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3.

1 Síntomas del TLP en adolescentes


La adolescencia es la travesía por un amplio espacio de frontera entre el final de la
infancia y el inicio de la adultez, siendo, por tanto, un momento fundamental en la
reorganización de las etapas evolutivas anteriores. El adolescente está inmerso en una
problemática entre dejar de ser el niño que era y no ser adulto todavía, entre salir del
mundo familiar y no tener aún su propio lugar en el mundo, estas vivencias de ser en
tránsito hacen del adolescente una persona particularmente vulnerable frente a todo tipo
de estímulos y situaciones.
Al respecto Elena Martí (2017):
Los especialistas dicen que es difícil distinguir entre los síntomas del TLP en los jóvenes y
el comportamiento de un adolescente normal. En segundo lugar, señalan que la personalidad
de los jóvenes no se ha desarrollado plenamente y que alguien que diagnostique TLP en esa
etapa, significa estigmatizar injustamente al adolescente. La mayoría de los médicos esperan
hasta que las personas cumplan dieciocho años antes de hacer el diagnóstico.

Aunque la adolescencia es la época en la que suele manifestarse el TLP, no siempre


resulta fácil detectarlo ni diferenciarlo de comportamientos típicos de la crisis de la
adolescencia porque tiene muchos elementos en común: ansiedad y depresión, conflictos
familiares, conducta rebelde, conflictos con la identidad y la sexualidad.

Según José Luis Carrasco (2016),


Rebeldía, irritabilidad y miedo son rasgos propios de la adolescencia, si bien cuando se unen
a reacciones impulsivas, aislamiento, abuso de sustancias tóxicas y falta de confianza en uno
mismo pueden ser signos de la presencia de un trastorno límite de la personalidad. (parr.1)

Aunque la adolescencia es la época en la que suele manifestarse el TLP, no siempre


resulta fácil detectarlo ni diferenciarlo de comportamientos típicos de la crisis de la
adolescencia porque tiene muchos elementos en común: ansiedad y depresión, conflictos
familiares, conducta rebelde, conflictos con la identidad y la sexualidad.

En muchos ambientes, los clínicos siguen siendo reacios a diagnosticar los síntomas del
TLP en la juventud, principalmente debido a 4 preocupaciones: en primer lugar, el
diagnóstico de TLP no es válido en la adolescencia. Segundo, las características típicas
del TLP, como inestabilidad afectiva o perturbación de la autoimagen, son una norma
entre los adolescentes. En tercer lugar, el desarrollo de la personalidad está aún en proceso
de cambio, y esto dificulta el diagnóstico. En cuarto lugar, y posiblemente más
importante, el TLP es un término peyorativo, y los médicos desean proteger a sus
pacientes de la estigmatización y las actitudes pesimistas. Sin embargo, la investigación
en la última década ha refutado los 3 primeros supuestos, y el mayor conocimiento de
esto tiene potencial para influir en el cuarto.
3.2 Toma de riesgos y autolesiones
La afinidad de los jóvenes a conductas muy impulsivas y de auto-lesión los pone en riesgo
de resultados adversos para la salud. Tanto la auto-lesión no suicida repetitiva como la
conducta suicida son características principales del TLP, y la mayoría reportan una larga
historia de conductas auto-lesivas repetitivas, que rememoran a la infancia o la
adolescencia. La “autolesión no suicida” se define como la “destrucción deliberada, auto
infligida de los tejidos del cuerpo, sin intención de suicidio y sin propósito de ser
sancionado por la sociedad” (Nock, 2009).
Según Guillermo Bastidas (2017) sostiene:
La autoagresión o autolesión es un fenómeno cada vez más frecuente entre jóvenes y
adolescentes. Presenta varias modalidades, como cortarse, quemarse con un cigarrillo,
impedir la cicatrización de heridas o golpearse.

Podemos decir que la forma más común de autoagresión es el "cutting", práctica difundida de
una manera mediática y novelera entre los jóvenes que llegan a colgar videos en las redes sociales
sobre este tipo de autolesión con rasgos psicopatológicos y de enfermedad Mental.
Al respecto Citlali Beltrán (2015):
El Cutting es el hábito de auto lesiona, se lastiman porque no saben otra forma de expresar
sus sentimientos. Se trata de adolescentes que liberan sus angustias emocionales cortándose
los brazos, los muslos o el abdomen con cuchillos, tijeras o cortantes. No buscan llamar la
atención, ni suicidarse; sino aliviarse.

Esta actitud psicopatológica es también conocida como Síndrome de Automutilación


(SAM) o automutilaciones impulsivas, se produce en los momentos en que el individuo
experimenta elevados niveles de angustia, ansiedad o dificultad para resolver o enfrentar
sus problemas. El cutting no es un juego y se debe buscar ayuda profesional tan pronto
como sean detectados los primeros síntomas.
Los adolescentes con TLP son más propensos a involucrarse en conductas de riesgo,
debido a su tendencia a actuar impulsivamente en respuesta a estados emocionales de
aversión, sin tener en cuenta las posibles consecuencias.
En síntesis, María Noguerol (2014):
El consumo de sustancias es un grave problema en los adolescentes con TLP, y al igual que
la auto-lesión no suicida, a menudo se utiliza con el fin de afectar la regulación de estados
emocionales aversivos e intolerables. (parr.1)

Los adolescentes muestran una prevalencia significativamente mayor de consumo de


sustancias.
Dañarse a uno mismo es una manera de vérselas con emociones muy intensas. A algunas
personas les proporciona el alivio que el resto de nosotros suele encontrar en el llanto.
Pero tal vez estas personas han llorado tanto que ya no les proporciona ningún alivio.
Algunas personas que se autolesionan se sienten tan enfadadas y agresivas que no pueden
controlar sus emociones. Tienen miedo de llegar a lastimar a alguien, así que vuelven su
agresión hacia sí mismas buscando liberarse de ella. A veces se considera a estas personas
como buscadoras de atención. Sin embargo, una persona que se autolesiona puede creer
que ésta es la única manera de comunicar o manejar malestar. (Portal sobre el trastorno
límite de la personalidad, 2017, sf).
El dañarse a uno mismo puede ser un problema que se mantiene oculto durante años.
Puede comenzar como un modo repentino de dejar salir la ira y frustración (como dar un
puñetazo a una puerta) y puede llegar a convertirse con el tiempo en una manera
importante de hacer frente al estrés que, al seguir oculto, suele generar más estrés.
La severidad del daño a uno mismo no depende de cómo de graves son los problemas
subyacentes.
Generalmente, con el tiempo, la persona se hace más tolerante al dolor que se inflige, de
modo que tienen que hacerse un daño más severo para obtener la misma sensación de
alivio. Esta espiral puede dar lugar a lesiones permanentes e infecciones serias.
Los síntomas de la automutilación varían. Lo más comunes son: son cortarse la piel
con objetos filosos (lo más común), escarbarse o quemarse la piel, rascarse o auto
golpearse, picarse con agujas, golpearse la cabeza, presionarse los ojos, morderse el dedo,
los labios o el brazo, jalarse los cabellos, picarse la piel. (Sociedad Internacional de
Autolesion,2011).
Algunos adolescentes, se causan lesiones a sí mismos como modo de afrontar emociones
abrumadoras, en ocasiones como respuesta a situaciones como la de sufrir acoso.

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