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3 casos testigos:

1) METRODELEGADOS
2004  Trabajadores del Subte hacen paro rechazando un acuerdo que había firmado la dirección de
la UTA y por el reclamo de la reinstalación de la jomada de 6 hs de trabajo.
4 días de paro completo (en Semana Santa) y ocupación de las estaciones cabecera.// Triunfo:
- Recuperaron las 6 hs para todos los sectores
- Retrotrajron los despidos de Metrovías como respuesta al paro
- Reconocimiento en las negociaciones
Nuevo sindicato años más tarde = Asociación Gremial de Trabajadors del Subte y el Premetro (AGTSyP)
Muy presente el proceso del 2001 (“Que se vayan todos”) / Solidaridad de usuarios y vecinos.
6 horas  Es un reclamo generalizado en los gremios del transporte, y una conquista histórica en el
Subterráneo que se perdió con la privatización.// Con su recuperación, los metrodelegados pasaron a ser una
referencia ineludible del nuevo sindicalismo antiburocrático. Aunque el nuevo sindicato se acercó al
kirchnerismo, la izquierda clasista tiene un peso importante en esa rama estratégica de servicios.

2) TELEFÓNICOS
2004  Discusión por la recomposición salarial en el gremio telefónico (Foetra Buenos Aires). Las paritarias
vencieron, la empresa no tenía propuesta y se dicta la conciliación obligatoria ante la sola amenaza de tomar
medidas de fuerza.
Plan de lucha: paros escalonados bajo la forma de asambleas permanentes y se votan 15 cortes en lugares
centrales del GBA y CABA, en las puertas de Telefónica y Telecom. Participación masiva de las bases que
hicieron más activo el plan de lucha de lo que los dirigentes se habían propuesto.
Sin respuesta, se avanza en la toma de edificios centrales de las compañías en el microcentro. (1 semana)
Características del conflicto:
- Fue el pico más alto de la lucha por recuperar el salario que se había perdido en décadas.
- Participa más del 90% del personal efectivo sindicalizado y no sindicalizado
- Rompe el techo salarial: logran el 21% de aumento contra el 19% que ofrece el Gobierno.
- Surge un sector por izquierda a la dirección sindical que en ese momento conducía este conflicto (actual
dirección de Foetra)
- La suspensión de la huelga sin consulta entre las bases generó disconformidad entre quienes querían seguir
peleando. Si bien el 70% aceptó el acuerdo, el rechazo de los métodos hizo surgir un sindicalismo de izquierda
que en 2005 logró meter una minoría de congresales trotskistas en Foetra Buenos Aires (Lista Roja- Violeta).
Fue un símbolo de la etapa y produjo una emergencia de las bases en los años siguientes (2005-2006-2007).

3) HOSPITAL GARRAHAN
En 2004, nueva junta interna de izquierda le gana al oficialismo en las elecciones de delegados.
2005 Huelga de los trabajadores del Hospital Garrahan. Logran un 50% de aumento tras 14 años de
congelamiento salarial, devaluación de por medio, superando holgadamente la pauta salarial de esos años.
Ginés González García: “Terroristas sanitarios que toman de rehenes a los chicos”.// Se abren causas penales
contra los principales referentes que llegaron a durar hasta 8 años.
Características del conflicto:
- Alta repercusión pública. Marcó un hito para los futuros reclamos de todo el movimiento obrero.
- La huelga y la lucha se llevaron adelante con la oposición de las conducciones de los sindicatos del sector.

 Estos tres conflictos fueron en cierta medida fundantes de un fenómeno que luego se extendería y se
expresaría en la “recuperación” de cuerpos de delegados y CI, y hasta de seccionales sindicales en algunas
organizaciones por parre de nuevos referentes, ligados a la izquierda clasista.
 Derrumban mito construido posteriormente en torno a la supuesta armonía en la libre discusión paritaria
presuntamente alentada desde el Estado. Cuando los conflictos rompían los marcos establecidos, el “diálogo”
se tomaba mucho más áspero.
 Su localización en CABA no fue casual: fue el epicentro de las jornadas del 2001 y donde se mantuvo por
mayor tiempo su espíritu levantisco. En cierta medida actuaron como bisagra de una relación (no mecánica ni
lineal) entre aquel proceso y las primeras expresiones de actividad desde abajo de una nueva clase obrera
revitalizada.
La anomalía argentina

Históricamente en nuestro país, la irrupción de la izquierda o del sindicalismo combativo se produjo a través
uno de los eslabones débiles de la cadena de regimentación sindical: las CI y los cuerpos de delegados.
Anderson  En la medida en que la función sindical no es realizada por las direcciones de los sindicatos, la
contradicción e/ k y trabajo va descendiendo en jerarquía hasta llegar al nivel de planta o al interior de la
fábrica y es usurpada por el representante obrero ante la administración. (Perry Anderson)
Gilly  Esta dinámica tomó en el movimiento obrero argentino un rasgo “institucional” en los orígenes del
peronismo y la calificó como una “anomalía”, ya que la forma específica de organización sindical politizada
de los trabajadores al nivel de la producción no sólo obra en defensa de sus intereses económicos dentro del
sistema de dominación (es decir, dentro de la relación salarial donde se engendra el plusvalor), sino que tiende
permanentemente a cuestionar (potencial y efectivamente) esa misma dominación celular, la extracción del
plusproducto y su distribución y, en consecuencia, por lo bajo el modo de acumulación y por lo alto el modo de
dominación específicos cuyo garante es el Estado. En las fábricas y lugares de trabajo, al margen de directivas
específicas de ninguna fuerza política y mucho menos de Perón, los trabajadores designan delegados y
conforman cuerpos de delegados que deliberan como parlamentos internos de la empresa y eligen CI que son
su representación central permanente al nivel de empresa.
Doyón  El patrón centralizado de autoridad estaba contrabalanceado por la existencia de las CI. Aunque no
estaban reconocidas legalmente, la presión obrera hizo que se multiplicaran a lo largo del país, garantizando la
presencia sindical dentro y no sólo fuera del lugar de trabajo, siendo éste otro rasgo distintivo del sindicalismo
argentino.

La estructuración del movimiento obrero, tal como lo conocemos en la actualidad, fue engendrado bajo el
primer gobierno de Perón. La contracara de la regimentación estatal que implicó la sindicalización masiva y la
entrada de la clase obrera a la vida política argentina fue la “resignación” a la existencia de CI y cuerpos de
delegados que eran considerados hasta tal punto una “anomalía” que no tuvieron estatus legal en la legislación
laboral del primer peronismo.
Esas organizaciones de base cumplieron un rol fundamental en varios períodos de la historia: cuestionamiento
y oposición activa al Congreso de la Productividad de finales del 2do gobierno de Perón, “Resistencia
Peronista”, Coordinadoras interfabriles que en los ’70 puvieron en vilo el dominio patronal en las fábricas y la
hegemonía de las conducciones tradicionales de los sindicatos hasta el golpe de 1976.

La lista de organizaciones de este tipo que se '"recuperaron’' en la última década es larga y abarca, empresas
privadas o públicas, de la industria o de los servicios estratégicos, con avances y retrocesos, pero con una
presencia permanente:
Sector servicios: metrodelegados del Subte (y el nuevo sindicato), Ferrocarril Sarmiento (y la seccional Haedo
de la Unión Ferroviaria), Línea 60 que recorre el tramo que une Constitución con la zona norte del conurbano,
delegados de la empresa LATAM y la tercerizada Falcon en aeropuertos.
Sector industrial: alimentación (Kraft, Stani, Pepsico Snacks) contra el sindicato de Daer; autopartista Lear
(sindicato SMATA y la empresa organizaron una “guerra” que culminó en importante conflicto en 2014),
gráfica ex-Donnelley (que luego del cierre pasó a una experiencia de gestión obrera), también es parte de la
oposición de izquierda en el gremio gráfico junto con delegados de AGR-Clarín o Interpack; Zanon en
Neuquén.
CI de Fate recupera primero la seccional San Fernando del sindicato (SUTNA) y luego conquista la
conducción del sindicato nacional, en manos de una tendencia de la CTA; jaboneros de la fábrica Guma
(Córdoba); Coca Cola-Planta Alcorta; Alicorp (ex Jabón Federal) en el oeste del conurbano; Cresta Roja en el
sur bonaerense inaugura la conflictividad obrera en la era Macri.
Educación: 9 seccionales del sindicato docente de Bs As (Suteba) en manos de la Multicolor (un frente de
varias tendencias de izquierda), entre ellas, la perteneciente al distrito más poblado de la provincia: La Ma-
tanza; seccionales de Aten (docentes) en Neuquén; Ademys (CABA); AGD de la UBA.
Estatales: juntas internas de los ministerios del Gobierno Nacional como Hacienda y Trabajo; INDEC (resistió
la violenta intervención del gobierno anterior); Dirección General de Música y Promoción Social del
Gobierno de la Ciudad; IOMA; Ministerio de Educación en La Plata, etc.
Prensa: nuevo sindicato (SIPREBA) alternativo a la vieja y vaciada UTPBA.
Laboratorio Panamericana

La recomposición social de la clase obrera desplazó el escenario y tuvo un territorio por excelencia para el
despliegue de la protesta obrera a la zona norte del conurbano bonaerense y especialmente en los bloqueos de
la Panamericana.
Kraft (2009), Lear contra despidos y “gendarme carancho” (2014), Gestamp contra suspensiones y despidos
paraliza la fábrica y la producción de terminales de Volkswagen, Ford y Peugeot; empresas del Parque
Industrial de Pilar (PIP) donde trabajan unas 15 mil personas y diariamente concurren otras 10 mil en calidad
de proveedores, transportistas, clientes y visitas; gráficos de WorldColor (2014) contra el desalojo, luego
pusieron a producir bajo administración obrera como la ex-Donnelley (hoy cooperativa Mady-Graf), que
hicieron sus propios cortes, y se solidarizaron con otros; Tenaris-Siderca cortaron la autopista contra los
despidos; Paraná Metal bloquearon durante dos semanas la ruta, cuando Cristóbal López se hizo cargo de la
empresa con pretensión de despedir a gran parte del personal; obreros del neumático de Fate (2007-2008);
autopartista mexicana Metalsa (despidió a 300 operarios en un año, incluyendo delegados); nueva comisión
interna de la autopartista Pilkington; PepsiCo Snacks; choferes de la Línea 60 (40 días de conflicto en 2015, se
subieron tres veces a la autopista, la última con una batalla campal contra la Gendarmería); docentes del
partido de Tigre por pago de sueldos adeudados (2015); piquetes “interfábricas” de los sectores referenciados
con el sindicalismo combativo y antiburocrático en los paros nacionales bajo el 2do gobierno de Cristina.
Rosendo Fraga  Lo más novedoso es la convergencia entre el sindicalismo peronista y el sindicalismo
"clasista y antiburocrático”: el primero aporta el paro, el segundo los piquetes // ≠ Rosso  tradicional táctica
de “frente único” (golpear juntos, marchar separados), que es una “novedad” en la tradición de la izquierda tan
vieja como su propia historia. Destaca de Fraga el reconocimiento del peso del sindicalismo combativo.

Ocupar, producir, resistir

Otro fenómeno que irrumpió en el 2001 y que se desarrolló bajo el empuje de la izquierda fue el de las
fábricas recuperadas: Hotel Bauen (CABA), textil Brukman (barrio de Balvanera); Zanón (Neuquén);
MadyGraf (zona norte del conurbano bonaerense).
En el país existen 367 empresas "‘sin patrón" que emplean a 16 mil trabajadores. El 50% se encuentra en el
Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y los rubros más frecuentes son el metalúrgico (19%),
alimentación (13%), gráficas (10%), textiles (7%) y gastronomía (6%).
La mayoría están en la región que fue el centro neurálgico de las protestas del 2001, y su crecimiento
vertiginoso se produjo luego de entonces.
 ZANON
Inaugurada en 1979. En los ’90, Menem llegó a participar de la inauguración de una sección en la planta
neuquina que la convirtió en la fábrica de porcellanatto más grande y moderna de Latinoamérica.
A mediados de aquella década, no había protestas ni huelgas en la fábrica (“el rebaño”). La patronal había
implementado ropas de distinto color para cada sector de modo que los trabajadores no se mezclaran. En 1998
la Lista Marrón, integrada por trabajadores sin filiación política y Raúl Godoy (PTS, hoy legislador provincial
por el FIT), ganó las elecciones para la Comisión Interna.
En el 2000, la patronal presentó un “recurso preventivo de crisis”. Las condiciones de salubridad eran pésimas.
Ese año, un joven trabajador muere de un paro cardíaco en el vestuario sin que la fábrica cuente con los medios
para atenderlo ---> “Hulelga de los 9 días” consiguió que se instale una ambulancia, una comisión obrera de
seguridad e higiene y el pago de todos los días caídos.
En diciembre de ese año, las cuatro fábricas (Cerámica Neuquén, Zanon, Del Valle y Stefani en Cutral-Co)
votan masivamente a la Lista Marrón y se recupera el Sindicato de Obreros y Empleados Ceramistas de
Neuquén (SOECN).
Entre abril y mayo del año 2001 intentan suspender al personal por “falta de insumos” y se da una huelga
histórica de 34 días, luego de la cual la patronal retrocede y abona los salarios caídos. Después de esta
experiencia se renueva la Comisión Interna. En septiembre, la empresa comienza el lockout patronal y un mes
más tarde comienza la ocupación de Zanon. Un fallo judicial autoriza la venta del stock para pagar sueldos
adeudados, los obreros comienzan con la venta de cerámicos, pero sin poner todavía la fábrica a producir.
En marzo los obreros de Zanon reanudaron la producción, creando también nuevos puestos de trabajo,
incorporando a los integrantes de las organizaciones de desocupados.
Consolidada la gestión obrera y alejada la amenaza de desalojo por el apoyo popular, los obreros intentan
avanzar en su reclamo de expropiación. Juntan firmas para un proyecto de ley de expropiación sin pago, que
finalmente la Legislatura provincial vota pero con avenimiento. Aunque no era el proyecto original, se
reconoce la legitimidad de la gestión obrera.
Nuevos hitos de la lucha de los ceramistas. En 2010 los obreros de Cerámica Stefani de Cutral Co toman y
ponen a producir la fábrica ante el abandono empresario, situación que se repetirá en 2014 con Cerámica
Neuquén, ubicada al lado de Zanon.
En 2014, los obreros de la fábrica Donnelley, cuya interna estaba dirigida por la combativa agrupación Bordó
encontraron en el portón de la fábrica una nota colgada con el aviso de que, a raíz de una supuesta crisis, la
empresa dejaba de funcionar. Se habló de quiebra fraudulenta; la producción no había disminuido en el último
período y los clientes eran importantes.
Desde el primer momento del conflicto, los trabajadores ocuparon la fábrica y tuvieron la decisión de
mantenerla en funcionamiento y produciendo, conformando la Cooperativa MadyGraf. En 2016, la Cámara de
Diputados de la Legislatura provincial dio media sanción a la Ley de Expropiación de la fábrica que está a la
espera de la aprobación definitiva.
“Ocupar, producir y resistir” está entre las opciones de la experiencia reciente de una parte importante de la
clase obrera, especialmente de aquella que se moldeo con la referencia del sindicalismo combativo y la
izquierda clasista. Cuando algunas empresas importantes realizaron despidos masivos, fueron ocupadas por
sus trabajadores (gráfica AGR Clarín, metalúrgica Bangho o la Textil Neuquén).

Sindicalismo y política con clase

La constitución del FIT supuso un cambio de escala para el sindicalismo de base y la izquierda. Emergió con
relativa fuerza en 2011, dio otro salto en 2013 y se terminó de consolidar, además de renovar, en 2015.
No hay una relación mecánica entre la esfera sindical y la política en aquellos lugares donde se desarrolló una
experiencia de sindicalismo combativo ligado a la izquierda. Sin embargo, tampoco hay una independencia
absoluta: en los lugares de trabajo donde existen esos referentes, la influencia política de la izquierda es
marcadamente superior a la media de la región. Esto pone un límite a cierta lectura histórica que sostiene que
los trabajadores pueden encumbrar delegados de izquierda para defender sus intereses, pero luego votan a
partidos tradicionales para la acción política. No lo desmiente totalmente, pero lo niega en parte.
A fines de 2016, el FIT realizó un acto en el estadio abierto de Atlanta y reunió a unas 20 mil personas. Desde
hacía por lo menos tres décadas la izquierda radical no realizaba un acto político de esa magnitud.

1989-2001-2017

Gobierno de Macri encuentra a la clase trabajadora con una recomposición de sus fuerzas sociales, una
revitalización de la experiencia sindical y presencia de la izquierda clasista.
≠ Diferencia con los fines de ciclo producidos en la posdictadura como el alfonsinismo y la Alianza:
- La clase trabajadora arribó a esos acontecimientos con derrotas y retrocesos fuertes y con fuerzas
reducidas.
- Las crisis catastróficas que signaron aquellas transiciones facilitaron los ajustes que vinieron luego, hecho
que no llegó a suceder hacia finales del kirchnerismo. La economía acumuló un fuerte deterioro y marcados
desequilibrios pero no llego a estallar. Dilema actual de Macri es: ¿cómo llevar adelante el ajuste que reclaman
los empresarios sin crisis?
En aquellos tumultuosos finales de los gobiernos anteriores, la izquierda reflejaba más o menos
mecánicamente ese retroceso e impasse del movimiento obrero, que además tenía un carácter internacional.
Piva  brinda pistas para entender la mecánica de los fines de ciclo en la posdictadura y el rol que cumplieron
el movimiento obrero y la izquierda. Analiza las condiciones que hicieron posible el consenso menemista y las
razones de por qué la clase obrera no pudo responder o evitar la avanzada sobre sus derechos y conquistas
históricas.// La hegemonía menemista fue una “hegemonía débil”, basada en lo que llama un “consenso
negativo”: latigazo hiperinflacionario. La impotencia del movimiento obrero y la estrategia "vandorista” de su
dirección para responder a la hiperinflación en los últimos años del alfonsinismo permitieron que actuara
como factor disciplinante. A este factor se le fue agregando a lo largo de la década, la desocupación y la
fragmentación de la clase trabajadora, como otros elementos coercitivos que facilitaron la estabilidad
neoliberal.
Esos tres componentes disciplinantes (hiperinflación, desocupación y fragmentación) habilitaron el consenso.
Aunque también fueron necesarias derrotas duras entre las que el autor ubica a la privatización de las empresas
telefónicas y de los ferrocarriles, conflictos a los que considera como las derrotas “testigo”. O sea, entre
coerción/coacción y consenso, media también el cambio de la relación de fuerzas.
La crisis de 2001 actuó como disciplinadora en el marco de una clase trabajadora ampliamente fragmentada,
con altos niveles de desocupación y organizaciones con densidad y fuerzas disminuidas.
El plan de “salvación nacional” de Duhalde con eje en la devaluación y que provocó un saqueo al salario, fue
habilitado por la crisis.
Si durante el menemismo la clase obrera retrocedía en fuerza estructural y, sobre todo, en subjetividad, en la
última década la reestructuración social y, sobre todo, la subjetividad, fueron en sentido contrario.
El consenso kirchnerista estuvo basado no en las derrotas, sino en las posibilidades de un crecimiento
económico y en una operación de “pasivización” del país que estalló. De allí la necesidad de responder y
dialogar con la agenda que dejó la crisis y las jomadas del 2001. Esta combinación de factores produce un
resultado peculiar, reuniendo condiciones que no se producían hace mucho tiempo.

¿Nuestros años sesenta?

En la actualidad, el grado de recomposición de la fuerza de la clase obrera que venimos describiendo y su


retorno como sujeto social y político, puede emparentarse con el movimiento obrero de la segunda mitad del
siglo pasado y especialmente de los años sesenta. La diferencia específica (y no es un dato menor) es la
fragmentación y las divisiones impuestas por el neoliberalismo que no fueron revertidas en los últimos años.
Hay otras divergencias importantes, como el marco internacional, la radicalización que introducía un proceso
como la Revolución Cubana en el continente y un mundo muy distinto al de aquellos años.
Pero si miramos desde el punto de vista de las múltiples experiencias de lucha, podríamos remontamos a ese
período antes del Cordobazo: variados métodos de acción, desde tomas de fábricas hasta huelgas duras por
sector, recuperación de organizaciones y crecimiento de la influencia de la izquierda sindical y política,
combinado con una ubicación “colaboracionista” del grueso de la dirigencia sindical.
La última década estuvo signada también por múltiples experiencias: fábricas o empresas ocupadas, cortes de
ruta, huelgas no menos duras, recuperación de CI y ascendencia creciente de la izquierda, no solo en el terreno
sindical, sino también político. Desde el punto de vista de las conducciones, el grueso fueron “dadores
voluntarios de gobernabalidad”. Macri tuvo el dudoso mérito de convertirse en el primer gobernante no
peronista, que evitó un paro general en el primer año de su gestión.
También existió la experiencia del movimiento piquetero (no incluido en este ensayo), pero que con sus
vaivenes de resistencia y cooptación, es parte de la práctica de la clase trabajadora argentina.
El gobierno de Cambiemos es todo lo neoliberal que le permite la relación de fuerzas. Tiene un programa
global de ajuste estructural pero con un eje central: bajar el valor del salario y cambiar las condiciones de
trabajo de la clase trabajadora como forma de superar la crisis. El relato en pos de la competitividad y la
productividad se reduce a este objetivo estratégico.
Los 60 fueron años de preparación, se cocinó a fuego lento el movimiento obrero que irrumpió con toda su
potencialidad una década después, y contra el que se organizó el golpe de Estado.
Los años 60 contuvieron un cúmulo de experiencias que configuraron una nueva clase trabajadora (y una
izquierda clasista) que se pondrán a prueba en los años por venir en su capacidad de resistencia y
contraofensiva.

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