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a) Nociones teóricas de las dinámicas a la base que apunten a hipótesis

comprensivas del fenómeno.

La violencia familiar ha sido caracterizada como todo acto dirigido a lastimar


física, sexual y emocionalmente a cualquier miembro (esposo-a, padre-madre, hijo-
a, abuelo-a) de la familia por otro miembro del mismo grupo. Las dinámicas
generadas en estos contextos son muy diferentes a aquellas agresiones que se
puedan generar en otros grupos de nuestra sociedad, pues existen en él lazos
afectivos. Para que se configure un acto violento, ya sea física, psicológica,
sexualmente o a través de alguna negligencia; debe existir una persona que lo
ejerza y quien mantendría un rol marital, parental, o de cuidado hacia otros con roles
recíprocos. (Stith et al., 1992).

Respecto al ciclo de la violencia intrafamiliar, éste sigue un curso dinámico y


evolutivo; existe un ciclo definido e identificable a través del cual se
configura. Respecto al hombre que ejerce la violencia, que es el caso clínico que
analizamos, el ciclo también puede preverse, así como también los antecedentes
que lo habrían llevado a presentar este tipo de patrones. Según Walker (1979), para
el análisis e intervención de la violencia intrafamiliar el descubrimiento del patrón
cíclico de la conducta violenta del agresor ha sido esencial. En los estudios
realizados con mujeres víctimas elabora el ciclo que caracteriza a este tipo de
comportamiento. El ciclo de la violencia se caracteriza por factores estructurales,
funcionales y procesuales. La ocurrencia de este ciclo sería sucesiva y en tres
etapas: fase de la tensión, fase de la agresión, y la fase del arrepentimiento y
conciliación. “Víctima y agresor se relacionan dentro de unos contextos que
posibilitan la acción violenta en la que el agresor logra algún beneficio o utilidad.”
(p. 54)

Respecto a las mujeres, víctimas de agresión, son mujeres victimizadas por el


abuso, amenazadas por la conducta agresiva del hombre, golpeadas en la relación
conyugal, formadas en el ciclo de la violencia, mutiladas por la hostilidad de su
cónyuge o pareja y asesinadas por incidentes domésticos (Jones,
1996). Generalmente, la dinámica de la agresión va en una escalada, en donde la
mujer es víctima de actos de violencia como gritos, violencia psicológica, control
exhaustivo hasta ir llegando a las agresión física o sexual más violenta. En la
investigación realizada por Hotaling y Sugarman, (1989), el ciclo de experiencias de
vida de estas mujeres registra el abuso físico y sexual por el padre, hermano o
familiar cercano. Al abandonar el hogar, generalmente a temprana edad, vuelve a
emparejarse con un hombre maltratado, perpetuando el ciclo de la violencia.

Respecto al hombre agresor, autores exponen que existen factores


biológicos, psicológicos y sociales que pueden predisponer a que ejerzan actos de
violencia en contra de sus parejas, entre los que podemos señalar:
factores genéticos, neuropsicológicos (debidos a lesiones cerebrales), capacidades
mentales distorsionadas y sesgos cognitivos, enfermedades mentales, uso y abuso
de alcohol y drogas, etc. Al estudiar las familias de personas que han sido víctimas
de violencia doméstica y las familias de las que proceden los hombres agresores,
se han encontrado presentes los siguientes factores: familias con problemas
múltiples (alcoholismo, drogas, desempleo, hacinamiento, abuso sexual);
hogares destruídos (divorcios / muerte); rechazo por parte de los padres o disciplina
defectuosa; modelos psicopáticos de los padres ( Corsi, 1994; Nevárez, 1996;
Dutton y Golant, 1997; Echeburúa, 1998; Caro et al. 2000; Cortés, 2000).

Por tanto, podemos concluir que la dinámica de violencia intrafamiliar se


trataría de un comportamiento aprendido y transmitido de generación en generación
y que sigue un ciclo predefinido que se repite en el tiempo. En este sentido, no sólo
requiere a quien agrede sino también a la víctima con rasgos definidos y formándose
entre ellos una relación de complementariedad; ella no sería capaz de salir del
círculo de la violencia por la adquisición de patrones tempranos de sometimiento,
baja autoestima, dependencia y habituación a este tipo de actos agresivos.

Esto dice relación directa con el caso de Antonio, podemos ver que en sus
antecedentes encontramos una historia de violencia hacia él en edad temprana y
abandono/muerte por parte de sus cuidadores principales. No sólo ha aprendido un
patrón de relación en base a la violencia, sino que también pareciera que sus
reacciones se detonan por la rabia generada por estos conflictos no resueltos.
Podemos ver también, que a pesar de que él ha generado cierta conciencia de
enfermedad, se encuentra desprovisto de otras estrategias para relacionarse de
otra manera, lo que también se condice con la multiplicidad de factores que han
afectado su patrón de conducta y que lo hacen desenvolverse a partir de un tipo de
apego inseguro al momento de consultar. Por último, también la dependencia de
Sofía, a quien, a pesar de toda la violencia de la que ha sido víctima, le resulta
complejo estar separada de él, lo que indica que aún está en este ciclo y con un alto
nivel de dependencia en el vínculo; finalmente queda de manifiesta la relación de
complementariedad que perpetua la dinámica.

b) Sintomatología asociada relevante y posible modalidad de evaluación de la


misma.

Respecto a la sintomatología presentada podríamos señalar:

- Ansiedad de separación / Apego Inseguro; al estar en soledad le resulta


complejo sentirse seguro y protegido y es en los contextos donde ha sido
amenazado con terminar la relación, por parte de sus parejas, cuando
aparece mayor conducta agresiva
- Patrón de conducta agresiva: El paciente presenta conductas agresivas de
tipo físicas y verbales con su pareja actual, cuestión que también se habría
dado en su relación anterior.
- Labilidad emocional: El paciente presenta dificultad para narrar sus
antecedentes en edad temprana, lo que podría indicarnos que aún existen
conflictos no resueltos en este sentido.
- Consciencia de Enfermedad: El paciente ha llegado a consultar porque ya no
se siente cómodo con este tipo de conductas, lo que sería un paso importante
para una posible intervención psicoterapéutica.
Respecto a la modalidad de evaluación, a través de una anamnesis completa,
entrevista clínica más detallada y algunos test, por ejemplo, de tipo proyectivo,
podríamos obtener mayor información sobre los patrones ya mencionados,
descartar daños de tipo orgánico y otra sintomatología de tipo ansiosa o depresiva
que pueda estar a la base.
Bell, K. y Naugle, A. (2008). Intimate partner violence theoretical considerations: Moving
towards a contextual framework. Clinical Psychology Review, 28, 1096-1107.
Caro, E. et al. (2000). Cuando a mami la maltratan. Tesis de maestría. Escuela Graduada
de Trabajo Social. Universidad de Puerto Rico. Río Piedras.
Corsi, J.(ed.) (1994). Violencia familiar. Una mirada interdisciplinaria sobre un grave
problema Social. Buenos Aires: Paidós.
Cortes Bechiarelli, E. (2000). El delito de malos tratos familiares. Madrid: Marcial Pons
Dutton, D. G. Y Golant, S.K. (1997). El golpeador. Un perfil psicológico. Buenos
Aires: Paidós.
Echeburúa, E. y Corral, P. (1998). Manual de violencia familiar. Madrid: Siglo Veintiuno
Hotaling, G., & Sugarman, D. (1986). “An analysisof risk markers in husband to wife
violence: The current state of knowledge”. Violence and victims,1 (2), 101-123.
Jones, A. (1996). Next time, she will be dead: Battering and how to stop
it. Boston: BeaconPress.
Nevarez, D. (1996). El crímen en Puerto Rico: Tapando el cielo con las manos. San
Juan, P.R.: Instituto para el Desarrollo del Derecho, Inc.
Stith, S. M.; Williams, M.B. Y Rosen, K. (eds.) ( 1992). Psicosociología de la violencia
familiar: Estudio, consecuencias y tratamientos. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer.
Walker , L.E.A. (1979). The battered woman. Nueva York: Harper y Row.

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