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Introducción
Después de la muerte de Gabriel García Moreno, se dio una nueva elección presidencial
en la cual las fuerzas antigarcianas lanzaron la candidatura de Antonio Borrero
Cortázar que ganó por elección popular, su gobierno pudo ser bueno y próspero si él
hubiera retirado la Carta Negra, la cual era la constitución creada en inicio por Juan José
Flores y reformada extremamente por García Moreno. Por este motivo los liberales se
encontraban en total desconformidad con su administración, es aquí cuando interviene
el General Ignacio de Veintimilla declarándose dictador el 8 de septiembre de 1876.
Veintimilla designó a Pedro Carbo como Ministro General, el cual puso en marcha un
plan de secularización, suspendió el Concordato tratando de frenar el poder del clero
aunque éstas reformas no eran radicales la iglesia se sintió amenazada por lo cual,
realizó una agitación popular en Quito y en la Sierra en contra del gobierno para evitar
que se dieran las reformas de la constitución conocida como la Carta Negra. Utilizando
“armas espirituales” como la excomunión, este conflicto llegó a su máximo punto
cuando en la ceremonia del Viernes Santo realizada en la Catedral de Quito fue
envenenado el arzobispo José Ignacio Checa y Barba.
En este punto intervino el general Urbina quien condujo una operación militar hasta la
capital e impuso drásticas sanciones al clero y a los terroristas. Se tranquilizó el
ambiente político, pero Veintimilla no quiso llevar adelante las reformas porque se
había reencontrado con la iglesia y el latifundismo, el cual estaba caracterizado por la
corrupción administrativa y el despilfarro.
En 1878 se reunió en Ambato la Asamblea Constituyente que expidió una nueva Carta
Política, se eliminó algunas normas extremas de la Carta Negra, pero se mantuvo la
confesionalidad del Estado, ratificada en una nueva versión del Concordato. Desde que
fue posesionado como presidente Veintimilla se enfrentó a los liberales, los cuales los
disolvió apresando a uno de los líderes como fue Eloy Alfaro y fue asesinado Vicente
Piedrahita que era una figura y cabeza del garcianismo.
Cuando Caamaño deja el poder, asume uno de sus colaboradores e hijo del primer
presidente constitucional del Ecuador, el señor Antonio Flores Jijón obtuviendo 30000
votos a favor y sin un fuerte contendiente. Estaba absolutamente convencido de que el
proceso progresista era el camino que el país debía seguir, además por sus múltiples
viajes al viejo continente sus ideales de modernización era su principal carta de
presentación al momento de asumir la presidencia.
Como representante del Vaticano logró sustituir el diezmo por otros impuestos pero los
grandes terratenientes serranos y la oposición en el clero estaban totalmente opuestos a
este acuerdo. Estos últimos pusieron al pueblo en contra de la administración de Flores
con el argumento de que el presidente pretendía descristianizar a la gente. También
intentó renegociar la deuda externa para que el país pueda recibir inversiones extranjera
y de esta manera sanear la economía del Ecuador, además también viajo a Francia para
pedir un préstamo para la construcción del ferrocarril y aunque consiguió ambos
acuerdos, el consejo de Estado los desaprobó dejando sin efecto lo que Flores había
conseguido.
Sin embargo en el país se había formado una “argolla” de poder y ante la salida de
Antonio Flores el clero y los terroristas postularon a Luis Cordero como presidente
constitucional. Este a su vez no alejó a la iglesia de la política y más bien le entregó
mucho más poder que el que ya poseía en la administración anterior, esto fue un
retroceso para el progresismo. Luego este decaimiento se agravó con la devaluación del
Sucre en un 50% en comparación con la Libra Esterlina y también ya se vivía una crisis
económica por la caída del precio de la plata. Pero la gota que derramó el vaso fue la
venta de la bandera, hecho que Cordero desconocía ya que quien cometió esta
imprudencia fue el gobernador del Guayas Jacinto Jijón y Caamaño, por esta razón fue
obligado a renunciar dejando al país en una profunda crisis y siendo el inicio de la
revolución liberal.
Conclusión
Bibliografía