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COLEC NUESTRA tiuno editores, s.a. de xv. ON 4 america antigua ASERIC 4 H america colonizada aminos de liberacion os hombres ¥ las Kleas eRe LOS REYES AZTECAS LA CONSTRUCCION DEL GOBIERNO EN LA HISTORIA MEXICA por susan d, gillespie SIGLO VEINTIUNO 2X1 Sie! ‘traduccion de stella mastrangelo prada deni iva martin pacarge primer eu, 1905, ura eign, 1989 Suiiorn etiore + ee primers eis gles, 1980 Ete mney lator press, 08 ‘il oii ste ng ie osc ofraeoip in mei sy eves veserrdosconforme ap inpoesny hecho on aio pied and made in nesico Nice = oe Prep AcIO o Q \ rymoDUCcTON A ANALISIS DE LAS TRADICONES masTONIEAS APTECAS 15 a nto lawn del mundo atic, 0 Dialog y Salt, 2, La into smo st 8 s PRIMERA PARTE: LA MUJER DE LA DISCORDIA 9 a 6 ‘Los reyes de Penccitlan, 495 Las “einas" de Tenochtitlan, 68 2. La RI FuRMABORA 70 ‘La mujer faders vasoronas sobre wn ers, 1: BL elo ‘enelieo la Sus de pape de parma, 96 2B. non De mises MNS Ne CHCHIECAS 04 ‘Maes de dines, 05 ij de chicas, 117; itr ‘omologie ¥ renal tl, 127, 414s Hus DE NoTECCATON ur ice io de Meteor T, 146; ?Teeshpo: ha de Motecstzaa 155, La rena-onroespaals, £69 ‘SEGUNDA PARTE: EL REY RECICLADO 5. momecunmoma y QUETEALOOATL: EN LA PRONTERA wm Sowatsomn 3 8.178; Toplsin Qaetalso, 138 vocubanma y Qoutalin, 21, Bala entre, 219 LA. cmesexen om TorreTa qEALCOATT za ‘Consnboupnes aetna opal apa, 283; Ut saree fhe naga, 245, disiog eatre el aeguusoge y el etaahist ‘adr Ur ocean Ge Toles Qatar 263, 4 mona AGRADA Y REALEZA DANA DB LOS AzTECAS am Tha historia saad yo alr, 275; Histon sarod y eal fo B7 Motwlannn y Cortlandt etary ‘echo, 200 ‘TOU Copias PREFACIO bug wee oA, Este libro se aparta del enfogue acastumbrado en el estudio de las tradiciones historicas del pueblo prehispinico conocido como los aztecas, on cuanto reduce el interés puesto on la his queda ée Ia precision histériea on tales tradisiones y utiliza en fica sibs i do eotrfotniende on mento dos public que a veces dferen Ing Infos familiriados con la storia teeny los interes dls en la interpretacin simbstiea de tents. Como arguedloga de Mesnameriea y espedalsta en antropologia simbiica, me propongo demostrar que un enfaque hermenQtico quaesonir Dara complementar el andliss etncistiicn Histiricas areas y aumentar nustr conocin ‘en particular Ja creacin y repeticion de las tradi siones histérieas ponen de manifiesto sus concepeiones de la naturaleza del gobierno. Como no habia una eaneepeisn tiniea, tampoco habla una vinica narracion, de mado que no se puede ‘uponer automiticamente que contionen algin grado de exac ‘utud literal, puesto que Jas mismas historias se relataban en otras sociedades complojas por las mismas razones Como el andlisis se concentra en los relatos aztecas tradi cionales de! pasado prehispsinico que se han conservado desde la €poca de le conquista espafila de 1921, os datos asumen la forma de relatos cuya calidad narvativa se ha conservada con el fin de que su estructura y fancién resulten comprensibles. El lector se encontrar con frecuencia ante el desafo representa do por la necesidad de compronder las muckaas versiones dis: tintas de episodios de is historia azteca, teniendo que recordar tuna serie de nombres y relaciones sumamente flexibles. Hay: ademas importante informackén histrica que se ha preservado 10 RErACIO no en prosa sino en pinturas ~tanto las pictografias indigenas como ilustraciones europeizadas~ las cuales también eran ex erutadas como un “texto” de otro tipo. Para comprender tanto el enntenido como la organizacién de ste libro y sus objetivos principales puede ser util saber por qué Megué s eseribinlo, La investigacién fue una tentativa de resolver ui problema arqueolégico. La historia de Ce Acatl To- piltzin Quetzalesetl que aparece en libros de arqueoiogia mo- Soamericana me habia fascinado, Topiltzin Quetzaleéatl era un gobernante de los toltecas, una eivilizacion preazteca, ¥ Tos ‘contecimientos de su vida fueron registrados on tradiciones historieas aztecas escritas después do la cunquista espatola, igado a abandonar su capital, la ciudad de Tula on al centro {de Mexico, hizo un Tango viaje hasta la peninsula de Yucatin, ‘scompanado por un grupo de leales tolteeas,y ali reconstrayé la eiudad maya de Chichén Itza convirtiéndola en tna “nueva "Tula", copia del “centro madre” tolteca (para emplear la termi- nologia de Nicholson, 1971:109) Empeeé a leer sobre la arquevlogin de Tula ¥ de Chichén ltzé en busea de pruebas de esa migracion. Hay una clara rela- cidn entre los dos sitios en las semejanzas de la decoracion arquiteetinica y el uso de ezcultura tridimensional yen relieve, ese @ que en otros aspertos sus restos materiales difieren bas ante, Pero lo que determiné a partie de la informacién publi- cada fue que la evidencin arqueoldgica conocida hasta entonces ‘no eneajaba con la historia de Ia migracién de los toltecas tal ‘como habia sido interpretada a partir de las tradiciones axtocas ¥ mayas conservadas. Sin embargo los arquedlogos que traba- jaban en el perindo de las civilizaciones tolteca y azteca (ol poselésion, 900-1500 €.C.} siempre aceptaban para sus inter- pretaciones la evidencia etnohistoriea (Diehl, 1981:293), que ‘eonsideraban superior a los datos arquesligiens. Un estudioso restmié esa posisién al afirmar que, con base en los restos ma- teriales, “se podria pensar que elementos taltoeas se difundio- ron a partir de Chichén hacia fa lejana sla", pero en realidad “las fuentes documentales muestran sin duda alguna que la in- fluencis ocuris en direecisn contearia (Margain, 1971-75) [Lo que saqué en conclusién de esas observaciones fue que ¥o también tendrin que leer los documentos etnohistérieos para entender plenamente la naturaloza de la interaction entre wena Bago [oo oei4 wn ‘ladle cy paePACt, 1 ‘Tala y Chichén Ite, puesto que todas las interpretacones se {neinaban hacia la historia de una migracin toltea a partir de Tula. Sin embargo al exarsinar los regstrosesertos desu tri que cada uno contoba una historia diferente, y en part calor que ninguno dice que Topiltzin Quetzaledat! fae a Chi SD thén Itza, Con tndo, las conteadiceones e inconsistencias de Ins harraciones revelaban sertas patrones, ordenamientes signi featvos, Io que indieaba que tenien un sentido mas profundl tive padia ser explieado empleando las metedologias del an) Hts estnicturalistay simbolienBeplicar lo que signiiabal ‘esos patrones requerta primero entonderquién estaba narrany Sola sores 50a, Todos los documentos fueron escritos mucho después ol porn qe teeta sre es ray depo 0 ‘onguista e incluso bien avanzado el periodo calonial. Puesto ‘que estaba estudiando las historias relatadas por los aztecas, Jas tradiciones histericas deben haber tenido alin significado para la sociedad azteca. Eee significado se hacia visible en las, Semejanzas entre Tas historias aceren del rey talteca Topiltain Quetzaledatly las referentes alos dos reyes llamadus Motecuh: zoma que gobernaron la mas importante capital azteca, ‘Tenochtitlan, habitada por el grupo étnico moxica. Los artecas, igual que otros pueblos, emplenban la historia para construir ‘comunicar sus ideas sobre el origen y Is naturaleza del go bierno, y as os episodios histéricos do Topiftzin Qietzstedatl y los dos Motecuhzomas habjan sido manipulados para ajustarse ‘oss Tdens, To cual explica su similitud. UMleriores investige ‘ones sobre las tradiciones histéricas de la geneatogta de Te. nochtitlan revelaron que tenia una forma cfcea, que datermt ‘nabs por qué sélo los dos reyes llamados Motecuhzoma habian sido singularizados para ser equiparades a Tupiltzin Quetzal chat! como puntos finales de cclos dinasticos, Entonees Ia lg fe impuso investignr el impacto de Ia conquista espana en Is reescrtura de a historia, puesto que fae ese hecho el que con- virtié a Motecuhzema IX en punto final dinastico como ultimo rey do Tenochtitian. 'Al final he legado a una serie de conclusiones que no con- cuerdan con To que Diehl liama la *visién ortodoxa’ de la histo ra tolteca (1981:277), aunque derivan de los mistmos documen ‘posible que alunos lectares rechacen estas ideas por 2 meracio que parecen basarse on Ia sluceién de elamentos de diversas fuentes para apayar mis hipotesis sin embryo la historia ori ‘inal do Toplzin Quetzaloéal tambien we construy6 seluctiva. thonte, igual que todas nuestras reconstruciones del pasado Tic aplindo un métado de anlisis bien eonosio alas tradi. nes histrias aztecas que pusden ineorporar muchos detalles histiricos a menudo ignorados o mal entendides por ser sabre: naturales ocontradicirios. Un ubjetivo de este estudio w ot molar el reexamen de algunas Viejas interpretaciones y una formulacin de explicacionesalterativas para las notables se janzas entre Tula de Allende y Chichén lesa. E) abandono du paradigms “tulocéntico’, todavia no demostrado, para la Mescamérict del poselési deberia permit ademés ulteriores estigacions aobe la verladera naturaleza dela cult a2 tea, que tenia Up fuerte componente dela east del Goll, pcialinente om ol arte y ta religion (sas, por ejemplo, 1983; Sullivan, 1982; y Townsend, 1979). Ee libra ets organizndo en corto modo al revés det orden de la investigacion. Empioza ean un andisis dela historia dic satca de Tenochtitlan y hugo pasa a otros episodios de In his tora mexica que revelan la naturaleaa y las eualidades del gcbierno ~su origen, carter cilico y transforeneia-, cones lentomente relacionadas son coneepeiones ales del reinado divino, La introduesion prepara el esce- nario para el bro, esbozando brevemente la forma y funeion dela tradiciones histéricasaztoas y examinando ebm fueron raodifeadas por la conquistay el subsiguionte gobierno colonial sepa, El estudio de caso empieza en el capitulo 1y se divide OB dos partes, La primera se rfiere al papel que desompense Se rox cn ls lstorias eirtas majere realos lan “rajeres de La ocordi’- y Ia segunda ne Geapa del papel de ciertoe hombres O reales lis “reyes resciadoe™, Son étos Ins dos actores clave en Is eonstruccin de concepeiones del gobierno en relaién din rica con el ensinos y con el Bstado, El capil final es mas 225 code que un sumario; mas que los primeros capitulo, t ten farm abstracta y comparativa ls tipos de informacin includes en la historia sagrada azteca y presenta avenidas para nvestigacines uteiores ‘Agunas convonciones que he seguido on este libro neesitan cxplicacion. La gratia de los nombres propio siempre es un = Preracre o problema en los estudios aatecas porque varsan bastante de un texto a otto y en los diferentes grupos étnicos conocidos valeti- Yamente como pueblo azteca. He preferido tnifurinar las dic Yersas grafius para simplifcar Ia leeturs, empleando las gre fias que parecen ser proferidas por los autores modernos demas, he utilizado el nombre Tollan snicamente para las referencias a la ciudad sagrada que aparece en las tradiciones Dhistorieas azteca y maya, empleando el sindnimo Tula para indicar el sitio arquesligicn, Como es importante que el lector pueda distinguir ficilmente a los hombres de las mujeres, los nombres de mujer van precedides del simbolo binldgico ®. Las ilusteaciones fueron eopiadas de facsimiles de diferente calidad Yen algunos easos representan una seleecin de pictogratias en {que se han eliminado otras imagenes o glasas. Para comodidad del lector las citas de las tradiciones histérieas publicadas han sido ligeramente simplifcadas, Este trabajo es una prolongacién de mi tesis de doctorado,ti- tulada “Aztec prehistory as posteonquest dialogue: a struetural ‘analysis of the royal dynasty of Tenochtitlan" ILa prehistoria azteca como didlogo posterior a la conquista. andiisis estructural de la dinastéa real de Tenochtitlan) (Universidad de Mlinois en Urbana-Champaign, 1983). Quisiera agradeeor el ‘apoyo y consejo de mi comisién de Facultad: David C. Grove, el esaparecido Douglas Butterworth, Claire R. Farrer, Norman B, Whitten, Jn, y Rudolph Troike, E) presente manuserito co srogido y aumentado debe mucho a la critica y Tos consejos de R. Tom Zuidema, Jon K- Chance, Jonathan B, Reyman y va. Figs revisores andnimos. Agradezco también al personal de [a Biblioteca del Musen Nacional de Antropologia do la Cindad de México por la oportunidad de examinar el Codice Gare Gea rads original, a Manuel Aivarado Guinchard que ie prvsto ‘una eopin mirofilmada del Codice de Huichapan ‘TOU Copias INTRODUCCION AL ANALISIS DE LAS TRADICIONES HISTORICAS AZTECAS La historia en el sentido de registro excito slo se inion ‘Nuevo hfundo despues de fa leyada de los europe a fines de siglo 7, con una notable excepién: el aoa eularal llamada Mesoamérica. Ba esa reaién, que so extionde desde el ur de ‘México hasta el nore do Centroamsrcn, forocierom en la ace precolombina varias altas ivliacionos, Entre sus muchor Joqzos estaba el desarola do sistemas de everisura include aun calendar. Ademés, los diferentes pueblos eonservaban _tradicions hisirias orlos de gran anlguedad, que Tuscon serias despues del Gingsatacspanala ono siglo ‘Una de eas dvlizesiones, que despus vei el sombre de sztea, estaba an florociondo en el onto de Mice cuando egaroa las espaol en 1619, Por consiguente la storia Ta sociedad aatecas son partiularmente bien conacidas, dbid ol abundante contacto entre ls pusblosindigonasy io eloni= zadores earopeos después de Ia rondcién en 1531 alos cons 4uistadores espaols encabezados por Hernin Curtis, Abaca «mn término genGrco, queso rficre a una serie de sedade sstado agraiasculturaimenta emparentado,staadas alee dor del lag de Texcrc, en el valle de Mes. Desde eas hase controlaban un estenso lsnperio triutario que eubria buona parte dela Mecoamériea no maya, A dforenia de lo maya del sur de Mesoaméria, los antecas nunen desarellaron un __wetdalro sistema de escritura, pero a lnfan un afore de registro que empleaba simbalo pitogniicos eseritn en I bro" de pap, yconservabun tradiione histarens ule on un eslendario anual slur Si bien ningano de los “bros” artecassobrovvié a la con sista (Glas, 1975:1), al rgitro de su bistone y st eulara 10 fue inteditamente destsid, fue wn cambio preservado en textos posteriorea eerton tanto por ln hte ingens come or ls primers residents eapates (sobre todo religions) on lo que seria eonocio como in Nuova Espana, Muchos de eon has Gis emopucci6s staopueci6n uw scumentos se refieren a aeontesimiontos ocurridos antes de la Tiegada de los espatoles, y por lo tanto se considera que han prescrvado la “tradieén histriea ind(gena" (Cline, 1972:6-7. Tneluyen tanto pietogeafias (continuacisn del sistema de reis- tio original) como textos en prosa,oscritos en espafol @en una lengua indigona ~geveralmente ndhust, lengua dominante en tlvalle de México mediante el alfabeto latino, Con frecuencia, foe documentos postericres a la conguista incluyen una com- binacién de ambos sistemas, siendo bien textos en prosa tus ‘endoe por pictografias © bien textos pictgréfices con glosas y comentarios en prosa, “Todos estos documentos gon inmados generalmente cidicas, a pesar de quo este término latino (singular codex) se refire en Fenlidad a una forma particular de manuserito conatituide por Ihojas sucttas unidas por un caatado (Glass, 1976:7-8) y esa for- ‘rohispéniea. El formato indigena bsico de los “l- bros" aztzeas era ia tira, una serie de pinturss en una tira ofa jn larga y delgada de papel de corteza (dmatt) 0 picl de algin ‘Animal, Esa forma se adaptabe bien a Ins series inint Frumpidas de seantecimiontos vineuladas al calendario azteca, Uinclglo soine de 82 nine rogistrade eomo una linen continua de fdifoe de alto. Unidos a eada glifo de ato habia pictograffas que registraban los prineipales acontecimtentos ocurrides en ese fie, Ese tipo de ibro se liamaba cadulsdmatt o historia de la teuentade Jos ais, Otro tipo de documento pictérico era el I mado mapa, en que aparecen varios pusblos y elementos natu tales dibujados de manera de representar su relacién geografi- fa real, y log acontecimientes y actores relacionados con ellos tsldn dibuajndos jumtn a los lugares correspondientes. ‘Los manuseritos en prosa en la tradicién histérica indigens ban sido clasificados en dos tipes: anales y erénieas (Gibson, 1976:317-918), Los anales eon documentos que enumeran en ‘rain Jos ios del enlendario indigena y deseriben los seontec- tnienlos importantes de enda ada, Fstin evidentemente empa- renlados oon fos documentos pielagedfices de In cuenta de lox ffies (ecxéuhdmoth, y alganos piensan que son versiones en prosa de [as registros pictogréficos (Codex en cruz, 1981014) Laas erdnieas presentan hechos histéricos en una forma rrarrativa més familiar pra fos excita, relatando on i torus Jo ocurrido a los diferentes puoblos ent pasnelo, Se on- 18 saouccion “Tale deAliende e_ Chdad dn Feipe Atanen CHALEAS pete ceuotnessy oroxlus conan 1 me aes ov | rorecas 3 BERLE econichon | ‘Chapulepees {iudaden so valle de Mio roe vec. sernonvecion 19 sidera que gon una introduccién posterior a a eonquista (Gib- sen, 1975: 318) El foco actual de la investigacion sobre esos documentos de 1a primera parte del periodo colonial en la tradicién histérica indigena ha side precisamente “histrco". Bl objetivo principal hha sido espigar 1a "verdad histérica” en los textos escritos por ‘indies y espatoles, con ol fin de reconstruir una cronologis co- recta de los acontecimientos de la historia azteca antes de la Hogada de los eapafoles. El andlisis ha resultado dificil, sin embargo, porque las varies tradiciones existentes no cuentan Ja misma historia, Bn realidad, los estudiosos modernos han tenido que entren- tar muchos problemas al manejar Jos documentos, ineluyendo In presencia do elementos milios o vobrennturntes, ln Londen cas idiosincrdticas y regionales de los diferentes autores, cl uso de calendarios ligaramente diferentes en Ins principales ciuda- ‘des aztecas, malentendidos espatioles, ambigledades del siste- rma de eseritara pictogratica indigena y simples errores (sobre teste problema véase, Borah, 1984; Davies, 1977, y Nicholson 3075). Ademés la influencia europea penotr6 rapide y profune damente en la cultura azteca y afects la forma y el contenido de los documentos histérieos (Anderson, 1960:40; D. Carrasco 3982:12 Kubler, 1972bar-17; Thompson, 1970:39; véase tam- bia ina). Ademés los documentns que sobreviven de ese pe- riodo representan solamente una fraccién de las tradiciones histéricas existontes, y reflejan puntos de vista estrechamente scleccionades, ya gonn obra do indigenas o de espafoles (Broda, 1076:122-12¢; D. Carrasco, 1982:15). Sin embargo, esas degra~ aviones de la verdad histérica y 1a reconocida “mitifcacién” {icholson, 2979:99) de los relatos do la historia aztaen soa vis- fas en general como aborvaeiones que pueden ser elissinadss fempleando uns metodalogin ertica desarrollada por los etno- historiadores para distinguir los elementos realmente hist6ri cos de los detalles Getiios o ereGnoos (P. Carrnsso, 1966:110; Cline, 1972.4; Harvey y Prom, 1984s; Hudson, 1960:55; Lops ‘Austin, 1973:10-11; Nicholson, 1975:504; Sturtevant, 1966:10 ‘Bn el proceso de reeonstruir In seewencia mas probable de ‘acontecimiontos pasadas ha sido nevesario desaeruditar algu: ‘has de las versiones de la historia azteca, concrelamente las {que no eoncuerdan nn la eronologta que se considera mis co seido> OSL ~ __40U coplas...__ 20 ee rrocia, De otto modo at anlisis no podria proceder: “Nogar el Uorecho a adoptar a veeas wn enfoque eolective es en realidad ‘segar a los estudiosos contempordneos el derecho a tratar de Foconstruin la historia de Mesoamériea en absoluts” (Davies, 1967.27), En ccasiones, documentos enteras son declarados soapeclosos, pero lo mas frecuento es que sélo so considere crronea a distorsionada una parte do un relato (Nicholson, 1957-106) mienteas que el resto se acepts como probeblemente ‘ounclo, También se recanoce que et analista con frecuencia tiene que reordenar asonteeimiontos y personas de otro modo ‘que como aparecen en los textos originales con el fin do hacer tas “ms comprensibles” (Davies, 1984207), especialmente por. ‘que Tos estudiosos consideran que los autores originales “mo- ‘vieroa y reordenason” lo mismos hechos al eserbirtos (Nichol- ton, 1957:180, también Davies, 1977:12; Prem, 1984a), Ass ‘una conseeuencia do esta metodologia os ol rechazo de muchos ttatalleg en los varins relatas histéricos (Davies, 1982:106), ex- pecialmente los que resullan“inaceptables o improbebter” (Da ‘os, 1987:4). Queda entoneas un residuo, un descarte misceld hnon que incluye la “oxerecencin mitolgica” (Heusch, 1982:8), Joe pasijes contradictari, Tos documentos sospedhosos, ta in fluencia espafiola, las tendencias y los errores. {LA HISTORIA BS LA VISION DEL MUNDO AZTEC Hay’ otras “verdades” gue pueden eneoniraree en e508 docu: ‘mentos, se refioren n9 tanto de la “historia” como ai mado co- ths lon dndigenas (e inetaso los espaioles) conesbian el pasado fiteen y lo usaban para eomprender su mando presente, un undo que en aquella Gpoea inelufa no séio cl resuerdo de paeadns giorias sino también un extraio ~y para los artocas bléanero~ “otro”. A pesar de las afirmaciones de que los a2- focas eran un pecblo histériee” porque pasefan un calendario y Clortos registros de aspecto histérico (Feldman, 1966:167; Brom, 1984b:6, Radin, 192036), ellos, al igual que los demas ‘pueblos preliteraris, no emcebian la historia como el praces Tavariable y abeolutamente lineal que los evrepeos en general fupowten. Por eso do sus trndiciones histiriens se puede apren- |NTHODUCGION 7 dor algo més que Ia simple eronologia, y cl objetivo del anélisis fpresuntado agit es determinar qué otros tipos de informacién, pueden contener. Tas tradiciones nativas que eobreviven de ese periedo no son ‘un mero recuerdo estético del pasado prekispénico. Revelan en Cambio una aetitud dinémica hacia la historia y tradiciones en Getado de Mluencia: “Durante log primeros cincventa afos dt periods colonial los indice del valle de México continuaron Resarrollaindo {sul concioneia histériea, tanto para el estable- timionto do su propia legitimidad histérica y sus reclamos Como para Ia edificaclén de los espafiotes curiosos" (Glass, 1076.16) Durante ese tiempo, igual que To habfan hecho antes, los aztecas manipulaban la *historia® -In eomprensién del pasado- para explicar su situacién sociopoitic, exactamente Como fo an hecho muchas otras culturas:*tos pueblos prelite- ios eflo se esfserzan por preservar versiones de su pasado Iinkdeiso que expliean sus aggupamicntis o Snstituciones socin~ osen existenein, aunt cuando exna versiones dll paws padi toner escasa relacién con la verdadera serie de acontecimientos ‘nel cazo de la tibu en cuestién’ (Richards, 1960:177), [BI uso activo y 2 mentdo conseiente de la "historia" por los ‘astecas se hace evidento cvando ee examina Ia foncién, ta for- ‘may el contexto de sus regstros historias, Analizar el pasado do otea cultura segin lo relatan sus representantes exire cono- timiento de la visién que esa cultura tiene del pasado y del Hompo mismo. Las coneepeiones mesoamericanas del tempo fran tanto lincales como cicleas. Con el tiempo lineal, el tiem (po registrado empieza en un punto do referencia ‘cero” situado Cnel pasado y avanca al ritmo gue se mida hacia el presente y ET hutura, Como es irreversible ¢ irrepetible, proporsiona un ‘Ponta absolute ¥ nico para enda aeontocimionto en el tempo {Bn cambio cl tiempo cilico ae mide en efreulos que se repiten nfihitamente de modo que vuelve continvamente a su punto toro", y cada acontecimionts so ropite enda ver que se repite el elo, Las concepts dl tiempo cielica, que predominaban en las Coluran mesoamerieans, e basan n parte en los intermins bles cielos naturales de Jas estaciones y el movimiento de los uerpos eelesies. Los celos Lemporsles axtocas inclufan ol con- ante de un cielo ritual de 260 dias, um afto solar de 365 dias, Cinteigle” de 52 afios y el ciclo de 5 edados del mundo 0 “sos”, 22 iwtwoouccién sf como ciclos més mundanos, como la rotacién de los cargos plblicos (P. Carrasco, 1976), ‘Como el tiempo eictico es reversible y ropetible, en Ia visién el mundo azteca la historia pertenocia al pasado y también al faturo, Explicaba tanto lo que haba ccurrido eomo lo que vcu- rriria (Lépez Austin, 1973:97). Bs la “historia proftica” (Gib- aon, 1975:919), en que se considera que os acontecimientos [resentes han sido puestea en movimiento por acontetimiontos pasados, de manera qua tanto el presente como él futuro son Eonoeidos y explicables (D, Carrasco, 1980:802-803). La vestaja tle este coneepto es que “el prosente se haco mas intligibe y al ‘mismo tiempo menos inadmisible, dosde que es posible verlo ya aanuneiado en el pasado” (Todorov, 1984.74). En consecuencis, fl pasado no puede ser considerade inmutable o irreversible, ‘iene que poder ser modificado si hechos posteriores lo requieren ~es el pasado lo que se altera para conformarse a, y sor continuo con, el presente, ‘De acuerdo can een funcidn profética de Ia historia, ol ealen- ario axteca se ulilizaba principalmente no para evar Ja euen~ ta del tiempo lineal sino para la adivinacidn (Dibble, 1971 520), Habia ciertus influencias buenas, malas o ambiguas nso- tladas con cada uno de las dias del ciclo de 260, y esas influon- tins eran intarpretadas por un adivino que era eapaz de lecr las pictogratias de los libros o las sabia de memoria. EY mismo sentido de destino predicado oon base en las influencias de ca- 4a dia se aplicaba también alos distintos arios en el ciclo repe- titivo de 52. Por ejemplo el aso 1. Conejo (ce fochtli), que se re- potia cada 62 afios, era temido como un afio de hambre, mien- tras que 1 Pedernal (ce téepatl) era un afio de abandono y fundacion de ciudades (Lope Austin, 1973:101) Debido a las asotiaciones cosmoligicas de los periodes, dias y avis particulares posefan signifieados inherentes que in- ‘fan en el modo como los aztocas percbian qué hechos habtan currido necesariamente en el pasado y en qué orden, Las con- Cepciones profética y adivinatoria del tiempo tuvieron gran im portancia cuando ao eaeribieron los relatos histéricos que han sobrevivido, Es preciso recordar que esos documentos eon libros sobre Ia historia, que relatan acontecimientos que tuvieron I~ ‘gar siglos antes'en el pasado aateca, aun cuando en realidad fueron eserites durante el periodo colonial. Ademés, aun en ca- neuonucci6s 28 20 de que los szteens, como las mayas, hubieran hecho registros permanentes de los hechos cuando ccurrian (algunos de los tas- ‘ios monuunentos aztecas en piodra To son), éstos no necesaria- mente habrian sido interprotados como fuentes histéricas pri arias en sentido eurepeo. Entro los mayas el ealendario ers, deliberadamente manipulado a fin de obtener fechas determi- rnadaa para los hechos conmemorados en muchas inseripefonos monumentales. Dra fil para ellos determinar la fecha verda- era, pero el deseo era *no registrar la historia sino dar una ‘saneign o un mandato eésmico al gobernante y su inaje din. te y asegurar prondaticos pasitives para el futuro" (Carson, 119602209), Las otras sociodades mosoamericanas manipulaban 50 pasado del mismo modo, por Io qu tos tipos de acontecimientot ocurrian siompre en dias o aos de determiado tipo, para fines ideolégicos mucho mas importan- tos que eualquice deseo de exactitud histérica (Davies, 1987:25; Umborger, 1982, para los aztecas; Furst, 1978b:98-102, para Jos mixtecos), Tea razon de tales invenciones era que para Tos azteeas, 1s historia no era algo separado do [a religiin v la eosnoluy sino uba manifestacién de a vision del ntsndo en forma nares tiva, Explicaba los erigunes y ol funcionamiento del cosmos, al eval estaban inextrienblemente ligadas instituciones sociales, palitias, econémicas y religiosas euya naturaloza y jostilica cin se basaban nesosariamente en el pasado, Para los aztecas, ome para inches otros pueblos, el propésito de la historia era explicar la organizacién de Ia sociedad en el marco de! desarrollo de su mundo: ‘Alguna versién de hecho histérices daa ls privilgiados el derecho & sorar Go autoridad politica ~lgin mito por fantéstio que sea, alguna Teyenda de migraeién, omquita ozupaciin de un nuevo teritri, fungus no tenga prucbas, alguna linea de deseondencia aunque soa runca~ versiones det pasado que loa antropilogos socisles whore fgrupan bajo el ticulo general da “paradigmas hstrics” (Richards, 1960:178), El uso de tradieiones hishércas rivalos para tales fines era par- licularmente agudo entre los aztecas porque no eran étniea- ‘mente homogéneos, sino que inelufan distinlos grupos que pol- seido> OSL Oplias 16U CO! a mmoncectoy ticamente eran rivales. Ba esa situacién, “com los mitos y las leyendas se usan para apoyar afirmaciones politias, esto aig niflea que serdn mas numerecos ¥ complejos all onde las afi maciones som contestadas o In poblacién es mixta” (Richards, 41860:177), Como se ha sefialado para muchas culturas afticanas (p¢., Richards, 1960:176, 178), 1a creacién de “historia” no es ad hoc ni arbitraria sino que debe conformarse a ciertas principios y transmitirse a generaciones posteriores para que ses dtil Entre los grapos preliteraios, la transmisin de saber histérico requiere tina serie de mecanismos mneménicos que ayaden ex Cl proceso de reeorar y reprodueit el pasado, Istos pueden in Cluit términos elasificatorios de parentesco; sacesiin pusieio: ral, tal que un hombre sueede a su predceesor en su nombre y relaciones de parontesce; rcitacién formal de nombres ancos- ‘rales en determinades rites, a menudo camo parte de un canto afin de reeardarlos mejor; posesién por distintos grupos dentro Ge ta sociedad de sus versiones partieutares del pasado y const- ipulente responsabilidad de mantenerlas; y un grupo especial 4s “eustodios del paradignsa", personas evya taren consiste on recordar y transmitir las (eadiciones hist6riens (Richards, 1960:179-180) Todos estos mecaniemos eran utilizados en los registros| aztecas, pues a potar de la presencia de un rudimentario siste- rma de notacion pictagrésico ¢ incluso fonstico, el principal me- {io de preservar al pasado era oral. El contenido de los "Iibros” plctogréfics os taquigréfic, entece del detalle que encontra- fmas an las documentos en prasa, eserites ya con snfluencia europea, La diversidad y ambiguodad de fos stinbolos de! sist- ‘na glifice aborigen provocaba numorosos desacuerdos sobre st interpretacign incluso entre los propios azteces letrados (por no Ihablar de Ins epigrafistas medarnos) que deseaban conocer su iffeado (D, Carrasco, 1982:28). No sv trata de que Tos azte cena no fucran expnees de invonlar un sistema de excrtarn me: jor aosa quo alyanas estueliosas encventran diffell de onten- dor, teniendo en cuenta que su “conciencia bistérien ponia tan- ‘@ Gnfasis on la informacion cronolfgica” (Prem, 1984b:6)- sino ‘mas probablemente do la ausencia de todo deseo de fjar 0 wni- formar sus tradiciones, cosa que harin ol pasado menos flexible alas variaciones y modificaciones necesariss. - monuecton 25 ‘Ast las tradiciones histérieas eran efeetivamente transiiti- das de goneraciéa en generaciéa por memorizacién, y las pito- tgralias servian tan silo de ayuda 9reificacién. Enseflar esa his foria memorizada era tuna funciéa importante de laa escuelas aztecas, en particular las escuelas pera nifios de la élite y sa- cardotes novicos. Esos estudiantes de historia no memorizaban ana simple lisin de reyes, conquistas y fechas que pudieran recitar cuando te les ordenara: “No podemos suponer que sélo Tos relatos y los datos fieticios eran represontados en el sentido de ‘actuadas’ mientras que las narraciones de alguna manera Ihistéricas serian recitadas recto fon en cadencia medida y en tun silencio rligioso” (Vansina, 1985:86). La informacion hist Flea eslnba ineneporada en eantas, discursos, himnos, plegarias {yoltos tipos de arte verbal (Leén-Perilla, 1983; véaso también ‘Acosta, 1940:642), prosentados en ecasiones especiales que in- lafan fa resligneidn de rituates. ‘La transmisiGn de tradieiones historias estaba por lo tanto subordinade a Ina demandas de la forma y el eontaxto do esas prosentaciones, “Leer” los “libros” originales era en realidad fetuar Io tradicién oral (Dibble, 1971:323), literalmente “cantar Ins pinturas”(Leén-Poriilla, 1983). As, aun teniendo en cuenta cl declarado énfasis de los aztecas en In importancia de la memorizacién, los toxtos de esas historias no pueden haber sido fijos, puesto que el arte vorbal so recrea cada ver que se sjccula (Lord, 1964-29; Maranda, 1972:58; Vansina, 1973:54). Los mistsos libros eran sumamente sagrados, vel cargo de os ceiba ora muy favorecido en la enciedad (Davies, 197759). Tanto ppava los aztoens como para los mayas la queria de sus escri- furaa por los espaoles fue un hecho dolorase (Acosta, 1940: 461; Lends, 1966:105). Esoe documentos no eran tanto Ia fucnse pruicipal de rogiatros cronoldgicas como mecanismos simbelicos que mantenian el control del eonecimiento —Ia *his- toria” quo explicaba ol cosmos y legitimaba Tas instituciones sodinlen~ en manos de Ia lite, eayos miembros eran los vinicos antorizadas a posoerls y Ivers (Carrasco, 1982:20) No sélo no labia textns fjos sino que hay indicios de que las varias ciudades-ostada mantentan daliberadamente sus pro- pins versiones distintas de la historia, con plano conocimiento ‘de que diferian entre si Zantwik, 1985:9). Los letrados mis- ros ao intentaban conciliar sus tradiciones y construir a partir Po nemtaouccts de ollas una scouencia histérica dniea (cosa que los espafioles fempezaron a hacer), porque no era ése su propésito, La actitud ‘azteca hacia la historia era igual a la de los Kachin de Birma- hia, para quienes "cada version [del pasado) era propiedad de tun grupo particular y ..s¢ reconocia ideitamento que grupos zvales tenia derecho a Loner sus propias diferentes historias” (Leach, 1965:08-90), La narracién do distintas versiones do la historia, de e6mo cada grupo habia Hegado a vivir y estable; cargo on el centro de Méxeo, era una manera de explicar Ia di Versidad étniea al existente (por uaa situacida similar en Hawai, véase Linnekin, 1988:241-242), Las variantes en las ‘historias justificaban antagonismos y alianzas presentes, y ‘mantenian las identidades individuales de las varias ciudades- estado en ol valle do México y mas alls pidtogo ¥ piaLortca Para el andlisis presentado aquf las tradiciones histériens del emprano periodo colonial son consideradas como narraciones del aiglo x¥1 en qu el pawady ora el modelo preeminente para intorpretar las eircunstancias prosenles. Por lo tanto, ol pro- sunte pasaba a ser el modelo para roconstruir el pasado, por- ‘gue eeda vex quo la siluacidn prasente cambiaba a tal punto ue ya no era percibida como continua con el pasado conocido, ra necosario erear de nuevo el pasado. Adems, debe haber hrabido tantos versiones del pasado como comprensiones del presente, La primera pregunta a formular ante esos docu- Inentes es, por lo tanto, de indole antropolégica: {Qué realidad tata simbolizada en cada narrscién?, en lngar de histérica: [Qué ocurrié realmente en el pasado? (siguiendo 9 Middleton, {9672<; sobre esta dicotomia, véaso también Dorson, 1961:13- 14; Hudson, 1966; y Sturtovant, 1966: 22-24). Una preoes- pacién més fundamental que deriva de esa pregunta se refiere De tanta al contenide de las historias como “realidad” simbo- Tigada sino @ los principios organizadores, la estructurs subya- conte, que gobernaba su ereacion ‘Las tradiciones histGricas presorvadas ofrccen vislumbres importantes de la historia azteca no sélo prehispAniea sino nemopuccios 7 también del propio periode colonial. Come fueron eseritas tanta por indigenas como por espafoles son ventanas hacia las mens tes de representantes de dos culturas que habian entrado en contacto en forma abrupla y violents pero que eventualmonte siguieron on contacto, El examen del modo como interpretaron, Jos aeontecimiantos que Hlevaron a la eonquista y el sojuzga- ‘miento puede dacnos las percopeioncs india y europea de ese encuentro y la mutua ‘La visidn del mundo y la experiencia acumulada no babi preparailo para ks eonquista ni los eapafioias nia los aztocas Disho de etre mode, los heehos oeurridosllegaron a ser porsibi= dos como alge no conforme a las catogorias y relaciones conti fdas por medio de las cuales esos pueblos canstrufan y este taraban sus mundos, y ental caso ora necosario redefini tales categorias y relaciones (Sahlins, 1981:67). Bspecialmente los factecas (pero también los espafoies) miraban a su pasado para hpallar une solucién para lo que habia sucedide, puesto que ia historia era el principal medio do oxplicar el origen y la natu raleza de la realidad, Para seguir en esa funeién, la historia fateca fue transformada de mode que pudiera intograr los he- hos dela conquista y eolonizacién, ‘Bae proceao de transformacién de eatogorfas eultarales para ‘que se conformen # hechos reales tal como se inlurprotan es la “Uialéetien entze estrctura y hecho" (Bucher, 1981:167; véase también Sabling, 1985), $i bien es un proceso continuo, se hace ‘mas prominente en situaciones de contacto de culturas, cvando ‘una sociedad se enfrenta al comportamiento nuevo y no antic pado de un pueblo extrado (Sablins, 1981268). Los aztecas en particular fonfan que enfrentar el profundo problema de man- tener la eontinuidad entre el pasado y ol prasonto quo ordena- tba su mundo, frente & aontecimientos totalmente inesporados yy por lo tanto inexplieables. Bl encuentro entre el conquistadar y l indfgena dio origen a ‘un problema similar para los espafoies ~coucretamuntu, cémo texplicar la existencia de ege otro antes desconocido. La extra- fost de laa sociedades del Nuevo Mundo desatinbs las concep- Clones curepeas de] mundo (Bucher, 1983:164). Hra especiul- ‘mente difiei! para los curopeos aceptar el hecho de que los fnuliog no estaban meneionadas on In Biblia, autoridad ultima, lias prolundas eusstiones Flosofiess provosndas por esa out ‘TOU Coplias 28 svmnapuecton sién ton respecto a la naturaleza d los indioe y sus cultaras, la relacién correcta entre indies y europeos, y In justideacion de fa Conquista 7 ef posterior sajuzgnanients, tado eso estimulé una Iuttitud de debates 2 ambos lados del Atlintico que se prolon- fgaron por varios aiglos (Keon, 1971:71, para estudios deta- Fades de esa literatura europea véase esp. Keon, 1971, Lafaye, 1876, y Phelan, 1970, y para un andlisis iconogrstico de las percepeiones eurapens del Nuevo Mundo véase Bucher, 1980. ‘Ast, los dos grupos tenfan que empezar a tratar de entender- se mutuamente, pera inmediatamente hubo malentendidos e interpretaciones erréneas. Para los aztocas, Is devastadora destruceién de au ciudad suprema, Tenochtitlan, eapital del frupo nico mexiea, que habla side eonsiderado un hecho im- enssble, legd a ser paresbida come algo milngraso, que obvia- fnente requeria una intervencién sobrenatural (Uchmany, {1980-10}, Los aztoeas eonsideraron que su derrota inbfa sido In Aerrota de sus dioses por ls dioses de los espaitoles, puesto que ésa era le creoncia orientadora del poriodo anterior a ln eonquista, euando ge ponsaba que cl podor do las diversas div nidados tutelares se probabs en Jas batallas entre sus ndc= rentes (198010). El grupo derrotado estaba obligado a adoptar cl eulio del dios de sus conquistadores, asimilando a la nueva dleidad en six panteén, Al aceptar al dics de los espaticles los fztecas indicaton su sumisién a 6 (1980:46). ‘Los espaioles también erelan que el poder dat dios de cada quien determinaba el resuliado de los conflict; sin embargo, txigtan ademds la abolicién del panteén indigena precxistont Ta imposiciéa de una nuava religién sustituyendo completa- mente a ta existente era algo totalmente extrafo alos puchlos Indigenas, especialmente teniondo en cuonts que el ealendario rityal/eolae de caremonias y los concoptos de tiompo y espacio deifieados gaberaban una parte muy grande do la vida area, Para el indi Ta eonqiistn a sigiticaba conversion absolute pero para los orpaioles las dos cosas iban junias (Gibson, 1952: 28-28), opinién reforeada por hechos dela histotia reciente de Espatia, incluyendo la reconquista -In expulsién de judios y rmoros- y Ins lucas roliginsas on eureo en Kuropn entre eatd- Hoos y protastantes. ‘Por fo tanto jos expafales interprotaron In conquista como ‘ona oportunidad enviada por Dios para erear una nueva socie- mmnopicetin 2 dad eatélica on que ellos serian los dominadores. Los aztecas, “totalmente, y para ellos incomprensiblomenta, derrotados—to- ‘nfon que compronder y adaytaese al nuevo orden. Para que miias partos aleanznean sos diforontas objetives necesitabas, Conaserse mutiamente, pero silo padian empezar a hacerlo en sus propics Urminos, uilizando conceptos y relaciones ya cono- tides. Por ejemplo, los primoros relatas europecs deseriben el sistema poltion indigena empleando términos como rey, impe fio, eristoeracia, esclavo, confederacién y repiblica, términos fque ya eran familiares para ellos y sus loctores (Muri, 1973: 103; Keon, 1971:56) pero que no pertonecfan a la sociedad azte- ca, Las historias indigenae offecieron un puente importante tentee las dos eulturas, algo que ambos grupos reconocfan como potencialmente eapaz de ofrecer explieaciones de los hechos. as tradiciones historicas pasaron a ser una parte importante del disiogo entre los dos grupos (Lafaye, 1976:301). Por lo tanto Ja transformacion de Is historia azteca no fue una empresa cexclusivamente indigena sino que fuo producto de aportaciones indigenas y espafolas. [ips texts hisldrieos que sabreviven ropresentan fragments do ose dislogn nzleea-hispntio enngolndos on of Liompo. Contiox nen intentos de loa dos grupos de conciliar fos hechos de Ia conquista oon sus diferentes visionos del mundo, y ninguna de Jos dos puede ni rechazar completamente sus propias catego- ras y princinios ni incorporar planamente los del otro. Como Jas diferentes autores escogioron distintas porciones det pasado para explicar y reformar si era necosario el didlogo toms la for na de tna dialéetien, dando como resultado nuovas sintesis (que a su ver eran modifieadas ulteriormente medida que fvaneaba el periodo colonial y segufan produciéndose cambios. TE dialogo ~y lo fue literalmente- entre el europeo, para qaign Ins ensefanzas biblicas revelaban todas las cosas, y et india euyo presente repreentaba una continuidad con el pasa oy 0 futuro, empend con lag diseusiones mantenidas entre las “lites nativae y Tos eonguistadoras cuando estos Sltimos inicia- ron su marcha hacia el valle de Méxieo en 1519, Préeticamente ho existen registros contompardneos de esos encuentros, Ja “inion exeepeidn son ls enrine de Cortés al rey de Bspafia (Cor- ts, 1971), documentos unilaterales y coloreados por las ton- dloncins de su autor, asi como por sus intenciones y errores de a0 smnopuccton comprensidn (véase capitulo 6). Més prolongadas y més pro- fandas diseusiones tuvieron lugar entre los aztecns y Tos msi tons fruneiseonos, Hs orden roligiosa fue Ia primers que se trasladé a la Nuova Bspaiia, on 1529-1524, Un grupo de doce, conocidas eome los Doce Apéstoles en doliberada imilacién de Ja misién proselitista de 1a iglesia primitiva, logé en 1524, Fuoron prineipalmente los religioses quienes busearon infor- racidn sobre la historia y la eultura aztecas, con la esperanza de wtiizazla para convertr ales indigenas ala rligidn cistiae a asf camo ala cultura europea. : Los aztecas acababan de sor derrotades, y los sacerdotes Indigenas y demas élitesreligiosas y seeulares estaban siendo exterminados. La pérdida de Ia clase educada de la sociedad aztuca, los que posefan plonamente la “gran tradiién” (D. Ca ‘rasco, 198253), 8 inealeulable, Sin embargo se reuni6 un gri- po de sobrevivientes reprosentativos para ser interrogade por ls Doce, quienes les hicieron muchas preguntas, Algunas de tus rospuostas so han conservado en los Coloquios de fos doce primeras misioneros de Mévico, manuserite que estuvo perdido hhasta 1924, aungue partes de él pueilen encontrarse también en la obea del siglo xv de feay Bernardino de Sahagin,fran- lacuna quo llogé on 1529 (Lesn-Portilla, 1974a:18-19) [Las conversaciones entre indios y eapadles sa intensiti caron en las escuelas fundadas por los franciscanos y otros roligiosos para educar a los hijos de los nobles azteeas, inclu yendo el colegio fanciscano de la Santa Cruz, ubicado on {eloleo, a ciudad gemela de Tenochtitlan, Alif Sabagiin, Mo- lina, Mendieta, Motolinta, Torquemada y otros frailes ensefia- ban la culture literaria europea contempordnea a un avido y billante grupo de jévenes ansiosos de aprender lo que pudio- ran (Robertson, 1959:155). Los religisos aprendieron de sus alumnos la lengua nakoatl, visiones indigenas de la historia, Ia roligisn y el folelor (1959:185-156) y ol sistoma de egeritura pic- togréfica. Algunos de los religioscs utilizaron las pictografias prohispdnieas on sus ensefianzas cristianas (Dibble, 1960-174; Dibbie, 1974) ‘Los alumnos de esas escuclas adoptaron répidamente leo nocimionto y as convenciones do sus maosteos, euya influencia casi inmediata se manifiesta con la mayor elaridad en el uso el estilo literario y formas artsticas europeas en sus eseritos nemopueciox au Atustraciones (Anderson, 1950:40; Dibble, 1960174; sobre in ra- 2 pidez de la jnfluoncia en el arte indigena véase esp, Dibble, 1960; Kublur, 1972b:417-424, y Robertson, 1959 y 1974), © Schoggin estaba particularmente preoeupado par la rapides com gu estaba cambindo fa culture indigene Miso €Olver 9 @y Cline, 1979:188), Métodos, términos y eonvenciones europeos eran acoptedos “como si siompro hubieran sido parte de la ‘cultura azteca” (Anderson, 1960.40). Ademés de la adopeisn do «convenciones curopeas en la eseritura en prasa y Ia ilustracis In lengua néhuatl se simplifies y se uniforms (1960:40)y els ‘tema de registro pictogréfico indigena, todavia en uso en la Qf) pves colonial, sufrié una modificacisn haeiéndose més fons 9, Eso ze debla no sola a la presencia de un alfabeto fonetice ‘espaol sino también a un cambio en el contenido de los textos indigonas. En lugar do ser principalmente rittales, Ins docu montos de estilo indigena empezaron a concentrarse en la historia las gonealogias y las reelamaciones de tiorras y otros procedimientos legales. Bsa modifieacidn del contenido hizo necesaria la capacidad de expresar nombres de personas y lugares, estimulande ef mayor uso de homonimias y simbolos fonétices silabices (Dibble, 1960:174). ‘Las diseipulos de los frailes uran elogiadoe por eu capacidad de nprendizaje y también por su habilidad on Ia imitaeién exac- ta do Jot eats curopoos de ilustracién (Robertson, 1959-156). Pero los manuserites pictoriens de comienzas de la época colo: pial que ellos ¥ otros prudujeron son alyo rads que un injerto de arte y eseritura espaiiolas en un formato esencialmente indige- na: éran una fusién do dos tradiciones, una aueva sintesis (1959:24). Para los indios, ol principal impulso para asa fusién era ‘ol deseo de llogar a ser crstianes, tan fuerte entre la joven sgoneracién de indigenas, y también el deseo de aduenarse de los conocimientos técnices de los europens asf como de los aspecias religigsas de la cultura europen” (1958:156), Si para los aztocas la derrota significahe le dorvota de sus dioses por el ios de los vencedores, entonces sus propias creencias prehis- pénicas exigian que aeeptaran al nuevo dios lo mas pronto posible a fin de uniree a sus cunguistadores. Por io tanto fue compulsién social” mds que coereién militar, la causa dol tro- ‘endo cambio de las pricticas azteeas a las espafolas (Kubler, 397438). Adomas, ol derrumbe de la cultura azteca signi= 32 =e ‘eg fa pérdida de ia estructura, Ins instituclones y los rituales religiosofenlendéricos, que los religiosos europeos sustituyeron on su guia religioss y calendario propios, ¥ que cxigia trabajo ten obras piblieas, ces que ya los sacerdotes azteeas habfan impuesto anteriormente (972bi:420). [ins frailes, por su parte, tenfan mucho que aprender de sus alamnos. Sin embargo, no buscaban el conocimiento de la cul fuura aztaca cén el fin do presorvar un modo de vida que iba Gesaparceiendo répidamento, sino conerotamente pars contri- buir a la eonversién de los indios y Ia erradicacién de sus creen- cias.y préeticas aborigenes, quo ers el objetivo principal de la presencia franciseana en la Nueva Bspafn. Sabagun escribié fiue sus superiores quisieron qu escribiera en nébuatl (que ibfa aprendide y que ahora ee podfa escribir en earactores cu- ropeoe) “lo que me parceiese ger util para In doetrina, cultura y dela eristiandad destos naturales de la Nueva Bs- pala, y para ayuda de les obreras y ministros que los dostri- phan’ (Salangxin, 1989: prélogo al libro 2) “También conocemos con cierto deta la forma precisa de las conversaciones entre expatioles y aztecas sobre religiéne histo- ‘ia indigenas parque los frales espaviles wtilizaban wna meto- tlolagia particular con Base en entrovistas para obtener infor- mmacion (Cline, LITE; Léger Austin, 1974; Robertson, 1969:46). Esa metodologn fue wllizada por los Franciscans por lo menos desde la década de 1530, empezando por Motolinia y Olmos (Gibson, 1975-920), y los detalles de su foncionamiento fueron rogistrailos por Sahagun, Sahagin vivia en Tepapolen, un pce bilo situacia a1 soreste, en el Borde del valle de Méxien (Nichol- son, 1974145-L47), y alt eeunie a diez n doce aeianos notables {ue fueron sus principales infarmantes paca To que eventual Ione legarfa a set 8u Historia general de las cosas de Nueva sparta, Los intorrogaba con bage en un cuestionario prepara- do por él, de manera que ol proceso de entrevistas resultaba bastante eonesntrado en un foco, Después de haver sus progun- tas, los ancianos tentan varios dias para diseutirlas entre si y preparar una respesta Sahagtin, 1889:libro 2: préloge), méto- 49 que ha side Usmado de "entrevista/acuerdo de mesa redan- ‘da? (Nicolau Olver y Cline, 1978:189). Algunos alumnos del Cologio de Santa Cruz de Tlatatoloo yue Rabian aprendide el latin actuaban como traductores de ul —— 7 Ins reepuestaa pictograticas do los informantes. ‘ia naturaleza do las preguntas planteadas, 1a negociacién ddo una respuesta apropiada y ol deseo de agradar a los frailes tiertamente deben haber influide en In informacién obtenida {Soiomayor, 1979100), La obra de Sehagrén en particular, en la ‘que fue asistide por indigenns hispanizados y que pasé por muchas revisiones y reslaboraciones, os tan espaioln como azteca (Prankl, 1966:14). En realidad, de los primeros materia les originales de Tepepolco nada sobrevivié a ese proceso (Ni cholson, 1974:148), Sahagin continud revisando y editando su ;nuscrito durante algsn tiempo: "por espacio de tres ails pa~ sé y repas6 a solas mis eseriphuras, y fas torné n emendar y {ividilas por libros, en doce Libros, y eada Libro por eapttulos, 5 algunos Libros por eapitulos y pésrafos"(Sahagan 1969: libro 2: prologe), A eontinuacién entrogé ol manuserito a los gradus- dos dot Colegin para que lo copiaran,y ellos modifiearon y agre- igaroa seeciones en el proceso (Cline, 197.243). Asi el producto nal, la storia general de las cosas de Nueva Bspafta, consi- tlevada con frecuencia como una fuente muy representativn da Ja cultura azteca aborigen, refleja una tremenda mezcla de conceptos e interprataciones de ambos lados. TE eseepticismy acerca de hata qué punto est presente la visign indigona intncta se ha dieigido también hacia los primer ‘ros Cologiion de lar Doce, que rogistran el primar encuentro ‘entre frales ¢indigenas en 1524, en el cual aun en esa lempra- nna fecha el objativo de los cristianos de convertir y edificar in- fluyé tanto en las preguntas como en la interpretacién dada hor los espafiotes n Jas respuestas recibidas (rank, 1966:10). Camo ese dacumenta so refiere a una convorsacién sostonida fen 152; apenas tres ano despues de ta eaida de Tenochtitlen, fuele ser eonsiderado eomo un registro fel do fos ennoeimientas feligioaos de Ia lite azteca; sin erabargo esa idea es sospecho- fa, por varias razones (Garibay, K, 1954:1:240-241). Bs dudoso {gue hubiera atin dirigentes religiosos o seculares que interro- ary no bay noticia de un eseriba bilingte en esa fecha, expe- Clslmente uno eapar de transeribir adecuadamente tan Largos fiscursns. En realidad Is transcripeién directa del encuentra original debe haber sido compuesta primero en espafiol@ en Ia: {ny utilizando los traductores orales disponibles. Sélo mucho Gespués (¢. 1554) fue tradueido otra vez al néhuatl por Saba 34 wmgonuccion rn, quien ne habfa estado presente on el encuentro Por lo tanto es dificil distinguir los concoptos indigonas de los aztecas prehiepsinicos entre su interaceién con las ereencias ¥ catogorias espafolas en el proceso dinléctico, debido a te raturaleza desigual de Ia intersocién ontre las dos culluras, 2 la rapidez con que los aztocas internalizaron muchas eonven- ‘ones curupess y a la grave influencia que ejersfan los wutores ‘epafiolos on sus rogistros de informacién indigena. Bx posible {que las concepciones indigenas simplemente ao hayan sigo ‘reservadas en los documentos en forma libre de fafluencias, y fe concebible que muchas eategorias y rolaciones eulturales {que creamos prohispsinicas hayan sido en realidad el resultado de una sintesis muy répida, (Para ol mis conocido punto de vista espaol en el proctso dialéetic, véaso esp. Keen, 1971 y Bucher, 1981.) Ademés, distinguir lo poshispinico se diiculea, ‘adn mnds por el heeho de que aztecos y espadoles tenian en co- sin una serie de crooncias y précticas religiosas que existia independientemente en ambas culturas (Litvak King, 1972.26) Cuando aparecen esas similitudes, a veoes es dif decidir si on realidad son producto do una fusién de culturas si reflgjan ideas elaboradas independientemente, Por otra parte, 1k pre- sencia de tan estrafalarios paralolos podria haber faclitado ef Sislogo y ls intents do las culturas de comprenderse mutua- mente, incluso aunque al mismo tiempo aya produelda con- fusiones y malentendidos respecto a fenémenos que parecfan ngamente familiares. ‘Un ejmplo de principio fundamental enspartide por las = wens y ls eapaviotes os ln eielicidad del tiempo, Con la conquis- tay Ia derrota de sus dioses, para Jos azteca el mundo habia ‘erminado, y algunos representantes de la sociedad vencida tolicitaron gue se les permitiora morie con él, Dijeron a los ‘ameiseanos: “Aéjennos pues ya mori, déiennos ya parecer, puesto que ya nuestros dioses han muerto” (Leén-Portilla, [974b;130), Ast era su ereencia en ol cielo de edades del mundo. ero egs visién no era exclusiva do lles, aunque posiblements lo fuera el pesimisme. La iden del tiompo ciclico, considerada eneralmenta comno la antitesis do la concopcisn Lineal europea, formaba parte del bagaje cultural que los franciscanos trajeron a Nuova Bepada. ‘Para log feanciscanos también habia terminado un zundo, 2 rmopuecten 35 pero ellos esperaban ansiases el cambio, Para elles o! descu- trimiento y la conquista del Nuevo Mundo eran parte dal plan de Dios para una nueva iglesia en una nueva sociedad en cuya ‘constructién, sogn crefsn, debion dosamperar una parte im- portante (Bilitt, 1967:54-85), En Buropa la Iglesia estaba do- nando, eomo eo vefa por cl surgimiento dol Antieristo, Lutero (hela, 1970:20 y la pordida de antiguos centros deta cxis- tiandad que habina paagulo 9 los mvulmanes, A medida qua la Ilesia eatalica pordfa torrono al esto, ls Franciscans vieron at dloscubrimiento de nuovas tierras al gaste como un signo del rosurgirajento de Ja Iglesia y nueva prominencia para sus Comptitiotas. A sus ejos, Cortés se convirtié on ol principal fagonte del plan de Dios para ponor on manos de tos esparioles hidaber y ot privilegio de convertix @(sfo-a millanes de nuevas ‘amas y asi provecar el tan aahelado milonio (Eliott, 1967:59). Eso prepararia el eamino para la Sogunda Llagada, que para Jog fanciseanos seria la tercera y ultima edad del mundo (Lafaye, 1976:80-91). Esas ideas mesiénicas encontraron sx sas plena expresin en los eseritos del mistico franciscano fray Gordnimo de Mendieta (Phelan, 1970), aunque su influencia 2 ‘sible también en las obras de sus contempordnecs. Tia conquista fue pues ol acontacimicnto decisivo tanto para Jos vencidas aztecas, cuyo mundo habia legado a un sombrio © inciert fin, similar a la destruccion del quinto y ultimo “sol” © tedad del mundo en el sistema de ereencias prehispanico, y paza Tos vietoriasas frailes espafioles, que vetan en ella el fin doi Viejo Mundo y el comionzo del Nueve. En esa eoncepeién basien subyaeente, al parecer, las das eulturas eran como una (Lafaye, 1972-19), a pesar de que sus puntos de vista eran diametral- sente opuestas, En lo que diferen es en el lecho de que para fos milenaristas franeiseanos, 6sa soria la ultima en una serie tie odades del mundo antes dol juicio final. La concepcidn ci ‘ea de los aztocas nunca se desvancci6 del todo, sia embargo, ‘yi vieron la nueva e7a coma una época de gran desesperacién, } degradacién, también Hegazon a abrigar la esperanza de que on al paso del tiempe también ese cielo Lerminaria y ano ‘nuevo tomarfa su lugar. seidoo 36 nvrnopuecidn a nisromtA cowo sihnono 1La repercusién de Ja eonquista sobre las tradiciones histérieas cntre los azteens, come parte del proceso dialéeten, puade quizd fiedueciese de los documents de comionzas del petiodo colonial tase sobreviven, Como ya se ha safalado, para ompronder Analisis es preciso enfrentar una sorio de peoblemar: 1 sto se hhan conservads unas pocns voces ds ese “dilogo"; 2) no nos ‘queda ninguna version prebispéniea pura de historia narrativa fatocn, lo que hace difell discernit qué olomentos aports origi palmente af disiogo; J} distinguir los eonceptos azlecns anle- sores a la canquista de laa sintesis posteriores a ella se compli a por la presencia de similitudes independienterments desarro- TIndas en los visiones dal mundo aztcea y espaviota; 4] on las historias rocureen fechas, porsonajas y hechos espectfcns, de- bido a la coneepeiin aztoca del tlompe como clio y sometido a fa iniluenela de fuerzas eobrenaturalos, y 5) hay contradiccio- res entre los distintas relatns debido a rvalidades y compren- sianes diferentes. "Pose a esos problemas, como las tradiciones han sido pre ‘ada en toxtos eseritos a lo largo de un siglo, es eonesbible uns ‘reconstructin del proceso de su transformacién, especialmente Sines concentramos en aislar las categorfas organizadoras y sus relaciones sintagméticas (Valeri, 1985:198) subyacentes & In ereacin de las nazraciones histéricas. En otras palabras, un fexamen de Ia estrcturn do lar narraciones y eémo esa estruc- tura se modifies para incorporar acontecimiontes deberia dar resullados, Bl enfaqe estructuralista contrasta con la metado- log histériea ertica mas habitual en varios aspectos y ha sido recomendada como complementaria de ella: "La ventaja del andlisisestructuralista os que no es selectivn feomo el enfoque histhiricol, sina quo respetn ta nocosidad de eonservar foros os detalles de un relalo determinado como parte del proceso de Geseodificacién, aparte de que lengan o no sentido inmediata- ments" (Davies, 1987:12), ‘Alo sor selective, este enfoquo postula que todos los relatos contradictorios del pasado pueden ser igualmente legitimas, es decir, que no hay ninguna versién correcta o texto més digno tte confianza (Lévi-Strauss, 1963:218). En eambio, “cada ver. sién debe ser eonsiderada en le medida en que todas docu- t 3 mermopuccioN: ‘mentan., un sistema de posibilidades, cada wna de las ciales puede ‘ansformarse’ en tadas las demés” (Valeri, 2985:194). El objetivo, por lo tanto, no es reconeliar las contradicciones pplanteailas por las diferentes tradiciones, sino explicarlas en tina forma que permita no sélo las eontradiesiones sino Ia Incorparacidn de clementas tobronaturales o improbables. Un ineioma bésien ll anélisis, entonces, o& que las narraciones se Zeoplan simplemente "tal eomo aon” (Lévi-Strauss, 1978:121), Son textos simbélicos que dobon scr “lofdes" en ol sentido de Sintorprotades” (siguiendo a Geertz, 1973) "Debido,a que los relatos histéricos son de formato narrative, muchos neontecimientos y personas que parceon asemejerse tstan separades por Usmpo cronolégico y por lo tanto sparecen como distintas, Sin embargo, egos detalles son simplemento nanifestacianes diferentes de un mismo episodio (ase Lavi- Strauss, 1979:190), parte de a repeticién que hace més visible Jn estructura de Ice textos (Lévi-Strauss, 1963:229). Ademés, tcear repeticiones de Ia misma historia narrada una y otra ve reflejan la concepeién azteca del tiempo cflico, de Ia historia ‘profética, del pasado que se rept. Por Io tanto el tiempo cielico oments el ramero de relatos distintos del mismo hecho, lo {hal leas de ser an estore absolutamente necesario para ck ‘andlisis. Esa repeticin es necesaria porque las versiones ‘wales de una historia expresan colectivamente ideas que nin~ ‘gana de ellas de por af puede expresar (Leach, 2970:72) acerca Se problemas fundamentales de la naturaleza del cosmos y de Ja sociedad, Es en esa totalidad de expresiones superficiales que ae rovelan lag reglas subyacentes que rigen la ereaciém y reerengion del text. “Mtediante cl examen de Ia transformacién de In historia azteca después de In conquista polemos empezar a clueidar tesa roglas y enlegarias del pensamiento azteor, Muchas dc los telvimenins de lng narrngioncs histirins antoens ostfin anid teniee si por medios como “semejanza, oposiién, parattisiie, trasmutacién, yuxtaposicién, el uso de pars-pro-toto u otros tmecanismes -- operadores, en sentido Ldgic, que erean los o> fligos miticos y desarrollan sus relaciones” (Hunt, 197749), {B2os vinculos revelan que ls elementos son aJa vez el mismo y distinto. Ast, « partir de las variantes de episodis histéricos so econstruyen “los patrons recirrentes que establecen relacio- 8 wernopuccias ros de sustitucin y combinacién’ (Valeri, 1986:199) ‘Un historiador posiblemente preferiria manejar los acontei- ‘mientos que tienen una forma congruente de un texto a obo, tomando esa congruencia por exactitud histérica (Calnek, 1975), pero desde el punto de vista adoptado aqui fas eantradice clones son mds significativas que las eongruencias (Leach, 1965:267; Leach, 1963:24), Bsto se debe a que las contradiccio- nog indican los puntos de Jas diferentes narraciones que son ‘manifestaciones superficales alvernativas de un principio eub- yacente, otros rulntas do basieamente ol mismo opisilio, unidos ‘entre por diversos modios. La mutabilidad de esos puntos o& ‘un indieio de la complojidad de sus multiples significades, y su comprensién proparsiona las claves de las eatogorins y rela- siones culturales que generaron lo distintos relatos, El onfoque adoptado aqui es similar on ciortus nspectos al de los estudios de R. Tom Zuidera de las historias tradicionales el area andina después de la conquista (Zuidema, 1962, 1978), 4que Tejos de ser simples cronologias revelan las eoncepeiones incaicas del gobierno y su experiencia de la eonquista espafola. Alotzo lado del mundo, pueden establecorse comparaciones con los andlisis estructuralistas de relatos bilices de Sir E€mund Leach (Leach, 1967, 1969, 1976, 1989), que demuastran algu- nos de lox modelos basicos sobre lop cuales se eanstruyeron epi sodios del Viejo y Nuevo Testamento, Con respecto a los prove- 05 dialécticos manifisios on el choque de eulturas, también se sbaervan somejanzas con el trabajo de Marshall Sahling en la “antropalogia de la historia" (Sahlins, 1981, 1982, 1985), quo invostiga Ia transformacién do las concepsiones polinesias ebido al impacto de la presencia inglesa on Tas islas a partir del siglo xvut. Ademas, se vord que Tas relaciones entre I monarquia divina aztoea y la historia y In cosmologta son bustante comparables a concopsiones africanas, hasiadonas especialmente en ol estudio de Lue de Househ (1982) de las lradicionos histéricas de pucblos bantées de Attien central Se ha objetade que la orientacién estructuralista es més aptopinda para el estudio del mito oe ftelr, mientras que los Alocumentos aztecas do Ins tradiciones histricas indigenas son historin, y cualquier tratamiento simblico o aeruneligico les negaria esa cualidad intrinseea (Davies, 1982). Bs vardad que algunos antropélogos han ido demasiado lejos en el trata- rsmonucci6n 89 rmiento de tradiciones hisbsricas orales como paradigms socia- Tes y nada mas, ignorando su potencial registro de aconteci- sientos histéricas reales (Richards, 1960:177), pero la préctica to fragmentar esos docamentos en diferentes partes, que @con- ‘inwatién aon rotuladas falsas o verdaderas, no hace Justicia a Jas historias aztecas sino indaga por qué existen tantas contra- iesiones tan canforme a un patron, y tantos elementos sobre- ‘naturales, dentro de los registros histricos. Ademds, los bzto- fas no eonaeian nuesten distincién enére historia y mito (P. Carrasco, 1976-247, por véase Calnck, 1978240), de manera ‘que este argument no tieng sentide cuando se trata de intar- pretar su punto de vista ‘En realidad, la idea de wna oposicign entee historia y mito es ‘wna construcein artificial de la eultura oesidental, porque ar bas cosas son el punto final de los mismos procesos (Brady, 1982:185; Gossen, 1977:250; Leach, 1970:8) Afirmar, como ten~ demos a hacerls, que nuostra historia es verdadera mientras ‘que los mitos son falsos por definiién (Bricker, 1981:3; Leach, 1970:54) es ignorar la realidad de que ambos son narraciones simbélicas. "El mito y la historia gon conjuntos de experiencia significativa acetea del pasado ~simbelos, en una palabra~con- Gicionados por la uilidad por y In importancia para el presen- fey tal como es experimentado por una tradicin cultural par- Lisular’(Gossen, 1977:250). “Adems, como el andlisis contenido en este libro demuestra, cow un ervor considerar akisUricos o sinerénieos los ostucdies es Eructuralistas, porque "la estructura es procesal” (Sahlins, {1985:77), La ineorporacisn de acontecimientos histérieos rea- les, interpretades contra un fondo do eategorias y relnciones cullarales subyacuntes, e erucial para eomprender ebmo y por ‘aaé esas Lradiciones fieron crondas para ennunicar wna reali- {iad social, Por altino, esos dacomentos pueden y deben ser ‘analizidos con diversos enfoques a fin de extraur de ellus toda Te informacign sobre Ia sociedad y lx histori nztoras que puc- dan contoner. Las Uradicionas histivieas aalweas, igual que as dds uiras pueblos prelleraries, incluso las posceures de wists thas sociopotitices altamente desstroliads, suelen ser muy Ssonsiblos a este tipo de anslisis ‘Bl estudio de las tradiciones historicas aztecas presentado ‘aqui 0 limita a documentos disponibles escritos tanto por

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