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Producción de textos – Cátedra B 2014

Unidad 4
Compendio de Poesías y Formas Breves

Anónimo. “Amar hasta fracasar”. Trazada para la letra A. Recopilado por Rubén Darío.
Borges, Jorge L. “La Lluvia”.
Boscán, Juan. “Soneto”.
Chico Buarque. “Construcción”.
Cortázar, Julio. “La inmiscusión terrupta”
Francisco de Quevedo. “Enseña como todas las cosas avisan de la muerte”.
García, Vicente. “La Lluvia”.
Girondo, Oliverio. “Todo era amor!”
Girondo, Oliverio. “Mi Lumía”.
Laguna, Fernanda. “La ama de casa”
Masliah, Leo. “Del 1 al 25”.
Muñoz, Alberto. “Una Clase de matemática”.
Muñoz, Alberto. “Motores”.
Valenzuela, Luisa. “Zoología fantástica”.

Soneto, de Juan Boscán

Bueno es amar. Pues ¿cómo daña tanto?


Gran gusto es querer bien. ¿Por qué entristece?
Placer es desear. ¿Cómo aborrece?
Amor es nuestro bien. ¿Cómo da llanto?

Da esfuerzo amor. Pues ¿cómo causa espanto?


Por el amor el bien del alma crece,
Pues ¿cómo así por él ella padece?
¿Cómo tantos contrarios cubre un manto?

¿No es el amar el que dolor nos trae?


La compañía que a su pesar él tiene
También a su pesar nos hiere y mata.

El mal en él de nuestra parte cae;


El solo en nuestro bando nos sostiene
Y nuestra paz continuamente trata.

¡TODO ERA AMOR!, de Oliverio Girondo

¡Todo era amor... amor!


No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
Amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche...
lleno de prevenciones, de preventivos;
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lleno de cortocircuitos, de cortapisas.


Amor con una gran M, con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas...
Amor espermatozoico, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso...
Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
que arranca los botones de los botines,
que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor incandescente y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo.
Amor amor que es, simplemente, amor.
Amor y amor... ¡y nada más que amor!

Construcción, de Chico Buarque

Amó aquella vez como si fuese última,


besó a su mujer como si fuese última,
y a cada hijo suyo cual si fuese el único,
y atravesó la calle con su paso tímido.

Subió a la construcción como si fuese máquina,


alzó en el balcón cuatro paredes sólidas,
ladrillo con ladrillo en un diseño mágico,
sus ojos embotados de cemento y lágrima.

Sentóse a descansar como si fuese sábado,


comió su pobre arroz como si fuese un príncipe,
bebió y sollozó como si fuese un náufrago,
danzó y se rió como si oyese música...

Y tropezó en el cielo con su paso alcohólico.


y flotó por el aire cual si fuese un pájaro,
y terminó en el suelo como un bulto fláccido,
y agonizó en el medio del paseo público.

Murió a contramano entorpeciendo el tránsito.

Amó aquella vez como si fuese el último,


besó a su mujer como si fuese única,
y a cada hijo suyo cual si fuese el pródigo,
y atravesó la calle con su paso alcohólico.

Subió a la construcción como si fuese sólida,


alzó en el balcón cuatro paredes mágicas,
ladrillo con ladrillo en un diseño lógico,
sus ojos embotados de cemento y tránsito.
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Sentóse a descansar como si fuese un príncipe,


comió su pobre arroz como si fuese el máximo,
bebió y sollozó como si fuese máquina,
danzó y se rió como si fuese el próximo.

y tropezó en el cielo cual si oyese música.


Y flotó por el aire cual si fuese sábado,
y terminó en el suelo como un bulto tímido,
agonizó en el medio del paseo náufrago.

Murió a contramano entorpeciendo el público.

Amó aquella vez como si fuese máquina,


besó a su mujer como si fuese lógico,
alzó en el balcón cuatro paredes fláccidas,

Sentóse a descansar como si fuese un pájaro,


Y flotó en el aire cual si fuese un príncipe,
Y terminó en el suelo como un bulto alcohólico.

Murió a contramano entorpeciendo el sábado.

(Traducción: Daniel Viglietti)

La ama de casa, de Fernanda Laguna

La ama de casa
estaba cansada
tantas cacerolas,
tantas tazas.

Se levantó el domingo
cansada
hacer el jugo
y tender las camas.

Trabajo duro
la tiene harta
lava la mesada
pero vuelven
las cucarachas.

Empezó a descubrir la ama


que la casa era mala,
lavaba el piso
y ella lo ensuciaba.

Ese domingo
al abrir la ventana
descubrió la ama
que en vez de ama
era una esclava.
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Observó el mate con hongos


que anoche había lavado,
miró los vidrios sucios
que con el paño había limpiado.

Sus ojos dejaron ver


un brillo extraño rojo,
la ama pensó que la casa
era una batalla.

A pesar que estaba cansada


fue al súper por la mañana
y llenó el changuito
de artículos de limpieza.

Al volver tomó varias bombachas


y las convirtió en franelas,
se calzó las chinelas
y comenzó la batalla.

La ama dijo:
-Yo soy humana
y más inteligente
que la casa,
a ésta limpiada
nadie me gana.

Frotó, frotó la casa


frotó la mesada,
frotó las ventanas.
Frotó el piso, el espejo, los zapatos.

Arrazó con las cucarachas


y con los productos vencidos
de los cuales, los primeros en caer,
fueron los condimentos.

Y ella repetía:
- De ésta batalla
nadie me gana.

Frotó, frotó, frotó tanto


que la casa jadeaba
se escuchaba desde afuera
un gemido de extasiada.

Se agrandaban
y achicaban las ventanas
y las cortinas de a poco
se bajaban

La casa se entregaba
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a las manos de la ama.


Con las bombachas caladas
pulió ella las cajitas
de madera
con piedras incrustadas.

La casa con las persianas extendidas


tocaba las nubes,
su piel de ladrillo a la vista
se humedecía con cada frote
que producía la ama.

Ama morocha
de tez castaña
con cara angulosa
y manos de araña.

Le dio su merecido
a los rinconcitos
que están detrás de las cosas.
Corrió la heladera,
desarmó el horno.

- Ay, ama!
Tus manos de reina
harán flaquear mis cimientos,
pero la batalla
será mía
cuanto más me frotas
más te embrujo
más me apodero de tu alma.

Con los deditos


llenos de astillas
y los codos raspados
de tanto tirarse al piso,

La ama comenzó a percibir


su inútil limpiar,
la casa era vieja
y darle brillo costaba.

Con sus últimas fuerzas


al caer la tarde
comenzó a frotar la cama
de madera blanca laqueada
y al frotar las patitas
la cama suspiraba.

Pensó la ama en voz baja:


-¿Qué clase de cama
es ésta que habla?
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Frotó luego el respaldo


pintado de flores rosadas
y la cama brillaba rabiosa
pero no por el brillo de la laca
una luz ella emanaba.

- ¿qué es ésta luz


que sale de mi cama?

Sacudió el colchón
ventiló las sábanas
y al tender la cama
vio los ojos de Dios
que a través de la trama
la miraban.
Era Dios hecho humedad.

La ama olió las sábanas


y dijo:
- ¡Éstas sábanas están sucias!
¡A lavarlas!
¡A cambiarlas!

Lavó las sábanas a mano


y en la noche las colgó.
Al volver la familia
del club exclamó:
- ¡qué limpia está la casa!

Pero la ama les dijo:


- ¡no!
¡qué limpia ni nada!
A la casa le falta
y hoy no entra
mi familia
¡todos a la casa
de la abuela Ana!

Sola en la noche
se tiró en el piso
de cerámica jaspeada
a descansar un momento.

La luz de la luna entraba


vestida de virgen.
Ella se posó
del lado izquierdo
de la ama
y acarició sus manos,
cerró sus ojos
y besó sus labios.

-¿Qué es esto que a mi me pasa?


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¿quién es esta luz


que entra por la ventana?

Del piso ni se movió


por miedo a ahullentarla.
El sonido de los grillos
eran estrellas en el techo

_¿Qué pasa?
¿Quién es esta luz que me enamora?

Con decisión y coraje


se levantó la ama
para ver si la luz
la seguía hasta la cama.

En la cama limpia
se acostó ella
sin delantal
ni nada.

Las cortinas
se abrieron solas
y la luz llegó
hasta la cama.

Era una luz sábana fresca


que sin abrigar
la tapaba...

Este es un cuento muy antiguo


y Dios es la encarnación
de lo viejo,
es el tiempo que todo lo ensucia,
es la muerte de las estrellas.

La casa se ensucia
y por eso existe una ama
que la limpia
y que la frota.

Por eso existen manos


y todos los utensillos
y estos se ensucian.

Es el beso insistente de Dios


que todo lo estropea
para que la ama
con sus deditos cuidadosos
lo arregle.

El mundo es una casa


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de objetos rotos,
las cosas se caen,
las llaves se pierden,
las personas se mueren,
la comida se pudre.

¡Frota la Reina de la creación


cada día las calles,
embellece el jardín
y entierra a los muertos!

Enseña como todas las cosas avisan de la muerte, de Francisco de Quevedo

Miré los muros de la patria mía,


si un tiempo altivos, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salime al campo, vi que el bebía


los arroyos del hielo desatados;
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz el día.

Entré en mi casa: vi que amancillada


de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo, y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,


y no hallé caso en qué poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

La lluvia, de Jorge Luis Borges

Bruscamente la tarde se ha aclarado


Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado


El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales


Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto

Patio que ya no existe. La mojada


Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.
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La lluvia, de Vicente García


Con Borges y Miguel d´ Ors

Es esta misma lluvia.


La lluvia de las calles de Calcuta.
La lluvia de Gijón en la distancia.
La lluvia que salpica el Capitolio, la Plaza de San Pedro y los tejados del
Kremlin
Es esta misma lluvia interminable.
La lluvia de después de tantos años.
La lluvia que acompaña a tu recuerdo.
La lluvia que caerá sobre nosotros cuando el mundo no exista.
La lluvia de detrás de los cristales más tristes del otoño.
La lluvia por sorpresa.
La lluvia que he soñado tantas noches.
La lluvia sobre un árbol muy lejano.
La lluvia sobre el mar.
Es esta misma lluvia.

Mi Lumía, de Oliverio Girondo

Mi Lu
mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y
gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
lumía.

AMAR HASTA FRACASAR


Trazada para la A, de Rubén Darío

La Habana aclamaba a Ana, la dama más agarbada, más afamada. Amaba a Ana Blas, galán asaz
cabal, tal amaba Chactas a Atala.
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Ya pasaban largas albas para Ana, para Blas; mas nada alcanzaban. Casar trataban; mas hallaban
avaras a las hadas, para dar grata andanza a tal plan.

La plaza, llamada Armas, daba casa a la dama; Blas la hablaba cada mañana; mas la mamá,
llamada Marta Albar, nada alcanzaba. La tal mamá trataba jamás casar a Ana hasta hallar gran
galán, casa alta, ancha arca para apañar larga plata, para agarrar hádalas (1). ¡Bravas agallas!
¿Mas bastaba tal cábala?. Nada ¡ca! ¡nada basta a tajar la llamada aflamada!

Ana alzaba la cama al aclarar; Blas la hallaba ya parada a la bajada. Las gradas callaban las
alharacas adaptadas a almas tan abrasadas. Allá, halagadas faz a faz, pactaban hasta la parca
amar Blas a Ana, Ana a Blas. ¡Ah ráfagas claras bajadas a las almas arrastradas a amar!. Gratas
pasan para apalambrarlas (2) más, para clavar la azagaya (3) al alma. ¡Ya nada habrá capaz a
arrancarla!.

Pasaban las añadas (4). Acabada la marcada para dar Blas a Ana las sagradas arras, trataban
hablar a Marta para afrancar (5) a Ana, hablar al abad, abastar saya, manta, sábanas, cama,
alhajar casa ¡ca! ¡nada faltaba para andar al altar!

Mas la mañana marcada, trata Marta ¡mala andanza! pasar a Santa Clara al alba, para clamar a la
santa adaptada al galán para Ana. Agarrada bajaba ya las gradas; mas ¡caramba! halla a Ana
abrazada a Blas, cara a cara. ¡Ah! la a nada basta para trazar la zambra armada. Marta araña a
Ana, tal arañan las gatas a las ratas; Blas la ampara; para parar las brazadas a Marta, agárrala la
saya. Marta lanza las palabras más malas a más alta garganta. Al azar pasan atalayas, alarmadas a
tal algazara, atalantadas a las palabras:

-¡Acá! ¡Acá! ¡Atrapad al canalla mata-damas! ¡Amarrad al rapaz!

Van a la casa: Blas arranca tablas a las gradas para lanzar a la armada; mas nada hará para tantas
armas blancas. Clama, apalabra, aclara ¡vanas palabras! Nada alcanza. Amarran a Blas. Marta
manda a Ana para Santa Clara; Blas va a la cabaña. ¡Ah! ¡Mañana fatal!

¡Bárbara Marta! Avara bajasa6 al atrancar a Ana tras las barbacanas sagradas (algar (7) fatal para
damas blandas). ¿Trataba alcanzar paz a Ana? ¡Ca! ¡Asparla (8), alafagarla, matarla! Tal trataba la
malvada Marta. Ana, cada alba, amaba más a Blas; cada alba más aflatada, aflacaba más. Blas, a la
banda allá la mar, tras Casa Blanca, asacaba (9) a la par gran mal; a la par balaba (10) allanar las
barras para atacar la alfana (11), sacar la amada, hablarla, abrazarla...

Ha ya largas mañanas trama Blas la alcaldada: para tal, habla. Al rayar la alba al atalaya, da plata,
saltan las barras, avanza a la playa. La lancha, ya aparada (12) pasa al galán a La Habana. ¡Ya la
has amanada (13) gran Blas; ya vas a agarrar la aldaba para llamar a Ana! ¡Ah! ¡Avanza, galán,
avanza! Clama alas al alcatraz, patas al alazán ¡avanza, galán, avanza!

Mas para nada alcanzará la llamada: atafagarán (14) más la tapada, taparanla más. Aplaza la
hazaña.

Blas la aplaza; para apartar malandanza, trata hablar a Ana para Ana nada más. Para tal alcanzar,
canta a garganta baja:

La barca lanzada
allá al ancha mar
arrastra a La Habana
canalla rapaz.
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Al tal, mata-damas
llamaban asaz,
mas jamás las mata,
las ha para amar.
Fallas las amarras
hará tal galán,
ca, brava alabarda
llaman a la mar.
Las alas, la aljaba,
la azagaya...¡Bah!
nada, nada basta
a tal batallar.
Ah, marcha, alma Atala
a dar grata paz,
a dar grata andanza
a Chactas acá.
Acabada la cantata Blas anda para acá, para allá, para nada alarmar al adra (15). Ana agradada a
las palabras cantadas salta la cama. La dama la da al galán. Afanada llama a ña Blas, aya (16)
parda. Ña Blasa, zampada a la larga, nada alcanza la tal llamada; para alzarla, Ana la jala las pasas.
La aya habla, Ana la acalla; habla más; la da alhajas para ablandarla. Blasa las agarra. Blanda ya,
para acabar, la parda da franca bajada a Ana para la sala magna. Ya allá, Ana zafa aldaba tras
aldaba hasta dar a la plaza. Allá anda Blas. ¡Para, para, Blas!

Atrás va Ana. ¡Ya llama! ¡Avanza, galán avanza! Clama alas al alcatraz, patas al alazán. ¡Avanza,
galán, avanza!

-¡Amada Ana!..

-¡Blas!...

-¡Ya jamás apartarán a Blas para Ana!

-¡Ah! ¡Jamás!

-¡Alma amada!

-¡Abraza a Ana hasta matarla!

-¡¡Abraza a Blas hasta lanzar la alma!!...

A la mañana tras la pasada, alzaba ancla para Málaga la fragata Atlas. La cámara daba lar para
Blas, para Ana...

Faltaba ya nada para anclar; mas la mar brava, brava, lanza a la playa la fragata: la vara.

La mar trabaja las bandas: mas brava, arranca tablas al tajamar; nada basta a salvar la fragata.
¡Ah tantas almas lanzadas al mar, ya agarradas a tablas claman, ya nadan para ganar la playa! Blas
nada para acá, para allá, para hallar a Ana, para salvarla. ¡Ah tantas brazadas, tan gran afán para
nada, hállala, mas la halla ya matada! ¡¡¡Matada!!!... Al palpar tan gran mal nada bala ya, nada
trata alcanzar. Abraza a la ama:

-¡Amar hasta fracasar! -clama...


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Ambas almas abrazadas bajan a la nada (17). La mar traga a Ana, traga a Blas, traga más...¡Ca! ya
Ana hablaba a Blas para pañal, para fajas, para zarandajas. ¡Mamá, ya, acababa Ana. Papá, ya,
acababa Blas!...

Nada habla La Habana para sacar a la plaza a Marta, tras las pasadas; mas la palma canta hartas
hazañas para cardarla la lana.

FIN

1. Adahalas, lo mismo que adehalas.


2. Apalambrar, incendiar.
3. Azagaya, dardo.
4. Añadas, el tiempo de un año.
5. Afrancar, dar libertad, licencia.
6. Bajasa, mujer mala (El Diccionario de la Academia no la trae).
7. Algar, caverna o cueva.
8. Aspar, atormentar.
9. Asayar, experimentar.
10. Balar, desear ardientemente.
11. Alfana, iglesia. Voz de la germanía.
12. Aparar, preparar.
13. Amanar, poner a la mano. Ya la tienes a mano
14. Atafagar, fatigar, sofocar.
15. Adra, porción de un barrio, barriada.
16. Aya, se dice vulgarmente de las criadas de razón.
17. Almas por cuerpos, Dios me libre de la impiedad.

La inmiscusión terrupta, de Julio Cortázar

Como no le melga nada que la contradigan, la señora Fifa se acerca a la Tota y ahí nomás le
flamenca la cara de un rotundo mofo. Pero la Tota no es inane y de vuelta le arremulga tal acario
en pleno tripolio que se lo ladea hasta el copo.
—¡Asquerosa!— brama la señora Fifa, tratando de sonsonarse el ayelmado tripolio que ademenos
es de satén rosa. Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la crimea y consigue
marivolarle un suño a la Tota que se desporrona en diagonía y por un momento horadra el raire
con sus abroncojantes bocinomias. Por segunda vez se le arrumba un mofo sin merma a
flamencarle las mecochas, pero nadie le ha desmunido el encuadre a la Tota sin tener que
alanchufarse su contragofia, y así pasa que la señora Fifa contrae una pica de miercolamas a media
resma y cuatro peticuras de esas que no te dan tiempo al vocifugio, y en eso están arremulgándose
de ida y de vuelta cuando se ve precivenir al doctor Feta que se inmoluye inclótumo entre las
gladiofantas.
—¡Payahás, payahás!— crona el elegantiorum, sujetirando de las desmecrenzas empebufantes. No
ha terminado de halar cuando ya le están manocrujiendo el fano, las colotas, el rijo enjuto y las
nalcunias, mofo que arriba y suño al medio y dos miercolanas que para qué.
—¿Te das cuenta?— sinterruge la señora Fifa.
—¡El muy cornaputo!— vociflama la Tota.
Y ahí nomás se recompalmean y fraternulian como si no se hubieran estado polichantando más de
cuatro cafotos en plena tetamancia; son así las tofifas y las fitotas, mejor es no terruptarlas porque
te desmunen el persiglotio y se quedan tan plopas.
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Del 1 al 25, de Leo Maslíah

Uno de los empleados, Bermúdez, pidió para irse dos horas antes. Eran las tres y todavía le
faltaban tornear cuatro casquillos.

—Mi hijo, el de cinco años, —explicó— está con seis de presión. Me preocupa.

—La gran siete, eso es grave — contestó el jefe—. Vayan y llame al doctor Ochoa.

—Su hijo tiene nueve vidas— dijo éste, cuando examinó al niño.— No sé como aguanta, quizá
mejore mas rápido si se distrae con algo. Tome.

Le entregó “Diez indiecitos” de Agatha Christie, y se fue. Su auto no arrancaba. Se tuvo que ir en el
once. Después de andar doce cuadras, se cansó y paró en un kiosco. Le jugó a la quiniela al trece a
la cabeza.

Salió el catorce. El doctor se empacó, y por quince días no volvió a apostar. Pero eso pasó hace
mucho. Hoy en día el hijo de Bermúdez tiene dieciséis años (para diecisiete), y siempre va al cine a
ver películas no aptas para menores de dieciocho. Él cumple el diecinueve de Junio, pero lo
anotaron el veinte. Sin embargo junta boletos de veintiuno y escucha 22 Universal (Emisora
Uruguaya de radio). Su novia, que le lleva veintitrés años, tiene un anillo de oro de veinticuatro
quilates y veinticinco quilos de más.

Zoología fantástica, de Luisa Valenzuela

Un peludo, un sapo, una boca de lobo. Lejos, muy lejos, aullaba el pampero para anunciar la
salamanca. Aquí, en la ciudad, él pidió otro sapo de cerveza y se lo negaron:
—No te servimos más, con el peludo que traés te basta y sobra...
El se ofendió porque lo llamaron borracho y dejó la cervecería. Afuera, noche oscura como boca de
lobo. Sus ojos de lince le hicieron una mala jugada y no vio el coche que lo atropelló de anca.
¡Caracoles!, el conductor se hizo el oso. En el hospital, cama como jaula, papagallo. Desde remotas
zonas tropicales llegaban a sus oídos los rugidos de las fieras. Estaba solo como un perro y se hizo
la del mono para consolarse. ¡Pobre gato! manso como un cordero pero torpe como un topo. Había
sido un pez en el agua, un lirón durmiendo, fumando era un murciélago. De costumbres gregarias,
se llamaba León pero los muchachos de la barra le decían Carpincho. El exceso de alpiste fue su
ruina. Murió como un pajarito.

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