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UNA EMPRESA SOCIAL Y AMBIENTALMENTE RESPONSABLE:

Minera Chinalco Perú S.A. es una empresa subsidiaria de Aluminum Corporation of China
(CHINALCO), nuestra casa matriz.

En agosto del 2007 CHINALCO adquirió la totalidad de las acciones de Perú Copper Inc., dueña de
Minera Peru Copper, ahora Minera Chinalco Perú S.A, y el 5 de mayo del año siguiente (2008) se firmó
el Contrato de Transferencia de las concesiones y los activos mineros del proyecto Toromocho, uno de los
proyectos cupríferos más grandes del país.
Morococha: El pueblo que se desvanece en
las alturas
A 4.700 msnm existe una localidad que desaparece lentamente. Nacida por y para la
minería esta actividad sellará también su inevitable defunción

Dicen que a diferencia de la memoria, la nostalgia no depende de la voluntad. Un ejemplo


de esta premisa es la historia de Morococha, un pueblo que va desapareciendo lenta y
nostálgicamente.
Aunque da la impresión de que nadie los quiere ver, no son invisibles. En uno de los picos
más altos de Junín, entre Ticlio y La Oroya, entre las cumbres nevadas y la contaminación
minera, aún existe un puñado de 200 familias aferradas a su raíz.
Morococha es un pueblo que nació a 4.700 metros sobre el nivel del mar gracias a la minería y que hoy, a más de cuatro
siglos de su nacimiento, está condenado a desaparecer por la misma actividad.
A primera vista parece una ciudad bombardeada del Medio Oriente. Más de la mitad del
territorio son escombros en donde antes hubo casas que fueron compradas por la minera
Chinalco. De las que aún quedan en pie, muchas tienen en sus fachadas una numeración
que indica que ya están próximas a la demolición.
El resto de viviendas están habitadas por las familias que integran la resistencia.
Los dos colegios estatales del pueblo están en abandono, lo mismo que el centro de salud
y la alcaldía. El pequeño humedal que da la bienvenida en la entrada de Morococha está
contaminado con residuos de la actividad minera y acumula toda una sábana de basura
que nadie quiere limpiar.
A esto hay que sumarle que el aire que se respira en la zona está cargado con una fuerte
dosis de relave minero en polvo. Las plantas de tratamiento que rodean al pueblo no dejan
de operar y eso genera un residuo que, en forma de polvillo, se ha expandido hasta alojarse
en los pulmones de toda la población.
"Estamos alistando un proyecto que implica un monitoreo ambiental. Se han encontrado
metales pesados en la zona", advierte el nuevo alcalde de Morococha, Luis Arias Herrera,
desde la frialdad de su despacho municipal.

VIVIR EN EL DESARRAIGO
Máximo Díaz tenía 14 años cuando llegó a Morococha en 1966. Por aquel entonces el
pueblo vivía el boom económico que le ofrecían los campamentos mineros a su alrededor.
En total, en las zonas aledañas a este pueblo son cuatro las compañías dedicadas a esta
actividad: Pan American Silver, Volcan, Austria Duvaz y Chinalco.
Bajo esas condiciones, poner un negocio de cualquier naturaleza era rentable. Máximo
Díaz se dedicó a la carpintería y, aunque ya casi no tiene clientes, su taller sigue
funcionando en Morococha, en medio de escombros y desolación.
"Estamos sufriendo como si fuese un delito haber nacido acá", se queja Máximo, mientras
camina bajo una intensa lluvia. Él es además presidente del Frente de Defensa de
Morococha y señala que no se opone a la gran minería, pero no acepta las condiciones
que se le están ofreciendo.
Mientras tanto él sigue aguantando la vida en Morococha junto a su esposa y sus cinco
hijos menores. La subsistencia en el pueblo, en que vive desde hace casi 50 años, es cada
vez más difícil. Incluso en marzo del 2014 se les cortó el abastecimiento de luz durante
20 días y tras una serie de protestas lograron alargar el suministro hasta mayo de este año.
Nadie sabe qué pasará después.
TRASLADO Y HUMEDAD
El problema de quienes hoy habitan Morococha es el traslado de los morocochanos.
Resulta que debajo de donde siempre existió este pueblo duerme un gran yacimiento de
cobre que será extraído por la minera Chinalco en el ambicioso proyecto denominado
"Toromocho". Para esto la compañía construyó un nuevo asentamiento a unos pocos
kilómetros y donde hoy en día vive parte de la población.
Esta nueva ciudadela ha sido construida íntegramente con material noble y tiene avenidas
anchas, con cientos de casas dispuestas a ser ocupadas. Pero, ¿cuál es el problema?
Varios.
El primero es que este "Nuevo Morococha" ha sido construido en medio de dos lagunas
y sobre lo que antes fue un pantano, por lo que la humedad no solo viene afectando las
construcciones, sino la salud de los propios pobladores. Para corroborar el hecho basta
con visitar las instalaciones del nuevo edificio municipal cuyas paredes rápidamente se
están enmoheciendo.
El segundo problema es el pago que la empresa realiza por el metro cuadrado en
Morococha. Los pobladores que aún no se han trasladado se resisten a aceptar los US$ 9
que la minera ofrece por cada metro. Y es que con ese monto difícilmente puedan comprar
una de las casas del "Nuevo Morococha".
EN EL ABANDONO
Así las cosas, la situación es de una precariedad total para quienes no se han trasladado.
Sin instituciones públicas en la zona, Morococha se encuentra relegada al abandono.
Durante el día los únicos vehículos que atraviesan sus calles son las movilidades de
Chinalco que transportan a sus trabajadores. Dicho sea de paso, cuando algún forastero –
aunque se identifique como periodista– realiza un recorrido por Morococha, no le debe
extrañar ser seguido a una distancia prudencial por los empleados de la minera. Y
tampoco ser vigilado con binoculares desde lejos.
Para los morocochanos nada que venga de la capital es de buen augurio. La sensación
generalizada es que la prensa y las instituciones del gobierno juegan en pared con los
intereses de la minera. "A nosotros ya nos han engañado antes. ¿Está seguro, joven, de
que usted no trabaja para Chinalco?", pregunta una señora cuyo esposo labora para la
minera. Ella prefiere no ser identificada para no arriesgarse a las represalias, pero sí
accede a contar su historia.
Cuando se iniciaron los traslados al nuevo asentamiento, su familia fue una de las
primeras en mudarse. A diferencia de la espaciosa casa que ocupaban en Morococha, se
les asignó bajo renta un pequeño cubil de, asegura, no más de 50 metros cuadrados. A las
semanas la humedad producida por el pantano sobre el que reposa "Nuevo Morococha"
le generó problemas pulmonares de tal magnitud que tuvo que volver al pueblo antiguo.
Hoy en día ella vive junto a su familia hacinada en las instalaciones de lo que antes fue
un colegio y hoy está invadido por una docena de familias que se han embutido en las
viejas aulas y comparten un solo baño.
"Yo me tuve que regresar. En ese pueblo no se puede vivir, porque hay tanta humedad
que ya me estaba muriendo", sentencia esta pobladora.
COLOFÓN
Pese a las complicaciones que afrontan los pobladores de Morococha, no todos tienen una
visión pesimista respecto a su futuro. Uno de ellos es el nuevo alcalde, Luis Arias Herrera,
quien precisamente forma parte de los habitantes que aún han decidido no trasladarse.
Él asegura que el futuro de Morococha es su prioridad, pero reconoce también que el
traslado hacia el nuevo asentamiento es una necesidad. De momento sus fuerzas están
concentradas en lograr un acercamiento a Chinalco y así mejorar las condiciones de la
reubicación.
"En un momento desprenderse de su tierra y su pueblo es bastante doloroso. Hay muchas
personas con ese sentimiento, pero conforme han pasado los años y se han visto los
problemas, vemos que está desolándose y destruyéndose. Tenemos que dejar nuestro
pueblo, pero que por lo menos exista un resarcimiento", plantea Luis Arias, quien antes
de llegar a la alcaldía también integró el Frente de Defensa de Morococha.
La noche va cayendo sobre el pueblo. De las cimas de las montañas baja una densa niebla
que se derrama por las calles y el frío alcanza cifras negativas. Morococha luce desolada,
triste y vacía. Los perros abandonados buscan calor entre los escombros y las pocas casas
que aún se mantienen en pie esperan el día en que serán derrumbadas. Como un
desahuciado, aguardando la extremaunción, el pueblo se desvanece, ahí en las alturas,
donde nadie quiere ir y bajo la nostálgica mirada de quienes no se quieren ir.
MULTAN A CHINALCO POR INFRACCION AMBIENTAL

Chinalco obtuvo el permiso para operar en el 2010, y hasta el momento tiene


una producción creciente: que alcanzó 182 mil toneladas de cobre fino, de
acuerdo a un reporte de la agencia Reuters. La empresa planea ampliar la
capacidad de la mina en un 45%, lo que implica una inversión adicional de mil
300 millones de dólares.

El proyecto de Toromocho fue bien recibido en Morococha, a pesar de que


implicó un cambio determinante: el proyecto sólo sería viable tras el
reasentamiento de la población. “Cuando vino Chinalco, la recibimos con
aplausos: ‘ahora sí vamos a tener trabajo, vamos a tener salud, educación, el
mejor va a construir nuestra casa’”, comenta Máximo.

Chinalco empezó la construcción de la Nueva Morococha, o Carhuacoto, en abril


del 2010. Está ubicada a 10 kilómetros de la antigua ciudad. Aunque eran mil
200 las familias que debían reasentarse, en un primer momento solo 60 de ellas
lo hicieron. La mudanza comenzó en octubre del 2012, pero hoy, casi cuatro
años después, el reasentamiento continúa.

La mina fue paralizada temporalmente como sanción por descargar


efluentes ácidos en las lagunas Huacracocha y Huascacocha. El
Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) multó a
Chinalco con una multa de 83 mil dólares por la infracción ambiental.
"La mencionada empresa proveniente de capital chino ha
detenido la descarga de efluentes provenientes de la unidad
minera Toromocho que se estaban vertiendo en las lagunas la
cual constituyo un gasto¨

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