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Hora Santa Lunes 28/05/2018

1. Oración Inicial:

Creo en Ti, Dios Padre, Te amo Dios Hijo, mi Señor Jesucristo,


Creo en Ti, Dios Hijo, Dios y hombre verdadero,
Creo en Ti, Dios Espíritu Santo, Te amo Dios Espíritu Santo,
pero aumentad mi fe. pero aumentad mi amor.

Espero en Ti, Dios Padre, Gloria al Padre,


Espero en Ti, Dios Hijo, Gloria al Hijo,
Espero en Ti Dios Espíritu Santo, Gloria al Espíritu Santo,
pero aumentad mi esperanza.Te amo Gloria a la Santísima e indivisa Trinidad.
Dios Padre, Amén

2. Canto

3. Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 28,16-20

Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había
indicado. Y al verlo le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y
les habló así: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced
discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que
yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." Palabra del Señor…

4. Canto

5. Preguntas para la reflexión personal

 ¿Cuál es el punto que más ha llamado su atención en el texto? ¿Por qué?


 ¿Cuál es la imagen de Jesús que usted cree que este texto nos comunica?
 ¿En qué manera, piensa usted, que el misterio de la Trinidad aparece en este
texto?
 ¿Cuál es hoy la misión de nuestras comunidades como discípulos de Jesús?
Según el texto, ¿dónde podemos encontrar la fuerza y el valor para cumplir
nuestra misión?

6. Lectura de las Palabras del Papa Francisco en el ángelus del domingo 27 de


mayo de 2018

Jesús no es un personaje del pasado

Dios-Amor no es una entidad lejana e indiferente: es el ‘Dios con nosotros’, nos ama, está
interesado en nuestra historia personal y cuida de cada uno, a partir de los más pequeños
y necesitados. Lo afirmó el Papa a la hora del Ángelus dominical

El Santo Padre Francisco se asomó al mediodía de este domingo a la ventana del Palacio
Apostólico, para rezar junto con los fieles y peregrinos la oración mariana del Ángelus
dominical, y para realizar su catequesis sobre el Evangelio del Día.
En la fiesta de la Santísima Trinidad el Evangelio de Mateo presenta el envío a la misión
de Jesús a sus discípulos y también la plena autoridad con que se presenta el
Resucitado: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan discípulos
de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo»(Mt.28, 18), ordena el Señor.

Dios-Amor no es una entidad lejana e indiferente

En la alocución previa al rezo mariano, el Obispo de Roma recordó, en primer lugar, que
la fiesta de la Santísima Trinidad es una fiesta “para contemplar y alabar el misterio de
Dios de Jesucristo, que es Uno en la comunión de tres Personas, el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo”, y también “para celebrar con asombro siempre nuevo a Dios-Amor”, que
ofrece gratuitamente su vida y pide que la difundamos en el mundo.

Así, el Pontífice comenzó afirmando que las lecturas del día “hacen comprender cómo
Dios quiere revelarnos no tanto que Él existe, sino más bien que es el ‘Dios con nosotros’,
que nos ama, está interesado en nuestra historia personal y cuida de cada uno, a partir de
los más pequeños y necesitados”.

Él – dijo el Papa citando el Deuteronomio – es Dios allá arriba, en el cielo pero también
aquí abajo, en la tierra, y de ahí puso en evidencia que, en consecuencia de ello “nosotros
no creemos en una entidad lejana e indiferente”, sino “ en el Amor que ha creado el
universo y ha generado un pueblo, se ha hecho carne, ha muerto y ha resucitado por
nosotros, y como Espíritu Santo todo lo transforma y lleva a la plenitud”.

Jesús no es un simple personaje del pasado

Sucesivamente, Francisco se detuvo en la figura del Apóstol San Pablo (Rm 8: 14-17),
quien “en primera persona – dijo – experimentó esta transformación obrada por Dios-
Amor”.

El apóstol, explicó el Santo Padre, “nos comunica su deseo de ser llamado Padre, o más
bien ‘Papá’, con la total confianza de un niño que se abandona en los brazos de quien le
ha dado la vida”.

El Apóstol también recuerda que el Espíritu Santo “actuando en nosotros hace que
Jesucristo no se reduzca a un personaje del pasado, sino que lo sintamos cercano,
nuestro contemporáneo, y experimentemos la alegría de ser hijos amados por Dios”,
añadió.

Por último, citando la promesa que Cristo nos hace en el Evangelio: «yo estaré siempre
con ustedes hasta el fin del mundo» (Mt 28,20), subrayó que es precisamente gracias a la
presencia de Jesús “y a la fuerza de su Espíritu”, que “podemos realizar con serenidad la
misión que Él nos confía”, a saber, “anunciar y testimoniar a todos su Evangelio y así
expandir la comunión con Él y la alegría que de ello deriva”.

El cristiano no es una persona aislada

Por lo expuesto, el Pontífice concluyó que “la fiesta de la Santísima Trinidad nos hace
contemplar el misterio de un Dios que incesantemente crea, redime y santifica, siempre
con amor y por amor, y a cada criatura que lo recibe, le dona que refleje un rayo de su
belleza, bondad y verdad”.

“Él siempre ha elegido caminar con la humanidad y formar un pueblo que sea bendición
para todas las naciones y para todas las personas, ninguno excluido”, afirmó Francisco, y
aseguró que el cristiano “no es una persona aislada, sino que pertenece al Pueblo de
Dios”:

“Nosotros somos pueblo: el pueblo de Dios. Que la Virgen María nos ayude a cumplir con
alegría la misión de dar testimonio al mundo, sediento de amor, de que el sentido de la
vida es, precisamente, el amor infinito, el amor concreto del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo”, concluyó.

7. Canto

8. Oración “Bendito sea Dios”

Bendito sea Dios.


Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Oremos:

Oh Dios, que en este sacramento admirable


nos dejaste el memorial de Tú pasión;

Te pedimos nos concedas venerar de tal modo


los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros
el fruto de Tu redención.

Tú que vives y reinas


por los siglos de los siglos.
Amen.

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