociales
cxtreniadamcntc costosos t' ineficaces porque las reglas son
empíricas. En las sociedades modernas se amplían mucho no sólo
poco claras y Lis dimcn,ionc·s enormes. Existen sistemas de
las oportunidades y la motivación para convertirse en un gorrón,
supcrvísí<1n tanto social (la puntuación de los comentarios
sino también la complejidad de los problemas a resolver. Existen
de las 1rnt1cia:. en un medio digital) corno Jerarquizada (los
limitaciones cognitivas, y no sólo institucionales, a la participación
112
113
masiva en la gestión de numerosas organizaciones importantes, Una de las claves de los RUC es lo que Ostrom llama «creacio-
desde una unidad de oncología de un hospital hasta el suministro nes autoincrementales», que se dan en el proceso de elaboración
de agua potable de una gran ciudad. de las instituciones que los regulan. La idea es que el proceso de
La imposibilidad técnica de participar en el núcleo decisorio creación institucional inicia una dinámica de aprendizaje que re-
de un sistema de gestión de recursos de uso común podría ser un troalimenta las propias instituciones. En cambio, aunque las tec-
límite importante. Tendemos a considerar mucho más llenos de nologías. de la información facilitan mucho la comunicación y la
sentido aquellos bienes y servicios en cuya producción hemos par- difusión, sus características institucionales (intermitencia, ausen-
ticipado y cuya finalidad comprendemos. Cuanto más marginal sea cia de un entorno de deliberación sosegado ... ) hacen que las ini-
nuestra participación en ese proceso, más difícil es que nos sinta- ciativas cooperativas se enfrenten a contradicciones.
mos implicados en él. Por eso los intentos bienintencionados de Los ciberfetichistas consideran que en la red cambian las reglas
establecer ortopedias participativas en procesos burocratizados y del juego. Creen que las tecnologías de la comunicación generan
técnicamente complejos suelen terminar en un fracaso. Los presu- un tipo de sociabilidad peculiar a partir del cruce de acciones
puestos pa'rticipativos o las consultas vecinales a propósito de una individuales fragmentarias. La cooperación sería la concurrencia
remodelación urbana consumen una gran cantidad de tiempo y en un espacio cromunicativo puro de individuos unidos tan sólo
de energías. Sin embargo, mantienen a los usuarios en un lugar por intereses similares: la programación de software, las cuestio-
periférico por lo que toca a la actividad efectiva de uso, gestión y n~s legales, las aficiones personales, la búsq~1eda de relaciones
provisión de los bienes o servicios en cuestión. sexuales, la creación artística, Ja redacción colectiva de artículos
La moraleja es que el gobierno de los comunes es indisociable de para una enciclopedia ... No es una comunidad basada en lazos
una apuesta comunitarista en un sentido bastante tradicional. Las personales, o un proyecto de vida común.
relaciones comunitarias densas y continuas son esenciales para la Es un poco como la realización de la fantasía burguesa de un
supervivencia de sistemas de normas en los que la tentación de de- contacto social parcelado que deja inalterado el ámbito privado,
fraudar sería muy fuerte si la interacción fuera anónima y disconti- la vieja aspiración a que la labor pública económica, política o
nua. La propia Ostrom lo subraya cuando señala las debilidades de cultural se desarrolle en contenedores estancos que no compro-
los modelos de la elección racional para comprender los RUC: metan a sus participantes mús allú de dicha actividad. También
hay una gran congruencia con la pcrcepci('m de la sociabilitfad de
Estos modelos están lejos de ser útiles para caracterizar el compor- la teoría de la acción racional. Para los economistas la coopera-
tamiento de los apropiadores en los RUC de pequeüa escala( ... ) En ción que no surge del cálculo egoísta o de la preferencia individual
tales situaciones, los individuos se comunican repetidamente entre por el altruismo es un fenómeno problemático incluso en sus ver-
sí en un marco físico localizado. De este modo es posible que apren- siones más triviales. Por ejemplo, l.a colaboración con uno mismo
dan en quién confiar, qué efectos tendrán sus acciones sobre los de- -algo que la mayoría damos por supuesto salvo en caso de gr<1ve
más y sobre los RUC, y cómo organizarse para obtener provecho y enfermedad mental- es una fuente de dilemas. Un ejemplo bien
evitar dafios. Cuando los individuos han vivido en este tipo de situa- conocido es la paradoja del fumador. Como cada cigarrillo supo-
ciones durante un tiempo considerable y han desarrollado normas ne una contribución infinitesimal a una posible enfermedad fu-
compartidas, poseen un capital social con el que pueden construir tura, el fumador nunca tiene motivos racionales en un momento
acuerdos institucionales para resolver los dilemas de los RUC. 20 determinado para no fumar un cigarrillo, ya que el daño que le
causa cada cigarrillo es menor que el beneficio que le proporciona.
20
Elinor Ostrom, El go/?fcnw de los hicncs (omwzcs, op. cit., p. 31 J. Sin embargo, la suma de todos estos actos causa un perjuicio total

115
114
-una enfermedad mortal-- que excede los beneficios totales, de otro- de las condiciones institucionales en las que tradicional-
ahí la paradoja. mente se había desarrollado. Un procedimiento para convertir en
La razón de esta limitación de la teoría de la elección racional una transacción formal un tipo de vínculo que en todas las socie-
es que concibe la identidad empírica cotidiana, nuestro «yo» real, dades precedentes ha estado basado en relaciones de dependencia
como una colectividad. Como si el yo del fumador actual fuera mutua colectiva. Las tecnologías de la comunicación permiten la
distinto del que se esfuerza en dejar su hábito o del enfermo de ficción de un nuevo tipo de comunidad, un modelo de organización
enfisema que se arrepiente de sus ai'los de tab'aquismo, con inde-• social novedoso compuesto de fragmentos de yo, de infinitési-
pendencia de que sea la misma persona la que experimente todos mas de identidad personal, del mismo modo que Wikipedia se
esos estados a lo largo de su vida. Así, la perspectiva correcta de elabora a partir de las infinitésimas de erudito que cada partici-
la propia vida sería la del momento actual. El yo técnico de la pante posee. ,
teoría de la elección racional es un punto vacío atemporal que se En realidad, la cooperación en la red se parece tanto a una co-
debe reactualizar constantemente para no caer en la incoherencia munidad política como una gran empresa se parece a una familia
formal. Obviamente, los individuos reales no somos así. Estamos extensa. Internet es la utopía postpolítica por antonomasia. Se basa
comprometidos con normas e instituciones que regulan nuestra en la fantasía de que hemos dejado atrás los grandes conflictos del
conducta al margen de nuestras preferencias puntuales. Y ésa es siglo xx. Los postmodernos imaginan que los cambios culturales
la base de nuestra actividad social. Por eso los economistas tienen y simbólicos nos alejan del craso individualismo liberal, para el
tantas dificultades para explicar la aparición de instituciones que el interés egoísta en su sentido más grosero era el motor del
como los recursos de uso común, que deberían ser irracionales cambio social. Y también que hemos superado la apuesta por un
pero que en realidad resultan muy eficaces. Estado benefactor que soluciona algunos problemas pero ahoga la
En Internet, en cambio, la sociabilidad no parece violentar los creatividad en un océano de burocracia gris. Imaginan un mundo
principios de la teoría de la acción racional. Los ordenadores son lleno de emprendedores celosos de su individualidad, pero creati-
una horma que obliga a la gcnll' a comportarse como individuos vos y socialmente conscientes. Donde el conocimiento será el prin-
fragmentarios. Los proyectos cooperativos cibernéticos están basa- cipal valor de una economía competitiva pero limpia e inmaterial.
dos en pr<Kcdimientos técnicos aparcntemeilte indiferentes a las Donde los nuevos líderes económicos estarán más interesados por
identidades personales empíricas. El anonimato y la inmediatez el surf que por los yates, por las magdalenas caseras que por el ca-
permiten colaborar, compartir) formar parte de una comunidad viar, por los coches híbridos que por los deportivos, por el café de
digital cuando uno quiere, si es que quiere y con la personalidad cultivo ecológico que por el Dom Perignon.
preterida. La tccnocooperación parece el producto de una serie Así que los ciberfetichistas no están sencillamente equivoca-
aleatoria de dccisores racionales pertectos sin más pasado o futuro dos. Han dado una solución falsa a un problema real. .El dilema
que el de sus preferencias actuales. Las tecnologías de la comunica- de los bienes comunes en una sociedad compleja es una versión
ci<'lll crean un \'l'lo ideoi<'igico que lo hace posible. Descomponen la estilizada del dilema ético fundamental de la izquierda. Deseamos
personalidad empírica en una serie de identidades compartim.$11- ser individuos libres y, al mismo tiempo, formar parte de una red
tadas y, sobre todo, ofrecen un mccmismo lt;cnico para recompo- de solidaridad y compromisos profundos y no meramente buro-
nn la acti\"idad social por medio de artefactos participativos. cráticos. Queremos una economía eficaz que nos permita optar
En este sentido, Internet desc111pe(1a una función análoga a la entre distintas ocupaciones e incentive el talento para que todos
del mercado de trabajo: es un dispo:->iti\-o pragmútico para liberar nos beneficiemos de él. Pero no queremos un mercado de trabajo
la actividad cooperativa -cognoscitiva en un caso, laboral en que nos obligue a competir y produzca desigualdades.
1 lh
117
Es un dilema porque a cada uno de nosotros nos gustaría tener
relaciones sociales electivas y no obligadas pero que todos los de-
más formaran una sólida red de solidaridad que nos proteja y
garantice que la cooperación será continua y no ocasional. Es un
poco lo que nos pasa como turistas. Viajamos a sitios que serían SEGUNDA PARTE
maravillosos si no fuera por toda esa gente que los abarrota por-
que han decidido, como nosotros, viajar a sitios maravillosos. Di-
cho de otra manera, Ja cooperación en Internet nos devuelve vio-
lentamente al punto de partida de las tradiciones emancipatorias.
La cuestión clave es si podemos recuperar algo de lo aprendido a
lo largo de más de un siglo de intentos de transformación social
Después del
o si tenemos que empezar desde cero. capitalismo

'

¡,

118
1 I' r (

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1:11 ! o
'):

Emancipación y ,->\Si.: i i\
dependencia mutua ( .~

E l ciberutopismo actualiza una idea muy presente en los mo-


vimientos revolucionarios modernos: la superación de la
·"
tutela comunitaria tradicional y la aparición de una forma de re-
lación social al mismo tiempo solidaria y respetuosa con el libre
desarrollo individual. La crítica de la fantasía de la red desde un
punto de vista comprometido con el cambio político exige some-
ter a examen también el modo en que la izquierda se planteó este 1

problema fundamental. El milenarismo digital es una mala res- '


puesta a una buena pregunta ... al igual que muchas concepciones
modernas de la sociedad postcapitalista.
El ciberfetichismo resulta tan atractivo porque concibe nuestro
·I tiempo como el resultado de una ruptura incruenta y fructífera
1 con el pasado. Desde esta perspectiva, somos los afortunados he-
rederos de algunos cambios tecnológicos con importantes subpro-
ductos sociales y potencialmente políticos. Y la verdad es que el
lastre del que nos gustaría habernos desprendido es pesado. In-
ternet y el tecnoutopismo, más que una cortina de humo, son un
bálsamo de irrealidad para una herencia histórica insoportable,
en la que la consistencia de la realidad parecía violentamente ex-
cesiva. La razón en marcha ya no atruena, como dice el verso de
La Internacional: es una suave y trivial música ambiental que fluye 1 ,
a través de los auriculares de nuestros iPods. 1
!
Es difícil saber si nuestro pasado reciente fue una época más
desgraciada que otras. Imagino que viene a ser más o menos lo
mismo morirse de hambre o frío en una aldea centroeuropea del
siglo XIII que en un campo de concentración alemán o ruso, y que
no debe de haber mucha diferencia entre que te tiren aceite hirviendo

121
en el asedio a una muralla medieval o que te bombardeen con los países no europeos ya habían padecido. La sobreproducción
napalm en la selva vietnamita. sistémica, los procesos de expansiún colonial, los sistemas políticos
Aunque, por otro lado, el modo en que las grandes catástrofes en crisis ... La formación histórica del capitalismo engendró ten-
y desafíos ,de nuestra era mueven a la movilización en vez de a la siones sociales, económicas y políticas de una enorme envergadura
oración es históricamente único. Son, u al menos eso pensamos, que se expandieron por todo el mundo y eclosionaron en el perio-
el resultado de ordenaciones sociales que escapan a nuestro con- do que va de i914 a i989, lo que a veces se denomina «el corto siglo
trol pero que se podrían modificar si se dieran las condiciones XX». Hoy seguimos lidiando con el mismo puzlt< pero es como si
adecuadas. Slavoj Zizek lo expresó con su contundente jerga la- hubiésemos cubierto las piezas con una capa de pintura de un co-
caniana: «En¡ contraste con el siglo XIX, lleno de proyectos e idea- lor alegre y motivos high-tech. El rompecabezas sigue siendo el
les utópicos o "científicos", de planes para el futuro, el siglo xx se mismo, pero resulta más confuso y difícil de resolver.
atrevió a enfrentarse a la cosa en sí, a realizar directamente el La verdad es que fue uno de los periodos históricos mús san-
Nuevo Orden. El momento verdadero y definitorio del siglo xx grientos que conocemos, al menos en krminos cuantitativos. Se
es la experiencia directa de lo Real como algo opuesto a la realidad calcula que entre 1900 y 1993 se produjeron ciento cincuenta y cau-
social cotidiana, lo Real en su extrema violencia como precio que tro guerras que se cobraron más de cien millones de vidas, de las
hay que pagar por pelar las decepcionantes capas de la realidad». 1
cuales el 80% eran civiles. El novelista Erri de Luca, que, por cierto,
La retórica de la inmaterialidad, la abundancia digital, la so- dice enfadarse mucho cuando alguien habla mal del siglo xx, suele
ciabilidad reticular y el postfordismo trata de ocultar que todo citar un poema de Mandelstam que recoge mu'y bien el zeitgeíst
sigue más o menos igual que hace dos guerras mundiales, la gran secular: «Siglo mío, bestia mía, ¿quién sabr<i /hundir los ojos en tus
depresión, la crisis del petróleo, la descolonización, el enfrenta- pupilas/ y pegar con su sangre/ las vértebras de las dos épocas?'"
miento de bloques, la carrera nuclear o el neoliberalismo. No en Los testimonios de esa época resultan reveladores por el ex-
el sentido de que la gente siga teniendo más o menos problemas traordinario influjo que esos acontecimientos tenían en la percep-
-de nuevo, un asunto difícil de evaluar-, sino de que los dilemas ción cotidiana del estado de las cosas. Por ejemplo, durante algún
consolidados en el pasado nos siguen acosando aunque finjamos tiempo, como recuerda el escritor John Berger, el tt'mor a un ho-
no verlos. Menos como en Los fantasmas atacan al jefe que como locausto nuclear era constante y urgenk, hasta d punto de que
en El sexto sentido. El mensaje que no queremos oír es que nues- reverberaba en decisiones tan personales como la vocación artís-
tras esperanzas ciberutópicas han nacido muertas. tica: «No dejé de pintar porque creyera que no tenía talento, sino
porque entonces -era al principio de los aüos cincuenta- me
pareció que pintar cuadros no era una manera Jo suficientémente
directa de luchar contra las armas nucleares que amenazaban con
*** acabar con el mundo. Hoy cuesta trabajo convencer a la gente de
hasta qué punto creíamos que apenas nos quedaba tiempo para
impedir esa hecatombe». 2 Todavía a finales de los años ochenta
Hace algo más de cien años se manifestaron en Occidente los efec- Martin Amis -un escritor postmoderno, generalmente irónico y
tos combinados de un conjunto de dinámicas sociales destructivas poco engagé- escribió Los monstruos de Einstein, un ensayo que
cuyo origen se remonta a los años heroicos del capitalismo y que hoy sorprende por el tono impaciente y alarmado con el que aborda
1
S. Zizek, Bienvenidos al desierto de lo real, Madrid, Akal, 2005, p. ii. 2
John Berger, Un pintor de hoy, Madrid, Alfaguara, 2002, p. 308.

122
123
la amenaza nuclear, un problema del que nos hemos desentendido asalto a la prisión de Moabit para liberar a Braun y luego ambos
frí vol amen te. lograron fugarse a la Unión Soviética. Posteriormente Benario
De igual modo, el antagonismo político es una experiencia viajó a Brasil, donde se unió a Luis Carlos Prestes, líder de una
colectiva indisolublemente vi1Kulada a estos procesos históricos. marcha revolucionaria que atravesó las zonas más remotas del
Lo caractedstico es que la izquierda radical vivió la historia del Brasil. El levantamiento fracasó y el gobierno brasileño entregó a
siglo xx a través de un dilema pr:ictico completamente previsible Benario a la Alemania nazi, donde murió en un campo de con-
y, al mismo tiempo,'ine\·itablc. El t1l<'isofo Gerald Cohen contaba centración. Otto Braun, por su parte, acabó en China, donde fue
una anécdota esclarecedora. el único occidental que participó en la larga marcha de Mao.
El propio Erri de Luca fue responsable en los años setenta del
En agosto de 1964, pasé dos semanas en Checoslovaquia, en servicio de seguridad de Lotta Continua, una organización italia-
concreto en Praga, en casa de la hermana de mi padre, Jennie na de extrema izquierda. Erri de Luca describe la violencia de los
Frcnl, y su rn<mdo, Norm<lll. bt<1h,111 allí porque Norman era en años de plomo italianos como una cuestión objetiva, con un ex-
ese tiempo editor de \\'orld i\l11rxist lfrvicw. ( ... ) traño distanciamiento: <~La revolución es una necesidad, no una
lJna tarde planteé una pregunta sobre la relación entr;c la jus- inspiración poética. No tiene que ver con una edad o cbn el tem-
ticía o, mejor d~ form<l m:is general, entre los principios morales peramento, es una maldita necesidad».
y la p1«1ctica política comunista. La pregunta provocó una res- Hay algo trágico, en el sentido más profundo de la expresión,
puesta sardónica por parte del tío Norman. «No me hables de en estas vidas de gran altura moral que, sin embargo, fueron vivi-
moralidad -dijo, con algo de desprecio-. No me interesa lamo- das como el resultado de fuerzas extrapersonales, como el mero
ral.» El tono y el contexto de sus palabras le dieron esta fuerza: juego, a lo sumo, de algún tejemaneje entre el «en SÍ» y el «para
«La moralidad es puro cuento ideológico; no tiene nada que ver sí». Parecen fenómenos naturales, antes que actos modulados por
con la lucha entre el capitalismo y el socialismo». razones, dudas y conflictos personales. Es como si las acciones de
En contestación a la frase de Nonnan dije: «Pero tío Norman, los revolucionarios quedaran completamente subsumidas por
eres un comunista de toda la vida. Seguro que tu actitud política grandes procesos estructurales. Tal vez por eso estas alucinantes
refleja un fucrtt' compromiso rnor<li». vidas revolucionarias apenas han dado lugar a una narrativa pro-
«No tit'nc nada que ver LOn la moral -replicó, elevando ahora pia. Los héroes leninistas tienden a carecer de ese cromatismo
el volumen de su voz----. ¡Estoy luchando por mi clase!»' psicológico que necesitó la novela moderna: se parecen más a
Antígona que a Madame Bovary. El socialista que aparece en me-
Frie Hohshawm, en su f-fistorin del siglo xx, nos habla de algu- dio de la comunidad tradicional de los cosacos en El don apacible,
nas personas con vidas aún mils comprometidas que la del tío la novela de Mijaíl Shólojov, es un espectro distante y frío, no hay
Norman. Por ejemplo Oiga Benario, hija de un próspero abogado bondad ni orgullo moral en alguien que, sin embargo, ha decidido
rnuniqués que ingres('> en la Liga Juvenil Comunista de Alemania dedicar su vida a los demás.
en 1923, a los quince aiios. Oiga se destacó en las luchas callejeras Es algo que Bertolt Brecht comprendió a la perfección y en
'contra las milicias na1.is, hasta que ella y su compai1ero Otto torno a lo cual erigió no sólo su obra sino también su compromiso
Braun fueron detenidos. Benario fue liberada y participó en el político. De nuevo, Zizek lo explicaba con mucho gracejo cuando
lo recordaba en 1953 aplaudiendo por la calle a los tanques sovié-
( ;, CohL·n, Si eres ig1u1/iturist<1, ¿n>nw ,., 1¡11c eres tan rico?, Barcelona, Paidós, ticos que se dirigían a la Stalinalle a reprimir a los trabajadores en
~'.()C) 1, p. 1 _~:;- huelga. Walter Benjamín lo expuso con toda claridad: «Marx_ se

124 125
planteó el problema de hacer surgir la revolución de su contrario, esforzado en ser «de otra especie»? Es importante no dar una res-
desde el capitalismo, sin recurrir al ethos. Brecht traslada el pro- puesta condescendiente. Hace af10s, alguien escribió en el diario
blema a la esfera humana: quiere hacer que surja por sí misma, ABC respecto a la cuestión social y los conflictos de clase: «Si los
sin ethos alguno, la figura del revolucionario desde el tipo malo y pobres tuvieran más paciencia y los ricos mús generosidad, todo se
egoísta, a partir de la bajeza y la vileza». 4 arreglaría». La frase seüala con precisión las debilidades de las teorías
éticas personalistas que buscan el consenso. Por supuesto, no todas
son tan rancias e hipócritas corno la del ABC. En El corto verano de
la anarquía, un texto de Hans Magnus Enzsenberger sobre Durruti
*** y el ana¡;quismo español de los aüos treinta, aparece este testimonio:
«En cada pueblo había al menos un obrero consciente, el cual se
distinguía porque no fumaba, no jugaba, no bebía, profesaba el
Los movimientos políticos que surgieron de la crítica antiinsti- ateísmo y no estaba casado con su mujer (a la que era fiel)».
tucional de 1968 mantuvieron este tono objetivista. En 1971 tuvo La resistencia del socialismo al subjetivismo tiene que ver con las
lugar en la televisión holandesa un famoso debate entre Noam gigantescas e invi'Sibles disimilitudes en el orden de magnitud de
Chomsky y Michel Foucault. Mientras Chomsky mantenía po- relaciones sociales que aparentemente conviven en el mismo univer-
siciones ilustradas convencionales -matar y oprimir está mal, so. En 1971 el economista holandés Jan Pen ideó una forma <le repre-
la igualdad y la libertad están bien ... -, Foucault respondía con sentación para 'que la magnitud de la desigualdad social resultara
un antimoralismo radical, teóricamente coherente pero muy ex- n:ás intuitiva. Lo llamó el desfile de los salarios. Consiste en suponer
céntrico: «El proletariado no hace la guerra contra la clase do- que la altura de cada habitante de un país es proporcional a sus in-
minante porque crea que esa guerra es justa sino porque, por gresos, de modo que la gente pobre sea muy baja y la gente rica muy
primera vez en la historia, quiere hacerse con el poder ( ... ) alta. A continuación, imaginamos que todos ellos desfilan en una
Cuando el proletariado toma el poder es perfectamente posible larga hilera, ordenados de menor a mayor tamaf'lo. El desfile durará
que ejerza sobre las clases que ha derrotado un poder violento, exactamente una hora. Si suponemos una altura media de un metro
dictatorial e incluso sanguinario. Y no veo qué objeción se pue- y setenta centímetros equivalente a mil setecientos euros mensuales
de hacer a eso». Veinte años después Chomsky recordaba así a (el salario bruto medio en Espaii.a en 2010, lo que equivale a unos
Foucault: «Nunca he conocido a nadie que fuera tan completa- mil trescientos euros netos), la cosa sería más o menos así.
mente amoral. Generalmente cuando se habla con alguien, uno El desfile comenzaría con gente muy bajita cura altura va cre-
da por sentado que se comparte algún territorio moral. Con él ciendo lentamente. A los diez minutos las personas que pasan
me sentí, sin embargo, como si estuviera hablando con alguien delante de nosotros apenas llegan al metro de altura (un salario
que no habitara el mismo universo moral. Personalmente me de unos mil euros brutos). Poco a poco la altura va aumentando
resultó simpático. Pero no pude entenderlo, como si fuera de y al llegar a la media hora -o sea, la mitad del desfile-, la gente
otra especie o algo así». 5 que pasa ya mide un poco más de metro y medio (mil quinientos
¿Por qué la izquierda revolucionaria fue tan renuente a interpre- euros brutos). Cinco minutos después por fin se alcanza la altura
tar sus prácticas desde la subjetividad moral? ¿Por qué se ha media de ciento setenta centímetros. La verdad es que el desfile es
un espectáculo muy aburrido. La altura aumenta muy lentamente
4
Walter Benjamin, «Bert Brecht», en Ob(as ll, Madrid, Abada, 2009, p. 298. y son un montón de gente. A los cuarenta y ocho minutos empieza
5 James E. Miller, La Pasión de Michel Foucau/t, Barcelona, Andrés Bello, 1996, p. 273.
a pasar gente con aspecto de jugadores de baloncesto de hasta dos

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metros y medio (dos mil quinientos euros) y en los últimos cínco Es un poco como en ese chiste en el que el Papa va a un país afri-
minutos vemos llegar a personas de mús de tres metros. cano que está padeciendo una hambruna y pregunta a un carde-
En el último minuto por fin las cosas se ponen interesantes. Apa- nal de su séquito, «Pero ¿cómo están estos niños tan delgados?»,
rece gente muy alta, el 0,5% de la población, de más de diez metros. y el cardenal le responde, «Santidad, es que no comen». Y enton-
Entre ellos Mariano Rajoy, que mediría unos quince metros Enton- ces el Papa se agacha frente a uno de los niños y le dice en tono
ces pasan unos pocos miles de asalariados que en España ganan cariñoso, «Hay que comer. .. ». Ni los más dogmáticos negarían
más de seiscientos mil euros al ai1o. Primero los más bajitos, que que la naturaleza moral de las acciones padece al menos una cierta
miden unos cincuenta metros (como una piscína olímpica), entre indeterminación. La aparición de desproporciones estructurales
ellos José María Aznar. Al final los superasalariados, como Alfredo que tienen la magnitud de cataclismos aumenta esta indetermi-
Sáe7, consejero delegado del Banco Santander, que gana nueve mi- nación hasta su completa indefinición semántica.
llones de euros al ai'lo y mediría setecientos cincuenta metros o el El antipersonalismo de las tradiciones emancipatorias tiene que
futbolista Cristiano Ronaldo, que gana un millón de euros al mes y ver con la idea de que la modernidad es, en realidad, un periodo
mediría todo un kilómetro. Aun así, estas estaturas son relativa- histórico de transición en el que hay grandes procesos sociales muy
mente bajas si las comparamos con las de los muy ricos, que pasa- activos que tienen una influencia crucial en nuestra cotidianeidad.
rían como centellas en los últimos instantes del desfile. En este caso Como si estuviéramos atravesando un periodo de enorme actividad
no hay salarios, cl<u-o. Pero si pensamos en una gran fortuna de sísmica en el que el entorno geológico cambiara cada dos por tres.
unos mil quinientos millones de euros (por ejemplo las de Floren- Es algo que tiene implicaciones éticas relevantes. Para las teorías
tino Pérez o Alicia Koplowitz) que rindiera al ai1o un modesto 4%, morales clásicas el contexto sociocultural, como el entorno ideoló-
tendríamos una altura de cinco kilómetros, más que el Mont Blanc. gico, es sencillamente un paisaje, no muy distinto de la ley de la
Incluso si aplicamos un criterio aún más restrictivo (digamos, el 2% gravedad. Hay buenas razones argumentativas para ello: el contex-
de rendimiento), en los últimos instantes del desfile pasaría a gran tualismo es, en el fondo, una forma de relativismo. Además, para la
velocid<1d un;1111asa inverosímil. Fs ¡\mancio Ortega, duefío de In- mayor parte de las sociedades preexistentes, las condiciones econó-
ditex y uno de los hombres mús ricos del mundo, que con una for- micas y sociales fueron notablemente estables. Lo característico de
tuna estimada en treinta y siete mil m iliones de euros mediría más la modernidad en cambio es lo que Rousseau llamó el «torbellino
de st•st•nta kílometros y tendría dilícultades para respirar porque su social»: lo advirtamos o no, los grandes procesos sociales son fuer-
cabeza estaría en la mesosfera. Dicho al revés, si Florentino Pérez zas permanentemente presentes en nuestra vida moral.
midiera un ml'lro setenta, una persona normal sería como un áca- En general, la influencia de macroprocesos demográficos o eco-
ro, o sea, invi'sible. Si tomáramos en consideración el patrimonio, nómicos produce un notorio desconcierto ético. Padecemos un
las desigualdades scrí~n mucho 111<\\'ores, al igual que si el desfile déficit cognitivo que nos impide hacernos cargo de grandes mag-
fuera mundial. Cross() modo, unas mil doscientas personas tienen nitudes más allá de cierto límite. Por eso los modelos del sistema
un patrimonio de más de mi] millones de dólares en todo el mundo, solar o de la estructura del átomo que todos conocemos son imá-
sobre una población glob;1] de siete mil millones de personas y con genes muy estilizadas, no representaciones a escala. Las distancias
unos ingresos medios mundiales de unos dieciocho mil dólares. entre los planetas son demasiado grandes y el tamaño de las par-
¿Qué papel juega la ética en esta gigantomaquia que es la lucha tículas subatómicas demasiado pequefias para que resulten intui-
de clases? La respuesta clásica del marxismo es que muy pequefio: tivos. Por ejemplo, si dibujamos la Tierra del tamaño de una pelota
que en este campo de batalla de pulgas frente a colosos la ética de tenis, la imagen del sol correspondiente tendría que tener once
queda de algún modo absorbida por las grandes relaciones sociales. metros. Si representáramos el núcleo atómico del tam~ño de un

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grano de pimienta, necesitaríamos cien kilómetros para hacer una y la emancipación política. La idea es que la comprensión cabal
imagen a escala de la estructura del átomo. Es como si tuviéramos de la una es inconcebible sin la otra. ~c1 hay auténtica liberación
un sesgo cognitivo similar que afecta las representaciones morales política ni progreso cultural si carecen de contenido material.
de aquellas acciones que forman parte de procesos muy amplios, Como se suele decir, freedom (~l the press is gwmmteed only to
complejos y de largo recorrido. La izquierda ha intentado, tal vez those who own lme: la libertad de prensa sólo estú garantizada para
infructuosamente, estar a la altura de estos desafíos. quien tiene una imprenta. Simétricamente, la mejora material se
Hay una cierta coherencia entre esta astenia ética y las ilusiones convierte en un proceso entrópico si no existe una genuina posi·
contemporánea~ de superación del marco político tradicional me- bilidad de intervenir en él políticamente.
diante nuevas formas de relación social. Tal vez por eso el ciberu- La tesis básica de los revolucionarios es que en cierto momento
topismo ha calado tan hondo entre los movimientos antagonistas. de los inicios de la modernidad se rompió el equilibrio y la retroa·
El fetichismo de la red elimina de la ecuación social los grandes limentación entre la liberación politica y el progreso económico.
conflictos modernos y, de este modo, pretende convertir un inmen- Las posibilidades de decisión política comenzaron a estar condi-
so problema en una solución. La ideología californiana ha privado cionadas a la reproducción ampliada de los intereses económicos.
al dilema pragmático revolucionario de sus connotaciones trágicas, Eso habría limitado el desarrollo social incrementando las desigual-
que estaban relacionadas con gigantescos enfrentamientos materia- dades materiales y creando procesos de exclusión y deskgitimación.
les y políticos. Sencillamente ha aceptado el dilema con jolgorio También habría cortocircuitado el progreso material al generar
digital. Un poco como en ese episodio de 111e Simpsons en el que sobreproducción, paro, tinanciarización y, finalmente, un desafío
Bart se presenta candidato a las elecciones de delegado de curso en ¡, de los propios límites ecológicos del planeta. Ésta sería la fuente
su escuela de primaria. En el transcurso de la campaña electoral, el no sólo de la incorrecta realización de cada uno de los procesos,
adversario de Bart, el alumno más aplicado de su clase, recurre a sino también del hiato entre la moralidad de nuestra conducta
una estrategia de descrédito difundiendo carteles en los que se lee: individual y nuestras teorías éticas generales.
«Con Bart llegará la anarquía». Bart Simpson reacciona con una Los marxistas suelen fechar el sometimiento de la política a la
contracampaña optimista: «¡Con Bart llegará la anarquía!». El ci- economía en el fracaso de las revoluciones de 1848. En esa fecha
berfetichismo es incapaz de generar compromiso ético, sí. Pero en la economía se tragó las esperanzas de democratización y autono-
una época en la que las máquinas definen nuestras relaciones mía de la vida pública. Marx lo expresó diciendo que el estado
sociales y nadie habla de la lucha de clases, ésa parece una buena moderno no es más que el consejo de administración de los pro-
¡,
noticia, un paso más hacia la sociedad libre de fricción. blemas comunes de la clase burguesa. En parte es verdad y en
parte es sólo una manera de hablar. Tratar como si fuera la misma
cosa el estado de Paraguay, un p~ds donde 110 hay impuesto de la
renta, y el de Noruega parece, como pool, t'Xtraüo.
*** En términos aparentemente mús exactos, se suele dt:cir que la
economía determina los límites de las posibilidades políticas. Es
decir, los procesos económicos no dictan exactaniente lo que las
Los movimieAtos emancipatorios tienen una teoría coherente so- organizaciones políticas pueden hacer, pero establecen un marco
bre la naturaleza de algunos de los procesos sociales modernos restrictivo que coarta su capacidad de elección. Aunque, búsica-
más profundos. Básicamente, sostienen que hay una profunda mente, estoy de acuerdo con e~ta idea, también tengo algunas
copertenencia de dos dinámicas históricas: la revolución industrial reservas. Como seüalaba en la primera sección a propósito de la

130 131
causalidad en ciencias sociales, es una tesis muy poco precisa. Los abundancia de oportunidades, no podemos estar seguros de
límites, o con más exactitud, las oportunidades, no nos dicen au- que estamos tomando nosotros mismos nuestras propias deci-
tomáticamente algo acerca de las elecciones. Levine, Sober y siones, aunque creamos estar haciéndolo. Como en Matrix,
\Vright ponen un ejemplo esclarecedor: queremos la pastilla roja.
Sin embargo, también es cierto que existe en el nivel colectivo
Imagínese el ~iguientc c.1so: un individuo elige una pera de una especie de reflejo de la debilidad de voluntad. Si pensamos
una cesta de lruta. Hay dos causas en juego: la variedad de fru- que tenemos una tendencia sistemática a tomar decisiones auto-
tas que har en la cesta v las preferencias personales respecto a destructivas, podríamos considerar que cierto nivel de encadena-
las distintas frutas que existen. Supóngase que hay treinta tipos miento es liberador o, al menos, una segunda mejor opción. Al-
de fruta en el mundo y que \'l'Ínlicinco de ellos están en la cesta, guna gente con problemas de autocontrol mete su tarjeta de
¿Cuál es la c1us~1 mús importante de la elección individual de crédito en un vaso de agua que a continuación congela. De este
una pcr;1, la cnrnposici<in de la cesta de fruta o los gustos del modo tiene que darse algún tiempo antes de comprar (al parecer,
i ne! ividuo? La respuesta está i ndetcrm i nada dada la informa- las tarjetas de crédito no se pueden introducir en el microondas
ción especificada. Podría ser que, aunque en la cesta estuvieran porque se estropea la banda magnética).
los treinta tipos de fruta, el individuo siguiera escogiendo una A menudo se usa este razonamiento para criticar algunas op-
pera. En este caso, el limite estructural de la elección individual ciones capitalistas, como los procesos de privatización. Defende-
es irrl·lcvantt'. Por otra parte, si el individuo hubiera preferido mos que se restrinjan algunas posibilidades mercantiles, que in-
una de las frutas excluidas, el proceso de limitación sería una cluso podrían resultar beneficiosas a corto plazo -por ejemplo,
parte importante de la explicaci<'in de la elección final. En gene- permitiendo más opciones deseables-, porque instauran un pro-
ral, no hav un medio sencillo de establecer si la reducción de ceso que pensamos que puede ser incontrolable y catastrófico. Sin
posibilidades repn:sentadas por los «límites» es mayor o menor embargo, como creía Montesquieu, este argumento también pue-.
que la reducción representada por la «selección».'' de utilizarse convincentemente para sostener posiciones de signo
contrario. El capitalismo podría ser un dique aceptable frente a
No es un matiz académico. Si el rango de elecciones que el opciones aún peores, incluidas la catástrofe de intentar acometer
e<lpitalismo permite fuera cocxtensivo con las opciones eman- proyectos tan virtuosos que resultan irrealizables.
, cipadoras, resultaría poco claro en qué sentido el capitalismo Creo que el argumento del dique es falaz. Los mecanismos de
es opresor. Es una tesis que a mucha gente le resulta convin- \!Utolimitación cuentan con una cláusula de revisión. Cuando
cente. Al menos a mucha gente que vive en los estados' de bienes- Ulises pidió que le ataran al mástil de su barco para poder escu-
tar del primer mundo en los periodos de ciclo alcista de sus char sin riesgo el canto de las sirenas, no renunció a su autono-
economías. mía de por vida: era un acuerdo limitado. Las personas que con-
Un contraargumento interesante es que sabemos que las gelan su tarjeta de crédito no han sido legalmente incapacitadas,
oportunidades iníluyen mucho en los deseos: tendemos a que- pueden comprar si lo desean, sencillamente tienen que esperar
rer lo que podemos conseguir. 1\sí que tal vez las limitaciones algunas horas.
hagan que no sepamos lo que queremos realmente. Si no hay En nuestras sociedades ilustradas somos renuentes a la irrever-
sibilidad. Por eso la pena de muerte no tiene buena prensa. Y por
1o A. I.cvme, F. Solwr y !'.. U. \\'righl, í~,·c<111stru,·ti11g !vlnrxis111, Londres, Verso, eso aceptamos algunas condiciones laborales peores que ciertos
1992., p. 149. tipos de esclavismo, pero no el esclavismo. Lo típico del capitalismo

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es que parece una forma de autolirnitación colectiva, pero real- A los por nacer
mente carece de cláusula de revisión. Por eso no es una estrategia
de autolimitación sino de heteronomía, se parece más a venderse Verdaderamente: vivo en tiempos te11elmJsos.
· como esclavo que a poner un candado en la nevera. En algo así La cándida palabra es necia. Ulllz ji·cnte tersa
pensaba Marx cuando explicaba el papel activo que desempeña la revela insensibilidad. Y si alguien ríe
apariencia de libertad e igualdad en los sistemas de estratificación es que no le ha llegado todavío
de las sociepades modernas. Hoy admitimos niveles de desigual- la noticia terrible.
dad material desconocidos en casi cualquier sociedad pasada por- ¿Qué tiempos son t;stos, en que
que conviven con el respeto a los derechos individuales y la igual- es casi un crimen hablar de los úr/10/cs
dad ante la ley. porque eso es callar sobre tantos 11uzld11dcs?
La renuncia socialista a la moral es un intento de ponerse a
la altura de erta asimetría entre la magnitud de los condicio- (. .. )
nantes materiales y sociales de nuestras acciones y nuestra ca-
pacidad de intervención ética. Hay procesos sociales de tal re- Vosotros, los que surgiréis del pt111tn110
percusión que nos impiden vivir nuestra vida en los términos en que nosotros hemos s1.1cunz/1idu,
morales que podríamos desear. Es lo que Gunther Anders lla- pensad,
maba «el desnivel prometeico», la idea de que en la actualidad cuundo habléis de nuestros dcl1i/i.!u1les,
tenemos la capacidad técnica para producir efectos desmesu- también en el tiempo de tinie/1li1
rados con acciones insignificantes. Actos inocentes nos com- del que os ha/1éis lilmlllo.
prometen con estructuras de repercusiones inimaginables. El Por11uc, 11 me11u1io, cmnbii111du de pulliu n1<1s 1¡11é de s111ululius,
mero hecho de llamar por un teléfono móvil nos convierte en cóm- fuimos desamp11rados a través de la gucrru de fils clases,
plices inconscientes de la muerte de miles de personas en las cuando todo cm injusticia yji1lwl1u lu é'¡)ft·ri1.
guerras del coltán. Mas no por ello ignoramos
Una conducta ética cabal sería preferir morirse de frío a que también el odio contm la i·ile:u
vestir ropa fabricada por trabajadores que cobran sueldos de desenrnja el rostro,
miseria. Muy razonablemente, los revolucionarios no confían que también la cólern contra la i11just iciu
en que esta virtud supererogatoria pueda generalizarse. Por eso enronquece la voz. Sí, nosotros,
renuncian a interpretar sus propios actos en términos de una que querÍilmos preparar el terreno n la 1111zist11d,
ética general. En ese sentido, la renuncia a la fundamentación no pudimos ser amistosos.
moral de las acciones puede entenderse como un intento, qui- Vosotros, cuando se llegue a ta11to
zás no muy realista, de fundar un marco ético eficaz. Los anti- que el hombre sea w1 apoyo pnru el lw111/Jre,
capitalistas quiereh construir una sociedad en la que se pueda pensad en nosotros
ser bueno sin necesidad de ser un héroe, donde los determi- con indulgencia.
nantes estructurales del capitalismo no interfieran constante- •
mente en nuestras decisiones éticas, políticas y estéticas. Ber- El inmoralismo teórico revolucionario se sitúa de un modo
tolt Brecht lo expresó con mucha sensibilidad: extraño, entre dos grandes tradiciones éticas. En principio, hay
una congruencia al menos tendencia] entre las tesis socialistas y

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las corrientes filosóficas que podríamos denominar contractua- una sociedad justa sería aquella que produce el máximo consenso
listas. La revolución sería una especie de iniciativa «precontrac- posible entre sus miembros y, al mismo tiempo, permite el mayor
tualista», un momen,t'o constituyente. Busca establecer las condi- número de formas diferentes de expresión de la individualidad.
ciones materiales y políticas donde el contrato social tenga sentido Es decir, intentan conjugar alguna versión de la u.niversali.dad.del
como realidad y no como mero ideal o, peor todavía, como ficción deber moral -la idea de que hay obligaciones no contextuales
legitimatoria de la injusticia. que afectan a cualquier persona- .}é la libertad p.ersonal.
Las teorías contractualistas tratan de imaginar cómo debería El nexo de ambos vectores es la autonomía, el modo en que los
ser una organización social para que pudiera ser considerada justa seres humanos nos reconocemos mutuamente como seres racio-
y equitativa por cualquier ser racional o, al menos, por bastantes nales dignos de respeto y no necesitados de tutela. Los marxistas
seres racionales de la modernidad occidental. Es una forma de creyeron que no sólo la ilustración sino el propio capitalfsmo había
entender la justicin como un conjunto de derechos y deberes es- sido un buen acicate histórico de la autonomía. Aunque el capita-
tablecidos no desde una perspectiva en particular -ni siquiera la de lismo limita enormemente nuestra libertad política, al menos nos
las personas más salitas o más nobles- sino desde un punto ha librado de una fuente de heteronomía igualmente viscosa, como
de vista intersubjetivo que cualquier persona que hable de buena son las relaciones de dependencia personal tradicionales. El des-
te aceptaría. graciado preámbulo burgués ha permitido pensar un tipo de
Por ejemplo, para el filósofo John Rawls la forma de concebir emancipación basada en la independencia personal, en un cuerpo 'I
una organizaciún social justa consiste en imaginar qué principios político formado a partir del acuerdo de individuos libres.
suscribirían personas que van a formar parte de esa organización Muchos filósofos y sociólogos postmodernos dieron un paso
pero no saben qué posici<ín social \'an a ocupar en ella. Si no sé adicional y pretendieron que el capitalismo cognitivo y digital era
cuál de los trozos de la tarta que estoy cortando me voy a comer, en sí mismo un escenario privilegiado para la realización personal.
lo m<ls inteligente es cortar porciones equitativas. Por eso el con- Desde su punto de vista, vivimos una época histórica intensa y
tractualismo es una alternativa a cierta miopía identitaria, como apasionante, en la que cada uno de nosotros puede elegir libremen-
aclara un chiste sobre arquitectos. Un transatlántico está a punto te el proyecto de vida que más le convenga y, más aún, nada nos
de hundirse y el capitán grita: «¡Abandonen el barco! ¡Las mujeres compromete con él más allá de nuestras propias apetencias. No
y los niilos, a los botes! ¡Los hombres, pónganse los chalecos sal- sólo no existen concepciones de la vida buena hegemónicas, de
vavidas ... !». Entonces el capitán ve que hay un grupo de gente en modo que el contrato social debe limitarse a instituir un marco
medio de la cubierta que no se ha 11llwído. «¡Ustedes! ¿Qué hacen mínimo de convivencia que garantice la mayor libertad individual
ahí parados?». Y uno de ellos le responde: «Es que de los arqui- posible. Es que las propias concepciones individuales de la vida
·tcctos no ha dicho nada". buena están desestructuradas, son una sucesión inconexa de pre-
En efecto, las conccpciont'S contractualistas de la justicia no ferencias. La idea de fondo es que nuestra identidad personal no
dicen nada sobre cúmo sería preferible que cada persona orienta- tiene una estructura estable, como tampoco la sociedad ... y eso es
ra su vida: como católico, como )i1shio11 victim, corno feminista, una buena noticia. Por eso, los postmodernos muy pronto vieron
Ct)Jllo militar, corno deportisla, ,_·orno artista, como egoísta racio- en Internet un anticipo de un futuro promisorio e inminente.
na] o incluso como arquitecto. Tan sólo establecen unos límites El socialismo está muy alejado de ese atomismo moral. De
abstractos que pcrmi ten que algunos de esos proyectos personales hecho, desde otro punto de vista, la sociedad postrevolucionaria
T
-cuantos más, mejor- puedan desarrollarse sin incompatibili- parece responder a un modelo ético muy distinto del contractua-
dad. En términos groseramente generales, desde esta perspectiva lista. Los movimientos antagonistas han sido bastante vagos a la

lJÓ
137
hora de dar detalles sobre la sociedad postcapitalista, pero no perspectiva moral, aproximadamente aristotélica, la ética tiene
completamente imprecisos. Marx dice ocasionalmente que en la que ver con la construcción de una vida buena en el contexto de
sociedad comunista será posible la autorrealización libre y en co- las normas de una comunidad, y no sólo con la búsqueda de un
mún, el crecimiento personal y el desarrollo de las virtudes crea- contrato social amplio o incluso universal que establezca un mar-
tivas. Es decir, el socialismo no es simplemente un marco general co de convivencia razonable.
donde las personas están en libertad de unirse para tratar de rea- Para los herederos de Aristóteles, el problema de las teorías
lizar su ideal de vida buena, sino una propuesta ética sustantiva. liberales es que permiten formalmente una gran cantidad de pro-
El postcapitalismo aspira a superar la alienación burguesa y yectos que nadie estú en condiciones ni materiales ni sociales de
fomentar la realiza\:ión personal conjunta. La noción marxista de emprender. El caso de Internet es muy ilustrativo. Aunque ningún
realización, según una elegante caracterización de Jon Elster, tiene obstáculo relacionado con la propiedad de los medios de produc-
que ver con aquellas actividades que tienen utilidad marginal cre- ción impida la cooperación digital, ésta sigue siendo marginal,
ciente y se realizan en común.7 Muchas de nuestras preferencias, porque no existe el entorno institucional que precisa: «El comu-
como comer perritos calientes, tienen utilidad marginal decrecien- nitarist~ considera que el liberal reduce la sociedad a una coope-
te: cada perrito adicional que ingiero me reporta un poco menos ración entre individuos, que se asocian de forma esencialmente
de satisfacción que el anterior. Lo mismo pasa con la mayor parte de privada y cuyos intereses fundamentales se definen al margen de
los bienes de consumo y de la cultura de la ostentación. En cambio, la comunidad a la que pertenecen pues, en cierto sentido, son
hay otro tipo de actividades que cuanto más se realizan más satis- anteriores a ella. De ahí que menosprecie y degrade las concep- ,;1

factorias resultan. De algún modo, son un fin en sí mismas y por ciones del bien que tienen un contenido más fuertemente comu-
eso Aristóteles las llamaba «actos perfectos». Es el caso de la mú- nitario y que insisten por naturaleza en el valor en sí de los vín-
sica: empezár a tocar un instrumento es una empresa ardua, pero culos sociales, por encima de su valor como medio para el logro
8
cuando se supera esa primera fase cada vez resulta más gratifican- de otros fines meramente individuales».
te. Cada libro que leo, o al menos alguno de ellos, me cambia de Es un poco como ese gag de los Monty Pithon sobre una pareja
un modo que una nueva camisa que pasará de moda en tres meses protestante que observa desde su casa a un numeroso grupo de
no puede hacer. Otro tanto ocurre con ciertos deportes, con la nifios que sale de la casa de e11frcntc. Son los hijos de un matri-
actividad artística o política o con el cuidado de un niño. Además, monio católico empobrecido que, incapaces de mantenerlos, ha
algunas de estas prácticas sólo se pueden realizar en común, como decidido venderlos como cobavas humanas para experimentos
tocar la Pastoral de Beethoven, intervenir en una asamblea muni- científicos:
cipal o tomar decisiones democráticas en una cooperativa sobre
una nueva línea de producción. -Marido: Pero mira a esos malditos católicos. ¡Llenan el mal-
Es decir, el socialismo dispone de al menos un esbozo de un dito mundo de maldita gente a la que no pueden alimentar!
proyecto de organización social considerado preferible. Uno no -Esposa: ¿Qué somos nosotros?
hace la revolución para asentir plácidamente a un ideal de vida -Marido: ¡Protestantes! ¡Y a mucha honra!
basado en los zapatos Manolo Blahnik, el paintball y los cruceros --Esposa: ¿Y por qué ellos tienen tantísimos hijos?
Disney. ,.Así que muchas propuestas postcapitalistas mantienen
una relación estrecha con las teorías éticas de la virtud. Desde esta
8 S. Mulhall y A. S\\'ift. l'.I i11divi.l11<> /1,.,11,· c1 lt1 t1l!11u11idud, ,\ladrít!, Tl'lllas ck
7 )on Elster, Un11 introd11cció11 11 Karl Alarx, Ivfadrid, Siglo xx1, 1991, p. 47 y ss. Hoy, 1996, p. 45.

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138
--Marido: Pues porque cada vez que tienen relaciones sexuales términos de normas mercantiles. En otras palabras: puesto que
tienen que tener un hijo. ahora les multaban, podían decidir por sí mismos si llegaban tar-
-Esposa: Nosotros hacemos lo mismo, Harry. de o no.( ... ) Lo más interesante se produjo una semana después,
-Marido: ¿Qué insinúas? cuando la guardería eliminó la multa. Ahora el centro volvía a la
- Esposa: Que nosotros tenemos dos hijos ... y hemos tenido dos norma social. ¿Volverían también a la norma social los padres?
veces relaciones sexuales. ¿Y volvería asimismo su sentimiento de culpa? Pues no, en abso-
-Marido: ¡Eso no tiene nada que ver! Nosotros podemos ha- luto. Una vez eliminada la multa, el comportamiento de los pa-
cerlo cuando queramos. dres ya no varió: siguieron llegando tarde a recoger a sus hijos.
De hecho, cuando desapareció la multa incluso se produjo un
Desde un punto de vista aproximadamente comunitarista, el incremento del número de padres que se retrasaba. 9
contractualismo siega la hit:rba bajo sus propios pies. Su com-
prensión de las condiciones de posibilidad de una organización La razón de esta extraña situación es que, en segundo lugar, los
social justa elimina la influencia de las concepciones particulares vínculos sociales son más un flujo que una situación estática. Son
de la vida buena. Pero, de este modo, impide que surjan proyectos de el subproducto no deliberado de un proceso complejo que es muy
desarrollo personal compartidos. Porque, una vez que nos hemos complicado de reproducir intencionadamente.
colocado en una posición formalista, estamos condenados a que
,._.(
los proyectos éticos nos parezcan arbitrarios, cuestión de prefe-
rencia individual.
¡\
Uno no puede sencillamente reconstruir el vínculo social
cuando convenga a sus intereses privados y de la manera que lo
*** c.i .,

\/ \ tL., T'Vl>
\.:\, \

prefiera. En primer lugar, los contextos comunitarios son muy


fdgiles. Las normas son fáciles de destruir y muy difíciles de res- Hay un círculo del infierno reservado para aquellos que piensan
tablecer. Las relaciones sociales se parecen más al cristal que a la que pueden mediar entre Kant y Ari~~c)_!~l~s, entre el .c,:.ontracJ.ué!-
plastilina, como muestra un caso recogido por el psicólogo Dan lismo y las éticas de la virtus!. Son dos arquitecturas éticas con-
Aricly. trapuestas, en cierto sentido complementarias y en cierto senti-
Una guardería isra.~lí lkcidió imponer multas a los padres que do contradictorias. Por eso, los socialistas intentaron suturar el
llegaran tarde a recoger a sushi.io~. Los resultados de la iniciativa hiato entre ambas propuestas con la fantasía del hombre nuey9.~
no fueron los esperados: Cuando al fin vivamos en una sociedad en la que sea posible un
contrato social racional sin interferencias económicas espurias,
Antes (k que se introdujera la multa los maestros y los padres aparecerá una versión mejorada del ser humano que deseará
lc11ía11 u11 C<J11trJto -,ocia!, co11 ll<>rm,1s :-.ociales que regulaban el desarrollar el proyecto de vida socialista.
hecho de lil'gar tarde. Así, si los padres llegaban tarde -como El hombre nuevo es una manera folclórica de denominar la
sucedía ocasionalmente--. se sentían culpables por ello, y dicha plasticidad infinita de la naturaleza humana, otro de lds grandes
culpabilidad les llevaba a ser rn<Ís puntuales. Pero al empezar mitos marxistas. Muchos socialistas creyeron que estamos total-
a imponer las multas: la guardería había reemplazado inadverti- mente determinados por condicionantes históricos y no hay
damente las normas sociales por las mercantiles. Ahora que los
padres pagaban por su tardanza. interpretaban la situación en 9 Dan Ariely, Las trampas del deseo, op. cit., p. 95,

140
141
ninguna estructura antropológica permanente. La aparición de menos los economistas- tenemos .~erías dificultades para vivir
una sociedad de individuos justos, felices, bellos, cooperadores, sumidos en un continuo intercambio competitivo, sentirnos sa-
altruistas y saciados dependería exclusivamente de encontrar el tisfechos en un entorno con profundas desigualdades sociales,
cóctel adecuado de estructuras sociales, políticas y materiales. Era orientarnos socialmente sin lazos personales estables, o superar
un proyecto heroico. El ciberfetichismo, en cambio, parece una profundos sesgos de irracionalidad que afectan a nuestras deci-
forma frívola de desentenderse del problema confiando en que siones ... Un proyecto político que ignore estas realidades dura-
Media Markt suministre la ortopedia tecnológica que suture las deras sólo puede ser caracterizado corno utópico en el sentido
opciones éticas. más peyorativo del término.
El hombre nuevo fue un proyecto moral y socialmente catas- Como especie, no sólo tenemos potencialidades, sino tam-
trófico. Pero señala en una dirección interesante. Su fracaso obliga bién debilidades. La base de los enfoques formalistas es que es
a plantearse justamente la idea opuesta: nuestras características posible encontrar procedimientos que permitirían a un grupo
antropológicasJ la «naturaleza humana», por usar un término po- de individuos racionales y autónomos lkgar a un consenso
lémico, es ética y políticamente relevante para un proyecto de acerca del tipo de organizaci<'in social en l<l que preferirían vi-
emancipación. Si renunciamos a la idea poco razonable de que vir. Es un ideal loable, pero lo cierto t'S que la independencia
somos pura arcilla socialmente moldeable, nuestras característi- individual es, en el mejor de los c1sos, un episodio fugaz y no
cas como especie adquieren relevancia política. necesariamente afortunado de la vida de la mayor parte de las
La ética moderna ha sido poco sensible a los rasgos sustantivos personas. Nuestra racionalidad está afectada por nuestra vul-
del género humano porque da la impresión de que al introducir nerabilidad, Somos animales sometidos a problemas, malesta-
esa clase de cuestiones en el razonamiento moral incurrimos res, enfermedades y discapacidades.
en una falacia naturalista (de las cuestiones de hecho no se pue- Sencillamente no podemos sobrevivir sin la ayuda de los de-
den derivar juicios éticos). Al tomar en cuenta exclusivamente la más. No en el sentid.o de un grupo dt' adultos sanos, lúcidos y
racionalidad de la estructura de un sistema de deberes y derechos fornidos que se asocian para prosperar en un entorno hostil,
parece como si no nos comprometiéramos con ninguna cuestión como en las fábulas contractualistas cl:1sicas o en las ciberutopías
de hecho, sino exclusivamente con sus propiedades formales, contemporáneas. Desde esa perspectiva la discapacidad es algo
como la consistencia y la coherencia. Esto suena muy reconfor- que nos pasa. Lo cierto es que es mús bien algo que somos. T!xlos
tante, pero lo cierto es que no somos conjuntos matemáticos sino los niüos dependen durante muchos aüus de las personas que los
miembros de una especie animal capaces de establecer relaciones cuidan. Muchas personas volver<ín ~i se!" lkpendil'ntes en algún
familiares duraderas, reivindicar nuestra individualidad, organi- momento de su vida, de forma esporúdica o permanente. Dicho
zarnos políticamente, realizar creaciones estéticas e intelectuales, de otro modo, somos codependientes y cudlquier concepción de
seguir normas, mantener relaciones de afinidad, hacer intercam- la libertad personal como base de la ética tiene que ser coherente
lbios económicos ... También podemos hacer cosas terribles, como con esa realidad antropológica.
matarnos eotre nosotros, o triviales, como hacernos cosquillas. El filósofo Alasdair Maclntyre considera que la codependencia
La evaluación de un sistema social no puede ser neutral res- humana afecta profundamente al mudo en que se desarrolla nues··
pecto a su idoneidad para potenciar las capacidades humanas que· tra moral y nuestra racionalidad. El tipo de personas que queremos
forman parte de lo que consideramos una vida buena en su sen- llegar a ser está íntimamente vinculado a nuestri1 participación en
tido más pleno o, al menos, eso pensaban los herederos de Marx. una comunidad de deberes y capaudades. Los p<\dres y madres
Del mismo mpdo, la mayoría de nosotros -básicamente, todos enseñan a sus hijos a aplazar o corregir sus deseos más inmediatos

142
14:1
y a asumir compromisos y responsabilidades. Más adelante, nues- años. 12 La crianza no es un servicio unidireccional que los inde-
tros grupos de referencia y las personas cercanas nos influyen pro- pendientes ofrecen a los dependientes, sino que es parte del pro-
fundamente a la hora de elaborar juicios morales.'" ceso formativo de los niños mayores. Para hacerse adulto hay que
A veces los psicólogos sociales interpretan este tipo de rela- aprender a asumir las responsabilidades asociadas al cuidado.
ci<rnes en términos de sumisic'rn a la autoridad o al grupo. El Tanto la capacidad como la discapacidad o la incapacidad están
archicitadn experimento de J\Iilgrnm mostró cómo casi cual- siempre presentes en nuestras vidas. Nuestra posibilidad de reali-
quier person~1 puede llegar a realizar actos atroces cuando se lo zación tanto individual como conjunta es indisociable del modo en
ordena alguien cuya autoridad reconoce. En el experimento, un que nos ayudamos mutuamente. Si no consideramos nuestra natu-
científico ordenaba al sujct(\ dcl cxpnimento que diera descar- raleza dependiente como un asunto político, no tendremos motivos ,
gas eléctricas cada vez más intensas a una persona atada a una para plantearnos políticamente el modo en que deberíamos depen-
silla. Muchas personas obedecieron incluso cuando creyeron der los unos de los otros porque la respuesta estará dada de ante-
que estaban causando heridas mortales a la víctima (en realidad, mano: de ningún modo, al menos idealmente.
se trataba de un actor que no sufría ningún dario). Sin embargo, En nuestras sociedades la discapacidad y la dependencia se
csL1s situaciones experimentales no dicen nada particularmente consideran fuentes de heteronomía: o bien una fase en el proceso
negativo sobre el papel de la codependencia en nuestra consti- convencional de convertirse en personas autónomas -niños- o
tución como sujetos éticos. Al contrario, más bien nos deberían de dejar de serlo -ancianos- o bien una catástrofe sobrevenida
l lcvar a plantearnos la 11c1.:esidad de evitar las relaciones de -discapacitados-. La autonomía es un mérito reservado para
sometimiento -muy típicas de las instituciones burocráticas y unos pocos: básicamente, varones blancos, ricos y con buena sa-
totales-- que pervierten la codependencia convirtiéndola en lud. De ahí la larga y atroz historia de grupos sociales a los que se
una fuente de aberraciones morales. De hecho, no se suele co- ha considerado tutelables en la modernidad ilustrada: mujeres,
mentar que algu11os de lo~ \U jetos del experimento encontraron pobres, trabajadores no cualificados, no occidentales en general,
útil la experiencia como \'Ía para un crecimiento moral. En pa- marginales, analfabetos, inmigrantes, locos, etc.
labras de uno de ellos: «El experimento me obligó a reevaluar Tendemos a pensar en la dependencia de un modo similar a
mi vicLi. Hizo que me enfrentase a mi propia docilidad y que como los liberales imaginan la igualdad. No creen que sea algo
1uchase contra ella de verdad ( ... ) Me consternó mi propia de-
necesariamente malo, pero no la consideran ni una fuente de obli-
bilidad moral, así que empecé a hacer gimnasia ética»." gaciones ni una situación estable. En todo caso, es un punto de
El modo en que otras personas dependen de nosotros contri- partida de la libertad personal. Para ellos es razonable que los
buye a nuestra educación ética. En muchas culturas tradicionales niños tengan igualdad de oportunidades, pero las recompensas
los hermanos mayores dcsempeíian un papel crucial en las tareas desiguales a los distintos talentos son perfectamente aceptables.
de crianza. Los padres y madres cuidan de los niúos hasta los dos No consideran que las desigualdades sean en sí mismas degradan-
o tres arios y en ese momento empiezan a depender de las aten- tes. En cambio, el igualitarismo profundo cree que ciertos niveles
ciones de otros niúos mayores, a menudo de no más de 'diez de desigualdad son aberrantes y nos impiden a todos llevar una
vida buena, con independencia de la situación relativa de los que
"' Alasdair C i\.faclntvrc, A11i11111/cs m<'io1111/es y dependientes, Rarcelona, Pai- peor están o de nuestra propia situación personal.
do:-, 2001.

l .aurc'rl .\hiL'r, ( '111'uios i'nf n' /o, os. ( ,'1,1111d1"' experimentos psicológicos del s1~r;lo
11

,\.\, :\ladrid, :\lh,1, 2orJú, p. Sh. 12


Judith Rich Harris, El mito de la educación, Grijalbo, Barcelona, i999.

l-t4
145
\. \.) ~ 1 i 1' !'

Desde la perspectiva contractualista, la cooperación profunda


siempre tiene algo de paradójico, porque es una necesidad pero hacerlo apetecible y cordial, en lugar de apocalíptico. Nos habla
también una opción. Mientras se respete el marco general de de- de comunidades digitales y de conexiones ampliadas, pero es pro-
beres y derechos, es algo que se puede preferir o no. En cambio, fundamente incompatible con el cuidado mutuo, la base material
si nos pensamos como seres frágiles y codependientes, estamos de nuestros lazos sociales empíricos.
obligados a pensar Ja cooperación como una característica huma- Hay tipos de comunidad muy distinto'.> con diferentes objetivos
na tan básica corno la racionalidad, tal vez más. Nuestra vida es y formas de participación. Para empezar, existe una distinción
inconcebible sin el compromiso con los cuidados mutuos. Pensar básica entre los grupos exclusivos, como un club de campo pijo o
un escenario de conducta instrumental generalizada es tan con- un gremio tradicional, y los expansivos, como una congregación
tradictorio como pensar un escenario de irracionalidad y engaño religiosa o un sindicato moderno. Ambas formas de organización
¡,
mutuo generalizado. No todas las relaciones sociales importantes pueden ser liberadores e igualitaristas u opresores y elitistas. Creo
tienen que ver con el cuidado, pero el cuidado es la base material que la matriz ética de todas esas formas de compromiso con los
sobre la que se fundamentan todas ellas. La comunidad política, demás, de esa codependencia, es la experiencia del cuidado.
incluso la que se basa en ficciones contractuales, se erige sobre A diferencia de lo que ocurría con lo que llamé el dilema ético
una red de codependencia. EJ escenario en el que podemos o no fundamental de la izquierda, en el caso de los cuidados no nos
superar Ja alienación es un impulso que forma parte de Jo más enfrentamos a una paradoja. Es muy complicad(~ encontrar un
íntimo de mkstra naturaleza: cuidar los unos de los otros. justo punto medio entre el individualismo moderno y el colecti-
vismo tradicional porque el atomismo sucial tiene un fuerte com-
La mayor parte de nosotros hemos conocido esa realidad en
ponente autodestructivo: diluye las redes sociak,-; l'n las qul' se
un entorno familiar, más que nada porque Ja mercantilización
generalizada la ha desterrado de casi cualquier otro ámbito, en implanta, como mostraba el ejemplo de la guardería israelí. Por
especial del laboral. Por eso alguna gente piensa que pensar polí- eso no es posible resolver el dilema mediante una gradación de in-
ticamente el cuidado es imaginar la sociedad como si fuera una dividualismo y colectivismo. No 1WJ' ninguna posología del egoísmo
gran familia, como si tuviéramos que tratarnos mutuamente racional compatible con un tejido colectivo tupido.
como hermanos o primos en vez de como ciudadanos autónomos En cambio, conocemos distintas vivencias de los cuidados que
muestran una amplia gradación ética, desde la dominación a la
unidos en un proyecto común. Es exactamente al revés. El cuida-
libertad individual. No tenemos que optar entre dos extremos
do mutuo es la base material de un vínculo político racional ale-
contradictorios, que se anulan mutuamente. Cuidar de alguien o
jado del capricho individual o del formalismo contractual. Y, en
ser cuidado no es en sí mismo una forma de sometimiento o de
ese sentido, el reconocimiento de su importancia es esencial para
superar las relaciones de dependencia alienantes y opresoras, in- sumisión sino un aspecto tan intrínseco a nuestra naturaleza
cluidas algunas relaciones familiares. como nuestra capacidad de comunicarnos o expresar afectos.
Puede dar lugar a relaciones de poder desiguales y violentas, pero
Una buena razón para desconfiar del comunitarismo es el
no tiene por qué ser así y, de hecho, L'n muchas ocasiones 110 Jo es
modo en el que muchas sociedades tradicionales han modulado
el cuidado hasta convertirlo en tutela y dominación. Pero una en absoluto. La modernidad ha hecho un esfuerzo ímprobo por
razón aún mejor para desconfiar del capitalismo es el modo en ignorar esta realidad antropológica y sustituirla por vínculos no
que ha destruido las bases sociales de la codependencia instau- basados en la codependencia: burocráticos, telemáticos, mercan-
rando un proyecto i¡ocialmente carcinógeno y nihilista. El ciber- tiles, ideológicos ... El resultado ha sido muy pobre.
La sociabilidad que ofrece el capitalismo puede llegar a ser
fetichismo maquilla este programa de destrucción social para
muy abundante pero siempre es extremadamente epidérmica.
1 46

147
Es el caso de los vínculos sociales reticulares de las sociedades La perspectiva de la codependencia es congruente con la des-
postmodernas. Hay una gran cantidad de sociabilidad en In- confianza de la izquierda hacia la ideología política que exige que
ternet, pero resulta inservible para los cuidados. Nuestras fa- cualquier propuesta de cambio social respete el marco político
milias y nuestros amigos, incluso nuestros vecinos, son lentos establecido. Es igualmente coherente con una crítica profunda del
y fastidiosos, pero pcrsiskntcs y fiables. Exactamente lo con- modo en que el afán de lucro como motor social lastra de forma
trario que el entorno digital. Internet sirve para intercambiar sistemática los intentos de mejorar la situación de la mayoría. Un
series de televisión, pero no cuidados. La fantasía.de que lo descubrimiento estadístico impactante es que la confiahza en los
primero es tan importante como lo segundo es muy propia de demás y el compromiso social están estrechamente correlaciona-
personas que han prolongado patológicamente su adolescencia dos con la igualdad material, al menos en los países desarrollados.
y creen que los juegos en red son experiencias intelectuales y A partir de cierto umbral de crecimiento económico -el de los
sociales satisfactorias. Si alguna lección deberíamos haber países de la OCDE, para entendernos-, el aumento relativo de la
aprendido del capitalismo es que la alienación y la insolidari- desigualdad cercena los lazos comunitarios, con independencia
dad son perfectamente congruentes con estándares altos de del grado de riqueza de esa sociedad. 13 Un excelente motivo para 'I
nivel de vida y de educación. defender el igualitarismo es que la desigualdad impide que nos
La codependencia no tiene nada que ver con la conectividad. cuidemos los unos a los otros y, así, nos roba una fuente impor-
En cierto sentido son conceptos antónimos. El capitalismo es tante de realización personal.
compatible con las relaciones sociales reticulares y cierto nivel de La ética del cuidado relaciona explícitamente el tipo de personas
cooperación trivial, no así con el cuidado mutuo. Por eso, sigue que deberíamos aspirar a ser -un ideal de vida buena- con el tipo
existiendo una enorme masa de trabajo de cuidados ajeno al mer- de relaciones sociales que podemos aspirar a llevar como animales
cado pero imprescindible para que las relaciones mercantiles se racionales y dependientes y su incompatibilidad con características
desarrollen con normalidad. fundamentales del capitalismo, como la desigualdad material o el
Esto signilica que el capitalismo parasita los cuidados mutuos. individualismo. En ese sentido, no sólo cuestiona el ciberutopismo
Según algunas estimaciones, el trabajo de cuidados no remunera- sino que, además, permite a los proyectos postcapitalistas reencon-
do equivaldría al 5o'J i1 del PIB de un país desarrollado. Cada ma-
1
trarse con su propia tradición moral, que ellos mismos se han es-
i1ana se levanta de sus catres un descomunal ejército de trabaja- forzado trágicamente en negar. Las organizaciones de izquierda no
,dores y consumidores alimentado, sano y limpio dispuesto a sólo tienen un plan alternativo al capitalismo, no siempre apetecible
seguir moviendo la gran rueda de hámster capitalista. Sin el tra- o razonable. También atesoran una historia de cooperación muy
bajo de cuidados no retribuido sería sencillamente imposible. interesante caracterizada por un fortísimo compromiso práctica-
C:ualquier idea sofisticada sohrc nuestra ubicación en una red glo- mente sin parangón en la modernidad.
bal de conexinnes din<Ímicas :·\'<!porosas se desmorona cuando En su crítica del internetcentrismo, Morozov recuerda la posi-
u no se enfrenta a la brutal tisicidad de un recién nacido o un ción de Kierkegaard respecto a los incipientes medios de comu-
amigo enfermo al que atender. Hay pocas experiencias que nos nicación de masas de la primera mitad del siglo XlX/ 4 Mientras
hagan tan conscientes de los límites del sistema económico mo- la mayoría de pensadores del momento celebraba la expansión de
derno como tratar de compatibilizar un trabajo asalariado en co~-
---·~

d iciones habituales con el cuidado de una persona necesitada de 13


Richard Wilkinson y Kate Pickett, Desigualdad. Un análisis de la (in)felicidad
asistencia. Pero la dependencia mutua no se limita a esos casos colectiva, Madrid, Turner, 2009, pp. 72 y ss.
extremos, nos afecta a todos en mayor o menor medida. 14
Evgeny Morozov, The Net Delusion, op. cit., p. i84 y ss.

148
149
la prensa y las revistas como una vía de democratización, Kierke- de cuidados debe ser entendido como una capacidad importante
gaard pensaba que iba en detrimento de la vida política. Los que forma parte del proceso de realización de una persona plena
periódicos estaban al margen de las estructuras de poder, pero y no sólo como una carga histórica que se deb~ría sacudir de los
facilitaban que sus lectores mantuvieran opiniones muy vivas so- hombros de las mujeres.
bre casi cualquier tema de interés público. En cambio, no desa- La mayor parte de organizacione~ de izquierda es ciega a esta
rrollaban en igual grado el impulso de actuar en consecuencia. Al realidad. Hace un par de af10s, en una asamblea de barrio del
contrario, la saturación de opiniones e informaciones contrapues- i5M se discutía cuál era el mejnr horariu para las reuniones.
tas llevaba a aplazar indefinidamente cualquier decisión impor- Hasta entonces se habían celebrado los s:1bados a mediodía,
tante. La prensa, en definitiva, destruía la actividad política genui- pero el calor del verano empezaba a apretar. Había unos cuantos
na, que para Kierkegaard tenía que ver con los compromisos padres y madres de nii1os pequei1os que sugirieron que una bue-
intensos y las elecciones arriesgadas. na hora podía ser las diez de la maf1ana. Los jóvenes sin hijos
Las organizaciones revolucionarias del siglo xx parecen ha- protestaron horrorizados: ellos salían los viernes por la noche y
berse tomado muy en serio a Kierkegaard. Las historias de aven- semejante madrugón era inimaginable. En su opinión era muy
turas y persecuciones de los revolucionarios profesionales leni- preferible celebrar las asambleas a las ocho de la tarde. Los pa-
nistas pueden resultar simpáticas o no. Pero lo que es innegable dres y madres respondieron que a esa hora ellos estaban ocupa-
es que fueron apuestas arriesgadas, en un sentido muy literal, y dos con baños, cenas y cuentos. Lo que me llamó la atención fue
comprometidas. En cambio, seguramente los activistas no han que los jóvenes sin hijos parecían pensar que cuidar de un niño
destacado en el campo de los cuidados. Ulrike Meinhof, por es una opción más entre otras y que, por tanto, no merecía una
ejemplo, intentó enviar a sus hijos a un orfanato en Palestina. especial.consideración. Hay gente a la que le gusta emborrachar-
Hay algo de paradójico en ello, pues desarrollaron un tipo de se los viernes y hay otra a la que le gusta tener hijos. Uno elige
compromiso profundo y libremente elegido que en la moderni- beber cerveza o cambiar pañales como quien opta entre Visa o
dad sólo conocemos masivamente en su expresión familiar. Sólo MasterCard. Fin de la historia.
En cambio, muchas organizaciones revolucionarias surgieron
un puñado de revolucionarios de una profunda sabiduría moral
entendió este paralelismo. En i936, un anarquista recordaba así como asociaciones de apoyo mLituo que trataban de mitigar la
a Durruti: «Una tarde fuimos a visitarle y lo encontramos en la destructividad social del capitalismo. Se parecían mucho más a
cocina. Llevaba un delantal, fregaba los platos y preparaba la cena comedores populares que a células clandestinas militariformes.
para su hijita Colette y su mujer. El amigo con el que había ido Ésa es una here'ncia institucional muy valiosa que conecta las as-
trató de bromear: "Pero oye, Durruti, ésos son trabajos femeni- piraciones modernas de emancipación con corrientes antropoló-
nos". Durruti le contestó rudamente: "Toma este ejemplo: cuan- gicas prácticamente ulliversalcs que han tenido distintas declina-
do mi mujer va a trabajar, yo limpio la casa, hago las camas y ciones organizativas a lo largo de L1 historia. Por ejemplo, un
preparo la comida. Además, baño a mi hija y la visto. Si crees recurso de uso común es, en esencia, un sistema <le cuidado .''· \"
que un anarquista tiene que estar metido en un bar o un café n:rntuo institucionalizado basado en el compromiso, aunque no
mientras su mujer trabaja, quiere decir que no has comprendido necesariamente en la empatía y la solidaridad. Del mismo modo,
nada"». La declaración de Durruti no es la recíproca de esta otra los miembros de un gremio tradicional mantenían vínculos laborales
con connotaciones de dependencia y reciprocidad ininteligibles
de Simone de Beauvoir: «No se debería permitir a ninguna mu-
jer que se quedara en casa para criar a sus hijos. ( ... ) Las mujeres desde nuestra percepción de lo que significa una relación profe-
sional. A un maestro de un taller gremial le hubiera resultado
no deberían tener esa opción». Durruti entendió que el trabajo
151
150
absurda la idea de que se puede despedir a un aprendiz incompe- Imaginación institucional
tente, más o menos como si a nosotros nos propusieran desterrar
a un sobrino antipático.
Las organizaciones antagonistas trataron de ir más' lejos, Durante muchos años los científicos sociales se han esforzado por
cuestionando los sometimientos característicos de las estructu- describir los vínculos comunitarios en términos muy abstractos,
ras comunitarias arcaicas y tratando de filtrar aquellas sedimen- explícitamente formales o no. Los resultados han sido realmente
taciones opresoras. Seguramente fue un paso en falso. No por- pobres. La época heroica de las ciencias sociales ha concluido.
que fuera una mala idea, sino porque intentaron hacerlo Aunque no abundan las denuncias de sus falsas promesas, tam-
rompiendo con la ética del cuidado y la codependencia a través poco nadie se toma muy en serio las elucubraciones de Talcoltt
dd objetivismo. Tal vez por eso los revolucionarios han estado Parsons o Lévi-Strauss.
mucho mús interesados por las falsas promesas de las ciencias En cambio, los efectos cotidianos de estos saberes zombies per-
sociales que por la L'lica. Y tal vez por eso la burocratización de severan aumentados. Las ciencias sociales nacieron en el siglo XIX
1ns cuidados 111 u tu os a t 1«1 \ t'S de un sistema racional e imperso- como un intento de afrontar teóricamente los dilemas prácticos
nal ha sido una de las grandes amenazas a las que se han enfren- de la modernidad. El ciberutopismo y la sociofobia son la heren-
tado los proyectos de emancipación. No sé si el izquierdismo es cia práctica de esa aspiración, ya desactivada conceptualmente, y
la enfermedad infantil del L-ornu11ismo, pero desde luego la bu- transformada en una cosmovisión poco definida pero muy exten-
rocracia es su demencia senil. dida. La ideología digital se apoya en el extraordinario desarrollo
Hace muchos aiios, el tiklsofo Carlos Fernández Liria me dijo tecnológico de nuestras sociedades, pero su fundamento es una
que él creía que el socialismo era una ideología para gente can- representación de nuestra vida en común como una mera catego-
sada, para personas .que necesitan unas vacaciones del mercado ría conceptual definida por sus propiedades abstractas que une a
i<1horal, el consumo, la publicidad e incluso el ocio. Yo creo que individuos frágiles y fluidos.
en realidad es una ideología para padres e hijos cansados. De- La postmodernidad se ha adaptado a las falsas promesas de las
beríamos desconfiar de aquellos proyectos de liberación que no ciencias sociales, un poco como esos raelianos que se suicidan
sólo no dicen nada sobre la dependencia mutua, como la mayor para que se cumplan las profecías en las que creen. Es como si la
parte de los programas políticos modernos, sino que literalmen- gente hubiera aceptado rebajar su percepción de la realidad social
te no pueden decir 11ad<i sobre ella, como es el caso de las pro- a la escala explicativa de los economistas, sociólogos y psicólogos.
puestas identitarias postmodernas o del cíberutopismo. La La sociabilidad digital es tan expansiva porque es una pura rela-
emancipación y la igualdad, la libre realización en común de ción formal cuya corrección se establece antes de e~aluar su
nuestras capaci(l<\des, no se puede desvincular del mutuo cuida- contenido material. El secreto es que apenas tiene contenido,
do de nuestras debilidades: de alguna forma, es conceder <lema-
, ~ como ilustra una parábola de Maclntyre:
siado al capitalismo. La codependencia no tutelada es la materia
prima con la que podernos disciíar un entorno institucional Había una vez un hombre que aspiraba a ser el autor de una
amigable e igualitarisla. teoría general de los hoyos. Cuando se le preguntaba, «¿qué'clase
de hoyos: los cavados por los ni11os en la arena por diversión; los 1

que cavan los hortelanos para plantar retoños de lechuga; pozos


de aljibe; los hoyos que hacen los obreros que construyen carre-
teras?», solía contestar con indignación que aspiraba a una teoría

1c;2
153
general que los explicara todos. Rechazaba, ab initio, el criterio suelen ser claramente inferiores a los que se hubieran logrado si
-tal ¿amo él lo veía- patéticamente propio del sentido común sencillamente se hubiera aplicado el sentido común o se hubiera
de que acerca del cavado de diferentes tipos de hoyos tienen que continuado con las prácticas acostumbradas, no informadas por cri-
darse tipos de explicaciones totalmente distintos; ¿por qué enton- terios supuestamente técnicos. En un conocido experimento infor-
ces, solía preguntar, tenemos el concepto de un hoyo? Al faltarle mal, el Wall Street fournal hizo que un mono con los ojos vendados
las explicaciones a las que originariamente aspiraba, caía enton- lanzara dardos a una diana en la qul' habían colocado las cotizacio-
ces en el descubrimiento de correlaciones estadísticamente im- nes bursátiles. La cartera de acciones del mono consiguic'J mejores
portantes; por ejemplo, hallaba que existe una correlación entre resultados que el 85% de las gestoras de fondos estadounidenses.
la cantidad de pozos que se cava en una sociedad, tal como se En efecto, los economistas han convertido su especialidad en
mide, o por lo menos se medirá algún día mediante técnicas eco- una rama de la matemática aplicada cuyc1 relación con la subsis-
nométricas, y el grado de desarrollo tecnológico de esa sociedad. tencia material, los procesos productivos r los intercambios en las
Los EE.UU. superan tanto a Paraguay como al Alto Volta en el sociedades históricas es extremadamente remota. Como afirmaba
cavado de hoyos. También descubrió que la guerra acelera el ca- el politólogo Peter Gowan, el sabn acumulado de los expertos en
vado de hoyos: hoy hay más hoyos en Vietnam que antes de la finanzas a menudo es una rémora para entender la realidad eco-
guerra. Estas observaciones -siempre acostumbraba a insistir- nómica. Los especialistas perpetran de forma recurrente propues-
eran neutrales y libres de valor. 15 tas prácticas que atentan contra el más elemental sentido de la
prudencia. El fracaso sistemático de estas ideas no ha quebranta-
Con mucha frecuencia los científicos sociales se limitan a re- do la vehemencia con la que defienden su validez. Que Karl Popper,
coger conceptos cotidianos -por tanto, vagos y unidos por un un pensador obsesionado con la veriticabilidad de las teorías cien-
mero parecido de familia, como el de «hoyo»- para, a continua- tíficas, sea prácticamente el único filósofo de la ciencia cuyas
ción, elaborar teorías hueras pero dotadas de un alto grado de obras se leen en las facultades de economía no hace sino aüadir
sofisticación formal y, a veces, erudición. No sólo la construcción ironía a esta especie de ensueflo idealista que a menudo se con-
de estas teorías sui géneris consume una cantidad formidable de funde con el rigor de los matemúticos.
tiempo y esfuerzos, sino que influyen en las políticas públicas o En la auténtica ciencia las operaciones deductivas son empíri-
incluso se incorporan a ellas a través de procesos costosos, mo- camente fructíferas porque se ha logrado acceder a núcleos esta-
ralmente ambiguos y de eficacia más que dudosa. bles de inteligibilidad de los fenómenos que se aspira a explicar.
Las teorías económicas, sociológicas, políticas, pedagógicas y psi- Por eso en física podemos operar matemáticamente con magni-
cológicas han jugado un papel importante en algunas de las princi- tudes bien definidas y obtener resultados con un sentido muy
pales transformaciones políticas de la modernidad. A menudo se ha preciso. Nada de eso ha sucedido en el entorno de las ciencias
solicitado el concurso directo o indirecto de científicos sociales en sociales, tampoco en economía. Nuestra racionalidad e irraciona-
la organización de la justicia, la regulación de la economía y las re- lidad prácticas son particularmente resistentes a la formalización.
laciones laborales, la educación, la estrategia militar o la asistencia Por supuesto, con la suficiente paciencia se puede codificar prác-
social. Sin embargo, muy rara vez se ha pedido cuentas a las distintas ticamente lo que sea, incluso relaciones familiares o de afinidad.
teorías sociales por los paupérrimos resultados obtenidos, que Pero en un entorno pseudoformalizado las operaciones que se
realicen con los códigos no tendrán ningún significado empírico,
¡,
15
Alasdair Macintyre, «¿Es posible una ciencia política comparada?», en A. son sólo elaboraciones especulativas, a veces con un aspecto ma-
Ryan, La filosofía de la explicación social, Madrid, FCE, 1976, p. 267. tematiforme sofisticado.

154 155
Las ciencias sociales son praxiologías, al igual que la traduc- La postmodernidad ciberutópica es tan receptiva a la abstrac-
ción, la cocina, la política, la comprensión de textos, la educación ción de las ciencias sociales porque es una manera eficaz de au-
de 11 uest ros hijos, las prúct icas deportivas, la agricultura, la inter- toengañarse acerca de la superación de los dilemas modernos sin
pretación musical ... En todos estos ámbitos hay conocimiento e que concurra esta clase de inteligencia práctica tentativa. Si uno
ignorancia, distancia entre el acierto y el error. Se trata de cono- se sitúa en un punto de vista estrictamente formal, la cuestión de
cimientos prúcticos, donde la experiencia, Ja recepción y amplia- cuál debería ser la arquitectura política que nos per:rllita superar
ción del bagaje empírico pasado, la imaginación o la elaboración los problemas públicos urgentes puede darse por respondida de
analítica resultan determinantes. El pecado original de las ciencias antemano: ninguna. Los ciberfetichistas no necesitan libertad
sociales es extrapolar las nociones propias de estos saberes coti- conjunta -es decir, en común-, sólo simultánea -es decir, a la
dianos y utilizarlas como si funan conceptos científicos propia- vez-. Internet suministra un sustituto epidérmico de la emanci-
mente dichos. La ciencia, sencillamente, no avanza a través de la pación mediante dosis sucesivas de independencia y conectivi-
sistematización de los conceptos prácticos del sentido común. dad. Las metáforas sociales de las redes digitales distribuidas ha-
1\lús bien al contrario, supone una ruptura con nuestra experien- cen que las intervenciones políticas consensuadas parezcan toscas,
cia cotidiana. lentas y aburridas frente al dinamismo espontáneo y orgánico de
Aristóteles den o mi n<í ph róncsis, aproximadamente «pruden- la red. El diseño formal digital permite esperar que las soluciones
cia», al tipo de sabiduría pdctica que ponemos en juego cuando óptimas surjan automáticamente, sin correcciones fruto de pro-
queremos cambiar las cosas para mejor, ya sea nuestra propia vida cesos deliberativos.
o los acuerdos públicos. El phrónimos, la persona con sabiduría, En el fondo, es el reflejo inconsciente de una vieja aspiración
práctica, es aquella capaz de comportarse de la forma idónea en ultraliberal. Naomi Klein decía con razón que el archienemigo de
situaciones que no put:'den reducirse a principios generales. La Milton Friedman no era tanto el comunismo, que consideraba
prudencia no es un conocimiento teórico acerca de la experiencia, solamente equivocado, como el keynesianismo. 16 Le pareyía que
sino el tipo de saber que sale a la luz en la propia práctica: no un Keynes había propuesto una amalgama imprecisa y repugnante,
crítico gastronúmico sino un cocinero, no un pedagogo sino que no renunciaba al juego de la oferta y la demanda pero acep-
un profesor ... La phrónesis tiene mala prensa porque parece una taba que las instituciones políticas lo distorsionaran. El neolibe-
especie de conocimiento de Perogrullo poco sofisticado, pues con- ralismo ha exigido que los procedimientos a través de los cuales
siste en encontrar el término medio entre los comportamientos organizamos nuestra subsistencia sean tan coherentes y consis-
extremos: evitar tanto la avaricia como el derroche, la impruden- tentes como un lenguaje bien formado, el tipo de codificación que
cia lo mismo que la cobardía ... En realidad, es al revés. La phrÓnesis manejan los lógicos. Desde ese punto de vista extremo, las pro-
resuelve dilemas prácticos muy intensos, a menudo trágicos, como piedades abstractas son más importantes que los efectos materia-
el comportamiento en el campo de batalla o la relación adecuada les. El ciberfetichismo y el consumismo han retroalimentado esa
con un amigo o un hijo. Esa solución sólo nos parece de sentido expectativa desde el ámbito extraeconómico. En consecuencia, las
común una vez que ha sido hallada, al concluir la deliberación con relaciones sociales que por su naturaleza no pueden responder a
éxito. Precisamente la única prueba que tenemos de que hemos esta estrecha definición formal se han vuelto invisibles, como el
hallado una respuesta a un problema práctico es que nos resulte cuidado mutuo, los vínculos duraderos o la propia práctica polí-
razonable. Cuando los más sabios o la mayoría encuentran una tica en su sentido más pleno.
salida a un dilema, entonces nos parece evidente; pero eso no sig-
11 i tica que antes de ese proceso de reflexión lo fuera. 16 Naomi Klein, La doctrina del shock, Barcelona, Paidós, 2007, p. 84.

156 157
A pesar de su pobreza, la espontaneidad formalista de las redes pragmático constante con su corrección y mejora, como una tra-
sociales y la conectividad digital nos parece una buena opción ducción literaria o un recurso de uso común.
porque la política analógica resulta asombrosamente ineficaz Por ejemplo, durante algún tiempo los microcréditos parecie-
frente al poder del mercado. En agosto de 2011, una modesta carta ron una gran esperanza de transformación social para los países
del presidente del Banco Central Europeo hizo que saltara por los pobres. Una de las razones por las que se hicieron tan populares es
aires uno de los grandes tabúes de la democracia española. Du- que son una especie de versión económica de la cooperación digi-
rante décadas la postura unánime de todo el arco parlamentario tal. Los microcréditos se parecen a una estrategia reticular que no
español fue que no era posible la menor modifü;ación constitu- necesita una coordinación centralizada. Funcionan como un im-
cional. La Constitución de i978, se decía, era el colofón de un pulso inicial financiero que genera un proceso espontáneo y autó-
proceso político esencial, la Transición, que nos había sacado de nomo de empoderamiento. Idealmente, los microcréditos sumi-
la dictadura franquista. Cualquier alteración de sus delicados en- nistran herramientas económicas para que las familias desarrollen
granajes la haría colapsar y nos precipitaría en el enfrentamiento sus propios proyectos, sin necesidad de idear instituciones políti-
fratricida y el atraso social. Sin embargo, en apenas unos días cas alternativas que intervengan sustantivamente y de forma pro-
Gobierno y oposición consensuaron en secreto una modificación longada en ese proceso. Sin embargo, en 2012 se produjo una olea-
constitucional que establecía un techo de déficit público, introdu- da de suicidios en India vinculada a los microcréditos que sacó a
ciendo en la carta magna una limitación de la capacidad de deci- la luz cómo la iniciativa había dado pie a una burbuja financiera
sión de un país en beneficio del poder del mercado. en la que se había visto atrapada mucha gente sin recursos. Perso-
Las únicas versiones de la soberanía colectiva que conocemos nas muy pobres que habían solicitado pequeí1os préstamos se qui-
hoy son el resultado no de la racionalidad colectiva sino más bien taban la vida ante la imposibilidad de satisfacer los pagos de sus
de impulsos atávicos, religiosos o identitarios. Imaginamos el deudas. La explicación que dan los partidarios de 10s microcrédi-
mundo islárpico como un magma colectivista y, por eso mismo, tos es que el proyecto inicial de Muhamrnad Yunus, que tenía una
fanático e irracional. El ciberfetichismo y la sociofobia son la fase finalidad social, había sido pervertido por empresas especulativas.
final de aceptación de la heteronomía terminal moderna, cuando Es cierto, pero resulta revelador de lo poco realistas que resultan
ya sin ira ni negación nos sometemos al mercado y tratamos de las propuestas de transformación social que no tienen en cuenta el
emular socialmente sus dispositivos básicos. entorno institucional en el que se van a desarrollar como, por
El mayor desafío al ciberfetichismo y la sociofobia no es el lu- ejemplo, la ausencia de limitaciones para las prácticas usurarias.
dismo o el comunitarismo sino la concreción política. Uno puede Es una experiencia sorprendentemente similar al fracaso del pro-
fantasear con la idea de que la interacción social formalmente yectü del ordenador de cien dólares, de Nichola~'Negroponte.
inspirada en las redes digitales puede contribuir a superar la La tradición antagonista moderna ocupa un lugar extraüo en
alienación laboral, la pobreza, la soledad o los problemas este paisaje. Los revolucionarios desarrollaron herramientas con-
medioambientales. Pero esa clase de ensueí1o antipolítico es in- ceptuales muy útiles para diagnosticar las limitaciones políticas
compatible con el diseño institucional detallado. Los acuerdos del capitalismo, pero no se atrevieron a desechar algunas de las
colectivos dirigidos a incentivar el cuidado mutuo, la igualdad y falsas promesas del formalismo. F11 general, lo que el so,-ialisrno
el desarrollo de las capacidades humanas necesitan reivindicar la ha dicho sobre el contexto productivo postneolítico -o sea, las
soberanía democrática sobre la heteronomía mercantil. Tampoco sociedades industriales- es que el capitalismo es incapaz de ges-
basta con definirlos en términos abstractos y ponerlos a funcio- tionarlo. Es un sistema ineficaz, en el sentido de que desaprovecha
nar, como si fueran una red neuronal. Exigen un compromiso sistemáticamente las posibilidades que él mismo genera. No

158 159
consigue sacar partido de su propia potencia histórica. Es decir, en Alemania del Este las bombillas duraran no mil sino quinientas
no es tanto que el capitalismo no sea el sistema que más desarrolla horas? Y, de hecho, ni siquiera hizo falta un acuerdo en¡tre los fa-
las fuerzas productivas (muy posihlemente lo sea) corno que su brícantes para ello». •
uso de esas fuerzas es socialmente subóptimo. Puede que el capitalismo sea una sistema socialmente subóp-
Muy a grandes rasgos, el nivel tecnológico actual debería per- timo. Pero de ahí no se sigue que haya otro sistema viable más
mitir que muchísima gente estuviera mucho mejor de lo que está eficaz. Los anticapitalistas hemos decidido de forma más bien
sin que la situación de los que viven mejor empeorara significati- acrítica que hay una alternativa social que organiza mejo~ los re-
vamente. En un sistema alternativo seguramente algunos mega- cursos que el capitalismo pone en juego. ¿Y si no es así? ¿Y si la ,,
rricos deberían prescindir de sus yates con asientos tapizados en mejor opción sencillamente no está disponible para las sociedades
piel de pene de ballena, tal vez la clase media japonesa se vería humanas?
obligada a aceptar que una vida sin inodoros domóticos es digna El socialismo clásico, Marx incluido, supuso que una distribu-
de tal nombre y los estadounidenses podrían tener que asumir ción planificada de los recursos debería ser más eficaz que el caos
que los carriles bici no son un anticipo de la llegada del Anticristo. del mercado. A primera vista, la manera en que el capitalismo
Pero, por otro lado, en torno a mil millones de personas podría satisface las necesidades sociales es como tirar treinta dardos a la
dejar de pasar hambre y un número similar podrían aprender a vez a ver si alguno acierta en el centro de la diana. La provisión
leer y escribir. Además, dados los límites ecológicos de nuestro competitiva de bienes y servicios es una fuente de despilfarro de
planeta, el consumismo norteamericano tiene los días material- proporciones homérícas. Se calcula que un tercio de la comida
mente contados: en el caso de la mayor parte de los países occi- de la Unión Europea acaba en los vertederos. Con los cuarenta
dentales, Ja sostenibilidad ya equivale a decrecimiento. De hecho, millones de toneladas de comida que se tiran a la basura cada año
es un hecho comprobado que una mayor igualdad de renta pro- en EE.UU., bastaría para alimentar a todas las personas que pasan
duce beneficios --en términos de esperanza y calidad de vida y hambre en el mundo.
' baja incidencia de distintos problemas sociales- en todos los es- Sin embargo, también disponemos de una gran cantidad de
tratos sociales, no sólo entre los más desfavorecidos información sobre las dificultades empíricas a las que se enfren-
Aunque parece una argumentación impecable, es más proble- taría un sistema centralizado que tratara de minimizar esas inefi-
mática de lo que parece. Un día estaba impartiendo un curso so- cacias. Extrañamente, las reflexiones sobre el periodo soviético y
bre tcorí;1 marxista r expliqué el problema de la ineficacia capita- los problemas de las economías planificadas han escaseado tras
lista poniendo como ejemplo una famosa bombilla que lleva más las transiciones al capitalismo de los países del Pacto de Varsovia.
de cien ar1os funcionando en un parque de bomberos de Califor- Los países del llamado «socialismo real» modernizardn su sector
nia. Parece ser que en las primeras décadas del siglo xx se reunie- primario con gran rapidez y con un éxito razonable. También
ron los principales fabricantes de bombillas y acordaron limitar fueron capaces de proporcionar servicios sociales complejos y di-
artificialmente a miJ horas la vida de sus productos, aunque po- fíciles de gestionar, como educación o sanidad avanzadas, de un
dían durar mucho más. Es un buen ejemplo de cómo el capitalis- modo relativamente eficaz. Sin embargo, fracasaron al intentar
mo es incapaz de explotar todas sus potencialidades materiales y suministrar bienes y servicios de consumo. Por supuesto, los cos-
sociales porque su único motor es la búsqueda del beneficio pri- tes políticos -en términos de represión, violencia, autoritarismo
vado. Raul 1'.elik, un profesor alcmún de ciencia política que esta- y alienación- fueron enormes y sistemáticos y de ningún modo
ba presente, levantó la mano y me preguntó con sorna: «Me ha deberían dejarse al margen como una particularidad local del so-
gustado mucho esa historia pero ¿cómo se explica entonces que cialismo eslavo u oriental.

160 161
La respuesta habitual de la izquierda no soviética a las limita- límites de la planificación en cantidaLk~ (ísilas. Fl mi~mo núme-
ciones del socialismo real es que la raíz de sus problemas eran la ro de toneladas, rnetros o pares puede tl'11l'r \'<dores de uso muy
burocracia y el autoritarismo. Es cierto que la burocracia tiende a diferentes y satisfacer necesidades muy diversas. En todo caso, la
ritualizar los procedimientos administrativos convirtiéndolos en calidad es un concepto frecuentemcnll' imeparabk del uso y, de
un fin en sí mismo, algo aparentemente incompatible con una este modo, un vestido o una máquina pueden estar perfectamente
economía dinámica que exige respuestas adaptativas a las distin- de acuerdo con las normas tecnolúg1cas y, sin embargo, 110 ser
tas situaciones. Además, al especializar y codificar las tareas de apropiados para un cliente o un procesu fabril' c11 concreto.
gestión se delega una parte crucial del poder de decisión en los ¿Cómo se puede superar este problema si los planes son órdenes
directores administrativos. de una autoridad superior (los planificadores centrales o los mi-
Desde este punto de vista, la solución a los problemas históri- nisterios) y no de los usuarios?'~
cos de la planificación sería la democracia. Bastaría con expulsar
de sus poltronas a los burócratas y permitir que los trabajadores No es que el mercado sea una alternativa particularmente ele-
decidieran en asamblea los detalles de la producción para que la gante a la centralización. Incluso idealmente consiste en un des-
planificación funcionara. Es una tesis simpática pero equivocada. comunal proceso de ensayo y error que desperdicia cantidades
La burocracia es, de hecho, una respuesta racional al gigantesco enormes de esfuerzo sociaL Pero no está claro que la planificación
problema de programar la totalidad de la economía de una socie- pueda, ni siquiera en teoría, establecer cuál es la oferta y la de-
dad compleja. Los ejércitos son sociedades planificadas bastante manda de bienes y servicios globales de una sociedad compleja y
simples y están llenos de burocracia, pese a que no es un compo- mucho menos determinar los procesos productivos y organizati-
nente esencial de su sistema de estratificación. vos necesarios para que se ajusten.
El auténtico problema de la centralización tiene que ver con que Una respuesta técnica a los límites de la centralización ha sido
no está muy claro que tengamos la capacidad de planificar las de- la automatización. Existe una larga tradición de intentos de infor-
cisiones económicas idóneas, antes que con la motivación de esas matizar la planificación socialista. Es la prehistoria misma del ci-
decisiones. La provisión de bienes y servicios en una economía berfetichismo y la cooperación digital. En resumen, la idea es que
compleja es el resultado agregado de un volumen abrumador de si la burocracia falla porque es torpe, lenta y está sujeta a debili-
microdecisiones. Cualquier procedimiento deliberativo, autoritario dades humanas, como el gusto por el poder, entonces puede ser
o democrático se enfrentará a un alto nivel de incertidumbre dado conveniente sustituir a los burócratas por máquinas rápidas y éti-
que no puede tomar en consideración todas esas situaciones. Alee camente neutras. La historia de la computación en la URSS está
Nove, un economista socialista crítico con la centralización sovié- estrechamente vinculada al desarrollo de herramientas informá-
tica, resumi,ó estos problemas con agudeza. ticas que permitieran una asignación óptima de los recursos dis-
ponibles minimizando las interferencias burocdticas. 18 Los eco-
Se puede dar una orden: «produzca doscientos mil pares de nomistas soviétitos buscaron una especie de sustituto digital del
zapatos», que sea identificable y cumplible. Pero decir «produzca mercado libre. En la planificación cibernética las herramientas
buenos zapatos que se adapten al pie del consumidor» es una or- informáticas reemplazarían a los precios en la tarea de suminis-
den mucho más vaga, imposible ele cumplir. (De modo semejan- trar la información que necesita el sistema sobre la~ preferencias
te, se me puede ordenar de modo claro que dé cincuenta confe-
rencias, pero no es tan fácil hacer cumplir la orden de dar 17 Alee Nove, l.a 1'cot10111í11 del $OCialirn10 ¡;1e1i/,lc, :Yladrid, Siglo xx1, 1987, p. 111.

cincuenta buenas conferencias.) Esto también muestra los rigurosos 18 Francis Spufford, A/Jundunciu roja, Madrid, Turncr, 2011.

163
162
de cada agente indi\'idual o colectivo y establecería los resultados perfecta describe un sistema centralizado. Pero les cuesta mucho
maximizado res.
aceptarlo y por eso nunca lo dicen claramente. A veces, hacen
Por supuesto, no hay nada insensato en pensar que los orde- alusión a un «subastador», que anuncia los precios que sirven de
nadores pueden ser de ayuda en la organización económica. Sin base para los intercambios, pero nunca señalan su e~istencia en
embargo, los límites de la planificaciún no tienen que ver exacta- los índices de sus libros, en general muy detallados. Es como si
mente con la capacidad de cálculo sino que son más bien el resul- tuvieran vergüenza de él. 19
tado de un dilema pragmático. Las microsituaciones que compo-
nen una economía compleja son dinámicas, no están definidas Desde el punto de vista de los economistas somos como autó-
hasta que de hecho se dan y esa definición es cualitativa. La defi- matas que se creen libres: queremos la cantidad de bienes que
nición de un «buen zapato», por seguir con el ejemplo de Nove, deberíamos querer al precio que deberíamos estar dispuestos a
es contextual y es muy difícil de definir a priori (zapatos para pagar si el mercado lo hubiera diseñado un gran planificador. En
zonas calurosas, de montai1a, para tiempo frío y seco, para la llu- el fondo, no es una mala descripción del absurdo del capitalismo
via ... ). Del mismo modo, la disponibilidad o la ausencia de ciertas real. Lo que hace la economía neoclásica es trasladar el dilema de
mercancías o servicios altera las preferencias de los consumidores la planificación social al interior de las cabezas de las personas que
y productores.
intervienen en una economía de mercado. Como si en nuestros
( :uriosamente, las aporías de la planificación computerizada cerebros el concepto de «buen zapato» fuera una especie de idea
tienen grandes simili~lidcs \..'011 algunos límites importantes de la platónica perfectamente establecida. Es una tesis particularmente
economía ortodoxa. Todos los manuales de microeconomía to- extraña por lo que toca a bienes y servicios complejos y con pro-
man como punto de partida un modelo denominado de «compe- fundas externalidades, corno la vivienda, el transporte o la ener-
tencia perfecta>>. Suena a una situación familiar, una especie de gía, cuya definición es dinámica y parece necesitar del concurso
zoco donde compradores y vendedores regatean proponiendo de procesos de reflexión colectiva y normas sociales.
distintos precios. En realidad, es exadamente al contrario, una Por ejemplo, en i950 en España el 60% de los viajes se rea-
escena irreal muy cercana al mercado digital centralizado que al- lizaban en ferrocarril y sólo el 40% por carretera. A finales de
gunos economistas soviéticos intentaron desarrollar. La ~11áxima la década de los noventa, el transporte por ferrocarril ~e había
preocupación de h' economistas es proponer modelos formales reducido a menos del 6% y el de carretera había pasado al 90%.
sofisticados, y la matematización de un escenario realmente com- Este cambio no fue el resultado de un conjunto de preferencias
petitivo se enfrenta a graves limitaciones teóricas. Pero, por su- individuales acontextuales, sino de una colusión de políticas
puesto, ninguno deja que la realidad social le estropee una ecua- públicas activas y costosas (España es hoy el primer país Euro-
ci('Jn ciegan le, aunque par,1 ello tenga que describir el capitalismo peo en kilómetro de carretera por vehículo y habitante) e in-
como si fuera un plan quinquenal:
tereses privados de las élites económicas en el sector de la
construcción y la automoción. El fomento del transporte pri-
El modelo Je competencia perfecta empieza suponiendo que vado por carretera frente a otras alternativas ha redefinido la
los agentes no tienen autorizaciún para proponer precios para los estructura física de las ciudades y ha transformado nuestra
bienes que quieren '.·ender o comprar. Los precios estún «dados» idea de lo que es un medio de transporte eficaz. Por eso optamos
desde L'I principio. No resultan de un proceso de negociaciones e
intercambios sucesivos entre los miembros de la sociedad( ... ) 19
B. Gerrien y S. Jallais, Microeconomía. Una presentación crítica, Madrid, Maia,
Los autores de libros dt' texto sabt'n que el modelo de competencia
2008, pp. 32 y 34.

16.+
165
por un tipo de vehículo asombrosamente lento (la velocidad de nuestras necesidades básicas, como la vivienda, la comida o el
media de los coches en las grandes urbes es de 15 km/h), caro abrigo, acabamos con una hipoteca a cuarenta años por un ado-
y sucio. Nuestra necesidad de un automóvil y el interés de mu- sado en Marina D'or, al borde de la obesidad mórbida a base de
cha gente en los coches como símbolo de prestigio son en parte comer grasas hidrogenadas y vestidos con prendas ridículas de so-
el resultado de dinámicas que tal vez si se hubieran sometido a breprecio obsceno.'
un proceso <;fe debate común podrían haberse revertido. Cuan- En realidad, la cosa es aún más complicada. Ni siquiera
do deseamos un coche reverberan en nuestros circuitos libidi- somos capaces de que nuestras preferencias respeten unos mí-
nales sesenta años de economía política. nimos estándares de coherencia formal. Nuestras valoraciones
Para los economistas ortodoxos el mercado actúa como una son intrínsecamente ambiguas, no están bien definidas en nues-
especie de mente colmena que, por un lado, hace que resulte in- tras cabezas, son conceptos difusos. Por eso la forma en que
necesario llegar a un acuerdo sobre las preferencias colectivas y, describimos una misma situación afecta mucho a nuestras de-
por otro, nos permite superar nuestras limitaciones relativas a cisiones. Cuando algunas gasolineras estadounidenses empeza-
averiguar el mejor modo de satisfacerlas. La reflexión pública es ron a cobrar un recargo a los usuarios que pagaban con tarjeta
innecesaria. Las decisiones colectivas son un subproducto no bus- de crédito, se produjo un movimiento de boicot de los consumi-
cado de la interacción social entre individuos que no se coordinan dores. La respuesta de las gasolineras fue subir los precios a to-
entre sí. Por medio de los precios cada individuo conoce aquello dos por igual y ofrecer un descuento a quienes pagaban en efec-
que necesita saber para organizar sus preferencias económicas, que tivo. El boicot se canceló.
están perfectamente claras. Como en el caso de la sociabilidad en Internet, el precio a
Lo cierto es que la atomización de las decisiones y la ausencia pagar por una concepción formal Je la lógica de la preferencia
de deliberación colectiva incrementa drásticamente el peligro de es una rebaja abismal de las exigencias de racionalidad. En rea-
que las irraciona!jdades individuales se retroalimenten generando lidad, si uno está dispuesto a aceptar la pobreza, la desigual-
una catastrófica bola de nieve colectiva. Solemos llamar capitalis- dad, la contaminación o la ignorancia como resultados acep-
mo a esa avalancha histórica. La ficción del subastador, intuitiva- tables de los procesos econc'imicos, es difícil pensar en un
mente extraña, apunta al hecho de que, en realidad, no existe nin- sistema productivo que no sea capaz de cumplir tan bajas ex-
guna razón para pensar que el cruce de decisiones maximizadoras pectativas. La única ventaja del mercado es que sus fallos, que
individuales vaya a dar lugar a un estado de cosas deseable para no son necesariamente menores que los de un sistema centra-
la mayoría. Adam Smith y los fundadores del liberalismo del siglo lizado, parecen menos evidentes o urgentes. Que varios millones
xvm recurrieron a la providencia divina para confiar en que así de personas se queden sin asistencia sanitaria porque no tienen
sería. Hoy tenemos la teoría de juegos, una ciencia de fundamen- dinero para pagarla no parece el resultado inmediato del libre
tos sensiblemente más endebles que la teología. mercado en el mismo sentido en que el desabastecimiento de
Desde un punto de vista estrictamente individual no podemos calcetines parece la responsabilidad directa del planificador
saber bien lo que queremos. Karl Polanyi afirmaba que en una que tenía que haber previsto esa necesidad. El mercado libre
sociedad de mercado nuestras preferencias están desestructura- nos proporciona unas anteojeras para ignorar nuestras limita-
das. Lo decía en el sentido de que no disponemos de un marco de ciones prácticas, la planificación es una lupa que las magnifica.
normas que oriente nuestras prioridades. Es una buena aproxi- Pero ambos proyectos está basados en falsas promesas forma-
mación a la ruina del consumismo. Incluso cuando tratamos de listas, el tipo de ilusión que el ciberfetichismo ha convertido
ser razonables y anteponemos a los bienes suntuarios la satisfacción en un proyecto utópico alienante.

167

'1'
Para evaluar las distintas opciones institucionales sin las dis- tevertir sus efectos sobre nuestra imaginación polfü.<;;.a~ Los prin-
torsiones formalistas que introduce la aspiración a una planifica- cipios categóricos inconmovibles, como la libertad individual, la
ción o a un librecambismo exhaustivos, es útil realizar un proceso deliberación democrática o la igualdad material, no implican ne-
de desintoxicación de las ciencias sociales. La crítica de las falsas cesariamente propuestas institucionales generales y mucho menos
promesas del conocimiento social y de su impacto en la vida po- nociones universales del vínculo social. El cambio político radiqlJ
lítica no significa que haya que renunciar a explicar la realidad es compatible con apuestas de transformación institucional con-
humana y que sólo podamos interpretarla literariamente. Sí, las tingentes, de baja generalidad y formalidad.
ciencias humanas son limitadas, pero nuestra percepción inme- Muchos socialistas, autoritarios o no, trataron de romper las
diata del mundo social lo es aún más. No, no existen teorías en barreras materiales del capitalismo, pero no cuestionaron las li-
sentido estricto de la realidad humana. Pero podemos aplicar me- mitaciones prácticas de una comprensión abstracta de la econo-
canismos explicativos a distintos fenómenos sociales. mía política. Hay gente que cree que superar la sociedad de mer-
El término «mecrnisrno» hace rdcrencia a un tipo de explica- cado consiste sencillamente en repartir los beneficios que hoy se
ción contingente y de bajo rango de generalidad. Se trata de dis- concentran en pocas manos. La verdad es que si distribuyéramos
JJOSitivos conceptuales que sólo pueden ser identificados a poste- las ganancias anuales del IBEX 35 en su máximo histórico entre
riori, una vez que ha tenido lugar un acontecimiento que los todos los españoles, tocaríamos a unos setecientos euros por ca-
involucra. Son explicaciones causales pero discontinuas, que ca- beza. Seguro que a muchos nos vendrían muy bien, pero no es 1
recen de la coherencia, la homogeneidad y la capacidad de pre- exactamente la emancipación fraterna.
dicción de una teoría propiamente dicha. Jon Elster pone un Un principio anticapitalista irrenunciable es que ningún asun-
ejemplo ilustrativo:
to público esté excluido en principio de los procesos de delibera-
ción democrática. Implica una subversión del consenso dominan-
Cuando la gente trata de decidir su participación en una em- te en las democracias liberales acerca de la sustracción del debate
presa cooperativa, como recoger la basura después de una fiesta, político de los procesos de acumulación capitalista, que se dan por
o votar en una elección nacional, a menudo intenta ver qué hacen garantizados. Pero el principio de no exclusión de la deliberación
los demús. Algunos piensan de est<1 manera: «Si la mayoría de los no equivale a un imperativo exhaustivo de intervención. El .p.t'Q- .. 1
otros coopera yo debería hacer mi parte, pero si no lo hacen yo blema.de la exhaustividad es que obliga a un alto nive.l. q~ abstrª~= / 1 1

no tengo ninguna obligacic'1n de hacerlo». Otros razonan de la ción y a una baja dependencia del contexto. El postcapüalismo .no
\¿\ .
manera exactamente opuesta: «Si la mayoría de los otros coope- es ninguna garantía de que las cosas vayan a ir bie~, sólo de que
ran no hay ninguna nece>.idad de que )'O lo haga. Si otros pocos los problemas se pueden tratar de solucionar sin compromisos
cooperan será mayor mi obligación de hacerlo». De hecho, la abstractos.
mayoría de los individuos est;i sujeta a estos dos mecanismos Esto puede parecer corto de miras cuando se compara con las
psíquicos y es difícil saber por anticipado cuál se irnpondrá.rn falsas promesas formalistas. En realidad, la arquitectura institu-
cional de cualquier soci~dad se basa de hecho en preferencias
Se puede aplicar ese mismo criterio al ámbito político que las sustantivas contingentes. En el capitalismo realmente existente, la
ciencias sociales han contribuido a embalsamar. Si renunciamos apuesta por el mercado siempre ha estado supeditada al enrique-
J las falsas promesas de las ciencias sociales, tal vez podamos cimiento de las clases dominantes. Cuando no ha cumplido sátis-
factoriamente ese objetivo, ha sido violentamente suspendida. Por
... fnn Flstcr, /11cr(11.' )' /1>1111//os, llarcelona, c;cdisa, r993, p. rS. eso los gobiernos contemporáneos consideran la nacionalización
168
169
una alternativa aceptable cuando de lo que se trata es de socializar Alee Nove decía que era absurdo tratar todos los bienes y ser-
las inverosímiles pérdidas de los bancos. El formalismo ha sido vicios de una sociedad compleja como si fueran idénticos y de-
una herramienta ideológica que explota la sociofobia y el discreto bieran estar sometidos al mismo régimen. Creía que, por un lado,
encanto de la espontaneidad apolítica. Su máxima expresión es la era perfectamente razonable una economía planificada y centra-
utopía digital contemporánea. A menudo la izquierda ha aceptado lizada de bienes continuos como el agua, la energía o Jos medios
esos términos del debate, creyendo que una alternativa democrá- de transporte ... Por otro lado, pensaba que el nwrcado es una
tica al caos del mercado debía cumplir sus mismas expectativas herramienta eficaz para producir cierto tipo de bienes y servicios
conceptuales. Por eso el ciberfetichismo ha impactado con tanta discontinuos o no de primera necesidad. Con independencia de
fuerza en los movimientos antagonistas. que Nove tenga o no razón, lo cierto es que la mercantilización
Karl Polanyi creía que hay diferentes modos de institucionali- tiende desesperadamente a la hornogeneizaci<'in de realidades que
zación de las relaciones económicas que, en realidad, siempre con- no guardan ninguna relación entre sí: las transacciones financie-
viven: la reciprocidad, la redistribución, el mercado y la hacienda. ras y la comida, el trabajo y los coches de lujo, la propiedad
La reciprocidad es el tipo de relación que establecemos cuando intelectual o la moneda. El centralismo soviético cometió el
hacemos regalos en los cumpleaños o en Navidad. No participa- error recíproco al pensar que la producción de cualquier bien o
mos en esas redes de intercambio con la intención de obtener nada, servicio se podía planificar con eficacia.
aunque damos por hecho que algunas de las personas a las que Una sociedad postcapitalista debería ser capaz de articular su
hacemos regalos nos corresponderán. La redistribución es el tipo entorno productivo mediante institucionalizaciones diferenciales
dependientes del contexto. En ese sentido, es crucial discernir

1
e estructura que ejemplifica un sistema fiscal: una institución cen-
al recoge bienes o servicios de distintos usuarios y los reparte aquellas opciones económicas que inician procesos autodestruc-
1. egún alguna norma establecida. El mercado es una forma de in- tivos difíciles de revertir como, por distinta razones, la privatiza-
tercambio basado en el regateo y la competencia, participamos en ción de bienes esenciales o la planificacilin autoritaria. Pero no
él intentado sacar ventaja de los demás. La hacienda, por último, hay ningún principio práctico de organización acontextual. Los
es un sistema autárquico de producción para el uso propio. partidarios de las alternativas igualitarias y liben1doras al capita-
Tal vez haya más modos de institucionalización de la econo- lismo no tienen por qué idear un sistema completamente postmer-
mía, aunque seguramente no sean muchos. La economía real que cantil. Más bi~n deberían pensar en un entorno social donde las
permite nuestr• subsistencia material es un sistema de contrape- distintas instituciones económicas estén sujetas a la posibilidad
sos entre esos distintos dispositivos económicos. La intervención de la deliberación democrática. Y, en consecuencia, en un sistema
política lo puede alterar sólo hasta cierto punto, incentivando un donde la extensión de los mecanisrno~ econlimicos que ,_-un mús
modo de institucionalización u otro. Muchas sociedades tradicio- facilidad amenazan la soberanía popular y su fundamento mate-
nales excluían del comercio los bienes de primera necesidad, rial en los cuidados -como la desigualdad de renta o la tecnocra-
como la tierra o los alimentos. El liberalismo histórico es un sis- cia- tendría que tener importantes límites, con independencia
tema que necesita constantes injerencias redistributivas del Esta- incluso de su eficacia organizativa.
do para evitar su colapso. Del mismo modo, en la Unión Soviética Suena poco ambicioso pero ésa es la triste brµtna en la que se
había relaciones mercantiles informales y un persistente mercado mueve nuestra racionalidad práctica, donde están fuera de lugar
negro. Y, por supuesto, sistemas profundos de reciprocidad, como los principios no contingentes más allá de algunas nociones bási-
el trabajo de cuidados no remunerado, perviven en cualquier cas acerca de la naturaleza humana. Tal vez no sea una perspectiva
comunidad._ tan alejada del programa socialista original. La negativa de Marx

171
170
a dar detalles de la sociedad postcapitalista suele entenderse como reconocimiento como personas soberanas es indisociable de la
una imposibilidad conccplual: el comunismo es tan exótico, tan posibilidad real de desarrollar una parte significativa de nuestras
radicalmente diferente de nuestro mundo, que ni siquiera dispo- capacidades humanas. Y, por supuesto, que la igualdad material 'I

nernos del léxico adecuado para describirlo. Pero puede que sea -y no sólo la mejora de la situación de los que peor están o la
justo lo contrario, una renuncia a plantear elaboraciones abstrac- igualdad de oportunidades- es una condición esencial de las re-
tas de lo que es sencillamente el día a día de la inmanencia polí- laciones sociales libres y solidarias.
tica. Es interesante, aunque rara \·ez se comenta, que El capital no Por eso los mecanismos institucionales siempre se parecen al
abunda en elogios de los revolucionarios. En cambio, en el prólo- contenido de una caja de herramientas. Son instrumentos al ser-
go mismo de la obra, J\ilarx ddine a los inspectores fabriles -el vicio de la deliberación política, que podemos desear aplicar en
equivalente victoriano de nuestros inspectores de trabajo- como ciertas situaciones, pero que no podemos prever de antemano que
hombres «competentes, imparciales e inflexibles». vayamos a decidir implementar. Las modelaciones institucionales
Así que a lo mejor también hay que interpretar al revés la fa- revolucionarias han tenido un déficit en este sentido. El consejis-
mosa frase de Marx y Engels, eternamente ridiculizada, sobre el mo, el centralismo democrático, el anarcosindicalismo, el coope-
modo en que en el socialismo superaremos la alienación laboral rativismo ... han dejado muy poco margen de maniobra para las
y seremos pintores por la mai1ana, maestros a mediodía y médicos distintas situaciones y problemas que seguramente atravesará
por la tarde. Puede que no sea una aspiración absurda a formar cualquier sociedad compleja, como la corrupción, el autoritaris-
trabajólicos multitarea, sino una renuncia a aplicar categorías ho- mo o la simple incompetencia. Se han pensado a sí mismos como
mogéneas a realidades que manifiestamente no lo son. El salario principios abstractos y no como dispositivos contingentes.
iguala formalmente actividades que no tienen nada que ver entre A lo largo de la historia, las instituciones robustas y estables
sí, algunas creativas e interesante-;, otras aburridas y atroces. Abrir han sido receptivas a la diversidad de motivaciones y a las posibles
la imaginación institucional es cuestionar esa clase de homoge- debilidades de sus miembros. La iglesia católica es ejemplar en ese
neizaciones y exigir que la deliberación política respete la contin- aspecto (y seguramente sólo en ése). A lo largo de mu~hos siglos
gencia de nuestra racionalidad práctica. Pensar el postcapitalismo ha convivido con la avaricia, la fraternidad, el autoritarismo, la
es, para empezar, negarnos a calificar como información cual- caridad, la sumisión, la crueldad, la modestia, el afán de poder,
qu kr dato que L·oncu1Ta en Internet o trabajo a cualquier activi- la venalidad y el alejamiento del mundo. El capitalismo, en cam-
dad remunerada o preferencia revelada a cualquier elección efec- bio, es mucho menos flexible. Tratar de que la competencia, el
tiva en el mercado.
egoísmo y el miedo se conviertan en los motores de la conducta
Las bases del socialismo no tienen tanto que ver con ciertos social no sólo es inmoral sino muy poco práctico. El capitalismo
principios institucionales formales -como el estado de derecho, está en crisis permanente y es increíblemente frágil, sobre todo si
, el parlamentarismo o las asambleas- como con el modelado de se compara con sistemas productivos que han sobrevivido miles de
realidades humanas duraderas con cierto grado de plasticidad. años. Si parece tan resiliente es porque produce una dependencia
Una de esas realidades es la idea de que la economía no es un do- del camino extrema. Una vez iniciada la senda de la privatización
minio exento del resto de la vida social sino, en todo caso, un y el enfrentamiento individualista, es muy dificil desandarla.
~orte parcial de una relación prolongada y colec'tiva. Otra es que
En 1920, Richard H. Tawney subrayó cómo el conflicto entre
somos seres codependientes, frágiles v sólo parcialmente raciona- empresarios y trabajadores en la industria capitalista impedía que
les, no ángeles asociales que pueden subsistir manteniendo rela- el cumplimiento del deber, relacionado con algún propósito so-
ci<mes fragmentarias y esporádicas. También que nuestro mutuo cial, fuera un vector importante en la actividad profesional
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173
moderna. La vida laboral del capitalismo, decía Tawney, está or- el crecimiento de una gran institución -particularm,ente un gran
ganizada en torno a la defensa de derechos antagónicos -de los ferrocarril 'o una gran empresa de utilidad pública, pero también
trabajadord y de los propietarios, aunque mayormente de estos un gran banco o una gran compaíí.ia de seguros- se llega a un
últimos- y eso no sólo afectaba a la posibilidad de realización punto en el que los propietarios del capital, es decir, los accionis-
personal de la mayoría, sino también a la eficacia económica. Mu- tas, están casi enteramente disociados de la dirección, con el re-
chas experiencias cooperativas están dirigidas a potenciar los va- sultado de que el interés personal directo de la última en la per-
lores relacionados con el compromiso, el deber y la realización secución del mayor beneficio viene a ser completamente
profesional que reivindicaba Tawney. secundario. Cuando se alcanza este estadio, la estabilidad general
Conocemos algunas instituciones modernas exitosas sensibles y el prestigio de la institución son 111~1s knidos CJ1 cuenta por la
a la diversidad de motivaciones, estables y al mismo tiempo so- dirección que el beneficio máximo por los accidnistas."
cialmente plásticas. Un buen ejemplo son las universidades. Sus
muchas miserias casi nunca nos dejan apreciar que son organiza- Es difícil exagerar hasta qué punto se equivocó Keynes en su
ciones interesantes. Tienen una considerable autonomía y carac- pronóstico histórico. En cambio, su tesis es una descripción útil
terísticas prácticamente únicas, pero no son instituciones experi- de un entorno institucional en el que los mecanismos y disposi-
mentales o caritativas; de hecho, desempeñan un papel crucial en ciones postcapitalistas podrían fructiticar. No es un programa
la economía de las sociedades complejas. En las organizaciones particularmente atractivo para quienes esperamos que la ilustra-
universitarias hay corrupción, egoísmo y una cantidad sorpren- ción, la democracia y el avance tecnológico nos ofrezcan algo más
dente de rencillas menores. También hay competitividad y coo- que una versión pret-a-porter de Oxbridge. En realidad, lo intere-
peración, altruismo y compromiso, fraude y lealtad. Las univer- sante es lo provocativo que resulta a pesar de su comedimiento.
sidades pueden ser extremadamente elitistas o relativamente Es decir, ¿por qué hoy nos parece tan inverosímil este escenario
igualitarias. No son exactamente organizaciones burocráticas es- tan moderado de creatividad institucional? A pesar de la devas-
tatales, aunque muchas de las más importantes del mundo son tadora crisis de representatividad de los sistemas políticos occi-
públicas. Algunas de ellas son empresas privadas e incluso pueden dentales -según las encuestas, los españoles consideran que la
regirse en parte por criterios monetaristas, pero es difícil imaginar clase política es uno de los cinco problemas sociales más impor-
que pudieran cumplir su función si fueran negocios convencio- tantes-, cualquier alternativa, incluso algunas tan limitadas
nales cuyo único motor fuera el ánimo de lucro. como la, de Keynes, es interpretada como milenarismo político.
En 1926 Keynes señaló que este tipo de organizaciones corpora- A mediados del siglo XIX el fantasma del comunismo recorría
tivas estaban más presentes en las sociedades modernas de lo que Europa. Se suele tomar como una soflama propagandística de
los ideólogos del mercado libre estaban dispuestos a reconocer. Es- Marx y Engels, pero es más bien una licencia literaria que describe
taba tan convencido de su importancia, que pensó que las empresas fidedignamente una realidad política. Todos los gobiernos euro-
capitalistas terminarían pareciéndose a las universidades: peos se preparaban para un alzamiento general, las masas obreras
eran consideradas literalmente clases peligrosas. Es un escenario
Cuando las instituciones capitalistas han alcanzado una cierta que, con matices, alcanza hasta la Segunda Guerra Mundial. En
edad y tamaño, tienden a aproximarse al status de las corporacio- cambio, el fantasma que hoy teme la mayor parte de los gobiernos
nes públicas más que al de la empresa privada individualista. Uno
de los desarrollos más interesantes e inadvertidos de las recientes 21 J. M. Keynes, «El fina!' del Laissez Fain'''· en Fnsciyos solire i11terw11ciá11 y lil1e-
décadas ha sido la tendencia de la gran empresa a socializarse. En ralismv, Barcelona, Orbis, 1986,

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es el de las répcrcusiones cm.::inl'>genas de sus propias políticas nuestras familias son ridículamente pequeñas, pero dedicamos a
económicas y sociales, 110 una transición organizada hacia una so- conseguir un lugar donde vivir muchos más recursos que cual-
ciedad libre e igualitaria. La astenia política de las sociedades más quier sociedad tradicional sedentaria y con relaciones familiares
ricas, mejor educadas y con mús infr>nnación de la historia es real- extensas. Buscamos hogares pero encontramos hipotecas usura-
niente asombrosa. Algo st'meiank seria inimaginable en el campo rias, explotación y movilidad laboral impuesta y decoración de
<..'ientífico, social, cultural, artístico o incluso deportivo. Los atletas interiores grotesca. Aun así somos capaces de imaginar que reali-
no dejan de correr porque sea lllll)' difícil superar los récords, los zamos inversiones a largo plazo, desarrollamos carreras profesio-
<..iL'lllííicos 11<> han cerrado sus laboratorios después de Plank. nales y transformamos estéticamente nuestras viviendas. Nuestras
El ciberfetichismo y la sociofobia son las fases terminales de vidas son copias desvaídas de las de las élites, y despreciamos a
una profunda degeneraci(.lll en la forma de entender la sociabili- quienes no llegan a nuestro nivel.
dad que afecta decisivamente a nuestra comprensión de la políti- Incluso cuando no empleamos el tiempo en vender nuestra
ca. Creemos que podemos satisfocer nuestr<1 necesidad natural de fuerza de trabajo o comprar bienes y servicios, nos dedicamos a
contar con otras perso;ias, no s<'>lo para sobrevivir sino en la con- actividades que han quedado definidas a través del consumo.
figuración de nuestra identidnd, lllediante relaciones granulares Cuando, gracias a Internet, los espectadores se han librado de la
y limitadas. Somos mucho m:ts dependientes de los demás que, tiranía de la televisión comercial y han elegido exactamente lo que
por ejemplo, los miembros de una banda de cazadores-recolecto- han querido, se han dedicado a consumir televisión comercial en
res, pero nos encanta imaginarnos como seres autónomos que cantidades industriales. Incluso se han puesto a trabajar gratis,
picotean caprichosamente en la oferta de sociabilidad. El origen por ejemplo traduciendo y subtitulando series de forma altruista,
de esta mutación es, pnr supuesto, anterior a las redes digitales. para poder hacerlo. La posibilidad de elección no nos ha srvido para
De hecho, si la ideología internetcentrista ha tenido tan rápido desarrollar y apreciar nuevas formas estéticas sino para consumir
desarrollo es porqué engrana con una dinámica social precedente. masivamente aquello que ya nos ofrecía el mercado, pero ahora
El fundamento de la postpolítica es el consumismo, la imbrica- identificándolo como un proyecto propio.
ción profunda de nuestra comprensión de la realidad y la mercan- El espacio político convencional está definido mercantilmente,
tilizaciún generalizada.
tanto en términos descriptivos -la Ley de Hotelling, de inspira-
El consumismo no es un deseo de adquirir cosas o de hacer os- ción comercial, resume elegantemente la monotonía de la oferta
tentación de ellas, sino una forma de estar en el mundo. Somos con- política- como regulativos -el Sistema D'Hondt es una aplica-
sumistas porque sólo somos capaces de autointerpretarnos a través ción de la ley de la oferta y la demanda a las decisiones de los
de alguno de los aspectos de la compra y la venta. Nuestra compren- votantes-. También los procesos emancipadores se han visto
sión granular de la vida social es un subproducto de la infiltración del afectados por el consumismo. Por ejemplo, no hay prácticamente
mcrcadn en nuestros músculos y nucstrns mentes. El consumismo es ni un solo objeto o juego con el que entre en contacto una niña
una forma de interiori7:ación de la desigualdad, en el doble sentido occidental que no tenga marcadores de género muy acusados. Las
de que la asumimos como parte de nuestra subjetividad y, al mismo princesas y hadas se han convertido en una plaga vírica que ha
tiempo, la ocultamos. Con nuestra sumisión fanática a los escaparates infectado biberones, cucharas, cunas, puzles, libros, mantas, chu-
exacerbamos la importancia de nuestras elecciones personales y di- petes, orinales, triciclos ... Todo, absolutamente todo, desde el pri-
fuminamos su relación con la desigualdad de clase. mer día de vida es para niños o para niñas. Por extraño que resulte,
Nuestra interpretación de lo que es un hogar, por ejemplo, ha esto no siempre ha sido así: el mundo material de la infancia se ha
cambiado por completo. Somus dl' hecho sociedades nómadas y transformado en las últimas décadas. Algunas feministas lo
1¡(i
177
Un intento indirecto de extender la prosperidad material a través
interpretan como un retroceso en las dinámicas igualitarias,
del consumo masivo, cuya principal y crucial limitación serían los
como una especie de contraataque neosexista. Es una tesis para-
dójica pues, por otro lado, resulta difícil negar que la equidad propios dispositivos de acumulación capitalista.
Era una perspectiva excesivamente generosa con el mercado. El
entre hombres y mujeres, aunque muy incompleta, es ya mayor
consumismo convierte la pregunta a la que el socialismo pretendía
que en ningún otro momento de la modernidad y, sobre todo, que
responder en un galimatías sin sentido. 1:--lay que tomarse en serio
hay un creciente reconocimiento por parte de los hombres de
la idea de que no disponemos de dispositivos institucionales for-
que ese proceso igualitario es legítimo, positivo e irreversible.
males, como la planificación centralizada, que puedan sustituir sin
El neosexismo es, sobre todo, un subproducto del consumis-
más al mercado. Estamos rendidos a la inmanencia política, a la
mo. Es el resultado de aplicar intensivamente las estrategias de
deliberación permanente sobre las normas que regulan la esfera
diferenciac¡ión del producto a una realidad antropológica básica,
como es la diferencia de género. La avalancha de baratijas infan-
l~ pública, incluida nuestra subsistencia. Pero el consumismo siega
la hierba bajo nuestros pies. Nos impide estructurar nuestros de-
tiles con marcadores de género tiene que ver con la conversión de
los niños en consumidores compulsivos desde el momento mismo j
i
seos de bienes y servicios de una forma coherente con las normas
que creemos que deberían regular nuestro entorno comunitario.
de su nacimiento (desde antes de nacer, en realidad). '
Uno de los grandes méritos del filósofo Walter Benjamin fue
La potencia del consumismo es fascinante. Es una forma de ver
entender que el consumo de masas transforma no sólo la oferta
las cosas increíblemente ecuménica. Las subjetividades líquidas y las
de mercancías sino la propia forma de entender el mundo. Pero
comunidades identitarias se declaran diariamente una tregua para
Benjamin creía que ese cambio también podía ser gestionado po-
comprar smartphones y pantalones Adidas en el mismo centro
sitivamente. El socialismo aprovecharía las máquinas de vapor de
comercial. Las saudíes que adquieren carísimos vestidos de Dior
un modo más razonable y consciente que el capitalismo, las con-
que llevan ocultos bajo sus abayas, los narcos que circulan en 4x4
vertiría en una fuente de prosperidad e igualdad. Y otro tanto
por su favela vestidos como raperos de la MTV, los geeks enrique-
haría con los habitantes de los escaparates y los grandes almace-
cidos que compran coches híbridos y muebles rústicos, los jóve-
nes. Benjamin creía que en ellos latía la semilla de la liberación.
nes cairotas que, sobresaturados de pornografía, acosan en masa
El consumismo era el complemento cultural de los procesos ma-
a las jóvenes durante la fiesta de fin de Ramadán, los turistas de
teriales y políticos de masas que el socialismo debía transformar
alta montaña qu~ arriesgan sus vidas para ser pastoreados hasta
la cima del Everest, los ciclistas urbanos que se gastan una fortuna para incorporar a su proyecto.
No es tan descabellado. A tin (_k cuentas, algunas de las empre-
en bicicletas de diseño minimalista sin frenos ni marchas, los ni-
sas más innovadoras y que mejor acogida han tenido por parte de
ños uniformados con merchandising de equipos de fútbol, los
los consumidores en la última década han desarrollado modelos
clientes de cruceros acochinados en transatlánticos del tamaüo de
básicamente monopolistas y centralizados. IKEA, Decathlon,
un rascacielos ... Lo único que nos une es nuestra lealtad ritual a
Zara o H&M se han especializado en ofrecer productos propios y
las ventas y las compras. Ninguna religión a lo largo de la historia
a muy bajo precio de la misma calidad que los de las marcas es-
ha logrado una universalidad semejante.
pecializadas y con una estética similar. No es muy difícil imaginar
De algún modo, la destructividad del consumismo resulta sor-
estas cadenas como una especie de avance, aún explotador y alie-
prendente. El socialismo pretendía mejorar la situación material
nante, de una versión socialista del consumo de masas.
de una gran cantidad de personas que vivían en una situación de
A Benjamin le interesaba la subjetividad consumista porque
indigencia. Mucha gente pensó que el fordismo y el Estado del
pensaba que era una vía para acceder a una sensibilidad estética
bienestar eran, sencillamente, versiones capitalistas de esa aspiración.
179
178
1.
r
r
l
política lll<ÍS rica que la de la burguesía del siglo XIX. Creía que jungla semiótica que premia la fragmentación y castiga las narra-
la fe en el progreso histórico era una de las principales causas del ciones continuas y coherentes. La idealización de Internet y las .co-
sometimiento político. La idea de progreso implica básicamente munidades digitales es su expresión ideológica más evidente. La
que la historia en general tiene un sentido coherente, es decir, que publicidad se ha convertido en una estrategia polimorfa que desa-
hay acontecimientos de suyo importantes o insignificantes. Esa rrolla juegos complejos, a menudo irónicos. Las estrategias de már-
ilusión de que las cosas discurren como deberían haber discurri- keting más eficaces son aquellas que diluyen la distancia entre emi-
do, que el presente es el resultado ineludible del pasado, nos im- sor y receptor no mediante la empatía tradicional sino a través de
'pide apreciar las posibilidades 110 realizadas que oculta nuestra alguna forma de simulacro de construcción cooperativa.
realidad. Al romper con la fantasía del progreso accedemos a un La modernidad líquida es un entorno extremadamente hostil
,depósito de alternativas coherentes con nuestn; tiempo, como la para quienes aspiran a desarrollar una identidad sólida, una subje-
transformación política radical.
tividad continua basada en una narrativa teleológica. El triunfador
Benjamín creía que los habitantes de las grandes ciudades en las del turbocapitalismo es profundamente adaptativo: tiene distintos
que estaba eclosionando el consumo de masas vivían experiencias yoes, diversas personalidades familiares, ideológicas o laborales.
históricamente innovadoras, aunque no fueran plenamente cons- Los perdedores también. Los trabajadores migrantes ya no se van
cientes de ello. Era evidente que habían roto con el tiempo cíclico a otro país con la idea de iniciar una nueva vida más próspera, sino
de las sociedades tradicionales, el ritmo de las cosechas y las esta- que diseminan su fuerza de trabajo saltando de país en país siguien-
ci<mes. Pero también había algo incontrolable y salvaje en la me- do los caprichosos flujos financieros. Los terapeutas también nos
trópolis que era imposible dc reducir a u1rn narración ordenada exhortan a aceptar esta fluidez extrema. Quien se aferra a una iden-
sobre el avance de Ja civilización. Los consumidores estaban en una tidad política, sentimental o moral ya no es ni siquiera un perdedor
posición histórica privilegiada: la ideología dominante les hablaba o un resentido, sino directamente un sujeto patológicamente poco
de progreso, pero su experiencia cotidiana les hacía sentir la natu- adaptativo. Las metáforas políticas y sociales dominantes de nues-
raleza discontinua de la realidad, el universo de posibilidades se- tro tiempo tienen que ver con la reticularidad y el fragmento: so-
pultadas por la facticidad presente. En una gran ciudad en perma- ciedad red, sistemas distribuidos, mentes modular~s.
nente transformación social, cultural y material, resultaba casi Walter Benjamín infravaloró la carga nihilista del consumismo
absurda la idea de vivir una realidad completa y definitiva: «El ca- que hoy el ciberfetichismo saca a la luz inequívocamente. Los res-
rácter destructivo no percibe nada duradero. Justamente por esto tos del consumo no son ruinas, son basura. El carácter destructivo
va encontrando caminos por doquier. Allí donde otros chocan con de nuestro tiempo tiene que buscar sus caminos en un estercolero.
cnormes murallas o monta!las, él descubre un camino.( ... ) Él con- Se equivocó porque no llegó a conocer las formas milenaristas de
\"icrtc en ruinas lo existente, pero no lo hace a causa de las propias consumismo postrnoderno, el modo en que arrasa con cualquier
ruinas, sino sólo a causa del camino que se extiende por ellas». 22 posibilidad de reconciliación con las fuerzas antropológicas pro-
Fsta visión de la sociL'dad de cn11sun10 tan optimista se cnfren- fundas. El consumismo es a la sensibilidad de la sociedad moder-
ta a un extra11o límite cuando la fragmentación de la experiencia na como el capitalismo de casino a su economía. Pero ese fraqiso
se convierte en el discurso dorninanlc, que es precisamente lo es interesante porque nos enseüa un límite importante de la trans-
car«1,:tcrísticu de la postmodernidad capitalista. Vivimos en una formación política. La emancipación podría .ser compatible.~on.
algunas formas de mercado o de burocracia, pero no con la desigual-
" \\',dter í\t'11ian1i11. /1111ígc11cs 1¡111· ¡,i,·w1111, rn ()/,rus IV, 1, Madrid, Abada, 20w, dad consumista ni con ninguno de sus derivados, como el ciber-
p. :>.17.
fetichismo o la sociofobia.
1So
181
Curiosamente, los primeros pensadores que denunciaron la
l
j'
procesos sociales tuvieran una estructura molecular susceptible de
capacidad destructiva del consumismo fueron tachados de elitis-
tas, también por la izquierda. Christopher Lasch o Pier Paolo
Pasolini viero~ con claridad que el consumismo implicaba una
j
l
ser recombinada de diversas maneras, preferentemente mediante
un único impulso que inicie la autoorganización espontánea y, en
su defecto, a través de la planificación centralizada.
aceleración de la clausura de posibilidades históricas que Benja- ¡
min quería remediar: Esta quimera sociológica ha tenido profundos efectos en nues-
tra percepción de la esfera pública. En particular, nuestra com-
prensión de la desigualdad social estú completamente contamina-
El derecho de los pobres a una existencia mejor tiene una
da por el fracaso de las ciencias sociales. Durante décadas se
contrapartida que ha acabado por degradar esa existencia. El fu-
intentó definir con la máxima precisión el concepto de clase social
turo es inminente y apocalíptico. Los hijos se han desgajado del
a través de un frondoso aparataje teórico. Es la historia de un fra-
parecido con sus padres y se proyectan hacia un mañana que,
caso pertinaz, porque siempre hay algún grupo que se resiste a
pese a conservar los problemas y la miseria de hoy, sólo puede ser
acomodarse a las formalizaciones. Pueden ser asalariados de alto
del todo distinto cualitativamente. ( ... ) El distanciamiento res-
poder adquisitivo o bien empresarios con un bajo nivel cultural,
pecto del pasado y la falta de relación (siquiera ideal y poética)
o amas de casa sin sueldo o trabajadores que controlan su entorno
con el futuro son radicales.''
de trabajo ... Así que, en una especie cié versión académica de la
cama de Procusto, los sociólogos, politólogos y economistas han
Sencillamente no hay vida en común junto al escaparate. concluido que la desigualdad de clase ha perdido peso en un
Tampoco digital. De hecho, en la medida en que el ciberfetichis- mundo global de redes sociales en constante flujo. Y nos lo hemos
mo se basa en una apariencia de abundancia ha radicalizado el creído. Nos gusta imaginarnos como :--ofisticados actores en un
problema, al desvincular el consumismo de la compraventa. En sistema distribuido de información y comunicaciones, no como
~nternet el consumismo finalmente se ha mostrado como una trabajadores precarios y sumisos obsesionados por las baratijas de
~uerza histórica devastadora. Hoy podemos acceder a la aliena- marca. En realidad, una noción de clase social basada en criterios
qión consumista incluso sin la mediación del dinero.
amplios y poco precisos -los ingresos, el control sobre el propio
trabaJo y el prestigio social- resulta más intuitiva que nunca e
imprescindible para entender quién gana y quién pierde, y hasta
qué punto lo hace, en el mundo contemporáneo. Pero es un tipo
*** de argumentación que tiene un difícil acomodó en las teorías so-
ciales sofisticadas, desesperadamente necesitad~s de exactitud
conceptual aun si es a costa de su contenido empírico.
Hay una sutil cbnexión ideológica entre las falsas promesas de las En general, el universo social y moral adolece de una profunda
ciencias sociales, el formalismo institucional que paraliza el cambio relatividad ontológica, por tomar prestada la expresión que popu-
político y la disolución de las relaciones comunitarias. Su funda- larizó el filósofo W.V.O. Quine. Estú habitado por realidades bru-
mento es la ilusión de que la realidad social y nuestras ideas acerca mosas e indeterminadas, sin límites estrictos, de las que tenemos
de ellas están bien definidas, son hechos analizables en partes deli- ideas confusas, poco precisas. Estamos condenados a intervenir
mitadas y con una arquitectura conceptual precisa. Como si los en ellas mediante dispositivos prudenciales continuos y a com-
23 prenderlas mediante mecanismos explicativos contingentes. ¿Por
Pier Paolo Pasolini, Cartas luteranas, Madrid, Trotta, 1997, p. 42.
qué, entonces, seguimos sometiéndonos a econc)mistas y psicólogos
182
183
que nos hablan de entidades imaginarias? ¿A políticos cuyas pa-
comprensión de toda la realidad social esté a la altura analítica de
labras ya ni siquiera escuchamos y muchísimo menos creemos?
esta ultradeterminación. En el mercado nuestras interacciones
¿Por qué nos negamos a reco11ocer nuestras propias vidas dañadas
son simples, delimitadas y fácilmente conceptualizables. ¿Por qué
e idealizamos la ortopedia de los psicofürmacos o las tecnologías?
no explicar el resto de nuestra vida con la misma precisión y sen-
l\1 menos en parte, la respuesta es el consumismo. Es una ideolo-
cillez? Votamos lo que queremos, nos gusta conducir, nos socia-
gía sumamente simple, basada en la mecánica del deseo, pero efi-
caz y muy expansiva. 1
l
lizamos a golpe de bit ... Al incorporar a nuestros cuerpos la me-
cánica del mercado legitimamos las falsas promesas explicativas
Todos entendernos que la igualdad, la libertad o la realización
de las ciencias sociales.
personal son objetivos radicalmente afectados por la indetermi-
Con el ciberfetichísmo el consumismo ha adquirido autocon-
nacic)n. Son realidades disposicionalcs, antes que hechos. Es como
ciencia, ya no es sólo el ruido de fondo simbólico del capitalismo
cuando decimos que alguien sabe italiano: no estamos afirmando
sino un proyecto social y cultural. El ciberfetichismo es la mayoría
que le pase algo en un determinado momento, sino que es capaz
de edad política del consumismo. Para los ciberutopistas, al fin
de hacer ciertas cosas cuando es necesario. Las virtudes políticas
hemos dejado de estar solos en la ciudad, condenados a encon-
requieren que elaboremos permanentemente su sentido, pues lo
trarnos esporádicamente en la cola de los supermercados. Cree-
transformamos y nos tran~forma al perseguirlas. Y a menudo ese
mos haber superado el malestar de la prosperidad material, los
proceso sólo se puede dar en común. La igualdad real, por ejem-
dilemas del individualismo fon.lista y sus formas de alienación.
pJo, no es un punto de partida sino un resultado. Las declaracio-
Nos pensamos como racimos de preferencias, ocasionales pero
nes ígualitaristas sentimentales -«todos las personas somos igua-
intensas, a la deriva por los circuitos reticulares de la globaliza-
les ... ,,_ son cosméticas e incluso contraproducentes, No somos
ción postmoderna. Somos fragmentos de identidad personal que
iguales. En realidad, somos bastante diferentes. La igualdad es el
colisionan con otros en las redes sociales digitales y analógica~;,
fruto de la intervención política, un producto contingente de la
El precio a pagar es la destrucción de cualquier proyecto que
construcciún de la ciudadanía y la democracia que es preciso cul-
tivar sistemcíticamente. requiera una noción fuerte de compromiso. Para el ciberfetichismo
no hay nada en nosotros más allá de nuestras apetencias actufil~s:.
El consumismo, en cambio, proporciona una reconfortante
sociales, gastronómicas, musicales, sexuales, cinematográficas o
se11sación de concreción. Es un tipo de actividad en la que los fi-
incluso políticas. La modernidad había vivido esa disolución de las
nes están dacios y no cabe discusión sobre ellos. Consiste senci-
subjetividades en sus contenidos volitivos corno una forma de ni-
llamente en escoger los medios que considero más adecuados
hilismo que, al menos a largo plazo, generaba malestar y sufri-
para satisfacer mis deseos. ¿Ad idas o Nike? ¿\Nindows o Mac? En
miento, como les ocurre a esas amas de casa de clase media anes-
sí mismo no tiene nada de malo. Nuestra vida cotidiana sería im-
tesiadas con tranquilizantes de Mad Men. El medio digital nos
posible si sometiéramos a crítica permanentemente todas nues-
proporciona una especie de muletas tecnológicas que dan un su-
tras preferencias. El problema es cuando esta clase de actividad
cedáneo de estabilidad a nuestras preferencias esporádicas. Inter-
adquiere una fuerte carga simbólica y se convierte en una fuente
net genera una ilusión de intersubjetividad que, sin embargo, no
p1'ivilegiada de sentido, cuando se transforma en la fragua de
nucst ra identidad pLTsonal. llega a comprometernos con normas, personas y valores.
Por eso nuestra época es al mismo tiempo la del fracaso cien-
, El consumismo es una forma de satisfacción pobre pero in-
tífico de las ciencias sociales y la de su triunfo cultural. Nadie
mediata que, como se resuelve en un intercambio cuantitativo,
1
conoce ya a los sociólogos, economistas o pedagogos de moda.
parece perfectamente definida. Así que aspiramos a que nuestra
¿Skinner, Galbraith, Dahrendorf. .. ? No nos suenan. Pero nos
184
185
porque en el terreno de los cuidados resulta evidente hasta qué
comportamos como si dirigiera nuestras vidas el decano de una
punto las normas que asumimos nos convierten en personas
facultad de ciencias sociales. Si un comité de teóricos de la elec-
ción racional, psicoanalistas y pedagogos se hubiera visto obliga- que pueden aspirar a ser de otra manera y en ocasiones sólo pueden
do a llegar a un consenso de mínimos para fundar un conjunto de hacerlo conjuntamente. La democracia no se puede fragmentar
en paquetes de decisiones individuales porque tiene que ver con
relaciones sociales, habría inventado Facebook. Lo mismo ocurre '
los compromisos que nos constituyen como individuos con algu-
con las políticas públicas. Nadie en su sano juicio piensa que los
gobiernos cobvencionales tengan capacidad para desarrollar una na clase de coherencia, con un pasado y alguna remota expecta-
tiva de futuro. Y ésa es una realidad antropológica incompatible
estrategia política coherente más allá del desmantelamiento obse-
sivo de las ruinas keynesianas. Y, sin embargo, pocas veces en la con el ciberfectichismo y la sociofobia.
historia reciente ha habido tal pánico al vértigo de la innovación
política, una violencia tan desmedida contra cualquier violación
del desastre constituido, semejante sociofobia.
Los proyectos políticos emancipadores son exactamente lo
contrario: la concreción institucional de proyectos éticos sustan-
tivos. Esas propuestas no están vacías, no son metaproyectos.
Como explicaba Tawney, están mucho más centradas en los de-
beres y las obligaciones que en los derechos. Para los socialistas
se trata de construir aquellos deberes y obligaciones que nos com-
prometen con la superación de la desigualdad material, la tutela
política y la alienación.
La complejidad de la realidad política exige una ruptura con
la herencia de falsas promesas de las ciencias sociales, esa forma
sofisticada y soporífera de consumismo intelectual. La sabiduría
práctica en los asuntos públicos se construye a través de procesos
deliberativos de largo recorrido y no es patrimonio de los tribu-
nos, los expertos o los nobles. El gran desafío de la democracia
radical en la postmodernidad es no confundirse a sí misma con
las elecciones que hacen los consumidores en el mercado o los
usuarios en Internet. La reflexión política no tiene nada que ver
con una agregación coherente de preferencias a través de algún
dispositivo técnico, ya sea la compraventa o una red social. La
deliberación en común es un proceso de construcción de objeti-
vos compartidos, no un mecanismo de compatibilización de op-
ciones dadas, total o parcialmente antagónicas.
Por eso la ética del cuidado es fecundamente política. No por-
que la política se parezca a las relaciones familiares: en un sentido
importante es justo lo opuesto a las relaciones familiares. Sino
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2S ro
8 m
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U na vez vi un documental en televisión sobre la reinserción
de paramÜitares latinoa1~1ericanos que habían dejado las
armas. La película mostraba una especie de actos de reconcilia-
ción donde los criminales daban explicaciones y pedían perdón a
los familiares de sus víctimas. Aparecía un hombre que decía,
a modo de excusa, qu~ él había asesinado a mucha gente, pero que
nunca había degollado a nadie con una motosierra, como algunos
de sus compaíleros. Yo pensé que cuando lo mejor que puedes
decir de ti mismo es que no le has cortado la cabeza a ninguna
persona, tu vida moral se debe simplificar muchísimo.
Algo así me ocurre con muchas propuestas postcapitalistas. Lo
mejor que parecen capaces de decir de sí mismas es que no son
imposibles e incluso eso sin demasiado entusiasmo. El ciberfeti-
chismo, la sociofobia y otros derivados de la cultura consumista
han calado hondo en nuestra percepciún de la realidad política.
La transformación social entendida como un proyecto realista y
no como una actividad estética adecuada para el solaz de las almas
bellas resulta abrumadoramente complicada. Pero ningún proyec-
to postcapitalista se puede considerar tal si no está dispuesto a
afrontar honestamente esa complejidad.
Tengo una experiencia política muy limitada, la verdad. Cuan-
do tenía quince años, apenas unos meses después de que cayera
el muro de Berlín, me afilié a la organización juvenil de un partido
comunista no sovietizante. Duró poco tiempo, pero considero que
fue un periodo importante en mi educación política. Hay comu-
nistas que a día de hoy aún anuncian el inminente sorp11sso del
proletariado mundial. Cometen una falacia de la composición:

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unen un montón de pcquei1as huelgas y micro-revueltas en todo
quienes, sin ir más lejos, entregaban mensualmente un porcen-
el mundo y les sale una revolución a escala mundial. Yo no vi nada
taje fijo de su sueldo a la organización. Se consideraba con una
de eso en mi organización. Müs bien al contrario. Las discusiones de
mezcla de incomprensión y recelo la idea de que uno tiene que
fondo sobre el futuro político inminente oscilaban entre el pesi-
rendir cuentas ante alguien de los resultados de su actividad. Uno
mismo sin concesiones y la ironía. Se respiraba la sensación de
formar parte de un provecto agotado. hacía lo que podía, con la mejor voluntad de la que dispusiera y
más o menos cuando le apetecía. El resultado práctico era casi
A diforencia del movimiento antimilitarista, en el que también
participé activamente, tengo un recuerdo vago de mi corto acti-' siempre calamitoso pero, sobre todo, me sorprendió que hubiera
vismo comunista. Es extraiio porque fueron un montón de bastante más hostilidad de la que cabía esperar en aquel imperio
preocupaciones y reuniones interminables. Si no me equivoco, se
1 de la pura voluntariedad. Y eso que yo estaba más que acostum-
dedicaba una gran cantidad de tiempo a idear estrategias para brado a las discusiones desesperadas por un quítame allá esas
evitar la disolución del partido. Como a cualquier adolescente relaciones de producción. Parecía haber una relación inversa en-
enardecido, aquello me sacaba de quicio. Creía que la propia ac- tre el compromiso político tradicional y la agresividad personal.
ción política revertía automáticamente en los vínculos organiza- Es algo muy evidente en el caso de los movimientos de coopera-
tivos. Si hacíamos lo que teníamos que hacer -fuera lo que fuera ción digital, en los que las cuestiones muy técnicas y generalmente
eso, aunque seguro que nada particularmente razonable- sin nimias acerca de licencias, protocolos o formatos a menudo dan
duda la cosa mejoraría. lugar a grandes batallas dialécticas. Me pareció que esta irritabi-
Retrospectivamente puedo imaginar que asistí a un proceso lidad cibernética era el síntoma de la fragilidad política de las
bastante interesante que, por supuesto, fui incapaz de apreciar. tecnologías sociales, que a su vez quintaesenciaban los vínculos
Los esfuerzos, a la postre infructuosos, por sobrevivir como or- sociales postmodernos.
ganización tenfan mucho sentido para los viejos militantes. Esta- El isM me impactó. Era como si la postpolítica se desmoronara
h<J en juego tanto su propia identidad, en la que el activismo ante mis ojos, no para volver a la modernidad sino para reformu-
dcscmpciiaha un papel illlportantc, como unas relaciones perso- lar su herencia. Una convocatoria que inicialmente parecía más
nales forjadas durante décadas de militancia muy intensa. Esos un flash mob que otra cosa evolucionó en apenas una semana para
vínculos no iban a sobrevivir, o lo harían muy debilitados, si no hacerse cargo de una parte significativa del programa anticapita-
estaban amparados por un actor colectivo que los dotara de sen- lista. Y era increíblemente expansivo. El sábado posterior al IS de
t id<l. 1 o curioso es que CS<l conciencia de la importancia de los
mayo de 2011 fui a Sol a última hora de la tarde en un metro lleno
vínculos personales apenas había descrnpeilado ningún papel en de adolescentes que, como todos los fines de semana, se dirigían
la militancia organizada. Sc'llo c.·uandn la crisis institucional resultó hacia los bares del centro. Fue una experiencia alucinante: tod~s
irrn·ersible salió a la luz que en el activismo había un componente parecían estar hablando de política ... Es como si en unas semanas
importante relacionado con la fraternidad que no era posible re- se hubiera derrumbado esa muralla de cinismo que nos condena
producir en otras circunstancias. a llevar vidas dai'iadas. Por primera vez los argumentos políticos
Algún tiempo después, participé en varios proyectos relacio- -a veces ingenuos, tergiversados o populistas- ocupaban el es-
ll<H.los con b cultura lih1·e. En <lquel entorno, comunidad y coope- pacio simbólico explosivo que en las últimas décadas habían aca-
ración eran palabras fetiche y, sin embargo, tenían una eficacia parado los politonos, la ropa ridícula y extremadamente cara, el
cxt remada mente limitada. Apenas existía el tipo de compromiso fútbol, la pornografía casera y los vídeos sobre gatos.
personal que se daba por supuesto entre los militantes tradicionales, Tal vez por eso, mucha gente malinterpretó la relación del i5M con
la red. Muchos han pensado que la tecnología de la comunicación ha
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la sociabilidad recta parece requerir un<l enorme cantidad de
sido un factor desencadenante de estos procesos políticos. Creo que
ortopedia tecnológica, mientras que la institucionalidad parece
ocurrió exactamente al revés. El 15M fue un proceso tan tortuoso
porque tuvo que superar el brutal bloqueo que genera el ciberfe- abandonada a la espontaneidad.
A veces, cuando tengo noticia de alguna nueva iniciativa anta-
tichismo consumista. Internet se ha convertido en un arma for-
gonista, me pregunto si me gustaría que esas personas ocuparan
midable no para sacar a la gente a la calle sino cuando la gente ha
un cargo de responsabilidad en un<l sociedad no capitalista. La
salido a la calle. Hemos tenido que dejar de pensar que intervenir
mayor parte de las veces la respuesta es que no confiaría en ellos
en un espacio público es escribir mensajes reaccionarios en foro-
ni como administradores de mi comunidad de vecinos. Pero en
coches. Ceder el paso en la puerta del supermercado cuando es-
otras ocasiones -pocas para ser sincero-, la respuesta es sí, sin
tamos de buen humor ha dejado de ser nuestra forma más intensa
duda. Puede resultar extraño, pero el izquierdismo no ha sido un
de relación social personal. Si la red está jugando un papel tan
entorno muy propicio para enunciar esta clase de preguntas sen-
importante en este movimiento es porque hemos redescubierto la
cillas de plantear pero extremadamente complicadas de responder
fuerza de los encuentros cara a cara y de los compromisos, y he-
y que, para mí, son la esencia misma de una práctica política no
mos entendido que vivimos en un contexto donde son extrema-
retórica. En el entorno digital, en d hiperconsumismo, estas pre-
damente difíciles e improbables.
Creo que los reaccionarios de izquierdas, como Christopher guntas directamente carecen de sentido.
Desde el mismo 16 de mayo de 2011 un montón de amigos me
Lasch, acertaron al señalar que era una frivolidad aceptar la des-
escribieron y llamaron para indicarme que el 15M había refutado
trucción capitalista de los vínculos sociales tradicionales como
o confirmado diversas teorías sociológicas y políticas, en su mayor
una buena noticia. Un poco como quien tiene que demoler un
parte contradictorias entre sí. Los negrinianos me preguntaron
edificio y encuentra que alguien ya se ha encargado de ese trabajo
soliviantados si ahora me hacía tanta gracia la noción de multitud
por él. El socialismo es más bien como el barco de Otto Neurath,
como nuevo sujeto revolucionario. Los anarquistas me reprocha-
que decía que somos marineros que tienen que reconstruir su
ron mis recelos institucionalistas frente a los procesos de demo-
embarcación en alta mar. Pero, a diferencia de los comunitaristas,
cracia directa. Los leninistas subrayaron la vigencia soterrada del
no creo que la cuestión de la comunidad tenga la menor impor-
concepto de lucha de clases que yo había cuestionado. En fin, los
1. , tancia pro positiva. Las relaciones sociales profundas fructifican
postmodernos hicieron hincapié en d mudo en que el 15M cle-
espontánea.mente cuando se eliminan las condiciones que lascas-
construía la experiencia política moderna y prescindía de los
tran. Puede ser un proceso confuso, difícil o doloroso, pero no es
grandes metarrelatos emancipatorios.
exactamente un problema político. Por ejemplo, las familias ex- Ninguno me convenció, claro. En cambio, me di cuenta de
tensas están reapareciendo a través de la fragmentación postmo-
que estaba bastante generalizada mi propia sen5adón de que,
derna. No a causa de un retorno conservador al tradicionalismo
por decirlo de un modo cursi, estábamos participando en el pro-
familiar, más 9ien al contrario. Los segundos matrimonios, la di- ceso de llegar a ser lo que ya éramos. Precisamente este libro se
versidad sexual, la movilidad laboral o la necesidad de apoyo mu- pregunta cómo siguen vivos algunos problemas de la moderni-
tuo a causa de la crisis están ampliando el número de familias dad relacionados con la emancipación y el vinculo social en
polinudeares no convencionales.
nuestra época de pantallas digitales y nieg,aslwns, de redes so-
En cambio, el diseño institucional es lo contrario de la es-
ciales y pisos patera. Creo que las respuestas a esos dilemas que
pontaneidad, requiere una profunda y continua deliberación dio el antagonismo político clásico han deja9o de servir y al
pragmática que no se puede resolver mediante artefactos teóri-
mismo tiempo son indispensables.
cos formales. En el ciberfetichismo las cosas aparecen invertidas:
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Las tradiciones revolucionarias han dilapidado una parte de
su experiencia porque se han malentendido a sí mismas como
el sueño convulso de un sociólogo borracho. Tal vez ahora que
todo el mundo las da por finiquitadas sea un buen momento
para remediar ese error y pensar el postcapitalismo como un
proyecto factible, cercano y amigable. Creo que asumir la in-
mensa complejidad de una aspiración semejante es esencial. El
medioambiente del consumismo ciberfetichista nos somete a
una presión brutal en sentido contrario: teclear ciento cuarenta
caracteres vestidos como payasos con ropa de marca es la nueva
frontera de la banalidad. Que el mundo cambie de base puede
ser difícil pero no necesariamente complicado. En cambio, un
postcapitalismo factible es infinitamente complejo. Tanto como
la cotidianeidad de relaciones comunes que ni hoy ni nunca al-
' canzaremos a entender plenamente.

Este libro se terminó de imprimir


el 22 de agosto de 2013

«Poner patentes a licencias sobre el


Software es como poner patentes
sobre las recetas culinarias. Nadie
podría comer a menos que pagara
por la licencia de la receta»

RICHARD ST ALLMAN

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