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Dios y el Sexo

Escrito por Francisco Mira


sábado, 17 de enero de 2009

El sexo es inseparable de la persona. No es simplemente una función fisiológica: es una


expresión del ser interior, una dimensión del Ego. Hablar de la sexualidad humana no es algo
que tiene que ver con los órganos sexuales o la experiencia sexual exclusivamente; es mas bien
hablar de algo que atañe a la esencia misma de la persona.
El tercer enfoque es el bíblico. Quisiera empezar afirmando que no lo considero un enfoque
religioso más, aunque asumo que pudiera parecerlo para la mayoría, aunque creo que existe
base para afirmar que es un enfoque distinto. Incluso me atrevería a decir completamente
nuevo por ser desconocido a lo largo de la mayor parte de la historia, e ignorado en el momento
actual.

Pocas personas están familiarizadas con los contenidos bíblicos. Creo que el problema es que
este enfoque se ha asociado al religioso-tradicional contribuyendo a desarrollar los mismos prejuicios que despierta dicho enfoque.
Pero cuando uno se acerca al texto bíblico con rigor, se da cuenta de que en las ideas centrales a menudo la perspectiva
religiosa-tradicional está muy alejada de los contenidos propiamente bíblicos.
La sexualidad y la espiritualidad son amigas, no adversarias. 50
50 Citado por Donald Goergen en Dinero, sexo y poder. Richard J. Foster. Ed. Betania. Miami 1989. Pág.75.
Nuestro punto de partida, la tesis principal alrededor de la cual podemos entender y enmarcar todo lo relativo a las relaciones entre
espiritualidad y sexualidad es que estas son amigas. La idea básica es muy lógica y fácil de entender. Si Dios es el creador y
diseñador de ambas, hemos de entenderlas en la dirección de amistad y no de antagonismo. El mensaje bíblico sin lugar a dudas
es integrador respecto a estas dos dimensiones desde el principio hasta el fin.
Este enfoque es imprescindible para evitar los puntos débiles de las dos anteriores posturas: La religiosa tradicional y la nueva
moral sexual. La primera con su visión negativa, pecaminosa de todo lo que se asocie a la sexualidad. La segunda ignorando por
completo a aquel que diseñó y creó la sexualidad. Entender este tercer enfoque en un sentido positivo nos ayudará a superar las
consecuencias negativas que a lo largo de siglos la primera, y en las últimas décadas principalmente la segunda, han estado y
están produciendo. Dios y el sexo son dos realidades que bien entendidas siempre se relacionarán de forma amistosa y
significativa.
Quisiera formular esta postura exponiendo los principios básicos que la sustentan.

3.1 Dios creador de la sexualidad


Desde la perspectiva bíblica, Dios es el creador de la sexualidad, y eso se pone claramente de manifiesto desde las primeras
páginas del texto bíblico. El Dios de la Biblia no es un Dios ajeno a esta dimensión de nuestra persona, sino que es su creador, su
diseñador.
Al ser Dios el diseñador, como cualquier artista dejó su impronta, pero mucho más tratándose del Artista por excelencia. La
sexualidad como parte de nuestra persona y personalidad está supeditada al fin de que la existencia del ser humano se viese
enriquecida y completada. Por eso la dimensión física o genital de la sexualidad es un medio para alcanzar el fin de enriquecer la
relación de amor entre un hombre y una mujer.Es importantisimo entender esta cuestión de principios, la sexualidad nunca debería
dominar a la persona, sino que debe estar a su servicio. La sexualidad es un siervo nunca un señor.
Dios creó el sexo. Pero no lo creó para que dominara al hombre, sino para que a través de él, la vida del hombre fuese enriquecida.
Y ésta es sólo otra manera de decir que desde su mismo origen el sexo quedó sujeto al condicionamiento del amor. 51
51 C. René Padilla. Revista Certeza. Buenos Aires 1975. núm. 59. Pág.74.

Al igual que experimentamos placer al saciar la necesidad de beber o de comer. Dios nos ha diseñado de esta forma. Dios crea y
asocia el sexo con el placer sexual. Esta comparación no quiere decir que el acto sexual sea equivalente a la actividad de saciar
nuestra sed o hambre, pero si, que es tan placentera o más que estas dos deliciosas actividades cotidianas.Como agudamente lo
plantea el conocido autor, C.S. Lewis El placer sexual es una invención de Dios y no del diablo. Dios no es un aguafiestas. Dios
creó el placer sexual y tiene un concepto elevado, altamente positivo de la sexualidad. Esta es buena y digna de ser gozada.
Del hecho que la sexualidad así como otras áreas de nuestra persona han sido creadas por Dios, se infiere que nadie mejor que el
Creador y diseñador puede darnos las mejores indicaciones acerca de su propósito, su uso y disfrute. En otras palabras la
sexualidad no es un asunto subjetivo e individualista como sugieren algunos planteamientos contemporáneos: mientras no haga
daño a nadie mi cuerpo es mío, dispongo de él como quiero. No, la conducta sexual para nuestro disfrute esta sujeta a valores,
valores que desde la perspectiva bíblica son absolutos y universales, ya que su origen está en Dios y no en el criterio individual
humano, ni en una evolución regida por el azar y la necesidad, a diferencia de la nueva moral donde la sexualidad está
determinada biológica e instintivamente, por lo que no es cuestión de normas, sino de dejar actuar a las fuerzas naturales. Este
principio de Dios como creador y no el producto de una evolución basada en el azar y la necesidad, marca diferencias claras y
significa un acercamiento definitivamente distinto a la sexualidad.
La sexualidad es un aspecto importante de nuestra persona, puede ser motivo de bienestar, de placer, de intimidad y de constante
enriquecimiento. Pero a la vez puede ser destructiva hasta niveles insospechados: ruptura de relaciones, crisis personales,
problemas emocionales, adicción, conflictos morales, violencia física, etc. Todo depende del uso que hagamos de esta capacidad
con la que Dios nos ha dotado. Tenemos la libertad pero también la responsabilidad de decidir como vivir la sexualidad, la
contrapartida de ello es que todo acto de responsabilidad y libertad, tiene consecuencias.
La sexualidad recibe un tratamiento muy positivo a lo largo de toda la revelación bíblica, desde el principio hasta el final. Todo un
libro de los sesenta y seis que componen el canon bíblico: El Cantar de los Cantares, en su interpretación más literal y directa esta
dedicado monográficamente a la relación de amor entre dos amantes, las diferentes secciones tratan con naturalidad, realismo y de
forma sensiblemente positiva la dimensión sexual de esa relación.
Todo ello nos conduce a una conclusión clara y definitiva, la sexualidad desde la perspectiva bíblica es positiva, no conlleva cargas
negativas, ni es considerada pecaminosa en si misma. Si los grandes pensadores cristianos de los primeros siglos y de la Edad
Media hubieran acudido al texto bíblico, en lugar de a los pensadores y filósofos clásicos, posiblemente la historia de la sexualidad
habría sido otra. Si los filósofos del S. XIX no hubiesen ignorado al Dios de la Biblia, podríamos estar evitando todo el relativismo
ético que tanto daño y confusión está causando en el terreno de la sexualidad y en otros.
3.2 El origen de la sexualidad
A la hora de entender correctamente un tema, uno de los aspectos más importantes es conocer y establecer su origen hasta donde
esto sea posible. Eso nos facilita una información valiosa y única en cuanto a su propósito, naturaleza, características , etc.
Desde la perspectiva bíblica ya hemos dejado constancia que el origen de la sexualidad está en la acción diseñadora de Dios, el
es el creador y el promotor de esta dimensión de la personalidad humana.
Cuando nos acercamos al texto bíblico, en su primer libro, el Génesis, ya en los primeros versos aparece esta cuestión. Y creó Dios
al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Génesis 1:27).En esta cita que pertenece al primer
relato de la creación, ya se nos menciona la diferenciación sexual como parte de la creación de la humanidad. Será en el segundo
relato de la creación, contenido en el capítulo segundo del Génesis, mucho más especifico en cuanto a todo lo que tiene que ver
con el ser humano, donde se nos da a conocer de forma más concreta el origen de la sexualidad. Y dijo el Señor Dios: no es bueno
que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. (Génesis 2.18). Hasta este momento sólo existía un género en la
humanidad, será a partir de este momento que el Creador concibe la humanidad con dos géneros: masculino y femenino.
Ese es el origen de la sexualidad desde la perspectiva bíblica. Este hecho, unido al contexto o motivo por el que se diseñan los dos
géneros nos conduce a dos puntos esenciales, conectados con su origen: el primero es que la sexualidad tiene que ver con la
comunión o comunicación no es bueno que el hombre esté solo. Desde la perspectiva bíblica la sexualidad, en un sentido amplio
fue creada para el enriquecimiento y la profundización de la relación entre hombre y mujer.
El segundo aspecto tiene que ver con la diferenciación sexual … hizo una mujer, y la trajo al hombre.
El hecho de que el desarrollo desde el principio de la sexualidad se plasme en una versión masculina y otra femenina, va a
convertirse en un aspecto fundamental donde la relación entre hombre y mujer es entre iguales y complementarios pero no
intercambiables o indistintos.
El hecho de que el texto fundamental y revolucionario de Génesis 2, que sitúa al hombre para constituir una pareja con su mujer,
sea retomado por el mismo Jesús y por Pablo el apóstol, nos obliga a prestarle seria atención y ver, en la diferenciación sexual, uno
de los mas grandes secretos de la creación, la posibilidad de un encuentro donde cada uno de los participantes se vuelve uno en
sí mismo y uno con el otro. De modo que el acto por el cual el hombre y la mujer se vuelven una sola carne es, al mismo tiempo, el
más eminentemente carnal y más eminentemente espiritual.52
52 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos Aires 1975. Pág. 9 y 10.
Este hecho de la diferenciación sexual conecta con al menos dos cuestiones de máxima actualidad. La primera de ellas tiene que
ver con el llamado feminismo: hoy hay movimientos muy fuertes, que surgieron inicialmente como reacción a la imposición de un
sexo. Frente el machismo, surgieron los movimientos de liberación de la mujer. Aunque podemos simpatizar y estar de acuerdo
con muchas de las razones que indujeron la aparición de dichos movimientos, no compartimos plenamente el énfasis que hacen
algunos de éstos en una igualdad completa a ultranza.
Es cierto que en muchos ámbitos hombres y mujeres somos o deberíamos ser iguales, por ejemplo en dignidad, en valor, en
oportunidades, etc. Es difícil discutir esto, aunque aquellos que ostentan actitudes machistas lo nieguen. Ahora bien, decir que
puede haber igualdad en todos los ámbitos, es cerrar los ojos a evidencias clarísimas.
En el plano biológico existen diferencias que capacitan a hombres y mujeres para funciones distintas incluso de manera exclusiva,
tal es el caso de la maternidad. La existencia de una hormona masculina y una hormona femenina son las responsables de
producir un desarrollo físico y unos procesos internos diferenciados en cada caso. Existen también diferencias en niveles tan
particulares como es en el terreno neurológico, existen diferencias importantes entre la estructura y la organización del cerebro
masculino y las del femenino. El cerebro masculino tiende a ser más especializado y el femenino mas integrado, eso produce en
general diferentes tendencias entre un género y otro. No es arriesgado inferir que todas esa diferencias tienen su correspondencia
en el plano emocional o psicológico. El ser humano es una unidad indivisible y sus diferencias biológicas y orgánicas derivan en
una personalidad también diferenciada.
La Biblia asume la existencia de los sexos, desde una doble perspectiva: la de la igualdad esencial y la de la diferenciación
particular. Todo esto no como algo negativo que deba conducirnos necesariamente a la competencia, donde un género deba
imponerse al otro, sino como complementariedad. Es decir, el hombre es distinto a la mujer, y el hombre y la mujer se
complementan por ser distintos, y se enriquecen mutuamente.
En segundo lugar la diferenciación sexual tiene que ver con la homosexualidad ya sea en su versión masculina o femenina. El
hecho de que Dios diseñase al ser humano como hombre y mujer, iguales y complementarios implica con claridad que el diseño
homosexual no entraba en sus planes originales, ni en primera, ni en segunda instancia. Este es sin lugar a dudas el argumento
más sólido y positivo que encontramos en toda la Biblia acerca del único enfoque asumido por esta: la heterosexualidad. Las
menciones explicitas de desaprobación de la homosexualidad, lo único que hacen es corroborar este principio esencial del diseño
sexual diferenciado, como la expresión original de Dios, al crear la sexualidad humana.
De ahí que la sexualidad, en su nivel más esencial, viene a responder a la mayor y más profunda necesidad del ser humano: la
comunión, la necesidad de relación, de intimidad, de pertenencia etc. Antes que la satisfacción del placer físico o la función
reproductiva, la creación del ser humano en una doble versión sexual responde a un propósito relacional, un propósito de comunión
y comunicación . Por descontado hay que decir que la Biblia tiene una visión positiva del placer sexual, así como de la función
reproductiva, pero siempre, dentro de ese marco relacional más amplio, y no al margen del mismo.
Un cambio que se está produciendo en ciertos ámbitos cada vez con más frecuencia es el hecho y reconocimiento de contemplar la
relación sexual en el contexto de una relación afectiva estable y no como una serie de experiencias sexuales aisladas, ¿por qué?
porque si no, estamos convirtiendo a la otra persona en un objeto para la mera satisfacción física. Le consideramos un objeto de
satisfacción sexual.
Lo que hay detrás de muchas relaciones sexuales promiscuas, no es sólo la búsqueda de placer, lo que hay es un intento a
menudo inconsciente de sentirnos comprendidos en una comunión profunda con otra persona. En definitiva es la búsqueda de
intimidad, de comunión, de la propia identidad. De nuevo que importante es entender bien este principio, nuestra gran necesidad es
la de comunión, intimidad y un desarrollo maduro de nuestra personalidad. La sexualidad en el sentido más amplio es un medio
esencial para cubrir estas necesidades, por ello Dios nos creó hombre y mujer.
Cuando el amor y el deseo sexual se separan, el sexo se transforma en una necesidad compulsiva... El amor sexual nunca fue
pensado para eso. El verdadero amor florece cuando el afecto y la fidelidad están unidos al eros porque, como dijo C.S. Lewis, lo
mas elevado no existe sin lo inferior. 53
53 John White. Hacia la sanidad sexual. Ed. Certeza Argentina. Buenos Aires 2000. Pág. 146.
Muchas personas acceden a la experiencia sexual no por propia convicción, sino un tanto inconscientemente para satisfacer ese
profundo deseo de comunicación y de intimidad que puede acompañar a la relación sexual. Dicha satisfacción profunda de
comunión o de búsqueda de intimidad están en el origen de la sexualidad. Puesto que esa es la génesis de la sexualidad, de ahí
tendremos que inferir los propósitos, así como, el marco donde la sexualidad puede alcanzar su plenitud.
El sexo y el amor son ambos buenos, aun si se los considera por separado. Unidos, tienen la fuerza del acero y el esplendor de los
diamantes. Sin embargo, como consecuencia de haber rechazado a Dios, hombre y mujer empezaron a experimentar el sexo y el
amor como entidades separadas. aun así, el propósito del amor y del sexo es que estén indisolublemente unidos. 54
54 John White. Hacia la sanidad sexual. Ed. Certeza Argentina. Buenos Aires 2000. Pág. 139.

3.3 Propósitos de la sexualidad

El placer sexual, desde la perspectiva bíblica, es un medio y no un fin. Es decir, cuando enfocamos la relación sexual únicamente
con la finalidad de obtener placer, lo que hacemos es desenfocar lo esencial de esa relación. La relación sexual, el amor erótico es
un medio para enriquecer la relación personal. Y en nuestros días los problemas, en cuanto a la sexualidad, empiezan a surgir
cuando se sobrestima la dimensión de placer y se deja a un lado la relación personal, que es mucho más amplia y rica.
En este punto el enfoque bíblico se desmarca de la perspectiva de la nueva moral sexual, al no considerar el placer sexual como un
fin en si mismo, o como una necesidad que debe ser irremisiblemente satisfecha si no queremos vivir reprimidos. El placer sexual
es un medio al servicio de una relación más profunda y completa.

También en este punto el enfoque bíblico se desmarca de la perspectiva religiosa tradicional al afirmar que el propósito básico del
acto sexual no es la reproducción. El coito está orientado, desde la perspectiva bíblica, a la unión íntima de las personas. De ahí
que, desde esa perspectiva la primera finalidad de la relación sexual es la comunión y la comunicación, no la reproducción.
Podemos afirmar que la mujer y el hombre han sido diferenciados sexualmente para hacer frente a la necesidad de comunión y a la
realidad de la soledad. Y de ahí que, desde la perspectiva bíblica, la comunión es prioritaria en la relación sexual, antes que la
reproducción, lo cual no significa que esta otra finalidad no sea importante. Asumir el planteamiento bíblico supone clarificar dos
cuestiones de envergadura: la primera tiene que ver con el uso de anticonceptivos y la planificación familiar, la segunda hace
referencia a la legitimidad o plenitud de los matrimonios que no pueden tener descendencia.
Desde la perspectiva bíblica, podemos decir que es posible y seguramente necesario el uso de medios anticonceptivos. La
consecuencia es que desde las posiciones protestantes y evangélicas este aspecto queda claro y marca diferencias con el
Catolicismo Romano.
Pero quiero matizar esta afirmación, ya que existen medios anticonceptivos de tipo abortivo, los cuales no sólo impiden la
fecundación de las células sexuales, sino que actúan una vez que se ha producido dicha fecundación. Con esa salvedad, la
perspectiva bíblica nos autoriza, de una forma responsable y madura, a hacer uso de aquellos métodos anticonceptivos cuya
acción vaya encaminada a evitar la unión de las células sexuales. Estos métodos son los denominados no abortivos, existe una
variedad de ellos y habrá que valorar su idoneidad teniendo en cuenta las cuestiones de efectos secundarios, adaptación a la
pareja en cuestión, etc.
También podemos afirmar desde la perspectiva bíblica, que un matrimonio que no haya tenido o no pueda tener hijos, es un
matrimonio pleno y no de segunda categoría. Es cierto que supondrá todo un proceso difícil de asimilación y aceptación de esta
imposibilidad. Pero debemos recordar que la primera finalidad del matrimonio es el compañerismo, la amistad, la relación entre un
hombre y una mujer. Si como resultado de dicha relación acaba fructificando en la concepción y paternidad consiguiente, este
matrimonio se verá enriquecido, podrá disfrutar y responsabilizarse de una nueva dimensión. Pero es importante no confundir uno
de los frutos del matrimonio con el fin del matrimonio.
El amor es mirar al otro en su identidad incomparable e intercambiable. El amor consiste en buscar el placer, la felicidad y la alegría
del otro, sabiendo que, en la unidad conyugal, se confundirán con mi placer, mi felicidad, y mi alegría, de tal modo que será tan
imposible separarlos... 55
55 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos Aires 1975. Pág. 18.
3.4 Sexualidad y genitalidad
Otra diferencia importante entre el enfoque tradicional y la nueva moral, es que,desde la perspectiva bíblica, la sexualidad es
inseparable del resto de nuestra personalidad. En este punto estamos de acuerdo con la psicología, especialmente con la
psicología dinámica. No podemos separar el desarrollo de la personalidad, del de la sexualidad, ambas están estrechamente
entrelazadas.
Habiendo hecho la anterior afirmación, quisiera hacer una distinción entre dos conceptos, que a mi parecer nos ayudará a
profundizar y comprender este tema. Me refiero a sexualidad y genitalidad. Muchas veces reducimos todo lo que hace referencia a
la sexualidad a simple genitalidad. Es decir, todo lo que tiene que ver directamente con el sexo en su dimensión física, la
estimulación de los órganos genitales y el acto sexual, a menudo la sexualidad se limita a ese nivel tan concreto. Desde la
perspectiva bíblica, incluso desde otras perspectiva como la psicológica, la sexualidad incorpora otras dimensiones mucho más
amplias más allá del coito o del intercambio físico sexual.
El problema de la literatura pornográfica de nuestros días no es que destaque demasiado la sexualidad, sino que no lo hace
suficiente, elimina totalmente la relación y limita el sexo a los estrechos confines de lo genital. Estas cosas han convertido la
sexualidad en algo trivial . 56
56 Richard J. Foster. Dinero, sexo y poder. Ed. Betania. Miami 1989. Pág.76.
Así pues, la sexualidad es una realidad mucho mas rica y amplia que la genitalidad. La genitalidad tiene que ver fundamentalmente
con aspectos biológicos y físicos de la sexualidad. La sexualidad incluye la genitalidad. Esta última nunca puede equipararse a la
sexualidad pues sólo es una parte de esta y no precisamente la mas significativa.
La sexualidad incluye la relación personal, la amistad, el compañerismo, las diferencias sexuales, etc. Eso quiere decir que cuando
hablamos de sexualidad, nos estamos refiriendo a una realidad mucho más rica y amplia que lo meramente erótico o genital. Esa
dimensión de nuestra personalidad que denominamos sexualidad, toma dos formas únicas y básicas: lo masculino y lo femenino.
Todas nuestras relaciones personales están impregnadas de sexualidad, bien entendido, lo que quiero decir es que en toda
relación se da un intercambio personal, de personalidad, y si la sexualidad es parte esencial de nuestro ser, el ser hombre o mujer
marca y afecta toda relación. Esa dimensión de la sexualidad amplia la disfrutamos todos, consiste en el intercambio de las dos
perspectivas diferenciadas y básicas como son la femenina y la masculina que enriquecen y nutren todas nuestras relaciones. Y
esto es posible al margen de la genitalidad, que como ya hemos dicho es solo una parte de ese todo que es la sexualidad. La
sexualidad no es algo trivial, todo lo contrario es significativa, enriquecedora y no necesariamente está vinculada siempre a la
genitalidad.
Asumir nuestra sexualidad significa aceptar nuestra masculinidad o feminidad, reconocer esa diferencia esencial no como fuente de
desigualdades para competir, sino como el privilegio de crecer y madurar a través de la relación entre los sexos. Esta dimensión de
la sexualidad implica la aceptación de nuestra identidad sexual y ésta está estrechamente conectada al desarrollo de nuestra
personalidad.

3.5 Sexualidad y personalidad


La sexualidad ha de relacionarse y vivirse en armonía con las demás áreas de nuestra persona. Creo que, en contraste con la
sexualidad animal donde lo que prima es lo instintivo y reproductivo, en el caso del ser humano tiene que ver con otras instancias
superiores y no únicamente los instintos y la reproducción. Esta afirmación estaría en sintonía con los descubrimientos de la
psicología dinámica, cuando dice que la conducta sexual no responde únicamente a niveles instintivos, sino que depende de otras
instancias de la personalidad.
El sexo es inseparable de la persona. No es simplemente una función fisiológica: es una expresión del ser interior, una dimensión
del Ego. Hablar de la sexualidad humana no es algo que tiene que ver con los órganos sexuales o la experiencia sexual
exclusivamente; es mas bien hablar de algo que atañe a la esencia misma de la persona.57
57 C. René Padilla. Revista Certeza. Buenos Aires 1975. núm. 59. Pág.74.

Por eso la psicología dinámica hace una aportación muy interesante, cuando afirma que todo lo que no sea naturalidad y libertad
(permisividad) en términos de experiencia sexual, es algo que favorece la represión psicológica. Estemos o no de acuerdo con ese
planteamiento ideológico, es muy interesante la conexión que la psicología establece entre sexualidad y personalidad, al hacer
dicha afirmación. Esto en el caso del ser humano, viene a confirmar que la sexualidad no es únicamente una experiencia vivida en
el nivel instintivo, sino que involucra otros niveles.
Una ilustración nos ayudará a entender este principio que creo que es fundamental para entender el resto del enfoque bíblico sobre
la sexualidad.
Pensemos en aquellas personas que han tenido una experiencia tan negativa e incluso traumática, como es la de una violación
sexual. Esta experiencia es mucho más frecuente de lo que imaginamos, no solamente en el caso de personas adultas o jóvenes,
sino también durante la infancia. La persona que haya tenido este tipo de experiencia va a tener, de forma lógica e inevitable, una
visión negativa y deformada de la sexualidad. Podrá sentir una fuerte repulsión hacia el otro sexo o aversión hacia el intercambio
físico sexual, ¿Por qué? Pues porque su primera, o primeras experiencias sexuales han sido traumáticas y el rechazo de contacto
fisico con el otro sexo es una respuesta de defensa a nivel emocional. Dicha experiencia afectará todas sus relaciones
interpersonales, incluidas aquellas relaciones donde no haya intercambio sexual-genital.
Los casos de violación sexual nos muestran de forma clara y convincente la interrelación estrecha que existe entre la sexualidad y
la personalidad. Si la sexualidad fuese algo básicamente físico, instintivo, biológico, el tratamiento y la superación de esa crisis
sería muy sencilla. Tan solo requeriría una buena exploración médica y un tratamiento quirúrgico o farmacológico proporcional a
los daños físicos producidos. Pero en realidad el mayor problema que una violación plantea, está en el nivel de la recuperación
psicológica de la persona. Las heridas emocionales son las mas difíciles de superar en todos estos casos. Es por esto que no
podemos contemplar de forma separada e independiente la sexualidad de la personalidad.
… nuestros jóvenes están descubriendo en su nueva liberación sexual que el coito no es una experiencia trivial, pasajera, aislada.
Están aprendiendo que esta relación humana tiene profundas y duraderas dimensiones emocionales, con las cuales no se puede
jugar sin sufrir las consecuencias.58
58 C. René Padilla. Revista Certeza. Buenos Aires 1975. núm. 59. Pág.79.
Nadie puede vivir plenamente su sexualidad al margen de su personalidad. Nuestro desarrollo emocional, está plena y
directamente relacionado con la sexualidad. No nos podemos dividir. No somos animales, en el sentido estricto del término, no
podemos tener múltiples relaciones sexuales, con personas distintas, en diferentes momentos y que esta promiscuidad sexual no
nos afecte. Este tipo de conducta afectará a la visión que tengo de mí mismo, de mi identidad y a las relaciones personales en
general y con las del otro sexo en particular.
Lo único que pone de manifiesto, el hecho de tener relaciones sexuales con varias personas, de forma indiscriminada y sin un
compromiso estable, es que lo que necesito es descargar la tensión o deseo sexual, y una vez que lo haga, igual que cuando
acabo de comer, me siento satisfecho. Es decir, contemplo la dimensión de la sexualidad como una mera satisfacción de un
impulso físico y que frecuentemente va acompañada de placer sexual, sin ningún otro tipo de implicación. Aunque este sea un
planteamiento muy extendido, lo cierto es que no satisface los anhelos más hondos de cualquier ser humano, porque la sexualidad
está ligada íntimamente a dimensiones mucho más profundas que no la única y mera satisfacción física, aunque ésta pueda tener
su importancia.
Estamos de acuerdo con Freud en la importancia de la sexualidad, y en el hecho de que con toda probabilidad una actitud de
represión o de negación de ésta puede provocar problemas de personalidad y de relación. Pero al mismo tiempo también
afirmamos que el impulso sexual no es una urgencia irresistible que deba ser satisfecha inmediatamente. Ni que la no satisfacción
de éste conduzca irremisiblemente a una experiencia de represión.
El cerebro humano está compuesto del hipotálamo (el «cerebro antiguo» o «cerebro animal»), que se ocupa primariamente de las
sensaciones de dolor y de placer. Y de la corteza cerebral, o centro del razonamiento. Mientras que el hipotálamo impulsa al
individuo a buscar una gratificación inmediata. La corteza cerebral capacita al individuo para pensar acerca de las consecuencias y
ramificaciones, para tomar decisiones basadas en el sacrificio de uno mismo, en la entrega, en la gratificación retardada y en el
amor. La comprensión del impulso sexual como controlable en lugar de una necesidad irresistible socava la ética del placer tan
dominante en la educación sexual «libre de valores». La perspectiva recreativa del sexo (hedonismo), al presuponer que los
jóvenes están interesados en el sexo como mero acto, los trata como menos que humanos. Debemos enseñar a nuestros jóvenes
que, debido a que son humanos, pueden escoger respetar su sexualidad, empleándola para suplir su verdadera necesidad de
hallar una mutua satisfacción en el amor. 59
59 Citado por la educadora: Cleen Mast. Mitos de la educación sexual. Josh McDowell. Edit. Clie. Barcelona 1992. Pág.41
3.6 Sexualidad y psicología
Frente a conceptos como represión y liberación podríamos referir un tercero denominado convicción. Cuando una persona está
convencida personalmente (no por imposiciones externas) y asume los principios sobre la sexualidad que hemos considerado, eso
no produce desórdenes emocionales, ni existenciales de ningún tipo.
La persona que llega virgen al matrimonio por convicción personal, porque, desde la perspectiva de sus valores entiende que Dios
se revela a través de su Palabra, que fue el quién nos diseñó y, por lo tanto, sabe mejor que nadie cómo funciona esa dimensión
de nuestra vida y actúa por convicción personal, eso solo puede producir madurez emocional y crecimiento espiritual.
Lejos de ser represiva, tal y como podría parecer esta norma, de hecho, es enormemente liberadora. Si nosotros hubiéramos
vivido conforme a ella, nos habríamos librado del daño emocional que muchos otros han experimentado después de una serie de
experiencias sexuales malogradas. Estaríamos libres para poder gozar de una relación sexual con un único compañero de por vida,
sin ningún miedo secreto. ..Este es el ideal. La triste noticia es que para muchas personas es demasiado tarde. Es únicamente un
sueño frustrado. Aquellos que han cometido graves errores en el área de las relaciones, a menudo se lamentan profundamente...
Es tiempo de reconocerlo y ser honestos al respecto. 60
60 Steve Ayers. Sex and sensibility. IVPress. Leicester 1997. Pág.89.
Lo que produce daño emocional o neurosis es un desajuste entre la creencia y la experiencia. En ese sentido, cuando una persona
asume, por convicción personal, determinados criterios, en cuanto a patrones de conducta sexual, y los lleva a cabo, eso produce
madurez emocional porque hay coherencia, la conducta se ajusta a los principios.
Así que, aquellos que dicen que la virginidad es negativa y represiva deberían matizar que es posible que esto suceda cuando el
no tener relaciones sexuales antes del matrimonio sea el resultado de pautas represivas o impuestas. La alternativa más saludable
a la represión no es la liberación sexual (como algunos psicólogos han llegado a recomendar ) sino la conducta de autoconvicción .
Sin duda sería bueno, también sobre el plano psicológico, recordar a los adolescentes que de todas las memorias que tenemos, la
memoria sexual es la mas indeleble... De hecho, nada borra el recuerdo de las primeras experiencias eróticas, ni de las primeras
relaciones sexuales. Al contrario, se tornarán mas vívidas después de cincuenta años, que después de cinco meses. Es por eso
que es profundamente deseable que estas primeras experiencias se refieran a aquel o a aquella con quien se las ha hecho toda la
vida. 61
61 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos Aires 1975. Pág. 50.
Ahora bien, no todas las convicciones y conductas por muy coherentes que sean producen las mismas consecuencias, es en este
punto cuando el factor realidad y la verdad desempeñan un papel único. Una persona que esté convencida de tener relaciones
sexuales abiertas y actúe en consecuencia, es decir sea coherente con sus creencia, seguramente no experimentará la neurosis
fruto de la represión. Pero sí que experimentará la neurosis de la erróneamente denominada liberación, las consecuencias de la
permisividad. Lejos de liberarnos nos estaremos enredando y complicando la existencia, porque no estamos diseñados para este
tipo de experiencia sexual permisiva.
La sexualidad está relacionada con la personalidad pero también con la moralidad, con el tema de la verdad. ¿Porqué? Por que fue
Dios quién hizo al ser humano y fue él quién también diseñó la sexualidad humana. La existencia de Dios es el fundamento de los
valores absolutos, de la verdad objetiva y no subjetiva, porque Dios no es uno más, sino nuestro Creador. No es lo mismo ser
coherente conmigo mismo pero incoherente con el propósito de Dios que ser coherente con uno mismo y a la vez con Dios. Esa
doble coherencia es el camino más seguro a la madurez en todos los aspectos.
Con respecto a las drogas, ahora estamos enviando un mensaje absoluto de NO a nuestros hijos. Con respecto al sexo, seguimos
empantanados en la década de los sesenta, intentando sacar el mejor partido de una conducta inaceptable. Pero si estas dos
pautas de conducta están íntimamente relacionadas, si en verdad constituyen dos expresiones paralelas del mismo vacío ético
entre muchos adolescentes, no podemos tratarlas de forma contradictoria. No podemos esperar llenar la mitad de un vacío. O bien
le damos a los jóvenes un enfoque coherente, integrado, frente a las tentaciones de la vida moderna, o bien ellos aplicarán el
mínimo común denominador ético a todas las cuestiones morales a que hagan frente. 62
62 Citado de un informe del Depart. de Educación para el presidente de los EEUU.
Josh McDowell. Mitos de la educación sexual. Edit. Clie. Barcelona 1992. Pág.41.
Esta cita pone de manifiesto la incoherencia de ser muy tajantes y absolutos en la cuestión de las drogas y por otro lado muy
permisivos y relativistas en todo lo que se refiere a la sexualidad. Si afirmamos normas morales, objetivas en algunas áreas como
por ejemplo: No a las drogas, no a la violencia de género, no la violación de los derechos humanos y en cambio en otros temas
somos relativistas y permisivos, debemos explicar en base a que criterios en unos casos somos absolutistas y en otros
relativistas.¿Cual es nuestro planteamiento para establecer la verdad?
3.7 Sexualidad y compromiso
La relación sexual-genital, desde la perspectiva bíblica, se reserva al contexto del matrimonio. No porque pensemos que un
documento legal o un anillo es la garantía de éxito de esa relación, no necesariamente. Aunque sí que afirmamos que es el mejor
punto de partida para plantear una relación de pareja lo más amplia, rica y estable.
El placer sexual fue diseñado para disfrutarse dentro del matrimonio. La parte física del sexo es solo un aspecto del todo. El primer
propósito de la sexualidad es terminar con el aislamiento y la soledad. Y la soledad sólo puede terminar cuando existe la confianza
que ha hecho que alguien se comprometa conmigo y yo con esa persona en un pacto juramentado que durará hasta que la muerte
nos separe. Dentro de esa clase de relación los placeres físicos del sexo pueden florecer y profundizarse misteriosamente para
solidificar la relación. No nos casamos para copular. Si fuera así, el matrimonio sería una prostitución legalizada. Los matrimonios
basados en el sexo físico fracasarán rápidamente. Nos casamos para aliarnos en ayuda y servicio mutuo, y como expresión de
amor. En ese contexto, la intimidad es el sello del pacto. 63
63 John White. Eros y el pecado sexual. Edit. Certeza Unida. Illinois 1980. Pág.13.
Es muy importante entender esta cuestión, el gran propósito de la creación de la sexualidad fue la comunión, el compartir con un
igual, hacer frente a la soledad. Para ello la confianza es decisiva, y esta sólo se puede experimentar con un compromiso bien
definido.Es en ese contexto, de un compromiso de por vida, donde se puede experimentar sin reservas una plena relación sexual.
Es sintomático que el verbo que se utiliza para el acto sexual, en el texto bíblico, sea el verbo conocer,Y conoció Abraham a su
esposa, desde la perspectiva bíblica el uso de ese verbo y no otro pone de manifiesto la estrecha conexión existente entre la
relaciones personales y la sexualidad. El acto sexual bien planteado, provee un acercamiento al otro lleno de significado y
conocimiento.
El matrimonio cristiano no es una salvaguarda sino una valorización de la relación sexual, el único marco, según pienso, donde se
puede vivir verdadera y durablemente su misterio. Un misterio que jamás terminaremos de elucidar, pero al cual los pensadores,
los poetas, los artistas, no cesan de intentar acercarse y a propósito del cual los teólogos no cesan de interrogar la Escritura. 64
64 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos Aires 1975.Pág. 8.
La dimensión de exposición y conocimiento que provee el acto sexual es tal, que revelará nuestras heridas y temores emocionales.
La clave es que a partir de ese acto de transparencia, que va más allá de la desnudez física, podamos conocernos, apoyarnos y
fortalecernos para crecer personalmente y como pareja. Difícilmente esto se logra en una relación que no esté enmarcada en un
compromiso estable y duradero. La consecuencia más importante de una relación de compromiso vital, como es el matrimonio, es
el crecimiento como personas, en madurez de cada uno de los miembros de la pareja.
Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban. 65
65 Génesis 2:25.
Es por ello que dos de las alternativas cada vez más extendidas al matrimonio bíblico, no acaban de reunir los principios
fundamentales en relación al acto sexual expresados en la Escritura. Me estoy refiriendo a las llamadas parejas de hecho o a un
noviazgo donde el compromiso está muy avanzado pero no consumado públicamente y sin embargo en ninguna de estas
situaciones hay límite en la relación sexual . En ambos casos el elemento ausente es el compromiso expresado en un pacto público
de por vida, aunque es cierto como ya hemos mencionado anteriormente que un anillo de bodas o un acta matrimonial no son
garantía de éxito. Sí son dos señales que dan testimonio del nivel de compromiso al que estamos dispuestos a llegar para plantear
sólidamente esta relación. Es ahí donde el compromiso público se convierte en un factor revelador y decisivo.
No contraer matrimonio para dejar una puerta abierta (sin compromiso) por si falla la relación, es un planteamiento que evidencia
mucha inseguridad y pobre disposición a enfrentar los conflictos que inevitablemente aparecen en toda relación de pareja. Sobre
ese fundamento de inseguridad y falta de compromiso, construir una relación de pareja estable es poco menos que imposible.
Es evidente que la plenitud de la unidad no se logra ni en un día, ni en algunos días, ni siquiera en algunos meses, sino que hace
falta justamente la duración de la existencia... El despliegue de la vida sexual necesita de la duración y del compromiso del
matrimonio. 66
66 Roland de Pury. El misterio de la sexualidad. Ed. La Aurora. Buenos Aires 1975. Pág. 42.
El factor tiempo en las relaciones personales es muy importante. Es difícil desarrollar una relación de pareja significativa con plazos
de caducidad, la previsible temporalidad de una relación no hace otra cosa que contribuir a la inestabilidad de la misma. Nada
mejor que un compromiso estable y de por vida para proveer el mejor marco para el desarrollo y crecimiento de las personas
involucradas en una relación de pareja.
El matrimonio desde una perspectiva bíblica es una relación entre un hombre y una mujer basada en el amor y el conocimiento,
que se inicia con una ceremonia pública en la que se establece un pacto de por vida, que conduce a la pareja a una relación de
unión y compañerismo que permite compartir todas las experiencias, y es en el contexto de esta relación de fidelidad y amor donde
la relación sexual puede experimentarse plenamente y a la vez se convierte en la expresión más profunda de unidad e intimidad
entre un hombre y una mujer.
Ser conscientes de la importancia de este tipo de compromiso nos debería llevar a prestar mucha más atención a la relación previa
de conocimiento “el noviazgo” y a la fase final de ese proceso que nos conducirá al matrimonio. El noviazgo o como le queramos
denominar es imprescindible para tomar con garantía una decisión que nos unirá a otra persona de por vida. Ese período debiera
ser de conocimiento mutuo, de forma amplia y realista. El contacto o la intimidad física debiera estar en estrecha relación con el
nivel de compromiso alcanzado por la pareja en cada momento. Todo ello sin llegar a niveles intensos de intimidad física y por
supuesto no consumar el acto sexual. La inclusión de la dimensión física plena de la sexualidad en una relación prematrimonial,
significa no sólo traspasar los límites adecuados para ese proceso previo de conocimiento y decisión, significa también confundir
los tiempos de la relación donde no se dan todas las condiciones de confianza y compromiso para una relación plena.
Aún a pesar de todos estos argumentos, todavía alguien se podría estar preguntando ¿pero por qué tanta insistencia en esperar
hasta el matrimonio? Planteándolo de otra manera, un poco más cruda, como lo hacía años atrás una gran pintada en una
importante avenida de Barcelona, decía algo así como: La virginidad produce cáncer, cúratelo. Evidentemente, si la virginidad es
el resultado de ideas represivas o negativas en cuanto a la sexualidad, cáncer no producirá, pero sí tensiones y desórdenes de tipo
emocional.
De manera que el razonamiento que sustenta la prohibición bíblica del coito fuera del matrimonio va mas allá de las
preocupaciones prácticas corrientes en cuanto a los embarazos, las enfermedades venéreas y cosas por el estilo. Las relaciones
sexuales genitales de personas no casadas son malas. Porque violan la realidad interior del acto... porque los individuos no
casados toman parte en un acto que une sus vidas sin tener ellos la intención de unirse... El coito rubrica y sella ( e incluso tal vez
la produce ) una unión de vida, y unión de vida quiere decir matrimonio. 67
67 Richard J. Foster. Dinero, sexo y poder. Ed. Betania. Miami 1989. Pág.96.
La inclusión de la intimidad sexual en una relación prematrimonial, hará que irrumpa toda una serie de emociones y sensaciones
que contribuirán a distorsionar y dificultar la relación de compañerismo y amistad. Por muy atractiva y placentera que sea esta
dimensión física de la sexualidad debemos saber esperar. La clave de este periodo prematrimonial es conocerse y conversar, es
decir un ajuste de persona, de personalidades. Poner límites claros al intercambio físico antes del matrimonio contribuirá a
profundizar en la relación personal y en el compañerismo como aspectos esenciales de la relación. El peligro es llegar como
perfectos desconocidos al matrimonio como indica la cita siguiente.
Al quitarse las limitaciones sexuales del trato de pareja, también se sacrifica la oportunidad de llegar a conocerse el uno al otro... El
aprender a comunicarse, manejar los conflictos, compartir las ilusiones, entender la compatibilidad, expresar las heridas pasadas y
conocer a Dios, requiere bastante trabajo y conversación. ¿Porqué pasar por ese proceso cargante y doloroso cuando se puede
disfrutar de emociones deliciosas con solo meterse en la cama? La obsesión con el sexo antes del matrimonio conduce por lo
general a preguntarle al otro una vez casados ¿Quién eres? 68
68 B. Hybels y R. Wilkins, El amor tierno, Edit. Unilit. Miami 1994. Pág 84.

Tampoco el argumento de la llamada compatibilidad sexual, justifica el aceptar las relaciones sexuales prematrimoniales. La
compatibilidad sexual es una cuestión de ajuste, un proceso necesario, bien entendido se desarrolla paulatinamente en el tiempo, y
aún en los casos difíciles debería contribuir a la unión y la confianza de la pareja. Si se ha planteado bien la compatibilidad
personal, de conocimiento al que hacíamos referencia en el párrafo anterior, el ajuste sexual será una experiencia enriquecedora
en la gran mayoría de los casos, y en aquellos que surjan dificultades objetivas podrá ser motivo de crecimiento y profundización de
la relación de pareja.
Involucrarnos sexualmente con otra persona implica hacernos increíblemente vulnerables, desnudarse con alguien no es una
simple fantasía. Ahí estas tu, ofreciéndote a ti mismo a otra persona, estas asumiendo un riesgo… puede ser inmensamente
satisfactorio pero nunca puedes estar totalmente seguro. Y es por eso por lo que Dios dice que el sexo debe ser experimentado
solo en el contexto del matrimonio. 69
69 Steve Ayers. Sex and sensibility. IVPress. Leicester 1997. Pág.88.

Después de todas estas consideraciones podemos concluir que la denominada liberación sexual tampoco resuelve el problema de
la represión planteado por el enfoque religioso tradicional. Cuando se dan relaciones sexuales fuera de un contexto de
compromiso, éstas no acaban de resultar satisfactorias ni a medio, ni a largo plazo. Por ello apostamos decididamente por el marco
matrimonial como el espacio mas adecuado para experimentar todas las dimensiones de la sexualidad. Decidir tener relaciones
sexuales antes o al margen del matrimonio, significa una decisión moral y ética contraria al propósito del Creador y diseñador del
matrimonio.
3.8 Sexualidad y Educación
Otro tema de importancia es todo lo relativo a la formación o educación sexual. Uno de los problemas más importantes para los
Ministerios de Salud de cualquier país Occidental, son las elevadas cifras de embarazos no deseados entre las adolescentes.
Paralelamente a ese crecimiento ha aumentado el uso de la píldora del día después. El uso de ésta es, sin lugar a dudas, muy
eficaz, pero a expensas de su efecto abortivo, considerando que desde el momento de la unión de la células sexuales, en potencia
tenemos una persona, ya que se inicia un proceso que si no se detiene por alguna deficiencia, o activamente desde fuera,
progresará hacia la formación de una persona. Dicha píldora actúa a posteriori de una probable unión de las células sexuales.
Otras alternativas han sido las campañas a favor del uso de los preservativos, regalándolos, facilitándolos en los centros de estudio
y difundiendo su uso. A pesar de todo ello, lo cierto es que las estadísticas de embarazos, como de enfermedades de transmisión
sexual no disminuyen sino que aumentan continuamente.
He sido absolutamente contrario a los cursos de educación sexual tal como se suelen enseñar en las escuelas públicas. El
programa típico intenta enseñar la técnica del sexo sin tratar la moralidad del sexo. En mi opinión, estos componentes nunca
deberían separarse. Cuando se enseñan fisiología y hechos sin una consideración ética, es como si se enseñase a un joven a
disparar una pistola sin decirle adonde apuntar. Creo que un programa bien pensado de educación sexual para las escuelas podría
constituir una valiosa contribución, pero debería incorporar más que el como. 70
70Josh McDowell .Mitos de la educación sexual.. Edit. Clie. Barcelona 1992. Pág. 225.
Se insiste mucho desde las instancias sanitarias que este problema debe enfrentarse desde la vertiente educativa, según ellas, una
buena educación sexual en la escuela y en los institutos ayudaría a controlar y reducir el número de embarazos. El enfoque de
dichos programas educativos se centra en la dimensión fisiológica, en la mecánica del acto sexual y en el uso de los métodos
anticonceptivos. Las premisas éticas de las que se parte son completamente amorales (la neutralidad ética no existe), dan por
sentado que desde temprana edad se pueden mantener relaciones sexuales, y de lo que se trata es de reducir el impacto de estas
relaciones en términos de embarazos o enfermedades de transmisión sexual.
Si sólo enfrentamos esta cuestión desde una perspectiva educativa neutral o amoral, vamos a estar enfocando erróneamente el
problema. No basta el conocimiento fisiológico y técnico de la sexualidad, necesitamos formar en valores. Sólo desde un
conocimiento de la naturaleza y propósitos de la sexualidad basada en convicciones personales y morales, podrá reducirse
significativamente estos problemas.
Los jóvenes se encuentran inmersos en una guerra sin armas para defenderse. Les hemos dado información, pero no formación,
les hemos dado la vida pero no les hemos enseñado a vivirla, conocen técnicas pero no ética. 71
71 Carlos Cuauhtemoc Sánchez. Juventud en éxtasis 2. Edic. Selectas Diamantes. México 1997. Pág.18.
Este no es sólo un problema juvenil o de la adolescencia, las cifras de embarazos no deseados y abortos entre adultos es más que
significativa, poniendo de relieve de nuevo que no es solamente un problema de educación o conocimientos. Se trata más bien de
nuestra concepción de la sexualidad y de las normas éticas o la ausencia de estas en nuestra experiencia sexual.
Mientras no se produzca un cambio significativo en nuestra sociedad acerca de la manera de entender y practicar las relaciones
sexuales y la genitalidad, no estaremos enfrentando adecuadamente estas problemáticas. La perspectiva bíblica nos conduce a un
acercamiento realista y riguroso a esta cuestión y responde a estas problemáticas yendo al fondo de la cuestión, al terreno de la
moral y de la ética. La sexualidad como otras conductas son desde su origen una cuestión netamente ética, todo lo que no sea
abordarla en ese terreno es errar el blanco.

3.9 Sexualidad y moralidad


Estamos delante de un aspecto crucial en lo que es la temática y el enfoque de este libro.
En el primer enfoque, el religioso tradicional, veíamos que existía una relación entre sexualidad y moralidad. Su fuente
curiosamente no ha sido la revelación bíblica, sino la filosofía clásica y su influencia en los grandes pensadores cristianos de los
primeros siglos hasta la época medieval. La visión era negativa, todo lo relativo a la sexualidad era inmoral, sucio, pecaminoso,
sólo el fin de la procreación podía ser asumido en cierta manera.
En el segundo enfoque, la nueva moral sexual, no establece relación entre sexualidad y moralidad. Dios ha muerto, el hombre es
dios para sí mismo. La moralidad o no de la sexualidad es una dimensión en el mejor de los casos personal, privada y por lo tanto
los limites de ésta los establece cada persona para sí misma. Lo inmoral da paso a lo amoral en un nivel subjetivo y personal, ésta
es la transición que se ha producido.
En el tercer enfoque, el bíblico, sí que existe una clara y profunda relación entre sexualidad y moralidad. El Creador imprime a toda
su creación su carácter, y su esencia, y la humanidad como cima de esa creación visible comparte esa esencia moral, porque fue
hecha a imagen y semejanza del Creador. Todo su ser y acción esta sujeta a esa naturaleza. En moralidad no existe lo subjetivo, lo
relativo, lo local. Todo acto y decisión esta sujeto a la revelación de Dios, a su ley y propósitos y esta es objetiva, absoluta y
universal. Si Dios existe, nadie mejor que él para establecer los principios morales. El ser humano deberá ajustar su conducta a
estos principios si quiere vivir en armonía con el Creador.
Así pues, la perspectiva bíblica de la sexualidad descansa sobre principios revelados por el Dios de la Biblia. La sexualidad, como
cualquier ámbito de nuestra persona, tiene una correspondencia, a nivel espiritual y moral mucho más importante de lo que
pensamos. Muchos de los problemas del ser humano tienen que ver con la ausencia de sentido en la vida, y eso tiene
repercusiones a nivel de relaciones, incluso en el nivel de la sexualidad.
La mayoría de los principios bíblicos en relación a la sexualidad están basados en los dos primeros capítulos del Génesis.
Posteriormente se amplían y desarrollan. Dichos principios se dan en un contexto de Creación, donde la realidad del mal todavía
no ha afectado a la raza humana ni a la creación visible. En un sentido es un contexto ideal, el Jardín del Edén. Por eso para
nosotros es normativo, revela el ideal de Dios para la sexualidad humana. Pero es en Génesis capítulo tres dónde aparece con
toda su fuerza y consecuencias el drama que todavía hoy sigue afectando a la humanidad. El mal se introduce en la experiencia
humana y afecta a toda la creación visible. La sexualidad no es una excepción, y el texto bíblico con honestidad y realismo irá
dando testimonio de todos los pecados y despropósitos que tienen que ver con la sexualidad. Es lo que denominamos como la
Caída de la humanidad. Este hecho es la consecuencia de la decisión del ser humano de rebelarse contra Dios, de convertirse en
dios para sí mismo. Anticipándose a las tesis de la muerte de Dios y del Superhombre de la filosofía del S. XIX, ya Adán en el Edén
se adelantó a Nietzsche y a otros pensadores, lo que ellos proponen en realidad no es tan novedoso.
La ruptura producida entre Dios y el ser humano es de tal envergadura, que es imposible de restaurar para la criatura, para el
hombre. El Creador respetando profundamente la libertad y responsabilidad de sus criaturas, iniciará el plan de restauración o
redención, en el que se implicará personalmente (Jesucristo: Dios hecho hombre). Como resultado de esta iniciativa divina, se
abrirá una puerta de esperanza inmensa para el ser humano. La posibilidad de vivir una vida libre, responsable y significativa aún
en medio de una realidad en la que conviven las consecuencias de la Caída (el rechazo o la muerte de Dios) y se anticipan los
resultados de la redención (la reconciliación con Dios, el vivir teniendo en cuenta a Dios). Esa es la tensión que nos toca vivir en el
presente.
El futuro es todavía más esperanzador y esplendoroso, la restauración de todas las cosas. No se trata de un escapismo cristiano.
El fundamento de ese futuro glorioso, descansa sobre el carácter eterno del Creador y la obra Redentora de Dios a través Cristo.
La Caída y sus consecuencias desastrosas no tienen cabida indefinida en su creación. El presente estado de cosas cambiará y
desaparecerá completamente.
Cada ser humano debe decidir entre seguir viviendo sin Dios en las consecuencias de la Caída (siendo él dios para si mismo,
rechazando los propósitos y principios de Dios), o vivir con Dios, asumiendo que es Creador, Salvador y Señor de nuestras vidas.
Dios no impuso, ni impone sus principios a sus criaturas, expone, invita y nos trata de forma responsable. Según él y su revelación
sólo hay una forma moral, correcta de vivir . No sólo la ha revelado sino que se compromete personalmente con cada uno de
nosotros para capacitarnos para vivir en armonía con Él. Toda la dimensión sexual queda incluida en este marco, al igual que el
resto de las áreas de nuestra persona y vida.
Quisiera completar este apartado afirmando que la negación de la existencia de Dios en cualquiera de sus formas, no significa que
Dios deje de existir o que de esa manera eliminamos las consecuencias de nuestra decisión de vivir autonómamente. Si Dios no
existe, es evidente que la Revelación bíblica es un invención humana, el cristianismo se convertirá en una fe vacía, una religión
más y los cristianos seremos dignos de lástima.
Pero si Dios existe, es autónomo y está claramente por encima de nosotros. Los principios por Él revelados son absolutos y
universales. Vivir en armonía con ellos tiene consecuencias y vivir al margen o en contra de ellos también. Dios por su naturaleza
comunica su carácter moral al universo y a todo lo que en él habita. La realidad del universo es moral y aunque rechacemos a Dios
eso no significa que podamos cambiar la realidad moral del universo, ésta permanece y si la contrariamos se tornará contra
nosotros en consecuencias negativas. Lo que quiero decir es que el ateísmo en cualquiera de sus formas o el agnosticismo son
opciones libres y responsables, pero no excluyen las consecuencias de un rechazo de la persona y el carácter moral de Dios. Dios
nos juzgará un día a todos. Este posiblemente no sea un enfoque popular, ni politicamente correcto pero es riguroso en su
planteamiento, si Dios existe la ética y la moral pueden establecerse sobre la base más sólida.

Es por ello que los principios bíblicos son extensivos a todos los seres humanos, el que no creamos en Dios, el que no vivamos
conforme a ellos no nos exime de responsabilidad y de las consecuencias de ignorarlos o rechazarlos. Por ser universales y
objetivos son aplicables a todas las culturas y pueblos. La cultura humana en cualquiera de sus localizaciones geográficas o
históricas ha sido afectada por las consecuencias desastrosas de la Caída y por lo tanto ninguna cultura puede ser idealizada o
deificada.
Por ejemplo si en una cultura antigua y bien considerada se practicase la pedofilia, eso no significaría que el respeto a toda forma
cultural nos llevase a aceptar esa norma de conducta sexual (ni aún dentro de esa cultura únicamente) según la cual el abuso
sexual de niños por parte de adultos es culturalmente asumido. Desde la óptica bíblica esto sería inmoral porque no se ajusta a los
principios revelados.Otro ejemplo sería el de la poligamia en cualquiera de sus versiones femenina o masculina, mucho más
extendida la primera. El hecho de que sea una práctica cultural muy extendida en Oriente Medio y otras partes del mundo, desde la
perspectiva bíblica también sería inmoral, porque el matrimonio diseñado por Dios es el que se compone de una pareja
monógama y heterosexual. Tener claro que esos principios son universales y aplicables a toda cultura no significa que debamos
imponerlos, ese ha sido el error de muchas empresas misioneras cristianas, debemos exponer y persuadir a otros, de forma que
cada persona llegue a la propia convicción. La diferencia consiste en que nosotros como iguales no podemos imponerlos, pero Dios
sí que puede exigirlos. Él por su naturaleza sí puede pedirnos cuentas acerca de nuestro estilo de vida.
Para vivir bajo estos criterios bíblicos debe producirse en nosotros un cambio personal, de orden espiritual profundo: la conversión.
La conversión es la experiencia espiritual que nos permite arrepentirnos de nuestro antiguo estilo de vida (vivir sin Dios) y aceptar
el nuevo estilo de vida (vivir con Dios).
El enfoque bíblico incluye un concepto más que nos ayuda a clarificar toda esta cuestión de sexualidad y moralidad. Se trata del
malentendido y rechazado concepto de pecado. En un sentido etimológico quiere decir errar el blanco la idea es no acertar, fallar
en el cumplimiento de los principios revelados por Dios. Desde este punto de vista podemos hablar de pecados sexuales, es decir
aquellas conductas referidas a la sexualidad que fallan en el cumplimiento del planteamiento divino.
Es por ello que sin querer pormenorizar y profundizar en cada conducta sexual podríamos afirmar a modo de ejemplo que las
siguientes conductas sexuales se apartan del modelo y los principios bíblicos, por lo que como consecuencia estamos delante de
pecados sexuales. El adulterio. El intercambio de pareja o los modernos tríos son otras modalidades de adulterio. La sexualidad
prematrimonial, se podría incluir también la sexualidad de las parejas de hecho. La homosexualidad, en cualquiera de sus
versiones viola el diseño original de la pareja heterosexual. Sería un contrasentido profundo crear ex profeso una sexualidad
heterosexual y aceptar la homosexualidad. El hecho que en el origen de la sexualidad humana, esté el hecho de la diferenciación
sexual: la masculinidad y la feminidad, implica que la sexualidad humana sólo es moralmente aceptable como heterosexualidad. La
sexualidad homo no es aceptable ética, ni funcionalmente, ni en su significación original por mas esfuerzos y justificaciones que
aportemos. La homosexualidad no es una opción sexual más, se trata de la ruptura explicita de ese diseño original.
La prostitución, en cualquiera de sus versiones, legalizada o ilegalizada convierte a la persona en un objeto, en una cosa, violando
su dignidad de persona, erramos el blanco. La poligamia, se aleja del modelo bíblico donde la sexualidad se experimenta como
consecuencia del compromiso en el marco de una pareja monógama y heterosexual. La pedofilia, no se ajusta tampoco al modelo
bíblico donde la sexualidad en su dimensión física es una relación entre adultos y en el marco del matrimonio.El incesto, o las
relaciones sexuales entre padres e hijos, consentidas o impuestas se apartan del propósito de Dios.
La pornografía, el voyeurismo, la masturbación compulsiva, el sadismo, el masoquismo sexual, el bestialismo etc. son todas ellas
conductas que no se ajustan al modelo bíblico de una sexualidad sana y madura.
Debido pues a la naturaleza moral de toda nuestra conducta incluida la sexual. El continuado y persistente rechazo de Dios en el
plano personal, tendrá consecuencias todavía más dramáticas que las que estamos experimentando en el presente como
consecuencia de la Caída.
3.10 Conclusión
Este enfoque se distingue del religioso tradicional en el sentido de que tiene una perspectiva positiva de la sexualidad y enfocada a
la madurez descansando sobre la base de la Palabra de Dios. Al mismo tiempo se aleja de la nueva moral sexual caracterizandose
por un enfoque ético objetivo de la sexualidad en consonancia con el creador y diseñador de esta. Pretender vivir la sexualidad al
margen de Dios o desde una perspectiva deformada de Dios es sumergirnos en aguas de confusión con resultados siempre
negativos y empobrecedores para nuestra existencia. De ahí que la actual vivencia de la sexualidad que mayoritariamente se está
dando en nuestra sociedad es un claro signo de decadencia existencial y espiritual.
Por eso es tan importante el tema genérico que este libro aborda. Dios tiene mucho que decir acerca del sexo. Es más, podríamos
afirmar que es quién más puede aportar, porque en definitiva es el diseñador y creador de esta faceta de nuestra persona.
Por ello, todo lo relativo a la sexualidad es espiritual y se conecta con las implicaciones existenciales y éticas. Eso implica que cada
uno de nosotros deberá escoger un estilo de vida que incluye a Dios o que le excluye. Esa es la decisión más importante de toda
nuestra existencia, de ella depende todo lo que somos y vivimos.
El planteamiento bíblico nos muestra que la sexualidad solo se podrá vivir en plenitud cuando se esté en armonía con aquel que es
la Verdad, el Camino y la Vida. Sólo reconciliados con Dios podremos vivir con significado todas las dimensiones de nuestra
persona y vida.

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