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la historicidad[editar]
La filosofía nace en Grecia en el s. VII a. C. en las colonias griegas de Asia Menor (Jonia)
como Éfeso, Mileto, etc. Estas ciudades gozaban de un nivel económico y social superior al
de la Hélade. El comercio de estas ciudades, más cercanas a oriente, hacían que estuvieran
en contacto con distintas civilizaciones, ya que las distintas versiones explicatorias de las
cuestiones clave chocaban entre sí. Cuestiones como la creación del universo o la aparición
del ser humano eran explicadas de forma mitológica. Ante este hecho se buscó otra vía para
dar contestación a estos problemas. Esta vía no podía ser otra que la razón, ya que la vía
mitológica había quedado obsoleta y los jónicos entendieron que ese no era el camino. De
este modo empezaron a buscar explicaciones razonables para contestar a las distintas
cuestiones, dándose así el paso del mito (μῦθος) al logos (λóγος) y dando origen a la
filosofía.
El paso del mito al logos se dio por un proceso de secularización y por un proceso de
abstracción del pensamiento. Rompía así el pensamiento griego las estructuras propias del
pensamiento mítico y los sustituyó por el lógico dando lugar a la filosofía y el pensamiento
histórico ya que la filosofía y la historia comparten esa racionalidad, son discursos
racionales.
La lógica mítica era ambigua porque se movía en dos planos: el natural y el sobrenatural de
manera que el mito explicaba los fenómenos naturales con argumentos donde intervenían
elementos sobrenaturales. Como los rayos (elemento natural) argumentado como que era la
cólera de Zeus.
Los estudios de Mircea Eliade han puesto de manifiesto que el pensamiento mítico arcaico
hacía imposible que el hombre pudiera asumir la historicidad y, por ende, impedía el
nacimiento de la historia. Una de las razones es porque el pensamiento mítico solo daba
importancia a los dioses y no a los hombres y era imposible desarrollar la historia sin tener
en cuenta los aspectos mundanos.
Por el otro extremo, el discurso histórico rompe la dualidad de planos, iguala el pasado y el
presente y sitúa los hechos históricos de la historia en el curso de la temporalidad. Todo lo
contrario de la epopeya que tenía dos tiempos heterogéneos: el tiempo de los hombres y el
tiempo de los dioses.
El hecho de que la historia surja como resultado de la indagación explica que la perfección
directa, la observación y la experiencia constituyen la base de la nueva metodología básica
que está surgiendo en el s. VI a. C. en Grecia; y explica que los historiadores antiguos
muestren una clara preferencia de la narración de los hechos temporales cercanos a ellos,
porque los lejanos son más difíciles de indagar.
El filósofo y el historiador deben estudiar solo aquellas cosas de las que hay experiencia o
perfección directa. la filosofía estudia el pensamiento de una persona
Heródoto[editar]
Busto de Heródoto.
Heródoto de Halicarnaso es el primer historiador griego del que conservamos una obra
amplia y se le puede considerar el padre de la Historia. Para Heródoto hay dos concetpos de
Historia. Uno de ellos es el concepto de la Historia como el relato de los acontecimientos.
El segundo es el que ve la Historia como una indagación de las causas de los
acontecimientos. El historiador se esfuerza por investigar las causas de esos
acontecimientos que narra. Diferenciando así la epopeya de la narración histórica.
Para Heródoto hay tres causas principales para la explicación de los acontecimiento de la
historia:
1. Las causas psicológicas individuales (pasiones). Son los motivos que llevan a los
individuos a actuar de una determinada forma. La pasión más decisiva es la
ambición, que empuja al hombre a obrar. El hombre se ve motivado por venganza
cuando se ve ofendido, ya que, sino lo hace estará deshonrado. Será este el motivo
de muchas disputas y guerras.
2. Las causas político-sociales. Nos dice Heródoto que la lucha entre griegos y persas
se debe a causa sociopolíticas, se enfrenan do estructuras sociopolíticas que son
opuestas.
3. Causas. Estas serán metahistóricas, que están más allá de la historia: como el
destino (Moira), necesidad (Ananké), providencia (Némesis). Son causas
irracionales pero que Heródoto considera que tienen su influecna en el transcurso de
los acontecimientos históricos.
Tucídides[editar]
Busto de Tucídides.
Como Heródoto, Tucídides está convencido de que la función del historiador es explicar las
razones de los hechos, las causas que los han producido. Al igual que este utiliza distintos
niveles:
La actitud ateniense en la Guerra del Peloponeso se emprende, según Tucídides, a partir del
deseo de construir un poder marítimo que hiciera frente a la alianza de los lacedemonios.
La política ateniense remite a la esencia misma de su democracia que no puede evitar ser
imperialista. La democracia se define por el amor de la libertad de los ciudadanos, y para
ello hay que ser fuertes contra los ataques externos. La manera de garantizar esta libertad es
dominar a los vecinos; por eso la democracia ateniense se ve abocada al imperialismo para
garantizar su libertad.
Al explicar las guerras Tucídides da una gran importancia a las nociones estratégicas.
Pudiéndose explicar estas con categorías estratégicas. Por ejemplo las categoría de mar
(Atenas desarrollando barcos de guerra) y de tierra (Esparta un fuerte ejército). La
estrategia militar utilizada depende las estructurs sociopolíticas y de las motivacions
colectivas que animan a los Estados. Pensaba que había que indagar también en las causas
morales y políticas que explican la guerra. La guerraes el catalizador que actualiza las
pasiones humanas más bajas, esas pasions que la paz no deja aflorar.
Ahora bien, esta hegemonía le acarrea el odio, la enemistad de esas ciudades y desata
irremediablemente una continua violencia. De manera que la filosofía del imperialismo
ateniense es radicalmente realista. En esta filosofía la libertad del ciudadano depende de la
libertad del Estado en el que vive, que es más libre cuanto menos amenazado está por otros
en su seguridad y cuanto más se extiende su control sobre los demás. Esta política
hegemónica conduce a la rebelión de los otros estados y a la oposición de las ciudades
libres, y por esto lo único que se puede esperar es una guerra total, debido a los odios que el
imperialismo acaba produciendo.
Este imperialismo no es ni más ni menos que la manifestación de poder que domina a todo
hombre. La voluntad de poder es para Tucídides la dimensión esencial que nos ayuda a
comprender la acción histórica y el fondo único de la naturaleza humana. Porque la
voluntad humana, cuando está lúcida, lo único que quiere es el interés de la ciudad, que le
lleva a tiranizar a las demás ciudades.
De este modo Tucídides se alinea con los sofistas en el desarrollo de un tema central del
pensamiento de estos: el tema de la defensa del derecho natural del más fuerte, que
encuentra su mayor desarrollo en Calicles o Trasímato, ambos sofistas. En último término
Tucídides pone en manifiesto que la ley última que gobierna la historia es la ley de la
fuerza. Es natural que en el período clásico de Grecia la preocupación por la historia ocupe
un lugar en el pensamiento filosófico de este período, cuyos principales representantes son
Platón y Aristóteles.
Platón[editar]
Platón aludiendo al Mundo de las ideas.
Platón tenía una valoración negativa del conocimiento histórico. No la podía considerar
ciencia ya que el conocimiento estaba dividido en dos niveles: la opinión (doxa) y la
ciencia (episteme) y la historia pertenecía al conocimiento sensible del que deriva la doxa.
Una parte del conocimiento humano no se puede razonar para saber que es verdadero ya
que la característica fundamental de toda opinión es su carácter cambiante. El conocimiento
cambia por la circustancialidad. La ciencia sin embargo describe el mundo inteligible ya
que no es cambiante, es perpetuo.
En el mundo sensible se encuentran cosas que están formadas por la imaginación y supone
un conocimiento infundado (Eikasia). En otro nivel superior, pero dentro de la doxa se
halla la pistis. Esta tiene más realidad que la imagen, pues estudia el mundo sensible en sí.
La creencias una opinión que abarca tanto las realidades físicas que encontramos a nuestro
alrededor y la realidad histórica, los hechos del hombre se encuentran en el mundo sensible.
Por tanto la Historia no llega a ser una ciencia según Platón sino un conocimiento de
segundo grado y a lo más que puede aspirar es a ser verosímil.
Platón recurres al mito para explicar su teoría de la historia dividiéndola en dos eras
separadas por un cataclismo. En la era precatoclísmaica los hombres vivían bajo cuidado de
los dioses, despreocuados y sin problemas. Más tarde apareió un cataclismo dando lugar a
la era postcataclísmica en la que nacemos bebes, envejecemos y fallecemos (similar al
Jardín del Edén y el pecado original). Esta nueva sociedad primigenia no tenía contacto con
la anterior y la única ayuda de la que disponían era la del desarrollo tecnológico.
La democracia el poder está en manos del pueblo por lo que cualquiera puede acceder al
poder y pudiendo quedar altos cargos en manos de gente incompetente (los cargos no eran
electos sino por sorteo). Platón no veía bien la democracia ya que esta había matado a su
mentor Sócrates. Aun así para Platón existe algo peor: la tiranía. Cuando ejerce el poder
una sola persona, sometiendo a la población a las arbitrariedades de esta. La constitución
tiránica surge como consecuencia de la degeneración de la democracia que se termina
convirtiendo en un caos. Para Platón la única forma de acabar con la corrupción es la
calípolis. Allí refleja la educación universal, donde cada uno llegará al grado de formación
que sus características mentales les permita.
Aristóteles[editar]
Busto de Aristóteles.
El filósofo Aristóteles estaba de acuerdo con su maestro Platón en que la Historia no puede
ser una ciencia en sentido estricto. Sin embargo, los argumentos son diferentes porque la
epistemología (es decir, la filosofía de la ciencia) de Aristóteles se distancia de la de Platón.
Según el primero, el conocimiento cientíico debe cumplir unas condiciones que el
conocimiento histórico no cumple. Estas son:
Esencia: es aquello que explica las cosas tal y como son. El conocimiento histórico
es accidental. Muestra lo que ocurre no dice lo qué es.
Universal: Un conocimiento general o universal es válido para todo y para todos los
tiempos. En un famoso pasaje de la Poética, declara expresamente que la historia no
es capaz de albergar un conocimiento de lo universal porque se ocupa de hechos
particulares.
... el historiador y el poeta no son diferentes por hablar en verso o en prosa (pues se podrían poner
en verso las cosas referidas por Heródoto, y no menos sería la verdadera historia en verso que sin
verso); sino que la diversidad consiste en que aquél cuenta las cosas tales cuales sucedieron, y éste
como era natural que sucediesen. Que por eso la poesía es más filosófica y doctrinal que la historia;
por cuanto la primera considera principalmente las cosas en general; mas la segunda las refiere en
particular.
Necesario: El conocimiento cientíco establece de que manera tienen que ocurrir las
cosas y de que manera solo pueden ocurrir; eso es lo que define a la necesidad. En
cambio el conocimiento histórico estudia acontecimientos contingentes, que han
ocurrido, pero podrían no haber ocurrido y no hubiera pasado nada.
Causal: Un conocimiento que dada una causa produce un efecto y no puede ocurrir
de otra forma. En cambio los acontecimentos de la Historia no son causales sino
azarosos.
Demostrativo: Las acciones de la ciencia se pueden demostrar. En cambio en la
Historia no cabe una demostración.
Polibio[editar]
La tesis que dirige todo el trabajo histórico de Polibio es que la Historia es la narración de
un único hecho y de un único espectáculo: el de narrar cómo, cuándo y por qué todas las
partes conocidas del mundo conocido han caído bajo la dominación romana.
Para Polibio la fortuna había guiado siempre todos los asuntos del mundo y la tarea del
historiador debe consistir no sólo en contar los hechos, sino en investigar críticamente
cómo y cuándo surgieron esos hechos y cuándo y cómo llegaron a su fin.
En la explicación histórica que nos propone Polibio establece una distinción fundamental
entre la causa, el inicio y el pretexto de los acontecimientos.
La misión del historiador para Polibio consiste en interpretar racionalmente las reflexiones
y decisiones que llevaron a los protagonistas de los hechos a actuar. Aquí reside el valor
práctico de la Historia, en cuanto que se convierte en campo de adiestramiento para la
política.
Polibio no cree que el estudio de la historia pueda impedir a los hombres que vuelvan a caer
en los errores anteriores, pero si considera que el estudio de la historia conlleva un
fortalecimiento del universo del hombre frente a estos acontecimientos históricos.
De esta manera en la Historia de Polibio se refleja la tensión histórica entre la fortuna y las
acciones de los individuos. Para Polibio, como ocurría para los estoicos en general, los
hombres no se sienten dueños de su destino, y por esta razón el éxito de sus acciones no se
muestra en los acontecimientos externos, sino en el gobierno interior del ánimo con que el
hombre se enfrenta a estos acontecimientos históricos.
Sabemos que con el trabajo de Polibio la tradición histórica helenística pasa a manos de
Roma. Polibio traslada el trabajo de los historiadores de Grecia a Roma.
Tito Livio[editar]
Tácito[editar]
Luciano de Samosata[editar]
Luciano de Samosata escribió un breve tratado Cómo debe escribirse la historia, muy
popular en el Renacimiento.
Ningún agente histórico es eterno, todos están sujetos al curso del tiempo, han sido creados
por Dios y desaparecerán cuando dejen de ser útiles.
Finalmente la tercera noción fundamental de la concepción grecorromana que desaparece
con el cristianismo es la concepción cíclica del tiempo. Para los griegos el tiempo es eterno,
no tiene ni principio ni fin, y la única realidad que cabe en la mente de un griego que no
tiene ni principio ni fin es el círculo, el tiempo es un continuo y permanente retorno, no hay
ni principio ni final.
Frente a esta concepción, el Cristianismo afirma que el tiempo es lineal, tiene un principio
y un final, tiene un y un . El punto de partida del tiempo y de la historia es la creación
divina y el punto final o meta es el Juicio Final. Además todos sus momentos son distintos
y son irrepetibles, mientras que el caso contrario sucede en la concepción cíclica del tiempo
en la cultura grecorromana. Además el curso del tiempo es siempre progresivo, no hay
marcha atrás, y no habrá repetición.
Las tres grandes ideas sobre las que había girado la concepción de la historia y la
Naturaleza buena del hombre en la cultura grecorromana son derruidas en el Cristianismo.
El Cristianismo tuvo un triple efecto sobre el modo de concebir la Historia:
Estas modificaciones del concepto de Historia procedentes de las doctrinas cristianas, por
un lado, el pecado original y la gracia por otro de la doctrina cristiana de la Creación, son
modificaciones indispensables para la comprensión de las características peculiares de la
Historia. La irrepitibilidad y la idea de progreso. Las modificaciones son:
Historia Universal. Una Historia que se remontará al origen del hombre y que
describirá el nacimiento y el ocaso de las civilizaciones.
Será una Historia providencial. Un drama escrito por Dios que ordena de antemano
el curso de los acontecimientos.
Historia apocalíptica. Dividirá el tiempo histórico en un período anticipatorio de la
redención, y el período de luz será aquel en el que se cumple la redención del
hombre por Dios. Ambos períodos están separados por el nacimiento de Cristo. El
acontecimiento más importante que para un cristiano ha ocurrido en la Historia.
Los dos pensadores más importantes son San Agustín de Hipona y Joaquín de Fiore.
San Agustín[editar]
En su obra De Civitate Dei, afirma que la Historia no tendría sentido si no contásemos con
la Revelación. El sentido profundo del acontecer histórico sólo se puede concebir desde la
Fe. El conocimiento de los hechos históricos puede versar sobre la existencia y desarrollo
de los distintos imperios. Sin embargo los principios que nos permiten interpretar estos
hechos no preceden de éstos, sino que para San Agustín lo temporal debe ser juzgado
siempre a la luz de lo eterno. Va a ser la revelación cristiana la que nos proporcione los
principios a cuya luz interpretaremos la Historia.
Los hombres viven sin leyes y por eso no luchan contra los bienes aparentes del
mundo.
Los hombres viven bajo leyes y por eso combaten contra el mundo, pero caen
derrotados.
Tiempo de Gracia. Los hombres luchan contra el mundo y vencen, ya que cuentan
con la Gracia Divina.
Joaquín de Fiore[editar]
Este monje franciscano del s. XII, interpretará desde el dogma de la Santísima Trinidad la
Historia del hombre. Para Fiore la Trinidad aparece como la verdad de la Historia.
Encontraremos tres etapas en la Historia, en cada una de las cuales se manifiesta una de las
Personas de la Trinidad, que son para él los verdaderos personajes de la Historia. - Primera
Edad: La Edad del Padre. Desde la Creación hasta la Encarnación. Es la época de los
hombres cansados, cuando los hombres viven supeditados al trabajo. - Segunda Edad: La
Edad del Hijo. La época de los clérigos. Está gobernada por el estudio y la disciplina. -
Tercera Edad: La Edad del Santísimo. Habrá de realizarse sobre esta Tierra. Es la época de
los monjes. Todos los hombres serán libres. Los sacramentos serán superfluos y la Iglesia
será sustituida por una comunidad monacal hecha de humildad, pobreza y amor. Esta etapa
estará gobernada por la contemplación y la alabanza.
Las obras históricas deben inculcar lecciones morales. Los materiales de la historia
deben seleccionarse y ordenarse de manera que ofrezcan las lecciones morales con
la mayor intensidad posible.
Debe centrar su atención en los mejores logros de nuestros antepasados para
animarnos a emularles.
Nicolás Maquiavelo[editar]
Entre los historiadores del Renacimiento destaca Nicolás Maquiavelo. Nos ofrece una
visión de la historia determinada exclusivamente por la política. Maquiavelo estructura los
hechos históricos de forma que todos los materiales se ordenen de tal manera que permita
subordinar todos los planos de la vida humana al plano político. Considera los fenómenos
históricos desde el punto de vista de la política. En esto influyó su vida personal, como
destacado político florentino.
Constituye una verdadera revolución frente a la tradición medieval y el agustinismo. La
novedad más importante reside en que fue el primero que advirtió de forma sistemática que
el mundo específicamente humano no es el de las ciudades ideales diseñadas por las utopías
República de Platón, Utopía, de Tomás Moro, etc. Ni tampoco es el mundo de la Civitas de
San Agustín. Es el mundo de las nuevas realidades burguesas. La actuación inevitable y
necesaria dentro de la ciudad, y se trata de la ciudad-estado o del moderno estado nacional.
La característica más importante del pensamiento de Maquiavelo es el carácter autónomo
que en su pensamiento tiene la política. Para él la acción política es un fin en sí misma. Un
fin al que se supedita todos los fines de la vida. Esta actividad política cuya narración es
para él la tarea fundamental de la historia cristaliza en el Estado, manifestación suprema de
la política. El Estado aspira a la omnipotencia, y el fin último de la actividad humana es el
bien común del estado al que deben someterse todas las demás prioridades del hombre,
incluida la libertad y la religión. El Estado es la expresión suprema de la ambición de
dominio, por eso el plano político es histórico por naturaleza. Los cambios históricos son
procesos de transformación del régimen político-jurídico del Estado.
Por tanto sigue a Platón en cuanto a que a la monarquía le sucede la tiranía, la aristocracia,
oligarquía, democracia y demagogia, entrando cada constitución en crisis por su decadencia
y corrupción.
Maquiavelo en el sentido del que entiende que es la plasmación de esa serie, elimina toda
traslación. El hombre vive en la Tierra y sus fines están en la Tierra. La historia es la
memoria de los hechos políticos del hombre y el dinamismo es la expresión de la tendencia
predominante en el hombre como voluntad de dominio o de poder. El motor de todos los
cambios históricos no es otro que la propia índole de la naturaleza humana, pues permanece
constante a pesar de todas las diferencias de tiempo y de lugar, de manera que a los mismos
impulsos corresponden siempre las mismas respuestas, de manera que se siguen las
conductas que ya siguieron otros antes. Por eso piensa que es posible crear una ciencia
política fundada en la regularidad de los fenómenos históricos. Maquiavelo presenta la
historia como un arma fundamental para el político, no hay mejor forma de dominar a los
hombres que conocerlos. El saber es poder, conociendo las leyes por las que se rige la
naturaleza podrás controlarla, y el hombre, como parte de la naturaleza que es, debe ser
estudiado para poder dominarlo, y ese conocimiento es la historia.
Para Maquiavelo la historia está hecha de voluntades, con una virtud que se manifiesta, que
es pura energía y vitalismo que se enfrenta con la necesidad y aparece bajo el signo de la
diosa Fortuna. Es un enfrentamiento entre la virtud y la necesaria Fortuna. De la obra de
Maquiavelo podemos destacar:
La Historia perfecta[editar]
La Historia perfecta consiste en la narración exacta de las acciones pasadas, en el estudio de
los gestos del hombre a través de las sociedades. En cambio, la Historia sagrada es el
conocimiento de la acción y de las manifestaciones de Dios soberano y por tanto no
pertenece al dominio de los historiadores, sino al dominio de los teólogos.
Entre estos autores se encuentran Jean Bodin, autor de una obra que lleva por título Método
para el conocimiento fácil de la Historia, de 1566, y de otra obra, Los seis libros de la
República, donde expone su concepción del Estado, de 1576. Para Bodin la Historia
perfecta es la Historia propiamente dicha frente a la Historia natural y la Historia sagrada.
Por lo que se refiere al método histórico que nos permite elaborar esta Historia perfecta a la
que aspira Bodin, existe en la necesidad de utilizar en las explicaciones históricas
solamente causas naturales sujetas a verificación, así como el mayor número posible de
documentos válidos. La meta del historiador debe ser alcanzar la mayor objetividad posible
en sus relatos para lo cual debe mantener siempre la serenidad en sus juicios.
A esta escuela perfecta pertenece también Nicolas Vignier, Louis Le Roy y La Popelinier.
Nicolas Vignier escribió un resumen de la Historia de los Francos, 1579. Louis Le Roy,
escribió una obra de título Acerca de la vicisitud o variedad de las cosas del Universo,
1575.
En la primera de las obras Le Popelinier afirma que los conocimientos históricos son
siempre relativos y reflejan la cultura dentro de la cual se elaboran como consecuencia de
ello. Le Popelinier rechaza las historias antiguas por la limitación de sus conocimientos y
rechaza también las crónicas cristianas por adoptar una falsa perspectiva en sus narraciones,
donde se mezcla lo histórico con lo teológico; y proclama su deseo de constituir una
Historia perfecta, que sería una representación de la totalidad del devenir humano, una
Historia global y comprensiva de todo lo acontecido.
Le Popelinier es sin duda el autor que mejor sintetiza las tres ideas básicas de todos los
promotores de la denominada Historia perfecta. La primera idea es que la Historia no es
una simple obra literaria, sino que debe investigar las causas.
La segunda idea es la más novedosa e importante de las tres ideas. Consiste en que el objeto
de la Historia son las civilizaciones. La civilización para Le Popelinier comenzó con la
escritura misma, el punto de partida de la Historia para Le Popelinier hay que buscarlo en
los tiempos en que los hombres eran rudos y no civilizados, y para elaborar esta historia de
la civilización Le Popelinier sostiene que hay que aprovechar todos los vestigios que
conservamos del pasado, recurrir incluso a las canciones y a las danzas populares, a todo
tipo de símbolos e incluso a los mnemotécnicos.
La tercera idea es que la Historia debe ser Universal en el sentido más estricto y completo.
En caso contrario no será digna de este nombre para estos autores.
Francis Bacon[editar]
Para terminar tenemos que hacer referencia a un autor que se encuentra entre el
Renacimiento y la Modernidad, el inglés Francis Bacon.
En la medida en que abre el camino a la Filosofía del s. XVII, Francis Bacon va a centrar su
filosofía en caracteres de símbolo gnoseológico y va a dar una gran importancia a las
cuestiones metodológicas, como lo manifiesta en su obra filosófica más importante: Novum
Organuns. Bacon considera que el organun aristotélico no es apropiado y crea uno nuevo.
Es un tratado del método, que es la primera parte de una obra suya: La Gran Restauración
(Instauratio Magna).
Francis Bacon inicia una serie de estudios filosóficos sobre el método científico; que
continuará en el s. XVII con otros autores como Spinoza, Hume, etc. Recoge también la
herencia del humanismo renacentista. Así pues, Bacon divide el mapa de los conocimientos
humanos en tres grandes reinos: Poesía, Historia y Filosofía. Cada uno de estos tres grandes
reinos está presidido por una de las tres facultades cognitivas que tiene el hombre.
Descartes pudo haber presentado en su filosofía una posición con respecto a la política.
Escribió en francés y no en latín (obras principales) debido a que necesitaba tomar partido
por la divulgación del conocimiento.