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El modelo atómico actual llamado "modelo orbital" o "cuántico -

ondulatorio" se basa en:

 La dualidad onda-corpúsculo: Louis de Broglie.(1924) postula que


el electrón y toda partícula material en movimiento tienen un
comportamiento ondulatorio. Las propiedades ondulatorias y
corpusculares de la materia se relacionan mediante:

Siendo h la constante de Planck y p el momento lineal de la partícula

 El principio de incertidumbre de Heisenberg (1927) establece la


imposibilidad de determinar simultáneamente y con precisión la posición y
el momento lineal de una partícula en un momento dado. Ya no se podría
decir dónde se encontraría con exactitud una partícula, como máximo se podría
llegar a precisar el punto en dónde se hallaría con mayor probabilidad. "Es
imposible determinar simultáneamente y con exactitud, la
posición y la velocidad del electrón".

El producto de las imprecisiones de esas magnitudes e ve afectado


por la restricción dada por la ecuación:

 La naturaleza ondulatoria del electrón permite que este sea descrito por
una ecuación de ondas. Schrödinger (1926) formuló una ecuación
(ecuación de ondas de Schrödinger) que describe el comportamiento y
la energía de las partículas subatómicas. Esta ecuación incorpora tanto el
comportamiento de partícula, en términos de la masa m, como el de onda,
en términos de una función de onda Ψ, que depende de la ubicación del
sistema en el espacio.

La ecuación de onda de Schrödinger, toma la forma:


Donde H es un operador matemático llamado Hamiltoniano y E es la
energía de los niveles permitidos. La función de onda Ψ carece de
significado físico en si misma. pero su cuadrado en una determinada
región del espacio Ψ2 es un indicador de la probabilidad de encontrar el
electrón en dicha región espacial.

Cada solución de la ecuación de ondas de Schrödinger describe un


posible estado del electrón, que se denomina orbital atómico, concepto
análogo al de órbita en el modelo de Bohr.

El valor tan bajo de la constante de Planck h=6,626·10-34 J·s impide


percibir el comportamiento ondulatorio de la materia en objetos
grandes o cotidianos, ya que la longitud de onda asociada es tan
pequeña que dicho comportamiento resulta indetectable.

 Aunque con la mecánica cuántica queda claro que no se puede saber


dónde se encuentra un electrón, sí define la región en la que puede
encontrarse en un momento dado. El cuadrado de la función de
onda, Ψ2, define la distribución de densidad electrónica alrededor del
núcleo. Este concepto de densidad electrónica da la probabilidad de
encontrar un electrón en una cierta región del átomo, llamada orbital.
Las regiones de alta densidad electrónica representan la mayor
probabilidad de localizar un electrón, mientras que lo contrario se aplica a
regiones de baja densidad electrónica.

 En la descripción de un átomo en el contexto de la mecánica cuántica, se


sustituye el concepto de órbita por el de orbital atómico. Un orbital atómico es la
región del espacio alrededor del núcleo en el que la probabilidad de encontrar un
electrón es máxima. Cada orbital tiene asociado un valor de Ψ2 y un cierto valor de
energía.
[E=f(n+l)]

Aunque con la mecánica cuántica queda claro que no se puede saber con certeza
dónde se encuentra un electrón, sí define la región en la que puede encontrarse en
un momento dado. El cuadrado de la función de onda, Ψ 2, define la distribución de
densidad electrónica alrededor del núcleo. Este concepto de densidad
electrónicada la probabilidad de encontrar un electrón en una cierta región del
átomo, llamada orbital. Las regiones de alta densidad electrónica representan la
mayor probabilidad de localizar un electrón, mientras que lo contrario se aplica a
regiones de baja densidad electrónica.
Los diagramas de superficie límite encierran el 90 % de probabilidad de
localizar el electrón.

Los diagramas de contorno de probabilidadcomo los representados en la


figura, son curvas que encierran diferentes porcentajes de probabilidad electrónica.

 La solución matemática de la ecuación de Schrödinger precisa


de tres números cuánticos. Cada trío de valores de estos números
describe un orbital.

 Nº cuántico principal (n): puede tomar valores enteros (1, 2, 3...) y


coincide con el mismo nº cuántico introducido por Bohr. Está relacionado
con la distancia promedio del electrón al núcleo en un determinado orbital
y, por tanto, con el tamaño de este e indica el nivel de energía.
 Nº cuántico secundario (ℓ): puede tener todos los valores desde 0 hasta
n – 1. Está relacionado con la forma del orbital e indica el subnivel de
energía.
 Nº cuántico magnético (mℓ): puede tener todos los valores desde - ℓ
hasta + ℓ pasando por cero. Describe la orientación espacial del orbital e
indica el número de orbitales presentes en un subnivel determinado.

 Para explicar determinadas características de los espectros de emisión


se consideró que los electrones podían girar en torno a un eje propio, bien
en el sentido de las agujas del reloj, bien en el sentido contrario. Para
caracterizar esta doble posibilidad se introdujo el nº cuántico de espín
(ms) que toma los valores de + ½ o - ½.

 (n, ℓ, mℓ) Definen un orbital

 (n, ℓ, mℓ, ms) Definen a un electrón en un orbital determinado

 La configuración electrónica de un átomo es la manera en que están


distribuidos los electrones entre los distintos orbítales atómicos.

 El conocimiento de las configuraciones electrónicas es fundamental


para entender y predecir las propiedades de los elementos.

 En el estado fundamental de un átomo, los electrones ocupan orbítales


atómicos de tal modo que la energía global del átomo sea mínima.

 Se denomina principio de construcción (Aufbau) al procedimiento


para deducir la configuración electrónica de un átomo, y consiste en seguir
un orden para el llenado de los diferentes orbítales, basado en los
diferentes valores de la energía de cada uno de ellos. Para recordarlo se
utiliza el diagrama de Möller o de las diagonales, así como la regla de la
mínima energía (n+l)..

 Además del principio de construcción hay que tener en cuenta:

el principio de exclusión de Pauli: establece que no es posible que


dos electrones de un átomo tengan los mismos cuatro números cuánticos
iguales. Esto implica que en un mismo orbital atómico sólo pueden
coexistir dos electrones con espines opuestos.

 la regla de Hund: establece que si hay más de un orbital en un mismo


subnivel, los electrones estan lo más desapareados posibles, ocupando
el mayor número de ellos.
El Tiempo de Planck.
POR ALGUIEN EL 4 SEPTIEMBRE 2009 • ( 5 )
El Tiempo de Planck. Texto: José Antonio Garriga Vela. Diario Sur –
04.09.2009.
El universo es inmenso y antiguo. Todo lo que vemos y
hacemos está situado en el espacio y en el tiempo. Los
objetos tienen dimensiones físicas y masa. El tiempo
transcurre en el pasado y en el futuro y nunca en sentido
contrario. La teoría de la relatividad describe la relación que
existe entre el espacio y el tiempo. Muestra que el tiempo
puede transcurrir más lento o más rápido y que el espacio
puede estirarse o encogerse. Albert Einstein postula que el
tiempo transcurre más deprisa cuando la gravedad es
menor. Esto se comprobó con dos relojes atómicos: el
situado en un avión a mucha altura funcionaba más rápido.
El tiempo pasa más veloz a medida que transcurren los
años. El tiempo de los niños es eterno y el tiempo de los
adultos efímero. Dijo Henry Bergson que cuando pensamos
en el presente como algo que va a ser, todavía no existe; y
cuando pensamos en él como algo que está existiendo, ya es pasado. La unidad de tiempo más
pequeña que los científicos creen que es posible medir se llama Tiempo de Planck. Un segundo
contiene 600.000.000.000.000. 000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 tiempos de Planck.
Me consuelo pensando en la cantidad de tiempo que encierra cada segundo. Lo disfruto. Me guío
por el Tiempo de Planck en vez de dejarme llevar por el tiempo que marcan los relojes y los
calendarios. También me he propuesto volverme más liviano y estoy aprendiendo a perder gravedad.
La gravedad de las cosas nos las infunde los años. Quizás acabe ocurriéndome lo mismo que le
sucedió a aquél amigo que empezó a sentirse joven a los sesenta años, cuando ya era demasiado
tarde. No paro de inventar métodos y buscar excusas para retrasar el paso del tiempo, pero la
realidad es implacable. El tiempo conduce a la renuncia. Y también a la memoria. La memoria me
produce vértigo sobre todo cuando hago cuentas. Cada vez que calculo el tiempo que ha pasado
desde un determinado acontecimiento, me equivoco. Digo, por ejemplo, esto pasó hace tres años; y
luego compruebo que han transcurrido diez. Me pasa a menudo. Para situarme en el tiempo, me da
por consultar algunas fechas en las que sucedieron hechos importantes. El hombre pisó la luna hace
cuarenta años. El muro de Berlín cayó hace veinte. El diluvio que inundó Málaga fue el mismo año
que cayó el muro de Berlín. Yo tenía entonces treinta y cinco años y no tenía ni idea de lo que iba a
ser de mí al cabo de veinte años. Ese mismo año un helicóptero militar español fue abatido de una
pedrada por un campesino cuando sobrevolaba unos pastos, y en China un hombre se enfrentó él
solo a una columna de tanques en la plaza de Tiananmen. Supongo que enfrentarse a un tanque es
algo tan utópico como intentar dominar el tiempo y derribar un helicóptero de una pedrada. Pero, a
veces, sucede. El tiempo también me ha enseñado que no hay hechos, sólo interpretaciones.
Kierkegaard dijo que la vida sólo se puede entender mirando hacia atrás, pero que se debe vivir
mirando hacia delante. Intento seguir su consejo. Me convierto en una unidad sin ventanas que
avanza cargada con el pesado fardo del pasado. No es fácil seguir el consejo de Kierkegaard. El
pasado ocupa todo mi tiempo de vida. El futuro todavía no existe. Nunca existirá salvo en el
pensamiento. Así que trato de disfrutar del futuro en el pensamiento, aunque sé que me estoy
engañando a mí mismo. El hombre se engaña si piensa libremente sobre sí mismo. Sin embargo,
miro hacia delante. Me vienen a la memoria las palabras de Descartes: «Estaba atrapado por la
enorme cantidad de ideas falsas que desde mi infancia había tenido por ciertas». Estoy atrapado en
el pasado. En pleno revés de la fortuna, la más desdichada manifestación de la desgracia es el
recuerdo de haber sido feliz.
Desde que decidí vivir cada segundo con el tiempo de Planck, me he vuelto un hombre
tremendamente egoísta. El tiempo es oro y perderlo es suicidarse. Cuando me llaman por teléfono
cualquier desconocido para venderme algo y me dice que sólo va a ocupar un segundo de mi tiempo,
pienso en el segundo de Planck y siento pánico. La mayoría de las personas tienden a despreciar el
tiempo. En general, el ser humano se cree eterno hasta que la vida desaparece y entonces, cuando
ya es demasiado tarde, nos arrepentimos del tiempo perdido. Cuando descubrí la importancia de un
segundo de vida, cambié radicalmente de forma de vivir. Desde entonces, me tomo mi tiempo para
hacer las cosas y huyo de las prisas. Creo que la educación que he recibido también influye
positivamente a la hora de tomarme las cosas con calma. Mi madre siempre afirmaba que las prisas
eran malas consejeras y que si tenía prisa me vistiera despacio. Entonces yo aún no había
descubierto el tiempo de Planck.
El tiempo es el intervalo entre un instante y otro. El tiempo se mide con referencia a los movimientos
de la Tierra en el espacio: un giro de la Tierra sobre su eje es un día, y una vuelta en su órbita
alrededor del Sol es un año. Las personas miden el tiempo por medio de mecanismos llamados
relojes. Yo no. Hace tiempo que dejé de llevar reloj para controlar el tiempo. Desde que descubrí que
el tiempo y el espacio son relativos. En su Teoría General de la Relatividad, Albert Einstein sugería
que la materia distorsiona el espacio. En esta teoría el espacio y el tiempo forman un único ente
llamado espacio-tiempo. El espacio-tiempo puede visualizarse como un folio de goma que se
deforma cuando se colocan objetos sobre él. Los objetos con masa deforman el espacio-tiempo real.
Una masa grande produce una deformación mayor. El tiempo y el espacio son de goma y nosotros
los podemos manipular. Sólo hay que proponérselo.

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