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DESARROLLO
Todo tema genera dudas cuyas respuestas nos van dando un camino de soluciones. La
primera pregunta que aparece es si hay una ética distinta en el campo ambiental que la ética
general que debe regir todos nuestros actos. A primera vista parecería que no, que son
válidos los criterios éticos habituales que se manejan en nuestra sociedad, y que bastaría
con cumplirlos para mejorar la condición ambiental del planeta. Al menos eso diría Kant si
anduviera por aquí. Sin embargo, en una segunda mirada aparecen algunas
consideraciones que podrían indicar que esos principios tradicionales son necesarios pero
no suficientes para la magnitud del problema. Veamos hacia donde apunto.
Por un lado, aparece muy distinto con respecto al pasado el nivel de responsabilidad ante
los problemas ambientales. Las respuestas que demos desde nuestras distintas profesiones
relacionadas con el ambiente ya no afectan a un individuo, ni a un solo grupo, están
afectando a enormes cantidades de personas, a veces pueden afectar a todo el planeta.
Como se observa, nos estamos alejando del modelo clásico en el cual la ciencia es sobre
todo deducción formalizada, para llegar a un modelo donde el diálogo interactivo construye
el conocimiento, cosa que hasta hace poco hubiera sido considerada una herejía. La
magnitud de los problemas actuales hace que sea indispensable la aparición de un nuevo
tipo de ciencia, en la cual la evaluación de los datos científicos para la toma de decisiones
requiere una comunidad de pares extendida. “Esta extensión de la legitimación hacia
nuevos participantes en los diálogos políticos tiene implicaciones tanto para la sociedad
como para la ciencia. Con el respeto mutuo entre las diversas perspectivas y formas de
conocimiento, hay posibilidad de desarrollar elementos democráticos genuinos y efectivos
en la vida de las ciencias”3
1
Funtowicz, S. y Strand, R. “De la demostración experta al diálogo participativo”. Publicado en
Revista CTS Nº8, abril 2007.
2
Funtowicz-Ravetz (1993) ob cit pág 11.
3
Funtowicz-Ravetz (1993) ob. cit pág 13.
Guillermo Bengoa 1
Si la ciencia como conocimiento abstracto y universal es cuestionada desde la problemática
ambiental, es obvio que nuestras responsabilidades éticas ya no son simplemente hacer
bien las cosas ni responder de manera directa a las reglas tradicionales: Honestidad,
Integridad, Compromiso, Lealtad, Ecuanimidad, Dedicación, Respeto, Responsabilidad
ciudadana, Excelencia
Creo que ese necesario aumento de las responsabilidades que exige el problema ambiental
es todo lo contrario de la fragmentación de responsabilidades que se utiliza cuando se
quiere diluir lo terrible de un hecho. Lo que Hanna Arendt llamó “la banalidad del mal” era
esa diligencia mostrada por Eichmann para realizar su tarea de la mejor manera posible, lo
malo era que su tarea era recolectar los judíos por toda Europa para enviarlos a los campos
de concentración.
Si esto puede parecer extremo, piénsese en hechos en los cuales la suma de pequeñas
defecciones individuales ocasionó terribles catástrofes, como el incendio en el boliche
Cromagnon, en Buenos Aires, donde murieron casi 200 personas y mas de 1500 tuvieron
severas consecuencias. Y a nivel ambiental, la suma de errores humanos, estrategias
empresariales mezquinas y políticas estatales negligentes que permitieron la tragedia de
Bophal, en la India, donde murieron en la primera noche más de 3000 personas y más de
20.000 han fallecido hasta la actualidad.
Sin embargo, en es os dos casos (y en mucho otras que se podrían nombrar, desde la caída
de los aviones de LAPA y Austral en Argentina hasta la explosión de Chernobyl) se puede
argumentar que lo malo fue la suma de pequeños errores o falencias éticas. Es decir, cosas
que se hicieron mal, y que una simple aplicación de los principios éticos señalados
alcanzaría para corregirlos. Mi hipótesis es que, análogamente, en nuestras disciplinas y en
confluencia con los problemas ambientales, constantemente se da la dilución del problema
en decenas de pequeñas acciones “profesionales”, realizadas con la mayor diligencia por
personas que en su casa tal voz no matarían una mosca, pero que su acción profesional se
suma a la de cientos de acciones aparentemente “intrascendentes” o banales como diría
Arendt para generar un enorme mal. «Que un tal alejamiento de la realidad e irreflexión en
uno puedan generar más desgracias que todos los impulsos malvados intrínsecos del ser
humano juntos, eso era de hecho la lección que se podía aprender en Jerusalén, durante al
juicio a Eichmann”, escribe Arendt,
Me interesa seguir un poco con la analogía. El nazismo no empezó de un día para el otro.
Hubo a partir de 1930 una serie de medidas antisemitas que precedieron a los crímenes en
masa y que fueron consentidas por la población. Como dice Arendt “Los hechos no fueron
realizados por gánsteres, monstruos o sádicos furibundos, sino por los miembros más
respetables de la honorable sociedad.» Así, a los que colaboraron y siguieron órdenes no
debe preguntárseles «¿por qué obedeciste?», sino «¿por qué colaboraste?».
Veamos lo que sucede aquí. Científicos brillantes que desarrollan plaguicidas, funcionarios
estatales responsables que los autorizan, eficientes ingenieros agrónomos que los
recomiendan día a día, autoridades sanitarias que cumplen de manera estricta su función de
contralor, economistas que quieren seguir aumentando las recaudaciones por retenciones a
la soja, honestos empresarios que fumigan para aumentar su rentabilidad, empresas
multinacionales que cumplen estrictamente la ley al enviar sus remesas al exterior… son
todas sectorizaciones que en principio parecen éticamente irreprochables, pero su
integración produce intoxicaciones, aumento de los abortos espontáneos, malformaciones
en el feto, y a la larga una feroz disminución en la biodiversidad que solamente
extrañaremos cuando necesitemos alguna de las múltiples funciones ecológicas que
cumplen en nuestras vidas esas regiones, además de consecuencias como el aumento de la
cantidad y violencia de las precipitaciones por disminución de los bosques, inundaciones,
sequías en otras regiones, etc.
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Semana de la Sustentabilidad Urbano-Ambiental y el cambio climático / Mar del Plata 2012
4
Ginzburg, Carlo: “El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del Siglo XVI”, Muchnik
editores, Barcelona, 1999, pág 38.
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Este hecho está bien contado muchas películas norteamericanas, entre ellas “Erin Brockovich”
(2000) dirigida por Steven Soderbergh y “Una acción civil” (A civil action, 1998), dirigida por Jan
Schlichtmamn. En ambos casos los damnificados por una acción contaminante de una gran empresa
podrían haber accedido antes a la información, pero ésta no se encontraba fácilmente disponible y no
era clara en cuanto a la necesidad de tomar medidas de control.
Guillermo Bengoa 3
No es tarea sencilla, pero uno siempre se puede negar si no está de acuerdo con los
objetivos generales del comitente, sea éste público o privado, por más que los objetivos de
esa encomienda en particular sean apropiados
* Cobrar correctamente los trabajos: si no se cobra bien no se puede hacer bien, se usan
informes sectoriales recorte y pegue, etc. Desgraciadamente hay mucho bastardeo en ese
sentido, en el cual a veces se cae incluso desde una posición voluntarista del profesional de
facilitar la acción al comitente. Pero a la larga termina mal.
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Semana de la Sustentabilidad Urbano-Ambiental y el cambio climático / Mar del Plata 2012
La ética política.
Un tercer grado de actuación que es también desde lo público pero excede la simple labor
profesional, y por tanto la aplicación de una deontología específica es el caso de las
políticas públicas en materia ambiental, que son escritas y realizadas por personas, no por
entes abstractos, a los cuales debería aplicarse un código ético mucho más estricto por la
repercusión de sus decisiones.
* implementar nuevos herramientas ampliatorios del análisis de la realidad: las EIAS son
limitadas en cuanto a la detección de la suma de acciones, es necesario pasar, por ejemplo,
a la EAE. El caso de las cabañas en Tandil
* Respeto a los pueblos originarios: desde lo más obvio de no matarlos o correrlos de sus
tierras para aumentar el sembrado de soja como en Salta y Chaco o para explotaciones
petroleras como en Neuquén, hasta el respeto a sus costumbres, medicinas y formas de
producción.
Conclusiones.
Comencé planteando que la postura ética tradicional era necesaria pero no suficiente para
tratar la gravedad de los problemas ambientales. Parecería que a las características
tradicionales de la ética individual habría que agregarle algunas –todavía en construcción-
que tienen que ver con responsabilidades colectivas. No alcanza con hacer bien solamente
nuestro sector del trabajo profesional, y su respuesta a los problemas actuales. Hay que
pensar en las implicancias a mediano y largo plazo de nuestras acciones, y en la posibilidad
de que la suma de esas acciones de muchos profesionales tengan consecuencias
desastrosas.
Si se lo quiere mirar desde el lado positivo, creo a su vez que la suma de las pequeñas
acciones que podamos hacer en todos los ámbitos va a ir construyendo una acción colectiva
de mutuo aprendizaje para el cambio indispensable que tendrá que hacer nuestra
civilización si queremos sobrevivir como especie.
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