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Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra sin permiso expreso de Biblomedia Editores.
Realizó estudios de licenciatura Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú), maestría
Universidad de Santo Tomás de Aquino (Colombia) y doctorado en Psicología Universidad
Nacional Autónoma de México.
Desde la fundación de la psicología como ciencia y profesión, el tema de la salud ha sido una
prioridad, tanto para la psicología normal como para la considerada anormal. Debido a los avances
de la ciencia psicológica, se ha logrado conocer de manera más detallada el papel que las
cogniciones, emociones y respuestas motoras desempeñan en los estados de salud y enfermedad de
las personas.
En la actualidad, se sabe que todo lo que la persona piensa, dice y hace tiene una influencia
considerable en su nivel de bienestar y salud. Los pensamientos lógicos y racionales, las emociones
relajantes, la autoeficacia, el apoyo psicosocial, la adecuada alimentación, el ejercicio físico, la
calidad de sueño, el sentido de humor, los pasatiempos, las actividades culturales, entre otros
aspectos, influyen de forma significativa en el bienestar, la salud y la calidad de vida. Los
pensamientos irracionales, los errores cognitivos, los estados emocionales negativos - como la
ansiedad y la depresión - , la tendencia a reaccionar con ira y coraje, la falta de apoyo psicosocial,
las adicciones como el tabaquismo y el alcoholismo, o vivir un estilo de vida estresante,
contribuyen a la pérdida de la salud y al desarrollo de enfermedades agudas (por ejemplo, dolores
de cabeza, migraña, gastritis, estreñimiento, o colon irritable, etc.), y crónicas (diabetes, trastornos
cardiovasculares, cáncer, entre otras).
Luis A. Oblitas
Tabla de Contenido
Desde una perspectiva histórica, el concepto de Salud Mental nos remite al dualismo clásico de
Descartes: una diferenciación fundamental entre mente (lo mental) y cuerpo (lo corporal) como dos
ámbitos ontológicos diferentes. A partir de este planteo irán apareciendo conceptualizaciones que
intentarán establecer algún tipo de relación entre los dos conceptos, o aceptarlos como distintos
aspectos del mismo fenómeno.
Hay una realidad desde el punto de vista epidemiológico: las personas se enferman y es posible
estudiar factores relacionados con la producción de morbilidad y mortalidad, relacionados con el
ambiente natural, social o con modos de vida diferentes culturalmente.
No es posible hablar de Salud absoluta; no existe psicológica, biológica o socialmente tal expresión,
entraría en contradicción con la capacidad inherente a todo sistema de desequilibrarse y cambiar.
Por lo tanto, debemos hablar del proceso salud-enfermedad que nos llevará a la idea de acción ante
el conflicto, de transformación ante la realidad.
Un ser humano que nunca experimenta ningún problema emocional sería todo, menos humano. La
manera de protegerse contra la tensión interior es lo que sirve para probar si se trata de una
personalidad normal o de una enferma.
Todos tenemos conflictos emocionales dentro de nosotros; sobrellevamos un buen número desde los
días de nuestra infancia, y otros derivan de experiencias posteriores. Algunos pueden ser graves,
pero en el caso de una persona sana por esta causa no se convertirá en un caso psiquiátrico: sus
mecanismos defensivos tienen la capacidad de protegerlo de las tensiones interiores.
La Salud Mental, subsistema del sistema global denominado Salud Pública, se nos presenta así
como una disciplina de intersección de las distintas ciencias del hombre, que se ha ido
constituyendo como un espacio de reflexión gracias a la contribución de distintas esferas de la
actividad científica: Psicología, Sociología, Antropología, Psicoanálisis, Neurología, Ecología.
La Salud Pública pasará a ser responsabilidad de los gobiernos a partir de la organización de los
Estados modernos. En un principio, todo lo que perturbe el orden social será controlado de alguna
manera. No interesará tanto el "individuo psicológicamente distinto", pues a aquellos cuya conducta
era desorganizada y ofensiva al orden social se les consideraba víctimas del castigo divino y/o
poseídos por el demonio. Datos históricos nos revelan que las personas con trastornos psicológicos
fueron torturadas, flageladas, asesinadas.
El uso del término Salud Mental deriva de una línea de pensamiento que comienza con el estudio
del "hombre poseído", "endemoniado" o "embrujado" en busca de su paraíso perdido: la Salud. Se
va a estudiar la enfermedad, cómo se produce y se va a llamar Salud Mental a todo un accionar con
relación a la modificación de lo asociado con lo patológico.
El concepto mismo de salud mental es un concepto discutible, es un concepto que está muy
marcado por el relativismo cultural; lo que cada uno de nosotros entiende hoy por salud mental no
es lo mismo que lo que piensan en otras culturas, ni es lo mismo que entendíamos años atrás. Es
decir, el primer punto es que no hay una manera unívoca de expresar la condición de la salud
mental, sino que el concepto en sí mismo está condicionado culturalmente tanto a lo largo del
tiempo histórico como en cada situación cultural concreta. Probablemente en otras culturas o en
otros momentos de la historia se pensaba este tema de la salud mental de manera muy distinta a
como lo pensamos nosotros hoy.
En otro aspecto, es necesario puntualizar un par de momentos que son los más importantes. El
primero de ellos transcurre entre mediados y finales del siglo pasado. La evolución de las ciencias
hacia fines del siglo XIX adquiere una importancia significativa y en todos los campos del
conocimiento se vive un proceso de clasificación, de ordenamiento. De golpe la mirada del
científico es una mirada clasificadora y ordenadora de la que surgen los grandes ordenamientos;
Linneo por ejemplo ordena el mundo de las plantas, surgen las grandes clasificaciones de las
especies y géneros animales, etc. En el campo de la salud mental también empiezan a surgir una
serie de clasificaciones, de cuadros nosográficos, que intentan describir en una especie de mirada
panorámica, todos los casos que el descriptor entendía que formaban parte de la patología. Por
supuesto que no hubo consenso en hacer una única clasificación sino que la mayoría de los autores
importantes, construyó la suya, siendo tal vez la más importante la de Kraepelin.
A fines del siglo XIX, lo que predomina es fundamentalmente la mirada que ordena el mundo a
partir de ciertas ideas que, específicamente en el tema de la salud mental, giraban en torno al hecho
de que la patología mental era siempre la consecuencia de una lesión cerebral. El modelo a partir
del cual se organiza esta mirada es el modelo que algunos autores llaman órgano-mecanicista. Se
parte del hecho que, como venía constatándolo la medicina general en otros terrenos, siempre había
una base lesional y que la enfermedad mental era la resultante de alguno tipo de lesión. La
enfermedad prototípica era la parálisis general progresiva que efectivamente es la resultante de
lesiones concretas.
Este proceso coincidió también con las primeras descripciones anatómicas, los primeros mapas del
cerebro, por primera vez se empieza a estudiar el cerebro sistemáticamente y comienza a
desarrollarse una especie de geografía del cerebro que dice: "este lugar hace tal cosa", "este lugar
tiene que ver con tal otra". De modo tal que este es un primer intento serio de comprender la
enfermedad mental a partir de la base física, de la base orgánica concreta de tipo lesional.
Hubo algunas descripciones muy importantes en esta época, muy minuciosas y detalladas; lo central
de este período es la mirada sobre el problema de la enfermedad mental y el afán clasificatorio.
Siempre pensando la enfermedad mental como algo que le pasa al otro; es decir, entre el
clasificador y el enfermo hay un abismo.
El otro es el enfermo. Yo soy el que está sano y desde mi salud, desde mi conocimiento, desde mi
saber, lo clasifico, como otros expertos clasifican plantas, insectos o animales.
Este punto de vista empezó a declinar hacia fines de siglo. Entre otras cosas porque evidentemente,
había muchas patologías en las que era muy complejo e posible encontrar la famosa base lesional.
Enfermos con cuadros muy espectaculares muertos en los hospicios, eran estudiados sus cerebros
anatómicamente, con los métodos de exploración de la época y no había ninguna alteración visible.
El aspecto orgánico y anatomopatológico, del proceso morboso fue lo primero que perdió su
excesiva vigencia en beneficio de las concepciones psicogénicas o psicodinámicas. Es así como los
descubrimientos fundamentales de la estructura del inconsciente y de su papel patógeno por
Sigmund Freud ha revolucionado la psiquiatría clásica o "kraepeliniana". En efecto, según esta
perspectiva, la forma rígida de las entidades tiende a desaparecer para prestarse a una interpretación
más dinámica del papel de la actividad psíquica en la formación de los cuadros clínicos.
Este cambio de actitud que introduce Freud no sólo significa cambiar el ojo por la oreja sino que
también implica la producción de un acortamiento de las distancias entre el supuestamente sano y el
supuestamente enfermo. El enfermo ya no es el otro, como otro distante y lejano. Freud nos dice,
que los mismos mecanismos que operan en la patología, operan en cada uno de nosotros, los así
llamados normales. Que las mismas estructuras, las mismas instancias, los mismos mecanismos de
defensa, están operando tanto en la patología como en la salud. Esto es, que entre el enfermo y la
persona llamada normal, simplemente hay una diferencia de grado, una diferencia de cantidad, no
de cualidad. La diferencia no es cualitativa, es simplemente cuantitativa. Entre la angustia que
puedo sentir yo como supuestamente normal y la angustia psicótica, no hay una diferencia de
calidad, hay diferencia en la cantidad. La psicótica es una angustia que aniquila, es una angustia que
desborda, que no tiene control porque hay un colapso defensivo.
De modo que, la lejanía del enfermo ya no es tal, sino que se reduce drásticamente. Se produce un
gran cambio de perspectiva que de alguna manera va a marcar todo el siglo XX. Nadie puede dudar
de la importancia del pensamiento freudiano en el desarrollo de las ideas y de la vida a lo largo del
siglo XX. Paul Ricoeur, en alguno de sus textos dice que los tres pensadores que más han influido a
lo largo del siglo XX, son: Nietszche, Marx y Freud. Esto puede ser un poco discutible pero, no hay
ninguna duda que si no son los tres que más han influido, están por lo menos entre los cinco o seis
más importantes.
Lo fundamental, es que hasta fin del siglo XIX, domina un paradigma de conocimiento donde el eje
pasa por la mirada, luego desde comienzos del siglo XX un paradigma donde el interés pasa por la
escucha, por el entender.
El otro aspecto es que, así como a fines del siglo XIX se pensaba la enfermedad mental y se trataba
de comprenderla desde una causa muy concreta, muy determinada como la lesión orgánica; la
inclusión del pensamiento freudiano y la profundización del conocimiento de la intimidad de la
enfermedad mental, empieza a poner en evidencia que la salud mental no obedece solamente al
funcionamiento de las estructuras cerebrales, que también el medio, las experiencias concretas, las
interacciones con los otros y la historia de cada sujeto, cuentan para entender el porqué de su mayor
o menor equilibrio emocional. Este es uno de los grandes aportes de Freud en la medida que
desmedicaliza la enfermedad mental, le quita esta imagen de patología física que tiene que ver
exclusivamente con el saber médico e introduce los factores psicológicos, los factores
antropológicos, los factores sociales.
Esto termina derivando en un concepto que hoy se maneja habitualmente para comprender la
patología mental y es el concepto de policausalidad. Es decir, ya no pensamos, salvo en cuestiones
muy puntuales, en patologías muy claramente definidas, ya no pensamos, que la pérdida de salud
mental obedece a un único factor, sino más bien a una especie de sumatoria, a una interacción
acumulativa de diversos factores. En esto también hay que reconocer el aporte freudiano porque él
ya había trabajado el concepto de "series complementarias", en el que planteaba que la patología se
produce por una interacción entre aquellos factores que el sujeto trae genéticamente y la historia
personal, los eventos, las cosas que le fueron pasando y que le pasan. Entonces Freud decía: miren
entre estos dos factores, lo que llamaríamos lo genético y este otro que llamaríamos la historia del
sujeto, hay una relación inversamente proporcional. Esto es que, cuanto mayor sea la carga genética
del sujeto, menor importancia tendrán que tener los eventos de su vida para que ese sujeto se
descompense y viceversa. De modo que depende de una doble serie de factores que tienen que ver,
por un lado con el cuerpo y por el otro con la historia del sujeto, con la historia en el sentido más
amplio del término, con la historia personal y con la historia en el sentido de coyuntura histórica,
con el contexto de época en el que a cada uno le toca vivir. Estas dos series de factores,
interactuando, absolutamente imbricadas una con la otra, son las que permiten comprender más
cabalmente porque una persona enferma.
Esto se expresa en la definición de salud mental que propone la Organización Mundial de la Salud
la cual surge por consenso de un grupo de expertos de distintos países del mundo y que dice: "La
salud mental se definió como aquel estado sujeto a fluctuaciones, provenientes de factores
biológicos y sociales, donde el individuo se encuentra en condiciones de conseguir una síntesis
satisfactoria de sus tendencias instintivas, potencialmente antagónicas, así como para formar
y mantener relaciones armoniosas con los demás y para participar constructivamente en los
cambios que puedan producirse en su medio ambiente físico y social".
Se refiere al completo bienestar físico, psíquico y social. Estado en que el ser ejerce sus funciones
normalmente. Nos habla fundamentalmente del derecho a vivir en un equilibrio psico-emocional
que, aun siendo inestable, porque vivir lo es, no acarree más sufrimiento que el esfuerzo necesario
para mantener ese equilibrio o para lograr otro más adecuado a nuevas circunstancias.
Cuando hablamos de satisfacción, alegría, goce, placer, tranquilidad, paz, nos referimos a la Salud
mental; muchas veces sin darnos cuenta que lo estamos haciendo.
Está estrechamente vinculada con nuestra vida de todos los días. Presente en el modo de
relacionarnos con quienes compartimos los diversos momentos diarios: familiares, amigos,
compañeros de trabajo, pareja y los demás integrantes de la comunidad a la cual pertenecemos. Esto
comprende la forma en que cada uno logra armonizar las demandas de la vida, para poder
afrontarlas; sus recursos, ideales, valores, habilidades, sentimientos, proyectos, conductas, etc.
La vida de toda persona sana supone animarse a tener conflictos, enfrentar dudas y frustraciones,
sentir miedos, pero lo importante estará en la posibilidad de sentir siempre "que está viviendo su
propia vida" y no la de otro y en "asumir responsabilidad" por todo aquello que se hace o se deja de
hacer.
Salud no significa ausencia de conflicto. Inevitablemente todo ser humano está sujeto a
experimentar conflictos entre el amor, el odio, el temor, la necesidad de subsistir y la
impotencia infantil, por lo tanto es indispensable que se desarrolle algún sistema que proteja;
mediante el cual estas fuerzas en conflicto puedan ser contenidas y orientadas en forma
constructiva hacia una meta común.
Salud significa contar con los recursos de resolución o equilibrio cuando un individuo tiene la
capacidad para deprimirse a partir de sus frustraciones, la culpa, la equivocación y puede
tolerarlo, es un buen índice de salud que revela la integración personal alcanzada.
Por consiguiente la salud mental, concebida como interjuego, movilización y cambio, consistiría en
la posibilidad de reorganizaciones y equilibraciones creativas y adaptativas. No ausencia de
patología, sino poder enfermarse y restablecerse, ser capaces de desarrollarnos y generar cambios
que nos lleven a un crecimiento y evolución como personas. La patología, la enfermedad psíquica
sería la rigidez, la cristalización, una adaptación rígida, inamovible a ciertas pautas, normas, a los
continuos cambios en el mundo, en nuestra existencia. La dificultad para contemplar diversas
alternativas ante las exigencias y necesidades internas y/o del mundo externo y no la presencia de
conflictos, inherente a todo ser humano, el cual siendo sano en grado suficiente los enfrentará,
atravesará más allá del posible resultado. Afrontamiento necesario para el crecimiento, desarrollo y
maduración personal, constituyendo una experiencia psicológica enriquecedora y satisfactoria
cognitiva y afectivamente.
Bohoslavsky analiza las conductas de una persona psíquicamente sana en términos de:
- Autonomía. Supone a una persona dueña de sus decisiones y de la elaboración de sus proyectos.
Se vincula con el constante interjuego entre sus necesidades de seguridad, protección y las de
sentirse en cierta medida independiente de la voluntad y el poder de los otros. Bastante difícil
actualmente debido a la influencia de estilos de comunicación social orientados a unificar, masificar
y fabricar individuos gradualmente menos reflexivos y con deficiente actitud crítica.
Nuestro ciclo vital está delineado por el proceso de crecimiento que supone cambios, transiciones y
adaptación. Durante ese ciclo, la persona interviene en situaciones en las que se encuentra con
hechos imprevistos, azarosos y que le generan estrés (tensión emocional). Hoy sabemos que existe
una estrecha relación entre el estrés y distintos tipos de trastornos psicológicos y somáticos.
Pensemos a modo de ejemplo en la precariedad e inestabilidad laboral, la inseguridad y la
marginalidad social, la impotencia ante el alto nivel de corrupción e impunidad que impera, etc.
Los procesos de adaptación aluden a una interrelación constante entre variables internas:
autoconcepto, identidad personal, autoconfianza, sentimiento de eficacia personal, autoestima, etc. y
variables externas: La estructura social, su lugar en la misma, las posibilidades de realización y
gratificación en el ámbito personal y social, y las formas de trabajo que codeterminan las reales
posibilidades de adaptación que toda persona tiene.
Actualmente, un desafío sería brindar las condiciones que permitan conductas originales y creativas
sin llegar a un individualismo que deje de lado el bien común, la solidaridad, el nosotros.
La Salud Mental es una condición y un nivel de funcionamiento social que conlleva dos
necesidades: La necesidad de adaptación social y la necesidad de lograr satisfacciones y
realizaciones personales; se relaciona con el bienestar psicológico.
La importancia del estudio del bienestar viene dada principalmente porque se considera un
componente esencial de la salud. La salud en su concepción más amplia permite afirmar que,
evaluar niveles de bienestar es evaluar niveles de salud, por lo que, en el trabajo sanitario enfocado
en el sentido positivo, la evaluación del bienestar cobra una especial significación. Por tanto, se
impone la necesidad de profundizar en el estudio del bienestar psicológico y proponer un modelo
metodológico de tal forma que sea posible y técnicamente acertado desarrollar estudios acerca de la
influencia recíproca entre los factores psicológicos y la salud en general. Para proponer un modelo
metodológico aplicable a la evaluación del bienestar partimos del principio de que el bienestar
psicológico expresa el sentir positivo y el pensar constructivo del ser humano acerca de sí mismo y
que posee un carácter subjetivo-vivencial. En relación con la categoría de "calidad de vida", el
bienestar constituye, la dimensión subjetiva de ésta. El bienestar se relaciona con aspectos
particulares del funcionamiento físico, psíquico y social, y es, en esencia, una experiencia humana
vinculada al presente.
Aunque sea una experiencia "del aquí y ahora", el bienestar posee una proyección al futuro, pues se
produce justamente por el logro de bienes. Es en este sentido que el bienestar surge del balance
entre las expectativas (proyección de futuro) y los logros (valoración del presente) en las áreas de
mayor interés para el ser humano, que son el trabajo, la familia, la salud, las condiciones materiales
de vida, las relaciones interpersonales y las relaciones sexuales y afectivas con la pareja. Esa
satisfacción con la vida surge como punto de partida de una transacción entre el individuo y su
entorno micro y macrosocial, donde se incluyen las condiciones objetivas materiales y sociales, que
brindan al hombre determinadas oportunidades para la realización personal.
El bienestar se construye por el individuo en estrecha vinculación con su entorno macro y micro
social y posee, un componente cognitivo-valorativo y otro componente afectivo-emocional.
Por último, podemos afirmar lo siguiente, que el individuo sea "normal" no es sinónimo de estar
sano, pues la enfermedad puede presentarse como una forma de normalidad.
Estar sano implica ser normal en determinada situación; pero además, en situaciones imprevistas,
poder superar la norma, tolerar infracciones a la norma establecida e instaurar nuevas normas.
Tener buena salud significa poder enfermarse y recuperarse. En realidad personas que parecen muy
sanas, normales y muy adaptados pueden estar en peligro somática y psíquicamente.
Por ejemplo, los enfermos psicosomáticos y sobreadaptados: individuos que sufren los típicos
infartos masivos cuando tratan de alcanzar las metas promocionadas e impuestas por la cultura
postmoderna: dinero, posesiones materiales, éxito, fama, competitividad, eficacia, etc.
Los fenómenos pensados en sí mismos como hechos aislados, no son comprensibles. Porque todo lo
que nos rodea o es un sistema en sí mismo o es parte de un sistema mayor. De modo tal que no hay
opción mejor que esta para pensar las cosas con mayor claridad.
Desde este punto de vista podemos pensar la cuestión de la crisis. Creo que nadie tiene dudas de
que vivimos en un contexto de crisis; es la globalización. Todo el mundo habla de la globalización,
todo el mundo padece algunos fenómenos vinculados con ella. Pero la globalización es la resultante,
es un fenómeno que se inscribe en un proceso de transformación a largo plazo de las sociedades, y
por lo tanto, la crisis en la que vivimos tiene varias vertientes.
Lo cierto es, que como consecuencia de este estado de cosas donde coinciden la globalización
económica con la crisis del sujeto, se produce en occidente una triple fractura, que son las
consecuencias más visibles del proceso de cambio.
La primera fractura tiene que ver con el fallo de las instituciones que hacen funcionar el vínculo
social y la solidaridad. Hay un derrumbe de las organizaciones intermedias, del poder sindical, de
todo lo que tiene que ver con la solidaridad, esto es lo que se llama la crisis del estado benefactor;
crisis definida como el derrumbe de las instituciones que hacen funcionar la solidaridad. El Estado
que se hace cargo de la salud, de la educación, de la seguridad, y que a su vez deja de cumplir con
esas funciones. Esta es la primera fractura.
La segunda fractura tiene que ver con un fallo en la relación entre trabajo y economía. Es lo que
llamaríamos la crisis del trabajo. Hay un fallo en las relaciones entre trabajo y economía porque
tradicionalmente funcionaron asociadas, la función de la economía es garantizar el trabajo a los
individuos para que puedan ser productivos, y que a su vez tengan acceso a un salario que les
posibilite tener acceso a determinados bienes, etc. Cuando esto se quiebra, se produce un fallo que
implica la exclusión de miles de personas, denominada crisis del trabajo.
La tercera fractura tiene que ver con lo antropológico, y es un cambio en la constitución de las
identidades individuales y colectivas. Esta fractura incide directamente en la amplificación y el
ahondamiento de la crisis del sujeto.
Vulnerabilidad psicosocial
El concepto de vulnerabilidad psicosocial, puede ser definido, en una primera aproximación como:
condición que modula la probabilidad de sufrir enfermedades, accidentes o lesiones
autoinfligidas en virtud de:
La vulnerabilidad psicosocial del individuo ha sido estudiada intensamente en los últimos años
desde diversos ángulos. Se pueden referir como aceptados generalmente los siguientes:
2. Personalidad del tipo A y del tipo B. Las personas con grandes afanes de logro, hostilidad latente,
sentimiento de carencia de tiempo para lograr sus fines y demás componentes de la personalidad
tipo A, tienen más riesgo de enfermar de cardiopatías.
3. Sucesos o "eventos" vitales. Las personas que han sufrido determinados sucesos en la vida tales
como la pérdida de familiares queridos y otros, tienden a padecer de mayor número de
enfermedades y problemas de salud, según las investigaciones de Holmes y Rahe.
4. Estilos de enfrentamiento. La persona puede enfrentar sus problemas con mayor o menor éxito en
función del estilo que habitualmente adopte y esto, a su vez; está relacionado con la morbilidad.
8. Satisfacción con su vida actual. Un determinado nivel de satisfacción con la vida que se lleva
parece ser uno de los mejores predictores de algunas enfermedades circulatorias.
9. Alexitimia. Aunque este concepto fue elaborado en la década de los setenta, en los últimos
tiempos se ha ido acumulando una gran evidencia de que la capacidad de expresar verbalmente los
estados de ánimo propios guarda una fuerte relación con determinados problemas de salud. No sería
muy arriesgado afirmar que la alexitimia puede influir fuertemente en una futura
reconceptualizacion de toda la medicina psicosomática.
10. Implicación-responsabilidad con las principales esferas de la vida (familia, trabajo, amistades,
amores e ideas religiosas y filosóficas). Existe evidencia que la falta de implicación y de
sentimiento de responsabilidad en tales esferas (que se ha denominado "sentido de la vida"),
diferencia significativamente a los suicidas de las personas que no han atentado nunca contra su
vida. Esto permite la posibilidad de detectar los casos de alto riesgo para lograr una verdadera
prevención. También se está trabajando en intervenciones específicas, basadas en la psicoterapia
conductual, para las personas de alto riesgo de suicidio.
11. Control del destino o control del futuro. El grado en que la persona confíe en el éxito de su
actividad futura en función del control que tiene sobre la misma, presenta una fuerte relación con la
morbilidad.
Como bien señala Fuks (1999), la predominante preocupación por los problemas empuja a la
detección de las carencias, imposibilidades, discapacidades, perturbaciones (Cooperideer &
Scrivastva, 1987) y todo aquello que hoy se ha dado en llamar "el lenguaje de déficit" (Gergen,
1986). "La manera de describir / explicar el mundo relacional y social se ha apoyado en la detección
de problemas. Ha sido "natural" y obvio que, si queríamos desnaturalizar a la vida cotidiana,
teníamos que detectar y denunciar los problemas y carencias, las imposibilidades y déficit. Esta
"naturalidad" nos veló el modo en que nuestra atención a los problemas limitaba la emergencia de
recursos" (Fuks, 1999). Esto nos conduce al concepto de resiliencia.
Desde hace algunos años ha comenzado a manejarse el concepto de resiliencia como aquella
cualidad de las personas para resistir y rehacerse ante situaciones traumáticas o de pérdida. La
resiliencia se ha definido como la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el
futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a
veces graves (Manciaux et al., 2001).
La posibilidad de que la ausencia de sufrimiento tras una pérdida sea indicativo de resiliencia no ha
sido considerada por la psicología tradicional (Bonanno, Wortman et al, 2002), aunque está
claramente demostrado que un considerable número de individuos muestra poco o nada de
sufrimiento tras una pérdida personal (Bonanno y Kaltman, 2001). Del mismo modo, los teóricos
del trauma han tendido a sorprenderse cuando individuos expuestos a un suceso traumático no
mostraban signos de estrés postraumático, considerando a estas personas como excepcionales
(Bonanno, 2004). Sin embargo, los estudios han demostrado que la resiliencia no es un fenómeno
inusual ni extraordinario, muy al contrario es un fenómeno común que surge a partir de funciones y
procesos adaptativos normales del ser humano.
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