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MASOQUISMO;​ ​EXPRESIÓN​ ​DE​ ​LO​ ​FEMENINO

A lo largo de la historia la mujer ha sido considerada bajo el sistema patriarcal


como un ser inferior, débil y sumiso, incluso por las mismas mujeres dando
derecho al hombre de ser violentada y sometida primeramente por amor,
después por la creencia de debilidad de su cuerpo. Un ser que encarna el
dolor de la menstruación, de la penetración, del parto, dolor constituyente del
–ser​ ​mujer-.

Todo lo que han dicho sobre la mujer lo han dicho los hombres, Linda (citada
en género y comunicación 2008), problemática que surge cada vez que el
hombre ha querido definirse con la pretensión de definir ambos sexos,
ocasionando una supresión del género femenino, tal es el caso del complejo
de Edipo que pretende describir el desarrollo psicosexual de forma paralela
en el niño y la niña provocando confusiones teóricas partiendo con la
diferencia anatómica que hace difícil la explicación evolutiva de la niña hacia
la​ ​feminidad​ ​considerada​ ​como​ ​«normal».

En la antigua mitología griega nacen los arquetipos de la mujer, en la que


estás sobresalían por ser bellas e inspiraban a los grandes artistas, asimismo
por tener dones de fecundidad, poder asignado solo a ellas y no a los
hombres. El mito nos brinda una descripción simbólica y valorativa de la
realidad​ ​a​ ​través​ ​de​ ​la​ ​metamorfosis​ ​y​ ​cambio​ ​de​ ​las​ ​identidades​ ​y​ ​roles.

Gea fue la primera divinidad femenina que reina sobre la tierra, estaba
casada con Urano que al mismo tiempo era su hijo, el mantenía cruelmente
ya costa del dolor de Gea a sus hijos encerrados en su vientre, de entre
todos, Cronos, el hijo menor es quien más odiaba a su padre y con ayuda de
Gea, Cronos castrar a su padre Urano, de esta forma gobernando, sin
embargo Cronos también se vuelve un tirano que engulle a sus propios hijos,
para evitar la profecía de su destronamiento por parte de ellos, tal como lo
hizo él con su padre, Gea nuevamente en contra del maltrato ahora
provocado por su hijo, ayuda a la esposa de Cronos, Rea quien da a luz a
Zeus y lo esconde de Cronos para que no lo coma, de esta manera Zeus al
crecer​ ​y​ ​gracias​ ​a​ ​su​ ​poder​ ​destrona​ ​a​ ​su​ ​ ​padre.

Paradójicamente Gea da poder al hombre de terminar con la tiranía del Padre


y el hombre le quita el poder a la mujer reconociéndose únicamente como
portadoras​ ​de​ ​hijos,​ ​momento​ ​de​ ​cambio​ ​del​ ​poder​ ​materno​ ​al​ ​paterno.

Atenea, Artemisa y Hestia, fueron diosas del Olimpo, guerreras, sabias,


independientes y fuertes, mujeres consideradas masculinizadas, la sabiduría
era considerada una cualidad únicamente masculina según los griegos,
también eran vírgenes renuentes al matrimonio monógamo, maternidad y de
establecer​ ​relaciones​ ​con​ ​hombres.

En contraste con Afrodita y Hera, diosas no virginales, Afrodita es puro amor


sexual y sin responsabilidad y Hera madre y reina esposa de Zeus que debía
permanecer​ ​fiel​ ​y​ ​sufrir​ ​la​ ​promiscuidad​ ​de​ ​su​ ​esposo.

Por su parte los dioses podían aventurarse a todas las actividades propias de
los humanos, la promiscuidad sexual entre hermanos e hijos y violación se
aceptada, incluso estando en matrimonio, las actividades que realizaban las
diosas eran limitadas y estrechas, en comparación a las deidades masculinas
como Zeus y Apolo que abarcaban funciones como gobernantes,
intelectuales, jueces, guerreros y partícipes sexuales en relaciones
heterosexuales y homosexuales, pareciera ser que en la mujer no podía ser
concebido que poseyera cualidades masculinas y al mismo tiempo hacer uso
de​ ​su​ ​sexualidad​ ​sin​ ​estar​ ​en​ ​un​ ​matrimonio,​ ​lo​ ​que​ ​significaba​ ​ser​ ​virgen.

La mujer, enigmática y desconocida, indefinible, ser mujer parece ser solo


significación de no-ser hombre, estar castrada., y a todo intento de
representar fuerza e independencia se le asocia el término “Fálica”, ser mujer
fálica, masculinizada, rasgo característico de la rivalidad con el hombre, o de
la​ ​falsa​ ​creencia​ ​de​ ​que​ ​algún​ ​día​ ​tendremos​ ​el​ ​falo.

El antiguo Olimpo ha servido como ideal de la sociedad, dando paso a la


organización patriarcal, en que la mujer quedó subyugada al hombre.
Primeramente durante el paleolítico, predominaba un igualitarismo en ambos
sexos, las mujeres recolectaban vegetales y cazaban animales de talla
pequeña y se comenzó el cultivo de plantas en las que el hombre ejercía las
labores agrarias. El quiebre del equilibrio de ambos sexos surge en la edad
del bronce en la que la agricultura eficaz y la doma de animales salvajes
proveían una forma de alimentación relativamente segura y vida sedentaria
provocando la producción de excedentes y la especialización de trabajos,
dando paso a la propiedad privada y convirtiéndola en fuente de recursos a
quienes no tenían, el hombre se convirtió en proveedor y la mujer que antes
desempeñaba labores de recolección quedó relegada a labores domésticas,
de cuidado y reproducción restringiendo su relaciones sociales y de
aprendizaje. De esta manera el alejamiento físico de la mujer en las nuevas
actividades económicas provocó su incapacidad en el mundo exterior
haciéndola​ ​dependiente​ ​del​ ​hombre​ ​y​ ​buscando​ ​su​ ​cuidado.

Esta época marcó el inicio de la consolidación de las familias y sociedades


con el hecho de que la mujer quedó al favor de un varón como objeto sexual,
después por su función reproductora haciendo de esta manera que los hijos
sirvieran como auxiliares en el trabajo de la Tierra, Freud, en el malestar de la
cultura postula; “Es de suponer que la constitución de la familia estuvo
vinculada a cierta evolución sufrida por la necesidad de satisfacción genital:
ésta, en lugar de presentarse como un huésped ocasional que de pronto se
instala en casa de uno para no dar por mucho tiempo señales de vida
después de su partida, se convirtió, por lo contrario, en un inquilino
permanente del individuo” de esta forma se pasó de sistemas matrilineales y
matrilocales a otros patrilineales y patrilocales, culminando finalmente en la
familia y sociedad patriarcal absolutamente monógama y restrictiva para las
mujeres, tal como en el Olimpo, los hombres podían tener un sinfín de
concubinas y muchas actividades que ejercer, mientras que la mujer
abarcaba​ ​unas​ ​pocas.

El parricidio mitológico remite a lo presentado por Freud en tótem y tabú “Un


día los hermanos expulsados se aliaron, mataron y devoraron al padre, y así
pusieron fin a la horda paterna(…) el violento padre primordial era cierto el
arquetipo envidiado y temido de cada uno de los miembros de la banda de
hermanos.”, al asesinato le precede la añoranza del padre por el hijo, de
identificarse y tomar parte de su fuerza. Así pues Zeus con la ayuda de los
titanes le dieron el rayo, trueno y relámpago dado derrota a su padre Cronos,
toma su lugar ejerciendo el papel de Dios gobernante del Olimpo y sus
hermanos Hera, Hestia y Deméter establecen alianzas fraternas, surgiendo
de esta fraternidad la base de la sociedad, en la que una asociación puede
ser​ ​más​ ​fuerte​ ​que​ ​un​ ​individuo​ ​aislado.

De esta forma la sociedad se funda pero considerando a la mujer como


objeto de sexual del que no se puede prescindir, sin en cambio la cultura
restringe el instinto sexual y este debe ser realizado solamente bajo la
función de procrear o en matrimonio. “El efecto de estas medidas restrictivas
podría consistir en que los individuos normales, es decir, constitucionalmente
aptos para ello, volcasen todo su interés sexual, sin merma alguna, en los
canales que se le han dejado abiertos.” Freud (1930), por lo tanto toda
descarga que pueda ser realizada en la actividad sexual se efectúa en la
relación con la pareja, pero al estar tan restringido el acto sexual y a la
imposición de tener una vida sexual idéntica plantea Igor Caruso (1989) que
se pueden llevar a cabo relaciones extramaritales en las que se experimenta
un mayor disfrute sexual con conductas consideradas perversas pero al
mismo tiempo cargado de un sentimiento de culpabilidad que conduce a
estas​ ​relaciones​ ​a​ ​una​ ​disolución,​ ​cumpliendo​ ​únicamente​ ​el​ ​fin​ ​sexual.

Algunos actos sádico-masoquistas se ejercen como una herramienta para


obtener mayor placer sexual, en el cual sucede con mayor frecuencia que el
hombre ejerza la posición activa sádica y la mujer pasivo masoquista,
existiendo en relación biológica con la célula sexual masculina que es activa
y busca a la femenina, esta, el ovulo que permanece expectante, dicho por
Freud en el trabajo la feminidad, pero estas conductas no siempre se realizan
por motivos de una estructura perversa, sino realizadas bajo otro motivo
inconsciente.

En ambos casos el niño y la niña durante el periodo preedípico existe una


fuerte vinculación a la madre, primer objeto amoroso, el cambio de dirección
en el curso del Edipo en la niña aparece en el momento que debe cambiar el
objeto materno por el paterno en la que los impulsos activos disminuyen y se
acentúan los pasivos adoptando una posición receptiva y dócil, dando paso a
la​ ​feminidad.

La vinculación con el padre tendrá la misma intensidad con la que se vivió la


materna, cargada con la ambivalencia de afectos existente por regla en toda
relación, es decir se realiza una transferencia de afectos de la madre al
padre, sin embargo al no realizar completamente la transferencia paterna la
persona encuentra una pareja bajo la imagen de padre amante siendo más
bien una madre sádica, y la relación en que el hombre sería el heredero del
padre​ ​termina​ ​siendo​ ​la​ ​madre​ ​reavivando​ ​la​ ​relación​ ​hostil.

El amor objetal nos muestra una polarización, se ama a la madre por ser el
primer objeto y se identifica con ella como la mujer que desea su padre y se
odia por no haberla dotado con un falo, de acuerdo con Freud (1920) el
masoquismo debe considerarse como el retorno del sadismo contra el propio
yo​, la vuelta del instinto sería realmente un retorno a una fase anterior del
mismo,​ ​una​ ​regresión​ ​a​ ​la​ ​relación​ ​con​ ​la​ ​madre.

En la perversidad masoquista existe una mala integración de la agresión


hacia la madre surgidas de la frustración de la satisfacción en distintas fases
del desarrollo, postula Freud (1931) que los deseos agresivos orales y
sádicos se manifiestan en la forma que les fue impuesta por la represión
precoz, es decir, el temor a ser muerta por la madre, temor que justifica a su
vez los propios deseos de muerte contra la madre. Esto índica que la
agresividad originalmente orientada hacia la madre al ser contenida se vierte
sobre el propio ​yo​, originado esto, una parte por el superyo que somete a un
sentimiento de culpabilidad provocado por el amor a la madre y otra por la
imposición de la cultura a reprimir la satisfacción de los instintos de
destrucción.

El «masoquismo femenino» vinculado a un superyo sádico de una madre


omnipotente temida y envidiada, y la dificultad del cambio de objeto
entendida como renuncia al contacto materno interviene en esta
característica. “La persona permanece sometida al sadismo de una madre
omnipotente y perseguidora y sólo puede obtener el cumplimiento de su
deseo sexual en la sumisión a esta imagen” A. Anzieu, es por esto que la
mujer permite el ultrajamiento de su cuerpo, receptáculo, útero, sensación de
un hueco que retiene y expulsa, que suscita a la penetración, a ser tomada
por el hombre como objeto enigmático y de placer a través de la transferencia
paterna y tambien materna. Freud (1920) postula que donde el sadismo
primitivo no experimenta una mitigación y una fusión, queda establecida la
ambivalencia de amor-odio de la vida erótica, así el masoquismo se vincula
con​ ​una​ ​imagen​ ​materna​ ​temida​ ​e​ ​idealizada.

La violencia hacia la mujer se experimenta en el hombre como una defensa


ante el recuerdo de la angustia de castración infantil, ”la imagen femenina
percibida como portadora de castración y de muerte, imponiendo a las
mujeres, en el mundo social, las coacciones fundadas en la fuerza muscular”
A. Anzieu, la mujer como un no-ser hombre, equivalente a ser castrado, de
ausencia, privación y falta de pene, pone en jaque la tranquilidad del hombre
al no saber nada más de ella, “Los hombres, pues las mujeres sois vosotros
mismas el enigma” Freud (1932) responden a lo desconocido con
agresividad, asimismo que bajo la moral de su superyó refuerza los
sentimientos de culpabilidad y de inferioridad sentidos hacia la madre en
comparación del padre que se muestra con la potencia viril, fuerza, portador
del​ ​falo​ ​y​ ​que​ ​esta​ ​necesita​ ​y​ ​demanda.

En el trabajo de Freud Más allá del placer, se admite en el instinto sexual un


componente sádico, que puede lograr una total dependencia y dominar en
calidad de perversión, el total impulso sexual de la persona, el sadismo
siendo realmente un instinto de muerte que busca la destrucción del objeto y
en el caso de sobrevenir en lo genital tiene el interés de dominar al objeto
sexual,​ ​que​ ​en​ ​este​ ​caso​ ​sería​ ​la​ ​mujer.

El sojuzgamiento de la agresión, constitucionalmente prescrito y socialmente


impuesto a la mujer, favorece el desarrollo de intensos impulsos
masoquistas, los cuales logran vincular eróticamente las tendencias
destructoras orientadas hacia el interior. El masoquismo es, así pues,
auténticamente femenino. (Freud, 1932) Junto con esta tendencia a la
represión de la agresividad se le suma la vanidad que la mujer inspira en su
cuerpo físico como acción de la envidia del pene, la mujer enaltece sus
atractivos como compensación de la falta de falo, de ahí el rasgo histérico de
erotizar​ ​todo​ ​su​ ​cuerpo​ ​para​ ​mostrarse​ ​ella​ ​misma​ ​como​ ​un​ ​falo.

Masoquismo “expresión de ser mujer” no es más que uno de los malestares


de la feminidad, según Freud responde a las fantasías masoquistas del
hombre, que significa estar castrado, sufrir el coito o dar a luz, el sexo
femenino evoca a las fantasías de penetración necesaria, de sumisión y
debilidad. “La angustia del hombre por el sexo de la mujer hacen nacer en él
la necesidad negar la sexualidad femenina y el deseo de dominarla”.A,
Anzieu.

La posición pasiva de la mujer, en realidad no tiene mucho de pasivo, la niña


es activa en la fase oral en la que succiona el pecho, en la retención de las
heces, en la masturbación clitoriána, incluso con el padre con el que rivaliza
en algún momento del primer tiempo del Edipo, al momento de ser madre es
quien activamente atiende las necesidades de su hijo, lo viste, lo alimenta, lo
asea. Se podría creer que al ser la niña menos agresiva y obstinada tiene a
ser dependiente y dócil, lo cual acude a una preferencia a la actitud pasiva
por​ ​el​ ​resto​ ​de​ ​su​ ​vida.

Actualmente las actividades masoquistas de embellecimiento del cuerpo de la


mujer ligadas con rasgos perversos del encubrimiento de la falta, el uso de
objetos que el mismo hombre ha creado para sentirse completo, el
sometimiento del cuerpo al ejercicio y las dietas a veces en extremo para
alcanzar el peso estético ideal, el perfeccionamiento de la cara con maquillaje
y cirugías plásticas, el incomodo uso de zapatos de tacón bajo el rumor de
vernos mejor, el uso de ropa de moda que únicamente acentúa la anatomía
femenina y erotizar nuestro cuerpo, todo esto con la intención de lograr
perfección en la mujer equivalente a ser feliz, lleva al cuerpo a un estado de
goce, que contrario a buscar la satisfacción bajo el principio de
placer-displacer, la mujer procura someter su cuerpo y ser bella a costa del
dolor,​ ​belleza​ ​que​ ​equivaldría​ ​a​ ​la​ ​potencia​ ​fálica​ ​del​ ​hombre.

Así, la mujer es la significación del dolor vivido en cada etapa de su vida,


siendo la vagina la zona erógena de constante revivencia de la pérdida, en la
que anhela retener el pene, en la menstruación que deshecha parte de sí
misma con angustia de vaciarse, en su útero que nutre al hijo y lo pierde en el
parto, lugar de evacuación incontrolable, aborto, orificio jamás obturado que
intenta ocultar el pudor, destructora y creadora, hueco oculto excitable que
engendra el deseo, que busca llenarse y satisfacerse, mujer lugar de vida,
nacimiento,​ ​muerte,​ ​amor,​ ​placer​ ​y​ ​violencia.
Bibliografía

Anzieu, A. (1993) La mujer sin cualidad: resumen psicoanalítico de la


feminidad.Biblioteca​ ​nueva.​ ​Madrid.

Caruso, I. (1989) La separación de los amantes, una fenomenología de la


muerte.​ ​México.​ ​Siglo​ ​XXI

Freud, S. (1931) Obras Completas, Tomo II. La sexualidad femenina. Buenos


Aires​ ​&​ ​Madrid:​ ​Amorrortu​ ​editores.

Freud, S. (1932) Obras Completas, Tomo II. La feminidad. Buenos Aires &
Madrid:​ ​Amorrortu​ ​editores.

Freud, S (2010) El malestar en la cultura y otros ensayos. 3a ed. Madrid.


Alianza.

Freud, S (1920) Obras Completas, Tomo II. Más allá del principio del placer.
Buenos​ ​Aires​ ​&​ ​Madrid:​ ​Amorrortu​ ​editores.

Freud, S. (1913-1914)Obras Completas, tomo XIII. Totem y Tabú. Buenos


Aires​ ​&​ ​Madrid,​ ​Ed.​ ​Amorrortu.

(2008)​ ​Genero​ ​y​ ​comunicación.


➔ Storoni Mazzolani, L. (1997) Scritti sul mondo antico, Firenze, Ed. Le
lettere.

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