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DE LA OBSOLESCENCIA LABORAL PROGRAMADA A LA

VIDA DE MULTIPLES ETAPAS DE MÁS DE 100 AÑOS

--La mayor longevidad traerá cambios profundos que


afectarán el trabajo, el ocio y la cuarta edad en la economía
digital y circular.

Por Ignacio Sánchez León

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#IA, #longevidad, #dependencia, #EconomiaCircular,
#EconomíaDigital,

Barcelona, a Junio 2018.- La mayor longevidad y esperanza


de vida están provocando un cambio de paradigmas. Traerán
profundas alteraciones sociales y económicas, que no harán
sino acentuarse con la 4ª revolución industrial en marcha, la
robotización e inteligencia artificial en la economía digital y
circular. Sin embargo pocos agentes sociales lo advierten.
Estamos pasando de la actual “obsolescencia laboral
programada” a una vida de múltiples etapas de más de 100
años.

La obsolescencia laboral programada se refleja en el hecho


comúnmente adquirido de soltar lastre a partir de una
determinada edad porque supuestamente la sociedad y las
empresas desean dejar paso a una fuerza laboral más joven.
El enorme daño que produce la pérdida de talento para la
economía renunciando a trabajadores mayores de 45/50 años
–en contra de su voluntad en muchos casos (salvo
excepciones)--, no se compensa con una clase pujante de
menos edad en unos tiempos en los que además se imponen
las máquinas inteligentes y los robots.

De la vida en tres etapas que hemos conocido hasta ahora


desde el siglo XX (niñez/adolescencia de 0-15 años, la edad
productiva 16-45 años y la madurez o jubilación, es decir entre
los 46-85 años) y difícil de soportar financieramente a largo
plazo, pasaremos a la vida de múltiples etapas con una
cuarta edad que rayará una longevidad de los 100 años y que
nos forzará a buscar su sostenibilidad.

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Pero pese a todo, los agentes sociales siguen obcecados en
ver las ramas, pero no los árboles ni el bosque. El aumento de
la longevidad alterará nuestra zona de confort que hemos
disfrutado desde el siglo XX.

Ni la clase política, ni los gobiernos, empresas, gestores de


recursos humanos e incluso los gurús del management se
atreven hoy por hoy a admitir el próximo sorpasso por la vida
de múltiples etapas e idear cómo mantener el sistema sin
alterar la paz social.

Segar el trabajo activo a los mayores de 50 años por razones


estéticas a pesar del aumento de la esperanza de vida en la
UE sin fuentes de ingresos alternativos, hará más endeble y
vulnerable el estado de bienestar actual (o economía social de
mercado según otros) para asegurar el futuro de la sociedad
occidental.

Fuente: INE, España 2018

¿Tendremos suficiente capacidad de adaptación y masa


financiera muscular para soportar una era en la que convivan
nuevas etapas de transición en educación, trabajo, ocio, el
retiro activo y la cuarta edad? Los periodos de cotización a la
Seguridad Social serán cruciales a diferencia del modelo
actual para garantizar los ingresos públicos que el Estado
precisará para costear los efectos de una mayor esperanza de
vida, nuevas enfermedades seniles y muy probable el
aumento de casos de dependencia.

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Ya apuntábamos en el 2011 en otro paper que precisamente
por la evolución de la pirámide vegetativa invertida en España
nos urge debatir un nuevo seguro social obligatorio que a
partes iguales sufrague los casos de dependencia del futuro
como practican desde hace más de 20 años otros países
europeos, sin cargar a las arcas de las pensiones públicas y
de los consistorios tan elevado coste. 1

Fuente: INE, España 2018

Expertos en la materia vaticinan una evolución hacia la vida


de múltiples etapas a raíz del aumento de la esperanza de
vida con ciertos trastornos en la paz social.

Sin embargo, los agentes sociales (clase política, sindicatos y


empresarios) están hoy por hoy más preocupados en las
ramas que en los árboles y ya no digamos en los bosques, al
centrar sus ejes de actuación en el corto plazo. Más que
adoptar medidas de largo alcance para adaptarnos al cambio
(no sólo tecnológico, sino cultural, laboral, familiar, educativo y
hasta del ocio), parece que nos empeñamos en postergar sine
die ciertas medidas de interés general por no atreverse a
saltar la zona de confort y provocar incomodidades y hasta
ciertas protestas sociales.

La resistencia al cambio no puede hacer inmune tampoco toda


una batería de conquistas sociales vigentes desde el siglo XX
a raíz de la I Revolución Industrial, como son: la semana

“La pirámide demográfica en España colapsará las demandas de la tercera edad en el


2050”. Un nuevo seguro obligatorio de la SS de dependencia mitigaría las arcas públicas.
Más info en: goo.gl/eL6sck

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laboral en torno a las 40 horas semanales, el seguro del
desempleo, el pago de baja por enfermedad, por incapacidad
y maternidad, así como las pensiones, así como las
inversiones en educación y salud públicas.

La realidad es que el envejecimiento de la población se


intensifica, y con cada década que transcurre, como apuntan
ciertos autores2, nuestra esperanza de vida aumenta unos 2
años (situando ese listón en cerca de los 100 años pronto en
algunas sociedades avanzadas), haciéndonos preguntar si los
esquemas del siglo pasado tendrán cabida, en plena era
digital y circular, en la futura vida de múltiples etapas a la que
nos abocamos.

Fuente: https://www.indexmundi.com/map/?v=24&r=eu&l=es

Lynda Gratton y Andrew Scott son autores de un ensayo titulado: “La vida de 100 años”
publicado en España por ediciones Versus, 2018.

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A continuación haremos un sucinto repaso de algunas
implicaciones de la vida de múltiples etapas de más de 100
años en: las personas, el Estado, las empresas y el sistema
educativo.

I. Las Personas:
Somos y debemos seguir siendo el centro de la atención
principal. La Inteligencia Artificial (IA) y los robots no pueden ni
deben desplazarnos. Pasar de una vida de tres etapas a otra
múltiple de más de 100 años ha de llevarnos a plantearnos
cómo afrontar el futuro y el rol del trabajo, del ocio, de la
educación, de la familia, de los pensionistas, de la cuarta
edad, pero también de los inmigrantes y otros desafíos de la
humanidad.

Los más privilegiados contarán con suficientes recursos


(ahorros) para sufragar una vida más longeva. Pero los más
débiles deben contar con una red que no los excluya
socialmente. La capacidad de ahorro y/o de cotización no
puede verse sesgada a partir de cierta edad laboral no apta
aparentemente para el mundo laboral (hoy en día los mayores
de 45/50 años son postergados a un ejército de reservistas
prejubilados y/o parados forzosos con ayudas limitadas de
desempleo condenados al ostracismo con la rara excepción
del autoempleo).

La longevidad no puede derivar en una maldición. Habría que


acabar con el prejuicio social que un ser lejos de engrosar las
filas de la Cuarta Edad pueda seguir en activo de forma
voluntaria (por cuenta ajena o propia) aportando valor
añadido, know how y gestionando unos intangibles de
incalculable valor para las empresas y el Estado en general
(creatividad, motivación, liderazgo, competencias, red de
contactos, etc) al mismo tiempo que podrían cotizar y
contribuir a equilibrar las paupérrimas arcas públicas.

II. La agenda gubernamental:

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La clase política, los gobiernos, junto al resto de los agentes
sociales tienen la obligación de dejar de mirar a corto plazo y
auscultar medidas de calado a largo plazo.

Dejar de legislar por duración de un mandato de 4 años y


apostar por dar respuesta a problemas de más amplio
espectro en todos los órdenes: la financiación del Estado de
bienestar, de la educación y salud pública, de la seguridad, de
la vivienda, del derecho al trabajo digno, pero también de las
pensiones, de la cuarta edad, de sufragar nuevas
enfermedades seniles y la multiplicación de casos de
dependencia, así como de afrontar en paralelo otros desafíos
derivados de la degradación ambiental y carbonización
excesiva del planeta, de la digitalización, la irrupción de la IA,
de los robots y de extinguir el mayor número de brechas
sociales posibles.

A la agenda gubernamental le corresponde también:


flexibilizar la edad y jornadas laborales, las jornadas de ocio,
los años de cotización y los periodos sabáticos, acabar con la
obsolescencia programada del trabajador, admitir diversas
transiciones en las etapas de las personas y el intercambio de
roles en la pareja, políticas creativas que fomenten la
natalidad y otras medidas que acaben con la urgente
despoblación permanente a favor de los ultramasificados
núcleos urbanos (mucho se habla de las SmartCities cuando
debería también apostarse por las SmartRural).

La fallida homogeneización europea en temas fiscales,


retributivos, pensiones, prestaciones sociales y problemas
derivados de la llegada masiva de refugiados (políticos,
económicos y ambientales) son otros frentes abiertos a los
que pocos gobernantes dan respuesta por miedo a perder el
crédito en las urnas.

Aspectos relacionados con la eGovernanza, empoderamiento,


transparencia, nuevos modelos educativos, pero también
marcos flexibles que busquen la sostenibilidad del sistema y
en especial de la Seguridad Social afectarán al concepto de
democracia y modularán el trabajo, la familia, el conocimiento
de nuevas competencias, el ocio y la cuarta edad entre otros.

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No tiene ningún sentido negar e impugnar la realidad de la
mayor longevidad con un sistema legal, fiscal, financiero,
laboral y red de instituciones públicas que hacen aguas en los
actuales tiempos modernos.

Alargar la vida alterará conceptos como la juventud y la vejez,


la biología, la sexualidad pero también las desigualdades, la
inclusión, los riesgos de exclusión social o conflictos inter-
generacionales.

Todo hace indicar que las futuras “familias” que llaman a la


puerta podrían cobijar cuatro o más generaciones bajo un
mismo techo, sin poder ser sustentadas por los actuales
contribuyentes con periodos restringidos de cotización porque
se les niega la empleabilidad.

III. Las empresas:

Con la mayor longevidad todo hace indicar que aparecerá un


nuevo ecosistema conformado por empresas más pequeñas,
colaborativas, a tiempo parcial, altamente productivas y de
sectores nuevos que nos obligará a compaginar el trabajo
activo con el ocio, el retiro parcial y la formación permanente.

Lo más llamativo tal vez descanse en periclitar una serie de


discriminaciones toleradas pero impropias para las
sociedades del futuro, como ocurre actualmente:

- Discriminación por razón del sexo (hoy por hoy el


varón progresa y percibe un mayor salario que la
mujer)
- Por razón de la edad (diferenciación entre
junior/senior): a partir de cierta edad ya no se cuenta
hoy con el trabajador/a de más edad a pesar del
expertise/conocimiento/talento que puede aportar.
- Por razones de horarios (jornadas poco flexibles y
conciliadoras, jornadas presenciales versus
teletrabajo virtual).
- Por tipos de contrato (en activo o no)

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- Por patronos de conducta (convenios colectivos
versus convenios de empresa).
- Por procedencia del capital (físico frente al humano).
- Por razones del talento (formación original hasta
cierta edad frente a la formación permanente a todas
las edades)
- Por razones de competencias/habilidades (pérdida de
valiosos intangibles para sectores económicos y
modelos productivos)
- Por razones de resultados e incentivos (vectores de
medición individuales frente a los colectivos)

IV. La educación

Ya hemos aludido a que la vida de múltiples etapas de más de


100 años comportará una mayor flexibilidad en toda la
formación reglada y no reglada, a tiempo parcial, conexión
entre trabajo y educación, binomio escuela/universidad-
empresa, etc. Todo ello porque nos estaremos moviendo en
otros esquemas que tarde o temprano se impondrán.

Hay un dicho en el mundo financiero que sostiene que


resultados del pasado no predicen rendimientos futuros. La
resistencia al cambio de nuestro actual modelo estandarizado
a otro adaptado a la discrecionalidad individual y colectiva nos
está impidiendo ver el bosque, prever problemas, generar
soluciones y fuentes de ingresos, garantizar la paz social y
acabar con las discriminaciones.

Nunca antes un activo tan valioso como el conocimiento a


través de la educación y la formación permanentes así como
el aprendizaje experimental, se han erigido en un comodín
para aportar empleabilidad, creatividad y sostenibilidad del
sistema.

La proliferación de la IA y los robots en un entorno digital,


junto a una nueva economía circular aparte de tener que
humanizar el sistema 3 nos va obligar a transformarnos, a

Para profundizar ver la obra: “eMociones en la Inteligencia Artificial”.


https://www.casadellibro.com/ebook-e-mociones-en-la-inteligencia-
artificial-ebook/9788483267585/6355951

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cuestionarnos hábitos, desafiar estereotipos, experimentar
nuevos modelos y a convivir con la incertidumbre.

En suma, de la protección celosa de la propiedad intelectual


de tiempos pasados y modernos tenderemos a compartir en la
nube. Los nuevos sectores y modelos productivos que nazcan
basados en la colaboración y en códigos abiertos
forzosamente trastocarán los férreos esquemas educativos y
productivos de hoy en día que como en casi todo nos
resistimos a cambiar.

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