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Voces: UNIFICACION CIVIL Y COMERCIAL ~ CODIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACION ~

UNION CONVIVENCIAL ~ EFECTOS DE LA UNION CONVIVENCIAL ~ CESE DE LA UNION


CONVIVENCIAL ~ PACTO DE CONVIVENCIA ~ LEY APLICABLE ~ APLICACION DE LA LEY ~
COMPETENCIA ~ FUERO DE ATRACCION
Título: Efectos jurídicos de las uniones convivenciales: la forma en garantía del fondo
Autor: Pellegrini, María Victoria
Publicado en: RCCyC 2015 (noviembre), 17/11/2015, 46
Cita Online: AR/DOC/3811/2015
Sumario: I. Introducción.— II. Los efectos jurídicos de las uniones convivenciales del Título III del Libro
Segundo.— III. Aspectos procesales de los efectos de las uniones convivenciales del Título III.— IV.
Medidas provisionales.— V. Conclusiones provisorias
Abstract: La autonomía de la voluntad es el eje principal y estructurante de toda la regulación, pues salvo el
régimen primario, legal e inderogable conformado por los arts. 519, 520, 521 y 522 del CCyC, el resto es
aplicable en forma subsidiaria, con los lógicos límites derivados del orden público, el principio de igualdad y los
derechos fundamentales de los miembros de la unión convivencial. Principio reforzado por varios artículos que
especifican que las soluciones previstas se aplican "a falta de pacto".
(*)
I. Introducción
La regulación autónoma y sistematizada de los efectos jurídicos de las uniones convivenciales incorpora al
derecho interno el reconocimiento del ejercicio del derecho humano a la vida familiar (1) en sus diversas
variantes: formar una familia dentro o fuera del matrimonio. Tal es una de las finalidades del Título III del Libro
Segundo (Relaciones familiares) del Código Civil y Comercial (CCiv.yCom.) argentino.
Conforme la distribución metodológica del Título III, se distinguen efectos entre convivientes durante la
convivencia y ante su cese, pero al mismo tiempo es posible identificar efectos frente a los terceros, también
durante la convivencia y con posterioridad al cese.
Indudablemente, la autonomía de la voluntad es el eje principal y estructurante de toda la regulación, pues
salvo el régimen primario, legal e inderogable conformado por los arts. 519, 520, 521 y 522 del CCiv.yCom., el
resto es aplicable en forma subsidiaria (art. 513 CCiv.yCom.), con los lógicos límites derivados del orden
público, el principio de igualdad y los derechos fundamentales de los miembros de la unión convivencial (art.
515 CCiv.yCom.). Principio reforzado por varios artículos que especifican que las soluciones previstas se
aplican "a falta de pacto" (arts. 518 y 528 CCiv.yCom.).
Ahora bien, la instrumentación de los efectos jurídicos previstos requiere de la utilización de principios y
pautas procesales que vehiculicen las pretensiones jurídicas de los miembros de la unión convivencial. Texto y
contexto de los efectos jurídicos de las uniones convivenciales: fondo y forma acoplados para alcanzar la tutela
judicial efectiva en el ejercicio del derecho a formar una familia de tipo no matrimonial.
En esta oportunidad, nos detendremos a analizar algunas cuestiones procesales que podrían presentarse en
los reclamos relacionados con los efectos jurídicos previstos para las uniones convivenciales, dejando desde ya
aclarado que en estos dos meses de vigencia del Código Civil y Comercial son realmente escasas las sentencias
judiciales pronunciadas respecto de este tema, al menos accesibles en forma pública (o a las que se pudiera
acceder a la fecha). Por lo tanto, por el momento, se trata más de un ejercicio de imaginación que ciertamente no
resultará comprensivo ni mucho menos exhaustivo de todas las aristas procesales que pudiera presentar la
implementación de la regulación jurídica de esta forma familiar.
II. Los efectos jurídicos de las uniones convivenciales del Título III del Libro Segundo
Una vez determinadas cuáles son las uniones convivenciales que producen los efectos jurídicos establecidos
en el Título III (mediante la delimitación conceptual del art. 509 y el cumplimiento de los requisitos del art.
510) y previstos los alcances de su registración —en principio probatorios, salvo respecto de la protección de la
vivienda familiar (arts. 511 y 512)—, se especifican los efectos jurídicos que producen. (2)
El Capítulo 3 del Título III del Libro Segundo, se destina a la regulación sistematizada de los efectos entre
los convivientes durante la unión, y el Capítulo 4, luego de establecer cuáles son las causas de cese de una unión
convivencial (art. 523 CCiv.yCom.), reglamenta sus efectos, o sea, posteriores al cese.
Dentro del primer grupo, es decir, los efectos entre los convivientes durante la unión convivencial (Capítulo
3), se regula: i) la libre administración y disposición individual de los bienes que cada uno adquiere, con las
limitaciones previstas en el supuesto de la vivienda familiar (art. 518), y ii) los efectos que integran el régimen
primario, forzoso e inderogable (art. 513), compuesto por: a) la asistencia debida entre convivientes durante la
convivencia (art. 519); b) la modalidad y extensión en la contribución a los gastos del hogar (art. 520); c) de qué
manera responden los convivientes por determinadas deudas (art. 521), y d) la protección de la vivienda familiar
y de los bienes muebles indispensables de la misma, sólo para las uniones convivenciales registradas (art. 522),

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en dos vertientes: 1) exigencia de asentimiento del conviviente no titular para disponer de todo derecho sobre la
vivienda familiar y sobre sus muebles indispensables (art. 522, primera parte), y 2) inejecutabilidad por las
deudas contraídas por uno solo de ellos o sin el asentimiento del otro/a miembro de la unión (art. 522, segunda
parte).
Los efectos ante el cese de la convivencia (Capítulo 4) son: a) procedencia de una compensación económica
en favor de aquel conviviente que sufre un desequilibrio manifiesto que signifique un empeoramiento de su
situación económica con causa adecuada en la convivencia y su ruptura (arts. 524 y 525); b) la atribución del
uso de la vivienda familiar a aquel conviviente que se encuentre comprendido en los dos supuestos previstos
(art. 526); c) la atribución del uso de la vivienda familiar en caso de muerte de uno de los convivientes (art.
527), y d) la distribución de los bienes comunes (art. 528).
Por otra parte, las uniones convivenciales producen efectos jurídicos frente a terceros tanto mientras dura su
vigencia como ante el cese. En efecto, durante la unión convivencial atañe a terceros: i) la extensión de la
responsabilidad (solidaria) por las obligaciones contraídas para solventar las necesidades ordinarias del hogar o
el sostenimiento y educación de los hijos (art. 520 y remisión a arts. 461 y 455); ii) la exigencia de asentimiento
del miembro de una unión convivencial registrada no titular de la vivienda familiar y de sus muebles
indispensables, pues es pasible de nulidad el acto realizado sin contar con tal asentimiento o autorización
judicial (art. 522, segundo párrafo), y iii) la inejecutabilidad prevista para las deudas contraídas con
posterioridad a la inscripción de la unión convivencial (art. 522, último párrafo).
Y una vez producido el cese a los terceros puede afectarles la atribución del uso de la vivienda familiar
convenida o establecida judicialmente, lógicamente sólo a partir de su inscripción (art. 526); incluso ante la
muerte de un conviviente, en tanto los herederos son terceros de la unión convivencial, pero no así los
acreedores del causante (art. 527). Asimismo, la compensación económica procede ante el cese de la
convivencia, pues así lo establece el art. 524: "Cesada la convivencia, el conviviente que sufre un desequilibrio
manifiesto que implique un empeoramiento de su situación económica con causa adecuada en la convivencia y
su ruptura...". Y el art. 523 establece las causas de cese, entre ellas, la muerte (inc. a]). Por lo tanto, ante la
muerte de un/a conviviente, el/la supérstite podría reclamar la fijación de compensación económica en el
sucesorio del/la causante, siempre acreditando la configuración de los presupuestos fácticos exigidos por la
norma (arts. 524 y 525), o bien reclamar el cumplimiento de un pacto de convivencia que hubiera previsto la
procedencia de compensación económica, sea con o sin monto determinado (3), se hubiera especificado o no la
modalidad de pago. Por lo tanto, también la compensación económica es un efecto que puede ser enrostrado a
terceros, los herederos del/la conviviente fallecido.
A modo de resumen, el siguiente gráfico:
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Hasta aquí, desarrollamos los efectos jurídicos previstos en el Título III. Pero como dijimos más arriba, en
las uniones convivenciales la autonomía de la voluntad configura el elemento central de la regulación, pues las
previsiones del CCiv.yCom. se aplican subsidiariamente (art. 513). Por lo tanto, los convivientes pueden
estructurar los efectos jurídicos de su unión, tanto mientras o ante su cese, mediante los pactos de convivencia
(art. 514), con los límites impuestos tanto por el régimen primario (art. 513) como el orden público, el principio
de igualdad y los derechos fundamentales de sus integrantes (art. 515). Tales pactos pueden afectar también a
terceros, pero sólo les son oponibles a partir de su inscripción, tanto en el registro de las uniones convivenciales
(art. 511) como en los registros relativos a los bienes que resulten alcanzados por los pactos (art. 517) (4);
aunque entre convivientes rigen desde su celebración. Por ejemplo, podría pactarse que sobre todos o algunos
bienes, sea quien fuere el que los adquiera y titularice, ambos convivientes deban expresar siempre su
asentimiento, aun cuando no se trate de la vivienda familiar. Un pacto de esta naturaleza puede tener incidencia
frente a terceros y es por ello que sólo son oponibles a partir de su inscripción registral (art. 517), y entre
convivientes desde que se celebraron.
Por último, resulta necesario destacar que nos hemos concentrado en los efectos de las uniones
convivenciales respecto de los convivientes y eventuales terceros afectados (acreedores y herederos). Pero
dejamos de lado los efectos con relación a los hijos, pues en virtud del principio de igualdad de efectos de todos
los tipos filiales y de todo origen, matrimonial o no, sean sus progenitores casados o unidos convivencialmente,
no se modifica el alcance de la responsabilidad parental. (5)
Esquematizados los efectos, veamos de qué modo se pueden entrelazar con algunas cuestiones procesales.
III. Aspectos procesales de los efectos de las uniones convivenciales del Título III
Otra de las grandes novedades del Código Civil y Comercial es la sistematización de una serie de principios
y pautas procesales, organizados en el Título VIII del Libro Segundo, denominado justamente "Procesos de
familia". Esta importante y valiosa decisión legislativa guarda total coherencia con el proceso de
constitucionalización del derecho privado en el que se engarza el Código Civil y Comercial. Ello, en tanto
principios procesales como la tutela judicial efectiva y el debido proceso configuran derechos y garantías
constitucionales que deben asegurarse en todo el territorio nacional, sin perjuicio de las especificaciones que

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realicen las jurisdicciones provinciales para asegurarles un mayor alcance, teniendo en consideración las
características de cada región. (6) Pero la regulación nacional conforma un piso mínimo que obliga a las
provincias, en tanto integran el bloque constitucional federal, de competencia nacional. Por tanto, dada la
vigencia del CCiv.yCom., las normas provinciales deben ser interpretadas conforme a la legislación de fondo,
aunque no se realizaran en su totalidad las necesarias adecuaciones de los códigos o leyes procesales
provinciales. (7)
Ya hemos explicado que las uniones convivenciales configuran una modalidad de ejercicio del derecho a la
vida familiar, y es así que les es destinado un título específico del Libro Segundo de Relaciones de Familia. Por
lo tanto, toda la normativa desarrollada en el Título VIII es aplicable a las uniones convivenciales, conforme lo
establece el art. 705: "Ámbito de aplicación. Las disposiciones de este título son aplicables a los procesos en
materia de familia, sin perjuicio de lo que la ley disponga en casos específicos".
De allí entonces que los principios generales de los procesos de familia especificados en el art. 706 son
aplicables a los reclamos relacionados a esta forma familiar: tutela judicial efectiva, inmediación, buena fe y
lealtad procesal, oficiosidad, oralidad y acceso limitado al expediente. Asimismo, las tres grandes pautas: a)
aplicación de las normas procesales de modo que faciliten el acceso a la justicia, en especial a personas en
situación de vulnerabilidad, y la resolución pacífica de los conflictos; b) especialización de los jueces y apoyo
de equipo multidisciplinario, y c) la consideración del interés superior de los niños que resulten involucrados en
los procesos a resolver.
Las mismas razones justifican la inclusión del resto de principios previstos respecto de la participación de
niños, niñas, adolescentes y personas con discapacidad; el acceso limitado al expediente; y de oficiosidad, de las
pruebas dinámicas y los testigos (arts. 707 a 711): normas todas aplicables a los procesos judiciales referidos
tanto a las cuestiones derivadas del matrimonio, divorcio y uniones convivenciales.
¿Cuáles son los aspectos procesales más relevantes con relación a los efectos jurídicos previstos para las
uniones convivenciales? Más relevantes al menos en estos primeros pasos del Código Civil y Comercial.
1. Competencia
Para algunos operadores jurídicos o estudiosos de la ciencia jurídica, la determinación de la competencia
judicial podría resultar una cuestión poco importante o incluso una cuestión menor. Sin embargo, que las
decisiones jurisdiccionales sean prescriptas por el/la juez/a "natural" configura una evidente garantía
constitucional que integra el debido proceso legal (8), el principio de legalidad y, en definitiva, el derecho de
defensa en juicio. De allí que a los fines de garantizar un adecuado sistema de justicia, quien toma una decisión
jurisdiccional debe estar autorizado para ello. Las cuestiones de competencia, entonces, no son temas menores.
Y dado su carácter de garantía constitucional, en los reclamos referidos a las uniones convivenciales su
determinación es fijada por el CCiv.yCom., aunque los códigos procesales provinciales no establezcan (todavía)
previsiones al respecto. Así, conforme el art. 718: "Uniones convivenciales. En los conflictos derivados de las
uniones convivenciales, es competente el juez del último domicilio convivencial o el del demandado a elección
del actor". La misma solución está prevista para los reclamos de compensación económica entre convivientes
(art. 719), al igual que la posibilidad de trabar medidas provisionales enunciadas en los arts. 721 y 722
CCiv.yCom., por remisión del art. 723 CCiv.yCom. Por otra parte, en reclamos relacionados con los derechos
de niños, niñas y adolescentes, la solución legal está dada por el art. 716: el juez del lugar donde la persona
menor de edad tiene su centro de vida, sin distinguir si se trata de niños, niñas y adolescentes nacidos dentro o
fuera del matrimonio.
Pero más allá de la competencia definida territorialmente (por el domicilio), en muchas jurisdicciones se
encuentran distribuidas las materias, en el tema que nos interesa, entre jueces civiles y jueces de familia.
Entonces, en un conflicto de derechos en una unión convivencial, ¿es competente el juez civil o el juez de
familia correspondiente al domicilio convivencial o del demandado?
Tal como venimos desarrollando, las uniones convivenciales configuran una modalidad de vida familiar; es
indudable, por tanto, el carácter de familia, y así han sido regulados sus efectos en el Título III del Libro
Segundo, destinado a las "Relaciones familiares". Es decir, que para la determinación judicial de cualquiera de
los efectos previstos para las uniones convivenciales son competentes los jueces de familia, pues no cabe otra
interpretación "sistémica y coherente" de todo el ordenamiento jurídico (art. 2º CCiv.yCom.). (9) Por ejemplo,
ante un reclamo de un conviviente que pretende que se le atribuya el uso de la vivienda familiar ante el quiebre
de la convivencia (art. 527 CCiv.yCom.), resultará competente el juez del domicilio convivencial o del
domicilio del demandado, con competencia en materia de familia.
Y la misma solución corresponde si la cuestión en debate se relaciona con las pretensiones económicas entre
los miembros de una unión convivencial, por ejemplo respecto de la distribución de los bienes adquiridos
durante la convivencia, conforme lo establece el art. 528 CCiv.yCom.. Así, son competentes los jueces de
familia, incluso cuando se invoquen los supuestos que a modo ejemplificativo menciona la norma:
enriquecimiento sin causa o interposición de personas, u otros, como la división de condominio, por ejemplo.
Si bien se trata de figuras propias del derecho civil, quienes se reclaman conforman o conformaron una

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modalidad de familia y tal es el enfoque con el que se debe evaluar y valorar las posiciones y pruebas de actor y
demandado. Antes de la reforma legal, ya la jurisprudencia había destacado la importancia del enfoque familiar
al momento de, por ejemplo, valorar la prueba. Así: "b) A fin de comprenderse adecuadamente la cuestión
planteada en la litis, no puedo dejar de mencionar el contexto fáctico en el que se desarrolla el caso. Considero
oportuno señalar aquí que, de la nutrida prueba colectada —dentro de la cual existen diversos testimonios
contestes—, resulta incontrastable que las partes mantuvieron una relación concubinaria de veinticinco [25]
años y que durante ese tiempo o más la señora Barci (10) desempeñó diferentes actividades junto al señor
Salaberry en el emprendimiento comercial `El Disco Rojo´. Advertida esta circunstancia, conforme surge de
autos, la accionante no ha sido una persona que se haya mantenido ajena a la actividad comercial que desplegara
el accionado, sino que ha generado ganancias para el grupo familiar —también se ha acreditado la existencia de
hijos en común nacidos durante la convivencia de un cuarto de siglo—". (11)
Y una sentencia dictada en octubre de 2014 (12) —es decir, ya sancionado el CCiv.yCom. pero pendiente su
entrada en vigencia— en forma sumamente clara y concreta fundamenta la competencia de la justicia familiar
en los reclamos de tipo patrimonial entre convivientes. Utiliza para ello dos argumentos. Por un lado, el
reconocimiento jurídico a otros tipos de familia por fuera del modelo matrimonial, y, como consecuencia, la
asignación expresa de competencia a la justicia de familia para todas las cuestiones derivadas de las relaciones
parentales, sean matrimoniales o no: "Esto ha sido receptado por la ley 6354 en tanto los jueces de familia
entienden en las cuestiones relativas a régimen de visitas, tenencia, alimentos y, consideramos, que también es
materia de su competencia la relativa a las relaciones patrimoniales que emergen del concubinato. Lo que no
significa, en modo alguno, que sostengamos —en el contexto actual— su equiparación con el matrimonio civil,
sino que su resolución deberá realizarse conforme con los caminos señalados al respecto por la jurisprudencia,
tanto provincial como nacional". Y un segundo argumento, eminentemente práctico, como es la concentración
de la resolución de todos los efectos por un mismo juez/a: "Pero, además de lo expuesto, nos inclina a esta
solución, una cuestión de naturaleza práctica: con el razonamiento de la Sra. Juez a quo nos encontramos que,
ante un juez de familia se ventilan las cuestiones sobre tenencia, régimen de visitas y alimentos y, ante un civil,
el tema referido a la división de los bienes adquiridos durante la unión de hecho, cuando todos los ítems están
íntimamente vinculados —observamos que la práctica tribunalicia (lamentablemente) nos enseña la incidencia
fundamental que los temas económicos tienen en los cuestiones relativas a los menores—. Por ello entendemos
que si bien no constituye una desprotección —en términos del Tribunal precedente— que sea la justicia civil la
que intervenga en los conflictos patrimoniales derivados de las uniones de hecho, estimamos que la protección
integral y, a veces, la solución integral sólo se logrará cuando el juez de familia intervenga en todas las
relaciones jurídicas derivadas de este tipo de familia (CC2, autos 2032/6/7F-32.176, `Pelletan, Patricia Isabel
p/medida autosatisfactiva´, y autos 168.760-32.432 `Paomaria, Fernanda p. s.h.m. c. Rodríguez, Carlos Alberto
p/medida precautoria´)".
Por lo tanto, ya antes del CCiv.yCom. se determinó la competencia de la justicia de familia para entender en
reclamos de tipo patrimonial entre convivientes. Con la entrada en vigencia del actual régimen legal, habiéndose
regulado en forma sistematizada los efectos jurídicos de las uniones convivenciales como modalidad familiar
(Título III), así como pautas específicas del proceso de familia (Título VIII), ambos en el libro "Relaciones de
familia", sin duda alguna es competente la justicia de familia para entender en todo tipo de reclamos, en
particular aquellos previstos en el art. 528 CCiv.yCom..
Sin embargo, en un interesante fallo (dictado en vigencia del CCiv.yCom.) se deja en claro los alcances de
esta competencia familiar. (13) Los hechos que dieron lugar a la sentencia fueron los siguientes: se presenta una
señora ante un juzgado de familia solicitando se declare la existencia de una unión convivencial, en los términos
de los arts. 509 y 510 CCiv.yCom. y a los fines de presentar en el reclamo que debe realizar en sede laboral en
virtud de la indemnización derivada por el fallecimiento de su conviviente (art. 248 LCT), acaecido en enero de
2014. La jueza interviniente interpreta que no es competente por diversos argumentos: 1) aplicación del
CCiv.yCom. y derecho transitorio: "A tenor de los principios expuestos, es claro que en el caso de autos no
pueden aplicarse a la relación de convivencia entre la requirente y el causante las reglas contenidas en el Título
III del libro segundo de las Relaciones de Familia que regula las llamadas uniones convivenciales, porque la
relación que se denuncia quedó extinta con la muerte del Sr. S., acaecida con anterioridad a la entrada en vigor
del Código Civil y Comercial"; y 2) la competencia de la justicia familiar se limita a los efectos derivados del
Título III del Libro Segundo, es decir, de la regulación específica de las uniones convivenciales; el resto de
efectos que leyes especiales reconocen a esta forma familiar deben ser reclamados en sus respectivos ámbitos:
"De lo expuesto se desprende que la competencia que el art. 718 del nuevo código —incluido dentro de las
normas del Título VIII del Libro Segundo, relativo a los Procesos de familia— asigna al fuero de familia y, en
lo territorial, al juez del último domicilio convivencial o el del demandado a elección del actor, se limita
—como la misma norma indica— a `los conflictos derivados de las uniones convivenciales´. Es decir, la
actuación del juez de familia sólo corresponde respecto de los conflictos emergentes de la aplicación de las
normas del Título III del Libro Segundo de las Relaciones de familia dedicado a regular los efectos jurídicos de
las mentadas uniones. Fuera de estas situaciones, o sea, los reclamos vinculados con otros efectos civiles
derivados de la convivencia y aquellas consecuencias previstas en el régimen laboral y de seguridad social,
deben dirimirse en los fueros respectivamente competentes, incluida la acreditación de la mera convivencia que

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en casos como el de autos debiera ser resuelta en el ámbito administrativo y, de no ser ello posible (como aquí
lo explicita la requirente), en el fuero laboral donde se demandará la indemnización respectiva".
En definitiva, resulta competente la justicia de familia para aquellos reclamos relacionados con los efectos
jurídicos de las uniones convivenciales previstos en el Título III del Libro Segundo del CCiv.yCom., tanto
durante la convivencia como ante su cese. Pero como toda regla, admite alguna excepción, como veremos a
continuación.
2. Fuero de atracción
Para finalizar el análisis de temas relacionados con la competencia, es necesario abordar la cuestión del
fuero de atracción, es decir, aquellos supuestos en los que por las características del proceso (específicamente
aquellos universales) otros son atraídos independientemente de su competencia originaria. Respecto de los
efectos de las uniones convivenciales, nos interesan en particular los procesos sucesorios.
En efecto, más arriba analizamos que tanto la atribución del uso de la vivienda familiar como un eventual
reclamo de compensación económica (siempre que se configuren los presupuestos fácticos exigidos por los arts.
524 y 527 CCiv.yCom.) son procedentes frente a la muerte de uno de los convivientes. Por lo tanto, su reclamo
deberá canalizarse en el ámbito del juicio sucesorio correspondiente, como efecto del fuero de atracción que
ejerce sobre todos los procesos relacionados con la liquidación de la herencia. El art. 2336 CCiv.yCom.
establece la regla respecto de la competencia para entender en el juicio sucesorio, fijándola en aquel juez
correspondiente al último domicilio del causante —salvo cuando se trate de domicilio extranjero pero con
bienes en el país, art. 2643 (14) —, y sin mencionar a las acciones personales contra el causante, precisa que tal
competencia comprende, entre otras "...los demás litigios que tienen lugar con motivo de la administración y
liquidación de la herencia, de la ejecución de las disposiciones testamentarias, del mantenimiento de la
indivisión, de las operaciones de partición...". La segunda parte del art. 2336 CCiv.yCom. incorpora una
excepción: "Si el causante deja sólo un heredero, las acciones personales de los acreedores del causante pueden
dirigirse, a su opción, ante el juez del último domicilio del causante o ante el que corresponde al domicilio del
heredero único".
Sin lugar a dudas y más allá de la ausencia de mención expresa a las acciones personales en la regla (15), el
resultado de la pretensión de ambos efectos jurídicos del cese de la unión convivencial producido por la muerte
incide en forma directa en la liquidación de la herencia, el mantenimiento de la indivisión (al menos del uso de
la vivienda familiar) y las operaciones de partición. Máxime teniendo en cuenta que el art. 2335 CCiv.yCom.
dispone que "El proceso sucesorio tiene por objeto identificar a los sucesores, determinar el contenido de la
herencia, cobrar los créditos, pagar las deudas, legados y cargas, rendir cuentas y entregar bienes", y que el
fuero de atracción cesa cuando finaliza el estado de indivisión, esto es con la partición y su inscripción (art.
2363 CCiv.yCom.). Por lo tanto, los reclamos relacionados con los efectos jurídicos del cese de la unión
convivencial acaecido por la muerte deben tramitar por ante el juez/a del juicio sucesorio.
3. Derecho transitorio
Uno de los más arduos temas ante la reforma legal se relaciona con el derecho transitorio, es decir,
determinar cuál es el cuerpo legal que corresponde aplicar. Como claramente explica Molina de Juan: "Todo
cambio legislativo trae consigo una colisión temporal de normas, y en un plano más profundo, enfrenta dos
valores jurídicos imprescindibles para cualquier ordenamiento. Por un lado, la seguridad jurídica, por el otro, la
justicia. Si se dicta una nueva ley, es porque quienes tienen a su cargo la responsabilidad legislativa, presuponen
que ofrece una solución más justa que la anterior. Con ello se avanza hacia la evolución del ordenamiento
jurídico en su conjunto". (16)
Precisamente esa aspiración de justicia justificó la incorporación de una regulación sistematizada de las
uniones convivenciales y sus efectos, en tanto modalidad de ejercicio del derecho a la vida familiar, a través del
Título III del Libro Segundo de las relaciones de familia del Código Civil y Comercial. Sólo las uniones
convivenciales que se configuren conforme los arts. 509 y 510 CCiv.yCom. producirán los efectos previstos en
el Título III, sin perjuicio de que produzcan otros efectos o, incluso, que las meras convivencias que no
conformen uniones convivenciales también generen efectos jurídicos. (17)
Como magistralmente lo explica Kemelmajer de Carlucci: "Como dije, los problemas de derecho transitorio
se producen cuando un hecho, acto, relación, situación jurídica, se prolonga en el tiempo durante la vigencia de
dos o más normas. Dicho de otro modo, la dificultad se plantea cuando se trata de hechos, relaciones o
situaciones in fieri, que no se agotan instantáneamente, sino que duran en el tiempo, o que su realización o
ejecución, liquidación o consumación demandan tiempo, por lo que en parte, al inicio, al concertase o al nacer,
caen bajo el imperio de una norma y, en parte, o partes (al realizarse las prestaciones o agotarse las
consecuencias o los efectos de aquellas relaciones o situaciones jurídicas, de la o las siguientes o sucesivas),
caen en otras". (18)
Por lo tanto, la difícil cuestión jurídica que suscita la determinación de cuál es el derecho aplicable, adquiere
aún mayor complejidad ante una reglamentación inexistente en el Código Civil derogado, como es la regulación
de las uniones convivenciales. Veamos.

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El art. 7º CCiv.yCom. —cuya interpretación ha despertado un interesantísimo debate doctrinario (19) —
establece los alcances temporales de la ley en tres claros principios: i) efecto inmediato a las relaciones o
situaciones jurídicas en el estado en que se encuentran y rige los tramos aún no cumplidos; ii) irretroactividad de
la nueva ley sobre la constitución o extinción de una situación jurídica ya constituida o extinguida; y iii) efecto
diferido, es decir, supervivencia de la ley derogada, tal como lo establece para determinadas relaciones la última
parte del art. 7º (Las nuevas leyes supletorias no son aplicables a los contratos en curso de ejecución, con
excepción de las normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo). (20)
Muy sintéticamente y siguiendo a Molina de Juan: "La regla del efecto inmediato de la ley significa que las
consecuencias aún no ocurridas a la época de dictarse la nueva, quedan gobernadas por ella aunque los hechos
que configuran su antecedente o causa hubiesen existido con anterioridad. En otras palabras, la norma posterior
se aplica a las situaciones que se constituyen en el futuro, las existentes que no estén agotadas y las
consecuencias que no se hayan operado todavía" y sobre el principio de irretroactividad: "La nueva ley no debe
volver sobre la constitución o extinción de una relación o situación jurídica anteriormente constituida o
extinguida, ni modificar los efectos de una relación jurídica concluidos antes de su vigencia, ni las condiciones
de validez y efectos que ya se han producido".
¿Cómo se aplican estos principios a las uniones convivenciales? Conforme las enseñanzas de Kemelmajer
de Carlucci (21), a partir de la entrada en vigencia del CCiv.yCom. se aplican todas las normas relativas a las
consecuencias de las uniones convivenciales que habiendo comenzado antes del 1/8/2015 reúnan los requisitos
de los arts. 509 y 510 CCiv.yCom. y no se hubieran extinguido a la entrada en vigencia del CCiv.yCom., pues
se trata de una situación en curso. Es decir, todos los efectos previstos, sean entre convivientes o frente a
terceros, durante la convivencia o ante su cese (posterior al 01/08/2015).
Ahora bien, esta regla puede presentar algunas particularidades, fundamentalmente cuando se trata del
derecho de atribución del uso de la vivienda familiar ante la muerte de uno de los convivientes (art. 527
CCiv.yCom.), por las siguientes consideraciones:
1) Si el cese de la unión convivencial por muerte (art. 523, inc. a], CCiv.yCom.) se produce con
posterioridad al 1 de agosto de 2015, se aplica en forma inmediata el art. 527 CCiv.yCom.. Además, la sucesión
queda regida por la ley vigente al momento de la muerte (art. 2644 CCiv.yCom. y consecuencia lógica de la
transmisión patrimonial que provoca, art. 2277 CCiv.yCom.) (22), y el derecho que reconoce el 527 debe ser
ejercido en el ámbito del proceso sucesorio.
2) Si la muerte acaeció con anterioridad al 01/08/2015, por los mismos fundamentos, en principio, el art.
527 CCiv.yCom. no resulta aplicable. (23)
Sin embargo, esta conclusión podría no ser tan tajante, de allí la utilización de la expresión en principio.
¿Por qué? Porque dependerá de los derechos que se debatan y las circunstancias concretas de cada caso en
particular. Por ejemplo, la atribución del uso de la vivienda familiar es un derecho humano básico y esencial, y
su procedencia o no debe ser analizada desde tal óptica. En efecto, el derecho a la vivienda es un derecho
reconocido en diversos instrumentos internacionales, entre ellos el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) (art. 11), de aplicación obligada a través del control de
convencionalidad judicial (24) y vigente con anterioridad al CCiv.yCom.
En un interesante fallo, ajeno a las uniones convivenciales, pero referido a la protección de la vivienda,
además de sólidos fundamentos, la jueza Bermejo contextualiza su decisión al caso concreto: "IX. Otro
elemento de relevancia en este caso es que la señora V.G. está próxima —al momento de redactar este voto— a
cumplir los 71 años (fs. 242) y presenta serios problemas salud, lo que se ha acreditado en el expediente (fs.
155/168). Tal edad puede incluirla en un sector de la sociedad identificado como un adulto mayor o anciano o
integrante del grupo señalado como la tercera edad, que recibieron reconocimiento y protección especial tanto
en la Constitución de la Nación (art. 75, inc. 23, CN) como en la de nuestra Provincia (art. 36, inc. 6º, Const.
Prov.), al igual que en documentos internacionales (v.gr., en el Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ¿ Protocolo de San
Salvador, art. 17, `Protección a los ancianos´)"(25), y destaca la situación de mayor vulnerabilidad en la cual
pueden encontrarse los adultos mayores.
Por lo tanto, deberá acudirse al diálogo de fuentes que impone el Capítulo 1 del Título Preliminar del
CCiv.yCom., en tanto los casos deben ser resueltos conforme la ley, la Constitución Nacional y los tratados de
derechos humanos (art. 1º CCiv.yCom.), que también determinan una interpretación coherente de todo el
ordenamiento jurídico (art. 2º CCiv.yCom.), a los fines de arribar a una decisión judicial razonablemente
fundada (art. 3º CCiv.yCom.).
IV. Medidas provisionales
En el Título VIII de "Procesos de familia", el art. 723 CCiv.yCom. expresamente reconoce la procedencia de
medidas provisionales necesarias para regular las relaciones personales entre los convivientes y los hijos hasta
tanto se resuelvan en definitiva las pretensiones. Ello, por remisión a los arts. 721 y 722 CCiv.yCom., que
reconocen tal procedencia en los procesos de nulidad matrimonial o divorcio, sean relativos a los efectos

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personales (art. 721) o a los bienes (art. 722). El elenco de medidas enumeradas en los diversos incisos del art.
721 es meramente enunciativo y, por lo tanto, no se agotan en ellas.
Así, todos los efectos jurídicos previstos para el cese de las uniones convivenciales admiten su versión
cautelar, fundamentalmente la atribución del uso de la vivienda (art. 526). Pero también podrá ser fijada
provisionalmente una compensación económica (art. 524 CCiv.yCom.), obviamente en la medida en que se
cumplimenten los requisitos de toda petición cautelar, primordialmente la verosimilitud del derecho. Sin duda,
serán supuestos excepcionales en los cuales resultará necesario acreditar —al menos prima facie— la
configuración de los elementos exigidos: la situación de desequilibrio económico, que implique un
empeoramiento de un conviviente respecto del otro, y que tenga por causa la unión convivencial y su cese. (26)
V. Conclusiones provisorias
En tiempos de cambios, son difíciles las certezas, de allí que las conclusiones resulten provisorias. Más aún
respecto de cuestiones procesales, que surgirán con mayor claridad a medida que se presenten los reclamos y se
dicten sentencias respecto de la regulación de esta modalidad de ejercicio del derecho a la vida familiar prevista
para las uniones convivenciales.
Somos testigos y, como operadores jurídicos, partícipes de un proceso de modificación legislativa, que se
engarza en la elaboración jurídica de muchos años, pues el Código Civil y Comercial es un eslabón más de una
larga cadena. Desde la presentación del Anteproyecto y su transformación en Proyecto, mucho se ha escrito
sobre diversos aspectos de su normativa, intentando explicar y orientar su interpretación (con menor o mayor
entusiasmo). Pero el 01/08/2015 inició un nuevo ciclo, en el que a través de su implementación y de la
resolución de los casos concretos descubrimos cómo es aplicado por los jueces el nuevo cuerpo legal, nutriendo
así, a modo de retroalimentación, renovados análisis sobre su normativa y viceversa. Bienvenida entonces esta
etapa de ebullición jurídica.
(*) Abogada Especialista en Derecho de Familia. Profesora Titular Ordinaria de Derecho de Familia y
Sucesiones del Departamento de Derecho de la Universidad Nacional del Sur (UNS). Docente-investigadora
Categoría III otorgada por el Programa de Incentivos a docentes-investigadores conforme Resolución Conjunta
de la Secretaría de Políticas Universitarias 1, y SACT 1 del 12/01/2009 de la CONEAU — Categorización
2009. Integrante de uno de los equipos de trabajo en Derecho de Familia de la Comisión de Reformas del
Código Civil (dec. PEN 191/2011).
(1) Reconocido por el Sistema Interamericano de Derechos Humanos (art. 17 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos — Pacto de San José de Costa Rica) y con mayor precisión aún en el ámbito europeo
(art. 8º, Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales — Convenio
de Roma).
(2) Para un análisis más detallado respecto de los efectos jurídicos de las uniones convivenciales ver, entre
otros: DE LA TORRE, Natalia, "Algunas consideraciones en torno a la regulación proyectada en las uniones
convivenciales. El difícil equilibrio entre el principio de autonomía y la solidaridad familiar", en Derecho de las
familias, infancia y adolescencia. Una mirada crítica y contemporánea, 1ª ed., Infojus, Buenos Aires, 2014, ps.
325 y ss., y de la misma autora Comentarios al Título III del Libro Segundo del Código Civil y Comercial
comentado, ed. Infojus, 2015, disponible en www.infojus.gov.ar, p. 194; LLOVERAS, Nora, "Libertad con
responsabilidad y solidaridad. La regulación de las uniones convivenciales", Revista Derecho Privado, año II,
nro. 6, Infojus, Buenos Aires, 2013, p. 162; MOLINA DE JUAN, Mariel, "Las uniones convivenciales en el
proyecto de reforma del Código Civil y Comercial", Revista Construyendo Derechos, nro. 3, Buenos Aires,
2012, p. 58; PELLEGRINI, María Victoria, "Las uniones convivenciales en el Anteproyecto de Reforma del
Código Civil Argentino", Número Especial: "El derecho de familia en el Anteproyecto de Código Civil", JA
2012-II-3 y ss.
(3) Esta cuestión debe ser armonizada con las normas sucesorias, en especial con la protección de la
legítima, en caso de existir herederos legitimarios.
(4) Para un análisis más detallado respecto de los pactos en las uniones convivenciales ver, entre otros:
LAMM, Eleonora — MOLINA DE JUAN, Mariel, "Efectos patrimoniales del cese de las uniones
convivenciales", Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2014-3, "Uniones Convivenciales", enero 2015, p.
281; PELLEGRINI, María Victoria, "Los pactos en las uniones convivenciales", RDF 70-137, Citar
AP/DOC/444/2015.
(5) La cuestión tiene una fuerte incidencia, por ejemplo, en la extensión temporal de la atribución del uso de
la vivienda familiar ante el cese en vida de la unión convivencial, tema que algunos autores han cuestionado,
llegando a plantear —infundadamente— su inconstitucionalidad. En efecto, el art. 526 prevé tal derecho al
conviviente que se encuentre en alguno de los supuestos previstos, por un plazo máximo de dos años para dicha
atribución. Pero si tiene a su cargo hijos menores de edad o beneficiarios de obligación alimentaria, ciertamente
que la atribución del uso por un plazo mayor puede configurar una modalidad de cumplimiento de dicha
obligación. En otras palabras, el plazo máximo de dos años es respecto del derecho reconocido al conviviente
adulto, no a los niños. La cuestión es analizada con más detalle en HERRERA Marisa — PELLEGRINI María

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Victoria, "La protección a la vivienda familiar en el nuevo Código Civil y Comercial",
www.nuevocodigocivil.com/doctrina.
(6) En profundidad en ROSALES CUELLO, Ramiro — MARINO, Tomás, "Regulación legal de la tutela
judicial efectiva y el debido proceso. ¿Es posible esa regulación dentro del Código Civil?", LL del 16/09/2014,
p. 1. Cita Online: AR/DOC/3211/2014.
(7) Por ejemplo, en la Provincia de Buenos Aires, además de la falta de adecuación del Código Procesal
Civil y Comercial bonaerense al Código Civil y Comercial, existe una superposición normativa entre la Ley de
Procedimiento para la Adopción (ley 14.528) y el procedimiento para la adopción previsto en los arts. 607 y ss.
CCiv.yCom.. Ello, en tanto la ley bonaerense se inspiró en las previsiones del Anteproyecto, pero algunas de
ellas sufrieron modificaciones al sancionarse el Código Civil y Comercial. A modo de ejemplo, el plazo para
resolver la situación de adoptabilidad en la ley bonaerense es de 180 días (art. 7º), a contar desde el primer día
de tomada la medida de protección de derechos (art. 12), mientras que el art. 607 CCiv.yCom. impone un plazo
de 90 días, a contar desde el fracaso de las medidas excepcionales de protección de derechos.
(8) "...el debido procesal legal consiste en una categoría genérica que abarca diversas garantías procesales
específicas destinadas a suministrar a los individuos el amparo necesario para la salvaguarda de sus derechos,
con motivo del ejercicio del poder jurisdiccional del Estado" (DE LOS SANTOS, Mabel A., "El debido proceso
ante los nuevos paradigmas", LL del 09/04/2012, p. 1; LL 2012-B 1062. Cita Online: AR/DOC/1321/2012.
(9) En el mismo sentido: VIDO, Martina, "Cese de la unión convivencial: de los problemas de la legislación
dispersa al reconocimiento expreso en el nuevo Código Civil y Comercial", RDF 2015-I 25.
(10) Realizo la transcripción textual de la sentencia, pero es importante advertir que el principio de reserva
funciona en materia familiar, sea matrimonial o no, por lo tanto deberían inicializarse los apellidos, como si se
tratara de un reclamo entre cónyuges.
(11) Sup. Corte Bs. As., 06/06/2011, causa C. 105.724, "Barci, Dora c. Salaberry, Máximo Renato.
Disolución y liquidación de sociedad". También se enfatiza en el enfoque familiar para el análisis de los hechos
en el fallo de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Necochea, en autos "M., E. F. c. M., B. R.
s/Cumplimiento de contrato", del 11/07/2013. Ambas sentencias en www.scba.gov.ar (base JUBA).
(12) Juzg. Familia Mendoza, n. 1, 29/10/2014 "S., M. A. v. M., A. B. s/separación de bienes", RDF
2015-III-207; AP AR/JUR/80563/2014.
(13) Juzg. Civ. Ciudad Bs. As., n. 92, 28/08/2015, "R., C. C. s/Información sumaria", disponible en
www.colectivoderechofamilia.com.
(14) Este tema ya fue resuelto por la C. Civ. y Com. Azul, sala 1ª, 18/05/2015, "G. J. C. sucesión ab
intestato", MJ-JU-M-94372-AR | MJJ94372.
(15) Ello ha sido advertido en una sentencia dictada en vigencia del CCiv.yCom., teniendo en consideración
los fundamentos que justifican el fuero de atracción sucesorio: "Se trata de un corolario del principio de unidad
e indivisibilidad del patrimonio sucesorio, que modifica las reglas generales de competencia, para que las
acciones que suponen procesos contenciosos vinculados a la transmisión sucesoria sean resueltos por un mismo
juez. Ello facilita la liquidación de la herencia, la división de los bienes y el pago de las deudas, concentrando
en el tribunal del sucesorio todos los procesos vinculados con la transmisión hereditaria, o directamente las
demandas contra la sucesión aún indivisa (Corte Sup. Tucumán, 30/10/1996, `Toledo, Rubén c. Fernández,
Ovidio´, LL 1998-D-872; C. Nac. Civ., sala A, 21/04/1988, `Choren, Antonio L. c. Abad, Adolfo y otros´, LL
1988-D-285; DJ 1989-1-161; C. Nac. Civ., sala B, 19/02/1997, `Stadnik de Viavattene, María c. Maciel, Fenea´,
LL 1997-C-1003, citados en publicación obra de Vilma VANELLA, `El fuero de atracción del sucesorio´,
Revista del CPACF)... La conveniencia de que el juez que interviene en el procesos sucesorio, en el cual está
involucrado un patrimonio como universalidad jurídica, lo haga también en todas las demandas dirigidas contra
dicho patrimonio que pueden afectar tal integridad, está sustentada por diversos motivos, entre los que se
pueden citar: a) interés general de la justicia; b) conveniencia de la concentración ante un mismo juez de las
demandas que involucran al patrimonio; economía procesal (RIVERA-MEDINA, Código Civil y Comercial¿, t.
VI, ps. 176/179)... De allí que teniendo en cuenta el objeto de autos (una acción de escrituración de un inmueble
en función de la promesa instrumentada a través del boleto de compraventa, celebrado entre el Sr.
Lacarra/vendedor y el Sr. Orihuela/comprador, también fallecido), la trascendencia de las cuestiones que
fundamentan el fuero de atracción ut supra referidas, como así también la textura abierta de la disposición en
estudio (en cuanto si bien no menciona directamente un supuesto general referido a las acciones personales de
los acreedores del difunto, antes de la división de la herencia; no puede considerarse que tal disposición resulte
excluida), en tanto la nueva norma refiere a las acciones personales contra el fallecido y regula expresamente la
posibilidad de opción por parte del acreedor en relación con el domicilio del heredero único del deudor
causante. De ello se sigue que pueda concluirse razonablemente que la regla para estos casos sigue siendo la
competencia del juez del sucesorio, y la excepción la posibilidad de competencia del juez del domicilio del
heredero único" (C. Civ. y Com. San Isidro, 15/09/2015, "Orihuela, Claudio Antonio c. Lacarra, Carmen Estela
y otro/a s/escrituración", www.scba.gov.ar, base JUBA).

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(16) MOLINA DE JUAN, Mariel, "El Código Civil y Comercial y los procesos de familia en trámite", LL
del 16/9/2015, p. 1; AR/DOC/3137/2015.
(17) Por ejemplo, la legitimación para reclamar daño patrimonial y no patrimonial al conviviente (aunque
no se trate de una unión convivencial) previsto en el art. 1745 CCiv.yCom. Para profundizar la cuestión, ver
CARAMELO, Gustavo, "Unión de hecho (convivencial) y daños", Revista de Derecho Privado y Comunitario,
2014-3, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2015, p. 399. Y para otras consecuencias de las meras convivencias, en la
misma obra, PELLEGRINI, María Victoria, Uniones convivenciales, los convivientes y el derecho a la salud, p.
435.
(18) KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, La aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones y
situaciones jurídicas existentes, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2015, obra indispensable para abordar este tema.
(19) Entre otros, KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, "El art. 7º del Código Civil y Comercial y los
expedientes en trámite en los que no existe sentencia firme", LL 2015-B, del 22/04/2015; RIVERA, Julio César,
"Aplicación del nuevo Código Civil y Comercial a los procesos judiciales en trámite (y otras cuestiones que
debería abordar el Congreso)", LL del 4/5/2015, p. 1; AR/DOC/1424/2015; KEMELMAJER DE CARLUCCI,
Aída, "Nuevamente sobre la aplicación del código Código Civil y Comercial de 2014 a las situaciones jurídicas
existentes al 1 de agosto de 2015", LL del 02/06/2015, p. 1; AR/DOC/1801/2015; Rivera, Julio César,
"Aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones preexistentes y a los procesos judiciales en trámite.
Algunas propuestas", LL del 17/06/2015, p. 1; AR/DOC/1977/2015; PEYRANO, Jorge, "Codex superveniens y
su impacto sobre los juicios en curso", LL, año 11, nro. 2528, del 4/6/2015.
(20) MOLINA DE JUAN, Mariel, "El Código Civil y Comercial y los procesos de familia en trámite", cit.
(21) KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, "La aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones
y situaciones jurídicas existentes", cit.
(22) KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, "La aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones
y situaciones jurídicas existentes", cit.
(23) En una sentencia dictada con posterioridad a la entrada en vigencia del CCiv.yCom. se planteó la
siguiente situación: se trataba de un juicio de desalojo seguido por los herederos de un conviviente fallecido
contra la conviviente, quien como defensa había solicitado la aplicación analógica del derogado art. 3573 bis
CCiv. —derecho real de habitación del cónyuge supérstite—, por encontrarse en una situación de extrema
necesidad ante sus escasos recursos económicos. En primera instancia se había ordenado el desalojo, y durante
la sustanciación de la apelación, entra en vigencia el CCiv.yCom. Si bien la sentencia no realiza distinciones
respecto de la temporalidad de ambos cuerpos normativos, resuelve su confirmación en tanto la conviviente
hacía uso del inmueble desde hacía quince años, es decir por un plazo superior al máximo establecido en el art.
527 CCiv.yCom.: "En consecuencia, y sin perjuicio de que en autos no se encuentran acreditados los recaudos
que pide la ley para que el derecho pueda ser invocado, lo cierto es que el plazo por el cual podría haber sido
otorgado feneció" (C. Civ. y Com. San Martín, sala 1ª, 15/09/2015, "B., L. M. y Ot. c. F., B. S. y Ot.
s/Desalojo", www.scba.gov.ar, Base JUBA).
(24) GIL DOMÍNGUEZ, Andrés, "El art. 7º del Código Civil y Comercial y los procesos judiciales en
trámite: una mirada desde el sistema de fuentes constitucional y convencional",
http://underconstitucional.blogspot.com.ar.
(25) C. 2ª Apels. La Plata, sala 2ª, 2/10/2015, "H. M. c. G. M. A. s/cobro ejecutivo de alquileres",
www.scba.gov.ar, base JUBA.
(26) PELLEGRINI, María Victoria, "Las consecuencias del divorcio, los alimentos provisorios y la
compensación económica", RDF 2015-III-151; AP AP/DOC/362/2015.

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