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Clío & Asociados.

La Historia Enseñada / número 14 · 2010

Las primeras lunas


Moya, Ana G. (2008): Semillas de papaya a la luz de la luna, Emecé,
Buenos Aires, 293 páginas (novela histórica).
por Adrián Ferrero
Universidad Nacional de La Plata

Cuando un escritora o escritor se propone que no sucumba. Sabemos, además, que cada
narrar un episodio no completamente imagi- suceso, así sea del orden de lo referencial, se
nario o, más preciso sería decir, donde la imagi- torna lenta pero irremisiblemente ficcional
nación social trabaja en función de aconteci- en función de que los relatos suponen opera-
mientos efectivamente acaecidos o emanados ciones de transposición lingüística y opera-
del orden de “lo real”, particularmente de ciones de utilización de figuraciones propios
un pasado remoto, documentado pero no de la narratología, de la ficción, en fin, no de
reciente, acontece eso que la industria edito- las ciencias sociales.
rial, en su retórica implícita de los géneros o En este sentido, entre el orden de “lo real”
subgéneros literarios ha dado en llamar “novela y sus relatos y el orden de lo imaginario,
histórica”. Estribando más en colecciones que mediado por la escritura creativa, se produce
en rasgos efectivos, estas novelas o volúmenes una suerte de combate implícito en el cual
no siempre responden a patrones comunes y, las versiones litigan. Relatos y contra-relatos,
menos aún, ideales. narraciones y anti-narraciones, versiones
¿Qué dificultades debe afrontar una contrapuestas que entran en conflicto, se
escritora, en este caso, frente a un material disputan en el orden simbólico una especie
previamente registrado en la historiografía, de “verdad” donde las ideologías sociales se
en crónicas de viajeros, en testimonios poli- articulan y desarticulan (de modo beligerante)
fónicos y dialógicos, constatables, verifica- para dar curso no sólo a una verdad siempre
bles, de los cuales perduran residuos dudosos, discutible, en cualquier ámbito del discurso,
como decíamos, registros tanto orales como pero también de lo que se ha dado en llamar
escritos, volúmenes de interpretación e inves- una historia oficial y una historia de quienes
tigación a posteriori? En principio sentar una fueron avasallados o aplastados por el poder
suerte de verosímil ficcional que no se aparte (en este caso militar) de los conquistadores y
de un modo radical de esa suerte de “verdad exploradores españoles, que irrumpieron en
histórica”, la cual ha elegido y a la cual debe la realidad americana provistos de armas más
atenerse, al menos a medias. Así, verosímil complejas, más sofisticadas y más letales que
ficcional, verosímil historiográfico no entran las que manejaban los y las aborígenes. Sin ser
en colisión y, en cambio, se solidarizan para estrategas refinados, desconcertados ante la
conformar una suerte de unidad de efecto presencia fulgurante de estos personajes que

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impetuosamente llegaban a sus confines, los de mestizos, producto de la agresión física y


españoles especularon con todas esas sorpresas de una suerte de ambigua sensibilidad entre
y desconciertos, aún con las fantasías que su las madres y esos hijos, que evidentemente
presencia suscitaba entre los indígenas. se sentirían, más tarde, producto de un tipo
El conocimiento del terreno, el pertenecer peculiar de capítulo perverso de la humanidad.
a la realidad americana como “lugareño” Ello mismo aconteció, bien es cierto, en los
y no como invasor, el conocer a fondo sus campos de detención clandestina de los geno-
ecosistemas y sus ámbitos toponímicos, no cidios, en los cuales en las salas de tortura se
garantizaron una victoria que fue, en cambio, engendraban hijos o se procedía a apropiarse
avasallamiento en virtud de que los aborígenes de otros de embarazos en curso.
de tierras americanas (México, Guatemala, Si existe una Historia oficial, narrada desde
Bolivia, Argentina, Paraguay, entre otros el Reino de España como una suerte de relato
Estados-nación actuales) no disponían ni de del allegamiento de la civilización a estas tierras
las intenciones de saqueo ni de agresión de los habitadas por seres supuestamente inferiores
conquistadores. Existían, es cierto, rencillas en cultura y primitivos en su instrucción (lo
y ciertas luchas internas entre tribus por el que evidentemente evidencia otro paradigma,
poder pero ello no dejaba de garantizar ciertos no un paradigma inferior), ello produjo un
pactos. Asimismo, las columnas militares encuentro entre culturas que fustigó a los
españolas estaban integradas por varones, en aborígenes (cuya etimología significa “habi-
tanto los pueblos aborígenes eran ciudadelas tantes desde el origen”, en este caso de las
antiquísimas habitadas por mujeres, niños y tierras americanas). Violar un territorio ajeno,
niñas y hombres. De esta manera, la supe- violar a sus mujeres y niños y niñas, violar sus
rioridad se articuló con un tipo de violencia posesiones, no constituyen sino hechos del
que se ejerció sobre los cuerpos al tiempo que orden de no criminal, no de del orden de lo
se desarticularon formas de simbolización opinante. El semema de la violación, entonces,
social mediante la imposición de un culto resulta una de las unidades de sentidos más
monoteísta exógeno. Es por ello que se habla pregnantes en esta novela.
de “la violación de América Latina”. Los Libros como los de Ana Gloria Moya,
soldados españoles, ávidos por satisfacer sus despliegan una multitud de discursos sociales
deseos más pulsionales después de esas largas insertos en la ficción, interdiscursividades,
expediciones intragenéricas, no dudaron en de voces, de documentos que remedan los
abusar de la integridad física de mujeres y oficiales y los de los aborígenes, en ocasiones
niñas aborígenes, en ocasiones engendrando obligados o forzados a pronunciar o declarar
hijos que podrían tildar de “bastardos”, en la mediante escribientes, lo cual atravesaba
medida en que eran producto de un acto de dichos discursos de ideologías sociales no nece-
violencia y no del consentimiento de ambas sariamente fieles a quienes las pronunciaban
partes en el coito. ni a la verdad que ellas pretendían pronun-
No resulta menor, en la novela que nos ciar, a lo que deberíamos agregar la distorsión
toca reseñar, la avidez lúbrica, la lascivia de producto de los malentendidos idiomáticos o
los conquistadores, con la consiguiente prole de traducción.

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Novela hondamente dialógica, opositora trágicos y truculentos de sus contemporá-


a una “verdad histórica” oficial, fija, estabili- neas. Su arribo al “Viejo Mundo” no acrece
zada en un relato único e incontestable, más en mayor poder sino en una humillación
bien pone en circulación una versión o, más ingente que no puede ser siquiera superada por
preciso sería decir, varias versiones en cuestión la venganza ni el acceso al poder. El ascenso
que desautorizan dicha unicidad bajo la forma social, de prostituta a Regenta, articula un tipo
de voces, discursos, escritos, textos, inter- ambiguo de logro perverso que no hace sino
textos, que bajo la forma de recreación libre confirmar de modo infame la impotencia.
de documentos o seudo-documentos ponen Sin dejar de reivindicar el universo gené-
instalan esta asimetría que venimos mencio- rico de las mujeres, Ana Gloria Moya no
nando desde el inicio de la presente reseña. pierde de vista sin embargo que también
Las alusiones mediante paratextos tales como hubo y ha habido mujeres españolas, en este
epígrafes o citas construyen un tipo de texto caso, funcionales al sistema de opresión de
que irradia vectores hacia zonas altamente los varones españoles y, por tanto, cómplices
semánticas, a través de las cuales es posible de sus acciones violatorias de los más tarde
sumarse a una lógica narrativa ficcional de la reconocidos y legislados (pero contadas veces
argumentación historiográfica, para definir en ejercidos) derechos humanos de las comuni-
una fórmula lo más logrado de la novela. dades originales.
Las religiones míticas, formas de relatos Abundan en la novela (que aborda el lapso
ancestrales sobre la génesis de ese universo que abarca desde fines del siglo XV al siglo
aborigen también intentan ser acallados, XVI) textos declaratorios oficiales en los cuales
violentadas esta vez, al igual que la lengua personajes pronuncian su verdad o bien son
original de los indígenas, por un tipo de forzados a pronunciarla, bajo la forma de
violencia semiótica que se funda ya no sólo amenazas, y dicho discurso manipulado con
en una violencia material, sino en las voces, intenciones de ejercer la subordinación sobre
las creencias y todo aquello que guía las prio- sujetos subordinados vuelve inestable la enun-
ridades y los horizontes de los antiguos habi- ciación. Como abogada y Doctora en Leyes,
tantes de estas tierras. Si el saqueo de plata y Ana Gloria Moya conoce a fondo el tipo
oro, de integridades físicas, alimenticias, de la de escritos que despliegan las instituciones
fauna y la flora, resultan tanto en guarismos oficiales, sus giros, el tipo de ventriloquia que
cuanto en operaciones formas de intervención ejecuta quien procede a emitir una declara-
en el orden de lo humano y del ecosistema, no ción y ello obra como una forma de restituir
menos cierto es que se procede a incorporar a la justicia. Se trata de un tipo de dispositivo
ese universo aplastado formas de significación discursivo donde se busca que el otro diga lo
social que pretenden inhibir, acallar, imponer, que se desea escuchar mediante estrategias
esto es, dejar como huella una lengua ajena, argumentativas protocolares.
una diglosia que impregnará la vida partida Los hijos fruto de las violaciones de
de los aborígenes. mujeres aborígenes generan sentimientos
No obstante, el viaje que la protagonista aberrantes en quienes los han parido. Hijos no
de esta historia deja por escrito, son los viajes deseados, hijos concebidos y que son fruto de

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la violencia, del avasallamiento, de la destruc- la edición y la circulación por la industria


ción de la libre voluntad, la lascivia del invasor cultural y editorial de la Ciudad Autónoma de
y el libre ejercicio de la sexualidad, además de Buenos Aires o, incluso, del extranjero.
constituir una síntesis entre elementos antité- No es la primera ocasión en que Ana Gloria
ticos: dos razas, dos culturas, dos bandos, se Moya incursiona en la novela histórica. Ya
trata del recordatorio de que el dolor prosigue lo había hecho en las gestas de la indepen-
bajo la forma de un ser vivo que, no obstante, dencia con su novela Cielo de tambores, donde
merecería vivir, y vivir con derechos y civilidad abordaba las guerras de emancipación por la
y se desarticula en dos identidades sociales, de libertad nacional de nuestra patria.
las cuales es resultado. Finalmente, una última reflexión, esta
Doctora en Derecho, abogada, escritora, vez oximorónica. Que una novela sobre la
ganadora del galardón Sor Juana Inés de la Cruz opresión española en tierras americanas esté
2002 en México, el Premio de Honor Literario escrita en idioma español no deja de constituir
de la Municipalidad de Salta (2002), El Primer un síntoma de que la literatura, las lenguas, el
Premio PRO CULTURA de Salta (2001), lenguaje mismo, pese a que puede imponerse,
publicó además otros cuatro libros: Cielo de puede también oponerse, esto es, gestar formas
tambores (Editorial Emecé, 2003), Sangre tan de reivindicación, y cuestionamiento desde su
caliente y otras pasiones (1997, cuentos) y La propio interior imprevisible y previsible a la
desmemoria (1999, cuentos). Realiza desde vez, de los orígenes y las supuestas coloniza-
la Sociedad de Escritores y Escritoras de ciones, visibilizando el sufrimiento, el dolor,
Argentina (SEA) una tarea gremial desde su no solo de los y las aborígenes, sino incluso
provincia, Salta, verdaderamente vanguardista de los mismos conquistadores conminados a
y pionera y es la prueba de que desde otras órdenes de sus superiores y a su propia codicia.
zonas de nuestra patria que no sean la Capital Una suerte de insurrección de los signos que
Federal o la Provincia de Buenos Aires, no se resignan ni al atropello ni a la queja.
también es posible generar polos de produc- Más bien apuestan a una crítica severa que de
ción cultural, de instalar debates e ideologías modo reflexivo devuelva una imagen distor-
sociales novedosas, sin la prescindencia de sionada del espejo.

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