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Integrantes:
Cubillos Andrés
Chulca Andrea
Parrales Mirka
Proaño Sofía
Triviño Nathaly
Villamarín Diego
1. Introducción
Estado del Arte: En torno a investigaciones acerca del arte y la Teoría Crítica en el
Ecuador se han seleccionado dos investigaciones: la primera es de la Pontificia
Universidad Católica del Ecuador, con el tema de “Relaciones afectivas y capitalismo
financiero” donde se hace un acercamiento científico, en torno a la Teoría Crítica , por
parte de estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de dicha Universidad,
acogiéndose a conceptos propios de la Escuela de Frankfurt, tales como Industria de
masas, reificación y reconocimiento. En el segundo capítulo de esta tesis se encuentra la
relación con lo que se pretende en la presente investigación, el aporte principal es que la
industria cultural es un “nuevo agente ideológico” (Gómez, 2014, pág. 17) del capitalismo
para las nuevas sociedades industriales, ello en torno a que el mundo está siendo
administrado por la mercantilización, que se convierte en un tipo de dominio sobre el
individuo, y ya centrado en el arte y estética, estos son entendidos como fenómenos de
“compleja sofisticación ideológica que el capitalismo para masas va adquiriendo”
(Gómez, 2014, pág. 20) y que esta cultura ahora mercantilizada ya no es como tal, sino
que se convierte en una pseudocultura con modelos culturales propios y formas de
conciencia colectiva.
En la segunda investigación titulada “Hacia una nueva crítica del arte desde América
Latina: perspectivismo, signaturas y semiótica” de la Universidad de Cuenca, se hacen
varias revisiones en torno a autores como Adorno y Lukács para explicar la comprensión
de arte y estética, pero también se estudia la relación entre el arte moderno y la sociedad
contemporánea, es por ello que, si bien reconoce la autora del artículo la llamada
“catarsis” que desarrolló Lukács también reconoce que la propia sociedad industrial
actual, ha logrado distraer los valores estéticos y políticos que el arte antes expresaba, y
que ahora este se encuentra sometido a las leyes del mercado “que ha opacado su carácter
de resistencia y crítica” (Suárez, 2016, pág. 10). Y en cuanto a la estética se la reconoce
como una forma de crear nuevas posibilidades de arte en el mundo moderno, como un
medio de liberación de esta sociedad mercantil que tampoco la autora desconoce,
precisamente es en la estética donde se encuentra la función catártica del arte y su
capacidad transformadora a la vez; un aspecto interesante de la tesis es una sutil crítica a
la visión de pasividad con la que se ve el arte de las industrias, pues la autora sí reconoce
que hay espacios de resistencia aún en el arte que le permiten al artista salirse de las leyes
del mercado para desafiarlas.
Arte.- Como la base de la investigación, se establece arte como producción cultural que
ha sido colonizada por la industria, y que es producida desde la racionalidad técnica, de
la que hablan Adorno y Horkheimer..
Estética.- Concepción compleja sobre la forma y el estilo de la obra de arte, que abarca
no solo el significado de lo bello y sublime, sino la generalidad del modelo de un producto
artístico
2. Desarrollo
2.1.1. La estética
Por otra parte, Adorno, aborda la estética desde otra perspectiva, no solo piensa a la
estética en su preocupación por la belleza, sino también de la relación con la sociedad. En
ese sentido, se opone a la estética propuesta por Kant, quien afirma que “la estética como
la valoración subjetiva de la belleza, en ese sentido desde una perspectiva de observador,
no desde una perspectiva de crítico o de creador.” (Polo, La estética, el arte como
mercancía y la facultad de artes desde la académia., 2018) Adorno es muy crítico con la
perspectiva kantiana sobre juzgar el arte en términos de belleza y menciona, refiriéndose
a lo bello y a lo feo que “Ambas se niegan a ser fijadas mediante una definición, como
pretende toda estética cuyas normas se basan en esas categorías, aunque sea de manera
muy indirecta.” (Adorno, 2004, pág. 92)
Es preciso decir que la estética con este trabajo sigue la línea de Adorno, en donde esta
categoría no solo trata la belleza de un objeto artístico, pues es algo más complejo. Adorno
considera que la estética como punto de abordaje de “lo bello” es un concepto que de
poco sirve, por cuanto la belleza como categoría conceptual no se adapta al contenido
pleno de lo estético. (Adorno, 2004, pág. 99)
Por otra parte, Benjamin se aproxima a la estética desde el “valor para el culto” y el
“valor para la exhibición”. Para el autor, refiriéndose al arte occidental, en sus inicios el
arte tiene por centro el valor para el culto, es decir el aura. Sin embargo, nos dice el autor
que aquello es un hecho que ha ido cambiando conforme pasa la historia, el valor para la
exhibición ha venido ganando terreno, y para el siglo XIX ya resulta plausible hablar de
la “decadencia del aura” o el valor de culto de la obra, similar a lo que plantea Adorno,
es preponderante la forma (valor de exhibición) al contenido (valor de culto). (Benjamin
W. , 2003, pág. 15)
Para Benjamin, la obra de arte al perder este “valor de culto” pierde también su
originalidad, su singularidad y por tanto la experiencia de lo irrepetible. Sugiere que “el
aura de una obra humana consiste en el carácter irrepetible y perenne de su unicidad o
singularidad” (Benjamin W. , 2003, pág. 16). Por tanto, esta obra de arte, la que logra
mantener su valor de culto solo puede ser una obra de arte única, entonces, no podría
admitir una copia de ella.
Adorno también hace una reflexión acerca del papel del goce estético, que, en las
condiciones del artista, y desde el idealismo kantiano, propone la idea de que una persona
disfruta más de una obra, en tanto menos la entiende, por ende, quien busca un arte más
impresionante, es quien menos se preocupa por entenderlo (Adorno, Theodor, 2004, págs.
37 - 38), en este punto, Adorno hace un inciso en reconocer que “La espiritualización de
las obras de arte estimuló el rencor de los excluidos de la cultura e inició el género del
arte para el consumo y, por otro lado, la repulsión que este tipo de arte levantaba en los
artistas los impulsos hacia una espiritualización cada vez más desconsiderada.” (Adorno,
Theodor, 2004, pág. 38)
Tovar señala algo importante, las formas del arte no se tratan entonces de la estética
en sí, sino de la transmisión, del arte por contemplación y del arte con fin de catarsis. De
igual forma, como señala Acanda, para quien a obra de arte, en tanto arte, tiene que
generar un proceso catártico en el espectador. (Acanda, 2018, min. 43.46)
Los estudiantes ya en la práctica, al generar obras de arte “la mayoría de los que
venden, porque los estudiantes también venden obras, son por encargos, lo que la gente
le gusta, por otro lado, si es que se hacen cosas realmente creativas que expresen de alguna
manera un mensaje propio del artista, los que normalmente les compran son los profes”
(Cortéz, 2018) . Entonces es preciso preguntarse si es que la obra de arte es parte de la
industria cultural, o al menos en qué medida si no es de consumo masivo, en tanto el arte
y la pérdida de identidad indican que la esencia del arte se subordine a la lógica del capital,
en donde está la mira en sentido cuantificador, estableciendo categorías de espectadores.
El arte es una mercancía especial dentro del mercado, dado que tiene características
propias y responde a una lógica substantiva. Horkheimer y Adorno indican que en la
industria cultural existe una lógica de igualación de los productos culturales, los cuales
son producidos desde una concepción previa de los mismos hecha por la industria, es así
que los productos culturales no son parte de la innovación misma, ni producto de la
imaginación como tal, sino que son el resultado de elaboradas ecuaciones que establecen
posibles campos de consumo a través de la categorización de los consumidores. “Los
talentos pertenecen a la industria incluso antes de que ésta los presente: de otro modo no
se adaptarían con tanta rapidez.” (Horkheimer & Adorno, 1988, pág. 2)
La idea de arte como identidad y reconocimiento de la que habla Rafael Polo, quien
afirma que el mercado del arte muestra un espacio institucional de reconocimiento en las
galerías, los críticos, las escuelas de arte y los museos, lo cual le imbuye de un valor, es
entonces que la crítica hace aparición, pero la crítica como actor dentro de la producción
artística, y a su vez, en el mercado de lo estético. (Polo, Sobre el arte, 2018)
La idea de ser reconocido por producir arte, y hacerlo de modo que tenga la presencia
de aura, lleva a considerar cómo producir arte desde la FAUCE, así que previo a
considerar el proceso de reconfiguración de esa facultad, es oportuno saber cuál es la
opinión de los estudiantes y de los docentes. Por ejemplo, el catedrático Shura Rosero
manifiesta que: no cree que en el Ecuador exista una ‘mercantilización del arte’ como
tal, para criticar tal mercantilización debería haberse desarrollado en primer lugar
(Rosero, 2018) Para tratar este tema se debe tratar la noción de pérdida de esencia, de
aura y de cambio de racionalidad, para Polo:
“hay que hablar del mercado del arte para no caer en concepciones de que el arte no debe ser
mercancía, la obra de arte desde el principio fue una mercancía […] hay que salir del eslogan
de que el arte no es mercancía, se debe pensar en qué punto la obra de arte se vuelve mercancía
y en qué momento se cosifica la obra de arte”. (Polo, Sobre el arte, 2018)
Hacer arte y vivir del arte es algo a considerar en tanto se hable de mercantilización
del mismo, para Carol Cortéz el arte es, una mercancía, y como estudiante de arte aunque
aspira ser teórica indica que muchos de sus compañeros aspiran ser a artistas y vivir de
sus obras, mientras otros quieren ser docentes. (Cortéz, 2018)
Para Rosero “Mientras el arte no sea autocrítica, mientras no tenga una visión política
de auto identidad o de crítica de la representación de las culturas de masas, se vuelve
cómplice” (Rosero, 2018) El arte en general no puede ser arte estandarizado, porque
siendo así pierde su capacidad catártica, pero en contraposición a ello se encuentra la
explicación de que en la actualidad el arte tiene una racionalidad sustantiva que refiere
un fin el cual es que con la contemplación de un producto artístico exista en el receptor
un proceso de asimilación del mismo con un sentimiento catártico (Acanda, 2018, min.
34.56)
Para la FAUCE en general, vivir del arte implica una decisión, puesto que la
producción de obras artísticas implica que el artista también pueda producir desde su
óptica o hacerlo por pedido (lo que el cliente pida), lo que el otro espera. Vender o no una
obra de arte “más es cuestión de quitar ese modelo mercantil del arte, sino más una
cuestión de ego que varía de artista a artista, ese es el problema con los artistas, se maneja
mucho el tema del ego” (Cortéz, 2018).
Por otro lado, el docente Olivier Tovar, PhD. En estudios culturales, y docente de
apreciación artística y pintura avanzada de la UCE señala con miras a explicar una
preocupación real sobre la utilización del arte en la que el “ego del artista (llega a)
introducirnos un discurso que no le compete para nada a la esfera pública, al contrario lo
que buscan es tratar sobre problemas que si le competen al público y, antes de elevar el
ego, es buscar soluciones aunque sea utópicas a problemas existentes”( (Tovar, 2018)
El papel que han tenido las personas relacionadas con el mundo del arte ha sido
distinto desde el punto de vista de cada teórico, en el caso de Tovar, el papel del artista,
del teórico, y demás ha sido particularmente atípico en el Ecuador; empezando por la
consideración del arte como un mercado al que no todos pueden llegar (en este punto
coincide con Rosero) y así, dentro del contexto de un mercado de bienes suntuarios se
configura el papel de cada uno, desde el propio productor de arte, pasando por el curador,
el museo, y el crítico de arte.
Para Rosero, en cambio, el arte ecuatoriano se amolda a lo que hay, está relegado a la
élite y se manifiesta sólo de ciertas formas que pueden calar de forma más pronunciada
en dichas élites, el hecho de que exista esa falta de crítica y autocrítica imposibilita que
se acentúe el papel del artista como un ente diferenciador en una potencial ‘cultura de
consumo’, que, dicho sea de paso, no parece existir más allá de las élites.
3. Conclusiones
Entonces, nos permitimos preguntarnos aun acerca de estos espacios que puedan
permitir a los futuros artistas pensar en la elaboración del arte fuera de los intereses
mercantiles de la sociedad capitalista, si Rosero menciona que aun el mercado de nuestro
país no cuenta con el desarrollo suficiente para hablar de un gran mercado de arte, quien
sabe y se podría aprovechar la situación y pensar el arte por el arte y no por su venta.
El arte no puede ser relegado únicamente a un plano mercantil, y peor aún, elitizado,
es necesario comprender la visión de las diferentes realidades que pueden desprenderse
de la producción de arte en el Ecuador, si bien es cierto que en la sociedad en la cual
vivimos nuestro trabajo debe implicar también la forma en la que nos ganamos la vida,
también se debe buscar hasta qué punto, en el caso de las artes plásticas, se produce no
para establecer “catarsis” sino para vender. El círculo artístico ecuatoriano parece haber
optado por la salida fácil antes que por la salida crítica.
Bibliografía
Adorno, Theodor. (2004). Arte, Sociedad y Estética. Madrid: Akal Ediciones.
Adorno, W. T. (2004). Teoría estética. Madrid: Akal.
Benjamin, W. (2003). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica.
México: Ítaca.
García Sierra, P. (1999). Estética y filosofía del arte. En Diccionario Filosófico.
Gómez, J. G. (2014). Relaciones afectivas y capitalismo financiero. Quito: Pontificia
Universidad Católica del Ecuador.
Horkheimer, M., & Adorno, T. (1988). Industria Cultural: Iluminismo como mistificación
de masas. En M. Horkheimer, & T. Adorno, Dialéctica del Iluminismo. Buenos
Aires.
Suárez, C. M. (Diciembre de 2016). Hacia una nueva crítica del arte desde américa latina:
perspectivismo, signaturas y semiótica. Tsantsa. Revista de Investigaciones
Artísticas, No. 4.
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