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En tal contexto histórico, el mercantilismo expresó los intereses del capital mercantil.
El desarrollo del comercio y del crédito fue paulatinamente permitiendo que las
ciudades medioevales se fueran especializando y enlazando e incluso se establecieran
fuertes alianzas entre ellas, de modo que favorecieron la expansión de las relaciones
internacionales del comercio y el crédito y, con ello, la aparición de una potente clase
de capitalistas mercantiles y prestamistas. Una vez que el capital industrial y,
consecuentemente, la industria, prevalecieron sobre el comercio, el capital comercial
fue subordinado por el primero, dando lugar a la rápida desaparición del
mercantilismo.
El mercantilismo posee un doble carácter; es una Economía Política que expresa los
intereses del capital comercial –según palabras de Marx, el primer estudio teórico del
régimen de producción capitalista- y, al propio tiempo, constituye la política
económica que mantuvieron los Estados durante el período final del feudalismo y del
surgimiento del sistema capitalista.
El mercantilismo atravesó dos etapas, la etapa inicial que se caracteriza por el sistema
monetario – el mercantilismo propiamente dicho- y que fue el más difundido en los
siglos XV-XVI en Inglaterra, especialmente cuando el país padecía de hambre
monetaria. Por esta razón, los mercantilistas identificaban el concepto de la riqueza
con la tenencia de dinero; pensaban por ello que se debía atraer al país la mayor
cantidad posible de monedas de oro y plata y, en consecuencia, debían cerrarse todos
los canales para su fuga. Había que gastar menos y ahorrar más dinero. El comercio
exterior vendría a ser una de las principales formas de afluencia del dinero al país.
“El comercio interior afirmaban es, naturalmente, útil, pero no hace que aumente en el
país la cantidad de dinero: el país no percibe beneficios, el capital comercial no
aumenta ya que, como resultado del comercio interior lo que gana uno lo pierde otro.
Únicamente el comercio exterior es el que enriquece al estado”.
Los mercantilistas daban por sentado que su país estaría siempre en guerra con otros,
o preparándose para la próxima contienda. Si tenían oro y plata, los dirigentes
podrían pagar a mercenarios para combatir, como hizo el rey Jorge III de Inglaterra
durante la guerra de la Independencia estadounidense. En caso de necesidad, el
monarca también podría comprar armas, uniformes y comida para los soldados. Jean.
B. Colbert (1619-1683), ministro de Luis XIV, institucionalizó la exportación de
productos franceses para crear oro y a cuyos efectos desarrolló de forma muy
importante la industria gala.
• extrayéndolo de las colonias, como era el caso de España con respecto a América,
• por medio del comercio exterior, o sea vendiendo productos locales en el extranjero
-exportaciones- y prohibiendo o restringiendo la compra de producción extranjera -
importaciones-
• gracias a la guerra y la piratería.
Los mercantilistas pensaban que la riqueza provenía del intercambio, mediante el cual
algunas naciones eran favorecidas y otras no. No habían comprendido aún, como más
tarde lo hicieron los pensadores clásicos, que la fuente de la riqueza era el trabajo.