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27.11.2012
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derechoPerú
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I. Nociones preliminares
Uno de los delitos que con mayor frecuencia se denuncian a nivel policial y fiscal, es el
relativo al injusto de coacción, en donde el sujeto agente con el empleo de violencia o
amenaza, obliga a otro para que haga lo que la ley no manda, o le impide hacer lo que ella
no prohíbe. De dicha premisa, se puede vislumbrar que el delito in estudio, protege aquella
parte de la libertad de las personas, relacionadas directamente con la libertad de
comportarse y desenvolverse de acuerdo a su real saber y parecer, de la libertad de poder
conducirse con arreglo al sistema jurídico vigente; y asimismo de no ver recortada su
esfera de desarrollo y convivencia social, por conductas o hechos de terceros, que
pretenden un fi n antijurídico, que se traduce en obligar a realizar algo que la persona
verdaderamente no quiere, o también el realizar algo, que lejos de ser querido o no, dicha
constricción –entiéndase obligación-, busca que el sujeto pasivo o víctima realice algo que
la ley no manda o le impide hacer algo que dicha norma, no prohíbe ni limita.
Téngase presente que los comportamientos son dirigidos y ordenados, desde la esfera
cerebral del sujeto, por ello, su impulso y realización, vienen informados por una
determinada finalidad y, ésta libertad de obrar, puede verse quebrantada, cuando el
individuo es obligado a realizar una acción que no desea u abstenerse de realizar una
conducta que quiere materializar .
Punto seguido, y trayendo a colación lo señalado por el maestro español Francisco Muñoz
Conde, se debe indicar que la Libertad a que se refiere la rúbrica correspondiente
del Código Penal, y que se desprende de los respectivos tipos delictivos que se tipifican
en el mismo, están relacionados directamente con la libertad de actuación en un sentido
amplio, como un atributo de la capacidad que tiene una persona para decidir lo que quiere
o no quiere hacer y para trasladarse de un lugar a otro o situarse por sí mismo en el
espacio, sin que su decisión se vea constreñida o mediatizada por otras personas. La
libertad así entendida es un atributo de la voluntad, pero su existencia depende también de
la propia convivencia y de una serie de condicionamientos que la misma impone a la
actuación del ser humano .
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De las líneas anteriores, podemos advertir, que la libertad personal en su sentido más
amplio, se ve afectada por el delito de coacción, es decir, aquella libertad entendida
como la capacidad de autodeterminarse, de poder elegir libremente entre dos o más
opciones, siendo que en el mismo sentido, Santo Tomás expresaba que la libertad o libre
albedrío es una facultad de voluntad y de razón cuyo objeto propio es el fi n -Dios, en un
sentido teologal- y el bien . Pero el hecho de que la libertad humana no sea absoluta ni
completamente demostrable, no es razón para estimar que no sea un bien jurídico al cual
el ordenamiento jurídico deba dar tutela penal, pues su fáctica relatividad y su
indemostrabilidad no le priva de su primordial importancia para el desarrollo de la vida
humana. De no aceptar la libertad, aunque sea como un presupuesto relativizado, ninguna
de las relaciones de la vida social (y menos las reguladas jurídicamente) podrían ser
consideradas ya no legítimas, sino ni siquiera racionales: las ideas de casarse, votar,
comprar, acudir a los tribunales en busca de justicia, etc., no serían posibles de entender si
no es a la luz de una libertad, aunque sea relativa, de la especie humana .
a) Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no
prohíbe […] De dicho artículo se advierte que la libertad discurre entre lo que la ley manda,
por tanto, obliga a hacer- y lo que prohíbe – y, por tanto, obliga a no hacer . En principio, la
única limitación para el ejercicio de este derecho es el no transgredir, ni violar el derecho
de las demás personas, parámetro asumido por la ley en base al principio de reserva de la
ley y al principio de legalidad, lo que nos lleva a establecer que la ley es la única que
precisa lo que la persona está obligada a hacer o en todo caso a no hacer.
Dr. Marcial Rubio Correa , se tiene que: en la Constitución de 1828 en su artículo 150º, se
regulaba que: Ningún peruano está obligado a hacer lo que no mande la ley o impedido de
hacer lo que ella no prohíbe.
“Artículo 2º: Toda persona tiene derecho: 20.- A la libertad y seguridad personales.
Un punto aparte, pero conexo con nuestro tema, es el relacionado con los
pronunciamientos dados por el Supremo Interprete de la Constitución, respecto a la
Libertad Personal, señalando que ésta no es sólo un derecho fundamental reconocido,
sino un valor superior del ordenamiento jurídico, y que su ejercicio no es absoluto e
ilimitado; pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley. Por ello, los
límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma que reconoce el derecho;
por el ejercicio de uno o más derechos constitucionales, o por el ejercicio de uno o varios
bienes jurídicos constitucionales .
De dicho esquema ilustrativo, se advierte que el bien jurídico protegido por el tipo penal de
coacción viene configurado por la libertad de resolución y/o actuación, dado a que con este
delito se coloca al sujeto amenazado ante la elección de tomar una determinada resolución
de voluntad y llevarla a cabo, o de sufrir un mal, lo cual presupone en la víctima la
capacidad de formar libremente su voluntad, y en consecuencia la libertad de actuación.
Y que tratándose de una tutela plural de bienes cabe añadir –afirma el autor citado-, al de
la libertad personal desde la formación de la voluntad, el de la seguridad personal como
derecho a la expectativa jurídica que suscita el parámetro legal como estímulo al saber a
qué atenerse de las personas .
Sergio Politoff, Jean Pierre Mattus y María Cecilia Ramírez, expresan que el bien
jurídico protegido es la libertad de actuación, de obrar y la seguridad de ejercer
dicha libertad en la oportunidad y dirección que se decida libremente. El límite en la
decisión acerca de la dirección u oportunidad del ejercicio de la libertad de una persona
está en no perjudicar a su semejante, así el límite a esta libertad está en el derecho del
otro19. Por tanto lo protegido en la coacción se circunscribe a la libertad de formación de
la voluntad, es decir la libertad de elegir y valorar los estímulos, condicionamientos,
motivos y contramotivos que se presentan en el proceso en que la voluntad se va
formando para la toma de una decisión , afirmándose entonces que en el injusto de
coacción, la libertad de determinación del individuo se anula, toda vez que únicamente le
queda actuar como le es impuesto por el sujeto activo, siendo entonces lo que se protege,
la libertad de determinación del individuo .
V. Tipicidad objetiva
a. Sujeto activo: Sujeto activo puede ser cualquier persona, incluyendo al funcionario
público con excepción de los casos en que la realización del tipo por parte del funcionario
implique exceso o abuso de sus atribuciones en cuyo supuesto lo reclamará el art. 376 del
C.P. Fuera de ese supuesto, persona, funcionario o no, que desarrolle el comportamiento
previsto en el tipo del art. 151 del C.P. se constituye en sujeto activo del mismo.
Por su lado, el profesor argentino Carlos Creus, nos refi ere que el sujeto activo para este
injusto, puede ser cualquier persona; pero en algunos casos, la calidad del sujeto activo en
unión con la naturaleza de la exigencia, puede cambiar el título de la imputación,
admitiéndose todos los grados de participación .
El magistrado peruano Ramiro Salinas Siccha, en posición diferente en parte, señala que
al iniciar el tipo penal con la frase “el que (…)”, sirve para afirmar que el sujeto activo del
delito puede ser cualquier persona, no exigiéndose alguna condición especial en la
persona del agente, inclusive puede ser un funcionario público; y que –agrega el autor- ,
un caso típico, es la conducta desarrollada por un miembro de la Policía Nacional del Perú,
al detener a un ciudadano sin motivo aparente, detención ilegal que es declarada
consecuencia del ejercicio de la acción de garantía de habeas Corpus. Y que se ha
pretendido encontrar confusión entre los supuestos delictivos previstos en los tipos
penales de los artículos 151º y 376º del Código penal; sin embargo, de la lectura de ambos
supuestos se concluye que se diferencian abismalmente, tanto que imposible pensar que
pueden confundirse . Desde nuestra posición, podemos sostener en todo caso, que el
sujeto activo para este delito, puede ser cualquier persona, sin distinción de circunstancias
cualificantes, empero, si estas acciones ilícitas se realizan ostentando un cargo y dentro de
una función determinada (regulada por la Ley) y con atribución y comprensión a la persona
del agraviado, se destierra la posibilidad de estar frente a este ilícito, siendo reclamada
dicha conducta, por otro tipo penal diferente al estudiado25 .
b. Sujeto pasivo:
Puede ser cualquier persona en capacidad psicofísica de obrar, quedando excluidos los
inimputables por enfermedad mental inhabilitante (psicosis) o por ser recién nacidos, por
no tener voluntad doblegable por coacción, incluyéndose también a los niños (menores)
con capacidad de obrar, como sujeto pasivo del tipo bajo razón .
Sergio Politoff y Otros, enseña que respecto al sujeto pasivo aún si es un inimputable,
salvo casos de límites fácticos, verbigracia, niños de pocos días o un enfermo mental
catatónico, situación en que la libertad de actuar no puede ser afectada (aunque sí puede
serlo la seguridad personal, como sucede en los delitos de secuestro y sustracción de
menores) .
El peruano Peña Cabrera Freyre, en un feliz alcance, señala que el sujeto pasivo debe
tratarse de una persona que se encuentre gozando de su libertad personal y, que cuente
con capacidad de goce y/o ejercicio .
Para nosotros, el sujeto pasivo del delito de coacción, esta constituido por toda persona
con capacidad para el ejercicio y goce de sus derechos reconocidos por la ley,
excluyéndose aquellos en los cuales dicha capacidad se encuentra disminuida por
cualquier circunstancia, que de alguna forma imposibilite la recepción del mensaje
amenazante o la violencia empleada, que tienda a la anulación de su voluntad entorno a la
realización o no de los actos determinados por dicha persona, vale decir, aquellos
permitidos o no prohibidos por la ley.
c. Modalidad típica
Artículo 151.- El que, mediante amenaza o violencia, obliga a otro a hacer lo que la ley no
manda o le impide hacer lo que ella no prohíbe será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de dos años.
Como se advierte de dicho tipo penal, es menester en primer lugar, referir los elementos
constitutivos del delito sub examine, empleando para ello la ilustración dada por el profesor
César Haro Lázaro , siendo dichos elementos los siguientes:
a. Que se obligue a una persona a hacer lo que la ley no manda o se le impida hacer lo
que ella no prohíbe.
b. Que, el agente actúe con plena voluntad para obligar a la víctima a que haga o diga algo
contra su voluntad, o le impida hacer lo que la ley no prohíbe (lo que se traduce en dolo).
c. Que, el agente para lograr que la víctima acceda a sus requerimientos, emplee como
medio el anuncio de la amenaza, o cualquier acción, arma u objeto que pueda intimidarla.
d. Que, la víctima acceda a los intereses del agente por temor o intimidación.
Como se infiere, la materialización del delito de coacción está representada por la acción
vulnerante a la libertad de la víctima, teniendo en cuenta que la doctrina considera como
coacción “a las amenazas de sufrir un mal grave e inminente”, propiamente la violencia
moral (vis compulsiva o intimidación). Nuestra norma penal regula como coacción la
“amenaza o violencia empleada contra alguien para obligarlo a hacer o decir algo contra su
voluntad, o para impedirle hacer algo que no es prohibido por la ley” .
Para efectos de la configuración del delito debe entenderse por violencia (vis
absoluta – vis phisica o vis corporalis) como aquella fuerza o energía física que el
sujeto activo o agente descarga sobre el cuerpo de la víctima con la finalidad de
obligarle a hacer lo que la ley no prohíbe. Dicha violencia es traducida como aquella
fuerza física ejercida sobre una persona, suficiente para vencer su resistencia, obligándola
a hacer lo que la ley no manda o impedirle hacer lo que ella no prohíbe . Por tanto, la
violencia es la: “ejecución forzosa de algo, con independencia de su legalidad o ilicitud”,
dentro de ésta acepción cabe comprender tanto a la violencia ejercida sobre las personas
como la practicada sobre las cosas.
Antes de proseguir, debe de explicarse, que el obligar a otro a hacer lo que la ley no
manda, significa pues el compeler o constreñir a otra persona para que ejecute
determinadas acciones anulándose por completo su voluntad; y que el impedir que otro
haga lo que la ley no prohíbe, se traduce en no dejar hacer a otro lo que se haya
propuesto en el momento en que vaya a realizarlo o esté en condiciones de realizarlo; en
tal sentido no configura delito de coacción si se impide hacer lo que la ley prohíbe.
Retomando el discurrimiento, la violencia supone el ejercicio de una fuerza física
suficiente, que incide en el ámbito corporal del sujeto pasivo, anulando su capacidad de
autodeterminación decisoria. Para el maestro Bustos Ramírez, la violencia puede incidir en
el plano fisiológico de la víctima o, también sobre las cosas, siempre y cuando genere el
resultado que la norma contiene como condición consumativa; dicho reconocimiento de
relevancia típica de la fuerza en las cosas presupone que esta hipótesis de aplicación de
violencia incide efectivamente en la libertad de voluntad de la conducta humana, en
relación con cualquier comportamiento activo u omisivo.
Una opinión, que no compartimos, es la dada por el magistrado peruano Javier Villa Stein,
quien refiere que es general admitir en la doctrina que la amenaza se refiere al anuncio a
la víctima y por el medio que sea (verbal, gesticular, electrónico, etc.) que le espera
determinado mal de no actuar o actuar de determinada manera no exigida o prohibida por
la ley , dicha afirmación, no sería del todo razonable, en razón a que si bien la amenaza
que emplea como medio los gestos o ademanes realizados por el sujeto agente, dicho
suceso no sería suficiente ni idóneo para doblegar y someter la voluntad del agraviado,
máxime cuando sería muy complicado acreditar con elemento de prueba dicho suceso;
también si la amenaza emplea el medio electrónico, verbigracia, el correo electrónico,
difícilmente podría acreditarse que realmente fue el sujeto agente quien remitiera un correo
electrónico amenazante a la persona del agraviado, y ello como bien sabemos, dado a que
cualquier persona inescrupulosa y poco ética, con el empleo de un pequeño programa no
tan robusto, podría hackear la contraseña de una persona, por tanto acceder a su correo y
remitir sendas epístolas virtuales con contenido amenazante.
Ergo, el resultado ha de ser impedir a otro algo que la ley no prohíbe (es decir, obligarle a
omitir algo no prohibido), o compelerle a efectuar algo, justo o injusto. Debe mediar una
relación de causalidad adecuada entre la acción de coaccionar y el resultado. Para ello se
debe tener en cuenta las circunstancias del hecho, la situación de los sujetos y todos
aquellos datos que permitan ofrecer un juicio objetivo ex ante sobre la intensidad de la
violencia y su adecuación para conseguir el resultado deseado. No siendo lo mismo
coaccionar a un niño que a un boxeador profesional; en cada caso la intensidad de la
violencia a emplear es distinta .
Recapitulando diremos entonces, que el tipo penal en estudio exige como elemento
objetivo que la amenaza tenga un fin, esto es busque doblegar la acción del sujeto pasivo
de tal manera que lo encamine a realizar algo que no está obligado a realizar y que a
través de los medios de perpetración se busca imponer, por ende lo dicho, bien puede
encuadrarse como “hacer lo que la ley no manda o impedir hacer lo que ella no prohíbe”; y
es que si existe la sola amenaza, no se puede razonar que hubo coacción, pues el tipo
exige que este “medio” tenga un “fi n”, y debe acreditarse por tanto las consecuencias de
la amenaza, esto es que la parte agraviada haya actuado supeditadamente bajo las
amenazas, realizando acciones que irían en contra del ordenamiento jurídico; por lo que
de ello se tiene y reforzando las ideas preliminarmente esgrimidas, que para la
configuración del delito Contra La Libertad Personal en su modalidad de coacción, deben
de concurrir la totalidad de los presupuestos legales, esto es obligar (el verbo rector),
mediante violencia o amenaza (medios comisivos) que la víctima haga lo que la ley no
manda o impedirle hacer lo que ella no prohíbe (elemento finalístico).
Debe por tanto el agente, conocer que está obligando a hacer a otro, lo que la ley no
manda o, impidiendo a otro, a hacer lo que la ley no prohíbe.
VII. Penalidad
De acuerdo a la descripción típica del artículo 151º del Código Penal, la pena conminada
para este delito es no mayor de dos años. Sin embargo estando a que el minimun de la
pena de acuerdo a nuestro cuerpo punitivo nacional es de dos días, se tendría que tener
como límite inferior o extremo mínimo dicho quantum de pena, para que a partir de allí, el
Juzgador, y atendiendo a la forma y circunstancias en que ocurrieron los hechos
denunciados e investigados, pueda determinarla.
VIII. Realidad procesal frente al delito de coacción
Luego de vislumbrar algunos aspectos dogmáticos del delito de coacción, es meritorio
hacer un espacio para referirnos a cómo es que se viene investigando éste tipo de delitos,
a través del órgano persecutor del delito por excelencia. Como sabemos toda investigación
fiscal, se inicia tras el conocimiento o recepción de la notitia criminis, con ello se impele la
maquinaria persecutora estatal, a fi n de que se acrisole dichos hechos y se procese a los
responsables. A partir de ello, se tiene que en el distrito judicial de Lambayeque, se vienen
recibiendo denuncias verbales (a través de la Fiscalía Penal de Turno) o escritas
(presentadas por mesa de partes única del Ministerio Público ó a través de la Policía
Nacional del Perú), sobre hechos vinculados al delito de coacción, y que luego de recibida
dicha delación, las denuncias son remitidas al Fiscal Provincial Penal Coordinador, quien a
su vez la asigna al Fiscal que considera deba investigar . Ya generada la carpeta fiscal y
recibida por parte del Fiscal que deberá investigar (Fiscal Provincial o Fiscal Adjunto
Provincial Penal), éste calificará dicha denuncia, de tal suerte que permita evaluar si
amerita el inicio de una investigación o en su caso el archivo de plano de la denuncia.
Como se sabe, muchas veces quien efectúa una denuncia no cuenta con los medios de
prueba que permitan acreditar su real comisión, empero, dicha realidad fáctica es
sostenida por la parte denunciante, exigiendo al Ministerio Público se proceda en contra de
quien ocupa la posición de indiciado, obviamente suscitándose una encrucijada entre
sostener una endeble incriminación (propensa a un sobreseimiento – absolución) o
estando a que dicha denuncia e investigación no guardan correspondencia con el Principio
de Viabilidad de la Función Investigadora del Ministerio Público, que conllevaría
inevitablemente en un archivamiento de la causa.
1. “En tal sentido, la violencia debe ser entendida como la fuerza física sobre otra persona,
suficiente para vencer su resistencia, pudiendo recaer igualmente sobre bienes, ya sea
muebles o inmuebles, siempre que estos tengan alguna conexión con el sujeto pasivo del
delito y en el caso de la amenaza viene a ser anuncio del propósito de causar un mal a
otra persona mediante palabras, gestos, actos con la misma finalidad”
2. “La amenaza es aquella acción que debe producir en el sujeto pasivo un temor o
compulsión, por lo que se ve obligado a obedecer al agente, realizando una conducta que
éste le indica; debiendo ser tal temor consecuencia de una amenaza suficientemente
idónea acerca de un mal inminente. La violencia física, en cambio debe ser
suficientemente marcada para generar la anulación de la voluntad de la víctima, quien se
ve obligada a realizar una conducta no querida”.
3. “Se acredita el delito y la responsabilidad penal del procesado, al haber éste amenazado
con arma de fuego al agraviado para que desista de continuar con los trabajos que
efectuaba para la instalación de luz”.
4. “Los insultos no configuran el delito de coacción, salvo que se acredite que mediante
ellos, los actores, ejercieron violencia o amenaza a la víctima, obligándola a hacer lo que la
ley no manda o le impide hacer lo que ella no prohíbe”
9. “El hecho de haber el procesado (quien iba premunido de arma punzo cortante)
interceptado al agraviado, infiriéndole cortes en diferentes partes del cuerpo, no configura
el delito de coacción, por cuanto la acción dolosa no fue realizada para obligar al agraviado
a hacer lo que la ley no manda ni para impedirle hacer lo que ella no prohíbe”
10. “La solicitud hecha por los ronderos campesinos a los agraviados en el sentido que les
acompañaran al domicilio de uno de estos últimos, a efectos de ser interrogados, por ser
ello cotidiano en la zona ante la comisión del delito de abigeato, debe ser analizada en el
contexto y facultades de defensa y cooperación que el artículo 149 de la Constitución
Política del Estado y la Ley Nº 24561 otorgan a las rondas campesinas”
X. Conclusiones
De las bases dogmáticas alcanzadas, y asimismo atendiendo a nuestra realidad fáctico-
jurídica, podemos concluir lo siguiente:
Delito de secuestro
I. Nociones liminares
La descripción típica del delito de secuestro es tan amplia, que parece comprender una
serie de supuestos cuya subsunción en el delito mencionado se presenta más que
discutible. Más aun cuando existen figuras afines que también parecen aplicables (delitos
de extorsión y coacción). No es nuestra intención llevar a cabo un profundo análisis del
delito de secuestro, sino, tan solo, hacer una aproximación al tema y a los puntos que
estimamos más polémicos.
B. Sujeto pasivo en general y para el tipo base puede ser cualquier persona, incluida el
inimputable por enfermedad mental inhabilitante, aun cuando no se percate del agravio del
que está siendo víctima.
Sujeto pasivo en especial y agravante puede serlo además, el menor de edad y el anciano
aun cuando no se dé cuenta del agravio (bebés, o seniles v.g.); el funcionario o servidor
público representante diplomático, el pariente en tercer grado de consanguinidad o
segundo de afinidad y el empresario privado.
No compartimos desde luego la tesis del profesor Bramont Arias Torres de condicionar la
eventual condición del sujeto pasivo de los inimputables, menores o enfermos mentales, a
que tengan la capacidad suficiente para tomar decisiones sobre sus desplazamientos, no
sólo porque, en la forma agravada, el inciso 5 del artículo bajo razón, no lo sugiere y ubi
lex non distinguet nec non distinguere debemos, sino porque la libertad ambulatoria cierta
del inimputable la ejercen por representación los padres, tutores o curadores. Baste añadir
que, si corresponder al ámbito témporo-territorial de la ley peruana, es paradigmático para
todo tiempo y lugar, el caso del secuestro del hijo (bebé) del aviador norteamericano
Charles Lindbergh.
El comportamiento que exige el tipo simple es el de privar, sin derecho motivo ni facultad
justificada, a una persona de su libertad ambulatoria, sea cual fuere el móvil o
circunstancia.
Las formas de privación pueden ser muchas, siendo las previsibles las del encierro de la
víctima por el tiempo que sea, aún el muy breve, o su traslado engañoso o violento a lugar
distingo del que le corresponde o quiere estar.
Como el tipo exige que la acción del secuestro se realice “sin derecho” debemos entender
que no se comprende el caso del derecho de corrección que tienen los padres,
educadores, tutores, curadores o el derecho de tratamiento y cura que tienen médicos y
enfermeros.
Asimismo, el tipo exige la carencia de motivo o facultad justificada, lo que resulta una
previsión excesivamente abierta dado que no especifica el art. 152, modificado por el
Decreto Legislativo 896, qué motivo o facultad es inadmisible. Se entiende sin embargo,
que debe el motivo o la facultad asociarse a una causa de justificación, lo que ocurre
cuando existe orden judicial, etc.
4.1.1. El agente abusa, corrompe, trata con crueldad o pone en peligro la vida o salud del
agraviado:
El concepto corromper no puede ser otro que el que de común le asigna el ciudadano
medio a los actos o sugestiones inmorales que despiertan e incitan en él o la menor,
apetitos y prácticas desviadas.
Aquí la gravedad del hecho resulta del medio -falsedad en el dato- empleado por el
agente. El atribuirle a la víctima un padecimiento mental que no tiene, resulta alevoso.
Añadir que lo alevoso del asunto surge del hecho que la víctima bajo encierro inopinado y
forzado, lo mismo que bajo el efecto de los fármacos calmantes, llega a tener ciertamente
el aspecto de un enfermo mental sin serlo.
Aquí, con excepción del representante diplomático, a quien el estado le debe permanente
seguridad y porque la suya es actividad a dedicación exclusiva, no entendemos por qué la
calidad de servidor público o funcionario puede darle gravedad especial al asunto. Cuando
Peña Cabrera y Bramont Arias Torres afirman que ello se debe .o que sirven al país,
olvidan que todos los ciudadanos en general y los de la actividad privada en particular
también sirven al país. Figura anacrónica.
4.2.4. Si el agraviado es menor de edad o anciano: Se trataría a tenor del tipo de proteger
en mayor medida que al adulto, al menor de dieciocho años de edad. Peña Cabrera afirma
que lo será el menor de 16 años de edad porque es este menor a quien el Código Civil
peruano en su art.43, inc. l los considera absolutamente incapaces.
El tipo además, por disposición del Decreto Legislativo 896, tutela con acierto a1 anciano,
entendiendo por ta1 al mayor de 65 años, por aplicación extensiva del art.22 del Código
Penal.
Se trata de agravar la conducta extorsiva del agente además del hecho que
instrumentalice a la víctima sin reparo humano alguno.
Es el caso del secuestro de médicos cirujanos para que atiendan a los terroristas heridos
en sus acciones delictivas.
4.3.3. El que con la finalidad de contribuir a la comisión del delito de secuestro, suministra
información que haya conocido por razón o con ocasión de sus funciones cargo u oficio, o
suministre deliberadamente los medios para la perpetración del delito.
4.4.1. Es particularmente agravado el caso que el agraviado resulte con graves daños en
el cuerpo o en la salud física o mental, o muera durante el secuestro, o a consecuencia de
dicho acto.
V. Tipicidad subjetiva
El secuestro es un tipo doloso, esto es, entendimiento y voluntad de privarle la libertad
ambulatoria a otro.
Añadir para el supuesto agravado que el autor deberá saber en el supuesto de crueldad
puesta en peligro de la vida o la salud que en efecto su conducta es innecesariamente
cruel o peligrosa para la vida y salud de la víctima.
Para el supuesto segundo, deberá saber el actor que la víctima es mentalmente sana.
Para el tercero, cuarto, quinto y sexto supuesto de agravación es obvio que el actor deberá
saber las calidades de la víctima. Para el supuesto agravado noveno, el actor deberá
saber que la información que suministra en el caso concreto facilita el secuestro se
propone el receptor.
El delito es permanente hasta tanto no se libere al sujeto pasivo, por lo que el plazo de
prescripción, se cuenta desde entonces.
VII. La pena
Para la figura simple, la pena correspondiente es la privativa de libertad no menor de
veinte ni mayor de treinta años. Para la forma agravada, la pena privativa de libertad será
no menor de treinta años.
La pena será de cadena perpetua para el supuesto del resultado de graves daños en el
cuerpo en la salud física o menta, o muerte durante el secuestro o a consecuencia de
dicho acto.
Caso 1
b) Delito permanente.- El delito de secuestro tiene una naturaleza jurídica sui generis, pues
se le suele considerar un delito de consumación instantánea con efectos o de ejecución
permanentes. Dicho de otro modo, el delito se perfecciona desde el mismo momento en
que se priva de la libertad a otro, pero la acción típica se sigue ejecutando de manera
ininterrumpida hasta que se pone fin a la privación de libertad.
Sería errado considerar que estos actos carecen de relevancia penal por ser posteriores a
la “consumación” del delito, como si el delito se consumara única y exclusivamente en el
momento en que José es privado de su libertad. Y es errado porque, como venimos
diciendo, estamos ante un delito permanente, con lo que la acción típica se realiza sin
interrupción, sin solución de continuidad. Las conductas subsiguientes, por ello, suponen
también una privación a la libertad personal y pueden ser imputadas bien a titulo de autoría
o complicidad.
Ahora bien, el hecho de que no se haya individualizado a todos los que participaron en el
momento inicial del secuestro o, incluso, que ellos fuesen menores de edad, no enerva la
posibilidad de que los que intervinieron posteriormente puedan ser responsabilizados
como autores o cómplices. En efecto, el secuestro es un delito permanente y, como tal, la
responsabilidad de los “posteriores autores” no depende necesariamente de la
responsabilidad de los que hubiesen actuado primero, esto es, de los que inicialmente
privaron de libertad a la víctima. Tratándose de cómplices, la participación se ve informada
por el principio de accesoriedad limitada, es decir, los cómplices responden por su
contribución en un hecho antijurídico, aun cuando se excluya la culpabilidad de los autores
(por ejemplo, si los autores son menores de edad).
c) Circunstancia agravante.- Teniendo en cuenta que la victima del secuestro era miembro
de la Policía Nacional, es de aplicación el tipo agravado previsto en el inciso 3 del segundo
párrafo del articulo 152 CP: la pena será no menor de treinta anos cuando el agraviado o
el agente es funcionario o servidor publico.
Efectivamente, José era miembro de la Policía Nacional del Perú y estaba en acto de
servicio, tratando de restablecer el orden. Concurre el subtipo agravado, toda vez que el
numeral 5 del articulo 425 del Código Penal determina la condición de funcionario o
servidor publico de los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional. Justamente
casos como estos fundamentan el mayor grado de reproche de la conducta, lo que amerita
el incremento de la pena recurriendo a la aplicación de un subtipo agravado. A este
respecto, Bramont-Arias y García Cantizano sostienen: …esta agravante se configura en
razón de la calidad del agraviado, quien es una persona al servicio de los intereses
públicos. En tal caso, además de afectarse su libertad ambulatoria personal,
indirectamente se esta también perturbando el funcionamiento normal del Estado.
Para precisar quien es funcionario o servidor público hay que recurrir a lo dispuesto en el
artículo 425 CP.
No obstante, la magnitud de la pena prevista por el legislador (no menor de treinta años)
se muestra excesiva para casos como el que aquí se plantea: toma de rehén en actos de
agitación social o política. Francamente excesiva si se la compara con las penas del
homicidio calificado (no menor de quince anos) y del delito de terrorismo (no menor de
veinte anos). Consecuentemente, y a la espera de alguna reforma que devuelva cierta
racionalidad a esta norma, tendremos que recurrir a la eximente incompleta prevista por el
articulo 21 del Código Penal para reducir la pena por debajo del límite legal.
Caso 2
Juan, Pedro y José secuestran a Luis. Posteriormente, se comunican con la familia de Luis
para pedir un rescate de medio millón de dólares.
Este es quizás el ejemplo que mas tenemos en mente cuando oímos la palabra secuestro.
Y es que, en verdad, estamos ante una clara afectación de la libertad ambulatoria. No
obstante, es paradójico que el secuestro de una persona con el objeto de pedir una ventaja
económica ―léase rescate― viene sancionado en nuestro ordenamiento jurídico no bajo
la figura del secuestro, sino de la extorsión, esto es, un delito ubicado sistemáticamente
dentro del Titulo V, dedicado a los Delitos contra el Patrimonio.
En efecto, el articulo 200 CP reprime con pena privativa de libertad no menor de veinte ni
mayor de treinta anos al agente que con el objeto de obtener una ventaja económica
indebida o de cualquier otra índole, mantiene en rehén a una persona. Cuando el delito es
cometido por dos o mas personas, como en el caso propuesto, la pena prevista es no
menor de treinta anos .
La Sala rechazó que la exigencia del pago de un rescate para la liberación de la victima
constituyese la circunstancia agravante del antiguo inciso 8 del articulo 152 CP pues,
como se acaba de señalar, la exigencia de un rescate es uno de los elementos definidores
del delito de extorsión o, con más precisión, del secuestro extorsivo.
Ahora bien, el ejercicio del derecho de huelga, o la simple paralización de labores con fines
reivindicativos aun en los casos en que esta haya sido declarada ilegal no puede
asimilarse al delito de extorsión, pues este delito exige la concurrencia de violencia o
amenaza. Con lo cual, en buena cuenta, lo que ha hecho el Ejecutivo ha sido meter de
contrabando una disposición que, como bien ha señalado la Defensoría del Pueblo, no
forma parte de la materia delegada en virtud de la Ley 29009. El contexto en el que
semejante norma vio la luz, así como la pena de inhabilitación que se ha previsto para
estas conductas, hace pensar —es solo una hipótesis — que el Ejecutivo quería contar
con un mecanismo para quitar de en medio a autoridades locales o regionales
especialmente contrarias a las políticas del Gobierno Central.
Esta formula abierta, que no se condice con el principio de certeza que debería informar la
labor legislativa en materia penal, ni siquiera exige que esa ventaja de cualquier otra índole
sea “indebida”, con lo cual, uno podría preguntarse si esto constituye una forma velada de
acallar o reprimir protestas sociales.
Caso 3
Juan mantiene cautiva a María durante varios días con el objeto de practicar con ella el
acto sexual. María es rescatada por miembros de la Policía Nacional.
No obstante, seria bueno detenerse en dos circunstancias que tienen por virtud excluir, en
algunos casos, la concurrencia del delito de secuestro. Nos referimos al tiempo y al
propósito perseguido por el autor del delito de violación sexual. Cabe mencionar que esto
también se puede predicar con relación a otras figuras delictivas, como por ejemplo el
delito de robo.
La Sala considero que “el propósito de la conducta criminal estaba en función al delito de
violación sexual y no así al de secuestro, por lo que no concurren los elementos
configurativos de este tipo penal”.
En estos casos vemos que la privación de libertad es un medio necesario para consumar
ya sea un delito de robo o un delito contra la libertad sexual. Sin embargo, cuando el
tiempo en que se priva de libertad a la victima resulta excesivo o es muy superior al
necesario para la consumación del delito de robo o de violación sexual, se considera que
el delito de secuestro cobra plena autonomía y, por tanto, el acusado debe ser condenado
tanto por el delito de robo o violación sexual, como por el delito de secuestro.
Teniendo en cuenta que Juan mantuvo en cautiverio a María por una semana, se puede
apreciar una grave afectación a la libertad ambulatoria, siendo la lesión de este bien
jurídico de una intensidad tal, que no puede entenderse absorbido por el delito contra la
libertad sexual. Podría haberse tratado de un concurso real entre los delitos de secuestro y
violación sexual, mas teniendo en cuenta que el delito de secuestro incluye como
circunstancia agravante el hecho de abusar del agraviado, Juan será condenado como
autor del delito de secuestro en su forma agravada a una pena no menor de treinta años .
Caso 4
Juan, dado de alta a los pocos días de haber sido sometido a una operación quirúrgica, es
impedido de abandonar la clínica mientras no cumpla con pagar el integro de la factura por
los servicios médicos. Juan acaba de cumplir los 80 anos.
Una interpretación literal de la norma podría llevar a condenar al director de la clínica a una
pena no menor de veinte ni mayor de treinta anos. Y hasta cadena perpetua, si se quiere
aplicar la agravante del inciso 1 del último párrafo del articulo 152 CP (que el agraviado
sea menor de edad o mayor de setenta años). Y es que hay una restricción a la libertad
personal de Juan que no parece estar justificada, al menos en nuestro ordenamiento
jurídico, como ya lo ha señalado en múltiples ocasiones el Tribunal Constitucional . No
obstante ello, no parece que el caso planteado deba ser reconducido a la figura del
secuestro. Mucho menos cuando se echa una mirada a la magnitud de las penas fijadas
por el legislador.
En efecto, el articulo 151 CP reprime con pena privativa de libertad no mayor de dos anos
al que, mediante amenaza o violencia, obliga a otro a hacer lo que la ley no manda o le
impide hacer lo que ella no prohíbe.
La solución del caso parece oscilar entre la atipicidad del hecho y la consumación de un
delito de coacción. Entiendo que si ha habido una afectación a la libertad individual, con lo
cual, atendiendo a los criterios de merecimiento y necesidad de pena, y al principio de
proporcionalidad considero que el hecho se subsume dentro del delito de coacción.
Por su importancia desde el punto de vista procesal, vale la pena citar a Moran
Mora cuando señala: “cabe hacer especial hincapié en el carácter homogéneo de estos
delitos, lo que permite que pueda condenarse de oficio por un delito de coacciones a pesar
de que las partes aleguen otro delito más especifico, como por ejemplo la detención ilegal
[léase secuestro]. Para el Tribunal Supremo ello no supone vulneración alguna del
principio acusatorio que debe regir todo proceso, puesto que se cumplen las
características exigidas para la aplicación de dicha homogeneidad (identidad del bien
jurídico protegido y ubicación en el mismo Titulo del Código Penal)”.
Notas al pie
1. PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. DERECHO PENAL PARTE ESPECIAL.
TOMO I. Idemsa Editores. Edición Noviembre de 2008. Lima – Perú. Página 447.
3. TOMÁS DE AQUINO. SUMA TEOLÓGICA. Segunda Parte. Sección primera. C.l, aa. 1 y
2.
12. BRAMONT-ARIAS TORRES, Luís Alberto & GARCÍA CANTIZANO, María Del Carmen.
MANUAL DE DERECHO PENAL PARTE ESPECIAL. Editorial San Marcos. Cuarta Edición
1998. Lima- Perú. Página 182-183.
14. Ibídem.
15. CREUS, Carlos. DERECHO PENAL PARTE ESPECIAL TOMO I. Editorial Astrea.
Sexta Edición actualizada 1997. Buenos Aires – Argentina. Página 334.
20. SALINAS SICCHA, Ramiro. DERECHO PENAL PARTE ESPECIAL. Editora Jurídica
Grijley. Tercera Edición 2008. Lima – Perú. Página 437-438.
22. VILLA STEIN, Javier. DERECHO PENAL PARTE ESPECIAL TOMO I-B. Editorial San
Marcos. Edición 1998. Lima – Perú. Página 109.
23. POLITOFF L, Sergio; MATTUS A, Jean Pierre & RAMÏREZ G; María Cecilia. Op. Cit.
Página 189.28CREUS, Carlos. Op. Cit. Página 332.
25. HARO LÁZARO, César. TRATADO DE DERECHO PENAL PARTE ESPECIAL. TOMO
I. AFA Editores Importadores SA. Primera Edición Revisada 1993. Lima – Perú. Página.
31. No debe perderse de vista, que como bien se ha señalado la Coacción consiste pues
en la realización de una violencia personal para impedir al otro realizar algo no prohibido o
para obligar a otro a hacer lo que no quiere, sea justo o injusto, siempre en contra de la
libertad del obligado y sin legitimación para su realización. El núcleo central de la conducta
consiste en imponer con violencia una conducta a otro a través de diversas modalidades
de actuación, la violencia física, la psíquica y la denominada violencia en las cosas.
34. Debe precisarse que no existe un criterio preestablecido para atribuir las denuncias a
los Fiscales por parte del Fiscal Provincial Penal Coordinador, sino que se deja a una
suerte de DECISIÓN que éste realiza.
35. Artículo 152.- Sera reprimido con pena privativa de libertad no menor de veinte ni
mayor de treinta anos el que, sin derecho, motivo ni facultad justificada, priva a otro de su
libertad personal, cualquiera sea el móvil, el propósito, la modalidad o circunstancia o
tiempo que el agraviado sufra la privación o restricción de su libertad. La pena será no
menor de treinta años cuando:
1. Se abusa, corrompe, trata con crueldad o pone en peligro la vida o salud del agraviado.
11. Es cometido por dos o más personas o se utiliza para la comisión del delito a menores
de edad u otra persona inimputable.
La misma pena se aplicara al que con la finalidad de contribuir a la comisión del delito de
secuestro, suministra información que haya conocido por razón o con ocasión de sus
funciones, cargo u oficio, o proporciona deliberadamente los medios para la perpetración
del delito.
36. PRATS CANUT, Josep Miquel. Delitos contra la libertad. En: AA. VV. Quintero Olivares
(dir.). Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal. Navarra, Aranzadi, 2005, 5° ed.,
pag. 188- 191.
37. DEL ROSAL BLASCO, Bernardo. Delitos contra la libertad (I). En: Cobo del Rosal
(coord.). Derecho Penal Espanol. Parte Especial. Madrid, Dykinson, 2005, 2° ed., pag. 184.
38. BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis y GARCIA CANTIZANO, María del Carmen. Manual
de Derecho Penal. Parte Especial. Lima, Editorial San Marcos, 1998, 4° ed., pág. 189.
39. Artículo 200.- El que mediante violencia o amenaza obliga a una persona o a una
institución pública o privada a otorgar al agente o a un tercero una ventaja económica
indebida u otra ventaja de cualquier otra índole, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de diez ni mayor de quince años.
La misma pena se aplicará al que, con la finalidad de contribuir a la comisión del delito de
extorsión, suministra información que haya conocido por razón o con ocasión de sus
funciones, cargo u oficio o proporciona deliberadamente los medios para la perpetración
del delito.
a) A mano armada;
Si el agente con la finalidad de obtener una ventaja económica indebida o de cualquier otra
índole, mantiene en rehén a una persona, la pena será no menor de veinte ni mayor de
treinta años.
La pena será privativa de libertad no menor de treinta años, cuando en el supuesto
previsto en el párrafo anterior:
c) Si la victima resulta con lesiones graves o muere durante o como consecuencia de dicho
acto.
40. Para una lectura completa de la sentencia, vid. SAN MARTIN CASTRO, Cesar.
Jurisprudencia y Precedente Penal Vinculante. Lima, Palestra, 2006, pag. 406-409.
41. Esta circunstancia consistía en obligar a una tercera persona a que preste al agente
del delito ayuda económica; circunstancia agravante que fue eliminada por el Decreto
Legislativo N° 982.
42. Sentencias reseñadas por Del Rosal, vid. DEL ROSAL BLASCO, Bernardo. Delitos
contra… ob. cit., pág. 184.
44. Estamos, en este sentido, ante un concurso aparente de leyes donde prevalece el
delito de secuestro en la forma agravada prevista en el primer inciso del segundo párrafo
del artículo 152 CP: la pena será no menor de treinta años cuando: “Se abusa, corrompe,
trata con crueldad o pone en peligro la vida o salud del agraviado” [subrayado nuestro].
Sobre el alcance, en este contexto, del término abusar, vid. VILLA STEIN, Javier. Derecho
Penal. Parte Especial. I-B. Delitos contra el honor, la familia y la libertad. Lima, San
Marcos, 1998, p. 115; SALINAS SICCHA, Ramiro. Derecho Penal. Parte Especial. Lima,
Grijley, 2008, 3° ed., p. 445.