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Dignidad, calidad de digno, deriva del adjetivo latino dignus, se traduce por valioso; es el

sentimiento que nos hace sentir valiosos, sin importar nuestra vida material o social; cada ser
humano es un hecho irrepetible (incluyendo a gemelos univitelinos) que nunca más en la
historia volverá a darse.

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La expresión dignidad humana hace referencia al valor intrínseco (que forma parte de su
ensencia o es parte fundamental) e inalienable (no es posible transmitir o renunciar) de todo
ser humano, independientemente de su condición social o económica, raza, religión, edad,
sexo, etc. La dignidad humana constituye la base de todos los derechos.

El reconocimiento de la dignidad intrínseca de la persona en virtud de su naturaleza humana,


se produce fundamentalmente tras la Segunda Guerra Mundial y es precisamente en los textos
internacionales sobre derechos humanos donde se recoge por vez primera para extenderse
posteriormente a diferentes Constituciones. El primer texto internacional que constituyó un
hito indispensable en la creación de un mundo en el que todas las personas puedan vivir
conforme a su dignidad, es la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada y
proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con fecha 10 de diciembre de
1948, cuyo Preámbulo se abre con la siguiente afirmación: Considerando que la libertad, la
justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de
los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana. Luego en
el artículo 1º la Declaración afirma que todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos.

Con posterioridad, el concepto de dignidad humana fue retomado por los dos Pactos
Internacionales de Derechos Humanos de 1966 y por la mayoría de los instrumentos
condenatorios de una serie de prácticas directamente contrarias al valor inherente de la
persona, tales como la tortura, la esclavitud, las penas degradantes, las condiciones inhumanas
de trabajo, las discriminaciones de todo tipo, etc.

Fotografía de Lei Goldner

Asimismo, un gran número de Constituciones nacionales, sobre todo las adoptadas en la


segunda mitad del siglo XX, hacen referencia explícita al respeto de la dignidad humana como
fundamento último de los derechos reconocidos y como la finalidad esencial del Estado de
Derecho. En tal sentido, se destaca la Constitución alemana de 1949, que como reacción a las
atrocidades cometidas durante el régimen nazi, establece en su artículo 1° que: La dignidad
humana es intangible. Los poderes públicos tienen el deber de respetarla y protegerla.

Para justificar la esclavitud se argumentaba que el esclavo no era persona humana, sino un
objeto, al igual que judíos, gitanos y homosexuales durante el nazismo. En la época del
colonialismo, se decía lo mismo del indio, que no tenía alma y por lo tanto no poseía dignidad
humana. Es constante en la historia de la humanidad negar la dignidad humana para justificar
y justificarse en los atentados contra ella. A la mujer, a pesar de los logros obtenidos en sus
derechos, todavía en muchos lugares y por muchas confesiones, se le sigue considerando de
rango inferior con respecto al hombre y por lo tanto con menor dignidad.

La dignidad humana, contiene elementos subjetivos, que corresponden al convencimiento de


que las condiciones particulares de vida permiten alcanzar la felicidad y de elementos
objetivos, vinculados con las condiciones de vida que tiene la Persona, para obtenerla. La
ponderación de estos elementos constituye una parte importante de la evolución del derecho
Constitucional de la mayoría de los países, así como una de sus mayores discusiones, sobre
todo a la hora de sopesar la Dignidad Humana con otros derechos fundamentales.

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