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TEORÍAS DE GÉNERO
Revisión y actualización
Paula Hernández, Manuela Cisternas, Carolina Franch y Elisa Niño Vázquez
Diagramación:
Diego Olivares y Elisa Niño Vázquez
ISSN: 0719-5931
Desde muy antiguo las sociedades han reflexionado sobre el significado de ser
hombre y mujer, asignándoles un valor y una posición a cada uno de ellos. Desde los mitos
de creación hasta las reflexiones de los primeros filósofos, ha existido un pensamiento y un
ordenamiento de las diferencias sexuales al interior de las distintas comunidades humanas.
Hoy día, luego de transcurrida una larga historia en la cual los aportes de las mujeres a la
cultura han dejado de ser invisibles, nuevas y viejas temáticas se ponen en escena y se
torna imprescindible conocer qué significados adquieren las relaciones entre hombres y
mujeres en la construcción de los proyectos individuales y sociales.
Los Estudios de Género han emergido una vez que los Estudios de la Mujer abrieron
al campo político y académico la sistematización de los conocimientos adquiridos durante
todo el siglo XX y se han convertido en el soporte de un sinnúmero de acciones tendientes
al logro de una igualdad entre hombres y mujeres, así como han sido la base para el estudio
y la generación constante de conocimiento sobre las cambiantes circunstancias en que esas
relaciones se despliegan. La producción de estadísticas, de elementos cualitativos sobre las
formas de discriminación, las exclusiones simbólicas, económicas y políticas, entre otras
materias han servido para hacer conciencia de los problemas derivados de las iniquidades
de género, así como para aplicación de acciones tendientes a su resolución.
Para todos y todas es evidente que en el siglo XXI, cada vez con mayor fuerza, la
UNIDAD sociedad se ve obligada a reflexionar sobre las implicancias que cobra el ser mujer u
hombre en los diversos aspectos de la vida común. Ello porque, como sabemos, el siglo XX
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
marcó una revolución subterránea que sin rupturas violentas ha ido transformando algunas
esferas sociales. Nos referimos a esa revolución cultural que ha significado el
desplazamiento de las mujeres desde lo privado al espacio público. Ello ha tenido como
consecuencia, estos últimos tiempos, también una pregunta por las masculinidades, en la
medida en que los cambios que las mujeres han protagonizado han repercutido en los
hombres. América Latina y Chile no han escapado a estas mutaciones y a sus implicancias
en la construcción de sus proyectos sociales y políticos. Las materias vinculadas a las
relaciones de género, que suponen siempre una pregunta por la igualdad y por la
distribución del poder entre mujeres y hombres, tanto al interior de lo doméstico como de
lo colectivo, porta décadas de demandas, investigación y estudios que han hecho posible la
MUJER
INTRODUCCIÓN
Los lineamientos que aquí se presentan constituyen un insumo básico para luego
introducir la perspectiva de género en diversos ámbitos de la realidad, como por ejemplo,
las políticas públicas, planificación, etnicidad, entre otros; abriendo nuevas posibilidades
MUJER
de reflexión que permitan a los/ as estudiantes ampliar sus campos de acción, tanto
académicos como profesionales.
Los contenidos a trabajar a partir de este texto se han agrupado en torno a tres ejes:
El tercero revisa los conceptos fundantes a la luz de los nuevos aportes generados en 7
los últimos años, y que estos han tenido en la revisión y reformulación de nuevas
propuestas. Por ello mismo se presentan algunas líneas temáticas asociadas a los
estudios de Género.
1ª Los textos del Diplomado, así como el que corresponde al presente módulo, son
concebidos como un apoyo fundamental a los objetivos de aprendizaje que se quieren
UNIDAD
lograr. Para que cumplan esa función se han diseñado materiales que combinan contenidos
conceptuales, lecturas, referencias y ejercicios.
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
En ese sentido, cabe mencionar que los/as alumnos/as no encontrarán en el texto los
temas concluidos ya que no se pretende aquí agotar las temáticas tratadas, ni tampoco se
espera una lectura lineal y pasiva del mismo. El texto propone generar procesos en los/as
estudiantes a partir de ciertos insumos, para lo cual se requiere una actitud activa de parte
MUJER
de aquellos/as.
OBJETIVOS GENERALES
A partir del trabajo generado por el módulo se espera que los/as estudiantes:
Conozcan y manejen los enfoques y conceptos claves que constituyen este campo
de estudio.
1ª
UNIDAD
PRIMERA UNIDAD
UNIDAD OBJETIVO:
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
Conocer las características de los Estudios de La Mujer, el contexto en que surgen, sus
principales enfoques, los aportes que implicaron, y las críticas que impulsaron el desarrollo
de esta perspectiva.
CONTENIDOS:
Tanto para el caso de los llamados Estudios de la Mujer como del posterior surgimiento de
la perspectiva de género se puede reconocer un importante antecedente en la producción
del campo intelectual de las ciencias sociales a principios del Siglo XX, especialmente
durante el período de entreguerras.
fenómenos humanos.
En cuanto al marco histórico en el cual se desenvuelve una nueva reflexión sobre La Mujer
–el cual surge y se desenvuelve específicamente en los años ‘60s y ‘70s- es central
comprender que éste está marcado por la existencia de movimientos sociales y políticos
que se manifiestan activa y disruptivamente.
MUJER
Estos movimientos cuestionan las relaciones establecidas y el funcionamiento de
diferentes espacios sociales e institucionales, siendo mayo del 1968 (Francia) un símbolo de
esa fuerza e inquietud colectiva. Este movimiento, si bien se localiza en algunos territorios
con mayor energía y representatividad, se expresa y expande a nivel mundial y genera
nuevas posibilidades de acción y de reflexión en lo social, la academia, las artes, etc.
En ese escenario global, en el que los movimientos de mujeres irrumpen como un actor
social y político particular, académicas feministas desarrollan un movimiento intelectual
que, desde su campo de acción específico, sintoniza con el entusiasmo y la efervescencia
por provocar un cambio social favorable a las mujeres.
Dicha iniciativa y las producciones académicas que se generan en el marco del movimiento
1ª referido reciben el nombre de Estudios de La Mujer, entendiendo por tales a todas aquellas
investigaciones teóricas y empíricas específicas de las disciplinas sociales y humanidades
que tienen como tema central a “La Mujer”1.
UNIDAD
Así como en la escena política y social los movimientos de mujeres surgen con una voz
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
Incorporar esta mirada diferenciada en el seno de las disciplinas de las Ciencias Sociales y
las Humanidades generó y genera en ellas consecuencias, como la revisión de sus
producciones y el surgimiento de nuevos campos de reflexión. Es así como en la
antropología, la historia, la literatura –entre las disciplinas más involucradas– se inaugura
MUJER
Cabe señalar que muchos estudios, reflexiones y perspectivas habían sido instaladas con
anterioridad por diversos/as autores/as (como el caso de la antropóloga norteamericana
Margaret Mead), pero los Estudios de la Mujer logran armar una corriente y una política de
pensamiento que realiza un trabajo de revisión y construcción de material bibliográfico y
conceptual de manera sistemática, lo pone en circulación, lo debate, lo institucionaliza, y
proyecta nuevas líneas de investigación.
Sin embargo, hay que advertir que por Estudios de la Mujer no se alude a una concepción
uniforme y estructurada, sino que a “una corriente interdisciplinaria y multidisciplinaria
con un carácter heterogéneo en sus marcos teóricos, metodológicos e instrumentales.”2
12
1
Si bien en este módulo se considera a los Estudios de la Mujer como un antecedente histórico y conceptual
de los Estudios de Género, cabe señalar que esta perspectiva se ha continuado desarrollando y aún se
mantiene vigente en diversos centros y países. Ese es el caso de Estados Unidos. En la próxima unidad se
explicitarán las diferencias entre esta mirada y la perspectiva de Género.
2
Bellucci, Mabel. 1992. “De los Estudios de la Mujer a los Estudios de Género: han recorrido un largo
camino”. En: Las mujeres en la imaginación colectiva, Fernández, A.M (comp.), Bs. As, Ed. Paidos.
LECTURA
MARGARET MEAD 1ª
UNIDAD
“Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas”.
MUJER
el interés por el estudio de la infancia y la mujer dentro de la disciplina antropológica.
1ª Del texto: Este es un texto clásico y fundacional de revisión crítica en relación a la temática
de la mujer y el género. En él la autora expone el resultado de su investigación en la que
UNIDAD
analiza la división sexual del trabajo y las estructuras de parentesco para explicar los
distintos papeles de género de las etnias arapesh, mundugumor y tchambouli. Ello
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
Son interesantes de destacar las reflexiones que la autora plantea al final de esta
introducción al texto, pues muestra lo novedoso e innovadores que resultaban los
“hallazgos” resultantes de su investigación incluso para ella misma. Este ejercicio da
cuenta de que las investigadoras de la época van revisando sus propias concepciones y su
construcción subjetiva, pero aún lo hacen de manera no sistemática.
Claves de Lectura
• Infiera contra que concepciones, opiniones y/o tesis trata de confrontar la autora.
• Identifique cuáles son los hallazgos que destaca como resultado de su estudio.
14
Tampoco interesa saber si las mujeres son más variables que los hombres-como se alegaba
antes que la doctrina de la evolución exaltara la variabilidad-, o menos variables, como se
alegó después. No es un tratado de los derechos de la mujer ni una investigación de las
bases del feminismo. Es, simplemente, el relato de cómo tres sociedades primitivas han
agrupado sus actitudes sociales hacia el temperamento en relación con los hechos muy
evidentes de las diferencias entre los sexos. Estudié este problema en las sociedades
simples, porque aquí encontramos el drama de la civilización en pequeño, una sociedad
microcosmo, parecida en especie, pero de diferente tamaño y magnitud que los de las
MUJER
complejas estructuras sociales de los pueblos dependientes, como los nuestros, de una
tradición escrita y de la integración de un gran número de tradiciones históricas
antagónicas. He estudiado este asunto entre los plácidos montañeses arapesh, los fieros
caníbales mundugumor y los elegantes cazadores de cabezas de Tchambuli. Cada una de
estas tribus tenía, como toda sociedad humana, el problema de las diferencias de los sexos,
tema importante en el plan de la vida social, que cada una de estas tres tribus desarrolló de
diferente manera. Comparando las formas en que han destacado las diferencias entre los
sexos, es posible profundizar nuestros conocimientos acerca de qué elementos son
elaboraciones sociales, originalmente ajenas a los hechos biológicos del género de los
sexos.
Nuestra propia sociedad, hace amplio uso de tal elaboración. Asigna diferente papel a los
dos sexos, los rodea desde el nacimiento de una expectativa de diferente conducta, agota
el drama del noviazgo, matrimonio y paternidad en términos de tipos de conducta que se
creen innatos y, por lo tanto, apropiados para uno u otro sexo. Sabemos oscuramente, que
éstos papeles han cambiado, aún dentro de nuestra historia. Estudios como The Lady3 de
Mrs. Putnam, pintan a la Mujer como una figura infinitamente maleable e incompetente,
que la humanidad ha vestido según la usanza de cada época, de acuerdo con la cual se
15
marchitaba, se volvía imperiosa, coqueta o huidiza. Pero en todas las discusiones se ha
insistido, no sobre las relativas personalidades sociales asignadas a los dos sexos, sino
sobre los superficiales modelos de conducta asignados a las mujeres, a menudo ni siquiera
3
E. J. S. Pulnam., The Lady, Sturgis y WaIton, 1910.
a todas, sino solamente a las de las clases más altas. El reconocimiento, socialmente
1ª elaborado, de que las mujeres de la clase más alta son títeres de una tradición cambiante,
trajo más confusión que claridad al problema. No se ocupó del papel asignado al hombre,
que se concebía avanzando por un camino especial trazado para él, moldeando a las
UNIDAD
mujeres según su antojo y capricho respecto a la naturaleza femenina. Toda discusión
sobre la posición de las mujeres, sobre su carácter y temperamento, sobre su virtud o
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
Pero los crecientes estudios acerca de los pueblos primitivos nos han puesto sobre aviso.5
Sabemos que las culturas humanas no se inclinan hacia un lado u otro de una escala única,
y que es posible que una sociedad ignore completamente un problema que otras dos
sociedades han resuelto de manera contrastante. El hecho de que un pueblo honre a los
16 ancianos puede significar que no estima a los niños, pero también puede suceder que un
pueblo como los bathonga, del sur de África, no quiera a los mayores ni a los niños; otro,
4
Mathilde and Mathis Vaerting, The Dominant Sex,Doran, 1923.
5
Ver especialmente Ruth Benedict, Patterns of Culture, Houghton Mífflin, 1934 (Trad. Castellana: El hombre y
la cultura, Buenos Aires, Sudamericana, 1942; N. del E.).
como los indios plains, dignifique a los pequeños y a sus abuelos; o, de nuevo, como sucede
entre los manus y en partes de la América moderna, se considere a los niños como el grupo
más importante de la sociedad. Esperando simples inversiones tales como: si un aspecto
de la vida social no es específicamente sagrado debe ser específicamente secular; si los
1ª
UNIDAD
hombres son fuertes, las mujeres deben ser débiles ignoramos el hecho de que las culturas
están facultadas para mucho más que esto, al elegir los posibles aspectos de la vida
MUJER
trabajo, de las vestimentas, de las costumbres, de las funciones religiosas y sociales -a
veces en algunos de estos aspectos, otras en todos- los hombres y las mujeres se han
diferenciado socialmente, y cada sexo como tal se ha visto forzado a aceptar el papel que le
ha sido asignado. En algunas sociedades, estos papeles socialmente definidos se expresan
sobre todo en la vestimenta o en la ocupación, sin insistir en las diferencias
temperamentales innatas. Las mujeres usan el cabello largo y los hombres lo llevan corto,
o los hombres peinan bucles y las mujeres se afeitan la cabeza; las mujeres visten faldas y
los hombres pantalones o viceversa. Las mujeres tejen y los hombres no lo hacen, o estos
últimos tejen en lugar de las mujeres. Estas obligaciones simples con respecto a la
vestimenta, la ocupación y el sexo, son enseñadas fácilmente a todos los niños, y no se
fundan en supuestos que resulten inaceptables para ningún niño.
Sucede de otra manera en las sociedades que diferencian en forma bien definida la
conducta de los hombres de la de las mujeres, en términos que suponen una genuina
diferencia de temperamento. Entre los indios Dakota de las llanuras, se afirma
vigorosamente que la habilidad para soportar cualquier clase de peligro o trabajo,
constituía una imprescindible característica masculina. Desde que el niño tenía cinco o seis
años, el esfuerzo educativo consciente de la familia, tendía a moldearlo como un verdadero
macho. Cada lágrima, cada gesto de timidez, cada acercamiento a una mano protectora, o 17
el deseo de continuar jugando con niñas o niños más pequeños, se interpretaba de una
manera decisiva como la prueba de que el niño no llegaría a ser un verdadero hombre. En
una sociedad como ésta no sorprende encontrar el berdache, hombre que renuncia a la
lucha, privativa del papel masculino, y que usa atavío femenino y tiene las ocupaciones de
una mujer. La institución del berdache servía de aviso para los padres; el temor de que el
1ª hijo llegara a ser berdache, aumentaba los desesperados esfuerzos para evitarlo,
provocando, por el contrario, una intensificación de aquella misma tendencia que llevaba a
los niños a preferir esa elección. El invertido, que carece de toda base física discernible para
UNIDAD
su inversión, ha intrigado siempre a los que estudian la sexualidad, quienes cuando no
encuentran anormalidades glandulares observables, se vuelven a la teoría del
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
naturalmente femeninas.
En este punto, las sociedades primitivas parecen ser, superficialmente, más refinadas que
nosotros. Del mismo modo que saben que los dioses, los hábitos alimenticios, y las
costumbres matrimoniales de la tribu vecina difieren de los propios, y no insisten en que
una forma sea verdadera o natural dando la otra por falsa o artificial, reconocen a menudo
que las propensiones temperamentales que ellos consideran naturales en los hombres o
mujeres, difieren de los temperamentos naturales de los hombres y las mujeres de los
pueblos vecinos. Sin embargo, dentro de una escala más reducida, e insistiendo menos en
la validez biológica o divina de sus formas sociales de lo que nosotros hacemos con
respecto a las nuestras, cada tribu tiene ciertas actitudes definidas hacia el temperamento,
sustenta una teoría sobre la naturaleza de los seres humanos, hombres, mujeres, o ambos,
y reconoce una norma en función de la cual se juzga y condena a los individuos que se
apartan de ella.
Dos de estas tribus no conciben que los hombres y las mujeres posean diferentes
temperamentos. Les atribuyen distintos papeles económicos y religiosos, diferentes
habilidades, distinta vulnerabilidad a la magia maléfica y a las influencias sobrenaturales.
18 Los atapesh creen que pintar con colores solo es apropiado para los hombres, y los
mundligumos consideran la pesca tarea esencialmente femenina. Pero carecen de toda
noción de que los rasgos temperamentales que indiquen dominación, valor, agresividad,
objetividad y maleabilidad, están indisolublemente asociados con un sexo como opuesto al
otro. Esto puede parecer extraño a una civilización que en su sociología, medicina, lenguaje
vulgar, poesía y obscenidades, acepta las diferencias socialmente definidas entre los sexos,
como si se fundaran en características innatas del temperamento, y explica cualquier
desviación del papel que se le ha fijado socialmente como una anormalidad congénita o
una temprana maduración. Fue una sorpresa para mí, porque yo también estaba
1ª
UNIDAD
acostumbrada a pensar con conceptos tales como “tipo mixto”, a reconocer en algunos
hombres un temperamento “femenino”, y a llamar “masculina” la mentalidad de algunas
MUJER
19
La invisibilidad analítica alude al hecho que en los distintos campos del saber se ha
construido una negación o ignorancia de La Mujer.
disciplinas sociales.
Este problema de representación se hace más manifiesto al visualizar que el modo en que
los hombres construyen estas representaciones y el modo en que las mujeres lo hacen
puede ser muy diferente.6
20 En el caso de la antropología se inició un camino para dilucidar cómo las mujeres eran
6
Como veremos más adelante, esto no significa que todas las mujeres compartan o reproduzcan el mismo
punto de vista. No es excepcional que las mismas mujeres compartan la representación que se ha hecho de
ellas.
Este desarrollo fue de la mano con la constatación de que las mujeres aparecían en todas
las épocas históricas y en todas las sociedades subordinadas, desvalorizadas, ocupando los
lugares más bajos de la vida social. Este supuesto comenzó a debatirse desde miradas que,
retomando especialmente herramientas analíticas del campo de la historia y de modelos
teóricos marxistas, descubren que no es posible pensar ahistóricamente la posición de las
mujeres puesto que algunos fenómenos, como la colonización y el capitalismo, son
determinantes en el lugar que ellas ocupan en la esfera social.
MUJER
I.2.2. EL CUESTIONAMIENTO A LAS PRODUCCIONES DE LAS CIENCIAS SOCIALES:
ANDROCENTRISMO Y ETNOCENTRISMO
Uno de los aportes importantes que surgieron como consecuencia de los Estudios de La
Mujer fue que se puso en evidencia la existencia de dos grandes prejuicios que operan
interrelacionados en la disciplinas sociales, y sobre todo en la antropología: el
androcentrismo y el etnocentrismo.
Por ejemplo, en el ámbito académico, una de las grandes consecuencias de los prejuicios
androcéntricos es la suposición que en todas las sociedades las mujeres están
subordinadas.
21
7
En la disciplina antropológica se denomina “etnografía” a la descripción de rasgos cultura- les de un grupo
étnico o un grupo social particular.
8
En la disciplina antropológica se denomina etnología al estudio comparativo de distintos grupos étnicos o
grupos sociales delimitados.
1ª propia”).
UNIDAD El etnocentrismo ha sido definido como “una tendencia a favorecer la cultura propia”9. Es
decir, la tendencia a observar otras culturas desde la perspectiva de la cultura en que se
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
está instalado. De este modo, estas preconcepciones inciden en los modelos analíticos y
en la observación de la realidad.
Ahora bien, la categoría etnocentrismo ha sido frecuentemente utilizada para dar cuenta
de los prejuicios de la cultura dominante occidental, que observa desde una posición de
“superioridad” a otras culturas. Desde un punto de vista etnocéntrico occidental, por
ejemplo, las otras culturas son consideradas salvajes, primitivas y sus costumbres
resultan exóticas e incomprensibles.
Con respecto a la posición de mujeres y hombres, las diferencias entre éstos son
consideradas siempre como subordinación de la mujer, pues se aplican los modelos de la
MUJER
cultura occidental para comprender estas relaciones, es decir, se piensa que si las mujeres
están subordinadas en esta sociedad luego están subordinadas en todas las sociedades.
Estos prejuicios, que se encuentran presentes en las distintas disciplinas y en el sentido
común de las personas, han influido en el hecho de que la mujer aparezca invisibilizada y
que se la represente con imágenes y formas que no corresponden a su realidad.
22
9
Moore, Henrietta L.1991. Antropología y feminismo” Madrid, Cátedra.
LECTURA
Del texto: Este artículo retoma el debate sobre el matriarcado, revisando las posiciones
que sobre dicho tema habían mantenido reconocidas y diversas autoras. El matriarcado
como forma de organización social había dado lugar a diferentes opiniones y afirmaciones
dentro del movimiento feminista, representando ese concepto un soporte a algunas de
MUJER
dichas posiciones. Por tanto, en torno a la revisión del alcance y uso otorgado al concepto
se puede apreciar que no solo se realiza un ejercicio académico sino también político.
Claves de Lectura
• Ubique cuál es el sentido y utilidad que las autoras otorgan a la revisión del
concepto de matriarcado.
• Distinga las posiciones que las autoras relevan respecto del matriarcado.
23
1ª En: O, Harris y K, Young. 1979. Antropología y femenismo (en formato cur- siva). Anagrama,
Barcelona. (Pág. 83-87 y 102-104)
UNIDAD
Paula Webster y Esther Newton
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
Introducción
¿Por qué traer otra vez a colación la controversia en torno al matriarcado? ¿No está ya
muerta y enterrada con el siglo XIX la noción de un período matriarcal en la historia social?
Las autoras de este trabajo habíamos aceptado, sin lugar a dudas, que los hombres habían
sido siempre dominantes, que tal dominancia se había mantenido incluso en sistemas
matrilineales, y que, de todos modos, la búsqueda de los orígenes era una pérdida de
tiempo.
Las dos nos dedicamos a la enseñanza, y los estudiantes empezaron a venirnos con
preguntas, muy interesados en nuestras respuestas a éstas cuestiones. Respuestas que
nosotras no poseíamos necesariamente, como bien nos dábamos cuenta; cuestiones que
nosotras no habíamos suscitado expresamente. Y, de forma creciente, tanto los
estudiantes como los preocupados por la cuestión feminista fuera del contexto
antropológico nos han venido preguntando: «y del matriarcado, ¿qué? ¿Opina usted que
existió alguna vez?». O incluso: «¿No cree usted que sí existió?». Al principio nuestra
respuesta era: NO. A lo cual ellos replicaban: «y ¿por qué no?». Cuanto más nos veíamos
obligadas a pensar acerca de ello, tanto más empezábamos a preguntarnos si no pudiera
ser que, en efecto, hubiéramos recibido un lavado de cerebro en las instituciones
académicas, invariablemente dominadas por varones, como algunas de nuestras hermanas
24
feministas nos insinuaban. Esta acusación nos condujo finalmente a reexaminar las
evidencias y afirmaciones acumuladas por Bachofen (1967) y Engels (1972) a favor de la
10
En Antropología y Feminismo, O. Harris y K. Young (comp.), Ed. Anagrama, Barcelona, 1979. (pag.83 a 87 y 102
a 104).
existencia de un matriarcado, con el fin de quedarnos tranquilas de una vez por todas, en
un sentido o en otro. Así pues, originariamente nuestra pretensión era «dejar sentado» de
alguna forma si el matriarcado había existido o no. 1ª
UNIDAD
Pronto descubrimos que las feministas habían comenzado ya a estudiar a Bachofen y
Engels especialmente desde un punto de vista teórico. Las afirmaciones de Engels en favor
MUJER
Bachofen fundamenta su teoría del matriarcado en los períodos universales de la evolución
social, para lo cual la organización religiosa es pieza clave. Sostiene que las religiones
basadas en la «supremacía femenina» fueron dominantes durante los estadios primitivos
y, a partir de entonces, fueron suplantadas por las religiones patriarcales. Estas sociedades
primitivas poseían clanes regidos por madres, semejantes a sus análogos en la
organización social. Tal teoría contiene muchos puntos débiles, tanto si se la considera
internamente, como desde una perspectiva metodológica. Algunas de estas deficiencias
han sido señaladas por Seligson y Sherbo. Aunque la arqueología de la historia clásica y
preclásica en Europa ha llevado a cabo un ingente trabajo, nosotras no nos encontramos
cualificadas para evaluar la mayor parte del mismo. Evidentemente, el que existan
religiones en las que aparece una diosa-madre, independientemente de lo bien
documentadas que estén, no prueba de manera automática la existencia de un
matriarcado, ni siquiera evidencia un status superior de la mujer.
De todos modos, para no duplicar trabajos que ya habían sido hechos con antelación,
pasamos directamente a un conjunto de estudios y libros de reciente aparición. Partiendo
del trabajo de Engels o Bachofen, algunos de estos estudios reafirman la existencia del
matriarcado, modifican las teorías originales, o edifican sobre ellas y aportan nuevas 25
evidencias. A medida que leíamos la literatura de afirmaciones y negaciones -toda ella
escrita por mujeres- comenzaron a emerger varias posiciones clave. La más interesante de
estas es que las feministas que defendían una «edad de oro» en la cual las mujeres poseían
el poder y/o no fueron oprimidas (decimos «edad de oro» porque no todas ellas aceptan el
1ª Nosotras habíamos estado pensando acerca del patriarcado como de un sistema en el que
los hombres, en cuanto clase social o grupo, eran dominantes sobre la clase social o grupo
UNIDAD de las mujeres. Esta es la situación que hoy tenemos en Norteamérica. Y lo que vemos en
todas las sociedades de nuestros días, sean o no patrilineales. En otros términos, para
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
La dificultad clave parece estar relacionada con el poder. ¿Se debía tal vez a que estas
autoras no podían imaginarse a las mujeres en posición de poder por carecer de modelos
MUJER
para ello? ¿O se trataba, más bien, de una necesidad de distinguir entre poder y autoridad?
¿Quizá un fallo de la imaginación, o tal vez de la voluntad? Es posible que la idea misma de
la mujer en posesión del poder turbara a las autoras. ¿Podríamos nosotras ser una clase
dirigente más benévola que la de los hombres, porque éramos moralmente superiores, o
qué?
11
El énfasis recientemente asignado al poder de la mujer no se ha reducido al debate en torno al matriarcado.
Un buen número de feministas se están interesando por el poder de la mujer “dentro” de sociedades donde
priva la dominancia masculina (Brown, 1970; Frield, 1967; Sacks, 1971; Singer, 1972; Dentich, 1971; Shapiro,
1971; y Lewin et al., 1971). Pero éste es un trabajo de revisión, más que profético o visionario.
Nos hemos propuesto pasar revista al trabajo de ocho autoras feministas, todas las cuales
MUJER
razonan la cuestión del matriarcado con mayor o menor extensión. Las autoras se
relacionan con el campo de la antropología de manera diferente, relación que hemos
esquematizado en el siguiente cuadro de cuatro posibilidades:
Antropólogos No-Antropólogos
Gough Reed
Firestone
Diner
Existen dos supuestos que todas las autoras comparten, a saber: Primero, que las mujeres
hoy viven en condiciones de opresión por doquier; que semejante situación es injusta y
debería cambiarse. Curiosamente, sin embargo, hay un gran desacuerdo acerca de lo que
significaría ser libre. Se da por supuesto que todos, sabemos a qué nos referimos cuando
decimos que estamos oprimidos. Varias, de las autoras citan ejemplos específicos: se nos 27
ha denegado el conocimiento de nuestra propia historia; nunca se nos concede el prestigio
que los hombres tienen; se nos niega el acceso al poder público y al control de la
tecnología; nuestra sexualidad y nuestros cuerpos están controlados por una doble medida
y por el matrimonio; nuestro trabajo, con la excusa de «socialmente necesario», ha venido
1ª Segundo, que, nuestra sociedad entera está necesitada de un cambio radical. Existe vivo
desacuerdo sobre si la liberación de la mujer comportaría, por sí misma una sociedad
UNIDAD nueva.
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
Es dentro de este, amplio consenso de líneas generales cómo cada autora aborda la
cuestión del matriarcado. En cada trabajo nos fue posible aislar cuatro temas, todos los
cuales creemos están relacionados íntimamente. Trataremos ahora por orden cada uno de
ellos.
2. ¿Las diferencias biológicas entre hombre y mujer son vistas como algo importante en sí, y
conducen a otros tipos de diferencias psicosexuales universales o innatas?
MUJER
Conclusión
Así, pues, ¿dónde nos encontramos ahora? Nos quedan por aclarar las implicaciones y
contribuciones que el debate sobre el matriarcado tiene para la teoría antropológica y
feminista. En nuestra opinión; los problemas relacionados con el debate del matriarcado
son algunos de los más interesantes, incluso en situación de no respondidos. Un área de
dificultad estriba en la definición de poder, y en su confusión con la autoridad, status o
prestigio elevado. A los antropólogos y feministas les queda encomendada la ardua tarea
de aclarar cómo se relacionan estos conceptos con la mujer, y de ayudamos a comprender
los correlatos de estos factores en las sociedades concretas. Es de esperar que podamos
también empezar a unir nuestros recursos y energía, lo cual dé pie al examen de soluciones
críticas para la mujer en nuestra propia sociedad.
28 Otro vástago del debate sobre el matriarcado es la creciente convicción de que la historia
de la mujer está aún por escribir.12 Puesto que tanto antropólogos como feministas están
12
Aunque nosotras no nos sentimos capacitadas para emprenderla, esperamos que será inmediatamente
hecha una sociología que analice la relación entre el movimiento feminista histórico y el debate del
matriarcado dentro y fuera de la antropología. Nos sorprendió ver que Elizabeth Cady Stanton había escrito
¿Qué aspecto ofrecería una sociedad en la que nosotras tuviéramos poder político y
autoridad? La mayoría de las mujeres viven tan oprimidas y reprimidas, que no podemos
imaginamos a nosotras mismas en posición de poder, y, si llegáramos a imaginárnoslo, nos
asustaría la idea de hacer proposiciones concretas. Quizá ésta sea la razón por la que
admiramos y respetamos a todas las mujeres que se enfrentan seriamente con la cuestión
MUJER
del matriarcado. Y Davis nos merece un respeto especial, porque ella no tiene miedo a salir
de casa cojeando ni a que la llamen «loca». Existe en el terreno de la ciencia un recinto para
los visionarios, para los intuitivos y los arriesgados. A los hombres con tales cualidades se
los llama «genios».
Las mujeres en el campo de la ciencia se sentirán molestas por el libro The First Sex, a
causa de su insistencia en que las mujeres son biológica y moralmente superiores a los
hombres, a causa de su método poco científico y, tal vez, sobre todo por su tono airado.
Todo esto es una afrenta a nuestra idea de ciencia social y objetividad incondicional.
Algunos antropólogos han llegado a negar que exista una real neutralidad ideológica en
las ciencias sociales; cuando tal argumento se aduce a propósito del imperialismo o del
racismo, muchos están de acuerdo. Nuestro propósito, en nuestro caso, se limita a orientar
la misma crítica al prejuicio del sexo en antropología. Y, siendo sinceras, confesamos que la
cólera es no pocas veces el móvil de nuestra motivación. Solamente que esta cólera no es
académica y, por lo tanto, es silenciada o encubierta bajo el lenguaje del discurso
antropológico «respetable». Nosotras creemos que, para llegar a una nueva comprensión
de la mujer en la sociedad, tendremos que forzar algunas de las viejas fronteras hasta sus
límites y crear paradigmas nuevos en el proceso.
29
Lo que más nos afecta, como feministas y antropólogas, es de peligro de una escisión que
sobre el matriarcado ya en 1891. ¿Fue el rechazo antropológico de la teoría del matriarcado una especie de
contragolpe?
13
4 Women Out of History: A HerStory Anthology (Forfreedom, 1972) es un intento.
14
5 La única excepción es el reciente libro de Monique Wittig, que lleva por título Les Guerrillieres.
1ª movimiento se están aferrando a la teoría del matriarcado como a una verdadera historia
de la mujer y como a un modelo ideal (mítico o no). No nos encerremos en nuestra imagen
de chicas buenas, hijas de papá, que por encima de todo defendemos la sabiduría
UNIDAD
convencional de la antropología, ni desautoricemos a nuestras hermanas ajenas al campo
de la antropología como mal informadas, o simplemente desorientadas. Aquellas de entre
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
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Wittig, Monique 1971, Les Guerrillieres. Nueva York: Viking Press.
31
De esta manera, por una parte se inicia una indagación centrada en la descripción de qué es
lo que realmente hacían las mujeres en oposición a lo que hacían los hombres (un análisis
centrado en las percepciones y comportamientos de las propias mujeres). Pero, además,
era necesario ir un poco más allá y discutir los modelos teóricos dominantes en muchas de
las disciplinas. Así por ejemplo, en el ámbito de la psicología surgen una serie de
contestaciones al psicoanálisis, lo mismo ocurre en la literatura y en la historia.15
EJEMPLO
Evolucionismo
1ª
UNIDAD
Darwin no sólo se ocupó de la evolución biofísica de la humanidad sino que de la sociedad,
Desde el evolucionismo se comienzan a fijar los estereotipos del hombre como activo,
competidor y con impulsos sexuales y de la mujer como inactiva, encargada de los niños y
MUJER
dominada por los hombres. Para esta teoría la “naturaleza asexuada” de la mujer es un
importante aporte a la evolución, –puesto que al controlar las energías del varón, hay un
estímulo a la cooperación y por tanto una disminución de las tensiones grupales.
Neoevolucionismo
El neoevolucionismo del siglo XX cuestionó estos modelos y las fases universales del
desarrollo de la sociedad. Así, se descartó la idea de la promiscuidad y del matriarcado y
aparece el patriarcado como núcleo central del surgimiento de las sociedades. El
neoevolucionismo situó la caza como punto básico del nacimiento de la sociedad. Los
neoevolucionistas intentaron probar que el “control de los impulsos es fundamental para el
surgimiento de la vida social”, sus estudios concluyen que el macho hace la cultura porque
él es el que caza y la caza implica la cooperación entre grupos de hombres. De ahí entonces
se instala sólida- mente la imagen de que el hombre es el proveedor y la mujer la receptora
33
de la producción, los estereotipos indican: hombre = cazador/ mujer = no productora.
1ª mujer recolecta. Subyacía a esta imagen la noción de que las mujeres a cambio del apoyo
económico de los hombres, les prestarían a éstos servicios sexuales y reproductivos. Estas
teorías modernas de la evolución, sostienen que la primera fase del desarrollo cultural se
UNIDAD
produce gracias a la caza y está vinculada con agrupaciones patrilineales17 y patrilocales.18
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
El cuestionamiento
Los descubrimientos que dieron pie a este argumento fueron los siguientes:
• En primer lugar, las mujeres se relacionan estrechamente con sus hijos/as y forman un
núcleo alrededor del cual los varones deambulan, existiendo una cooperación entre
MUJER
hombres y mujeres.
• En tercer lugar, que en ese período, si bien la caza fue importante, implicó la cooperación
de los hombres entre sí y de los hombres y las mujeres como conglomerado.
• Por último, se sostuvo que el papel de las mujeres en tanto recolectoras fue tan
importante como el de los hombres y que tal vez ellas hayan tenido mayor relevancia en los
albores de la humanidad por cuanto sus funciones en la recolección fueron la base de la
alimentación humana.
Este ejemplo nos muestra cómo las preguntas que emergieron desde el campo de los
Estudios de La Mujer fueron generando una ampliación del conocimiento a partir de los
reparos a los modelos teóricos vigentes en las disciplinas.
34
17
Patrilineal: que sigue la línea de descendencia paterna.
18
Patrilocal: la pareja matrimonial se localiza en el lugar de residencia del padre del esposo.
EJEMPLO
En el párrafo anterior vemos expuesto de manera sucinta un problema que parece repetirse
en muchos de los trabajos etnográficos de la antropología clásica. En primer lugar su autor
MUJER
plantea sin mayores justificaciones una clara división sexual del trabajo en torno a la
fortaleza física, cuestión que no dista mucho de las clasificaciones occidentales.
Podemos decir entonces que este texto tiene un sesgo androcéntrico por cuanto sitúa al
hombre “realizando las labores más pesadas” (que así aparecen de acuerdo a la
perspectiva del etnógrafo) y no dice nada con respecto a las características que tendría el
trabajo de la mujer. Tiene también un sesgo etnocéntrico por cuanto el autor aplica
claramente categorías occidentales como la díada hombre = fortaleza física / mujer =
debilidad física, para describir una realidad ajena.20
35
19
En “La vida sexual de los salvajes del Noroeste de Melanesia”, Bronislaw Malinowski. Ediciones Morata,
Madrid, 1971.
20
Para una mayor claridad con respecto a estas categorías, analizaremos más adelante los estereotipos de
género en la cultura occidental.
LECTURA
1ª SHERRY B. ORTNER
UNIDAD “¿Es la mujer con respecto al hombre lo que la naturaleza con respecto a la cultura?”
(Extracto)
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
Del texto: Este artículo, localizado a inicios de los ’70, presenta un cuestionamiento a las
concepciones estereotipadas atribuidas al carácter físico, social y psíquico de las mujeres
que hacen aparecer ciertas características y conductas suyas como aspectos “naturales” y
a la vez cercanos a la “naturaleza”, mientras que a os hombres le asignan características
más “culturales”. La autora debate estas pautas y trata de cuestionar también las
soluciones simples. En ese sentido, un aspecto interesante de este artículo es que muestra
la preocupación personal y política de esta corriente de pensamiento y como esta inquietud
buscaba crear espacios de reflexión y categorías de pensamiento originales para
comprender un proceso histórico-cultural y poder modificarlo.
Claves de Lectura
• Ubique la polémica que intenta establecer la autora y las “soluciones” que propone
al debate.
• Identifique los argumentos y estereotipos que la autora señala son utilizados para
36 establecer la relación mujer-naturaleza.
MUJER
períodos históricos de una misma tradición cultural. Ambos aspectos –el hecho universal y
las variaciones culturales- constituyen un problema que debe ser explicado.
Desde luego, mi interés por este problema es algo más que académico: deseo ver cómo se
produce un cambio genuino, cómo surge un orden social y cultural en el que todo el
abanico de las posibilidades humanas sea tan accesible a las mujeres como a los hombres.
La universalidad de la subordinación femenina, el hecho de que ocurra dentro de todos los
tipos de organización social y económica, y con independencia del grado de complejidad de
las sociedades, me indica que nos enfrentamos a algo muy profundo, muy inflexible, algo
que no se puede extirpar mediante la simple reestructuración de unas cuantas tareas y
funciones dentro del sistema social, ni siquiera reordenando toda la estructura económica.
En este artículo trato de presentar la lógica subyacente al pensamiento cultural que pre-
supone la inferioridad de las mujeres; trato de mostrar la gran capacidad persuasiva de esa
lógica, pues si no fuera tan convincente la gente no seguiría escribiéndola. Pero también
21
La primera versión de este artículo fue leída en una conferencia, en octubre de 1972, en el curso de
“Mujeres: mito y realidad”, en Sarah Lawrence College. Recibí útiles comentarios de los alumnos y de las
profesoras del curso. Joan Kelly Gadol,Eva Kollisch y Gerda Lerner. Un breve resumen se presentó en las
sesiones de la American Anthropological Association en Toronto, noviembre de 1972. Entretanto, recibí
excelentes comentarios críticos de Karen Blu, Robert Paul, Michelle Rosaldo, David Schneider y Terence 37
Turner, y la presente versión del artículo, en la que se ha cambiado sustancialmente el meollo de la
argumentación, fue escrita en respuesta a tales comentarios. Por supuesto, sigo siendo la responsable de su
forma definitiva. El artículo está dedicado a Simone de Beauvoir, cuyo libro El segundo sexo (1953), primera
edición francesa en 1949, sigue siendo en mi opinión la mejor explicación global escrita por una sola persona
del “problema de la mujer”.
22
Disponible en: http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/Ortner%20S.pdf
trato de mostrar las fuentes sociales y culturales de tal lógica, para señalar dónde radica la
1ª posibilidad de cambiarla.
Es importante distinguir los niveles del problema. La confusión puede ser asombrosa. Así,
UNIDAD por ejemplo, según cuál sea el aspecto que observemos de la cultura china, podemos
extrapolar suposiciones absolutamente distintas sobre la situación de la mujer en ese país.
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
podríamos decir que las mujeres ocupan dentro del sistema una situación de gran
importancia (no explícita). Ahora bien, también podríamos centrarnos en el hecho de que
una diosa, Kuan Yin, sea la deidad central (la más venerada y representada) del budismo
chino, y en tal caso podríamos sentir la tentación de afirmar como han hecho muchos con
respecto a las culturas que adoran diosas, sea en sociedades protohistóricas o
prehistóricas, que en realidad China es una especie de matriarcado. En resumen, debemos
tener perfectamente claro qué vamos a intentar explicar antes de explicarlo.
influencia, etc. de las mujeres, que suelen variar de acuerdo con la ideología cultural
(aunque siempre constreñidos dentro del supuesto de que las mujeres nunca pueden ser
prominentes en el sistema global). Este es el nivel de la observación directa, que ahora
adoptan muchas veces los antropólogos de orientación feminista.
1ª
UNIDAD
Este artículo se ocupa sobre todo del primero de los tres niveles, el problema de la
MUJER
La universalidad de la subordinación femenina
¿Qué quiero decir cuando afirmo que en todas partes, en todas las culturas conocidas, las
mujeres son consideradas de alguna manera inferiores a los hombres? Antes que nada,
debo resaltar que estoy hablando de valoraciones culturales; digo que todas las culturas, a
su manera y en sus propios términos, hacen esta valoración. Pero ¿cuáles podrían ser las
pruebas de que una cultura en concepto considera inferiores a las mujeres?
del órgano político supremo constituye una prueba de por sí suficiente. Evidentemente, la
1ª ideología cultural explícita que desvaloriza a las mujeres (y sus tareas, funciones,
productos, etc.) es una prueba de por sí suficiente. Los indicadores simbólicos, como la
cualidad contaminante, suelen ser suficientes, aunque en algunos pocos casos en que el
UNIDAD
hombre y la mujer son igual y mutuamente contaminantes, se precise de otro indicador, del
cual siempre se dispone, hasta donde he podido comprobar en mis investigaciones.
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
Por cualquiera de estas razones, pues, afirmaría llanamente que encontramos a las mujeres
subordinadas a los hombres en todas las sociedades conocidas. La búsqueda de un
igualitarismo genuino, dejando de lado el matriarcado, ha resultado infructuosa. A este
respecto bastará un ejemplo de sociedad que tradicionalmente se ha clasificado en el debe
de esta contabilidad. Entre los matrilineales indios cuervos, como señala Lowie (1956), «las
mujeres… ocupan puestos muy honoríficos en la Danza del Sol; pueden llegar a ser
directores en la Ceremonia del Tabaco y desempeñar incluso un papel más notable que los
hombres; a veces hacen de huésped en el Festival de la Carne Guisada; no tenían prohibido
los trabajos pesados ni ejercer de curanderas ni recurrir a visiones» (p. 61). Sin embargo,
MUJER
En suma, que probablemente los indios cuervos son un caso muy típico. Sí, las mujeres
tenían ciertos poderes y ciertos derechos, que en este caso concreto las situaba en una
posición muy elevada. Sin embargo, en último término se traza una línea: la menstruación
es una amenaza para la guerra, una de las instituciones más preciadas de la tribu, una
institución central para su autodefinición; y el objeto más sagrado de la tribu es tabú para
la visión directa y el tacto de las mujeres.
40
Los ejemplos similares podrían multiplicarse ad infinitum, pero creo que ya no estamos
25
Mientras somos objeto de toda clase de injusticias, podríamos señalar que Lowie compró en secreto esta
muñeca, el objeto más sagrado del repertorio tribal, a su custodio, la viuda de Cararrugada. Ella pedía 400,
pero ese precio estaba “mucho más allá de los posibles” (de Lowie), y al fin la consiguió por 80 $ (p. 300).
MUJER
irrelevantes ni que hombres y mujeres no sean distintos, sino que estos hechos y
diferencias sólo adoptan la significación de superior/inferior dentro del entramado
culturalmente definido del sistema de valores
26
Con el debido respeto a Lévi-Strauss (1969a, b y passim).
Concretamente, mi tesis es que la mujer ha sido identificada con -o, si se prefiere parece,
1ª ser el símbolo de- algo que todas las culturas desvalorizan, algo que todas las culturas
entienden que pertenece a un orden de existencia inferior a la suya. Ahora bien, al parecer
sólo hay una cosa que corresponda a esta descripción, y es la «naturaleza» en su sentido
UNIDAD
más general. Toda cultura o bien la «cultura», genéricamente hablando, está empeñada en
el proceso de generar y mantener sistemas de formas significativas (símbolos, artefactos,
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
etc.) mediante los cuales la humanidad trasciende las condiciones de la existencia natural,
las doblega a sus propósitos y las controla de acuerdo a sus intereses. Así, pues, podemos
igualar aproximadamente la cultura con la noción de conciencia humana o con los
productos de la conciencia humana (es decir, con los sistemas de pensamiento y la
tecnología) mediante los cuales la humanidad intenta asegurarse su control sobre la
naturaleza.
Ahora bien, las categorías de «naturaleza» y «cultura» son, claro está, categorías
conceptuales: en el mundo real no se encuentra una delimitación entre ambos estados o
esferas de existencia. Y es indiscutible que determinadas culturas articulan una oposición
MUJER
mucho más fuerte que otras entre estas dos categorías; incluso se ha defendido que los
pueblos primitivos (algunos o todos) no ven ni intuyen ninguna distinción entre el estado
de cultura humana y el estado de naturaleza. No obstante, yo sostendré que la
universalidad de los rituales demuestra que en todas las culturas humanas hay una
afirmación de la capacidad, específicamente humana, para actuar y regular, y no para ser
pasivamente movida por -o moverse con- las condiciones de la existencia natural. En el
ritual -la consciente manipulación de unas formas dadas para la regulación y
mantenimiento del orden- todas las culturas afirman que las relaciones correctas entre la
existencia humana y las fuerzas naturales dependen de cómo la cultura utilice sus poderes
especiales para regular los procesos globales del mundo y de la vida.
Una esfera del pensamiento cultural donde estos aspectos suelen articularse es la de los
conceptos de pureza y corrupción. Virtualmente, todas las culturas tienen tales creencias,
lo que en buena medida (aunque, desde luego, no absolutamente) parece tener conexión
con las relaciones entre cultura y naturaleza (véase Ortner, 1973, s. f.). Un aspecto bien
conocido de las creencias sobre pureza/corrupción interculturales es el del «contagio»
natural de la corrupción; dejada a sus propias fuerzas, la corrupción (en este sentido más o
menos igualada al funcionamiento no regulado de las energías naturales) se extiende y
42 subyuga a cuanto entra en contacto con ella. De ahí la inquietante cuestión: si la
corrupción es tan poderosa, ¿cómo se pueden purificar las cosas? ¿Por qué no se corrompe
el propio agente purificador? La respuesta, ateniéndonos a la presente línea argumental, es
que la purificación se efectúe en un contexto ritual; el ritual de la purificación, como
actividad intencional que pone a luchar la acción autoconsciente (simbólica) contra las
En cualquier caso, lo que me importa es simplemente que toda cultura reconoce y afirma
implícitamente una diferencia entre el funcionamiento de la naturaleza y el funcionamiento
1ª
UNIDAD
de la cultura (la conciencia humana y sus productos); y aún más, que la diferenciación de la
cultura radica precisamente en el hecho de que en muchas circunstancias puede trascender
Volviendo ahora al tema de las mujeres, su status pancultural de segunda clase podría
explicarse, de forma muy sencilla, postulando que las mujeres han sido identificadas o
simbólicamente asociadas con la naturaleza, en oposición a los hombres, que se identifican
con la cultura. Dado que el proyecto de la cultura es siempre subsumir y trascender la
MUJER
naturaleza, si se considera que las mujeres forman parte de ésta, entonces la cultura
encontraría «natural» subordinarlas, por no decir oprimidas. Pero aunque puede
demostrarse que este argumento tiene una considerable fuerza, sin embargo parece una
excesiva simplificación del problema. La formulación que me gustaría defender y elaborar a
lo largo de la sección siguiente, pues, consiste en que las mujeres son consideradas
«simplemente» más próximas a la naturaleza que los hombres. Es decir, la cultura (todavía
equiparada de forma comparativamente poco ambigua a los hombres) reconoce que las
mujeres toman parte activa en sus procesos especiales, pero al mismo tiempo las ve como
más enraizadas en la naturaleza o teniendo una afinidad más directa con la naturaleza.
La matización puede parecer de poca importancia o incluso trivial, pero yo creo que es una
versión más exacta de los supuestos culturales. Además, planteado en estos términos, el
argumento tiene varias ventajas analíticas sobre la formulación más simple; más adelante
hablaré de esto. Tan sólo quiero subrayar aquí que la argumentación matizada sigue siendo
una explicación de la desvalorización pancultural de las mujeres, pues, aunque no se
equipara las mujeres a la naturaleza, no obstante se considera qué representan un orden
inferior de la existencia, al haber trascendido a la naturaleza menos que los hombres. La
siguiente tarea de este artículo pues, consiste en examinar por qué han podido ser
consideradas de este modo. 43
1ª Por supuesto, todo comienza con el cuerpo y las naturales funciones procreadoras
específicas de las mujeres. Podemos distinguir tres niveles en que este hecho fisiológico
UNIDAD
absoluto tiene significación para nuestro análisis: 1) el cuerpo y las funciones de la mujer,
implicados durante más tiempo en la «vida de la especie», parecen situarla en mayor
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
proximidad a la naturaleza en comparación con la fisiología del hombre, que lo deja libre en
mayor medida para emprender los planes de la cultura; 2) el cuerpo de la mujer y sus
funciones la sitúan en roles sociales que a su vez se consideran situados por debajo de los
del hombre en el proceso cultural; y 3) los roles sociales tradicionales de la mujer,
impuestos como consecuencia de su cuerpo y de sus funciones, dan lugar a su vez a una
estructura psíquica diferente que, al igual que su naturaleza fisiológica y sus roles sociales,
se considera más próxima a la naturaleza. Me ocuparé sucesivamente de cada uno de estos
puntos, demostrando en primer lugar cómo, en cada caso, determinados factores tienden
fuertemente a alinear a la mujer junto a la naturaleza, señalando luego otros factores que
demuestran su absoluta alineación junto a la cultura, factores estos que, combinados, la
MUJER
(…)
MUJER
maternales por su propio proceso de socialización y que tiende hacia un mayor
personalismo y hacia formas de relación menos mediatizadas, todos estos factores hacen
que la mujer parezca estar más directa y profundamente enraizada en la naturaleza. Al
mismo tiempo, sin embargo, su «pertenencia» y su absolutamente necesaria participación
en la cultura son reconocidas por la cultura y no se pueden negar. Así, pues, se considera
que la mujer ocupa una posición intermedia entre la naturaleza y la cultura.
Esta posición intermedia tiene diversas consecuencias para el análisis, según cómo se
interprete. En primer lugar, por supuesto, responde a mi pregunta básica de por qué la
mujer es considerada en todas partes inferior al hombre, pues aunque no sea vista como
pura y simple naturaleza, sigue suponiéndose que trasciende la naturaleza en menor
medida que el hombre. Una posición intermedia, en este caso, no significa ni más ni menos
que un «status medio» en la jerarquía de la existencia, que va desde la naturaleza a la
cultura.
individuos, que habrán de ver el mundo en los términos de esa cultura y adherirse de modo
1ª más o menos inequívoco a sus preceptos morales. Las funciones de la unidad doméstica
deben ser estrechamente controladas con objeto de asegurar su producto; la estabilidad de
la unidad doméstica en cuanto institución debe colocarse tan fuera de toda duda como sea
UNIDAD
posible. (Algunos aspectos de la protección de la integridad y estabilidad del grupo
doméstico podemos verlos en los fuertes, tabúes contra el incesto, el matricidio, el
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
Por último, la posición intermedia de la mujer puede tener la consecuencia de una mayor
ambigüedad simbólica (véase también Rosaldo). Modificando nuestra imagen de las
relaciones cultura/naturaleza, podemos llegar a concebir la cultura como un pequeño
calvero en medio del bosque que constituye el sistema natural más amplio. Desde este
punto de vista, aquello que es intermedio entre la cultura y la naturaleza se sitúa en el
continuo que constituye la periferia del calvero de la cultura; y aunque, por eso mismo,
puede parecer situado tanto arriba como debajo (o al lado) de la cultura, está sencillamente
fuera y alrededor. Entonces podemos comenzar a comprender por qué un único sistema de
pensamiento cultural suele asignar a la mujer significados completamente polarizados y en
apariencia contradictorios, puesto que los extremos, como dice el dicho, se tocan. Que con
tanta frecuencia la mujer representa la vida y la muerte sólo es el ejemplo más simple que
46 podemos mencionar.
Para otra perspectiva sobre el mismo tema, recordaremos que el modelo psíquico que se
asocia a las mujeres suele situarse tanto en el fondo como en la cima de la escala de las
27
A nadie parece importarle mucho el sorocidio, cuestión ésta sobre la que habrá que investigar.
formas humanas de relación. Este modelo tiene tendencia a una implicación más directa
con las personas en cuanto individuos y no en cuanto representantes de una u otra
categoría social; también puede verse al mismo tiempo que este modelo «ignora» (y por
tanto subvierte) y «trasciende» (y por tanto alcanza su más elevada síntesis) esas
1ª
UNIDAD
categorías sociales, según sea el punto de vista que se adopte para cada objetivo concreto.
De ahí que podamos explicar fácilmente tanto los símbolos femeninos subversivos (brujas,
MUJER
fenómenos marginales, entonces también estamos en mejor posición para explicar
aquellas «inversiones» culturales e históricas en que, de una u otra forma, se alinea a la
mujer junto con la cultura y a los hombres junto con la naturaleza. Se me ocurren algunos
ejemplos: los sirionó de Brasil, para los que, según Ingham (1978: 1098), «la naturaleza, lo
crudo y lo masculino» se oponen a «la cultura, lo cocido y lo femenino»28; la Alemania nazi,
donde se decía que las mujeres eran guardianas de la cultura y de la moral; el amor
cortesano europeo, donde el hombre se considera a sí mismo bestia y la mujer es el objeto
prístino y exaltado (pauta que persiste, por ejemplo, entre los actuales campesinos
españoles (véase Pitt-Rivers, 1961; Rosaldo). Y, sin duda, hay otros casos de este tipo,
incluyendo algunos aspectos de nuestra propia concepción de la mujer. Cada uno de estos
ejemplos de alineación de la mujer con la cultura y no con la naturaleza requiere un
detallado análisis de los datos históricos y etnográficos concretos. Pero al indicar cómo la
naturaleza en general, y en particular la forma femenina de las relaciones interpersonales,
desde determinados puntos de vista pueden parecer situados ambos por encima y más allá
(pero en realidad simplemente fuera) de la esfera de la hegemonía de la cultura, hemos
sentado por lo menos los cimientos para tales análisis.
En resumen, el postulado de que la mujer es tenida por más próxima a la naturaleza que el
hombre tienen diversas consecuencias para los posteriores análisis y puede interpretarse 47
28
El tratamiento de Ingham es bastante ambiguo, puesto que las mujeres también son asociadas con
animales: “La contraposición hombre/animal y hombre/mujer son evidente- mente similares... la caza es el
procedimiento para adquirir mujeres así como animales” (p, 1095). Una cuidadosa interpretación de los datos
indica que tanto hombres como mujeres y animales son, en esta tradición, mediadores entre la cultura y la
naturaleza.
de muy distintas formas. Si simplemente se considera como una posición media entre la
Conclusiones
MUJER
Por último debemos volver a subrayar que todo este esquema es una construcción de la
cultura y no un hecho de la naturaleza. La mujer no está «en realidad» en absoluto más
próxima (o más alejada) de la naturaleza que el hombre: ambos tienen conciencia, ambos
son mortales. Pero sin duda hay razones para que la mujer aparezca de esta forma, y eso es
lo que he tratado de mostrar en este artículo. El resultado es un (tristemente) eficiente
sistema de feedback: los distintos aspectos (físicos, sociales, psicológicos) de la situación
de la mujer colaboran a que sea vista como más próxima a la naturaleza, mientras que la
concepción de ella como más próxima a la naturaleza es a su vez incorporada en formas
institucionales que reproducen su situación. Las consecuencias para el cambio social son
igualmente circulares: una concepción cultural distinta sólo puede surgir de una realidad
social distinta; una realidad social distinta sólo puede surgir de una concepción cultural
distinta.
Está claro, pues, que la situación debe ser atacada por ambos flancos. Los esfuerzos
dirigidos exclusivamente a cambiar las instituciones sociales -mediante el establecimiento
de cuotas de empleo, por ejemplo, o mediante la aprobación de leyes de igual-salario-para-
igual-trabajo- no pueden tener efectos de largo alcance si la imaginería y el lenguaje
48 cultural siguen suministrando una concepción relativamente desvalorizada de la mujer.
Pero, al mismo tiempo, los esfuerzos únicamente orientados a cambiar los supuestos
culturales -mediante grupos masculinos y femeninos de concienciación, por ejemplo, o
mediante la revisión de las disciplinas educativas y de la imaginería de los mass-media- no
pueden conseguir su objetivo a no ser que cambie el fundamento institucional de la
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Una serie de puntos de conflicto emergen desde el interior de los Estudios de La Mujer y
desde fuera de ellos. En este último caso está el aislamiento y ghettización que comenzó a
perfilarse pues se sostuvo que ellos se concebían “sólo para mujeres y por mujeres”. Se
produce así una suerte de marginalización y el trazado de una línea divisoria en donde los
Estudios de La Mujer comienzan a conformarse como una subdisciplina en las ciencias
sociales y humanas. Esto puso en el tapete el problema de que todos los esfuerzos de la
investigación sobre la mujer se perdían por la segregación y la marginalidad, y por la débil
inserción de los programas de Estudios de La Mujer en las universidades o centros
académicos en que se realizaban.
De esta manera, los Estudios de La Mujer se fueron encerrando, desarrollándose sólo entre
mujeres y para las mujeres. Una de las razones que explica este proceso fue la falta de
buenas estrategias políticas para “infiltrar” el tema en otros ámbitos del saber. Es decir, si
bien se estaban realizando importantes avances en los Estudios de La Mujer, estos eran
50 desconocidos por la totalidad de la comunidad académica pues sólo se difundían en
circuitos restringidos.
Como hemos señalado, esta ghettización se vincula a la creencia de que las mujeres se
encuentran mejor habilitadas para estudiar a La Mujer. Se pensaba que las mujeres
estaban mejor capacitadas para comprender la realidad y problemáticas de las otras. De
MUJER
una categoría sociológica universal a sujetos con vivencias, historias y posiciones distintas
de acuerdo a su pertenencia étnica.
está condicionada por una suma de elementos y que es distinta a la de las otras mujeres
1ª ¿podemos seguir hablando de una esencia femenina? ¿Podemos pensar que existe un
denominador común a todas las mujeres? ¿Un elemento común que defina un modo
unívoco de ser?29 Es precisamente a partir de esa crítica que brotarán otras controversias
UNIDAD
como aquella que cuestionó la pretendida universalidad de la subordinación de La Mujer.
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
Con preguntas como éstas se dio inicio a una amplia polémica que puso de manifiesto la
necesidad de superar las nociones universalistas y esencialistas acerca de la mujer y que
además hizo visible el tema de la ghettización de los Estudios de La Mujer, donde sólo las
mujeres estudian a las mujeres. Ese proceso de reflexión dará lugar al surgimiento, en la
década de los 80, de los Estudios de Género.
Análisis crítico de una investigadora que desarrolló un estudio con trabajadoras sexuales
en Perú y percibió límites a los postulados o expectativas propios del movimiento de
MUJER
Estudios de la Mujer:
Parecía lógico presuponer que las mujeres que se prostituyen se sentirían más cercanas a
una mujer y más bien rechazarían a un hombre debido a los contenidos de su trabajo. Yo
pensé que mi asistente iba a tener más problemas que yo y que las diferencias de género
tendrían muchas más implicancias en nuestras relaciones que, por ejemplo, la
nacionalidad. Esta confrontación ilustra que las relaciones entre las personas del mismo o
distinto género son menos predecibles de lo que puede esperarse.
No tomó mucho tiempo darnos cuenta de que había diferencias en las relaciones entre las
mujeres y yo, entre ellas y mi asistente. Parecían sentirse a gusto hablando con él, y él no
tenía problemas en desarrollar las relaciones. Por momentos, yo sentía que conmigo las
52 mujeres mantenían la distancia y trataban de guardar una cierta imagen mientras que con
él se mostraban sin reservas.
29
Sin duda se trata de un tema que continúa abierto, nuestra intención no es imponer una visión determinada
sino sólo motivar a la reflexión y a la búsqueda de respuestas
Estos párrafos dan cuenta de los supuestos de la investigadora en cuanto a que su propia
condición de mujer facilitaría su trabajo. Sin embargo, ella toma conciencia de que ese
factor no necesariamente opera en ese sentido.
MUJER
53
LECTURA
1ª GLYNIS CARR
UNIDAD “Estudios de la mujer”, en Diccionario de teoría crítica y estudios culturales. Michael Payne
(comp), Ed. Paidos, 2002, Buenos Aires, Argentina. (pag. 215 a 220)
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
Del autor: Associate Professor of English Bucknell University, Pd.D de Ohio State
University. Editor de “The Online Archive of Nineteenth-Century U.S. Women’s Writings”.
Del texto: En este texto se presenta un recuento del surgimiento y desarrollo del
movimiento de los Estudios de la Mujer en Estados Unidos, y se destacan los principales
aportes y límites del mismo.
Claves de Lectura
presenta el artículo:
54
ESTUDIOS DE LA MUJER
En: Diccionario de teoría crítica y estudios culturales. Michael Payne (comp), Ed. Paidos, 2002,
Buenos Aires, Argentina. (pag. 215 a 220)
1ª
UNIDAD
Glynis Carr
MUJER
Stimpson (1986) resume tres objetivos específicos principales para los estudios de la mujer:
“enseñar el tema de la mujer adecuadamente; terminar con la discriminación sexual en la
educación en todos los niveles, desde el jardín de infantes hasta los estudios
posdoctorales, e integrar el activismo feminista al pensamiento feminista” (pp. 12-13).
Además, el objetivo de la enseñanza adecuada plantea un complejo conjunto de cuestiones
vinculadas: el contenido (aquello que se enseña), la pedagogía (cómo se enseña), los temas
(las cuestiones planteadas en clase y en el trabajo de campo), y la teoría y el método (cómo
se contestan las preguntas y se dirige la investigación; qué es lo que se considera
conocimiento).
Aunque las primeras clases de estudios de la mujer fueron impartidas en la década de 1960
en Gran Bretaña y los Estados Unidos, la historia de los estudios de la mujer se remonta
muy atrás en el tiempo, y tal vez comience con Christine de Pisan (c. 1364-1431), noble
francesa que sostenía que las mujeres tienen la misma capacidad de aprender y el mismo
derecho a ser educadas que los hombres; siguiendo por las defensoras de la educación
femenina, como Mary Wollstonecraft en el siglo XVIII y Margaret Fuller en el XIX. Sin
embargo, si bien el argumento de la educación de la mujer, que se impuso a fines del siglo
XIX, apuntaba a que las mujeres fueran mejores compañeras para los hombres y estuvieran
mejor preparadas para cumplir con los roles que se les asignaba en el patriarcado, las 55
arquitectas de los estudios de la mujer sostuvieron que el saber feminista y la enseñanza no
deben ser únicamente acerca de las mujeres, sino también ser para las mujeres:
específicamente, para la liberación femenina de la dominación masculina.
Cierto número de aportes históricos convergieron en la década de 1960 para hacer posibles
1ª los estudios de la mujer, con su misión explícitamente radical: los cambios demográficos
que afectaban a la educación superior, el movimiento por la universidad libre, un difundido
disenso político (por ejemplo, los movimientos internacionales anticoloniales y los
UNIDAD
movimientos de liberación de la mujer y por los derechos civiles de los negros en los
Estados Unidos, donde los estudios de la mujer se han desarrollado más extensamente). En
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
MUJER
cursos sobre el tema en los Estados Unidos, pero en 1973 ya había más de 2000 cursos y 30
programas vinculados; hacia 1980, el número de cursos había alcanzado la cifra de 20.000 y
de número de programas, 350; hacia 1982, las universidades ofrecían 30.000 cursos.
National Women’s Studies Association Task Force for the Association of American Colleges
contaba con 621 programas de estudios de la mujer en 1991, ofrecidos por el 68 % de las
universidades. Esas redes se desarrollaron rápidamente para intercambiar información e
ideas. Numerosas recopilaciones de diseños curriculares se publicaron, comenzando con
Female Studies, una serie de diez volúmenes que apareció en la década de 1970, auspiciada
primero por la MLA Commission on the Status of Women, y luego por el Clearinghouse on
Women Studies of the Feminist Press. Muy pronto, el volumen de los nuevos cursos obligó
a abandonar la exhaustividad e interdisciplinariedad a que apuntaba Female Studies; en la
década de 1980, seguirían apareciendo volúmenes con los programas de estudios y diseños
curriculares, pero más específicamente enfocados, como es el caso de Reconstructing
American Literature (1983), de Paul Lauter. En la década de 1990, las docentes feministas
pudieron compartir los programas electrónicamente, a través de “Women’s Studies List”
(WMST-L), un grupo de análisis en Internet. Entre mediados de la década de 1970 y
mediados de la de 1990 se han establecido archivos y centros de investigación a una
velocidad sorprendente. Algunos fueron fundados de manera independiente, como los
Lesbian Herstory Archives, en Nueva York, o el Institute for Research in History y el Center 57
for Women’s Policy Studies, en Washington. Otros, como The Bunting Institute at Radcliffe
o centros en Wellesley y Memphis State, se basan en una combinación de subsidios
universitarios, becas federales y dinero proveniente de fundaciones. También existen
centros internacionales; entre ellos, el International Research and Training Institute for
the Advancement of Women, subsidiado por las Naciones Unidas; la Association of African
1ª Women for Research and Development, y el Asian and Pacific Centre for Women and
Development (una lista exhaustiva puede encontrarse en Albrecht y Brewer, 1990). Las
reuniones feministas y las organizaciones profesionales se han formado dentro de
UNIDAD
sociedades de estudios en todos los niveles, desde el regional hasta el internacional, y se
han fundado nuevas organizaciones, como la National Women’ s Studies Association en
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
1977, que auspicia una de las numerosas conferencias anuales de estudios de la mujer. Han
aparecido becas, premios y cátedras, y proliferado las revistas y editoriales. Feminist Press,
iniciada por Florence Howe y Paul Lauter en1970, fue una de las primeras editoriales
feministas y sigue siendo una de las más importantes, aunque hay muchas otras, por
ejemplo Kitchen Table: Women of Color, Crossing and Pergamon. Por cierto, casi todas las
grandes editoriales, incluyendo todas las editoriales universitarias, tienen ahora una
colección o una división dedicada a los estudios de la mujer, y se edita un número increíble
de revistas; entre las más destacadas se encuentran Signs, Feminist Studies, Women ‘s
Studies, Sage, Gender and Society y Women’s Studies International Forum. La velocidad
con la cual los estudios de la mujer han sido legitimados indica que satisfacían necesidades
MUJER
urgentes.
La primera y más urgente era colmar una enorme ansia de información acerca de la mujer y
las vidas de mujeres, desarrollar caminos de conocimiento que, parafraseando a la
historiadora Gerda Lerner, no dejaran afuera a la mitad de la humanidad. Los estudios de la
mujer han sido increíblemente productivos, y han generado un enorme cuerpo de estudios
con consecuencias paradigmáticas para todas las disciplinas. La revisión del currículo se
produjo de común acuerdo, cuando quienes participaban en estudios de la mujer al
principio parecían preguntarse lo que Mary Daly llamó “no-preguntas acerca de no-datos”,
y luego hicieron visible a la mujer y reinterpretaron los roles de las mujeres en la historia y
sus contribuciones a la cultura. Así como los primeros trabajos en estudios negros
apuntaron a corregir la representación desvalorizante del pueblo negro en la cultura racista
dominante -una manera de demostrar el eslogan callejero “Black is beautiful”-, los
primeros trabajos en estudios de la mujer comenzaron con una crítica de la representación
estereotipada y peyorativa de las mujeres en la cultura masculina dominante, con análisis
ideológicos de las “imágenes de mujer”, interiorizando especialmente su efecto psicológico
destructivo y opresor. Una antología de crítica feminista, Images of Women in Literature
(1972), de Susan Koppelman, es un ejemplo de ese momento, así como de las actitudes
58 hacia la próxima fase de los estudios de la mujer: el título de uno de los ensayos es “¿Por
qué no estamos escribiendo sobre nosotras mismas?”. Hacia mediados de 1980, este
proceso de revisión curricular sería concebido como un progreso a través de distintas
etapas, comenzando con la exclusión de las mujeres de las disciplinas y terminando con la
completa transformación de los materiales, teorías y métodos disciplinarios. En 1985, las
MUJER
la obra feminista sobre la psicología de las mujeres pertenece a esta corriente, por ejemplo,
la revisión de la teoría freudiana en la década de1970 por parte de Juliet Mitchell y Nancy
Chodorow, o la revisión del modelo androcéntrico de Kohlberg del desarrollo ético por
parte de Carol Gilligan en 1982. La revaloración entraña una integración no sexista de
hombres y mujeres, como sujetos y objetos de la indagación. La revaloración apunta a las
relaciones de género y usa las teorías androcéntricas revisadas y las nuevas teorías
ginocéntricas para desarrollar cuerpos teóricos verdaderamente universales. En la década
de 1990, la revaloración es aún imaginaria, un objetivo hacia el cual los estudios de la mujer
aún procuran tender, si bien es transformado desde adentro por las mujeres de color.
Así como el saber feminista se oponía y criticaba los estudios androcéntricos, a su vez él
mismo fue desafiado por aceptar acríticamente y reproducir premisas y paradigmas
racistas. El título de un importante hito en el estudio de la mujer negra es muy elocuente:
All the Women are White, All the Blacks are Men, But Some of Us are Brave: Black Women
‘s Studies (Hull, Scott y Smith, 1982). La antología multidisciplinaria de ensayos sobre
teoría, métodos y materiales de los estudios de la mujer negra condena el racismo de una
práctica feminista que excluye y margina a las mujeres negras, escruta la problemática
posición política de las investigadoras negras en la academia pos moderna, especula acerca
de las posibilidades radicales de la enseñanza feminista negra, y distribuye un vasto corpus 59
de material para apoyar esa enseñanza. También reedita un manifiesto crucial:
“Declaración feminista negra”, en la cual el Combahee River Collective rechaza las teorías
unidimensionales del sexismo, el racismo y la opresión de clase, sosteniendo en cambio
que una práctica de oposición por parte de las feministas negras sólo puede desarrollarse
en tándem con teorías que comiencen por asumir una intersección compleja de opresiones
Dado que los estudios de la mujer han sido tan increíblemente productivos, está más allá
del alcance de este análisis resumir adecuadamente sus aportaciones dentro de cada
disciplina, pero puede encontrarse una revisión al respecto en The Impact of Feminist
Research in the Academy (Farnham, 1987), que indaga en el campo de la antropología, la
historia, los estudios religiosos, la psicología, la ciencia, la economía, la ciencia política, la
literatura y la sociología a mediados de la década de 1980. En general, puede decirse que los
estudios de la mujer han establecido una firme diferencia entre sexo y género, y han
introducido el género como categoría legítima de análisis. Los estudios de la mujer han
documentado la opresión de las mujeres en todas las esferas de la vida social; han
fomentado la conciencia pública en torno de una serie de problemas que incluyen la
violencia contra mujeres y la feminización de la pobreza; han contribuido a crear conciencia
de y respeto por los múltiples roles de la mujer en la economía y la “brecha de género” en
política; y han promovido el saber acerca de la acción de las mujeres en la historia y sus
aportes en las artes. Los estudios de la mujer han iniciado nuevas técnicas pedagógicas y
metodologías de investigación que integran la teoría y la práctica (véase Bowles y Klein,
1983; Culley y Portugués, 1985; Weiler, 1988). Finalmente, los estudios de la mujer han
tenido una enorme influencia en la política pública, como también en la definición jurídica
de violación desde la década de 1960. Irónicamente, sin embargo, los estudios de la mujer
60 han tenido escasa influencia en la academia, donde desarrollan la mayor parte de su
trabajo.
MUJER
negativas de empleo y recortes presupuestarios a los programas en escuelas individuales.
En la década de 1980, época de resurgimiento del conservadurismo político, se recortaron
los fondos a nivel nacional y se lanzó una campaña en los medios contra los estudios de la
mujer, orquestada por la derecha religiosa, que caracterizaba esta corriente teórica como
un “asalto” a los campus universitarios por parte de “feminazis”, esto es, guerrillas
lesbianas anti-hombres con un fino barniz de “conocimiento Ersat”.
Sin embargo, manejar la oposición es sólo uno de los problemas que enfrentan los estudios
de la mujer en la década de 1990. Hay un haz de cuestiones que indican la necesidad de una
mayor inclusión y diversidad en los estudios de la mujer. Desde sus comienzos, han sido un
sitio de diversidad política e ideológica; a pesar de las posibilidades creativas que esa
diversidad permite, a menudo se teme y se suprime como fuente de conflicto. En la década
de 1970, por ejemplo, había importantes conflictos entre las feministas liberales y las
radicales acerca de si los estudios de la mujer debían presentarse abiertamente como
feministas o siquiera “políticos”. Es decir, si bien la mayoría de sus miembros estaban de
acuerdo en que la generación del conocimiento siempre es algo cargado de significación
política, había desacuerdo respecto de la necesidad de tener compromiso político fuera de
la academia. ¿Es suficiente, por ejemplo, estudiar el problema de las mujeres golpeadas, o
hay que buscar un efecto directo, inmediato y cuantificable en las vidas de esas mujeres? 61
Este conflicto se desarrolló como una batalla por el nombre que debían tener los estudios
de la mujer (las posibilidades eran “estudios de los roles sexuales”, “estudios femeninos”,
“estudios feministas” y, por supuesto, “estudios de la mujer”). En la década de 1980, la
cuestión del nombre reapareció cuando se debatió el rol de los hombres en el feminismo.
Algunos programas aceptaron hombres y estudios del hombre, llamando a este esfuerzo en
mujer la predominancia de mujeres blancas sigue siendo una frustración. Del mismo modo,
deben establecerse lazos internacionales o, donde existan, deben ser fortalecidos, en
especial en los Estados Unidos, donde los provincianismos intelectuales y culturales son
hábitos profundamente arraigados. Tales compromisos deben reflejarse en la revisión de
los currículos.
Los demás problemas son una consecuencia de la falta de una ideología uniforme en los
estudios de la mujer, problema central e irresuelto desde los inicios. Dos cuestiones
importantes aparecen aquí vinculadas: si los estudios de la mujer son o no una disciplina, y
si su paso a la corriente académica central debería ser o no su objetivo esencial (Bowles y
MUJER
Klein, 1983). Para que ambos proyectos tengan éxito, los estudios de la mujer necesitan
afirmar cierta autoridad, aunque se trata de un movimiento fundamentalmente
comprometido con el antiautoritarismo. El conflicto entre la tendencia democratizante de
los estudios de la mujer y su reproducción de las estructuras autoritarias del patriarcado es
tan problemático como las disputas en torno del gobierno, particularmente espinosas y
polémicas, que han destruido a veces programas enteros. ¿Los estudios de la mujer deben
ser dirigidos por la facultad y sus administradores, o las alumnas y las mujeres de la
comunidad deben también participar en la formulación de los programas? ¿Pueden los
programas conservar su autonomía, incluyendo el derecho a experimentar con estructuras
no ortodoxas de gobierno? ¿Pueden evitar la interferencia administrativa, aunque
simultáneamente alienten el apoyo administrativo? ¿Pueden sus participantes reconocer y
resolver creativamente los conflictos originados en la diferencia de estatuto, conflictos
entre mujeres pertenecientes y no pertenecientes a la facultad, o entre la facultad y
graduadas y estudiantes? ¿Hasta qué punto pueden crearse estructuras administrativas no
jerárquicas y consensuadas, y cómo pueden las participantes de los estudios de la mujer
resolver las contradicciones y paradojas que surgen cuando tales experiencias chocan
contra los procedimientos institucionales establecidos? ¿Cómo pueden, por ejemplo, los
docentes crear un clima igualitario en clase y luego poner calificaciones?
62
Finalmente, los estudios de la mujer comparten ciertos problemas con los académicos en
general, problemas que el rápido crecimiento del área y su compromiso con la investigación
interdisciplinaria no han hecho más que exacerbar. Entre ellos, se destacan la enorme
expansión del saber, y cómo hacer frente a la proliferación de teorías y métodos. A pesar de
que los estudios de la mujer han producido refinadas herramientas y guías para la
investigación, que incluyen Feminist Periodicals, Feminist Collections y New Books on
Women and Feminism (todos publicados por Women’s Studies Librarian, de la Universidad
de Wisconsin), Women ‘s Studies Abstracts, e Introduction to Library Research in Women’s
1ª
UNIDAD
Studies (1985), de Susan Searing, para estudiantes, carecen de un equivalente de, por
ejemplo, Literary Research Guide, de Harner, en inglés. Esas herramientas, desde luego, no
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MUJER
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Tetreault, Mary Katy Thompson 1985: “Feminist phase theory: An experience-derived
evaluation model”.
Weiler, Kathleen 1988: Women Teaching for Change: gender, Class and Power.
1ª
UNIDAD • Los Estudios de La Mujer surgen en la década de los setenta en las universidades
del primer mundo y tienen como objetivo central relevar la cara femenina, que
ANTECEDENTES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA Y LOS ESTUDIOS DE LA
• Este ejercicio da cuenta de que las investigadoras de la época van revisando sus
propias concepciones y su construcción subjetiva, pero aún lo hacen de manera no
sistemática.
64