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Páginas: 241-276
Link: http://vlex.com/vid/legalidad-tributos-legislativas-potestades-233326897
Resumen
Fuente: RDJ Doctrina, Tomo XCIX, Nro. 3, 67 a 90 Cita Westlaw Chile: DD67862010.
Texto
Contenidos
I. Introducción a la problemática planteada
II. Principio de la legalidad de los impuestos
Alcance doctrinario del principio de la legalidad tributaria.
Evolución histórica del principio de la legalidad de los impuestos en el derecho
comparado.
Principio de la legalidad de los impuestos en el derecho comparado actualmente
vigente.
Principio de la legalidad de los impuestos en el derecho chileno.
Antecedentes directos de las normas constitucionales actualmente vigentes.
Principio de la legalidad de los impuestos en la Constitución Política de la República
de 1980.
III. Problematicas del principio de la legalidad de los impuestos a la luz del ordenamiento
constitucional chileno
Extensión del principio de la legalidad de los impuestos.
Procedencia de la delegación de facultades legislativas.
Atribuciones de interpretación de la autoridad administrativa.
Potestad reglamentaria de la autoridad administrativa.
IV. Conclusiones
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Los temas tratados en el presente trabajo deben entenderse comprendidos dentro de lo que la
doctrina considera parte de la noción de "Orden Público Económico"2. En lo medular, se
analizará dentro del campo general del principio de la juridicidad o legalidad, lo relativo a la
legalidad tributaria o reserva de ley en dichas materias.
I
Introducción a la problemática planteada
Problemática de los tributos. La existencia del Estado, bajo cualquier concepción que se tenga
de él, nos lleva de lleno a la problemática de proveer al mismo de los recursos necesarios para
que pueda cumplir su finalidad. En efecto, de manera independiente a la visión que se posea
sobre la relevancia que se espera tenga el Estado en el devenir de un país, es un hecho que él
mismo, en mayor o menor medida, deberá contar con los recursos necesarios a objeto de
cumplir sus finalidades. Especial relevancia guardan al respecto las actividades y fines del
Estado que poseen cierta relación con la economía.
En términos generales, los recursos del Estado son proveídos por las utilidades obtenidas por la
vía de ejercitar directamente actividades productivas y empresariales, por las ganancias de
capital derivadas de la disposición de activos y/o por la recaudación impositiva. En efecto, la
tendencia natural de los Estados de inspiración liberal es a reducir el gra-
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extranjero por la vía del aumento de la tasa del impuesto adicional cuando se estima que las
mismas son improductivas o prescindibles, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 59 de la
Ley de Impuesto a la Renta. Tenemos entonces una segunda finalidad adscrita al sistema
impositivo, cual es el cumplir con los incentivos y desincentivos propuestos. Tal como se verá,
precisamente "la utilización del impuesto con fines extrafiscales ha acentuado"3 el
envilecimiento del principio de la legalidad.
De lo antes expuesto, se tiene que una interpretación finalista de la norma tributaria debe
considerar ambas funciones cumplidas por la misma. En efecto y a modo de ejemplo, la
interpretación de una norma de fomento debiese ser amplia y, por el contrario, la de una norma
de desincentivo restringida, no en virtud de considerarse lo benéfico o negativo de la norma
interpretada a objeto de determinar su alcance sino en virtud de la garantía general de la libertad
económica y el derecho de propiedad, por una parte, y del carácter excepcional de la norma
tributaria por la otra. Desde ya se aclara que no se quiere indicar con esto que se deba
considerar el efecto de la norma a objeto de ver cómo se ha
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de interpretar la latitud de la misma 4. La labor del intérprete sólo debe remitirse a declarar el
genuino sentido y alcance de una ley, el que puede ser más o menos restringido que lo que
aparentemente emana del tenor de la misma. Vaya al respecto una primera reflexión sobre la
labor de interpretación de las normas tributarias, la que estimamos no debe limitarse a
considerar como finalidad exclusiva la de recaudación. Lo antes indicado también vale para la
actividad de la administración, tanto en materia de complementación normativa como de
interpretación de las normas legales. Tanto la labor del intérprete de la norma tributaria como la
de la autoridad llamada a complementarla deben tener presentes ambas finalidades de las
regulaciones tributarias.
Desde ya aclaramos que en nuestra opinión el respeto de las normas tributarias y el pago de los
impuestos que en derecho sean conducentes constituye un imperativo legal que obliga tanto al
contribuyente, en cuando proveedor de los fondos, como a la autoridad impositiva. Comete igual
infracción a la legalidad quien deja de pagar un impuesto procedente como el funcionario que
extiende la norma legal más allá de su genuino sentido y alcance. Es precisamente el Congreso
Nacional, en su calidad de colegislador, el órgano constitucional que se encuentra llamado a
establecer, por medio de una ley en el sentido formal, el modo en que la sociedad resuelve la
tensión que se produce entre el patrimonio individual y las necesidades colectivas a las que
sirve el tributo.
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por la operación del poder ejecutivo en materias tales como la facultad de eximir de un
determinado tributo.
La norma tributaria como una norma de excepción. La afirmación que da título a este apartado
no es neutral, sino que da respuesta a una primera interrogante.
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Por el contrario, si se estima que el Estado y su actividad, por lo tanto sus fines y necesidades
de recursos, representan una convención artificial creada por el Hombre, tendremos que las
normas tributarias hacen excepción, al menos, a dos principios jurídicos preexistentes, a saber,
la propiedad privada y la libertad en el sentido empresarial y económico.
Básicamente, cuando se sindica la norma tributaria como una norma de excepción, se dejan
entrever las siguientes situaciones. La primera de ellas guarda relación con concebir al Estado
mismo con un ente de asociación excepcional. La segunda, más práctica al momento de hacer
un análisis de las normas positivas por el contenido mismo de las normas expresadas en la
Constitución Política de la República, impide la creación analógica de tributos o la aplicación de
las normas de manera extensiva.
En nuestra opinión, no es necesario asumir que el Estado es un ente de excepción para poder
concluir que, al menos en el ordenamiento positivo chileno, la norma impositiva es una norma
de excepción. En efecto, la norma tributaria hace excepción, a lo menos, a dos garantías
constitucionales de importancia, formuladas positivamente de manera amplia. La primera de
ellas es la contenida en el número 24 del artículo 19 y la segunda en el número 21 del artículo
19, ambos de la Constitución Política de la República. Cerrando el análisis anterior, el número
26 del artícu-
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normas legales tributarias y a la interpretación de ellas, actividades que deben hacerse cargo de
las dos conclusiones expuestas, a saber, la finalidad de la norma impositiva no es
exclusivamente recaudatoria y, en segundo lugar, su interpretación debe seguir las normas
aplicables a las reglas de excepción y, en razón de ello, no pueden aplicarse por analogía ni
extensivamente. El principio de la legalidad tributaria, también conocido como de reserva de ley,
6 es medular en relación a las consideraciones expuestas.
En efecto, Locke 7 señala en relación a la idea de "nullum tributum sine lege" que "es verdad
que los gobiernos no pueden ser mantenidos sin una carga, y es apropiado que quien goza de
su cuota de protección debería pagar de su patrimonio su participación en tal mantenimiento.
Pero debe ser con su propio consentimiento, es decir, el consentimiento de la mayoría, sea dado
por ellos mismos o por los representantes de ellos elegidos, porque si alguien pretende el poder
de imponer y exigir tributos del pueblo por su propia autoridad y sin el consentimiento del
pueblo, de ese modo atropellaría la ley fundamental de la propiedad y violaría la finalidad del
gobierno. Porque ¿qué derecho de propiedad tengo yo sobre eso que otro puede tener la
facultad de apropiarse cuando a él le plazca?". Sin perjuicio de lo acertada de la cita de Locke,
en nuestra opinión y haciéndonos cargo de quienes sostienen que sólo existe derecho de pro-
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piedad en la forma en que la respectiva Constitución lo reconoce o crea, es decir limitada por la
existencia de los tributos, la norma impositiva es siempre excepcional en cuanto a que por su
naturaleza depende de la existencia de una ley que la consagre.
En la misma línea, la Corte Suprema argentina ha resuelto que "la facultad atribuida a los
representantes del pueblo para crear los tributos necesarios para la existencia del Estado es la
más esencial a la naturaleza y objeto del régimen representativo republicano de gobierno. . . y el
cobro de un impuesto sin ley que lo autorice es un despojo que viola el derecho de propiedad"8.
Es la ley tributaria y sólo la ley la que, en sus términos estrictos, marca la diferencia entre una
simple apropiación indebida del patrimonio por parte del Estado y los tributos necesarios para
su subsistencia.
En nuestra opinión, al ser el tributo una forma de solventar la actividad del Estado en relación a
los fines que se le asignan, es consustancial a la existencia misma del estado de derecho el que
sea el pueblo, a través de sus representantes, quien tenga la facultad exclusiva y excluyente,
mediante ley tanto en el sentido material como formal, de determinar el monto del aporte
obligatorio o tributo a prestar. No existe atentado mas grave a la propiedad que la privación
parcial de ella realizada en base a decisiones de la propia autoridad administrativa llamada a
dar cumplimiento a la ley, adoptadas con mayor o menor formalidad, sea en base a
interpretaciones extensivas, analógicas o al ejercicio indebido de la potestad reglamentaria
autónoma en materias de reserva de ley, todo ello bajo el presunto ejercicio de la potestad
impositiva.
Problemática del principio de la legalidad de los tributos. Una vez entendido el origen de la
problemática de los tributos, es necesario analizar la problemática propia de la consagración del
principio de la legalidad impositiva.
Al respecto, la primera gran duda que se presenta guarda relación con la extensión del principio
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estiman que sólo los elementos esenciales de lo que se ha venido en llamar derecho tributario
sustantivo deben contenerse en la norma legal, pudiendo las reglamentaciones adjetivas
contenerse en normas de rango reglamentario, sea o no en virtud de una norma legal que así lo
disponga.
La segunda problemática que se presenta en la materia tiene que ver con la procedencia de la
delegación de facultades legislativas por parte del Congreso Nacional al Presidente de la
República en materia impositiva, todo ello de conformidad a lo dispuesto en el artículo 61 de la
Constitución Política de la República. En efecto, se trata de determinar si la facultad de
establecer impuestos, asumiendo o no que debe ser por ley incluso en sus elementos adjetivos,
puede ser ejercida por el Ejecutivo en virtud de una delegación de facultades legislativas por
parte de Congreso Nacional.
La tercera problemática a la que se refiere el presente trabajo, con menor precisión, es la relativa
a las atribuciones en materia de interpretación de las normas tributarias que posee la
administración y el alcance que debe tener la misma en relación al principio de la legalidad.
La cuarta problemática se refiere a las facultades reglamentarias que en materia de tributos tiene
la autoridad administrativa. A esta última interrogante se da respuesta de manera consecuencial
según la posición que se adopta en cuanto a la extensión propia del principio de la legalidad.
Detrás de todas las problemáticas enunciadas, las que serán analizadas en detalle, se
encuentra como trasfondo la protección de las garantías individuales del derecho de propiedad y
de la libertad económica que subyace tras de la enunciación, en cualquiera de sus formas, del
principio de la legalidad tributaria y de la forma concreta que el mismo toma, o debe tomar, a la
luz de nuestro ordenamiento jurídico positivo.
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II
Principio de la legalidad de los impuestos
Introducción. A modo de introducción, el principio en análisis no es más que una derivación
estricta y a título de garantía del principio general de la legalidad, en el sentido que recoge el
artículo 19 de la Constitución argentina, el que dispone que "nadie puede ser obligado a hacer
lo que la ley no manda ni privado de lo que ella no prohíbe". En efecto, el principio general de la
legalidad en la formulación antes indicada obedece a la base misma de la existencia
republicana, en el sentido que "la obediencia que las personas prestan a los gobernantes se
basa racionalmente en la creencia que éstos gobiernan en nombre de la ley y conforme a sus
prescripciones"9. Dicho principio en lo que interesa al presente trabajo busca resguardar la
seguridad jurídica en el sentido que "tanto gobernados como gobernantes sepan a qué atenerse
al conocer de antemano qué es lo que tienen que hacer u omitir"10.
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En la misma línea, Jarach 12 expresa que "decir que no debe existir tributo sin ley, significa que
sólo la ley puede establecer la obligación tributaria y, por lo tanto, sólo la ley debe definir cuáles
son los supuestos y los elementos de la relación tributaria. Y al decir elementos y supuestos,
quiero significar que es la ley la que debe definir los hechos imponibles en su acepción objetiva
y también en su esfera subjetiva, es decir, cuáles son los sujetos pasivos de la obligación que
va a nacer. Debe ser la ley la que debe establecer el objeto y la cantidad de la prestación, es
decir, el criterio con que debe valuarse la materia imponible, para aplicar luego el impuesto en
un monto determinado, y es también la ley la que debe definir este monto".
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Por su parte, el artículo 31.1 de la Constitución española de 1978 dispone que "sólo podrán
establecerse prestaciones personales o patrimoniales de carácter público con arreglo a la ley",
lo que ha sido entendido por alguna doctrina en el sentido que la ley puede limitarse a contener
los elementos esenciales del tributo, pudiendo delegar la determinación del resto de los
elementos al Poder Ejecutivo. Al efecto, la doctrina ha considerado como elementos esenciales
del tributo los relativos al sujeto activo y pasivo, la obligación tributaria y los supuestos de
exención, no considerándose esenciales la base imponible ni la tasa. Tal tesis ha sido
controvertida por quienes ven en la norma citada una formulación de tipo clásica u ortodoxa.
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Todo lo anterior nos lleva a concluir la conveniencia de que la formulación del principio en
cuestión sea del tipo que hemos denominado clásico u ortodoxo. Finalmente, hacemos presente
que a objeto que operen las prevenciones que se estiman convenientes, en muchos casos las
normas generales de tipo administrativo contenidas en la Constitución Política de la República,
como las relativas al principio de la legalidad, constituyen suficiente garantía al respecto, siendo
sólo necesaria su adecuada interpretación y aplicación por parte de los Tribunales de Justicia.
republicanas.
Suele decirse que la primera formulación del principio en análisis se encuentra contenida en el
artículo 12 de la Carta Magna inglesa, otorga-
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da el 15 de junio de 1215 por el rey Juan sin Tierra 16. En efecto, dicha consagración exigía de
consentimiento general (Gran Consejo) a objeto de poder establecer "fonsadera (scutage)" o
tributo especial referido al financiamiento de los gastos de guerra. Posteriormente, durante el
reinado de Eduardo I (1271-1307), por medio del cuerpo normativo "Tallagio non Concedendo"
(1306), se amplía el principio en cuestión a toda clase de tributos, los que no podrán ser
exigidos por el rey o sus herederos sin el consentimiento de los clérigos de mayor nivel, nobles,
burgueses y demás hombres libres. En la misma línea, Eduardo III (1327-1377) extendió el
principio en cuestión a los empréstitos forzosos, al dictaminar que nadie puede ser obligado a
prestar dinero al rey contra su voluntad. Tales principios claramente establecidos no parecen
haber sido objeto de un estricto cumplimiento por parte del rey, al punto que son reiterados en la
Petition of Rights de 1628. En efecto, estas formulaciones del principio en análisis carecían de la
eficacia esperada, principalmente, a causa de la facultad del Rey "de dictar ordenanzas que
tenían el carácter de ley y de vetar los proyectos aprobados por el Gran Consejo"17.
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artículos quinto y sexto, en cuanto establecen que la ley es expresión de la voluntad general,
expresada por el pueblo o sus representantes, y que "nadie puede ser constreñido a hacer lo
que ella no ordena". Por su parte, la Constitución francesa de 1795 vuelve a tratar el tema de la
legalidad tributaria como consecuencia del principio de la autonomía de la voluntad y del
reconocimiento de que toda obligación para el individuo, entre las que entendemos incluidos los
tributos, debe tener su origen en la ley.
No obstante la antigua data del principio en análisis, su formulación precisa requiere del análisis
de las normas internas aplicables, en la medida que existen múltiples posibilidades al respecto.
Las tesis sobre su contenido preciso van desde alternativas ortodoxas, las que sostienen que
todos los elementos del tributo deben contenerse en una ley en el sentido formal, hasta las de
contenido más amplio o atenuado que aceptan la delegación de facultades legislativas o
reducen a lo esencial las materias que necesariamente deben contenerse en una ley en el
sentido anotado, permitiendo incluso la remisión normativa tácita. Mas allá del contenido
doctrinario del principio, el verdadero interés de este trabajo consiste en determinar el alcance
del principio en las normas positivas aplicables en Chile.
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el artículo 17 del mismo cuerpo legal, el que indica que sólo el Congreso impone las
contribuciones que se expresan en el primero de los artículos citados. Por su parte, el artículo 71
de la Constitución de la Provincia de Córdoba señala: "el sistema tributario y las cargas públicas
se fundamentan en los principios de legalidad, equidad, capacidad contributiva, uniformidad,
simplicidad y certeza" en una norma general que consagra la mayoría de los principios
constitucionales de alcance tributario. Por su parte, la Constitución de la Provincia de San Juan
señala que "sólo por ley expresa se crean, modifican o suprimen tributos y se conceden
exenciones y otros beneficios tributarios". La última de las disposiciones citadas incorpora el
elemento relativo a lo que debe entenderse por "ley expresa". Por su parte y tal como se señaló
precedentemente, la propia Constitución de la Provincia de Córdoba regula expresamente el
alcance en cuanto a las materias propias y reservadas al llamado principio de la legalidad.
España. El artículo 31.3 del cuerpo constitucional actualmente vigente dispone expresamente
que "sólo podrán establecerse prestaciones personales o patrimoniales de carácter público con
arreglo a la ley". Dicho cuerpo normativo, al igual que el italiano, autoriza la legislación, en
casos extraordinarios, mediante "decretos-leyes"18. Asimismo, se regula la posibilidad de
delegación de facultades legislativas, con expresa exclusión de las referentes a materias
relativas a derechos fundamentales o libertades públicas, título dentro del cual se encuentra el
artículo 31.3 antes citado. Dicha norma es análoga a la chilena y por ello resulta interesante
analizar la forma en que ha sido entendida por la jurisprudencia española. En efecto, en
sentencia 6/1983, el Tribunal Constitucional español concluye en el sentido que la garantía de
la legalidad del 31.3 se refiere exclusivamente a los elementos configurativos esenciales de un
tributo, así como al establecimiento de exenciones, pero en caso alguno a todo lo relativo a
materias impositivas y, en relación a ellas, procede
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Modelo de Código Tributario para América Latina. El artículo 4 punto 1 del cuerpo citado,
recomienda la consagración del principio en análisis en su forma ortodoxa. En efecto, señala:
"sólo la ley puede: crear, modificar o suprimir tributos, definir el hecho generador de la relación
tributaria, fijar la alícuota del tributo y la base de su cálculo e indicar el sujeto pasivo. . . otorgar
exenciones, reducciones o beneficios, etc.". El mismo código extractado sigue enumerando las
materias de reserva legal, en el sentido de contemplarse en la ley los procedimientos
administrativos y jurisdiccionales, las infracciones y penas, las preferencias de los créditos
tributarios y los medios de extinción de las obligaciones al respecto.
El Reglamento Constitucional de 1814, si bien amplió las atribuciones del Director Supremo en
perjuicio de las garantías del individuo y de los principios del constitucionalismo clásico,
mantuvo el principio de la legalidad en el sentido que los "pechos y contribuciones públicas
generales" debían ser consultadas y acordadas con el Senado.
Por su parte, pese a la escasa vigencia que tuvo la Constitución de 1822, es importante
consignar el avance que significó su texto en la his-
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La Constitución de 1823, redactada por Juan Egaña, es menos clara en cuanto a consagrar el
principio de la separación de los poderes, pero conserva el relativo a la legalidad tributaria. En
efecto, se indica que el Senado es el órgano que sanciona los tributos, previo asenso de la
Cámara Nacional, tal como se indica en el artículo 6, para complementarse con lo dispuesto en
el artículo 69 sobre las atribuciones de la Cámara Nacional en cuanto a aprobar las
"contribuciones o empréstitos". Finalmente, el artículo 235 dispone expresamente que "sólo el
cuerpo legislativo impone contribuciones directas o indirectas. . .".
La Constitución de 1828, llamada federalista, contemplaba entre las atribuciones exclusivas del
Congreso el "aprobar o reprobar, aumentar o disminuir los presupuestos de gastos que el
Gobierno presente; establecer las contribuciones necesarias para cubrirlos, su distribución en
las provincias, el orden de su recaudación e inversión y suprimir y reformar las existentes" como
se indica en el número 3 del artículo 46, señalando luego en el número 1 del artículo 47 que es
la Cámara de Diputados la que propone las leyes relativas a impuestos y contribuciones y que
en ella tendrán su origen los proyectos al respecto. Luego se contemplan normas relativas a la
distribución de las facultades al respecto entre el gobierno central y el de las provincias, como
es propio de un sistema federal.
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tributaria son reiteradas en los artículos 148 y 149 del texto en análisis, de los que en todo caso
se desprende que la autoridad ejecutiva puede disponer tributos en la medida que exista una ley
que la faculte al respecto. Indudablemente esta última norma obedece a una relativización del
principio en análisis, en cuanto contempla expresamente la facultad del Ejecutivo de imponer o
exigir tributos en la medida que ello sea "deducido de la ley que autoriza aquella exacción".
La Constitución de 1925 en materia tributaria, en términos generales, siguió la línea trazada por
la Constitución de 1833. En efecto, en el número 1 de su artículo 44 dispuso que "sólo en virtud
de una ley se puede. . . imponer contribuciones de cualquier clase o naturaleza, suprimir las
existentes, señalar en caso necesario su repartición entre las provincias y comunas y determinar
su proporcionalidad y progresión". Se elimina de la norma lo relativo a la vigencia temporal de
las normas sobre contribuciones, principalmente, con el objeto de evitar la excesiva injerencia
del Congreso Nacional, propia del sistema parlamentario, en materias de carácter ejecutivo,
como el presupuesto y su financiamiento. Asimismo, se mantiene lo relativo a que el origen de
esta clase de proyectos de ley debe ser la Cámara de Diputados. Por su parte, el número 9 del
artículo 10 dispone que "sólo por ley pueden imponerse contribuciones directas e indirectas, y,
sin su especial autorización, es prohibido a toda autoridad del Estado y a todo individuo
imponerlas, aunque sea bajo pretexto precario, en forma voluntaria, o de cualquier otra clase"20.
Asimismo, en el inciso tercero de la misma norma se dispuso que "no puede exigirse ninguna
especie de servicio personal o de contribución, sino en virtud de un decreto de autoridad
competente, fundado en la ley que autoriza aquella exacción".
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facultades legislativas al respecto, disponiéndose expresamente que los mismos podrían recaer
en materias relativas a imponer tributos, suprimirlos y determinar su proporcionalidad o
progresión, todo ello de conformidad al número 15 del artículo 44 reformado.
A modo de resumen, debe tenerse presente que, al igual que en otras historias constitucionales,
la chilena ha tratado desde sus inicios lo relativo al principio de la legalidad tributaria, lo que es
señal inequívoca de su importancia para el estado de derecho bajo las nociones republicanas.
En un principio, la legalidad tributaria se limitó a disponer la necesidad de ley al respecto y
posteriormente se indicó que la misma debía tener su origen en la Cámara de Diputados. En
una etapa avanzada, formalmente en la reforma constitucional de 1970 a lo dispuesto en la
Constitución de 1925, se incorpora lo relativo a la iniciativa exclusiva del Presidente de la
República en materia tributaria y la posibilidad de dictar decretos con fuerza de ley al respecto.
Tal como veremos, ni siquiera esta antigua historia del principio en cuestión nos permite
clarificar plenamente su contenido de garantía y alcance.
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guiendo la opinión del señor Silva Bascuñán, según consta en el acta oficial de la sesión 105,
se dejó para ser tratada en la parte orgánica de la Constitución Política de la República lo
relativo a la legalidad tributaria, atendido su carácter institucional y no dogmático, limitándose la
materia en cuanto a lo dogmático a tratar lo relativo a la igualdad y el carácter no confiscatorio
de los impuestos. Tal como se verá, dicho cambio de ubicación de las normas respectivas, en
opinión de este autor, excede alcances meramente formales. El señor Ovalle concordó con Silva
Bascuñán, especialmente haciendo presente la inconveniencia que puede darse en caso de
repetición de normas. Por su parte, se acordó eliminar por repetitiva la norma que prohibía la
discriminación arbitraria en materia tributaria en atención a que la misma no es sino una
reiteración innecesaria de la norma general vigente al respecto, todo ello sin perjuicio de
contemplarse una garantía expresa de "igualdad tributaria".
Finalmente, hacemos presente que en el texto actual del número 20 del artículo 19 de la
Constitución Política de la República, luego de modificaciones al respecto, habla de "tributos" y
no sólo de impuestos, con el objeto de ser comprensivo al respecto y de no dejar fuera
erogaciones tales como las tasas. En efecto, los impuestos, las contribuciones y las tasas son
especies del género tributos.
Dentro de las normas de alcance general, se deben tener presentes las contenidas en los
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Constitución Política de la República, en cuanto ordena que las normas legales que
complementen las disposiciones constitucionales no pueden, en caso alguno, llegar a afectar
los derechos en su esencia o impedir su ejercicio, lo que debe relacionarse con lo dispuesto en
el número 24 del mismo artículo sobre el derecho de propiedad. Finalmente, el artículo 61 de la
Constitución Política de la República regula la delegación de facultades legislativas por parte
del Congreso Nacional al Presidente de la República, con la limitación que la ley delegatoria
respectiva no puede abarcar "materias comprendidas en las garantías constitucionales".
Por su parte, dentro de las normas de contenido específicamente tributario debemos destacar,
en cuanto al principio en análisis, las siguientes normas constitucionales:
La contenida en el número 20 del artículo 19, la que en lo relevante indica "la igual repartición
de los tributos en proporción a las rentas o en la progresión o forma que fije la ley, y la igual
repartición de las demás cargas publicas", "en ningún caso la ley podrá establecer tributos
manifiestamente desproporcionados o injustos".
Las contenidas en los números 2 y 14 del artículo 60, en cuanto a que "sólo son materias de ley:.
. . 2) las que la Constitución exija sean regula-
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das por una ley, y 14) las demás que la Constitución señale como leyes de iniciativa exclusiva
del Presidente de la República".
Lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 62, en el sentido que las "leyes sobre tributos de
cualquiera naturaleza que sean. . . sólo pueden tener su origen en la Cámara de Diputados".
Lo dispuesto en el número 1 del inciso cuarto del artículo 62, en cuanto a que "corresponderá,
asimismo, al Presidente de la República la iniciativa exclusiva para. . .imponer, suprimir, reducir
o condonar tributos de cualquier clase o naturaleza, establecer exenciones o modificar las
existentes, y determinar su forma, proporcionalidad o progresión".
La determinación del alcance concreto del principio de la legalidad tributaria, tal como se
encuentra establecido en Chile, pasa medularmente por la interpretación de las normas antes
citadas, tanto específicamente como en relación al conjunto de las normas constitucionales.
III
Problematicas del principio de la legalidad de los
impuestos a la luz del ordenamiento constitucional chileno
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Dentro de la doctrina nacional Evans de la Cuadra y Evans Espiñeira 23 sostienen que "la
Constitución Política, como veremos, es a nuestro parecer en extremo rigurosa en cuanto a
extender el principio de la legalidad tributaria a todos los elementos esenciales de la obligación,
es decir, el hecho imponible definido, de manera cierta; los presupuestos del hecho a los que se
atribuirá la producción del hecho imponible; los sujetos obligados al pago; el método o
procedimiento para determinar la base imponible, en sus lineamientos esenciales, las alícuotas
que se aplicarán para fijar el monto del tributo; los casos de exenciones; los supuestos de
infracciones; las sanciones correspondientes, etc."
Por su parte, Figueroa Valdés 24 es de la tesis de que todos los elementos del tributo deben
establecerse en la norma de rango legal, al menos, en lo esencial. No obstante lo anterior, al
analizar el fallo en recurso de inaplicabilidad dictado por la Excma. Corte Suprema con fecha 27
de mayo de 1980, en relación a la recurrente Compañía Refinería de Azúcar de Viña del Mar,
este autor formula un distingo entre "establecimiento" de la base imponible y su "determinación".
En concreto, el legislador puede limitarse a establecer la base imponible encargando a la
administración la determinación numérica precisa de la misma. El autor, haciendo un comentario
más fundado en la constatación de la práctica legislativa y jurisprudencial chilena que en el
contenido preciso de la garantía en análisis, da cuenta que esta diferenciación entre el
establecimiento de la base imponible por ley y la determinación numérica de la misma se da en
múltiples casos, entre los que destaca el avalúo por parte del Servicio de Impuestos Internos de
las propiedades a efectos de aplicar el impuesto territorial y las presunciones de retiros del
artículo 21 de la Ley de la Renta.
Jurisprudencia
La remisión a citas jurisprudenciales en el presente trabajo no tiene por objeto hacer un catálogo
acabado de los pronunciamientos existentes en relación a la materia analizada, sino que busca
poner de manifiesto el formalismo con que ha sido entendida la garantía de la legalidad
tributaria y las distintas tesis que se han acogido al respecto. Los fallos que se citan han sido
dictados a la luz de las normas contenidas en la Constitución Política de la República de 1980
25 y se sugiere un estudio de su texto original a objeto de tener a la vista sus sutilezas.
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lo que nos interesa, en este fallo se acepta de alguna manera la tesis de que sólo los elementos
esenciales de los tributos deben establecerse a nivel de ley o tratado, siendo procedente la
complementación por la vía reglamentaria en virtud de una remisión por parte del Congreso, sea
contenida en una ley o en un tratado 31. Vale la pena tener presente que este fallo 32 no fue
unánime y existen dos votos disidentes fundados a saber, Ministros Bulnes y Faúndez. En
efecto, la Ministra Bulnes Aldunate señala que el control de constitucionalidad no puede
limitarse a comparar el tenor del decreto con la ley o tratado que le da marco, sino que es
procedente confrontar aquél directamente con la Constitución Política de la República. Del
análisis del contenido del principio de la legalidad a la luz del ordenamiento constitucional
vigente se desprende que debe acogerse el requerimiento en contra del decreto impugnado en
la medida que si bien el tratado marco respectivo puede contener remisiones al Ejecutivo, el
ejercicio de la potestad reglamentaria no puede introducirse en materias de reserva estricta de
ley como las tributarias 33, punto en el que coincide el Ministro Faúndez. Las normas que
rebajan los aranceles y otorgan preferencias a determinados productos elaborados en Bolivia
son propiamente tributarias y, en razón de ello, resulta aplicable el principio de reserva de
legalidad.
ha regulado un
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Nuestra opinión
A modo de una conclusión previa al tema en análisis, en la Constitución de 1980 no hay una
norma prohibitiva especial en relación a limitar la actuación de los órganos del Estado en
materia impositiva, similar a la contenida en el número 9 del artículo 10 de la Constitución de
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Como primer punto, habría que decir que en nuestra opinión el texto constitucional no es todo lo
claro que se podría esperar en esta materia, atendida la importancia que la misma tiene para los
contribuyentes. En efecto, las mismas discusiones y tesis diferentes que han acogido los
tribunales de justicia en relación a la garantía de la reserva de ley dan cuenta de un texto
constitucional que se ha prestado a equívocos. En nuestra opinión y sin perjuicio que
sostenemos la existencia en la Carta Fundamental del principio de la legalidad en una
formulación más o menos ortodoxa, se debió haber señalado expresamente en la parte
dogmática de la Constitución Política de la República que todos los elementos de un tributo
deben encontrarse establecidos por ley. Hacemos presente que en la CENC se optó por tratar el
tema en la parte orgánica, dentro de las materias de ley, lo que complica la determinación del
contenido de la garantía, al no ser diferente a otras materias de ley, y adicionalmente abre una
puerta a la discusión en lo relativo a la procedencia de la delegación de facultades legislativas
en materias tributarias.
Adelantando nuestra conclusión al respecto, en Chile rige una formulación ortodoxa del
principio de la legalidad como garantía, lo que se traduce en que todos los elementos del tributo
deben encontrarse establecidos en una ley en el sentido formal, sin que sea procedente a su
respecto esto es en lo relativo a los elementos de los tributos la delegación de facultades
legislativas. En otros términos, junto con no existir potestad reglamentaria autónoma en materia
tributaria, en dicho campo rige una
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ser sólo excepcional, por lo que la discusión que sobre el punto en cuestión se pueda haber
dado a nivel de la CENC no permite alterar las conclusiones que se fundan en el tenor literal de
la Constitución Política de la República.
En otros términos, una ley tributaria que establezca discriminaciones arbitrarias entre
contribuyentes será contraria a lo dispuesto en el número 2 del artículo 19 de la Constitución
Política de la República. Por su parte, un acto administrativo que pretenda arrogarse la facultad
de repartir tributos, aun a pretexto de hacerlo de manera igualitaria, sin norma legal de sustento,
será contrario a lo dispuesto en el número 20 del artículo 19 de la Constitución Política de la
República.
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La igual repartición del tributo por ley no es otra cosa que el establecimiento del mismo, en todos
sus elementos, en una ley formal y material. No se concibe la igual repartición de un tributo de
conformidad a lo dispuesto por una ley sino es ella misma la que lo establece en todos sus
elementos. En el mismo sentido, el inciso segundo del número 20 del artículo 19 de la
Constitución Política de la República, dando cuenta que es garantía del contribuyente el que los
impuestos sean establecidos o repartidos por ley, señala que esta última tiene límites, tales
como el no establecer "tributos manifiestamente desproporcionados o injustos".
repartir tributos, esto es, establecerlos en sus diferentes elementos propios del acto de imperio
de la justicia distributiva. Esta es una primera diferencia de nuestra tesis con la mayoría de la
doctrina nacional, en la medida que esta última señala normalmente que la reserva de ley en
materia tributaria se encuentra contenida en los artículos 60 y 62 y no como garantía del
contribuyente. Tal como veremos, la conceptualización de la materia como una garantía es la
base de la determinación de la improcedencia de la delegación de facultades legislativas a su
respecto, lo que no es menor.
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ley en materia tributaria, en el sentido de que sólo por ley pueden establecerse los elementos de
un tributo. Por el contrario, es el número 2 del mismo artículo el que da cuenta de la existencia a
nivel constitucional de materias que necesariamente deben ser reguladas, en su integridad, por
una ley. En efecto, el número 2 del artículo 60 señala que "sólo son materias de ley: ...2) las que
la Constitución exija que sean reguladas por una ley". Se trata de materias excepcionales en
que la Constitución Política de la República exige la existencia de una ley en el sentido formal,
como aquellas normas que establecen penas y tipos penales. Por su parte, el número 14 del
artículo antes citado se refiere a "las demás que la Constitución señale como leyes de iniciativa
exclusiva del Presidente de la República".
La conclusión que hemos dado se refuerza, en cuanto a los elementos del tributo para efectos
de su repartición o establecimiento por ley, por lo señalado en el número 2 del inciso cuarto del
artículo 62 de la Constitución Política de la República. En efecto, esta última norma especifica el
contenido de la ley en materia tributaria al indicar que ella se refiere a los tributos (hecho
gravado, tasa y sujetos) y las exenciones.
En nuestra opinión, la interpretación anterior es la que mejor cuadra con el conjunto de normas
constitucionales en análisis y con lo dispuesto en el capítulo primero de la Constitución Política
de la República sobre Bases de la Institucionalidad. Hacemos presente una vez más que en
nuestra opinión es la redacción poco feliz del punto la que ha permitido la discusión que se ha
dado al respecto. No obstante ello, insistimos en que es el propio número 20 del artículo 19 de la
Constitución Política de la República el que dispone, a modo de garantía tributaria, el que debe
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ser una ley en el sentido formal la que reparta, respecto a establecer los tributos y todos sus
elementos. No obstante ello, el Ejecutivo podrá regu-
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lar materias de alcance tributario diferentes a las propias del tributo mismo, tales como las de
tipo procedimental o administrativo, sin que por esta vía le sea legítimo establecer nuevas
cargas. En razón de lo expuesto, la garantía de la legalidad o reserva de ley en materia tributaria
no es meramente formal o circunscrita a que el legislador se remita a establecer genéricamente
el elemento respectivo, sino que debe indicarlo específicamente en todo aquello que pueda
tener incidencia para el patrimonio del contribuyente, pues es ese mismo el que se pretende
resguardar con la garantía en análisis y toda interpretación en sentido contrario la haría inútil y
carente de contenido real.
De lo que se trata en este punto es determinar, una vez establecido qué elementos de los
tributos deben contenerse en una ley en el sentido formal, si es posible la delegación de las
facultades legislativas del Congreso Nacional al Presidente de la República, de conformidad a
lo dispuesto en el artículo 61 de la Constitución Política de la República.
Sobre este punto, Evans de la Cuadra y Evans Espiñeira 35 han señalado que "el artículo 61
inciso segundo no admite que el Congreso delegue facultades legislativas en materias
relacionadas con las garantías constitucionales, a diferencia de la Carta de 1925, que
expresamente señaló que la autorización conferida al tenor del artículo 44 número 15 podía
extenderse a la creación o supresión de impuestos y a la determinación de su proporcionalidad
o progresión", indicando asimismo que "si se revisa la historia fidedigna de la actual
Constitución se observa que el punto fue tratado en la Comisión de Estudios de la Nueva
Constitución y descartada en ella la posibilidad de hacer delegaciones legislativas en materias
relacionadas con tributos".
Por su parte, Figueroa Valdés, en la tantas veces citada obra, página 131, señala expresamente
que "la Constitución de 1980 reconoce la delegación de facultades legislativas del Congreso en
el Ejecutivo en materia tributaria", con las limitaciones generales contenidas en el artículo 61 de
la Carta Fundamental.
Jurisprudencia
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No obstante ello, por la vía de aceptar la remisión al reglamento en las propias leyes tributarias,
la jurisprudencia previamente analizada genera un espacio poco claro entre lo que es
propiamente materia de ley y, en razón de ello, de eventual delegación de facultades legislativas
lo que no sería procedente en materias tributarias y lo que es propio del campo de la potestad
reglamentaria de ejecución del Presidente de la República.
Nuestra opinión
En nuestra opinión, y admitiendo eso sí que nos encontramos ante un punto altamente discutible
sobre el que se hace difícil arribar a conclusiones absolutas, si procede la delegación de
facultades legislativas en determinadas materias tributarias, esto es, con alcance restrictivo.
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que así concluyen, el hecho que en la norma anterior existiera una contra excepción expresa
que autorizara la delegación de facultades en materia tributaria no obstante encontrarse el
principio de la legalidad dentro de las garantías constitucionales, y que no exista una norma
similar en la Carta Fundamental actualmente vigente, es señal inequívoca de que la intención
del constituyente fue eliminar dicha posibilidad.
Por nuestra parte, adicionalmente a desconocer el valor absoluto de la interpretación por la vía
de comparar textos constitucionales, atendido el carácter fundacional de una norma de tal rango,
estimamos que los supuestos de tal conclusión son equívocos si es que no se aclara de manera
previa la ubicación constitucional actual de la garantía en cuestión. En efecto, en la Constitución
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Por el contrario, aclarado el punto de que en nuestra opinión es el propio numeral 20 del artículo
19 de la Constitución Política de la República el que contempla la garantía de la legalidad
tributaria, arribaremos a la conclusión que no procede delegación de facultades legislativas en
todas aquellas materias de lo que hemos entendido como propias de la "repartición del tributo".
Más allá de las mismas, estimamos que procede la delegación de facultades legislativas. En
otros términos, sólo procede la delegación de facultades legislativas en materia tributaria en los
siguientes
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Resulta clave entonces determinar qué aspectos deben entenderse comprendidos dentro de la
expresión "igual repartición de los tributos en proporción a las rentas o en la progresión o forma
que fije la ley, y la igual repartición de las demás cargas públicas". Al respecto, nos remitimos a
lo antes indicado en relación al alcance de la legalidad en materia impositiva. Más allá de
dichas materias, procede la delegación.
Atribuciones de interpretación de la
autoridad administrativa
No es la intención del presente artículo el desarrollar extensivamente el tema del presente
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apartado. No obstante ello, se hace mención al mismo, atendida la forma en que en la práctica
han operado las facultades de interpretación administrativa de las normas tributarias por parte
de la autoridad, particularmente el Servicio de Impuestos Internos, y su escaso contrapeso en la
primera instancia jurisdiccional. Una de las vías más corrientes de violar el principio de la
legalidad tributaria, que hace ocioso todo el análisis del mismo antes desplegado e incluso su
consagración, es la interpretación extensiva de las normas tributarias y su aplicación analógica.
En tal línea, la facultad de interpretación administrativa que confiere el número 1 de la letra A del
artículo 6 del Código Tributario al Director Nacional del Servicio de Impuestos Internos, debe ser
ejercida dentro de los términos de la ley respectiva y aplicando directamente los principios
constitucionales antes expuestos. En otros términos, no basta para legitimar el ejercicio de la
facultad de interpretación de las normas legales el
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mero sometimiento formal a la ley objeto de dicho proceso, sin que a su vez se respeten en el
mismo proceso los principios constitucionales reseñados en el presente artículo, esto es, la
legalidad tributaria, el carácter excepcional de la norma tributaria y el respeto a la propiedad
privada como norma general.
Por su parte, el propio artículo del Código Tributario antes citado da cuenta de la potestad
reglamentaria de ejecución, entregada por ley al Director Nacional del Servicio de Impuestos
Internos, al indicar que él mismo debe "fijar las normas, impartir instrucciones y dictar órdenes
para la aplicación y fiscalización de los impuestos". Se trata entonces de una potestad normativa
restringida a la aplicación y fiscalización de la norma tributaria, por encargo de la propia ley.
materias relativas a la "repartición del tributo" no puede ejercerse la misma, salvo en cuanto sea
para complementar una norma establecida en la ley en cuanto a su contenido patrimonial
preciso y por remisión expresa. Más allá de dichas materias, procede en lo tributario el ejercicio
general de la potestad reglamentaria de ejecución en los términos del número 8 del artículo 32.
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IV
Conclusiones
De lo antes expuesto podemos arribar a las siguientes conclusiones generales
La tensión antes anotada es de tal importancia, que el principio de la legalidad tributaria ha sido
recogido, desde un comienzo, por todos los ensayos constitucionales o normas tendientes a
regular el ejercicio del poder. No obstante la importancia y antigua data del principio en
cuestión, su contenido no es unívoco y en razón de ello es necesario analizar el mismo a la luz
de las normas positivas vigentes en cada país.
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[2] Al respecto, se puede consultar la obra Orden Público Económico y Derecho Penal, del
mismo autor, Editorial Jurídica ConoSur, 1998, Santiago.
[3] GIULIANI FONROUGE, CARLOS M., Derecho Financiero, vol. I, 6ª ed., Depalma, 1997,
Buenos Aires, p. 365.
[4] En efecto, el artículo 23 del Código Civil señala que no deberá considerarse lo favorable u
odioso de una norma a objeto de determinar su sentido y alcance. Por el contrario, en nuestra
opinión es el principio de la jerarquía normativa el que obliga a considerar en términos
restrictivos las normas que desincentivan una determinada actividad, precisamente por hacer
excepción a una garantía constitucional consagrada positivamente. El alcance de dicha
interpretación restrictiva se refiere, por ejemplo, a la proscripción de la aplicación analógica de
la norma.
[5] La "parafiscalidad" es una noción que se atribuye a Morselli, quien ha visto en esta clase de
tributos una categoría sustancialmente diferente a la general, lo que ha sido controvertido por
una importante cantidad de autores que concluyen que a dichas erogaciones son aplicables las
normas generales de los tributos estatales. El contenido mismo del concepto en análisis no es
unívoco, al punto que para algunos autores se refiere a aportes obligatorios realizados a
órganos diferentes al Estado central y, para otros, se aplica también a los aportes realizados
para finalidades específicas, como por ejemplo, las de seguridad social. Dentro de los autores
que rechazan la tesis segregacionista de la parafiscalidad se encuentra CARLOS M. GIULIANI
FONROUGE, quien expuso su tesis en el ensayo "Acerca de la Llamada Parafiscalidad",
publicado en Ensayos sobre Administración Política y Derecho Tributario, Ediciones Macchi,
Córdoba, 1968, y en Revista del Tribunal Fiscal de la Federación, 2° número extraordinario,
México 1966, p. 359, y en la obra citada supra, pp. 1098 y ss.
[6] Sobre el punto, hacemos presente que para algunos autores las expresiones legalidad
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[7] LOCKE, JOHN, Concerning Civil Government, cap. XI, párrafo 140.
[10] SPISSO, RODOLFO R., Derecho Constitucional Tributario, Depalma, Buenos Aires, 1993,
p. 187.
[11] EVANS DE LA CUADRA, ENRIQUE y EVANS ESPIÑEIRA, EUGENIO, Los Tributos ante
la Constitución, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1997.
[12] JARACH, Dino, Curso Superior de Derecho Tributario, 1a ed., 1957, Buenos Aires.
[15] A modo de ejemplo, los estrictos criterios del Servicio de Impuestos Internos en relación a la
procedencia del crédito fiscal IVA y el carácter personalísimo del mismo, tienden a mutar el
impuesto desde uno relativo al valor agregado a uno sobre las ventas.
[16] En efecto, FIGUEROA VALDÉS, JUAN EDUARDO, en Las Garantías Constitucionales del
Contribuyente en la Constitución Política de 1980, Editorial Jurídica de Chile, 1985, citando a
ARELLANO, RUTH, en Los Derechos de Igualdad y Sociales en el Derecho Constitucional y
Comparado, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1953, indica que ya en el siglo V, durante la
dominación goda en España, el rey juraba ante las asambleas respetar ciertos derechos y
libertades, además de lo relativo a respetar la ley. Dentro de las normas que se juraba aceptar
se contemplaba la relativa a que toda imposición de cargas públicas debía realizarse con el
consentimiento nacional prestado a través de las asambleas.
[19] Sobre el origen de esta norma, Figueroa Valdés en obra citada supra, toma a Victorino
Lastarria que indica que en el sistema inglés los nobles que integraban la Cámara Alta se
encontraban fuera del alcance de los tributos y en razón de ello era de toda justicia que los
proyectos en materia impositiva se originaran en la Cámara de los Comunes. Por su parte, Jorge
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proyectos en materia impositiva se originaran en la Cámara de los Comunes. Por su parte, Jorge
Huneeus indica al respecto que la mantención de esta norma en los textos constitucionales se
funda en el hecho que la Cámara de Diputados es más numerosa y representativa.
[20] Hacemos presente que en la actual Constitución no se aprecia una norma prohibitiva
especial similar a la indicada, sin perjuicio de lo cual esa prohibición emana de lo dispuesto en
términos generales de los artículos 6° y 7° de la Constitución Política de la República de 1980,
en lo relativo a la juridicidad de los actos de la administración del Estado. Asimismo, hacemos
presente que en nuestra opinión, atendido el estado de avance de la doctrina sobre el principio
de legalidad, carece de sentido el establecer prohibiciones a la actuación del Estado en virtud
que la misma es improcedente sin ley. En efecto, no existen potestades implícitas del Estado
que sea menester prohibir.
[22] Desde ya hacemos presente, aunque es materia de otro trabajo, que en nuestra opinión la
interpretación de las normas constitucionales debe realizarse en base al propio texto
constitucional. Dicha afirmación es evidente, no obstante lo cual se aprecia en la realidad la
práctica habitual de recurrir a las citas a los dichos de los miembros de la Comisión de Estudios
de la Nueva Constitución como una forma de interpretación que muchas veces llega a pugnar
con el tenor mismo de la Constitución Política de la República, cuando no con su interpretación
sistemática. En nuestra opinión, las actas de la comisión señalada sólo sirven para ilustrar la
historia fidedigna de la norma, pero no dejan de representar opiniones aisladas de quienes la
componen y no representan ni pueden representar la voluntad misma del constituyente, siendo
incluso esta última ajena a la norma constitucional. Por la vía del excesivo apego a las citas de
las actas indicadas se ha dado el fenómeno de aportar contenidos a la Constitución Política de
la República, incluso de tipo ideológico, absolutamente ajenos a la misma.
[25] FIGUEROA VALDÉS, en obra citada supra, trae a la vista numerosos fallos dictados bajo la
vigencia de la Constitución de 1925.
[29] Revista Derecho y Jurisprudencia, t. XC, 1993, sec. 5ª, pp. 215 y ss.
[30] A este respecto, existieron dos votos disidentes, a saber, de los Ministros Luz Bulnes A. y
Osvaldo Faúndez.
[31] En efecto, el fallo respectivo en su considerando 18° señala que "la ley sólo debe contener
los elementos esenciales de la materia que regula, sin que ella pueda excluir la potestad
[32] El texto completo del mismo fue publicado en la Revista de Derecho Público, vol. 61, 1999,
junto con comentarios de los profesores Pablo Ruiz-Tagle V., Enrique Navarro B. y Víctor
Manuel Avilés H.
[33] En efecto, en el considerando 19 del voto de minoría de la Ministra Bulnes se señala: "en
otras palabras, toda la materia tributaria está sujeta a la reserva estricta de legalidad".
[34] Fallo citado en obra citada supra, Evans de la Cuadra y Evans Espiñeira, pp. 109 y ss.