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Sergio Fabbrini
Sergio M. Cesarín
Isaías Covarrubias Marquina
Enrique Martínez Larrechea
Karen Monserrat Santos Flores
Fabricio Vázquez Recalde
Juan Cruz Vazquez
ISBN 978-987-23874-8-8
1. Globalización. I. Cesarín, Sergio II. Durán Sáenz, María Susana, coord. III. Odone,
Carlos Nahuel, coord. IV. Granato, Leonardo, coord.
CDD 327.1
2008 Universidad Abierta Interamericana. Chacabuco 90, 1er piso, Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires. Tel: 4342-7788.
www.uai.edu.ar
Prólogo 7
Antonio Colomer Viadel
A modo de presentación 13
María Susana Durán Sáenz, Leonardo Granato y Nahuel Oddone
Capítulo I 17
El Sistema Internacional y la Integración Económica Regional
Leonardo Granato y Carlos Nahuel Oddone
Capítulo II 37
Organización Mundial del Comercio: ¿Multilaterización de las relaciones económicas?
María Susan Durán Sáenz
Anexo 65
Segunda parte
Experiencias de integración en el hemisferio
Capítulo III 69
ALADI y el proceso de integración latinoamericana en tiempos globales:
nuevos roles políticos y económico-comerciales
Enrique Martínez Larrechea
Capítulo IV 81
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte:
agenda cumplida, ¿cuestiones pendientes?
Leonardo Granato, Carlos Nahuel Oddone y Juan Cruz Vazquez
Capítulo V 101
El Área de Libre Comercio para las Américas: una negociacón sin concluir
Leonardo Granato y Carlos Nahuel Oddone
Capítulo VI 113
Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
Isaías Covarrubias Marquina
Capítulo IX 211
Nuevas propuestas de integración en América Latina:
ALBA y la Comunidad Sudamericana de Naciones
Leonardo Granato y Carlos Nahuel Oddone
Capítulo X 227
ZICOSUR y la emergencia dirigida de las regiones periféricas:
integración y economías subordinadas
Fabricio Vázquez Recalde
Tercera parte
Otras experiencias de integración: Europa y Asia
Capítulo XI 241
Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
María Susana Durán Sáenz
La historia de la idea y la lucha por la integración en las tierras americanas que for-
maban parte de la Corona española tiene una antigua y larga trayectoria que nace en
el mismo momento de la Independencia de las nuevas Repúblicas. Aquellos soñadores
que fueron calificados de libertadores enarbolaron la bandera de la integración desde el
mismo origen. Bolívar, incluso, propuso al Rey de España el constituir una Confedera-
ción de todos los pueblos de origen hispánico, con una nacionalidad común y acuerdos
comerciales y económicos, reconociendo en la Corona una suerte de jefatura simbólica.
Gobernaban entonces los liberales en España (1820-1823). La falta de visión histórica
de aquel monarca impidió que esta iniciativa pudiera culminar en un proyecto de una
enorme trascendencia.
No podemos olvidar que también los caciques y caudillos locales en las tierras ameri-
canas fueron un freno frente a aquellos proyectos integradores de la hora de la Indepen-
dencia. Desde entonces siempre se ha escuchado el discurso integrador y varias constitu-
ciones latinoamericanas incluyen en sus textos esta retórica integradora, pero poco se ha
hecho de efectivo para favorecerla en la práctica, y por el contrario, numerosas pugnas y
enfrentamientos han agudizado las divisiones y antagonismos.
En las últimas décadas y en un contexto internacional que tiende a intensificar la di-
mensión planetaria de las relaciones internacionales y el fenómeno de la llamada globali-
zación, cada vez es más difícil sobrevivir en ese escenario sin alianzas sólidas y compartir
intereses en organizaciones supranacionales de carácter regional. El ejemplo de Europa,
tras la Segunda Guerra Mundial, que fue en buena medida una guerra civil europea, y
con la herencia de antagonismos históricos profundos, superados al constituirse la Co-
munidad Económica Europea —denominada posteriormente Unión Europea— resulta
aleccionador para otras regiones del mundo.
También deberíamos destacar las dificultades crecientes de los Estados nacionales
aislados, para resolver por sí solos los problemas de seguridad jurídica y prestación de
servicios públicos eficaces a su ciudadanía. Sin ánimo profético, hace casi veinte años, a
la hora de establecer las fases de la evolución del Estado Latinoamericano, consideré que
las dificultades para culminar, separadamente, la constitución de verdaderos estados de
derecho, en cada uno de los países latinoamericanos, abocaba fatalmente a que la evolu-
El eterno retorno a la integración...
. Cfr. Colomer Viadel, Antonio. Introducción al Constitucionalismo Iberoamericano. Madrid, Cultura Hispánica, 1990. p. 53 y ss.
Prólogo
. Cfr. Colomer Viadel, Antonio (Coord.). La Integración Política en Europa y en América Latina. Valencia, IBEM-Ugarit, 2007.
p. 251 y ss.
El eterno retorno a la integración...
las Américas (ALCA) y a la Alternativa Bolivariana para América Latina (ALBA), ya que
existe una evidente relación dialéctica de antagonismo ideológico entre ambas organizacio-
nes como también intenté poner de relieve en nuestro libro sobre “La Integración Política en
Europa y América Latina”.
Hoy por hoy, el ALCA —proyecto hegemónico de Estados Unidos— se encuentra
en situación de parálisis, mientras que el ALBA —promovida por Venezuela— juega
sus bazas mediante el trasvase de recursos con finalidad social y ayudas a la sociedad
civil en sus capas populares más pobres, a partir de los medios financieros propicia-
dos por el precio del petróleo. Es aquí donde conviene destacar el examen del rol
de la sociedad civil realizado por los profesores Granato y Oddone en el proceso
de construcción de los proyectos de integración y su conexión, tanto en el caso del
ALCA como de la ALBA.
Al llegar a este punto, quisiera subrayar la importancia que en el proceso de integra-
ción europea han tenido las políticas estructurales de cohesión social, para cerrar la bre-
cha de desigualdades entre las distintas regiones de los países de la Unión Europea. Me
parece ese tema de las desigualdades, tanto al interior de los países como en las relaciones
entre Estados, uno de los más graves en América Latina. Por ello consideré esperanzador
que en el marco de MERCOSUR, Brasil y Argentina decidieran, institucionalmente,
empezar a conceder ayudas a Paraguay y a Uruguay, para ir cerrando, poco a poco, esa
brecha económica y social entre los países grandes y los pequeños de esta organización.
Es un pequeño paso, pero un ejemplo a seguir e incrementar. Por el mismo motivo, el
papel de Venezuela, a punto de culminar su integración en el MERCOSUR, es especial-
mente relevante en esta función de re-equilibrio económico y social.
América Latina tiene un desafío básico de justicia distributiva que debe ser prioritario
en cualquier proyecto integrador perdurable.
Quisiera aclarar que considero un grave error el mimetismo servil que el constitucio-
nalismo histórico latinoamericano ha tenido respecto al derecho europeo y norteameri-
cano. Se ha acertado cuando ha seguido sendas propias: pensemos en la institución del
amparo y el nacimiento del constitucionalismo social en México.
También en los procesos de integración, sean sociales, económicos, comerciales o polí-
ticos, debe huirse de ese mimetismo. Aprender de experiencias ajenas, pero buscar en las
propias raíces y en el ámbito cultural de pertenencia la idoneidad del camino, adaptado
a esa realidad peculiar de la Región.
Esta trayectoria es la que he definido como “una teoría constitucional de la su-
pervivencia de América Latina”. En este trabajo polemicé con el jurista germano
Peter Häberle, en su defensa de un diálogo europeo-latinoamericano, excesivamente
imitativo para ésta última Región. Por cierto que este autor hace referencia a los
“elementos constructivos constitucionales”, para los constituyentes latinoamericanos,
e incluye como el primero de ellos “la unidad latinoamericana como elemento de
. Cfr. Colomer Viadel, Antonio (Coord.). La Integración Política en Europa y en América Latina. Valencia, IBEM-Ugarit, 2007.
p. 281 y ss.
10
Prólogo
. Este trabajo citado se publicó primero en la Revista Latino-Americana de Estudos Constitucionais, Nro. 3, Sao Paulo, Edi-
torial Del Rey, 2004. p. 327 y ss.; y luego fue incorporado como Capítulo V del libro del autor titulado Comunidades y
Ciudades, Constituciones y Solidaridades. Valencia, Universidad Politécnica de Valencia, 2007.
. Veáse Cabedo Mallol, Vicente. “Las Relaciones entre la Unión Europea y América Latina y El Caribe” en Colomer
Viadel, Antonio (Coord.). La Integración Política en Europa y en América Latina. Valencia, IBEM-Ugarit, 2007. p. 311 y ss.
11
El eterno retorno a la integración...
12
A modo de presentación
El primer capítulo, a cargo de los profesores Leonardo Granato y Nahuel Oddone, plantea
la relación entre el sistema internacional bajo su actual etapa de globalización y los proce-
sos de integración regional, en el marco de los principales debates académicos en la ma-
teria. Posteriormente, y basándose en la Teoría de la Integración Económica, los jóvenes
profesores estudian los esquemas de la integración regional, reconociendo las diferencias
con el anteriormente estudiado sistema multilateral de comercio.
En el segundo capítulo la profesora Susana Durán Sáenz aborda los principios que rigen
al sistema multilateral de comercio e interpreta, en ese contexto, el rol de los acuerdos de
integración regional con la intención de que que el lector sea capaz de elaborar argumen-
tos de negociación económica internacional y desarrolle la capacidad de autocrítica y crí-
tica para el cambio. Finalmente, la profesora Durán Sáenz se dedica a plantear y evaluar
posibles escenarios económico-comerciales en los niveles multilateral, regional y local.
Ya en el ámbito de las experiencias de integración hemisférica, el tercer capítulo de
autoría del profesor uruguayo Enrique Martínez Larrechea, de la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales y de la Universidad de la Empresa, ambas con sede en Montevi-
deo, se propone analizar el rol jugado por la Asociación Latinoamericana de Integración
(ALADI), desde su creación, hace veintiocho años, hasta el momento actual del proceso
de integración latinoamericano, abordando sus nuevos retos y desafíos.
El cuarto capítulo, dedicado al Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(NAFTA según sus siglas en inglés), los profesores Granato y Oddone, en colaboración con
el profesor Juan Cruz Vazquez de las Universidades de Buenos Aires, de Belgrano y de
Morón, abordan los antecedentes y desarrollo de las negociaciones del Acuerdo así como
su estructura institucional. Posteriormente, los autores ubican a México en el escenario
del Acuerdo y reconocen la importancia de la problemática migratoria en la relación de
dicho país con los Estados Unidos de América.
El capítulo quinto a cargo de los profesores Granato y Oddone plantean un análisis crítico
del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y establecen los ‘temas sensibles’ de
la negociación hemisférica. En aras de estudiar el estado actual y perspectivas del ALCA
tras la Cumbre de Mar del Plata de 2005, los autores llevan a cabo, finalmente, un exa-
men del rol de la sociedad civil en el proceso de construcción del proyecto de integración.
En el sexto capítulo, el profesor venezolano Isaías Covarrubias Marquina de la Univer-
sidad Centro Occidental Lisandro Alvarado con sede en Barquisimeto, aborda la evolu-
13
A modo de presentación
ción de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) desde su creación hasta el año 1997.
El autor estudia el ‘resquebrajamiento momentáneo’ del bloque hacia finales de la década
de los noventa y los dos primeros años del siglo XXI, para luego adentrarse en lo que él
llama ‘reponerse y volver a la senda’ de incremento de los flujos comerciales en los dos
últimos años.
El Mercado Común Centroamericano (MCCA) está presente en el capítulo séptimo
a cargo de la profesora salvadoreña Karen Montserrat Santos Flores de la Universidad Cen-
troamericana “José Simeón Cañas” con sede en El Salvador. La autora revisa los antece-
dentes históricos del MCCA y reconoce las diferencias del Sistema de Integración Cen-
troamericana (SICA), respecto de este proceso de integración iniciado durante la década
de los años sesenta. En aras de profundizar acerca del nivel de integración alcanzado por
parte del MCCA, la profesora Santos Flores presenta al lector una compleja gama de ele-
mentos teóricos a la vez que examina el desenvolvimiento de las negociaciones llevadas a
cabo con otros bloques económicos e identifica sus posibles escenarios y obstáculos.
El capítulo octavo aborda el proceso de integración del Mercado Común del Sur
(MERCOSUR). Los profesores Granato, Oddone y Vazquez se proponen estudiar los oríge-
nes y desarrollo político-institucional del MERCOSUR e identifican sus diferentes etapas,
la estructura institucional del bloque y su sistema de solución de controversias. Finalmen-
te, la propuesta culmina con un análisis crítico del estado actual del MERCOSUR y se
formulan prospecciones y escenarios futuros para el espacio integrado.
El capítulo noveno se centra en el origen y los principios y líneas de acción de
dos nuevas propuestas de integración regional en América Latina: la Alternativa Bo-
livariana para América Latina (ALBA) y la Comunidad Sudamericana de Naciones
(CSN). En este sentido, y en aras de vislumbrar el movimiento que le darán a ambos
proyectos los Estados que los integran, los profesores Granato y Oddone comentan
brevemente la postura de los diferentes países de la región. Asimismo, en virtud de
comprender la autonomía como fin último del ALBA y CSN, es que se encuadra a
los mismos dentro de dos tipos específicos de autonomía: la autonomía secesionista
y la autonomía relacional.
En el último capítulo de esta sección del libro sobre experiencias de integración he-
misféricas, el profesor paraguayo Fabricio Vázquez Recalde, de la Universidad Nacional de
Asunción, interpreta las motivaciones, estrategias y medios con los que cuentan los acto-
res sociales de la Zona de Integración del Centro Oeste de América del Sur (ZICOSUR),
con énfasis en las transformaciones territoriales que se están operando en esta región. El
autor nos presenta así esta suerte de ‘puerta’ a la Cuenca del Pacífico, asumiendo el plan-
teamiento de múltiples interrogantes sobre la articulación MERCOSUR – ZICOSUR
en particular, y sobre la integración continental en general, en pos de la formulación de
escenarios cada vez más complejos.
Ya en la última parte de esta obra, y en referencia a otras experiencias de integra-
ción, el onceavo capítulo aborda la institucionalización de la Unión Europea (UE) por
parte del profesor italiano Sergio Fabbrini de la Università digli Studi di Trento. En el
14
A modo de presentación
presente capítulo, cuya presencia honra al presente libro, el profesor Fabbrini pro-
pone indicaciones analíticas y problemáticas comparadas sobre el ya mencionado
proceso de institucionalización.
Por su parte, la profesora Durán Sáenz examina, en el doceavo capítulo, la evolución de
la UE, sus etapas y desarrollo desde una perspectiva histórica de las relaciones internacio-
nales, analizando la etapa actual y concluyendo en probables escenarios futuros.
Finalmente, y a cargo del último capítulo del presente apartado, el profesor Sergio Ce-
sarin, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Argentina
y de la Universidades del Salvador y Torcuato Di Tella,. explica los proyectos de integra-
ción en el Sudeste de Asia (SEA) acaecidos durante la década de los años noventa y que
prosperan bajo el enfoque del regionalismo abierto, no discriminatorio, en sintonía con
el sistema multilateral de negociaciones económicas y como respuesta a los incentivos
propuestos por la globalización.
15
Capítulo I
. Cfr.
��������������
Held, D. et al. Transformaciones globales. México D. F., Oxford University Press, 2002, p. 29.
. Cfr.
��������������
Held, D. et al. Transformaciones globales. México D. F., Oxford University Press, 2002, p. 29.
17
Primera parte: Contexto general
El fin del mundo bipolar es un hecho que no se puede desvincular del proceso de
cambio estructural de las economías centrales, de la consolidación de las relaciones
del tipo Norte–Norte entre las potencias mundiales y del nacimiento de un orden
entendido bajo la lógica de la interdependencia global.
Terminada la Guerra Fría, muchos autores sostuvieron que la “incertidumbre” consti-
tuía un rasgo cuasi estructural del sistema internacional, de allí todos los debates teóricos
suscitados entre los pensadores de las relaciones internacionales del mundo entero. No
obstante, si se retoma la característica estructural del sistema, podía vislumbrarse un
escenario de dos niveles: un nivel multipolar de actores económicos con tres centros de
poder importantes y un nivel unipolar con Estados Unidos en el centro de la escena en
términos de desarrollo militar-estratégico.
Por aquellos años, el orden multipolar comienzó a materializarse en organismos
multilaterales y en relaciones interbloques a partir de los procesos de integración
económica regional.
Como sintetiza Fulvio Attinà (2003): “El sistema mundial contemporáneo es el pri-
mer sistema internacional que conoce procesos de organización política a nivel ma-
crosistémico y a nivel microsistémico o regional”. En este trabajo se entiende el nivel
macrosistémico como el nivel de relacionamiento global receptado en la estructura de
la OMC y los distintos niveles microsistémicos en los diferentes procesos de integra-
ción regional propiamente dichos.
Son numerosas las corrientes y los autores que se han dedicado a profundizar sus es-
tudios sobre la globalización mediante la elaboración de una serie de concepciones, mu-
chas veces contradictorias entre sí, respecto de lo que se entiende por globalización.
En el debate internacional, se identifican principalmente tres grupos intervinientes:
los hiperglobalizadores, los escépticos y los transformacionalistas.
Los hiperglobalizadores sostienen que la globalización contemporánea define una nueva
. El concepto de interdependencia compleja se relaciona con el surgimiento de un orden multipolar en el cual la hegemonía
deja lugar a la supremacía, con una agenda internacional sin jerarquías, con el surgimiento de canales múltiples de rera-
cionamiento que pueden ser interestatales, transgubernamentales o transnacionales; y con la devaluación creciente de la
fuerza militar y el aumento de la importancia económica en el sistema. En este sentido, la interdependencia compleja pretende
presentarse como un sustituto funcional al mantenimiento del orden internacional configurado en la Posguerra Fría y la
continuidad de la supremacía norteamericana mediante el sostenimiento de los regímenes internacionales creados bajo su
período de hegemonía: Organización de Naciones Unidas (ONU), Acuerdo General de Aranceles y Tarifas (según sus
siglas en inglés GATT), la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), entre otros.
. De allí que algunos autores acuñaron el concepto de mundo “uni-multipolar”. Sobre ������������������������������������
este punto, véase: Nye, J. S. The
Paradox of American Power. Oxford - New York, Oxford University Press, 2002; Smith, P. Talons of the Eagle. Oxford – New
York, Oxford University Press, 2000; Layne, C. “The Unipolar Ilussion. Why New Great Powers will rise”. International
Security. Vol. 17, Nro. 4. MIT y Belfer Center for Science and International Affairs, Harvard University. Spring, 1993.
. Cfr. Attinà, F. “Los procesos de integración regional en la política internacional contemporánea” en Echeverría, J. y Fa-
bbrini, S. Gobernancia global y bloques regionales. Quito, Corporación Editora Nacional y Universidad Andina Simón Bolívar,
2003, p. 35.
18
Capítulo I: El Sistema Internacional y la Integración Económica Regional
era en la que los pueblos de todo el mundo están cada vez más sujetos a la disciplina del
mercado global (Kenichi Ohmae, 1997, 2005). Este primer enfoque plantea la globalización
como la ampliación, profundización y aceleración de una interconexión mundial de la ma-
yoría de los aspectos de la dimensión social contemporánea de la vida humana.
Los escépticos, por su parte, como Paul Hirst y Grahame Thompson (1996), postulan
que la globalización es esencialmente un mito que oculta la realidad de una economía
internacional cada vez más segmentada en tres bloques económicos importantes en los
que aún los gobiernos nacionales siguen siendo muy poderosos.
Para los transformacionalistas, como James Rosenau (1990, 1992) y Anthony Giddens
(1996, 2001), las pautas contemporáneas de la globalización se conciben como algo his-
tóricamente sin precedentes, de manera que los Estados y las sociedades experimentan,
actualmente, un proceso de cambio profundo a medida que tratan de adaptarse a un
mundo cada vez más interconectado pero, a la vez, más incierto.
Todas estas corrientes tienen su origen y visión en lo que se ha denominado el centro
político-económico del mundo, entendiendo por ello la tríada constituida por los Estados
Unidos, la hoy Unión Europea y los países del Sudeste Asiático con su nodo en Japón.
De todas formas, es importante destacar el esfuerzo metodológico de una serie de autores
latinoamericanos para generar una conceptualización de la globalización desde nuestro
subsistema regional.
. Existe un consenso implícito entre los internacionalistas no liberales latinoamericanos, influenciados por ideas cepalinas
y por la teoría de la dependencia, de inspirarse en autores franceses como alternativa a los textos en inglés.
. Cfr. Ferrer, A. Historia de la Globalización. México, Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 29 y ss.
. Cfr. Bernal-Meza, R. Sistema Mundial y MERCOSUR. Buenos Aires, Nuevo Hacer - Grupo Editor Latinoamericano,
2000, p. 51 y ss.
19
Primera parte: Contexto general
. Cfr. Rapoport, M. “La globalización económica: ideologías, realidad, historia”. Revista Ciclos, Nro. 12. Buenos Aires,
1997, p. 3 – 42.
10. Cfr. Spota A. A. “Globalización, integración y derecho constitucional”. Revista La Ley, sección Doctrina. Buenos Aires,
26/2/1999, p. 1.
11. “Resulta necesario comprender que no es exacto que la globalización y las integraciones regionales tengan sentido
coincidente o concordante […] las integraciones exitosas habidas […] tienen en realidad un sentido que no condice en su
totalidad con la globalización. Parecería que discrepa con la globalización”. Cfr. Spota A. A. “Globalización, integración y
derecho constitucional”. Revista La Ley, sección Doctrina. Buenos Aires, 26/2/1999, p. 1.
12. Cfr. Attinà, F. “Los procesos de integración regional en la política internacional contemporánea” en Echeverría, J.
y Fabbrini, S. Gobernancia global y bloques regionales. Quito, Corporación Editora Nacional y Universidad Andina Simón
Bolívar, 2003, p. 37.
13. Cfr. Attinà, F. “Los procesos de integración regional en la política internacional contemporánea” en Echeverría, J.
y Fabbrini, S. Gobernancia global y bloques regionales. Quito, Corporación Editora Nacional y Universidad Andina Simón
Bolívar, 2003, p. 37 y 38.
20
Capítulo I: El Sistema Internacional y la Integración Económica Regional
En este mundo globalizado dominado por las economías de mercado, lejos de engen-
drar efectos de homogeneización o uniformación engendra procesos de fragmentación,
dispersión y asimetrías crecientes. Muestra de ello son el aumento de las desigualdades
en el ingreso y la creciente concentración económica en el nivel estadual y societal, es de-
cir, concentraciones en Estados ricos y pobres y, en el nivel de las respectivas sociedades,
clases ricas y pobres tanto en países desarrollados como en subdesarrollados.14
b) Como corolario de la globalización, el regionalismo sería, así, el resultado lógico de la globa-
lización, y se entenderá que, dentro del contexto general de reacción ante las crisis de acu-
mulación capitalista de los años 1970 y 1980 y, a partir de sus tres centros de poder —confor-
mados por los Estados Unidos, la entonces Comunidad Económica Europea y el Japón—,
se comenzó a generar la tendencia que conformaron los grandes bloques comerciales que
asumieron un peso geoeconómico y geoestratégico clave para la expansión capitalista.
El regionalismo, en el marco de la globalización, sería la prueba del inicio de un cam-
bio en el sistema de Westfalia basado en la voluntad y soberanía estatal por otro basado
en nuevos estados comerciales (Richard Rosecrance, 1986); en nuevas lealtades y centros
de poder (Kenichi Ohmae, 1997, 2005); con nuevas problemáticas (Mark Zacher, 1992) y
con distintos niveles de voluntad decisoria que se podrían plasmar en una nueva estruc-
tura supranacional superpuesta (Susan Strange, 1993, 1996, 2001).
La formación de bloques regionales parecería ser un instrumento, un recurso de la eco-
nomía política en el trayecto de inserción hacia una economía globalizada.
Básicamente, existen dos tiempos bien diferenciados del regionalismo para nuestro
subsistema latinoamericano pero, como todo proceso, es muy difícil establecer una
fecha precisa. Por esta razón, el primero surgió a lo largo de la década de 1960 y se ex-
tendió hasta principios – mediados de la década de 1980, en tanto que el regionalismo
abierto corresponde a fines de 1980 o bien ya a la década de 1990.
El viejo regionalismo (muy influenciado por la concepción cepalina en América
Latina) se caracterizó por el apoyo a la estrategia de desarrollo de industrialización
por sustitución de importaciones (modelo ISI); por altas barreras externas (alto
desvío de comercio); acuerdos poco profundos; relaciones Sur–Sur y mecanismos
de implementación con bajo nivel de credibilidad y pocos incentivos para la coope-
ración regional.
El nuevo regionalismo, también hoy conocido como regionalismo abierto, se caracteriza
por el apoyo a la reforma estructural y al proceso de liberalización; los esfuerzos por miti-
14. Para mayor información: Cfr. Oddone, N. y Granato, L. “La globalización como proceso e ideología: las desigual-
dades se acrecientan”. Revista Debates Latinoamericanos, Año II, Nro. 3. Buenos Aires, Fundación Red Latinoamericana de
Cooperación Universitaria, CLEA y CONICET, 2004. Véase también: Peretti, A. “El rol de los gobiernos locales en el
MERCOSUR” en AA. VV. Segundo Congreso Anual de Municipios. Buenos Aires, FEMS y Corregidor, 1999.
21
Primera parte: Contexto general
gar el desvío de comercio reafirmando la idea del spaghetti bowl phenomenon;15 la concreción
de acuerdos más profundos; el crecimiento de las relaciones Norte – Sur; la adecuación
de los mecanismos de resolución de disputas y de reglas acordes con la OMC y, por últi-
mo, la cooperación más allá del comercio (infraestructura, paz y democracia).
La caracterización aquí expuesta del regionalismo es indicativa de los “tiempos de
América Latina” en los pretendidos procesos de integración en el nivel subregional.
22
Capítulo I: El Sistema Internacional y la Integración Económica Regional
accionar conjunto y mancomunado para el logro de una serie de intereses comunes que,
en principio, suelen ser de tipo económicos.
Tal como sintetizara Torrent:
La integración regional es un esfuerzo y una tarea comunes de una pluralidad de Estados que requie-
re la utilización de los instrumentos disponibles para influenciar la realidad económica y social. Estos
instrumentos pueden clasificarse en tres categorías: legislación (reglas jurídicas, normas); actividades
públicas (incluyendo la concesión de subvenciones a determinadas actividades económicas desarro-
lladas por operadores privados); y la redistribución de ingresos mediante transferencias presupuesta-
rias. Como los procesos de integración económica regional son un fenómeno internacional, también
utilizan los instrumentos diplomáticos tradicionales del diálogo y la cooperación.17
Como sostiene Mario Midón, podríamos decir entonces que “la integración es un
hecho político que se instrumenta en forma económica y jurídica, con relevantes hechos
en el plano social”.18 La integración pretende moldear aquellas precondiciones sociales
y económicas nacionales con el fin de alcanzar objetivos específicos mediante el uso de
ciertos instrumentos regionales.
En tanto hecho de política económica, la integración en un mundo global debe, al
menos, ofrecer tres beneficios considerados clave para las economías nacionales:
- Economías de mayor escala: series más largas de producción industrial y nuevos alicientes
para la diversificación de los productos por cada empresa que acceda al mercado amplia-
do que supone la integración.
- Especialización intra-industrial e intra-producto sobre la base de la eficiencia o la productivi-
dad. El desarrollo de la eficiencia como así también el crecimiento del comercio de pro-
ductos manufacturados se han visto favorecidos a partir del aumento del comercio intra-
industrial; convirtiéndose, este último, en el factor de más rápido crecimiento dentro del
comercio internacional y en un hecho económico que no puede ni debe ser ignorado al
momento de diseñar o proyectar un proceso de integración.
- Desarrollo tecnológico: considerado un elemento indispensable para el aprovechamiento
de las economías de escala y la especialización intra-industrial e intra-producto. Basa-
dos en los procesos de cooperación científico-tecnológica intra-regionales, los beneficios
producto de dicha cooperación, medidos como desarrollo tecnológico, se convierten en
elemento sustancial y estructurador de nuevas economías de escala.
17. Torrent, R. “Un marco analítico para los procesos de integración regional”. En: Rojas Aravena, Francisco; Solís, Luis Gui-
llermo (Coords.). La integración latinoamericana: visiones regionales y subregionales. San José: Editorial Juricentro, 2006, p. 19 y 20.
18. Cfr. Midón, M. Derecho de la Integración. Buenos Aires, Rubinzal - Culzoni Editores, 1998, p. 37.
23
Primera parte: Contexto general
o por economías externas resultantes de un mejor eslabonamiento y mayor ‘densidad’ entre los
diversos segmentos productivos.19
19. Cfr. Lavagna, R. Argentina, Brasil, MERCOSUR: una decisión estratégica. Buenos Aires, Editorial Ciudad Argentina, 1998,
p. 187.
20. Sólo los Estados pueden negociar, conceder y obtener tratamientos preferenciales en las relaciones económicas inter-
nacionales.
21. Se debe distinguir entre integración y cooperación. Mientras que la cooperación involucra acciones encaminadas a dismi-
nuir la discriminación, el proceso de integración económica implica medidas encaminadas a suprimir algunas formas de
discriminación. Cfr. Bela Balassa, J. D. Teoría de la Integración Económica. México, UTEHA, 1964, p. 1 y ss. Para Robert
Keohane, la cooperación es la conducta orientada a promover ventajas recíprocas entre países; en este sentido la coope-
ración internacional se ha definido como un proceso a través del cual las políticas seguidas por los gobiernos llegan a ser
consideradas por los asociados como acciones que facilitan sus propios objetivos. Cfr. Keohane, R. Después de la Hegemonía.
Cooperación y discordia en la política económica mundial. Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1988, p. 50 y ss. Para
James Caporaso, la cooperación se configura en ese terreno intermedio, más o menos amplio, en el que el conflicto y la
armonía se mezclan en diversas proporciones. Cfr. Caporaso, J. “Enfoques teóricos sobre la cooperación internacional: el
caso de América Latina” en Muñoz, H. y Orrego Vicuña, F. La cooperación regional en América Latina. Diagnóstico y Proyecciones
futuras. México D. F., Colegio de México - Universidad de Chile, 1987, p. 29.
24
Capítulo I: El Sistema Internacional y la Integración Económica Regional
podría asimilarse más a una muestra de cooperación que a una manifestación de inte-
gración económica.
La tesis, tan repetida sin pensar, de que existen ‘cinco fases’ sucesivas en la integración (zona de libre
comercio, unión aduanera, mercado común, unión monetaria y unión política) es rigurosamente
falsa. Vasta contrastarla con el NAFTA/TLCAN y el propio MERCOSUR. El primero incluye
aspectos muy importantes de mercado común en materias que van más allá del comercio de bienes
(servicios, inversiones), y en cualquier caso mucho más importantes y amplios que los que incluye
el MERCOSUR, sin haberse ni tan solo planteado el ‘paso’ por la fase precedente, de unión adua-
nera. Y el MERCOSUR ha tocado muchos temas propios de la unión política (desde la cláusula
democrática a la cooperación educativa, judicial y policial) sin haber avanzado prácticamente nada en
materia de mercado común. Tampoco el proceso europeo se ajusta a aquella sucesión de fases porque
muchos aspectos relativos al mercado común se plantearon en el momento fundacional y no en un
momento ulterior. Y, por último, ASEAN demuestra que se puede invertir el proceso y comenzarse
con la política para acabar en el comercio de bienes.22
Etapas de la integración
22. Torrent, R. “Un marco analítico para los procesos de integración regional”. En: Rojas Aravena, Francisco; Solís, Luis
Guillermo (Coords.) La integración latinoamericana: visiones regionales y subregionales. San José: Editorial Juricentro, 2006, p. 14.
25
Primera parte: Contexto general
la sustitución de dos o más territorios aduaneros por un solo territorio aduanero, de manera:
-que los derechos de aduana y las demás reglamentaciones comerciales restrictivas [...] sean
eliminados con respecto a lo esencial de los intercambios comerciales entre los territorios cons-
titutivos de la unión o, al menos, en lo que concierne a lo esencial de los intercambios de los
productos originarios de dichos territorios; y -que cada uno de los miembros de la unión aplique
al comercio con los territorios que no estén comprendidos en ella derechos de aduana y demás
reglamentaciones del comercio que, en sustancia, sean idénticos.
26
Capítulo I: El Sistema Internacional y la Integración Económica Regional
La clasificación hasta aquí desarrollada —incluso con sus diferenciaciones— fue fruto de
la aceptación de la comunidad epistémica internacional en materia de integración económi-
ca. De todas formas, es cierto que la clasificación sólo se utilizaba con fines metodológicos,
pues los procesos reales y vivenciales de integración no necesariamente han respondido
a las identificaciones de los elementos mencionados en cada etapa. Prueba de ello son el
propio Tratado de Roma de 1950 y el mismo Tratado de Asunción de 1991 ya que, en sus
enunciados, receptaban diferentes características de las etapas hasta ahora mencionadas.
Es, a partir de la contribución de Jacob Viner (1950) a la teoría de las uniones adua-
neras,23 que se sientan las bases de los efectos estáticos de los acuerdos de integración
económica regional sobre la creación y el desvío del comercio.
La creación del comercio es la sustitución de una fuente de abastecimiento interno de
costo más alto por una de costo más bajo de un país miembro, en tanto que el desvío del
comercio es la sustitución de una fuente de abastecimiento de menor costo de un tercer
país por una fuente de abastecimiento de un costo más alto de un país miembro.
Estos conceptos de creación y de desvío de comercio, por lo general, se utilizaron como
medida de éxito o fracaso de un acuerdo económico regional. El objetivo de este tipo de
23. Cabe mencionar que la misma constituye un caso especial de la teoría del subóptimo o second best, no resultando posible
en tales circunstancias, satisfacer las condiciones de óptimo de Pareto. Sobre este esquema recae el debate sobre “regionalis-
mo versus multilateralismo” en el sentido de cuestionar si el regionalismo (condición subóptima) conducirá necesariamente
hacia el multilateralismo (condición óptima).
27
Primera parte: Contexto general
28
Capítulo I: El Sistema Internacional y la Integración Económica Regional
Desde sus orígenes, la ciencia jurídica reconoció su epicentro en una norma que au-
toriza o prohíbe algo y establece una regla de conducta (Kelsen, 1934). En este sentido,
el derecho de la integración económica contempla una serie de disposiciones de índole
normativa que regulan los procesos de integración económica.
Con conducta se quiere hacer referencia a todo aquel comportamiento o actuación
de diversa índole que ejerce su efecto sobre la integración, sea de origen social, político,
histórico o económico.
El componente axiológico está dado por un sistema de creencias y lealtades histórico-
antropológicas compartidas por los diferentes países para con el propio sistema de la inte-
gración, y es identificado este componente común por el resto de los actores del sistema
que no participan del proceso mismo.
Necesariamente, la organización de la economía debe crear un espacio acorde con la
importancia de sus intereses para favorecer, a su vez, la creación de nuevas políticas eco-
nómicas en el nivel de la integración. Esta nueva forma de hacer política económica debe
crear para sí una serie de instituciones de orden intergubernamental para poder concretar
sus efectos en el plano social.
El derecho de integración es una rama autónoma del derecho, que estudia y sistema-
tiza las normas y principios que informan los diversos procesos y esquemas jurídicos de
integración. Se trata entonces de una disciplina jurídica que se aplica a los procesos de
integración, es decir, un conjunto de medidas tendientes a abolir en forma progresiva la
discriminación entre las unidades económicas pertenecientes a diferentes naciones. Mi-
dón (1998) concibe al derecho de la integración como el conjunto de normas, conductas
y valores que rigen los procesos de integración, y que involucran en ellos a las institucio-
nes que posibilitan su desarrollo. Ciuro Caldani (1997) considera que el derecho de la
integración abarca los acercamientos entre los estados a través del desarrollo básico de
una economía que se pretende con rasgos comunes.
Por su parte, el derecho comunitario es el conjunto de normas de derecho propias
de un ordenamiento jurídico creado en un proceso de integración superior, que incluye
no sólo el derecho originario (de los tratados constitutivos), sino el derecho derivado,
originado en los órganos dotados de competencias normativas, así como normas más
laxas como los principios generales del derecho, o específicas como la jurisprudencia
del Tribunal. Comprende también el derecho complementario que celebran los Estados
miembros para aplicar los tratados, así como el derecho que surge de las relaciones de la
Comunidad con terceros Estados. En su sentido estricto, es el derecho que surge de los tra-
tados constitutivos, que son la fuente originaria, y el derivado contenido en las normas y
actos adoptados por las instituciones comunitarios en aplicación del derecho originario.
Las características del derecho comunitario son las siguientes:
- Autonomía: es un orden jurídico autónomo porque está conformado por las normas pri-
jurídico, en la cual los aspectos sociológico, normológico y axiológico se integran a partir del valor Justicia (dikelógico).
En palabras del autor: “el Trialismo, teoría elaborada de la concepción tridimensional, concibe el mundo jurídico como la integración de la
realidad social, de las normas y de la justicia”. Cfr. Goldschmidt, W. El S.O.S. del Derecho Internacional Privado clásico y otros ensayos.
Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1979, p. 11.
29
Primera parte: Contexto general
30
Capítulo I: El Sistema Internacional y la Integración Económica Regional
26. Cfr. Sentencia de la CEJ del 5.2.63, Van Gend en Loos 26/62, Rec. p.1.
31
Primera parte: Contexto general
Sin perjuicio del grado alcanzado en el proceso de integración, los Estados que con-
forman un bloque o espacio integrado necesitan prever los mecanismos adecuados para
dirimir las cuestiones que pudieran suscitarse con motivo de incumplimiento o violación al
derecho producto de la integración, aplicando en su caso las sanciones que correspondan.
Es preciso señalar que los conflictos Estado – Estado son tan sólo una de las tres hipó-
tesis de litigio que se pueden presentar en algunos de los procesos de integración econó-
mica: los otros dos tipos son conflictos entre un particular (persona física o jurídica) y un Estado
parte, o entre dos particulares.
Los mecanismos de solución de controversias previstos suelen asumir diferentes mo-
dalidades no necesariamente excluyentes entre sí: por un lado, encontramos las formas
propias que nos provee el derecho internacional como la negociación, la mediación, la
conciliación y el arbitraje. Pero, por otro, también es posible hallar la creación de un órga-
no comunitario con funciones jurisdiccionales de carácter permanente, cuyas decisiones
obligan a los Estados parte del bloque.
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34
Capítulo I: El Sistema Internacional y la Integración Económica Regional
35
Capítulo II
El fin de la Segunda Guerra Mundial inició una prolongada etapa cuyos rasgos funda-
mentales fueron el librecambio y la expansión del comercio mundial. La novedad de esta
etapa respecto del comercio internacional previo a la II Guerra, fue el establecimiento de un
marco multilateral de relaciones como base de la cooperación internacional.
Este marco multilateral define y condiciona la trayectoria del comercio internacional
desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad. El régimen que surgió en este
contexto respondió a la complejidad creciente de los intercambios y necesitó un sistema
comercial que les permitiera mayor fluidez. Las instituciones creadas para tal efecto tra-
bajaron y trabajan para la regulación de los intercambios sobre la base de ciertas normas
y acuerdos comerciales entre países.
Los principios de los regímenes definen, en general, los propósitos que se espera
que sus miembros persigan. Por ejemplo, los principios de los regímenes monetarios
y comerciales de posguerra reconfirman el valor de las estructuras abiertas y no dis-
criminatorias de las transacciones económicas internacionales. Las normas contienen
mandatos de algún modo más claros, destinados a los miembros, acerca de las con-
ductas legítimas e ilegítimas, y de las responsabilidades y obligaciones en términos
relativos generales.
.Cfr. Keohane, R. Después de la Hegemonía. Cooperación y Discordia en la Política Económica Mundial. Buenos Aires, Grupo Editor
Latinoamericano, 1988. p. 72 y ss.
37
Primera parte: Contexto general
Las reglas son difíciles de distinguir de sus normas, ya que se mezclan entre si en un
mismo nivel de especificidad. los procesos de toma de decisiones suministran maneras de
implementar sus principios.
El régimen comercial internacional que se estableció a partir de la posguerra, en el
GATT, no exigió que los miembros recurrieran inmediatamente al libre comercio, pero
incorporaron mandatos para practicar la no-discriminación y la reciprocidad y para des-
plazarse hacia una liberalización cada vez mayor.
El objetivo fundacional del GATT fue el de regular la liberalización del comercio en la
posguerra. Los países establecieron, en el marco del Acuerdo, normas para proteger sus
industrias en este nuevo entorno. Las carencias que presentaba el marco institucional del
GATT, se superaron con medidas específicas. La administración de los acuerdos deriva-
dos de la Ronda de Uruguay no podían estar a cargo de la organización, porque esa Ron-
da incluyó, por primera vez, el Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (GATS) y
el de Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (TRIPS), cuyas
disposiciones se diferencian, de manera sustantiva, de las aplicadas en el GATT sobre el
comercio de mercancías.
La Comunidad Europea, Canadá y México, a fin de contrarrestar el unilateralis-
mo de algunas potencias económicas, propusieron, en 1990, la creación de un me-
canismo de solución de controversias en el que las partes contratantes del GATT se
comprometieran a ajustar sus políticas nacionales a las reglas vigentes de este Acuer-
do y que ese mecanismo fuese arbitrado por una organización nueva. La evolución
de este régimen se plasmó en la OMC.
Un poco de Historia
El fin de la Segunda Guerra Mundial planteó la necesidad de consolidar un escenario de
paz y solidaridad mundial cuyos mecanismos fuesen el apoyo financiero y la cooperación
para el desarrollo. Los países vencedores comenzaron las negociaciones en dos sentidos,
el primero era para establecer un esquema multilateral de relaciones comerciales, y el otro
buscaba establecer un sistema monetario internacional estable o el financiamiento de la
reconstrucción de posguerra.
En 1945 se crea la Organización de Naciones Unidas (ONU) y en diciembre de
ese año, EEUU realizó la primera propuesta formal para crear una agencia especia-
lizada en comercio mundial. A través de una Resolución del Consejo Económico y
Social (ECOSOC), el 18 de febrero de 1946, convocó a la Conferencia Internacional
sobre Comercio y Empleo y tenía por objetivo diseñar la Carta de una Organización
Internacional del Comercio (OIC). La Conferencia se celebró en La Habana en 1947
. Cfr. Díaz Mier, M. A. Del GATT a la Organización Mundial del Comercio. Madrid, Síntesis, 1996. p 20.
38
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
39
Primera parte: Contexto general
Principio de la no discriminación
El principio de la no discriminación es la base fundamental del sistema multilateral
sobre cómo desarrollar transacciones comerciales entre diferentes países. Se trata de
evitar que las políticas comerciales de los países generen prácticas diferenciales en lo
que se refiere a medidas adoptadas como aranceles, restricciones cuantitativas o tipos
de cambio, o al impacto que estas provoquen en las naciones. El tratamiento de igual-
dad es en definitiva el principio de no discriminación. Y tiene dos consecuencias: una
positiva, los efectos deberían aumentar el flujo de los intercambios y, una negativa,
como rechazo al proteccionismo.
Para alcanzar este objetivo se requiere el cumplimiento de una serie de normas concre-
tas: la cláusula de la nación más favorecida, la igualdad de trato y la reciprocidad.
En esencia este principio garantiza que cada país aplicará uniformemente a sus interlocutores comer-
ciales los principios del Acuerdo General y los compromisos adoptados durante las Rondas de nego-
ciaciones comerciales, lo que contribuye a garantizar y llevar a la práctica los beneficios económicos
del Comercio Internacional, tanto a favor de los importadores como de los exportadores.
40
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
Trato nacional
Las mercancías importadas y las producidas en el país deben recibir el mismo trato,
al menos después de que las mercancías extranjeras hayan entrado en el mercado. Lo
. Cfr. Granato, L. y Oddone, C. N. “Unión Aduanera, de requisitos mínimos y máximos. Atrapada entre el GATT y la
doctrina”. Contribuciones a la Economía del Grupo de Investigación Eumed.net, noviembre de 2005. Accesible desde: http://
www.eumed.net/ce/2005/nolg-ua.htm.
10. Cfr Tamames, R. Estructura Económica Internacional. Madrid, .Alianza Editorial, 1999. p. 66 y ss.
41
Primera parte: Contexto general
Previsibilidad
Mediante la estabilidad y la previsibilidad se fomentan las inversiones, se crean puestos de
trabajo y los consumidores pueden aprovechar plenamente los beneficios de la competencia:
la posibilidad de elegir precios más bajos. El sistema multilateral de comercio constituye un
intento de los gobiernos de dar estabilidad y previsibilidad al entorno comercial.
En la OMC, cuando los países convienen en abrir sus mercados de mercancías y
servicios, “consolidan” sus compromisos. Con respecto a las mercancías, estas consolida-
ciones equivalen a límites máximos de los tipos arancelarios. En algunos casos, los dere-
chos de importación aplicados son inferiores a los tipos consolidados. Esto suele ocurrir
en los países en desarrollo. En los países desarrollados los tipos efectivamente aplicados
y los consolidados tienden a ser iguales.
42
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
Un país puede modificar sus consolidaciones, pero sólo después de negociarlo con sus
interlocutores comerciales, lo que puede significar que deba compensarlos por la pérdida
de comercio. Uno de los logros de las negociaciones comerciales multilaterales de la
Ronda Uruguay consistió en incrementar la proporción del comercio sujeto a compromi-
sos vinculantes. En la agricultura, el 100 por ciento de los productos tienen actualmente
aranceles consolidados. El resultado de todo ello es un grado considerablemente mayor
de seguridad de los mercados para los comerciantes y los inversores.
El sistema trata también de mejorar la previsibilidad y la estabilidad por otros medios.
Uno de ellos consiste en desalentar la utilización de contingentes y otras medidas em-
pleadas para fijar límites a las cantidades que se pueden importar (la administración de los
contingentes puede dar lugar a un aumento del papeleo administrativo y a acusaciones de
conducta desleal). Otro medio es hacer que las normas comerciales de los países sean tan
claras y públicas (“transparentes”) como sea posible. En muchos de los Acuerdos de la
OMC se exige que los gobiernos divulguen públicamente sus políticas y prácticas en el país
o mediante notificación a la OMC. La supervisión periódica de las políticas comerciales
nacionales por medio del Mecanismo de Examen de las Políticas Comerciales constituye
otro medio de alentar la transparencia tanto a nivel nacional como multilateral.
Libre Competencia
Algunas veces se describe a la OMC como una institución de “libre comercio”, lo que
no es completamente exacto. El sistema permite la aplicación de aranceles y, en circun-
stancias restringidas, otras formas de protección. Es más exacto decir que es un sistema
de normas consagrado al logro de una competencia libre, leal y sin distorsiones.
Las normas sobre no discriminación —NMF y trato nacional— tienen por objeto lo-
grar condiciones equitativas de comercio. Es también el objeto de las normas relativas
al dumping (exportación a precios inferiores al costo para adquirir cuotas de mercado)
y las subvenciones. Las cuestiones son complejas y las normas tratan de establecer lo
que es leal o desleal y cómo pueden responder los gobiernos, en particular mediante la
aplicación de derechos de importación adicionales calculados para compensar el daño
ocasionado por el comercio desleal.
Muchos de los demás Acuerdos de la OMC están destinados a apoyar la competencia
leal, por ejemplo, en la agricultura, la propiedad intelectual y los servicios. El Acuerdo
sobre Contratación Pública (que es un acuerdo “plurilateral” porque sólo ha sido firmado
por algunos de los Miembros de la OMC) hace extensivas las normas en materia de com-
petencia a las compras realizadas por miles de entidades públicas de muchos países.
43
Primera parte: Contexto general
El dumping, que permite la introducción de los productos de un país en el mercado de otro país a un
precio inferior a su valor normal, es condenable cuando causa o amenaza causar un daño importante
a una rama de producción existente de una parte contratante o si retrasa de manera importante la
creación de una rama de producción nacional.12
44
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
de la Ronda se dice que los países más ricos deben acelerar la aplicación de los compro-
misos en materia de acceso a los mercados que afecten a las mercancías exportadas por
los países menos adelantados, y se pide que se les preste una mayor asistencia técnica.
Más recientemente, los países desarrollados han empezado a permitir la importación
libre de aranceles y de contingentes de casi todos los productos procedentes de los países
menos adelantados. En todo ello la OMC y sus Miembros atraviesan aún un proceso de
aprendizaje. El actual Programa de Doha para el Desarrollo incluye las preocupaciones
de los países en desarrollo por las dificultades con que tropiezan para aplicar los acuerdos
de la Ronda Uruguay.
Las Rondas de Negociaciones13 celebradas en el marco del GATT, desde 1947 a 1973,
Ginebra, Annecy, Torquay, Ginebra y la segunda de Ginebra tuvieron como objetivo
principal la reducción de los obstáculos al comercio internacional y la discusión se centra-
lizó en las rebajas arancelarias. En la segunda etapa, desde la Ronda Kennedy hasta la de
Uruguay se abordó ya una importante ampliación de la agenda y de los procedimientos.
Se redujeron los aranceles en un porcentaje significativo global, se debatieron cuestiones
nuevas como la agrícola y las barreras no arancelarias. Se discutieron normas o códigos
sobre prácticas desleales al comercio como dumping y subsidios. Estos temas se debatieron
también en la Ronda de Tokio y la de Uruguay, abierta en 1986 y concluida en 1994.14
En la actualidad, está en marcha la Ronda de Doha (Qatar) sobre la que se hará referen-
cia en las últimas secciones de este capítulo.
13. Las Rondas de negociaciones llevan el nombre de la ciudad dónde se abrieron las negociaciones o el del político
que asumió un rol destacado en el inicio de las mismas, como la Dillon en honor al que fuera Secretario del Tesoro de
EEUU.
14. El clima de las Rondas se iba deteriorando en la medida que se hacia más difícil la negociación de las rebajas aran-
celarias producto por producto. Sin embargo, este no fue el único problema existente, en la Ronda Kennedy se produ-
jeron enfrentamientos entre las dos potencias comerciales de ese momento: la Comunidad Europea y Estados Unidos.
Continuaron en la de Tokio y a éstas se sumaron las tensiones producidas por la crisis de 1973 que contrajo el comercio
internacional por primera vez desde 1945.
45
Primera parte: Contexto general
Nro. de países
Nombre Fecha Temas tratados
participantes
Reducción de aranceles con
IV Ronda Ginebra 22 1955-56 negociación bilateral (4.400
concesiones).
V “Ronda Dillon” Inicio de la negociaciones con
45 1960-61
Ginebra la CEE.
Reducción general de aran-
celes. Medidas no arancela-
VI “Ronda Kennedy” rias. Código Antidumping.
48 1964-7
Ginebra Consolidación de acuerdos
de ayuda a los países en desa-
rrollo.
Reducción de aranceles con
acuerdos multilaterales. Dis-
cusión sobre el desarrollo y
el subdesarrollo. Creación de
VII “Ronda de Tokio”.
99 1973-9 un comité de negociaciones
Tokio
comerciales. Reducción de
los países industrializados de
los derechos de exportación y
otros obstáculos.
Reducción de aranceles.
VII “Ronda Uruguay” Medidas no arancelarias.
123 1986-94
Ginebra Creación de la OMC y otros
organismos.
Fuente: Rabanal, Nuria et all. El entorno económico actual. p.105 y elaboración de la autora.
15. Cfr. Díaz Mier, M. A. Del GATT a la Organización Mundial del Comercio. Madrid, Síntesis, 1996.
46
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
En los ‘80 se intentó modificar el sistema de manera que contemplara, por un lado, a
los países en desarrollo y, por otro, la utilización del procedimiento “normal”. Luego de
largas negociaciones en la Ronda de Tokio se llega a un instrumento de síntesis de los sis-
temas que constituían la práctica consuetudinaria del GATT en materia de notificación,
consulta, solución de controversias y vigilancia.
El GATT, en definitiva, se ha ido perfeccionando a lo largo de su existencia, sin em-
bargo, en la Ronda Uruguay se expresó la necesidad de “fortalecer el papel del GATT,
mejorar el sistema multilateral de comercio basados en los principios y reglas del GATT
y lograr una más amplia cobertura del comercio mundial sobre disciplinas multilaterales
acordadas, efectivas y reforzadas” esto indicaba la necesidad de mejorar el Sistema de
solución de controversias.
Los principios generales que regían el GATT fueron tomados por su predecesora la
OMC, con el mismo propósito fundamental que, es, el contribuir a que las corrientes
comerciales aumenten en cantidad e intensidad. La OMC convierte en definitivo todos
los compromisos asumidos por el GATT, en el período 1947/93, como los Acuerdos
emanados de la Ronda Uruguay.
La OMC tiene personalidad jurídica y está dotada de los privilegios e inmunidades
establecidos en la “Convención sobre Prerrogativas e Inmunidades de los Organismos
Especializados de las Naciones Unidas”, se fortalece, de esta manera, su condición ju-
rídica lo que la coloca en igualdad de condiciones con el Banco Mundial y el FMI.
El GATT sólo se constituyó como un acuerdo multilateral: fue un acuerdo, un texto ju-
rídico; en tanto que la OMC es una Organización, por eso se estructura con protocolos de
procedimiento. Durante la aplicación del GATT, a excepción de la Cláusula de la Nación
más Favorecida y de las listas de concesiones, todas las demás disposiciones eran aplicadas
por los estados en la medida que no fuesen conflictivas con la legislación interna.
La OMC requiere que los parlamentos nacionales ratifiquen sus decisiones a partir de
1995, no se permite que ninguna legislación nacional sea incompatible con las disposi-
ciones de la OMC. El GATT se ocupaba del comercio de mercancías; la OMC abarca
también el comercio de servicios y la propiedad intelectual.
El sistema de resolución de controversias no establecía plazos fijos en el GATT mien-
tras que en la OMC fija el procedimiento con plazos concretos.
Orígenes de la OMC
47
Primera parte: Contexto general
16. Véase el primer capítulo de este libro: “El Sistema Internacional y la Integración Económica Regional”.
48
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
las empresas transnacionales consideran los servicios como un sector estratégico en las
negociaciones multilaterales sobre comercio.
-La inversión extranjera directa unida a la mundialización de la producción han tenido
un impacto considerable en el flujo comercial de los últimos años. Un aspecto funda-
mental es la tendencia de las empresas más grandes a establecer sistemas integrados de
producción y comericalización.
49
Primera parte: Contexto general
En suma, de acuerdo con un informe del Director General del GATT, a mediados de
1993 se notificaron a esa organización dieciocho nuevos acuerdos regionales de comer-
cio, entre los que se destacan el TLCAN, trece acuerdos firmados entre Europa Occiden-
tal y los llamados países en transición y el Tratado de Asunción por medio del cual se
estableció el Mercosur entre la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.
Un elemento adicional que caracterizó el escenario del comercio mundial de los años
recientes fue el constante empeoramiento de las disciplinas de comercio multilateral y,
por lo tanto, la urgencia de concluir exitosamente la Ronda de Uruguay. Cuando en
1986 se inició dicha Ronda, uno de los objetivos fue, precisamente, detener la erosión del
sistema multilateral y de las disciplinas comerciales debido a una combinación de políti-
cas comerciales proteccionistas y restrictivas. Así, por ejemplo, en los últimos años el co-
mercio mundial se ha ido apartando de la reciprocidad multilateral y de la aplicación de
la cláusula de la “nación más favorecida” (CNMF) y los problemas comerciales se abor-
dan cada vez más sobre la base de criterios bilaterales, regionales e inclusounilaterales.
Un acontecimiento importante que afectó al sistema internacional fue la promulgación
en Estados Unidos de la Ley General de Comercio y Competencias de 1998, cuyas
disposiciones mas controvertidas y que llamaron la atención en la mayoría de los países
fueron las del artículo 301. En este se prevé la aplicación de medidas de represalia contra
los socios comerciales de EEUU por prácticas que unilateralmente se califiquen de “arbi-
trarias”, “injustificables” o “discriminatorias”, no sólo con respecto a los estadounidenses,
sino también en esferas en las que no existe obligación específica alguna, como los servi-
cios, las inversiones y los derechos de propiedad intelectual.
El comercio internacional descrito permite comprender por qué para varios países era
tan importante la creación de una organización mundial que administrara los acuerdos
multilaterales negociados en la Ronda y que contara con un marco legal para aplicar los
acuerdos y eliminar, en lo posible, las medidas unilaterales instrumentadas por las princi-
pales potencias comerciales. Asimismo, los cambios ocurridos en el comercio internacio-
nal de los años recientes convencieron a los países participantes de la urgencia de concluir
con buen éxito la Ronda de Uruguay, pues era evidente que el marco comercial y jurídico
del GATT previo a la Ronda resultaba insuficiente para encarar dichos cambios.
Los Acuerdos de la OMC son extensos y complejos porque se trata de textos jurídicos
que abarcan una amplia variedad de rubros:
-Acuerdo Agricultura
-Acuerdo Textiles y vestido
-Acuerdo Servicios bancarios
-Acuerdo Telecomunicaciones
-Acuerdo Contratación pública
-Acuerdo Normas industriales y seguridad de los productos,
-Acuerdo Reglamentos sobre sanidad de los alimentos,
-Acuerdo Propiedad intelectual.
50
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
La OMC queda establecida el 1ro de enero de 1995. Los principios simples y fundamen-
tales que constituyen la base del sistema multilateral de comercio del GATT son asumidos
por la OMC: su propósito fundamental es el de contribuir a que aumente el flujo comercial.
Esto no se logra sólo administrando los acuerdos comerciales o negociando sino también
supervisando loas políticas comerciales nacionales, cooperando con otras organizaciones
internacionales y ofreciendo apoyo técnico y comercial a los países menos desarrollados.
Estructura de la OMC
La OMC está integrada por más de 130 Miembros, que representan más del 90 por ciento
del comercio mundial. Más de treinta países están negociando su adhesión a la Organización.
Las decisiones son adoptadas por el conjunto de los países Miembros. Normalmente,
esto se hace por consenso.No obstante, también es posible recurrir a la votación por
mayoría de los votos emitidos, si bien ese sistema nunca ha sido utilizado en la OMC
y sólo se empleó en contadas ocasiones en el marco de su predecesor, el GATT. Los
Acuerdos de la OMC han sido ratificados por los parlamentos de todos los Miembros.
El órgano superior de adopción de decisiones de la OMC es la Conferencia Ministerial,
que se reúne al menos una vez cada dos años.
En el nivel inmediatamente inferior, está el Consejo General (normalmente compuesto
por embajadores y jefes de delegación de Ginebra, aunque a veces también por funciona-
rios enviados desde las capitales de los países Miembros), que se reúne varias veces al año
en la sede situada en Ginebra. El Consejo General también celebra reuniones en calidad de
Órgano de Examen de las Políticas Comerciales y de Órgano de Solución de Diferencias
(Cfr. Organigrama en la página 52.)
En el siguiente nivel, están el Consejo del Comercio de Mercancías, el Consejo del
Comercio de Servicios y el Consejo de los Aspectos de los Derechos de Propiedad In-
telectual relacionados con el Comercio (Consejo de los ADPIC), que rinden informe al
Consejo General.
La OMC cuenta igualmente con un importante número de comités y grupos de tra-
bajo especializados que se encargan de los distintos acuerdos y de otras esferas como el
medio ambiente, el desarrollo, las solicitudes de adhesión a la Organización y los acuer-
dos comerciales regionales.
En la primera Conferencia Ministerial, celebrada en Singapur en 1996, se decidió
añadir a esta estructura tres nuevos grupos de trabajo, encargados respectivamente de la
relación entre comercio e inversiones, la interacción entre comercio y política de compe-
tencia y la transparencia de la contratación pública. En la segunda Conferencia Ministe-
rial, celebrada en Ginebra en 1998, los ministros decidieron que la OMC también había
de estudiar la cuestión del comercio electrónico, tarea ésta que van a compartir distintos
consejos y comités ya existentes.
51
Primera parte: Contexto general
Todos los Miembros de la OMC pueden participar en todos los consejos, comités, etc.
excepto en el Órgano de Apelación, los grupos especiales de solución de diferencias, el
Órgano de Supervisión de los Textiles y los comités de los Acuerdos plurilaterales
Organigrama17
Conferencia Ministerial
Secretaría
52
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
consejos y comités y a las conferencias ministeriales, prestar asistencia técnica a los países
en desarrollo, analizar el comercio mundial y dar a conocer al público y a los medios de
comunicación los asuntos relacionados con la OMC.
Además, también presta algunas formas de asesoramiento jurídico en los procedi-
mientos de solución de diferencias y asesora a los gobiernos que deseen convertirse
en Miembros de la OMC. El presupuesto anual asciende a unos 122 millones de
francos suizos.
53
Primera parte: Contexto general
54
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
55
Primera parte: Contexto general
Apelación
- Estudio por el órgano de apelación 60-90
- Adopción del informe de apelación 30
Implementación de recomendaciones del informe
Plazo
razonable
A falta de aplicación de recomendaciones:
- pedido de autorización de represalia 20
- autorización de la represalia 30
- arbitraje eventual sobre plazos de ejecución 60
Total mínimo
330 + ejecución
Total máximo
540 + ejecución
Salvo urgencia o si las partes acuerdan otra cosa
Miembros y Observadores18
De un total de 138 miembros, 110 se adhirieron durante 1995, el resto se fueron in-
corporando en sucesivas etapas hasta el 2000.
Con respecto a los Gobiernos con la condición de observador son treinta y cuatro y
con excepción de la Santa Sede, los observadores deben iniciar las negociaciones de adhe-
sión en un plazo de cinco años después de obtener esta condición.
Organizaciones con la condición de observador en el Consejo General única-
mente (otras organizaciones pueden tener la condición de observador en otros con-
sejos y comités):
-Naciones Unidas (NU)
-Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD)
-Fondo Monetario Internacional (FMI)
-Banco Mundial (BM)
-Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
-Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI)
-Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)
56
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
“El comercio internacional puede jugar un papel más importante en la promoción del
desarrollo económico y en la lucha contra la pobreza. Somos conscientes de la necesidad
de que todos los pueblos se beneficien del aumento de las oportunidades y de la mejora
del bienestar que ofrece el sistema multilateral”. (Declaración Ministerial de Doha, No-
viembre 2001).
El lanzamiento de la agenda del desarrollo en Doha se basó en la promesa de que, en
esta ronda, se plantearían las reformas necesarias para dar a los países más pobres opor-
tunidades comerciales reales “en la medida de sus necesidades de desarrollo”, promesa
que se hizo hace casi medio siglo en los acuerdos del GATT de 1947.
La conferencia de Cancún fracasó porque los países desarrollados no fueron capaces
de cumplir los compromisos que hicieron en Doha.
Existen otros factores que contribuyeron a este resultado: ni la Unión Europea ni los
Estados Unidos fueron capaces de convencer a su opinión pública de la necesidad de
reformar en profundidad sus políticas agrarias.
La situación económica mundial, marcada por la recesión económica y la cada vez
más débil cooperación internacional, fue más favorable a los principios del proteccio-
nismo y del unilateralismo que a un compromiso renovado por el multilateralismo y la
reforma de las normas comerciales.
Además, la agenda contemplaba por un lado, los incumplimientos de plazos de nego-
ciación y por otro, la insistencia de la Unión Europea, Canadá y Japón en iniciar nuevas
negociaciones sobre los controvertidos temas de Singapur.
En cierto modo, se esperaba que Cancún, tuviera resultados positivos como si una
conferencia de cuatro días pudiera compensar dos años de conflicto y de negociacio-
nes frustradas.
En un mundo de 6.000 millones de personas, 1.000 millones poseen el 80% del PIB global, mientras
otros 1.000 millones luchan por sobrevivir con menos de 1 dólar al día. [...] Durante los próximos 25
años, la población de los países pobres aumentará en 1.500 millones de personas. Muchos de ellos
sufrirán pobreza, desempleo y frustración por lo que considerarán un sistema global injusto. (James
Wolfensohn, presidente del Banco Mundial).
19. Se recomienda la lectura de los denominados “Objetivos del Milenio”. Disponibles en: www.omc.org.
57
Primera parte: Contexto general
Dado que:
- Con el 14% de la población mundial, los países de renta alta se benefician del
75% de todas las exportaciones.
- Los países de renta baja, con el 40% de la población mundial, participan sólo en el 3%
del comercio mundial.
- Las exportaciones del Reino Unido son mayores que las de los países del sur de
Asia y del África subsahariana juntos.
Estos escasos resultados económicos se deben, al menos en parte, a las desequilibradas
reglas que rigen el comercio internacional. Por ejemplo:
- Los países en desarrollo tienen que hacer frente a barreras 4 veces más altas que las que
se imponen a los países industrializados; y los bienes producidos en los países más pobres
se enfrentan a las mayores barreras a la importación.
- Los países del Norte continuan con sus prácticas de miles de millones en subsidios
Del mismo modo que necesitamos mejorar el marco multilateral de seguridad, debemos reestablecer
la fe en un marco económico multilateral. Si no se progresa ahora, la amargura de hoy puede perfecta-
mente volverse en nuestra contra mañana. (Rubens Ricupero, discurso pronunciado en la Conferencia
Ministerial en Cancún por el Secretario general de la UNCTAD.).
Casi diez años después de la creación de la OMC, se la acusa de ser lenta, incómoda e
inflexible. Las grandes potencias, enfrentadas a una mayor preparación y determinación
de los países pobres, están tratando de boicotear el sistema de la OMC y alcanzar sus
objetivos a través de acuerdos bilaterales o regionales.
A pesar de que es evidente que la OMC no estuvo a la altura de sus expectativas, este
auge del bilateralismo y el regionalismo carece de sentido económico y político:
- Los acuerdos bilaterales y regionales pueden crear graves distorsiones en los flujos de
comercio, con más costes que beneficios para todas las partes implicadas y para la eco-
nomía mundial en su conjunto. Por este motivo el principio de “Nación más Favorecida”
se estableció como la piedra angular de la OMC y por eso existen normas que deben
cumplirse en los acuerdos de libre comercio y uniones aduaneras especificadas en el Ar-
tículo XXVI del GATT.
- La gran cantidad de acuerdos bilaterales y regionales tuvieron resultados económicos muy
variados. Por ejemplo, el Informe sobre Comercio Mundial del 2003 muestra que muchos de
los acuerdos regionales no tuvieron como resultado un aumento del comercio, porque, por
ejemplo, no se liberalizaron los sectores donde el proteccionismo era mayor (WTO, 2003)
58
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
59
Primera parte: Contexto general
ser visto como una oportunidad para avanzar de forma más centrada y efectiva, solven-
tando así algunas de las dificultades que plantean negociaciones entre 146 miembros.
En vista de todo lo anterior, seria recomendable que la OMC quisiera superar el ac-
tual bloqueo y reanudar las negociaciones. Una vez que éstas se hayan reestablecido, de-
berán tratarse otros temas cruciales como los ADPIC, la implementación y el tratamiento
especial y diferenciado a los distintos miembros.
Agricultura
La Agricultura es el tema más importante en la agenda de la OMC y será determi-
nante para juzgar su capacidad de ofrecer una agenda reformada y a favor del desarrollo.
Más de tres cuartas partes de la población pobre del mundo – unos 900 millones de per-
sonas – viven en áreas rurales, la mayoría pequeños productores. Es, por tanto, bastante
evidente que si no se producen avances significativos en los temas agrarios será difícil
reestablecer adecuadamente las negociaciones.
Las diferentes propuestas hechas por los países en desarrollo en la Cumbre de Cancún
deberían proporcionar datos útiles sobre el modo en que deben reestablecerse las nego-
ciaciones, que deberían iniciarse lo antes posible. La Unión Europea y Estados Unidos
tiene que hacer importantes concesiones en el tema de los subsidios si quieren conseguir
mayor acceso a los principales mercados de los países en desarrollo. Al contrario de lo
que sucedió en Cancún, el Quad (EE.UU., UE, Canadá y Japón) y el G-20 deben dar
más importancia a las reivindicaciones de los miembros más pobres, especialmente en el
tema de un tratamiento especial y diferenciado.
Sería importante que el Consejo General fije, lo antes posible, una nueva fecha para el
establecimiento de modalidades y para que su presidente inicie las consultas basadas en
los diferentes marcos de propuestas presentadas por los miembros de la OMC.
Algodón
El algodón se convirtió en la prueba de fuego en la Conferencia de Cancún porque evi-
denció las enormes grietas que existen en las actuales reglas de la OMC sobre agricultura.
A pesar de las sanciones acordadas en la Ronda de Uruguay, los subsidios del algodón
están poniendo en peligro la supervivencia de millones de productores en los países en
desarrollo. Los países del África occidental llegaron a las negociaciones con buena fe y pre-
sentaron propuestas constructivas, que consiguieron el apoyo político de la gran mayoría de
los miembros tanto entre los países desarrollados como entre los países en desarrollo.
El fracaso a la hora de llegar a un acuerdo en Cancún es un paso atrás muy serio.
Los países del África occidental han demostrado cierta flexibilidad a la hora de fijar la
fecha de finalización de los subsidios. Pero sus productores no pueden esperar hasta el
final de las negociaciones para que se emprendan acciones concretas, especialmente si
se retrasa más allá del 2005 y su implementación necesita entre cinco y diez años. Para
entonces, uno de los pocos sectores competitivos de estos países, desesperadamente
pobres, desaparecerá.
60
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
Esa es la razón por la que el tema del algodón fue el primero que se trató de forma
individual.
Para alcanzar una solución lo antes posible, el grupo de negociación sobre el tema
del algodón, creado en Cancún, debe ser convocado de nuevo con el objeto de buscar
otras opciones. La eliminación de los subsidios al algodón que distorsionan el comercio
exige un importante esfuerzo tanto por parte de Estados Unidos —principal responsable
de este problema— como por parte de la Unión Europea. Se deben tener en cuenta las
dificultades a las que se deberán enfrentar los productores de los países ricos. Pero esto
no debe utilizarse como excusa para no adoptar ninguna acción. Estados Unidos debería
ser capaz de hallar una solución y ofrecer propuestas constructivas en relación a estos
subsidios. Cualquier iniciativa significativa sería útil para superar el actual bloqueo.
Reforma Institucional
61
Primera parte: Contexto general
La OMC ha sido definida por algunos autores como un club global de comercio al
que ahora ingresó China.
China pretende llegar al objetivo de doblar el PIB en 2010 y ocupar un lugar entre las
economías más grandes del mundo. Economistas del FMI estiman que, tras cinco años
desde el ingreso para el 2007, la economía china crecerá un 0,8% al año más rápido que
sin su entrada en la organización internacional.
China, debido a su profundo cambio y crecimiento (10% de promedio en los últimos
diez años), está en la mira comercial de todo el mundo. Es el noveno país en el mundo en
en excedente de balanza comercial y el segundo receptor mundial de inversión extranjera
después de EEUU. Con el ingreso a la OMC, será la economía más destacada y floreciente
del siglo XXI. Se espera un crecimiento del 8% para los próximos siguientes 10 años. En
el 2020 será una gran potencia en el mercado internacional con fuerte orientación exporta-
dora y al mismo tiempo un gran mercado doméstico. El ingreso de esta potencia asiática a
la OMC impacta no solo al país y a su economía; sino también a las empresas extranjeras
62
Capítulo II: Organización Mundial del comercio...
y a las economías mundiales en general. Sin embargo, a China todavía le falta incorporar
los principios de No Discriminación y trato nacional. Tampoco ha logrado en su mercado
interno la adecuación suficiente a los precios de previsibilidad y transparencia.
Bibliografía
Fuentes Primarias
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GATT y de la creación de la OMC.
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Diciembre de 1993.
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- Granato, Leonardo y Oddone, Carlos Nahuel. “Unión Aduanera, de requisitos mí-
63
Primera parte: Contexto general
64
Capítulo II. Anexo
65
Primera parte: Contexto General
nocidos tres casos que fueron recopilados por el GATT, a saber: 1) una UA o ZLC en
cuanto tal y constituidas acorde con el art. XXIV; 2) un acuerdo interino orientado a la
formación de una UA o ZLC constituido de acuerdo al art. XXIV y 3) una zona prefe-
rencial entre países en desarrollo con base en la “cláusula de habilitación” (enabling clause).
Concentrándonos en este informe por analizar solo el primer caso.
El art. XXIV del GATT autoriza la celebración de ZLC y UA, exceptuando el trata-
miento preferencia que entre sí se otorguen los miembros de esas zonas de la multilatera-
lización impuesta por el art. I del GATT. Hummer y Prager sostienen que:
Sin la excepción consagrada en el art. XXIV del GATT, el desmantelamiento arancelario producido
por al constitución de una unión aduanera o zona de libre comercio debería extenderse y beneficiar a
todos los miembros del GATT, en virtud de la aplicación de la cláusula de la nación más favorecida
consagrada en el art. I del GATT.
Esto nos indica la necesidad de tener un enfoque global para acercarnos al estudio del
Texto del GATT. Ahora bien, la excepción del art. XXIV sólo funciona si el desmantela-
miento arancelario a producirse en la zona en virtud de la constitución de UA o ZLC abarca
lo sustancial del comercio entre las partes contratantes, y si, respecto de esa parte sustancial
del comercio recíproco, la liberalización se produce para todas las partes de la zona.
De esta manera, se excluyen del concepto de “lo sustancial” del comercio las meras
preferencias bilaterales o unilaterales concedidas entre sí por las partes de la zona, que en
todos los casos deberían de ser multilateralizadas en virtud del art. I del GATT, al estar
excluidas de la excepción del art. XXIV del GATT.
Por lo tanto, y en consecuencia, el comercio entre los Estados partícipes de una UA
podría ser considerado en base a dos tipos: 1) los productos que forman parte de lo sus-
tancial del comercio, produciéndose un desmantelamiento arancelario en forma exhausti-
va y absoluta para todos los Estados parte de la UA y sin la obligación que sean multilate-
ralizados en virtud del art. I del GATT y de la cláusula de NMF y 2) los productos que
constituyen la parte “no sustancial” del comercio entre las partes que el propio GATT
autoriza a excluir del desmantelamiento arancelario entre las partes y con respecto a los
cuales pueden subsistir las protecciones arancelarias.
Resulta entonces que la aplicación de NMF a las relaciones entre los miembros de la
zona, y respecto de los productos considerados sustanciales, carece de sentido, debido a
que solo pueden incluirse dentro de la parte sustancial del comercio, y exceptuarse de la
multilateralización impuesta por el propio GATT en su art. I a todos los miembros de la
zona (Hummer y Prager, 1998).
En contra de esta concepción, parece haberse sostenido en el seno del GATT que la
compatibilidad de los acuerdos preferenciales que se pretendían al amparo de la excep-
ción del art. XXIV del GATT, es decir, que la sola constitución de una ZLC o una UA
permite excluir de la aplicación el art. I del GATT no sólo los beneficios que involucren a
todos los miembros de la zona preferencial sino también aquellos que, en forma bilateral
o unilateral, se conceden entre sí los miembros de la zona, y que incluso esas preferencias
66
Capítulo II. Anexo
deben considerarse parte de lo sustancial del comercio liberalizado entre los miembros
de la zona. Según los autores antes mencionados esta interpretación tiende a confundir
conceptualmente el comercio intrazona con la idea de sustancialidad y esencialidad.
De todas maneras, se consagra un sistema orientado a garantizar que el comercio
intrazona, generado por los acuerdos que se pretenden al amparo del XXIV del GATT
sean más intensos que el comercio de extrazona desviado por los países miembros, lo que
sería difícil de lograr si se permitiera que al amparo de estos acuerdos se exceptuara de la
multilateralización impuesta por el art. I del GATT las meras preferencias unilateralmen-
te o bilateralmente concedidas por los Estados signatarios. Las excepciones consagradas
en el art. XXIV se conciben sin perder de vista los objetivos generales del GATT.
La aplicación de la cláusula de la NMF “hacia adentro” en una ZLC o una UA cons-
tituida bajo el art. XXIV carece de sentido, pues, siendo abolidos los obstáculos para el
comercio de lo sustancial, las posibilidades de discriminación intrazona sólo se refieren
a la parte no sustancial, excluidos del desmantelamiento arancelario, y que, a la vez, res-
ponderían al art. I bajo su pleno imperio.
67
Capítulo III
Introducción
69
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
posibles hitos históricos de referencia) pese que hacia 1960 está válidamente encauzado.
Se trata de un proceso contemporáneo del surgimiento de la integración europea, de la
crisis del petróleo y del endeudamiento latinoamericano (promovido por la acumulación
de excedentes financieros generada por el precio internacional del petróleo). Por ello es
natural que, desde mediados de los ochenta, comience una segunda etapa del momento
unificador. En esta segunda etapa, la integración económica no se detiene aunque experi-
menta fuertes embates, nace la concertación política latinoamericana y alcanza sus límites
el estilo de desarrollo basado en la sustitución de importaciones. Una nueva coalición,
esta vez anti-inflacionaria, intenta capitalizar las promesas del fin de la guerra fría a través
de la expansión del comercio y de la apertura e inserción en el mundo global. Tres lustros
más tarde (2003-2005), también esta etapa alcanza sus límites políticos y económicos,
en un contexto de crecimiento de las demandas por materias primas de la región, de
expansión del comercio mundial, pero también de prórroga de las barreras proteccionis-
tas levantadas por los países centrales en el comercio agrícola y en otros capítulos de la
agenda de la OMC.
Sea como fuere, pensamos que ALADI debe ser analizada y comprendida en este marco
histórico y con las herramientas teóricas adecuadas para una época de mutaciones. En este
artículo intentamos guiarnos por una hipótesis (o un pequeño sistema de hipótesis) presi-
dido por la sospecha de que el proceso de ALADI constituye un proceso de integración
cuya articulación evoluciona desde condiciones iniciales incipientes a marcos económico-
comerciales y políticos mucho más complejos. En este sentido, su rol clave como uno de
los principales marcos para el desarrollo y liberalización del comercio intrarregional, pero
también en otras dimensiones relevantes de la complementación académica y el desarrollo
económico-social, requiere ser sostenido por medio de formas de articulación cada vez más
complejas con el conjunto de las instancias de la integración regional latinoamericana. Esa
convergencia de viejos y nuevos roles, en contextos de globalización y de congelamiento
del proceso de negociaciones multilaterales globales tiene mucho que ver con los retos que
enfrenta ALADI como una pieza clave de la integración latinoamericana.
En las siguientes páginas, previa descripción del proceso de ALADI como instancia de
integración, intentaremos aproximarnos a los desafíos que ella enfrenta en la actualidad,
en la perspectiva de un nuevo momento de ese proceso, caracterizado por una nueva
política sudamericana.
70
Capítulo III: ALADI y el proceso de integración latinoamericana en tiempos globales...
paso en la historia de América Latina y esto probablemente distaba de ser evidente en los
comienzos de la década del sesenta. Las formulaciones estructural-desarrollistas ponían
en entredicho las estructuras de dominación y amenazaban el statu-quo de la fragmenta-
ción, pero distaban de aparecer revestidas del aura de transformación revolucionaria que,
probablemente necesitaban los sectores más pobres y deseaban los sectores radicalizados
de la clases medias. Por un lado el proteccionismo y los intentos de dominación imperial
pusieron en jaque a las reformas estructurales de corte desarrollista, mientras que por
otra parte, los movimientos de concepción marxista, a menudo, volcados a la vía armada,
erosionaron la estabilidad democrática. Los golpes de estado y la subsiguiente represión
(que en algunos países poseyó notas de genocidio), acabaron con las ilusiones de una
generación. Methol Ferré, ha hablado del “Ariel armado y del “Ariel desaparecido”, para
evocar este proceso que hondamente sacudió a América Latina.
Sin embargo, producto de causas aún más profundas, tanto de naturaleza cultural y
política, como económica, el proceso de integración regional no se detuvo. En el caso de
ALALC diversas razones militaron para que al final de la década, se advirtiera la nece-
sidad de completar la zona de libre comercio en un plazo acotado (que el Tratado había
fijado inicialmente en doce años). En el Protocolo de Caracas de 1969, se ampliaba de
1973 a 1980, el plazo para alcanzar la zona de libre comercio. En 1978, la Resolución 370
de la Conferencia encargó al Comité Ejecutivo Permanente la realización de los trabajos
conducentes a la reestructuación de la Asociación. En el XIX período de sesiones, en
1979, se adoptó un cronograma de trabajo, sobre el que decidiría el Consejo de Ministros
(introducido tardíamente en la arquitectura de ALALC) en el año siguiente. (Diez de
Velasco, 206: 720; Magariños, 2006, 285-310).
La cláusula de la nación más favorecida y el fuerte multilateralismo de ALALC, en
un contexto de proteccionismo, en el que no se vieron reflejadas las expectativas de los
países de menor desarrollo económico relativo, propiciaron el fin de la Asociación y su
sucesión por la Asociación Latinoamericana de Integración.
El proceso de reestructuración se desarrolló de acuerdo con cronograma previsto, a
través de cuatro reuniones de negociación: la primera, del 18 al 28 de marzo de 1980, en
Caracas; la segunda, verificada del 5 al 16 de mayo en Asunción; la tercera reunión de
alto nivel gubernamental, entre el 16 y el 27 de junio e 1980 en Acapulco. Esta Conferen-
cia extraordinaria de Acapulco, como lo señala Diez de Velasco (2006:725) establece el
que sería prácticamente el texto definitivo del Tratado.
En la Reunión del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores, el 11 y 12 de agosto
de 1980 sólo se acordaron dos puntos aún pendientes de acuerdo: la participación de los
países signatarios no ratificantes, hasta que se produjera dicha ratificación (artículo 67 del
proyecto) y la elección del Secretario General, que recayó en el delegado permanente de
Paraguay, Dr. Julio César Schupp.
Conformada inicialmente por los once estados miembros de ALALC, a los que se
sumaría Cuba en 1990, ALADI se propuso, según el artículo 2 del Tratado de Monte-
video, las funciones básicas de “promoción y regulación del comercio recíproco, la com-
71
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
El Tratado crea en su Capitulo III, un “sistema de apoyo a los países de menor desa-
rrollo económico relativo” (Cfr. Infra).
Junto al Tratado de Montevideo, fueron aprobadas por el Consejo, nueve resolucio-
nes. Las mismas fueron incorporadas al Tratado e incluídas en el acta final (artículo 69).
(Genta Fons y Rivero, 1980)
Dichas resoluciones fueron las siguientes:
I. Revisión de los compromisos derivados del programa de liberación del Tratado de
Montevideo.
II. Acuerdos de Alcance parcial.
III. Apertura de mercados a favor de los países de menor desarrollo relativo.
IV. Programas especiales de cooperación a favor de los PMDER y unidad de promoción
económica.
72
Capítulo III: ALADI y el proceso de integración latinoamericana en tiempos globales...
73
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Grupo de Río, que expresa de modo más incluyente a la región latinoamericana (Martínez
Larrechea, 2007; Martínez Larrechea, 2007ª: 196; Rojas Aravena, 1997: 25-27). A ello se
suma un hecho decisivo, que hará posible la profundización de la integración en las dos
décadas siguientes: la asociación estratégica entre Argentina y Brasil. Con antecedentes
previos, la misma se consolida con la recuperación de la democracia en ambos países y
vuelve posible, a comienzos de la década de los noventa, la creación del Mercosur.
En estos años y desde el punto de vista económico-comercial, las novedades son
importantes: la citada creación del Mercosur (1991) y la reformulación del mundo an-
dino, en la Comunidad Andina de Naciones (CAN, 1997) significan dos poderosos y
simultáneos movimientos de articulación subregional que modifican profundamente la
estructura misma del proceso de integración latinoamericana.
La ALADI, nacida a comienzos de la década de los ochenta, resulta pues contem-
poránea de este significativo proceso histórico y sin duda, se integra al mismo desde su
propio rol.
Desde 1985, promovió una Rueda Regional de Negociaciones y adoptó en 1990 un
Plan de Acción 1990-1992. Se realizaron estudios sobre la necesidad de revisión del tra-
tado, hasta que se arribó al Protocolo del 13 de junio de 1994, relativo al artículo 44 del
Tratado de Montevideo, estableciendo la posibilidad de solicitar la suspensión de la me-
dida que establecía la extensión inmediata e incondicional a los restantes países miembros
de ventajas, favores, franquicias, inmunidades y privilegios que los miembros acordasen
a otros estados por medio de instrumentos no previstos en el Tratado (Diez de Velasco,
2006: 722).
Sin embargo, será a partir del año 2000, cuando asistimos a una nueva etapa en la
vida de la Asociación.
En 2004, el Consejo adoptó las relevantes resoluciones 59, 60 y 61 (XIII), que incor-
poran un objetivo muy significativo compatible con los avances de la integración en el
nivel político. La resolución nº 59 (XIII) se tituló Bases de un Programa para la conformación
progresiva de un espacio de libre comercio en la ALADI en la perspectiva de alcanzar el objetivo previsto
en el Tratado de Montevideo de 1980. El Consejo aprobó las bases y encomendó al Comité
la adopción de las medidas destinadas a implementarlo.
La Resolución número 60 (XIII) del Consejo, de 18 de octubre de 2004, se refirió a:
El rol de la ALADI y su funcionamiento para el desarrollo y consolidación del proceso de integración
regional. Finalmente, la Resolución número 61 (XIII) está dedicado a la Participación de los
países de menor desarrollo económico relativo en el proceso de integración.
La Resolución 54 (XI), de 11 de agosto de 2000, había preparado el camino, enco-
mendando al Comité de Representantes Permanentes la realización de un diagnóstico del
proceso de integración, cuyo informe fue aprobado en 2001. La resolución 55 (XII) con
base en esos insumos, solicitó la elaboración de un programa orientado a la conforma-
ción de un espacio de libre comercio latinoamericano (ELC) (Diez de Velasco, 2006: 722;
Magariños, 2006: 424; Secretaría General de ALADI, 2004: 2).
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Capítulo III: ALADI y el proceso de integración latinoamericana en tiempos globales...
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Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
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Capítulo III: ALADI y el proceso de integración latinoamericana en tiempos globales...
En el literal Sexto, se postulaba una estrecha coordinación con los organismos regionales
de cooperación e integración, en especial con la CAN y con el Mercosur y el reforza-
miento de su vinculación con el Grupo de Río en la materia objeto del Tratado de Mon-
tevideo.
Las áreas que se identificaban como prioritarias en términos de ELC sería el desarro-
llo de asesoría técnica y jurídica a los países miembros, en lo relativo a:
a) negociaciones comerciales
b) la suscripción, registro y certificación de acuerdos
c) la administración de los acuerdos
e) la solución de controversias
Asimismo se enumeraban las áreas: “Estadística e información comercial; Estudios y
Capacitación; Sistemas de apoyo a los PMDER; Gestión de la Cooperación; Difusión
pública de las ventajas y logros del proceso de integración y la Promoción de la participa-
ción de los sectores empresarial, laboral y académico”. Para ello, ALADI debía adecuar
su estructura organizacional, con énfasis en procurar una fórmula que de solución defini-
tiva al endeudamiento de los países con ALADI y un sistema de financiamiento adecua-
do. Además, la Resolución 255 del Comité, preveía la revisión de cargos y funciones de
la Asociación. (Literales Séptimo y Octavo).
Resolución número 61 (XIII). Participación de los países de menor desarrollo económico relativo en
el proceso de integración.
El capítulo III del Tratado de Montevideo de 1980 establecía un sistema de apoyo a
los países de menor desarrollo relativo. Los artículos 15 a 23 consagraron el propósito
de la Asociación de ofrecer “condiciones favorables para la participación de los países de
menor desarrollo económico relativo”, con base en los principios de no reciprocidad y co-
operación comunitaria (artículo 15). Para ello se aseguraba un “tratamiento preferencial efectivo”,
por medio de la “apertura de los mercados” por medio de acuerdos de alcance regional y de
acuerdos de alcance parcial (artículos 16 y 17). Para ello se aprobarían “nóminas negociadas
de productos preferentemente industriales”, originarios de los PMER, productos que gozarían
de la exención total de gravámenes aduaneros (artículo 18). Además, los países miembros
negociarían Programas Especiales de Cooperación, en áreas de preinversión, financia-
miento y tecnología, que favorecerían en especial a los países mediterráneos, Bolivia y
Paraguay. Ello también suponía “fórmulas de compensación”en la preferencia arancelaria
regional, cuanto en los acuerdos de alcance regional y parcial (artículos 20, 21 y 22).
La Resolución Nº 56 (XII) por su parte, encomendó a la Secretaría General la elabo-
ración de un informe sobre Identificación de factores endógenos y exógenos que inciden en la partici-
pación de los Países de Menor Desarrollo Económico Relativo en el comercio intrarregional.
El Consejo solicitaba al Comité el desarrollo de mecanismos adicionales y la evalua-
ción periódica del sistema de tratamiento preferencial del PMER. Entre las acciones de
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Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
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Capítulo III: ALADI y el proceso de integración latinoamericana en tiempos globales...
El desafío de ALADI aparece así como bifronte, un doble desafío de naturaleza a la vez
política y económico-comercial. Debe articularse al proceso de integración de la Comu-
nidad Sudamericana de Naciones, hoy UNASUR, asentada en los pilares fundamentales
de la Comunidad Andina de Naciones y el Mercosur, sin excluir a México, pero a la vez
que profundiza su vocación como espacio natural de integración económico-comercial de
los países de la región, debe avanzar efectiva y útilmente en un programa de liberaliza-
ción comercial efectivo, apoyado en la complementación y en la cooperación económica
de sus países miembros. Todo ello, en momentos en que ambos bloques sudamericanos
y aun México, experimentan un contexto de incertidumbres, que provienen de las indefi-
niciones de las negociaciones multilaterales y de los posibles cambios en la orientación de
los Estados Unidos. Sin duda, ALADI posee las herramientas y la creatividad necesarias
para afrontar este desafío, que debe ser encarado no sólo por ella, aisladamente, sino por
la comunidad latinoamericana como tal, potenciando la convergencia de los diversos
espacios y mecanismos con los que cuenta en su esfuerzo de integración.
Bibliografía
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Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
80
Capítulo IV
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte - TLCAN (en inglés North Ame-
rican Free Trade Agreement - NAFTA y en francés, Accord de Libre-Échange Nord Américain
- ALÉNA) es la forma jurídica que se dio a una relación económica de interdependencia
preexistente y, de hecho, entre los países que geográficamente se encuentran ubicados al
norte del continente americano.
En este sentido, el comercio entre Estados Unidos y Canadá fue sustancial y relativa-
mente constante desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y la importancia comercial
de México para los Estados Unidos creció de manera continua, particularmente con
posterioridad a la crisis de la deuda de 1982.
El comercio de Estados Unidos con Canadá y México pasó de un 23% aproxima-
damente en 1982 a un 29% en 1992, convirtiéndose Canadá, a principios de la dé-
cada de 1990, en su primer socio comercial y México en el tercero. Asimismo, éstos
países constituyen importantes destinos para la Inversión Extranjera Directa (IED)
norteamericana.
El TLCAN está inspirado en el preexistente Tratado de Libre Comercio entre Es-
tados Unidos y Canadá (CUSFTA según sus siglas en inglés) de 1988, que continúa
vigente entre estos dos países con respecto a determinadas materias.
El TLCAN se firmó en 17 diciembre de 1992, fue ratificado por los Estados fir-
mantes a lo largo de 1993, y entró en vigor el 1 de diciembre de 1994. Este ins-
trumento tiene por objeto eliminar las barreras al comercio, facilitar el movimiento
transfronterizo de bienes y servicios entre los países miembros, promover la com-
petencia leal dentro de la zona de libre comercio, incrementar las oportunidades de
inversión y las posibilidades de una protección eficaz a través de los derechos de
propiedad intelectual.
. El TLCAN había sido ya previsto como un objetivo sustancial y primario de la denominada Iniciativa por las Américas. el
nuevo programa que lanzara el presidente George Bush sobre la base de la alianza económica que su antecesor, Ronald
Reagan, había logrado exitosamente con Canadá. Hacia 1988, cuando la idea empieza a tomar forma en la propuesta
norteamericana, parecía una verdadera quimera: el histórico intervencionismo estatal de México sobre la economía del
país y su proteccionismo a ultranza marcaban un eje característico que hacía imposible la constitución de una zona de libre
comercio entre los tres países de América del Norte. Sólo será a partir de 1989, bajo la administración de Carlos Salinas
de Gotari, que la liberalización económica tanto en el nivel interno como el externo permitirá el surgimiento y la posterior
consolidación de un escenario fértil y favorable para la aceptación mexicana de la propuesta efectuada por George Bush
a partir de 1991.
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Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
82
Capítulo IV: El tratado de libre comercio de América del Norte...
Más allá de los objetivos principales enumerados, esta zona de libre comercio pre-
senta ítems centrales de resguardo que marcan una tendencia de armonización comer-
cial de alto nivel. Así, se encuentra en su normativa constitutiva un especial hincapié
en: 1) libertad de circulación de transportes relacionados con el comercio; 2) libre
tránsito de hombres y mujeres de negocios pero no de trabajadores sin capacitación;
3) reconocimiento mutuo de títulos profesionales; 4) derecho de establecimiento de
cualquier tipo de instituciones financieras conforme al tipo y forma jurídica decidida
por los inversionistas; y 5) un capítulo atinente al derecho de propiedad intelectual de
patentes (principalmente científicas).
Cada uno de estos elementos configuran una libre circulación de recursos humanos
altamente especializados y de inversiones corporativas / financieras de gran cuantía, a lo
que se le suman productos de alta industrialización y tecnología; en su mayoría provistos
por los Estados Unidos y Canadá. Hasta el momento, el aporte sustantivo de México en
esta triangulación está compuesto, principalmente, por la fuerza de trabajo de obreros no
especializados (mayoritariamente para la labor en las maquiladoras), su complejo petro-
químico, y los recursos minerales, acuíferos y de biodiversidad de su territorio.
Dada la propia naturaleza jurídica de tratado de libre comercio, los propios Estados
signatarios del TLCAN prescindieron voluntariamente de dar una rígida estructura ins-
titucional al mismo.
En este sentido, el bajo nivel institucional se condice con la estructura pretendida
para una ZLC; sumándosele una estructura específica para la solución de controversias
. Del que México hizo expresas reservas formales en varias etapas de la construcción del TLCAN.
. La relación nivel institucional-estructura de una Zona de Libre Comercio del TLCAN es justificada por Tamames en los siguientes
términos: “las zonas de libre comercio son, evidentemente, formaciones poco estables; que se crean con carácter transitorio
y que por la fuerza de los hechos tienden a convertirse en uniones aduaneras o a desaparecer”. Cfr. Tamames, R. Estructura
Económica Internacional, Madrid, Aliñas, 2000, p. 211.
83
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
1. Las Partes establecen la Comisión de Libre Comercio, integrada por representantes de cada Parte a
nivel de Secretaría de Estado, o por las personas a quienes éstos designen. 2. Con relación a este Tra-
tado, la Comisión deberá: (a) supervisar su puesta en práctica; (b) vigilar su ulterior desarrollo; (c)
resolver las controversias que pudiesen surgir respecto a su interpretación o aplicación; (d) supervisar
la labor de todos los comités y grupos de trabajo establecidos conforme a este Tratado, incluidos
en el Anexo 2001.2; y (e) conocer de cualquier otro asunto que pudiese afectar el funcionamiento
del Tratado. 3. La Comisión podrá: (a) establecer y delegar responsabilidades en comités ad hoc o
permanentes, grupos de trabajo y de expertos; (b) solicitar la asesoría de personas o de grupos sin
vinculación gubernamental; y (c) adoptar cualquier otra acción para el ejercicio de sus funciones,
según acuerden las Partes. 4. La Comisión establecerá sus reglas y procedimientos; y a menos que la
propia Comisión disponga otra cosa, todas sus decisiones se tomarán por consenso. 5. La Comisión
se reunirá por lo menos una vez al año en sesión ordinaria, la cual será presidida sucesivamente por
cada una de las Partes.
1. La Comisión establecerá un Secretariado que estará integrado por secciones nacionales, y lo su-
pervisará. 2. Cada una de las Partes deberá: (a) establecer la oficina permanente de su sección; (b)
encargarse de: (i) la operación y asumir los costos de su sección, y (ii) la remuneración y los gastos
que deban pagarse a los panelistas, miembros de los comités y miembros de los comités de revisión
científica establecidos de conformidad con este Tratado, según lo dispuesto en el Anexo 2002.2;
(c) designar al Secretario de su sección, quien será el funcionario responsable de su administración
y gestión; y (d) notificar a la Comisión el domicilio de la oficina de su sección. 3. El Secretariado
deberá: (a) proporcionar asistencia a la Comisión; (b) brindar apoyo administrativo a: (i) los paneles
y comités instituidos conforme el Capítulo XIX, “Revisión y solución de controversias en materia
de cuotas antidumping y compensatorias”, de acuerdo con los procedimientos establecidos según el
84
Capítulo IV: El tratado de libre comercio de América del Norte...
Artículo 1908; y (ii) a los paneles creados de conformidad con este capítulo, de acuerdo con los pro-
cedimientos establecidos según el Artículo 2012; y (c) por instrucciones de la Comisión: (i) apoyar la
labor de los demás comités y grupos establecidos conforme a este Tratado; y (ii) en general, facilitar
el funcionamiento de este Tratado.
1. Cualquiera de las Partes podrá solicitar por escrito a las otras la realización de consultas respecto
de cualquier medida adoptada o en proyecto, o respecto de cualquier otro asunto que considere
pudiese afectar el funcionamiento de este Tratado. 2. La Parte solicitante entregará la solicitud a
su sección del Secretariado y a las otras Partes. [...] 5. Mediante las consultas previstas en este artí-
culo o conforme a cualesquiera otras disposiciones consultivas del Tratado, las Partes consultantes
harán todo lo posible por alcanzar una solución mutuamente satisfactoria de cualquier asunto.
Con ese propósito, las Partes consultantes: (a) aportarán la información suficiente que permita
un examen completo de la manera en que la medida adoptada o en proyecto, o cualquier otro
asunto, podría afectar el funcionamiento de este Tratado; (b) darán a la información confidencial
85
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
o reservada que se intercambie en las consultas, el mismo trato que el otorgado por la Parte que la
haya proporcionado; y (c) procurarán evitar cualquier solución que afecte desfavorablemente los
intereses de cualquier otra Parte conforme a este Tratado.
Por su parte y respecto del inicio del procedimiento, el artículo 2007 establece:
1. Cualquiera de las Partes consultantes podrá solicitar por escrito que se reúna la Comisión si no
logran resolver un asunto conforme al Artículo 2006 dentro de un plazo de: (a) 30 días después
de la entrega de la solicitud para las consultas; (b) 45 días después de la entrega de esa solicitud,
cuando cualquier otra de las Partes haya solicitado consultas subsecuentemente o participado en las
relativas al mismo asunto; (c) 15 días después de la entrega de una solicitud de consultas en asuntos
relativos a bienes agropecuarios perecederos; u (d) otro que acuerden. 2. Una Parte también podrá
solicitar por escrito que se reúna la Comisión cuando: (a) haya iniciado procedimientos de solución
de controversias conforme al GATT respecto de cualquier asunto relativo al Artículo 2005 (3) o (4),
y haya recibido una solicitud en los términos del Artículo 2005 (5) para recurrir a los procedimientos
de solución de controversias dispuestos en este capítulo; o (b) se hayan realizado consultas conforme
al Artículo 513, “Procedimientos aduaneros - Grupo de trabajo y subgrupo de aduanas”; al Artículo
723, “Medidas sanitarias y fitosanitarias - Consultas técnicas”, y al Artículo 914, “Medidas de norma-
lización - Consultas técnicas.
3. La Parte solicitante mencionará en la solicitud la medida u otro asunto que sea objeto de la reclamación,
indicará las disposiciones de este Tratado que considere aplicables y entregará la solicitud a su sección del
Secretariado y a las otras Partes. 4. Salvo que decida otra cosa, la Comisión se reunirá en los diez días
siguientes a la entrega de la solicitud, y se avocará sin demora a la solución de la controversia. Cuando la
Comisión se haya reunido conforme a lo establecido en el artículo antes visto y el asunto no se hubiere
resuelto en los plazos estipulados en el Tratado, cualquiera de las Partes consultantes podrá solicitar por
escrito el establecimiento de un panel arbitral integrado por cinco miembros; procurando las Partes con-
tendientes acordar la designación del presidente del panel en los quince días siguientes a la entrega de la
solicitud para la integración del mismo (véase art. 2008 y 2011).
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Capítulo IV: El tratado de libre comercio de América del Norte...
En este sentido, salvo que las Partes contendientes convengan otra cosa, dentro de
los noventa días siguientes al nombramiento del último panelista, o en cualquier otro
plazo que determinen las Reglas Modelo de Procedimiento establecidas de conformidad
con el Artículo 2012(1); el panel deberá presentar a las Partes contendientes un informe
preliminar que contendrá las conclusiones de hecho, la determinación sobre si la medida
en cuestión es o puede ser incompatible con las obligaciones derivadas de este Tratado,
o es causa de anulación o menoscabo en el sentido del Anexo 2004, o cualquier otra
determinación solicitada en el acta de misión; y sus recomendaciones, cuando las haya,
para la solución de la controversia.
En un plazo de treinta días luego de presentado el informe preliminar, el panel pre-
sentará a las Partes contendientes un informe final, debiendo éstas dar comunicación del
mismo a la CLC para proceder a su publicación (art. 2017).
Respecto del cumplimiento del informe final, el artículo 2018 sostiene:
1. Una vez recibido el informe final del panel, las Partes contendientes convendrán en la solución de
la controversia, la cual, por lo regular, se ajustará a las determinaciones y recomendaciones de dicho
panel, y notificarán a sus secciones del Secretariado toda resolución que hayan acordado. 2. Siempre
que sea posible, la resolución consistirá en la no ejecución o en la derogación de la medida discon-
forme con este Tratado o que sea causa de anulación o menoscabo en el sentido del Anexo 2004. A
falta de resolución, podrá otorgarse una compensación.
Visto esto, dentro del sistema de procedimiento general establecido por el Tratado
encontramos una sección referente a procedimientos internos y solución de controversias
comerciales privadas. Respecto de este último punto consideramos importante resaltar lo
estipulado por el artículo 2022 del Tratado:
1. En la mayor medida posible, cada Parte promoverá y facilitará el recurso al arbitraje y a otros tipos
de medios alternativos para la solución de controversias comerciales internacionales entre particu-
lares en la zona de libre comercio. 2. A tal fin, cada Parte dispondrá procedimientos adecuados que
aseguren la observancia de los convenios de arbitraje y el reconocimiento y ejecución de los laudos
arbitrales que se pronuncien en esas controversias. 3. Se considerará que las Partes cumplen con lo
dispuesto en el párrafo 2, si son parte y se ajustan a las disposiciones de la Convención de Naciones
Unidas sobre el Reconocimiento y Ejecución de Sentencias Arbitrales Extranjeras, de 1958, o de la
Convención Interamericana sobre Arbitraje Comercial Internacional, de 1975. 4. La Comisión esta-
blecerá un Comité consultivo de controversias comerciales privadas integrado por personas que ten-
gan conocimientos especializados o experiencia en la solución de controversias comerciales interna-
cionales privadas. El comité presentará informes y recomendaciones a la Comisión sobre cuestiones
generales enviadas por ella relativas a la existencia, uso y eficacia del arbitraje y otros procedimientos
para la solución de tales controversias en la zona de libre comercio.
87
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
El procedimiento del sistema específico está contenido, tal como señaláramos anterior-
mente, en el capítulo XIX del Tratado, referido a la revisión y solución de controversias
en materia de cuotas antidumping y compensatorias.
En líneas generales podemos decir que:
1. Cada una de las Partes se reserva el derecho de aplicar sus disposiciones jurídicas en materia
de cuotas antidumping y compensatorias a los bienes que se importen de territorio de cualquiera
de las otras Partes. Se consideran disposiciones jurídicas en materia de cuotas antidumping y
compensatorias, según corresponda en cada Parte, las leyes pertinentes, los antecedentes legisla-
tivos, los reglamentos, la práctica administrativa y los precedentes judiciales. 2. Cada una de las
Partes se reserva el derecho de cambiar o reformar sus disposiciones jurídicas en materia de cuotas
antidumping y compensatorias, siempre que, de aprobarse una reforma a la ley antidumping o
de cuotas compensatorias de una Parte: (a) la reforma se aplique a las mercancías de otra de las
Partes, sólo si en la reforma se especifica que tendrá vigencia para los bienes de esa Parte o Par-
tes de este Tratado; (b) la Parte que lleve a cabo la reforma la notifique por escrito con la mayor
anticipación posible a la fecha de su aprobación legislativa a las Partes a las que se aplique; (c)
después de hecha la notificación, la Parte que lleve a cabo la reforma, a solicitud de cualquier Parte
a la cual ésta se aplique, lleve a cabo consultas con esa Parte, previas a su aprobación; y (d) dicha
reforma, en lo aplicable a otra de las Partes, no sea incompatible con: (i) el Acuerdo General sobre
Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), el Acuerdo sobre la Aplicación del Artículo VI del
Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (el Código Antidumping), o el Acuerdo
para la Interpretación y Aplicación de los Artículos VI, XVI y XXIII del Acuerdo General sobre
Aranceles Aduaneros y Comercio (el Código de Subsidios), o sus acuerdos sucesores de los cuales
los signatarios originales de este Tratado sean parte, o (ii) el objeto y la finalidad del Tratado y del
capítulo antes mencionado, que es establecer condiciones justas y predecibles para la liberalización
progresiva del comercio entre las Partes del Tratado, a la vez que se conserven disciplinas efectivas
sobre las prácticas comerciales desleales, tal como se desprende de las disposiciones del Tratado,
su Preámbulo y Objetivos, y de las prácticas de las Partes.
Es importante destacar, por último, las normas contenidas en el artículo 1904 so-
bre revisión de resoluciones definitivas sobre cuotas antidumping y compensatorias,
las del artículo 1905 sobre salvaguarda del sistema de revisión ante el panel y, final-
mente, las del artículo 1907 sobre consultas, cuya explicación excedería la extensión
del presente capítulo.
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Capítulo IV: El tratado de libre comercio de América del Norte...
Controversia
Comisión Consulta
Procedimiento de cambio
extraordinario
Sujeción a la
Panel arbitral cláusula de arbitraje
Comisión de
Implementación Tribunal
arbitral
Laudo arbitral
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Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
10. Para más información, véase: Oddone, C. N. Crisis financiera internacional y mercados emergentes. Málaga, Grupo Eumed.net
de la Universidad de Málaga, 2004. p. 57 y ss.
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Capítulo IV: El tratado de libre comercio de América del Norte...
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Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
De la agenda bilateral México - Estados Unidos, hay tres grandes temas a resolver:
el problema migratorio, la cuestión ambiental11 y la seguridad.12 El tema principal de la
agenda bilateral (históricamente progresivo en su complejidad) es el primero de los ele-
mentos señalados, sin dejar de reconocer que, muchas veces, las malas condiciones labo-
rales vinculadas con los movimientos migratorios contribuyen a la propia problemática
ambiental y de seguridad.
En la actualidad, la migración internacional implica un asunto de especial trascendencia
en la agenda de las naciones. Los desplazamientos de personas entre países dependen, entre
otros factores, de “la proximidad geográfica, los estrechos lazos culturales, la interdepen-
dencia económica y las intensas relaciones e intercambios” (Ramírez Meda, 2004).
En el caso mexicano, la inmigración está altamente relacionada con el sistema de
producción de maquila y las particularidades que éste genera. La maquila centraliza la
industria en la zona fronteriza binacional, en donde encontramos las peores condiciones
ambientales y, asimismo, las peores condiciones de trabajo; también el geoespacio fronte-
rizo, donde se produce la penetración mexicana a los Estados Unidos.
El término maquila es originario del medioevo español, cuando hacía referencia al sis-
tema de moler trigo en un molino ajeno, pagándose al molinero con una porción de la ha-
rina obtenida. En el marco del TLCAN el concepto describe al sistema y condiciones de
producción (el programa de Maquila) que se desarrolla en factorías ubicadas en ciudades
mexicanas lindantes con la frontera de los Estados Unidos. Estas compañías: I) se erigen
sobre capital extranjero;13 II) utilizan mano de obra mexicana;14 III) importan insumos
del exterior sin aranceles o gravámenes; IV) desarrollan productos manufacturados que
no se van a comercializar directamente en México.
La lógica implica una alta competitividad para países con una moneda fuerte y un
buen posicionamiento global en términos comerciales. Por ejemplo: cualquiera de los
otros dos socios del TLCAN radica en suelo azteca su inversión en capital bajo términos
financieros y jurídicos determinados a su favor, circulando a territorio mexicano los insu-
mos necesarios para la manufactura al costo más conveniente (pudiendo ser insumos del
propio país que realizó la inversión). La mano de obra utilizada es mexicana, con salarios
que no representan un gasto fijo representativo para monedas como el dólar estadouni-
dense o canadiense, siendo —por tanto— sumamente barata. El producto finalizado en la
11. La creación e imposición de un modelo ambiental a México por parte de los Estados Unidos para llegar a la firma de
un tratado comercial fue un hecho sin precedentes y un producto directo de la movilización de algunos defensores estado-
unidenses del medio ambiente. En este sentido, se destaca el rol desempeñado por el vicepresidente Al Gore. El gobierno
de Clinton preocupado por el “impacto ecológico” de un mayor intercambio comercial con México, supeditó la firma del
tratado comercial a dos acuerdos paralelos en materia ambiental y laboral. Estos dos acuerdos fueron entendidos como la
“condicionalidad” de la negociación comercial.
12. Esta última asociada principalmente con el narcotráfico y el terrorismo.
13. Principalmente estadounidense, aunque se encuentran en menor medida inversiones de empresas japonesas y corea-
nas.
14. Especialmente de género femenino.
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Capítulo IV: El tratado de libre comercio de América del Norte...
maquila a un bajo costo se vende fuera del territorio nacional donde reside la empresa
maquiladora a valores más competitivos que permiten ganar nuevos mercados.
Capital Radicación de
extranjero inversiones con ventajas
Maquiladora jurídicas y financieras
Terceros países
Frontera Producto Terceros mercados regionales
El decreto de maquila en México data de 1965, y encuentra una doble causa: por un
lado, lograr un sistema de producción de alta rentabilidad a bajo costo que pudiera obte-
ner manufacturas capaces de penetrar mercados antes impensados (como China o India).
Por otro lado, las maquiladoras surgen como un sistema de contención a la migración
mexicana hacia Estados Unidos, que reemplaza en la tierra azteca la demanda de trabajo
que se iniciara el 4 de agosto de 1942 bajo el programa de los “braceros”.15
Este último programa se instituyó en el período de la segunda guerra mundial, como
un modo de suplir con mano de obra extranjera (mexicana) los “brazos” de los ciudada-
nos norteamericanos enviados al frente de guerra.
El Convenio Bracero fue firmado por Estados Unidos y México, estipulando el traba-
jo temporal de ciudadanos mejicanos en los ranchos y territorios del sur de Norteamérica
(lindantes con la frontera),16 siendo asignados principalmente a la pizca (recolección) de
algodón, al cultivo agrícola y al mantenimiento de los ferrocarriles. La iniciativa produjo
un gran movimiento demográfico de tipo coyuntural que se extendió por dos décadas
ante la falta de trabajo en la zona de frontera mexicana, dándose por concluido oficial-
15. Para más información sobre éstos antecedentes, véase: Oddone, C. N. y Granato, L. “México en un eventual Acuerdo
de Libre Comercio de las Américas: Perspectivas y Aproximación desde la Historia Actual”. Revista Tendencias. Vol. VII.
Nro. 1. San Juan Pasto, Colombia, Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Nariño,
primer semestre de 2006.
16. Los interesados en el convenio aplicaban en el “trocadero”: un local manejado por oficiales norteamericanos dispuesto
con una serie de ventanillas y ubicado en las cercanías del ferrocarril de las ciudades mexicanas más importantes del terri-
torio fronterizo (el más utilizado fue el de la ciudad de Chihuahua). Luego de una serie de entrevistas y demostraciones de
aptitud física para el trabajo, se les entregaba a los candidatos aprobados sus tarjetas de braceros como permisos de trabajo
temporal, para luego ser trasladados a la frontera, alojándose en los “centros de procesamiento” (para aseo y desinfección)
a la espera de ser seleccionados por los patrones.
93
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
17. Cfr. Ramírez Meda, K. “Particularidades de la migración de mexicanos a Estados Unidos y su inserción laboral” en
Encuentro Internacional sobre Migraciones, causas y efectos económicos. Grupo de Investigación EUMED.NET, Uni-
versidad de Málaga, noviembre de 2004.
18. Para más información sobre este punto, véase: Oddone, C. N. y Granato, L. “México en un eventual Acuerdo de
Libre Comercio de las Américas: Perspectivas y Aproximación desde la Historia Actual”. Revista Tendencias. Vol. VII. Nro.
1. San Juan Pasto, Colombia, Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Nariño, primer
semestre de 2006. p. 54 y ss.
19. Dentro del Tratado de Libre Comercio no se incluyó ningún tipo de regulación en materia migratoria. Al inicio de
las administraciones de George W. Bush y Vicente Fox Quesada, se planteó como principal tema en la agenda bilateral,
el establecimiento de un acuerdo migratorio, sin embargo después de los eventos del 11 de septiembre de 2001 las priori-
dades del gobierno de Estados Unidos cambiaron. Durante los últimos días de julio de 2003 el tema se retomó por parte
de ambos países, existe una propuesta por parte del Presidente de los Estados Unidos un plan migratorio para legalizar la
los mexicanos que ya son residentes en ese país mediante permisos de trabajo temporales, los emigrantes podrían obtener
una visa de trabajo por tres años, pero no recibirán ninguna consideración especial para la residencia permanente o la
ciudadanía. Pero a lo largo del año 2005, la cuestión migratoria nuevamente pasó a constituir el problema más importante
de la agenda de los dos países, al declarar el Presidente de los Estados Unidos, la construcción de una muralla de 600 km
en la frontera entre ambos países.
94
Capítulo IV: El tratado de libre comercio de América del Norte...
bilidad que siguieron estos países. Este proceso se manifiesta, en una creciente pola-
rización y segmentación de los mercados, que estas transformaciones han generado,
en el lado estadounidense, así como por la precarización y empobrecimiento de las
condiciones de empleo y reproducción de la fuerza de trabajo, en el lado mexicano
(Ramírez Meda, 2004).
En los últimos tiempos, la llamada “urbanización” de la migración, es uno de los
fenómenos más notorios en las más recientes oleadas de flujos migratorios de México
a Estados Unidos. En algunos estudios recientes se plantea que, a lo largo de la última
década, el volumen de emigrantes de procedencia urbana ha llegado, incluso, a igualar a
los de procedencia rural.
A ésta “urbanización” se atribuyen tres interpretaciones. Por un lado, se argumenta
que es una expresión del proceso de modernización que ha vivido la sociedad mexica-
na durante las últimas dos décadas. Por otro lado, se plantea que las crisis recurrentes
de la economía mexicana de los ochenta y principios de los noventa, golpearon con
mayor rigor a la población de las ciudades mexicanas, lo que promovió una migración
internacional masiva desde las áreas urbanas. Finalmente, se argumenta que la mayor
migración ha sido motivada por los procesos de incorporación de la economía y socie-
dad mexicanas al mercado mundial.
A estos procesos de incorporación se atribuyen los principales cambios que han mo-
dificado el modelo de desarrollo del país. El paso de las políticas intervencionistas a las
de liberalización de la economía, en donde se destacan la liberalización comercial del TL-
CAN, la supresión de los controles de precios, la abolición y reducción de los subsidios,
la venta o liquidación de la mayor parte de las empresas del sector público, entre otras
medidas. Todos estos procesos de “incorporación a la globalización” han tenido efectos
directos en la migración México - Estados Unidos.20
95
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
naron las acciones políticas en el nivel regional en los distintos espacios de integración,
conformando alianzas militares y policiales para prevenir y hacer frente a las eventuales
vulnerabilidades estatales en cuanto a su seguridad territorial.
En la cumbre trinacional llevada a cabo en marzo del 2005, Estados Unidos expuso la
necesidad de llevar la zona de libre comercio más allá de sus fronteras, hacia una Alianza
para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte bajo la forma de una serie de candados
de seguridad.23 Sus ejes suponen la guerra contra las drogas ya declarada y liderada por la
potencia del norte a lo largo de todo el continente americano en el ámbito específico del
TLCAN. Esto sugiere una especial atención hacia México, señalado por Norteamérica
como país productor y de tránsito de drogas de la región,24 en una incursión que importa
un vasto despliegue policíaco-militar con el cometido de neutralizar las organizaciones
y movimientos de este tipo de delito. A este eje se suma otro, compuesto por una serie
de medidas que tienen como objetivo afianzar la solidez de una red de defensa contra el
terrorismo internacional.
Los candados de seguridad se complementan con una integración energética, que
pone en primer plano los recursos petro-eléctricos de los integrantes del TLCAN, en
donde México se ve presionado cada vez más en las reservas que hiciera como condi-
ción ex ante al firmar el tratado original.25
La evolución de los candados de seguridad conforma, en la actualidad, un tema su-
mamente delicado de la agenda, en donde la cooperación en seguridad se funde con un
liderazgo geopolítico hegemónico de parte de los Estados Unidos.26
23. Los antecedentes de esta iniciativa se encuentran a poco tiempo de conformado el TLCAN. Al respecto describe
Saxe Fernández: “En mayo de 1994 William Perry, Secretario de Defensa del presidente Clinton, planteó la necesidad
de ‘complementar el TLCAN con una integración militar para América del Norte y el hemisferio occidental’”. Cfr. Saxe
Fernández, J. “La metástasis del TLCAN”. Disponible en: http://www.paginadigital.com, 30 de marzo de 2005.
24. Desde la década del ’70, México significó para los Estados Unidos un problema en cuanto a la producción de mari-
huana, iniciando allí políticas de erradicación de cultivos. Del mismo modo, supone en la mirada de la potencia un país de
tránsito, al estimar que “el 80% de la droga que entra en la Unión Norteamericana proviene del Sur de Río Grande. Lo
cual comporta una fuerte injerencia de Washington D.C. en los asuntos aztecas, por mucho que el verdadero problema
radique en que los estadounidenses tienen el más alto consumo de narcóticos del mundo”. Cfr. Tamames, R. Estructura
económica internacional, Madrid, Alianza, 2000. p. 289. Véanse también los siguientes libros: Smith, P. (comp.). El combate de
las drogas en América. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1993; Incardi, J. La guerra contra las drogas. Buenos Aires,
Grupo Editor Latinoamericano, 1993; Hirst, M. Democracia, Seguridad e Integración. América Latina en un mundo en transición.
Buenos Aires, Grupo Editorial Norma y FLACSO, 1996; Youngers, Coletta y Rosin, Eileen. (ed.). Drogas y Democracia en
América Latina: el impacto de la política de Estados Unidos. Biblos, Buenos Aires, 2005.
25. Recuérdese que uno de los ejes de conformación del TLCAN supuso la “Reserva por parte de México – por así estar
previsto constitucionalmente – de las actividades relativas a la prospección, refino, comercio exterior, transporte y distribu-
ción de hidrocarburos, productos químicos de base, y minerales radioactivos; al igual que todo lo referente a electricidad”.
Cfr. Tamames, R. Estructura económica internacional, Madrid, Alianza, 2000. p. 287-288.
26. “El llamado del tiburón a las dos focas del TLC, primero a nadar en las aguas del ‘libre comercio’ y ahora en las de la
‘seguridad con integración energética’, es un reto mayor a la soberanía de México”. Cfr. Saxe Fernández, J. “La metástasis
del TLCAN”. Disponible en: http://www.paginadigital.com, 30 de marzo de 2005.
96
Capítulo IV: El tratado de libre comercio de América del Norte...
La “Iniciativa para las Américas” esbozada por Bush en septiembre de 1990, contem-
plaba lineamientos para una vasta área de libre comercio, de la que el TLCAN pareció
constituirse como el experimento pionero: una suerte de “laboratorio” del funcionamien-
to en el nivel micro del ALCA. La experiencia ha demostrado que la constitución del
TLCAN se dio con manifiestas asimetrías entre sus miembros.
La primera asimetría se observa en los Estados Unidos por sobre los dos otros miem-
bros del TLCAN, en un esquema que fuera oportunamente denominado como el del
tiburón y las dos focas (Saxe Fernández, 2005). Una segunda asimetría se observa entre los
dos países más desarrollados y México.
La experiencia del TLCAN y sus mencionadas asimetrías pusieron de manifiesto
para el resto de los países de América Latina las particularidades que tiene encarar un
proceso de integración de zona de libre comercio con el país más rico del mundo; una
integración.27
México, a partir de la forma y los contenidos de negociación del TLCAN, sentó el
precedente para los futuros mecanismos que se aplicarán ante un eventual retraso en la
concreción del ALCA.
Eventualmente, tal como Estados Unidos intentó actuar como hub and spokes en la
negociación del TLCAN, México puede desempeñar una suerte de mediación con los
países latinoamericanos, para que Estados Unidos efectivice nuevamente este rol de cen-
tros - rayos e indirectamente se favorezca un ALCA soft.
Por otro lado, Estados Unidos ya ha avanzado con la negociación y firma de TLC’ s
bilaterales con los países de América Latina y Caribe que, a la postre, podría multilate-
ralizarlos en una estructura hemisférica que no sería otra cosa que un nueva versión del
ALCA.28
Es de destacar que el escenario del ALCA no provocará grandes cambios en la eco-
nomía mexicana; maximizará sus beneficios y constituirá un punto más en su estrategia
de desarrollo hacia afuera.
Bibliografía
Fuentes primarias
Tratado de Libre Comercio de América del Norte del 17 de diciembre de 1992.
Reglas de procedimiento del artículo 1904. Revisión ante un Panel Binacional.
Reglas de procedimiento del artículo 1904.13. Comité de impugnación extraordinaria.
27. Al respecto véase: Ciminari, B. “ALCA, integración de opuestos”. VIII Congreso Nacional de Ciencia Política: “¿Hacia
donde va la Argentina? Inserción Internacional, Calidad institucional y Nuevas representaciones”, Sociedad Argentina de
Análisis Político (SAAP), Buenos Aires, 6 al 9 de noviembre de 2007.
28. Respecto del estado actual de las negociaciones y firma de TLC’s bilaterales, véase en este libro el capítulo de: “El Área
de Libre Comercio de la Américas: una negociación sin concluir”.
97
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Fuentes secundarias
AA.VV. Greening NAFTA. The North America Comisión for Environmental Cooperation. Cali-
fornia, Stanford University Press, 2003.
Arnaud, Vicente. MERCOSUR, Unión Europea, TLCAN y los procesos de integración re-
gional. Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1995.
Beck, Ulrich. La Sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Barcelona, Paidós, 1998.
Beck, Ulrich. ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización.
Barcelona, Paidós, 1998.
Ciminari, Bárbara S. “ALCA, integración de opuestos”. VIII Congreso Nacional de Ciencia
Política: “¿Hacia donde va la Argentina? Inserción Internacional, Calidad institucional
y Nuevas representaciones”, Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP), Buenos
Aires, 6 al 9 de noviembre de 2007.
Domínguez, Roberto. “TLCAN: assessments and institutional development” en Roy,
Joaquín y Domínguez, Roberto. The European Union and Regional Integration. A comparative per-
spective and lessons for the Americas. Miami, Jean Monnet Chair - University of Miami, 2005.
Durán Sáenz, María Susana. “TLCAN – MERCOSUR: una realidad hemisférica”.
Serie: Documento de Apoyo a la Capacitación. Buenos Aires, DNEYD – INAP, 1998.
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chivos del Presente, Año X, Nro. 37. Buenos Aires, Fundación Foro del Sur, 2005.
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ra”. Revista Realidad Económica, Nro. 191. Buenos Aires, Instituto Argentino de Desarrollo
Económico, 2002.
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América Latina y el Este de Asia” en Bouzas, Roberto y Russell, Roberto. Globalización
y regionalismo en las relaciones internacionales de Estados Unidos. Buenos Aires, ISEN - Nuevo
Hacer - Grupo Editor Latinoamericano, 1996.
Hirst, Mónica. Democracia, Seguridad e Integración. América Latina en un mundo en transición.
Buenos Aires, Grupo Editorial Norma y FLACSO, 1996.
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tute of International Economics (IIE), 1993.
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tánea a diferentes sistemas de integración. Buenos Aires, Ciudad Argentina, 1998.
Huntington, Samuel. ¿Quiénes somos? Los desafíos a la identidad nacional estadounidense.
Barcelona, Paidós, 2004.
Incardi, James. La guerra contra las drogas. Buenos Aires, Grupo Editor Latinoameri-
cano, 1993.
98
Capítulo IV: El tratado de libre comercio de América del Norte...
99
Capítulo V
En el año 1990, el presidente George Bush anunció la IPA como un punto de apoyo
en la lucha comercial contra Japón y frente al constante progreso de la Unión Europea,
y abrió una agenda de discusión para avanzar en la liberalización del comercio desde
Alaska hasta Tierra del Fuego.
La IPA constituyó la primera declaración de política económica de Estados Unidos
hacia América Latina desde la Alianza para el Progreso (1962) de John F. Kennedy, y al
igual que la propuesta de Kennedy, la IPA tuvo una reacción favorable en la subregión.
No obstante, esta propuesta no fue concretada en ningún instrumento específico.
. Cfr. López, R. y Oddone, N. “El tratamiento ambiental en el ALCA”. VI Congreso Argentino – Chileno de Humanidades y
Relaciones Internacionales. Mendoza, Universidad de Congreso, 2002.
101
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Cabe destacar que, para llevar a cabo las negociaciones, se ha establecido un órgano
en el nivel ministerial; un Comité de Negociaciones Comerciales (CNC), en el nivel
viceministerial; y doce grupos de trabajo.
Durante este proceso negociador, el ALCA ha tenido tres sedes: Miami, de mayo de 1998
a febrero de 2001; Panamá, de marzo de 2001 al 2003; y Puebla, del 2003 hasta enero de
2005; considerándose a México como la sede de la fase final del proceso de negociación.
. Las negociaciones no han logrado alcanzar esta fecha encontrándose aún en proceso de forma bilateral.
. Cfr. Oddone, N. y Granato, L. “La relación México – ALCA: una prospección desde la Historia Actual”. IV Jornadas
Latinoamericanas de Historia de las Relaciones Internacionales. Santa Cruz de la Sierra, Universidad Tecnológica Privada, 2006.
102
Capítulo V: El área de Libre Comercio para las Américas...
103
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
adelante las negociaciones: Acceso a Mercados; Inversión; Servicios; Compras del Sec-
tor Público; Solución de Controversias; Agricultura; Derechos de Propiedad Intelectual;
Subsidios, Antidumping y Derechos Compensatorios; y Política de Competencia; y tres
comités especiales: Comité de Representantes Gubernamentales sobre la Participación
de la Sociedad Civil; el Comité Conjunto de Expertos del Gobierno y del Sector Privado
sobre Comercio Electrónico y el Grupo Consultivo sobre Economías más Pequeñas.
Reunión de Ministros de
Comercio del Hemisferio
Comité de Negoaciaciones
Comerciales (Viceministros)
Acceso de Mercados.
Agricultura.
Inversiones.
Servicios.
Compras Gubernamentales.
Subsidios, antidumping y ds. Compensatorios.
Propiedad Intelectual.
Política de Competencia.
Sokución de Controversias.
104
Capítulo V: El área de Libre Comercio para las Américas...
. Por ejemplo: El Seminario Regional de América del Norte, realizado el 18 de julio de 2002, con el objetivo de conocer
las opiniones de la sociedad civil sobre las negociaciones del ALCA en temas como el acceso a mercados, agricultura,
inversión, servicios y transparencia, como así también el Encuentro con la Sociedad Civil Hemisférica, en el marco de la
XIII Reunión del CNC del ALCA, celebrada en Puebla, México. De próxima realización es el Seminario Regional de la
Comunidad Andina.
. En este sentido, Diana Tussie y Mercedes Botto se han planteado en referencia al ALCA: “¿En qué medida esta nueva
interacción público - privada rompe la tradición secretista y exclusivista característica de las negociaciones internacionales
en América Latina? ¿Favorece o dificulta la construcción de consensos entre los gobiernos y sectores? ¿Introduce nuevos
tópicos y estándares nacionales y temáticos? ¿Qué rol cumplen los actores y redes transnacionales en esta convergencia?”.
Para mayor información, véase: Tussie, D. y Botto, M. (coord.) El ALCA y las Cumbres de América: ¿una nueva relación público
– privada? Buenos Aires, FLACSO – Argentina/Biblos, 2003.
105
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
. En el caso argentino, tras la reforma constitucional de 1994; todos los tratados internacionales (incluidos los de integra-
ción económica) tienen jerarquía superior a las leyes (art. 75 inc. 22 de la norma fundamental).
. ��������������
Cfr. Longman. Dictionary of Contemporany English. Great Britain, Longman, 1995. p. 27.
. ��������������
Cfr. Longman. Dictionary of Contemporany English. Great Britain, Longman, 1995. p. 1542.
. El diccionario sólo presenta una excepción técnica, se firma tratado de compra - venta de una casa.
10. Para ampliar este punto pueden confrontarse: La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969.
Véase también: Puig, J. C. Derecho de la Comunidad Internacional. Vol. I. Buenos Aires, Depalma, 1974.
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Capítulo V: El área de Libre Comercio para las Américas...
Tras la Cumbre de Mar del Plata de finales de noviembre de 2005, sin avances sustan-
ciales en el libre comercio del hemisferio, los países han quedado claramente divididos,
en un mar todavía turbio de cuestiones específicas a definir relacionadas con el comercio
y las inversiones.
El ALCA ha sido un proceso que ha languidecido con el tiempo, que ha contado con
demasiados altibajos. Se debe, básicamente, a dos razones: la primera puede considerarse
de orden sistémico estructural, la segunda, de orden nacional.
En el primer caso, tenemos que considerar el rol de Estados Unidos como potencia
hegemónica y su ubicación en la estructura sistémica de poder. La situación de poder de
los Estados Unidos ha cambiado a lo largo de los diez años del ALCA.
Actualmente, se asiste a una tendencia conservadora basada en las banderas de la
seguridad nacional tras los atentados terroristas del 11-S, los cuales cambiaron, rápida-
mente, la lógica del libre mercado y democracia de la presidencia Clinton, aquellos años
tranquilos del fin de la historia.11
En el segundo caso, debemos identificar las realidades nacionales de cada uno de
los países candidatos a conformar el ALCA, y una vez más, los caminos se bifurcan. La
homogeneidad subregional generada por el Consenso de Washington se ha terminado.
Cada país, y su circunstancia, intentan responder con políticas propias a las realidades
extendidas por sus territorios.
El documento final de la Cumbre de Mar del Plata, en su párrafo 19, nos ha dejado bien
en claro ésta situación ya que se habla de dos grupos distanciados entre sí, identificados
como: “algunos miembros”; “otros miembros”.
Algunos miembros [...] mantenemos nuestro compromiso con el logro de un Acuerdo ALCA equi-
librado y comprensivo, dirigido a la expansión de los flujos comerciales y [...] un comercio libre de
subsidios y de prácticas que lo distorsionen [...]. Otros miembros sostienen12 que todavía no están
dadas las condiciones necesarias para lograr un acuerdo de libre comercio equilibrado y equitativo,
[...] y que tome en cuenta las necesidades y sensibilidades de todos los socios, así como las diferencias
en los niveles de desarrollo y tamaño de las economías.
Esto indica, claramente, las propuestas de cada uno de los grupos y sus implicancias.13
Estas diferencias encuentran su razón de ser, y se mantienen a lo largo de los años, a
partir de una integración entre países tan desiguales entre sí. Es muy diferente la integra-
ción entre iguales que la unión entre el país más poderoso del planeta con un grupo de
11. Cfr. Fukuyama, F. El fin de la historia y el último hombre. Buenos Aires, Planeta, 1992.
12. En este grupo se identifica a países tales como: Argentina, Brasil, Bolivia y Venezuela, entre otros.
13. Obsérvese aquí la diferencia en tanto que “algunos miembros mantenemos” por su forma inclusiva de la propuesta, y “otros
miembros sostienen” alejando aquí su posición y sin la posibilidad de incluir al lector en su redacción, en donde en realidad
deberían haberse sintetizado en “algunos miembros mantenemos” y “otros miembros sostenemos”, simbolizando la igualdad de status
de las propuestas y la posibilidad de todos de forman parte de una u otra.
107
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Estados débiles y del Tercer Mundo. Estados Unidos tiene un PBI 6,3 veces mayor que
todos los Estados sudamericanos juntos y más de cinco veces mayor que todos los lati-
noamericanos. Además de una abismal brecha científico tecnológica, de infraestructura
financiera, logístico-comercial, etc.
Según algunos datos, las tres Américas (Norte, Centro y Sur) contaban 750 millo-
nes de habitantes y tenían un Producto Bruto Interno (PBI) total de 11 billones de
dólares, con un peso relativo de las economías extremadamente desigual es: Estados
Unidos, Brasil, Canadá y México acaparan respectivamente 75,7%; 6,7%; 5,3% y
3,9% de ese PBI, y los 31 países restantes el 8,4%. De manera que economías como
las de Nicaragua o Haití representan respectivamente el 0,002 % y el 0,003% del PBI
del continente.
Los datos del PBI en función de la población confirman esa asimetría: los Estados
Unidos están primero con 30.600 dólares por habitante, seguido de Canadá (19.320),
Argentina (7.600), Uruguay (5.900), Brasil (4.420) y México (4.400). En el otro extremo,
Nicaragua y Haití cuentan respectivamente con 430 y 460 dólares por habitante, es decir,
70 veces menos que Estados Unidos.
Valores que expresan tanta desigualdad jamás pueden constituirse en una base para
la integración entre iguales. En este sentido, en toda negociación, lo primero es decidir
quiénes intervienen y cómo se interviene; lo segundo, qué se discute.
El ALCA es, sin lugar a dudas, una iniciativa controvertida y ambiciosa, no sólo por el
número de países y las asimetrías económicas y sociales, sino también por la variedad y
el tenor de las metas propuestas. Las exigencias de liberalización pretendidas en el ALCA
probablemente se condigan vis-à-vis el transcurso de las negociaciones con los contenidos
de la Ronda Doha de la OMC.
Ante la previsión y posterior suspensión de las negociaciones del ALCA, los Estados
Unidos comenzaron una carrera de negociación de TLC’s en forma bilateral con distin-
tos países del continente bajo la lógica del hub and spokes y con el efecto de convertir el
continente en un verdadero spaghetti bowl.
En este contexto, el 6 de junio de 2003, se firmó en Miami el Tratado de Libre Co-
mercio entre Chile y Estados Unidos, al cabo de catorce rondas de negociación que se
extendieron durante dos años.14
Finalizado el impasse impuesto desde el 18 de diciembre de 2006, momento en que Pana-
má y los Estados Unidos concluyeron las negociaciones bilaterales, el 28 de junio de 2007
ambos países suscribieron en el ámbito de la OEA un Tratado de Libre Comercio.15
14. Su entrada en vigencia data del 1 de enero de 2004.
15. El 11 de julio del mismo año la legislatura panameña aprobó el referido Tratado, quedando pendiente la aprobación
por parte del Congreso norteamericano.
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Capítulo V: El área de Libre Comercio para las Américas...
16. Aprobado el 28 de junio de 2006 por el Congreso peruano aún no ha sido aprobado por el Congreso norteameri-
cano.
17. El texto aun no había sido remitido a la Asamblea Nacional.
18. El texto no había sido remitido al Poder Legislativo.
19. Se encontraba en estado de tratamiento legislativo, habiendo sido finalmente aprobado por la Asamblea un mes más
tarde, el día 6 de septiembre de 2005.
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Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
a los gobiernos de los países centroamericanos involucrados una previa reforma legislati-
va sobre todos los temas que fueron objeto de compromiso en el mismo Tratado.
Como consecuencia de estos procesos de reforma legislativa, el 25 de febrero de 2006
la administración norteamericana anunció que el Tratado entraría en vigor bilateralmen-
te (con El Salvador) el 1 de marzo del 2006. Para llegar a esta instancia, en dicho país
debieron ser aprobadas modificaciones a las leyes relativas a: adquisición y contratacio-
nes públicas, sociedades y seguros, marcas y signos, normativa de aduanas, propiedad
intelectual, telecomunicaciones, sanidad vegetal y animal y en los códigos penal y proce-
sal penal.
En el caso de Honduras, su Congreso debió pronunciarse sobre reformas al Código
Penal, leyes de comercialización, propiedad intelectual y controles fitosanitarios. El 24 de
marzo fue aprobada en este país una Ley de Implementación del Tratado, que permitió
su entrada en vigencia el 1 de abril de 2006.
Por su parte, las reformas legales solicitadas a Nicaragua estaban contenidas en cinco
leyes, alusivas a: Derechos de Autor y Derechos Conexos, Marcas y otros Signos Distin-
tivos, Patentes de Invención, Protección de Señales Satelitales Portadoras de Programas
y Ley Especial de Delitos contra el Comercio Internacional o la Inversión Internacional.
Efectuadas las modificaciones, se completaron los trámites parlamentarios y el Acuerdo
entró también en vigor para Nicaragua el 1 de abril de 2006.
Una reforma fiscal aprobada por la Cámara de Diputados de la República Dominica-
na el 27 de diciembre de 2006 había llevado a postergar nuevamente la entrada en vigen-
cia del Tratado. Ello se debió a que el Gobierno de Estados Unidos cuestionó artículos
de la citada reforma, en especial a propósito de impuestos a ser aplicados a la importación
de vehículos usados de gran porte y sin intervención de los órganos con competencia en
la materia, según lo establecido en los textos que se habían convenido. Sin embargo, el
problema fue superado y el Presidente de Estados Unidos puso finalmente en vigencia el
Tratado, con respecto a República Dominicana, el día 1 de marzo de 2007.
Mención especial recibe el caso costarricense, país en el cual se desarrolló un referen-
dum a los efectos de proceder a la entrada en vigor del Tratado ya suscripto. Habiendo
sufragado algo menos que el equivalente al sesenta por ciento del padrón electoral, el
movimiento por el “SI” (a favor del Tratado) se impuso con más del cincuenta y uno y
medio por ciento de los votantes. Ante dicho resultado, el Presidente convocó al bloque
mayoritario de legisladores que, en el marco de la Asamblea Legislativa inició, el día 18
de octubre de 2007, el trámite de consideración mediante un trámite acelerado (“vía rápida”),
de trece proyectos de ley cuya aprobación se consideró indispensable para que el Tratado
pudiera ser puesto en vigor.
Entre estas disposiciones de implementación figuraron los regímenes de: Obtenciones
Vegetales, Protección a Representantes de Casas Extranjeras, Seguros, Ley de Derechos
de Observancia de la Propiedad Intelectual, Ley de Semillas, reformas al Código Penal,
Ley de Marcas, fortalecimiento del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y aper-
tura del sistema de telecomunicaciones.
110
Capítulo V: El área de Libre Comercio para las Américas...
Bibliografía
Fuentes primarias
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2003.
Séptima Reunión Ministerial de Comercio. Quito, Ecuador, noviembre de 2002.
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Primera Reunión Ministerial de Comercio. Denver, Estados Unidos, junio de 1995.
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Archivos del Presente, Nro. 37. Buenos Aires, Foro Sur, oct./nov./dic. 2005.
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previo a la Cumbre de Santiago”. Serie Documentos de Trabajo Nro. 22. Buenos Aires,
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enfoque menos indulgente”. Revista de la CEPAL, Nro. 85. Santiago de Chile, CEPAL, 2005.
Crist, Greg y Sánchez Zinny, Gabriel. “El libre comercio en peligro”. La Nación, 7 de
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rica del Sur. Preocupaciones y desafíos en el camino hacia el ALCA” en revista Integración
y Comercio, Nro. 24. Buenos Aires, INTAL, 2006.
Devlin, Robert y Garay, Luis Jorge. “De Miami a Cartagena: nueve enseñanzas y
nueve desafíos del ALCA”. Revista Contribuciones, Año XIII, Nro. 4. Buenos Aires, Fun-
111
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
112
Capítulo VI
113
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
países. Aunque Estados Unidos sigue siendo el país con el cual se mantiene el mayor
flujo comercial, la dinámica de comercio adquirida con países como China, México
y Chile muestran que comienza a funcionar el regionalismo abierto que practican
los países andinos desde los años noventa. Por otra parte, la baja intensidad de co-
mercio con la UE y el Mercosur, en lo que respecta a exportaciones desde la CAN,
hace entrever que dinamizar mucho más este potencial de comercio será una de las
tareas que tendrá por delante este AIR. Las decisiones unilaterales, como la salida de
Venezuela del Acuerdo en el 2006 y su ingreso al Mercosur, el prácticamente sellado
acuerdo de libre comercio entre Colombia y Estados Unidos, más uno posible de este
país con Perú, también constituyen procesos en desarrollo a tomar en cuenta en el
futuro desempeño de la CAN.
Con treinta y ocho años de funcionamiento la Comunidad Andina tiene varios retos
por delante en aras no sólo de mejorar y perfeccionarse como unión aduanera, incremen-
tando así el volumen, valor y diversificación de su comercio intracomunitario. También
enfrenta los retos de lograr una convergencia macroeconómica que la impulse como
bloque comercial. Por otra parte, la vecindad geográfica de los países que la componen
supone hacer un esfuerzo por armonizar los desarrollos territoriales, en función de inser-
tarlos activamente dentro de los flujos de comercio. En este sentido, las reformas de se-
gunda generación, orientadas a incrementar la competitividad de estos países, mejorando
aspectos como la infraestructura de transporte y de telecomunicaciones, las regulaciones
a las actividades económicas y la calidad de las instituciones, tendrán el efecto de prepa-
rarlos para competir con más fuerza en los mercados internacionales. Asimismo, les da
la oportunidad de generar una capacidad que les permitirá incrementar su potencial de
atraer inversiones extranjeras directas. Por supuesto, el diseño y evaluación de políticas
públicas abocadas a mejorar este AIR no podrá estar reñido con la consecución de metas
sociales, como la reducción de la pobreza y de la exclusión, de manera que realmente se
haga efectiva la predica de hacer de los acuerdos de libre comercio un instrumento para
el desarrollo de los pueblos.
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1 1984-85
2 1986-87
3 1988-89
4
Mill USD 998 774 777 1006
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Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
práctica, la Zona de Libre Comercio Andina quedó activada en febrero de 1993, cuan-
do Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela terminaron de eliminar sus aranceles y
abrieron recíprocamente sus mercados, manteniendo sus propios aranceles frente a
terceros. Perú sólo se incorporó a dicha Zona en 1997, pero prontamente alineó sus
políticas arancelarias con el resto de sus socios y terminó de completar su programa de
desgravación a finales de 2005. Aunque se trataba de una unión aduanera imperfecta,
no obstante significó un gran adelanto.
Junto con las políticas arancelarias se incorporaron instrumentos complementa-
rios reguladores del mercado interno andino. Desde mediados de los años noventa
cuando fueron establecidos se ha avanzado bastante en su implementación. Destacan
entre ellos la Nomenclatura Comunitaria y la Valoración Aduanera, el Régimen de
Origen y las Normas Técnicas. También existe una normativa que regula los de-
rechos antidumping, tanto para el caso cuando las importaciones objeto de dumping
provengan de otro país comunitario, así como con respecto a las importaciones origi-
narias de un tercer país. Igualmente, rige un sistema especial de franjas de precios y
aranceles variables para un amplio conjunto de rubros agrícolas, mediante los cuales
los países miembros de la CAN buscan proteger su producción agrícola de los efectos
de las variaciones de precios y de los subsidios en los mercados internacionales de
esos productos (Baumann et. al, 2002).
En general, la aplicación de reformas propició que los países de la CAN pudieran salir
rápidamente de la fase de caída de las inversiones, mientras las empresas y los sectores
industriales nacionales reajustaban su capacidad productiva y delineaban sus estrategias
para poder competir en un mercado ampliado y sujeto a otras condiciones. Las estrate-
gias se orientaron a racionalizar la gestión empresarial, con el objeto de lograr eficiencia
en los costos de producción y hacer uso de la capacidad ociosa. Parte de los aumentos de
eficiencia se produjeron por la vía de la modernización del aparato productivo, mediante
la incorporación de nueva maquinaria y equipos. Este proceso se vio reforzado con las in-
versiones realizadas por las empresas transnacionales, para aprovechar las nuevas opor-
tunidades y generar economías de escala entre sus diferentes plantas de la subregión. La
repercusión del incremento de las inversiones se observa en los datos del Cuadro 1. La
evolución del coeficiente promedio de inversión doméstica sobre el PIB de una etapa pre-
rreforma (1985-1990) comparado con el respectivo a una etapa postreforma (1995-1997)
muestra que Bolivia, Colombia y Perú experimentaron un incremento apreciable de este
coeficiente, mientras el de Venezuela aumentó sólo ligeramente. El coeficiente de Ecua-
dor disminuyó, aunque no de forma significativa. El comportamiento de la IED conjunta
de la Comunidad Andina, aunque irregular, mostró también signos de recuperación. La
IED de 2.364 millones de dólares, alcanzados en 1991, luego de dos años de caída relati-
123
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
5000
4000
3000
2000
1000
0
1
1990-91 2
1992-93 3
1994-95 4
1996-97
Mill USD 1563 2547 4115 5161
124
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
22%
12%
Mercosur
CARICOM
13% MCCA
ALC
CAN
16%
21%
Durante este período, Colombia y Venezuela siguieron siendo los países líderes con
relación al valor del comercio intrasubregional total. En 1997, los porcentajes de par-
ticipación revelaban que Venezuela había sostenido su porcentaje (37%) mientras que
Colombia había recuperado terreno al representar sus exportaciones un aproximado
de 38% del total. La recuperación de la participación colombiana se debió a la leve
caída relativa de la participación ecuatoriana que disminuyó a 11% y a la más signifi-
cativa disminución de la participación de Perú, que sólo alcanzó aproximadamente 9%
del total; Bolivia permaneció con su participación más o menos constante en alrededor
de 5%. Desde la perspectiva del desempeño de sus balanzas comerciales, Venezuela
y Bolivia lograron superávit en todos los años considerados, mientras que Colombia
experimentó un comportamiento errático, con años de déficit y superávit. Ecuador tuvo
déficit continúo desde 1994, mientras que la situación más desfavorable fue para Perú,
con registró de déficit para todo el periodo considerado. Los problemas de déficit hasta
cierto punto revelan que la apertura comercial tuvo un efecto dual; pues al mismo tiempo
125
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
de alentar las exportaciones, también incentivó las importaciones. Así, el mayor ritmo
de crecimiento de las importaciones bolivianas, aunque exhibió superávit en su balanza
comercial intracomunitaria, derivó en una reducción importante de su margen de cober-
tura de sus importaciones. Esta situación se repite de manera menos problemática para
Colombia y Perú, mientras que en el caso de Venezuela y Ecuador sus ingresos petroleros
les permitieron manejar con cierta holgura la cobertura (Comunidad Andina, 1999).
50%
12%
CAN/ALC
CAN/Mundo
29%
4%
Fuente: Baumann, Bustillo et. al (2002) con base en datos de CEPAL.
126
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
7 6,6
6 6,1
6 BOL
5,5
5,3
COL
(%) 5 4,5 ECU
3,8 PER
4
VEN
3,1
3
1,9
2
0
Var. PIB Var. Export.
127
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
128
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
129
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
130
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
particularmente el petróleo.
El desempeño errático queda reflejado en unos flujos comerciales cuyo valor en 1999
de 3.940 millones de dólares representaron una caída de 27,1% con respecto al mismo valor
de 1998 de 5.411 millones de dólares. Los años 2000 y 2001 representaron una recupera-
ción relativa, al situarse el mismo en 5.167 millones de dólares para el año 2000 y en 5.630
millones de dólares en el año 2001, con el cual se alcanzó un nivel equivalente e comercio
al del año 1997. No obstante, nuevamente los años 2002 y 2003 significaron un retroceso,
pues los valores respectivos fueron 5.227 (una disminución de 7,2% respecto al 2001) y
4.940 millones de dólares, con una caída relativa de 5,5% comparado con el 2002. Los años
2004 y 2005 se corresponden con una nueva recuperación. En el Gráfico 7 se presentan
los promedios móviles bianuales del periodo. Respecto al año 2006, el dato provisional es
que el comercio intracomunitario alcanzó la cifra de 5.092 millones de dólares, haciendo la
salvedad que el mismo no incluye el comercio con la CAN por parte de Venezuela. En este
sentido, su crecimiento porcentual con respecto al 2005 sería de 12,4%.
8000
7000
6000
5000
4000
3000
2000
1000
0
1
1998-99 2
2000-01 3
2002-03 4
2004-05
Tanto la pérdida inicial del dinamismo relativo de los flujos comerciales intrasubregio-
nales así como su recuperación a partir del año 2004 está relacionado con el desempeño
del comercio bilateral entre Venezuela y Colombia, el cual ha fluctuado significativa-
mente en la última década. Dado que ambos países han respondido históricamente por
aproximadamente el 60-70% del comercio total intracomunitario estas fluctuaciones han
afectado el desempeño global de la CAN. No obstante, la salida de Venezuela del AIR
desde el 22 de abril de 2006 no parece haber afectado significativamente el crecimiento
del comercio bilateral y las cifras preliminares estiman que dicho flujo comercial haya
alcanzado los 3.900 millones de dólares al cierre del 2006.
Las fluctuaciones cuantitativas observadas en el valor del comercio intracomunitario
fueron impactadas por la aplicación de restricciones cualitativas a las importaciones desde
los países socios. Esta situación respondía al hecho que, como lo ha destacado Maldonado
131
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Más allá de la explicación que sobre la dinámica de los flujos de comercio intrasu-
bregional arroja el comportamiento de las tasas de crecimiento de las exportaciones de
los países andinos, importa definir qué tan relevante es el comercio intracomunitario
de cada uno de estos países en el flujo de sus exportaciones totales. En este sentido, la
información que se presenta en el Cuadro 3 muestra la evolución 1990-2004 del por-
centaje de participación de las exportaciones intracomunitarias con relación al total de
132
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
sus exportaciones para cada uno de los países de la CAN. Resulta evidente que para
Bolivia, Colombia y Ecuador, el mercado intracomunitario andino se ha convertido en
un destino importante de sus exportaciones como porcentaje de la totalidad de éstas,
incrementándose significativamente para el periodo 1990-2004. Destaca Bolivia, cuyas
exportaciones hacia la Comunidad Andina de su total exportado se han triplicado en
quince años. Igualmente Colombia ha aumentado de manera importante el peso rela-
tivo de sus exportaciones hacia la CAN, con la propiedad de ser el socio andino con el
mayor flujo de comercio, de aproximadamente 40% del total en el 2004. Es similar el
caso de Ecuador, país que en tres lustros ha logrado prácticamente doblar su comercio
intracomunitario. Por otra parte, Venezuela ha incrementado el peso relativo de sus ex-
portaciones hacia la CAN como porcentaje de su total, pero la cifra, cercana al 7%, no
es muy significativa, a pesar que este país contribuyó en el 2004 con aproximadamente
el 30% del flujo comercial intracomunitario. Finalmente, Perú ha seguido colocando
alrededor de 6% de sus exportaciones con respecto a su total exportado; con un peso
relativo de su comercio intracomunitario de aproximadamente 10% se erige como el
socio andino para el cual su comercio intracomunitario no ha tenido, en términos por-
centuales, un incremento importante.
Cuadro 3. Exportaciones hacia la CAN como porcentaje del total. 1990 y 2004
Con la recuperación de los flujos comerciales en los tres últimos años, cabe pre-
guntarse si el nuevo dinamismo ha tenido un impacto positivo en las tasas de creci-
miento del PIB de los cinco países subregionales andinos. Sin necesidad de establecer
un análisis econométrico riguroso, las cifras del Cuadro 4 corroboran que probable-
mente exista una correlación positiva entre incremento de las exportaciones e incre-
mento del PIB. En efecto, salvo por el caso particular de la economía venezolana, que
experimentó una fuerte caída de su PIB en los años 2002 y 2003, como respuesta a la
grave crisis política que la afectó, tanto esta economía a partir del año 2004, como el
resto de las economías andinas desde 2002 reflejan tasas de crecimiento positivas. Por
supuesto, existen otros factores detrás del crecimiento del PIB independientemente
133
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
del crecimiento que alcancen las exportaciones, pero la relación parece consolidada
más allá de la magnitud y composición del efecto. Cabe preguntarse también si este
crecimiento se convertirá en un proceso sostenido o si, por el contrario, como ha
ocurrido en el pasado, los flujos de comercio se revertirán a cifras inferiores a los
máximos históricos, sometidas a una probable ralentización de la economía mundial
y a la volatilidad intrínseca que ha caracterizado a estos países durante alguna parte
de su desempeño económico.
134
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
tratamiento a los capitales extranjeros y sobre aspectos relacionados con los derechos
de propiedad intelectual como marcas, patentes, licencias y regalías; todo ello aunado
a la implementación de un régimen uniforme para el tratamiento de las empresas mul-
tinacionales andinas. Por otra parte, se incorporó una normativa destinada a servir de
marco general para lograr la liberalización del comercio intrasubregional de los servi-
cios y se fijó como meta contar con un ALC completo para diciembre del año 2005
(Comunidad Andina, 2002a).
Adicionalmente, se decidió la constitución de un Consejo Asesor, conformado por
los Ministros de Economía y Presidentes de los Bancos Centrales, destinado a realizar
los esfuerzos conjuntos para lograr de forma gradual la armonización de las políticas
macroeconómicas, mediante la definición de los criterios de convergencia en materia
de inflación, deuda pública y déficit fiscal. En este orden de ideas, en reuniones de
los entes ejecutivos comunitarios, celebradas en los años 2000 y 2001, se estableció
el objetivo de reducir las tasas de inflación hasta niveles de un dígito, mediante el
desarrollo de metas fiscales comunes. Se aprobaron metas cuantitativas en cuanto
al déficit fiscal, el cual no debería exceder el 3% del PIB, y el saldo de la deuda pú-
blica externa más interna, que no podría sobrepasar el 50% del PIB al final de cada
ejercicio económico. Se estableció como meta para estos logros el final del año 2002,
aunque, transitoriamente, el límite indicado para el déficit fiscal podría alcanzar hasta
4% del PIB (Baumann, Bustillo et. al., 2002).
No obstante, sigue siendo evidente el incumplimiento de las normativas,
especialmente la no utilización de restricciones para-arancelarias, la falta en la debida
protección a la propiedad intelectual y diferencias en el tratamiento común de las
inversiones extranjeras. El logro de las metas orientadas a sintonizar las políticas
macroeconómicas, aunque ha conseguido avances, sigue siendo una materia pendiente
que presenta una serie de obstáculos difíciles de superar. Los problemas para conseguir
una efectiva coordinación macroeconómica se evidencian, entre otros aspectos, en la
falta de compensación sobre los diferenciales de tasa de inflación de los diferentes
países, la existencia de diferentes sistemas de seguridad social y de regímenes laborales
y diferencias en cuanto a la adopción del tipo de régimen cambiario.
En este sentido, si se toma como referencia el periodo 2000-2004 para evaluar el
cumplimiento de las metas macroeconómicas, se tiene que el objetivo de una tasa
de inflación de un dígito no fue cumplido por Venezuela para ninguno de los años
señalados. La economía boliviana experimentó problemas para sostener déficit fis-
cales inferiores a 4% de su PIB (de 3% a partir de 2002); igualmente el peso de su
deuda pública total externa más interna sobrepasó para el periodo de referencia el
50% de su PIB, situación que se repite, de forma menos drástica, con Ecuador. Los
dos países más próximos al cumplimiento del programa de acción de convergencia
macroeconómica han sido Colombia y Perú, pues experimentaron tasas de inflación
inferiores a un dígito, déficit fiscales no muy alejados de la meta de 4-3% del PIB y
el peso relativo sobre el PIB de sus respectivas deudas externas se mantiene inferior
135
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
a 50%, aunque no para todos los años y con cifras bordeando los límites estable-
cidos (Comunidad Andina, 2005). No obstante lo anterior, si se evalúa la conver-
gencia macroeconómica en los últimos tres años (2004-2006) para los cuatro países
que actualmente integran la CAN, los indicadores parecen mostrar avances signifi-
cativos en cuanto a armonización macroeconómica, particularmente en materia de
mantener tasas de inflación por debajo de un dígito. En el Cuadro 5 se presenta la
información pertinente.
Cuadro 5. Convergencia macroeconómica en los países que actualmente conforman la CAN 2004-2006
INFLACIÓN DÉFICIT FISCAL DEUDA PÚBLICA
(%) (%PIB ) (%PIB)
136
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
de los recursos hídricos, enfrentar los efectos del cambio climático y la prevención de
desastres naturales. Esta estrategia involucra el desarrollo de una plataforma subregional
que canalice los esfuerzos y el financiamiento para la conservación y uso sostenible de la
biodiversidad. Además, supone enfocar los acuerdos de comercio con terceros dentro de
un esquema que le asigne prioridades al comercio para el desarrollo sostenible.El segun-
do tema se relaciona con la creación de Zonas de Integración Fronteriza (ZIF). Las ZIF
buscan promover la generación de condiciones óptimas para la integración y el desarrollo
fronterizo sostenible. Entre sus objetivos se cuentan el apoyo y fortalecimiento a las co-
lectividades locales, potenciando sus capacidades productivas, comerciales y culturales;
contribuyendo a profundizar los procesos nacionales de descentralización económica y
administrativa. Entre los proyectos enmarcados en esta estrategia se encuentra el desarro-
llo de los Centros Binacionales de Atención en Frontera (CEBAF) los cuales tienen como
objetivo la implementación de un sistema eficiente e integrado de gestión y control de los
tráficos bidireccionales que se canalizan por los pasos de frontera, evitando así problemas
como la duplicidad de trámites.
Un tercer punto de la agenda de prioridades de la CAN se refiere a alentar lo que
se ha denominado “Compromiso de la Comunidad Andina por la Democracia”, que
autoriza al Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores a suspender la participa-
ción de un país miembro en donde se produzca una ruptura de la democracia. En
este sentido, existe la convicción en el seno del Acuerdo de que la gobernabilidad de-
mocrática es una prioridad insoslayable y es un elemento definitorio de la identidad
política de los países andinos. Ante las dificultades transitorias de gobernabilidad se
tiene previsto activar mecanismos que ayuden a la resolución de la situación de crisis
o de conflicto, vigilando el respeto de los derechos humanos y de las libertades fun-
damentales. El cuarto plan se refiere a instrumentar los mecanismos que propicien el
diálogo y la concertación de los intereses económicos, políticos, sociales y culturales,
mediante la participación de la sociedad civil organizada en el proceso comunitario
de toma de decisiones. Por ejemplo, los Consejos Consultivos Empresarial y Laboral
Andinos, que son instituciones consultivas del Sistema Andino de Integración (SAI)
están facultados para presentar sus opiniones y puntos de vista a este órgano. El
SAI cuenta, además, con un mecanismo de tutela jurisdiccional de los derechos e
intereses de los ciudadanos que pueden acudir a éste para solicitar la anulación ante
el Tribunal Andino de Justicia de algún acto comunitario que lesione sus derechos
e intereses, o demandar el cumplimiento de alguna normativa andina, resultado de
haberse detectado su incumplimiento.
137
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
comercial, revelan que éstos han tenido una dinámica caracterizada por el sostenimiento
de la influencia que en estos flujos tiene los Estados Unidos. Por otra parte, se puede
apreciar que los flujos comerciales con la anterior UE-15 (desde el 2004 UE-25, desde
el 2007 UE-27) representan la segunda opción de destino de las exportaciones del grupo
subregional. Llama la atención la poca participación relativa de los flujos comerciales que
sostiene la CAN con el Mercosur con quien cabría esperar se tuviera un comercio más
dinámico. También destaca la emergencia de nuevos países, como China, Canadá, Méxi-
co y Chile, en cuanto a proyectarse de manera relevante tanto como importadores de
productos andinos, así como exportadores hacia la CAN de bienes y servicios. Estas son
las relaciones comerciales externas más significativas que tiene en la actualidad la CAN,
representando en el 2005 aproximadamente el 65% tanto de sus exportaciones como de
sus importaciones extrasubregionales.
Las relaciones comerciales han fluido de forma paralela a las estrategias negociadoras
con otros bloques y países. En este sentido, la pérdida de una vocería única no ha sido
obstáculo para intentar alcanzar un ALC consensuado con la UE. No es este el caso de
las negociaciones con los Estados Unidos y con el Mercosur. En efecto, el apoyo a un su-
cedáneo del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) por parte de Colombia
y Perú, impulsando un ALC bilateral con los Estados Unidos, ha encontrado un fuerte
rechazo por parte del gobierno venezolano, que promociona la Alternativa Bolivariana
de las Américas (ALBA) ha ingresado de forma unilateral al Mercosur y finalmente tomó
la decisión de retirarse de la CAN. De manera que se presenta un escenario contradicto-
rio, donde se busca preservar los logros alcanzados en materia de la integración subre-
gional, en medio de un entorno de negociaciones unilaterales que amenazan socavar los
objetivos que justifican la existencia de la Comunidad Andina. Paradójicamente, Chile,
que formó parte de los países fundadores del llamado Pacto Andino y que luego se retiró,
ha negociado nuevamente su ingreso al bloque en calidad de miembro asociado.
Las exportaciones totales de la CAN se han elevado desde los 29.412 millones de
dólares en el año 1991 hasta los 100.868 millones de dólares en el 2005 experimentando
un crecimiento promedio del periodo de 7,2%. De estas exportaciones, 27.615 millones
de dólares correspondieron a exportaciones extracomunitarias en 1991 y 91.788 millones
de dólares en el 2005, experimentando una tasa de crecimiento promedio anual de 7,1%.
Por su parte, 1.797 millones de dólares correspondieron a exportaciones intracomunita-
rias en 1991, cifra que se eleva hasta 9.079 millones de dólares en 2005 (8,3% de creci-
miento promedio anual). En el 2005 las exportaciones extracomunitarias representaron
aproximadamente el 91% del total, mientras que las exportaciones intracomunitarias
representaron aproximadamente el 9% del total. De las exportaciones dirigidas hacia el
mundo, los principales destinos son: Estados Unidos, la UE-15, y el Mercosur. De forma
secundaria participan China, Japón, Canadá, México y Chile. El Gráfico 8 presenta las
tasas de crecimiento para el periodo 1991-1995 de las exportaciones totales, extracomu-
nitarias e intracomunitarias de la CAN. El Cuadro 6 muestra, en términos porcentuales,
la evolución de la estructura por países y bloques de las exportaciones de la CAN para
138
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
los años 2000, 2003 y 2006, haciendo la salvedad que en el caso de este último año se
trata de estimados y no se incluye a Venezuela. En estos datos se observa que los Estados
Unidos y la UE son el destino de aproximadamente entre 50-55% de las exportaciones
de la CAN y que los países como China, Canadá, México y Chile ya representan aproxi-
madamente el 15% de las exportaciones de la CAN. Cabe destacar que la salida oficial
de Venezuela de la CAN a principios de 2006 no ha supuesto que este país deje de ser un
destino importante de las exportaciones del grupo subregional, pues la cifra estimada de
2006 refleja que un 5,5 % de las exportaciones del AIR tienen como destino a este país.
100000
80000
Export
60000 1991
Export
2005
40000
20000
0
TOTAL CAN EXTRACOMUNITARIAS INTRACOMUNITARIAS
VAR (%) 7,2 7,1 8,3
139
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
140
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
80000
70000
60000
50000
40000
Import 1991
Import 2005
30000
20000
10000
0
TOTAL EXTRACOMUNITARIAS INTRACOMUNITARIAS
VAR (%) 5,3 4,8 9,6
141
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
142
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
generar un buen clima de inversiones, siguen socavando el gran potencial con que cuenta
la subregión andina para ser un polo atractivo de inversiones extranjeras.
La participación como emisores de IED hacia la CAN de bloques y países muestra
un hecho singular. Estado Unidos siguió siendo durante el período analizado el princi-
pal inversionista para la subregión. Sin embargo, si se considera el bloque conformado
por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), contribuyendo con
22.5% (1993) y 29,1% (2000) de la IED, se observa que esta participación fue supera-
da, desde mediados de la década de los noventa, por la respectiva realizada desde la
UE-15. Este bloque comercial, cuya IED hacia la CAN apenas representó un 6,4% del
total en 1993, elevó paulatinamente su participación, representando un 33,6% del total
en el año 2000. Cabe destacar que este importante incremento se debió básicamente
al significativo aumento de las inversiones realizadas por un solo país: España. La na-
ción ibérica se ha convertido en el mayor inversionista de la UE-15 en la subregión,
superando a los países tradicionales (Alemania, Holanda, Francia y el Reino Unido).
Un recuento sucinto de la IED realizada por empresas españolas durante 1990-2000,
señala que éstas se realizaron fundamentalmente en sectores como la banca, los servi-
cios financieros y los seguros, con empresas como el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria
(BBVA) el Grupo Santander y MAPFRE. En el sector de la energía eléctrica y del
suministro de agua con empresas como Endesa y Aguas de Barcelona. En el área pe-
trolera y de gas, Repsol YPF y Gas Natural. En las telecomunicaciones, Telefónica. En
turismo y hotelería, Sol Meliá y NH Hoteles. En construcción y ferrocarriles, Draga-
dos y Ferrovial. En la subregión andina destacan las inversiones de BBVA, el Grupo
Santander, Telefónica y Repsol (Casilda, 2004).
Por su parte, el Mercosur también fue protagonista de una porción de la IED cap-
tada por la subregión andina, realizada, en este orden de importancia, por Argentina
y Brasil. Las inversiones del Mercosur se elevaron desde los 41 millones de dólares en
1993 hasta los 198 millones de dólares en el año 2000, alcanzando un valor máximo de
601 millones de dólares en 1998. La IED realizada por los propios países intracomu-
nitarios estuvo marcada por la estabilidad, aunque representando un bajo porcentaje
del total de IED captada. Esta inversión se situó en torno a los 100-150 millones de
dólares para el período considerado, excepto para el año 1998, cuando alcanzó un va-
lor máximo de 251 millones de dólares. Resalta el paulatino incremento experimentado
por la IED proveniente de Chile, representada fundamentalmente en inversiones en
Perú. En la primera parte de la década, las inversiones chilenas se situaron en torno a
los 150-300 millones de dólares y alcanzaron un valor máximo en 1999 de 324 millo-
nes de dólares. Por el contrario, las inversiones japonesas no han repuntado más allá
de los 179 millones de dólares (valor máximo en el año 1997) correspondiendo esta
relativamente poca importancia, a la pérdida de dinamismo de los flujos comerciales
con la nación asiática.
143
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Una vez analizados la evolución y alcances, desde comienzos de la década de los no-
venta hasta el presente, de las relaciones económicas externas más importantes sostenidas
por la Comunidad Andina, no es de extrañar que sean los países y bloques comerciales
mencionados los que han mantenido con la CAN intensas negociaciones dirigidas a crear
acuerdos de libre comercio. En este sentido, los acuerdos para orientar las relaciones
comerciales con los Estados Unidos, han estado subsumidas, desde 1991 hasta el pre-
sente, dentro del denominado Andean Trade Preference Act (ATPA). Este acuerdo supone
el otorgamiento por parte de la nación norteamericana de preferencias arancelarias a los
países andinos, en retribución a los esfuerzos que realizan en el combate al narcotráfi-
co. Del Acuerdo ha sido excluido Venezuela, puesto que, en su momento, el gobierno
venezolano solicitó no ser incluido, alegando que resultaba desfavorable para el país ser
vinculado con el tráfico de drogas. Las ventajas arancelarias han alcanzado alrededor
de 6.000 productos, pero dejan por fuera rubros de exportación claves en el comercio
andino como textiles, confecciones y atún enlatado. En el año 2002 las preferencias an-
dinas fueron incorporadas a la misma ley de promoción del comercio (TPA) aprobada
por el Congreso de los Estados Unidos. Este nuevo esquema estuvo vigente hasta el
año 2006; amplía los beneficios a las confecciones textiles, permitiendo que sobre todo
Perú y Colombia puedan duplicar o triplicar sus exportaciones de confecciones hacia el
mercado norteamericano. Venezuela, que en esta oportunidad sí solicitó ser incluida, fue
rechazada su admisión por el Congreso de los Estados Unidos.
Dentro de este contexto, se ha librado la batalla comercial, pero también política e
ideológica, entre dos visiones contrapuestas de la integración; la que supone el estable-
cimiento del ALCA y la que supone el establecimiento del ALBA, y otra expresión de
integración como sería la Comunidad Suramericana de Naciones. Si bien la firma de un
ALC por parte de los Estados Unidos de forma bilateral con Chile y con los países cen-
troamericanos representa un avance en las negociaciones por alcanzar un mecanismo de
integración similar con toda la región, los obstáculos para la implementación del ALCA
como fue concebido originalmente apuntan a un escenario más bien pesimista. Dentro
de la CAN hay dos países firmemente decantados y en proceso de la negociación defi-
nitiva de un ALC con los Estados Unidos: Colombia y Perú. En el caso de Ecuador, la
resolución del escenario político interno con la elección de un nuevo presidente y nuevas
autoridades supone una posición más inclinada a rechazar la posibilidad de llegar a un
ALC con Estados Unidos, uniéndose a los otros dos países de la subregión abiertamente
opuestos al ALCA: Venezuela y Bolivia.
En general, desde las posiciones oficiales de los Gobiernos de Brasil, Argentina, Bo-
livia y Venezuela se aduce que la diferencia de productividad y de dominio tecnológico
norteamericano, lo cual le permite tener una estructura económica muy diversificada y
dinámica, tendría, en el caso de contar con un mercado latinoamericano no protegido,
144
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
145
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
dependencia comercial con los Estados Unidos ha ocasionado una menor diversificación
en el origen y destino de las exportaciones e importaciones mexicanas. Por esta razón,
se arguye que el Tratado se ha convertido en una barrera de entrada para los países no
signatarios del convenio comercial (Kwon-Mun y Quintana, 2003). Por otra parte, la
competitividad exhibida por China, derivada de mantener unos salarios reales que son
apenas una fracción de los respectivos salarios de los países desarrollados y más bajos
que el promedio de los países en desarrollo, ha significado una competencia directa para
las exportaciones mexicanas, incluso en el escenario de productos privilegiados por el
TLCAN. En la práctica se podría estar produciendo desviación de comercio en algunas
subpartidas manufactureras.
Las relaciones comerciales de la CAN con la UE-15 (desde el 2004 UE-25, hoy en día
UE-27) están sustentadas en la existencia de un acuerdo subsumido en el Sistema Gene-
ral de Preferencias (SGP) que otorga la Unión Europea. Estas preferencias arancelarias
alcanzan un conjunto amplio de productos. La renovación del acuerdo desde finales del
2001 para el período 2002-2004, planteó el compromiso por parte de los países de la
CAN de cumplir con las principales normas laborales establecidas por la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y la protección del medio ambiente. Además, el bloque
europeo ha establecido ventajas comerciales para algunos rubros que compra de Colom-
bia, Ecuador, Bolivia, y Perú, a cambio de que éstas combatan el narcotráfico. Como
lo destaca un informe de la Comunidad Andina (2003b), los efectos directos de este
acuerdo se han traducido, entre otros, en el incremento de los productos exportados, en
términos de subpartidas Nandina, por parte de la CAN hacia la UE-15, al pasar de 2.166
subpartidas Nandina en 1991 a 2.432 subpartidas en el año 2001, abarcando esta última
cantidad el 46% del universo arancelario andino.
En lo que respecta a las negociaciones comerciales con el Mercosur, las mismas se
vienen desarrollando desde 1995, época desde la cual ambos bloques subregionales
suramericanos vienen explorando la posibilidad de constituir un ALC. En 1996 se
suscribió un Acuerdo de Complementación Económica para la creación de una Zona
de Libre Comercio entre Bolivia y el Mercosur. Posteriormente, en 1998, se suscribió
el acuerdo marco para la creación de una Zona de Libre Comercio entre la CAN y
el Mercosur, disponiéndose que las negociaciones se realizaran en dos etapas. Una
primera etapa abarcaría un Acuerdo de Preferencias Arancelarias, sobre la base del
patrimonio histórico, con la posibilidad de introducir nuevos productos. Las demoras
en la materialización de esta etapa conllevaron a que Brasil, tomando la iniciativa,
las suscribiera de manera unilateral con la CAN; a continuación, Argentina negoció
un acuerdo semejante. Tanto Paraguay como Uruguay manifestaron objeciones a la
posibilidad de lograr un acuerdo de preferencias arancelarias, pero han manifestado
su interés en alcanzar con la CAN un ALC a finales de 2005 Venezuela ingresó, de
forma unilateral, formalmente al Mercosur, aunque aplican algunas restricciones en
este ingreso.
La segunda etapa de negociaciones tiene planteada el logro de un ALC que con-
146
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
temple la totalidad del universo arancelario. Se tenía previsto que entrara en vigencia
en el año 2000, pero las negociaciones definitivas han sufrido demoras. El acuerdo
marco se extiende en la necesidad de crear corredores de integración mediante el de-
sarrollo de la infraestructura física, la creación de un marco legal para promover las
inversiones recíprocas y una vocería conjunta en temas de integración hemisférica y
en los foros multilaterales. A partir del año 2002 y hasta el presente, se han realizado
una serie de encuentros entre los representantes de los países de ambos bloques, a ob-
jeto de aligerar y concretar los aspectos de la negociación. Los puntos álgidos tienen
que ver con la lista de los productos sensibles y las propuestas de desgravación para
éstos. Además, en cuanto a los productos agrícolas, está en estudio una propuesta de
la CAN, que persigue alcanzar un equilibrio en la desgravación de los derechos fijos
y variables, los cupos arancelarios para el Sistema Andino de Franjas de Precios y
mecanismos transitorios vinculados al comercio preferencial (Maldonado, 2003). Las
dificultades más importantes que confronta la materialización de un acuerdo de libre
comercio entre la CAN y el Mercosur son destacadas por Toro (2003). En primer
lugar, la alta exigencia de normas de origen que exige el Mercosur (60% de valor
agregado nacional), se convierte, en la práctica, en una barrera para las exportaciones
de la CAN. Segundo, los mecanismos de solución de controversias se encuentran
más desarrollados dentro de la Comunidad Andina que dentro del Mercosur. El más
efectivo funcionamiento institucional de la CAN en este aspecto, que ha servido de
garantía a los reclamos de los países comunitarios, genera una asimetría legal que
sería perentorio corregir. En tercer termino, los dos bloques tienen distintos enfoques
en cuanto al tratamiento a conceder a los países de menor desarrollo relativo. Ade-
más, existe la dificultad estructural del menor desarrollo industrial de la CAN frente
al Mercosur, particularmente frente a Brasil. Por último, han surgido dificultades
coyunturales, expresadas en la utilización de salvaguardas y barreras no arancelarias
al comercio, cada vez que los países de ambos bloques experimentan problemas eco-
nómicos, lo cual obstruye y desvirtúa las negociaciones.
A pesar de los obstáculos, el comercio entre los dos bloques ha evolucionado favora-
blemente en los últimos años, aunque manteniendo la tendencia tradicional de déficit de
la balanza comercial para la CAN, fundamentalmente la respectiva a Brasil. Se observa
un creciente comercio intraindustrial y la diversificación de las exportaciones, medida
por el aumento de las subpartidas Nandina que pasaron de 1.416, en 1992, a 1.770, en
2001(Comunidad Andina, 2002b). Venezuela y Colombia lideran las exportaciones ha-
cia el Mercosur, concentrando cerca del 60% de éstas, principalmente hacia Brasil, que
capta cerca del 70% seguido de Argentina (15% aproximadamente). Las exportaciones
hacia Uruguay se han incrementado de manera constante y representan alrededor de
12% del total. Las importaciones de Paraguay provenientes de la CAN han mostrado
una tendencia irregular en los últimos años y su participación en el total es apenas de
alrededor de 3% del total.
Los temores que suscita entre los empresarios andinos un eventual acuerdo de inte-
147
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
10. Conclusiones
148
Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
149
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
se han utilizado estas salvaguardas como una vía factible para la permanencia de Venezuela
dentro de la CAN. Las mismas servirían de instrumentos que permitirían tomar en cuenta las
posibles pérdidas de beneficios para los productores nacionales y los exportadores, objetando
así desde dentro del Acuerdo aspectos puntuales negativos para los productores venezolanos
del controversial ALC de Colombia y eventualmente Perú con Estados Unidos.
Otra paradoja en la decisión del gobierno venezolano de retirarse de la CAN, queda
revelada en el hecho que siendo Colombia el mayor receptor de las exportaciones vene-
zolanas dirigidas hacia la subregión andina, los negociadores colombianos del ALC con
los Estados Unidos estuvieron atentos a tomar en cuenta en las negociaciones los produc-
tos sensibles provenientes del mercado venezolano. Por esta razón, para los sectores que
tienen los productos que constituyen la mayoría de las exportaciones venezolanas hacia
Colombia, se convinieron diversas medidas que retardan la desgravación arancelaria con
Estados Unidos. Para el sector petroquímico se definió una desgravación de siete años.
En los sectores de la siderurgia y la metalmecánica los productos más sensibles serán
liberados en diez años, los medianamente sensibles en cinco años y los demás de manera
inmediata. En cuanto al sector automotor, para 38 posiciones arancelarias la desgrava-
ción se fijó en diez años. Por otra parte, dado que dentro del TLC con Estados Unidos
se acordaron normas de origen flexibles, ello permitiría la incorporación de insumos
venezolanos en productos colombianos que cumplan con los requisitos para el acceso
preferencial al mercado norteamericano.
No obstante lo anterior, el retiro de Venezuela de la CAN sí ha dejado al desnudo
algunas falencias de este AIR. Ya se señaló que dentro de la misma área de las relaciones
comerciales aún imperan fallas como la carencia de infraestructura para el transporte más
eficiente de las mercancías, la falta de convergencia de las legislaciones aduaneras, sanitarias
y otras normas técnicas. También se ha estancado la integración del sector servicios, el de
mayor dinamismo en todas partes del mundo. En el terreno jurídico también se presentan
serias fallas debido a los incumplimientos de los dictámenes de la Secretaría General o del
Tribunal Andino de Justicia en materias como: las restricciones de carácter cambiario, los
diferimientos no autorizados del AEC, la imposición de gravámenes internos discrimina-
torios contra la producción andina y las salvaguardas injustificadas a productos de origen
agropecuario. Igualmente se ha retrasado el logro de la armonización macroeconómica.
Superar estos obstáculos, dentro de un clima que suponga libertad para adelantar de mane-
ra autónoma relaciones con terceros países, apuntalando de manera decidida una agenda
integracionista que convierta en efectivos los programas de lucha contra la pobreza y la
desigualdad más allá de las declaraciones retóricas, es la única plataforma de desarrollo
común que podría seguir haciendo viable el futuro de la CAN.
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Capítulo VI: Sombras y luces de la Comunidad Andina de Naciones
153
Capítulo VII
Centroamérica cuenta con uno de los procesos de integración más antiguos de Latino-
américa, sus inicios se remontan –específicamente en cuanto a integración económica— al
año de 1960; año en el que Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua suscribieron
el Tratado General de Integración Económica Centroamericana —al que Costa Rica se adhirió dos
años después–, inició así el denominado Mercado Común Centroamericano (MCCA).
El objeto del Tratado General de Integración Económica Centroamericana, fue es-
tablecer un Mercado Común en un plazo máximo de cinco años; y para lograrlo se
constituyó una Unión Aduanera de carácter parcial, con libre comercio para todos los
productos originarios, con las limitaciones de regímenes especiales de carácter transitorio
y de excepción, los que debían quedar automáticamente incorporados al finalizar el quin-
to año de vigencia del Tratado.
Además, a partir de la suscripción de dicho Tratado se obligaron –las partes- a no
firmar con terceros Estados, convenios que pudieran afectar los principios de integración,
así como a mantener la “cláusula Centroamericana de excepción” en caso de celebrar
convenios comerciales con otros países.
. Dicha cláusula alude al trato de nación más favorecida que los Estados Centroamericanos se deben de dar recíproca-
mente entre sí en caso de negociación de un tratado comercial con terceros países.
. CEPAL. “Pasado, Presente y Futuro del Proceso de Integración Centroamericano. Una Interpretación”. LC/MEX/
L.500. 14 de noviembre de 2001.
155
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
El nacimiento del MCCA significó un poderoso motor para las políticas de susti-
tución de importaciones, impulsadas por la Comisión Económica de América Latina
(CEPAL) y por medio de las cuales se buscó no sólo el desarrollo industrial, sino
reducir la dependencia de sus miembros sobre los productos primarios de terceros
Estados.
Sin embargo, y pese al crecimiento económico observado, los objetivos trazados no
fueron alcanzados por diversas dificultades entre las que podemos citar:
- El elemento rigidez como base para alcanzar el Mercado Común.
- La ausencia de un verdadero compromiso de los Estados en ese proyecto económico
común.
- Los reiterados incumplimientos de los Estados, a través de los constantes discriminacio-
nes a favor del productor nacional.
- Y su más grande obstáculo: la popularmente denominada “guerra del fútbol”, 1969.
Como corolario de esta última, el intercambio global entre Honduras y El Salvador se
interrumpió, y el primero pasó a relacionarse con el resto de países centroamericanos
a través de la suscripción de tratados bilaterales de libre comercio, pese a nunca haber
denunciado el Tratado General de Integración Económica Centroamericana.
La década del 80, significó un cambio en el panorama del MCCA, ya que los
problemas a los que se enfrentó fueron de otra índole relacionados básicamente
con el cambio en el escenario político económico, el sostenimiento de las políticas
contrainsurgentes y las propuestas de abrir espacios de dialogo para buscar caminos
hacía la paz regional; situaciones, que a su vez, llevaron, en la segunda década del
’80, a asociar la integración con la paz y la democracia como prerrequisitos para la
estabilización y el desarrollo.
. El comercio pasó de 8,3 millones de pesos centroamericanos (equivalentes a dólares estadounidenses) en 1950, a 297,5
millones de pesos centroamericanos en 1970, dinamismo que vino acompañado de un crecimiento del producto del 5%
promedio por año y de un cambio en el coeficiente de participación del comercio en el PIB que se situaba en 15% en 1960
y avanzó a 18% en 1970.
. Calificada así en alusión a las supuestas motivaciones que tuvieron Honduras y El Salvador para iniciar el conflicto
armado.
. Lo cual se mantuvo hasta en 1980, año en el que El Salvador y Honduras firmaron la paz en la ciudad de Lima, Perú.
. La anterior situación, ha generado discusiones en torno a sí es correcto hablar –durante esa época— de un proceso de
integración económica o si debemos de referirnos a acuerdos de complementación económica, pues de hecho, el comercio
intraregional entre Honduras y El Salvador se vio obstaculizado.
Empero, sin importar el nombre que se le otorgue al fenómeno económico ocurrido, hemos de mencionar que los organis-
mos de integración continuaron con sus labores, aún y cuando éstos se replegaron a sus mínimas funciones.
. Pese a haberse alcanzado en 1980 el máximo valor en exportaciones intracentroamericanas –1,129 millones de dóla-
res—, a partir del 1981 las exportaciones empezaron a decaer.
156
Capítulo VII: Avances y desafíos del Mercado Común Centroamericano
. Cuyo compromiso fue reestructurar, fortalecer y reactivar el proceso de integración, así como a los organismos regiona-
les centroamericanos, adecuando o rediseñando su marco jurídico e institucional para imprimirles un renovado dinamismo
y facilitar su adaptación a las nuevas estrategias de apertura externa y modernización productiva.
. Artículo 3, Protocolo de Tegucigalpa.
157
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Protocolo de Guatemala
158
Capítulo VII: Avances y desafíos del Mercado Común Centroamericano
La Reunión de Presidentes
Es el órgano de mayor jerarquía dentro del Sistema, integrado por los presidentes
constitucionales, cuya función es definir y dirigir la política centroamericana, estableciendo las
directrices sobre la integración de la región, así como las disposiciones necesarias para garantizar la coor-
dinación y armonización de las actividades de los órganos e instituciones del área y la verificación, control
y seguimiento de sus mandatos y decisiones,14 entre otras.
Sus reuniones son cada seis meses y extraordinariamente cuando así lo decidan los
mandatarios,15 lo que ha llevado a la toma de una cantidad de resoluciones y a la casi
inexistente ejecución de ellas, lo cual es un factor dañino para la integración.
El Comité Ejecutivo
12. Demasiado heterogéneos y dispersos: consolidación de la democracia; concreción de un nuevo modelo de seguridad
regional y de un sistema de bienestar y justicia económica y social para los pueblos Centroamericanos; fortalecimiento
de la sociedad civil; promoción del desarrollo sostenido y del medio ambiente; así como alcanzar la Unión económica;
reforzar el sistema financiero Centroamericano y reafirmar y consolidar la autodeterminación de Centroamérica en sus
relaciones externas (artículo 3, Protocolo de Tegucigalpa).
13. El carácter de permanente lo tienen únicamente el Comité Ejecutivo y la Secretaria General.
14. Artículo
�������������������������������������
15 Protocolo de Tegucigalpa.
15. Artículo
�������������������������������������
14 Protocolo de Tegucigalpa.
16. Artículo
�������������������������������������
16 Protocolo de Tegucigalpa.
17. �������������������������������������
Artículo 16 Protocolo de Tegucigalpa.
159
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
160
Capítulo VII: Avances y desafíos del Mercado Común Centroamericano
Estructura Institucional
El Protocolo de Guatemala complementa al Protocolo de Tegucigalpa e introduce el
termino “Sub-sistema” en alusión a que el SICA persigue la integración no sólo en el
ámbito económico, sino también, en el político, social y cultural.
Precisamente, la unión de esos Subsistemas conforma el Sistema de Integración Cen-
troamericana; por ello, todos los Subsistemas, y en el caso particular el económico, se
encuentran comprendidos dentro del marco jurídico e institucional del SICA; aún y
cuando cada uno de ellos desarrolle su propia estructura institucional.
En ese sentido, el subsistema de Integración económica, entendido como la organiza-
ción marco del programa de integración económica cuyo objetivo es alcanzar el desarrollo
económico y social equitativo y sostenible de los países centroamericanos,22 mantiene en su estructura
institucional la complejidad del SICA –a la vez que incorpora a sus órganos—, con la sal-
vedad que distingue entre órganos, órganos técnico administrativos e instituciones.23
22. Artículo 3, Protocolo de Guatemala.
23. Articulo 37. 1. Es Subsistema de Integración Económica Centroamericana, comprende los órganos e instituciones
que se detallan a continuación:
2. Son órganos:
a) el Consejo de Ministros de Integración Económica;
b) el Consejo Intersectorial de Ministros de Integración Económica;
c) el Consejo Sectorial de Ministros de Integración Económica y
d) el Comité Ejecutivo de Integración Económica.
3. Son órganos técnico administrativos:
a) la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA).
b) la Secretaría del Consejo Agropecuario Centroamericano (SCA).
c) la Secretaría del Consejo Monetario Centroamericano (SCMCA).
161
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
162
Capítulo VII: Avances y desafíos del Mercado Común Centroamericano
Los otros órganos técnicos con los que cuenta el Subsistema Económico son: la Se-
cretaría del Consejo Agropecuario Centroamericano (SCA); la Secretaria Turística Cen-
troamericana (STCA); y la Secretaría del Consejo Monetario Económico (SCME), cuya
función es prestar apoyo técnico y administrativo a un Consejo que conforman los Presi-
dentes de los Bancos Centrales, responsable de proponer y ejecutar las acciones necesa-
rias para lograr la coordinación, armonización, convergencia o unificación de las política
monetaria, cambiaria, crediticia y financiera de los Estados parte.
La estructura institucional del Subsistema económico se complementa con el Ban-
co Centroamericano de Integración Económica (BCIE) el Instituto Centroamericano
de Administración Pública (ICAP) y el Instituto Centroamericano de Investigación y
Tecnología Industrial (ICAITI), en su condición de instituciones especializadas del pro-
ceso de integración económica de los Estados parte; a ellas les corresponde considerar,
al formular políticas, planes y proyectos, los objetivos y principios establecidos en el
Protocolo de Tegucigalpa, en el Protocolo de Guatemala y en las políticas y directrices
regionales adoptadas en el Subsistema de Integración Económica Centroamericana.
Consideraciones generales
La entrada en vigor del Protocolo de Guatemala, dio un nuevo impulso al MCCA,
lo que llevó a los cinco Estados miembros25 —Guatemala, El Salvador, Honduras,
Nicaragua y Costa Rica— acordar perfeccionar la Zona de Libre Comercio para la
totalidad de los productos originarios26 a fin de no obstaculizar el intercambio intra-
tengan una Secretaría especifica y del Comité Ejecutivo de Integración Económica (CEIE); tendrá personalidad jurídica de
derecho internacional y le corresponde servir de enlace a las acciones de las otras Secretarías de Subsistema Económico, así
como la coordinación con la Secretaría General del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA); en concordancia con
lo dispuesto en el artículo 28 del Protocolo de Tegucigalpa y en ejercicio de una autonomía funcional
2. La SIECA estará a cargo de un secretario general, nombrado por el Consejo de Ministros de Integración Económica para
un periodo de cuatro años, a quien corresponde la representación legal.
Articulo 44. 1. La SIECA velará a nivel regional por la correcta aplicación del presente Protocolo y demás instrumentos
jurídicos de la integración económica regional y la ejecución de las decisiones de los órganos del Subsistema Económico.
2. Realizará los trabajos y estudios que los órganos del Subsistema Económico le encomienden. Tendrá, además las
funciones que le asignen el Consejo de Ministros de Integración económica o su Comité Ejecutivo. En materia de
integración económica tendrá capacidad de propuesta.
3. Tendrá su sede en la ciudad de Guatemala, República de Guatemala, y su organización administrativa operativa y presu-
puestaria se establecerá en el Reglamento Interno que será aprobado por el Comité Ejecutivo de Integración Económica.
25. El sexto Estado, es decir Panamá, pese a haber suscrito el Protocolo de Guatemala nunca lo llegó a ratificar, por lo que
no entró en vigor para ese Estado.
26. Articulo 7. Los Estados partes convienen en perfeccionar la zona de libre comercio para todos los bienes originarios
de sus respectivos territorios, para cuyo fin se eliminarán gradualmente todas las barreras arancelarias y no arancelarias al
comercio intraregional, eliminando toda restricción de carácter cuantitativo y cualquier otra medida de efecto equivalente,
mediante la cual una de las partes impida o dificulte unilateralmente el libre comercio. Las mercancías originarias de los
Estados parte gozarán de tratamiento nacional en el territorio de todos ellos.
163
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
164
Capítulo VII: Avances y desafíos del Mercado Común Centroamericano
En el MCCA se observa:
1. Libre movilidad de bienes originarios
En Centroamérica se ha alcanzado el perfeccionamiento de una Zona de Libre Comer-
cio para la casi totalidad de los productos originarios, constituyendo su única excepción
los bienes contemplados en el Anexo “A” al Tratado General de Integración Económica
Centroamericana.29
El Anexo “A” al Tratado General de Integración Económica Centroamericana es el
instrumento de carácter temporal en el que se detalla la lista de bienes originarios que no
gozan de libre comercio.
La importancia de este instrumento radica en que el productor y/o comerciante pue-
de tener una proyección económica en el mediano y largo plazo; lo que desde el punto
de vista jurídico, le otorga derechos adquiridos, y se traduce en una imposibilidad de
volver a ingresar a ese listado un bien que ya goce de libre comercio.
En efecto, dado que la exclusión de un producto del Anexo “A” impide su nueva in-
29. En la actualidad las excepciones al libre comercio centroamericano son las siguientes:
• Azúcar (lo incluyen los cinco países).
• Café sin tostar (lo incluyen los cinco países).
• Derivados del petróleo (lo incluye Honduras con los restantes cuatro países)
• Alcohol etílico (Costa Rica lo incluye con los restantes cuatro países; El Salvador con Honduras).
• Bebidas alcohólicas destiladas (Honduras lo incluye con los otros cuatros países).
• Café tostado (Costa Rica lo incluye con los otros cuatro países).
165
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
corporación, la labor del COMIECO se limita a decidir qué productos gozarán del libre
comercio, y los períodos a observar en su degravación, pues –como ya dijimos— una
vez eliminado un producto del anexo “A”, bajo ninguna circunstancia puede volver a ser
objeto de medidas arancelarias como no arancelarias.
En relación a ello, la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la Secretaria de
Integración Económica Centroamericana (DGAJ) ha interpretado: 30 “el otorgamiento
de libre comercio irrestricto no puede ser modificado por ninguna ley nacional de ninguno de los
Estados”.
1.1 Obstáculos al Libre Comercio
En C.A. los obstáculos al libre comercio se han visto disminuidos en forma notaria
hasta llegar a su casi desaparición, tal y como se desprende de las denuncias incluidas
en la “Matriz de medidas contrarias al libre comercio regional”, que el Consejo de Mi-
nistros de la Integración Económica Centroamericana ordenó levantar por primera vez,
en noviembre del año 2001, con el propósito de servir de instrumento de información y
transparencia acerca de las trabas al comercio interregional.
Respecto a los obstáculos al libre comercio, la opinión consultiva dictada por la
Corte Centroamericana de Justicia a las once horas del día veintiséis de noviembre de
2002, determinó:
[...] no pueden, las administraciones municipales establecer gravámenes de ninguna índole al tránsito y
comercio de los productos referidos en la disposición transcrita,31 salvo las excepciones establecidas en
el “Tratado General de Integración Económica Centroamericana” y el “Protocolo de Guatemala”.
166
Capítulo VII: Avances y desafíos del Mercado Común Centroamericano
ferido mantener una posición de frialdad y dejar ese tema para futuras discusiones.
3.1. Arancel Externo Común
El AEC en Centroamérica es uno de los principales obstáculos en el avance hacia
el perfeccionamiento de la Unión Aduanera, ya que los países mantienen un patrón de
conducta en el cual es común realizar modificaciones unilaterales a sus aranceles, gene-
rándose así importantes retrocesos y reiteradas desarmonizaciones.
A lo anterior se agrega, el problema que presentan los productos agrícolas, puesto que
deben negociarse en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Esto último, presenta uno de los más grandes inconvenientes, debido a que cuando
los países centroamericanos se hicieron miembros del Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT), lo hicieron de manera individual sin acordar previa-
mente un mecanismo de coordinación o de información, negociando separadamente sus
derechos y compromisos con los contratantes de ese acuerdo multilateral; así las incorpo-
raciones se efectuaron de la siguiente manera: Nicaragua en 1950, Costa Rica en 1990,
El Salvador y Guatemala en 1991 y Honduras en 1994.
En ese sentido, la consolidación de niveles desiguales de los techos arancelarios, el
otorgar concesiones específicas por debajo del techo en productos y niveles diferentes,
establecer equivalentes arancelarios a productos y niveles distintos y asumir compromi-
sos de contingentes en volúmenes y niveles desiguales, representa un obstáculo para la
equiparación de los rubros arancelarios que aún se encuentran pendientes de ser unifor-
mados, lo que dificulta alcanzar un arancel uniforme y más aún acordar posiciones con-
juntas en negociaciones comerciales, tales como las que será necesario concertar como
requisito sine qua non en la unión aduanera.
3.2. Política Comercial Común.
Relacionado con el AEC encontramos la Política Comercial Común, de la cual C.A.
dista de contar con una; en efecto pese a presentarse como una única región y como un
bloque que conforma el Mercado Común Centroamericano (MCCA), la realidad centro-
americana es otra: cada país lucha por obtener las mejores ventajas para sí, sin importar
los intereses regionales y sin deseos de negociar como bloque más que los aspectos nor-
mativos de los Tratados.
Como muy bien apunta Guerra Borges:32 “[...] geográficamente Centroamérica es una
sola región, pero políticamente es un calidoscopio de situaciones.”
En efecto, las negociaciones realizadas por Centroamérica como MCCA han sido sólo
en la parte normativa de los Tratados y una vez negociados esos puntos, cada Estado
procede a negociar por separado las partes más importantes y trascendentes de los Tra-
tados33 v.gr. concesiones, exclusiones, normas de origen, etc., con la errónea idea que al
32. Internet: Guerra Borges, Alfredo. “Centroamérica al Azar ante una integración globalizada”. http//www.ii.ucr.ac.cr/re-
cursos/cidcacs/especial/integración/mesa1/Guerra_Borges.pdf.
33. La anterior situación se manifestó en la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, ya que a
pesar que se negoció como “bloque” en la practica no se contó con un solo equipo negociador encargado de representar
una única posición, sino que cada país se hizo representar por su propio equipo negociador, lo que finalmente llevó a
167
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
hacerlo obtienen tratamientos preferenciales y sin comprender que, al ser países peque-
ños, su demandas específicas no tienen fortaleza.
168
Capítulo VII: Avances y desafíos del Mercado Común Centroamericano
Por tanto, la puesta en funcionamiento de este tipo de aduanas lo que realmente vie-
nen a generar es una facilitación de los negocios y del comercio regional, puesto que los
tramites de aduanas se realizan de forma rápida y sin mayores gestiones burocráticas, lo
que se ha traducido en un ahorro de tiempo de aproximadamente 75%.
Con esto no queremos significar que la idea de facilitación de negocios sea contraria al
proceso de integración o más específicamente a los avances que se esperaran para llegar
a la Unión Aduanera, pues es indudable que como mecanismo ad-hoc arroja un resultado
concreto, cual es superar impedimentos determinados que pueden afectar tanto el tráfico
de mercancías, la provisión de servicios, el desplazamiento de los hombres de negocios,
como el establecimiento de las inversiones; por tanto, en el corto plazo sus resultados
pueden ser considerados satisfactorios.
No obstante, como mecanismo aislado para alcanzar el perfeccionamiento de la Unión
Aduanera no es idóneo, ya que no conduce a la eliminación paulatina de las controles
fronterizos, por lo que puede ser utilizado únicamente para dar señales positivas del es-
fuerzo de los gobiernos, para complementar el proceso, pero no para reemplazarlo.
Por todo lo expresado es menester concluir que el MCCA no constituye en la actua-
lidad una Unión Aduanera y dista de alcanzarla en el corto plazo; sino que conforma
únicamente una Zona de Libre Comercio con matices de Unión Aduanera o lo que algu-
nos han dado en llamar una Unión Aduanera Imperfecta, quedando pendientes muchos
obstáculos por salvar antes de poder llegar a considerarse Unión Aduanera perfecta.
35. Fuente: SIECA: “Relaciones Comerciales y de Cooperación entre C.A. y la Unión Europea”.
169
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
advierte que esta última se sitúa en el rango de los países desarrollados, para el caso su
PIB alcanzó en el año 2004 los 12,818.7 miles de millones de dólares y un PIB per cápita
de 27,462.5; su extensión territorial es nueve veces mayor que la de los países centroame-
ricanos y posee una densidad poblacional de 115 habitantes por km2, mientras que los
países de la región alcanzan los 86 habitantes por km2 en promedio.
Los datos anteriores permiten colegir cuál es el interés centroamericano por ingresar
al mercado europeo, empero, no tan claras resultan ser las motivaciones de la UE, pues
contrario a lo que sucede con países o bloques económicos como México, Chile y MER-
COSUR, en donde visiblemente se refleja la magnitud de los intereses europeos, en el caso
centroamericano, es menos evidente la apreciación del potencial económico de la región.
En efecto, la UE realizó, en el año 2004, el 0.1% de su intercambio comercial con la
región centroamericana; intercambio comercial que para C.A. significó, en ese mismo
año, un porcentaje equivalente al 9.7% con la UE, siendo por consiguiente la UE, en
orden de importancia, el tercer socio comercial de C.A.
36. En términos generales la PAC constituye una ayuda que la UE brinda a sus agricultores, a partir del año 2003, el
apoyo brindado se haya desvinculado de la producción, lo que significa que la ayuda se abona independientemente de
que el agricultor produzca o no –lo que se ha denominado, pago desacoplado- pues el pago se sujeta al cumplimiento de
la condicionalidad: buenas condiciones agrarias y medioambientales, y requisitos legales y de gestión.
170
Capítulo VII: Avances y desafíos del Mercado Común Centroamericano
lugar, existe una estructura arancelaria con componentes ad valorem con cierta variación
estacional, así como productos donde el arancel cambia según el insumo utilizado, lo
que crea una estructura arancelaria poco transparente y que predomina en los rubros
agrícolas.
Paralelamente, la UE aplica un gran número de barreras no arancelarias (BNA), cuo-
tas arancelarias y salvaguardias especiales. El sector agrícola enfrenta medidas de carác-
ter sanitario, fitosanitario y de etiquetado que en su conjunto son trabas menos transpa-
rentes y más difíciles de negociar.
Adicionalmente, la UE brinda –como ya dijimos— asistencia a su sector agrícola me-
diante otros mecanismos que reducen de manera indirecta las importaciones y fomentan
sus exportaciones. En general, todas estas medidas están enmarcadas dentro de la Política
Agrícola Común (PAC) que se basa en tres principios: (a) unidad de mercado, (b) prefe-
rencia comunitaria y (c) solidaridad financiera. Aproximadamente se asignan más de 50
mil millones de euros para el sector agrícola comunitario.
Este proteccionismo ha afectado en forma notable al comercio agrícola entre la UE
y el MERCOSUR, especialmente en los rubros donde los países suramericanos tienen
mayor eficiencia: carne bovina, maíz —excepto para siembra—, naranjas, uvas frescas,
ajos, mijo, sorgo granifero entre otros.
Y de hecho, los países del MERCOSUR no han concluido satisfactoriamente un
TLC con la UE, pues exigen un mayor ingreso de sus productos al mercado europeo. A
la vez, que mantienen una firme posición en lo relacionado a las cuotas de importación
que aplica a sectores como el textil, metalmecánico, siderúrgico y automotor.
La pregunta es, podrá C.A. negociar un TLC con la UE en condiciones tales que
comprenda particularmente los productos agrícolas?
Conclusiones
En adición a los comentarios que se han expresado a lo largo de este capítulo, y una
vez conocido los “avances” realizados en materia de integración económica, podemos
deducir los desafíos que se le presentan por delante al MCCA, tanto en materia institu-
cional como en el desarrollo de las herramientas para al alcanzar el perfeccionamiento de
la Unión Aduanera.
En ese sentido, uno de los mayores desafíos —y no por ello el único— vendrá dado
por el AEC, ya que es la principal herramienta no sólo para alcanzar la Unión Adua-
nera, sino también para efectuar las negociaciones comerciales con terceros Estados o
bloques económicos en mejore términos; y precisamente, es la que se encuentra más
dañada, dadas las múltiples desarmonizaciones llevadas a cabo por las acciones unilate-
rales de los gobiernos.
Pese a ello, hemos de reconocer el avance que el MCCA ha tenido en relación al es-
quema observado durante las décadas del 60 y 70, pues contrario a lo que aconteció en su
171
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
esquema original —en donde imperaba un alto proteccionismo de los Estados a favor de
sus productores locales—, el MCCA constituye hoy por hoy una poderosa herramienta que
Centroamérica tiene para insertarse de manera exitosa dentro de la economía mundial
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Capítulo VII: Avances y desafíos del Mercado Común Centroamericano
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174
Capítulo VIII
Las características del presente libro nos obligan a ceñirnos a los antecedentes regio-
nales mediatos del Mercado Común del Sur (MERCOSUR). En este sentido, el 18 de
febrero de 1960, Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Perú y Uruguay crearon
la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), mediante el Tratado de
Montevideo, y bajo el paraguas jurídico del artículo XXIV del GATT. Posteriormente,
se incorporaron Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela.
La meta final era la conformación de una ZLC, a la que se accedería mediante la progre-
siva integración de las economías de los países miembros, a través de la eliminación gradual
de las barreras al comercio intraregional, hasta alcanzar su supresión definitiva.
La estructura orgánica de la ALALC estaba integrada por el Consejo de Ministros de
Relaciones Exteriores de las partes contratantes, la Conferencia de las partes contratantes
y el Comité Ejecutivo Permanente.
La ALALC es el caso típico de viejo regionalismo; fracasó por las diferencias estruc-
turales de los países miembros, la dependencia del comercio exterior y de los capitales y
tecnología extranjeros (no regionales) y de la debilidad de los intercambios recíprocos,
que no logró crear comercio.
Tras el fracaso de la ALALC, Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Perú,
Uruguay, Venezuela, Colombia, Bolivia y Ecuador suscriben, el 12 de agosto de 1980,
el Tratado de Montevideo que originó la Asociación Latinoamericana de Integración
(ALADI) más respetuosa de las diferencias existentes entre los países integrantes y con
criterios más flexibles.
. Para profundizar sobre esta relación, consúltese: Hummer, W. y Prager, D. GATT, ALADI y NAFTA. Pertenencia simultánea
a diferentes sistemas de integración. Buenos Aires, Ciudad Argentina, 1998.
. Cfr. Jardel, S. y Barraza, A. MERCOSUR. Aspectos jurídicos y económicos. Buenos Aires: Editorial Ciudad Argentina, 1998,
p. 29.
175
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Si bien la ALADI no registró muchos progresos, proveyó el marco institucional para el resurgimiento
del ‘regionalismo’ que habría de tener lugar desde mediados de los ochenta y del cual el MERCO-
SUR es parte.
Tanto la ALALC como la ALADI constituyen los antecedentes mediatos del proceso
de integración del MERCOSUR. Entre los antecedentes inmediatos se encuentra la
integración argentino–brasileña.
Integración argentino–brasileña
. Cfr. Bouzas, R. y Fanelli, J. M. MERCOSUR: Integración y Crecimiento. Buenos Aires: Fundación OSDE, 2001, p. 137.
. En cuanto a las relaciones Argentino – Uruguaya y Uruguayo – Brasileña, vale decir que en el marco de estas relaciones
encontramos importantes programas como los de Expansión Comercial (PEC) de 1975 y 1986 entre Brasil y Uruguay
y los de Cooperación Económica (CAUCE) de 1974 y 1985 respectivamente. Cfr. González Oldekop, F. La Integración y
sus instituciones. Los casos de la Comunidad Europea y el MERCOSUR. Buenos Aires, Editorial Ciudad Argentina, 1997. p. 166
y ss.
. Véase: Moniz Bandeira, L. A. Argentina, Brasil y Estados Unidos. De la Triple Alianza al MERCOSUR. Buenos Aires, Norma
Editorial, 2004.
. Véase: Oddone, N. y Granato, L. “Ecuación Lógica: ¿Dictadura y Belicismo? - ¿Democracia y Pacifismo? Variables
intervinientes en la Política Exterior Argentina del período 1976-1989” en II Encuentro del CERPI: “Prospectivas y
perspectivas de nuestra Política Exterior”. Instituto de Relaciones Internacionales (IRI) de la Universidad Nacional de La
Plata, septiembre de 2005.
176
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
Como recuerda Aldo Ferrer (2001) “la convergencia argentino – brasileña, iniciada
con la Declaración de Foz de Iguazú, continuó con la firma del Acta para la Integración
Argentino–Brasileña el 29 de julio de 1986”. En esta fecha, ambos presidentes firmaron
en Buenos Aires el Acta para la Integración Argentino – Brasileña. El Acta tiene por ob-
jeto primordial, según su preámbulo, la integración de América Latina y la consolidación
de la paz, la democracia, la seguridad y el desarrollo de la región.
Mediante este instrumento, se estableció un Programa de Integración y Cooperación
Económica Argentino–Brasileña (PICAB), con principios y características graduales,
flexibles y parciales. El PICAB incluye la puesta en marcha de veinticuatro protocolos
sectoriales que se fueron acordando en sucesivas negociaciones a lo largo de todo el pro-
ceso de integración bilateral.
El Acta expresa que el programa debe buscar un “equilibrio progresivo”, cuantitativo
y cualitativo, y el intercambio por grandes sectores y segmentos a través de la expansión
del comercio.
El 10 de diciembre del mismo año, los presidentes Alfonsín y Sarney se reunieron
nuevamente en la capital brasileña y firmaron el Acta de Amistad Argentino–Brasileña
en Democracia, Paz y Desarrollo.
Los mandatarios ponderan el programa de integración y cooperación económi-
ca que ambos países llevan adelante. Se comprometen a hacer cada vez más sólida
y expresiva la creciente y auspiciosa cooperación bilateral en todos los sectores y
reafirman el propósito de dar apertura a nuevos horizontes para la cooperación e
integración regional.
El 6 de abril de 1988, se suscribió el Acta de Alvorada, Decisión Tripartita Nº 1, que
materializó el ingreso de Uruguay al proceso de integración argentino–brasileña.
El 28 de noviembre de ese mismo año, Argentina y Brasil suscribieron, en Buenos Ai-
res, el Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo. Jurídicamente enmarcado por
la ALADI, el objetivo final del tratado fue la consolidación del proceso de integración y
cooperación económica entre ambos países, y la formación de un espacio común en sus
respectivos territorios.
Para una primera etapa, se preveía una ZLC mediante la remoción de todos los obs-
táculos arancelarios y no arancelarios. Para una segunda etapa, se pretendía la formación
de un MC entre los dos Estados parte.
En 1990, los nuevos presidentes de Argentina y Brasil ratificaron el rumbo de las
metas integracionistas. El 6 de julio de ese año, los mandatarios Carlos Saúl Menem y
Fernando Collor de Mello suscribieron el Acta de Buenos Aires a través de la cual se
aceleraban los tiempos, comprometiéndose a alcanzar la conformación de un MC para
el 31 de diciembre de 1994.
. Cfr. Ferrer, A. Hechos y ficciones de la globalización. Argentina y el MERCOSUR en el sistema internacional. Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica, 2001. p. 56.
. ���������������������������������������������������������������������������������������������������������������
Cfr. Leiras, S. “Carlos Menem y Fernando Collor de Mello: ¿arquitectos del MERCOSUR? Algunas reflexiones sobre
calidad democrática e integración regional”, Working Paper Nro. 19. Buenos Aires, Centro Argentino de Estudios Inter-
nacionales, mayo de 2006. Disponible en http://www.caei.com.ar.
177
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
178
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
La política regional puede articular tanto una integración plena con organismos con
potestades y recursos que le permitan ejecutar políticas fuertes, como limitarla al plano
comercial y de negocios. Esta decisión determinará, en gran medida, qué pasará con los
desafíos ligados a la integración: regiones atrasadas, proyectos de infraestructura regio-
nal, emprendimientos conjuntos, institucionalización de la integración y, acaso, genera-
ción de soberanía supranacional. Existe una base concreta para avanzar en la integración;
pero es un camino que recién empieza.
179
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
El Tratado de Asunción
Así y todo, la Constitución ha sido señalada en el derecho constitucional comparado como un ejem-
plo contrario a la tendencia generalizada hacia la apertura de los mercados, en especial en relación
con aquellos en los que existe un proceso de integración en marcha [...]. También esta observación
se basa en el hecho de que su Carta Magna dispone el monopolio de áreas consideradas vitales para
la economía del país, como la minería, el transporte y otros servicios que quedan pues en manos
exclusivamente brasileñas.
Como se ha visto, entre los instrumentos que prevé la ALADI para la concreción de
sus objetivos, se encuentran los acuerdos de alcance parcial.10
. El término “tratado” es utilizado en este libro en su significado general, según los términos del artículo 2, inciso 1, de
la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969: “Se entiende por ‘tratado’ un acuerdo internacional
celebrado por escrito entre Estados y regido por el Derecho Internacional, ya conste en un instrumento único o en dos o
más instrumentos conexos y cualquiera sea su denominación”.
10. Dichos acuerdos son aquellos en los cuales no participa la totalidad de los Estados miembros de la ALADI, y tienden
a extender las condiciones para profundizar el proceso de integración regional mediante su progresiva multilateralización.
Véase artículos 7 a 14 y 19 a 23 del Tratado de Montevideo de 1980.
180
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
En este sentido, el Tratado de Asunción cumple con todos los requisitos para ser
un acuerdo de este tipo: está abierto a la adhesión de los demás países miembros de la
ALADI (artículo 20), contiene las cláusulas de convergencia (artículo 8), el artículo 6
cumple lo previsto en cuanto a los tratamientos diferenciales para los Estados parte, su
duración es indefinida (artículo 19) y contiene normas en materia de origen, cláusulas
de salvaguardia (artículo 3), denuncia (artículo 21) y coordinación y armonización de
políticas (artículo 1).
En cuanto al tipo de acuerdo de alcance parcial, el Tratado de Asunción es un acuerdo
de complementación económica (ACE Nº 18, según terminología de la ALADI).
Por su parte, los cuatro países signatarios del Tratado son parte del GATT – OMC,
por lo que sus normas son obligatorias. El cambio en el GATT como foro negociador, a
fines de 1995, y su reemplazo por la OMC, no altera la adecuación del Tratado de Asun-
ción a las disposiciones del libre comercio, ahora reguladas por la OMC.
181
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Tal como vemos, los propósitos del Tratado de Asunción son de naturaleza muy
variada: de índole económico (coordinación de políticas macroeconómicas), comercial
(libre circulación de mercaderías), jurídico (armonización de legislaciones), e incluso de
política exterior común (coordinación de posiciones en foros económico-comerciales re-
gionales e internacionales).
182
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
183
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
El 1º de enero de 1995 los cuatro países integrantes del MERCOSUR pasaron a consti-
tuir una Unión Aduanera “de características flexibles”.
Lo mencionado constituyó un paso fundamental en el proceso de integración mercosu-
reño, debido a que se dotó al MERCOSUR de personalidad jurídica internacional que
quedó institucionalmente configurada su estructura orgánica y se estableció su régimen
de solución de controversias.
Para algunos autores, el proceso alcanzado hasta la fecha por los cuatro países del
MERCOSUR se inscribiría en una Unión Aduanera pero que, sin embargo, presenta
algunas particularidades:
- A partir del 1º de enero de 1995 se acordó el AEC para la totalidad de los bienes, cuyo
promedio es el 14 %. Incluye 11 niveles tarifarios entre 0 % y 20 %.
- El 85 % del universo arancelario tiene su Arancel Externo Común formalmente vigente
desde el 1º de enero de 1995. El 15 % restante pertenece al sector de bienes de capital,
informática y telecomunicaciones, a los productos incluidos en las listas nacionales de
excepción y a los sectores transitoriamente excluidos (automóviles y azúcar).
- La convergencia hacia el AEC deberá ser lineal y automática, con carácter ascendente
o descendente, según el arancel nacional de partida.
- Para el caso de bienes de capital, el acuerdo contempla un arancel máximo del 14 % y
un plazo de convergencia hasta el 1º de enero de 2001.
- Para el caso de los bienes de informática y telecomunicaciones, el acuerdo contempla un
arancel máximo del 16 % y un plazo de convergencia hasta el 1º de enero de 2006.
- Para el caso de las listas nacionales de excepción, se considera hasta un máximo de trescientos
productos por país (trescientos noventa y nueve para Paraguay). Brasil, por su parte, fue autori-
zado a aumentar temporariamente su lista de excepciones en ciento cincuenta productos.
- En el nivel de comercio intra–regional, para algunos sectores no prevalece el libre co-
mercio, debido a la existencia del denominado “régimen de adecuación final” y a que los
sectores automotrices y azucareros fueron temporariamente excluidos del libre comercio
regional y de las políticas comunes.
11. El período de convergencia hacia el AEC debería haber culminado el 1º de enero de 2006, fecha en que según lo
previsto, se debía alcanzar plenamente la conformación de la UA.
184
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
12. Con respecto a la naturaleza de la institucionalización se deben distinguir dos formas, una de carácter interguberna-
mental y otra de carácter transnacional. Jiménez de Aréchaga sostiene que “los organismos supranacionales se distinguen
de los organismos intergubernamentales por la competencia de sus órganos y por su forma o el modo de actuación. En
el primer caso, dichas organizaciones disponen de órganos capaces de decisión autónoma y de ejecutar sus resoluciones
directamente en el territorio de los Estados miembros. En cambio, en el caso de la intergubernabilidad, los Estados miem-
bros ceden muy escasas parcelas de su capacidad de decisión”. Cfr. Jiménez de Arechaga, E. (Dir.). Derecho Internacional
Público. Montevideo, FCU, 1994. T. IV. p. 415.
185
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
La atribución de personalidad jurídica que lleva a cabo el artículo 34 del citado Pro-
tocolo convierte al MERCOSUR en un sujeto de derecho con la consiguiente aptitud
de adquirir derechos y contraer obligaciones. Puede, en consecuencia, practicar todos los
actos necesarios para la realización de sus objetivos (artículo 35 del POP).
El MERCOSUR, en tanto ente jurídico, es una organización internacional, de alcance
regional, con carácter intergubernamental, creada a través de un tratado internacional.
Los tratados internacionales pueden contener normas materiales e instrumentales,
es decir, que instituyan procedimientos o fuentes de producción de normas ulteriores.
En este caso, los tratados de Asunción y de Ouro Preto, que dan vida al MERCOSUR
como organización internacional y que constituyen su estatuto, la habilita a emanar deci-
siones que sean vinculantes para los Estados parte.
Diremos, finalmente, que se observa en el entramado institucional del MERCOSUR la
verificación de los tres principios básicos de este tipo de organizaciones: la adopción de las de-
cisiones por órganos compuestos por representantes de los gobiernos, la regla de la unanimi-
dad, cuando aquéllas tienen naturaleza vinculante, y su ejecución por los propios Estados.
186
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
187
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Para Silvia Jardel y Alejandro Barraza (1998), “la CCM es clave para la marcha de
la Unión Aduanera y para el cumplimiento de sus objetivos, ya que ejerce una suerte
de ‘poder de policía’ sobre los acuerdos celebrados por los Estados parte relativos al
Arancel Externo Común y a los instrumentos de política comercial acordados”.
La CCM está integrada por cuatro miembros titulares y cuatro miembros alternos
por Estado parte, y coordinada por los Ministros de Relaciones Exteriores. Se reúne
al menos una vez al mes, o siempre que fuera solicitado por el GMC o por cualquiera
de los Estados parte.
188
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
Cuadro resumen
Consejo Del Mercado Común (CMC)
Comisión de
Reuniones de ministros Grupos Foro de Consulta Representantes
e Concertação Politica Permanentes del
. Agricultura (RMA) MERCOSUR
. Grupo de Alto Nivel para (FCCP)
. Cultura (RMC)* (CRPM)
la Creación del “Instituto . Grupo de Trabalho
MERCOSUR para la sobre Armas de Fogo e
. Economías e Presidentes de Capacitación de los Reunión de Altas
Bancos Centrais (RMEPBC) Munições
Funcionarios de las Autoridades en el
Administraciones Públicas . Grupo de Trabalho área de Derechos
. Educação (RME)* (GANIM)** Humanos (RADDHH)*
sobre Assunto Jurídicos
. Indústria (RMIND) . Grupo para la Creación e Consulares
del Instituto Social del Foro Consultivo
. Interior (RMI)* MERCOSUR (GISM)** . Grupo Ad Hoc sobre de Municipios,
. Justiça (RMJ)* Registro Comum de Estados Federados,
. Grupo de Trabajo Veículos Automotores Provincias
. Medio Ambiente (RMMA) Observatorio de la e Motoristas y Departamentos
Democracia del MERCOSUR del MERCOSUR
. Minas e Energia (RMME) (GTODM)** (FCCR)
. Ministros e Altas Autoridade) . Grupo de Alto Nivel
de Ciência, Tecnologia e Estrategia MERCOSUR de
Inovação do MERCOSUL Crecimiento del Empleo
(RMACTIM) (GANEMPLE)
189
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
COMITÉS TÉCNICOS
190
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
Las controversias que surgieran entre los Estados parte sobre la interpretación, aplicación o incumpli-
miento de las disposiciones contenidas en el Tratado de Asunción, de los acuerdos celebrados en el marco
del mismo, así como de las decisiones del Consejo del Mercado Común, de las resoluciones del Grupo
Mercado Común y de las directivas de la Comisión de Comercio del MERCOSUR, serán sometidas a
los procedimientos de solución establecidos en el Protocolo de Brasilia, del 17 de diciembre de 1991.
191
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
192
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
193
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Procesos ágiles y no demasiado onerosos para los Estados partes, que finalizan con pronunciamientos
acatados por la parte obligada a hacerlo, indican que la opción de los socios del bloque, al haber ele-
gido una profundización y perfeccionamiento del Protocolo de Brasilia mediante un sistema similar
y mejorado, plasmado en el Protocolo de Olivos, ha sido acertada.14
Luego de que el CMC aprobara el reglamento del Tribunal en 2003. En 2004, quedó
constituido para iniciar sus actividades el 18 de agosto.
El TPRM atiende únicamente reclamos realizados contra los Estados miembro, por
incumplimiento de las normas del MERCOSUR. Puede ser demandante, tanto un Es-
tado como un particular.
Los órganos del bloque económico pueden también concurrir al Tribunal a solicitar
opiniones consultivas.
El TPRM tiene cinco miembros o árbitros. Cuatro de ellos son designados directa-
mente por los Estados parte. El quinto árbitro es designado de común acuerdo, y es el
presidente del Tribunal.
A los cuatro miembros originales designados directamente por los países en agosto de
2004, se les ha renovado el mandato hasta agosto de 2008.
El sistema de solución de controversias aprobado por el Protocolo de Olivos, tiene
dos instancias:
- Tribunales ad hoc constituidos para el caso concreto que resuelven en primera instancia;
- El TPRM que actuará en caso que alguna de las partes recurra el laudo emitido en pri-
mera instancia. Vale aclarar que el TPRM puede también resolver el caso directamente
si las partes lo solicitan (per saltum).
El TPRM posee una normativa de Reglas de Procedimiento sancionado por el CMC
bajo la Dec. 30/05 cuya descripción excede este trabajo.
El POP institucionaliza las fuentes del Derecho del MERCOSUR en el artículo 41,
haciendo mención de las siguientes: el Tratado de Asunción, sus protocolos y los ins-
trumentos adicionales y complementarios; las decisiones del CMC, las resoluciones del
GMC y las directivas de la CCM, adoptadas todas ellas desde la entrada en vigor del
Tratado de Asunción.
14. Cfr. Bertoni, L. Laudos arbitrales en el MERCOSUR. Buenos Aires, Ciudad Argentina, 2006, p. 352.
194
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
15. Véase: Dromi, R. Código del MERCOSUR, VIII Tomos. Buenos Aires, Ciudad Argentina, 1996.
16. En sentido amplio, reiteramos que derecho comunitario es el conjunto de normas de derecho propias de un ordena-
miento jurídico creado en un proceso de integración superior, de carácter comunitario, que incluye no sólo el derecho
originario (de los tratados constitutivos), sino el derecho derivado, originado en los órganos dotados de competencias
normativas, así como normas más laxas como son los principios generales del derecho, o específicas como es la jurispru-
dencia del Tribunal. Comprende también el derecho complementario que celebran los Estados miembros para aplicar los
tratados, así como el derecho que surge de las relaciones de la Comunidad con terceros Estados.
195
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
196
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
El CMC bajo la Dec. 18/04, creó el “Régimen de Participación de los Estados Asocia-
dos al MERCOSUR” con el compromiso de profundizar la integración económica regional
y considerando la conveniencia de fijar las condiciones para la asociación de los Países
Miembros de la ALADI y reglamentar su participación en las reuniones de los órganos de
la estructura institucional del MERCOSUR.
Los países interesados en adquirir la condición de Estado Asociado deberán presentar la
respectiva solicitud al CMC, por intermedio de la Presidencia Pro Tempore del MERCO-
SUR y adherir al Protocolo de Ushuaia sobre Compromiso Democrático en el MERCO-
SUR y a la Declaración Presidencial del mismo nombre, siendo atribuida la condición de
Estado Asociado por decisión del CMC.
Cuando los Estados Asociados participen de las reuniones de los diferentes órganos, se
desarrollarán dos sesiones, una entre los Estados Parte y otra con los Estados Asociados.
Para analizar los ejes más fuertes de la integración debemos considerar las relaciones
bilaterales interbloque, particularmente, la bilateralidad Argentina–Venezuela; y en este
sentido, hay dos sectores claves: el energético17 y el de bonos.18
Se entiende que el análisis debe hacerse desde la geopolítica y la simbología que la
misma incorporación al bloque genera. Revitaliza necesariamente al MERCOSUR por-
que es la primera incorporación de un país como miembro pleno desde el nacimiento del
bloque. Venezuela pasa a ser un Estado parte, no un Estado asociado.
17. Los intereses se centran en una posible asociación entre la empresa argentina ENARSA y la empresa venezolana PDV-
SA a lo que se sumaría la construcción del gasoducto del sur en los territorios de Venezuela, Brasil y Argentina.
18. Venezuela es unos de los países que más bonos ha comprado de la deuda argentina por un valor nominal de tres mil
doscientos cuarenta millones de dólares.
197
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
19. Ya se han iniciado obras de carreteras entre el sur de Venezuela y el norte de Brasil.
198
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
los Estados Unidos, tanto en términos económicos como de simbología política; pues
se debe recordar que Venezuela se aparta de la CAN con la justificación de no estar de
acuerdo con los TLC s que habían negociado Perú, Colombia y Ecuador con los Estados
Unidos y que aún están pendientes de ratificación.
La incorporación de Venezuela al MERCOSUR es, en el nivel internacional, una
apuesta de integración equitativa en el Cono Sur como alternativa indiscutible y perma-
nente al ALCA. Es muy probable que se de en este sentido un traspaso de una visión
económica a una visión política del MERCOSUR.
199
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
rubros como petróleo, telefonía, electricidad, transporte aéreo, etc. Como es el caso de
algunos franceses, italianos y portugueses para Brasil.
Por todo esto, no resultó sorprendente que ya en 1992 hubiera un primer “Acuerdo de
Cooperación Interinstitucional entre las Comunidades Europeas y el Mercado Común
del Sur” que se orientó a aspectos de cooperación técnica, y que el 11 de diciembre de
1995 se firmara en Madrid, un “Acuerdo Marco Interregional de Cooperación”, entre
los 15 países miembro que en ese momento constituían la Unión Europea y los cuatro
Estados Parte del MERCOSUR.
La firma de este acuerdo ya supuso una novedad en la historia de los Tratados Inter-
nacionales (Roberto Dromi y Carlos Molina del Pozo, 1996). No obstante, este acuerdo
siempre fue considerado de carácter transitorio y evolutivo. Se sitúa en el marco de la
política comunitaria de cooperación con los países en vías de desarrollo y tiene por objeto
el intercambio de experiencias en materia de integración, llevando así una relación lo más
estrecha posible entre ambos procesos de integración.
El paso posterior hacia una asociación interregional debería ser considerado por las
partes en función de las circunstancias y de los avances producidos.
21. “Pese a la tendencia generalizada hacia las privatizaciones, el Estado sigue siendo hoy uno de los principales com-
pradores de bienes y servicios: es uno de los mayores clientes en materia de equipos, el intermediario más grande de
medicamentos y de determinados alimentos, el líder en la compra de insumos siderúrgicos, materiales de la construcción,
servicios de construcción, ingeniería, y consultoría, etc”. Cfr. Ondarts, G. y Correa, C. Compras estatales e integración económica.
Buenos Aires, INTAL, 1982. p. 24. Véase también: Barrios Barón, C. Compras del sector público: Opciones de negociación para la
Argentina. Buenos Aires, Nuevo Hacer – Grupo Editor Latinoamericano, 1997. p. 11 y ss.
200
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
cho a los europeos a tener preferencia internacional en la disputa; y dado que ellos tienen
proveedores en mejores condiciones, podrán así disputar las inversiones públicas en in-
fraestructura, con la pérdida del potencial de generación de empleo nativo que cuentan
los Estados del MERCOSUR.
La Unión tiende a tratar al MERCOSUR como a un igual a la hora de abordar los temas ‘duros’ de
la negociación, como el acceso a mercados, mientras, por el otro, critica las deficiencias del esquema
de integración de su socio que oscilan entre el paternalismo y la desconfianza. Además, la solidaridad
expresada a través de la cooperación contrasta con la resistencia a mejorar el acceso a su mercado. Esas
contradicciones se deben, las más de las veces, a condicionantes internos de la UE que trascienden las
relaciones biregionales. Serían, en cualquier caso, dificultades superables si existe voluntad política de
ambas partes para avanzar en una estrategia pragmática.22
22. Cfr. Freres, C. y Sanahuja, J. A. (coords.). América Latina y la Unión Europea: estrategias para una asociación necesaria. Barce-
lona, Icaria, 2006. p. 29 y 30.
201
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
MERCOSUR – CAN
202
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
El MERCOSUR posible
La primera compara la situación actual del sistema regional con el objetivo del mercado común
con libre movilidad de bienes y de factores de la producción y un arancel externo común (AEC)
frente al resto del mundo y, a partir de allí, la marcha hacia la plena unión económica y moneta-
ria. El patrón de referencia es la Unión Europea incluyendo sus instituciones comunitarias […] y
la moneda común. Desde esta perspectiva, el MERCOSUR ha fracasado porque no ha logrado
cumplir los requisitos de la existencia de un mercado común. La aplicación del AEC registra
múltiples excepciones (perforaciones), los países no han internalizado las normas comunitarias
23. Sobre la Comunidad Sudamericana de Naciones, véase el capítulo en este libro sobre: “Los nuevos proyectos de
integración regional vigentes en América Latina: la Alternativa Bolivariana para Nuestra América y la Comunidad
Sudamericana de Naciones”.
24, Cfr. Ferrer, A. “El éxito del MERCOSUR posible”. Revista de Economia Politica, Vol. XXVII, Nro. 1 (105). São Paulo,
Centro de Economia Politica, janeiro-março 2007. p. 147.
203
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
en sus ordenamientos internos y aplican normas propias de una zona de libre comercio (como
las reglas de origen).25
Desde la perspectiva del MERCOSUR posible, las conclusiones son totalmente distintas. La mis-
ma toma nota de dos cuestiones principales. Por una parte, la comparación de la situación actual
con la existente al tiempo de la firma, hace veinte años, del acta de Foz de Iguazú […]. Por otra, las
asimetrías en las situaciones nacionales de los países miembros y su impacto sobre el proceso de
integración. Respecto de la primera cuestión, se observa el crecimiento de la participación de los
intercambios intraregionales dentro del comercio exterior de los integrantes del sistema, el estrecha-
miento de las relaciones en todos los planos incluyendo la adopción de posiciones conjuntas frente
al resto del mundo (como en el caso de ALCA y la OMC), la resolución definitiva de antiguas des-
inteligencias entre Argentina y Brasil […] y la construcción de una infraestructura de transportes y
energética compartida. […]. Sobre la segunda cuestión, debe recordarse que el MERCOSUR es un
espacio de profundas asimetrías. […]. Las asimetrías observables en el MERCOSUR no se reducen
a las diferencias entre países.26
Dadas estas realidades, la perspectiva del MERCOSUR ideal es inaplicable en la evaluación de los
resultados del sistema. En cambio, desde la del MERCOSUR posible lo alcanzado es en verdad
notable y un éxito de la decisión original de poner en marcha la convergencia de nuestros países. Es
preciso evitar reclamarle al MERCOSUR lo que, al menos en el futuro previsible, no puede pro-
porcionar. A tales fines, debe recordarse que la integración se despliega en tres planos: la situación
interna de los países miembros, las reglas del juego de la integración y la proyección conjunta hacia
el resto del mundo.27
Analizar el MERCOSUR no es tarea fácil, pero menos aún cuando se lo hace desde
una perspectiva del tipo del “destino manifiesto de nuestros países o del bloque”, pues
ningún grupo de Estados tiene completamente garantizado su nivel de desarrollo en este
mundo global. El desarrollo en un mundo global se construye regionalmente.
Tampoco es tarea menor estudiar el MERCOSUR desde la perspectiva de los supues-
tos líderes regionales de la integración, pues muchos han sido los desencuentros entre
Argentina y Brasil a lo largo de estos años. Roberto Bouzas (2001) al analizar el MER-
COSUR, reconocía varios problemas de liderazgo al interior del bloque. Los de Argentina
reconocían tanto factores históricos como la incapacidad propia de definir una estrategia de
desarrollo sustentable en el largo plazo. En tanto que los problemas de Brasil se referían e a
lo que podría denominarse “la ‘disposición para liderar’, es decir, al compromiso. Un lide-
razgo constructivo, confiable y benigno requiere un compromiso con el papel de proveedor
de los bienes colectivos necesarios para obtener ganancias a largo plazo”.28
La necesidad de un compromiso regional en pos del desarrollo de nuestros territorios
en el que cada país de la subregión se convierta en el “garante” del proceso de integración
25. Cfr. Ferrer, A. “El éxito del MERCOSUR posible”. Revista de Economia Politica, Vol. XXVII, Nro. 1 (105). São Paulo,
Centro de Economia Politica, janeiro-março 2007. p. 147 y 148.
26. Cfr. Ferrer, A. “El éxito del MERCOSUR posible”. Revista de Economia Politica, Vol. XXVII, Nro. 1 (105). São Paulo,
Centro de Economia Politica, janeiro-março 2007. p. 148.
27. Cfr. Ferrer, A. “El éxito del MERCOSUR posible”. Revista de Economia Politica, Vol. XXVII, Nro. 1 (105). São Paulo,
Centro de Economia Politica, janeiro-março 2007. p. 148 Y 149.
28. Cfr. Bouzas, R. “El Mercosur diez años después.¿proceso de aprendizaje o déjà vu?. Revista Desarrollo Económico, Vol. 41,
Nro. 162. Buenos Aires, Instituto de Desarrollo Económico y Social, julio-setiembre de 2001. p. 195.
204
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
29. Cfr. Ferrer, A. “El éxito del MERCOSUR posible”. Revista de Economia Politica, Vol. XXVII, Nro. 1 (105). São Paulo,
Centro de Economia Politica, janeiro-março 2007. p. 150.
30. En diciembre de 2004, el CMC aprueba la creación del “Fondo para la Convergencia Estructural del MERCOSUR”
(FOCEM) con el objetivo de “promover la competitividad y la cohesión social de los Estados Partes, reducir las asimetrías
y fortalecer la estructura institucional del proceso de integración” (Decisión Nº 45/04 del CMC). Esta medida reconoce el
principio de solidaridad entre los miembros del bloque, a partir del reconocimiento del desigual desarrollo de sus econo-
mías. De acuerdo con la Decisión Nº 18/05 del CMC, el FOCEM funcionaría a partir de cuatro programas: a) Programa
de Convergencia Estructural; b) Programa de Desarrollo de la Competitividad; c) Programa de Cohesión Social; y d)
Programa de Fortalecimiento de la Estructura Institucional y del Proceso de Integración. Asimismo, el FOCEM se integra
con aportes anuales de los miembros del MERCOSUR, y tendrán el carácter de contribuciones no reembolsables. El
monto fijado es de cien millones de dólares y está integrado por porcentajes calculados a partir de la media histórica del
PBI del MERCOSUR (Argentina, 27%; Brasil, 70%; Paraguay, 1%; y Uruguay, 2%). Los recursos se distribuyen a partir
de la ejecución de los programas mencionados. Los Estados Partes se benefician de acuerdo a una pauta preestablecida:
proyectos presentados por Paraguay, 48%; proyectos presentados por Uruguay, 32%; proyectos presentados por Argenti-
na, 10%; y proyectos presentados por Brasil, 10%. Los proyectos son presentados por los Estados Partes ante la Comisión
de Representantes Permanentes del MERCOSUR, la cual define el otorgamiento a partir de un proceso de evaluación
técnica realizado por la Secretaría del MERCOSUR.
31. Cfr. Ferrer, A. “El éxito del MERCOSUR posible”. Revista de Economia Politica, Vol. XXVII, Nro. 1 (105). São Paulo,
Centro de Economia
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Politica, janeiro-março 2007. p. 152.
205
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
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Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
208
Capítulo VIII: El Mercado Común del Sur: hacia un MERCOSUR posible
209
Capítulo IX
En los últimos años, surgieron en América Latina dos proyectos de integración regio-
nal; el primero de ellos, la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), impulsado
por la República Bolivariana de Venezuela y cuyo origen se encuentra en la oposición de
éste país a las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA).
El segundo proyecto es el de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), cuya
génesis está vinculada a propiciar una nueva visión del escenario sudamericano.
Ambas propuestas parecen responder al leit motiv del desarrollo de los países de la
región. Sin lugar a dudas, sus respectivos ejes de acción abordan problemáticas; que ne-
cesariamente deben ser reconocidas, y resueltas en caso de éstas últimas, por los Estados
en su conjunto.
Las crisis económico-institucionales que durante las últimas décadas han atravesado los
países de la región, desde la crisis de la deuda de los años ochenta hasta las crisis económico-
financieras de los años noventa pasando por innumerables crisis de corrupción y gobernabili-
dad, ponen de manifiesto que nuestros países deben recuperar la senda del desarrollo.
El inicio del siglo XXI ha encontrado a los países sudamericanos con el regreso
de los liderazgos carismáticos y una tendencia de la izquierda a hacerse con el poder;
es en este contexto que la integración vuelve a convertirse en un elemento agluti-
nador de los deseos autonómicos sudamericanos, presentándose como alternativa
heterodoxa a las propuestas de integración neoliberal vía tratados de libre comercio
(en adelante TLC) propugnadas por los Estados Unidos como potencia hegemónica
del sistema.
Se parte de la premisa que en un mundo globalizado los mejores resultados se logran
sobre bases integradas, y ello se ve reflejado en los puntos de partida de ambos proyectos
de integración. Los procesos de integración regional constituyen una opción de política
internacional. Cada proyecto de integración conforma una estrategia de desarrollo; y,
la política exterior consecuente, debe estar dirigida a lograr una mejor inserción en el
sistema internacional.
La integración fue y es vista como un recurso de los Estados-Nación. Hay que saber
qué integrar, cómo integrarse y para qué integrarse. Probablemente, en Sudamérica no
hayamos sabido qué integrar y cómo integrarnos, y ante esta confusión hemos perdido
el horizonte del para qué integrarnos.
211
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
212
Capítulo IX: Nuevas propuestas de integración en América Latina...
La autonomía ha sido por tanto, una preocupación histórica de las políticas exteriores
de los países de América del Sur; que en el estado actual de la dinámica de la integración
muta su base nacional por una regional a los efectos de aumentar dichos márgenes de auto-
nomía para la toma de decisiones en un mundo global.
Siendo el grado de autonomía adquirido o a adquirir un dato clave al momento de
analizar la política exterior de un país o bloque determinado, se debe tener presente que
la acción de “autonomizar significa ampliar el margen de decisión propia y, normalmente
implica por tanto recortar el margen del que disfruta algún otro [...] el logro de una mayor
autonomía supone un juego estratégico previo de suma cero, en el cual alguien gana lo que
el otro pierde”.
El continuo dependencia–autonomía reconoce para el autor antes mencionado la si-
guiente escala: “1) Dependencia para-colonial; 2) Dependencia nacional; 3) Autonomía
Heterodoxa y 4) Autonomía Secesionista.”
Los Estados al ser gobernados por fuerzas que tengan como objetivo aumentar o
afirmar sus márgenes de autonomía respecto de los global players, deben evaluar cuidado-
samente y deben conocer en profundidad los datos de la realidad social internacional de-
terminando, con la mayor precisión posible, el margen potencial de decisión autonómica.
Por lo general, “la dinámica autonomista suele ser cíclica y desarrollarse por etapas [...]
un proceso que consta de avances y retrocesos.”
Como se ha sostenido, “la integración sigue siendo un medio pero: ¿cuál es la vigencia
de la autonomía?; y ¿es ésta un medio o un fin en la actualidad? En términos estructu-
rales, la interpretación autonómica sigue estando totalmente vigente, pues en su análisis
coincide con la realidad del orden global, con las ecuaciones de poder y por tanto aquí
subyace su validez como paradigma analítico, más aún al observar cuán frondosos han
sido en los últimos años los trabajos sobre la autonomía periférica sudamericana”.
La autonomía —en principio— es un fin; pero una vez que se ha conseguido se trans-
forma en un medio para la realización de otros fines favoreciendo nuevos procesos deci-
sionales.
. Como nos recuerdan Russell y Tokatlián (2002): el tema de la autonomía fue un asunto más sudamericano que latino-
americano. En la América Latina del Norte (de la que forman parte México, Centroamérica y el Caribe), el acento estuvo
puesto más en la soberanía legal internacional y westfaliana vatteliana, debido a que esta región históricamente fue objeto
de diversas acciones coercitivas y de fuerza por parte de Washington [...]. Por su parte, América del Sur, desde Colombia
hasta la Argentina, dispuso de un margen de maniobra diplomática, comercial y cultural relativamente mayor frente a
Washington. No es sorprendente entonces, que la literatura principal sobre el tema se haya producido en América del Sur y,
más específicamente, en el Cono Sur. RUSSELL, Roberto y TOKATLIÁN, Juan Gabriel. “De la autonomía antagónica a
la autonomía relacional: una mirada teórica desde el Cono Sur”. Revista Latinoamericanos, Nro. 21, 2002. p. 168.
. ��������������������������
Cfr. Puig, J. C. (Comp.). América Latina: Políticas Exteriores Comparadas, Tomos I y II. Buenos Aires: Grupo Editor Lati-
noamericano, 1984. p. 44.
. Cfr. Puig, J. C. (Comp.). América Latina: Políticas Exteriores Comparadas, Tomos I y II. Buenos Aires: Grupo Editor Latino-
americano, 1984. p. 74.
. Cfr. Puig, J. C. (Comp.). América Latina: Políticas Exteriores Comparadas, Tomos I y II. Buenos Aires: Grupo Editor Lati-
noamericano, 1984. p. 72.
. Cfr. Oddone, C. N. El Primer Ciclo de la Unión de los Países del Sur en las propuestas de integración del Peronismo. Tesis de Maestría
en Derecho de la Integración Económica, Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad del Salvador en convenio con
l’Université Paris 1 Panthéon-Sorbonne. Buenos Aires – Paris, 2004. p. 107.
213
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
214
Capítulo IX: Nuevas propuestas de integración en América Latina...
Se entiende que este esquema de intercambio comercial lograría por un lado, profundizar
en una especialización productiva eficiente y competitiva, compatible con un desarrollo
económico y social equilibrado al interior de cada Estado; y por otro, permitir el distan-
ciamiento de las estructuras productivas nacionales de las imposiciones y condicionantes
del mercado mundial globalizado.
Tal como se mencionó el ALBA toma distancia de los esquemas de integración de
corte netamente económico para situar la llamada “deuda social” en el centro de su es-
trategia integracionista.
En el plan estratégico del ALBA también se contemplan cuestiones que hacen al in-
tercambio comercial estrictu sensu: un trato preferente para los inversores nacionales de
uno u otro Estado en los respectivos territorios nacionales; utilización de mecanismos de
comercio compensado; utilización de las respectivas monedas nacionales para el pago de
las transacciones comerciales entre los países; eliminación de barreras para arancelarias
a las importaciones de productos entre los Estados; eliminación de la imposición sobre
utilidades de las inversiones estatales, mixtas e incluso privadas en tanto produzcan el
recupero de la inversión; trato preferente al transporte marítimo y aéreo en territorio
nacional de las compañías de la subregión y financiación de proyectos productivos en
sectores estratégicos para las economías.
Sin lugar a duda la cooperación en materia de energía se erige como uno de los princi-
pales ejes de la integración ALBA para así intentar reducir las asimetrías regionales a tra-
vés de la amortiguación de los fuertes impactos que el alza continuada de los precios del
petróleo durante los últimos años ha supuesto para las frágiles economías de la zona.
En este sentido, como sostiene Montero Soler (2007): “Venezuela percibe así, que, en
unos tiempos en los que la lucha por los recursos naturales determina en gran medida la
geopolítica mundial, la integración energética puede ser el mecanismo más incisivo para
conseguir avanzar hacia una auténtica comunidad de naciones; comunidad a la que, por
otra parte, aspira a contagiar de los valores que informen el proceso de transformación
social que está realizando en su territorio”.12
La posibilidad de encontrar nuevos yacimientos petrolíferos de significativas dimen-
siones en Brasil y Argentina se constituirían en piezas claves de la lógica de integración
energética del ALBA.
ALBA y MERCOSUR
Sin perjuicio de las relaciones estrechadas por Venezuela y Cuba, el ALBA ha ido
extendiendo su presencia en el resto del continente a través de la construcción de una
red de acuerdos, en principio, bilaterales y operando ella misma como “centro-rayos” de
la negociación.13
intercambio solidario y en la existencia de intereses y necesidades mutuas”. Cfr. Montero Soler, A. “ALBA: avances y
tensiones en el proceso de integración popular bolivariano”. Revista Ágora, Vol. III, Nro. 15, 2007. p. 6.
12. Cfr. Montero Soler, A. “ALBA: avances y tensiones en el proceso de integración popular bolivariano”. Revista Ágora,
Vol. III, Nro. 15, 2007. p. 10.
13. Los acuerdos más importantes a considerar serían: El Acuerdo entre el Presidente de la República Bolivariana de Vene-
215
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
216
Capítulo IX: Nuevas propuestas de integración en América Latina...
Como en la Europa unida las locomotoras han sido Alemania y Francia, en el MER-
COSUR deben constituirse Argentina y Brasil como verdaderas locomotoras de la in-
tegración. Sería un pecado para la integración del MERCOSUR que el Brasil de Lula
repita los errores del pasado y haga solamente una utilización de tipo instrumental del
MERCOSUR y que la Argentina quiera desarrollar una leadership individualista o de
tipo unilateral para la cual no reúne las condiciones estructurales. Argentina debe demos-
trar madurez política pro-integración regional.
217
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Hoy por fin hemos enterrado diez años de apertura petrolera. Desde los pozos hasta el muelle, todo:
tanques, carreteras, tuberías, máquinas, sistemas de control y los 4.000 trabajadores que eran con-
tratados por las transnacionales ahora pasan a ser empleados de planta de Petróleos de Venezuela”.
Seguidamente en la misma conferencia anunció: “formalizar la salida de Venezuela del FMI y BM y
de todos esos organismos […] Vamos a salirnos y que nos devuelvan los reales porque nos deben.
El imperialismo dominó nuestra industria básica, nuestros recursos energéticos y nuestros recursos
naturales, durante mucho tiempo, eso se acabó hoy. Hoy es el final de esa época donde nuestras
riquezas naturales terminaban siempre en manos de cualquiera menos del pueblo venezolano.
16. Para un estudio de la crisis argentina véase: Oddone, C. N. Crisis financiera internacional y mercados emergentes: el caso argen-
tino a la luz de las experiencias de México y del Sudeste Asiático. Málaga: Grupo de Investigación Eumed.net, 2004.
17. Finalmente, se intentará responder (de manera indirecta) al artículo 5 del Tratado de Asunción de 1991 que instituye al
MERCOSUR y el cual habla de una coordinación de políticas macroeconómicas gradual y convergente entre los Estados
miembros. .
18. ��������������������������
Cfr. Puig, J. C. (Comp.). América Latina: Políticas Exteriores Comparadas, Tomos I y II. Buenos Aires: Grupo Editor Lati-
noamericano, 1984. p. 79.
218
Capítulo IX: Nuevas propuestas de integración en América Latina...
Génesis de la CSN
El 8 de diciembre de 2004 nació en Cuzco la propuesta de la CSN, proyecto que
pretende incluir a los cinco Estados parte del MERCOSUR: Argentina, Brasil, Para-
guay, Uruguay y actualmente Venezuela; a los que se sumaría Chile, los miembros de la
19. Cfr.
��������������������������
Puig, J. C. (Comp.). América Latina: Políticas Exteriores Comparadas, Tomos I y II. Buenos Aires: Grupo Editor
Latinoamericano, 1984 p..54..
20. Cfr. Machinandiarena de Devoto, L. y Escudé, C. “Las relaciones argentino-chilenas, 1946-53, y las ilusiones expan-
sionistas del peronismo” en Di Tella, T. (comp.). Argentina – Chile ¿desarrollos paralelos? Buenos Aires: Nuevo hacer - Grupo
Editor Latinoamericano, 1997. p.194.
219
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Comunidad Andina de Naciones (CAN) entre los que encontramos a Bolivia, Colombia,
Ecuador y Perú; y otros dos países del Norte de América del Sur: Guyana y Surinam.
Desde la perspectiva de los propios líderes que asistieron al encuentro en Perú, consti-
tuiría el “renacimiento de una región” en el sentido de responder al imperativo histórico
y presente de los libertadores de estas tierras como Simón Bolívar, José de San Martín,
Bernardo O’Higgins, Antonio Sucre: la realización del “sueño bolivariano”.
La Declaración de Cuzco (2004) establece en el punto II, primer párrafo, que el espa-
cio sudamericano integrado se desarrollará y perfeccionará impulsando “la concertación
y coordinación política y diplomática que afirme a la región como un factor diferenciado
y dinámico en sus relaciones externas”.
Autores sudamericanos como Juan Carlos Puig y Helio Jaguaribe han juzgado la con-
certación política y la integración económico regional o subregional como condiciones
necesarias para el logro de una mayor autonomía. Concertación e integración, en un
primer momento, no se percibieron como necesariamente autonomizantes, sino como
instrumentales al proceso de construcción y preservación de la autonomía.
Asimismo, el párrafo tercero establece que deberá impulsarse
220
Capítulo IX: Nuevas propuestas de integración en América Latina...
La historia compartida y solidaria de nuestras Naciones, que desde la gesta de la Independencia han
enfrentado desafíos internos y externos comunes, demuestra que nuestros países poseen potenciali-
dades aún no aprovechadas tanto para utilizar mejor sus aptitudes regionales como para fortalecer las
capacidades de negociación y proyección internacionales.
A continuación se sostiene:
221
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
subregión sobre las características que identificara Pope Atkins. Cfr. Atkins, P. América Latina en el sistema político internacional.
México: Guernika, 1980. p. 10 y ss.
24. �����������������������������������������������������������������������������������������������������������������
Cfr. Zacher, M. “The Decaying Pillars of the Westphalian Temple: implications for international order and govern-
ance”. En: Rosenau, J. y Czempiel, E. O. (Eds.). Governance without government. Cambridge: Cambridge University Press,
1992. p. 63.
222
Capítulo IX: Nuevas propuestas de integración en América Latina...
bipolar y constituía un juego de suma cero, por tanto la autonomía se construía en ese
espacio intra-bloque. La falta de bloques políticos altamente identificables ha llevado a defi-
nir de una forma nueva la autonomía, transformándose en una autonomía relacional, en
la cual los enfrentamientos entre “el yo y los otros” pasan a ser parte del “nosotros-otros”
en un juego de suma positiva sobre las características del regionalismo abierto.
Los procesos de integración implican siempre nuevas realidades, realidades que se cons-
truyen desde una mirada regional. Mientras que el regionalismo se da como una cuestión de
espacio de solidaridad ampliado, la integración es una opción de política internacional que lo-
gra convertir la cooperación y los ejes de interdependencia en ejes de coordinación regional.
La integración fue el medio para lograr el fin último de la autonomía sólo a
través de ésta última se podía lograr la justicia social, la soberanía política y la
independencia económica de la Nación. A su vez, la extensión de estos ideales pe-
ronistas a escala regional e internacional permitía el mantenimiento de los mismos
en el nivel nacional.
La autonomía —como paradigma analítico—, pone énfasis en la situación hegemónica
y en el relacionamiento con la potencia hegemónica; llevando a considerar la realidad de
los Estados pequeños y medianos como actores del sistema internacional. La autonomía,
no obstante este nuevo escenario antes descrito, conserva su vigencia como paradigma
analítico al investigar sobre el orden global, máxime cuando Sudamérica se debe a sí mis-
ma una reinserción internacional con una nueva identidad subregional que debe apres-
tarse a construir sobre las características antes mencionadas. La dimensión autonómica
relacional cobra sustento sobre las bases identitarias hasta aquí descritas.
Hoy en día, la integración sudamericana sigue constituyendo el factor fundamen-
tal para la reinserción internacional de nuestra subregión en el sistema internacional.
Los principales procesos de integración sudamericanos han surgido a partir de factores
económicos, se busca la cohesión e integración de los mismos en el nivel regional para
poder así insertarse como bloque en la economía mundo capitalista. Si para Europa la
concepción de la integración surge de un factor traumático como la guerra; en el caso
sudamericano surge a partir de la economía, un trauma histórico de toda la América La-
tina en su conjunto que deviene de haber sido colonia de una potencia que era periférica
en el propio sistema intra-europeo.
El Cono Sur en su conjunto deben integrarse al sistema internacional, entendiendo
aquí por integrarse la acepción latina de integras en su sentido de ‘recrear’; y la noción
latina de integráre bajo su concepción de ‘volver a comenzar’.
Sudamérica necesita crear una conducta de bloque, impensable sin la voluntad políti-
ca de las partes a los efectos de poder generar nuevos márgenes de autonomía regionales
para el propio proceso de toma de decisiones.
Nuevos dilemas económicos sistémicos se aproximan, y sobre bases integradas, ne-
cesitamos integráre próelium, ‘renovar la batalla en un sentido pacífico’. Es un imperativo
histórico y presente; y para poder realizarlo no hay nada mejor que volver a las fuentes
de la integración.
223
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Bibliografía
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Oddone, Carlos Nahuel y Granato, Leonardo. “México en un eventual acuerdo de
224
Capítulo IX: Nuevas propuestas de integración en América Latina...
225
Capítulo X
La Zona de Integración del Centro Oeste de América del Sur-Zicosur ha sido estudiada
y analizada por varios cientístas sociales, entre los que se destacan los politólogos y estudio-
sos de las relaciones internacionales. En el presente trabajo nos proponemos entender las
motivaciones, estrategias y medios con los que cuentan los actores sociales de la Zicosur,
con énfasis en las transformaciones territoriales que se están operando en esta región.
La aproximación desde la geografía, como disciplina que estudia las configuraciones
espaciales, aporta consideraciones sobre los procesos de emergencia regional del “centro”
de América del Sur, con el objetivo de comprender si verdaderamente se trata de una
“nueva” región o, al contrario, es la activación económica y social de una vieja región, y
si esta emergencia es producto de las iniciativas que dieron origen a la Zicosur.
En el marco de las relaciones internacionales, las fronteras zicosurianas, al igual que
las demás líneas divisorias interestatales, se caracterizaron por su alta porosidad, resul-
tado de intercambios constantes entre los actores. En este contexto, las fronteras inter-
nacionales poco han aportado a la separación de los países, pues el estatus de periferia
confería un margen de maniobra relativamente importante a los actores de uno y otro
lado de las fronteras, inclusive en los periodos políticos y militares que reforzaban la idea
de la frontera como línea de división.
El nuevo proceso de integración, caracterizado como novedoso al ser pilotado por
actores locales y regionales, con ausencia de representantes de los estados nacionales, ha
sido construido con una imagen doble: la del desarrollo de la zona central de América
del Sur y la de la construcción de una fuerte conexión con el océano Pacifico y por ana-
logía con Asia. Esta puerta a la cuenca del Pacifico, plantea varias interrogantes sobre la
articulación Mercosur-Zicosur y sobre la integración continental, en escenarios cada vez
mas complejos pero con estrechos márgenes de reacción.
227
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
El Gran Chaco fue muy lentamente absorbido por las lógicas y estrategias producti-
vas y comerciales de los jóvenes estados nacionales a inicios del siglo XIX que seguían
. Se recuerda que la palabra Chaco, del quechua Chacú, significa ‘país de cacerías’.
. Casi la totalidad de los ríos del Gran Chaco presentan caudales diferenciados en volumen y orientación, producto de la
composición geológica de los suelos y de la alimentación de los deshielos andinos, que producen periodos de inundaciones
primero (río Bermejo) y desapariciones del cause hídrico luego (río Pilcomayo).
228
Capítulo X: ZICOSUR y la emergencia dirigida de las regiones periféricas...
229
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Los reagrupamientos regionales, como lo plantea van Eewen, parecen constituir una
respuesta estratégica a los procesos de globalización y, además de ser un complemento
de la misma, engendra fenómenos aparentemente contradictorios de fragmentación y
recomposición de configuraciones regionales, como el Mercosur y la Zicosur.
Surge la Zicosur como respuesta al fracaso del centralismo mercosuriano. ¿Pueden
los olvidados nacionales ser agentes de cambio regionales? Estos y otros cuestionamien-
tos sobre el surgimiento, impacto y significación de la Zicosur tienen respuestas que aún
deben ser construidas sobre la base de investigaciones y discusiones entre los estudiosos
del tema, sin embargo, algunos especialistas, especialmente Safarov y Musso, analizan el
proceso de integración regional de la Zicosur como una subregión del Mercosur. Esto
indica que la emergencia de la Zicosur tiene que ser entendida y concebida en el marco
del proceso integrador mas importante del continente, el Mercosur.
Independientemente de las asimetrías del Mercosur, específicamente entre Brasil y los
demás países, donde Paraguay y Uruguay se sitúan en las márgenes lejanas, los actores de
la Zicosur no se han manifestado un rechazo, ni han construido la Zicosur como alternativa
al gigante Mercosur. Quizás porque comprendieron plenamente que ninguna experiencia
regionalista puede concretarse sin el Mercosur y menos aún sin Brasil, cuya ambición en el
largo plazo, como lo indica Jedlicki, es situarse entre las cinco potencias económicas mun-
diales y el Mercosur constituye el dispositivo central de su proyecto.
Sin embargo, parecen existir varios elementos que pueden indicar que se trate de un
movimiento federador de territorios, en el caso de la Zicosur, Municipalidades y Provin-
cias o Departamentos, que responden a otras motivaciones e intereses y no necesaria-
mente a constituir un dispositivo subregional más del Mercosur.
A diferencia del Mercosur, la Zicosur dispone de otros conjuntos logísticos, con es-
trategias, medios y, sobre todo, orientaciones sino contrarias a las del Mercosur, al me-
nos marcadamente divergentes. En este sentido, resulta ilustrativo observar que la zona
. Como lo indica Amilhat Szary, la Zicosur “imita” la consonancia del Mercosur, quizás para capitalizar el interés emer-
gente en torno a la idea de desarrollo e integración del “Sur”.
230
Capítulo X: ZICOSUR y la emergencia dirigida de las regiones periféricas...
231
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
El surgimiento del Mercosur y la Zicosur en la década de los ‘90 obligó a los países a
redefinir sus geoestrategias de desarrollo, integración y asociación, pues el telón de fon-
do había sufrido profundas alteraciones. En este contexto, se aprecia que los diferentes
países vivieron, con distintas intensidades, procesos de reacomodamiento regional en
función a las estrategias de activación de sus territorios. En el caso del Mercosur, no vio
alterada su configuración económica centrada sobre el eje San Pablo–Buenos Aires, zona
de influencia productiva, demográfica e industrial histórica. No obstante, con el Merco-
sur, estas zonas fueron potenciadas e interconectadas con mayor fluidez, posibilitando
nuevas inversiones y oportunidades de negocios que raras veces osaban alejarse signifi-
cativamente de las “orillas vivas”.10
En el caso de la Zicosur, los Estados nacionales, autoridades regionales y represen-
tantes locales experimentaron una respuesta diametralmente opuesta a la del Mercosur.11
La adhesión instantánea, aunque poco formal en sus inicios, de las regiones de los países
significó una gran oportunidad de desarrollo, sino la única.
Los comportamientos en términos de estrategia política y comercial de los países
involucrados pueden resumirse y analizarse en tres escalas distintas, permitiendo com-
prender las razones de la focalización de algunos países en áreas y escalas específicas. A
continuación se presentan los intereses que movilizaron los países, regiones y localidades
ante la creación y fortalecimiento de la Zicosur.
. Si bien la Zicosur nace de espaldas a los Estados nacionales, se ve obligada a pasar por ellos para la instalación de in-
fraestructura física, construida casi siempre con capitales aportados por organismos de desarrollo supranacionales, donde
solo los Estados son clientes, quedando las regiones, y por ende la Zicosur, debajo del pesado manto estatal.
10. Es fácilmente observable una gran concentración de la población del continente sudamericano sobre sus dos extremos
laterales, donde el Este concentra la mayor parte, así como las actividades productivas e industriales más dinámicas del
mismo generan, al mismo tiempo, un gran vacío interior despoblado, fragmentado y económicamente en letargo: gran
parte de la Zicosur
11. Si bien el Mercosur contó con mayor visibilidad publica y política, la Zicosur nunca fue rechazada por los actores
nacionales ni cuestionada por el carácter exclusivamente comercial y aduanero, como lo fue el Mercosur. En el caso de
Paraguay, el país que mas rechazó el Mercosur —quizás como cicatriz sutil de la Guerra contra la Triple Alianza— reaccionó
ante la Zicosur de forma relativamente positiva, como la apertura de una nueva vía de ruptura de la mediterraneidad.
232
Capítulo X: ZICOSUR y la emergencia dirigida de las regiones periféricas...
233
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
234
Capítulo X: ZICOSUR y la emergencia dirigida de las regiones periféricas...
“efecto túnel” donde los territorios marginales actuales se convierten sólo en el soporte
físico de la infraestructura, pues los flujos transportados no generan más que actividades
secundarias y pasajeras, sin generación de valor agregado a la producción zonal.
La construcción de procesos de desarrollo regional y local, basados exclusivamente en
la provisión de servicios logísticos no parece realista, por lo que además de la dotación de
ciertos servicios vinculados al transporte y las comunicaciones, las regiones zicosurianas
se encuentran ante la oportunidad estratégica de definir los modelos de inserción regional
y mundial, aunque con la pesada carga de la marginación nacional y el déficit estructural
que acarrean.
El impulso de las infraestructuras de los proyectos del IIRSA debe ser concebida
como la imperiosa necesidad de integración continental con una marcada proyección
mundial, entendida ésta como un nuevo escenario de productos, mercados y actores cada
vez más abierto y competitivo.
Varias zonas del extenso Chaco paraguayo fueron consideradas hasta hace muy pocos
años como un espacio repulsivo y sin interés por el estado paraguayo, con actividades
económicas hiperextensivas y escasas conexiones con la economía nacional. Sólo algunas
cooperativas de descendientes de canadienses y rusos Mennonitas habían logrado no sólo
sobrevivir sino montar unos dispositivos productivos altamente eficientes pero totalmente
aislados en el Chaco. Las tres cooperativas del Chaco central tienen una producción de
leche12 y derivados que abastece más del 80 % de la demanda nacional. Esta suerte de en-
clave positivo13 constituyó, durante mucho tiempo, el núcleo económico de toda la región,
sobre todo luego de la retirada de las empresas tanineras anglo argentinas.
A fines de la década de los ‘90 se alteró el funcionamiento económico regional, como
producto directo de las nuevas influencias zicosurianas, que si bien aún no generaban
niveles extraordinarios de intercambios, comenzaban a incrementar las exportaciones no
tradicionales, tanto en productos como en mercados. En efecto, la exportación de leche
del Chaco paraguayo a la ciudad de Santa Cruz, que se inició en el año 2000, es muy
exitoso. Las cifras revelan la importancia del mercado regional con envíos de más de
100.000 litros de leche mensuales, con facturaciones mensuales, según datos del 2003, de
alrededor de 70.000 dólares.
Impulsados por una creciente demanda de carne para los mercados internacionales,
nuevos actores comenzaron a instalarse en las zonas mas aisladas del Chaco para im-
plantar modernos sistemas de producción ganadera. Los principales inversionistas son
12. Esto permitió el aumento del consumo per capita de leche en Paraguay, pasando de 50 a 100 litros, aunque aún no se
llegan a los 150 litros de consumo anuales recomendados.
13. Si bien la noción de enclave tiene una connotación negativa, en el caso de las colonias mennonitas del Chaco paragua-
yo se trata más de un enclave por olvido y marginación explícita del estado.
235
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
236
Capítulo X: ZICOSUR y la emergencia dirigida de las regiones periféricas...
237
Segunda parte: Experiencias de integración en el hemisferio
Conclusión
238
Capítulo X: ZICOSUR y la emergencia dirigida de las regiones periféricas...
Bibliografía
239
Capítulo XI
Introducción
Algunos críticos comenzaron a sostener que tanto las actitudes de los participantes
como la de los estudiosos de Relaciones Internacionales obedecieron al conflicto y la
defensa. Ellos dicen que las concepciones que se concentran en el Estado y se orientan
hacia el conflicto y la defensa no sólo deforman la realidad sino que tienden a bastarse a
sí mismas. En otras palabras: si usted ve al mundo desde la perspectiva de “matar o ser
matado” es probable que se comporte de acuerdo a esa concepción y refuerce así una
norma de conducta salvaje para la próxima generación.
A los críticos más lúcidos de la concepción se los llamó Funcionalistas, ya que se con-
sidera a el funcionalismo como una filosofía que llevaría gradualmente a un mundo
pacífico, unificado y cooperativo.
Como dice Robert Cox “La teoría siempre está pensada para alguien con algún pro-
pósito”. Esto ha determinado que con frecuencia dichas perspectivas se basen en la expe-
riencia empírica, sin ayuda suficiente de aquellos principios filosóficos y epistemológicos
que son tan esenciales a la teoría misma.
Dentro de las Teorías de mayor debate en Relaciones Internacionales durante el siglo
XX, podemos mencionar las de gran y las de mediano alcance.
Las teorías de alcance global o gran alcance, son aquellas que han alimentado los
principales debates teóricos del siglo XX podrían encuadrarse básicamente en el Rea-
lismo y el Idealismo, las más conocidas dentro de esta clasificación son: (1) Teorías de
Cambio (2)Teorías Realistas y el neorrealismo (3) Las Teorías de los sistemas.
Las teorías de mediano alcance por su parte, son complementarias a la visión conven-
. Véase Couloumbis, T. y Wolfe, J. Introducción a las Relaciones Internacionales. ������������������������������
Buenos Aires, Troquel, 1979..
. �����������������������������������������������������������������������������������������������������������������������
Cfr. Cox, R. “Social Forces, States and World Order: Beyond International Relations Theory” en Cox, R. y Sinclair, T.
(comp). Approches to World Order. Cambrigde, Cambridge University Press, 1981. p 85-123.
241
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
242
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
necesidades cotidianas, llevaría a una transformación gradual de las actitudes de los indi-
viduos, en el que se produciría una paulatina transferencia de las lealtades, hasta entonces
concentradas en los respectivos gobiernos, hacia las distintas organizaciones internacio-
nales encargadas de la satisfacción de intereses .
Mitrany sostenía que la actividad funcional podía reorientar las actividades sectoriales
y contribuir a la paz. Consideraba que a largo plazo, las organizaciones internacionales
se irían coordinando entre sí, posiblemente, de esta relación conjunta surgiría una orga-
nización mundial.
La teoría no preveía, al menos en el mediano plazo, la desaparición del actual sistema
de Estados; sino que éstos participaran activamente en la gestión de las organizaciones
supranacionales. El pensamiento funcionalista, no obstante constituir tal vez la principal
fuente de inspiración de los estudios sobre los procesos de integración, va mucho más
allá de este fenómeno y sirve de base a otras corrientes que representan una revisión más
radical de la teoría convencional de las relaciones internacionales.
Una segunda escuela de pensamiento es la de Karl Deutsch quien hace un importante
aporte a la teoría funcionalista, en donde apela al “Enfoque de las comunicaciones” y
trata de medir al proceso de integración observando el flujo de transacciones internacio-
nales como el comercio, los turistas, la correspondencia y los inmigrantes.
Ellos esperan que las transacciones conduzcan eventualmente a la creación de “comu-
nidades de seguridad” o sistemas sociopolíticos integrados. Deutsch identificó dos grandes
subcategorías de comunidades de seguridad: las amalgamadas como la de EEUU, ya que
tiene un único gobierno federal que ejerce control político central sobre una región de di-
mensiones de continente. Y las pluralistas que, en cambio, carecen de autoridad política
central, pero se espera que las unidades nacionales que las integran no luchen entre sí, por
lo tanto las fronteras no están fortificadas, es el caso de Europa Occidental.
La principal contribución de Deutsch a la teoría de la integración, radica en su trabajo
sobre las condiciones en las cuales se formó una “comunidad de seguridad” en el área del
Atlántico Norte. Buscando las similitudes entre la formación de una comunidad política
(y también de seguridad) en los Estados Unidos, durante el siglo pasado, y la formación
de la OTAN y la Comunidad Europea a partir de los acuerdos franco-germanos sobre el
desarrollo conjunto de su industria del hierro y el acero, después de la Segunda Guerra
Mundial, Deutsch analiza cuantitativa y detalladamente todos los flujos de comunicación
generados en esos distintos ámbitos en sus respectivas épocas. Deutsch comprueba que
entre los resultados del incremento de las comunicaciones entre las distintas unidades
involucradas en dichas experiencias, se cuenta una creciente proporción de valores com-
partidos, el desarrollo de un estilo de vida distintivo, la percepción de la posibilidad de
compartir los premios y castigos atribuidos por el resto de la comunidad internacional en
función de la conducta de los distintos miembros de estos nuevos conglomerados, una
aceleración del desarrollo económico de la comunidad en su conjunto, y un fortalecimiento
. Cfr. Dougherty, J. y Pfaltgraff, R. Teorías en pugna en las Relaciones Internacionales. Buenos Aires, Grupo Editor Latinoame-
ricano, 1993.
. Véase
�������������������������
Deutch, K. et all. Political Community and the North Atlantic Area. Princeston, Princeston University Press, 1957.
243
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
244
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
“Del poder y de los intereses de los gobernantes depende el nivel que alcanzará la
institucionalización de determinadas estructuras, hasta donde se seguirán las normas”.10
245
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
El Plan Marshall fue el primer paso en el proceso de construcción europea, a partir del
cual se comenzaron a crear una serie de instituciones o niveles de cooperación europea,
lo que ya en el año 1950 se plasma en el tratado que crea la Comunidad Económica del
Carbón y del Acero (CECA) como primer pilar fundamental de lo que se conoce como
Unión Europea.
Francia por su parte puso en práctica el “Plan Monnet”. Este plan estaba orientado
a la modernización y la reconstrucción francesa, y estaba fuertemente influenciado por
el Plan Marshall. Los movimientos y organismos europeos recién creados, tomaron una
posición determinante a favor de un plan de coordinación de las industrias de base euro-
peas: carbón, acero, electricidad y transporte. Surgió así, una propuesta bastante innova-
dora que buscaba implementar la creación de una autoridad pública del acero compuesta
por delegados de los gobiernos para que definieran la política general de la industria
siderúrgica de Europa.
Se extendió la idea de reagrupar las industrias pesadas de la región de Renania y de la
región del Este y Norte de Francia y del BENELUX.12 Por su parte, Jean Monnet,13 tras
el fracaso de sus negociaciones con el Reino Unido para llevar a cabo un esfuerzo común
12. Unión Aduanera formada por Bélgica, Holanda y Luxemburgo en 1948.
13. “Las soberanías nacionales están superadas desde el momento en que no permiten ya a los pueblos europeos vivir al
ritmo de su tiempo en la era de las grandes potencias. Cara a Estados Unidos y a la Unión Soviética, que salen reforzados
de la Segunda Guerra Mundial, los países del viejo mundo no tendrán más elección que la marginalización o la unión.
Esta unión sólo podría provenir de una nueva opción, la de hacer gestionar los intereses comunes por instituciones demo-
cráticas y eficaces. Estas instituciones no deben competir o reemplazar a las instituciones nacionales, sino que deben orga-
nizar con ellas relaciones de complementariedad y actuar en los ámbitos donde la actividad nacional resulte inadaptada o
impotente”. Cfr. Monnet, J. Un Gran Proyecto para Europa; Documentación Europea, 1988, p. 7.
246
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
14. Cfr. Pérez-Bustamante, R. Historia política de la Unión Europea 1940-1995. Madrid, Dykinson, 1997. p. 89.
247
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
15. El proceso comunitario tiene su punto de partida en el Tratado de la CECA. Este Acuerdo es el que da origen a la
primera de las tres comunidades. La soberanía se mantenía en forma clara en los estados por esta razón la transferencia
a los órganos era prácticamente nula.
16. La idea de Monnet se sostenía sobre dos conceptos; la lógica expansiva de la interdependencia y el apoyo político de la
ciudadanía a las nuevas organizaciones funcionales. Cfr. Hass, E.H. The Uniting of Europe. Political, Social and Economic forces.
1950-1957. Standford, Standford University Press, 1968.
248
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
249
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
La tercera parte desarrolla las instituciones análogas a las del mercado común: la
asamblea y la Corte de Justicia que son comunes, y asimismo la gran mayoría del Con-
sejo. A partir de 1967, la CEEA sufrió una gran crisis que se tradujo en la imposibilidad
de imponer un programa comunitario.
En enero de 1958, comenzó el funcionamiento del mercado común y del EURA-
TOM, que integran juntos con la CECA los pilares de la construcción europea. Los
representantes de los Estados miembros, designaron a los responsables de las primeras
instituciones de la Comunidad. A lo largo de 1958 se fueron constituyendo las comu-
nidades europeas.
A partir del 1 de Enero de 1959, los tratados de Roma produjeron sus primeros efec-
tos, desde aquella fecha se estableció que los derechos de aduana de los países miembros
descenderían un 10% y que se incrementarían un 20% los contingentes de importación,
que corresponderían como mínimo al 3% de la producción nacional. La reducción de
los obstáculos aduaneros y las perspectivas de su completa supresión se manifestaron
realmente eficaces.
La Comisión propuso que, a fines de 1961, los derechos de aduana se rebajaran al
50% en lugar del 30% previsto. La CEE tuvo una proyección enormemente favorable.
Los “seis” conocieron una fuerte expansión económica que se concretó en un crecimiento
medio anual de PIB del 5,1% para el periodo 1961-1970 y un gran progreso en la confi-
guración de la unión aduanera. La Comisión propuso la aceleración de la reducción de
derechos, que sería al 100% el 1 de Julio de 1968.
19. Véase De Gaulle, Ch. Memoires. Vol. III. 1959. Según el General Charles De Gaulle, el camino a seguir para la organi-
zación de Europa Occidental “en una entidad económica, cultural y humana” era la “cooperación entre los Estados” que
sin embargo en el esfuerzo de lograr esta cooperación nunca debería renunciar a su propia identidad. “No puede existir
otra Europa que la de los Estados, todo el resto es mito, discurso y sobreestructura”.
20. Para conocer el pensamiento del General Charles De Gaulle veáse: Touchard, J. Le gaullisme 1940-1969. Paris, Editions
de Seuil, 1978.
250
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
Ante estas declaraciones, Jean Monnet, invitaba en noviembre de 1960 a los miem-
bros del comité de acción para los Estados Unidos de Europa, a respaldar el principio de
realizar reuniones cumbre a condición de que las comunidades sean salvaguardadas, y
dejar abierto el camino hacia una evolución de tipo federal.
En la primera cumbre de los “seis” jefes de Estado acompañados por los Ministros de
Asuntos Exteriores, De Gaulle garantizó a Adenauer, Ministro de Asuntos Exteriores de
Alemania, la fidelidad de Francia a la OTAN y a los tratados de París y Roma.
En una segunda cumbre de jefes de Estado europeos, en las cercanías de Alemania,
Francia y Holanda acercaron sus posiciones, realizándose al final un comunicado, “la
declaración de Bonn”, considerado como el acta de nacimiento de la Europa política. Un
segundo comunicado simultáneo, trató sobre la cooperación cultural, en donde se consi-
deró la creación de instituciones europeas de enseñanza e investigación.
La comisión prevista para la “declaración de Bonn” designó como presidente a Chris-
tian Fouchet, encargado de representar a Francia ante la Unión Soviética en 1944, a
quien le correspondió la elaboración de un estatuto de unión política que fue sometido a
la aprobación por parte de los parlamentos nacionales.
La situación internacional, marcada por el inicio de la construcción del Muro de Berlín,
impulsó a los aliados a continuar sus esfuerzos. El Plan Fouchet I preveía la creación de una
“Unión de Estados” sobre el sistema de la cooperación. Como instituciones de la unión se
creaban el Consejo, la Asamblea Parlamentaria y la Comisión Política Europea. Las compe-
tencias de la Unión de Estados serían todas de carácter general a excepción de las materias
de carácter económico. Unos meses después, la delegación francesa entregó una nueva
versión del proyecto de tratado, al que se le dio el nombre de “Plan Fouchet II”.
Los acontecimientos europeos hicieron fracasar las propuestas del presidente de Es-
tados Unidos, John F. Kennedy, sobre la integración política europea y de una política
atlantista, sin embargo impulsó al Reino Unido a adherir al mercado común, asegurán-
dole el apoyo de Estados Unidos y la CEE.
Kennedy planteó una asociación comercial abierta entre Estados Unidos y la CEE.
La política bien recibida por Gran Bretaña y los “cinco”, fue rechazada por el general De
Gaulle,21 quien entendía que aquello no era sino un hábil medio para perpetuar la supre-
macía americana, mientras que él estaba dispuesto a desarrollar una política europea más
independiente de los Estados Unidos.22
En 1961, Irlanda solicitó la adhesión a la CEE, nueve días antes de que lo hiciera el
Reino Unido y poco después Dinamarca. También, en 1962, solicitaron su entrada No-
ruega y España. Frente a la candidatura española, que no fue aceptada hasta la institución
plena de la democracia.
La experiencia del Plan Fouchet puso de manifiesto las importantes divergencias que
existían entre los “seis” sobre la construcción europea y fundamentalmente, sobre la
21. De Gaulle intentaba cambiar profundamente las relaciones atlánticas, su objetivo era una Europa tercera fuerza entre
las dos superpotencias bajo la influencia franco-alemana.
22. Véanse:
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Mammarella, G. Historia de la Europa contemporánea (1945-1990) Barcelona, Ariel, 1990; y Mammarella, G.
Storia d’Europa dal 1945 ad oggi. �������������������������
Roma-Bari, Laterza, 2006.
251
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
política de defensa y el papel de las instituciones. Durante las reuniones no sólo se puso
de manifiesto dos concepciones diferentes: la gaullista y la federalista, sino que, además,
surgieron algunos desacuerdos de fondo sobre el tema de la relación entre Europa y la
Alianza Atlántica y sobre la adhesión de Gran Bretaña a la unión política que se estaba
produciendo.
La idea de la unión política no fue dejada de lado, ya que la concertación de las po-
líticas exteriores se estableció como objetivo fundamental de las políticas de los Estados
comunitarios. Pero, lo que prevalecía tras el fracaso del plan francés, fue el rechazo de la
Francia de De Gaulle a todo planteamiento supranacional.
Durante 1964, se produjeron importantes avances, la República Federal de Alemania
propuso la desaceleración del desarme aduanero; el Consejo Europeo propuso la puesta en
marcha de una política económica a mediano plazo; se abrió la Ronda Kennedy23 para la
reducción de derechos de aduana entre Estados Unidos y la CEE; los “seis” dieron un paso
hacia la unión monetaria, instituyendo un comité de gobernadores de los bancos centrales
de los Estados de la CEE, se puso en marcha el Fondo Europeo de Orientación y de Garan-
tía Agrícola, FEOGA, y se adoptó un plan de unificación de los precios de los cereales.
La crisis de la construcción europea, de ese momento, surge por los desacuerdos en
la política agrícola, principalmente en materia de financiamiento. Las consecuencias de la
ruptura de negociaciones en julio de 1965, se tradujeron en la ausencia de los ministros
franceses en las reuniones de los “seis”, lo que se conoce como la política de la silla vacía.
De este modo, los ministros de agricultura y asuntos exteriores dejaron de reunirse con
sus colegas y el ministro de finanzas francés no estuvo presente en la reunión correspon-
diente y, asimismo, dejaron de asistir los representantes de Francia a los consejos de la
CECA y el EURATOM.
Como las decisiones de los consejos debían ser tomadas por unanimidad, la ausencia
de Francia paralizó prácticamente al mercado común, quedando solo abierta la vía di-
plomática tradicional y los acuerdos bilaterales. Esta crisis duró seis meses, hasta que los
“cinco” enviaron un llamado a Francia, manifestando que la solución de los problemas
debía hacerse en el marco de los tratados y de sus instituciones. Ante el frente común de
los “cinco”, Francia decide reunirse en Luxemburgo, alcanzándose un acuerdo, el “com-
promiso de Luxemburgo”, donde se estableció que el Consejo se esforzaría en buscar
soluciones que pudieran ser adoptadas, rápidamente por todos, en cuestiones de alta
importancia si afectaban a uno o más miembros.
Se buscó acordar sobre las divergencias y que éstas no impidieran la marcha normal
de los trabajos de la comunidad. Finalmente, los miembros del Consejo propusieron
adoptar de forma unánime el reglamento financiero agrícola, la organización de un mer-
cado de frutas, legumbres y verduras y de materias grasas y la fijación de precios comu-
nes para la carne bovina, arroz, azúcar, aceite de oliva, leche y otros.24 Por último, dieron
23. Véase Diaz Mier, M. A. Del GATT a la Organización Mundial del Comercio. Madrid,
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Síntesis, 1996.
24. Cfr.
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CEE; Regulation and decisions in the field of Agriculture adopted by the Council on January 1962, Bruselas
1962.
252
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
25. Cfr. Diaz Mier, M. A. Del GATT a la Organización Mundial del Comercio. Madrid, Síntesis, 1996. p. 119 y ss.
253
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
254
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
El acuerdo definitivo sobre la elección por sufragio universal directo fue firmado por
los nueve ministros de asuntos exteriores el 20 de Septiembre de 1976, y se conoce,
actualmente, como el “Acta de Bruselas”. Las perspectivas de sufragio universal directo
indujeron a los diferentes partidos políticos a constituirse en partidos transnacionales.
Las primeras elecciones europeas se celebraron el 7 de junio de 1979.
La elección de 1979 no fue sólo una votación europea, sino más bien la suma de un
conjunto de elecciones nacionales, que en todo caso tuvo un cuantioso valor: “La volun-
tad de reconciliación de los Estados europeos... y la creación de un órgano de control más
eficaz frente a la tecnocracia de los ejecutivos comunitarios”.26
Desde el 1 de enero de 1973, en que oficialmente nace la Europa de los “nueve”, se
habían experimentado profundos cambios políticos e institucionales, de entre los cuales
se ha destacado el comienzo del decidido camino hacia la Unión económica y monetaria.
Ocho años después, el décimo lugar de Estado de la Europa del mercado común fue
ocupado oficialmente por Grecia.
El 27 de julio de 1976 se acordó la apertura oficial de negociaciones entre Grecia y la
comunidad y el 18 de mayo de 1978 se firmó el acta de adhesión de Grecia, en donde se
constituyó oficialmente la Europa de los “diez”.
26. Cfr. Pérez-Bustamante, R. Historia política de la Unión Europea 1940-1995. Madrid, Dykinson, 1997. p 166.
255
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
- “Promover una cooperación más estrecha en materia cultural, así como realizar acciones
concertadas para hacer frente a los problemas internacionales de orden público, violen-
cia, criminalidad y delincuencia.
- “Modificar las instituciones, señalando el papel de la Comisión en favor de una delega-
ción de competencias y reforzando los cometidos del Consejo Europeo, señalando sus
funciones y sus relaciones con el Parlamento a quien se le atribuye un papel esencial.
Desarrollo asimismo de las políticas comunitarias con atención al desempleo y a la infla-
ción; coordinación de las políticas económicas y consolidación del Sistema Monetario;
cooperación en materia cultural y en favor de la aproximación de legislaciones conce-
diéndose, por último, un plazo de cinco años para reexaminar la declaración”.27
El 9 de Junio de 1981, Altiero Spinelli —federalista de izquierda, secretario general
del movimiento federalista europeo, fundador del Instituto de Asuntos Internacionales
de Roma, diputado de la cámara italiana desde 1976 y diputado del Parlamento Euro-
peo— presentó al Parlamento Europeo una resolución, firmada por 179 diputados, reco-
mendando la constitución de una comisión encargada de reflexionar sobre las reformas
institucionales.
En el “proyecto Spinelli”28 se diseña un Consejo de la Unión, distinto del Consejo Eu-
ropeo, institución que estaría formada por representantes de los gobiernos que votarían
por mayoría ponderada. El parlamento dejaría de ser un órgano solo consultivo y pasaría
a ser un brazo de la autoridad legislativa y presupuestaria; la comisión se convertiría en un
órgano ejecutivo con responsabilidad política; el tribunal de justicia vería reforzadas sus ins-
tituciones; y la unión tendría autonomía financiera y elaboraría programas plurianuales.
El proyecto de tratado —Spinelli— fue acogido por la asamblea el 14 de enero de
1984.
Francia y Alemania eludieron la reforma de las instituciones, proponiendo la creación
de un secretariado general. Se votó la celebración de una conferencia intergubernamen-
tal, la cual se abrió en Luxemburgo el 9 de septiembre de 1985 con la finalidad de lograr
la firma de un tratado, teniendo ya en este proceso un papel determinante el nuevo pre-
sidente de la Comisión, elegido el 1 de Enero de 1985, Jacques Delors.
El Acta Única Europea fue ante todo la resultante del proceso concluido en el Consejo
Europeo del 3 al 4 de Diciembre de 1985 donde tras las decisiones de la conferencia inter-
256
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
29. Cfr. Pérez-Bustamante, R. Historia política de la Unión Europea 1940-1995. Madrid, Dykinson, 1997.
257
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
258
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
30. Cfr. Pérez-Bustamante, R. Historia política de la Unión Europea 1940-1995. Madrid, Dykinson, 1997. p. 207.
259
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
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Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
reforma, sigue absorbiendo ella sola más de la mitad del presupuesto comunitario.
El TUE aborda el tema de la educación general y de la formación profesional.
Los Estados miembros tienen responsabilidad exclusiva en los planes de estudios en
la organización del sistema educativo. La tarea de la Comunidad se limita a promo-
ver la cooperación entre los estados en educación, apoyando y complementando las
medidas adoptadas por cada país. La Unión Europea ha puesto en marcha diversos
programas para fomentar esta cooperación, facilitando los contactos y el trabajo con-
junto de alumnos y profesores europeos. El Programa Sócrates se centra en la educa-
ción no universitaria, el Leonardo da Vinci en la formación profesional, y el Erasmus
en la educación superior.
En lo referente a las instituciones, el TUE introduce importantes novedades: el Parla-
mento aumenta sus poderes, el Consejo de Ministros pasa a denominarse Consejo de la
Unión Europea, la Comisión recibe el nombre oficial de "Comisión de las Comunidades
Europeas", el Tribunal de Justicia, el Tribunal de Cuentas y el Comité Económico y So-
cial refuerzan sus competencias, se crea el comité de las Regiones, de carácter consultivo,
y se prevé la creación del Banco Central Europeo, al iniciarse la tercera fase de la unión
económica y monetaria.
El Instituto Monetario Europeo, encargado de la gestión de todos los aspectos necesa-
rios para la culminación de la UEM, finalizó su trabajo el 31 de diciembre de 1998, cuando
fueron fijadas de forma irreversible las paridades con el Euro de las monedas nacionales de
los 11 países que afrontan en primer lugar la última fase de la UEM, Desde el 1 de enero
de 1999, la máxima autoridad de la Unión Europea en materia de política monetaria reside
de forma exclusiva en el Banco Central Europeo. En esa fecha, los distintos bancos centra-
les nacionales –con los cuales conforma el Sistema Europeo de Bancos Centrales, pasaron
a ser sólo ejecutores y transmisores territoriales de sus decisiones.
Como segundo pilar, basado en la cooperación entre los gobiernos, se estableció una
Política Exterior y de seguridad Común, PESC, que permita emprender acciones co-
munes en materia de política exterior. El Consejo Europeo, donde se deben adoptar las
decisiones por unanimidad, es el que define los principios y orientaciones generales de la
PESC, en una declaración anexa al Tratado.
El conflicto de la ex-Yugoslavia (Croacia, Bosnia, Kosovo) mostró que la construcción
de una política exterior y de defensa común en la UE es un objetivo a largo plazo. Los
EE.UU. y la OTAN siguen siendo los grandes actores en este terreno, y los estados eu-
ropeos tienen una voluntad política y una capacidad de maniobra aún muy débiles para
llevar a cabo su propia política.
El tercer pilar basado en la cooperación intergubernamental del TUE se apoya en
la justicia y los asuntos de interior. Asuntos de interés común para todos los estados
miembros como terrorismo, inmigración clandestina, política de asilo, tráfico de drogas,
la delincuencia internacional, las aduanas y la cooperación judicial.
La creación de la Europol, germen de una futura policía europea, es una de las nove-
dades más destacadas en este ámbito.
261
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
Hay que señalar también en este terreno que, en 1990, se firmó el denominado “Con-
venio de Schengen”, que desarrolló el acuerdo del mismo nombre para construir una
Europa comunitaria sin fronteras.
La ratificación del Tratado de Maastricht por los diversos parlamentos nacionales
estuvo plagada de dificultades. El simbólico 1992 se ensombreció por tres crisis que fre-
naron el impulso europeísta que había traído la firma en Maastricht del TUE en febrero
de 1992.
1. En primer lugar, Europa sufrió una grave y profunda crisis económica que disparó
las tasas de desempleo. Los gobiernos y la opinión pública centraron su interés en estas
cuestiones, dejando a un lado la construcción europea.
2. En segundo lugar, hubo graves tensiones monetarias que pusieron en cuestión el Siste-
ma Monetario Europeo y el objetivo de la unión económica y monetaria.
3. En tercer lugar, la UE se mostró incapaz de implementar una política exterior y de
seguridad común en la crisis yugoslava, que había traído de nuevo la guerra al continente
tras muchos años de paz.
En este ambiente tuvo lugar el primer proceso de ratificación en Dinamarca. Tras un
referéndum, el NO al Tratado de Maastricht triunfó por una escasa diferencia de 50.000
votos. Una ola de “euroescepticismo” se extendió a los demás países. Sin embargo, las
ratificaciones del Tratado fueron, poco a poco, produciéndose en los demás países. Fran-
cia, con un 51.4% de los votos a favor del SI, fue la que ratificó en un referéndum de una
forma más ajustada el TUE.
Se inició una negociación con Dinamarca, a la que se concedió un protocolo especial
de lo que se denomina en la jerga comunitaria “cláusula de exclusión”, es decir, la posibi-
lidad de no seguir a los demás miembros en lo referente a la tercera fase de la UEM, algo
similar había conseguido Gran Bretaña al firmarse el TUE, y en todo lo relacionado con
asuntos de Defensa. El 20 de mayo de 1993, el pueblo danés aprobó este acuerdo con
53.8% de votos favorables en un referéndum.
El Tratado de Maastricht entró en vigor el 2 de noviembre de 1993. En el Tratado se
previó su propia revisión, especialmente en todo lo referido a la reforma de las institucio-
nes, a la vista de las sucesivas ampliaciones de la Unión. En 1994, concluyó el mandato
de Jacques Delors como presidente de la Comisión. Su sustituto fue el ex-primer ministro
luxemburgués, Jacques Santer.
Pese a las dificultades por las que pasaba la Unión y la vertiginosa transformación del
mundo en aquellos años, las candidaturas al ingreso en la Comunidad continuaron pre-
sentándose en Bruselas: Austria en 1989, Malta y Chipre en 1991, Finlandia, Noruega y
Suiza en 1992, aunque esta última retiró su candidatura meses después tras un referén-
dum en el país helvético.
Las negociaciones con Austria, Suecia, Finlandia y Noruega se iniciaron en 1993, y
fueron sencillas gracias al alto nivel de desarrollo económico de estos países. La ratifica-
ción de los tratados se fue realizando en los cuatro países en 1994 y los ciudadanos de
cada país fueron votando afirmativamente a la adhesión con la excepción de Noruega.
262
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
Aquí, el NO a la Unión Europea triunfó con el 52.2% de los votos. Por segunda vez, el
pueblo noruego se negaba a ingresar en la Comunidad.
El 1 de enero de 1995 se producía la cuarta ampliación de la Comunidad con la entra-
da de Austria, Finlandia y Suecia. Nacía la “Europa de los Quince”.
Tras seis meses de estudios de un “comité de sabios”, dirigidos por el representante
español Carlos Westendorp, en el Consejo de Turín, a comienzos de 1996, se inició una
Conferencia intergubernamental cuya principal finalidad fue la elaboración de un nuevo
tratado, que reformara el Tratado de Maastricht.
31. Los objetivos de Ámsterdam se centraron en desarrollar la Europa de los ciudadanos, fomentar el papel de la Unión
Europea en la política internacional, reformar las instituciones y abordar la perspectiva de una nueva ampliación a los
países aspirantes de Europa central y oriental.
263
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
264
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
La ciudadanía y la Unión
Además de desarrollar el concepto de ciudadanía europea, el Tratado recoge diversas
medidas que tratan de poner al ciudadano común en el centro de las preocupaciones de la
Unión: se introducen medidas que fomentan la intervención comunitaria en la lucha con-
tra el desempleo, el respeto del medio ambiente y la protección de los consumidores. Se
garantiza, además, el derecho de todos los ciudadanos a acceder a los documentos de las
instituciones de la UE y a comunicarse con ella en cualquiera de las doce lenguas oficiales
de la Unión (español, portugués, francés, italiano, inglés, irlandés o gaélico, neerlandés,
alemán, danés, sueco, finlandés y griego).
265
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
del Tribunal de Cuentas, del Comité Económico y Social y del Comité de las Regiones.
Un hecho clave es que se ha abierto la posibilidad de lo que se denominó “cooperación
reforzada” entre algunos estados miembros. Es decir, la posibilidad de que un grupo de
países que quieran ir más lejos de lo previsto en los Tratados en la integración en diversos
aspectos, puedan hacerlo en el marco de la Unión Europea. Se trata en definitiva de que
el ritmo de la integración no lo marquen los países más reacios a la integración, y que
aquellos Estados deseosos de ceder más competencias a la Unión puedan caminar más
rápidamente en el camino de la unidad. Los periodistas han denominado a la Europa que
surge de la aplicación de estas “cooperaciones reforzadas” de muy diversas maneras: Eu-
ropa “a la carta”, Europa “de distintas velocidades”, o la Europa “de geometría variable”
La conciencia de la insuficiencia de las reformas institucionales acordadas hizo que, en
el mismo, tratado se acordara la convocatoria de una Conferencia intergubernamental,
para hacer una revisión general de las instituciones de la Comunidad, antes de que la
Unión llegue a tener más de veinte miembros.
El Tratado de Niza
La Conferencia Intergubernamental de los países miembros de la Unión tenía como
principal desafío poner las bases de una Unión ampliada hacia el este. A los doce países
del este y el Mediterráneo que ya habían iniciado negociaciones, Chipre, la República
Checa, Estonia, Hungría, Polonia y Eslovenia, en una primera tanda, Bulgaria, Letonia,
Lituania, Malta, Rumania y Eslovaquia, en un segundo grupo, había que añadir a Tur-
quía. La candidatura de este país euroasiático y musulmán fue oficialmente admitida en
el Consejo Europeo de Helsinki en diciembre de 1999, aunque las negociaciones se pos-
pusieron hasta que el gobierno de Ankara no cumpliera los criterios políticos de acceso
en todo lo referido a la protección de minorías y respeto de los derechos humanos. El
problema kurdo, evidentemente, estaba en la mente de los negociadores europeos.
La agenda de la cumbre de Niza trataba sobre estos puntos:
Para evitar que la futura Unión de veintisiete o veintiocho miembros quede bloquea-
da es necesario reducir drásticamente el número de decisiones que necesitan la unanimi-
dad de todos los miembros. La Comisión propuso que el sistema de mayoría cualificada
se convierta en la norma general.
La reducción del número de comisarios, necesidad impuesta por la ampliación.
La reponderación del voto de cada país. La ampliación y la necesidad de tener en cuenta
el peso demográfico de los países, esencialmente el de Alemania, imponían esta reforma.
La “proclamación” de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
En este contexto se preveia que mientras Alemania tratara de conseguir más votos en
el Consejo de Ministros de la UE. Francia, pese a tener 59 millones de habitantes frente
a los 82 de Alemania, se negaría a romper el equilibrio de poder en el que se había sus-
tentado la Unión desde sus orígenes.
Algo similar pretendía Holanda, 15 millones de habitantes, frente a Bélgica, 10 millones.
El gobierno de Bruselas se negaba a perder el equilibrio de poder con su vecino del norte.
266
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
• La obligada reducción del número de comisarios implicaba, según los “países grandes”,
Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España, el que los “países pequeños” se queda-
ran sin un comisario fijo en la Comisión. Estos países se negaban a esta posibilidad.
• La Comisión intentaba reducir el poder del Consejo. Se afirmaba que había que acabar
con “la cultura del veto”. Los Gobiernos nacionales, representados en el Consejo, se
negaban a perder su poder de veto en los grandes asuntos como fiscalidad, inmigración,
cohesión, seguridad social, etc.
Los observadores han señalado casi por unanimidad que en el arduo debate que tuvo
lugar en la cumbre de Niza entre los representantes de los países miembros primó el inte-
rés nacional y faltó una visión realmente europea que superara las ambiciones concretas
de cada nación. No obstante, tras muchas negociaciones, se mantuvo la tradición de la
Unión, finalmente se llegó a un acuerdo.
En 26 de febrero del 2001, los líderes europeos, procedieron a la firma del Tratado de
Niza. El presidente francés, Jacques Chirac, como para el primer ministro sueco Goran
Persson, hicieron declaraciones en las que negaron la afirmación de que “el espíritu eu-
ropeo no sopló en Niza”. Para ambos, el tratado era suficiente y realista y abría paso a la
incorporación de nuevos países a partir del 2002.
El ministro alemán Joscka Fischer puso de manifiesto la cuestión de fondo: la necesi-
dad de elaborar una Constitución Europea que sistematizara, clarificara e impulsara el
proceso de integración. El alejamiento existente entre la dinámica institucional hacia una
mayor unidad europea y la opinión popular había vuelto a ponerse de manifiesto.
Pese a la campaña en favor de todos los partidos políticos importantes, los irlandeses
rechazaron en referéndum ratificar el Tratado de Niza en junio del 2001.
Con una escasa participación electoral, el 53.87% de los irlandeses rechazaron el Tra-
tado de Niza. El resultado de este referéndum abrió interrogantes sobre el proceso de
ampliación, aunque el gobierno de Dublín se apresuró a prometer una renegociación en
un segundo referéndum que podría abrir paso a cláusulas excepcionales para Irlanda.
267
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
ridad en la elaboración del Tratado Constitucional de 2003, cuya visión sobre la política
externa fue ratificada por los jefes de Estado al aprobar la reunión del Consejo de Lisboa.
La Unión Europea deberá reflexionar al diseñar su política exterior sobre los distintos
y complejos conflictos que afrontan los países cercanos.32
1. Rusia y el Cáucaso, Turquía comparte frontera con Irán, Irak y Siria. El norte de Afri-
ca, como en Medio Oriente forman parte de la región.
2. Conflictos más complejos del mundo cercano como el Israelí–palestino, israelí- árabe,
posguerra de Irak, el Líbano. Las ambiciones nucleares de Irak, las tensiones entre la
región oriental y una Rusia cada vez más fuerte.
El texto del Acuerdo fue aprobado por la Comisión Intergubernamental debe pasar
a ratificación de los Estados.
Los aspectos más sobresalientes son:
• El Tratado es un tratado simplificado (sólo cincuenta y cinco páginas) y tiene numero-
sas estipulaciones legalistas.
• El Tratado de Lisboa33 enmienda dos acuerdos previos el de Maastricht y el constitutivo
de la UE que se convertirá en el Tratado para funcionamiento de la UE.
• El nombre de la entidad colectiva deja ser comunidad y de constituye en Unión.
• No se incluye la Carta de los Derechos fundamentales, su cumplimiento es obligatorio,
excepto para Polonia y Gran Bretaña. De esta manera ambos se convierten en ciudada-
nos de “segunda categoría”.34
• La nueva Comisión mantendrá su organización actual y su número quedará delimitado
por un comisario por país, en el 2014 no podrán tener más de diecisiete miembros
• La presidencia será más estable, dos años y medio renovables (se extiende a cinco años
coincidentes con el término del Parlamento y la Comisión).
El Tratado de Lisboa35 reconoce y potencia las funciones de los Parlamentos naciona-
les, que, si bien respetando las funciones de las instituciones europeas, podrán participar
más en la labor de la Unión. Una nueva disposición establece los derechos y obligaciones
de los Parlamentos nacionales dentro de la Unión en cuanto a su información, el control
de la subsidiariedad, los mecanismos de evaluación en el espacio de libertad, seguridad y
justicia o la revisión de los Tratados.
Una de las grandes innovaciones del Tratado de Lisboa se refiere, sin duda, al con-
trol de la subsidiariedad. Según el principio de subsidiariedad, la UE, excepto en los
ámbitos de su competencia exclusiva, sólo debe actuar cuando ello resulte más eficaz
que la acción a escala nacional. A partir de ahora, si un Parlamento nacional considera
que una propuesta no se ajusta a este principio, podrá exponer sus razones reiniciar un
procedimiento que se desenvolverá en dos tiempos:
32. Veáse, Alvarez de Vasconcelos. “La Nueva Política Exterior”. Revista Archivos del Presente. Año 12, Nro 46. Buenos Aires,
Fundación Foro del sur, 2008.
33. Véase http:www.obreal.unibo.it/
34. Cfr. Roy, J. “El tratado de la Reforma”. Revista Archivos del Presente. Año 12, Nro 46. Buenos Aires, Fundación Foro del
sur, 2008. p 51 y ss.
35.Véase http://europa.eu/lisbon_treaty/glance/democracy/index_es.htm.
268
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
• En caso que una tercera parte de los Parlamentos nacionales considere que la propuesta
no se ajusta al principio de subsidiariedad, la Comisión deberá reexaminarla y podrá
decidir mantenerla, modificarla o retirarla;
• En caso que una mayoría de los Parlamentos nacionales compartan esa opinión, pero
aun así la Comisión decida mantener su propuesta, se iniciará un procedimiento espe-
cífico; la Comisión deberá exponer sus motivos y el Parlamento Europeo y el Consejo
decidirán si el procedimiento legislativo sigue adelante o no.
En materia presupuestaria, el Tratado de Lisboa incorpora la práctica establecida del
marco financiero plurianual, que a partir de ahora deberá ser aprobado obligatoriamente
por el Parlamento. Además, éste y el Consejo deberán fijar todos los gastos de manera
conjunta, suprimiéndose la actual distinción entre los llamados gastos obligatorios (ayu-
das directas a la agricultura por ejemplo) y no obligatorios. Esta innovación reequilibra
el peso de las dos instituciones en la aprobación del presupuesto de la Unión.
En materia legislativa, el procedimiento de codecisión, que pasa a llamarse procedi-
miento legislativo ordinario, se amplía a varios ámbitos. Eso significa concretamente que,
en determinados asuntos, el Parlamento pasa de ser solamente un órgano como mucho
consultado a adquirir un verdadero poder legislador en igualdad de condiciones con el
Consejo. Entre esos asuntos figuran la inmigración legal, la cooperación judicial penal
(Eurojust, prevención de la delincuencia, aproximación de las normas penales, infraccio-
nes y sanciones), la cooperación policial (Europol), o algunas disposiciones de la política
comercial o agrícola. De este modo, el Parlamento Europeo intervendrá en casi todos los
asuntos legislativos.
Por último, el Parlamento Europeo deberá aprobar todos los acuerdos internacionales
en aquellos asuntos que correspondan al procedimiento legislativo ordinario.
El Tratado de Lisboa precisa quién debe actuar, la Unión o los Estados miembros, en
cada ámbito de actividad. En otras palabras, da una respuesta a la pregunta “quién hace
las cosas en la UE” que se plantean hoy muchos ciudadanos. El Tratado introduce una
clasificación general de las competencias en tres categorías:
Competencias exclusivas, en ámbitos como la unión aduanera, la política comercial
común o la competencia: sólo la Unión puede legislar. En las acciones de apoyo, coordina-
ción o complemento, la Unión sólo puede apoyar la acción de los Estados miembros, por
ejemplo por medio de intervenciones financieras. La cultura, la educación o la industria se
incluyen en este grupo. En otros ámbitos, como el medio ambiente, el transporte y la pro-
tección de los consumidores, las competencias son compartidas. Tanto la Unión como los
Estados miembros pueden legislar, siempre de acuerdo con el principio de subsidiariedad.
Los Estados miembros, después de ingresar en la Unión Europea, permanecen en ella
por voluntad propia. El Tratado de Lisboa introduce una cláusula de retirada voluntaria
que les reconoce la posibilidad de retirarse de la Unión en cualquier momento.
Desde el punto de las reformas alcanzadas, el Parlamento Europeo es el más beneficia-
do, elegido por sufragio universal directo cada cinco años, representa a los ciudadanos de
los Estados miembros. Sus poderes se han ido ampliando progresivamente de Tratado en
269
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
Tratado. El Tratado de Lisboa sigue en la misma línea e incrementa sus poderes en mate-
ria legislativa, presupuestaria y de acuerdos internacionales. Además mantendrá el techo
de 750 miembros directamente elegidos y se le concede a Italia un representante más, con
el que tendría setenta y tres en total. No se considera el Presidente del Parlamento dentro
del cupo, el proyecto de Italia es querer considerar como ciudadano a los nativos, no a
los inmigrantes en la cantidad de escaños.
Tanto los Parlamentos nacionales como los ciudadanos podrán conocer directamente
las decisiones tomadas por los miembros del Consejo de cada Estado miembro, ya que
todos sus debates y deliberaciones en materia legislativa serán públicos.
Los ciudadanos europeos disponen ya de una serie de instrumentos que les permiten
informarse y participar en el proceso político comunitario. A estos instrumentos se añade
ahora la iniciativa ciudadana. En virtud de este nuevo derecho, un grupo de al menos un
millón de ciudadanos, nacionales de varios Estados miembros, podrá sugerir a la Comi-
sión que presente una propuesta en los ámbitos de competencia de la Unión. Las normas
prácticas del ejercicio de la iniciativa ciudadana se precisarán en un acto legislativo una
vez haya entrado en vigor el nuevo Tratado.
El Tratado de Lisboa destaca también la importancia de las consultas y del diálogo
con las asociaciones, la sociedad civil, los interlocutores sociales, las comunidades religio-
sas y las organizaciones no confesionales.
Fuentes
Versión consolidada del Tratado Constitutivo de la Unión Europea y del Tratado de
la Comunidad Europea (Documento C 321 E/1 a C 321 E/180)
Tratado de Lisboa por el se modifican el tratado de la Unión Europea y el Tratado
constitutivo de la Comunidad Europea (2007/C 306/01)
Tratado de Niza (Documento 2001/C/80/01)
CEE: Regulation and decisions in the field of Agriculture adopted by the Council on
January 1962, Bruselas 1962.
Bibliografía
Alvarez de Vasconcelos. “La Nueva Política Exterior”. Revista Archivos del Presente.
Año 12, Nro 46. Buenos Aires, Fundación Foro del Sur, 2008.
Bauman, Zygmut. Europa: una aventura inacabada, Madrid, Losada, 2006.
Colomer Viadel, Antonio (Coord.). La Integración Política en Europa y en América Latina.
Valencia, IBEM-Ugarit, 2007.
Couloumbis, Theodore y Wolfe, James. Introducción a las Relaciones Internacionales. Bue-
nos Aires, Troquel, 1979.
Cox, Robert. “Social Forces, States and World Order: Beyond International Relations
Theory” en Cox, R. y Sinclair, T. (comp). Approches to World Order. Cambrigde, Cam-
270
Capítulo XI: Unión Europea: historia y principios de una integración exitosa
271
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
272
Capítulo XII
. Cfr.
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Cartabia, M. y Weiler, J. H. H. L’Italia in Europa: Profili istituzionali e constituzionali. Bologna, Il Mulino, 2000. p. 83.
Véase también: Mény, Y. y Knapp, A. Government and Politics in Western Europe. Oxford, Oxford University Press, 1998. p.
390.
273
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
274
Capítulo XII: El proceso de integración europeo...
275
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
276
Capítulo XII: El proceso de integración europeo...
ochenta), seguidas de una breve, pero acelerada fase de reformas (la segunda mitad de los
años ochenta y los primeros años del noventa), sino sobre todo porque la transformación
de la UE se ha realizado también con los Tratados inalterados: en efecto, los años de la pa-
ralización han sido años de extraordinaria modificación de las relaciones internacionales
entre las instituciones comunitarias, y en especial entre estas últimas y las nacionales. En
particular, el impasse intergubernamental de los años setenta ha permitido a la Corte Eu-
ropea de Justicia (CEJ) asumir un rol cada vez más activo en la solución de los inevitables
conflictos entre las instituciones comunitarias y las nacionales.
Con dos sentencias de valor histórico, van Gend en Loos de 1962 y Costa vs. Enel de 1964,
la CEJ ha impuesto, respectivamente, el principio del efecto directo de la legislación europea
sobre los individuos y las empresas de cada país miembro, y el principio de la supremacía
de la ley comunitaria sobre la nacional, aún cuando esta última haya sido aprobada des-
pués de la primera. No es errado afirmar que estas dos sentencias son comparables a la
emanada por la Corte Suprema de los Estados Unidos de Amércia, presidida, en 1803,
por John Marshall, en el caso Marbury vs. Madison, que impuso el principio de la revisión
por vía judicial de aquellas leyes aprobadas por el Congreso consideradas contradictorias
a la Constitución.
Al interpretar los Tratados como ley superior a la ordinaria, la CEJ ha creado las
condiciones para su progresiva “constitucionalización”. Naturalmente, tal interpretación
de los Tratados respondía a la necesidad manifiesta de los actores económicos (empresas
multinacionales y grupos financieros internacionales entre ellos), de operar en un mer-
cado continental reglamentado en modo razonablemente uniforme (Stone Sweet y Fligs-
tein, 2001). Así, el efecto directo y la supremacía de la ley comunitaria permitieron a la
Comisión impulsar una acción de desregulación de las diversas normativas nacionales y,
al mismo tiempo, la definición de un cuadro de reglas supranacionales. La CEJ y la Co-
misión se caracterizaron desde un inicio como las dos instituciones dotadas de la mayor
vocación europea, o que de todas maneras, tenían y tienen más para ganar (en términos
de poder y de influencia) con el crecimiento de un sistema supranacional. La afirmación
del rol “constitucional” de la CEJ se ha producido a través de una compleja trama de
alianzas con los jurisconsultos nacionales —en vez que con las respectivas Cortes Cons-
titucionales— y con las empresas y los principales grupos de intereses nacionales. Sobre
la base del artículo 177 del Tratado de Roma los jurisconsultos nacionales han podido
recurrir a una opinión de la CEJ para resolver controversias relativas a la interpretación
de la ley comunitaria (Stone Sweet, 2000).
Aún cuando no es de aplicación obligatoria, la opinión de la CEJ ha llegado a ser asu-
mida por las Cortes Nacionales como la base jurídica para evaluar la congruencia de la
legislación nacional con la comunitaria. De hecho, al evitar el pasaje por la Cortes Cons-
titucional Nacional, las diferentes cortes judiciales han terminado por ejercitar una suerte
de control difuso de la “constitucionalidad” de la legislación nacional, poniendo así en
discusión el principio (institucionalizado en la generalidad de los Estados miembros) que
tal control correspondía exclusivamente a las especiales Cortes Constitucionales (que,
277
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
de hecho, no forman parte en cuanto tales del sistema judicial nacional). Tal principio
fue elaborado por el jurista austriaco Hans Kelsen en un famoso y ampliamente traducido
artículo de 1928 titulado La Garantie Jurisdictionnelle de la Constitution, y también sobre la
base del rol ejercitado por la Corte Constitucional en la Segunda República Austriaca
(1920-1934), que el mismo había contribuido a definir.
La institucionalización de un sistema político supranacional es por lo tanto el resul-
tado de un conjunto de interacciones entre actores privados, instituciones comunitarias
e instituciones nacionales; interacciones alimentadas por la necesidad de promover un
espacio económico europeo homogéneo. Terminado el ostracismo francés de los años
sesenta, los Estados miembros de la UE, a través de instituciones comunitarias que los
han representado (el Consejo Europeo y el Consejo de la Unión), han participado cada
vez más activamente al juego comunitario. Además, ha sido la ideología neoliberal de un
Estado miembro euroescéptico, como la Gran Bretaña de Margaret Thatcher de los años
ochenta, la que ha contribuido fuertemente a la formación de un consenso acerca de las
políticas de privatización y liberalización que han conducido al Mercado Único y a la
Moneda Única en el decenio siguiente.
En este proceso, las dimensiones negativa y positiva de la integración han terminado
por alimentarse recíprocamente. La progresiva eliminación de las barreras nacionales
(integración negativa) que impedían la formación de un mercado homogéneo ha promovido
la introducción a través del canal comunitario de nuevas reglas (integración positiva), reglas
solicitadas por los mismos actores económicos deseosos de actuar en un mercado con-
tinental jurídicamente uniforme. De modo similar a lo ocurrido en los Estados Unidos
entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, el desarrollo
de un capitalismo supraestatal ha necesitado, y necesita, de la promoción de una regla-
mentación pública de una dimensión equivalente.
Con la formación de un Mercado Único Europeo, muchas problemáticas ligadas al
funcionamiento de un modelo de capitalismo moderno se han europeizado progresiva-
mente. Problemáticas tradicionalmente nacionales —desde de la defensa del ambiente a
la protección de los consumidores, desde la modernización del sistema de transportes
a la reglamentación de los nuevos sistemas de telecomunicaciones, desde las desigual-
dades regionales a la promoción de la investigación y desarrollo (IyD)— se han trans-
ferido al campo europeo. En algunos casos, han sido los mismos Estados miembros
quienes favorecen este traslado, y en otros, han sido coaliciones de intereses transna-
cionales, comunidades de expertos, movimientos sociales y de opinión, redes para la
movilización a favor de particulares causas. Tales actores privados no económicos han
encontrado, no sólo en la Comisión sino también en el PE interlocutores preciosos e
interesados. Esto ha incrementado la representatividad social de ambas instituciones,
pero sobre todo del PE, conduciéndolas a reivindicar un rol de mayor influencia en el
poder legislativo europeo.
. �Sobre estos dos tipos de integración, véase: Scharpf, F. W. Governing in Europe: Effective and Democratic? Oxford,
Oxford University Press, 1999.
278
Capítulo XII: El proceso de integración europeo...
279
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
280
Capítulo XII: El proceso de integración europeo...
todo) porque el PE no tiene el monopolio de las decisiones en forma de ley. Los poderes
legislativos de la UE han sido por largo tiempo monopolizados por las instituciones re-
presentativas de los Estados miembros (Consejo de Ministros de la Unión) que los han
ejercitado por iniciativa de la Comisión, aunque después han llegado a compartirlos con
el PE. Aún con estas limitaciones, es indudable que el PE no es comparable a las asam-
bleas propias de las organizaciones internacionales. Ninguna organización internacional
(de la OTAN a la ONU) dispone de una asamblea electiva elegida directamente por los
ciudadanos electores. Más bien, las asambleas de aquellas organizaciones representan
las autoridades públicas nacionales (los gobiernos y los Estados), y no a sus ciudadanos
electores.
En tercer lugar, la UE se ha convertido en un “régimen de políticas públicas” (Cram,
1997; Fabbrini y Morata, 2002), es decir en una organización encargada de promover
a través del ejercicio de su autoridad un conjunto de medidas y decisiones políticas no
delimitables pero interrelacionadas entre sí. Las organizaciones internacionales se cons-
tituyen sobre la base de un interés común, por parte de los Estados que la constituyen
von un objetivo específico (por ejemplo la seguridad militar en el caso de la OTAN), en el
sentido de promover un ámbito de colaboración e información transnacional en pos de
alcanzar objetivos generales (por ejemplo la paz y la seguridad internacionales, la defensa
de los derechos humanos en el caso de la ONU).
La UE, por el contrario, refleja la existencia de objetivos complementarios entre sus
miembros, y no sólo de ayuda mutua o de reconocimiento recíproco. Precisamente por-
que su propósito es producir una “una unión cada vez más estrecha (an ever closer union),
estos objetivos han crecido en cantidad y en calidad en el último medio siglo. A la política
agrícola común (PAC) y a la política de comercio exterior, iniciadas en los años cincuen-
ta, se han agregado progresivamente una multiplicidad de nuevas políticas.
Hoy, los Estados miembros de la UE tienen en común otras dos políticas compartidas
en el campo económico, la de la competencia y la monetaria, hasta el punto de disponer
de una moneda común (en lo que respecta a 13 de los actuales 27 países miembros). El
gobierno de la moneda única ha sido confiado a una nueva institución comunitaria de
significativa importancia, el Banco Central Europeo (BCE). Asimismo, la UE tiene una
política de cohesión social y territorial, dirigida a reducir las diferencias entre las regiones
del continente, en función de la estabilización el mercado común. Tiene una política para
la pesca, una política mediterránea, una política para la defensa del ambiente, una política
para la inmigración, una política de transporte, una política para promover investigación,
una política para las telecomunicaciones y, aunque limitada, una política social.
Estas políticas, todas colocadas en el primer pilar, son el resultado de procesos deci-
sionales que, a partir de la AUE de 1986, pueden prever el voto de mayoría calificada
al interior del Consejo de la Unión. Después del ataque terrorista a Nueva York del 11
de setiembre de 2001, la UE ha reforzado el tercer pilar de la colaboración referido a los
281
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
. ����������������������������������������������������������������������������������������������
Cfr. Howorth, J. “CESDP after 11 September: from shortterm confusion to longterm cohesion” in EUSA Review, Vol.
15, Nro.1, 2002. p. 1 y ss.
282
Capítulo XII: El proceso de integración europeo...
dense. Pero de hecho, aún la más limitada administración central de un Estado federal es
mucho mayor -en términos de capacidad y de recursos empleados- que la comunitaria.
En segundo lugar, aunque amplias, las atribuciones de política pública de las institu-
ciones europeas siguen siendo más limitadas de las tradicionalmente propias de los Es-
tados nacionales (Moravcsick, 2001). La UE tiene una competencia limitada o nula en
el campo de las políticas de welfare, de las políticas educacionales, de la política cultural,
de la política de ayuda a la pequeña y media empresa. La UE no ha tenido un impacto
significativo sobre los sistemas legales nacionales o sobre los sistemas de arreglo de los
conflictos civiles. No obstante los pasos adelante realizados, la UE no tiene una política
exterior común correspondiente con su peso económico (si bien no queda duda su in-
fluencia en el nivel macroregional, como en el caso de los Balcanes, cuanto en áreas extra
europeas como el Congo, Costa de Marfil o Afganistán). En otros términos, algunas de
las políticas que condicionan más la vida de los ciudadanos (como las políticas del welfare
o las políticas educativas), siguen manteniéndose en las manos de los Estados miembros.
Así, algunas de las políticas que más caracterizan la estatalidad de un determinado siste-
ma político (como la política exterior) siguen manteniéndose en las manos de los Estados
miembros, a través del control de los organismos intergubernamentales del segundo
pilar. O también como la política militar en las manos de organismos internacionales
como la OTAN.
Además, la coordinación del policy making europeo muestra pocas similitudes con la
de los Estados nacionales. La ausencia de una clara distribución constitucional de las
atribuciones entre la varias instituciones comunitarias ha implicado una superposición y
confusión de roles, dando como resultado la ineficiencia de las políticas y la difícil impu-
tación de responsabilidad. También aquí, naturalmente, es conveniente recordar que no
todos los Estados nacionales están dotados de mecanismos de coordinación de las políti-
cas públicas eficientes y transparentes. Si los Estados centralizados (como el francés) han
sido capaces de garantizar la eficiencia, no siempre han promovido la transparencia. Y si
los Estados no centralizados (como el estadounidense) han favorecido la transparencia
no siempre han llegado a garantizar la eficiencia. Es un hecho, de cualquier forma, que la
UE es difícilmente asimilable al menos centralizado de los Estados no centralizados.
En tercer lugar, las instituciones europeas no poseen la legitimidad propia de los Estados
nacionales que se han vuelto democráticos. Estas instituciones se encuentran caracteri-
zadas de aquello que comúnmente se define como déficit democrático. Al interior de la UE
no existe un forum, elegido por el pueblo, que sintetice una exigencia común de debate
público. El crecimiento de poder del PE, al cual se le ha reconocido la capacidad de en-
mendar o bloquear las leyes propuestas por el Consejo de Ministros de la Unión, se ha
manifestado más en las comisiones internas que en la asamblea. Aunque en proceso de
institucionalización, no existe aún hoy día un sólido sistema de partidos europeo. A tal
punto que las elecciones para el PE parecen ser influenciadas más por los humores de
la política nacional que de las exigencias de la política europea. Hasta ahora (pero hay
señales que la situación está cambiando) los problemas europeos han tenido un carácter
283
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
más técnico que político, más de perfil bajo que de perfil alto. Además, la separación de
poderes al interior de la UE hace que sea improbable la identificación de un “gobierno
europeo”, haciendo así difícil a las instituciones el rendir cuentas de su actuación a los
ciudadanos.
De hecho, en la UE no hay un “gobierno” pero sí hay instituciones separadas que
participan de un proceso de gobierno. La Comisión no es una institución electiva, en
cuanto sus miembros son seleccionados por los gobiernos de los Estados miembros. El
Consejo de Ministros de la Unión está constituido por 27 gobiernos, cada uno de los
cuales puede hallarse en minoría sobre una determinada cuestión. El PE codetermina
las decisiones en cuestión, sobre la base de fracturas internas que son al mismo tiempo,
nacionales y políticas, pero no tiene en absoluto la última palabra sobre el asunto. Ade-
más, los procesos decisionales internos de las instituciones europeas, se presentan parti-
cularmente complejos y frecuentemente impredecibles, y por lo tanto poco comprensibles
para los outsiders. El Consejo de la Unión puede adoptar veinticinco tipos diferentes de
procedimientos legislativos, falta una clara jerarquía en los textos que permita distinguir
entre la legislación primaria y secundaria, siete diferentes procedimientos de elaboración
legislativa son utilizados por la Comisión, es decir, por sus comités organizativos en un
verdadero sistema llamado “comitatología”. Por otra parte, la UE no tiene ningún rol
(salvo en el campo de las políticas sobre la competencia), en la implementación de estas
decisiones legislativas.
En resumen, ¿quién es el responsable de lo que se hace en la UE? Es indudable que los Esta-
dos nacionales se han hecho desde hace tiempo esta pregunta. Y, seguramente, el Estado
nacional devenido democrático, asumiendo una forma parlamentaria, se ha caracterizado
por conjugar la participación de los ciudadanos en la selección de quienes detentan el
poder de decisión con el periódico ajuste de cuentas electoral de los últimos respecto
a los primeros. En resumen, en los Estados miembros de la UE, la fórmula usada para
hacer posible tal conjugación ha sido aquella de la parlamentarización del Estado nacional.
Esta fórmula no es practicable al interior de la UE. Ciertamente, después de Amsterdam,
el PE ha obtenido el reconocimiento de un cierto poder de “confianza” con respecto al
Presidente de la Comisión (Dchousse, 1998), a su vez escogido por los gobiernos nacio-
nales de los Estados miembros. Y ha adquirido también un poder de “desconfianza”, si
bien es verdad que ha sido la crítica parlamentaria a los comportamientos condenables
de algunos miembros de su Comisión la que ha empujado al Presidente Jacques Santer a
presentar la renuncia de toda la Comisión en 1999. Sin embargo a pesar de esta adquisi-
ción de poder, el PE no puede caracterizar la dirección parlamentaria de la UE.
La fórmula parlamentaria no es idónea, de hecho, para organizar el proceso decisional
de una unión de Estados de dimensiones fuertemente desiguales. Uniones de Estados,
basadas sobre la asimetría de los componentes constitutivos, no pueden funcionar según
una lógica de formación de las mayorías como sucede en los Estados nacionales indivi-
dualmente considerados. La formación de una (permanente) mayoría es una amenaza a
la estabilidad de la democracia compositiva. Para estas democracias el déficit democrático
284
Capítulo XII: El proceso de integración europeo...
es irresoluble. Basta ver la experiencia de los Estados Unidos, el caso más desarrollado
de democracia compositiva, para entender cómo la fórmula de la separación múltiple de
poderes (que no tiene nada en común con aquella de los Estados nacionales europeos)
ha sido pensada justamente para obstaculizar la formación de una tiranía de la mayoría
(aunque si bien no ha impedido que se formasen diversas tiranías de las minorías).
285
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
capacidad sustancial, a tal punto que ningún individuo, grupo o área regional, situados
en la “jurisdicción” estatal podrán sustraerse a su dominio. También en este caso, la UE
se diferencia claramente. Legalidad y funcionalidad no coinciden a su interior. El territo-
rio no caracteriza, por si mismo, ni la legalidad ni la funcionalidad de la UE.
No todos los países de la UE han suscrito el Acuerdo de Schengen del 1991 que
elimina los controles en las fronteras en lo que se refiere al desplazamiento de personas
y de mercancías; por lo tanto, la legalidad no es interpretada en modo homogéneo en
el territorio comunitario. Así, no todos los países de la UE han adoptado la moneda co-
munitaria, el euro, de manera que la función monetaria no es manejada uniformemente
en el territorio de la UE. Al respecto, algunos estudiosos han hablado, al respecto, de
un sistema de “jurisdicciones superpuestas y diferenciadas”, mucho más parecido a los
sistemas medievales que a los de “jurisdicción unitaria y uniforme” que desarrollaron con
la victoria de los Estados nacionales (Marks, 1997). Se trata de una referencia sugestiva,
pero que puede confundir, al hacernos pensar que la UE representa un caso de desarrollo
político atrasado, y no un tipo de desarrollo político diferente respecto a aquél que ha
caracterizado a los países europeos.
Para finalizar, se podría sostener que la UE difiere de los Estados-Nación por el hecho
de no ser expresión de un “pueblo” homogéneo que justifica su existencia. Pero, viéndolo
bien, la situación no es esta. Ex post se considera implícita una coincidencia entre Estado y
Nación que no es tal y que históricamente no ha existido. Sabemos lo que es el Estado,
mucho menos de lo que sabemos qué es la Nación. Se ha argumentado acertadamente
que ésta es un sentimiento de pertenencia a una cultura, a una tradición, a una lengua;
en resumen, una experiencia (Gellner, 1997). Pero este sentimiento de pertenencia no ha
existido como tal en la historia más bien es el resultado de una construcción promovida
por élites políticas y culturales con el objetivo de consolidar o de realizar determinados
proyectos institucionales (Smith, 2000).
Una construcción similar a la que ha dado vida al Estado y que inevitablemente se ha
entrelazado con esta última. A tal punto que, si la segunda ha sido definida state building, la
primera ha sido definida nation building. Tal construcción ha seguido derroteros diferentes
y, por lo tanto, ha asumido características culturales diferenciadas en función de la parti-
cular secuencia de formación del Estado territorial experimentó en los diferentes países
europeos. Si en los primeros state builders como Francia, Inglaterra y España, el Estado
antecedió a la Nación, lo contrario ha sucedido en los últimos state builders -en particular
en el caso de Alemania- (Smith, 1995).
En los primeros, la Nación es una creación del Estado, en base a ciertas condiciones
favorables. Es el resultado de una acción de homogeneización forzosa de la identidad
-incluso religiosa-, y de las lenguas -regionales y locales- al interior del Estado territo-
rial, en función de la identidad dominante al centro o promovida por el centro. Aún en
Francia existe un control estatal sobre los nombres de los neonatos, para garantizar la
“francesidad” de la población. A pesar de ello, en Francia, en Inglaterra -que después se
ha convertido en el Reino Unido- y sobre todo en España, han sobrevivido identidades
286
Capítulo XII: El proceso de integración europeo...
Conclusiones
Si se consideran en conjunto los aspectos state like y no-state like de la UE, sólo ahora
es posible afirmar que ésta se diferencia notablemente de los países que la componen.
La UE no es una reproducción agrandada de un Estado nacional europeo pero tampoco
287
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
Bibliografia
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Capítulo XII: El proceso de integración europeo...
289
Capítulo XIII
Introducción
El auge del nuevo regionalismo económico durante la década del noventa fue pro-
ducto del fin del sistema bipolar, el inicio de un sostenido ciclo crecimiento de la econo-
mía mundial centrado en la recuperación económica estadounidense, el surgimiento de
nuevos mercados en los países antes bajo control soviético, la apertura económica lati-
noamericana y, fundamentalmente, la consolidación de la senda de expansión económica
en Asia y el Pacífico (AP). La configuración de un nuevo escenario mundial político y
económico producto de la globalización, moderó las tensiones interestatales proveyendo
un menú de oportunidades para la creación de regímenes (bilaterales, multilaterales e
interregionales) sobre la base de intereses comunes y aspiraciones de crecimiento com-
partido. Dinámicas sobre cooperación, negociación, concertación y consenso, que los
países asiáticos interpretaron como favorables para el despliegue de potencialidades antes
condicionadas por el entorno global de confrontación entre las superpotencias.
El mapa económico mundial post guerra fría destacó tres tendencias particular-
mente relevantes para los países en desarrollo (PED): i) aumento de la incertidumbre
proveniente del frente multilateral como consecuencia de fallidas negociaciones sobre
liberalización comercial en el seno del Acuerdo General de Tarifas y Aranceles (GATT)
y luego la Organización Mundial de Comercio (OMC) que relegaron las aspiraciones
para el mundo en desarrollo sobre caída de barreras al comercio agrícola y eliminación
de subsidios, en particular por parte de los Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y
Japón, ii) la consolidación de espacios económicos integrados sobre determinantes te-
rritoriales (fronteras comunes) e institucionalmente evolucionados, cuyo paradigma fue
—es— la UE y, iii) el auge de las iniciativas de cooperación e integración económica con
el fin de ajustar las estrategias nacionales de producción a las exigencias del paradigma
competitivo impuesto por al globalización en sus tres vectores: comercio, finanzas e
intercambio científico–tecnológico. En este contexto, el “regionalismo económico” asu-
mió una doble función, como opción preferente para las economías en desarrollo ante
las manifestaciones de proteccionismo hostil emergentes en el plano multilateral e ins-
. Entendido como el proceso de negociación mediante el cual se otorgan preferencias comerciales con el objeto de formar
un espacio económico integrado por dos o más economías. Ver al respecto: Robert Z. Lawrence, Regionalism, multilateralism
and Deeper Integration, Washington DC, The Brooking Institution, 1996, y Edward Mansfield and Helen Milner, eds, The
Political Economy of Regionalism, New York, Columbia University Press, 1997.
291
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
trumento estratégico para una activa inserción en las corrientes mundiales de comercio,
inversiones y captación de nuevas tecnologías aplicadas a la producción.
Procesos de integración como la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (en
adelante ASEAN) constituyen respuestas específicas a estas tendencias. En sus objetivos
fundacionales y posterior praxis de negociación, el proyecto ASEAN reflejó una voluntad
colectiva impulsada por la necesidad de ampliar los intercambios económicos intrazona,
afianzar prácticas comunes de negociación en el Sudeste de Asia (SEA), implementar
políticas pro exportación de manufacturas industriales y servicios, generar mercados inte-
grados atractivos para la radicación de inversión externa directa(IED), alentar el aumen-
to de competitividad mediante la captación de tecnologías aplicadas a la innovación, y
avanzar en el diseño de instituciones comunes que consolidaran prácticas sobre solución
de conflictos y aportaran certidumbre en el marco de procesos de construcción de con-
fianza entre otrora países enemigos.
En tal sentido, analizar la ASEAN como un exitoso caso de ejercicio de negociación
multilateral en Asia, integración económica y concertación política subregional, implica
destacar el contexto en el cual surge, su evolución y actual situación. A los fines del
presente trabajo, economías o Estados parte tienen la misma significación conceptual; la
periodización adoptada para analizar la evolución de ASEAN resulta de asumir como
relevantes variables tales como cambio político, evolución económica, nuevos actores,
contexto global y regional.
. La ASEAN comprende las economías de Malasia, Indonesia, Tailandia, Filipinas, Brunei, Singapur, Myanmar, Laos,
Camboya y Vietnam; se hará referencia a la ASEAN 6 en el desarrollo de los puntos concernientes a la dinámica de am-
pliación durante los noventa para diferenciarlo del actual esquema ASEAN 10.
. Cabe recordar, por ejemplo, que la Guerra de Vietnam finalizó en 1975, Camboya vivió bajo el genocida régimen de Pol
PoT entre 1978 y 1979, y China y Vietnam se enfrentaron en un conflicto armado fronterizo en febrero de 1978; asimismo,
ambos países mantenían una sorda puja por mantener bajo su directa influencia a Laos y Camboya.
292
Capítulo XIII: Regionalismo en Asia Pacífico: la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia
los Estados latinoamericanos fundidos en una tradición kantiana de las ideas políticas,
superadora incluso de contrastantes visiones entre gobiernos democráticos y regímenes
militares. La imagen de países con amplia dotación de recursos, un modelo de desarro-
llo basado en la industrialización sustitutiva de importaciones, la presencia de empresas
multinacionales (EMNs), la aceptación —bajo el principio de convergencia— de la opción
regional de integración legitimada por el discurso académico y la negociación técnica,
completan el cuadro de variables históricas que explican el por qué ALC optó por asumir
el regionalismo y la integración como instrumentos para potenciar su reinserción econó-
mica internacional.
En lo operacional, la herencia generada por diversas iniciativas de integración, tam-
bién debe ser considerada. Experiencias como la Asociación Latinoamericana de Li-
bre Comercio (ALALC) y la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI),
aportaron una sólida red de contactos político-diplomáticos, fórmulas de negociación
regionalmente difundidas, vínculos entre planificadores de políticas, ejercicios de re-
lacionamiento de mercado entre poblaciones fronterizas y una dinámica de comercio
intraindustrial generada por firmas nacionales y empresas trasnacionales (ETN). An-
tecedentes sobre cooperación en el uso compartido de recursos naturales en el Cono
Sur (Cuenca del Plata) entre la Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil extendidos a
transporte, infraestructura, desarrollo de capacidad eléctrica (integración energética) y
obras públicas binacionales, forman parte de una malla de acuerdos sobre los cuales se
sostendría la ingeniería de los procesos latinoamericanos de integración. La conceptua-
lización y orientación teórica de la integración fue reforzada por el aporte de organi-
zaciones multilaterales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL) generadora de una “visión latinoamericana” sobre el desarrollo económico
que afianzó el surgimiento de una plataforma común de ideas sobre procesos e instru-
mentos que deberían ser aplicados en pos de la integración regional.
A diferencia de Asia, en ALC la variable democrática ha sido —y es— relevante. La
correlación entre régimen político (democrácias) y disposición negociadora indujo com-
promisos profundos entre los Estados que, bajo la lógica de la competencia geoestratégi-
ca, no podían ser asumidos en Asia. Caben destacar como ejemplo de lo enunciado, los
procesos de restauración democrática que allanaron el camino a soluciones negociadas
entre rivales históricos como Argentina y Brasil dejando atrás un período signado por la
tensión geopolítica en el Cono Sur. Proceso que en su evolución dio luego formal origen
por el Tratado de Asunción (1991), al Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
Las condiciones y resultados sobre las cuales se funda el regionalismo y los proyectos
de integración económica en Asia divergen en gran medida de los observados en ALC.
Priman los determinantes económicos por sobre los políticos. La casi inexistente malla
de instituciones comunes, heterogeneidad geográfica, étnica, cultural, intervención de ac-
tores extraregionales, el distanciamiento político entre los principales actores (China, Ja-
. Ver al respecto: Open regionalism in Asia Pacific and Latin America, Mikio Kuwayama, International Trade and De-
velopment Division, International Trade Unit, CEPAL, Serie Comercio Internacional, Santiago, Chile, December 1999,
pp 22 a 24.
293
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
294
Capítulo XIII: Regionalismo en Asia Pacífico: la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia
asiáticos como el ex Premier de Singapur Lee Kuan Yew, Deng Xiaoping en China y
Mahatir Bin Mohamad en Malasia.
Factores asociados como la distensión en el escenario subregional y la percepción
compartida sobre los beneficios de la acción colectiva, completarían el cuadro de varia-
bles determinantes para entender las bases del compromiso negociador asiático y la de-
finición de instancias, organizaciones e instituciones regionales de concertación política
e integración económica. Dada la trágica historia de conflicto político y los no acallados
rencores entre China, Japón, Corea, Vietnam, Malasia y Singapur, el abordaje de la
integración como proyecto y las metodologías de negociación impusieron aproxima-
ciones flexibles y fórmulas de coordinación con mínimo diseño institucional por sobre
compromisos rígidos con el fin de resguardar atributos de soberanía y autonomía ce-
losamente custodiados por los gobiernos de la región. De esta forma, progresivamente
durante la década del ochenta en Asia pierden entidad los determinantes ideológicos y
geopolíticos beneficiando a la ASEAN que recupera entidad enfocada hacia la liberali-
zación y apertura económica.
El contexto externo fue crucial también; los magros resultados de la Ronda Uruguay
del GATT para las economías en desarrollo, la consolidación del proyecto integracio-
nista europeo, el Tratado de Libre Comercio del Norte de América (NAFTA, por sus
siglas en inglés) y el proyecto de Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA)
propuesto por Estados Unidos para el hemisferio americano, fueron asumidos como
insumos de contexto que reforzaron argumentos de gobierno y empresarios proclives
a utilizar el regionalismo y la integración regional como estrategias para enfrentar nue-
vos desafíos competitivos.
Finalmente, la opción preferida por el desarrollo compartido, consolidadas prácticas
de negocios por parte de redes étnicas de comercio y un dinámico sector empresarial an-
tes que definiciones políticas o imperativos gubernamentales, definen aún hoy los rasgos
específicos del modelo asiático de cooperación e integración frente al latinoamericano.
2. Evolución de la ASEAN
. Compuesta por Malasia, Indonesia, Filipinas, Singapur, Tailandia y Brunei (ingresó a la Asociación en 1984).
295
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
Los noventa proveen nuevas condiciones gracias al fin de la guerra fría y el proceso
de globalización, entendidas como una oportunidad para el crecimiento y desarrollo de
la subregión. La apertura de nuevos sectores atractivos para la radicación de IED, la
acelerada apertura de la economía china en busca de su acceso a la organización Mundial
de Comercio (OMC), la participación en redes de cooperación transpacíficas, el estable-
cimiento de mecanismos de diálogo con actores extrazona, la incorporación de nuevos
miembros y la definición del proyecto de Area de Libre Comercio (AFTA), describen el
escenario de integración en el seno de la ASEAN en los noventa.
El crecimiento económico, las mejoras en las condiciones generales de consumo y
bienestar reafirmaron en las dirigencias políticas, empresarias y sociales nacionales, lo
acertado de una “opción regional” de cooperación e integración proyectando su influen-
cia hacia otros países. La favorable derivación cuantitativa producto del crecimiento del
comercio intrazona, la difusión de prácticas empresarias hacia firmas pequeñas y media-
nas (PyME´s), la internacionalización de sectores empresarios tradicionalmente adeptos
a protegidos mercados internos, la intensidad de los intercambios culturales y la rear-
ticulación de espacios fronterizos antes considerados periferias de tensión mediante la
flexibilización de procedimientos aduaneros y migratorios, profundizó la percepción de
la integración como un proceso de construcción social en el SEA.
Los foros de cooperación y concertación de la Cuenca del Pacífico y transpacíficos
tornaron más complejo la formación de consensos, pero al mismo tiempo reforzaron la
idea de una “vía asiática” hacia el regionalismo. Ejemplo fue la creación del foro intergu-
bernamental Asia Pacific Economic Council (APEC, 1989). La obtención de preferencias
comerciales multilaterales, regionales, y subregionales generó una malla de concesio-
nes cruzadas (plato de tallarines)que retroalimentó los procesos de apertura económica
(Saavedra Rivano, Neantro, 2004). Hasta fines de la década, enfoques pro mercado sobre
determinantes burocráticos regulan los intercambios económicos externos y erosionan
residuales posiciones proteccionistas; las altas tasas de crecimiento obtenidas gracias al
auge del consumo doméstico y la expansión exportadora (Ver Anexo) facilitan nuevas
concesiones intra ASEAN. Los gobiernos, con el apoyo de sectores empresarios y burgue-
sías nacionales, coaligan voluntades para crear mayor actividad económica intrazona.
La vitalidad económica y la maduración del proceso subregional queda en evidencia
en la Cumbre de Bogor (1993) cuando la ASEAN 6 define un horizonte temporal para la
formación de un Area de Libre Comercio (AFTA) en 2008, considerada el instrumento
válido para incrementar la competitividad internacional de las economías parte. El pro-
yecto AFTA supone concesiones unilaterales sobre rebajas arancelarias (TB), eliminación
de barreras no arancelarias (NTB), mejoras en los niveles de transparencia económica,
armonización de prácticas comerciales (aduanas, fiscales) sobre “facilitación del comer-
cio”, y standarización de normas a fin de ajustar la captación de IED a incentivos compa-
tibles con el desarrollo armónico entre las partes. El diseño de instrumentos sobre política
comercial e industrial priorizó aumentos de competitividad en el sector manufacturero,
en tanto los productos agrícolas fueron incluidos en un amplio menú de excepciones.
296
Capítulo XIII: Regionalismo en Asia Pacífico: la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia
297
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
298
Capítulo XIII: Regionalismo en Asia Pacífico: la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia
Los miembros de la ASEAN rigen sus relaciones bajo principios fundamentales con-
tenidos en el Tratado de Amistad y Cooperación del Sudeste de Asia (TAC,1992). Ello
son: mutuo respeto por la independencia, soberanía, igualdad, integridad territorial e
identidad nacional de todos los países miembros; el derecho que asiste a cada uno de los
Estados de perseguir sus objetivos nacionales libre de interferencia externa, subversión o
coerción; no intervención en los asuntos internos de otros Estados; resolución pacífica de
controversias; renuncia al uso de la fuerza y efectiva cooperación entre socios.
299
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
. Hasta mediados de 2007, la participación en el ARF comprende además de las diez economías de la subregión, otros
países tales como: China, Canadá, Australia, Unión Europea, India, Japón, Corea del Norte, Corea del Sur, Mongolia,
Nueva Zelanda, Pakistán, Papua y Nueva Guinea, Federación Rusa, y Estados Unidos.
. Un acertado análisis lo ofrece, He, Xiangqi, Cooperation for Common Security: China´s Approach to Non Tradicional
Security Issues, en The China-ASEAN Project, Ocasional Papers Series No.7, Centre of Asian Studies, The University of
Hong Kong, 2005.
300
Capítulo XIII: Regionalismo en Asia Pacífico: la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia
Entre los temas de agenda, también se incluye la creación de sistema monetario entre
los diez países de la asociación, idea debatida en Shanghai durante III Conferencia de
Cooperación Financiera de ASEAN +3 (ASEAN más China, Corea y Japón). Se trata
de una medida controvertida y discutida como lo fue anteriormente la creación de la
moneda única europea, sin embargo, responde a una demanda concreta de los países
del SEA considerando que el 20% de los costos del comercio internacional se deben al
cambio de divisas, por lo tanto una moneda única daría un fuerte impulso al comercio
301
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
302
Capítulo XIII: Regionalismo en Asia Pacífico: la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia
10. Con Pakistán el diálogo comprende áreas de interés común considerando aspectos ligados a seguridad
(lucha contra el terrorismo), cooperación económica y financiera.
303
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
304
Capítulo XIII: Regionalismo en Asia Pacífico: la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia
to económico intrazona. Cruel diferencia con ALC donde Estados Unidos, Méjico o Brasil
no desean o están en condiciones de asumir el liderazgo regional promoviendo una agenda
positiva orientada hacia la industrialización y desarrollo regional latinoamericano.
Un tercer aspecto de diferenciación es la competencia por el liderazgo. En este senti-
do, la ASEAN es seducida por alternativas de negociación en el marco de la competencia
entre China y Japón, actores en pugna por aumentar su influencia local mediante la firma
de acuerdos de libre comercio. Desde 2001, ASEAN y China avanzan en un proceso de
concesiones mutuas sobre comercio, inversiones, cooperación para el desarrollo, entre-
namiento y capacitación de recursos humanos. Similar iniciativa asumió Japón respecto
de la ASEAN en 2003.
En cuarto lugar, la ASEAN ha logrado consolidar su posición internacional como
“núcleo de integración en Asia”. Las perspectivas de formación de un espacio asiático
integrado perduran y en este esquema, ninguno de los escenarios prefijados para su reali-
zación, secuenciales (ASEAN- China, ASEAN – Japón, ASEAN – Corea) o simultáneos
(ASEAN + 3), relegan la entidad de la ASEAN y la reconocen como imprescindible para
lograr este objetivo.
305
Tercera parte: Otras experiencias de integración: Europa y Asia
Conclusiones
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307
Capítulo XIII. Anexo
Anexo
% sobre Total M
Exportaciones Importaciones Total % sobre total X
24,3
ASEAN 163.832,5 141.030,7 304.893,2 25,3
10,6
USA 92.941,9 60.976,4 153.918,2 14,3
14,1
Japón 72.756,4 81.077,9 153,834,3 11,2
-
Pakistán 2.142,6 180,2 2.322,8 0,3
78,8
Total 531.182,3 454.691,2 985.873,5 82,0
21,2
Otros 116.964,7 122.051,2 239.015,9 18,0
100,0
Total 648.147,0 576.742,4 1.224.889,4 100,0
309
Capítulo XIII. Anexo
País/región
% Total
% Total
2004 2005 2006 25002-2006 % Total 2004 2002-
2005
2006
Unión Europea
10.046,1 11.139,6 13.361,9 44.955,6 28,6 27,1 26,3
(UE) 25
310
Capítulo XIII. Anexo
País/región % total
% total
2004 2005 2006 2002-2006 % total 2004 2002-
2005
2006
Total de economías
26.347,1 27.422,9 36.331,7 117.866,4 75,0 66,8 69,0
seleccionadas
311
Capítulo XIII. Anexo
Comercio exterior
Inversión Externa Directa
Export. Import. Total
País U$S U$S millo- U$S millones U$S millones U$S millones
millones nes
2006 2006 2006 2005 2006
Brunei 7.619,4 1.488,9 9.108,3 288,5 433,5
Daru
ssalam
Camboya 3.514,4 2.923,0 6.437,4 381,2 483,2
Indonesia 100.798,6 61.065,5 161.864,1 8.336,0 5.556,2
Laos PDR 402,7 587,5 990,2 27,7 187,4
Comercio exterior Inversión Externa Directa
País Export. Import Total U$S millones U$S millones
2006 2006 2006 2005 2006
Malasia 157.226,9 128.316,1 285.543,0 3.964,8 6.059,7
Myanmar 3.514,8 2.115,5 5.630,3 235,9 143,0
Filipinas 47.410,1 51.773,7 99.183,8 1.845,0 2.345,0
Singapur 271.607,9 238.482,0 510.089,9 15.001,9 24.055,4
Tailandia 121.579,5 127.108,8 248.688,3 8.957,0 10.756,1
Vietnam 37.033,7 40.236,8 77.270,5 2.020,8 2.360,0
ASEAN 750.708,0 654.097,8 1.404.805,8 41.067,8 52.379,5
312
Sobre los autores
Sergio M. Cesarin
Argentino. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad del Salvador.
Master of Arts, Universidad de Pekín, China. Investigador del CONICET y Profesor
del Instituto del Servicio Exterior de la Nación, de la Universidad Torcuato Di Tella, de la
Universidad del Salvador y de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Su último li-
bro se titula China se avecina. El Ying y Yang de una potencia emergente, Colección “Claves para
Todos” (Capital Intelectual). También ha sido compilador junto a Carlos Moneta de los
libros: China y América Latina. Nuevos Enfoques sobre cooperación y desarrollo. ¿Una segunda ruta de
la seda? (BID/INTAL) y China. Perspectivas del presente, desafíos del futuro (EDUNTREF).
Sergio Fabbrini
Italiano. Profesor de Ciencia Política en la Università degli Studi di Trento y de Institucio-
nes Políticas Comparadas en el Doctorado de la Università degli Studi di Siena. Director
de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Università di Trento y de la Rivista
Italiana di Scienza Politica. Es Recurrent Visiting Professor de Políticas Comparadas en
313
Sobre los autores
Leonardo Granato
Argentino. Abogado por la Universidad de Belgrano. Master en Derecho de la Integra-
ción Económica por la Universidad del Salvador en convenio con l’Université Paris 1
Panthéon-Sorbonne. Posgraduado en Desarrollo Local por la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales, Sede Argentina; y del Módulo Jean Monnet en Historia y Evolución
de la Integración Europea y sus Efectos en los Procesos de Integración de América Lati-
na, Università di Bologna, Representación en Buenos Aires. Profesor de la Universidad
Abierta Interamericana y de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Argentina; de
la Universidad Internacional de Andalucía, España, y de la Universidad de la Empresa,
Uruguay. Autor de Protección del Inversor Extranjero y Arbitraje Internacional en los Tratados Bila-
terales de Inversión, Departamento de Investigación, Universidad de Belgrano.
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Sobre los autores
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