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“El falocentrismo en miras del feminismo.


Introducción…………………………………………………………………… 3

El devenir femenino según Freud....……………………………………………5

La mirada de Simone de Beauvoir……………………………………………...6

Luce Irigaray, desde el psicoanálisis: crítica y validez………………………....7

A modo de cierre………………………………………………………………..9

Bibliografía……………………………………………………………………..11

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Introducción.

El presente informe, se encuentra enmarcado dentro de la temática: “El psicoanálisis,


la mujer y el feminismo”. En el mismo, se plantea un recorte donde se desplegaran las
miradas críticas de Simone de Beauvoir y Luce Irigaray con respecto al falocentrismo
del psicoanálisis en Freud; precisamente en lo que corresponde a la sexualidad
femenina y su devenir: cómo es desarrollada en dicha teoría, porqué tiene como
regulador de la misma el falo, lo cual pone de manifiesto la inferioridad de la mujer
frente a el hombre; y que consecuencias atañe en lo psíquico y social.

Para ello recurriré a diversos textos, en los cuales se encuentran como guía principal:
“La feminidad” de Freud; “El segundo Sexo” de Simone de Beauvoir y “Ese sexo que
no es uno” de Luce Irigaray. A su vez, otros textos acompañaran este recorrido, siendo
más pertinentes al contexto en el cual se encuentran las autoras al momento de
exponer sus críticas, para comprender con mayor exhaustividad sus ideas.

Es importante destacar que, tanto el feminismo como el psicoanálisis, son corrientes


críticas de lo establecido, que vienen a dar nuevas miradas respecto a lo instaurado.
Encuentro oportuna la siguiente cita: “Como afirma Jacqueline Rose, el psicoanálisis
tiene un carácter político para el feminismo, en el sentido de que “llego a la arena de la
discusión en respuesta a las necesidades internas del debate feminista”. En efecto, el
psicoanálisis y el feminismo, cada uno a su manera, son formas de pensamiento
que socavan la inercia propia del lenguaje del sentido común y su resistencia a
todas las manifestaciones de conflicto o cambio político. (…) Por ello podemos
afirmar que, más allá de sus evidentes diferencias, el psicoanálisis y el feminismo han
coincidido en el esfuerzo por comprender la construcción cultural de la diferencia
sexual, por localizar las causas de la opresión y de la violencia sexual, y por
deconstruir las formas en que nos vemos afectados por nuestra inclusión en el orden
simbólico patriarcal”. (Flax, 1995, p.20) [El subrayado es mío].

Con respecto al surgimiento del feminismo en Francia y su posterior exteriorización,


podemos ubicar como momento de realce en los años 70’. Tanto Simone de Beauvoir
como Luce Irigaray son contemporáneas de dicha época. Y es desde allí donde ambas
autoras dirigen sus escritos críticos al psicoanálisis.

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“In order to appreciate what is distinctive about their approach, it helps to recall the
social context in which the new French feminist theories emerged. These theories were
generated in the Paris of the 1970s. For what was the an emerging new women’s
movement, it was a time of exuberance and revolutionary élan, still deeply marked by
the spirit of 1968. It was axiomatic that existing social relations and institutions were
wholly repressive and that no mere reforms could put things right. On the contrary, the
realization of the feminist visión would require the creation of an entirely new form of
life-new social relations among new social subjects. Furthermore, the route to radical
change of this magnitude could only be via direct action; it would be necessary to
bypass altogether the deadening routines of institutions and the complicities of politics
as usual”. (Fraser, N & Bartky, S; 1992, p.2).

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El devenir femenino desde Freud.

En 1931, el médico neurólogo y padre del psicoanálisis: Freud expone, en su


conferencia n° 33 “La feminidad”, cómo es el devenir femenino desde la perspectiva
del psicoanálisis: cómo se desarrolla posteriormente a haber recorrido, de igual modo
que el varón, las primeras fases del desarrollo libidinal; siendo pensada entonces, la
bisexualidad como constitutiva, como punto de partida para ambos sexos.

El autor manifiesta, que tanto la mujer como el varón, atraviesan las mismas primeras
fases del desarrollo libidinal (fase oral, fase anal) pero con la entrada en la fase fálica,
comienza la diferenciación de los sexos. Es allí cuando comienza a gestarse lo que
Freud denomina como “la envidia del pene” por parte de la niña, ya que ella quisiera
“tener también algo así” (Freud, 1932, p.116). Ya que lo femenino estaría dado por la
ausencia de ese tan preciado órgano masculino, lo que a la niña le falta, lo Otro.

“La teoría freudiana de la diferencia sexual está basada en la visibilidad de esa


diferencia; así puesto que el varón tiene un órgano sexual visible y la mujer no, cuando
Freud considera a la mujer deduce que no hay nada. De este modo la diferencia
femenina es entendida como ausencia o negación de la norma masculina.” (Cavana,
2000, p.229)

Al descubrir la falta del pene, la niña se infiere como desvalorizada, tanto para ella
misma como para el varoncito. Dicho descubrimiento da inicio en la niña al complejo
de castración, dando una vuelta al desarrollo de la niña; donde de la misma partirán
tres orientaciones: inhibición sexual o neurosis, complejo de masculinidad y la
feminidad normal. Llegando a esta última siempre y cuando, la mujer pueda sustituir
el deseo de tener un pene por el de tener un hijo; y, este hijo sea ciertamente un
varoncito portador del pene anhelado. Dándose entonces este pasaje de deseo, entra la
niña a la posición de dar comienzo al complejo de Edipo. De dicho complejo, se
desconoce puntualmente cuando se daría su finalización ya que se relacionaría
estrictamente con cada mujer y su desempeño materno.

Con lo cual, el autor plantea, que es el fin de la mujer, llegar a la reproducción, la


procreación. Siendo su rol más importante el ejercer la maternidad.

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La mirada de Simone de Beauvoir.

“Las teorías psicoanalíticas feministas, tanto europeas como norteamericanas, fueron


elaboradas a partir del estímulo que supuso el auge del movimiento feminista de los
años 70 que, continuando la corriente de la política de la década anterior, rompió con
el aislamiento histórico de las mujeres. Por un lado, la imagen de la feminidad se
modificó en razón de la mayor participación de las mujeres en la cultura y del cambio
en su papel en la sociedad. Esto nos permite apreciar como las diversas explicaciones
e interpretaciones acerca de la sexualidad femenina y de la feminidad se vinculan con
los diferentes escenarios culturales en que se desarrollan las teorías”. (Flax, 1995,
p.16.)

Frente a estas ideas planteadas por Freud, encontramos a Simone de Beauvoir,


(escritora y filósofa francesa) en: “El segundo Sexo”, enunciando que nuestro cuerpo
es presentado como un instrumento de justificación en el mundo. Pero al mismo
tiempo lo biologíco no debería determinar nuestro rol en la sociedad. En otras
palabras, no debería ser el rol fijo, único, exclusivo, de la mujer reproducirse como
algo determinado por la naturaleza.

“En 1949, Simone de Beauvoir, una de las madres fundadoras de la teoría feminista
contemporánea, describió las vidas limitadas y limitantes del “segundo sexo”. Perfiló
los muchos modos en los que la “mujer” es definida y restringida en su ser como la
“otra” (siempre inferior) del hombre”. (Flax, 1995, p.236)

La autora, expresa que se busca en la biología una justificación al sentimiento de


superioridad del hombre hacia la mujer, o la justificación del porqué la mujer es
inferior al hombre. Exterioriza, que se encuentra el hombre como un ser privilegiado,
frente a las cuestiones biológicas presentadas por la naturaleza, ya que el mismo en su
existencia genital, por ejemplo, se desarrolla de manera constante, sin crisis ni
accidentes. Contrariamente a la mujer, donde su desarrollo genital, se encuentra
alienado a la finalidad de la reproducción, y eso conlleva a que su cuerpo atraviese
diversos momentos, etapas de cambios, en los cuales se irá preparando para esa
situación, ese fin. A su vez, en estas diferentes etapas y tanto en el momento de la
gestación, la mujer no dispone de su propios cuerpos.

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Estos rasgos biológicos, como el desarrollo genital, sumado a otras cuestiones de
diferenciación biológica como lo son: el tamaño de ciertos órganos, el esqueleto, la
morfología, la piel, la fuerza muscular, cuestiones hormonales, etc; solventa la
subordinación de la mujer hacia la especie y lo supone así en los vínculos sociales.

“La conciencia que la mujer adquiere de sí misma no está definida por su sola
sexualidad: refleja una situación que depende de la estructura económica de la
sociedad, estructura que traduce el grado de evolución técnica alcanzado por la
Humanidad. Hemos visto que, biológicamente, los dos rasgos esenciales que
caracterizan a la mujer son los siguientes: su aprehensión del mundo es menos amplia
que la del hombre; está más estrechamente esclavizada a la especie” (de Beauvoir,
1949, p.53)

Retomando las declaraciones de Freud frente al devenir femenino, la autora expone


que la equivocación de Freud se encuentra en calcar a lo femenino desde un modelo
masculino. Es decir, suponiendo que la niña se siente un varoncito mutilado cuando en
verdad esta afirmación requeriría de una comparación entre ambos y una valoración.

Esta incapacidad de la niña por poseer el falo, y/o alienarse en una cosa aprehensible,
la lleva a colocarse meramente como objeto, a convertirse en lo Otro. Aquello de lo
cual “la ausencia de pene le impide hacerse presente a sí misma en tanto que sexo” (de
Beauvoir, 1949, p.55)

“La mujer debe ser el agente principal de su propia transformación y la de las culturas
de dominio masculino; no obstante, hasta la más privilegiada o dotada lleva las marcas
de su experiencia como la otra inferior: timidez, pasividad, modestia,
irresponsabilidad, “mala fe””. (Flax, 1995, p.237)

Luce Irigaray: desde el psicoanálisis, crítica y validez.

Con el auge del feminismo en Francia, en la década del 70´; la filósofa, psicoanalista
y lingüista Luce Irigaray, propondrá frente a la cuestión del falocentrismo y el devenir
sexual femenino, la revisión del psicoanálisis de la modernidad occidental. Esta

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revisión no demostraría necesariamente que la corriente psicoanalítica es inválida, por
el contrario, la autora reconoce su validez.

“Montrelay e Irigaray son psicoanalistas que trabajan a partir de su práctica clínica. Si


bien critican el falocentrismo de la teórica, no dejan de reconocer su validez como
método de investigación y tratamiento y como conceptualización acerca del
inconsciente y de la sexualidad”. (Flax, 1995, p.25)

En su texto “Ese sexo que no es uno”, Irigaray comienza planteando la organización


libidinal de Freud, de los estadios pre-edipidos, para luego llegar al principio
fundamental en el desarrollo sexual: la primacía del órgano masculino.

“De esta suerte, la niña pequeña es cabalmente un hombrecito, y todas sus pulsiones y
placeres sexuales, en particular masturbatorios, son en realidad ‘viriles’. Estos
enunciados son desarrollados, entre otros lugares, en los Tres ensayos sobre teoría
sexual, donde se afirma que la hipótesis de un único y mismo aparato genital –el
órgano masculino- es fundamental para dar cuenta de la economía sexual infantil de
los dos sexos.” (Irigaray, 1977, p.26)

Frente a esta primacía del pene, el devenir femenino se atañe a ciertas reglas. Hay una
represión de pulsiones y transformación de la ‘actividad’ sexual en pasividad. Esto a
su vez conlleva a pensar al varón como: el sujeto, activo y el poseedor del pene; y
pensar a la mujer como objeto, pasivo y con el órgano genital castrado.

No solo basta con ser la mujer pasiva, si no; como fue mencionado anteriormente en la
mirada de Simone de Beauvoir, la función sexual femenina es entendida por Freud con
la función principal de procreación; también Luce Irigaray resalta que es dejado de
lado el placer sexual femenino.

“Irigaray establece una analogía entre la forma femenina y su psique. El placer de la


mujer es sistemáticamente reprimido desde el falocentrismo patriarcal, ni siquiera
puede ser pensado desde una lógica especular. El placer masculino, por el contrario,
según Irigaray, es visto en analogía con el falo como un todo monolítico, al cual deben
someterse las mujeres. Pero tal y como describe en “El sexo que no es uno”, los

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órganos sexuales de las mujeres están compuestos de muchas partes y en consonancia
su placer es múltiple y no unitario”. (Cavana, 2000, p.229)

Tras comenzar su texto comentando la conferencia de Freud, Irigaray posteriormente


expondrá, a modo de comentarios, la posición que obtienen ciertas mujeres frente a
esta óptica freudiana, y algunos complementos a dicha teoría.

En cierto punto de su texto, la autora analizará sobre la perspectiva lacaniana (uno de


los complementos a la teoría), donde será ahora el falo, quien vendrá a poner en orden
“el funcionamiento simbólico”. Con esto, Luce Irigaray, nos devela que la mirada
lacaniana, no pondrá en juicio de cuestionamiento la importancia de “la envidia del
pene”, sino que será elaborada en su dimensión estructural, y con ello Lacan
reafirmará la jerarquización de los sexos.

Y no solo será la mirada lacaniana la cual será posteriomente puesta en tela de juicio,
si no varias formas de determinadas cuestiones del psicoanálisis. Ella expondrá luego
una serie de preguntas relacionadas al feminismo, como lo son: ¿Por qué la alternativa
goce clitoridiano/goce vaginal cobra tanta importancia? ¿Por qué se ha sometido a la
mujer a la exigencia de elegir entre una u otra, siendo calificada de ‘viril’ si permanece
en la primera y de ‘femenina’ si renuncia al mismo para limitarse a la erotización
vaginal? ¿Por qué la función materna debe predominar sobre la función más
específicamente erótica en la mujer?, etc.

Estos cuestionamientos abren el camino hacia una nueva mirada del psicoanálisis,
sosteniendo su validez pero priorizando una revisión teórica y práctica.

A modo de cierre.

Es importante tener en cuenta los contextos en los cuales se han desarrollado las
teorías y las críticas, ya que es un reflejo de la revolución social que se estaba
gestando en ese momento.

En este informe me he centrado en Francia, en un periodo en el cual emergieron las


nuevas teorías feministas.

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Podemos ver en ambas autoras referentes del feminismo, el planteamiento de una
revisión hacia las teorías freudianas del devenir sexual femenino, ya que no solo es
una cuestión biológica sino que también es proyectado, este modo de pensar lo
femenino, como inferior a lo masculino, en cuestiones sociales.

Empezar a ver a la mujer desde otro lugar, pudiendo re pensar un cambio de


paradigma, una nueva forma de percibir a la mujer. Al menos, aquí planteado, desde
una revisión teórica y práctica del psicoanálisis. Tomar a la mujer desde otro lugar que
no implique solamente su fin procreador.

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Bibliografía primaria:

- Freud, S. (1932). 33° Conferencia. La feminidad. En Obras Completas (XXII,


pp. 104 – 125). Buenos Aires: Amorrurtu.
- De Beauvoir, S. (1949). El segundo sexo (pp. 35-59). Buenos Aires:
Debolsillo.
- Irigaray, L. (1977). Ese sexo que no es uno (pp. 25-50). Madrid: Akal.

Bibliografía secundaria:

- Cavana, M. (2000). Feminismo y psicoanálisis. En Feminismo y filosofía


(pp.215 - 230). Madrid: Síntesis.
- Flax, J. (1995). Psicoanálisis y feminismo. Pensamientos fragmentarios.
Madrid: Cátedra.
- Fraser, N & Bartky, S. (1992). Introduction. En Revaluing French Feminism.
Critical Essays on Difference, Agency, and Culture. (pp. 1 – 24).
Bloomington,IN: Indiana University Press.

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