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Efectos neuroprotectores del litio

El litio puede inhibir la apoptosis y favorecer la síntesis de factores neurotróficos; esto


mejora la plasticidad sináptica, el crecimiento de las neuritas y la neurogénesis, lo que
parece asociarse con sus efectos terapéuticos en pacientes con enfermedades
psiquiátricas o neurodegenerativas.

El empleo de sales de litio para el tratamiento de los pacientes con trastornos


psiquiátricos, principalmente bipolaridad y depresión resistente, tiene lugar hace
aproximadamente 50 años.

Según lo informado en estudios recientes, este tratamiento también puede tener efectos
beneficiosos en pacientes con enfermedad de Alzheimer (EA) y otras enfermedades
neurodegenerativas.

Hasta el momento se desconoce el mecanismo exacto de acción del litio, pero se


propuso que esta droga no actúa mediante primeros y segundos mensajeros activados
por receptores de membrana.

En cambio, parece afectar las moléculas que modifican las vías de señalización
intracelular y la transcripción genética.

Por ejemplo, se halló que el litio inhibe la inositol monofosfatasa, lo cual genera la
disminución del nivel de inositol trifosfato.

Este efecto aumentó la autofagia, una vía de degradación proteica intracelular que
favorece la depuración de proteínas alteradas que se acumulan en las neuronas; por lo
tanto, la autofagia parece actuar en forma preventiva sobre las enfermedades
neurodegenerativas.

El litio inhibe la actividad de la glucógeno sintasa quinasa-3 beta (GSK3B), una enzima
que interviene en vías de señalización intracelular como la Wnt/Notch y en el control
del ciclo celular.

La inhibición de la GSK3B previene la degradación de beta cateninas libres y permite la


activación funcional de la vía de señalización Wnt/beta catenina.

También se propuso que el litio inactiva los proteasomas, disminuye el nivel de las E-
cadherinas y aumenta el nivel de los factores de transcripción mediante la vía del Wnt,
lo que se asoció con la proliferación de las neuronas y otros tipos de células.

En última instancia, la acción del litio sobre diferentes sistemas de señalización


intracelular inhibe la apoptosis y favorece la síntesis de factores neurotróficos.

Esto aumenta la plasticidad sináptica, el crecimiento de las neuritas y la neurogénesis,


que parece asociarse con los efectos terapéuticos del litio en pacientes psiquiátricos y
con enfermedades neurodegenerativas.
El objetivo del presente estudio fue evaluar la información disponible sobre las
propiedades neuroprotectoras del litio para el tratamiento y la prevención de la EA,
entre otras enfermedades neurodegenerativas.

Con este fin se llevó a cabo una búsqueda de información en la base de datos PubMed,
entre otras fuentes.

De acuerdo con la información obtenida en estudios preclínicos, el litio tiene efectos


neuroprotectores.

En cultivos celulares se halló que la droga favorece la plasticidad sináptica y disminuye


la fosforilación de la proteína tau.

Este agente también previene los efectos neurotóxicos del beta amiloide (beta A) y la
muerte neuronal.

Estos efectos son mediados por el aumento de la fosforilación de la GSK3B y la


inhibición de la actividad de la enzima.

Además, se sugirió que el litio disminuye la expresión de la GSK3B y estimula la


autofagia intracelular.

Durante los primeros estadios de la EA se observó la desregulación y el aumento de la


actividad de la GSK3B, lo cual resulta en la síntesis del beta A y en la hiperfosforilación
de la proteína tau.

Lo antedicho permite suponer que el litio ejerce un efecto neuroprotector, aunque es


necesario contar con estudios adicionales al respecto.

El tratamiento crónico con litio favoreció la proliferación de células progenitoras e


inhibió la pérdida celular inducida por el glutamato y los glucocorticoides.

Además, este tratamiento aumentó la expresión de proteínas antiapoptóticas como la


Bcl-2.

Esta proteína inhibe la liberación de citocromo c desde las mitocondrias, modula la


permeabilidad de estas organelas y mantiene la homeostasis del calcio en el retículo
endoplasmático.

Estos efectos resultan importantes para el mantenimiento de la integridad y la


supervivencia celular.

La disminución de la fosforilación de la proteína tau y de la síntesis de beta A ante el


tratamiento crónico con litio aumenta la plasticidad sináptica y facilita la potenciación a
largo plazo, entre otros efectos generalmente mediados por la inhibición de la GSK3B.

Además, la droga puede estimular la síntesis y liberación del factor neurotrófico


derivado de cerebro (BDNF [brain-derived neurotrophic factor]) y la neurogénesis del
hipocampo, inhibir la apoptosis neuronal y mejorar el perfil glucídico y el volumen
cerebral.
El aumento de la actividad de la Akt favorecido por el litio resulta en el incremento de
la expresión de factores de transcripción, b-cateninas y del elemento de respuesta al
AMP cíclico (CREB), lo cual favorece la supervivencia celular.

Estos efectos se asocian con la mejoría significativa de la memoria.

De acuerdo con lo observado en modelos de EA realizados en animales de


experimentación, el litio disminuye los efectos neurotóxicos del beta A y mejora la
memoria.

La droga también favoreció la neurogénesis de la región del hipocampo.

Su efecto neuroprotector parece depender del tiempo y tendría lugar mediante la


modulación de diferentes cascadas y vías de señalización intracelular.

En cuanto a la EA, el litio tuvo efectos más específicos, como la disminución de la


fosforilación de la proteína tau, la regulación del procesamiento de la proteína
precursora de amiloide y la disminución de la síntesis de beta A de 42 aminoácidos.

El empleo de litio en pacientes con trastornos del estado de ánimo se asoció con efectos
neurotróficos y neuroprotectores significativos.

Esto se vincula con el efecto estabilizador del estado de ánimo de la droga, ya que la
disminución de la cantidad de episodios afectivos compromete la activación de cascadas
que aumentan la inflamación y el estrés oxidativo y disminuyen el neurotrofismo.

Como resultado, disminuye el riesgo de afectación progresiva del sistema nervioso


central.

Además, se demostró que el litio modula cascadas celulares vinculadas con la


resiliencia y la neuroprotección.

Su administración se asoció con el aumento de los niveles de GSK3B fosforilada, que


disminuye la actividad enzimática de los leucocitos en pacientes bipolares o con
depresión recurrente.

La inhibición de la GSK3B disminuye la apoptosis, la fosforilación de la proteína tau y


la síntesis de beta A, además de mejorar la función mitocondrial.

La administración aguda y crónica de litio en pacientes bipolares se asoció con el


aumento de los niveles periféricos de BDNF y con la sensibilización de los receptores
para la tirosinquinasa b y la consiguiente amplificación de las señales activadas por el
BDNF.

Otro hallazgo asociado con el tratamiento con litio señaló la disminución de los
marcadores de estrés prooxidativos y el aumento de los marcadores antioxidativos, del
volumen del hipocampo y del grosor cortical en pacientes bipolares.

Los hallazgos mencionados permiten sugerir que el litio ejerce efectos favorables y
significativos sobre la densidad y la función sináptica de los pacientes bipolares.
En estudios epidemiológicos de observación se comprobó que el tratamiento crónico
con litio se asocia con índices bajos de demencia y EA en pacientes ancianos bipolares.

Asimismo, la disminución de la incidencia de demencia en esta población se


correlacionó con la duración del tratamiento con litio.

También se halló disminución de la incidencia de suicidio asociada con el consumo de


litio.

Es decir, el litio ejerce un papel neuroprotector significativo en pacientes con trastornos


del estado de ánimo que implicaría la modulación de la GSK3B y otras cascadas de
señalización.

Este efecto parece proteger ante la progresión de los cambios cerebrales y disminuiría el
riesgo de demencia en pacientes con trastornos del estado de ánimo.

La información disponible indica que el litio modula vías de señalización involucradas


en la fisiopatología de la EA; en consecuencia, esta droga parece útil tanto en términos
terapéuticos como preventivos.

Los estudios disponibles sobre la eficacia del litio en caso de EA son escasos y, en un
principio, arrojaron resultados negativos.

Por ejemplo, Dunn y col. hallaron aumento del riesgo de demencia en pacientes tratados
con litio.

Asimismo, Macdonald y col. no hallaron beneficios cognitivos ante la administración de


litio durante un año.

Otros autores informaron que el tratamiento con litio durante 10 semanas en pacientes
con EA no se asoció con beneficios cognitivos significativos.

No obstante, el tratamiento con litio generó el aumento significativo de los niveles


séricos de BDNF.

Es posible que los resultados negativos se deban a cuestiones metodológicas, como la


duración breve del tratamiento o la inclusión de una población escasa de pacientes con
EA leve a moderada.

En un estudio reciente de un año de duración, en pacientes con deterioro cognitivo leve


(DCL), la administración de litio se asoció con desempeño cognitivo estable e índices
bajos de conversión a EA en comparación con el empleo de placebo.

Además, los pacientes tratados con litio presentaron una disminución significativa de
los niveles de proteína tau fosforilada, especialmente en ausencia de evolución hacia la
EA.

Según estos hallazgos, el litio es un agente potencialmente útil para modificar la


evolución de los pacientes con EA, especialmente en los casos de inicio reciente.
En pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) se observó un efecto
neuroprotector del litio relacionado con la activación de la autofagia, el aumento de la
cantidad de mitocondrias en las neuronas motoras y la inhibición de la astrogliosis
reactiva, características que se asocian con la fisiopatología de la ELA.

Asimismo, el litio mejoró los cambios histopatológicos observados en modelos de ELA


realizados en animales de experimentación y disminuyó la progresión de la enfermedad
en seres humanos, aunque la información disponible al respecto es heterogénea.

En modelos preclínicos de enfermedad de Parkinson y enfermedad de Huntington


también se hallaron resultados que indican un potencial efecto neuroprotector, aunque
no se cuenta con estudios clínicos al respecto.

El tratamiento con litio a largo plazo puede ser un problema para los pacientes ancianos
porque son más sensibles a los efectos adversos de la droga.

Entre los eventos adversos que puede provocar el litio se incluyen los temblores y las
náuseas, que pueden generar la interrupción del tratamiento.

La disfunción tiroidea y renal también puede aparecer en pacientes tratados con litio;
mientras que la primera puede tratarse con hormona tiroidea, la disfunción renal
requiere la interrupción del tratamiento.

Otro punto a considerar es la posibilidad de interacciones entre el litio y otros fármacos,


como los diuréticos y los antiinflamatorios no esteroides.

No obstante, para obtener efectos neuroprotectores, las dosis administradas de litio son
bajas, lo cual favorece la tolerabilidad al tratamiento.

Según lo observado por los autores en pacientes con DCL, el litio fue bien tolerado y la
mayoría de los efectos adversos que provocó fueron leves y transitorios.

Por lo tanto, el empleo de dosis bajas de litio parece seguro y bien tolerado por los
pacientes ancianos.

El litio tiene efectos neuroprotectores en pacientes con trastornos psiquiátricos y


neurodegenerativos.

Los resultados al respecto, obtenidos en pacientes con DCL, son promisorios y se


lograron ante la administración de dosis bajas de la droga en comparación con las dosis
empleadas en pacientes con episodios afectivos agudos.

Esto permite disminuir el riesgo de efectos adversos y, en consecuencia, mejorar el


cumplimiento terapéutico.

Es necesario contar con estudios adicionales que permitan confirmar los hallazgos
obtenidos y evaluar los beneficios potenciales del litio en pacientes con diferentes
trastornos neurodegenerativos.

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