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Introducción…………………………………………………………………… 3
A modo de cierre………………………………………………………………..9
Bibliografía……………………………………………………………………..11
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Introducción.
Para ello recurriré a diversos textos, en los cuales se encuentran como guía principal:
“La feminidad” de Freud; “El segundo Sexo” de Simone de Beauvoir y “Ese sexo que
no es uno” de Luce Irigaray. A su vez, otros textos acompañaran este recorrido, siendo
más pertinentes al contexto en el cual se encuentran las autoras al momento de
exponer sus críticas, para comprender con mayor exhaustividad sus ideas.
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“In order to appreciate what is distinctive about their approach, it helps to recall the
social context in which the new French feminist theories emerged. These theories were
generated in the Paris of the 1970s. For what was the an emerging new women’s
movement, it was a time of exuberance and revolutionary élan, still deeply marked by
the spirit of 1968. It was axiomatic that existing social relations and institutions were
wholly repressive and that no mere reforms could put things right. On the contrary, the
realization of the feminist visión would require the creation of an entirely new form of
life-new social relations among new social subjects. Furthermore, the route to radical
change of this magnitude could only be via direct action; it would be necessary to
bypass altogether the deadening routines of institutions and the complicities of politics
as usual”. (Fraser, N & Bartky, S; 1992, p.2).
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El devenir femenino desde Freud.
El autor manifiesta, que tanto la mujer como el varón, atraviesan las mismas primeras
fases del desarrollo libidinal (fase oral, fase anal) pero con la entrada en la fase fálica,
comienza la diferenciación de los sexos. Es allí cuando comienza a gestarse lo que
Freud denomina como “la envidia del pene” por parte de la niña, ya que ella quisiera
“tener también algo así” (Freud, 1932, p.116). Ya que lo femenino estaría dado por la
ausencia de ese tan preciado órgano masculino, lo que a la niña le falta, lo Otro.
Al descubrir la falta del pene, la niña se infiere como desvalorizada, tanto para ella
misma como para el varoncito. Dicho descubrimiento da inicio en la niña al complejo
de castración, dando una vuelta al desarrollo de la niña; donde de la misma partirán
tres orientaciones: inhibición sexual o neurosis, complejo de masculinidad y la
feminidad normal. Llegando a esta última siempre y cuando, la mujer pueda sustituir
el deseo de tener un pene por el de tener un hijo; y, este hijo sea ciertamente un
varoncito portador del pene anhelado. Dándose entonces este pasaje de deseo, entra la
niña a la posición de dar comienzo al complejo de Edipo. De dicho complejo, se
desconoce puntualmente cuando se daría su finalización ya que se relacionaría
estrictamente con cada mujer y su desempeño materno.
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La mirada de Simone de Beauvoir.
“En 1949, Simone de Beauvoir, una de las madres fundadoras de la teoría feminista
contemporánea, describió las vidas limitadas y limitantes del “segundo sexo”. Perfiló
los muchos modos en los que la “mujer” es definida y restringida en su ser como la
“otra” (siempre inferior) del hombre”. (Flax, 1995, p.236)
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Estos rasgos biológicos, como el desarrollo genital, sumado a otras cuestiones de
diferenciación biológica como lo son: el tamaño de ciertos órganos, el esqueleto, la
morfología, la piel, la fuerza muscular, cuestiones hormonales, etc; solventa la
subordinación de la mujer hacia la especie y lo supone así en los vínculos sociales.
“La conciencia que la mujer adquiere de sí misma no está definida por su sola
sexualidad: refleja una situación que depende de la estructura económica de la
sociedad, estructura que traduce el grado de evolución técnica alcanzado por la
Humanidad. Hemos visto que, biológicamente, los dos rasgos esenciales que
caracterizan a la mujer son los siguientes: su aprehensión del mundo es menos amplia
que la del hombre; está más estrechamente esclavizada a la especie” (de Beauvoir,
1949, p.53)
Esta incapacidad de la niña por poseer el falo, y/o alienarse en una cosa aprehensible,
la lleva a colocarse meramente como objeto, a convertirse en lo Otro. Aquello de lo
cual “la ausencia de pene le impide hacerse presente a sí misma en tanto que sexo” (de
Beauvoir, 1949, p.55)
“La mujer debe ser el agente principal de su propia transformación y la de las culturas
de dominio masculino; no obstante, hasta la más privilegiada o dotada lleva las marcas
de su experiencia como la otra inferior: timidez, pasividad, modestia,
irresponsabilidad, “mala fe””. (Flax, 1995, p.237)
Con el auge del feminismo en Francia, en la década del 70´; la filósofa, psicoanalista
y lingüista Luce Irigaray, propondrá frente a la cuestión del falocentrismo y el devenir
sexual femenino, la revisión del psicoanálisis de la modernidad occidental. Esta
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revisión no demostraría necesariamente que la corriente psicoanalítica es inválida, por
el contrario, la autora reconoce su validez.
“De esta suerte, la niña pequeña es cabalmente un hombrecito, y todas sus pulsiones y
placeres sexuales, en particular masturbatorios, son en realidad ‘viriles’. Estos
enunciados son desarrollados, entre otros lugares, en los Tres ensayos sobre teoría
sexual, donde se afirma que la hipótesis de un único y mismo aparato genital –el
órgano masculino- es fundamental para dar cuenta de la economía sexual infantil de
los dos sexos.” (Irigaray, 1977, p.26)
Frente a esta primacía del pene, el devenir femenino se atañe a ciertas reglas. Hay una
represión de pulsiones y transformación de la ‘actividad’ sexual en pasividad. Esto a
su vez conlleva a pensar al varón como: el sujeto, activo y el poseedor del pene; y
pensar a la mujer como objeto, pasivo y con el órgano genital castrado.
No solo basta con ser la mujer pasiva, si no; como fue mencionado anteriormente en la
mirada de Simone de Beauvoir, la función sexual femenina es entendida por Freud con
la función principal de procreación; también Luce Irigaray resalta que es dejado de
lado el placer sexual femenino.
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órganos sexuales de las mujeres están compuestos de muchas partes y en consonancia
su placer es múltiple y no unitario”. (Cavana, 2000, p.229)
Y no solo será la mirada lacaniana la cual será posteriomente puesta en tela de juicio,
si no varias formas de determinadas cuestiones del psicoanálisis. Ella expondrá luego
una serie de preguntas relacionadas al feminismo, como lo son: ¿Por qué la alternativa
goce clitoridiano/goce vaginal cobra tanta importancia? ¿Por qué se ha sometido a la
mujer a la exigencia de elegir entre una u otra, siendo calificada de ‘viril’ si permanece
en la primera y de ‘femenina’ si renuncia al mismo para limitarse a la erotización
vaginal? ¿Por qué la función materna debe predominar sobre la función más
específicamente erótica en la mujer?, etc.
Estos cuestionamientos abren el camino hacia una nueva mirada del psicoanálisis,
sosteniendo su validez pero priorizando una revisión teórica y práctica.
A modo de cierre.
Es importante tener en cuenta los contextos en los cuales se han desarrollado las
teorías y las críticas, ya que es un reflejo de la revolución social que se estaba
gestando en ese momento.
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Podemos ver en ambas autoras referentes del feminismo, el planteamiento de una
revisión hacia las teorías freudianas del devenir sexual femenino, ya que no solo es
una cuestión biológica sino que también es proyectado, este modo de pensar lo
femenino, como inferior a lo masculino, en cuestiones sociales.
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Bibliografía primaria:
Bibliografía secundaria:
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