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Cuando se objete la identidad de una persona se tiene que valorar tanto el cariz estático
como el dinámico del referido derecho fundamental; es decir, dicho cuestionamiento no
puede justificarse solo en el dato genético, pues ello implicaría olvidar que el ser humano
se hace a sí mismo en el proyecto continuo que es su vida. Más allá de los datos fijos, es
la propia historia del individuo lo que lo hace idéntico a sí mismo.
En ese sentido, para los casos de impugnación de paternidad en los que exista un
reconocimiento voluntario, resultan de aplicación los artículos 399 y 400 del Código Civil
(referidos a las reglas y plazo para la impugnación del reconocimiento), dado que interesa
tanto al Estado saber con certeza la identidad de una persona, como al particular que ha
labrado su identidad dinámica con la certeza de conocer a su padre, que haya un punto de
cierre para la impugnación de la paternidad.
A nivel legal se establece como requisito para la percepción de la asignación familiar que
el trabajador acredite la existencia del hijo o hijos que tuviere a su cargo (artículo 11 del
reglamento de la Ley N° 25129, aprobada por Decreto Supremo Nº 035-90-TR).
Este criterio ha sido determinado por la Corte Suprema a través de la Casación Laboral
N° 16409-2014 Junín, donde se resuelve el recurso de casación interpuesto por el
trabajador demandante en un proceso laboral sobre desnaturalización de contratos y pago
de beneficios sociales.
En los procesos de impugnación de reconocimiento del hijo, no bastará con acreditar que
no existe vínculo biológico entre el accionante y el menor, sino que será imprescindible
identificar al verdadero progenitor de este último.
Los artículos 399 (negación del reconocimiento) y 400 (plazo para negar el
reconocimiento) del Código Civil no resultan opuestos al derecho a la identidad del menor
si, adicionalmente, a acreditarse el real origen biológico, también se ha identificado al
verdadero progenitor.